Páginas Amigas

lunes, 1 de abril de 2013

Capitulo 3


Adrián y Óscar se marcharon enseguida. Óscar porque no podía dejar la tienda sola mucho más rato y Adrián porque tenía aún muchas cosas que hacer si quería tener el sábado libre para llevar a Pablo al fútbol.  Pedro se quedó un rato más hablando de los chicos con Cristina. Después del jarro de agua fría de Mark, Pedro o tuvo tantos reparos para hablarle de Bea. Bea era un cielo, pero se había encerrado en ella misma y después estaba la cuestión idiomática. Cristina en todo ese tiempo era lo único que realmente la había hecho sufrir. La actitud de Mark la achacaba a la edad, pero Bea, Bea había dado un giro de 180 grado. De pasar a ser una niña hiperactiva, parlanchina y risueña había pasado a ser una mala caricatura de un “emo”. Siempre triste, siempre callada, encerrada en su habitación, se pasaba los días sola leyendo y escuchando su música en el ipod.
Pedro confiaba que superando la barrera idiomática la niña pudiera relacionarse mejor con sus compañeras y se ofreció a darle clases particulares todas las tardes al salir de la escuela. Cristina primero se negó, porque ya había abusado demasiado de la generosidad de Pedro. Los chicos habían logrado matricularse fuera del plazo de matriculación y encima, como bien había dicho su hermano, estaban becados.  Bea y Mark iban a una muy buena escuela de forma gratuita, porque tanto la esposa de Miguel como Pedro trabajaban en esa escuela y habían hablado con la junta y tras exponer el caso de Cristina habían aceptado que las matrículas de los chicos serían financiadas con el fondo para becas no curriculares de la escuela.
Pero Pedro no aceptó un no por respuesta, además le dijo que a él también le vendría bien, tras romper con Diana que había vuelto a tener mucho tiempo libre. A diferencia de Cris y Fred, ellos no habían tenido hijos (y ahora se alegraba de ello porque hubiera sido muy duro para los niños) así que cuando la relación con Diana se acabó, en cierto modo, fue como si ella jamás hubiera estado en su vida. Sus cosas no estaban en los armarios, su perfuma hacía tiempo que se había esfumado y tras las obras ya tampoco quedaba nada de su gusto para decorar la casa. Cristina se dio cuenta que des de que regresara, todo el mundo se había centrado en ella y sus hijos, y ella se había despreocupado de todos sus amigos. Ni siquiera le había preguntado a Pedro cómo le iba. Lo cierto es que ni se lo había preguntado a sus hermanos. Había tenido tantas cosas en la cabeza que se había vuelto un poco egocéntrica. Y eso la repateaba un montón. Tras charlar un poco de sus vidas, Cristina accedió a la oferta de Pedro de darle clases particulares a Bea de Español hasta que se pusiera al día y se despidieron cordialmente.
Al cerrarse la puerta de la casa, a Cristina de nuevo se le cayó el mundo al suelo. Hacía ya más de dos horas que había pedido a Mark que se fuera a la habitación y sabía que debía de entrar y hablar con su hijo, pero no sabía si tendría la fortaleza suficiente. Como decía su madre “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. Cristina respiró hondo y decidió primero r a la habitación de Bea, lo sabía, lo estaba demorando, pero necesitaba esa pequeña prórroga para mentalizarse y meterse en el papel.
-         Toc-toc (dijo una vez ya dentro del dormitorio que compartía con su hija. Cris no picaba a la puerta porque sabía que la niña con los auriculares no solía oírlo, así que se cuando estuvo dentro imitó el ruido de alguien picando a una puerta. Bea estaba en la cama haciendo sus deberes,  se quitó los auriculares apartó la libreta donde estaba haciendo unos ejercicios para la escuela y sonrió a su madre pero no dijo nada) Hola princesita ¿qué haces? (sentándose a su lado y  echando una mirada rápida al libro que tenía Bea abierto sobre la cama) ¿Ciencias Naturales? (Bea asintió) ¿Necesitas ayuda? (Bea sonrió y negó con la cabeza) Cariño mañana es sábado ¿Qué te apetece hacer? (preguntó Cris cansada de tanto movimiento de cabeza)
-         ¿Podemos ir a montar en bici a las afueras? (el fin de semana anterior Cris había apuntado a su hija y a ella a una excursión en bicicleta por un parque natural que había a solo una hora y 40 minutos de allí. Y Bea que adoraba la naturaleza lo había disfrutado de lo lindo, Cris vio a su niñita feliz como hacía meses que no la veía).
