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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 53: Protectores y protegidos


 


Chapter 53: Protectores y protegidos

Al día siguiente, Chris estaba muy pensativo. Peter no sabía lo que le pasaba a su padre, pero decidió no molestar al ver que sólo conseguía monosílabos y respuestas vagas. Pero Nick, mientras desayunaban, encontró un hueco en la férrea protección que Chris solía tener en su mente para que no pudiera leérsela. Le miró con mucho asombro.
- Sé lo que estás planeando, papá. Quieres curar al hermano de Paul. Quieres…sacarle del coma.
- Aún no he decidido nada. Sólo le estoy dando vueltas – musitó Chris, mientras removía su café.
- No: estás decidido a hacerlo. Puedo verlo en tu mente.
- Pues no deberías estar viéndolo. Mi mente es sólo mía – le espetó. Eso bastó para que Nick guardara silencio, pero era evidente que se había molestado. Desmenuzó una galleta sin apartar los ojos de ella, y Chris supo que no debería haberle dicho eso. Nick controlaba su poder perfectamente, pero según decía los pensamientos de los demás eran como una puerta que él podía abrir, y era demasiado tentador como para no poner la mano en el pomo. Nick respetaba bastante su intimidad, así que no había sido justo al ser tan brusco, ya que además ni siquiera le molestaba, en realidad, que estuviera en su cabeza. Iba a disculparse, pero Nick habló antes de que pudiera hacerlo.
- Sólo iba a decirte que me parece bien – susurró, sin mirarle.
- Perdona, Nick. No es contigo. Es sólo que…no es tan fácil. Puedo meterme en problemas ¿sabes? Por usar la magia para eso. Si los Ancianos me aguantan tantas irregularidades es porque mi padre es uno de ellos. Pero si me paso de la raya ni siquiera él me podrá proteger. Puede que curar a ese chico sea pasarme de la raya.
- Haz lo que debas hacer – respondió Nick, y Chris tomó nota de que últimamente estaba mucho más…adulto. La crudeza de los últimos acontecimientos parecía haber hecho que Nick se volviera más maduro y reflexivo. También tenía un aura como de tristeza, y Chris supuso que era por el episodio del día anterior y los acosadores de sus compañeros, entre los que se incluía la rata-rastrera-con-un-hermano-en-coma que era Paul…Chris sintió la necesidad de decir algo en voz alta:
- No lo hago por Paul. Después de lo que te hizo no quiero hacerle ningún favor.
- Sí, sí lo haces por él. Te da pena su hermano, en coma, y sabes que puedes ayudarle, porque eres un sensiblero sin remedio y te sientes identificado por lo mucho que quieres a tus hermanos, y también al pensar en los padres del niño, y en lo que sufrirías de ser nosotros los que estuviéramos en coma – dijo Nick, y se dio un golpecito en la cabeza – Lo siento, papá, a prueba de mentiras.
- No era una mentira. Era un intento de autoconvencerme. Oye Nick, ya sé que eso de escuchar lo que piensan los demás tiene que ser interesante, pero realmente necesito saber que mis pensamientos son sólo míos. No siempre puedo estar alerta para "impedirte el paso".
- Lo siento.
- Sólo…inténtalo, ¿vale?
Nick asintió y Peter carraspeó. Sólo entonces Chris recordó que no estaban solos en la mesa.
- ¿Vas a curar al hermano de Paul? – le preguntó.
- Eso he dicho – respondió Chris, con cautela, sin saber si la idea agradaba o desagradaba a Peter.
- ¿Con magia?
- Obviamente. No soy médico, y aunque lo fuera no podría hacer nada por él. Nada que no hubieran intentado otros médicos.
- Y ¿cómo piensas explicar su milagrosa curación?
- Los milagros existen.
Peter le miró con una expresión indescifrable durante unos segundos.
- Sí – dijo al final – Los milagros existen.
Por alguna razón, Chris tuvo la sensación de que con esa frase estaba diciendo algo más. Algo así como "los milagros existen y yo lo sé de primera mano". No quería ser ególatra, pero internamente se alegró al pensar que lo decía por él. Le gustó esa idea. Le gustó pensar en sí mismo como "el milagro de Nick y de Peter", y al mismo tiempo le gustaba pensar en los chicos como "sus milagros".
"Vale, Chris. Si Wyatt pudiera oírte ahora se estaría riendo de ti durante semanas, por sentimental".
Apartó de su mente éste pensamiento, y también todo lo relacionado con el chico comatoso. Se ocupó de que Leo terminara de desayunar, y les llevó al colegio.
Al llegar, vio una escena extraña. El director estaba en la puerta del colegio, lo cual no era habitual pero tampoco anómalo de por sí. Sin embargo, estaba hablando con una mujer que debía sacarle a Chris unos diez años más o menos, y al lado de ésta mujer estaba Paul. Vio también a un hombre trajeado cuyo parecido físico con Paul era tan evidente que quedó patente que era su padre. Le agradó pensar que el director había decidido finalmente hacer algo en defensa de su hijo, ya que aquello parecía una reunión no muy satisfactoria que sólo podía deberse al ataque que Nick habría sufrido. En seguida le quedó claro que estaban discutiendo. Cuando se bajó del coche, se dio cuenta de que la discusión era realmente acalorada. El director pareció muy incómodo al verle y Chris se preguntó si debía meterse otra vez en el coche. Indicó a sus hijos que esperaran un momento, antes de entrar al edificio. Aún era pronto, y no quería complicar la situación haciendo que Nick pasara junto a ellos mientras hablaban de lo que había sucedido.
- Son los padres de Paul ¿verdad? – preguntó Chris a sus hijos.
- Bueno, nunca les hemos visto, pero lo parecen. – dijo Nick, algo preocupado. – Es raro que estén aquí.
- No tanto, después de lo que hizo – intervino Peter.
- ¿Ese chico de ahí es amigo vuestro? – preguntó Leo. Chris no sabía hasta qué punto estaba enterado de la historia. Leo siempre sabía más de lo que se suponía que tenía que saber.
- Algo así. Es compañero de Nick y de Peter, campeón.
- Es muy bueno conmigo – dijo Leo. – Siempre me da chuches y me choca la mano.
Aquello sorprendió a Chris. ¿Ese Paul? ¿El mismo que había pegado a Nick por la nota de un maldito examen? ¿Por qué lo hacía? ¿Paul sabía que era su hermano o lo hacía por simple amabilidad?
- ¿Cómo es que le conoces, de todas formas? Está muchos cursos por encima de ti.
- Es el hermano de un amigo mío. – respondió Leo.
- ¿No era que su hermano estaba en el hospital? – preguntó Chris, extrañado.
- Paul tiene siete hermanos más aparte de ese, papá. – aclaró Peter. – Él es el mayor.
Un total de ocho hermanos pequeños. Wow.
"Bueno Chris, ¿y a ti qué te importa?"
No podía explicar por qué, pero de pronto Paul le daba mucha curiosidad. Se quedó mirando en su dirección, hasta que presenció algo que le asombró por completo: Paul empujó al director y empezó a gritarle. Chris se imaginó que su padre iba a decirle algo pero se asombró aún más cuando vio que el hombre se iba, llevándose a su mujer y dejando a su hijo gritando y empujando al director. Chris fue a frenarle junto con algunos chicos y padres que también habían estado viendo la escena. Agarró a Paul de donde pudo, pero el muchacho era demasiado fuerte y estaba demasiado cabreado.
- ¡Cálmate, chico! ¿Has perdido la cabeza?
- ¡Me ha expulsado! ¡Este pedazo hijo de perra me ha expulsado! – gritaba Paul, fuera de sí. De pronto, quizá intencionadamente quizá tratando de liberarse, Paul golpeó a Chris en el estómago y le dejó sin respiración. Pese al golpe, Chris no le soltó..
"¿A dónde leches han ido sus padres?" pensó Chris, mientras seguía tratando de frenarle.
- Aún puede denunciarte – intervino Nick, que había seguido a Chris. Peter se había quedado con Leo. – Ya no eres un niño, Paul. Eres mayor de edad así que piensa lo que haces.
Paul le miró, y pareció calmarse. Tiró de su chaqueta para soltarse del agarre de Chris y luego se la colocó, dignamente.
- Abandone el centro ahora mismo, señor Anderson, y no presentaré cargos.
Tras cinco segundos realmente tensos, Paul se fue.
- ¿Este es el chico al que quieres dar una segunda oportunidad, Nick? – preguntó Chris, con incredulidad.
- Ahora más que nunca – dijo Nick, con los ojos muy abiertos – Y tú también querrás cuando estemos en casa esta tarde y te cuente lo que acabo de averiguar.
Aquél no era, desde luego, el mejor momento para hablar, así que Chris tuvo que aguantarse las ganas. Quiso quedarse un rato hablando con el director, pero no tuvo la oportunidad porque el hombre se metió inmediatamente en el colegio.
- Ya me contarás a qué te refieres, pero realmente lo dudo. Ese chico es un salvaje. Será mejor que entres a clase, Nick.
- Voy. ¿Aun vas a…ya sabes…hacer "eso" en el hospital?
- Sí. Ya te dije que no lo hacía por él. Al menos, no sólo por él.
Chris se despidió de sus hijos, y se preguntó qué es lo que Nick iba a contarle, que al parecer iba a cambiar su forma de pensar respecto a Paul. Ese chico era un bruto maleducado y agresivo. Y le había hecho daño a su hijo. Nada iba a hacer que le cayera bien después de eso.
"Y entonces, ¿por qué quieres curar a su hermano?"
Sí…¿Por qué? Quizá por el sueño que había tenido. Quizá porque si no lo hacía le iba a remorder la conciencia. Pero el caso es que se dirigió al P3, abrió el ordenador portátil, y se puso a hacer averiguaciones para saber dónde estaba el maldito crío en coma. El hijo de la delegada de Educación tenía dos noticias en la prensa antigua. No fue muy difícil averiguar que estaba en el Hospital General de San Francisco.
- Wyatt, salgo un momento. Estaré en veinte minutos.
- ¿A dónde vas? – preguntó su hermano, desde el almacén.
- Seguramente a meterme en líos, probablemente a ser un imbécil, y también a hacer una buena obra.
- Ah, bueno, entonces nada que no suelas hacer. Ten cuidado.
Chris orbitó, y apareció en un armario de escobas del interior del hospital. Antes de salir de aquél lugar seguro, meditó un poco. Se olvidó de quién era Paul. Se olvidó de lo que había hecho. Pensó en un chico de 19 años, que había tenido un accidente a los 16 en el que su hermano había quedado en coma, destrozando la vida de su familia.
"Ya me puedes dar las gracias, Paul Anderson, porque estoy haciendo esto por ti, aunque seas un crío imbécil"
Pero sabía que Paul no le daría las gracias, porque Paul no podía enterarse de que estaba haciendo aquello. Su magia tenía que ser un secreto, así que aquella curación pasaría por milagro, o se le buscaría una explicación científica, o quién sabe qué tonterías. Chris no hacía eso para obtener reconocimiento. En realidad, una parte de él no sabía bien por qué estaba haciendo aquello. La gente tenía accidentes todos los días, y él tenía que elegir, de entre toda la gente del mundo, al hermano de un acosador para realizar su buena obra del mes. No le dio más vueltas, y salió del armario. Diez minutos después, tras pasar por recepción, estaba frente a la habitación 306, donde Jason Anderson llevaba 3 años en coma. Al abrir la puerta vio unos aparatos enganchados a…a un crío. Eso es lo que era. Debía de tener quince años como mucho, lo que quería decir que se había quedado en coma a los doce. Chris se dejó invadir unos segundos por el sentimiento de lástima, y luego se acercó al niño, que parecía dormir, pero Chris sabía que si le zarandeaba no se despertaría.
- Bueno Jason, vamos a traerte de vuelta – susurró, y extendió sus manos en la cabeza del chico.
Chris sintió fluir su poder de curación, e inmediatamente se notó muy cansado: aquella era una de las cosas más graves que había intentado curar jamás. Pero surtió efecto. Chris notó un sonido nuevo en las máquinas. Escuchó también pasos y orbitó en seguida, antes de que nadie entrara en la habitación. No pudo ver cómo el chico despertaba, pero sabía que lo había conseguido.
Cuando fue a por los chicos a clase, se lo contó.
- Aun no sé por qué lo has hecho, papá. – dijo Peter.
- Si te digo la verdad, yo tampoco, Peter. Pero no me ha costado nada y he traído a ese chico de vuelta.
- Bueno, yo me alegro de que lo hayas hecho – dijo Nick, y le sonrió – De verdad que Paul sólo necesita que la vida empiece a portarse bien con él.
- Ah sí, ¿qué es eso que tenías que decirme, que me iba a hacer cambiar de opinión sobre él?
Nick guardó silencio, pensativo.
- Es algo muy sutil, ¿sabes?
- ¿El qué? – preguntó Chris sin entender.
- La magia en tu cabeza. Es…como un puntito de luz. Ocurre igual con Leo. Pero no con mis compañeros de clase. La gente normal no tiene puntitos de luz.
- ¿Puedes ver quién tiene magia?
- Vuestra mente es diferente…Más brillante…
Chris sacudió la cabeza con incredulidad.
- Bueno, ¿y qué tiene eso que ver con Paul?
- Que él también tiene ese puntito de luz.
Silencio. Leo escuchaba con interés. Peter, con escepticismo. Durante unos segundos Chris se limitó a conducir. Se preguntaba si eso tenía algo que ver con el repentino interés que había sentido por aquel muchacho, como si su instinto hubiera detectado que también tenía magia.
- ¿Estás seguro?
- Sí.
- Bueno, pues eso no cambia nada. Sigue siendo un imbécil, pero un imbécil con magia.
