Páginas Amigas

lunes, 8 de octubre de 2012

Who's That Girl

Sexto capítulo: Who's That Girl

Las clases del tercer trimestre empezaron par alivio de Juan, que se sentía asfixiado entre aquellas 4 paredes. Mario no tenía muchas horas de clase ese trimestre, por lo que compaginaba su trabajo de profesor con el de asesor para el ayuntamiento. Y Camilo seguía enfrascado con un proyecto de polideportivo para uno de los barrios más desfavorables de la ciudad.

- Juan ¿A donde vas con tanta prisa? (dijo Mario al ver que el chico casi lo envestía al entrar por la puerta)
- A casa de Walter (Mario lo agarró por el cuello de la chaqueta)
- Ey, no tan deprisa, estás castigado ¿recuerdas?
- es para el instituto. Un trabajo (intentando librarse del agarre de su hermano).
- Tú estás castigado. Que venga Walter aquí y hacéis ese trabajo aquí en el salón.
- Marioooo.
- No, Juan. No pienso gastar saliva. Llámalo y dile que el trabajo lo tendréis que hacer aquí.
- pero… es que él tiene academia y no le viene bien (Juan empezaba a molestarse con su hermano)
- no pasa nada, yo tengo la tarde libre, puedo pasar con el coche a recogerlo y después llevarlo a casa (Mario era perro viejo).
- buffff (dio un resoplido) olvídalo (dijo volviéndose para su habitación).
- ¿y el trabajo?
- ya lo haremos en el instituto.
- Juan (dijo Mario arqueando una ceja e indicándole con el dedito que regresara. Juan se hundió de hombros y dio media vuelta y fue hacia Mario. Cuando estuvo al alcance de Mario. Mario le agarró fuerte de la oreja y se la retorció) ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! Esto por intentar engañarme ¡PLAFF! (le dio un último cachetito en el culete y le soltó la oreja. Juan no sabía que sobarse si la oreja o el trasero)
- auuuuuuuuuu Mario
- A la habitación a hacer tus deberes (dijo apuntando hacia su habitación con una sonrisita) Y no más “trabajitos”.
- grrrrrr

Tres días más tarde

- Dios Camilo, que vamos a llegar tarde, quieres acabar de una puñetera vez.
- ya acabó, ya acabó ¿qué zapatos? ¿Estos? ¿O estos?
- No sé, Camilo. Estos (señalando unos)
- ¿Estos? ¿Quieres decir? ¿No son un poco presuntuosos? (Mario se preguntaba como narices podían ser unos zapatos presuntuosos)
- pues ponte los otros.
- si, bueno…pero son un pelín “casual”.
- pues ves descalzo, pero Camilo, vamos a hacer tarde. Tu familia ya debe de estar ahí.
- Mario, cálmate, ni que fuera a ti al quien le dieran el premio.
- no, no es a mi, es a mi marido. Pero si mi marido no se pone unos malditos zapatos ya y salimos de casa voy a recoger yo ese premio que será titulo póstumo.
- vale, que gruñón estás esta noche, me pondré estos (dijo calzándose. Mario respiró aliviado que al fin se había puesto los zapatos).
- Dios, dime ¿el día de nuestra boda, cuantas horas te llevó vestirte?
- eso no te lo diré nunca jajaja
- venga vámonos (empujándolo suavemente hacía fuera de la habitación)
- ok, ok, pero déjame agarrar, las llaves.
- ¡Ya llevo yo las mías, vamos! Juan, marchamos. Sal de tu cueva. (Juan salió en calzoncillos y camiseta de la habitación) En 20 minutos te quiero en la cama. Nos vemos mañana. Cualquier cosa, estaremos en el Hilton, llevamos los teléfonos encima. (Y lo despeinó)
- Suerte, Camilo.
- No es un concurso. Solo voy a recoger un premio.
- Camilo, se dice gracias y adiós (empujándolo)
- Gracias y adiós, juanillo, acuéstate pronto.
-  Vámonos ya, señor zapatos presuntuosos (dijo guiñándole un ojo a su hermano y sacando a Camilo de  la casa).
- Deja que me cambie los zapatos, será solo un momento (casi en pánico).
- Era broma Camilo, estás muy bien y los zapatos son negros.

En cuanto escuchó el coche arrancar Juan corrió a su habitación y en 30 segundos ya estaba vestido y saliendo por la puerta de casa. Al fin podría salir, como un chico normal de 17 años. Por alguna extraña razón, sabía donde quería ir. Era una idea tonta, pero no podía quitárselo de la cabeza. Paloma.

Discoteca Saray 10 de la noche

Juan estaba allí tomando una cerveza apoyado en la barra, era sábado y estaba llena. Había un montón de chicas bonitas pero no la chica que él estaba buscando. Juan bailó un poco y se bebió un par de cervezas más y finalmente se dio por vencido y se fue para casa. Estaba caminando en busca de un taxi que sin darse cuenta fue a dar enfrente del edificio donde vivía Paloma. ¿Y si la llamaba? ¿Quizás estuviera en casa? ¡Que tontería una chica así de guapa y divertida en casa un sábado por la noche! Juan se rio de él mismo. Aquello era una estupidez. Pero…además le había dicho que estaba de vacaciones. Entonces vio como la luz de la cocina se encendía. Había alguien. Seguro que sus padres. O quizás ella. El piso estaba demasiado alto para poder ver nada. Solo podía imaginárselo. Se imaginaba a Paloma en braguitas y camisetita, yendo a por un vaso de agua a la cocina. Aquello no había sido buena idea, ahora se moría de ganas de volver a tenerla entre sus brazos. Juan no pudo más y agarró su teléfono y le escribió un mensajito. “No tengo sueño, un ángel de labios de miel me lo ha robado ¿qué haces?” al cabo de un minuto recibió contestación. “vaya, si es mi chico lindo y culto. Estoy en casa haciendo de canguro de mi hermanito”. Juan de repente sonrió y los ojos se le iluminaron, volvió a mirar hacia el piso de Paloma. Y escribió otro mensaje “¿porqué no me haces de canguro a mí también? Puedo ser un niño muy mimoso”. Ni un minuto más tarde recibió la contestación de Paloma “Me encantaría hacerte de canguro y llevarte a la camita”. “Sal al balcón, Julieta” fue el último mensaje que Juan. Paloma de repente corrió al balcón el corazón le iba  a mil por hora. Y lo vio, allí abajo, su Romeo, su alto, guapo, listo y simpático Romeo. Julieta, perdón, Paloma le hizo la señal que subiera. Romeo, digo Juan, no se lo pensó dos veces.

