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lunes, 16 de febrero de 2015

Capítulo Sexto



Capítulo  Sexto

Carlitos estaba saltando encima de la cama de sus padres, sus padres habían saldo un momento y lo habían dejado solo. Bueno no del todo solo, Valerio estaba con él, pero estaba encerrado en su habitación haciendo los deberes. Así que Carlitos en cuanto escuchó el coche de su padre alejarse corrió a la cocina, agarró una silla se subió y agarró de la alacena las galletas de chocolate que su madre le racionaba como si estuvieran en una isla desierta. Carlitos no sabía porque su madre le tenía tanta manía a las galletas y pastelitos, parecía que le hubieran hecho algo bien feo, porque cada vez que Carlitos le pedía en el super que le comprar alguna, le ponía mala cara y le decía que no necesitaba tanta bollería industrial. Carlitos no tenía ni idea de que narices era eso de la bollería industrial, pero servía para que su madre no le comprara pastelitos y en cambio le diera mandarinas u otra pieza de fruta. ¡Cómo se va a comparar la fruta a una galleta con pepitas de chocolate!
Carlitos devoró las galletas como si fuera el monstruo azul del programa ese infantil, y después abrió la nevera y se tomó uno de los refrescos que su madre compraba cuando Valerio se quedaba en casa. De esos que hacía cosquillas en la boca y estaban riquísimos. Una vez lleno el buche, Carlitos corrió a la habitación de sus padres, el santo-sanctórum de Carlitos. Porque allí estaban todos los juguetes que sus padres le habían confiscado alguna vez por alguna tontería de las suyas. Como la pistola de burbujas de jabón, se la dio Dani, un amigo del cole, y era superchula e inofensiva. Pero como su padre, es un torpe, y se resbaló porque el suelo estaba lleno de agua con jabón, se la quitaron. O también estaba el bazuca de pelotas de tennis, el mismo que se disparó accidentalmente contra el portátil de su madre, al portátil no le pasó nada, pero el pobre bazuka se vio relegado al baúl de los juguetes requisados y el trasero de Carlitos también se llevó lo suyo aquella vez. Su madre se puso como una furia, Carlitos aprendió entonces que cuando su madre deja el portátil en la mesa del salón no hay que jugar cerca. Es gracioso si se deja él cosas por medio y se rompe aún se lleva una bronca, pero si se la dejan sus padres  y se rompen se lleva igualmente él la bronca.
Valerio salió de su cuarto cuando escuchó el alboroto que hacía su hermano, cuando lo pilló en la habitación de Genève  y de su padre saltando como un canguro sobre la cama, se quedó pasmado. En toda su vida jamás había entrado en la habitación de sus padres in que ellos le hubieran dado permiso, era como algo super tabú. Era como meter la mano en el bolso de su madre, no sabía porque pero estaba mal. Valerio se puso serio y le dijo a su hermano que saliera de la habitación de sus padres de inmediato, pero Carlitos se lo estaba pasando superbién.
-         Carlitos, te he dicho que dejes ya de saltar y salgas de la habitación (dijo poniéndose las manos en la cintura como hacía Lourdes cuando se le acababa la paciencia).
-         Nooooooooooooooooooo jajajaja (sin dejar de brincar).
-         Carlitos, si papá y Genève  se enteran que has entrado aquí sin su permiso te la cargas.
-         Nooooo, mamá me deja entrar (mintió descaradamente).
-         No te lo crees ni tú. Anda, sal (dijo Valerio indicándole con la mano que saliera).
-         No quiero, me lo estoy pasando muy bien (dijo con una cara de sinvergüenza demasiado genuina para un niño de 4 años)
-         Carlitos, que bajes de ahí, ahora mismo (dijo agarrándolo por el brazo y sacándolo de la cama. Carlitos al verse manipulado de esa manera se enfadó y le dio una patada en la espinilla a su hermano. Valerio se doblo del dolor, como un pie tan pequeño puede hacer ese daño) auuuuuuuuuuuuu joder Carlitos
-         Aaaaaaaaaala has dicho una palabrota (dijo fascinado) se lo diré a papá.
-         Dile también que estabas en su cuarto saltando sobre su cama y me has arreada una patada (dijo furioso Valerio, aguantándose las ganas de llorar, los niños de 12 años no lloran).
-         ¿Te he hecho daño? (dijo preocupado Carlitos al ver que su hermano estaba doblado con ambas manos en la espinilla)
-         ¿Tú que crees, Einstein? (dijo con rabia) Venga, ayúdame a estirar la colcha para que tu madre no se de cuenta que has entrado (dijo poniéndose erguido aunque aun le dolía).
