Páginas Amigas

martes, 18 de agosto de 2015

PALABRA EMPEÑADA Capítulo 1


PALABRA EMPEÑADA


Antes de que algún@ de ustedes se sumerja en la aventura de esta lectura, quiero que sepan que como co autora, disfrute enormemente de este proyecto que inicialmente nació como una propuesta de tres capítulos, y sin embargo sobrepaso mi expectativa inicial; no voy a decirles cuantos capítulos son, ya que los descubrirán a medida que los vayan leyendo.
Pero debo decirles que ha sido muy grato para mi poder crear esta pequeña obra en conjunto con Little Hoshi, a quienes muchos conocen y supongo admiran tanto yo lo hago, no solo como escritora sino como amiga. Para mí fue un sueño hecho realidad, poder crear una historia de mano de tan brillante persona que como dije admiro y quiero mucho, por la forma tan abierta de pensar y vivir la vida.
Muchas gracias Little por concederme este capricho de chica mala, jeje; fue maravilloso y entretenido tejer contigo estas palabras y espero no sea la última vez, fue un sueño hecho realidad como te dije ya, porque te considero al igual que a Dreamgirls una de mis autoras favoritas.
Lo que me lleva a una tarea, el poder convencer en el camino a DREAM a escribir algo en conjunto a futuro.
Espero disfruten mucho de lo que hicimos mi buena amiga Little y yo, pensando en la diversión mutua y del blog, agradeciendo a Lady su siempre tan amable cobertura a nuestras locuras, sin tu Blog amiga mía, no sabría que hacer con mi tiempo libre, jejejje

Un abrazo en la distancia:
Marambra

Ahora si, a leer y disfrutar

PALABRA EMPEÑADA

Capítulo  1


Ya hacía cuatro meses que Bruce se había cruzado con un pequeño ladronzuelo que intentaba robar las llantas al batimóvil. Ese pequeño ladronzuelo era Jason y desde el mismo instante en que se vieron hubo una especie de conexión cósmica entre ellos… ese encuentro, en realidad, fue fuera de serie.
Aquel día Bruce había salido como de costumbre a patrullar por la ciudad pero por alguna razón la puerta mecánica de la baticueva no se abrió. Así que Bruce tuvo que bajar a ver el inconveniente y aunque no tardó ni 15 segundos en darse cuenta de que era lo que había sucedido, se demoró como 10 minutos en solucionar el problema… alguien, demasiado ocioso, había colado chicle en el láser de la entrada por lo que el mando a distancia no funcionaba.  Esos precisos 10 minutos fueron los que Jason aprovechó para tratar de retirar las llantas del batimóvil con un desatornillador de puertas que quedó totalmente doblado; ¡vamos hombre! que era el batimovil, no cualquier automóvil de por ahí
Ahora que Bruce lo recordaba, ni se había percatado de ese detalle, simplemente se acercó al automóvil para poder ingresar a la casa y menuda fue su sorpresa, al ver al mocoso aquel de rodillas, con la lengua afuera, que iba de un lado a otro, mientras que con el dorso de su mano derecha limpiaba su frente del sudor. Al parecer a Jason le estaba costando muelas aquel trabajito. Bruce, inocentemente, creyó que el mocoso se estaba atando las cuerdas del calzado hasta que vio la herramienta en la mano.
Soberana estupidez, se recriminó luego, dándose un golpecito en la frente, ¿Cómo era posible siquiera imaginar que un niño de ese tamaño esté caminando fuera del radio de protección de su hogar?.  Además, ningún padre, en su sano juicio, llevaría a un hijo suyo a pasear a esa hora de la noche… ERAN LAS ONCE, demasiado tarde para que un crío esté fuera de la cama, y estuvo tentado a preguntarle dónde estaban sus padres; pero la forma en que se movía y los gruñidos que soltaban le hicieron desistir de la idea y prefirió observarlo un poco más, sin hacer el menor ruido para no asustarlo y tras un breve, pero sustancial momento, decidió poner fin a aquello. ¡¡¡VAYA!!! Era el delincuente de menor edad que atrapaba con las manos en la masa, todo un record… ¿Cuántos años tendría?... ¿Once?, ¿Doce?... no podía adivinarlo, aun conservaba rasgos de niño pequeño; con los incisivos ligeramente separados y los colmillos chicos. Pero ahora mismo Bruce no podía darse el lujo de perderse en elucubraciones sin sentido. Ya habría tiempo para averiguarlo, ahora su prioridad era poner en resguardo la integridad de aquel pequeño; ladronzuelo o no era un niño que corría demasiados riesgos en una ciudad como esa y a esa hora de la noche. Así que decidió intervenir a su modo: sentando presencia