- ¿Qué haces aquí? (saltándole a los brazos)
- Mis piernas me llevaron hasta aquí.
- jajaja ¿te acordabas del camino?
- en los últimos días lo he hecho un millón de veces (la chica puso una mueca extraña) aquí (señalándose la cabeza. Y ella sonrió y lo hizo entrar en el piso).
- Mi hermano está dormidito, no hagas jaleo.
- ¿Y tus padres?
- Fuera, regresaran pasada la media noche.
- perfecto, porque yo debo de estar a las dos en casa.
- ¿en casa?
- ¿No dijiste que eras de fuera? (dijo un poco mosqueada)
- Y lo soy, pero ahora estoy viviendo aquí (dijo con una preciosa sonrisa, o al menos eso fue lo que pensó Paloma)
- ¿En serio? (paloma dijo muy feliz y Juan asintió y la besó dulcemente) vamos a mi habitación, no quiero que el enano se levanté y te encuentre aquí. No sabe mantener la boca cerrada (y Paloma tiró de él suavemente hasta su habitación).
- Paloma, no te he podido sacar de mi cabeza (le dijo Juan abrazándose y besándose apasionadamente a Paloma una vez estuvieron dentro de su habitación).
- Yo tampoco jijiji (rio tímidamente).
- Me gustaría verte más (bajándole el tirantito de la camiseta con los dientes), ¿qué digo? Me gustaría verte siempre, y no tan solo en mis sueños (dijo besándole el hombro izquierdo).
- A mi también me gustaría verte más (dirigiendo sus manos a los pantalones de Juan y desabrochándole le cinturón y desabotonándolo).
- ¿Tienes qué hacer algo mañana? (dijo Juan sabiendo que al día siguiente Camilo y Juan estarían fuera gran parte del día)
- hay una comida familiar, pero creo que podría librarme.
- pues líbrate (y se abalanzó sobre ella y empezó a besarle los pechos apasionadamente).
- jajaja (empezó a reírse Paloma)
- shhhhhhhhhhh despertarás a tu hermanito (besándola apasionadamente para mantener su boca cerrada mientras que con la otra mano le iba bajando las bragas. A los pocos segundos después ambos estaban totalmente desnudos abrazándose, rozándose, acariciándose y disfrutando el uno del otro. Los chicos perdieron la noción del tiempo y del espacio. De repente Juan se dio la vuelta y vio el radio-despertador de la mesita 01:43) ¡Mierda!
- mmmmm ¿qué?
- son menos diez. (Dijo Juan casi en pánico)
- ¡mis padres! Están al caer, dijeron que llegarían sobre las dos (la chica también se puso un poco nerviosa. Los chicos corrieron a vestirse y Juan salió corriendo de allá no sin antes volver a besarse con Paloma un par de veces más, aquella chica tenía algo que no sabía lo que era pero le hacían ganas de no querer separarse de ella).
 Juan se dio cuenta que no le iba a dar tiempo allegar a casa antes de las dos, así que llamó a un taxi, el taxi tardó diez minutos en llegar. Ya eran pasadas las dos. Y cuando finalmente, llegó a cas eran las dos y media. Estaba realmente asustado. Si Mario y Camilo lo pillaban era hombre muerto. Pero Juan estaba de suerte, no había nadie en casa. Mario y Camilo no regresaron hasta casi las cuatro de la mañana. Y para entonces Juan ya hacía rato que estaba durmiendo en la cama. Mario, tapó bien a su hermano y se fue a dormir, al día siguiente tenían un montón de cosas que hacer y si no dormían al menos un par de horitas no iba a poder ni mantenerse de píe.
A la mañana siguiente Juan, llevó  acabo su plan maestro para poder pasar el día entero con Paloma. Nada más levantarse corrió al lavabo y se encerró, estuvo allí una media horita. Al salir salió poniendo carita de enfermo y tocándose la barriga. Al cabo de 10 minutos volvió a entrar y se quedó otro rito. Repitió la acción varias veces, hasta que Mario, pareció empezarse a preocupar.
- Juan ¿te encuentras bien?
- no, creo que pillé la gripe intestinal esa que pillaron la semana pasada algunos de mi clase (Mario le besó en la frente como hacen las madres para tomarle la temperatura).
- No pareces tener fiebre.
- no, solo me siento flojo y (se calló de repente y corrió hacia el aseo de nuevo. El anzuelo estaba echado y parecía que Mario estaba apuntito de caer, sonrió maliciosamente Juan dentro del cuarto de baño. Mario dejó el desayuno y fue hacer guardia a la puerta del baño a esperar que Juan saliera. Al cabo de un ratito. Juan tiró de la cadena un par de veces y salió con cara de moribundo)
- Metete en la cama, Juan (dijo Mario ayudándolo a entrar en la habitación y recostándolo).
- si estoy bien…solo es que me duele la tripa (puso vocecita de niñito) seguro que cuando lo haya echado todo, ya estaré bien. Dame un ratito y…
- ¿Qué pasa? (preguntó Camilo desde el quicio de la puerta)
- Juan, tiene una gastritis (le dijo Mario a su marido poniendo cara de preocupado).
- Juan, cielo, ¿te encuentras mal? (dijo acercándose y poniéndole la mano en la frente)
- estoy bien, solo es que ando un poco… un poco suelto. En un ratito ya estaré bien (cerrando los ojos y poniendo cara de dolor) mamá (ahogó una especie de quejido).
- me quedaré con él, lo siento Camilo
- ¿Qué? ¡No! me encuentro bien Mario. De aquí a un rato me vestiré e iré con vosotros a esa comida (dijo como si estuviera teniendo una contracción o algo). Solo es un poco de diarrea.
- Juan, es una comida al aire libre, no hay aseos allí. Y no te veo yo muy de hacer tus cosas entre arbustos (dijo Camilo sentándose en un ladito en la cama).
- ok, id vosotros, yo llamaré a Ornella y que me traiga una sopita de arroz. Cris me la daba cuando me ponía enfermo de la barriga.
- No sé, no me siento bien, dejándote aquí solo, enfermo (dijo Mario un poco preocupado).
- no digas tonterías Mario, no estoy enfermo solo un poco indispuesto. Mira si me encuentro mejor, me pido un taxi y me uno a vosotros.
- Eso ni hablar, te quedas hoy en casa, ya habrá más comidas (dijo Camilo) y ahora te acuestas y duermes un poquito, yo te traeré un poco de manzanilla. A ver si te calma los retorcijones (dijo acariciándole dulcemente la cabecita).
- ¿Camilo? ¿Cómo fue el premio?
- Estuvo bien, estuvieron mi familia y amigos y por supuestos un montón de colegas de la profesión. Algunos incluso de los que respeto.
- jajajaja (se rio Juan pero en seguida volvió a su papel y se agarró la tripa).
- Ok, descansa monito (dijo Mario dándole un beso en la frente, Camilo hizo lo mismo y dejaron la chico dormir un ratito más. Después Camilo le obligó a tomar la asquerosa manzanilla que le hizo vomitar de verdad, pero aquel era un precio que estaba dispuesto a pagar Juan, con tal de poder quedar una vez más con Paloma)

