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sábado, 30 de julio de 2016

Capítulo 19


Capítulo 19
-      TE ECHADO TANTO DE MENOS (Coral abrazó fuerte a Max tras abalanzársele encima)
-      Yo también te echado mucho de menos. Cuando Antonia me dijo que estabas viva no pude creérmelo…no sé como no me he vuelto loco, sabiendo que estabas tan cerca y no poder verte
-      A mi me pasa los mismo, eres lo único que me queda, Max (ambos chicos hablaban como si estuvieran sacados de una telenovela)
-      Vayamos a un sitio menos concurrido (dijo tomándola dulcemente por la mano y subiendo por las escaleras mecánicas hasta la última planta. Donde estaban los restaurantes, que al ser tan temprano la mayoría aún estaban cerrados. Se sentaron en un banquito y tras aguardar un minuto para no parecer ansiosos empezaron a comerse a besos). ¿Cómo te salvaste? Antonia no me lo dijo, solo me dio tu nota
-      Pues al principio creí que había sido coincidencia…pero creo que Antonia tuvo algo que ver… (Max la miraba con curiosidad) ¿Te acuerdas que te dije que si mis padres se enteraban que estaba saliendo con un hombre lobo me meterían en un convento? (Max asintió) pues alguien les hizo llegar unas fotos tuyas y mías besándonos en las gradas (Max abrió los ojos y la miró con horror si esas fotos las viera su tío o su padre lo mataban). Primero pensé que me habían puesto un detective o algo, pero después que apareciera Antonia…pues como que la idea que ella estaba metida en el ajo no me parece tan descabellada. Bueno mis padres pusieron el grito en el cielo y mi padre hizo unas llamadas y me mandaron con unos “parientes” aquí…para que me olvidara de ti y me centrara en mis estudios. ¡Mis notas no habían bajado ni una décima!
-      ¿Pero cuando fue eso? ¡Si yo te vi un día antes de que Quickwater desapareciera!
-      Pues la noche anterior, mi padre condujo toda la noche…se quedo aquel día conmigo y después regresó a la noche siguiente a casa
-      ¡Entonces está también vivo!
-      No (dijo triste) debió llegar a tiempo o debieron cazarlo después, no sé, no he tenido noticias de él desde entonces y mi padre no me dejaría creer que está muerto
-      Quizás para protegerte (dijo aunque no le parecía muy probable él quería animar a Coral, darle esperanzas).
-      Max no necesito que seas condescendiente conmigo (dijo forzando una sonrisa pero su voz sonaba muy triste). Sé perfectamente que ya no me queda nadie. ¿qué es lo que pasó? (dijo Coral que necesitaba respuestas)
-      Lo cierto es que poco me han contado a mí. Llegó mi hermano mayor diciendo que estábamos todos en peligro, nos secuestro y nos sacó de allí. Después supimos que lo que había dicho era cierto ya no quedaba nada de Quickwater. Oí que habían sido una especie de mercenarios “los caballeros de la rosa” (de repente Coral abrió mucho los ojos) ¿Los conoces?
-      Por supuesto, son legendarios, siempre pensé que eran historias que nos contaban de pequeños para asustarnos (dijo Coral aún en shock)
-      Pues son muy reales, Antonia es uno de ellos (dijo Max y entonces Coral si que alucinó pepinillos) pero no está con ellos, está de nuestra parte, sale con mi hermano Sebastian (le aclaró Max como si el amor todo lo pudiera).Ella te salvó. Es de los buenos
-      Entonces ¿Es cierto? Ella estaba detrás de todo ¿no?
-      Sí…me gustaría decirte que yo se lo pedí, pero no fue así, lo tenía planeado. Quería salvarte…cuando le pregunté porqué…solo me dijo:” a veces me sale la vena cursi…no me dura mucho afortunadamente” (dijo citando a Antonia)
-      ¿Y ya está? (Coral preguntó un poco extrañada. Max asintió con la cabeza. No podía decirle el precio que había pagado por salvarle la vida)
-      Dejemos ya esos temas, solo hacen que ponernos tristes, y lo último que quiero es pasar estos momentos contigo lamentándome  (dijo Max que quería zanjar la conversación porque no podía darle más explicaciones)
-      Tienes razón (y le besó nuevamente y un beso llevo a otro y a otro y a cual más apasionado).

