De traqueto a niñera 2

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El Titi se despertó de sobresalto con el estridente sonido de cerámica rompiéndose. Tardó un instante en reconocer sus alrededores, y esque había mañanas en las que le costaba recordar que ya estaba fuera de la cárcel… Pero ciertamente ese colchón tan cómodo no pertenecía a su celda y tanta luz entrando por las ventanas no encajaba con la cárcel. No, esa mansión tan iluminada y tropical no tenía nada que ver con la prisión tan mugrienta y oscura en la que había pasado los últimos años.

El hombre exhaló pesadamente y con su brazo buscó a Catalina al otro lado de la cama. Ya se había acostumbrado a tanto escándalo, de seguro era sólo el niño ese destruyendo su casa… de nuevo…

Sin embargo, no sintió a su mujer por ningún lado… Demonios. 

-Catalina!- enterró el rostro en la almohada- Catalina, ese niño ya empezó a destruír mi casa!- y esque no estaba exagerando, romper y tirar cosas era todo lo que ese mocoso hacía desde que había llegado a la Mansión… Bueno, eso y ruido, porque eso sí, ahora la jaqueca diaria no le podía faltar.

Pero nadie contestó.

-Catalina!- pero nada…

El hombre se levantó de malas aventando las cobijas, ¿pues dónde estaba esa desobligada? Pensó que había sido muy claro el día anterior con que no más salidas de compras ni esas estupideces....

Salió de la recámara con sólo su pantalón de la pijama para encontrarse casi de frente a gente de su equipo de seguridad. Bueno, menos mal.

-¿Dónde está mi mujer?- les exigió. Al menos ellos deberían de saber dónde estaba cada persona de esa casa.

-¿Su mujer, señor?-

-Sí, ella- duh- La que me traje a vivir acá hace un mes, con todo y niño, esa-

-Sí, señor… Lo que pasa es que…-

-¿Es que qué? Me dicen ya mismo dónde está, que necesito que vaya a callar a su hijo-

-Señor, esque la señora salió sola desde en la mañana y no ha vuelto. Nos prohibió ir con ella y todo… Dijo que se iba de vacaciones y que usted ya estaba enterado-

-¿Qué esa perra qué?- maldita imbécil- ¿Y ustedes le creyeron?-

-Parecía muy convencida… Ni siquiera se lo pensó para tomar el dinero-

-¡¿Se llevó dinero?! ¡¿Y ustedes de idiotas la dejaron o qué?!-

-Pues esque… Ella es la señora. Usted nos dijo cuando se la trajo que le hiciéramos caso y que todo en esta casa era también suyo-

Montón de imbéciles…

En ese momento se escuchó un ruido aún más fuerte y fue cuando el hombre reaccionó. Catalina se había llevado el dinero pero no se había llevado al niño.

-¿A dónde se fue?- echó a andar escaleras abajo algo apresurado. No estaba seguro de qué debía hacer, pero tenía clarísimo que tenía que entregar a ese niño con su madre pero ya. Si Catalina se iba a tomar unas vacaciones pagadas, todo bien, pero que se llevara a su crío que él no lo iba a estar aguantando.

Pero en el piso de abajo no se encontró mas que con la sala echa un desastre, varios adornos rotos en el piso y la televisión a todo volumen. Eso y a los inútiles de su seguridad que hacían como que intentaban convencer al mocoso de que dejara de saltar en los sillones.

-¿Pero qué pasa aquí?- se acercó frustrado.

-Señor, esque…-

-¿Dónde está mi mamá?- el mocoso brincó como para alejarse del dueño de la casa, quien intentó bajarlo del brazo.

-Su mamá salió, y mejor bájese de ahí que me va a arruinar el sillón- y no es que le emocionara mucho hablar con el niño grosero ese, pero le estaba destruyendo la casa.

-Quiero a mi…- comenzó antes de apoyar sólo un pie en el sofá y casi caer directo al piso, lo cual hubiese ocurrido si su “padre” no lo atrapa del brazo.

-¡Pero le estoy diciendo!- hasta parecía que le había dicho “Ponte a brincar más alto”.

Y al contrario de lo que esperaba (todo mundo se callaba la boca cuando él levantaba la voz), el niño empezó a jalarse y quejarse a gritos, con esos alaridos que le provocaban jaqueca…

-¡A ver, ¿qué pasa?!- el mocoso se medio calló cuando le dio un jalón y le gritó ahora sí- ¡¿Qué pasa?!-

El niño lo fulminó con la mirada y masculló algo entre dientes.

-¡Y hable que así no se le entiende!-

Pero de nuevo, el crío lo sorprendió completamente con su reacción, pues en lugar de medio calmarse y repetirle lo que había dicho, actuó más rápido de lo que el Titi pudo procesar y se lanzó a clavarle los dientes en el brazo.

El Titi casi casi lo aventó al soltarlo de inmediato. Suerte para el niño que pudo agarrarse del sofá.

-¡Con una…!- lo primero que hizo fue inspeccionar la mordida para después maldecir por lo bajo. Poco le había faltado al mocoso para sacarle sangre- ¡¿Esque usted es un animal o qué?!- si antes estaba harto, ahora estaba furioso.

-¡Quiero a mi mamá!- lo fulminó con la mirada desde donde estaba en el sofá.

-Ay sí, ahora sí la quiere cuando ni se han visto en todo el mes. Pero que belleza de familia…- gruñó el hombre aún observando las pequeñas marcas que le había dejado en el brazo. Eso ya había sido el colmo, esa casa parecía zoológico.

-Es enserio!- se defendió el niño indignado.

-Uy sí, se nota-

El chiquillo frunció el ceño.

-Ya cáll…- pero ahí sí el Titi se las arregló para taparle la boca antes de que terminase de hablar, quizás con un poco más de fuerza de la necesaria.

-¿Qué ibas a decir?- se le quedó viendo de lo más serio, y no es que el niño ya no le intimidase, sino que el enojo de esa mordida había sido la gota que derramó el vaso- Ándele, le reto a que termine esa frase, a ver si se atreve a callarme en mi propia casa-

Y por un momento, en verdad pareció que el niño ese estaba dispuesto a contestarle, pero después de sostenerle la mirada unos instantes, optó por no hacerlo.

-Bien- lo soltó y se enderezó para echarle un vistazo a lo que solía ser su sala antes de exhalar pesadamente. Ya mismo ponía a todo mundo a buscar a Catalina- Las cosas van a cambiar, por aquí… eh…- volteó con los de seguridad que siempre andaban con su Cata- Tú, el que siempre lleva a mi mujer, recuérdame cómo se llama el niño-