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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 13: Familia




 


Chapter 13: Familia
 


N.A.: Este capítulo no es apto para diabéticos, porque contiene alto contenido en azúcar xD Una, que tiene días cursis, qué le vamos a hacer.
 


Chris pasó el resto de la mañana en aquél sofá, leyendo a ratos o viendo la televisión, y siempre con Peter en el regazo, acariciándole la cabeza mientras dormía. Le maravillaba la expresión serena y dulce del muchacho, y hubiera podido observarle durante horas. La vida le había robado a ese niño - porque para Chris era poco más que un niño aunque por su edad se le pudiera considerar un semiadulto – la oportunidad de tener un padre. Allí, contemplando la inocencia con la que dormía, Chris sintió que el mundo había cometido una gran injusticia con aquél chico, y se preguntó de pronto si él estaba a la altura de la misión que de él se esperaba: que devolviese la justicia al mundo; que hiciera de padre para aquél chico. ¿Estaba a la altura? ¿Era el adecuado? Sentía que con Nick no lo hacía mal del todo: la rebeldía, la testarudez y la imprudencia eran cosas normales para alguien de su edad y su trabajo era limar esas asperezas con paciencia a la vez que con firmeza. Con Nick, después de todo, no era tan difícil: había una línea; si Nick la cruzaba, era castigado. Un mecanismo sencillo. Pero con Peter….no siempre entendía los motivos del chico para actuar como actuaba. A decir verdad, a él no parecía moverle la rebeldía, y más que testarudo era cabezota: fiel a sus principios y a sus ideas, y dispuesto a defenderlas siempre. En cuanto a la imprudencia….Peter era la cautela personificada, siempre midiendo sus palabras, siempre tomando las mejores decisiones…y de pronto cogía y cruzaba la calle sin mirar o se tomaba un frasco de pastillas. Llegaba a ser tan imprudente que pasaba por estupidez. Pero siempre había una razón detrás. Siempre parecía haber un motivo. Peter era como una máquina que actuaba de una forma o de otra en función de los botones que apretaras. ¿Apretaba Chris los correctos? Había llegado a la conclusión de que a Peter lo que le movía eran los sentimientos; que eran sus emociones lo que le hacían actuar como lo hacía, y no un espíritu rebelde o una falta de madurez. ¿Hasta qué punto era lícito que él le castigara por sus decisiones sentimentales? Aunque esas decisiones fueran erróneas, ¿hasta qué punto se le podía culpar, si era en gran medida el fruto de su pasado? Y ¿hasta qué punto podía decirle él cómo actuar? ¿Y si Peter podía valerse sólo, sin su ayuda, tal como él parecía pensar? En aquél momento, el chico estaba indefenso, descansando sobre él. Pese a sus inseguridades, Chris tuvo claro que era su padre y que aunque Peter no fuera un niño inmaduro, había cosas que aun tenía que aprender. Chris se convenció finalmente de que con Peter no debía hacer nada diferente a lo que hacía con Nick. Aunque castigarlo le hiciera sentir mala persona. Aunque, para Chris, la palabra 'MALTRATADO' estuviera tatuada en la frente de Peter. Si quería que el chico superase sus malas experiencias, debía tratarle como si estas no hubieran sucedido, aunque sin llegar a olvidarlo nunca. Debía ser para él el padre que era con Leo y con Nick, y eso quizás implicara exigirle menos a un nivel de expectativas: no pasaba nada si Peter actuaba de manera irresponsable. Era, al fin y al cabo, un adolescente. No pasaba nada si tenía que castigarle.
En esto reflexionaba cuando llegaron Nick y Leo. Escuchó cómo se abría la puerta, les saludó con la mano, y les indicó que no hicieran ruido, señalando al "bello durmiente". Tuvo una especie de conversación con Nick, o al menos un intercambio comunicativo a base de gestos y miradas. Cuando el chico dedujo que finalmente no habían ido al psicólogo, bufó y sacudió la cabeza. Se marchó a su cuarto murmurando cosas como "si ya lo sabía yo" y "sólo es un maldito médico". Chris cayó de pronto en la cuenta de que Nick ya debía de estar al tanto de que Peter aborrecía esa clase de doctores. Antes de que pudiera llamarle para hablar con él, Leo se le acercó, y llamó su atención en voz baja, para no despertar a Peter:
- ¿Sabes? Me gusta volver con Nick pero antes venías a buscarme.
- Lo siento campeón. Hoy tenía que estar con Peter. Mañana iré a por ti, te lo prometo.
El niño asintió en silencio, mirando dormir a su hermano con cierta curiosidad.