Nick se encogió de hombros. Cuando casi estaban llegando a su casa, el móvil de Nick sonó tres veces, con un mensaje nuevo. Lo abrió, y abrió los ojos con espanto.
- ¿Qué has hecho, papá?
- ¿Qué he hecho cuándo?
- ¡En el hospital! ¡Dijiste que le habías sacado del coma!
- Eso hice.
- ¡No! ¡Le has matado!
Chris casi provoca un accidente, por la sorpresa. Estacionó el coche unos segundos mientras se recuperaba de la noticia. No, no podía ser.
- ¿Qué?
Nick leyó el mensaje en voz alta:
"NO SÉ SI AHORA MISMO TE IMPORTARÁ, O SI ME SIGUES ODIANDO, PERO JASON HA MUERTO. PAUL."
- ¡No! – exclamó Chris - ¡No es posible! ¡Yo le curé! ¡Le hice despertar del coma!
- Pues se ve que despertó para morirse.
Chris nunca había sentido tanta culpabilidad como en aquél momento, y supo que eso sería algo que le acompañaría de por vida. Una mancha que no se podría quitar. Un error más con el que tendría que aprender a convivir. Sin decir nada, arrancó el coche de nuevo y condujo en silencio. El fuerte sentimiento de odio que experimentó hacia sí mismo le hizo adoptar una máscara de frialdad e indiferencia. Nick no dejaba de mirar al móvil. Peter, miraba a Nick. Y Leo les miraba a ambos.
- Papá, no ha sido tu culpa. – dijo el niño, que le conocía bastante bien. O tal vez estaba viendo a través del espejo que los ojos de Chris estaban húmedos, rojos, y picantes, y que sus dedos estaban blancos debido a la fuerza con la que se aferraba al volante. En respuesta a la frase de consuelo de su hijo, Chris sólo sacudió la cabeza, así que Leo continuó. – No sé bien lo que ha pasado, pero no ha sido culpa tuya. La gente…se muere…
- Cuando le llega su momento, Leo. El momento de ese chico no había llegado. Si no le hubiera despertado del coma, seguiría vivo – dijo Chris, deprimido.
- ¡No sé por qué tienes que hacer nada! – chilló Nick. A Chris le quedó claro en ese momento que su hijo le culpaba de lo sucedido. Era extraño porque, aunque él también se culpaba a sí mismo, por alguna razón le molestaba mucho que Nick le culpara también.
- Esta mañana parecías encantado con la idea.
- ¡Porque pensé que sabías lo que hacías! ¡Le has matado!
- Sí. – reconoció Chris, con una voz que parecía salir del fondo de una caverna – Le he matado.
- ¿No habrá sido una venganza contra Paul? – le preguntó Nick entonces. Chris frenó el coche, intentando no ser brusco. Ya habían llegado a casa, pero lo hubiera frenado igual de no ser así. No se podía creer lo que había escuchado. Sintió que la rabia le corroía, y luchó por contenerla. Se quitó el cinturón de seguridad, y miró a Nick a través del espejo retrovisor.
- Acúsame de muchas cosas, Nick, pero no vuelvas a insinuar que soy un asesino a sangre fría. No lo hagas y lo digo en serio, porque no quieres verme realmente cabreado.
- ¿Por qué no? ¿Me matarás a mí también?
- Meteros en casa – dijo Chris solamente, con sequedad. No quería hacer o decir nada de lo que pudiera arrepentirse, y Nick le estaba provocando ideas no demasiado paternales.
- ¿Tú no vienes? – preguntó Peter, con timidez.
- Necesito un momento a solas. Y a tu hermano le estoy haciendo un favor, porque está poniendo a prueba mi paciencia.
- ¡Me importa un rábano tu paciencia! ¡Te has cargado al hermano de Paul!
Chris sintió que no iba a poder controlarse por más tiempo. Que corría el riesgo de pagar su frustración y su odio hacia sí mismo con su hijo, y eso era algo que no podía permitirse. Así que orbitó, y desapareció del coche, para aparecer en SU lugar. En su refugio. En lo alto del puente colgante de San Francisco. El sitio al que él, y su padre antes que él, acudían cuando tenían que pensar. Y desde luego, tenía mucho en lo que pensar en aquél momento.
Estuvo allí arriba, inmóvil, durante cerca de media hora. Sintió que alguien orbitaba a su lado y lo primero que pensó es que se trataba de Wyatt, alertado quizá por alguno de sus hijos. Pero quien apareció fue una mujer de mediana edad, una Anciana.
- Hacía mucho que no venías aquí, Christopher – dijo la mujer.
Chris no dijo nada.
"Ignórala y se va" pensó.
- Tenemos que hablar contigo.
Ese "tenemos" hacía referencia a todos los Ancianos, por supuesto.
- Mi padre puede decirme lo que sea.
- Tu padre no está de acuerdo con lo que tengo que decirte.
- Entonces es algo malo. – dijo Chris con más calma de la que pensó que sentiría. - ¿Es por mis hijos medio demonios, por mi novia mortal, o por el niño al que he matado ésta mañana?
Los tres eran buenos motivos por los que podía estar en problemas con los Ancianos. Rápidamente pensó en lo que iban a hacerle. La opción más plausible era que le quitaran sus poderes. En ese momento no le importaba, pero sabía que más adelante lo lamentaría mucho. Se resignó.
- No deberías haber intentado curarle. No es para eso para lo que se te concedió tu don.
- No me concedisteis nada. Nací así. No soy uno de vuestros "luces blancas recompensados". Debo mis poderes a mi padre.
- No, Christopher. Si no los merecieras no los habrías tenido. Eres un luz blanca por mérito propio.
- ¿Y voy a seguir siéndolo? – preguntó, directo al grano.
- No vamos a quitarte tus poderes. Pero la magia tiene un precio, Christopher. Viendo a que familia perteneces ya deberías saberlo. Si intentas saltarte las reglas, puede suceder algo malo. En éste caso, ha muerto un inocente.
- ¿Ha muerto porque he usado la magia? – preguntó Chris con un hilo de voz, porque se lo temía. De la misma forma que una vez se borraron los números de la lotería que intentó adivinar su tía Phoebe con sus poderes, aquél chico había muerto cuando él intentó curarle…
- Ha muerto porque no era su destino despertar hoy, ni volver a ver a su familia. Ese chico no iba a despertar nunca del coma, Christopher.
- Un destino cruel. ¿Cuál va a ser el mío? – preguntó Chris, para no salirse del tema.
- Te daremos un cargo.
- ¿Qué?
Eso no tenía sentido. Todos los luces blancas tenían un cargo, un protegido. Alguien a quien guiar en el mundo de la magia. Así se habían conocido su padre (luz blanca) y su madre (bruja a cargo del luz blanca). Pero él, como medio luz blanca y medio brujo, nunca había tenido un cargo. Lo más parecido era Leo, era su familia…A ellos les sentía, como un luz blanca siente a su cargo. Pero nunca había tenido uno propio. Casi…casi era una recompensa…Y él estaba esperando un castigo. Tenía que haber alguna trampa.
- Un brujo nuevo. Es tu misión desvelarle sus poderes, guiarle en su nueva vida, y protegerle.
- ¿Eso es todo?
- Te echas la culpa de algo de lo que no eres culpable. No eres y nunca serás un asesino. Cometiste un error, y te estamos dando una oportunidad para repararlo.
- ¿Y por qué no iba a estar mi padre de acuerdo con que tenga un cargo?
- No es con el hecho de que lo tengas, sino de quién se trata.
- ¿Y de quién se trata?
Chris tuvo un oscuro presentimiento. Durante los escasos instantes que tardó la mujer en responder, se le pasaron muchas cosas por la cabeza. Lo primero que pensó fue "mis hijos". Pero sabía que no era así. Ya había muchos luces blancas en la familia Haliwell. Sus hijos no necesitaban un luz blanca propio, porque le tenían a él, y a Wyatt, y a su padre…Tendría que ser otra persona. Un brujo que no tuviera a nadie mágico, o a menos a ningún guía blanco. Y entonces, casi al mismo tiempo en el que la Anciana lo verbalizó, él lo supo:
- Paul Anderson.
"Mierda"
Había tantos motivos para negarse…
- ¿El hermano del chico cuya muerte he provocado? ¡Le encantará la idea en cuanto se entere! – dijo con sarcasmo.
- Eso mismo pensó tu padre. Nosotros creemos que puede ser positivo para los dos.
Chris se quedó en silencio unos segundos. Tenía suficiente experiencia en aquél mundo como para saber que las casualidades rara vez existían en la magia. Que no era posible que el que Paul fuera brujo y fuera a ser su cargo se tratara de un hecho fortuito.
- Lo teníais planeado todo ¿verdad? Desde el principio. No fue una casualidad que decidiera adoptar en el mismo orfanato donde estaban mis hijos, mis hijos biológicos. Tampoco fue coincidencia que Paul fuera al mismo colegio que mis chicos. Posiblemente sabíais lo que yo haría con su hermano. Y querías que yo fuera su guía blanco desde el principio.
- Tres de esas cuatro suposiciones son ciertas. La verdad es que no sabíamos que iba a darte por hacer de buen samaritano. Ninguno se esperaba que fueras a intentar curarle. ¿Qué te hizo hacerlo?
- Fue…un instinto. Sentí pena por el chico. Por Paul.
- Ya sentías el vínculo – aventuró la mujer. – Ya empezó a ser tu protegido.
Chris recordó el repentino interés que había experimentado hacia Paul. Podía ser. Desde luego, era la única explicación que se le ocurría. ¿Por qué sino iba a intentar hacer un favor al chico que había hecho daño a su hijo? Chris no quería pensar en eso. No quería pensar en que tenía que proteger al imbécil que había golpeado a Nick. Así que cambió de tema.
- Entonces, ¿vosotros sabíais que Peter y Nick eran mis hijos? ¿Siempre? ¿Sabíais que estaban en ese orfanato? ¿Sabíais lo que eran? ¿Lo que era su madre?
- Sí.
- ¿Lo sabía mi padre?
- No.
- Es un Anciano.
- Estaba involucrado. Le mantuvimos al margen.
Chris guardó silencio. Aquello era bueno: significaba que su padre no le había mentido. Pero todo lo demás era horrible. Quería decir que en los últimos meses había estado siguiendo miguitas de pan como Hansel y Gretel. ¿Cuántas cosas de las que habían pasado obedecían a los deseos de esa élite que eran los Ancianos?
- Vosotros atasteis los poderes de brujos de mis hijos – adivinó Chris, que en su estado apático empezaba a comprender muchas cosas. – Su madre ató su lado demoníaco, pero ella no tenía poder para atar sus dones de brujos. Lo hicisteis vosotros.
- Sí. Para mantenerles con vida.
- Lejos de mí.
Chris sentía que, poco a poco, iba despertando de su estado depresivo-en shock-sin vida. Poco a poco se iba llenando de ira al descubrir que sólo era una marioneta en manos de los Ancianos. Que toda su vida lo había sido. Que incluso entonces lo era, porque no había sido una sugerencia sino una orden: tenía que ser el guardián de Paul. Se enfadó al ver que los 16 años que había estado separado de sus hijos, eran en parte responsabilidad de los Ancianos.
- ¿Algo más? – espetó, con rabia.
- Sí: ocúpate de que tu hijo elige el camino correcto.
- ¿Peter? Está en el camino correcto.
- El camino correcto para él no tiene por qué ser el mismo que el tuyo. Tiene dos esencias.
- ¿Qué quieres decir?
- Es un demonio. Tiene que aceptarlo. Acéptalo tú. Y entonces, empezar a trabajar en ello.
- Es mucho lo que los Ancianos piden de mí, y a cambio sólo me dan más problemas. – protestó Chris, pero la mujer ya había orbitado. Los Ancianos eran así. Ellos no necesitaban hacer algo como despedirse o ser educados. Igual que, por lo visto, tampoco necesitaban tu opinión para decir qué hacer con tu vida.
Chris estuvo un rato más sobre aquél puente, preguntándose si tenía alguna posibilidad de negarse. Probablemente no. Además por mucho que le molestara ser la pieza de un puzzle, una parte de él era consciente de que, si podía ayudar en algo a Paul, tal vez pudiera saldar mínimamente la deuda eterna que había contraído con él, al acabar con su hermano. Porque, dijera aquella Anciana lo que dijera, había sido su culpa. Por tratar de ser el héroe que no era.
Cuando el aire frío por la altura empezó a ser molesto Chris orbitó de vuelta a su casa. Nick, Peter y Leo le esperaban en el salón, algo nerviosos.
- Gracias a Dios – dijo Peter, al verle – Estaba a punto de llamar al tío o al abuelo, pero Leo decía que sólo necesitabas ir a "tu lugar especial".
Chris sonrió un poco.
- Leo tenía razón. Siento haberme ido así.
- Lo que ha pasado no es culpa tuya, papá. Sólo querías ayudar. – siguió Peter, mirándole de forma dulce.
- La intención importa muy poco cuando alguien muere en el proceso – susurró Chris, con voz ahogada. Respiró hondo, y se recuperó. – Pero lo hecho, hecho está. ¿Habéis hablado con Paul? ¿Cómo está?
- ¿Ahora te preocupas por él? – estalló Nick - ¿Ahora finges que te importa, después de haber destrozado su vida?
- Nick, deja de echar mierda encima suya ¿quieres? – dijo Peter, y a Chris le extrañó oírle hablar así – No necesita tu ayuda para sentirse mal. No fue culpa suya. No podía saber que al hacerle despertar provocaría su muerte. A veces la gente en coma despierta únicamente para morir. Son cosas que pasan.
- ¡Pues "esta cosa" no habría pasado si se hubiera estado quietecito! – gritó Nick. Chris ya había tenido suficiente.
