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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 35: Lo que guardan los corazones



 


Chapter 35: Lo que guardan los corazones
 


A la mañana siguiente, Chris fue primero a la habitación de Nick. Abrió la puerta del cuarto y caminó hacia la cama, donde su hijo aun dormía con aspecto inocente. Chris sonrió, como hacen todos los padres al ver dormir a sus hijos, sin importar la edad que tengan. Se agachó frente a Nick, y le zarandeó con suavidad para despertarle. Sus ojos claros se encontraron con los ojos algo más oscuros pero igualmente azules de su hijo.
- Buenos días – le dijo con una sonrisa. – Hora de levantarse.
Nick le miró, aun con la mente en el sueño que estaba teniendo…sueño del cual no pudo acordarse. Nick casi nunca recordaba lo que soñaba. Parpadeó un par de veces hasta entender que ya era de día, y que Chris le estaba despertando para que se vistiera y bajara a desayunar, para ir al colegio. Miró a su padre y le devolvió la sonrisa, pero ésta se congeló en sus labios cuando recordó todo lo que había pasado el día anterior. De pronto Nick se giró, y escondió la cara en la almohada.
- ¿Qué ocurre, cielo? – preguntó Chris, sin entender esa reacción.
Nick levantó la cabeza poco a poco y le miró con los ojos brillantes.
- Yo…yo…¿ya me has perdonado?
Chris entendió a lo que se estaba refiriendo y le acarició con ternura.
- Claro que sí.
- Y…¿me vas a castigar?
- Te castigué ayer, y espero no tener que repetirlo. A propósito de eso, ¿cómo estás?
Las mejillas de Nick se encendieron un poco, y enmudeció durante unos segundos. Le daba vergüenza hablar del tema, pero se dijo que eso era una estupidez, teniendo en cuenta que tenía cosas muchos más importantes por las que avergonzarse. Como todo lo que había hecho, por ejemplo.
- Me duele un poquito – dijo, dándose cuenta de que era cierto cuando se intentó sentar. Entonces añadió algo que Chris no había esperado oír: - Siento haberte obligado a hacerlo. Tuve que portarme realmente mal para que me pegaras con el cinturón.
Chris le miró con mucha ternura, algo sorprendido por aquellas palabras.
- Entiendes por qué lo hice ¿verdad?
- Tenías que hacerme reaccionar. Perdí el control con Peter, fue irrespetuoso, y cometí la tontería de coger el coche estando totalmente alterado cuando apenas me atrevo a conducirlo. No te hacía caso cuando hablabas conmigo y lo único que hacía era huir de ti. Volví a agredirte. Agredí a Amy. Agredí a Peter. No…machaqué a Peter. Solo por eso último ya me merezco la paliza que me diste.
Chris siempre se asombra del contraste que ofrecía Nick estando enfadado y estando normal. Se volvía muy reflexivo y autocrítico. Le sorprendía también que al chico le diera vergüenza admitir que le dolía, pero no tuviera problemas en decir cosas como "la paliza que me diste". No le gustaba que lo llamara así, pero no iba a ponerse tiquismiquis con el lenguaje. Además lo del día anterior había sido con mucho lo más fuerte que le había pegado, así que tenía derecho a llamarlo como quisiera.
- Espero que al menos sirviera de algo. – le dijo.
- Te prometo que nunca más voy a tratar así a Peter. Lo demás no te lo puedo prometer, porque yo no hago promesas en falso, y no sé si seré capaz de cumplirlo.
- Y yo te prometo que si tú cumples esa promesa no volveré a castigarte con el cinturón. Y que estaré siempre a tu lado para ayudarte cuando me necesites.
- Yo nos declaro marido y….digo, padre e hijo – dijo Nick con una sonrisa. Necesitaba bromear porque le incomodaba la intensidad del momento.
- Lo que el amor ha unido, que no lo separe el hombre – respondió Chris, sonriendo también. – Anda, vístete, y baja a desayunar. Ha venido el tío Wyatt. Tiene que contarnos muchas cosas de sus mini-vacaciones.
- ¿El tío Wyatt?
Nick de repente se puso tenso.
- Si, eso he dicho. Ya sabes, ese hombre rubio que da la casualidad de que es mi hermano. ¿Qué ocurre?
- No quiero bajar…- dijo de pronto Nick en tono infantil, y a Chris le sonó tan parecido a Leo que casi esperó ver a su hijo pequeño en vez de al mayor.
- ¿Por qué? Nick, ya vamos un poco justos. Vístete y baja, o llegaremos tarde al colegio, porque no pienso dejarte ir sin desayunar como es debido.
Nick tenía demasiado presente aquello de "soy tu padre y debes obedecerme". Era una de las cosas que Chris le había dejado claras el día anterior. Cogió el uniforme del cajón, pero miró a Chris con una cara de profunda penita.
- ¿Qué ocurre? ¿Es por Wyatt? Pensé que te haría ilusión verle. Sé que tienes muy buena relación con él.
- ¿Le has contado...lo que hice?
- Por encima – reconoció Chris – Te da vergüenza, ¿es eso? No le he dicho que te castigué, aunque supongo que se lo imagina. Es tu tío, y en ocasiones es casi como un segundo padre. No tienes que ser reservado con él.
Nick no respondió, y esperó a quedarse sólo para comenzar a vestirse, pero no lo había dicho por eso. Con Wyatt no tenía reserva ninguna: lo que tenía era una relación muy transparente que se basaba en lo que le había dicho hacía tiempo: "de buenas soy muy bueno, pero de malas soy mejor". Y Wyatt le había advertido que si volvía a agredir a Chris, estarían de malas. Vale que aquella vez sólo le había empujado, pero estaba seguro de que aquello era suficiente para que su tío quisiera castigarle, y por si eso era poco estaba lo de Peter, algo que seguramente tampoco le perdonaría. Como Chris había dicho, Wyatt a veces era como un segundo padre, y aunque eso podía ser estupendo, en momentos como aquél no podía verle el lado bueno: ya se había enfrentado a la ira de un padre; no quería enfrentarse a la de otro. Suspiró, y bajó a hacer frente a su destino.
Cuando vio a su tío, y vio la mirada que le dirigió, Nick no puedo evitarlo: pese a saber lo infantil que era eso, se llevó las manos a la espalda, como para protegerse. Sabía que Chris podía haberle pegado con mucha más fuerza que con la que lo hizo: no le había dejado marca, y Nick sabía por alguna de sus conversaciones con Peter que con el cinturón era muy fácil hacerlo. Que no tuviera señales quería decir que, aunque a él le hubiera parecido algo horrible, Chris no le había pegado fuerte. No estaba seguro de que Wyatt fuera tan delicado.
Sin embargo, se equivocaba por completo en sus temores. Cierto que su tío le miró con algo de dureza, pero después le sonrió. Wyatt se levantó, y le dio un abrazo.
- Buenos días, Nick.
- Ho-hola, tío.
Nick no se esperaba tanta amabilidad. Chris le puso el desayuno, y Nick se sentó con algo de cuidado. Le molestaba un poco, pero no sentía "dolor" en el significado pleno de la palabra. Comprobar que podía sentarse sin problemas le alivió bastante, consciente de que iba a pasarse el día sentado en clase. Nick desayunó en silencio, mirando a Wyatt cada poco tiempo, como esperando a que dijera algo.
- Voy a despertar a Leo – dijo Chris, y les dejó solos. Nick iba a pedirle que no lo hiciera, pero se contuvo. Wyatt tampoco se mostró rudo con él cuando Chris se fue. Tras unos momentos más de silencio, Nick ya no pudo más.
- ¿No vas a decirme nada? – preguntó, ansioso.
- ¿Qué quieres que te diga?
- Algo como "te advertí de lo que pasaría si perdías los papeles con Chris" o "si crees que vas a salir de rositas estás muy equivocado".
- No creo que hayas salido de rositas. Me parece que Chris ya te ha castigado por eso y por lo que le hiciste a Peter. ¿Me equivoco?
- N-no. Me…me pegó con el cinturón.
Wyatt engrandeció los ojos por la sorpresa, pero no dijo nada.