-         Déjame que mire en internet si sigue disponible esa oferta (Cristina y Bea se pusieron a mirar en el viejo portátil de Fred). Ey, mira cielo, el parque también ofrece una ruta a caballo (a Bea se le iluminaron los ojos)
-         Shall we? Shall we? Shall we? (Bea daba pequeños saltitos y puso las manos juntas como en súplica y empezó a preguntarle a su madre “¿podemos? ¿podemos?” como un disco rayado. Cris se rio aquella sí que era su niñita).
-         Claro cielo (dijo dándole un beso en al naricita) mira hay una oferta 2x1.
-         ¿Mark? (Bea pensó que ellos eran tres)
-         Mark está castigado (Bea la miró como si acabara de habar en arameo). Se quedará ayudando a tío Óscar en la trastienda. (si Bea antes había puesto cara de no entender nada ahora era la cara de haber visto pintado un ipod en un cuadro renacentista).
-         Is Mark grounded? (Bea tuvo que preguntarle a su madre si realmente Mark estaba castigado. Solo papá los castigaba y bueno papá ya no estaba).
-         Cariño, en español se dice ¿está castigado Mark? (Cristina decidió hacer caso a Pedro e intentar que los chicos empezaran a hablar en español también en casa. Beatriz retorció el hocico pero repitió en castellano su pregunta).
-         ¿Está castigado Mark? (dijo con un acento holandés muy marcado pero muy entendible)
-         Si, cielo, tu hermano se ha portado muy mal estos últimos días y voy a tener que castigarlo por un tiempo (dijo explicándole lentamente para que la niña pudiera entenderlo, porque no se lo iba a traducir al inglés o al holandés. Bea la entendió perfectamente pero la miraba como si aquello no le cuadrara). Cielo, ahora que papá no está tendré que empezar a ponerme yo también un poquito firme con vosotros ¿lo entiendes? (la mueva de disgusto y la miradita de molestia le hicieron entender a Cristina al instante que su hija la había entendido a las mil maravillas). Pero eso no cambia que os sigo queriendo con locura (Cris acarició tiernamente la cara de su princesita).
-         I know, mama
-         Se dice “lo sé, mamá” y yo me alegro que lo sepas, mi vida ¿Me das un abrazo y un besito? (Cristina necesitaba algo de cariño. Bea rodó los ojos y negó con la cabeza pero no tardó ni un segundo en dar un beso y un abrazo a su madre).
-         Pero fuera no (dijo torpemente pero muy tajante Bea)
-         ¡Oh, perfecto, ya estás como tú hermano! (dijo Cristina fingiendo estar indignada y dolida), ¿Pero tan horrible es que una madre quiera a sus hijos?
-         Mamaaaaaaaaaaaaaaaaa (dijo quejándose Bea).
-         Muy bien, entendido, nada de muestras de cariño en la calle (Cristina dijo imitando a una adolescente molesta con sus padres).
-         Jajajaja (Bea se rio con las payasadas de su madre. Después de oír la risa de su hija, Cristina estaba más animada para enfrentarse a Mark)
-         Ok, cielo, en una hora cenamos ¿te apetece sopa de guisantes o de pollo?
-         Guisantes (dijo Bea que aunque no sabía que eran los guisantes esos, pero sí que sabía muy bien lo que era el pollo y que no le volvía loca).
-         Muy bien cielo, voy a hablar con tu hermano, wish me well
-         ¡En español mamá! (le riñó muy picara Bea a su madre)
-         Jajajaja ¡Ups! Lo siento, tienes toda la razón. Deséame lo mejor.
