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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 33: Preludio a una doble cita



 


Chapter 33: Preludio a una doble cita
 


Chris sabía que a pocos niños o adolescentes les gustaba volver al colegio. A él mismo no le había gustado demasiado, sobretodo conforme iba creciendo. Pero jamás vio a alguien que le gustara tan poco como a Nick. Chris no se había dado cuenta de lo mucho que Nick odiaba el colegio hasta ese primer día después de las vacaciones de Navidad. Protestó tantas veces que llegó un momento que en la casa no se oían más que sus quejas. Chris al principio se lo tomó a broma, pero luego se preguntó si es que pasaba algo malo en el colegio. Le había parecido que Nick se integraba bastante bien, pero tal vez tuviera problemas con algún compañero. No sabía bien cómo abordar el tema del bulling, si es que se trataba de eso, así que buscó la mejor forma de tantearle:
- En el centro también ibas al colegio, y siempre has sacado buenas notas. No te digo que sea tu lugar ideal, pero pensé que medio te gustaba.
- Y supongo que medio me gusta pero….- Nick no terminó la frase.
- ¿Es éste colegio el que no te gusta?
Silencio.
- ¿Hay alguien que te moleste?
Más silencio. Chris no sabía cómo conseguir una respuesta, y en ese momento pasó Peter junto a ellos, y se les quedó mirando. Hacía unos minutos que se había ido de la habitación, porque no aguantaba las quejas de Nick. En aquél momento pareció perder la paciencia por completo.
- Oh, por el amor de Dios, Nick. El que debería tener miedo soy yo. No pasa nada, papá. Es que hoy nos dan las notas del primer trimestre.
En el colegio de los chicos, las notas las daban después de Navidad y no antes. Aunque seguro que a muchos aquello les "salvaba" las vacaciones, aquello hacía que en vez de tres trimestres, el colegio de Nick, Peter y Leo tuviera dos semestres. O sea, solo dos evaluaciones, más la final. Y aquella era la primera. Chris sabía que los chicos habían llegado con el curso empezado y que habían tenido muchos cambios a los que adaptarse, así que se había ahorrado los discursos de "quiero buenas notas", aunque había estado tentado. Por eso mismo le extrañaba que a Nick le preocuparan sus notas, ya que además sabía que el chico solía sacar muy buenas calificaciones.
- ¿Por eso no quieres ir a clase? ¿Para que no te den las notas? – preguntó con algo de incredulidad, y Nick tuvo que asentir. – Hijo, seguro que son muy buenas.
- Pero…¿y si no?
- Y si no, ya te he dicho un montón de veces que a mí lo que importa es que lo intentéis.
- Pero Leo dice que las notas te importan mucho…
- Bastante. ¿Y a qué padre no? Pero soy razonable. Soy consciente de que habéis aterrizado en un colegio nuevo, con una nueva forma de estudiar, diferente a la que teníais en el orfanato donde estabais con niños de otras edades. Sé que te tomas los estudios muy en serio, Nick, y eso me gusta, pero no te preocupes en exceso. ¿Acaso esperas alguna mala nota?
- No lo sé…
- Ya te digo yo que no – le dijo Peter. – Pero para él sacar menos de sobresaliente ya es malo.
- Entonces, ¿no hay ningún otro motivo por el que no quieras ir a clase, Nick? – preguntó Chris, para estar seguro.
- No. De hecho…quiero ver…quiero ver a algunos compañeros…
- O compañeras – entendió Chris, y se rió – Pues ale, que se hace tarde. Sube a lavarte los dientes, y nos vamos.
Nick fue a hacerlo, aun sin tenerlas todas consigo. Pero de una manera o de otra la sentencia estaba echada. Peter se quedó con Chris unos segundos, y éste le miró con curiosidad.
- ¿Nervioso por las notas? – le preguntó. No podía interpretar la expresión de Peter.
- No. Sé que van a ser malas y que vas a enfadarte. No tiene sentido ponerme nervioso.