- Entonces…¿no me vas a castigar? – le preguntó Nick. Toda su obsesión aquél día era que el mundo entero iba a castigarle por lo que había hecho. Le parecía que la había cagado demasiado como para que todos le perdonara tan fácil como habían hecho Chris y Peter. Aunque seguro que en el colegio alguno de sus compañeros seguía enfadado con él. En especial Rachel. Nick intentó no pensar en ella.
Como primera respuesta, Wyatt suspiró.
- No, Nick. Así que ya puedes dejar de sentarte a cinco metros de mí. Llevo sólo una semana sin verte y me parecen varios meses: al menos disimula y finge que te alegras de verme.
- No yo…me alegro mucho de verte. Es sólo que pensaba que estarías enfadado conmigo.
- Pues ya ves que no. Aunque, por supuesto, no quiero volver a oír que haces algo semejante. ¿Entendido?
- Sí. – respondió Nick, y asintió también con la cabeza. Wyatt le dio un abrazo corto y Nick se sintió muy agradecido. – Mmm… entonces…¿qué tal en tus vacaciones?
- Estupendamente. Victoria y Alexander se han pasado más tiempo en el mar que fuera de él. Me sorprende que no les hayan salido branquias. Y Linda…
Wyatt empezó a hablar de todo lo que había hecho aquellos días, y Nick le escuchó mientras terminaba de desayunar. Mientras tanto, Chris había ido a despertar a Leo y a ver por qué Peter no bajaba a desayunar. Se encontró al segundo gemelo debajo de la cama, en el lugar que había calificado como "su refugio". El lugar en el que decía que quería estar para hablar con él. Chris se agachó, y contuvo una sonrisa al preguntarle:
- ¿Qué haces?
- Pensar.
- ¿En qué?
- En si debo mentir a Rachel y decirla que no quiero estar con ella. En si debo decirla que la quiero pero que tiene que salir con Nick. En si debo ser egoísta y quedármela para mí. Porque lo cierto es que creo que iba a decirme que sí.
Chris entendió que por primera vez uno de sus hijos le estaba pidiendo consejo sentimental.
"Pero ¿a quién voy a ayudar yo si ni siquiera me ayudo a mí mismo? Aun no sé qué narices voy a hacer con Amy."
Pese a todo, se esforzó en dar su mejor respuesta.
- Nick tenía razón ayer al decir que debe decidirlo ella. No puedes manipular su decisión, Pete. Y no debes preocuparte si decide quedarse contigo: no estarás haciendo nada malo, no será culpa tuya, y no le estás quitando nada a Nick. Si ella le quiere se irá con él, y serás tú el que tengas que aceptarlo. Si te quiere a ti entonces es que no quiere a Nick, y tú no serás un obstáculo. A la gente se la quiere o no se la quiere. El novio de la persona que nos gusta no es el culpable de que esa persona no esté con nosotros. Sólo es "la persona adecuada para él, o para ella". Algo que nosotros no somos. La envidia y los celos a veces nos hacen culpar a quien no debemos. Eso es lo que le pasó ayer a Nick, pero creo que ha sabido entenderlo.
- Haces que parezca tan fácil…
- Porque lo es. Esto consiste sólo en ser fieles a lo que sentimos, tanto si es amor, como cariño, como encaprichamiento, como un calentón.
- ¿Y si resulta que tanto Nick como yo la queremos lo mismo? ¿Por qué habría de ceder uno de nosotros si realmente está…enamorado de Rachel?
- Porque si ella ha escogido al otro, significa que no corresponde a los sentimientos del que ha rechazado. Si se tratara de otra persona, te diría que intentaras conquistarla, ver si eres mejor candidato que el que ocupa tu lugar. Pero al tratarse de tu hermano…¿no se merece a menos que le dejes intentarlo? Se trata de tu hermano y la mujer a quien quieres. Si de verdad la quieres te alegrarás de que sea feliz, sobre todo si es con tu hermano.
- Creo que tienes razón. Espero estar a la altura, ocurra lo que ocurra.
- Lo estarás. Ahora, sal de tu escondrijo y baja a desayunar.
Mientras bajaba detrás de Peter, no podía dejar de pensar en su propio consejo, el de ser fiel a lo que se siente. "Y yo, ¿qué siento por Amy?" Un calentón no era. Encaprichamiento tampoco. ¿Era amor, o cariño? ¿Le caía bien, o la quería?
Si pensaba continuar viéndose con ella…si pretendía tener un futuro en el que ella estuviera presente, tenía que hacer las cosas de otra manera. No podía seguir dejándola plantada a cada ocasión. Cuando todos sus hijos estuvieron abajo, decidió hablar con ellos.
- Amy va a venir ésta noche. Yo...tengo…quiero pediros que…Hoy todo tiene que ser perfecto.
- Lo siento mucho, papá – dijo Nick, y los ojos se le llenaron de lágrimas. Intentó contenerlas, pero no pudo. Se tapó la cara con las manos, avergonzado por llorar así. – Ayer hice que se fuera. Lo siento –repitió.
- Nick…no lo estaba diciendo por…No tienes que disculparte. Vamos, no llores. – pidió Chris, y le abrazó. Peter, tras dudarlo un momento, le abrazó también. Y luego le abrazó Leo. Y luego Wyatt. Y así Nick pasó del llanto a la risa.
- Vale, vale. No hace falta que me asfixiéis.
Chris dejó que los chicos terminaran el desayuno, y abandonó la cocina. Wyatt, tras unos instantes, le siguió.
- Cuando Nick llora así me siento un miserable – le dijo Chris a su hermano.
- Sí, tiene la habilidad de llegarte al corazón. Es un buen chico. Y tú no eres un miserable. Es él el que se siente culpable.
- Pero…ayer…
- Ayer le castigaste, que era lo que tocaba. Hoy le abrazas, y le demuestras que no estás enfadado, aunque seguro que eso también lo hiciste ayer. – dijo Wyatt, absolutamente convencido. El que no parecía tan seguro era Chris, y Wyatt creía saber por qué. – Normalmente te hubiera dicho que fuiste demasiado duro con Nick. Me lo ha contado. Pero tú me has contado todo lo que hizo, y puede que me hayas suavizado la historia. Si un gran castigo sirve para mantenerlo alejado del coche cuando no está en condiciones de conducirlo o para impedir que mande a su hermano al hospital, pues bienvenido sea.
- No hubiera cogido el coche ni se hubiera ido de casa si yo hubiese sabido manejar mejor la situación tras aquella pelea.
- Caray, Chris, esperaste a estar en casa para castigarle. Yo le habría dado unos azotes ahí mismo si veo que se está peleando con Peter. A eso le llamo yo saber manejar la situación.
- Entonces, ¿por qué me siento tan…mal?
- Porque es tu niño. Crezca lo que crezca y haga lo que haga siempre será tu niño. Hay ciertas obligaciones que uno no quiere cumplir. No te martirices. Le diste unos azotes. Ya está.
- Tú no viste cómo le pegué…
- He visto cómo se sentaba. Mucho daño tampoco le pudiste hacer.
- Yo quería premiarle por sus buenas notas, y mira…
- Eso. ¿Qué notas han sacado mis sobrinos?
Chris se lo contó. Y así, hábilmente, Wyatt consiguió distraerle para que pensara en otra cosa. El problema de Chris, según su parecer, es que a veces pensaba demasiado.
Volvieron a entrar en la cocina, pues ya iba siendo hora de que se fueran a clase, o llegarían tarde. Wyatt se despidió de ellos con su alegría habitual.
- Nick, cuando yo estudiaba teníamos un nombre para la gente como tú, pero creo que se te queda corto. No eres un empollón, eres la evolución de los empollones.
- ¿Te lo ha contado? – dijo Nick, sonriendo – Me esforzaré por mejorar ese siete, y entonces podrás llamarme eso de verdad.
- Nick, tú sabes lo que es tener una vida ¿verdad? – preguntó Wyatt burlonamente. – Salir, vaguear….todo eso que se hace más allá de los libros.
- Bueno, durante un mes no tengo ni TV ni ordenador, ni salidas, así que estudiar será una buena forma de emplear el tiempo.