-         ¡Lo mejor! Jajajaja (Bea reía mientras volvía a ponerse los auriculares y tomaba de nuevo la libreta)
-         Jajajaja (Cristina también reía de las salidas que a veces tenía su niña y así riendo salió del dormitorio. )
Cristina se detuvo ante la puerta del dormitorio de su hijo, se puso seria y se mentalizó para lo que iba a suceder. Aunque era una mujer orgullosa no pudo evitar desear que Fred estuviera allí para encargarse él de hablar con su hijo y castigarlo. Pero era una mujer adulta, era la madre de Mark, no tenía por qué temer a enfrentarse con él. Ni su padre ni su madre jamás tuvieron problema alguno para darle un buen tirón de orejas o sermonearla cuando se portaba mal, ¿Por qué ella iba a ser diferente? ¿Por qué lo iba a ser su hijo? Claro que no. Ella quería a su hijo y sabía que su hijo la quería y que aunque se enfadaran de vez en cuando eso no iba a cambiar, sus lazos eran demasiado fuertes, ella lo había llevado en sus entrañas, lo había parido, lo había amamantado y le había enseñado a andar, a hablar y a valerse por él solito. Un simple regaño no iba a borrar todo eso. Pensar lo contrario era una supina estupidez. Tomó aire y picó a la puerta. Mark era un chico, tenía 14 años, y era bastante salidillo, Cristina sabía que debía siempre picar antes de entrar. No es que estuviera haciendo nada malo el chico pero por si acaso, más avlía ahorrase algún que otro sonrojo. Cristina que había crecido en una casa con 4 chicos estaba curada de espanto, en eso siempre estuvo un paso por delante que Fred que algunas actitudes de Mark lo tomaban a veces por sorpresa. Pero aun así ella ahora era la madre y una madre hay ciertas cosas que prefiere hacer como que ignorar.
-         Pasaaaaaaaaaaaa (gritó Mark desde el otro lado de la puerta al oír a su madre picar)
-         Hola cielo ¿qué hacías? (dijo sentándose en la cama. Su hijo estaba sentado en el escritorio frente al pc que aunque claramente estaba encendido la pantalla estaba apagada).
-         Jugar (mintió descaradamente Mark que había estado mirando páginas para adultos. Pero no era una mentira del todo, antes de ponerse a ver esas webs había estado jugando aun juego que lo tenía muy viciado).
-         ¿Y los deberes? (preguntó pero sabía perfectamente que ni los habría empezado)
-         Es viernes, tengo todo el fin de semana, mamá (dijo rodando los ojos y hablándola como si Cristina fuera estúpida).
-         Cariño, ven aquí (dijo indicando un sitio a su lado) hemos de hablar muy seriamente tú y yo.
-         Mama, I didn’t steal that money, I promise you! (empezó a gritar que él no había robado ese dinero, Mark se había molestado porque se sentía atacado).
-         Hijo, no chilles, estoy justo aquí al lado y no soy sorda (dijo muy seria Cris).
-         Mama, Maybe I borrowed a bunch of bucks from tío Óscar last week, but that’s all, I didn’t take his 50 euros last night, I swear, you’ve to believe me, mama I’m saying the truth (Mark ya no gritaba sonaba más bien desesperado porque su madre lo creyera)
-         Primero ¿Qué es eso de “quizás” y “tomar prestado” hijo sino tienes su consentimiento ni su conocimiento no se llama tomar prestado, se llama robar. Y no debiste robar ni la semana pasada ni ayer a la noche. Tu padre y yo te hemos enseñado que robar está mal.
-         ¡Pero yo no cogí ese dinero! ¡SHIT!
-         Hijo, tu tío me dijo que te pilló metiendo mano en la caja.
-         Si, vale, lo confieso, cogí 90 euros la semana pasada, vale, ya le pedí perdón, pero yo no he cogido esos 50 euros (dijo cabreado Mark)
-         ¿Al igual que no has fingido estar enfermo para quedarte en cas emborrachándote y jugando a la videoconsola? (dijo Cristina enfadada ya por esa forma de hablarle tan irrespetuosa de Mark) ¿o al igual que no has insultado a tus tío y a Pedro? ¿O al igual que no les has faltado al respeto a tus profesores? ¡Mark creí que ya habíamos hablado de esto! (lo cierto es que lo habían hablado Fred y él, pero Cris se incluía en el pack, al fin y al cabo su marido y ella habían sido un equipo hasta hacía dos meses).
-         YOU’RE NOT LISTENING TO ME, MOM! I’M TELLING YOU THAT I DON’T HAVE HIS FUCKING MONEY. FUCK, MOM! WHAT? ARE YOU A FUCKING RETARDED AS WELL AS BEING A DEAF?  (“¡No mes estás escuchando, mamá! Te estoy diciendo que no tengo su puto dinero. ¡Joder, mamá! ¿Qué? ¿Es que aparte de ser una jodida retardada también eres sorda? “Le dijo Mark con todo el desprecio del mundo).