- No me extraña que esté tan cansado. No duerme por la noche.
Chris le miró con interés. ¿No dormía?
- ¿Por qué dices eso? – le preguntó, indicándole un hueco a su derecha para que se sentara. Leo dejó la mochila en el suelo y se sentó.
- Porque habla en sueños, y a veces de pronto deja de hablar. Entonces empiezo a oír que se mueve o que se levanta de la cama, como si ya no pudiera dormir.
- ¿Y qué dice?
- No lo sé, desde mi cuarto no le entiendo. Pero creo que son cosas malas. A veces grita, como yo cuando tengo una pesadilla. Ahora en cambio parece muy tranquilo. Deberías dormir con él por la noche: así seguro que no tendría miedo.
- Peter ya es mayor para dormir conmigo, Leo – dijo Chris, pero el padre sobreprotector que llevaba dentro no lo descartó del todo. Con mucho cuidado, se levantó y dejó a Peter durmiendo. Se fue a preparar la comida seguido de Leo, que empezó a contarle muchas cosas de lo que había hecho en el colegio.
- …. Y ganamos el partido, pero se acabó el recreo. Tommy Jhonson no subió cuando sonó la campana y la profesora se enfadó mucho con él. Luego…
Chris le dejó hablar, interviniendo en los escasos momentos en los que su hijo se detenía para respirar. En un determinado momento Leo tuvo que ir al baño y, antes de que Chris pudiera recordarle que fuera silencioso en el salón, su hijo se fue como un torbellino, despertando a Peter en el proceso. Chris hubiera preferido que siguiera durmiendo, pues le preocupaba eso de que sufriera insomnio.
- Hola, dormilón – saludó, cuando le vio entrar por la puerta de la cocina.
- Hola, Chris – le sonrió, y concluyó con un bostezo.
- Pareces cansado. ¿Duermes bien?
Chris fue un poco directo, y quizá sonó demasiado ansioso.
- ¿También me vas a preguntar si voy bien al baño? – respondió Peter, de buen humor. No estaba acostumbrado a las preguntas de padre preocupado. Chris, sin embargo, lo había preguntado en serio, y por eso respondió de una forma un tanto brusca.
- A lo mejor. ¿Qué hay de malo?
- Nada. ¡Caray, qué carácter! Es sólo que has sonado como si me hubiera ido de viaje y pensaras que no puedo sobrevivir dos días sin ti. Todo eso de "¿Duermes bien? ¿Comes bien? ¿Hace frío?" – Peter sonrió, y Chris se contagió de su sonrisa.
- Es que tengo un pequeño pajarito que me ha dicho que …
- Eso no es justo, yo también quiero espías. Le voy a comprar, que lo sepas. Sé exactamente con qué golosinas puedo sobornarle. – comentó Peter, en tono divertido, pero Chris supo leer entre líneas.
- No es un espía. Pero duerme en la habitación de al lado y…
- …me ha oído gritar. Lo siento, debí avisarte. También soy sonámbulo, pero creo que aquí no me he levantado ninguna noche. Nick también lo es.
- Me lo apuntaré. Si me cruzo con vosotros de madrugada, sabré que no sois fantasmas. Pero, volviendo a lo de los gritos…
- ¿Qué me quieres preguntar? – se resignó Peter, pensando que algún día tendría que escribir su biografía para dársela a Chris, y así ahorrarse tanto interrogatorio.
- ¿Tienes pesadillas?
- Como todo el mundo.
- ¿Las tenías también en el orfanato?
- Sí, Chris. Siempre las he tenido, que yo recuerde. Pero a veces grito con sueños agradables. Simplemente hablo en sueños. Al menos no ronco – concluyó, y se encogió de hombros.
Chris se dio por satisfechos, pero esta vez fue Peter el que se le quedó mirando.
- Chris… - comenzó, y se detuvo un momento, vacilante. – No tienes que estar tan preocupado por mí. No tienes…que buscar el trasfondo de todo lo que hago. Mi vida es algo más que una mala experiencia. Lo que pasó, pasó, y no tiene sentido tenerlo siempre presente. Olvida lo que…sabes. Nick aprendió a hacerlo.
Chris supo que se estaba refiriendo a cuando le maltrataron, y le sorprendió que aquellas palabras se parecieran tanto a la conclusión que había sacado él hacía unos minutos: la de tratar a Peter con normalidad. El chico tenía razón, tenía que dejar la sobreprotección de lado. Dijo sólo una cosa más, como para zanjar el tema:
- Vale, pero si tienes pesadillas, y quieres hablar de ello…
- Me meteré en la cama de Nick, pero no en la tuya – le cortó Peter, poniendo cara de escándalo, pero con un brillo de agradecimiento en los ojos. Chris sonrió.