- Mira, a lo mejor por eso sacas tan buenas notas – intervino Peter, sonriendo – Pasas tanto tiempo sin poder hacer nada, que al final estudiar supone tu único entretenimiento.
- Pues no descaro que sea por eso – dijo Nick, aceptando la broma.
Wyatt se fue, y poco después se fueron ellos también. Chris les dejó en el colegio con el coche, y se fue al P3. No tuvo un buen día laboralmente hablando, porque sin saber por qué varios grupos de los que iban a tocar algunas noches en el local informaron de que tenían "otros compromisos". Wyatt y él se pasaron el día buscando otras bandas para los días siguientes.
Chris se fue a buscar a Leo cuando aún no tenía un cantante para cada día, pero apartó aquello de su mente para dedicarle toda su atención a su hijo. Le sorprendió ver que Leo salía de clase llorando. Chris quiso cogerle en brazos, pero Leo parecía enfadado con él porque le rechazó.
- ¡Te dije que me firmaras las notas! ¡Y que me lo tenías que recordar!
- Lo siento, Leo, se me olvidó – dijo Chris, que había tenido otras cosas en las que pensar en el día anterior.
- Mi profe se ha enfadado mucho conmigo – protestó Leo, restregándose los ojos.
- Perdona, campeón. Hoy te las firmo, en cuanto lleguemos a casa.
Chris pensó que Leo tenía una profesora un poco estricta. Solían dejar varios días para firmar las notas y había algunos que ni las pedían. Le daba mucha pena ver a Leo llorar así, y se preguntó qué le habrían dicho exactamente.
- ¿Quieres que entre a hablar con tu profe? Le diré que me enseñaste las notas, pero que se me olvidó firmarlas. Seguro que lo entenderá.
Leo asintió, y le dio la mano. Chris y él entraron en el colegio y fueron a la clase de Leo. La profesora aún no había salido pero Chris vio que estaba hablando con una niña, así que esperó. Sin ser su intención escuchar, la mujer hablaba un poco alto y Chris se dio cuenta de que estaba regañando a la niña. Chris reconoció a Lucy, la amiga de Leo. La niña lloraba un poco.
-…porque si a estas alturas aun no sabes la tabla del tres, es que eres tonta.
Algo hizo 'click' en la mente de Chris.
"Yo no soy tonto". Esa era la frase que repetía Leo cada vez que creía que no estaba entendiendo algo, o que alguien insinuaba que no lo entendía.
"Es tonto y tú también" había dicho Leo en una ocasión, refiriéndose a él y a su tío, cuando estaba enfadado. Chris había pensado que lo habría sacado de algún compañero. No se detuvo a pensar que lo niños cuando se insultan se llaman algo más fuerte que 'tonto'. Lo de idiota, por ejemplo, sí lo había sacado de sus amigos.
- No le llame eso – intervino Chris, entrando en el aula.
- ¿Cómo dice?
- No insulte a la niña. Si ha hecho algo mal, se lo dice, pero cuide la forma en la que le habla. Los niños se quedan con todo.
- No me diga cómo hacer mi trabajo. Esta niña es un desastre, va mucho más atrasada que sus compañeros.
Chris se agachó, y se puso a la altura de Lucy. Le limpió la carita y la miró a los ojos. Pudo ver que aquellas palabras la habían hecho daño. Que la niña iba a terminar por creerse que de verdad era un desastre y tonta por no aprenderse una maldita tabla de multiplicar.
- ¿Verdad que vas a esforzarte más, Lucy? – le preguntó de forma muy dulce.
- Sí, papá de Leo.
Qué tierna. Era muy bajita para su edad, no como Leo, que era de estatura media tirando para alta.
- Pues ahora coge la mochila y vete con tus papás ¿vale? Y no llores. Leo, anda, acompáñala y espérame fuera, campeón.
Leo salió, y Chris se irguió y se encaró con la profesora.
- Son niños. Nos toman a los adultos como referencia y se quedan con más cosas de las que parece. Si usted les dice que son tontos, acabarán por creérselo.
Chris pudo ver cómo le sacaba los colores a la mujer.
- A mi hijo parece importarle mucho lo que usted opine de él. Toda su obsesión es que se ha enfadado porque no le he firmado las notas. Me parece bien que le corrija si hace algo mal, pero no me gustaría ver que le habla como ha hecho con esa niña.
- Yo…Leo es un buen niño. Nunca he pensado lo contrario.
- Pues demuéstreselo. Si no tiene paciencia para tratar con niños, replantéese su carrera. Pero no les llame 'tontos' por no saberse una tabla de multiplicar.
Chris se fue, dejando a la mujer con la palabra en la boca. No pretendía ser de esos padres que se enfrentan a los profesores cuando regañan a sus hijos, defendiendo a veces conductas indefendibles, pero le parecía que no había actuado mal por decirle aquello. Esas cosas había que frenarlas a tiempo. Dejaba a su hijo muchas horas en ese colegio, y necesitaba creer que en buenas manos. Aquella mujer no parecía incompetente del todo, y tal vez después de hablar con ella tuviera más cuidado en cómo se dirigía a los niños.
En la salida, Chris se encontró con los padres de Lucy, que hablaban con ella y con Leo. Leo corrió hacia él y le abrazó, viendo a su padre como una especie de héroe.
- Señor Haliwell…Chris…muchas gracias. Lucy nos ha contado lo que ha pasado…
Los padres de Lucy y él no eran "amigos", pero no tenían una mala relación, tras varios años coincidiendo en reuniones y demás asuntos relacionados con los niños, que se llevaban mejor que bien.
- De nada.
Chris rebuscó en el bolsillo, y encontró dos caramelos. Le dio uno a Lucy, y otro a Leo.
- Despídete, campeón, que tenemos que irnos a casa.
- Hasta mañana, Lucy.
- Adiós, Leo. Adiós, papá de Leo.
"Papá de Leo" Chris sonrió, y se fue con Leo de la mano. A los pocos pasos, le preguntó con curiosidad:
- ¿Tú como llamas a los padres de Lucy?
- No les llamo. Pero si alguna vez hablo con ellos…pues Richard y Melinda. Son sus nombres.
Eso le parecía. Lo de 'papá de Leo' era propio de niños más pequeños. Quizá por eso le enternecía tanto esa pequeña.
"No, si ahora te vas a llevar bien con tu nuera" pensó con diversión.
- Siento que hayas estado delante, Leo. Quizá no lo entiendas, pero no he debido hablarle así a tu profe delante de ti. Y si no lo entiendes, no es porque seas tonto – se apresuró a añadir – es que es complicado. No te preocupes, porque todo lo que no entiendas ahora lo entenderás dentro de unos años.
- Pero tú no lo sabes todo – dijo Leo. – Eres muy listo, pero hay cosas que no sabes.
"Adiós a la fase de papá es perfecto. ¿Qué esperabas?"
- Tienes razón. Hay cosas que no sé. Nadie lo sabe todo. Por eso no es más tonto el que menos sabe, sino el que menos aprende.
- ¿Tú aun aprendes cosas?
"Sí. Hoy he aprendido a prestar más atención a todo lo que dices, porque puede significar algo importante, como que tu maestra te llama tonto." pensó Chris, pero no lo dijo.
- Nunca se deja de aprender, campeón.
Volvieron a casa y casi nada más entraron por la puerta llegaron también los gemelos.
- ¡Hola, papá!
- ¡Hola, papá!
- Hola, chicos. Menuda sincronía. Acabamos de llegar.
- Hola, peque – saludó Peter, que parecía especialmente contento. Chris se preguntó si eso quería decir que había hablado con Rachel. Nick parecía más serio, pero era difícil decir si estaba triste. Chris odió eso: ocurriera lo que ocurriera con esa chica, uno de sus hijos acabaría sufriendo.
- Papá, ¿me avisarás para hacer la comida? – preguntó Nick, quitándose el abrigo. Era una forma indirecta de preguntar si estaba castigado también con eso.
- Claro, Nick. Sube a quitarte el uniforme y baja si quieres, que voy a empezar en seguida.
Peter subió a cambiarse también, y Leo le insistió para que le dejara ver la TV.