Sobre las once, Mario y Camilo se fueron, Juan tuvo que hacer un gran esfuerzo para lograr convencer a los dos que se podían ir sin peligro. Incluso se marcó un farol muy arriesgado, vistiéndose y haciendo como que ya estaba recuperado y que quería ir, casi tuvo que suplicarles que le llevasen con ellos. Pero lo logró, Mario y Camilo se fueron finalmente al maldito picnic de los Alcázar. Juan decidió aguardar un poco aun, por si alguno de ellos se lo repensaba y regresaba pero a las doce no puedo más y llamó a Paloma. Paloma le dijo, que lo había logrado, que tenían la casa para ellos solos hasta las seis de la tarde. Juan aun estaba al teléfono con Paloma cuando salió por la puerta de casa. Paloma de día era incluso más bonita que de noche. Juan y ella estuvieron viendo la tele y jugando con la play. Paloma cocinó macarrones con costillitas que era lo único que sabía que le salían bien. Juan tuvo que reconocérselo eran unos macarrones deliciosos.  Después de comer se quedaron arrumacaditos en el sofá, abrazándose, besándose y amándose intensamente. Juan solo había estado con dos chicas a parte de con Lulú, y Paloma era distinta a ellas. Era mejor. No sabía explicarlo, simplemente era mejor con ella. Juan y paloma estaban tan ensimismados con sus caricias y demás que no escucharon la puerta de casa. No fue hasta que ya la madre de Paloma estuvo casi en medio del salón que se percataron de su presencia.
- ¡Mamá! (dijo Paloma tapándose rápidamente con una manta del sofá. Juan solo pudo taparse con un cojín) ¿Qué haces aquí?
- ¡Qué que hago yo aquí! Me he dejado el vestido que tu tía Beatriz me había pedido. Y me encuentro a mi hija de 15 años (Juan abrió mucho los ojos, ni se le había pasado por la cabeza preguntarle la edad, asumía que era de su edad, se veía tan madura) en medio del salón con un chico… (La mujer no podía ni pronunciarlo) Vístete. Vestiros los dos (la madre de Paloma se dio la vuelta para darles un poco de privacidad, lo hizo más por le chico que por su hija. Los dos chicos se vistieron rapidísimos) Tú y yo señorita hablaremos muy seriamente esta tarde cuando regresemos a casa. Y tú jovencito, no quiero volverte a ver por aquí. Da gracias que fui yo la que entró y no mi marido. Porque llega a ser él y chico, sales volando por esa ventana (Juan solo tragó saliva).

Juan salió de aquella casa con el rabo entre las piernas, mientras oía cómo la madre de Paloma no paraba de gritarle un montón de reproches. Realmente no quería dejar de ver a Paloma, pero en ese momento solo podía hacer una retirada. Así que regresó a casa. Le pidió a Ornella que le trajera un poco de sopa de arroz y se la comió y se fue a dormir un ratito. Por alguna extraña razón se sentía súper deprimido. Juan se quedó dormido, más de 2 horas. Fue el jaleo de un montón de gente que lo despertó sobre las siete de la tarde. La familia de Camilo había decidido trasladar el picnic a casa de Mario, para conocer al fin el “niño” de Camilo y Mario.

- Juanitooooo (gritó Mario que parecía un poco achispado)
- shhhhhhhhhhhhh Mario, debe de estar durmiendo. Voy a buscarlo.
- Juanito, Ey (Juan se incorporó enseguida, imposible dormir con aquel barullo) ¿Cómo te encuentras?
- ¿eh? (Juan estaba aun desorientado)
- ¿Cómo te encuentras? (repitió Camilo poniéndole la mano en la frente)
- bien, bien, ya te dije que se me pasaría.
- fantástico, porque tienes visitas.
- ¿visitas? ¿Yo?
- si, mi familia quería conocerte, así que si Mahoma no va a la montaña…jajaja
- ¿Están todos aquí?
- todos no, falta mis hermanos Carlos y Miguel. Que no han podido venir, porque…bueno mi madre te lo dirá mejor que excusa ha puesto Miguel esta vez, yo simplemente paso. ¿Crees qué puedes levantarte?
- Si, claro, ya me encuentro bien, deja que me ponga algo más decente (Camilo salió de la habitación)
- ahora sale (dijo a toda aquella multitud).
- ¿Cómo se encuentra? (preguntó Mario)
- Mejor, se le veía mejor cara. Le ha hecho bien descansar (fue acabar de decir eso y salir Juan de la habitación, ya más presentable). Ok, chicos, este es Juanillo.
- Juaaaaan (le rectificó Juan quejándose. Ya era suficientemente duro que Camilo lo llamara Juanillo teniendo 17 años, para que todo una tropa de desconocidos lo llamará así).
- pues este es Juan (imitando la voz de Juan) y estos son mi familia
-Hola (hubo un montón de holas)
- Mira que te los presento uno a uno. Estos son mis padres, mi padre Joaquín y mi madre Elena (camilo se abrazó a una pareja de unos sesenta y muchos años, la mujer tenía el pelo teñido de castaño y el hombre tenía el pelo entre rubio, pelirrojo y cano. Ambos se veían muy serios pero a la vez tiernos) ¿te acuerdas de ellos en la boda? (Juan sonrió)
- Encantado de volverlos a ver (dijo saludando educadamente)
- Este es mi hermano, el mayor, Nico (un tipo más bien regordete y con cara de estar agotado) y esta es su esposa Janis y sus hijas Cleo y Diana.
- encantado (dijo saludando educadamente)
- Este es mi hermano Pedro y su esposa Rosa y su hijo Pedrito.
- tío, tengo 24 años, ¡por dios! ¿Cuándo vas a dejar de llamarme Pedrito? (se quejó el chico que se parecía muchísimo a Camilo. Aquel comentario no le daba mucha esperanzas a Juan que Camilo un día dejara de llamarlo Juanito o Juanillo).
- encantado (dijo Juan)
- Esta es mi hermana Beatriz, creo que a ella ya la conocías
- si, de hace tres años. Es la que trabaja en aquel restaurante.
- no trabajo, soy dueña.
- perdón.
- Ni caso, Después viene Carlos, pero se ha tenido que ir porque entraba a trabajar a las seis, ya lo conocerás. Esta es mi hermana Luisa, y este jovencito de aquí es su hijo Felipe. Este es Javi y su esposa Victoria. Ese tipo tan alto es mi hermano Ricardo.  Después vengo yo. Que ya me conoces y conoces a mi marido
- jajaja
- Esta es mi hermana Fiona y su marido Ricardo también. Y el pequeñín es Manu y esta preciosidad es Palomita (de repente Juan se puso muy tenso y un sudor frío le recorrió toda la espalda).
- en en en en encantado (finalmente dijo. La madre de Paloma lo fulminó con la mirada, mientras que Paloma seguía en shock)
- ¿Pasa algo? (preguntando inocentemente Camilo) si, es guapa nuestra Palomita (dándole un pequeño codazo a Juan) Cuando sea mayor, va a hacer mucho daño, jajaja. Estos son mis hermanos Teo y Jorge y sus esposas Rita y Patricia, los niños rubitos son los de Teo y el bebé llorón es de Jorge.
- Ey (dijo Jorge pero se estaba riendo).