Peter se quedó allí con él, y Leo se volvió a unir en cuanto salió del baño. Nick bajó al poco tiempo.
- ¿Qué pasa, que hoy hay hambre? – preguntó Chris al ver allí a todos sus hijos.
- Yo es que me aburro – comentó Leo, con sinceridad.
- Y yo no quiero perderme la oportunidad de comprobar que a Peter también le castigan.
Peter se ruborizó, y contuvo el impulso de frotarse el trasero. Él permanecía de pie, mientras que Leo y Nick estaban cómodamente sentados. Eso, y el hecho de que no hubieran ido al psicólogo le habían dado a Nick una idea bastante acertada de lo que había pasado
- Nick, no le chinches. De todas formas ¿qué quieres decir? ¿En el orfanato no le castigaban?
- No, qué va. Si él nunca hacía nada. Yo me pasaba el día confinado en mi cuarto y él era el rey del mambo…
- Algún día tendrás que contarme qué cosas hacías para tener esa mala fama…- comentó Chris, que en realidad no había visto que Nick fuera tan "difícil" como le habían dicho.
- Mejor te cuento lo que hacía él, y acabamos antes. La lista es muy corta o casi inexistente. Pero eso no es algo bueno: es la prueba de que es un aburrido.
- Que estoy aquí, ¿sabéis? – intervino Peter, apretando los dientes.
- ¿Lo ves? A eso me refiero. Por mucho que se enfade eso es todo lo que hará: te mirará y apretará los dientes – prosiguió Nick, como si no le hubiera escuchado.
- El otro día se peleó contigo – apuntó Leo, lleno de curiosidad por aquella conversación y queriendo poner su granito de arena.
- Sí, pero porque yo fui un completo ca…
- Ejem – tosió Chris, mirando significativamente a Leo.
- ….cafre, fui un completo cafre.
- Sí, vale, lo he pillado. Soy un aburrido y no tengo carácter ¿algo más?
- Oh, sí que tienes carácter. – le contradijo Nick. – Lo que pasa es que no lo sacas. Tú enfadado eres peor que yo.
- ¿Peor que tú? – preguntó Chris, pinchando a Nick pero con ciertas dosis de incredulidad.
- En serio. Una de las pocas veces que se la cargó dentro del centro fue cuando….
- Si le cuentas eso le diré lo del lavabo.
- ¿Lo del lavabo? – preguntó Nick, como si hubiera olvidado aquél incidente.
- O lo de la ventana. O lo del gato de Henry. Elige tú.
Chris decidió cortarlo entonces que aun estaban de buen humor, antes de que alguno de los dos se enfadara.
- He cambiado de opinión. Creo que no quiero saber nada de lo que hicisteis en el orfanato.
- ¡Yo sí! – exclamó Leo – Yo sí quiero saberlo. No me imagino a Peter enfadado. ¿Qué es lo que hizo?
- No es apto para menores, enano – dijo Nick, y Chris se preguntó si lo hacía porque no quería que Peter en represalia contara una de sus anécdotas, o porque en verdad no era algo que Leo debiera escuchar. – Digamos sólo que si lo repite aquí, yo pasaría a ser el bueno de la casa.
Chris les mandó a lavarse las manos y aun escuchaba a Leo insistirle a Nick para que se lo contara por el camino. Meneó la cabeza con una sonrisa, pensando que sin sus chicos la casa estaba demasiado silenciosa. Pasaron los minutos, le dio tiempo a terminar la comida y servirla en la mesa, y los chicos no habían vuelto. Iba a subir para ver si se habían ido por el sumidero, cuando escuchó algo que le hizo arrepentirse de haber criticado la tranquilidad de una casa sin niños.
- ¡DÉJAME EN PAZ! – esa era la voz de Leo.
- ¡Podrías haberte matado!
Aquella fue la voz de Nick. Chris salió de la cocina, y les vio en el rellano de la escalera. Leo estaba llorando, Nick parecía enfadado y Peter les miraba muy asustado, como si alguno de los dos se hubiera transformado en el hombre de las nieves.
"¿Por qué siempre la montan nada más volver del colegio?" se preguntó Chris, más cansado que preocupado: con un vistazo había comprobado que los tres se encontraban perfectamente. Aun así, el grito de Nick insinuando que alguien había corrido peligro le inquietaba, así que se dispuso a averiguar lo que había pasado.
- ¿Qué ocurre?
- ¡Papi! – gritó Leo, y bajó las escaleras hacia él, como diciendo "protégeme".
