Muchas
gracias por sus amables comentarios :)
La verdad es que estaba nerviosa porque no sabía si iba a gustarles la
historia y cosas así, por lo que me alegra mucho que la hayan leído :D
Supongo que
me pueden llamar como quieran jajaja un poco largo mi seudónimo, sí, era fan de
Naruto cuando lo creé :D ¿qué puedo decir? Me encantan los ninjas *u*
Cassy,
muchas gracias por todo :D eres una gran súper mega amiga! … y autora, no puedo
esperar a que publiques más historias :O seguro que muchos pensamos lo mismo ;)
-¿Ya está todo?- preguntó de nuevo
Thea, sonriendo de pie junto a Oliver.
La joven vestía unos cómodos pero
elegantes Capris color beige y una bonita blusa turquesa. No llevaba recogido
el cabello y traía puestos unos lentes de sol. Era la imagen encarnada de la
relajación.
Su hermano se enderezó y la miró con
incredulidad. ¿Cómo podía estar tan fresca cuando él ya se había cansado? Ah,
es verdad, ¡Porque ella no había cargado ni una sola de sus maletas hasta el
auto! No señor, eso se lo había dejado todo a él… ¡Y a media tarde! Justo a la
hora del sol.
-Ya- le respondió con una mirada de
fastidio, a la cual ella decidió no darle importancia. En lugar de eso sonrió.
-Perfecto- aprobó la chica, subiendo
al asiento del copiloto del auto deportivo de Oliver.
Éste, por su parte, la siguió con la
mirada aún sin creer tanto descaro.
-Ollie, ¿Vamos a ir o no?- le apuró
finalmente la universitaria, tan impaciente como siempre, pero logrando su
cometido.
El joven empresario subió al asiento
del conductor y echó un vistazo por el retrovisor a su hijo, sentado en el lado
izquierdo del asiento trasero.
El pobre niño lucía aburrido ya y la
desesperación amenazaba con manifestarse en cualquier momento. Balanceaba sus
pies de atrás para adelante, uno detrás del otro; su codo izquierdo lo tenía
apoyado en la puerta; la mejilla la tenía recargada en su mano; miraba con
desprecio el cinturón de seguridad que lo sujetaba, limitando así su espacio en
al auto…
Oliver se puso un tanto nervioso, temiendo
que el chico fuese a hartarse de repente y arrancar el cinturón del auto.
-Roy- le llamó, tratando de sonar
tranquilo.
-¿Qué?- contestó el chiquillo de muy
malos modos, tomándolo por sorpresa y devolviéndole la mirada a través del
retrovisor.
-¡Oye, no me gusta tu tono, joven!-
le reprendió seriamente una vez que salió de su asombro- Y definitivamente no
quiero esa actitud durante todo el viaje-
-Lo siento- farfulló el chiquillo
pelirrojo algo cabizbajo, completamente apenado de haber sido regañado frente a
su tía.
-Awww, Ollie, no seas tan así.
Pobrecito de mi pequeño- intervino Thea, volteando a ver a Roy tiernamente.
-¿Así?- repitió estupefacto- ¿Así
como?-
-¡Ay, no lo sé! Pero es tan sólo un
niño. Tranquilízate-
Oliver estaba a punto de replicar,
pero decidió que no ganaría absolutamente nada discutiendo con Thea… no cuando
ella estaba tan calmada y él tan estresado. En lugar de comenzar una discusión
que definitivamente no iba a ganar, encendió el auto y pisó el acelerador. Sin
embargo, no pudo evitar cierta sensación de nerviosismo al notar en el rostro
de Roy el fantasma de una satisfecha sonrisa. Bien, eso no podía significar
nada bueno.
Casi todo el viaje Thea y Roy se la
pasaron charlando acerca de la escuela del niño y de sus visitas al parque con
su tía, mientras que ésta no dejaba que su buen humor se desvaneciese ni por un
segundo. Incluso jugaron uno de esos estresantes juegos de carretera, en los
que Roy contaba los autos de cierto color, Thea los de otro y Oliver los de
otro, resultando ganador quien hubiese contado más.
