Páginas Amigas

lunes, 5 de febrero de 2018

Twilight



Era pasadas las dos de la mañana en la casa de la familia Cullen y solo uno de sus habitantes estaba despierto, era el jefe de esa familia, Carlisle Cullen, quién daba vueltas en su cama sin poder dormir, los recuerdos lo asaltaron justo aquella noche, y no era de extrañarse pues ese día era un aniversario, y no del alegré día en el que se casó con su esposa, ni en los días de cuando adoptó a sus hijos, este aniversario era el más triste, en realidad nadie sabía que se celebraba.
Un día como ese en el año 1663 en un viejo pueblo de las afueras de londres, un joven de apenas  23 años se aventuró en una búsqueda organizada por su fanático padre en busca de licántropos, brujas o vampiros, el no estaba convencido de que estas criaturas existieran, había visto a muchos inocentes ser asesinados por sospechas infundadas, pero al ser el hijo del pastor tenía que ser parte de ellas, poco sabía él que ese día su vida cambiaría y sus sospechas se disiparían. Era pasadas las 10 de la noche y el pequeño grupo de hombres caminaba por las cloacas de Londres, el olor en el ambiente era nauseabundo, y las antorchas apenas alumbraban en la obscuridad, Carlisle empezaba a desesperarse se suponía que ese día cazaban a un clan de vampiros, peor hasta ahora solo había visto ratas correr por los pasillos del drenaje, absolutamente nada que pareciera remotamente sobrenatural, así que se volteó para decirle al grupo que la expedición había acabado y que todos regresarán a casa con sus familias, cuando de la oscuridad algo lo jalo hacia lo más remoto de aquellas asquerosas cañerias, escuchó a los hombres correr abandonandolo con aquella misteriosa criatura, solo la luna alumbraba aquel lugar, y con sus tenues rayos logro ver un poco de la cara de su atacante.
Era pálida hasta un punto enfermizo, pero al mismo tiempo las facciones eran hermosas e hipnotizaron al joven, de repente una voz sedosa se escuchó salir de aquella creatura “Dile al pastor Cullen que esta es mi venganza, ahora su hijo se convertirá en la creatura que más odia” y con una malévola sonrisa el vampiro mordió el cuello del joven rubio, luego se echó a correr tras los hombres que habían escapado dejando al joven desangrándose entre heces y orines.
Carlisle se paró de su cama, esos definitivamente no eran buenos recuerdos, después de ese día no volvió a ver a su padre, sabía lo que esté se vería obligado a hacer y quería evitarle ese dolor a ambos, optó por sobrevivir, así que encerado en un almacén de papas podridas durante sus días de transformación, milagrosamente logro pasar esos tres agonizantes días de dolor en completo silencia para no ser descubierto, en cuanto el dolor ardiente se desvaneció el salió corriendo a lo más profundo de los bosques de Londres alejándose lo más posible de las poblaciones humanas aún con su mente ensombrecida por el ardor que provocaba la sed y el deseo de sangre humana el no quería lastimar a nadie así que pasó sus peores meses como neófito resistiendo el impulso de obtener lo que más deseaba, un día cuando su voluntad flaqueaba peligrosamente una desafortunada manada de ciervos cruzó el camino del vampiro recién nacido, sin pensarlo se lanzó contra ellos y después de desangrar a tres de estos magníficos animales noto que el ardor disminuía hasta casi desaparecer, en ese momento descubrió lo que sería su dieta el resto de su vida.
Carlisle vago solo por Inglaterra hasta que decidió que en ese lugar ya no había nada para el así que salió de aquella isla nadando hasta las costas de Francia, pasando por varias universidades nocturnas en diferentes ramos desde música hasta ciencias, pero fue en la medicina donde encontró su vocación, una vez controlada su antiedad de sangre lo demás fue sencillo, poco más de un siglo después Carlisle oyó rumores de vampiros en Italia que en realidad eran civilizados o cultos entre las sombras de la burocracia italiana, llego con ellos y fue recibido como un bien amigo Carlisle vivió con ellos unas cuantas décadas pero su estilo de vida no era muy compatible con las creencias de Carlisle así que los abandonó y se aventuró a América en busca de vampiros igual a el, era el final del siglo IXX así que los vampiros licántropos y brujas no eran más que mitos y cuentos paganos nadie sospecharía de un hermoso médico que únicamente trabajaba en las noches.
Carlisle pasó los siguientes treinta años buscando, pero cuando no encontró nada decido establecerse en la ciudad de Chicago, poco tiempo después de su llegada una epidemia de gripe española azotó la ciudad dejando tras de sí miles de muertos.
Una tierna sonrisa iluminó la cara de Carlisle, talvez era egoísta pero él no hubiera deseado que fuera diferente, porque en esa ala de hospital con el gran letrero de enfermos infecciosos fue donde encontró a su hijo, su lindo, berrinchudo y consentido Edward.
Los recuerdos de Carlisle se vieron interrumpidos por una voz somnolienta que salió al porche con el
“Papá, no puedo dormir, tus pensamientos son muy intensos” era el mismo Edward que fue despertado inconscientemente por su padre al ori su nombre tantas veces repetido en su cabeza.
“Ven aquí” dijo el tierno padre abriendo sus brazos invitando a su hijo a sentarse en su regazo y arrullarlo con el movimiento de la mecedora “Solo recordaba unas cosas”
“¿Cosas malas?, Sonabas triste” dijo el joven vampiro empezando a quedarse dormido nuevamente.
“No, definitivamente no” dijo Carlisle sonriendo a la figura dormida de su hijo, el vampiro más grande sabía que su hijo no se congelaría con el frío aire del bosque pero instintivamente tomó la frazada del respaldo de la silla y lo colocó sobre su hijo envolviendolo con amor.
No definitivamente ese día no perdió su vida, sino que empezó a vivirla, si tuviera frente a él a aquel desconocido y viejo vampiro le agradecería por la vida que le regaló, porque si él no fuera un vampiro, Edward hubiera muerto junto con sus padres en aquella epidemia, Esme hubiera muerto sola en aquel acantilado, Emmett hubiera sido la cena de un oso y Jasper seguiría en el ejercicio de María.
Carlisle se paró de la silla y llevo a su hijo menor en sus brazos hasta su cama y de repente se sintió muy cansado así que solo se quitó sus zapatos y se acostó a lado de su hijo envolviendolo en un amoroso abrazo y aspirando el olor de sus cabellos bronce, si definitivamente no cambiaría esto por nada.
“Yo también te amo papi” dijo más dormido que despierto Edward
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Hmmm… tal vez debí poner esto al principio pero ya que.
No soy dueña de Crepúsculo o sus personajes, esta historia está ambientada en mi serie de historias de crepúsculo, así que no Rosalie y Alice no están en esta historia (todavía), y como muchos saben me encanta hacer a Edward más tierno y meloso de lo que es pero bueno así soy… qué más?, qué más?
Creo que es todo espero les guste, perdón por la demora.

Los amo a tod@s, besos

2 comentarios:

  1. Hay Tali, decir que fue tierno, precioso, tristón a la vez, melancólico pero divino!!!! Y QUIERO MÁSSSSSS. Quiero a ese berrinchudo meloso en problemas con papá Carlile porfis!!!!!!
    Grace

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  2. aaawww que lindo fue leer esto!!
    Que cool volver a leer de los vampiros!!
    Espero estés bien y pronto nos regales más capis con ese niño metido en problemas!!

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