Páginas Amigas

miércoles, 4 de enero de 2017

CAPÍTULO 5



Marcos se contuvo para no golpear una de las paredes del pasillo del hospital. En lugar de eso, intentó escabullirse hacia una de las salitas laterales donde casi nunca había gente. Se dejó caer en una de las sillas y casi involuntariamente miró por la ventana que tenía enfrente. El gran ventanal dejaba ver una montaña seminevada. ¿Sería la misma donde encontró al muchacho? No, seguramente no. Pero daba igual: nunca podría volver a ver una montaña sin pensar en él. En cambio el niño le olvidaría enseguida, en cuanto volviera con sus padres.


El enfado que sentía era estúpido. Debería alegrarse porque finalmente hubieran averiguado el origen del chico, era lo que habían estado esperando desde el principio. Era egoísta por su parte sentirse decepcionado. En realidad, era lo mejor para todos. Él solo era un joven vendedor de libros que había presenciado un hecho extraordinario, como quien asiste a un accidente de coche y se queda a ayudar a las víctimas. Sus vidas se habían cruzado puntualmente, y nada más. Había sido un contacto relevante, de esos que te cambian la vida, pero eso no quería decir que fuera a durar para siempre.


El ruido de unos pasos le sobresaltó al sonar demasiado cerca. Como estaba distraído, no había oído cómo se iban acercando.


  • Por fin te encuentro – jadeó Alicia. – Temía que hubieras salido del hospital.


  • Iba a hacerlo. – respondió Marcos, derrotado. - Pero primero quiero despedirme de él y, si me voy, tal vez no esté aquí cuando vuelva.


  • ¿Despedirte? ¿Pero por qué? ¿Por qué te fuiste tan de repente? – preguntó Alicia, confundida - ¿Es que no oíste las buenas noticias?


  • Sí, sí lo escuché. Me alegro por él. Y por su familia, seguro que lo han pasado muy mal.


  • ¿Su familia? Pero… si no tiene… - se extrañó la mujer.


  • ¿No tiene? – inquirió Marcos. Un deje de incredulidad y esperanza se había apoderado de su voz y él hacía lo posible por mantener sus ilusiones bajo control. - ¿Y sus padres? ¿No me has dicho que han averiguado quién es?


  • Sí, ha habido una coincidencia con su ADN en Francia. Se llama Gabriel Boissieu y tiene doce años.


Gabriel. Por absurdo que fuera, Marcos no se había parado a pensar que, si venía en una avioneta desde otro país, lo lógico era que su nombre no fuera español. Aun así, “Gabriel” sonaba perfectamente castellano, aunque Alicia lo había pronunciado a la francesa.


  • Los señores Boissieu le estarán esperando, entonces.


  • Los señores Boissieu murieron en un accidente de coche hace diez años. Al niño se le dio por muerto también, aunque jamás se encontró su cuerpo. Había restos de su sangre en el accidente, así que nadie imaginó que un bebé de dos años, herido, fuera capaz de sobrevivir por su cuenta. La policía baraja ahora la posibilidad de que alguien presenciara el accidente y se lo llevara de allí. Tal vez, los tipos de la avioneta.


Marcos pasó por muchas emociones en aquellos escasos segundos. Era incapaz de alegrarse ante una tragedia semejante, pero si sintió cierto alivio al saber que los padres no podían reclamar al niño. Tenía pensamientos ambivalentes: por un lado, lamentaba que el niño no pudiera volver junto a sus padres y por otro lado daba gracias por ello. No pudo explicar por qué se sentía así, ni le parecía de buenas personas, pero se consoló diciendo que aquella pobre gente en realidad llevaban diez años sin ejercer de padres, por causas de fuerza mayor. Sus deseos encontrados no habían tenido nada que ver en aquella desgracia ya que se había enterado con efectos retroactivos.


Respecto a la teoría de la policía, Marcos dudaba mucho que los tipos de la avioneta hubieran encontrado a Gabriel con dos años. Dudaba que alguien le hubiera encontrado. De ser así, el niño no tendría un comportamiento tan extraño con las personas, como si hubiera olvidado que él también era un ser humano.


  • No sé si alguna vez sabremos a ciencia cierta lo que pasó – continuó Alicia, como haciéndose eco de los pensamientos de Marcos.


  • ¿El niño no tiene más familia?


Alicia le miró con rostro serio, y el ceño ligeramente arrugado.


  • Aún hay que hacer más averiguaciones, pero todo indica que no. Esa es la parte mala. Esa, y que ahora son las autoridades francesas las que se harán cargo del niño.