Pese a sus palabras, Chris se dio cuenta de que Peter sí estaba nervioso. El chico era tranquilo, y no tenía muchos tics, pero tenía el cuello rígido y la expresión inusualmente seria.
- Me parece que das muchas cosas por supuestas. No creo yo que te haya ido tan mal.
- Sé que soy una persona más bien pesimista, pero en esto soy bastante objetivo. Es materialmente imposible que apruebe matemáticas.
- ¿Y por qué no me lo has dicho antes? – preguntó, frunciendo el ceño.
- Dudo que creyeras que iba a sacarte precisamente un 10. Pero si no te lo dije con la rotundidad con la que te lo digo ahora, es porque quería retrasar el momento – confesó Peter.
- ¿Por qué? ¿De qué te sirve retrasarlo?
Peter le miró como si fuera obvio, pero no le respondió. Chris lo dejó estar, porque Nick bajó en ese momento y se hacía tarde. Fue a por Leo y se fueron al colegio, pero no dejó de darle vueltas a la preocupación de sus hijos por las notas. Se despidió de ellos y se fue a trabajar, dándole vueltas a la cabeza. Tenía un pequeño dilema. Probablemente lo de Nick fueran sólo exageraciones, y efectivamente el chico tuviera unas notas excelentes. Pero lo de Peter era más creíble. Y él no sabía cómo debía reaccionar. Lamentaba no haberle tranquilizado un poco más, o haberse mostrado más comprensivo, pero no podía evitar que le fastidiara el saber que, según decía, iba a traer un suspenso. Supo que en vez de preguntarle por qué no se lo había dicho, tendría que haberle reconfortado o intentado animarle. Porque la experiencia de Peter ya le había enseñado que suspender podía meterle en problemas: ahora debería enseñarle que no tenía por qué ser algo malo, si uno ha dado su mejor esfuerzo. Al recordar cómo había reaccionado Derek ante el hecho de que Peter suspendiera, encontró un modelo de "lo que no tenía que hacer". Con ésta idea en mente, decidió dejar de pensar en el tema: al fin y al cabo de poco servía especular antes de haber visto si quiera el papel con las calificaciones.
Estuvo haciendo algunas cuentas en el P3, y volvió a llegar a la conclusión de que detestaba la contabilidad. Normalmente se las apañaba para que esa parte le tocara a Wyatt, pero de vez en cuando tenía que hacerlo él. Su hermano aún no había vuelto de su viaje familiar, por lo que no tenía forma de escaquearse aquella vez. Tras un par de horas, lo único que veía al parpadear eran números, así que decidió parar durante un rato, contento por haber avanzado tanto. Se encontró con el móvil en la mano, trasteando un poco, y tras meditarlo, por fin dio el paso de llamar a Amy.
- ¿Diga?
- Hola, Amy
- ¿Chris? ¡Hola! ¿Cómo estás?
- Estupendamente…¿y tú?
- Me pillas en la hora del recreo.
Chris intentó imaginársela en algún jardín de infancia, rodeada de niños. Aquello la hizo sonreír.
- Escucha…no sé si te debo una cita, o una disculpa.
- ¿Por qué dices eso?
- Hace mucho que no te llamo…
…"aunque también podrías haberme llamado tú", pensó pero esto no lo dijo. Había estado muy indeciso, y creía que no tenía tiempo para tener una relación. Pero su conversación con Nick aquél fin de semana le hizo pensar que tal vez debía intentarlo. Esos habían sido sus motivos para no llamarla, aparte de cierta inseguridad. Pero ¿cuáles habían sido los de ella?
- Bueno, me estás llamando ahora. ¿Querías algo?
- Sí…yo…me preguntaba sí….me preguntaba sí…
- Chris, no tengo toda la mañana – dijo la voz de Amy al otro lado del teléfono, pero no sonaba molesta sino divertida. La escucho reír – No sabía que fueras tan tímido.
- No es timidez. Es…bueno, ¿quieres venir a casa un día de estos?