 Camilo continúo presentando a sus hermanos y cuñadas y cuñados. En total 11 hermanos. Lo cierto es que Juan ya no estaba prestando mucha atención, solo hacía que mirar de reojo a Paloma y a sus padres. Para cuando Camilo acabó con las presentaciones todos estaban en la terraza disfrutando de las vistas o preparándose para marchar. Juan estaba muy tenso no sabía que hacer ni que decir. De repente vio como Camilo y Fiona se apartaban del resto y entraban en el despacho de Camilo. Juan supo en ese momento que si el padre de Paloma no lo tiraba por la terraza lo haría Camilo. Pero Camilo salió riendo y de muy buen humor del despacho. Imposible que estuviera de ese humor después que la madre de Paloma le contara lo de esa tarde. Quizás la madre de Fiona no le había dicho nada solo habían hablado de cosas de hermanos. Esa teoría fue ganando fuerza  a medida que pasaba el tiempo, Camilo parecía muy alegre, incluso le había hecho algunas bromas a él mismo. Finalmente cuando el último de los Alcázar se despidió y los tres se quedaron solos en casa Juan respiró tranquilo. Mario mandó a Juan a la cama a las diez, porque se le veía cara de cansado y quizás aun estuviera un poco débil por lo del estomago. Juan no rechistó, si que se sentía cansado, pero no por el estómago sino por todo el día en si. Así que se despidió con un beso de Camilo y Mario y los dejó sentaditos en el sofá acurrucaditos viendo las noticias.

Sobre las siete de la mañana Juan despertó, se giró y vio a Mario sentado en la silla de su escritorio mirándolo fijamente.
- ¡Joder Mario, que susto! Tío, haces eso muy a menudo, porque tío, eso acojona.
- No, solo que no podía dormir.
- Cuenta ovejitas, Mario (dijo dándose la vuelta y dando la espalda a su hermano).
- ¿Sabes porque no podía dormir, Juan?
- ¿porque?
- porque acabo de tener la mayor bronca que jamás haya tenido con mi marido. Y lo peor, ha sido por defender a mi hermanito de algo que creo que no debería defenderlo (Juan se giró de repente y encendió la luz de la mesita. Mario estaba llorando).
- Mario, yoooo
- Juan, quiero tu versión, porque la versión que he oído ahí dentro no me ha gustado nada.
- ¿Qué te ha dicho?
- No, Juan. No más juegos. Acabo de pelearme con la persona que más quiero en este mundo y creo que al menos me he ganado ese derecho. Quiero la verdad. Toda la verdad, Juan (Juan tragó saliva y clavó la mirada en el suelo).
- Conocí a Paloma cuando fuimos a Sakai. Y te juro por lo más sagrado que yo no sabía que era sobrina de Camilo. Estuvimos haciendo el idiota toda la noche y finalmente me invitó a su casa. Te juro que no sabía que tenía 15. Pero lo cierto es que…
- de haberlo sabido no hubiera cambiado nada ¿verdad?
- probablemente no, no (finalmente se sinceró). Pero que conste en acta Mario, no era virgen cuando la conocí.
- continua (Mario respiró hondo, intentando obviar ese último comentario de su hermano)
- Después fue lo de las vacaciones y bueno hace un par de días empecé a pensar en ella más a menudo (Mario sabía a que se refería su hermano y rodó los ojos). Quería volverla a ver. Paloma es muy…no sé…ella es…no sé, quería verla, quería saber si ella también se acordaba de mi. Así que ayer cuando os fuisteis a lo de cena esa del premio de Camilo.
- Saliste por la puerta y fuiste a buscarla.
- más o menos.
- ¿más o menos?
- fui a la discoteca a ver si la veía. Pero no estaba allí. Así que me cansé y me fui andando.
- La casa de Fiona está en dirección opuesta a casa.
- supongo que mis píes me llevaron.
- no creo que fueran tus pies lo que te llevaron (dijo con una mueca de disgusto) Continua.
- yo me iba a ir, pero entonces vi luz en su piso. Y decidí escribirle un mensajito para ver si era ella y si estaba despierta y si se acordaba de mi y si
- ¿y si te invitaba  a pasar?
- si ¿te lo ha contado Camilo?
- no, también he tenido 17 años, aunque te parezca mentira. ¿Y ella te invitó a pasar, no?
- si, y bueno estuvimos juntos hasta casi las dos que era cuando sus padres tenían previstos regresar a casa.
- si, era la hora en que acababa la gala.
- ¡Pero vosotros llegasteis mucho más tarde!
- Fuimos a celebrarlo por ahí, con unos amigos de Camilo. Y no me cambies de tema. ¿Qué es lo que ha pasado hoy?
- quería volverla a ver, pero como estaba castigado no me dejaríais, así que pensé que debía aprovechar lo de la comida con la familia de Camilo, para escaquearme y quedar de nuevo con ella.
- ¿y fingiste lo de la gastroenteritis?
- si, señor (sonando realmente arrepentido).
- ¿y después?
- cuando os fuisteis salí a verla, y pasamos la tarde juntos, hasta que su madre entró y nos pilló en el sofá, ya sabes…
- ¿follando?
- ¡Mario! (dijo mortificado)
- pero es lo que estebáis haciendo ¿no?
- si (bajó de nuevo la cabeza)
- ¿utilizasteis preservativo? (Juan no dijo nada) ¡Ni siquiera utilizasteis preservativo! ¡Dios! Sabes que pasaría si esa niña se quedara embarazada ¿lo sabes?
- yo me haría cargo, yo…
- tú eres un niño y ella aún más niña (Mario no pudo más y explotó).
- pero Fernando tenía mi edad cuando…
- si, es cierto, Fernando tenía tu edad, pero Cristina no tenía 15. ¿Es eso lo que quieres, joderte la juventud? Tener que vivir el resto de tu vida empeñado porque no supiste ponerte una gomita. Juan, no pretendo que seas célibe. Pero sabes todo lo que anda por ahí: sida, sífilis, hepatitis b, gonorrea, clamidia, ladillas …y por supuesto, el hecho de dejar embarazada a una total desconocida. Fernando y Cristina eran novios desde hacía dos años, cuando Cristina se quedó embarazada. ¡Tú habías visto a esa chica solo una vez! ¿Qué digo? ¡Te acostaste con ella sin usar ningún tipo de protección la primera noche que la conociste! (Mario se pasaba las manos por la cara intentando no estrangular a Juan).
- Mario, yo lo siento ¿si quieres ya hablo yo con Camilo?
- Juan, si entras ahora en esa habitación, no te garantizo que salgas vivo. Paloma es su sobrinita, ¡él es su padrino! Ahora mismo se siente tan jodidamente traicionado contigo que ni siquiera creo que puedas hacerte una idea. No solo te has cepillado a su niñita (utilizando un lenguaje muy soez que Juan no estaba acostumbrado a oír de la boca de su hermano), sino que también te has vuelto a cepillar por enésima vez nuestra confianza. Desde que llegaste, solo has hecho que mentirnos, intentar engañarnos y jugar con nosotros. Te importa una mierda todo. Solo te importa una persona, y esa persona es Juan Carlos Macias. Hace un par de semanas te fugaste con tu novia, porque Lulú era tu novia, tú mismo nos lo dijiste. Y ahora te escapas para acostarte con otra chica. Y Juan, mírame a la cara y dime que ya nos sientes nada por Cristina (Juan apretó mucho la mandíbula) No parece que te importen mucho los sentimientos de esas chicas, solo las utilizas para satisfacer tus instintos más primarios. Eso es lo que le duele a Camilo. No que te hayas liado con su sobrina. Sino que la has utilizado.
- yo no la he utilizado, Paloma me gusta (dijo furioso intentando defenderse).
- Dime ¿estás enamorado de ella, Juan? (Juan reculó, no sabía lo que sentía por ella, solo la había visto tres veces y si se lo había pasado en grande con ella, pero seguía enamorado de Cristina, eso no podía negarlo).
- ¿y ella de mi? Allí éramos dos, Mario (dijo Juan sintiéndose acorralado)
- Tienes razón, allí eráis dos, y nadie la obligó a acostarse contigo. Pero Paloma, no tiene novio, no está locamente enamorada de un amor imposible y en las últimas semanas no ha hecho una pequeña escapadita romántica con nadie. Si Paloma, no fuera sobrina de Camilo, me parecería igual de mal que la utilizarás como la has utilizado, pero resulta que si que es la sobrina de Camilo. Pero podría defenderte, porque no soy un hipócrita, y de joven cometí muchos errores. Pero Camilo no los cometió, jamás se ha acostado con nadie que no amará realmente. Así que no puedo entrar ahí dentro y decirle, Camilo, mi amor, solo fue sexo. Solo se estaban divirtiendo. ¡Porque no lo entiende! (esto lo dijo chillando sin importar quien pudiera oírles) Y sabes, esa es una de las cosas que más me gusta de él. Y no quiero que cambie la forma de ver la vida. No quiero. Pero tampoco pretendo que tú la cambies. Así que hermanito, dime ¿que cojones he de hacer?
- no lo sé (dijo con lagrimas en los ojos Juan).
- pues ya somos dos (tapándose la cara con ambas manos).
- puedo regresar con Fernando, en unos meses haré 18 y
- ¿esa es tu solución?, ¿huir? Tienes razón Juan en unos meses harás 18, serás un adulto, y la gente te tratará como a un adulto y esperará que te comportes como un adulto. Y los adultos cuando tenemos un problema lo solucionamos no huimos de él. (Mario se levantó y fue hacía la puerta, aquello no estaba funcionando) Juan (Juan levantó la cabeza y lo miró) como se te ocurra huir te juro que te encontraré y te estaré dando zapatillazos hasta el día del juicio final.
- Pero… Camilo y tú os habéis peleado y por mi culpa.
- Si, tienes toda la razón, Juan Carlos. Camilo y yo nos hemos peleado y ha sido por tu culpa, pero nos sentaremos y buscaremos una solución. Porque ante todo  nos queremos. Juan, ya te lo dijimos, ahora eres parte de nuestra familia y no te vas a ninguna parte. Camilo no ha dejado de quererte por esto, solo está furioso y dolido contigo. ¿Y sabes? yo también estoy furioso contigo. Pero eso no significa que no te queramos y que no queramos que continúes a nuestro lado. Así que más vale que ese culo no salga de ese cuarto, hasta que Camilo y yo lo hayamos hablado. Así que ponte cómodo. Te traeré el desayuno más tarde (dijo dando un portazo al salir)