- Dos semanas son dos semanas, campeón. Estás castigado, ¿te acuerdas?
- ¡Eres...injusto! – dijo Leo. Había estado a punto de decir "eres malo", pero recordó que su padre le había dicho que no se lo llamara más. Chris se dio cuenta del cambio y le agradó que Leo lo recordara. La protesta del niño casi le saca una sonrisa. Casi, porque sabía que no podía demostrar que lo consideraba gracioso.
- No soy nada de eso. Otra vez, obedéceme a la primera. Ahora ve a hacer otra cosa: puedes pedirle a Peter que te ponga un juego en el ordenador.
Leo se fue con cara de pocos amigos, pero Chris sabía que el enfado no iba a durarle mucho. Probablemente al niño se le olvidaría que estaba enfadado hasta la siguiente vez que quisiera verla tele.
Chris fue a la cocina y en muy poco tiempo bajó Nick. Iba vestido con una ropa que Chris no le había visto nunca: parecía vieja y gastada, y la camiseta tenía algunos agujeros. Era la típica ropa que algunas personas usan de pijama.
- ¿Qué llevas puesto? – preguntó, sin poder evitarlo. Las mangas le llegaban por el antebrazo, y las perneras por la espinilla.
- Una ropa vieja.
- Eso ya lo veo. Debe de tener sus años, porque si fuera un poco más pequeña le valdría a Leo.
- Es para no mancharme – explicó – Luego cuando venga Amy me volveré a cambiar y me pondré elegante.
- ¿Elegante en plan traje? – preguntó Chris, sonriendo.
- No tengo traje. Además, así es como tienes que ir tú, nada de esas camisetas que me llevas.
- Recuérdame que te compre uno. Y ¿qué tienen de malo mis camisetas?
- Que no son adecuadas para una declaración formal. Hoy vas a decirle que salga contigo ¿no? Ayer la llamaste "novia".
Chris sonrió. Le gustaba cómo sonaba, y además era cierto: tenía pensado "declararse" adecuadamente esa tarde-noche y pensaba conseguir que por una vez todo fuera perfecto, así que quizá lo de ponerse traje no era tan mala idea.
Dedicó unos momentos a pensar en la mujer, y a intentar aclarar lo que sentía por ella. Era como si hubiera dos Chris: uno que lo pasaba bien en su compañía, y otro que tenía que esforzare hasta por ser mínimamente educado cuando ella estaba en medio de algún problema con sus hijos. Entre ellos y Amy, tenía claro a quiénes elegía, y eso le preocupaba un poco. Él eligió formar una familia con Bianca: no tuvo que acoplarla a la familia porque ella ERA su familia. Pero Amy tenía que encajar en un mundo en el cual era padre de tres hijos. ¿Podía encajarla? ¿Quería encajarla? ¿Debía encajarla? ¿Hacía bien en intentar encajarla?
…¿O estaba traicionando la memoria de Bianca?
- Papá, que se quema – le avisó Nick, y Chris retiró la sartén justo a tiempo de evitar que las patatas se convirtieran en carbón. Estaban un poco tostadas, pero no se habían echado a perder. - ¿En qué piensas? – preguntó Nick con curiosidad – De pronto te has quedado callado.
Chris le miró a los ojos antes de responder.
- ¿Qué te pareció Amy?
Nick agachó la cabeza, fingiendo de pronto una repentina concentración por cortar la lechuga para la ensalada que estaba preparando. Cuando ya no le quedó nada por cortar, finalmente levantó la cabeza y le miró. A Chris la espera le estaba matando.
- Realmente no llegué a conocerla, papá – dijo Nick con una media sonrisa algo triste. – El único contacto que tuve con ella fue para empujarla. Pero si quiere volver aquí después de eso puedo deducir una cosa.
- ¿El qué?
- Que es o muy buena, o muy estúpida, o que te quiere mucho. O las tres cosas. Y a mí con eso me vale.
Chris se sintió de pronto mucho más tranquilo, aunque no supo por qué. Pero Nick no había terminado.
- La cuestión es…¿te vale a ti? Fea no era, eso desde luego, pero no creo que estés buscando sólo una forma de alegrarte la vista.
- Yo...no estoy buscando nada.
- Te ha encontrado. – tradujo Nick – Tú no lo buscabas, pero te ha encontrado.
- ¿Qué cosa?
- El amor, y todas esas pijadas. Vamos Chris, que pareces nuevo. Ya has estado casado ¿no?
- ¿Chris? ¬¬ Hacía mucho que no me llamabas así.
- No puedes pretender que hable contigo de chicas y te llame papá.
- ¿Por qué no?
- Porque es antinatural. Además, no te quejes. Christopher es un buen nombre. Te lo cambio cuando quieras.
- ¿No te gusta Nick?
- No me gusta Nicholas. "Nick" no está tan mal.
Chris sacudió la cabeza y apagó el fuego.
- ¿Por qué no te gusta?
- Porque así me llama Peter cuando digo algo inadecuado. Ahora ya no lo hace tanto, pero antes se pasaba la vida corrigiéndome…como si fuera mi hermano mayor…o mi padre.
Al hablar de Peter la mirada de Nick se ensombreció un poco. Chris decidió que aquél era tan buen momento como cualquier otro para preguntar lo que llevaba un rato rondándole por la cabeza:
- ¿Qué tal…entre Peter y tú?
- ¿Preguntas si hemos arreglado las cosas con lo de Rachel? Yo no he hablado con ella, pero Peter sí. Pregúntale a él. Por como sonríe parece que no tiene precisamente malas noticias. Pero no me ha contado nada. Y tranquilo: no voy a tomarla con él. Son las reglas del juego. Que gane el mejor y todo eso.
Chris frunció el ceño. Nick parecía creer que Rachel había escogido a Peter, y él quería saber cómo se sentía respecto a eso. Y también quería saber por qué los gemelos parecían incapaces de hablar del tema entre ellos.
- La desconfianza no trae nunca nada bueno. Peter es reservado en casi todo, pero tú tampoco sueltas prenda en esta clase de temas. Sería mucho más fácil si os sentarais y lo hablarais. Aunque me gustaría que confiaras en mí, puedo entender que no quieras decirme nada. Pero…¿por qué sois tan reservados entre vosotros? Sois hermanos, tenéis la misma edad…deberías hablar de estas cosas…
Nick le miró con la cabeza ladeada.
- ¿Debería decirle a mi hermano lo que siento por la chica que le gusta a él? Sí, una gran idea. Además, ya lo sabe perfectamente. Hablar de ello no serviría para nada.
- Pues si hubierais hablado de esto en su momento, no hubiera habido ningún malentendido. Habríais sabido que os gustaba la misma chica, y no hubiera pasado nada de lo que pasó.
- No hablo de chicas con Peter.
- Pero…¿por qué no?
- No le interesa el tema. O eso dice él. Aparte de por tomarle el pelo, yo me he planteado en serio varias veces la posibilidad de que fuera gay. Algún día se lo demostraré al mundo.
- ¿Ni de pequeños? - preguntó Chris, ignorando la pequeña pulla de Nick sobre la sexualidad de su hermano. - ¿Nunca, nunca habéis hablado de esto?
- Pero ¿de qué querías que habláramos si para cuando me di cuenta de para qué servía lo que tengo entre las piernas sólo había niñas pequeñas en el orfanato?
- Nick…no hace falta ser tan…bestia. – regañó Chris.
- Quizás ese sea el problema, que soy muy bestia – respondió Nick, molesto. – No soy tan fino y romántico como Peter.
- Oye, no te pongas a la defensiva. Sólo te he dicho que hables de otra forma.
- Y yo sólo he dicho la verdad. En esto, como en todo, Peter y yo tenemos puntos de vista diferentes. Y adivina a cuál va a preferir Rachel. Él es el romántico, y yo el frío.
Chris se dio cuenta de que Nick estaba intentando hacerse el fuerte.
- A mí me parece que no tanto. Sólo que a ti te avergüenza hablar de tus sentimientos.
- Como sea, él es el chico bueno. Ojalá a Rachel le fueran más los chicos malos. Pero creo que no es así.
