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sábado, 11 de septiembre de 2021

Nuevas reglas, nuevos castigos Capítulo 40

 

Nuevas reglas, nuevos castigos

 

Capítulo 40

 

Saliendo de la clase de piano he quedado con Martina en el paseo marítimo. Nos encontramos y nos saludamos con un beso apasionado y un abrazo. Hoy Martina está especialmente guapa.

Adrián: Hola bella, estás preciosa.

Martina: Gracias amor, tú también estás muy guapo. ¿Damos una vuelta?

Adrián: Sí, claro. ¿Dónde quieres ir?

Martina: ¿Al parque de los enamorados?

Empezamos a caminar cogidos de la mano, Martina me mira y le sonrío. Llegamos al parque y cruzamos un túnel de rosales, al final del cual hay una pequeña zona de césped entre unos árboles, detrás de unas rocas, desde donde se ve el mar. No es la primera vez que venimos aquí, nos aseguramos de que no hay nadie a la vista y pasamos entre las rocas para llegar a nuestro rincón, nos sentamos mirando hacia el mar.

Miro a Martina y ella me mira a mí. La beso mientras con mi mano acaricio su cara. Martina me mira a los ojos, se separa y sonríe.

Adrián: ¿Qué pasa?

Martina: Tus ojos, hoy brillan y son más oscuros, parece que reflejan el color del mar.

Le sonrío y la vuelvo a besar. Martina se acerca más a mí y me acaricia la espalda, yo hago lo mismo. No es la primera vez que tenemos este tipo de contacto, a mí me apetece algo un poco más íntimo pero no estoy seguro de que ella también lo quiera. Le levanto un poco la camiseta para acariciar directamente su piel, la miro mientras lo hago, no parece que le moleste. Ella me responde haciendo exactamente lo mismo, pero me sube la camiseta bastante más y la ayudo a quitarla. Martina me pasa la mano por el pecho y la va bajando, no es que nunca me haya visto sin camiseta, en realidad me ha visto un montón de veces en la playa sólo en bañador, pero nunca estando los dos solos y tan cerca.

Martina: Estás muy fuerte. Me encanta como se te marca la tableta.

Adrián: ¿Te puedo quitar la camiseta?

Noto como me sonrojo, el corazón me va a mil por hora. Martina me mira, me sonríe y levanta los brazos. Le quito la camiseta, lleva un sujetador rosa con corazones blancos, la acaricio sin atreverme a tocarle los pechos. Martina me coge la mano y la pone sobre su ropa interior, justo en el corazón.

Martina: ¿Notas cómo late?

Adrián: Va tan rápido como el mío.

Me acerco a ella, la beso por encima del pecho, en el cuello y voy subiendo hasta que encuentro de nuevo su boca. Nos seguimos besando y acariciando. Martina me resigue el centro de la espalda con una mano hasta llegar al pantalón y la sigue bajando por debajo de mi ropa interior hasta mi trasero. Me tenso y la miro confundido. Me apetece que nos acariciemos así pero no quiero pasar de los besos, los abrazos y las caricias, no me siento preparado para tener otro tipo de relación, aunque parece que una parte de mi cuerpo no opina lo mismo. Y no sé lo que quiere ella, nunca lo hemos hablado. Cambia la expresión de su cara, supongo que ha notado lo que siento.

Martina: Amor, ¿estás bien? ¿Qué ocurre?

Adrián: Martina, yo, lo siento, pero no estoy preparado para tener relaciones.

Martina aparta la mano.

Martina: Lo siento, ¿te ha molestado? Yo tampoco quiero tener relaciones aún, sólo te estaba acariciando la espalda y he pensado que podía seguir bajando hasta las nalgas.

Le sonrío aliviado.

Adrián: No me molesta, de verdad. Perdona, es que nunca lo hemos hablado y no sabía si tú querías llegar más lejos.

Martina me sonríe y vuelve a acariciarme. Yo también le acaricio la espalda y voy bajando hasta la parte alta de su trasero. Seguimos un rato así, besándonos y acariciándonos. Acabamos tumbados abrazados uno al lado del otro. Martina me besa el pecho y apoya en él su cabeza. Nos damos las manos y disfrutamos del momento en silencio.

Después de un rato abrazados nos ponemos la ropa y volvemos al paseo marítimo. Vamos a tomar un refresco y hablamos un rato, hasta que el padre de Martina viene a buscarla.

Llego a mi casa y voy al salón, me encuentro a mi tío hablando con mi padre, creo que de Natalia, pero se callan cuando entro yo. Ellos siempre han estado muy unidos y, desde que mis tíos se han mudado, se ven varias veces por semana. Me acerco a mi padre y lo abrazo, él me besa en la cabeza.