-     Y… ¿Se puede saber qué estás haciendo? –inquirió Bruce a la vez que lo suspendía del piso y lo miraba fijamente. Fue en ese momento en que sus ojos se cruzaron y algo sucedió. Tras un breve segundo de duda y sorpresa, el pequeño delincuente decidió hacer frente a ese desafío
-     ¿No es obvio, pajarraco? – contestó de forma insolente, sin inmutarse siquiera de su presencia, ni un solo sobresalto que hubiera sido lo habitual en cualquier otra persona, pero no en Jason, que estaba más concentrado en conservar la pose de matón a sueldo mientras arreglaba su ropa
-     ¿Pajarraco? – aquello sí que era nuevo, pensó Bruce en todos los insultos que los malandrines le daban
-     OH!!, vamos, hombre ¡Suelta ya! Estás arrugando mi ropa y tengo una importante cita de negocios a la que no puedo faltar – le indicó Jason, tratando de soltarse, pero sin hacer realmente mucho esfuerzo. Si aquel pajarraco le jalaba demasiado, se quedaba sin camisa, y era la única que tenía en buen estado
-     Sí, me lo imagino – dijo Bruco sonriendo bajo la máscara por la insolencia y las agallas del pequeño sinvergüenza – ¿A ver si lo adivino?... La cita que seguro tendrá tu trasero con la mano de tu padre… ¡mínimo! – indicó viendo con satisfacción el conflicto generado en el rostro de aquel ladronzuelo
-     Pues te equivocas, pajarraco – contestó Jason una vez readquirida la compostura – yo, no tengo padre – declaró con una mueca triunfal en la boca, dejando momentáneamente perplejo a su contrincante
-     En ese caso – respondió Bruce, recuperándose de la impresión, mientras lo volteaba, atrapando su cintura y sin mayor esfuerzo, le soltó tres dolorosos palmetazos que a Jason le picaron en lo más hondo de sus gastados pantalones – PLAF PLAF PLAF ¡AHORA, ADENTRO! – tronó en una orden inconfundible que ningún mafioso hubiera osado desobedecer, pero vamos, aquel pequeño mafiosillo era otra cosa
-     Auuu, ¿Qué te pasa idiota? – se frotó el trasero, sin disimulo, y sin soltar el destornillador. ¡Pero qué tonto! pensó, si podía defenderse con eso. Un solo plaf más y lo entornillaba, si señor
-     He dicho ¡ADENTRO! – y esta vez lo cogió de la nuca a manera de gancho y empezó a meterlo en la casa, en ese instante Alfred apareció por la puerta al darse cuenta que Bruce no entraba a la vivienda por alguna razón
-     YO NO VOY A NINGUNA PARTE – le espetó, obstinado, el muchacho – FALTABA MÁS – agregó ofendido
-     ¿Sucede algo, señor? – inquirió Alfred con un levantamiento de ceja, mientras miraba de reojo al pequeño que trataba de huir del firme agarre de Bruce, mmm esto se ponía interesante, pensó el pequeño ladronzuelo al fijarse en ese hombre de rostro adusto y porte elegante ¿Sería el padre del pajarraco? Se preguntó a sí mismo. No ¿De dónde? se respondió. No le diría “señor” a su propio hijo. Aunque estos millonarios tienen algunas cosas excéntricas para ponerse a la moda, pensaba Jason mirándolos interactuar
-     Si, Alfred, sucede que tenemos una visita de última hora para cenar – anunció, sacudiendo un poco a Jason para que permanezca quieto
-     Estoy seguro que a la visita le agradará muchísimo el pastel de chocolate y el helado de vainilla – sugirió astutamente, distrayendo al crio que automáticamente dejó de moverse como una culebrilla
-     ¡Haberlo dicho antes! – Jason le contestó a Alfred y se apresuró a sujetarse de su brazo, como si fuera su lazarillo, dejando a Bruce con la palabra en la boca apenas éste lo soltó de su mano – pero que conste, he?... me quedo solo por insistencia suya – si pues, era un as con las palabras, de eso no había la menor duda…