Al salir Mario chocó frente a frente con Camilo, que todo aquel griterío lo había hecho salir de la cama e intentar empezar el día.

-          Camilo
-          ¿qué te ha dicho? (intentando mantenerse civilizado)
-          No creo que te vaya a gustar.
-          Eso no lo dudo ni por un segundo.
-          Ha insinuado que quizás debería regresar con Fernando.
-          Pobre de él que ponga un píe fuera de esta casa (dijo Camilo hinchándose mucho la vena del cuello)
-          Ya sé lo he dicho yo.
-          Necesito salir.
-          ¿Vas a ir a tan temprano al gimnasio? (sabiendo que a su marido le calmaba y lo centraba mucho el gimnasio)
-          No, voy a ir a dar una vuelta o algo. Necesito despejarme.
-          Yo debo quedarme (tenía miedo que en cuanto saliera por la puerta Juan volviera a salir a hurtadillas)
-          Lo sé (dijo serio)
-          ¿vendrás a comer?
-          No lo creo (dijo muy seco)¿Mario? (y se quedaron mirando fijamente un buen rato)
-          Ve (dijo Mario forzando una sonrisa)
-          Vendré a comer (forzando también una sonrisa y se metió de nuevo en la habitación para cambiarse).

La mañana pasó muy lenta, los segundos parecían horas, los minutos parecían días y las horas parecían semanas. Cuando fueron las 12:00 Mario, empezó a fumar como un carretero mientras miraba el reloj cada tres minutos. Intentó mantenerse ocupado, viendo la tele o leyendo, incluso se puso a corregir algunos trabajos de sus alumnos. Pero no lograba centrarse. Estaba demasiado pendiente del reloj. A la una y media, le llevó a Juan la comida a su habitación. Juan ni se atrevió a mirarlo, se sentía demasiado mal con su hermano para mirarlo y mucho menos para decir nada.
A las dos y media, la puerta de casa se abrió, Camilo había pasado por un restaurante vegetariano de su mejor amigo y traía una cestita con comida que su amigo había insistido que se llevara. Siempre que se encontraba perdido iba a hablar con David y solía ayudarle mucho. Por lo general solo se sentaba en la barra de su cocina y le escuchaba. Pero a veces, solo cuando era estrictamente necesario, David tenía la capacidad de poner en su sitio a Camilo, sin que éste se sintiera ninguneado.