-      ¡Sebastian! ¿Vas a pasarte todo el día tirado? (dijo Alejandro resoplando)
-      Esa era la idea (dijo sonriente)
-      Pues mueve el culo, necesito un sparring
-      ¿Perdón? (dijo mirándolo como si le hubiera salido una segunda cabeza).llevo días sin ejercitarme y tú no estás haciendo nada…además a ti también te vendrá bien
-      Tengo 27 años, Alejandro, estoy en plena forma, no necesito “ejercitarme” para ser una máquina perfectamente engrasada (dijo muy gallito)
-      Mal no te hará (dijo intentando no perder los nervios).
-      Es que me da pereza (dijo desperezándose)
-      ¡Sebastian! (dijo en un tono demasiado autoritario para el gusto de Sebastian)
-      Venga ya… ¿tiene que ser ahora? ¿No puedes esperar a que regrese César?
-      Te lo estoy pidiendo, también puedo ordenártelo (dijo clavándole la mirada)
-      Tú siempre tan dulce (dijo levantándose del sofá. Alejandro tensó todos su músculos de buen gusto le daba un buen collejón a ese chico. Antiguamente Sebastian era un chico muy activo siempre se moría por hacer cualquier cosa que conllevara un reto) pero te aviso no pienso darte ventaja por ser viejo o por ser el jefe (dijo Sebastian medio riendo)
-      Ya veremos quien tiene que dar ventaja a quién (dijo con maldad Alejandro y siguió a Sebastian. Sebastian y Alejandro se fueron a la privacidad de los bosques para poder entrenarse fuera de las miradas de la gente. Ambos se transformaron en semilobos y empezaron una feroz lucha, como si les fuera la vida en ello. No hubo ningún tipo de miramiento por ninguna de las  partes. Cuando llevaban a penas 90 minutos luchando lo que parecía la música de un teléfono empezó a sonar)
-      Mío (dijo deteniéndose de golpe y volviendo al modo 100x100 humano. Alejandro sin aliento se detuvo y miró a su sobrino que estaba fresco como una rosa. Tenía algunos magullones pero podría decirse que estaba como si nada. Alejandro se dio cuenta que su sobrino había mejorado mucho en esos años y antes ya era más fuerte que él. Si ante son pudo ganarlo no fue por la fuerza sino por el anillo y por la experiencia, sobre todo por el anillo…eso no le hizo ni pizca de gracia a Alejandro. Que mientras  veía como su sobrino hablaba por teléfono se preguntaba cómo de poderoso sería ahora Sebastian. Al fin y al cabo inicialmente él era el llamado a sucederle y a cada generación eran más fuertes y poderosos) Me tengo que ir Antonia ha regresado (dijo apresurado)
-      ¿Qué? ¿Cómo? Si recién llegamos (protestó Sebastian)
-      En otro momento, Alejandro. Ahora tengo que ver a Antonia (dijo casualmente Sebastian, mientras recogía la cazadora del suelo).
-      Puedes verla más tarde, cuando acabemos (dijo muy serio Alejandro)
-      Hace 4 días que no veo a mi novia…no, no puedo, no, no quiero y sobre todo no voy a  dejar de verla porque tu quieras pagar tus frustraciones dando golpes a ton ni son. César sigue el en taller…trágate ese maldito orgullo y ve a verlo…, eso es lo que realmente quieres en vez de estar aquí discutiendo conmigo por gilipolleces (dijo enfadado Sebastian, mientras se ponía la chaqueta) Ahora, yo me voy ¿te vienes o te dejo aquí tirado? (Alejandro tras salir del estado de shock por lo directo que había sido Sebastian con él se levantó y recogió su propia chaqueta y empezó a caminar hacia el coche) El taller me pilla de paso (dijo y miró a su tío de reojo. Alejandro no dijo nada y Sebastian disimuladamente sonrió).
-      Sebastian (dijo muy calmado  una vez ya estaban en marcha) No vuelvas a hablarme en ese tono (y aquella amenaza  hizo que la sangre se le helará. Sebastian se enfadó porque aquel tipo seguía dándole miedo aunque supiera que sino fuera por ese anillo no tendría problemas para quitárselo de en medio)