Y fue ese descaro, esa bravuconería y la total ausencia de miedo al peligro que hizo que Bruce decidiera en ese instante el futuro de aquel niño. Alguien tenía que hacerse cargo de él, alguien que lo metiera en vereda. Alguien que le enseñe lo que un niño debe aprender para ser un hombre de bien. Alguien que sepa pulir aquella joya; en fin, alguien como él (si así de divinamente vanidoso)… Bruce se quedó momentáneamente perplejo aquel día por el curso de sus pensamientos, pero no se había equivocado, Jason era un diamante en bruto y le haría mucho bien a Dick.
Y esto porque Bruce había pensado muchas veces que Dick echaba de menos a su hermano, si bien había sido su figura paterna desde que sus padres murieran, Dick estaba solo en esa gran mansión y él no quería eso para su hijo, sabía a ciencia cierta lo que era la soledad,  Bruce había crecido solo en esa misma gran mansión y conocía de antemano lo solitario que se podía sentir uno en una casa de esas dimensiones, con solo la compañía de tus propios pensamientos, sin alma que haga el menor ruido. Por ejemplo, a la hora de acostarse, ¿cuántas veces, él mismo, tras mandarlo Alfred a la cama, se habría sentado en el lecho esperando oír algo o a alguien que viniera a por él? Pero nunca sucedió, nunca vino nadie a echarse de menos a excepción de Alfred y eso solo cuando estaba enfermo, porque después solo reinaba el silencio.
Así que Bruce pensó que adoptando a Jason mataría dos pájaros de un tiro. Lo que no contaba es que en el proceso de adopción de Jason conocería al pequeño Tim, el niño con su curiosidad casi enfermiza le recordaba mucho a él mismo...bueno... como le gustaría haber sido a su edad...Bruce no fue precisamente un niño dulce y de fácil trato a su edad... a ninguna edad en realidad y de eso podían dar fe hombre y mujeres que pasaron por su vida, en plan fríos negocios o amoríos de una sola noche…
¿Cuánto tiempo había pasado del encuentro con aquel ladronzuelo?. Se preguntaba ahora Bruce frunciendo el ceño. Apenas cuatro meses, cuatro meses en que su vida, de pronto, se vio interrumpida con la presencia de aquel niño que le robó el corazón en el mismo instante en que lo llamó PAJARRACO. Y tardó solo dos meses más, para tenerlo consigo, a su lado y para siempre. Y no solo eso, sino que en el proceso se dejó primero convencer por Jason y luego se dejó robar el corazón nuevamente (por una tercera vez) al conocer a Tim. Justo en el mismo hogar de acogida al que Bruce tuvo que devolver a Jason, al día siguiente que intentó atracar el batimóvil con aquel desatornillador medio oxidado. El mismo destornillador que guardaba como un tesoro en el gavetero de su escritorio. Como recordatorio de que uno no siempre tiene llaves para abrir puertas o ventanas. Y que a veces hay que usar otras armas para conquistar y defenderse del mundo y sus alrededores.
