Páginas Amigas

jueves, 24 de diciembre de 2020

Carlita a ti te regalo Dream

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     Vamos, Sam. Te he hecho un sándwich – dijo Bobby, en un último intento por separar al niño de la ventana, desde donde no dejaba de suspirar.

 

-         No me apetece – murmuró Sam. - ¿Cuándo va a volver Dean?

 

-         Ya te he dicho que no lo sé. En cuanto acabe con esos vampiros.

 

-         ¡Papá me dejó con él, se supone que no podía irse! – protestó el niño.

 

Bobby apretó los labios para no decir lo que en verdad estaba pensando. Cuando Dean se había presentado en la puerta de su casa arrastrando a Sam, se sintió feliz de ver a los niños, pero al mismo tiempo supo que algo andaba mal. Al parecer, Dean debía cuidar de su hermano por unos días, mientras su padre estaba de caza, pero había tenido noticias de un nido de vampiros y necesitaba que Bobby se hiciera cargo de Sam mientras él iba a investigar. A Bobby no le importaba cuidar del niño, pero le parecía que Dean, a sus dieciséis años, era demasiado joven para aquella misión. Nunca había estado de acuerdo con el entrenamiento al que John Winchester había sometido a sus hijos y, en ese momento más que nunca, quiso montarse en su coche, conducir hasta Illinois, donde Jonh estaba cazando a un rougaru, y gritarle cuatro cosas.

 

-         No se ha ido a divertirse, Sam – le recordó. Dean se tomaba muy en serio su trabajo de hermano mayor y no solía descuidar su tarea de cuidarle por tonterías. Solo en una ocasión lo había hecho y John se había encargado de hacérselo pagar. Nada le hubiera gustado más a Bobby que descubrir que el chico se había marchado con alguna de las chicas con las que le gustaba coquetear. Eso sería algo mucho más inofensivo y propio de un muchacho adolescente.

 

-         ¡Me da igual, quiero que vuelva!

 

Bobby contuvo una sonrisa. Samuel era bastante maduro para su edad y además se esforzaba por aparentarlo para ser tenido en cuenta por su padre y su hermano, pero a veces, como en aquella ocasión, le salía el lado infantil.

 

-         Volverá cuando termine. Hasta entonces, depende de ti si quieres morir de hambre. El sándwich está en la mesa.

El sándwich permaneció sin ser tocado hasta las doce de la noche, cuando un hambriento Dean entró por la puerta. No reparó en su hermano, que dormía junto a la ventana, hasta que le pegó un mordisco al bocadillo.

-         ¡Sammy! – le llamó y el niño, con el sueño ligero, se despertó.

 

-         ¡Dean! ¡Has vuelto!

 

-         Pues claro, hermanito.

 

-         ¿Cazaste a los vampiros?

 

Dean frunció el ceño.

-         No. Ya se habían ido cuando regresé al pueblo.

 

-         De todas formas, ningún cazador en solitario debería adentrarse en un nido tan numeroso – dijo Sam, recitando lo que su padre les había dicho en incontables ocasiones.

 

-         No pensaba ir yo solo, si daba con su pista iba a pedir refuerzos – replicó Dean. - ¿Qué haces despierto? Ya pasó tu hora de dormir.

 

-         ¡No soy un niño, Dean!

 

-         ¿De veras? Pues podrías engañarme. Vamos, a la cama. Mañana tengo que conducir doscientos kilómetros para volver al motel donde nos dejó papá.

 

Sam guardó silencio. Dean no lo había dicho en voz alta, pero aquello le sonó a un recordatorio de que estaban allí por su culpa. Dean había conducido durante horas para llevarle con Bobby para que Sam no se quedara solo y es que al niño le daba miedo: la última vez no había sabido nada de su padre y su hermano por tres días. No solo había pasado un miedo terrible, sino que unos idiotas le habían robado el dinero que le habían dejado para subsistir aquellos días.

 

Y sabiendo eso, Dean había vuelto a dejarle solo. Ahora que se le había pasado la preocupación por la seguridad de su hermano, le había llegado la furia.

