Páginas Amigas

lunes, 10 de marzo de 2014

CAPITULO 28: ERES MI HIJO



CAPITULO 28: ERES MI HIJO

N.A.: Me desaparecí, lo sé. Me perdí muchos cumpleaños :O  Daros por felicitadas, besadas,  y abrazadas, intentaré meterme más =(


-         Ted´s POV –

Creo que mis palabras le dieron qué pensar a Michael. No respondió nada después de que dijera que papá le quería, como si hubiera sido un argumento definitivo. Cualquier intento por mi parte de seguir la conversación se topó con un muro, hasta que me rendí al darme cuenta de que Michael no me escuchaba. Me tumbé y saqué el móvil mientras esperaba a que los demás se ducharan y traté de ver si tenía algún mensaje de Fred. Volví a darle vueltas a lo que Agustina me había dicho. ¿Debía preocuparme?

Examiné mis recuerdos. ¿Qué sabía de Fred? Le conocía desde hacía dos años. Tenía una palidez enfermiza y hubo una época en la que faltaba mucho a clase, porque bastaba un soplo de aire para que se resfriara. Era un maldito empollón y un friki hasta la médula. Hablaba diez idiomas, cinco de ellos sacados de algún libro o peli de fantasía. Su higiene personal a veces dejaba mucho que desear, como si le diera igual el estado de su ropa o de su propio cuerpo. Todo el mundo decía que era gay, y lo cierto es que yo le había visto con una carpeta llena de fotos de tíos que les gustaban a mis hermanas. Jack y su grupo de imbéciles le habían estado haciendo la vida imposible desde que se cambió a mi colegio, pero por alguna razón él no se enfadaba cuando le empujaban contra las taquillas, como si no tuviera sangre en las venas. Casi siempre estaba serio, pero si te ponías a hablar con él de Star Wars o del Señor de los Anillos, veías como sus ojos se encendían con una vida inusitada. Era buena gente, con buenos pensamientos por lo general. Se le daba bien escuchar, pero también podía hablar durante horas. 

Sabía muchas cosas sobre algunos aspectos de su vida y desconocía otros por completo. Nunca había estado en su casa, nada más que en el portal. Vivía en un bloque de pisos, y no en una casa independiente. No tenía madre, creo, pero en ese momento reparé que si yo me pasaba todo el día hablando de Aidan y de mis hermanos, él casi nunca me hablaba sobre su familia. Mike tampoco lo hacía, porque no tenía buena relación con sus padres. Tal vez el caso de Fred fuera similar. Lo cierto es que mi mejor amigo era Mike y aunque no hablara de su familia yo sabía lo que había. En el caso de Fred, no tenía ni la más remota idea. Sólo había visto a su padre una vez, y el hombre me pareció simpático, bastante mayor que Aidan, pero en esa franja en la que no te atreves a echarle años, porque puede estar en los cuarenta y muchos o los cincuenta y pocos.

Me pasé el móvil de una mano a otra, y finalmente le  mandé un mensaje:

“Tío, ¿estás bien? ¿Pillaste una gripe de esas? Jamás creerás lo que pasó hoy. Alégrate: ¡SE ACABÓ LA ERA DE JACK PARA SIEMPRE! :D”

Esperé unos segundos. Pensé que no me respondería de inmediato, pero enseguida escuché el sonidito de “mensaje nuevo”.

“Algo me han contado. ¿Le han expulsado?”

Mmm. ¿Y por qué no respondía a la otra parte del mensaje? ¿Por qué esquivaba la pregunta sobre su salud? Estaba  escogiendo las palabras para responderle cuando la voz de Michael me distrajo.

-         ¿Qué debería hacer? – me preguntó.

Parpadeé. ¿Me preguntaba a mí? Evidentemente, porque allí no había nadie más, pero no supe a qué se refería.

-         Con Aidan, macho. ¿Qué debería hacer? – insistió, y me miró fijamente. Me estaba pidiendo consejo. Al final también iba a ser el hermano mayor de mi hermano mayor.

-         ¿Él qué te dijo?

-         Nada – respondió, y supe que no era cierto.

-         Si quieres que te de mi opinión vas a tener que dejar de mentirme.

Michael se mordió el labio. Fuera lo que fuera, le daba vergüenza. Ya pensé que no me lo iba a decir, pero al final le escuché resoplar y se acercó para hablar más de cerca.