Marcos tardó en procesar lo que significaban aquellas palabras.


  • ¿Y a eso le llamas buenas noticias? – la increpó - ¡Se lo van a llevar a Francia!


  • ¡Al menos sabemos quién es! – se defendió Alicia. – Podemos buscar parientes o amigos de sus padres. Podemos encontrar alguien que se haga cargo de él, Marcos. Al menos hay más posibilidades así que cuando era un indocumentado medio salvaje.


  • Medio salvaje no, ese niño es salvaje por completo, y aquí o en Francia su situación es la misma. Le meterán en uno de esos centros de los que me hablaste hasta que encuentren a alguien, y a lo mejor no lo encuentran. ¡Han pasado diez años!


  • Entonces, ¿qué sugieres? – protestó Alicia. – Hago lo que puedo, pero las leyes son las leyes. Alguien tiene que cuidar del niño y si no hay nadie es el Estado el que…


  • Sí hay alguien – interrumpió Marcos. – Hay alguien. Yo me haré cargo de él.


Los ojos de Alicia se abrieron desmesuradamente. Cuando le había propuesto eso mismo a Marcos, sabía que no era la solución más ortodoxa, pero le parecía lo más adecuado para el niño. Seguía pensando lo mismo, pero Marcos había dejado bastante claro que no se sentía capaz de acoger al chico temporalmente.


  • ¿Estás seguro? Los trámites para encontrar a alguien relacionado con él pueden llevar un par de semanas.


  • Estoy seguro. – afirmó Marcos, con aplomo.


  • A lo mejor no encuentran a nadie… - le advirtió Alicia.


Marcos rogaba interiormente por ello.


  • Eso no sería un problema.


  • Eso no quiere decir que pudieras quedártelo. Ser padre de acogida es diferente a la adopción, sería un proceso largo y las cosa son siempre salen como uno quiere.


  • Me arriesgaré – insistió Marcos.


Alicia respiró profundamente, como si la estuvieran quitando un gran peso de encima.


  • ¿Y si quieren que el niño esté en Francia mientras investigan todo esto?


  • Siempre he querido visitar París – replicó Marcos. – Ya va siendo hora de que tome unas vacaciones, aunque preferiría poder quedarnos en Madrid.


  • No creo que te hagan trasladarte – le tranquilizó Alicia – Aunque seguramente tendréis que ir un par de veces.


  • Ufff, no quiero imaginarme lo que será meter a ese chico en un avión – comentó Marcos.


Alicia sonrió ligeramente y metió la mano en su enorme bolso.


  • Empieza por estos papeles. La licencia para ser padre de acogida requiere más trámites que días de la semana. Intentaré acelerar el proceso todo lo que pueda, lo principal es que te consideren apto, para lo cual recibirás una visita en tu casa mañana mismo, si puedo, aunque no seré yo quien vaya…


Marcos tomó los papeles con lentitud, asimilando aquello y leyendo por encima alguno de los datos que le pedían.


  • ¿Llevabas esto en el bolso todo el rato? – se le ocurrió preguntar.


  • Tenía la esperanza de poder convencerte – sonrió ella.


  • ¿Qué es lo de mañana? ¿Una especie de inspección? – quiso saber Marcos.


  • Algo así… Te harán preguntas, y observarán tu casa, para ver si el niño puede vivir ahí. ¿Tienes una habitación para él? Un dormitorio. No dejarán que duerma en el salón, ni nada parecido, ni tú tampoco.


  • Sí, heredé la casa de mis padres. Tiene tres habitaciones, y vivo solo – explicó. La mirada de Alicia se iluminó, así que Marcos lo interpretó como que eso era bueno para su causa.


Bajó la mirada hasta los papeles. No tenía ni idea de en qué se estaba metiendo, ni a qué se comprometía. Sorprendentemente, no estaba asustado, pero sí tenía muchas preguntas.


  • Si firmo esto y el resto del papeleo, ¿seré su tutor legal, o algo así?


  • Sí. Los padres de acogida lo son de seis a nueve meses, pero últimamente se estira hasta los dos años. Algo terrible para ellos, se acostumbran y crean lazos…Pero tú no tendrás ese problema, recuerda que esto es solo por dos semanas. Hasta que encuentren algún familiar.

  • Hasta que encuentren algún familiar – repitió Marcos, como para mentalizarse y convencerse.

1 comentario:

  1. Estoy picado. Continúa por favor! ¿Qué relación hay entre el avión y el "niño salvaje"? ¿Algo oscuro como un secuestro, o una mera coincidencia de que el niño estuvo en el lugar del accidente del avión?

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