-         Vale, pero a cambio me dejarás jugar con tu teléfono.
-         Tío, has sido tú quien ha desecho la cama, has sido tú quien ha entrado aquí sin permiso y se ha puesto a saltar sobre la cama ¿y he de dejarte yo mi teléfono? Además no es un juguete
-         Pero tu juegas con él
-         Yo soy mayor
-         Yo ya voy al cole de los grandes, ya soy mayor también (dijo cruzándose de brazos y poniendo morros).
-         Eres un retaco, y no te voy a dejar mi teléfono, que lo rompes todo (dijo enfadado)
-         Eso es mentira y te odio (y le volvió a dar otra patada en la misma espinilla y salió corriendo)
-         Aaaaayyy (y esta vez si que salieron dos lagrimones como dos melones) te voy a matar enano (dijo echando a correr tras su hermano, pero Carlitos ya se había metido en su habitación y se había puesto su cama detrás de la puerta para evitar que su hermano entrara y le matara). Abre enano (dijo intentando abrir la puerta)
-         Nooooo eres un cara culo y no te voy abrir, y le diré a papá que has sido malo conmigo y que has dicho una palabrota (gritaba a través de la puerta Carlitos)
-         Carlitos, abre (dijo haciendo fuerza pero solo conseguía mover unos milímetro la puerta y estaba seguro que estaba reyando la puerta por el otro lado). Venga Carlitos (dijo sonando más relajado) ya se me ha pasado, ya no quiero matarte, venga sal y te daré uno de los pastelitos que mi madre me ha puesto para desayunar esta mañana, no me lo he comido y es de chocolate blanco (sabiendo que le encantaba).
-         No te creo (gritó) si salgo me vas a pegar (esa era precisamente la idea de Valerio). Además ya he comido galletas (Valerio se quedó unos segundo analizando eso último. Entonces salió corriendo hacia la cocina para ver con horror el festín que se había metido su hermanito. Genève lo iba a matar por haber dejado que el enano se comiera toda esa porquería, hasta se había bebido una Pepsi, esa noche no iba a dormir ni con somníferos).
-         ¡Carlitos! Te has zampado todas las galletas y la Pepsi (tu madre te mata)
-         Nooooo, porque no se va a enterar.
-         Claro porque tu madre es estúpida (dijo Valerio, con sarcasmo y rodando los ojos)
-         No digas eso de mi madre (dijo dándole otra patada en la misma espinilla que antes)
-         Auuuu joder! (grito entre dientes)
-         Se lo diré a mamá, le diré que le has dicho estúpida.
-         Era sarcasmo, joder, Carlitos! (dijo resoplando, Valerio se remangó el pantalón y el enano le había levantado la espinilla, al ver la sangre Carlitos se puso a llorar)
-         Bwuaaaaaaaaa lo siento, bwuaaaaaa lo siento Valerio, no te enfades bwuaaaaaaaa bwuaaaaaaaaaaa (Carlitos bordaba la carita de huerfanito abandonado a su suerte)
-         Y ahora encima te pones tú a llorar. Carlitos, para ya, joooo, Carlitos, he dicho que dejes de llorar (Valerio no soportaba ver a Carlitos ni cuando, como en ese caso, eran lágrimas de cocodrilo). Venga Carlitos, para, no es anda, solo un poco de sangre, le pongo una tirita y ya está.
-         Te la pongo yo! (dijo dejando de llorar de golpe)
-         Vaaaaaaaaaaale (dijo derrotado Valerio mientras se dejaba arrastrar hasta el baño)
-         Siéntate, te voy a curar (le dijo Carlitos obligándole a sentarse encima de la tapa del wáter). Valerioooo, no llego al botiquín (Valerio resopló de nuevo y se levantó y agarró la banqueta y abrió el botiquín y sacó la caja de tiritas) noooo, esas nooo, las de dinosaurios, las de dinosaurios curan mejor (Valerio no quería volver a ver un berrinche así que agarró las de dinosaurios) dame! (dijo muy dispuesto Carlitos) siéntate, Valerio te voy a curar (dijo como lo haría Genève y sacó las tiritas de la casa y despegó una y fue a ponérsela sobre la herida).
-         Espera, primero se tiene que lavar
-         Es verdad, yo te la lavo.
-         Carlitos, me la puedo lavar yo mismo (dijo poniéndose de píe)
-         NOOOOO (CHILLÓ Carlitos) ¡yo te la lavo! ¡Yo te curo! (dijo enfurecido Carlitos. Valerio respiró hondo y se dejó hacer, después tendría que limpiar también el baño)
-         Vaaaaaaaaaaale (Carlitos sonrió y le puso la herida debajo del grifo del bidet, salpicándolo todo en el proceso).