-      Hola (dijo Alejandro al entrar en el taller, no sabía como reaccionar con César pero necesitaba verlo)
-      Hola (césar salió del despachito de Julio y la cara de Alejandro se transformó en puro horror)
-      ¿Qué te hizo? ¡Dios, mío! Lo voy a matar (dijo adquiriendo la forma de semi-lobo)
-      Hizo lo que creyó que debía hacer…no es para tanto…me dejo el brazo bueno
-      ¿Cómo puedes bromear al respecto? ¡Te ha cortado un brazo!
-      Tenía que matarme, ambos lo sabemos, Alejandro. Perder un brazo en vez de la cabeza me parece un buen final (dijo sonriendo. A parte de la perdida del  brazo izquierdo César se veía horrible)
-      Vamos a casa, no puedes quedarte así, aquí solo (dijo Alejandro mirando más de cerca a su compañero)
-      ¿Seguro? Sé que aún no estás preparado para perdonarme (le preguntó preocupado César)
-      Por favor, César, ¡Cállate! (dijo Alejandro y empezó a meter las cuatro cosas que había visto de César en una bolsa de plástico) Tienes razón aún no puedo perdonarte pero eso no significa que no me preocupe por ti y que no te quiera a mi lado. No debí pedirle nunca a Sebastian que se hiciera cargo de ti (dijo apretando los puños). No pensé que fuera capaz de algo así, lo juro
-      Pues a mi sorprendió que se contentara con solo un brazo…lo cierto es que esperaba algo mucho peor…
-      ¿Pero tú te has visto? (le preguntó escandalizado)
-      Sí. Y también vi lo que Tú le hiciste a Harold cuando atacó a aquel excursionista. Ya te he dicho que me puedo sentir afortunado. (Alejandro bajó la mirada, aquello era distinto). Sabes que con quién estás enfadado es conmigo y no con Sebastian (dijo César mirándole a los ojos).
-      ¿Ahora eres su abogado? Te debe de haber golpeado bien fuerte en la cabeza.
-      Yo no odio a Sebastian, era él que no paraba de retarme, sentía que me interponía entre tú y él, eran solo celosos de un mocoso egocéntrico.  (dijo César rodando los ojos).
-      No lo recordamos de la misma manera.
-      Oh, venga Alejandro él era tu debilidad, era imposible que vieras nada malo en él, ni cuando empezó a actuar extrañamente, siempre lo excusabas. No te lo reprocho, es lo normal era tu sobrino, lo querías más que a tu propia vida y estabas tan orgulloso de él…pero Sebastian era y es prepotente, egocéntrico y algo tirano
-      Bueno, muchos dirían lo mismo de mí
-      Y por eso lo adoras
-      ¿No serás tú el que estás celoso de él?
-      Sí, terriblemente celoso jajajaja Sebastian me odiaba porque era él único que no babeaba por él. Y eso le chocó des del mismo momento en que me conoció y como decirlo no le sentó nada bien que no le dejara tratarme como un subordinado o como narices creyera que debía tratarme (dijo César retorciendo el hocico).

-      Bueno piensa que hasta el momento en que te viniste a vivir a casa, toda mi atención era solo para él (dijo excusando a su sobrino y se sintió ridículo justo después de hacerlo, pero César solo sonrió). Vamos a casa, quiero verte mejor lo que ese troglodita te ha hecho (y César gustosamente lo acompañó hasta casa. Para él había sido más duro esos días allí lejos de Alejandro que toda la tortura sufrida a manos de Sebastian. Al llegar a casa, Alejandro miró concienzudamente el alcance de los daños sufridos. Sebastian había cauterizado perfectamente el corte del brazo. Y las heridas estaban tapadas y empezando a cicatrizar. Él muy bastardo le había puesto acónito para que no pudiera sanar tan rápidamente. Se maldijo a si mismo porque ese sucio truco se lo había enseñado él mismo. Tras darles unos calmantes y dejarlo descansar en la cama Alejandro tomó las llaves del coche y salió en busca de Sebastian. Aunque César lo hubiera perdonado, él quería explicaciones).

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