- Ya lo has pensado ¿no?
- ¿Qué?
- No has dado señales de vida, por que tenías que pensar si querías iniciar una relación conmigo. ¿Hoy voy a tener la respuesta?
A Chris le sorprendió que se acercara tanto a sus motivos. Él sólo hubiera usado el verbo "poder" más que el "querer". Porque sí que quería.
- ¿Hoy? – preguntó él – Sí, eso. Hoy. ¿Quieres venir a mi casa?
¿Para qué retrasarlo? Era tan buen día como cualquier otro, y como se diera tiempo para pensarlo, volvería a cambiar de opinión.
- ¿A conocer a tus hijos? Sería estupendo. Pero mejor mañana. Esta tarde trabajo, y además así me preparas el terreno. Háblales bien de mí ¿eh?
Chris soltó una carcajada.
- Descuida. Nos vemos mañana, entonces.
- Chris, te tengo que dejar. Gracias por llamar, ojos azules.
- Nos vemos, Amy.
- Ciao.
Y colgó. Chris se alegró de haber llamado. Mantuvo la sonrisa por unos segundos, y luego volvió al trabajo.
Como siempre, llegó a casa antes de que los chicos salieran. Por acuerdo tácito, Chris iba a recoger a Leo, y Nick y Peter se volvían solos, salvo cuando fuera en coche, en cuyo caso no importaba que les vieran irse con su padre. A Chris le hubiera gustado que se volvieran los cuatro juntos, pero entendía que los gemelos no quisieran que sus compañeros pensaran que "papá tenía que irles a buscar". Tras hacer un par de cosas, se fue a por Leo. Fue de los últimos de su clase en salir. Chris le sonrió:
- ¿Qué tal el día, campeón?
- ¡Bien!
- ¿Y ya está? ¿No me cuentas nada?
- La profe se ha caído de la silla, pero no se ha hecho daño.
- Menos mal – dijo Chris, y le cogió la mochila. Le dio la mano y empezaron a andar - ¿Tienes deberes?
- ¡Es el primer día, papá! ¡No hay deberes!
- Bueno, sólo preguntaba.
- Ah, y mañana me dan las notas. Las tienes que firmar ¿vale?
- Vale. A tus hermanos se las dan hoy.
- ¿Y a ellos también se las tienes que firmar?
- No creo, pero les preguntaré.
- Si se me olvida recuérdamelo – le dijo Leo – Que mi profe tiene muy mal genio y si no le llevo la firma se enfadará.
- Te lo recordaré – dijo Chris.
- Hoy se ha enfadado conmigo porque no he sabido hacer un ejercicio…- dijo Leo.
- No se habrá enfadado, campeón. Pero tiene que enseñarte a hacerlo bien. Te habrá dicho que lo tienes mal, pero no pasa nada.
- No, sí que se ha enfadado. – respondió el pequeño. – Pero no importa, Lucy me ha enseñado cómo se hace. Lucy es genial. Es la chica que te dije que me gustaba.
Chris intentó no reírse. Le hacía cierta gracia que con ocho años el niño pensara en tener una novia. Siguieron hablando durante todo el camino de vuelta y cuando llegaron a casa Leo aún tenía cosas que contar. Chris le escuchó sin ningún esfuerzo, a pesar de que Leo podía llegar a hablar demasiado. Después, el niño se fe a ver la TV. A los pocos minutos llegaron Nick y Peter. Chris estaba con las manos ocupadas en la cocina, así que no salió a recibirles y esperó a que vinieran a saludarle, pero no fue ninguno. Se lavó las manos y les fue a buscar. Les encontró en el cuarto de Nick, cada uno sentado en su cama.
- "Hola, papá, ¿qué tal el día?" – dijo Chris, intentando imitar sus voces – Bien hijos, gracias por preguntar, ¿y el vuestro?
Los chicos le miraron, pero no dijeron nada, ni hicieron el amago de sonreír. Chris suspiró.
- A ver, ¿qué ocurre? Os han dado las notas ¿no?