-         Me preguntó por qué olía a alcohol. No quise responderle y me…me pegó.  –se calló y miró al suelo. Irradiaba calor y confusión, y algo en su forma de hablar me hizo comprender que papá ya le había castigado antes. Sabía que se había molestado con él cuando lo de Cole, pero no había estado seguro de que le hubiera… eso.

-         Es todo un consuelo saber que a mi hermano mayor también le castigan como a un bebé – respondí. Aunque a simple vista pareciera que lo hacía por chincharle, en verdad venía a decir algo así como “tranquilo, ey, que no eres el único. No te avergüences que sé de qué hablas”.  Mis hermanos habían crecido sabiendo que a todos nos castigaban igual y aun así les daba vergüenza hablar del tema. Para Michael tenía que ser aún más vergonzoso.

-         Pues ese es precisamente el asunto – contestó – Que le dije que no lo hiciera más. No puede castigarme así. No soy un niño.

Le miré con la boca ligeramente entreabierta.

-         ¿Y qué te dijo? – pregunté, aunque ya sabía la respuesta. ¡Pues no lo habríamos intentando veces Alejandro y yo…!

-         Me dijo que de acuerdo.

-         ¿Qué?

No, en serio…¿WTF? ¿Así, por toda la cara? Me dije que hasta cierto punto era lógico… él ya era mayor de edad. 

“Y a ti te faltan sólo diez meses para serlo” protestó mi cerebro.

“Bueno, pues la próxima vez  que me meta en problemas probaré a ver si a mí también me funciona”

“Mejor no te metas en problemas, y punto”

-         Me dijo que ok,  pero que estaba castigado sin salir dos semanas.  – explicó Michael.

-         ¿Y por qué me preguntas lo que debes hacer? ¿Cuál es el problema? – le pregunté. – No salgas estas dos semanas, y ya. Porque eso sí, si te saltas un castigo dudo mucho que le importe lo “mayor que seas” – dije, sin poder evitar cierto  rintintín en la voz.

-         Ya lo supongo… - murmuró, y se quedó pensativo. Suspiré.

-         A ver. ¿Cuál es el problema? – insistí. – Sé que aún tienes que acostumbrarte a esto, y que aunque aquí todos sepamos que Aidan es tu padre tal vez tú no lo sepas… Pero sí sabes que él está a cargo de ti ¿no? De alguna forma es responsable de tu custodia, así que entiende que te puede castigar…

-         No es eso… No soy tan idiota como crees, Ted… Ya imagino que si la cago no  hará precisamente una fiesta. Vivo en su casa, así que tengo que seguir sus normas.

-         Es tu casa también – corregí, porque sé que es lo que papá habría dicho en mi lugar y además era cierto. – Pues si está todo bien con el “arresto domiciliario”, ¿qué es lo que va mal?

Michael tardó varios segundos en responder. Se rascó el brazo, se miró la mano lastimada, y me miró a mí.

-         ¿Por qué siento esta cosa rara en el estómago? – preguntó al final, y cuando entendí la pregunta me tuve que reír. Michael me había parecido incluso mayor de lo que era cuando le conocí, pero en ese instante me pareció  muy infantil. Me tomé en serio su pregunta, sin embargo, y decidí ser hirientemente sincero, en vista de que era el lenguaje con el que parecía sentirse más cómodo.

- Es tu conciencia. Fuiste un verdadero capullo ahí abajo y le hablaste a Aidan como la mierda cuando no se lo merece. Te dio un castigo muy tonto porque tú  le dijiste que ya no eres un niño y él te escuchó. Le insultas, le faltas al respeto, y él a cambio se preocupa por tu mano, te inyecta la insulina, y escucha lo que piensas al respecto de sus métodos. Lo que te pasa es que te sientes fatal contigo mismo, y si lo que me estás preguntando es qué puedes hacer para arreglar eso, ve a buscarle y pídele perdón cómo te he dicho, y acepta cualquier regaño o castigo.

- Michael´s POV -

Ted tenía que estar equivocado. Tenía que tratarse de otra cosa.  Mi conciencia, sí, ya claro. En primer lugar, yo no tenía de eso. En segundo lugar, ¿por qué debería sentirme culpable?

“Por mentirles a todos”

“¡Tengo un buen motivo!”

