Páginas Amigas

miércoles, 12 de octubre de 2016

CAPÍTULO 59: FELICIDAD FRUSTRADA



CAPÍTULO 59: FELICIDAD FRUSTRADA

Tener a Agustina en casa me hacía feliz. Era como si todo lo que me importara en el mundo estuviera bajo el mismo techo. Solo me faltaba que Fred y Mike también estuvieran allí, pero les vería al día siguiente, en clase. Me alegré al comprobar que poco a poco las cosas estaban volviendo a la normalidad en mi vida.

Con tantos hermanos, conseguir un sitio en casa en el que estar a solas con mi novia era bastante difícil. Cuando logré que los enanos dejaran de asaltarla a preguntas, decidí salir al jardín con la esperanza de que papá consiguiera mantenerlos dentro.

-         No me puedo quedar mucho – me avisó Agus.

-         Entonces aprovechemos el tiempo al máximo.

-         ¿Qué quieres hacer? – me preguntó y detecté algo de miedo en su voz. A veces Agustina era muy lanzada, ella siempre era la que iniciaba los besos, por ejemplo, pero en el fondo era una chica asustada, acostumbrara a que la hicieran daño de muchas formas diferentes. Por sus repentinas reticencias, deduje que cuando se quedaba a solas con Jack solía ser para una cosa en concreto, pero preferí no pensar en eso, porque no me gustaba imaginármela con otro chico.

-         Nada en especial… solo hablar, ponernos al día…

-         Ah – suspiró, repentinamente aliviada.

-         Aunque si me quieres dar un beso no me voy a negar – sonreí, ella sonrió, y se puso de puntillas para alcanzar mis labios. Llevaba una especie de vaselina de fresa que hacía los suyos suaves al tacto.

-         ¿No quieres que tus hermanos nos vean besarnos?  - me preguntó, pensando, seguramente, que eso podíamos haberlo hecho delante de los demás.

-         Preferiblemente, no.

-         ¿Te avergüenzas de mí?

-         ¡No, no, no! – me horroricé. No quería que pensara eso. – Para nada, Agus, de verdad. Es solo que… soy tímido, supongo, y de todas formas no entiendo por qué alguien debería vernos. Siempre he pensado que esas cosas es mejor hacerlas en privado.

-         Ted, es un beso, no una mamada.  Y ni siquiera me besas con lengua. – replicó ella. Fingí que me atragantaba con algo imaginario y tosí para intentar disipar la repentina vergüenza que me había embargado. Tenía que estar rojísimo. Pero qué directa era, madre mía…

-         Su…supongo que no pasaría nada. Papá besó a Holly delante de ellos. – me dije, en voz alta.

-         ¿Quién es Holly? – preguntó Agustina, con curiosidad. - ¿Aidan tiene novia?

-         Eh… algo así. Están empezando… Es una periodista.

-         ¿La que te defendía en ese programa de televisión? – indagó.

-         Sip.

-         Ya me cae bien – me dijo. – Me alegro por tu padre. Ojalá sea feliz con ella.

-         Ojalá. – concordé. – Pero no quiero hablar de la novia de mi padre, sino de la mía.

-         ¿Ah sí? ¿Y qué quieres decir sobre ella? – preguntó, con una mirada traviesa.

-         Que… es demasiado lista… y demasiado guapa… y demasiado peligrosa como para decir otra cosa cuando me está mirando así – me reí y ella me dio un golpecito en el brazo, aunque también sonreía. - ¡Au! ¿Lo ves? Eres peligrosa – me burlé.

-         Tú sí que eres peligroso – replicó. – No sé qué has hecho conmigo pero me tienes en tus manos. Cuando creí que habíamos roto se me cayó encima el mundo.

Supe que lo decía en serio, porque sus ojos se ensombrecieron. Le acaricié la mejilla.

-         No tienes que preocuparte por eso porque, como dijiste antes, yo no puedo romper contigo. Vas a tener que aguantarme durante mucho tiempo.

-         ¿Lo prometes?

-         Lo prometo – respondí, firmemente, y pocas veces había dicho algo tan en serio.