-         ¿Te pongo merbromina?  Mamá me pone cuando me hago pupa, pero escuece
-         No es para tanto, no está infectado (no iba a reconocer que a él tampoco le gustaba que le pusieran merbromina).
-         Aaaaah, entonces, solo la tirita (y le puso la tirita y después le dio un beso sobre la tirita) Cura sana, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana (dijo Carlitos y Valerio no pudo evitar reírse)
-         Es lo que dice mamá (dijo con las orejas rojas)
-         Si ya lo sé, mi madre también me lo decía (dijo Valerio intentando ponerse serio)
-         Se cura antes (le explicó Carlitos)
-         Seguro (dijo revolviéndole el pelo como su padre hacía con él mismo). Anda ayúdame a limpiar todo el desastre que has hecho antes que lleguen papá y Genève  regresen.
-         No se lo dirás a mamá y papá, verdad? (preguntó preocupado)
-         ¡No! (dijo indignado Valerio) bueno, solo si me ayudas a recogerlo todo (se lo pensó mejor, a ver si así lograba que el renacuajo dejara de portarse como el demonio de Tasmania y le ayudaba un poco a recogerlo todo). Tú estira la colcha de la cama de tus padres, yo limpio el baño y después agarraré la caja de las galletas y la lata de Pepsi y la tiraré al contenedor
-         ¿al contenedor? ¡Pero el contenedor está fuera! (Carlitos sabía que aunque Valerio fuera grande, sus padres no le dejaban salir de casa sin permiso).
-         Si, solo iré a la esquina, no me mires así, no es como si me fuera al extranjero.
-         Papá se enfadará mucho si salimos de casa sin permiso.
-         Papá ni se enterará iré muy rápido, ni un minuto, tu cuenta y ya verás, no tardó ni 30 segundos.
-         Solo sé contar hasta 20 (dijo poniendo pucheros).
-         Pues cuenta dos veces hasta 20 (Valerio sabía que eso eran 40, pero también sabía que Carlitos eso no lo sabía. Carlitos se dio por conforme y corrió al dormitorio de sus padres a estirar la colcha para que no se dieran cuenta que había estado saltando encima de su cama. Valerio agarró una de las toallas y empezó a secar el agua que había en la pared y en el suelo. Una vez todo secó fue a la cocina y puso la toalla dentro de la lavadora y metió en una bolsa la caja de galletas vacía y la lata. Carlitos corrió hacía la cocina donde estaba su hermano).
-         Venga que cuento (dijo ansioso).
-         Muy bien, pero no empieces hasta que salga por la puerta ¿eh?
-         ¿Los escalones cuentan? (preguntó Carlitos que se lo tomaba muy en serio su labor de cronómetro humano)
-         NO, cuenta  a partir de que salga de la puerta de la verja de la entrada (dijo Valerio y Carlitos asintió muy solemne) ¿preparado?
-         No, eso me toca decirlo a mi, Valerio (dijo dándole un manotazo en el brazo, al menos esta vez no había sido muy fuerte. Valerio rodó los ojos)
-         Pues dilo (ya impaciente Valerio).
-         ¿preparado? (dijo poniéndose muy erguido)
-         Si (Valerio también se puso serio)
-         ¿Listo?
-         Si
-         ¡Ya! (gritó con mucha efusividad y Valerio salió corriendo como si fuera una olimpiada. En cuanto Valerio desapareció tras la puerta de la verja, Carlitos empezó a contar) uno, dos, tres,…cuando iba por al 14 de la segunda vez, Valerio a apareció por la puerta, corriendo como si acabara de hacer la maratón. Carlitos dejó de contar y empezó a saltar y a gritar hurra hurra) ala Valerio eres más rápido que Flash! (dijo super orgullosos de su hermano mayor)
-         Jajaja casi (dijo sacando pecho Valerio). Eeeeh ni una palabra de esto a papá o tu madre, que me las cargo ¿eh? (dijo Valerio alzando una ceja y poniéndose ambas manos en la cintura como hacía su padre)
-         Noooo (dijo haciéndose una cruz sobre el pecho), ni una palabra (Carlitos estaba convencido que no había nada que molase más que tener secretos con su hermano).
-         Ok, ahora vamos al salón a ver algo de tele hasta que lleguen papá y Genève, y no más saltos ni pastelitos ¿eh?
-         Jajajaa nooo, ya no puedo más, estoy lleno (Valerio rodó los ojos y negó con la cabeza, pero se cargó a su hermano a las espaldas y se lo llevó como si fuera un caballo, relinchando y todo, hasta el salón)


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