“Por estafar a Aidan”

“¡Si no lo hago se carga a Ted!”

“Por haber hecho llorar a la cría”.

En ese punto  mandé callar a mi cerebro. Recordé cuando entré a esa casa por primera vez, hacía pocos días. La más pequeña de todas, Alice, se acercó a mí con total confianza y una sonrisa en los labios. Lloré como un imbécil, porque ahí sí que me sentí culpable. Ellos me acogían en su casa como a un hermano, y yo estaba interpretando un papel.

Luego entendí que tal vez podía hacer las dos cosas. Tal vez podía ser su hermano e interpretar un papel. No pasaba nada por tener secretos. Incluso aunque fueran secretos como los míos.  Al menos, hasta que lo averiguaran. Entonces, el jueguecito acabaría y yo volvería a la calle, con suerte sin haber completado el plan de Pistola, que básicamente consistía en que yo hiciera lo que Aidan tanto deseaba: firmar los papeles de la adopción. Legalmente eso me convertiría en su heredero. Y Aidan tenía más dinero del que él mismo sabía.  Le había sondeado. El pobre idiota…no, idiota no, Aidan no era idiota….Está bien, el pobre iluso, no tenía ni idea de lo que su viejo había estado haciendo los últimos años, además de follar como un cabrón. Yo lo había leído con mis propios ojos:

“Lego la cantidad de cinco millones de dólares a mi hijo Aidan Whitemore, a quien deseo bla bla bla bla bla”

No sé por qué esos dos se llevaban tan mal, si aquél testamento era absolutamente conmovedor. En serio. Aidan podía decir misa, pero Andrew le quería. Desgraciadamente para todos mi camino se había cruzado con el de Andrew cuando Greyson  me ordenó que le estafara.  Le estudié durante semanas…. Y así descubrí que era el padre de mi hermanastro. Yo ya sabía de la existencia de Ted, pero le había perdido el rastro. Una vez yo lo supe, Greyson lo supo también y montó…todo aquél plan enrevesado y propio de un genio del mal. El dinero de Andrew pasaría a ser suyo a través de mí, y pasaría a ser mío a través de Aidan, que ya de por sí tenía un buen capital. Por eso yo me negaba a firmar, aunque a la vez lo estuviera deseando. Porque esa firma era lo único que me separaba de ser el hijo legal de Aidan… y lo único que ponía su dinero a salvo de Greyson.

Una vez Aidan recibiera el dinero, Greyson tenía planeado que lo declararan mentalmente incapaz, lo cual no es  muy complicado si sabías que botones pulsar en la mente de un hombre para desquiciarle momentáneamente, grabarlo en vídeo y lograr que un juez previamente sobornado dicte la orden correspondiente. Yo había ayudado en una estafa similar hacía algunos años.

Aunque Aidan había demostrado tener mucho aguante. Le había visto enfrentar grandes problemas sin perder el control, así que Greyson podía tener problemas con eso. El otro problema, claro está, era que para que Aidan heredara Andrew tenía que morir… Pero Greyson iba a ocuparse de eso. He ahí el otro motivo por el cual no podía firmar los papeles. Nadie parecía querer demasiado a Andrew, pero no por eso merecía que lo asesinaran, creo yo.

No sabía durante cuánto tiempo podía estar sin firmar los papeles. Greyson me insistiría y si hacía falta me amenazaría, y Aidan se pondría pesado… Sé que para él era importante que los firmara. Quería que yo le viera como un hijo…. Y la verdad, insultándole como lo había hecho no ayudaba… Una parte de mí empezaba a sentirle como a un padre….Creo que esa era la parte que me provocaba esa molesta sensación en la boca del estómago.

No, no podía ser eso. Ese malestar tenía que ser otra cosa. Algo que me había sentado mal, miedo y nervios por TODO lo que tenía encima…las lágrimas de la enana….

Lo cierto era que no me sentía hermano de Ted. Ni de Alejandro. Ni de los gemelos. La persona qué más me hacía sentir su hermano era el bicho pegajoso y plasta…la inocente Hannah y su entusiasmo hacia todo lo que tuviera que ver conmigo. A ella no le importaba si yo era un estafador o un hijo modelo. Sentía hacia mí una fascinación infantil… y yo había herido sus sentimientos.

Vale, tal vez  me sintiera culpable por eso. Pero la enana y yo ya habíamos arreglado las cosas.