Al llegar a su destino, Ollie
estacionó el auto en el área de unos bonitos apartamentos. Él lugar era ideal
para que Roy pudiese jugar: los muros eran a prueba de ruido entre una vivienda
y otra, así que podría hacer todo el ruido que quisiera; afuera había una zona
de estacionamiento, pero también había mucha área verde, llena de árboles, en
los cuales sin duda alguna habitaban numerosas ardillas y aves.
Casi inmediatamente, Thea exhaló con
alivio y salió del auto, seguida de Roy.
-¡Por fin!- exclamó con una enorme
sonrisa en el rostro- ya me había cansado de estar ahí sentada-
-Pero si era yo el que iba
conduciendo, tú no tienes nada de que cansarte- musitó el arquero rubio
mientras sacaba las pesadas maletas del auto y las amarraba con correas.
-¿Qué haces?- le interrogó su hermana
al verlo.
-Así puedo llevar todo en una sola
vuelta- respondió, poniéndose de pie y mirándola acusatoriamente.
Thea no sintió la mirada de reproche
que le dirigió su hermano o, si lo hizo, decidió ignorarla. En lugar de eso,
sacó las llaves de su bolsillo y echó a andar hacia las escaleras.
Oliver la siguió, aun fulminándola
con la mirada. Con su mano derecha jalaba el gran montón de bolsas y maletas
tras él, aun tratando de recordar porqué le gustaba pasar tiempo con ella, en
primer lugar. No obstante, pronto fue sacado de sus pensamientos por una
pequeña mano que tomó la suya con naturalidad.
Al bajar la mirada hacia su lado
izquierdo, reparó en un pequeño de cabello rojo que analizaba el perímetro con
precaución, sujetando su mano casi inconscientemente, buscando algo de
seguridad en medio de ese lugar extraño para él.
Ollie no pudo evitar sonreír al notar
la mirada retadora en los ojos del niño mientras inspeccionaba aquella área que
desconocía por completo. Roy no era alguien que prefiriese mostrar su miedo tal
cual, siempre se protegía con una actitud desafiante que decía “Aquí estoy. Te
reto a que intentes siquiera meterte conmigo”. ¡Pero que niño!, Oliver estaba
tan orgulloso de él…
Subieron las escaleras hasta al
segundo piso en silencio, a excepción del ruido que hacían las maletas al ser
arrastradas escaleras arriba. Una vez ahí, Thea caminó hacia una de las puertas
más cercanas y utilizó su llave para abrir.
Oliver entró primero, ya que llevaba
las cosas de todos, pero Roy se quedó junto a su tía, algo vacilante con la
idea de instalarse en un nuevo lugar. No le gustaban los cambios, mucho menos
cuando justo se había adaptado completamente a otra cosa.
Sin embargo, mientras le dirigía a la
puerta abierta una mirada desdeñosa, Thea le puso la mano en la espalda y lo
obligó a avanzar con ella hacia el interior del apartamento. La joven,
completamente ajena al sentir del muchacho, no podía evitar sentirse emocionada
con la idea de pasar tanto tiempo sin supervisión de adultos metiches y
controladores. Claro, su hermano recién se había convertido en uno, pero eso
sólo aplicaba al pobre de Roy.
El chiquillo no opuso mucha
resistencia, pues en realidad luchaba por mantener los ojos abiertos. Los
viajes tan largos en auto siempre le hacían sentir mucho sueño, pero no había
dormido nada en todo el viaje pues había estado entretenido con Thea las cuatro
horas, ¿o habían sido cinco?, en fin… bueno, al menos había comido en el camino
y no tenía hambre, de otro modo su temperamento no sería tan agradable
realmente.