Asintieron al unísono.
- ¿Y son malas?
Volvieron a asentir.
- ¿Quién me las enseña primero? – les preguntó. Silencio mortal. Chris se dio unos segundos para asegurarse de que lo que iba a decir era verdad. – Vamos, que no pasa nada. No se acaba el mundo ¿de acuerdo? Nick, anda, dámelas.
- Está bien.
- ¡Por fin un sonido! Empezaba a temer que os hubierais quedado mudos.
Chris extendió la mano, y cogió el sobre que Nick le tendía como si su vida estuviera en ese papel. Lo abrió, y leyó. Nick se quedó frente a él sin moverse ni un milímetro.
- Nick, creo que vas a acompañar a tu hermano al psicólogo – le dijo Chris, hablando mayoritariamente en broma. – No sé en qué mundo esto pueden ser malas notas. ¡Tienes un diez en todo!
- No en todo. ¿Has visto física?
- Un siete. Y diez dieces. Nick, como me estés diciendo en serio que esto no te parecen buenas notas te pido cita mañana mismo.
Chris seguía hablando en broma, pero empezó a plantearse lo de llevarle al psicólogo en serio. Esas notas eran mejores de las que él había sacado en toda su vida. Eran mejor de lo que se había imaginado, y desde luego no es lo que él, y nadie normal, entiende por "malas".
- Nunca he sacado una nota tan baja en una evaluación.
- Nick…¡que es un siete! ¡Y diez dieces! Seguro que has sido el mejor de tu clase. Caray, hijo, enhorabuena.
Chris le abrazó, aún sin poder entender que Nick no estuviera contento. Luego le pidió las notas a Peter, que suspiró antes de dárselas.
- Las mías son malas de verdad – le advirtió. Chris las cogió sin decir nada.
Música 9
Interpretación 9
Teoría del Teatro 8
Informática 7
Español 7
Filosofía 7
Historia del arte 7
Psicología 7
Matemáticas 4
Lengua 8
Educación física 8
- Peter, malas tampoco son. Están bastante bien. Tienes una media de notable.
- Pero he suspendido matemáticas – dijo el chico, realmente preocupado. – No te enfades. Estudiaré más, te lo prometo.
- Peter, no estoy enfadado. Sois un par de exagerados, y me hacéis sentir muy culpable, como un ogro o algo. ¿Pensabais que me iba a enfadar por estas notas? Nick, tú no podías haberlas sacado mejores, casi literalmente. Y Peter, están bastante bien. Sé que las matemáticas te cuestan. Trabajaremos en ello: ya estás yendo a clases de refuerzo. Enhorabuena a los dos. Tengo por hijos a dos empollones.
Peter le dio un abrazo. Chris se dio cuenta de que había estado esperando que le gritara, y tal vez algo más. Derek le había dado una gran paliza por suspender. Le abrazó con más fuerza, y luego fue a hacerle cosquillas a Nick.
- Malas notas, ya ves tú – le dijo. - ¿Un siete te parece malo? ¿En serio?
- Quiero sacar todo matrícula. Para que así mi cuota te salga gratis. Es un colegio privado, y sé que es caro.
- Nick, no tienes que hacer eso. No tengo problemas económicos.
- Da igual. No quiero que gastes dinero en mí…
- No es un gasto cuando lo empleo en vosotros – le dijo.- Tú no pienses en eso ¿vale? Y enhorabuena otra vez. Caray, lo que daría por ver qué hay dentro de esa cabeza tuya. Una enciclopedia entera, o algo.
Nick sonrió un poco.
- Estoy muy orgulloso de ti. De los dos.
- Gracias – le dijo Peter, y Chris supo que le vino directo del corazón. Le decía "gracias" por muchas cosas.
"Gracias por no enfadarte, gracias por no ser como Derek, gracias por ser mi padre, gracias por no hacerme sentir mal."
- Por nada. Pero otra vez no esperes al día de las notas para decírmelo. Si sabías que ibas a suspender antes de las vacaciones, tenías que habérmelo dicho.