-         AIDAN´s POV –

Mientras recogía la mesa y ponía el lavavajillas me preguntaba si hacía bien en dejar a Ted y a su novia a solas, pero conocía a Ted y sabía que no iban a hacer nada más que acaramelarse un poco, como los tortolitos que eran. Sonreí, contento de ver a mi hijo enamorado.  Aún no sabía qué pensar respecto a Agustina, intuía que tenía muchos problemas y no quería que mi hijo se viera salpicado, pero mientras él fuera feliz con ella, entonces yo trataría de comerme mis miedos.

-         Chicos, no salgáis al jardín. Ted y Agus quieren estar solos – les dije a Cole y a Kurt, al ver que iban hacia la puerta.

-         ¡Jo! Pero ¿por qué? – preguntó Kurt.

-         Porque es su amiga, campeón, y ha venido a verle a él.

-         No es su amiga, es su novia – replicó el enano.

-         Pues con más razón. ¿Nunca escuchaste lo de “tres son multitud”? Anda, peque, déjales un rato. Podéis jugar a algo aquí dentro.

-         Está bien – accedió Kurt. - ¿Pero puede hacerle un dibujo?

-         ¿A Agus? Claro, campeón, no es como si no pudieras hablar con ella. Estoy seguro de que tu dibujo le encantará. Y si vas para arriba, dile a Alejandro que baje, por favor.

Kurt asintió y correteó escaleras arriba. Cole se fue al salón, con la tele. Y al poco bajó Alejandro.

-         Espero que sea algo importante, estaba a punto de pasarme un nivel del Candy Crush…

-         Vaya, siento haber interrumpido tan importante momento – respondí, con sarcasmo. – Solo quería hablar contigo.

-         ¿De qué?  - preguntó con desconfianza. Me hizo pensar si es que acaso temía que le regañara por algo. Con Alejandro era difícil saber cuándo tramaba algo, cuándo había hecho algo, o cuándo simplemente dudaba porque estaba acostumbrado a que le llamara para regañarle. 

-         Del móvil y tu compañero. ¿Se lo devolviste?

-         Sí. – respondió y como me le quedé mirando entendió que con eso no era suficiente y quería que se explayara más. – Lo dejé de nuevo en su pupitre y vi como lo cogía. Miró hacia todos lados pero no podía saber quién lo había dejado allí.

-         ¿No ha habido problemas?

-         No.

-         Me hubiera gustado que se lo dieras de frente, pero al menos se lo devolviste.

-         Si se lo hubiera dado en persona, me habría partido la cara – replicó.

Me quedé un rato pensando en eso y me di cuenta de que probablemente tenía razón. Si era un chico con el que no se llevaba bien y se enteraba de que él le había cogido el móvil, sería suficiente para provocar una pelea. Pero quería inculcarle a Alejandro la valentía de afrontar las consecuencias de sus acciones. Me parecía mal que después de coger algo que no era suyo ni siquiera pidiera disculpas…

-         ¿Estás enfadado conmigo? – preguntó Alejandro, sacándome de mis pensamientos.

-         ¿Qué? No, hijo, claro que no. Has hecho lo que te pedí.

-         ¿Sigues molesto porque cogiera el móvil?

-         No estoy molesto, estoy preocupado – decidí ser sincero con él. – Quiero que me prometas que nunca más harás algo así.

-         Ya te lo prometí… Papá, no soy ningún ladrón. Gran parte de mi vida he visto como otros tenían cosas que yo no, y jamás he deseado quitárselas, aunque sí que me tocara la lotería… Solo estaba enfadado con ese imbécil…

-         Ya lo sé, campeón. – le acaricié la nuca, porque no quería que pensara que le iba a guardar algún tipo de rencor por lo que había hecho.

-         Es cierto que tener un iPhone mola mucho y que me tentó quedármelo, pero sé que no es la forma correcta de obtener las cosas.  Jamie parecía muy preocupado cuando llegó hoy a clase, seguramente tuvo problemas por perderlo. Eso me hizo sentir mal, aunque así quizás aprenda a no dejar algo tan caro en su pupitre sin ninguna vigilancia.

Sonreí un poco.

-         Tal vez. Si alguna vez vuelve a meterse contigo por tu raza o por cualquier otra cosa, quiero que me lo digas ¿eh? Puede que tu director tenga una política extraña respecto a no tratar como se debe a buenos alumnos que han sufrido un accidente en la cabeza, pero sé que está muy en contra del racismo.