Una vez dentro, Thea lo soltó para
colocar las llaves en el llavero de la pared, mientras que Roy se encontró en
un pequeño recibidor, el cual era realmente un pasillo algo grueso que dirigía
al resto de la casa. Lo llamativo del sitio era que apenas entrando te
encontrabas de frente con un librero no tan ostentoso hundido en el muro. Éste
no era muy ancho, pero tampoco era nada estrecho, y llegaba casi hasta en techo
del lugar. En los estantes del mueble reposaban algunos adornos, junto con unas
cuantas fotografías de quienes Roy identificó como Thea y Oliver cuando eran
más jóvenes.
El recibidor seguía hacia la
izquierda del crío, donde partía en 3 caminos. El primero a su izquierda
llevaba a un cortísimo pasillo que terminaba en dos puertas, una frente a otra.
La de la izquierda estaba abierta y era más ancha que la de la derecha. Roy se
asomó un poco, dándose cuenta así de que ésta tenía en realidad la función de
armario. Cuando posó su mirada en la puerta de la derecha, no pudo evitar
preguntarse por qué estaba cerrada.
-Es la recámara de Moira- le explicó
su tía, posando su mano en el hombro del curioso niño.
Roy guardó silencio, aun observando
la puerta. No obstante, pronto dirigió la mirada al frente suyo, donde no había
ningún pasillo, sino que se encontraba acomodada una sala que consistía en un
par de sofás; uno al fondo y otro recargado en el muro de su izquierda (el cual
separaba el cuarto de su “abuela” del resto del lugar). Si se inclinaba un poco
hacia adelante, alcanzaba a ver a su derecha un comedor de mesa ovalada y una
elegante lámpara de pie. De todos modos, lo que hacía de aquella sala un gran
lugar era que detrás del sofá del fondo se encontraban unas puertas de vidrio
deslizantes, las cuales llevaban a un amplio balcón desde el cual se veían las
luces de la ciudad. A pesar del tamaño nada limitado, se apreciaba que los
muros y el mismo techo rodeaban los costados y la cima del balcón, dejando
abierta sólo la vista delantera y proveyendo el sitio de privacidad.
Thea, notando la curiosidad del
chiquillo, se adentró en la sala para que Roy pudiese explorar un poco más la
vivienda. Una vez más al centro de la sala, fue capaz de divisar la cocina a su
derecha, al llegar al final del comedor y al inicio del segundo sofá. Ésta no
era ni muy grande ni muy pequeña, ocupada el centro por una barra, incluso con
una puerta normal como alacena. Además, en el lugar más cercano a la sala,
contra la pared que separaba al balcón del interior de la casa, había colocada
una televisión de frente a la barra y, al lado derecho del aparato, había un
cómodo y amplio sofá-cama que era en realidad la base de un amplio sillón con
un colchón un poco más grande que individual encima. Roy no pudo evitar
bostezar ante la ida de tirarse allí y no levantarse hasta el día siguiente.
-Ya dejé tus feas maletas en tu
habitación- la voz de Oliver lo devolvió a la realidad, despertándolo un poco
en el proceso.
-No son feas. De hecho, me parecen de
muy buen gusto- se defendió Thea, restándole importancia a la molestia de su
hermano mayor- ¿Tienes hambre, Roy?- le preguntó dulcemente a su sobrino,
mirándolo con cariño.
Roy la miró, un poco más tranquilo
después de comprobar el perímetro, y negó sinceramente con la cabeza. A decir
verdad, aún se sentía satisfecho. Después de todo, habían utilizado el auto servicio
de al menos tres sitios de comida rápida a lo largo del viaje.
-Entonces creo que es hora de que
alguien se lave los dientes y se vaya a dormir- indicó Oliver, desde la entrada
de la sala.
-¿Por qué? ¿Ya tienes sueño?- replicó
Roy, quien sostenía su posición de que ahora que tenía siete años debía de ser
libre de irse a la cama a la hora que quisiese.
Thea sonrió discretamente… bueno, la
verdad es que trató de ser discreta, pero no lo logró. A veces le maravillaba
la rapidez con la que Roy formulaba ese tipo de respuestas. Vaya que era digno
sobrino suyo.