-          ¿pasaste por el restaurante de David?(viendo la cesta)
-          Si
-          ¿cómo está?
-          Bien. Mejor ahora que saben que lo de Toño es solo un quiste de grasa.
-          Me alegra saber eso.
-          Mario, hemos de hablar.
-          ¿Estás seguro?
-          Si, he estado hablando con David. Y bueno, creo que ayer nos dijimos muchas cosas, y no debería haberte hablado así.
-          Yo también dije algunas cosas bastante fuertes. Camilo, no me gusta que estemos peleados (le dijo acariciándole dulcemente la mejilla).
-          A mi tampoco. Pero hemos de hablarlo. Juan… es una maldita bomba de relojería y no quiero que se lleve a Paloma por delante cuando estalle. Creo que es hora que agarremos el toro por los cuernos.
-          Camilo, está tan perdido, está tan y tan perdido. Y si, y si le pasa lo que a mí.
-          Mario, tú estabas solo. Él nos tiene a nosotros. Deberías confiar más en nosotros. ¿Cómo va a confiar él en nosotros, si ni tan siquiera tú confías? Mario, eres una persona maravillosa, la persona más fuerte y valiente que conozco. Y Juan necesita de esa fortaleza. Yo necesito de esa fortaleza (tomándolo por la barbilla suavemente) Esto se tiene que acabar aquí y ahora. Tú hermano tiene que enfrentarse a la realidad y para de huir de una maldita vez. Lo siento Mario, pero para mí lo de Paloma, ha sido la gota que ha colmado el vaso. No voy  a permitirle que continúe por ese camino de autodestrucción. Es nocivo para él y para todos los que le rodean. 
-          Camilo (Mario se quedó en silencio un rato mirando a su marido. Sabía que Camilo tenía razón. Pero no quería hacer sufrir aun más a Juan. Pero si Juan no empezaba a enfrentarse a su fantasmas aquello si que iba a acabar mal) de acuerdo. Esta tarde tengo clases. Cuando regrese tendremos una reunión familiar.
-          Mario, es lo correcto (dijo Camilo intentando serenar a Mario, que parecía que la angustia lo estaba devorando por dentro).
-          Juan se siente miserable, e hizo miserables a Fernando y a Cristina y ahora lo está haciendo con nosotros. Sé que no lo hace adrede, pero si, podría evitarlo y no lo hace. Si él no tiene fuerzas para enfrentarse solo a su dolor, nosotros le ayudaremos. Estaremos a su lado, pero tienes razón, ya va siendo hora que empiece a madurar.
-          No va a ser bonito.
-          No (dijo con una risotada de resignación). En unos meses cumplirá 18.
-          ¿y? me da igual, la edad que tenga. No voy a quedarme de brazos cruzado mientras se arruina la vida y arruina la visa de los demás. ¡Maldita sea, Mario! ¡Juan es el puto huracán Catrina!
-          Jajaja (Mario no pudo evitar reírse al oír a Camilo hablar así)
-          Jajaja (Camilo también se rio y apoyó su cabeza sobre el hombro de Mario que al momento le acarició el pelo). Vamos a comer, me he pasado la mañana viendo como cocinaban, me muero de hambre.

La tarde a diferencia de la mañana pasó volando. A las ocho y media Mario llegaba a casa, tras tres horas de clases a los de primer año, cosa que lo dejaban casi exhausto. Pero le mantenían 100x100 concentrado y eso era precisamente lo que necesitaba en esos momentos. Al llegar a casa cenaron algo ligerito. Mario primero fue a ver a su hermano, y a llevarle la cena, quería ver como nadaban los ánimos. Porque esa noche iban aponer los puntos sobre las “íes”. Juan parecía más clamado, como aquel día de confinamiento le hubiera sentado bien. Había tenido todo el día para pensar en lo que había hecho. Mario de quedó un ratito mientras Juan se comía sus alitas de pollo y la mazorca de maíz.

-          Juan, cuando acabes, llévalo todo a la cocina. Yo tengo que hacer una cosa en el ordenador para la uni, pero después Camilo, tú y yo tendremos una reunioncilla.
-          ¿Una reunión?
-          Si, creo que va siendo hora que dejemos unas cuantas cositas claras.
-          ¿Es de ese tipo de reuniones en que acabo teniendo que sentarme sobre un cojín?
-          Juan, si mal no recuerdo, aun estás castigado por el chasco de las vacaciones. Y aun estando castigado, te has saltado el castigo varias veces y nos has mentido. Así que Juan, si vas a acabar sentándote sobre un cojín. Es más yo si fuera tú me replantearía la idea de implantarme un cojín quirúrgicamente en el trasero. Pero la reunión no va a ir de tu castigo. Antes queremos tener unas palabras contigo
-          ¿Camilo también?
-          Si, Juan, si. Camilo también. Será una reunión familiar. Papá oso, mamá osa, y no hagas bromas (dijo apuntalo muy seriamente con el dedo al ver que Juan ya iba a abrir al boca para hacer la gracia) y el pequeño osezno. Acábate eso, lávate los dientes y lleva los cacharros a la cocina. Cuando hayas acabado te dientas en el sofá y nos esperas. ¿entendido, jovencito?
-          Si, Mario (dijo bajando la cabeza pero con un tono de voz un poco irreverente. Mario decidió dejarlo pasar, debía ahorrar sus energías para la reunión)

