Páginas Amigas

miércoles, 23 de julio de 2014

Nicholas Harrow



Lo que viven los soldados cuando están en una guerra es indescriptible. Ves morir a amigos, desconocidos, de un bando y de otro y tú, tú luchas por seguir viviendo sin importarte a quien mates mientras él no acabe contigo. Nunca le desearía a nadie pasar por lo que estoy pasando yo ahora mismo. Me llamo Nicholas Harrow, tengo 17 años y estoy en la Guerra Civil Rusa a favor de los Bolcheviques. Voy a contaros un poco de mi historia y así veréis como llegué a esta situación…

11 de Agosto de 1900 mi madre, Mary Harrow nos dio a luz a mi y a mi hermano gemelo Izan. Ese día también fue el último con vida de mi madre que no resistió al doble parto. Yo no recuerdo mucho de ella pero según lo que me han contado, era una joven campesina muy guapa y amable que sabia siempre como solucionar los problemas. Al morir mi madre, mi padre no lo soportó y decidió poner fin a su vida colgándose del puente más cercano sin importarle dejar huérfanos a sus dos hijos recién nacidos. Tras esto fuimos adoptados por el señor Morrison. Este hombre, caracterizado por su gran fortuna, nos acogió con el fin de que algún día le sirviéramos de esclavos. Fuimos criados mayormente por su criada Thalia. Esta mujer de mediana edad podía ser todo lo simpática que quisieras pero más te valía no tocar su cocina. Recuerdo que una vez el señor Morrison nos había castigado a mi hermano y a mi sin cenar por romperle una ventana y un jarron jugando a la pelota. Nos moríamos de hambre y bajamos a escondidas a la cocina a por algo de comer. Encontramos las sobras de la cena que estaban guardadas para el perro de señor Morrison, Dick, un chucho asqueroso que le ladraba a todo el que osara acercarse a 20 pasos de la casa. Nos comimos lo comestible de esas sobras y cuando acabamos nos giramos para irnos y…allí estaba Thalia mirándonos con enfado. Cogió a mi hermano, lo giró y le dio tres fuertes azotes que le  hicieron soltar un grito de dolor. Luego quería hacer lo mismo conmigo pero corrí a esconderme pero no llegué muy lejos porque tropecé y me caí. Thalia me cogió, me levantó del suelo y miró que no me hubiera hecho daño.  Tras asegurarse que estaba bien me propinó los azotes que le había dado a mi hermano y dos más por intentar huir. Al contrario que Izan, no grite, me limité a llorar en silencio y eso debió ablandar a Thalia porque se le quitó la cara de enfado y me abrazo con fuerza.
Así entre travesuras crecimos hasta llegar a los 10 años cuando el señor Morrison entró en bancarrota y tuvo de despedir a sus sirvientes y vender la mayoría de cosas de la casa. Fue muy duro despedirse de Thalia a la que habíamos cogido mucho cariño. No pudimos evitar llorar al verla montar en el carro con las maletas diciendo un adiós.
Al señor Morrison no le sentó bien quedarse sin sus fortunas y criados así que, se encerró en su despacho o lo que quedaba de él y con una botella de alcohol o dos, se emborrachó y lloro todas sus penas hasta que al no poder más cogió su revólver y dio fin a su vida de un balazo en  la cabeza. Volvimos a quedarnos solos.

Ahora pensareis que pobres niños, perder a tanta gente a tan tierna edad… ¡pues no! Perder a la gente antes fue lo mejor que nos pudo pasar antes de entrar en el ejercito. No teníamos a nadie por quien preocuparnos ni por quien sufrir. Solo luchar por nuestra propia vida. 

7 comentarios:

  1. ¡me gusto mucho!
    ¡mas por favor!,continúa con estas aventuras!

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  2. Continuación please!!
    Mujer que relato mas interesante y atrapante has escrito :)
    Quiero saber mas de estos chicos please
    Te quedo genial
    Saludos

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  3. Waooo... contar esto en pocas líneas...re-waoooo excelente....

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  4. Maryyyyyyy que linda historia, por favor, no te atrases esta hermosa me encanto

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  5. Mary excelente espero una continuación para ver que les depara el destino a estos jovencitos

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  6. Mary te quedo de lujo este corto, espero que te animes a continuarlo
    Mira que me dejaste bon ganas de leer mas.... mucho mas

    estrella

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