-         ¿Lo del accidente en la cabeza lo dices por Ted? Unos profesores hablaban de eso hoy en el pasillo, pero se callaron al verme llegar. Realmente no creo que sea cosa del director, papá. Todos temen que no esté listo para volver. Algunos dicen que le estás presionando demasiado, obligándole a sacar el curso después de todo lo que pasó.

Abrí la boca muy sorprendido. ¿En el colegio pensaban que yo quería que Ted recuperara el curso aun a costa de su salud? Pero si era él el que más ganas tenía de volver y el que más se exigía. Y el médico me había dicho que podía volver a clases.  ¿Y si era un mal médico? ¿Y si era demasiado pronto para Ted? Le habían operado de la cabeza… Pero tampoco es como si le hubieran abierto el cráneo… Solo se lo habían perforado. Y había ido todo bien, mejor que bien, Ted se había esforzado mucho en la rehabilitación para volver a estar al cien por cien.

-         ¡No es así! Además, yo no soy especialmente exigente con esas cosas…. – protesté. Alejandro tosió, indicando con sarcasmo que él opinaba justo lo contrario. - ¿Sí lo soy? ¿Con las notas? Venga ya. Tú, entre todos, no puedes decirme eso.

-         No conozco a nadie más que tenga un castigo si no saca buenas notas.

-         Pues mira a tu alrededor un poco mejor, porque creo que es algo que básicamente todos los padres hacen. – me defendí.

-         Me refiero a que a nadie más le pegan si suspende. No a mis amigos, al menos.

-         Yo no te castigo si suspendes, te castigo si no das un palo al agua. Y en cualquier caso eso no tiene que ver con Ted, porque yo no le he presionado de ninguna manera. Si el año le va mal, no voy a enfadarme con él. Y, si por lo que sea muestra que aun no está listo, no le voy a obligar a ir.

-         ¿Y a Michael? – me preguntó Alejandro. El cambio de sujeto me pareció tan brusco que no entendí a qué se refería hasta que continuó. - ¿A Michael vas a obligarle a ir a clases ahora que termina en la comisaría?

Eso me recordó que tenía una conversación pendiente con mi hijo mayor, aunque no es que se me hubiera olvidado. Pensaba hablar con él después de con Alejandro.

-         Quiero que estudie algo. Si no quiere acabar la ESO, que haga Formación Profesional.

-         También puede buscar trabajo.

-         No hasta que tenga unos estudios mínimos. Tal vez ahora le parezca bien trabajar de lo que sea para ganar una miseria, pero dentro de diez años se arrepentirá de no poder aspirar a nada más que a ser un repartidor. Sé de lo que hablo: yo tengo el bachillerato y aun así no tenía muchas opciones.

-         Bueno, suerte hablando con él. No parece de muy buen humor.

-         ¿No? Yo no noté nada – me extrañé.

-         Porque ya va aprendiendo a controlarse pero vengo del cuarto y está de un humor de perros.

-         Gracias por avisar, hijo. – suspiré. Tendría que armarme de paciencia.

Lo cierto es que llevaba un tiempo sin enfrentarme a Michael y su carácter, con sus explosiones de ira e insultos. Deseé que Alejandro tuviera razón y que hubiera aprendiendo a controlarse, porque no quería discutir con él. Si era cierto que estaba de mal humor quizás no fuera el mejor momento para hablar de matricularle en el colegio, pero al menos podía intentar averiguar qué le tenía así.

Ya había terminado en la cocina, así que en vez de pedirle que bajara, subí yo a su cuarto. En ese momento solo estaba Michael en él, tumbado en su litera, mirando al techo.

-         ¿Qué tal te fue hoy? – le pregunté. Michael giró la cabeza para mirarme y s fría mirada me traspasó, hasta el punto de que sentí que me apuñalaban pedacitos de hielo.

-         Bien – medio gruñó.

-         ¿Seguro? No suena como que haya ido bien…

-         Me importa una mierda cómo suene.

Respiré hondo. Si Ted me hablara así le echaría una bronca, pero si hacía eso con Michael jamás conseguiría que me contara lo que le pasaba. Él estaba acostumbrado a estar solo, a hacer lo que quería y no medir las consecuencias de sus actos. Un poco de actitud a la hora de hablar era algo que perfectamente podía pasar por alto a cambio de avanzar en mi relación con él.

-         Así que fue un mal día… Ya sabes que puedes hablar conmigo, Michael. Te hará sentir mejor, aunque sea para desahogarte.