- Lo sabrías fácilmente si cogieras y le preguntaras a tu hermano: "oye Peter, ¿qué te ha dicho Rachel?" Pero si no lo haces estarás aquí comiéndote las uñas sin saber lo que ha pasado.
- Si no me lo ha querido decir es porque sabe que no voy a querer oírlo. Lo más que puedo hacer es aceptarlo: Rachel le ha dicho que sí.
Chris se fijó en cómo agarraba Nick la cuchara de madera, como si quisiera estrangularla. Con cuidado, se la quitó de la mano.
- La vas a romper – dijo, con delicadeza. – Cuando te canses de hacer como que puedes con esto tú sólo, puedes hablar conmigo. Sé lo que es un corazón roto, Nick.
- Pues para saberlo, estás siendo un insensible. Mira, mejor déjalo. ¿Puedo ir a dar una vuelta?
Chris asintió, tratando de asimilar que por alguna razón Nick se había enfadado con él. ¿En verdad estaba siendo un insensible? Chris tenía que reconocer que los chicos aún le parecían un poco jóvenes para conocer el verdadero amor pero aun así les había tomado en serio. Diecisiete años son suficientes para enamorarse, o eso creía él. Estaba realmente preocupado por él, aunque no quería atosigarle. Le dijo a Nick que no tardara, que la comida estaría en seguida.
Se quedó sólo en la cocina, pero al poco bajó Peter.
- Leo es mejor que yo con los juegos del ordenador. Me gana un niño de ocho años. Me siento inútil – comentó Peter, sonriendo.
- Me alegra ver que tienes tan buen perder.
- Hoy pocas cosas pueden amargarme ¿sabes? – dijo Peter, aun sonriendo.
- ¿Un buen día?
- Pues sí.
- ¿Me cuentas por qué, o vas a seguir haciéndote el interesante?
- Vamos, papá. Seguro que puedes adivinarlo.
- ¿Es por Rachel?
Peter asintió.
- Pues enhorabuena. – dijo Chris preguntándose si Peter iba a contarle algo más. Pero el chico sólo sonrió. Chris iba a devolverle la sonrisa, hasta que notó algo extraño. Se había acostumbrado a ver a Peter feliz…y en ese momento le pareció que no lo estaba. Su hijo estaba fingiendo, al igual que Nick cuando intentaba hacer como que el rechazo de Rachel no le afectaba.
Chris no dijo nada hasta que vio que su hijo iba a salir de la cocina.
- Peter…-llamó en tono casual. - ¿Te he dicho alguna vez que mientes fatal?
Su hijo se puso rígido casi al instante, pero luego lo disimuló.
- No sé a qué te refieres. Yo no te miento nunca.
- Acabas de hacerlo. Esa sonrisa es más falsa aún que la de Nick. Los dos estáis tristes. Eso no tiene ningún sentido. Nick cree que Rachel te ha dicho que sí.
- Y me lo ha dicho.
- Entonces, ¿a qué esa cara?
- Me ha dicho que sí cuando me ha confundido con él.
- ¿Qué?
- He ido a pedirle perdón por lo que ocurrió en su fiesta, y ella lo interpretó como que era Nick el que iba a disculparse. Me dijo, textualmente: "siempre he querido que un chico como tú se peleé por mí, pero no me gusta la agresividad, Nicholas. No necesitas hacerlo: no estoy interesada en tu hermano" A partir de ahí he empezado a actuar como Nick, y ha terminado por besarme. O por besarle a él.
- ¡Pete! – exclamó Chris, preocupado. Entendía el esfuerzo que aquello había supuesto para él. Desprendido de su máscara de falsa alegría, Peter lucía realmente deprimido. - ¿Por qué has hecho eso?
- Porque él la quiere más que yo. Y ella le corresponde. – dijo Peter, y comenzó a llorar – Pero eso no hace que duela menos.
- Ven aquí, tesoro – dijo Chris, y le abrazó. - ¿Estás bien?
- Lo estaré. Pero no puedo decírselo a Nick.
- ¿Por qué no?
- Porque eso hará que sea más real. – dijo Peter, escondiendo la cara en el pecho de Chris.
- Mi niño.
Por primera vez desde que adoptó a los chicos, Chris sintió que no podía hacer aquello sólo. Él no sabía qué hacer en esos casos. Necesitaba….necesitaba a su mujer. Bianca hubiera sabido qué hacer. Qué decir.
- Lo peor no es que me haya rechazado, papá. Es que ni siquiera sabe que lo ha hecho. Me ha confundido con Nick. Y…y yo voy a tener que verles juntos todos los días. Y voy a tener que sonreír a Nick como si no pasara nada. Y ya has visto lo mal que lo hago.
Chris le dio un beso en la cabeza.
- Lo siento, tesoro. Es la primera vez que te rechazan. Sé que esto no es fácil…
- ¿La primera? ¿Es que va a haber más?
- No, Pete. – le dijo Chris aunque no tenía forma de saberlo. Era lo que su hijo necesitaba oír. – Es la primera chica en la que te habías fijado. Me gustaría decirte que te olvidarás de ella, que en realidad no la quieres y sólo es un encaprichamiento, pero eso es algo que sólo puedes saber tú. No soporto ver que te hacen daño, hijo, pero esto es así. Ahora te parece horrible, pero conocerás a otra chica, la indicada para ti. Te voy a hacer un poco de chocolate caliente ¿vale?
- ¿Antes de comer?
- ¿Por qué no? Anda, ven, siéntate.
En ese momento volvió Nick. Chris no había oído la puerta: su hijo estaba aprendiendo a ser sigiloso. Al ver a Peter tan abatido, pareció confundido.
- ¿Se ha metido en algún lío?
- No.
- ¿Y por qué llora?
- Creo que lo mejor es que os deje solos para que habléis.
Chris abandonó la cocina con un nudo en la garganta. La felicidad de un hijo suponía la decepción de otro, y ni siquiera estaba en sus manos decidirlo. Aunque pensándolo bien, si hubiera estado en sus manos no habría podido soportarlo. Chris sabía que Peter era muy sensible. Aunque no hubiera tenido mucho tiempo para conocer y querer a esa chica, era importante para él y se había hecho ilusiones. Le habían roto el corazón. Tan sólo podía consolarse pensando que al menos la caída no había sido muy grande: hubiera sido peor si Peter hubiera llegado emocionalmente más lejos en todo aquél asunto. Si sus sentimientos hacia esa chica hubiesen tenido tiempo de madurar.
La comida transcurrió en un incómodo silencio. Era imposible saber si Nick y Peter estaban enfadados entre sí, porque los dos estaban muy serios. Chris no les había oído discutir, así que más bien consideró que Peter estaba triste y que Nick estaba intentando asimilar lo que su hermano tenía que haberle contado. Leo, por su parte, no entendía tanto silencio, así que intentó buscarle una explicación.
- No pongáis esa cara. Vale que Amy va a venir a cenar, pero a mí me pareció simpática – dijo el niño.
Como respuesta, sólo obtuvo más silencio.
- Es serio que es simpática – insistió el niño – No sé qué es lo que ha visto en papá, pero deberíamos estar agradecidos.
Nick y Peter estallaron en carcajadas. Chris se sintió muy aliviado por escuchar un sonido que había temido no volver a oír, pero se hizo el ofendido.
- Muy gracioso. Habéis enseñado a vuestro hermano a que se meta conmigo.
- Si dice la verdad no se está metiendo contigo, papá – dijo Nick con una sonrisa.
- Debería dejaros sin postre ¬¬
- Qué poco sentido del humor.
- Siempre ha tenido mucho carácter – dijo Peter, asintiendo ante la afirmación de su hermano.
- Claro, porque vosotros sois un par de pacifistas.
Chris sacudió la cabeza, pero sonrió. Era bueno verles "vivos" de nuevo. Terminaron de comer, y tras recoger la mesa Chris se enfrentó a otra ronda de ruegos por parte de Leo, diciendo que quería ver la TV. Sólo que aquella vez Nick se sumó también.
- Los dos estáis castigados. – les recordó – No sé por qué insistís si ya sabéis la respuesta.