Entonces, ¿qué? ¿Ted tenía razón? ¿Esa sensación extraña en mi estómago era mi conciencia diciéndome que me había pasado con Aidan? ¡Cosas peores había hecho, y no me había sentido así!

“Eso es porque nunca antes habías conocido a una buena persona” replicó mi conciencia, y contra eso no tuve ningún argumento. Recordé mis primeras impresiones…

Le calé enseguida. Aidan llevaba la palabra “buenazo” en la frente. Timarle iba a ser…estaba siendo… demasiado sencillo. Me bastó un vistazo de su imponente figura (en serio, ¿ese tío descendía de un gigante?) para entender que era de esas personas que actúan pensando en el bien ajeno antes que en el propio.

Debajo de mi almohada en la cama del hospital había un micrófono. Yo lo sabía, pero en algún momento dejó de importarme, porque aquello se convirtió en algo más que una interpretación para mí. Casi todo lo que dije, para mi vergüenza, fue sincero. Greyson se lo pasó muy bien escuchando mi primera conversación con Aidan, en el hospital. Cuando Aidan y Ted se fueron y él se reunió conmigo, me puso la grabadora mientras se agarraba las costillas de tanto reírse: *

-         ¡Que me sueltes hijo de puta! Conozco mis derechos ¿vale? ¡No puedes hacer esto! – había gritado yo, y mi voz sonaba muy enfadada. Bueno, tenía mis motivos. Esa mujer quería inyectarme y yo no podía estar seguro de que fuera insulina. Vale sí, sabía que lo era. Greyson no me haría daño, me necesitaba…. pero tal vez si yo enfermaba podía lograr que su plan fracasara. Necesitaba provocarme otro shock.

-         ¿Que no puedo qué? ¿Impedir que te suicides? – replicó Thony. El pobre era tan tonto como bueno. En serio. Delante de sus narices tenía un poli corrupto y era incapaz de verlo. Él me conocía algo mejor que los demás. ¿Cómo podía haberse tragado aquello de que me había escapado justo cuando iban a darme el tercer grado y todo por “no querer salir de la cárcel”?  ¡Claro que no quería salir, pero porque fuera me esperaba algo peor! Greyson me haría robar de nuevo. Peor que eso. Quería que hiciera daño a la familia de mi hermano, del único que tenía. Mi única opción había sido escapar. Pero no, yo tuve que dejar pistas con fajos de billetes porque me sentía culpable por haber robado a todas aquellas personas…En especial a aquella ancianita….Greyson tuvo que amenazarme con su pistola para que  entrara en aquella casa.

-          ¡Si no quiero tratarme no me pueden obligar! ¡Soy mayor de edad! Y si no…¿ y ese quién es? – respondí, y me interrumpí al ver entrar a Aidan. Greyson me había enseñado  fotos suyas pero no sabía que era tan grande. ¿Dios mío, y si ese hombre me descubría? ¡Podría partirme en dos como si fuera una ramita! En la calle hay una regla clara: ¡no te metas con los que son más grandes que tú!  En eso estaba pensando cuando sentí un pinchazo. - ¡Au! ¡Puta, eso ha sido a traición!

-          Dios, éste niño es insoportable – dijo Thony. Oye, ¡pues él tenía sus momentos y nadie le decía nada! Me hubiera defendido, pero empezaba a sentirme cansado por algún motivo y además él dirigió su atención a Aidan  - ¿Usted es el señor Whitemore? Me dijeron que tal vez viniera a visitar al chico.

-         ¿Whitemore? – pregunté, aunque ya lo sabía. Creo que sólo necesitaba confirmarlo. Además, se suponía que no le había visto nunca, ni siquiera en foto. Esos detalles eran los que había que cuidar para que la farsa resultara creíble.  - ¿Aidan Whitemore? No puedes ser Ted, eres demasiado viejo y eres blanco, así que doy por hecho que eres Aidan.

-          Y tienes razón. Hola, Michael. – me dijo. ¿Por qué mi nombre sonaba así en sus labios? ¿Por qué de pronto me sentía como un crío  vulnerable? Sentí que tenía que hacer algo para no parecer tan… frágil.

-         ¡No me llames Michael! ¡Soy M.!