-         PLASS (un tremendo bofetón resonó en toda la casa. Cristina ya había tenido suficiente y aunque jamás se hubiera imaginado poniendo un dedo sobre sus pequeñines, aquello fue instintivo, Mark se habría sobrepasado y mucho. Cristina le hubiera dado una patada en las pelotas a cualquiera que le hubiera hablado así, y qué fuera precisamente su hijo, le había dolido aún más. Realmente Mark necesitaba límites. Mark se llevó la mano a la mejilla y se quedó petrificado mirando a su madre, no acaba de entender que es lo qué había pasado).
-         ¡Me has pegado! (al fin pudo decir pero aún sin salir de su asombro)
-         Y tú me has faltado al respeto. (Cristina sonó un poco infantil, pero eso era lo que había pasado) No te hemos educado para que hables así a la gente y mucho menos a tu propia madre.
-         Pero tú no puedes.
-         Ni tú a hablarme así, hijo. ¿Qué esperaba que te aplaudiera después de hablarme así? Mark, vas muy equivocado si crees que te voy a continuar consintiendo que te comportes como un auténtico delincuente. Te he dado tú tiempo, porque entiendo que para vosotros todo esto es muy difícil, pero hijo todo tiene un límite. Y tú  lo has colmado con creces. Se acabó el periodo de gracia. A partir de ahora o empiezas a comportarte o tú y yo vamos a tener serios problemas (dijo muy dura poniéndose las manos sobre las caderas).
-         Pues tendremos problemas (dijo muy arrogante alzando la barbilla), porque tú no me mandas, tengo 14 años, ya puedo hacer lo que quiera. Y tú no puedes impedírmelo (dijo muy soberbio incluso sacando pecho para parecer más grande).
-         Mark soy tu madre y me vas a obedecer y respetar.
-         Ja (dio una tremenda risotada)
-         Muy bien, hijo, cómo tú quieras (dijo ya muy enfadada Cristina). Estás castigado. No tele, no ordenador, no juegos, no teléfono, no calle, no nada. Y a partir de mañana, todos los sábados, bajarás a la tienda y ayudarás en todo lo que te digan, hasta que tú tío crea que ya has saldado tu deuda con tu él.
-         No pienso ir (le dijo muy chulito)
-         Eso ya lo veremos (dijo aún más gallita Cristina saliendo de la habitación y dejando a su hijo solo con una rabieta de las de libro record de los Guinness).
Pasado un rato y tras preparar la cena y poner la mesa, Cristina llamó a sus hijos a cenar. Bea acudió al primer grito, a pesar de llevar los auriculares, Cristina cuando quería podía hacerse oír muy bien. Sobre todo en un pisito tan minúsculos cuyas paredes parecían de papel. Pero era gratis y era lo único que tenía así que Cris estaba contenta con su cajita de zapatos. Cristina tuvo que llamar 4 veces a Mark para que saliera de su habitación y fuera a cenar. Pero ni así, el chico se dio por aludido y Cristina entró como una furia en su habitación le agarró de la oreja y lo sentó de sopetón en la silla del comedor ante el plato de sopa y el filete de merluza. Mark no podía ni creérselo, eso era tan humillante no se atrevió ni a levantar la cabeza ni una sola vez en toda la cena, ni siquiera rechistó al ver la merluza en el plato. Y eso que él odiaba la merluza. Mientras Mark recogía la mesa y limpiaba los platos, Cristina entró en su dormitorio y confiscó todo aparato eléctrico, ¡solo dejó las bombillas!, Las metió todas en una caja de esas de plástico transparente y  las bajó al almacén. Por supuesto cuando Mark entró a su habitación y la vio tan “vacía” entró en cólera y empezó a gritar ya insultar como un auténtico loco. Pero Cristina lo dejó desahogarse un poco y cuando vio que Mark ya había empezado de nuevo a pasarse de la raya, entró en su habitación (esta vez sin llamar, porque sabía perfectamente que lo que estaba haciendo era dar patadas a los muebles) y lo agarró de la oreja de nuevo y tomó una de las zapatillas que tenía Mark tiradas por el suelo de la habitación y le dio 4 zapatillazos bien fuertes.