- Quieres matarme de aburrimiento – se quejó Nick – Te has pasado…
- No, tú te pasaste – dijo Chris algo molesto, pero aún de buen humor – Y ya te he dejado salir antes, así que estoy siendo bastante flexible.
- Eso no ha sido salir…
- Has salido de casa y no para ir al colegio: eso es salir.
- Vaya mierda.
- Esa boca, Nick.- dijo Chris con un suspiro, reuniendo paciencia.
- La tengo perfectamente, gracias.
- Nick, no me contestes - cortó Chris, de forma mucho más tajante.
- Jo, papá, sólo un ratito – intervino Leo, haciendo causa común con su hermano.
- He dicho que no. Y si sabéis lo que os conviene dejaréis de insistir, y pasaréis el rato haciendo otra cosa.
Peter vio que Nick iba a protestar, y habló por encima de él, para impedir que se metiera en problemas:
- ¿Qué tiene paneado para hoy, papá? Nosotros podemos cenar antes y acostarnos, si quieres estar sólo con Amy.
- Viene precisamente para conoceros, Peter.
- Papi, por fa, sólo un ratito – insistió Leo, y recibió una mirada casi más dura por parte de Peter que de Chris. Le había dado una estupenda oportunidad de permanecer callado, haciendo que Chris cambiara de tema, y Leo lo estaba echando todo por tierra.
- Leo, no.
- Eres cruel por negarte cuando te lo pide así – le dijo Nick.
- Soy su padre, y tengo que enseñarle a hacer las cosas bien. Y tú no deberías pasarte de listo, Nick.
- Vamos Nick. Déjalo. ¿Por qué no subes y me ayudas con los deberes de mates? Luego podrás llenar el móvil de Rachel de mensajes cursis y divertirte un rato al pensar que fue capaz de confundirnos, cuando sabes de sobra que yo soy más guapo.
Chris se admiró de los intentos de Peter por evitar que su hermano cruzara el límite. El hecho de que fuera capaz de bromear con lo que había pasado le hizo ver que iba a superarlo. Deseó que Nick apreciara sus esfuerzos tanto como él. Y lo hizo.
- Está bien. Perdón por haberme puesto pesado.
Nick suspiró y se fue con Peter. Leo se quedó, y Chris le miró como diciendo "¿vas a seguir insistiendo?" …pero Leo, al ver que se había quedado sólo en su lucha, desistió.
- Si no puedo ver la TV, ¿puedo usar las acuarelas?
- Claro. Recuerda poner un periódico debajo, para no manchar nada.
Chris aprovechó ese rato en el que todos sus hijos estaban ocupados para leer un libro que le estaba gustando, recostado sobre la cama de su cuarto. De vez en cuando le llegaban las voces de Nick y de Peter. Escuchó que Peter tarareaba una canción.
- ¿Hasta haciendo deberes tienes que cantar? – preguntó uno de los gemelos. Por el contexto dedujo que era Nick, aunque las voces de ambos se parecieran mucho. Fue como si una bombillita se encendiera en la cabeza de Chris. Dejó el libro y fue a la habitación de Peter, donde estaban sus dos hijos mayores, haciendo deberes.
- Pete, ¿puedo hablar contigo?
- Claro, un segundo.
Peter terminó de escribir algo, y salió.
- ¿Sí?
- ¿Has pensado alguna vez en cantar en público?
- ¿Eh? Sí, claro. Es uno de mis sueños. ¿Por qué?
- ¿Te gustaría cantar en el P3 la semana que viene? Me han fallado varios grupos.
- ¿Lo dices en serio?
- Totalmente.
- ¡Me encantaría!
A Peter le brillaron los ojos, y Chris no podría haber evitado sonreír aunque hubiera querido.
- ¿No te dará vergüenza? – le preguntó
- Qué va. Quizá me ponga nervioso, digo yo que es lo normal, pero vergüenza no.
- Pues a veces no quieres que yo te oiga.
- Pero allí habrá desconocidos. Con desconocidos no me da vergüenza.
Chris se le quedó mirando, sorprendido por la seguridad que demostraba la voz de Peter.
- Eres raro. – tuvo que decir Chris, y soltó una carcajada.
- No me dices nada nuevo. ¿De verdad me dejarás cantar?
- No es que te deje, es que te lo estoy pidiendo como favor.
Peter sonrió.
- Es como si a Leo le pides que "por favor" se coma una chocolatina.
Chris sonrió, y Peter le abrazó con mucha fuerza.
- Caray, cuánto entusiasmo.
- Siempre he querido hacer algo como eso. Subirme a un escenario, y cantar. Pero…tenía miedo de que tú no quisieras. En realidad, hace mucho que descarté la posibilidad, así que ni siquiera te hablé de ello.
- Pues...dime siempre todo lo que quieras hacer, Peter, que siempre te escucharé. Podré no estar de acuerdo, y entonces te diré que no, pero siempre te daré una explicación, porque tienes edad para poder entenderlo. Es más, creo que es mejor que te explique el por qué de las cosas, ya que es necesario que aprendas a tomar tus propias decisiones.
- Es que no quiero discutir contigo…
- No vas a discutir conmigo por dar tu opinión, Peter. No voy a enfadarme porque me preguntes algo, por disparatado que te parezca. Obviamente si me preguntas si puedes tirarte por un puente te diré que no, pero hay otras cosas que a lo mejor crees que no te voy a dejar hacer, y te equivocas.
Peter le miró, y decidió poner a prueba esa afirmación.
- ¿Tengo que ir a la universidad?
- ¿No quieres?
Peter negó con la cabeza.
- Este no es el momento para tratar eso, Peter, pero…yo no fui.
Con eso le quería indicar que era algo de lo que podían hablar. Chris quería que sus hijos fueran a la universidad, pero a unas malas tenía un negocio que podía legarles. Estaba abierto a otras "opciones de vida".
Peter probó con otra cosa.
- ¿Puedo ser actor?
- ¿Es lo que quieres ser?
- Actor de musical.
- Si me preguntas si puedes en el sentido de si tienes mi permiso, en realidad no lo necesitas. Pero tienes mi apoyo, claro. Ahora bien, no es un camino fácil, y aunque tengo fe en ti, no sé si "podrás" llegar a serlo. Te ayudaré a conseguirlo si está en mi mano.
A Peter le encantó aquella respuesta: no sólo Chris no se oponía, sino que había sido abiertamente sincero con él. No le llenaba la cabeza con esperanzas falsas, pero al mismo tiempo le decía que luchara por lo que quería.
- Y ¿puedo…? – comenzó, pero Chris le interrumpió.
- Caray, no me refería a que sacaras ahora un cajón entero de preguntas. No tengo pensado irme a ningún sitio. No hay prisa. – le dijo con una sonrisa.
Peter le devolvió la sonrisa, y volvió a su cuarto, a terminar los deberes.
Después de eso Chris estuvo un rato pintando con Leo, o más bien siendo pintado, ya que el niño tenía la manía de pintarle las manos, como si quisiera ser decorador de cuerpos.
"No, si verás tú como acabo con un hijo actor, otro cocinero, y otro pintor de cuerpos" pensó Chris, pero luego recordó que Nick quería ser médico.
Tras la sesión de arte, se lavó las manos y comenzó a prepararse para "su cita". Se puso una americana, una camisa y una corbata, pero informalizó el asunto con unos vaqueros. Con eso obtuvo el visto bueno de Nick, aunque Leo le dijo que se pusiera los pantalones del traje. Peter votó en blanco.
Después hizo la cena y, aunque había empezado pronto, al final llegó la hora justo cuando terminó con los preparativos. Cuando Amy llamó al timbre, Chris tuvo un pequeño instante de pánico, pero se recuperó a tiempo de abrir la puerta. Tras intercambiar un saludo vacilante, Chris la invitó a pasar y procedió con las presentaciones.
- Ya conoces a Leo, y a los gemelos les conoces de vista. Pero él es Nick, y él es Peter.
Peter se adelantó, con gestos tímidos, pero saludó a la mujer con un par de besos. Nick hizo lo mismo instantes después. Él también se mostró tímido, pero por otros motivos.