 

-         ¡Vuelve tú solo! – le gritó. - ¡Si total, te gusta ir por libre! ¡No te preocupes por mí que ya no voy a ser un lastre!

Dicho esto, Sam salió corriendo y traspasó la puerta exterior. Dean parpadeó, confundido ante semejante estallido. Cuando se recuperó de la sorpresa, salió a buscar a su hermano. Bobby vivía junto a un desguace, un cementerio lleno de coches abandonados, así que Sam tenía muchos rincones donde esconderse. Dean le buscó con una linterna, pero no logró dar con él.

Unos minutos después, Bobby bajó armado con su escopeta, pues desde su ventana había visto el reflejo de la linterna. La cargó ruidosamente para alertar a cualquier posible invasor.

-         ¡Tío Bobby, soy yo!

 

-         ¿Dean? ¿Ya volviste? Entra en casa, muchacho. Tu hermano está ansioso por verte.

 

-         Tan ansioso no estaría, cuando ha salido corriendo – bufó.

 

-         ¿Cómo dices?

 

-         Sam me gritó no sé qué sobre no ser un lastre y se fue. Llevo un rato buscándole.

 

-         ¿Y por qué no me has despertado? – gruñó Bobby. – Vamos, tenemos que encontrarle antes de que empiece a llover. Va a coger una pulmonía.

 

Dean se sintió culpable por no haber pensado antes en eso: hacía algo de frío y Sam se había ido en pijama. Al menos llevaba zapatillas…

Se pasaron toda la noche buscándole por el desguace. Dean comenzaba a estar seguro de que su hermano había abandonado aquellos terrenos, pero Bobby le decía que en los alrededores no había nada. El pueblo estaba lejos como para ir caminando en plena noche y a Sam nunca le había gustado la oscuridad.

No fue hasta el amanecer cuando le encontraron, dormido en el interior del maletero de una vieja furgoneta. ¡Ellos buscándole durante horas y el mocoso estaba dormido! Bobby sintió que le hervía la sangre. Le agarró de una oreja y le sacó del maletero. Podría decirse que Sam no tuvo el mejor de los despertares.

-         ¡Ay! ¡Au! ¡Tío Bobby! ¿Qué haces? – protestó el niño.

 

-         ¡No puedes irte en medio de la noche!

 

-         ¡Ay! ¡Dean se fue!

 

-         ¡No es lo mismo! – gruñó el hombre, sin poderse creer la excusa del muchacho.

 

Le metió en la casa y le obligó a caminar hasta el sofá. Sam se resistía e intentaba soltarse, bastante familiarizado con aquella situación. Dean se había esfumado, no quería estar presente, porque sabía lo que iba a pasar a continuación.

 

-         Me has dado un susto de muerte, chico – murmuró Bobby.

 

Sam dejó de revolverse. Su padre no solía hacer confesiones como esa, hasta el punto de que Sam creía que no había nada que le diera miedo a Jonh Winchester.

 

-         Lo siento, tío Bobby – se disculpó. – Es que… Dean me prometió que no me dejaría solo.

 

Bobby suspiró. Los Winchester iban a acabar con él.

 

-         No puedes huir en pijama solo porque tu hermano sea incapaz de cumplir una maldita promesa. Ve a por el cepillo, Sam.

 

-         ¡No, tío, no! ¡Ya no lo hago más!

 

-         De eso pienso encargarme. Ve por el cepillo – insistió.

 

Bobby ya había castigado a los hijos de John en alguna ocasión. Dean siempre era el más imprudente, pero también el más obediente de los dos. Nunca le discutía cuando se trataba de un castigo, pero Sam a veces intentaba librarse.

 

-         Pero…

 

-         Si voy yo será peor.

 

Sam cerró la boca y fue a buscar el dichoso objeto.

-         Bien. Ven aquí – le llamó Bobby, en cuanto regresó.

Sam se acercó lentamente y el hombre tomó el cepillo y le agarró del brazo. Le tumbó sobre sus rodillas y se asombró de lo grande que se estaba poniendo. Cuando le tuvo encima, tiró del elástico de su pantalón y casi pudo notar que el chico se ruborizaba, pero Sam no dijo nada y se limitó a agarrar con fuerza el cojín.