- Sí – admitió Peter – No va a haber próxima vez, pero si la hay te lo diré.
- Bien. Ahora será mejor que bajemos a comer. No sé vosotros, pero yo me comería un rinoceronte.
Chris supo que había reaccionado de forma correcta durante la comida, cuando vio que Peter volvía a sonreír, al principio con timidez y luego con sinceridad. No habría ganado nada con enfadarse. Su hijo no se iba a volver más hábil para las matemáticas porque le gritara y le había visto dedicar más tiempo a esa asignatura que a todas las demás. Y el resto de sus notas habían sido bastante buenas.
Después de comer, hubo dispersión general. Nick fue al salón, a ver la TV. Leo estaba castigado sin tele, así que Peter se subió a jugar con él a la habitación. Aquello era un gran gesto por parte de Peter, que seguro que prefería hacer mil cosas en vez de jugar con los muñecos de acción de Leo.
Chris, cuando acabó de recoger, fue a sentarse con Nick, y vieron una película que era mala no, lo siguiente.
- Oye, ¿a ti te gusta esto? – tuvo que preguntar Chris después de un rato.
- Pues no, pero no hay nada mejor en otras cadenas y me da pereza subir a mi cuarto. Se está muy a gusto en el sofá.
Chris rió.
- Vago.
- No todos podemos orbitar. Si te cansas de estar aquí sólo tienes que aparecer en tu habitación.
- Touché.
- La verdad es que estoy reventado.
- ¿Y eso? Sí la semana acaba de empezar…
- No me lo recuerdes. Es que hoy la clase de educación física ha sido agotadora. El único que ha aguantado el ritmo ha sido Peter. Y por alguna razón el profesor pensaba que al ser gemelos yo tenía que correr tanto como él. Pero no.
- Y si Peter es "tan bueno", ¿por qué ha sacado menos nota que tú?
A Chris eso le había extrañado un poco.
- No se le dan bien los deportes de equipo. Es demasiado competitivo.
- ¿En serio?
- Ya le conoces. Si no es el mejor en todo le da algo.
- Oh, espera, que eso me suena a cierto chico que es demasiado autoexigente con sus notas.
- Vale, yo también tengo que ser "el mejor" – reconoció Nick – Pero sólo con las notas.
- Pues deberías tomártelo con más calma. Si te exiges demasiado te perderás otras cosas importantes, como los amigos y todo eso.
- ¡Ah! ¡Se me había olvidado! ¿Podemos ir mañana a una fiesta de cumpleaños? Una chica de clase nos ha invitado a su casa. ¡Tiene piscina cubierta!
- ¿Una chica de clase, o "la" chica de clase? – preguntó Chris con una media sonrisa, al notar el repentino interés de Nick.
- "La" chica – reconoció Nick - ¿Podemos ir?
- Claro. Mañana va a venir Amy. ¿Crees que estaréis antes de la cena, para poder conocerla?
- ¿Viene Amy? ¡Por fin! Estaremos, por supuesto. Tengo que ver con qué truco la has engañado para que salga contigo.
- ¡Oye! Yo no he engañado a nadie ¬¬ Y no estamos saliendo.
- Jesús, vas más despacio que las tortugas. Espero que sea joven, porque si no van a salirle canas de tanto esperarte.
- Muy gracioso. Me parto. Voy a tomarte yo el pelo con esa misteriosa chica del cumple.
- Haz lo que quieras. Ya te digo que pasa de mí.
- No te rindas tan rápido. Oye…¿tenéis bañador?
- Sí. ¿No te molesta que vayamos a la piscina?
- Hace un poco de frío, pero dices que es cubierta.
- No lo decía por eso.
- ¿Sabéis nadar?
- Yo sí. Peter no. Pero tampoco lo decía por eso.
- ¿Y por qué lo decías? ¿Y cómo es que Peter no sabe nadar?