-         Está bien, M. Es… esto… un placer conocerte… - susurró. Mi reclamo había sido algo infantil y su forma de reaccionar me hizo darme cuenta de que debía estar acostumbrado a ese tono. Normal… ¡con once hijos!. Recordé entonces que yo iba a ser el número doce… Si me ceñía al plan de Greyson haríamos que Aidan me adoptara. Me parecía tan… rastrero … hacer eso. Por más errores que cometiera mi padre como persona, me había transmitido los suficientes valores como para saber dónde estaban los límites entre ser un cabrón y ser un hijo de puta.  Lo mejor para todos era si Aidan demostraba ser inteligente y decidía que yo le importaba una mierda…. Pero algo en su expresión me decía que no sería así.

Tendría que hacerme odiar, entonces. No era muy difícil. Mucha gente eme odiaba.

-         Escúchame, vieja zorra, no vuelvas a inyectarme la insulina contra mi voluntad si no quieres que…  - le dije a la enfermera.

-         Oh, pero si eso no ha sido la insulina. Eso fue un calmante, para que te estés quieto. No puedo arriesgarme a que rompas la jeringa con la insulina. – me interrumpió ella.

Mierda. No podía permitirme estar confundido por el sueño. Podía decir muchas tonterías y cagarlo todo.

-         ¡Hija de puta!

-         ¿Podrías dejar de insultar a esta buena mujer? – me dijo Aidan. Le miré con curiosidad. Hacía mucho que no oía ese tono de voz, como de regaño. El de Thony a veces se parecía un poco.

- ¿Por qué? ¿Te molesta?

-         Pues sí, la verdad es que sí.

No sé por qué me dieron ganas de llevarle la contraria. Ver si se cabreaba un poco.

-         Ya ves lo que me importa. – le dije.

-         Esperaré fuera – interrumpió Thony. - Llámeme si ocurre algo. No la armes, Michael.

Grr. “No la armes, Michael” “Ten cuidado, Michael” “No hagas el tonto, Michael” Siempre dando órdenes. SIEMPRE. ¿Es que venía con la placa?

-         Vamos chucho, a vigilar como buen perro hasta que tu amo te suelte la correa – le espeté. El muy idiota no sabía que cumplía órdenes de un capullo. “Servir y proteger” ¡Y una mierda!.

La enfermera también se fue para traer la insulina. Y mi opinión no contaba para nada, como de costumbre.

-         ¡Ni lo sueñes, zorra!

-         ¿Es que no tienes otras palabras? – me preguntó Aidan. Se le veía que empezaba a frustrarse. Decidí seguir con mi plan de averiguar cuál era su límite.

-          Oh, sí, tengo muchas. Zorra, puta, ramera, furcia, fulana, perra, "mertetriz"

-         Se dice meretriz. No es éste el encuentro que había imaginado. – respondió. Eso me molestó. ¿Acaso estaba insinuando que yo no era lo bastante bueno para él?

-         Sí, yo tampoco. Definitivamente tu no estás a la altura. ¿Lo ves? Por eso era mejor que no nos conociéramos.

-         Como veo que sabes perfectamente quién soy, ¿sabes también por qué estoy aquí? – me dijo. ¿Qué se supone que debía responder a eso? Noté que el calmante comenzaba a actuar más en serio, y  la pregunta me resultó confusa.

-          Yo que sé. Esos maderos te habrán avisado a ti porque Teodhore es menor de edad y es mi única familia.

-         Le llamamos Ted – explicó. Ted. Me gustó como sonaba. También me hubiera gustado conocerle, pero Aidan no le habría traído consigo. Thony me habría prometido que le vería. Era un imbécil. Grsh.

-         No me extraña. Con ese nombre de mierda – respondí, entre bostezos, y cerré los ojos. No quería dormirme, pero mi cuerpo no me hacía caso.

-         Se lo puse yo. – replicó. Eso me daba curiosidad. Yo sabía casi todo sobre sus vidas, pero había algo que ninguno de los investigadores de Greyson habían podido explicarme: ¿por qué adoptó a sus hermanos?

-         Eso no cambia que sea un nombre de mierda. – dije, y tuve que hacer un gran esfuerzo por no empezar a roncar en ese mismo momento. Creo que hasta empecé a soñar despierto, y todo. Se me aparecieron algunas caras. - Me estoy durmiendo…

-         Te hará bien descansar. Cuando te encontraron estabas muy grave…Ahora se te ve mejor, pero sigues necesitando la insulina. – dijo Aidan. Si no fuera imposible, hubiera dicho que sonaba preocupado.