Y ahora estaba, ahí, contemplando a sus tres niños, Richard o Dick como solía llamarlo por cariño a quien adoptó hacía ya más de 3 años. Tras la trágica muerte de sus padres y hermano. Jason, de 12 valientes años, y el más pequeño… Tim de 10. De no haber sido por Jason nunca hubiera adoptado a Tim, fue la condición que el niñito le puso para irse con él.
¿Quién hubiera imaginado que un chicle cambiaria su vida tan radicalmente? Nadie, se dijo a si mismo Bruce. Tras una primera cena compartida en casa, vio como interactuaban Dick con Jason y eso aceleró su decisión de adoptarlo. Después de muchos meses vio a Dick reír a carcajadas por algo que no fuera una tonta película, sino porque conversaba con otro niño, lo vio tan animado en la cena y en el desayuno que incluso lo llamó papá y no “Bruce” como comúnmente lo llamaba. Y eso se sintió tan bien, que quería fuera siempre así.
Pero por otra lado estaba la sensación de tener la casa llena, como un verdadero hogar, la presencia de ambos muchachos se hizo palpable. Vio a Dick correr por el patio jugando con una pelota, saltar, revolcarse, chapotear en el agua de la fuente, en fin… lo vio ser lo que era, un niño feliz y no unos pasos livianos caminando en pocas direcciones, el comedor, su dormitorio, el estudio o la baticueva cuando lo llamaba y ahí acababa el recorrido
Esa vitalidad, esa energía era lo que necesitaba Dick, y Bruce iba a entregárselo. Le regalaría la alegría de un hogar como en el que se crió, con hermanos para disfrutar. Por eso consultó con sus abogados para poner en marcha la adopción de Jason, quería ponerse en contacto de inmediato con el centro de menores de donde el pequeño había huido. Aunque según Jason no huyó, técnicamente, salió con permiso no confirmado. Bruce quería que su abogados contactasen con el director o el encargado de Jason y decirle que pedía la guarda custodia desde ese momento, y que Jason se quedaba en casa. Pero sus abogados le sugirieron que era mejor llevarlo de regreso al centro de donde se escapó Jason y conocer un poco más a fondo el historial de vida de aquel muchachito. En su momento aquel consejo le causó enojo a Bruce, pero con el tiempo agradeció la oportuna intervención. Gracias a eso, tenía a Tim a su lado. Porque fue ahí y ese día que vio a Tim por primera vez y algo le llamó la atención… la charla de Jason con Tim.