- No, de papi nada. – dijo Nick, que seguía enfadado, pero no le impidió irse. – Cuéntale lo que ha pasado.
- Nick me ha pegado, papá – acusó Leo, y Chris no pudo evitar pensar que aquello le sonaba de algo, sólo que aquella vez fue a Peter a quién acusó. No obstante, antes de tener tiempo para pensar que Leo le estaba mintiendo otra vez, el niño continuó – Me ha dado unos azotes.
Chris le miró, sorprendido. Luego miró a Nick, y en la expresión ligeramente avergonzada del muchacho encontró la confirmación a las palabras de Leo. Sin embargo, Nick se sobrepuso, dispuesto a defenderse.
- Dile por qué – insistió, aunque ya no parecía tan enojado.
- Porque eres malo. – respondió Leo, y escondió la cabeza en el hombro de Chris. Su padre se limitó a frotarle la espalda, sin acabar de entender lo que había pasado.
- Nada de eso. Se había colgado de la barandilla.
Chris miró a donde Nick estaba señalando. Había una distancia de unos seis metros con respecto al suelo: si Leo se hubiera caído desde esa distancia, le podría haber pasado algo serio. Además, aquella no era la primera vez que el pequeño hacía aquello, aunque Chris esperaba haber acabado con esa costumbre después de la última vez.
- Leo, ¿qué te dije que pasaría si volvías a colgarte de la barandilla?
- Que me podría caer. Y que me pegarías con el cepillo. – respondió el niño, y se hizo aun más pequeño en los brazos de su padre.
- Si lo recuerdas tan bien, ¿por qué me has desobedecido?
- Porque tú estabas en la cocina y no te ibas a enterar – respondió el niño, llorando. A Chris le fastidió tanta sinceridad. "Si tú no miras hago lo que se me antoja" venía a decirle. Él no podía estar controlándole las 24 horas, ni creía además que eso fuera bueno para el chiquillo, que tendría que ser más responsable. Deshizo el abrazo, le bajó el pantalón, y le dio seis azotes algo fuertes, que aumentaron el llanto del pequeño.
- Nunca más, Leo – le advirtió – Ahora ve, y dale un abrazo a Nick.
El niño pareció pensárselo, pero al final accedió y subió a abrazar a su hermano, que le estrechó en sus brazos, un tanto sorprendido. Nick le susurró algo que hizo que el niño se riera y que dejara de llorar. Después se fue con Peter, que parecía haberse quedado mudo e inmóvil. Lo que sea que Nick le hubiera dicho probablemente tenía que ver con Peter, porque Leo le cogió la mano y le hizo bajar las escaleras, como si el hermano pequeño fuera Peter. Chris se quedó mirando a la pareja algo extrañado, y después miró a Nick como pidiéndole una explicación para la palidez casi mortal de Peter.
- Vértigo – explicó el muchacho – Fue él quien encontró a Leo. Intentó cogerle y casi se desmaya. Si sólo son seis metros de ná….
- Seis metros que podrían haber sido suficientes para que Leo se matara – murmuró Chris, apoyándose contra la pared, como si le fallaran las piernas.
Nick acabó de bajar las escaleras, y se puso frente a él.
- Yo…¿estás enfadado conmigo? – preguntó Nick, haciendo un gran esfuerzo por mirarle a los ojos. Chris se lo pensó bien antes de responder.
- Entiendo por qué le pegaste. No fue una pelea, sino un castigo. Pero no eres tú el que tiene que castigarle – le dijo, pero intentó no sonar enfadado, porque no lo estaba – Tu misión es hacerle reír y dejar que yo sea el malo. De todas formas, si hace algo peligroso como lo que ha hecho ahora, no puedo criticarte por hacer de "hermano mayor". Al fin y al cabo puede que al haberle castigado tú, le impacte más el mensaje.
- No volveré a hacerlo – prometió Nick – Es sólo que me asusté mucho. Ahora….ahora me odiará, con lo que me costó que me quisiera lo mismo que a Peter…
- No creo que te odie. Tampoco te martirices. No veo que le hayas dado una gran paliza.
Intentó quitarle hierro al asunto, pero Nick seguía teniendo un aspecto algo abatido.
- ¿Me odias tú cuando yo te castigo? – le preguntó.
- Un poco. Pero luego te quiero.
Chris abrió mucho los ojos. Era la primera vez que Nick le decía que le quería. "No, si con Nick no hay problema…pero Peter todavía no me ha dicho papá".
- Pues ahí lo tienes. Leo no te odia.