- No te equivoques. Soy perfectamente consciente de lo mucho que la he cagado, pero no voy a dejar que lo uses en mi contra, Nick. Ya basta.
Chris pasó de largo y se fue hacia la cocina, dándole vueltas a lo que había pasado, y a su conversación con aquella mujer. Encontrar a sus hijos no había sido fortuito. Le debía su pérdida y su recuperación a los Ancianos. ¿Había algo en su vida que fuera cosa suya, o todo eran consecuencias de lo que los Ancianos querían que pasara? Chris casi sentía los hilos de marioneta sobre sus brazos…Lo repasó todo mentalmente: los Ancianos ataron los poderes de sus hijos, y le ocultaron su existencia. Todo eso con la intención de que les encontrara años después, les enseñara su verdadero origen, Peter pudiera cumplir su destino, y él pudiera ser el luz blanca de un adolescente conflictivo que "casualmente" era amigo de sus hijos. Y lo de casualmente era una ironía, porque si algo tenía claro Chris es que los Ancianos no dejaban nada a la casualidad.
De pronto se le ocurrió un oscuro pensamiento. Su mujer. Su muerte. ¿Aquello había sido fortuito? Se dijo que sí. Que los Ancianos eran muchas cosas, pero no Asesinos. No lo eran ¿verdad? Pero, si tenían tanto poder como para hacer que las cosas sucedieran según su voluntad, ¿no podían haberla salvado? Chris no estaba seguro de querer saberlo. Necesitaba hablar con su padre, y decirle lo que sus queridos amigos habían hecho con él. También tenía que hablar con él sobre…lo que había pasado. ¿Qué pensaría Leo de él, después de aquella forma irresponsable de usar sus poderes? ¿Le odiaría su padre? Chris se sintió de pronto como un niño, y no le gustó sentirse así, así que lo repudió. Se centró en otra clase de emociones, como la rabia que sentía en ese momento hacia los Ancianos y su afán controlador. Todo para que terminara siendo el guía de Paul. El destino tiene una forma cruel e irónica de poner a cada uno en su sitio.
- ¿El guía de Paul? – dijo Nick a su espalda, que le había seguido. Estaban en el cuarto de Chris: el chico había invadido tanto su intimidad física como su intimidad mental, y a Chris nunca le había molestado tanto como en aquél momento. - ¿Qué quiere decir que eres el guía de Paul?
- Nick, no leas mi mente. – reprochó Chris, intentando controlar su frustración. Su vida estaba controlada por gente más poderosa que él. Al menos su mente tenía que seguir siendo suya.
- La leo si me da la gana. ¿Qué has querido decir con eso?
- ¡No he querido decir nada! Eran pensamientos. Sal. De. Mi. Cabeza. – dijo Chris, separando cada palabra y mascullando entre dientes. En aquél momento no se sentía capaz de impedirle el paso a Nick. Se sentía vulnerable y culpable, y no quería compartir aquello con su hijo. No quería que Nick pensara que él era un monstruo. Le gustaba creer que sus hijos le veían como alguien bueno…
- Ya nunca más voy a verte así. Para mí eres sólo un asesino. – dijo Nick, de nuevo en respuesta a pensamientos PRIVADOS y no formulados en voz alta.
- Nick, basta.
- ¿O qué?
"O podría olvidarme de que eres mi hijo y hacer algo de lo que me arrepienta" pensó Chris. Fue un pensamiento involuntario e incontrolable, y en seguida se obligó a tranquilizarse. Eso no iba a pasar nunca, claro. A veces uno no puede controlar lo que piensa, pero Chris jamás diría aquello en voz alta. No quería hacer daño a su hijo. Chris sabía controlar su enfado…
…pero Nick estaba resuelto a no respetar su intimidad, y le había oído. Chris lo supo al ver su expresión herida.
- Supongo que sí que podrías olvidarte de eso. – dijo Nick. – No es que hayas sido un gran padre, de todas maneras. Nada más que un padre ausente.
Ahí estaba. El resentimiento que Nick pudiera sentir a raíz de todo aquello de la "verdadera paternidad" y que nunca había formulado. Chris se obligó a que aquellas palabras no le afectaran. Se esforzó con ahínco en no derrumbarse. Llevaba un rato haciéndolo, en realidad, desde que Nick le había acusado de ser un asesino.
- Nick, jamás me olvidaré de que eres hijo mío. No puedo ni quiero hacerlo. Cuando espías la mente de los demás, a veces escuchas cosas que no deberías. Escúchame ahora lo que estoy pensando…
Porque Chris estaba pensando en lo mucho que lamentaba haberle herido. Lo mucho que le quería y lo mucho que necesitaba que Nick entendiera que había sido un accidente, y que él no había querido hacer daño a aquél muchacho, al igual que tampoco había querido dejarles solos durante todos aquellos años, pero él no sabía que era padre. Que si lo hubiera sabido no habría sido un padre ausente. Que nada le hubiera hecho más feliz que estar ahí para Nick y Peter. Esperó que saber eso le tranquilizara un poco, pero Nick sacudió la cabeza, como si esos pensamientos le molestaran. Hizo por irse de la habitación, y Chris pudo ver que estaba a punto de llorar. Le agarró del brazo para que no saliera.
- Nick…
- ¡Déjame!
- Vamos, hijo. Has sido tú el que me ha llamado asesino a la cara. ¿No crees que debería ser yo el ofendido?
- ¿Por qué debería ofenderte si es la verdad?
- Vale, Nick. Te dije que lo dejaras. Basta de agredirme con eso. Ahora siéntate, y hablemos.
- ¡No! ¡Así puedes olvidarte antes de que soy tu hijo!
- Nick, estás sacando todo de quicio. No pienso eso de verdad y tú lo sabes.
- ¿Lo sé? ¿Y cómo podría saberlo si cada día que paso contigo descubro algo nuevo? ¿Si en vez de conocerte más siento que te conozco menos? Nunca pensé que podrías cargarte a un niño, y aun estoy dudando que lo hicieras por accidente. Déjame irme, Christopher.
- No me llames así. Tu hermano y tú tenéis que quitaros esa manía de usar mi nombre para atacarme.
Nick no le respondió, pero dio un tirón para soltarse y caminó hacia la puerta. Chris la cerró desde la distancia, utilizando su poder.
- Dije que no te fueras.
- Y yo dije que me voy, Christopher. – insistió Nick, que se había asombrado un poco al ver que la puerta se cerraba sola, pero se recuperó en seguida y la abrió.
"Menos mal que soy más fuerte que él" pensó Chris, y le retuvo. Le alejó de la puerta y se sentó, para mirarle. Nick tenía algunas lágrimas, y Chris estaba casi seguro que eran de rabia.
- Escúchame. ¡Escúchame! – repitió, alzando un poco la voz para llamar su atención. Al mismo tiempo, puso sus manos a ambos lados de sus antebrazos, sujetándole y obligándole a estarse quieto frente a él. – Entra en mi mente todo lo profundo que quieras, y comprueba lo sincero que voy a ser ahora mismo. Te quiero. Eres mi hijo. Lo eras antes de saber que tenías mi sangre. Y lo eres ahora en todo el maldito sentido de la palabra. Acepta que no soy perfecto. Peter ya tuvo que hacerlo. Cometo errores, y el de hoy fue bastante grave y un chico murió por ello. Enfádate conmigo por eso si quieres, pero respeta que necesite guardarme mi culpabilidad para mí. No tenías que haber invadido mi intimidad en un momento como ese. Me enfureciste, y sentí ira. Si no me hubieras leído la mente no lo habrías percibido: nunca dejo que mi ira os salpique. Sin embargo, a veces la siento, claro que la siento: te repito que no soy perfecto. Pero, con todas mis imperfecciones, te quiero, te adoro y todo lo que hago y haré será siempre para tu bienestar o el de la gente que te importe. Nunca, escúchame bien, nunca mataré a nadie por venganza: ni siquiera a Derek, aunque llegué a pensarlo. Y te aseguro que jamás pondría en peligro conscientemente la vida de un chico inocente para vengarme de un muchacho agresivo. Creo que Paul necesita que le frenen, pero no de esa forma. No soy un asesino, Nick. Puede que no sea una buena persona, pero no soy un asesino. No quiero serlo. Por eso me ha dolido que lleves todo el tiempo insinuándolo. Por eso se ha colado ese pensamiento en mi cabeza, sin invitación y te aseguro que sin sinceridad. Te quiero, y eres mi hijo, y me alegro de que lo seas, y nunca me olvidaré de ello ni querré hacerlo, ni te trataría de otra forma que como a mi hijo. Espero que haya quedado claro y que ya no tengas dudas sobre lo que has escuchado en mi cabeza o lo que ha pasado con el hermano de Paul, porque no sé explicarme mejor. Me parece de todas formas que me has entendido perfectamente. Por si acaso, te lo repito una vez más: eres mi hijo, y te quiero. Y no, no he matado al hermano de Paul aposta. – declaró y le miró con intensidad. Nick no se movía ni un milímetro. Poco a poco, fue relajando su agarre sobre él. Recordó lo que Peter había dicho una vez, al decir que Nick tenía unos principios morales que se tomaba muy en serio. Y tan en serio: Nick había sido totalmente injusto con él. Por muy culpable que se sintiera, Chris no podía permitir que su hijo dijera esas cosas sobre él. Esperó unos segundos, hasta ver que Nick había escuchado y retenido cada una de sus palabras contrastándolo con lo que podía leer en su mente gracias a su poder. – Y ahora te voy a dar unos azotes por decirme Christopher reiteradamente, llamarme asesino y hablarme de mala manera, y haber intentado salir cuando te he dicho claramente que no lo hagas.
Como si volviera a la vida, Nick dejó su posición de estatua e hizo un puchero.
- Papá…- comenzó, con voz infantil.
- ¿Si? – preguntó Chris, alzando una ceja.
- Papi…- insistió Nick a ver si así le conmovía. Como si Chris compartiera su don de lector de mentes y hubiera averiguado sus intenciones, le dedicó una media sonrisa.
- Te ves adorable, pero voy a castigarte igual.
- Jo. – protestó Nick, cruzándose de brazos.
- Jo – asintió Chris, y con cuidado se los descruzó. Después, le hizo tumbarse sobre sus rodillas y le bajó la ropa.
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Se detuvo y le dejó incorporarse. Nick se puso de pie y se frotó el trasero, mientras le miraba con una mezcla de rencor y ojitos de niño bueno.
- Eres malo – le acusó, pero no hablaba ya con la ira y el desprecio con la que había hablado al llamarle asesino, sino más bien con un algo infantil intencionado que a Chris le sacaba una sonrisa. – ¡Estábamos hablando!
- Y hemos seguido hablando, sólo que yo le he cedido el turno a mi mano, a ver si a ella le haces más caso que a mí. No vuelvas a llamarme Christopher, y no vuelvas a hablarme así – añadió, en un tono algo más serio. - Considera esto un aviso. Lo estás haciendo bastante bien estos días, así que sigue así y no empieces a dejar que tu boca te pierda de nuevo.
Nick asintió. Le había bastado un vistazo en la mente de Chris para comprobar que sus palabras eran totalmente ciertas: no había pretendido hacer ningún daño al ir a aquél hospital, sino más bien lo contrario. Era algo que ya sabía, pero era más fácil enfadarse con Chris que aceptar que la muerte forma parte de la vida.
- Lo siento tanto por Paul…Tiene que estar viviendo un infierno…- dijo en voz baja. Chris le acarició con ternura.
- Yo también lo siento por él. No me cae especialmente bien después de lo que te hizo, pero es sólo un muchacho. Sé que es culpa mía, y eso me hace sentir peor.
- No fue tu culpa – respondió Nick, tras pensarlo bien. – Y, por cierto, tampoco eres una mala persona.
- Sí fue culpa mía. Pero ahora quizás tenga la oportunidad de redimirme un poco. A partir de ahora proteger a Paul es mi responsabilidad. Los Ancianos han decidido que sea mi cargo. Eso es lo que quería decir lo de que iba a ser su guía, cuando lo leíste en mi cabeza.
- Siento la invasión – dijo Nick, y para sorpresa de Chris se ruborizó un poco. – Trataré de ser menos cotilla. Pero…¿cómo es eso de que va a ser tu cargo? ¿No tienes…demasiado con nosotros?
Chris se rió en una breve carcajda.
- Sí, bueno, no siempre me lo ponéis fácil. Sí, supongo que vosotros también sois "mis cargos", pero en realidad sois mitad demonios…No cuenta de la misma manera, supongo. Y sois mis hijos. Cuidar de Peter, de Leo y de ti es algo que ya se supone que voy a hacer. Paul necesita un luz blanca, y por lo visto tengo que ser yo.
- Entonces…¿Paul sabe sobre todo esto?
- Me da la impresión de que no. Creo que no sabe que tiene magia, y a lo mejor me toca decírselo. Aunque…-pensó Chris de pronto – no me han dicho que tenga sus poderes atados. Tal vez sí los tenga…En fin, ya me enfrentaré a eso. Estoy harto de Paul, no quiero pensar más en él. De entre todos los chicos del mundo…¿por qué tenía que ser él? – protestó Chris, y Nick se rió.
- Papá, has sonado tan infantil justo ahora…
- Mira quién fue a hablar – contratacó Chris, y le revolvió el pelo. Le miró con cariño, pero no pudo evitar ponerse serio un momento. – Me vuelves loco cuando pasas de odiarme a bromear conmigo.
- Yo…no te odio, papá…Nunca…
- A alguien a quien se quiere no se le habla como tú me has hablado. Nick, me he enterado de que por culpa de mis actos ha muerto un chico. ¿Realmente crees que necesitaba tener a mi hijo llamándome asesino a la cara?