-         PLACK PLACK PLACK PALCK ¡YA ESTÁ BIÉN MARK! ¡A LA CAMA! (Y al ver que Mark solo la miraba con horror sin moverse le dio un quinto zapatillazo) PLACK ¡He dicho a la cama, jovencito! (Cris alzó la zapatilla como para dar un sexto zapatillazo pero de un salto Mark se metió en la cama y torpemente se peleó con las sabanas y la colcha para poder meterse dentro y cubrirse para evitar la dura suela de plástico de la zapatilla). ¡Mark! (le advirtió enseñándole la zapatilla) Si he de volver a venir, ella (refiriéndose a la chancleta) también volverá ¿entendiste? (Mark asintió asustado) Ok, ahora duerme, cielo, mañana hay que madrugar, tu tío Óscar subirá a las siete y media  a por ti. Buenas noches, cielo
-         Buenas noches (dijo por inercia, y Cristina le apagó la luz y le cerró la puerta. Después de que su madre cerrara a Mark se le ocurrieron un montón de insultos ingeniosos que debía haberle dicho a su madre en vez de ese “buenas noches” se los diría la próxima vez, eso era, la próxima vez no se quedaría quieto como un pelele ¿Pero qué se había creído esa mujer?).
Cuando al fin los niños se quedaron dormidos, Cristina salió a la terraza y encendió un cigarrillo. Fred siempre decía que aquel era un vicio asqueroso que tenía, pero era su único vicio. Y mientras estuco embarazada y dando al pecho a los niños logró quitarse de él, pero cuando los niños empezaron la guardería ella volvió a sus cigarrillos. Ahora solo fumaba medio paquete al día, para ella era una forma de autocontrol, porque tras lo que habían pasado los últimos meses se hubiera podido fumar tres cajetillas al día tan ricamente. Mientras le daba la primera calada al cigarrillo se dio cuenta que se había convertido en aquello que había odiado con todas sus fuerzas, ella ahora igual que sus padre. Incluso había reconocido las palabras y la amenaza con la zapatilla de su padre cuando entró en la habitación de Mark. Cristina había visto un montón de veces a su padre decirles a sus hermanos que se había de volver a decirles lo que fuera esa (refiriéndose a la zapatilla) volvería con él. Cristina se dio cuenta que dijo exactamente las mismas palabras que el “bárbaro” de su padre. Ella no quería ser de ese tipo de padres, ella quería ser una amiga, una confidente o algo así. No quería ser la bruja mala a la que hay que temer. Una lágrima se le escurrió por la mejilla y se la secó rápidamente. Cristina no podía darse el lujo de auto compadecerse, no ahora, no cuando sus niños la necesitaban más que nunca. Se acabó el cigarrillo, fue a lavarse los dientes y como hacía todas las noches antes de acostarse miró el teléfono a ver si había alguna llamada perdida o mensaje de Fred, pero como cada noche no había nada.
Óscar llegó un poco antes al apartamento de su hermana porqué se moría de ganas de saber cómo le había ido a Cristina con Mark la noche anterior. Cristina lo invitó a desayunar y mientras tomaban el café le explicó todo. Óscar estaba orgulloso de su hermanita pero seguía pensando que de haber sido su Pablo él que le hubiera hablado así se hubiera llevado algo más que 4 o 5 zapatillazos y un tirón de orejas. Pero Roma no se construyó en un día. Cuando fueron las siete y media Cristina fue a despertar a sus hijos. Pero Mark no era famoso por ser madrugador y era sábado por lo que no recibió bien el servicio despertador de Cristina. Antes que Cristina pudiera decirle algo a su hijo, Óscar ya estaba en la puerta del dormitorio con una pose muy marcial.
-         ¡Mark! (rugió Óscar) tienes 10 minutos para sentarte a la mesa a desayunar o sino no vas a poder sentarte en todo el fin de semana de la zurra que te daré. Ah! Y cuando salgas quiero que te disculpes con tu madre por todas esas perlas que te acabó de oír ¿entendido? (Mark no dijo nada, entonces Óscar entró en el dormitorio dispuesto a cumplir con su amenaza)
-         Entendido (se apresuró a decir Mark que veía como la integridad de su trasero peligraba)
-         10 minutos (y Óscar tomó del brazo a su hermana y la sacó de allí dejando al chico algo de intimidad para cambiarse). ¿siempre te habla así?