Nick sonrió un poco, agradecido. Chris le dio un abrazo. Que Nick le hubiera dicho "te quiero" le había emocionado. No es algo que al chico le pegara mucho decir. El mismo Chris no recordaba que a su edad dijera esa clase de cosas, como si se diera por sentado. Pero la vida le había enseñado a Nick a no dar nada por sentado, sobretodo algo tan importante como el afecto.
- ¿Le vas a pegar con el cepillo? – le preguntó en un tono de "que es mi hermanito, jo" totalmente adorable.
- No. – respondió Chris, con voz agotada. Aquél día no quería dar más castigos a nadie. – Tampoco quiero que me odie a mí.
- El crío te adora. Se ha tirado a sus brazos como si fueras su salvador, a pesar de saber que te enfadarías.
- Confía en mí – dijo Chris, con cierto orgullo. - Sabe que le quiero.
- Tiene que ser una suerte eso de saber que hay alguien ahí para ti, siempre, que te quiere de forma incondicional – comentó Nick, con voz repentinamente triste.
- Tú también puedes confiar en mí – le dijo Chris – Y sabes que también te quiero. De forma incondicional.
Nick sonrió tanto como un niño en la mañana de Navidad. Chris a veces pensaba que lo único que Nick necesitaba es que le dijeran "te quiero" de vez en cuando. Reaccionaba como si le hubieran salvado la vida, y era muy tierno verle tan feliz por algo que a él no le costaba ningún esfuerzo.
Le rodeó los hombros con un brazo, y regresó con él antes de que se les hiciera tarde para comer.
- Y ¿cómo es eso de que tú me odias un poco? ¬¬
Nick se hizo el sordo, sonriendo, pero Chris insistió, y le hizo cosquillas.
- Está bien, está bien. No te odio. Ni siquiera un poquito. Nada, nada de nada, pero no más cosquillas.
Nick se retorcía como una lagartija, y pareció aliviado cuando Chris se detuvo.
- Algún día me vengaré – le dijo. – Y te haré cosquillas durante más de una hora.
- Me gustaría verlo: no tengo. Mi padre me inmunizó.
- Hablando de tu padre…- dijo Nick, mientras entraban en la cocina, donde Peter y Leo les esperaban – ¿es tu padre "padre"?
- ¿Preguntas si soy adoptado?
- Sí.
- No. Sé que tengo el pelo negro y todo eso, pero si te fijas mis ojos son los de mi padre.
- No – le contradijo Leo, su hijo, participando en la conversación – Tú los tienes más grandes.
Chris le miró, y se dio cuenta de que su hijo tenía razón. Además, el color de los ojos de Chris era un poco diferente, aunque todo es cuestión de luces.
- Peter y yo parecemos tus hijos biológicos – dijo Nick, y aquello parecía agradarle. – Incluso más que Leo. Sin ofender, enano.
- No me ofendo. Yo me parezco al abuelo, y a mamá.
Aquello les sumió a todos en un extraño silencio. La ausencia de la mujer de de Chris era extraña para Nick y Peter, que no la habían conocido. Para ellos aquello era una familia completa, pero Chris debía de sentir que le faltaba algo. Y así era justo como se sentía…Pensó que a su mujer le habría encantado conocer a sus miembros más recientes en la familia, y que se hubiera sentido orgullosa de cómo estaba creciendo Leo.
- ¿Te acuerdas de ella? – preguntó Chris, mirando directamente a los ojos oscuros de su hijo.
- Cada vez menos – reconoció el pequeño - Pero sé que tengo sus ojos, y algo muy especial de su personalidad.
- ¿El qué?
- La capacidad para sacarte de tus casillas – respondió el niño, con una sonrisa pícara. Chris se acercó y le dio un abrazo.
- Tienes algo más importante: haces que te quiera más que a mi propia vida.
- Bueno, hoy estamos ñoños – dijo Nick, rodando los ojos – Vamos Peter, súmate, que papá hoy reparte amor como si fueran caramelos.
"Papá". Chris seguía asombrándose de lo bien que sonaba esa palabra en los labios de Nick, pero se abstuvo de decirlo por no resultar más ñoño todavía. De todas formas, aunque le diera algo de vergüenza hablar en términos tan cariñosos, no creía que hubiera nada malo en ello. Al fin y al cabo tenía que ser padre y madre a la vez, y alguien les tenía que decir esas cosas.
- Prefiero caramelos, gracias – respondió Peter, con una media sonrisa. Entonces Chris, sin soltar a Leo, atrajo a Peter hacia sí para unirle al abrazo. Nick se sumó sólo, y Chris vio que tenía los ojos humedecidos.

- Si le cuentas esto a alguien, lo negaré. – amenazó Nick, que hacía mucho que no era tan feliz. En realidad, que él supiera, nunca había sido tan feliz.

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