-         Créeme: no quieres que me desahogue.

Me acerqué a él e intenté mirarle a la cara, aunque él giró la cabeza hacia el otro lado.

-         ¿Has tenido problemas con algún oficial o simplemente has tenido mucho trabajo?

-         Nunca tengo mucho trabajo. No hago nada más que sentarme allí y estar disponible para cuando Greyson quiera que… mmm…

-         ¿Cuándo Greyson quiera qué, campeón? ¿Qué clase de trabajo haces exactamente para el oficial? Solo me hablas de papeleo, pero no sé qué papeleo en concreto – le pregunté, con curiosidad. Me había dado la sensación de que el oficial le tenía allí más para evitar que se metiera en problemas que para realizar un trabajo real. Por eso Michael solía decirme que se aburría.

-         No lo entenderías.

-         Me gustaría entenderlo. Eres el primero de mis hijos que tiene un trabajo, quiero saberlo todo – le animé.

-         Eso no es un trabajo, es un infierno, y por suerte ya se acaba.

-         Siento que sea así. Y también siento no haber estado más pendiente de ti, Michael. Estos tres meses han pasado muy rápido. Conocerte, conocer a Holly, la agresión de Ted, las conversaciones con Andrew… Es como si hubiera pasado un año y al mismo tiempo siento como si todo hubiera ido a la velocidad de la luz.

-         Yo también lo siento así – respondió Michael, aparentemente más apaciguado. Le acaricié el pelo en un intento de hacerle sentir mejor y creo que funcionó.

-         ¿Me cuentas tu día? – volví a probar, esperanzado.

-         No fue nada. Solo muy aburrido – respondió.

Suspiré. ¿Cuándo iba a lograr ganarme su confianza? ¿Por qué a veces parecía que confiaba en mí con su vida y sin embargo me ocultaba cosas? ¿Sería por que nos habíamos saltado varios pasos lógicos en nuestra relación y su confianza en mí estaba mal asentada?

-         Como digas…

-         Al menos, ya quedan pocos días – me dijo.

-         Sí, eso es cierto. Aunque… habría que pensar en lo que vas a hacer después ¿no?

Michael resopló y se sentó sobre la cama.

-         Ya sé que tengo que contribuir de alguna forma. Parte de mi contrato con la policía es que en estos tres meses de prueba no podía trabajar en otro sitio, aunque el horario tan horrible me lo hubiera permitido. Pero ya si puedo, buscaré algo por ahí.

-         ¿Qué? ¡No! ¿Contribuir? ¡Claro que no tienes que contribuir! ¡Eres mi hijo, no mi compañero de piso! Me refería a lo que hablamos sobre acabar tus estudios.

-         Oh. ¿Aún sigues con eso?

-         Sí, sigo con eso – repliqué – Y pienso seguir, porque quiero que al menos acabes la secundaria.

-         ¿Qué sentido tendría? No soy inteligente, Aidan. Eso no es para mí.

Intenté ignorar la punzadita que me provocó el que me llamara “Aidan”. Sabía que aún estábamos progresando con el asunto de “papá”.

-         Pues yo diría justo lo contrario. La verdad, hijo, es que me pareces muy inteligente. Demasiado para tu propio bien, incluso. Y me asombra tu forma reflexiva de pensar respecto algunas cosas, como si hubieras visto mucho mundo.

-         Es que he visto mucho mundo. He viajado mucho, desde los catorce años. Aunque nunca podía dedicarme precisamente a las visitas culturales.


Una vez más, sentí que el muchacho que tenía frente a mí era un extraño, a pesar de que seguramente era una de las personas que mejor le conocía en el mundo.

-         Una persona de menos de dieciocho años que lamenta no haber podido hacer visitar culturales. ¿Te das cuenta de lo raro que es eso? – le dije.  – En el fondo te gusta aprender, Michael. Te gusta saber cosas.

-         Puede que de arte y esos temas, pero te aseguro que las mates me provocan arcadas.

-         Bueno, eres de letras. Eso no es malo. – le respondí, empezando a pensar que tal vez iba a poder convencerle.

-         Te dije que lo pensaría y eso estoy haciendo, papá. Aún me queda una semana.

Estuve a punto de decir “ya, pero te tengo que matricular y eso lleva tiempo”, pero lo pensé mejor y guardé silencio. Michael se lo había tomado mejor aquella vez que la primera que se lo propuse. Si le presionaba podía mandar al traste ese pequeño avance.