Camilo comenzó la reunión
-          Muy bien Juan. Ahora eres parte de MI familia (dijo Camilo de repente remarcando mucho el mí). Y por lo tanto pienso asegurarme que nada malo te pasa. Que no te falta nada. Y haré toso lo que esté en mis manos para que seas feliz. Pero eres parte de mi familia y hay cosas que no toleramos en mi familia. Y tú, parece que eres el maestro en dos de esas dos cosas que no toleramos. Una eres autodestructivo y arrasas con todo lo que se te pone en tu camino. Y dos, no tienes ningún problema para utilizar a la gente.
-          Camilo yo no he utilizado a Paloma para…
-          Shhhhhhhhhhhhh silencio, los adultos estamos hablando. Y si sabes lo que mejor te conviene no volverás a sacar el tema de mi sobrina. Empezaremos con tus ansias de joderte la vida y el futuro. Y no Juan, no estoy paranoico, llevas un par de años que has ido boicoteándote a ti mismo en todo lo que tenías algún tipo de ilusión. Dejaste el baloncesto. Dejaste de salir con tus amigos de toda la vida. Dejaste de estudiar, solo holgazaneabas. Dejaste de comunicarte con tu familia. Lo has ido dejando todo. Y lo peor es que has ido dejando tras de ti un rastro desolador. Pues se acabó, a partir de ahora mismo. Irás a clase todos los días, tomarás clases extras de francés e informática. Hablaré con el entrenador de la escuela para que te haga las pruebas de baloncesto. Y entrarás, si sabes lo que te conviene, entrarás. Y empezarás a acudir a un sicólogo para que et ayude a gestionar tus emociones. Porque Juan. Cristina era una figura materna, aunque no fuera tu madre biológica, ha estado haciéndote de madre los últimos 8 años. Y la forma en que le has estado tratando todo este tiempo es deleznable. Como ella no te correspondía le hiciste la vida miserable. Cuando quieres a una persona, deseas que sea feliz a cada momento aunque no sea a tu lado. Y tú solo tenías una tremenda pataleta porque Cris no te eligió a ti, eligió a Fernando. Eres un maldito mocoso consentido. Tú ni amas a cristina ni amas a nadie. Solo eres un niño egoísta y malcriado.
-          Eso no es cierto
-          He dicho que te sientes y calles, no he acabado aun y vas oír todo lo que te tengo que decir. Aunque te tenga que amarrar y amordazar a la silla. Y eso me lleva al segundo punto. Se acabó utilizar a la gente. Somos personas, no objetos. Te aprovechas de la buena voluntad de la gente para lograr salirte con la tuya. Te aprovechaste de Fernando y Cristina, que se sentía fatal porque estabas enamorado de ella, para hacer y deshacer a tu antojo. Cuando llegaste te aprovechaste de Mario. Si. él se sentía fatal porque no ha estado muy presente en tu vida y te aprovechaste. Te aprovechaste de mi amor por Mario, para también salirte con la tuya. Te aprovechaste de la pobre Lulú, para no tener que enfrentarte a Cristina. Y ahora te has aprovechado de Paloma, para no tener que pensar ni en Lulú ni en Cristina. El problema no es Paloma, no es Lulú, no somos nosotros, o Fernando, ni siquiera es Cristina. El problema eres tú. La vida no es como uno le gustaría ser. No lo es. Y no podemos inventarnos rocambolescas historias para justificar que la vida no va como nos gustaría. Se acabó el joven atormentado. A mi no me la cuelas más, niñato. A partir de ahora vas a ir a toque de silbato y no voy a permitirte ni una tontería más.
-          Tú no puedes hacer eso, Mario dile…
-          Él puede (fue lo único que dijo Mario).
-          Oh y tanto que puedo, puedo porque el lunes mismo iré a los juzgados para solicitar tu adopción. Vamos a hacer las cosas bien a partir de ahora. Yo soy el padre tu eres el hijo. Yo ordeno, y tú callas y obedeces. Y así hasta próxima orden.
-          ¡Camilo!
-          Esa es otra, a un padre no se le llama por el nombre. Más vale que te vayas haciendo a llamarme papá, porque no voy a permitirte que me llames de otra manera. Juan, llevas 8 años necesitando un padre, no necesitas a otro hermano, no pienso ser otro hermano. O juegas bajo mis reglas o… (hizo una pausa) No. No hay opción, vas a tener que jugar bajo mis reglas.
-          ¿y eso que quiere decir? (dijo furioso Juan)
-          Que no te tirarás ni un pedo sin que yo lo sepa y te haya dado permiso.
-          ¿quieres un padre, no? (Juan bajó la cabeza ni asintió ni negó, temía que si decía algo la pudiera fastidiar) pues vas a tener uno al 100x100. Me he hartado ya de tanta tontería. Somos una familia y vamos a empezar a actuar como una ¿me he expresado claro?
-          Si
-          Juan. Es si, papá (Juan se quedó unos instantes pensando, quería decirlo, era lo que más deseaba en esos momentos, pero temía que si lo decía en voz alta la magia se desvanecería) ¿Juan?
-          Si…papá (dijo con un hilillo de voz y haciéndose chiquito chiquito en el sofá)
-          Pues ahora tu padre te va a dar un abrazo y un beso y tú no vas a rechistar (dijo con una media sonrisa Camilo y abrazó y le dio un beso en la cabecita a Juan. Juan se abrazó fuertemente a Camilo. Mario miró a su marido y a su hermano y sonrió al fin. Durante toda la discusión se había quedado en un segundo plano. A la espera que alguno de los dos necesitara un rescate, pero aquellos dos no necesitaban nada, solo él uno al otro).
-          Pero si a mi me llamas alguna vez mamá, te mato, que te quede claro monillo (le dijo Mario uniéndose a su marido y hermano)

Tras tanta intensidad. Los chiscos parecieron quitarse 10 toneladas de encima. Sus rostros se veía relajados incluso podría decirse que relucían felicidad. Pero Camilo y Mario tenían muy claro que aquello no podía quedarse en un discursito. Aquello no era una declaración de intenciones. Aquello era la primera pieza de un gran edificio, las bases habían quedado sentadas. Ahora tocaba remangarse las mangas y ponerse a construir.


-          Muy bien, Juan es tarde. Es hora de ir a la cama. Dale un beso a tu hermano y prepárate para la cama, yo iré en un momento. He de ir a por la correa.
-          ¿Qué? (Dijo asustado Juan).
-          Si, hijo. Estabas castigado y saliste. Dos veces en menos de 24 horas. Fingiste estar enfermo para poder quedarte en casa y después salir. Por lo que en mi libro, está muy claro. Las tres semanas que te quedan de castigo, recibirás 18 chirlos cada noche antes de ir a dormir.
-          Pero eso es mucho.
-          Si, lo es. Pero tu comportamiento ha sido mucho peor. Y lo sabes. Así que ya me has oído, a la cama.
-          Cami… (Camilo arqueó una ceja) papá, por favor.
-          Por cada palabra que me rechistes le sumaré un chirlo más ¿quieres que empiece a sumar?
-          No (dijo agachando la cabeza)
-          No ¿qué? Juan (dijo en tono de advertencia)
-          No, papá
-          Muy bien, entonces ya sabes (Juan le dio un beso de buenas noches a Mario y se fue para su habitación)
-          Ha ido mucho mejor de lo que me esperaba (dijo Mario)
-          Si, realmente pensé que tendría que amordazarlo jajaja
-          Tú te ríes pero yo si que lo pensé. Camilo (agarrándole un momento antes de que se fuera en búsqueda de la correa) ¿estás seguro de esto? Quiero decir ¿de lo de la adopción?
-          Si, Mario. Estoy seguro, yo no puedo ver a Juan como a mi cuñadito, desde hace ya mucho tiempo que lo que veo cuando lo miro, es a un hijo.
-          De acuerdo. Estoy contigo, te apoyaré en todo.
-          Gracias (besándolo) vamos a necesitar toda la ayuda posible.
-          Ja (y le sonrió dulcemente. Mario veía felicidad en los ojos de Camilo un tipo de felicidad que nunca antes le había visto. Aunque ellos dos eran muy felices juntos, Camilo no entendía la familia sin hijos, y todos aquellos años, Camilo pensó que de alguna manera había renuncia a tener una familia. Pero Camilo ya era plenamente feliz. Éxito en el trabajo, se había casado con el hombre que amaba y ahora era, al fin, tenía un hijo), lo lograremos.