Oliver, por otro lado, no lo encontró
tan divertido. Había tenido un día muy cansado y había conducido durante toda
la tarde, lo único que quería era dormir.
-Sí, de hecho ya tengo sueño, así que
a dormir- dictaminó, señalando con el pulgar los dormitorios que eran de Thea y
él.
-Pero no quiero- se quejó el niño,
frunciendo el ceño un poco.
-Pero yo sí- contestó Oliver.
-Pero yo no- replicó Roy, haciendo un
mohín que a Thea le pareció adorable. ¿Acaso no era tierno cuando el pequeñito
se ponía rudo?
-Pues yo sí y no tengo ganas de
discutir- concluyó. Decididamente fue hasta donde estaba Roy y lo atrapó por la cintura con el brazo
derecho, de modo que lo sostenía contra su torso mientras caminaba a prisa
hacia las habitaciones que eran de Thea y de él, ignorando por completo las
protestas del crío.
Roy no quería irse a dormir aun e
incluso trató de sostenerse a la manija de una puerta que había a medio
pasillo, pero Ollie no se detuvo ni lo dejó ir, por lo que el chiquillo tuvo
que soltarse a regañadientes.
Al final del corredor había dos
puertas y Oliver abrió la del lado derecho, dejando a la vista una habitación
algo rectangular, no muy grande pero tampoco pequeña. En la esquina inferior izquierda
de la habitación estaba la puerta en un ángulo inclinado, de modo que abarcaba
una pequeña parte en dos de las paredes. A la derecha de la puerta había otra
puerta abierta que llevaba al baño y más a la derecha había una mesita de
noche. Ya al final de ese muro estaba la cabecera de una cama, cuyo lado largo
estaba recargado contra el otro muro. A los pies de esa cama había un televisor
sobre un baúl rectangular de madera, y un poco más lejos de la cama y el
televisor estaba otra puerta a lo que parecía un armario.
Frente a la puerta de entrada de la
recámara había un muro con una gran ventana, contra el cual estaba recargado el
lado largo de una cama, cuyos pies señalaban a la puerta del armario y la
cabecera estaba recargada contra el muro, en la esquina opuesta a la que
colindaba con la puerta para entrar a la habitación. Justo entre la cabecera de
esa cama y un mueble de cajones un poco más alto que Roy, estaba colocado un
sillón lounge no tan grande pero tampoco pequeño, que por cierto no lucía nada
incómodo. La cajonera estaba un poco separada de la puerta de entrada, mientras
que el sillón quedaba oportunamente posicionado frente a la televisión.
Los muebles eran de color café
obscuro, mientras que el sillón y las alfombras eran de color beige. Las
paredes también eran de color beige, pero mucho más claro, casi llegando a
blanco.
Roy pataleaba para evitar que Oliver
pudiese hacer que entrase a la recámara, pero lo único que logró fue casi tirar
la lámpara de la mesita de noche mientras Ollie lo llevaba a la cama al lado
derecho de la puerta.
-¡Roy, ten cuidado!- le llamó la
atención, utilizando su brazo izquierdo para estabilizar el aparato.
El lugar le traía recuerdos al
millonario, muy buenos recuerdos de cuando era niño y Thea y él pasaban un buen
rato observando la ciudad desde el ventanal de la salita mientras su madre se
quejaba de lo pequeño que era el apartamento.
La verdad tenía que darle un poco de
crédito a Moira, aquél era uno de las viviendas más modestas que la mujer
alguna vez había habitado. Si ella hubiese naufragado con él en la isla, no
hubiese sobrevivido ni un día… bueno, quizás un día sí, pero una semana ni de
chiste.
Al ver bien la habitación y reparar
en las dos camas no pudo evitar recordar cuando Thea y él solían quedarse
dormidos ahí viendo películas, pues aunque Thea tenía una televisión en su
recámara, ambos disfrutaban de la mutua compañía.
Una repentina patada en el omoplato
lo devolvió al presente.