Iba a decirle que después de esa semana necesitaba una respuesta, pero no tuve ocasión, porque en ese momento un ruido muy fuerte nos llegó del piso de abajo. Era como si hubieran derribado la puerta. Michael y yo bajamos corriendo las escaleras y encontré mi salón invadido por más de ocho policías, armados hasta los dientes.

-         ¡Al suelo, al suelo, todo el mundo al suelo! – gritaban. Mis hijos pequeños no entendían nada y empezaron a llorar. Cole y Barie se tumbaron en el suelo, con las manos en la cabeza y lágrimas en los ojos. Los demás debían estar en otra habitación. Vi cómo dos policías iban en su busca.

-         ¡Agente! ¡Hay niños en esta casa! ¡Son menores! ¡No pueden irrumpir así!

El agente me ignoró para posar su mirada sobre Michael, que estaba justo detrás de mí.

-         Michael Donahow, queda detenido por la agresión de un oficial, el robo de al menos diez millones de dólares, la posesión de armas de fuego y la violación de su condicional. Tiene derecho a permanecer en silencio. Todo lo que diga podrá ser usado en su contra ante un tribunal…

Michael dio dos pasos hacia atrás al mismo tiempo que la policía me apartaba para llegar hasta él. En su huida, Michael llegó al piso de arriba, donde le obligaron a arrodillarse a punta de pistola.

-         ¡Las manos en la cabeza! – ordenó el que parecía tener más autoridad. – Regístrale.

Un segundo oficial le registró y en ese momento mis ojos se cruzaron con los de Michael. Solo entonces fui capaz de reaccionar.

-         ¿Qué es esto? ¡Mi hijo no ha hecho nada! ¡No pueden hacer esto, esta es mi casa!

Por alguna razón, todas mis protestas me sonaban ridículas. Michael se revolvió un poco, seguramente porque el hombre que le cacheaba estaba siendo demasiado meticuloso. Entonces le empujaron y le tumbaron sobre el suelo. Llevaron sus manos a la espalda y le esposaron.

Desde que entraron en mi casa hasta ese momento no habrían pasado más de quince segundos. La velocidad de los acontecimientos me tenía aturdido. Solo podía pensar en que en mi casa, en la misma casa en la que estaban mis hermanos, había hombres con armas. Y uno de ellos estaba apuntando a Michael con una.

Ver a mi hijo esposado de aquella manera era más de lo que podía soportar. Cuando le levantaron del suelo, sus labios se movieron musitando un mudo “Perdóname”. ¿Qué le perdonara por qué? ¿Acaso era culpable?

En ese momento me dio igual si era culpable. Me abalancé hacia él en un intento de abrazarle, pero los policías me lo impidieron.

-         ¡Déjenle, solo es un niño!

-         Es mayor de edad, señor Whitemore. Tenemos órdenes de llevarle con nosotros. Podrá ir a verle antes del juicio.

-         ¿Juicio? – murmuré, confundido – Pero…no…¿qué ha pasado? ¡¿Qué ha pasado!? Él no ha hecho nada.

-         Mis compañeros se lo explicarán.

-         ¿Michael? – gritó Ted, entrando en ese momento en el salón. Un policía le perseguía, pero él había sido más rápido, o había conseguido zafarse. - ¿Qué está pasando?

-         Adiós, Ted – murmuró Michael. Su actitud resignada, como si se hubiera temido eso desde que llegó a casa, resultaba escalofriante. Me di cuenta de que ya había pasado por eso más de una vez. No era su primera detención.

-         ¡No pueden llevárselo! – dijo Ted, encarándose con uno de los oficiales. - ¿Qué hacen mis hermanos en el suelo? Kurt, ven aquí, no pasa nada, peque.

-         ¡Tete, Tete, se llevan a Mike! – gritó Hannah, empotrándose contra Ted junto con su hermano mellizo.

En ese instante algo hizo click dentro de mí. Fui realmente consciente de que se lo llevaban y de que nada de lo que yo hiciera podría impedirlo. El tiempo apremiaba, ya lo estaban arrastrando hacia la puerta.

-         ¡Michael! ¡Michael, hijo, voy a ir por ti! ¿Me oyes? Te voy a ir a buscar, no van a encerrarte. Te quiero hijo, te quiero mucho. Sé fuerte.