- Lo siento…- musitó Nick- Mi mundo se rige por la venganza, ya te lo dije. En mi mundo podía ser lógico que lo hubieras hecho. Sabía que no tenías a Paul en gran estima y…en realidad no te creía capaz de matar a ese niño intencionadamente pero…me dio tanta rabia que se hubiera muerto…No sabes lo mucho que Paul le quería. Se pasaba el día pensando en él. Es reconfortante estar en la mente de Paul: suele ser un sitio plagado de buenos pensamientos, gran parte de ellos respecto a sus hermanos.
- ¿Y dónde encaja ahí el chico abusador que golpea a los más débiles? – preguntó Chris, casi contra su voluntad. Si iba a ser el luz blanca de ese chico tenía que saber más cosas sobre él.
- Tú sabes…el comprensivo siempre ha sido Peter…Pero ahora que…puedo estar en la cabeza de la gente, me doy cuenta de cosas…Y les comprendo mejor. Paul es el verdadero padre de sus hermanos. Sus padres se desentienden de todos consumidos en un dolor del que culpan a Paul. Se centran en su trabajo y cuando están en casa le consideran responsable del accidente, cuando no lo fue. Pero, aunque lo hubiera sido, aunque hubiera conducido de forma imprudente, ¿hasta cuándo tiempo puedes culpar a un hijo por la muerte de otro cuando su deseo no era hacerle daño? Paul adora…adoraba a Jason. Él asumió que murió aquél día….sus padres no. Pasan más tiempo en el hospital, cuidando de un hijo inconsciente que en casa, cuidando de los ocho que viven fuera de una cama. Las notas de Paul cayeron en picado, cuando sus hermanos empezaron a ser una prioridad en su vida. Se ha metido en muchos líos, siempre ha sido un poco conflictivo…pero sus padres nunca han estado ahí. Ha tenido que resolverlos sólo y no siempre de la mejor manera. Es violento por naturaleza, y paga su rabia con quien tiene más cerca. Puedo sentirme identificado con eso. Yo…yo…antes tenía a Peter para que me frenara y ahora…ahora te tengo a ti. Él, realmente, no tiene a nadie. Paul y yo no somos tan diferentes, papá. De hecho, yo he hecho cosas peores que lo más malo que él haya podido hacer. Tú fuiste mi segunda oportunidad. Es por eso que te digo que otra oportunidad es lo único que Paul necesita.
Chris le observó en silencio durante un rato. Nick miraba al suelo, como hacía siempre que hablaba de algo íntimo que le hiciera sentir vulnerable.
- Entiendo – dijo al final, e hizo una pausa antes de añadir – Quizá no sea un cargo tan irritante después de todo.
- No, seguro que no – le animó Nick - ¿Cuándo se lo vas a decir?
- No lo sé. No sé si es mejor darle tiempo para asumir la muerte de su hermano o abordarle ahora, antes de correr el riesgo de que se lastime a sí mismo o a otra persona por desconocer sus poderes y otras cosas sobre la magia.
- Podríamos…ya sabes, podríamos ir al entierro y ahí…tanteas el terreno y…juzgas tú mismo. Yo al menos, quiero ir. Es mi amigo, papá. Y lo está pasando mal. Sé lo que piensas de él, pero tengo que ir.
- Nunca te impediría que fueras, Nicholas. Eres libre de elegir con quién te juntas y a quién perdonas y por qué. No quiero que te hagan daño, pero tampoco quiero hacértelo yo. Y yo también iré.
Nick le dedicó una media sonrisa.
- Voy…voy a llamarle ¿vale?
Chris asintió, y le dejó sólo para que lo hiciera. Estuvo tentado de decirle "¿Ves? YO sí te dejo intimidad", pero al final se abstuvo. El recochineo no era su estilo.
Bajó las escaleras y el molesto rugir de su estómago le recordó que no había comido porque había estado por ahí subido a puentes de varios miles de metros de altitud. Se dio cuenta entonces del origen del gusto de Leo por las alturas. Pensó en llevarle al puente alguna vez: quizás así se le quitaran las ganas de colgarse de las cosas.
- Peter – preguntó, cuando se cruzó con él - ¿habéis comido?
Peter negó con la cabeza.
- Pero no te preocupes. Nick y yo podemos hacer la comida ahora. Tú…no te molestes. – dijo el chico con delicadeza, como si tratara con una persona inestable.
- Eres muy amable, pero estoy bien, hijo. Puedo y necesito cocinar. Tengo que mantener mi mente ocupada. Además, Nick está hablando por teléfono.
- ¿Con quién?
- Con Paul.
- ¿Con ése?
Había tanta rabia en su voz, que Chris le miró sorprendido y sin disimular su asombro ni un ápice. Peter sintió la necesidad de justificarse.
- Sé que ha perdido a su hermano, y lo siento, pero que le den. Después de lo que le hizo…no sé cómo a Nick le quedan ganas de ser bueno con él.
Chris alzó una ceja.
- Por favor, ¿puedes grabar eso para que lo use contra ti si te da por volver a decir algo bueno sobre Derek?
Peter se dio cuenta de lo incoherente que era que él estuviera diciendo aquello…
- Es que…no quiero, precisamente, que le pase como a mí. No quiero que Paul abuse de él, porque Nick sea tan tonto como para perdonarle una y otra vez.
- Yo tampoco quiero que pase eso pero…Nick está convencido de que no es malo…
- Yo sé que no lo es, papá – dijo Peter – Ese es justo el problema. Perdonarle es muy sencillo cuando viene hasta aquí para pedir disculpas, y cuando sabes lo mal que lo ha pasado, y que lo está pasando. Pero…¿qué hará la próxima vez que otros chicos quieran pegar a Nick? ¿Estará a su lado para protegerle o formará parte de los que quieran atacarle? Sé que soy rencoroso. Lo sé. Pero nadie toca a mi hermano y se va tan campante.
- Le han expulsado.
- Seguramente por un mes. No creo que para siempre.
- Soy el primero que no quiere formar parte de su club de fans, pero tal vez una expulsión permanente y un odio eterno sea demasiado por lo que hizo ¿no crees?
- No le odio. Le tengo lástima.
- Nick quiere ir al funeral. Yo voy a acompañarle.
Peter guardó silencio, pensativo.
- Yo iré también. Una cosa es que él sea un imbécil, y otra que yo no tenga sentimientos.
- Bien. – dijo Chris, y se mordió el labio antes de añadir – Hay algo más. ¿Recuerdas que Nick dijo que era brujo?
- Sí.
- Pues…yo soy su nuevo luz blanca. Paul es mi cargo.
- Es una broma.
- En absoluto.
- ¡Tiene que serlo!
- Me temo que no, Peter. Me lo han dicho los Ancianos. Ya te expliqué qué es lo que hago….qué es lo que hacemos los luces blancas. Si ellos han decidido eso, no tengo más remedio que aceptarlo.
- ¿Y eso que va a significar? ¿Voy a tener que verle por aquí?
- Pues…no lo sé, hijo. Ni siquiera he pensado en eso aun.
- ¿Por qué él?
- Porque es su hermano el que ha muerto por mi culpa. Porque los Ancianos quieren que sea así. Porque siempre han tenido esto planeado.
- Pues, con perdón por el abuelo, pero los Ancianos pueden meterse sus planes por donde yo te diga.
Chris no podía estar más de acuerdo, pero tuvo que disimularlo. No estaba bien que hablara así.
- Peter…- advirtió con seriedad.
- Perdón.
Por un segundo Chris creyó percibir un destello de miedo en los ojos del chico. Aquello era sólo una cosa más en su vaso a punto de rebosar. ¿Es que ni siquiera iba a poder regañarle sin que le tuviera miedo, por culpa de lo que Barbas (y Derek) le habían hecho respectivamente?
- Aunque no sea la mejor forma de expresarse, lo cierto es que tienes toda la razón. Lo que menos necesito ahora es ocuparme de un chico rebelde, conflictivo y asalvajado.
- ¿Estás hablando de Paul o de Nick? – preguntó Peter, con un brillo de humor en los ojos. Chris sonrió aliviado por verle bromear otra vez.
- Nick no está asalvajado.
- ¡Que no! Claro, como a ti nunca te ha mordido…
Chris abrió los ojos ante esa frase, y luego se rió. Si, morder parecía algo que un Nick más joven podía haber hecho perfectamente cuando se enfadaba.
Chris improvisó una comida rápida pero nadie parecía tener hambre. Pese a las protesta de su estómago, Chris tenía un nudo culpable en la garganta que le impedía ingerir nada. No dejaba de ver el rostro aniñado del chico que había muerto por su culpa, porque él había decidido jugar a los milagros. Sus hijos tampoco querían comer. Últimamente tenía que estar encima de Peter para que comiera. Nick estaba serio y pensativo, y tal vez algo abatido. Y Leo había decidido que de pronto no le gustaban los burritos, cuando siempre se los había comido sin problema. Al considerar que su hijo pequeño era "la opción fácil" empezó con él:
- Leo, te lo tienes que comer.
- ¡No quiero!
- Bueno, pues…me da igual…Te lo tienes que comer de todas formas.
- No lo voy a hacer – dijo, muy convencido.
- Los dos sabemos que sí vas a hacerlo. La cuestión es si voy a tener que castigarte antes.
Leo se quedó callado y miró su plato. Chris se culpó un poco por la poca paciencia que había tenido con su hijo. Normalmente pasaba mucho tiempo hasta que llegaba a hacerle aquella advertencia en el tema de la comida. Leo no tenía la culpa de que aquél fuera un día de mierda. Intentó suavizarlo un poco.
- Vamos, hijo, come un poco. Sé que te gusta, así que no te empeñes en decirme que no.
- No tengo hambre – dijo el niño.
- Si te soy sincero, yo tampoco – dijo Chris – Pero algo tienes que comer.
Se preguntó por qué Leo no tenía hambre, cuando de hecho siempre había comido con apetito. No era de los niños que comen media hoja de lechuga y un par de macarrones, sino de los que comen más de lo que tendría que caber en un estómago tan pequeño.
Leo no le respondió al principio, pero luego le miró a los ojos, y Chris se sorprendió al ver en ellos que el niño estaba molesto con él. ¿Por qué? ¿Acaso estaba molesto sólo porque le decía que comiera?
- No me mires así, Leo. Y come.
- He dicho que no me lo voy a comer, y no voy a hacerlo.
- Por cada minuto que pase sin que te lo hayas comido, vas a estar un día sin ver la televisión – le advirtió Chris, disgustado por la actitud desafiante de su hijo. Pudo ver que aquello estuvo a punto de hacer efecto, pero la mirada de Leo volvió a endurecerse cuando se recuperó de la impresión de aquella advertencia.
- Pues vale – dijo, y se cruzó de brazos.
- Leo, no me contestes. Y come. Eso que haces no es no tener hambre, sino ser cabezota, infantil y desobediente.
- Y lo que haces tú es ser mandón, borde y pesado.
- Te he dicho que no me contestes. Si tengo que repetirte que comas una vez más no tendrás que preocuparte por la forma en la que te hablo, porque haré algo más que hablar ¿entendido?
Como toda respuesta, Leo apartó el plato. Chris le miró, y no dijo nada. Leo lo empujó un poquito más. Chris contó hasta diez mentalmente. Leo lo empujó un poco más…hasta que tiró el plato al suelo. Chris se levantó muy rápido, dejando la servilleta bruscamente y Leo se levantó también, y se alejó de él. Empezó una absurda persecución por la cocina, hasta que Leo se escondió debajo de la mesa. Chris se dio cuenta de que le había asustado al levantarse de la mesa de aquella forma tan brusca. Se agachó y le sacó de su escondite y al mirarle no vio rastros de enfado en los ojos de Leo, sino algo de preocupación, como si se estuviera preguntando hasta qué punto le había enfadado. Se agachó para ponerse a su altura y le miró con la cabeza ladeada esperando a que el niño dijera algo.
- Ya lo recojo – musitó Leo señalando al plato.
- No tendrías que haberlo tirado en primer lugar – sentenció Chris, con voz dura. Esperó a que recogiera, mientras Peter no dejaba de mirarle. Nick parecía concentrado en su plato, pero sin probar bocado. – Leo, ven aquí. – llamó cuando el niño hubo terminado. – Nunca te he consentido las pataletas ni las respuestas maleducadas. – le dijo. – Por eso te voy a castigar, y luego quiero que me digas por qué estás enfadado conmigo. Quizá si me lo hubieras dicho desde el principio habríamos evitado esto – concluyó, y se sentó en una silla poniéndose a Leo sobre las rodillas. Le bajó el pantalón y los calzoncillos.
SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK
- Los platos no se tiran, Leo.
SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK
- Si te digo que comas, tienes que hacerlo y desde luego no puedes ponerte a discutir conmigo.
SMACK SMACK
Leo lloró y se revolvió para soltarse. Chris iba a darle otro azote cuando Leo puso la mano y le golpeó ahí sin querer. Chris le incorporó, y le dio un beso en la mano.
- ¿Te he hecho daño? – le preguntó. Se dio cuenta de lo inapropiado de la pregunta dada la situación, así que decidió matizar. - ¿Te duele la mano?
Leo negó con la cabeza, y le miró con ojitos muy tristes.
- ¿Vas a portarte bien? – dijo Chris, en un tono excesivamente dulce e infantil. Leo asintió y Chris le sonrió un poco. – Vamos a verlo. Siéntate y come, anda. Voy a por otro plato.
Chris cogió un plato del mueble y sirvió otro burrito, y cuando se giró Leo estaba en los brazos de Peter, lloriqueando un poco. Peter le consoló un rato, pero luego le separó y habló con él.