- Lamento haberte empujado ayer. – le dijo en voz muy bajita. La mujer tenía unos ojos muy bonitos y Nick se sentía atrapado en ellos cuando los miraba.
- No tiene importancia. – respondió Amy con una sonrisa.
Desde ese momento Nick se mostró mucho más abierto, y además se dio cuenta de que la mujer le caía bien. La cena marchó estupendamente, y la casa se llenó de carcajadas sinceras y espontáneas. En un determinado momento, con la excusa de estar cansados, Peter y Nick les concedieron algo de intimidad, y se llevaron a Leo consigo. Chris se sentó frente a la mujer y la tomó de la mano.
- Amy… Ya has visto cómo es mi vida y quiénes forman parte de ella. Voy a ser sincero contigo: me gustas, me siento atraído por ti y hasta creo que te quiero, pero …
- Tienes tres hijos y ellos son la prioridad. – concluyó Amy por él - Lo sé. Lo entiendo. Lo acepto. No me importa. Tienes mucha suerte. Leo es adorable y Nick y Peter no parecen malos chicos. Me gustaría formar parte de ello, si tú quieres.
Chris la miró a los ojos, como avisándola de lo que iba a hacer, y la besó. Se oyeron tres risitas desde la puerta.
- Pensé que os habíais ido a la cama ¬¬
Sabiéndose descubiertos, los tres chicos asomaron las cabezas, sin poder ocultar su sonrisa. Rieron una vez más, y se fueron escaleras arriba. Chris rodó los ojos.
- A veces me pregunto si el pequeño es Leo.
Amy sonrió.
- Es normal que quieran ver con quién está su padre. Ver si soy buena para ti. ¿He pasado el examen?
- Nadie te ha examinado.
- Que te crees tú eso. Si no les hubiera caído en gracia a tus hijos no estarías aquí perdiendo el tiempo conmigo.
- Eso no es cierto…
- Está bien así, Chris. Es lógico.
Era esa sinceridad transparente lo que más le gustaba de Amy. Estuvieron hablando un rato más, hasta que Amy dijo que tenía que irse. Chris insistió en llevarla a casa, pero ella insistió en que no, y resultó ser más cabezota.
- Entonces…¿somos novios? - preguntó Chris cuando la despedía.
- De verdad, qué manera de romper el encanto, ojos azules. Sí, Chris, somos novios.
Chris sonrió, y le dio otro beso. Observó cómo se iba y luego volvió a entrar en casa, y cerró la puerta. Tres pares de pies bajaron las escaleras.
- ¿Ya se ha ido?
- ¿Qué te ha dicho?
- ¡Es muy guapa!
- ¿Estáis saliendo?
- ¡La has besado!
Sus hijos hablaron a la vez y solapándose unos a otros. Hacían una pregunta detrás de otra, y Chris llegó a preguntarse si de verdad querían que les respondiera, puesto que no le dejaban ni hablar. Por fin, el ruido disminuyó un poco.
- Entonces, ¿qué os ha parecido? – preguntó él, cuando pudo intervenir.
- Genial
- Estupenda
- Muy agradable.
- Me alegro. – Chris sonrió – Y gracias por hacer de esta una gran noche. Era muy importante para mí.
Chris se había sentido muy a gusto, y en esos momentos se sentía ligeramente eufórico.
- También ha sido una gran noche para nosotros – dijo Peter, con una sonrisa.
- ¡Pero muy, muy larga! – apuntó Leo, con un bostezo. Chris miró el reloj.
- Claro, porque ya es hora de que tres hombrecitos estén en la cama.
- Papá, ¡no me llames así! – protestó Nick.
- Está bien, un hombrecito y dos hombretones. ¿Así mejor? Ale, a la cama.
- Madrugar es un asco – dijo Nick.
- Yo no soy el que ha puesto los horarios de vuestro colegio – dijo Chris – Me limito a cumplirlos.
Leo le dio un abrazo y subió a dormir. Nick subió a dormir sin darle un abrazo, pero Chris le interceptó y le hizo cosquillas hasta que le abrazó. Y como siempre, el que se quedó fue Peter.
- Tú también tiene que ir a dormir, Peter – le dijo.
- No tengo sueño.
- Antes no ponías pegas cuando te mandaba a la cama, no sé qué pasa últimamente. Vamos, a dormir. No quiero tener la misma conversación todas las noches. Cuenta ovejitas, mira por la ventana…haz lo que hicieras hace unas semanas, antes de que te diera por ponerte a protestar.
- Me quedaba leyendo. Pero me he acabado los libros que me gustaban. Quiero ver la TV un rato…
- Y yo quiero que mis hijos me obedezcan. Oh, espera, si ya tienen que hacerlo: a la cama. – dijo Chris, con mucho sarcasmo, y terminando la frase con cierta sequedad.
- Cuando te pones en ese plan no hay quien te aguante.
Chris ya sabía que Peter odiaba que le contrariaran. No era tanto que quisiera hacer su santa voluntad como que a veces sentía la necesidad de imponerla. Era extraño, porque otras veces le obedecía sin rechistar, sobre todo en las "pequeñas cosas" como aquellas. No quería que adquiriera el hábito de discutirle por todo: pasar del extremo obediente a justo el opuesto. Peter solía evitar el desafiarle abiertamente y Chris quería que siguiera siendo así; por eso quizá se mostró menos dispuesto que otras veces a aguantar pegas.
- Y cuando tú te pones en ese plan pareces un niño pequeño y protestón. Peter, no voy a continuar con éste tema. Tienes que irte a la cama y ya está. Ya no es sólo porque tengas que dormir, sino porque lo digo yo. Si te gusta bien, y sino también. Buenas noches, hijo.
Peter hizo una mueca de disgusto y se giró con brusquedad. Chris no quería acabar el día enfadado con su hijo, y menos por una tontería como aquella. Peter parecía realmente molesto y aunque Chris no pensaba ceder, si creyó que al menos podía suavizar un poco sus formas, pues se había despedido de él con mucha sequedad, y con el odiado "esto es así porque lo digo yo". Así, cuando su hijo ya estaba saliendo para hacer lo que le decía, le llamó, de forma mucho más conciliadora:
- Pete…
- Déjame en paz.
A Peter le había molestado lo de 'niño pequeño y protestón'.
"Que encima no me venga ahora con ese tono amable, porque no. ¿Quiere un niño? Pues que se harte" pensó Peter, y eso fue lo que le llevó a responder así. Como es lógico, a Chris no le sentó nada bien esa respuesta, y más teniendo en cuenta que sólo había intentado `reconciliarse`
- Eh, un momento. Baja esos humos. A mí no me hables así.
Peter apretó los dientes, para no decir nada de lo que luego se arrepintiera. Sintió rabia por haber reaccionado así, porque era consciente de que con esa forma de actuar le había dado la razón a Chris: parecía un niño pequeño que protestaba porque le habían contrariado. Sintió más rabia aún porque, a pesar de saber todo eso, seguía sin querer irse a la cama. No quería dormir. No quería soñar. Aceptó que estaba siendo infantil pero le dio igual. Se enfadó con Chris por obligarle a irse a la cama, y entonces lo hizo: dio un golpe a la puerta para descargar su rabia. Le dio un manotazo al cristal…y lo rompió. Él no quería darle tan fuerte. Se hizo daño en la mano, y miró alternativamente la herida que se había hecho, y los pedazos del cristal que había roto.
- ¡PETER! - gritó Chris, sin saber si estaba enfadado, sorprendido, o asustado. No se había esperado ese golpe, y durante unos breves segundos tuvo miedo de Peter, pero luego recordó que…se trataba de Peter. De su hijo. No había razón para temerle, aunque desde luego no podía permitir que fuera por ahí rompiendo cosas. Se debatió entre la furia y la preocupación, pero ganó lo segundo al ver que la mano de Peter estaba ensangrentada.
Peter no se podía creer lo que había hecho. No pretendía romper el cristal, pero estaba claro que no había medido su fuerza. Al ver que Chris se acercaba a él, instintivamente se alejó.
- Ven aquí. Veeeeen. – dijo con voz dulce, como si hablara con alguien que tuviera miedo de acercarse al borde de una piscina. Habló así para tranquilizar a Peter, que no parecía estar dispuesto a romper nada más, pero en cambio estaba asustado. – Déjame ver la mano.