En su mirada vi que no me creía. Tal vez para él fueran palabras vacías, puesto que yo había prometido cuidar de él y aun así no había logrado hacer nada para ayudarlo.

- Adiós, papá. – susurró Michael y lágrimas mudas le cayeron de los ojos. Sentí un escalofrío. No se estaba despidiendo por un rato. Se estaba despidiendo para siempre.


  

N.A.: Matadme, sé que me lo merezco por dejarlo así. 

12 comentarios:

  1. Uyy siiii Dream y mucho corro a buscarte para hacerlo ya mismo.

    Eres una pasada... al dejar la historia así mi habia imaginado muchas cosas pero nunca esta XD.

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  2. Siiiiiii definitivamente te mataremos pero plis que Michael regrese con Aidan y sus hermanos y todo se aclare porque sino si que te matamos y no encuentran tu cuerpo kejejejeje

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  3. Ho por Dios definitivamente si te mato! El titulo del capitulo me quedo perfecto! Me sentia super contenta porque habias actualizado y resulta que me dejas asi!! acabas de frustrar mi felicidad xD! Realmente no imagine que se llevarian asi a Michael, crei que pistola haria otra cosa, ya suponia que se lo llevaria a la carcel de nuevo pero no imagine que iria hasta la casa de Aidan! Es mas crei que volveria a amenazar a Mike con hacerle daño a Ted y entonces Michael haria alguna estupidez, pero asi de la nada se te ocurre arrestar a Michael! Ni si quiera me diste tiempo a dilatar las cosas! jajajaja pero me encantooo el capitulo, pero eso si, mas te vale actualizar pronto Dream! No nos dejes asi :P

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  4. Me encanto espero que Aidan pueda liberar a Michael.

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  5. No puedo matarte, sino como voy a saber que pasa despúes!
    Excelente como todas tus historias.

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  6. YO TE MATO!!! COMO PUEDES DEJARNOS ASÍ? POR FAVOR HAS QUE MAICHEL REGRESE A LA CASA JUNTO A SUS HERMANOS Y QUE TODO SE ACLARE DE UNA VEZ!! QUE YA ES HORA DEL QUE EL POBRE PUEDA TENER UNA VIDA FELIZ JUNTO A SU FAMILIA SIN MIEDO A UN POLICIA CORRUMTO...HAS QUE TENGA UN FINAL FELIZ, DESPUES DE TODO POR LO QUE HA TENIDO QUE PASAR SE LO MERECE...ANDA SÍ?!!!

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  7. PD: GRACIAS POR TUS HISTORIAS, HACES UN TRABAJO FANTASTICO...Y NO TE OLVIDES DE ACTUALIZAR RAPIDO, POR FAVOOOOOOR!! ME MUERO POR SAABER COMO CONTINUA.UN SALUDO

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  8. No puede ser! La verdad me choca la prepotencia de los policías en Estados Unidos, y eso que solamente he estado dos veces en ese país (y por unas horas haciendo escala en vuelos internacionales). Tuve la oportunidad de aspirar a estudiar en Estados Unidos y lo descarté a la primera.
    La historia super interesante como siempre, y no te preocupes, eres demasiado valiosa para morir ;), pero encontraremos alguna forma de castigarte por dejarnos en este suspenso.
    Saludos Dream!

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  9. Por favor as que michael regrese con aidan y sus hermanos, que lastima que no se pueda matar a pistola por que yo seria la primera en la lista por hacer sufrir así a todos de solo imaginar a michael en ese problema me dan ganas de llorar
    Mis grandes saludos a ka escritora dream

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  10. Por favor as que michael regrese con aidan y sus hermanos, que lastima que no se pueda matar a pistola por que yo seria la primera en la lista por hacer sufrir así a todos de solo imaginar a michael en ese problema me dan ganas de llorar
    Mis grandes saludos a ka escritora dream

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  11. dream por que???, pobre michael como nos haces esto ese greyson debe pagar por las que se ha mandado, muero por saber porque alguna vez intento hacerse pasar por andrew que pasado tienen para querer quitarle todo y no importarle llevarse a los demas..., muero muero.....por la incertidumbre........

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  12. Dream!! Que cruel para los peques ver como se llevan a su hermano!!
    Michael es un buen tipo no se merecía eso!!..
    Porfis Dream has que se solucione!!

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