-         Está enfadado porque le castigué.
-         Cris, lo estás volviendo a hacer, lo estás disculpando.
-         Grrrr si, lo siento, es la costumbre.
-         No te disculpes conmigo Cristina (le dijo Óscar sonriéndole dulcemente), solo digo que Mark es tu hijo y no debería hablarte así nunca, ni siquiera cuando esté enfadado porque le has castigado. ¿te imaginas hablándole tú así a mamá? (Cristina abrió mucho los ojos, ni borracha se atrevería a hablarle así a su madre. Cristina se dio cuenta que le había dejado pasar muchas cosas a su hijo, algunas de las cuales jamás debió hacerlo).
-         Claro que no, ni se me pasa por la cabeza hablarle así a mamá. Óscar, ¿crees que hago tarde con Mark? Me refiero a…bueno esto…ya hace tiempo que Mark se comporta así, antes incluso que se fuera su padre. Fred lograba que el chico se medio-comportara, pero los dos últimos años ha pasado de ser mi angelito a… bueno ya lo has visto tú mismo. Y con todo esto De Fred, las cosas han empeorado, ahora incluso roba a su propia familia.
-         Mark está un poco asilvestrado, no te lo negaré, pero solo tiene 14, con que seas un poco más dura con él ya estará. Es un buen chico, pero últimamente ha estado un pelín demasiado desmadrado.
-         Un poco dura ¿no? Óscar no sé si te has dado cuenta pero ese no es mi fuerte, no lo fue nunca.
-         Ja! Eres la pequeña de 5 y ninguno de nosotros logró jamás que hicieras algo que no quisieras. Solo papá y mamá podían hacerlo. ¿y sabes por qué? Porque ellos sabía imponerse. ¡Cristina, tú sabes imponerte, no me vengas con historias!
-         Eso era diferente eráis mis hermano y os pasabais al vida intentando aprovecharos de que era más pequeña.
-         ¡Eso no es cierto!
-         Sí, sí lo es.
-         Que nooooo, bonita eras tú para que te mandasen
-         ¡NO ME HAGAS HABLAR ÓSCAR, NO ME HAGAS HABLAR!
-         ¿QUÉ? (dijo fingiendo indignación)
-         Miguel, Juan y tú os la pasabais mangoneándome todo el día, ve a por esto, haz esto, recoge lo otro…Él único que jamás me dio órdenes fue Adrián, y creo que es porque solo nos llevamos 2 años y se pasaba el día encerrado en el despacho de papá estudiando.
-         Yo no recuerdo eso.
-         Tú tienes una memoria muy selectiva, hermanito.
-         Eso dice mi mujer jajaja (Óscar se rio porque justo la noche anterior le había dicho eso mismo su esposa). Oye Cristinita, mi esposa se queja que estoy siempre en la tienda, así que ya sabes. solo tienes que dar un grito y subo. Si ese sobrinito mío te pone las cosas difíciles, me llamas y yo le dejo un par de cosas claritas ¿eh? (dijo guiñándole el ojo)
-         Gracias, Óscar (le dijo Cristina un poco más aliviada).
-         Y si a mí no me hace caso tampoco, llamamos a Juan o a Miguel.
-         Jajaja nooooo eso noooo pobre de mi bebé jajaja (dijo con horror Cristina)
-         Jajaja o a papá (dijo con malicia Óscar)
-         Nooooooooooooo jajajaja (se rieron los dos hermanos. En ese momento aparecieron Mark y Bea en el salón para desayunar).
-         Buenos días, hola tío Óscar (y se sentó sobre las rodillas de su tío y le dio un beso)
-         Buenos días, Bea. Veo que amaneciste de muy buen humor ¿Cuáles son los planes de hoy?
-         Mamá y yo iremos sobre Caballos en el parque (Bea no tenía mucho vocabulario pero quería explicárselo a su tío)
-         ¿Vais a montar a caballo en el parque? (preguntó sonriéndole Óscar)
-         Siiiiii (asintió Bea) a mi gustan los caballos mucho.
-         Bea bájate de tu tío, que ya pesas hija, siéntate en la silla, tenemos que desayunar algo antes de salir ¿cereales o bocadillo?
-         Cereales
-         No sé porque ni me molesto en preguntar. Ok cereales, pero haré unos bocatas para media mañana ¿vale?