- Es la comida de papá lo que has tirado al suelo. Es a papá a quien has hablado mal. Es con papá con quien estás enfadado. Es papá quien te ha castigado. Conclusión: es a él a quien tendrías que estar abrazando ¿no crees, peque? Deberías aprovecharte de que papá necesite tener a uno de nosotros tres entre los brazos en todo momento. Eres pequeño, así que cabes muy bien ahí. Brazos hechos justo a tu medida, míralos.
Leo pareció dudar por un momento y Peter le ayudó a decidirse con un empujoncito…Leo caminó muy despacito hacia Chris, y tiró de la manga de su jersey. Chris le cogió en brazos y le dio un beso en la mejilla. Le acarició el pelo y le sentó en la silla pero Leo se bajó, para que volviera a abrazarle. Chris entendió que el niño no tenía pensado separarse de él, así que le sentó encima suyo, como cuando era más pequeño y le daba de comer. Leo cogió el burrito y empezó a comer, poco a poco, sentado encima de Chris. Parecía contento de estar ahí y al cabo del rato empezó a balancear las piernas. Comía muy despacito y a mordisquitos, cómodo en aquella silla humana que era Chris. Él le dio un beso en la cabeza, y le acarició el pelo.
- ¿Me vas a decir por qué estabas enfadado? – le preguntó tras un rato de silencio, ya que Peter y Nick tampoco decían nada.
- Siempre me ocultas todo. Tengo que adivinar lo que está pasando, porque no confías en mí – le soltó, y Chris se quedó a cuadros. Aquello sonó tan adulto y…cierto.
- Sí confío en ti, campeón, claro que sí. Es que hay cosas que…no sé si podrías entender…
- Yo te lo cuento todo – protestó Leo – Tú quieres que te lo cuente, y yo lo hago. Incluso cuando creo que puedes enfadarte.
Chris le contempló durante unos segundos, entendiendo que Leo estaba dolido con él por ocultarle información. Si era capaz de expresar eso de la forma en la que lo había hecho, tal vez lo fuera como para entender ciertas "cosas de mayores".
- Está bien, campeón. ¿Qué quieres saber?
- ¿Qué es lo que ha pasado exactamente? ¿Qué es lo que has hecho en el hospital y porque Nick te llamó asesino?
Chris se lo explicó lo mejor que supo. Le explicó también lo del día anterior. Leo le prestó mucha atención, y frunció el ceño cuando terminó.
- No creo que fuera tu culpa. Pero Paul probablemente te culpará. Yo lo haría, si fuera mi hermano. Y tú terminarás por decirle la verdad, porque creerás que es lo correcto así que a lo mejor no eres un luz blanca muy deseado al principio.
Probablemente Leo tuviera razón. Chris había decidido aparcar estas preocupaciones e ir pasito a paso.
- Cada vez eres más mayor, Leo – dijo Chris, solamente, admirado por la forma en la que hablaba su hijo. Un pequeño sabio, eso es lo que era.
- Hombre, papá, creo que así es como funciona. Sería raro si cada vez fuera más pequeño ¿no te parece?
Chris soltó una carcajada, y Leo se volteó un poco para mirarle con una sonrisa. Le gustaba hacer reír a su padre. Le gustaba tener la capacidad de hacerlo. Sobre todo cuando sabía que estaba triste o preocupado por algo como aquél día. Chris le dio un beso y le levantó un poco para sentarle sobre la silla.
- Jo – protestó Leo. La silla-Chris le gustaba mucho más.
- Yo también tengo que comer, campeón. – dijo con una risita y le revolvió el pelo. Luego echó un vistazo a los platos de Nick y Peter y frunció el ceño – Y no soy el único, por lo que veo. ¿Tengo que haceros el avión? – preguntó como burlándose. Nick y Peter le miraron con cara de no entender. - ¿No sabéis lo que es? Bueno, es algo así como daros de comer…
Chris se preguntó cómo les hacían comer cuando eran pequeños en el orfanato. Preguntas como aquella, sobre la infancia de sus hijos, le asaltaban cada día. Odiaba no haber estado allí para verlo. Al menos, había tenido un pedazo de aquellos tiempos en los días en los que se convirtieron en niños…Chris se perdió en estos pensamientos, dando mordiscos distraídos a su comida. Tras un rato, se dio cuenta de que los platos de Nick y Peter seguían igual de llenos, aunque Leo ya casi había acabado.
- Chicos, tenéis que comer algo.
- Paul estaba destrozado, papá – le dijo Nick. – No le puedo leer la mente por teléfono, pero no ha hecho falta. Sonaba tan triste…Aunque se mostró feliz de que le llamara. Creo que esperaba que no lo hiciera.
- Normal – dijo Peter, pero luego suspiró. – Lo siento por él. También es mi amigo, ya sabes. Aunque ahora mismo quiera lapidarle un poco.
- ¿Un poco? ¿Y cómo se lapida "un poco"? – preguntó Nick.
- No lo sé, pero estoy dispuesto a averiguarlo. En fin. ¿Te ha dicho cuándo es el entierro?
Nick asintió, y les dio el lugar y la hora.
- Oye, nosotros no tenemos que ayunar ni nada de eso ¿no? – preguntó Nick de pronto. Peter sacudió la cabeza como diciendo "lo que tengo que aguantar".
- Ellos son judíos; tú no, que yo sepa. Así que te me duchas, comes y te afeitas, si por algún casual nos crece barba de aquí a mañana. Aunque lo dudo, mira tú, que no tenemos ni un triste pelo.
- ¿Paul es judío? – preguntó Chris, de vuelta a su idea de averiguar más cosas sobre él. Los chicos asintieron. - ¿Y se supone que un judío ayuna y todo eso en un entierro?
Los chicos volvieron a asentir. Chris experimentó algo que nunca había sentido: cierto escozor porque sus hijos supieran más que él…porque fueran más cultos…con Leo no le pasaba, pero claro, aún era pequeño. En cualquier caso, no le gustaba. Le faltó poco para enfurruñarse como hacía Leo, pero supo mantener una compostura acorde con la edad que se suponía que tenía.
- Bueno, pues como no sois judíos, nada de ayunar, así que a comer – dijo, al ver que sus platos seguían llenos. Nick parecía más animado tras la corta charla con su hermano y fue comiendo poco a poco, sin dejar de hablar con Peter. Este, distraído, empezó a comer también, y Chris se relajó.
 


Al día siguiente, por la tarde, Chris llevó a sus tres hijos al cementerio. Leo había insistido en ir también. Chris no estaba convencido de que fuera buena idea, pero de otro modo habría tenido que dejarle con Wyatt y puesto que Leo insistía, accedió. Leo y la muerte eran conocidos cercanos. Ya había visto morir a su madre así que no era nuevo para él, aunque lo que Chris quería evitar era precisamente evocarle malos recuerdos.
Paul vestía ropa elegante y llevaba en brazos a un niño de unos dos años. Como hormiguitas, una serie de niños se distribuían a su alrededor. El padre y la madre de Paul estaban apartados, algo alejados de sus hijos, abrazándose rotos por el dolor. No es que Chris no se conmoviera por las lágrimas de aquella madre que estaba enterrando a un hijo demasiado joven, pero no pudo evitar pensar que estaba dejando solos a sus hijos en un momento muy difícil. Al cruzar una mirada con Paul se sintió horriblemente culpable. No estarían allí si él no hubiera intentado curar al crío…
"Pero la Anciana dijo que nunca hubiera despertado. En realidad, la vida del chico se perdió en aquél accidente" pensó Chris, pero eso no le hacía sentir menos culpable.
En un determinado momento, Nick se acercó a Paul. Los dos se miraron, en silencio, y de pronto Nick le abrazó. Paul era un poco más alto que él, y más grande pero parecía indefenso. Musitó un "gracias" muy bajito y luego se giró hacia Peter, y le dedicó una inclinación cortés de cabeza.
- Peter – dijo, a modo de saludo.
- ¿Cómo que Peter? Dame un abrazo, cabeza hueca.
Chris se sintió orgulloso de él, porque sabía lo mal que se había tomado lo que Paul le había hecho a su hermano. Peter había dejado eso de lado y había encontrado la forma de ser amable y bueno con él. Aquél gesto tan sencillo pareció aliviar a Paul de alguna manera.
- Señor Haliwell…gracias por venir.
- Lo siento mucho, Paul. Si necesitas cualquier cosa, puedes contar con nosotros. Y por favor…llámame Chris.
- Chris…El hecho de que estéis aquí es más de lo que podía esperar. Gracias.
Chris se acordó de que en la piscina también le había parecido muy educado. Paul tenía algo…algo en las formas…Decidió que era elegancia, y modales de niño rico. Y al mismo tiempo podía ser bruto como un chico callejero. Lleno de paradojas.
Una niña algo más pequeña que Leo llamó la atención de Paul.
- ¿Quiénes son, PJ?
- Unos amigos míos. – respondió Paul, aunque pareció vacilar, y miró a Nick como preguntando "¿Amigos, verdad?". Nick le sonrió.
- ¿PJ? – preguntó, alzando una ceja.
- Paul James. Si se lo dices a alguien te coso los labios, ya sabes.
- Eh, eh. Nicholas Ariel, tío. Creo que te gano.
Chris dejó que hablaran, y se dispuso a marcharse con Leo, pero éste se demoró un momento, y se abrazó a la cintura de Paul, que era a donde llegaba. Paul parpadeó con sorpresa.
- ¿Tu hermano? – le preguntó a Nick. Él asintió. – Ya decía yo que me caías bien, enano.
Leo sonrió un poco, al pensar que Nick le llamaba "enano" también. Luego corrió junto a la lado de Chris, dejando que sus hermanos mayores hablaran con él. Chris estuvo observando a Paul desde la distancia. Se esforzaba por permanecer animado, pero de vez en cuando se le caía la máscara y podía vislumbrar lo triste que estaba en verdad. Observó también sus movimientos. No soltó al niño más pequeño en ningún momento, y de vez en cuando pasaba el brazo por alguno de sus otros hermanos, de forma distraída. Tras un rato dos de los niños se pusieron a pelear. Chris se acercó instintivamente, por si Paul necesitaba ayuda, pero el chico parecía saber manejarse.
- Comportaros. Este no es lugar para pelear. Sé que estáis cansados pero aun no podemos irnos a casa. Jullie, devuélvele su muñeco, o te quedarás sin postre.
Era tan raro oírle hablar así. Tan antinatural. No por su edad, que efectivamente era muy joven para ser padre de aquellos niños, sino porque aquél no era su papel. Tenía que ser el hermano. Chris sintió simpatía hacia él, cualquier posible rencor olvidado. Y conforme mejor le iba cayendo Paul, peor aún se sentía por haber sido el causante de la muerte de su hermano.
Paul tuvo que hablar con otras personas, y Nick y Peter volvieron al lado de Chris.
- ¿Te enfadarás si te digo que le he leído la mente? – preguntó Nick, con cautela.
- Ya me lo has dicho ¿no? No está bien, Nick. Tienes que dejar de hacerlo.
Nick adoptó una actitud contrita, pero no engañaba a nadie. Chris sabía que aquello le encantaba. Nick adoraba su poder y pedirle que no lo usara era casi imposible. Suspiró. Y se preguntó cuándo averiguarían el poder de Peter, aunque cada vez estaba más convencido de que no tenía ninguno.
- Ya que lo he hecho…¿te lo cuento o no? – preguntó Nick.
- ¿Contarme qué?
- Que…creo que puedes abordarle desde ya. Está destrozadísimo pero hace tiempo que había dado a su hermano por perdido. Sabe que no puede hundirse. Que no puede hacer como sus padres y desentenderse de todo. Así que sólo puede seguir adelante. Si le hablas de la magia y de lo que es, tendrá algo con qué distraerse. Algo a lo que fijar su atención.
- Está bien. Pero aquí no. No me parece el lugar ni el momento.
- Yo…le he invitado a venir a casa mañana…si eso está bien para ti. – dijo Nick, algo nervioso.
- Claro.
- ¿Seguro?
- Sí, Nick. Podéis invitar a quien queráis, ya lo sabes.
- Entonces tal vez mañana sea un buen momento para que le cuentes todo. Está expulsado por un mes, así que le he dicho que le ayudaría a estar al día, explicándole todo lo que vayamos viendo.
- Es irónico que esté expulsado por pegarte y seas tú quién le ayude.
- Es injusto que le expulsen a él por un mes sabiendo que así con toda seguridad perderá el curso. Como Paul siga repitiendo nunca terminará el instituto.
"No, si encima tengo que sentirme mal por él también por eso." pensó Chris, sin olvidarse de que había sido él el que había hablado con el director. Ya no estaba tan seguro de que Paul mereciera aquello, sino que empezaba a pensar que sólo necesitaba una mano amiga.
 


A la mañana siguiente, tras dejar a los chicos en el colegio, Chris le pidió consejo a Wyatt. Su hermano se mostró sorprendido por lo lejos que habían llegado los Ancianos aquella vez, y le recomendó que hablara con su padre. Chris sabía que debía hacerlo pero…Leo era también un Anciano. Wyatt le aconsejó además que hablara con Paul cuanto antes acerca de la magia, y Chris reafirmó sus intenciones de hacerlo aquella misma tarde.
Después de clase, Chris le hizo prometer a Nick que dejaría la mente de Paul tranquila. El chico iría avanzada la tarde, porque no podía dejar solos a sus hermanos por mucho tiempo. Hasta entonces, Nick y Peter estuvieron en sus habitaciones y Leo estuvo jugando con Ariel. El cachorro crecía muy rápido pero seguía siendo igual de juguetón. Chris sonreía mientras observaba a Leo desde la cocina hasta que de pronto unos gritos perturbaron la paz de la casa.
- ¡PETER, JODER! ¿Estás tonto o qué te pasa?
Chris frunció el ceño. Diez segundos. Es todo lo que tenían para solucionar cual sea que fuera su problema. Se debió de perder la respuesta de Peter, porque el siguiente que escuchó volvía a ser Nick, que continuaba gritando.