- Me enseñaron mis primeros padres. A Peter intentaron enseñarle en el orfanato, pero no había quien le hiciera meterse en el agua. Y…lo decía porque...a Paul por ejemplo no le dejan ir. Peter y yo hemos estado hablando sobre si tú nos dejarías.
Chris creyó entender.
- Me fío de vosotros. Pero si hay alcohol, que lo habrá, que no soy tonto…
- …no beberemos – le prometió Nick.
- Bien. Pues entonces no tengo ninguna objeción. Aunque si Peter no sabe nadar, tendrá que tener cuidado.
- No creo que se meta en el agua – le tranquilizó Nick. – Es más, dudo que ni siquiera se quite la camiseta. Es demasiado vergonzoso. Sospecho que quiere ir sólo porque va una chica que le gusta.
- ¿No dijo que no le gustaba nadie?
- Cuando Peter dice no, en realidad suele querer decir que sí. En eso funciona como las mujeres. Yo te digo que le gusta alguien, aunque aún no he podido averiguar quién.
- O sea, que vosotros dos no vais a un cumpleaños: vais a ligar.
- O a intentarlo.
- Hazme un favor, e intenta mantener las hormonas bajo control. Esa chica se merece que la trates bien.
- Claro. A ver de qué otra forma la voy a tratar si no.
- Pues…como un adolescente. Es decir, con muy poco tacto, muy poca empatía y el pensamiento puesto en…
- En nada, papá, en nada. Seré un príncipe azul ¿vale? Sólo espero que no me den calabazas.
- Ya me contarás.
Siguieron viendo la TV, pero Chris se levantó cuando creyó que iba a dormirse. Nick, directamente, se quedó dormido. Aquello no fue del todo una buena idea, porque al estar sólo Chris pudo pensar en el día siguiente, en Amy, y se empezó a poner nervioso. ¿Y si aquello no era buena idea? ¿Y si se había precipitado?
"Está más tranquilo Nick que tú" se dijo "Pareces un quinceañero estúpido"
Se chocó de frente con Peter, que pasó de largo sin siquiera mirarle. Iba a preguntarle qué le pasaba, cuando vio que Leo salía tras él.
- ¿Qué ha pasado, campeón?
- Me ha llamado pesado. Creo que se ha cansado de jugar conmigo. ¿Crees que se habrá enfadado?
- No lo sé…¿os habéis peleado?
- No. Yo sólo le he preguntado qué tal sus notas, porque Nick me había dicho las suyas. Pero no me ha respondido, y cuando se lo he vuelto a preguntar me ha dicho que soy un pesado, y se ha ido. ¿He hecho algo malo?
- No, Leo. Ya verás cómo se le pasa en seguida.
Le revolvió el pelo y se fue a buscar a Peter. Le encontró tumbado en su cama.
- Ey. ¿Ahora soy invisible? Antes nos hemos chocado y ni siquiera me has mirado.
- Lo siento. No me fijé por dónde iba.
- Ya lo supongo. Se te veía molesto. ¿Te has enfadado con Leo sólo porque te ha preguntado tus notas?
- No, me he enfado conmigo y lo he pagado con Leo. –reconoció el chico, y suspiró – Voy a hablar con él.
- Peter, el único que le está dando importancia al hecho de haber suspendido eres tú.
- Me da rabia que Nick tenga unas notas tan increíblemente buenas, mientras que yo…
- Cada uno hace lo que puede, y tiene sus propias habilidades.
- Pues en el reparto genético Nick tuvo que llevárselo todo.
- Peter, tú tienes muchos talentos. Vales para el arte, y la música.
- Ya has visto que no. Ni siquiera en eso he sacado un diez.
- ¿Y vas a dejar que una nota decida por ti?
- No, claro que no.
- Pues ya está. No le des más vueltas y…no lo pagues con Leo, que no te hizo nada.
- Lo sé. Lo siento.

- Anda, ve a hablar con él. Creo que se ha acostumbrado tanto a estar contigo que ya no sabe jugar sólo.

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