-         Vale (dijo Bea que hubiera aceptado cualquier cosa con tal que su madre la llevara a montar)
-         ¿Y tú hijo? ¿qué quieres cereales o bocadillo? (preguntó Cristina)
-         ¿Mark, no tienes que decirle algo a tu madre? (dijo Óscar antes que Mark pudiera responder. Mark le echó una mirada asesina a su tío que ni se inmutó) ¿Mark? (Óscar lo miró fijamente muy serio. Mark dio un bufido y negó con la cabeza).
-         Lo siento (dijo Mark sin ganas)
-         Mark discúlpate bien, esa no es manera (le riñó su tío)
-         ¡Ya me he disculpado, joder! (dijo dando un golpe en la mesa) ¿Qué más quieres? (dijo furioso Mark que no soportara que viniera su tío para decirle lo que tenía que decir o hacer en su propia casa).
-         ¡Que te disculpes como es debido, eso es lo que quiero! (dijo levantándose y yendo hacia Mark y levantándolo para que lo mirara cara a cara. Mark tragó saliva, su tío imponía mucho, quizás fuera un poco más bajo que él, pero su presencia era aún muy imponente para un muchacho de 14).
-         Lo siento mamá (dijo ahora sonando más respetuoso y sincero). No debí hablarte así.
-         Eso es, ahora siéntate y desayuna, voy a bajar a preparar la tienda y subo. Cuando suba no quiero ni una queja más de tu madre, jovencito. Porque tengo permiso de ella para zurrarte si te pasas de la raya ¿entendido? (Mark abrió mucho los ojos y miró a su madre).
-         Si, cielo, si te portas mal mientras estás al cargo de tío Óscar tiene mi permiso para castigarte. Y si cuando regrese me ha dicho que ha tenido que castigarte, estarás una semana más sin salir y sin tus aparatitos (dijo poniéndose muy firme Cristina, que se sentía un poco más segura de su faceta de madre estricta).
-         Pero mamá…(empezó a quejarse Mark)
-         ¡Pero nada! (dijo en un tomo que no admitía discusión) Ahora dime ¿cereales o bocadillo? (volviendo al tono amable de siempre. Mark giró la cara y no le contestó. Óscar se quedó de píe mirando a su hermana y preparado para intervenir si era necesario) ¿Mark? Si no me respondes entenderé que no quieres nada y hasta el medio día no habrá más comida (le advirtió Cristina, pero Mark se mantuvo en sus trece) ¿Cómo tú quieras, sino vas a desayunar ya puedes bajar tú también a la tienda con tu tío Óscar (le dio un beso en la cabeza), pórtate bien, hijo.  Nos vemos a la tarde.
-         ¡Venga, Mark!, que hay un montón de cosas por hacer en la trastienda y qué te están esperando (dijo agarrándolo por el hombro y levantándolo de la mesa)
-         Grrrrr
-         Plass (Óscar dejó caer una colleja).
-         Auuuu (llevándose la mano a la nuca).
-         A  mí no me gruñas, jovencito, o la próxima vez ya te daré yo motivos para quejarte con ganas (le advirtió Óscar). Despídete de tu madre y de tu hermana (dijo agarrándolo fuertemente por el cogote)
-         Hasta luego Bea, hasta luego mamá (dijo muy dócil)
-         Nos vemos a la tarde hermanita, pasadlo bien, Bea (dijo Óscar y salieron del apartamento).
-         ¿Por qué tiene que bajar Mark? (preguntó Bea)
-         Tu hermano hizo algo muy feo, Bea (cristina le dijo mientras preparaba los bocadillos). Mark le robó a tío Óscar. Tu hermano agarró dinero a escondidas de la caja de la tienda. Así que ahora ayudará en la tienda para pagar su deuda. Bea, es por eso que los próximos sábados bajará a ayudar a tu tío.
-         Aaaaaaaaaaah (dijo Bea y volvió con su desayuno).
-         Con este hermano tuyo, una no gana para disgustos. menos mal que tú no me das esa mala vida, cielito, sino te juro que el día menos pensado acabaré en el manicomio jajaja (dijo Cristina mientras preparaba las mochilas para salir a la excursión a caballo con su hija)

1 comentario:

  1. NO HAY DERECHO jejejeje pobre Mark todos con acceso directo a su trasero si se porta mal

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