Peter estiró el brazo con actitud vacilante. Chris se la cogió por la muñeca, le miró bien y le sacó un trocito de cristal que tenía clavado. Peter siseó, porque aquello le dolió un poco.
- Te he curado más veces en los últimos meses que a Leo en toda su vida – comentó, y utilizó su poder para curarle la mano. La examinó para ver que estaba bien, y después miró a Peter, como preguntándole "¿qué voy a hacer contigo?". Los ojos de Peter titilaban en lo que Chris denominaba "mirada de cachorrito" y eso sólo le hacía más difícil la tarea de regañarle. Chris parpadeó, como para librarse del efecto de esos ojos entristecidos.
- ¿Te has quedado a gusto? – le preguntó con voz dura. - ¿Quieres romper también la mesa, o no sé, tal vez el sofá?
- No, señor. – dijo Peter, mirando al suelo.
- No me vengas con "no, señor". Sólo piensas cuando te haces daño.
- No quería romperlo…
- Es igual. Las cosas no se golpean.
- Lo sé…- respondió Peter, incapaz de mirarle.
- Vete a tu cuarto, Peter. – ordenó Chris. – Lávate la mano, ponte el pijama, y espérame.
Peter obedeció, y Chris se quedó un rato en el mismo sitio, sin hacer nada, con la mente llena de gritos que no había llegado a soltar. A veces se sorprendía de su propio autocontrol. Sólo lo explicaba por lo mucho que les quería, porque una parte de él le pedía que estrangulara a Peter pero la otra la silenciaba sin mucho esfuerzo. Tras unos segundos, se puso a recoger los cristales, suspirando. Tendría que llamar para que lo arreglaran. Con cuidado de no cortarse, terminó de desprender algunos fragmentos que habían quedado sujetos al marco de madera. Cuando terminó de reunir todos los pedacitos los orbitó a la basura. Apagó las luces de la planta baja, revisó que no se quedara ningún grifo abierto, y subió a hablar con Peter.
El chico ya se había cambiado y le esperaba de pie. Chris vio que tenía lágrimas en la cara, aunque no estaba sollozando. Cuando Peter reparó en él, se frotó los ojos con la mano izquierda, mientras levantaba la mano derecha, en la que tenía el cepillo. Se lo dio sin que él se lo pidiera, esquivando en lo posible su mirada. Chris cogió el cepillo, pero lo dejó en la cama, y le dio un abrazo corto:
- ¿Por qué tienes que ser tan cabezota? Si te hubieras ido a la cama la primera vez, no hubiera pasado nada.
Peter no respondió, consciente de que su padre tenía razón. Chris se sentó en la cama, y tumbó a Peter en sus rodillas. Le bajó el pantalón del pijama y los calzoncillos, y cogió el cepillo. Le colocó bien, y comenzó a castigarle.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- No se dan golpes a las cosas, Peter. Sé que no querías romper el cristal, sólo faltaba, pero no tenías por qué haberlo golpeado. Eso no soluciona nada. No sirve de nada, más que para hacerte daño y tratar de intimidarme. Todos podemos dar rienda suelta a nuestro enfado, y así un día nos acabamos matando. Existe algo que se llama autocontrol. Sirve para discernir cuando algo merece que nos enfademos, y cuando no: que te mande a la cama no te da derecho a liarte a dar manotazos a las puertas.
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Chris había pensado castigarle más, pero antes había visto en los ojos de Peter que lo sentía mucho, y que estaba arrepentido de verdad, así que dejó el cepillo y le levantó. Le subió la ropa y le sentó sobre sus piernas, aunque notó que a Peter esto le daba algo de vergüenza. Lo ignoró, y le alzó la barbilla, para que le mirara a la cara. Peter no estaba llorando, pero tenía los ojos vidriosos. Chris se preguntaba si era por el castigo, por la vergüenza, o por lo que había hecho. Con Peter nunca se sabía. Le acarició el pelo y le dio un beso en la cabeza.
- No puedes volver a dar golpes, Peter. No sólo porque no esté bien, sino porque puedes hacerte daño. Sé que puedo curaros, pero eso no es motivo para ser un imprudente. Un día puedo no estar ahí, o puede haber algo que yo no pueda curar.
Peter asintió. Lo sabía. Chris le dejó ponerse de pie, y observó que Peter se frotaba el culo. Cuando se dio cuenta de que Chris le miraba, se ruborizó. Pero, por suerte para él, su padre no hizo comentarios.
- Espero que a partir de ahora cuando te mande a la cama te vayas a la cama. Sin necesidad de que me enfade, de que te enfades tú, ni de que rompas nada.
Peter asintió de nuevo, aunque con más vacilación que la vez anterior.
- Es que…no me quiero dormir – le dijo el chico. Chris captó el matiz. Ya no decía "no me puedo dormir", como había dicho antes, sino que había cambiado de verbo. No lo había dicho con ningún desafío y Chris sintió curiosidad, en vez de enfado.
- ¿Por qué no quieres?
- Porque no quiero soñar con él…- dijo Peter, muy bajito, y Chris entendió. La manía de Peter por no querer irse a la cama había empezado después de su reciente reencuentro con Derek. Debía de tener pesadillas con eso. Chris no quería ni pensar la cantidad de cosas que tenían que hablar con la psicóloga cuando empezaran a ir otra vez después de las vacaciones, es decir, en un par de días. Chris suspiró, y le dio un abrazo.
- Y no podías decírmelo ¿verdad? Antes te muerdes la lengua que decirme que tienes pesadillas.
Peter no respondió, pero correspondió al abrazo. Chris intentó no sentirse dolido: sabía que no se trataba de que Peter no confiara en él, sino que simplemente el chico era reservado y se creía autosuficiente.
- ¿Quieres dormir conmigo? – le preguntó.
- Eso no servirá. Hasta hace nada dormía con Nick y tenía pesadillas igual.
- Pero yo no soy Nick.
Peter sonrió un poquito.
- ¿También tienes poderes "anti malos sueños"?
- No, mucho mejor que eso: tengo poderes de padre.
Chris sonrió y Peter rodó los ojos, pero se fue con él. Intentó no pensar en el hecho de que era demasiado mayor para dormir en la cama de su padre: prefirió pensar en la certeza de que estaba muy a gusto allí. Chris no dejó de mirarle, pensando en todo lo que su hijo había pasado, con tan pocos años. Incluso entonces, que estaba experimentando por fin lo que era tener una familia, se estaba enfrentando por primera vez al "mundo de las mujeres", y había tenido una experiencia dolorosa, aunque parecía, gracias a Dios, que no muy fuerte. Chris lamentaba no poder protegerle de eso, pero hay ciertas cosas que uno tiene que pasar por sí mismo. Él había tenido mucha suerte, o mucha desgracia en el amor, según se mire: había encontrado a la mujer de su vida pero la había perdido. Ahora parecía que se estaba enamorando de nuevo…Chris sonrió un poco al recordar lo que le había dicho a Amy: "hasta creo que te quiero". No fue una manera muy romántica de decirlo, pero Chris se dio cuenta de que era totalmente cierto. Tenía ese sentimiento guardado en el corazón, como con miedo, pero lo tenía. Antes de dormirse, y sin estar del todo lúcido a causa del sueño, pensó que todos los "hombres" de aquella casa tenían una mujer en el pensamiento. Peter y Nick tenían a Rachel. Él tenía a Amy. Hasta Leo tenía a Lucy, aunque Chris no pensaba que el niño supiera realmente lo que era el amor en un sentido de pareja. Pero el único que irónicamente parecía capaz de expresar ese "sentimiento" con libertad era justamente Leo. Tanto Peter, como Nick, y como él, guardaban demasiado cosas en su interior como para expresarlo.
Él guardaba a Bianca.
Nick era inseguro, al menos en ese aspecto.
Peter guardaba demasiadas cosas y no decía ninguna.

Chris le dio un beso en la frente al chico, y poco después de durmió. Peter tardó un poco en dormirse, pero al final lo hizo y por primera vez en varias noches no tuvo pesadillas.

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