- ¿CON QUÉ DERECHO?
Chris decidió ir a ver qué pasaba en ese momento, y orbitó frente a la habitación de Nick, a tiempo para oír la respuesta de Peter.
- Con el que me da el ser tu hermano.
- Mira, sal de aquí ahora mismo, estúpido trozo de…
- ¡Eh! – intervino Chris. - ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué son esos gritos?
- No te metas, papá, ¿quieres? – gruñó Nick hacia él.
- Me meto, Nick, ya lo creo que me meto. ¿Qué ocurre?
- Sólo me preocupaba por él. Nada más. – respondió Peter, y en ese momento recibió un gancho de derecha por parte de Nick. Chris no tuvo tiempo para impedirlo.
- ¡Nicholas! – exclamó, pero fue totalmente ignorado.
- Di más bien que querías satisfacer tu curiosidad. Me da igual que seas San Peter, ¡no tenías derecho a hacer eso! – dijo Nick, y pareció ir enfadándose más conforme hablaba. Se acercó a su hermano y le empujó.
- No me empujes – pidió Peter, pero no estaba enfadado sino que más bien parecía una súplica.
- ¡Voy a hacer algo más que empujarte!
- Basta – dijo Chris, poniéndose entre los dos. – Ya. Respira hondo, Nick, y cálmate.
Nick respiró hondo como le dijo, y Chris suspiró aliviado. Pero entonces se oyó el ruidito del móvil cuando entraba un mensaje nuevo y aquello, por alguna razón, hizo que Nick se enfureciera aun más. Evitando a Christopher con facilidad, se abalanzó sobre Peter y le tiró al suelo. Chris trató de apartarle pero no podía. Fue como una repetición de lo que presencio en la fatídica fiesta de Rachel, y Chris no quería volver a ver algo como eso. Por eso, y después de que sus gritos de "Para de una vez" fueran ignorados, orbitó la jarra de agua de la cocina y vacío su contenido sobre los gemelos. Aquello bastó para hacer que se quedaran quietos, sorprendidos por el agua. Chris agarró a Nick y le separó de Peter.
- Siéntate – le ordenó a Nick, y su voz tenía algo que hacía pensar que era mejor obedecer. Cuando el chico se hubo sentado en la silla, Chris se acercó al otro gemelo. Peter tenía sangre en el labio y probablemente en unas horas algún que otro morado en la cara, pero Chris no iba a dejar que eso pasara. Avanzó hacia él y pudo ver que la expresión de Peter cambiaba de miedo a tranquilidad, y luego otra vez miedo. Chris hubiera dado un penique por sus pensamientos. O tal vez no. Nick no solía encontrar nada agradable en la mente de Peter. Extendió su mano para curarle y creyó necesario decirle:
- Odio que os peléis, y no quiero que lo hagáis más, pero si Nick va a golpearte, defiéndete.
Le daba…rabia…ver como Peter dejaba que lo golpearan con mansedumbre, sin siquiera interponer las manos. Peter era bastante fuerte, pero su actitud le volvía débil. A Chris le molestaba esa debilidad, pero no lo decía por eso. Lo decía porque ya eran varias las veces que le había curado y no quería verle herido de nuevo.
Le ayudó a levantarse del suelo y le dijo, en un tono algo más amable del que había empleado con Nick
- Siéntate en la cama.
Así, cuando les tuvo a los dos sentados, aun respirando agitadamente, les dedicó una larga mirada. Nick estaba más mojado que Peter, porque la mayor cantidad de agua había caído sobre su espalda. Seguía enfadado, pero parecía más tranquilo.
- Nick, cámbiate de camiseta. Peter, explícame lo que ha pasado.
- ¡Ha cogido mi móvil y a….! – empezó Nick.
- He dicho Peter. – cortó Chris con sequedad. – A ti no quiero oírte ni una palabra. Y ponte otra camiseta.
Nick hizo lo que le pedía, aunque Chris casi juraba que se estaba mordiendo la lengua para no decir algo ofensivo. Se giró hacia Peter, animándole a hablar con un gesto de la mano.
- Sonó el móvil de Nick y él no iba a llegar a cogerlo, así que descolgué yo. Era Rachel. Estos días no ha ido a clase. Está enferma. Se ha enterado de lo de Paul y llamaba a Nick para que se lo contara. Estaba…parecía enfadada con él, porque Nick no la ha llamado en los tres días que lleva faltando a clase ni le ha contado lo del hermano de Paul, cuando es también amigo suyo.
- ¡Así que se ha hecho pasar por mí y ha hablado con ella en mi lugar! – intervino Nick, furioso, bajándose la camiseta que se acababa de cambiar. - ¡Le he pillado mientras lo hacía, le he oído decirle…bueno, la forma en la que yo la llamo a ella, con cariño!
Nick pareció un poco avergonzado en esa última parte. Chris se imaginó que sería algún mote tonto y romanticón.
- ¡No le he dicho nada malo! ¡Al revés, tío, he hecho que te perdonara! – dijo Peter, que se había puesto a la defensiva.
- ¡Pero eso tenía que hacerlo yo, no tú!
- ¡Tú no ibas a hacerlo, igual que no la has llamado en estos días! Las disculpas no son lo tuyo.
- Es mi novia, Peter – dijo Nick, y por primera vez desde la discusión parecía hablar de forma mucho más serena. – Tiene que quererme a mí, con mi falta de tacto, mis llamadas intermitentes y mi total inutilidad para disculparme con ella. Ya empezamos a salir porque te confundió a ti conmigo...Si eso no bastara para crearme dudas sobre si me quiere de verdad, resulta que tú hablas con ella haciéndote pasar por mí. Si quieres salir con ella…hazlo, pero no…
- ¡Yo no quiero salir con ella! – protestó Peter – Ya no, ¿vale? Sólo quería ayudarte.
- Es mi intimidad. No puedes coger mi móvil, no puedes atender mis llamadas, y no puedes hacerte pasar por mí.
Chris tenía suficiente información.
- Nick tiene razón, Peter. Lo que has hecho está mal de por sí, pero encima has herido los sentimientos de tu hermano. – declaró, en un tono algo duro. Peter se encogió sobre la cama, pero Chris intentó hacer como que no lo veía y continuó. – Dame tú móvil, y despídete de él por dos semanas. En esas dos semanas tampoco podrás salir ¿está claro? Ahora quiero que te vayas a tu cuarto.
No hizo falta que se lo repitiera. Peter le dio el móvil y salió rápidamente, casi corriendo. Chris suspiró, y se mordió el labio. Aparcó a Peter por un momento, sabiendo que tenía mucho que hablar con él. Se centró en Nick, que le miraba desde su asiento. Parecía algo más relajado por el hecho de que le hubiera dado la razón frente a su hermano.
- No te confundas. Lo que ha hecho Peter ha estado mal, y entiendo que te genere algunas inseguridades además de un evidente fastidio, pero lo que has hecho tú ha estado mil veces peor. Le has golpeado, y si no hubiera logrado separarte de él le hubieras destrozado. A Peter. Después de todo lo que ha pasado últimamente. Después de Derek, de Barbas, y de la visión que tú mismo pudiste ver a través de sus pensamientos. Después del miedo que sintió. ¿Sabes lo asustado que estaba cuando traté de curarle? Y sobre todo, Nick: después de haberme prometido que no lo harías de nuevo. Hicimos un trato.
Un trato que Chris lamentaba haber hecho, por cierto. Pero eso no lo podía decir en voz alta, aunque tal vez no fuera necesario. Tal vez Nick estuviera en su cabeza en ese momento. Por si acaso, Chris se concentró en bloquearle el paso. Mentalmente, construyó un muro de ladrillos alrededor de sus pensamientos. Si Nick intentaba sondearle sólo vería ese muro.
- Papá…- dijo Nick, que recordaba perfectamente aquél "trato".
- Maldita sea Nick, sólo tenías que hacer una cosa. Una cosa muy sencilla: no ensañarte con tu hermano. – le espetó con frustración. Aquello no había sido un golpe o una pequeña pelea, censurable pero comprensible, sino que Nick había vuelto a golpear una y otra vez a un Peter que no se defendía. Chris le había advertido que si hacía eso de nuevo le pegaría con el cinturón. Realmente no quería hacerlo. Menos que nunca, porque sabía que Nick se había enfadado con motivos. El problema eran los medios que había usado para manifestar ese enfado. Suspiró. – Túmbate sobre la cama. – le dijo con frialdad.
- ¡No! – pidió Nick con voz ahogada. Empezó a llorar en ese momento y Chris supo que aquello no iba a ser fácil.
"Mierda, mierda, y mierda."
- Nick, hazlo.
- No, papá, por favor…
- Hijo, yo cumplo siempre mis promesas. Mirándolo desde el lado positivo, así sabes siempre qué esperar. Ahora, túmbate sobre la cama.
- Cogió mi móvil – protestó Nick – Cogió mi móvil y habló con mi novia haciéndose pasar por mí.
- Y eso estuvo muy mal. Y si me lo hubieras dicho a mí o te hubieras limitado a discutir con él, sólo le castigaría a él. Pero en lugar de eso la has emprendido a golpes. Además, Nick, creo que sabes perfectamente que su intención no era hacerte daño. Y aunque lo hubiera sido, nada justifica que te abalances sobre TU HERMANO con ese salvajismo. Traté de separarte y no podía…me ignoraste….Estabas fuera de control. El trato lo hice contigo, y no con tu hermano. Me prometiste no volver a perder el control con él, y no lo has cumplido. Túmbate sobre la cama – repitió, poniendo toda su autoridad en aquella última frase.
Nick se levantó de la silla, pero en lugar de hacer lo que le pedía se encaró con él.
- ¡No es justo! ¡La culpa es de Peter!
- La culpa de que tú pierdas el control es sólo tuya.
- ¡Él me provocó!
Los ojos de Chris chispearon un momento con furia.
- Cuidado con esa frase, Nick, porque es propia de la gente como Derek. Peter creyó merecer lo que él le hacía porque "él le había provocado" al hacer algo que a Derek no le gustaba. A veces lo único que hacen las víctimas de un maltrato para "provocar" a sus agresores es existir. – le dijo con dureza, pero luego suavizó un poco el tono. – Sé lo que querías decir. Sé que no iba en ese sentido. Pero mira hijo, mucha gente hará cosas que no te gusten, cosas que estén mal, y no puedes liarte a golpes por eso. Y soy consciente de que después de lo que le hice a Derek no soy la persona más indicada para decirte esto. Pero mis errores no hacen que los tuyos dejen de serlo. Tienes que aprender a pasar de las provocaciones. Además Peter ni siquiera te provocó intencionadamente. Me tomo la molestia de discutir esto contigo porque quiero que entiendas por qué te voy a castigar. Obedéceme, y túmbate sobre la cama.
Pareció que Nick iba a hacerlo de verdad. Chris se relajó un poco, y comenzó a quitarse el cinturón. Quizá fue eso lo que provocó que Nick saliera corriendo. Chris cerró la puerta mentalmente para impedir que saliera de la habitación.
- Sabes que eso no te va a funcionar. Tardo menos en cerrar la puerta de lo que tú tardas en abrirla. Vamos, hijo. Ven aquí.
Nick puso la mano en el pomo y trató de abrirla, pero Chris la mantuvo cerrada con la mente. Aquello le cansaba tanto física como emocionalmente, así que caminó hacia Nick y le apartó de la puerta. Nick intentó alejarse de él, pero Chris se sentó en la silla y le tumbó encima. Le sacó el pantalón y el calzoncillo.
SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK SMACK
- Ahora haz el favor de hacer lo que te he pedido. Sólo te estás poniendo las cosas más difíciles.
- ¡No!
SMACK SMACK
- No es el mejor momento para discutir conmigo. Sobre la cama. Ya.
Nick sollozaba sin disimularlo y Chris sólo quería acabar con aquello cuando antes. Por eso se alegró cuando Nick se incorporó, y asintió con la cabeza. Chris le subió los pantalones y contuvo las ganas de darle un beso. Nick se tumbó, y Chris se quitó el cinturón.
- Será sobre el pantalón, Nick – dijo, para tranquilizarle un poco. Nick se limitó a meter la cara entre los brazos y Chris sabía que no saldría de ahí hasta que terminara.
ZAS
Nick no se movió, pero sus sollozos se hicieron más intensos.
ZAS
ZAS
Chris empezó a dejar menos espacio de tiempo entre cada caída del cinturón.
ZAS ZAS ZAS
- Au. Papi, lo siento.
ZAS ZAS ZAS
- Ai, me duele.
Chris se evitó la crueldad de decir que ya lo sabía. Entendía que Nick no estaba siendo muy coherente en ese momento.
ZAS ZAS ZAS
Chris dejó el cinturón, y esperó a que Nick se levantara. Como no lo hizo, se acercó él y le abrazó. Entonces sí le dio un beso, y dos, y tres.
- Nunca más, cielo. – le dijo – No vuelvas a golpear a tu hermano de esa manera.
- No, papá.- respondió Nick, sin dejar de llorar. Le dolía, pero lo cierto es que se esperaba algo bastante peor, y por eso había intentado evitarlo con tanto ahínco. Se dejó abrazar y poco a poco sus sollozos fueron menguando. Chris estuvo con él hasta que se calmó del todo y cuando aun le estaba consolando, el padre de Chris orbitó en la habitación.
- Oh – dijo Leo, algo sorprendido. - ¿Qué ha pasado?
Nick comenzó a llorar de nuevo al oír la pregunta, y cambió los brazos de su padre por los de su abuelo. Leo le acogió encantado y le mimó la espalda. En un vistazo vio el cinturón en el suelo, y entendió.
- Ssh, mi niño, ya está.