-         Tú no lo entiendes. Si me duermo él vendrá. – susurró mi voz, que no mi cerebro, porque él ya estaba dormido.

Greyson me reprodujo aquella conversación grabada al menos tres veces, felicitándome porque según él había hecho muchos progresos. Parecía un crío haciendo de rabiar a su padre.  Aquella interacción le confirmó que Aidan iba a estar dispuesto a adoptarme. Se partió con el hecho de que me pusieran la insulina a traición.

Y si eso le causó gracia, tiempo después, cuando tuve otro tipo de “conversación” con Aidan, de esas en las que habla su mano, Greyson no dejó de tomarme el pelo. Pero, aunque fue humillante, vergonzoso y en ese momento odié a Aidan con todas mis fuerzas… se sentía bien que alguien se preocupara por mí. Que alguien se esforzara por lograr que yo hablara bien, y que se angustiara cuando desatendía las órdenes del médico. Que dijera que estaba dispuesto a ir a verme a la cárcel. Ese hombre, en tan sólo media hora, me demostró que me quería. Él mismo me llamó hijo.

… pero yo no lo era. Yo no era su hijo. Por eso, días después de aquella conversación, decidió no castigarme. Por eso decidió no tomarse esa molestia conmigo. Ted ya lo había dicho: cualquier otro de haber hecho lo que hice yo hubiera acabado mucho peor.  A sus hijos SI les habría castigado. Por fin supe qué era ese dolor en mi estómago. No era culpabilidad. Era la certeza de que para Aidan yo no era un hijo más…. Y estaba bien así. Después de todo yo no lo era.

- Aidan´s POV -



-         … “pa...parrr…”

-         Para, cariño.

-         “Para cariño”

-         No, bebé. No es “para cariño”, es para.  – dije, sonriendo. Alice se había llevado el champú a su habitación e intentaba leer lo que ponía en la etiqueta. – Mira princesa. La p con la a suena “pa”…

-         ¡Cómo papá!

Me reí, y la di un beso.

-         Sí, bebé, como papá.

-         Tonces ¿qué pone aquí?

-         “Para cabello rizado”. Osea, para las personas que tienen el pelo como papá. Por eso tú usas este otro, que es para princesitas hermosas con el pelo liso y bonito.

-         ¿Y hay un “shampú” para cada uno? – me preguntó muy interesada.

-         No, bebé – me reí, y terminé de ponerla los calcetines. – Ale, ya estás.

-         ¡No, aún no!

-         ¿Qué te falta?

-         ¡Un betito!

La cogí en brazos y la di varios besos, totalmente encandilado por esa pequeña. En eso estaba cuando entró Hannah en el cuarto. Llevaba un papel en la mano y parecía muy concentrada.

-         ¿Qué tienes ahí, cielo?

-         Un dibujo.

-         ¿Para quién?

-         Para Dylan. Lo ha hecho Kurt, pero yo lo coloreo.

-         Sin “macadones” – apuntó Alice, y yo me estremecí. Le hice una caricia a cada una y me fui a ver a mi bebé más especial.

Dylan estaba en su cuarto, tan tranquilo, mirando su libro. Tenía más de uno, pero siempre leía el mismo una y otra vez. Me senté a su lado en la cama y reviví aquellos terribles momentos, cuando mi niño se ahogaba delante de mí. 

-         Hola papi – dijo Kurt, bostezando desde su propia cama.

 - Hola, bebé. ¿Tienes sueño?

-         Sip.

-         ¿No quieres cenar?

-         ¿Hay algo rico? – preguntó con astucia.

-          Ah, no, campeón. Si tienes más sueño que hambre y no quieres cenar está bien, pero no vale elegir en función de la comida.

- ¿Puedo tomar sólo el postre?

- Nop.

- ¡Malo! – protestó, poniendo morros. Traté de no reírme y ayudó que Michael entrara en ese momento, distrayéndome. Creo que me buscaba a mí.

Dylan se irguió entre mis brazos y se levantó para ir a por Michael. Le abrazó muy despacio.

-         Gracias por salvarme. – dijo Dylan, sin un solo titubeo, sin la más ligera afasia, sin trabarse. Michael parpadeó.