-         No se sale sin permiso – declaró Bobby. – Tampoco se sale en pijama en medio de la noche.

Sam se mordió el labio, sintiéndose un crío y no en el mejor de los sentidos de la palabra. Antes de que pudiera ahondar en su vergüenza, sintió un dolor intenso en el trasero. Al igual que su padre, Bobby prefería aplicar pocos golpes, pero que cada uno contara.

CRACK

-         ¡Au!

CRACK CRACK… AY… CRACK CRACK

CRACK… UFF… Tío Bobby… CRACK CRACK… snif… ya… CRACK CRACK

CRACK… snif... lo siento, no volveré a salir… CRACK CRACK… Bwaaa CRACK CRACK

Bobby dejó el cepillo y puso una mano sobre la espalda del chico. Suspiró al escucharle sollozar y le levantó con delicadeza.

-         No puedes dejar que tus emociones se lleven lo mejor de ti – le recomendó. – Incluso aunque estés enfadado, debes mantener la cabeza fría. Hay cosas peligrosas en la noche, Sam, y no puedes salir alocado y desprotegido. Algún día tu hermano te llevará con él en sus cacerías y…

 

-         Yo... snif... no quiero… snif... cazar – gimoteó el niño.

 

Bobby no respondió a aquel comentario, pero deseó que John fuera capaz de escuchar a su pequeño. Colocó la ropa de Sam y aprovechó el gesto para darle un abrazo.

 

-         Ve a dormir un rato más, Sammy…

 

-         Snif… solo Dean puede llamarme Sammy.

 

-         Es verdad, perdona – dijo Bobby, con una sonrisa. – Anda, ve.

 

Sam subió las escaleras hacia el cuarto de invitados, frotándose discretamente sobre el pantalón. Dean entró en el salón pocos segundos después.

 

-         ¿El enano está bien? – preguntó.

 

-         Sí…

 

-         ¿Qué mosca le picó?

 

Bobby resopló.

 

-         Tú le picaste – gruñó y hábilmente, tomó el cepillo para darle un golpecito sobre el pantalón, mientras pasaba. Aunque igual fue algo más que un “golpecito”.

CRACK

-         ¡Au! ¿Y eso por qué?

 

-         Por romper tu promesa.

 

-         Jo, tío Bobby. Espero que no le hayas dado tan fuerte a Sam, aún es pequeño.

 

-         Sí, aún es pequeño. Y no tiene por qué pasar miedo cada vez que tu padre y tú os vais por ahí a haceros los héroes – bufó.

 

-         Alguien tiene que ocuparse de que el mundo sea un lugar seguro para él – replicó Dean.

 

“Sí, pero no tenéis por qué ser vosotros, maldita sea” pensó Bobby, pero no lo exteriorizó. Sabía que no tenía sentido. Los Winchester eran muy cabezotas. Casi tanto como él.

 

 

N.A.: MUY FELIZ NAVIDAD

Apenas tuve tiempo, así que siento si quedó algo flojo…

Un beso enorme, espero que todos paséis una gran noche. 

2 comentarios:

  1. Me encantoooo leer de los hermanos Winchester, los adoro, gracias!!!!

    Carla.

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  2. Nada de flojo ehh!!!
    Me gustó muchísimo a pesar que no se nada de la serie, solo conozco los personajes por haber leído muchas historias de las chicas donde describen a los personajes, recuerdo una de Little muy buena en el blog de Marta, pero a la vez fuerte, llegué a odiar al John por como trataba a los chicos en especial a Adan con trece años, no se si era un personaje creado por la escritora o formaba parte de la serie de supernatural porque veo que poco lo mencionan.
    En fin como te dije, y me salí del tema me encantó tu relato, vaya con el tio Bobby es igual de estricto que el mismo John jajaja, pero no se puede decir que Sammy no se lo buscó sí hasta chiquito anda de altanerillo, pero ya que le toque una a Dean, que parece que se han puesto de acuerdo en el amigo secreto para castigar al pobre de Sam (Lease sarcasmo)
    FELIZ NAVIDAD Y UN GENIAL 2021!!!
    UN ABRAZO VIRTUAL DREAM!!!

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