-     ¿Lo lograste? – preguntó el pequeño a Jason, corriendo hacia él, dando saltos de alegría, como si fuera un canguro. Bruce creyó que Jason se incomodaría de la presencia de un niño tan activo como aquel. Seguramente le preguntaría sobre su frustrada huida, pero se equivocó, Jason abrió sus brazos como un mini padre y Tim se dejó abrazar, aplastando su pequeña cara en el pecho de Jason, quien además le besó la cabeza sin ningún reparo – ¿Lo lograste? – le volvió a preguntar, comiendo ansias con los ojos abiertos como luceros de lo brillantes que eran
-     No, no lo logré – contestó abatido, Bruce podría jurar que la mirada de Jason se cargó de enorme tristeza, seguro era un plan mucho tiempo fermentado y que ahora se vio frustrado por encontrarse con él en medio de su corta carrera delictiva
-     Otra vez será – le contestó Tim, con una amplia sonrisa, que mostraba unos dientes relativamente nuevos, arrugando su nariz salpicada de pequitas marrones, con el pelo lacio despeinado que ocultaba su frente y se confundía con sus cejas ralas

Mucho tiempo después se enteraría de que iba aquella charla. Bruce supo la razón de esa charla justo cuando le anunció a Jason que estaba tramitando sus papeles de adopción y que lo más probable era que se lo llevase a casa en unos dos meses. Bruce creyó que Jason se alegraría con la noticia, porque siempre que iba a verlo, cada día en realidad, Jason lo recibía con verdadero beneplácito. Pero aquel día que le dio la noticia de la adopción Jason se puso a la defensiva y se negó a recibirlo de ahí en adelante, Bruce no entendió ese cambio repentino, hasta que la trabajadora social le contó lo que realmente sucedía con Jason y lo mucho que ese cambio tenía que ver con Tim.
Aquella tarde no solo Bruce sino todo el personal se asombró de la forma tan violenta y explosiva con la cual Jason abandonó la sala de visitas corriendo como un torbellino enojado. Al ver correr a Jason llorando tras la visita de Bruce, la trabajadora social decidió averiguar la razón de ese estallido… Jason no se quería irse de ahí, sin Tim… Tim ingresó en el centro de menores cuando solo contaba con 5 años, Jason llevaba toda su vida allí, y por alguna extraña razón Jason puso bajo su protección a Tim. Volviéndose inseparables.
El día en que Jason escapó del hogar, en realidad, no era escapar; huir y no volver. Sino que fue a buscar un regalo para Tim que iba a cumplir 10 años. De eso se enteraron por la propia boca de Tim que se negó a acostarse a dormir por esperar a su guardián. Lo que le valió cinco manotazos en el trasero de parte de la celadora para que se acostase de una vez por todas.
También se enteró que Tim adoraba las historias heroicas del caballero de la noche, el anónimo héroe de la cuidad. Así que a Jason se le ocurrió prometerle un tornillo del batimóvil.
Los servidores sociales de aquel hogar para menores, estaban acostumbrados a que Jason se “diese su vueltita por la ciudad” como solía decir Jason pero que a la mañana siguiente estuviese de regreso. Jason no tenía problemas para burlar la seguridad o traspasar la tapia saltando (sin el menor miedo a romperse el cuello) cuando no le permitían salir por las buenas (excursiones para los chicos que se portaron bien en la semana o que hicieron los deberes escolares sin errores o sacaron buenas notas); los servidores sociales sabían perfectamente que Jason no dejaría a Tim solo por mucho tiempo.
Jason, que probablemente él era el único ser en el mundo que sabía donde vivía Batman, decidió regalar a Tim por su decimo cumpleaños un presente de su mayor héroe, de ahí su plan de que colocar el chicle en el láser y afanarse con el desatornillador.
Tras enterarse de eso, Bruce exigió hablar con él y con Tim y fue cuando les prometió que no los separaría y que se los llevaría a ambos a vivir con él como hijos suyos.
Una decisión que hasta el día de hoy agradecía haber tomado, su hogar estaba completo, sus hijos estaban con él, la mansión ya no era un triste mausoleo, sino un verdadero hogar.



4 comentarios:

  1. Hay Chicas que quieren que les diga cuando vi que ustedes (mis escritoras favoritas) escribían en conjunto una historia de mi superheroe favorito casi me caí de la silla, por mi que tenga mil capítulos que creo nunca me cansaría de leer.
    Y curiosamente también estaba escribiendo de Jason Wayne.
    Por cierto Little esperando que leas esta notita, espero con ansias que termines tu historia el pequeño Schumacher es solo un deseo.

    Un abrazo y sigan escribiendo por favor
    Gloria

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  2. LittleHoshi: Coescribir este fic con Marambra aparte de un placer y una diversión fue un honor. Y fue una grata sorpresa ir descubriendo a medida que pasaban los capítulos como funcionaba la mente creativa de Marambra. Disfrute escribiendo, leyendo, reescribiendo y releyendo cada capítulo y espero que alguien más disfrute de nuestro trabajo. Pero si no fuera así, tampoco sería una catástrofe porque egoístamente hablando YO si que he disfrutado de esta historia.

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  3. Waooo que más puedo decir cuando se juntan dos grandes Escritoras....
    Esta historia se ve que va a estar de lo mejor!! Así que aquí ya tienen a otra lectora que tampoco se va a cansar de leerlas!!

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