Drew

Nicholas buscaba desesperado  si Angélica se enteraba que su leoncito no estaba en casa le freía el trasero y él no quería que si hijito pasar el año nuevo llorando por lo que junto a la ayuda de  sus hijas buscaba al Benjamín de la familia, pero nada, no contestaba el celular…

“Angi voy a comprar helado”

“Nico tengo tu favorito en la nevera”

“Angi quiero de melón” que vendían una tienda que atendía las 24 horas y convenientemente cerca de la casa de Brooke, pero al llegar no estaba ahí.

Casi me muero del susto, estaba atacado… ya eran las 23:00 tenía que estar en casa con ese mocoso… Angélica me matara y revivirá y matara a mi hijo…

Cuando volvía  a casa a confesar mis pecados a mi amada esposa… más nervioso que cuando me saque un rojo en la prueba de química cuando papá tenia sentenciado mi trasero me cruce con mi hijo que venía feliz de la mano con su novia, pare el auto y ahí mismo lo zurre, ahí en la calle delante de Brooke, le di como 30 azotes 30, a Brooke se le caían los ojos, Drew no sabía dónde meterse.

“no papi” 

¡ZAS! ¡ZAS!

“nada de no papi, que te has creído mocoso desconsiderado”

“NO… LO HIZO POR MÍ, NO QUERÍA QUE ESTUVIERA SOLA”

¡ZAS! ¡ZAS!

“no es escusa porque no estarías sola Brooke, estarías con nosotros… lo que pasa es que el par de perlas cree que se mandan solos, al auto” ordeno, el camino a casa, fue silencioso, pero al llegar a casa. “ni una palabra” les advirtió.

“Así que encontraste al pequeño fugitivo Nicholas” me dijo Angi con una ceja alzada, como me conocía mi mujer.

“no me culpes por intentarlo”

“apúrate que hay que abrir la champaña” le dio un beso en la frente, tomo a Brooke de los hombros  “son unos niños… y no crecen” le sonrió.

“Que te escuche” le dijeron sus dos hombres a coro.