-         De nada.

-         Aprovéchate de ese abrazo, que normalmente no los regala e.e – le aconsejé. - ¿Cómo va tu mano?

-         Esto… bien… - musitó, sin mirarme.

-         ¿Pasa algo? ¿Te duele?

Silencio. Me acerqué a él.

-         ¿Michael?

-         Siento la forma en la que te hablé antes. – soltó, y creo que le costó mucho decirlo. Sonreí un poco.

-         Lo sé. No te preocupes.

-         Sí me preocupo, porque me perdonaste muy fácil.

Fruncí el ceño. ¿A qué venía eso? ¿Estaba preocupado porque yo no me había enfadado? Me pareció que eso era algo que debíamos hablar en privado, así que me levanté para salir del cuarto de los peques, e indiqué a Michael que me siguiera. Nos quedamos en el pasillo.

-         Te has disculpado. Acepto tus disculpas. ¿Qué otra cosa esperabas? – le pregunté.

Él se mordió el labio.

-         ¿Qué hubieras hecho si el que te insulta es Kurt? – me preguntó.

-         Kurt no sabe esas palabras…

-         Si las supiera.

-         Le habría… en fin, le habría dado unos azotes, sabe que no puede decir tacos. ¿A dónde quieres llegar?

-         …¿Por qué a mí no?

-         ¿Pero no fuiste tú el que me dijo que te escuchara, que  ya eras mayor, que había otros métodos, y no sé qué más?  - pregunté, confundido.

-         Sí, pero ¿por qué me escuchaste?

-         Michael, no te entiendo.

-         Da igual, déjalo. – bufó. -  Se ve que no te da la neurona.

-         ¡Eh! No empieces otra vez con las agresiones. Habla conmigo. ¿Preferías que no te escuchara? Siempre que me digas algo te escucharé. No siempre estaré de acuerdo contigo, pero siempre te escucharé.

-         Es porque no soy tu hijo ¿verdad? A ellos les habrías castigado, pero a mí no porque sólo soy un…. acoplado.

Le miré fijamente, y él sostuvo mi mirada. Mastiqué sus palabras con cuidado, y luego, impulsivamente, le agarré del brazo y le ladeé un poco.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

-         ¡Auch!

-         Tengo muchas formas de demostrarte que eres mi hijo y esta no es de mis preferidas, pero si te va a hacer dudar sobre el puesto que ocupas en ésta familia lo soluciono ahora mismo.

-         ¡No, no hace falta! – exclamó horrorizado, y creo que exagerando un poco, porque no fueron fuertes para nada. Sonreí, y le abracé.

-         Michael, si no te castigué como al resto de mis hijos fue porque sé que algo muy malo te pasó en tu primer día. Encontramos otra forma de solucionar las cosas, y quiero darte la oportunidad de ver si funciona… Tratarte como el adulto que dices ser, aunque al mirarte yo vea a un niño. A mi niño. Con tus hermanos tengo una confianza creada por los años, pero contigo aún no. Tú no me has contado muchas cosas sobre ti y me parece injusto ser duro contigo cuando aún no tuve la ocasión de ser blando. No eres un acoplado, y no vuelvas a llamarte eso nunca. Eres mi hijo. Pase lo que pase siempre serás mi hijo. Incluso aunque no me llames papá.

Michael me abrazó con mucha fuerza, y por primera vez sentí que ese chico necesitaba mucho mis abrazos. Me hubiera gustado decirle  muchas cosas más, mimarle mucho tiempo más, y asegurarme de que le quedaba claro que era parte de mi familia, pero escuchamos un ruido muy fuerte, y los dos entramos corriendo de nuevo en la habitación de Dylan y Kurt.

-         ¿Qué ha pasado?

La  habitación estaba iluminada sólo por la luz de la mesilla. Kurt estaba en el suelo, tirado de mala manera, lloriqueando un poco. En las manos tenía el plástico que antes había en el techo… se había colgado de la lámpara, y se había caído. Él sabía que no podía hacerlo. Por alguna razón para los niños hiperactivos las lámparas eran muy tentadoras, pero yo le había dicho a Kurt mil veces que nada de colgarse del techo porque… bueno, porque podía pasar eso.

-         ¡Kurt! ¿Se puede saber lo que has hecho?