-¡Roy, ¿qué te acabo de decir acerca
de tener cuidado?!- le reclamó, sentándolo en la cama.
Roy desvió la mirada, cruzándose de
brazos y con el ceño fruncido. No había querido patear a Ollie, había sido un
accidente. Claro que lo había escuchado advertirle que tuviese cuidado, pero él
también le había dicho que no quería ir a dormir aún y Oliver no lo había
escuchado en lo absoluto.
Ollie, decidiendo que estaba muy
cansado como para lidiar con un berrinche, emitió un quejido de exasperación y
se puso en cuclillas para abrir la maleta, que yacía en el centro de la
recámara. Sacó la pijama de Buscando a Nemo que Thea le había comprado a Roy y
la puso en los pies de la cama. No era su película favorita, pero la única
además de esa que el niño tenía limpia era de Superman- regalo de Clark- y esa
sólo la usaría su hijo sobre su cadáver. Enseguida sacó los pants negros y la
camiseta de ACDC que usaba él para dormir, junto con un par de calcetines para
Roy.
-Ponte la pijama- le dijo,
levantándose.
-Pero, papá…- se quejó Roy
instintivamente. La hora de dormir era la más difícil tanto para él como para
Ollie. Roy nunca se iba a acostar pacíficamente a menos que estuviese cayéndose
del cansancio y muchas veces Oliver se encontraba muriéndose de sueño pero una
vocecilla dentro de su cabeza le decía que no era buena idea irse a dormir y
dejar a un niño de siete años sin supervisión alguna.
Oliver sintió como su corazón se
derretía al escuchar a Roy llamarlo “papá”, pero hizo uso de toda su fuerza de
voluntad para mantenerse firme.
-La pijama- repitió, señalando la
puerta del baño.
Roy se levantó de mal humor y tomó la
dichosa pijama, caminando después hacia el impecable baño. Una vez que salió, Oliver ya se había
cambiado y discutía con Thea, quien estaba acostada en la cama junto a la
ventana con el control remoto en la mano. Oliver estaba cruzado de brazos en el
sillón, con las rodillas un poco dobladas y los pies descalzos contra la
cajonera, recargando la espalda en varias almohadas contra la cama donde estaba
Thea.
-Yo ya me quiero dormir, Thea-
-Pues te duermes y ya-
-Claro, y dejarte a Roy. Seguramente-
-¿Y por qué no? Soy perfectamente
capaz de cuidarlo, ni que estuvieses en otro lugar o algo por el estilo,
estarás justo aquí. Además, es sólo un ratito, Ollie. No seas malo, llevo AÑOS
sin ver Monsters Inc-
Los ojos de Roy se iluminaron y una
genuina sonrisa le surcó el rostro.
-¡¿Están pasando Monsters Inc?!-
La pregunta atrajo la atención de
ambos jóvenes. Thea sonrió, plenamente consciente de que había encontrado a un
cómplice. Ollie, al contrario, emitió un quejido lastimero, sabiéndose
derrotado. Le gustaba la película, sí, pero justo entonces sólo quería dormir.
-¿Podemos verla?- preguntó ilusionado
el pequeño revoltoso.
-No- intentó Oliver.
-¡Sí!- exclamó Thea de lo más
contenta.
Me gusto mucho, continua mas por favor
ResponderBorrarDale muy buena historia, soy fan de green arrow, roy me hace reir mucho con sus travesuras, espero que la continues pronto.
ResponderBorrarAtt. Ben.
Well...¿Qué te puedo decir?...queThea es mi tía favorita, que soy capaz de comerme al pequeño Roy enterito, que compadezco a Oliver y que obvio te adoro a Ti...mucho más cuando actualizas jajajaja
ResponderBorrarGenial K,la leí de nuevo y me volví a enamorar de cada detalle que solo tu puedes crear, felicidades y yo también quiero ver la peli!!!
Me encanta Arrow no soy de comic pero si me puedo imaginar a Oliver como el Oliver de la serie... y me encanta lo que veo jejejej
ResponderBorrar