Nick dejó de llorar, pero no le soltó.
- Papá, vuelvo en seguida, voy a hablar con Peter – dijo Chris, aprovechando que Leo estaba allí con Nick. Pero Nick protestó: no quería que su padre se fuera ahora. Estaba mimoso. – Vuelvo enseguida, cielo. El abuelo se queda ¿vale? Cuando papá me pegaba con el cinturón luego estaba todo el día haciéndome mimos. Seguro que puedes aprovecharte de él un poquito – le dijo, y le guiñó un ojo.
- ¿El abuelo te pegó con el cinturón? – preguntó Nick con incredulidad.
- Dos veces – respondió Chris, con una mueca. Luego sonrió, un poco pagado de sí mismo. – A Wyatt muchas más.
- Chris, no te burles de tu hermano cuando no está – regañó Leo, y Chris, instintivamente, bajó la mirada. Eso hizo que Nick sonriera. Chris le miró con mucha ternura.
- Supongo que es cosa de familia – le dijo, con complicidad. Estaba feliz de verle sonreír. - ¿A que da miedo cuando habla así?
- No más miedo que tú.- respondió Nick. Chris le revolvió el pelo y se fue a hablar con Peter mucho más tranquilo, sabiendo que dejaba a Nick más animado y en buenas manos. Llamó antes de entrar al cuarto de su hijo. Peter estaba tumbado, de lado sobre la cama, y le dedicó a Chris una mirada fría cuando entró.
- ¿Enfadado o triste? – preguntó Chris, desde la puerta.
- ¿Pueden ser las dos cosas?
Chris sonrió un poco y se sentó junto a él en la cama. Peter siempre inspiraba…serenidad. Era como si su cuarto fuera un remanso de tranquilidad, y la actitud calmada de Peter fuera contagiosa.
- Vayamos primero con lo de enfadado. ¿Por qué? – le preguntó.
- Prefiero ir primero con lo de triste – respondió Peter con un hilo de voz. Chris se sorprendió: pensaba que el enfado era la parte fácil. Estaba enfadado porque le había castigado, ¿no? Asintió lentamente con la cabeza, dispuesto a escuchar. – Siento haberme hecho pasar con Nick. De verdad que sólo quería ayudarle.
- Puedo ver eso, pero creo que también sabías que no debías violar su privacidad.
- Supongo que sí. Lo siento.
- ¿Es por eso que estás triste? – preguntó Chris, y Peter asintió. – Todos nos equivocamos. Tu hermano lo entenderá.
- Pero le has castigado por mi culpa. Va a odiarme aun más de lo que ya lo hace.
- Dudo mucho que tu hermano te odie. No lo dudo, lo sé: te adora. Y sí le he castigado ha sido por sus propios errores. No debió golpearte. Y Peter, dije en serio lo de que te defendieras. Nick no se controla, y si un día no estoy yo puede hacerte daño. Un daño serio. Lo que ha pasado con el hermano de Paul os demuestra que hay cosas que yo, por mucho que quiera, no puedo curar.
Peter tardó en responder.
- Cuando...ya sabes, lo que Derek me hacía…yo me quedaba quieto, me hacía pequeño, y esperaba a que se cansara de golpearme. Sé que funciona. Si no te defiendes la gente al final se cansa de pegarte.
A Chris le dio tanta pena oírle hablar así, y a la vez tanta rabia que no sabía si abrazarle o estrangularle. Optó por lo primero.
- No puedes ser tan…pasivo. Te he visto cuando te enojas. Tienes mucho carácter, lo cual no es malo, si sabes controlarlo. Pero el caso es que puedes defenderte. Una vez pegaste a Nick. Puedes hacerlo. No digo con Nick pero…si un día alguien intenta hacerte daño ¿no te vas a defender?
- Probablemente no. – admitió Peter.
Chris sintió furia, pero luego suspiró.
- Tienes suerte de que no vaya a permitir que nadie te ponga un solo dedo encima.
Peter sonrió un poco, pero sólo un poco.
- ¿Lo ves? ¿Quién quiere defenderse teniendo un guardaespaldas? – le dijo, con ese lado pícaro tan especial que a Chris secretamente le encantaba. Le revolvió el pelo.
- Y…¿lo de enfadado? – le preguntó. Peter realmente no parecía enfadado con él, lo cual le encantaba, pero no lo entendía. ¿Por qué estaba enfadado entonces?
El rostro de Peter se ensombreció, y guardó silencio.
- ¿No me lo quieres decir? – preguntó Chris, mimándole el pelo. Peter suspiró. Cuando Chris hacía eso al final siempre terminaba por contarle todo lo que quería saber. Era como si tuviera algo en los rizos, un botón o algo de "diga la verdad cuando pulse aquí".
- Estoy enfadado conmigo mismo por haber hecho algo que yo odio que me hagan: traspasar los límites de la intimidad de Nick. Y estoy enfadado y triste a la vez por…
Peter dijo las palabras siguiente en voz tan baja que Chris no pudo oírlo. Le quedó claro para entonces que no estaba enfadado con él y que su enfado no tenía nada que ver con que le hubiera dejado sin móvil y sin salidas.
- No te oído, tesoro. ¿Por qué estás enfadado y triste?
- Porque ahora me vas a pegar. He metido la pata y me vas a castigar. Sé…sé que me lo merezco pero…pero…
Chris no necesitaba que Peter acabara la frase. Sabía lo que iba a decir: Peter tenía miedo de enfadarle. Tenía miedo porque él enfadado se parecía demasiado a la pesadilla viviente de Barbas. Chris suspiró y le siguió mimando el pelo.
- No voy a castigarte más, Peter, porque no tenías mala intención y ya te castigué por dos semanas. Pero si haces algo mal y tengo que castigarte, no quiero que me tengas miedo. Yo no soy ese que viste. Haces bien en no querer verme enfadado, pero no tienes que asustarte.
Peter le miró con ojos vidriosos.
- Mi cerebro ya sabe eso pero…
- Pues ahora deja que lo sepa tu corazón – interrumpió Chris, y le dio un beso. Peter respiró hondo y se sintió mucho mejor.
- Gracias por escucharme.
- Gracias por dejarme que te escuche. Siempre que quieras, Peter. Mis oídos son tuyos.
Peter le dio un abrazo, y entonces pasó algo extraño. Chris sintió una fuerza que fluía por su cuerpo, un poder enorme, tanto que hasta se asustó, y de pronto se quedó sin respiración.
- ¿Papá? – dijo Peter, separándose, pensando que tal vez le había abrazado demasiado fuerte.
- Estoy bien. - dijo, tratando de recuperar la respiración.
- ¿De verdad?
- Nada que no se pase con un vaso de agua – dijo, y extendió la mano para orbitar uno. Sin embargo, no pasó nada. – Pero…¿qué…?
- ¿Qué ocurre?
- Mis poderes. ¡No puedo orbitar!
Peter abrió mucho los ojos, por esta revelación, y por ver que su padre lucía…asustado. Chris rara vez se asustaba. A veces tenía miedo porque a ellos les pasara algo, pero eso era diferente.
- Bueno, yo puedo traerte el vaso de agua – dijo, sin saber qué otra cosa podía decir. Entonces pasó algo muy curioso…el vaso apareció en la mano de Peter, que no tenía práctica para cogerlo y lo dejó caer.
Chris miró como caía el vaso y luego lo observó en el suelo, hecho pedazos, perplejo.
- Ese es mi poder. – dijo, y sonó casi como la acusación de un niño pequeño diciendo "ese es mi juguete".
- ¿He sido yo?
- Pues eso parece.
- ¿Por qué…por qué lo tengo yo?
- No lo sé, pero ya que tenemos un Anciano en la habitación de al lado, podemos preguntarle.
Chris intentaba sonar calmado, pero no lo estaba. Eran sus poderes. Eran suyos, y los quería. No era nada sin ellos. Además, en un rato llegaría Paul. ¿Cómo iba a ser su luz blanca sin poderes? Intentó usar su telekinesis y tampoco pudo. Estaba total y absolutamente sin poderes. Se sintió tan...horriblemente normal.
Cuando entraron en la habitación de Nick, los dos Leos estaban con él. Nick ya no lloraba, y parecía estar contento de nuevo. Quizá tuviera que ver con que Ariel le lamía y le hacía cosquillas.
- Papá – llamó Chris, aun consternado.
- ¿Qué va mal? – preguntó Leo I al ver la cara de su hijo – Chris, tengo que hablar contigo sobre lo que los Ancianos han decidido. Por eso he venido. Sé que se pusieron en contacto contigo.
Chris tuvo entonces una idea.
- ¿Han sido ellos? ¡Dijeron que no iban a quitarme mis poderes!
- ¿Eh? Estoy hablando de tu nuevo cargo. ¿Qué paso con tus poderes? – preguntó Leo, alarmado.
- Los tiene Peter. ¿Me los han quitado para dárselos a él?
- No pueden hacer eso. Pueden quitártelos, pero no dárselos a él. – dijo Leo, pensando con rapidez. Nick y el otro Leo se levantaron del suelo y les miraron con atención. – Así que Peter…¿mueves objetos con la mente?
- No lo sé, no lo he intentado. Pero puedo orbitar.
- ¿Orbitar? ¿Te ha quitado tus poderes de luz blanca? – inquirió Leo asombrado.
- No le he quitado nada – protestó Peter.
- No, Pete, ya sé que no. No era tu intención. Pero creo que ya sé lo que ha pasado – dijo Leo. – Por si acaso…¿qué estabas haciendo cuando perdiste tus poderes? – le preguntó a Chris.
- Estaba abrazando a Peter.
Leo asintió, pensativo.
- Hacedlo de nuevo. Peter quiero que pienses en…quiero que no pienses nada y que te dejes ir…
- ¿Cómo cuando se hace yoga? Practico meditación a menudo.
- Bien, pues haz justo eso. Y abraza a tu padre.
Peter lo hizo, y Chris tuvo la misma sensación que había tenido antes, como de falta de aire. Se separaron.
- Ahora intenta orbitar algo, Chris – animó Leo. Y Chris orbitó un bolígrafo que había en la mesa.
- Han vuelto – suspiró, aliviado.
- Bueno, ya sabemos cuál es el poder de Peter – declaró Leo, algo orgulloso de haber sabido deducirlo. Todos le miraron sin entender, aunque Chris creía intuirlo – Puede robar los poderes de los demás. Por contacto, según creo. Así que ten cuidado cuando toques a alguno de nosotros.
- ¿Robar poderes? – preguntó Peter.
Leo asintió. Peter parpadeó, como intentando ver si le gustaba. Decidió que sí. De hecho, era genial. No tenía un solo poder, sino la posibilidad de tener muchos. Chris le miraba con perplejidad, y –Peter no estaba seguro- algo de orgullo.
- Caray, Pete. – dijo solamente, aun asombrado.
- ¿Es como lo que hace la tía Phoebe? – preguntó Leo II, su hijo, refiriéndose a su tía abuela.
- No exactamente, campeón. Ella es empática: se contagia de los poderes de los demás, pero también de sus sentimientos. Y no quita el poder de aquella persona de quien lo adquiere.
- Peter es un ladrón de poderes. – sentenció Leo I, con una sonrisa.
- ¿Eso es algo malo? – preguntó Peter, algo inseguro. Lo de "ladrón" no era algo muy bueno, según su conciencia.
- Ningún poder es malo, hijo. Es lo que siempre he intentado decirte: todo depende de cómo se usen. Es un gran poder, tesoro. Realmente grande.
Peter sonrió. Había temido ese momento. Él no quería la magia, pero descubrió que aquello le gustaba. Poder tener cualquier poder…
- Nick…¿me dejas un momento el tuyo? – preguntó.
- ¿Mi qué?
- Tu poder.
Nick entrecerró los ojos, algo inseguro. La idea le inquietaba, pero confiaba en su hermano. Asintió con lentitud, y estiró la mano. Peter estiró la suya, y se tocaron. Al principio no pasó nada, pero Peter se concentró y pensó:
"Quiero su poder"
Y supo que había funcionado, porque Nick jadeó cuando perdió su capacidad de leer mentes. Al instante la cabeza de Peter se llenó de voces.
"Es muy poderoso" pensaba Chris, y Peter captó además algo de orgullo.
"¿Es bueno que una sola persona pueda tener varios poderes, y sea capaz de dominarlos al instante?" pensaba Leo I, y en él había inquietud.
"Parece que esto si le gusta. Tal vez no odie la magia después de todo" pensaba Leo II, lleno de esperanza.
Y por último…
"Se siente bien no tener que esforzarse por mantener la cabeza libre de voces. Le pediré que lo haga cuando necesite un descanso" pensaba Nick.
Peter sonrió. Sentía que dominaba ese poder. Como decía su abuelo, lo había dominado al instante. Era tan guay. Oía todas las voces a la vez y a la vez podía separarlas, o escuchar sólo una…y también ninguna. Peter sabía que dominaba aquello incluso mejor que Nick, que ya iba cogiendo práctica. Le hizo sentir poderoso. Y le encantó la idea. Pero no se podía distraer. Le había pedido eso a Nick para hacer algo. Se concentro en la mente de su hermano, y se preparó para usar otro aspecto del poder de Nick.
"Siento haber atendido tu llamada" le dijo, telepáticamente "Rachel te quiere. No necesito leer mentes para saber eso. ¿No lo has comprobado tú?"
Nick pareció sorprenderse de oírle en su cabeza, pero en seguida se relajó.
"Evito su mente. Igual que la tuya. La suya por respeto. La tuya por no volverme loco."
Peter asintió. Sin decir nada, estiró la mano hacia Nick, para que hiciera lo mismo y así devolverle su poder.