Me dirigí hacia él, para levantarle y ver si se había hecho daño, pero tal vez parecía que mis intenciones eran otras, porque él lloró más fuerte, y Dylan se agarró a mi pierna.

-         ¡Papá, duele! – dijo Dylan.

-         ¿Duele? ¿Qué duele, cariño?

-         Aquí. – se señaló el costado. – Duele como Ted.

-         ¿Te duele como a Ted? – le pregunté, incrédulo. Me agaché, y levanté su camiseta, para ver si se había golpeado. No veía nada, y desde luego no parecía estar sufriendo una apendicitis. Le miré desconcertado.

-         Michael´s POV –

Puto.
Enano.
Manipulador.

Tenía un competidor de ocho años, un mini tramposo con carita angelical y encima…¡fingía mejor que yo, el cabrón!

Aidan no pareció darse cuenta, pero yo entendí el patrón enseguida. Antes, aquella tarde en el salón, yo estaba gritando a Aidan, estaba “siendo malo”, y Dylan se tragó un macarrón, con tan mala suerte que casi se asfixia. Después Kurt había roto una lámpara y Dylan fingía dolor en el costado.

El microbio se hacía daño o fingía hacérselo para salvar a sus hermanos de una bronca…¡y lo peor es que le daba resultado!  Después de todo, Aidan no se había enfado conmigo. Decía que yo también era su hijo y aún así no se había enfadado. ¿Y por qué? Porque tenía menos carácter que una medusa, desde luego, pero también, porque Dylan le había distraído.

Puto.
Enano.
Manipulador.

-------------------------


* N.A.: Es la misma conversación que puse en el capítulo 12, “Rencor”, desde los recuerdos de Michael. Espero que todo se entienda bien. No voy a entrar más en detalle sobre cómo sucedieron las cosas en verdad cuando Aidan creía que estaba rescatando a Michael, para dejar algo a la imaginación, pero creo que a grandes rasgos se entiende que todo era un plan de Greyson, con partes de verdad porque Michael no deja de ser un crío que necesita un padre.

7 comentarios:

  1. Ahhh :@ tonto Greyson!! Mira que hacer un plan tan elaborado para estafar a Aidan 77'
    Michael me encanta y pues ojala y pueda librarse de Greyson y ser feliz con su nueva familia
    Oww :3 Dylan jeje distrayendo a su papá y bueno me causo mucha gracia lo de puto enano manipulador
    Me queda una duda que dice el testamento de Andrew?
    Te quedo genial Dream ya extrañaba a esta familia :D

    ResponderBorrar
  2. Me encanta tu historia, espero que mike se libre del malvado de Greyson, espero la continuación, por fa no me hagas esperar mucho, siiiii.

    ResponderBorrar
  3. ¡Uuyy pero que bueno se esta poniendo ésto!,si hasta se me hizo poco!
    Te extrañaba Dream! ¡Que bueno que ya estas de regreso!
    Me encanta como vas aclarando las cosas,amo a todos estos chicos y espero que luego ,luego le den su merecido a ese "puto Greyson manipulador"que atormenta al pobrecito Michael .
    Cariños Lili.

    ResponderBorrar
  4. Ahhh Dream....es tan bonito leer la necesidad de Michael de integrarse a una familia...y que la conciencia haga de las suyas...jajajaj... Dylan me dio risa....pero mas que digan que es un puto enano manipulador. En cuanto a Greyson espero a que Aidan le de su merecido...cuando se entere...

    ResponderBorrar
  5. ¡¡SIII;SANHA TIENE RAZÖN;!! ¡¡QUE AIDAN LE DE SU MERECIDO A ESE DESGRACIADO DE GREYSON!!
    Y de paso Michael se de cuenta de que su padre no es un débil que solo tiene estampa y porte,por el contrario ,que Aidan por sus cachorros es una fiera!!
    Gracias Dream!! y feliz de poder saber nuevamente de ti y disfrutar de tus enanos!!
    Marti.

    ResponderBorrar
  6. Espero que no engañen a aidan es una persona de buen corazón y con muchos hijos . Me encanta tú historia.
    Mary

    ResponderBorrar
  7. señorita estoy esperando que pronto Aidan descubra al muy grandisimo poli corrupto y ed a Miche un escarminto por mentir, y un abrazo para que sepa que siempre, siempre ppuede contar con el para blanco o negro

    ResponderBorrar