-          Hijo (Camilo se moría de ganas por decir esa palabra, y ante todo por decírsela a Juan. Juan estaba sentado en la cama en calzoncillos y camiseta, esperando el temible castigo) Ya hemos hablado antes el porqué de esta zurra. Así que aunque no creo que ninguno de los dos tengamos problemas de memoria ¿podrías recordármelo?
-          Estaba aun castigado y salí sin vuestro permiso (Camilo arqueó una ceja) dos veces (añadió Juan). Ayer a la noche, que aproveché que os habíais ido a la entrega del premio para salir y esta mañana que fingí estar enfermo para que os fuerais al picnic sin mi y así yo poder salir.
-          Eso es, esto no es por lo de Paloma, quiero que quede claro.
-          ¿me vas a pegar también por lo de Paloma?
-          No es por falta de ganas, pero no, no te voy a pegar por lo de Paloma (Juan sonrió aliviado) Pero no te equivoques, si vuelves a utilizar a una chica o chico (Juan puso los ojos en blanco) de esa manera no vas a querer volverte a bajar los pantalones ante nadie en mucho mucho tiempo. Y otra cosa, no vas a volver a estar a solas con Paloma, hasta que Fiona y yo creamos que podemos confiar en vosotros.
-          Quizás no esté enamorado de Paloma, pero me gusta mucho, quería que lo supieses, Ca… (Camilo le sonrió dulcemente al ver que el chico dudaba si debía volverlo a llamar papá) papá (dijo finalmente, le gustaba llamarlo papá. Debería parecerle raro, pero no lo era).
-          Te agradezco la sinceridad (y le dio un achuchón fraternal) Pero ahora ambos sabemos lo que toca. Calzoncillos a bajo y sobre mis rodillas.
-          ¿Qué? ¡Tú nunca me haces bajar los calzoncillos! (eso si que no se lo esperaba Juan. No es que hubiera mucha diferencia en recibir una zurra con los calzoncillos o sin ello, no cuando estamos hablando de ese maldito cinturón. Pero aquella telita era más bien como un resquicio de dignidad)
-          Juan, quizás me gusten los hombre. (Juan pensó “¿quizás?” y no pudo evitar reírse. Camilo ignoró esa risita) Pero soy tu padre. Y si te bajo los calzoncillos y te pongo sobre mis rodillas no es para que ninguno de los dos disfrutemos eso te lo aseguro. Si hasta ahora te he zurrado siempre con los calzoncillos puestos es porque no me veías como a un padre y no quería que pudieras sentirte incomodo.
-          Me sigo sintiendo incomodo (dijo Juan, pero lo cierto es que no era su modestia lo que más le preocupaba sino el hecho de que si cedía ahora a partir de ahora las zurras siempre iban a ser con el culo desnudo).
-          Entonces mejor empecemos ya y así acabamos antes (dijo Camilo doblando en dos el cinturón).
-          ¿y porqué no me das un par más pero me dejas puesto los calzoncillos? (Camilo no podía creer lo que oía ¿estaba Juan sugiriéndole que le diera más nalgadas?)
-          Si no te pones a la de tres sobre mis rodillas, si que te daré más pero sea como sea los calzoncillos van fuera (Juan tragó saliva y cerró los ojos, se bajó los calzoncillos y rápidamente se puso sobre las rodillas de Camilo). Muy bien, los vas a contar 18 en total. Y después de cada uno quiero que repitas “no desobedeceré a mi padre”. ¿preparado?
-          No, pero dale (dijo Juan que quería salir de esa posición tan denigrante para él, en cuanto antes) Uno
-          ZWASSS (el primer correazo cayó sobre el trasero del pobre chico que se curvó al sentir la mordedura de la correa sobre sus nalgas)
-          Grrrrrrrrrrrrrrrr No desobedeceré a mi padre (Juan intentó recuperar la compostura, cuando estuvo preparado para el siguiente siguió con la cuenta) Dos.
-          ZWASSS (el segundo correazo cruzó la otra marca. Ahora el trasero de Juan parecía un mapa del tesoro pero donde la X no indicaba donde estaba el tesoro)
-          Argggggggggggggh No desobedeceré a mi padre (Juan maldijo mentalmente sobre el colonialismo inglés) Tresss.
-          ZWASSS (el tercero cayó justo debajo de las nalgas. A Juan se le salieron dos lagrimones como puños. Solo llevaba tres y las lágrimas ya le empezaba a brotar, aquello no era buena señal)
-          Grrrrrrrrrrrrr argggggggggg No desobedeceré a mi padre (Juan tardó unos segundos en poder vocalizar coherentemente) Cuatro.
-          ZWASSS (sobre el mismo punto, eso lo pilló por sorpresa, porque justo aun no se le había pasado el ardor del anterior cuerazo)
-          Aaaaaaaaaaaah No desobedeceré a mi padre (salió el primer quejido de la boca de Juan) CINCO
-          ZWASSS (otra vez sobre el mismo punto Juan se irguió por completo y cuando finalmente recuperó la respiración, giró la cabeza para ver a Camilo
-          Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh (girándose para Camilo) ¡Joder! ¡Hostia puta! No seas tan bestia. Eres un puto sádico de los cojones. (Camilo dejó el cinturón a un lado y empezó a tacar las posaderas del chico con la mano bien abierta).
-          ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! NO MÁS PALABROTAS, NO MÁS HABLARME COMO A UN GOLEGUITA TUYO, SOY MAYOR QUE TU, VIVES EN MI CASA Y SOY TU PADRE. NIÑITO, A MI ME HABLAS CON RESPETO. ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF! ¡PLAFF!
-          Lo siento, lo siento (suplicando) No fue mi intención, para para (aunque parezca mentira las palmadas le estaban doliendo horrores) NO volveré a hablarte así, lo jurooooooooooo.
-          Hablo en serio Juan, ni Mario ni yo somos uno de tus amigotes, no quiero más ese tipo de trato, nos hablarás y tratarás con el debido respeto. No te digo que me hables de usted, o me digas señor. Pero lo que si que no te toleraré es que me hables de esa manera
-          No, no lo volveré hacer, lo juro (Camilo volvió a agarra el cinturón)
-          Íbamos por la seis.
-          SEIS
-          ZWASSS
-          DIECIOCHO
-          ZWASS
-          AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH COFF COFF AAAUUUUUUUUU COF COF NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, YA NO MÁS, AAAAAAAAAAAAAAAAAH
-          SHHHHHHHHHHHHHH ya está mi niño, ya está, ya acabó. Shhhhhhhhhhhhhhhhh respira, hijo, respiraaaaaaaaaaa, estoy aquí, te tengo, shhhhhhhh, papá te tiene shhhhhhhhhhhhh (Camilo lo consolaba mientras le acariciaba la nuca y el pelo, para calmarlo un poco. Juan se quedó dormido sobre sus rodillas. Camilo le subió los calzoncillos y lo acomodó en la cama, le tapó con la sabana, le dio un beso en la frente de buenas noches, apagó las luces de su habitación y salió cerrando la puerta con cuidado para no dar portazo y despertarlo).
-          ¿18 cada noche? ¿quieres decir que eran necesarias tantas?
-          Venga ya, Mario, Fernando y tú le habéis dado mucho más que eso.
-          Si, ¿pero cada noche?
-          Quizás hoy haya sido un poco más duro, pero él también ha sido un poco más vocal de lo habitual. Si no fuera porque estaba viendo lo que estaba haciendo, ha habido momentos que hubiera pensado que realmente le estaba sacando la piel a tiras.
-          Así es exactamente como sonaba, jajaja.
-          Jajaja los Macias sois muy vocales para todo.
-          Jajaja me está usted insinuando algo, le advierto, señor, que soy un hombre felizmente casado (dijo Mario sonriéndole y mirando con lujuria).
-          Pues permítame decirle que su marido es un hombre muy afortunado.
-          Si, lo es (dijo con cara de listillo)
-          Tira para la habitación, listillo (dijo dándole una cariñosa nalgadita en el trasero y corriendo los hacia el dormitorio como si fueran un par de adolescentes).

2 comentarios:

  1. Waaaau!! asta aora e leído todas tus historias y enverdad son mágicas aww me encantan!!"""""" :D Y PZ TE ADMIRO MUCHO ^_^

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