"No." Le dijo Nick, sin mover los labios. Estaba bien eso de no tener que hablar: nadie se enteraba de lo que decías. "Quédatelo un rato. Va a venir Paul y será muy tentador escuchar sus pensamientos. Tú tienes más fuerza de voluntad. Harás lo correcto. No está bien abusar de la intimidad de la gente."
"De veras siento no haber respetado la tuya"
"Y yo siento haberte golpeado"
- Vale ya, vosotros dos – cortó Chris, entendiendo por cómo se miraban que estaban hablando con sus mentes – Nada de secretos – protestó, casi en tono infantil. – Aquí se habla para que lo oigamos todos.
- La envidia es muy mala, papá – le dijo Peter con una sonrisa. Entonces Peter lo supo antes de que Chris se moviera: iba a hacerle cosquillas. Se alejó de él, riendo. – Oye, pues esto sí que es útil. – declaró, en tono triunfante.
- ¿Ah sí? – dijo Chris, alzando una ceja, y entonces, la mente de Chris se volvió un muro negro. Le estaba bloqueando el paso.
- Jo – dijo Peter, casi haciendo un puchero. De pronto, Chris se estiró y empezó a hacerle cosquillas por todos lados. - ¡Tramposo! – se quejó, entre risas. Cuando acabó de reír, la habitación quedó en silencio unos momentos.
- Entonces, ¿ahora tú puedes leer la mente? – preguntó Leo II.
- Nick quiere unas vacaciones – respondió Peter, con una sonrisa.
- ¿Sabes en lo que estoy pensando? – dijo el niño, pícaramente. Peter se concentró. Leo no estaba pensando en nada concreto. Era más un sentimiento. La mente de su hermanito estaba entera enfocada a una única realidad, en ese momento: Leo le quería. Peter ya sabía eso, pero SENTIRLO fue realmente increíble. Era algo que no se puede describir. Una plenitud y una felicidad que no había sentido en la vida. La certeza total, y sin dudas, de que alguien le quería. Y la intensidad casi insoportable de ese afecto. Se sentía tan…lleno…entendió de pronto por qué Nick no podía dejar de leer las mentes. Tenía que ser tentador ver lo que los demás sentían por ti. Sobre todo si era algo tan bonito como lo que sentía su hermano pequeño.
- Yo también a ti, Leo – respondió, con la voz tomada, y le cogió en brazos. El momento de intimidad fraternal fue interrumpido por el sonido del timbre.
- Tiene que ser Paul – dijo Chris.
- Suerte – deseó Leo I – Volveré luego entonces, Chris, pero tenemos que hablar de lo que te dijeron los Ancianos.
- Sí. Ciao, papá. Besos a mamá.
Leo orbitó y los demás bajaron. Fue Chris quien abrió la puerta, mostrando a un Paul vestido con vaqueros y una cazadora de cuero sobre un jersey azul.
- Buenas tardes, señor Haliwell.
- Chris – recordó él. – Hola, Paul.
- ¿Puedo…puedo pasar? – preguntó en tono inseguro, mirando hacia el interior de la casa donde estaban Nick, Peter y Leo. Peter no pudo resistirlo. Sabía que no estaba bien, pero se dijo que por una vez no pasaba nada. Se concentró para ver lo que Paul estaba pensando.
"Qué incómodo es esto, Santo cielo. Podría decirme que no. No le caigo bien, lo sé. No tiene por qué quererme en su casa. ¿Y los gemelos? Puede que el único que me quiera aquí sea el enano. Pero…es Nick el que me invitó. Después de todo…me dijo que viniera para ayudarme a estudiar…¿Qué le pasa a ésta gente? Ayer vinieron al funeral. Hoy me sonríen y me invitan a su casa. ¿Saben que soy el mismo que se calló como un cobarde mientras pegaban a uno de ellos?"
Paul pensaba muy rápido. Caray, tan rápido…Un pensamiento se agolpaba encima de otro, y se mezclaba con muchas sensaciones. A decir verdad, Paul pensaba en muchas cosas a la vez. Chris se corrió para dejarle pasar, y Paul sonrió, pero Peter no pudo creerse esa sonrisa. No después de escarbar más al fondo en la mente de Paul.
"Jason". Como un latido. Como un pensamiento que no se iba. Un dolor sordo que cobraba forma en la mente de Paul y llenaba a Peter de una inmensa tristeza.
"¿Así se siente perder a un hermano?" se preguntó."Duele".
Saludó a Paul con un abrazo que fue demasiado intenso. Paul se mostró incómodo, y Nick le pisó en cuanto le tuvo cerca.
"Sé lo que haces. Fuera de su mente" le reprochó.
Peter asintió imperceptiblemente, y dejó la mente de Paul tranquila. No era un sitio en el que quisiera estar, de todas formas.
- ¿Quieres tomar algo? – preguntó Chris, como buen anfitrión. – Puedo preparar unos sándwiches.
- No, gracias, señor Haliwell…Chris. Hace días que no tengo apetito.
- Te hará bien comer.
- No, de verdad, pero gracias.
Chris frunció el ceño. Peter se pisó a sí mismo mentalmente, pero no lo pudo resistir, y se metió en la mente de su padre, para ver lo que pensaba.
"No debo insistirle. No es mi hijo. Pero no puede estar sin comer. ¿Se ocuparán sus padres de que coma? Por lo que dijo Nick, y lo que vi ayer, no parece que se ocupen de él"
La mente de Chris estaba llena de compasión, y algo de culpabilidad. La presencia de Paul provocaba eso. Peter quiso hacer que su padre pensara en otra cosa.
- No te has perdido nada interesante en realidad, Paul. Rachel no ha ido a clase, así que Nick por una vez ha atendido en Español en vez de hacer manitas debajo de la mesa.
Nick pensó tan fuerte que, aunque aun estaba en la mente de Chris, Peter percibió lo que decía.
"Estás muerto, Peter. Pero bien muerto. "
"¿Cómo que manitas?" pensó Chris, y alzó una ceja en dirección a Nick. Peter vio que en realidad no estaba enfadado, aunque sí un poco preocupado. No obstante, Nick sacaba notas excelentes, así que Peter sabía que no había metido a su hermano en ningún lío. Le sonrió con suficiencia.
"¿Acaso he dicho una mentira?" preguntó, burlón, en la mente de su hermano. Nick le dio una colleja, y Paul les observó, divertido.
- Oh, pero eso es muy interesante. – dijo Paul – Confío en que te hayas burlado de él apropiadamente.
- Por supuesto.
Y así, Peter, Nick y Paul supieron a la vez que todo estaba bien entre ellos. Peter salió de la mente de todo el mundo y se puso un candado a sí mismo, obligándose a no entrar en la cabeza de nadie más, por muy tentador que fuera. Subieron a estudiar los tres juntos y Chris les dejó solos hasta eso de las nueve de la tarde-noche, cuando subió y llamó a la puerta.
- Paul, ¿te quedas a cenar?
- En realidad, debería irme, no quiero molestar…
- Vale, entonces no es una pregunta: te quedas a cenar. – declaró Chris, y tan rápido como había venido, se fue.
Paul parpadeó mirando hacia la puerta.
- ¿Siempre es tan….mmmm….persuasivo?
- A mi padre no se le puede llevar la contraria – dijo Peter, con una sonrisa.
- Me temo que si dices que no te quedas a cenar es capaz hasta de hacer cena para que te lleves – corroboró Nick.
Paul sacudió la cabeza.
- Sólo tengo que comprobar si está todo bien en casa. Si mis padres ya han vuelto, ellos harán la cena para mis hermanos. Espero – añadió en bajito, y el hecho de que lo dudara hizo que Peter se preguntara qué clase de personas eran los padres de Paul.
Paul hizo una llamada y confirmó que podía quedarse. Así que un rato después los tres bajaron a la cocina, donde Chris y Leo daban juntos los últimos retoques a una lasaña que olía increíblemente bien. Ariel parecía pensar lo mismo, porque estaba por ahí olisqueándolo todo.
- Oh – dijo Paul, al ver a la perra. – ¿Es vuestro?
- Pues sí. Ariel, ven aquí, chica – llamó Peter y el perrito se acercó. La acarició y le indicó por gestos a Paul que hiciera lo mismo.
- Si mi hermana estuviera aquí, moriría de placer. – dijo Paul. – No les dejo tener perros, porque al final sería algo más de lo que tendría que ocuparme yo. Además, tenemos un gato.
Chris no dijo nada, pero le gustaba y a la vez odiaba la naturalidad con la que Paul hablaba del hecho de que él se encargaba de cuidar a sus hermanos. ¡Esa no era su función! ¡Ese chico estaba creciendo sin disfrutar de su propia vida! Se sentaron a cenar, y al principio Paul no comía, pero probó algo por educación, y pareció gustarle, porque continuó. Chris sonrió. El chico comía con apetito, porque debía de llevar días sin probar bocado. Su sonrisa se congeló al recordar el motivo. La muerte de su hermano. La muerte que él había provocado. Razón por la cual ahora era el luz blanca de ese chico. Y seguía sin saber cómo abordar el tema.
- Paul….hay algo de lo que tenemos que hablar.
- Lo sé, señor Haliwell: no volveré a tocar a Nick, se lo prometo. Fui un imbécil.
- No es eso. Y llámame Chris, haz el favor: te saco sólo catorce años. Lo que quería decirte…es….bueno….quería preguntarte sí….mmmm
Chris se quedó en blanco. A la porra. Terapia de choque.
- Salero – dijo, y orbitó el recipiente a su mano.
Paul se atragantó.
- Vayamos al grano: sí, eso ha sido magia. Sí, yo tengo magia. Sí, mis hijos tienen magia. Y sí, tú también la tienes.
"Ahora vendrán los ¿pero qué dices? y los ¿estás loco?" pensó Chris. Sin embargo, tal cosa no se produjo. Paul tosió un poco y luego ya respiró normal y se le quedó mirando. Su expresión tensa se fue relajando, y se convirtió casi en alivio.
- Así que es eso.
- ¿Eh?
- Lo que me pasa. Es eso.
- ¿Lo que te pasa? – preguntó Chris.
- En fin…bueno…no os riáis…pero el caso es que yo…el caso es que yo…yo puedo levitar ¿vale? Así fue como me salvé del…del accidente. Me pasa también por las noches, cuando duermo. Al principio creía que me estaba volviendo loco por lo que le había pasado a mi hermano, pero por todo lo demás yo me veía muy cuerdo. Entonces, en el cumpleaños de Rachel, usted no quiso llevar a Peter al médico, y eso me extrañó, y me pareció ver un….un resplandor dentro de su coche. Pensé que me lo había imaginado. Pero…en serio aluciné al ver que al día siguiente Peter no tenía un solo moretón. Puede que el resto no se extrañara, pensando que no fue para tanto, pero yo sé un poco de golpes y heridas y con la paliza que se llevó tendría que tener grandes cardenales.
- Viste y creíste bien. Yo puedo curar a la gente.
- ¿De verdad?
- Pues sí.
Chris estuvo a punto de añadir "e intenté curar a tu hermano", pero supo que aquél no era el momento.
- ¡Y yo muevo cosas con la mente! - intervino Leo, y empezó a mover su tenedor. Paul alucinó un poco, y Leo sonrió petulantemente mientras balanceaba el tenedor frente al muchacho.
- Leo, en la mesa no se juega – regañó Chris con suavidad, y sonriendo un poco también.
- ¿Y vosotros? – preguntó Paul, con los ojos abiertos. Quizá pensara que estaba loco de verdad, o que estaba soñando. O quizá creyera sinceramente que había encontrado una explicación lógica para lo que podía hacer. Quién sabe, pero el caso es que parecía bastante tranquilo.
- Yo acabo de descubrir que puedo robar poderes – dijo Peter – Y ahora mismo tengo el de Nick.
- Ah, sí. Devuélvemelo, por cierto. – dijo Nick, y estiró el brazo. Peter suspiró sin entusiasmo, pero lo estiró también y le devolvió su poder. – Yo soy telépata – declaró Nick.
Ninguno de los dos dijo que también eran medio demonios. Chris no quería que se avergonzaran de ello, pero interiormente se alegró, porque aquello sólo habría suscitado más preguntas.
Así empezó una larga conversación sobre magia, hechizos, brujos y pociones. La cena se terminó y aun seguían hablando.
- Hay algo más que debes saber – dijo Chris.
- ¿Escobas? – preguntó Paul, y Chris sonrió.
- No. Luces blancas. Protectores. – dijo Chris, y le habló acerca de ellos. – Yo soy el tuyo.
Paul se le quedó mirando.
- ¿Eso qué quiere decir?
- Que si tienes algún problema y me llamas, yo apareceré en el lugar donde estés tú. Que puedo sentir si estás en peligro. Que puedo curarte si te hieren. Que puedo aconsejarte si lo necesitas.
Paul no dijo nada, pero parecía estar pensando.
- ¿Entonces…ellos son sus hijos o son sus protegidos?
- ¿Ellos? ¿Ellos tres? Mis hijos, claro. – dijo Chris.
- Ah. Es que…como usted es joven…
- No me llames de usted ¿quieres?
- Como eres tan joven…y los gemelos primero eran tus hijos adoptados y luego tus hijos biológicos pues….
- ¿Le contasteis? – preguntó Chris con una sonrisa.
- Adulterando un poco la historia, pero sí.
- Algún día si quieres te contamos la historia verdadera – le dijo Chris a Paul. – Pero ahora necesito asegurarme de que lo has entendido todo.
- Creo que sí. Pero tengo algunas preguntas.
- Dispara.

Y así, Chris descubrió que aquello no era en absoluto una tarea desagradable. De hecho, le gustaba, porque siempre le había gustado enseñar. Por eso su padre quería que diera clases en la escuela de magia, y por eso él quería hacerlo algún día, cuando tuviera tiempo.

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