Carlos: Hola Adrián, ¿ha ido bien la cita con Martina?

Adrián: Sí papá, hemos estado paseando, hablando y hemos tomado un refresco.

Me siento a su lado.

Luís: ¡Ei! ¿Y para mí no hay abrazo?

Adrián: No, estoy enfadado contigo.

Luís: ¿Conmigo? ¿Por qué?

Adrián: Porque has castigado a Víctor sin salir en toda la semana. Sólo llegó tarde, no fue para tanto, y además también le castigaste su trasero.

Le pongo cara de enfadado y mi tío empieza a reír.

Luís: Vaya, veo que Víctor tiene un abogado nuevo. ¿Y sólo te dijo que llegó tarde? Porque además salió sin pedir permiso, nos mintió, me insultó y me faltó al respeto.

Hago una mueca, parece que Víctor no me lo contó todo. Eso fue el domingo pasado, yo aún estaba en el torneo de tenis, y sólo sé lo que él me contó anteayer cuando nos encontramos en el club. Me acerco a mi tío y lo abrazo, él me lo devuelve y me revuelve el pelo.

Luís: ¡Felicidades! Ya vi algunas fotos de tus partidos y sé que conseguiste la medalla de bronce. ¿Lo pasaste bien en el torneo?

Adrián: Sí tío, muy bien. Fue fantástico y estoy muy contento por haber conseguido el tercer puesto.

Luís: Le he propuesto a tu padre que vengáis a cenar pasado mañana a casa para celebrarlo. Y, si quieres, puedes invitar a Martina.

Adrián: Gracias tío, se lo diré.

Me quedo un rato en el salón con ellos. Después me voy a mi habitación y le mando un mensaje a Martina para invitarla a la cena del sábado. Me dice que sí. Estoy mirando la tele cuando entra mi padre y se sienta a mi lado. Me abrazo a él.

Carlos: Me parece que hoy estás muy mimoso, ¿estás bien? ¿Ha pasado algo con Martina?

Adrián: Estoy bien papá.

Me separo y apoyo mi cabeza en su pecho, mi padre me besa en la cabeza.

Carlos: Vamos, sé que quieres preguntarme o decirme algo, suéltalo.

Adrián: Vaya papá, ¿desde cuándo eres tan observador?

Últimamente mi padre nota cuando me pasa algo sin que yo le diga nada. Por un lado me gusta pero por otro da miedo, ¿eso significa que cuando meta la pata también lo notará? Me sonríe y levanta las cejas. Me da un poco de vergüenza pero me lanzo.

Adrián: ¿Cómo sabré que estoy preparado para tener relaciones sexuales?

Carlos: Lo sabrás cariño, cuando llegue el momento no dudarás. ¿Martina te lo ha propuesto?

Adrián: No, pero nunca lo habíamos hablado hasta hoy, yo le he dicho que creo que no estoy preparado y ella me ha dicho que tampoco quiere tener relaciones aún. Además no hace ni tres meses que estamos saliendo.

Mi padre me mira, me sonrojo, no sé si seguir hablando.

Carlos: ¿Entonces? ¿Dónde está el problema?

Adrián: Es que nos estábamos besando y acariciando y he tenido una erección. Puede que si seguimos juntos quiera que eso pase.

Carlos: Sólo tenéis 15 años, sois muy jóvenes, pero vuestros cuerpos están cambiando, ya no sois niños, sentir atracción sexual es normal. Pero eso no significa que estés mentalmente preparado para tener relaciones. ¿Tú te sientes cómodo con la idea?

Adrián: Creo que no, no sé si cuando llegue el momento sabré qué hacer y me da miedo hacerle daño a Martina, ¿es verdad que a las chicas la primera vez les duele?

Carlos: A algunas chicas les duele y a otras no, lo importante es que ambos os sintáis cómodos y que haya confianza y comunicación para saber en todo momento qué siente el otro. Y en cuanto a qué hacer, sabes cómo funciona. Al principio puede que os sintáis un poco torpes, sobre todo si es la primera vez para ambos, pero entre los dos os iréis guiando.

Adrián: ¿Tú crees que debo esperar? ¿Hasta cuándo?

Carlos: Soy tu padre, ¡claro que pienso que eres demasiado joven y que debes esperar!, aunque supongo que yo siempre te veré pequeño. Esa decisión es tuya, no mía, aunque yo opine lo contrario en algún momento decidirás tener sexo con alguien, sea Martina, otra chica o un chico.

Adrián: ¡Papá! ¿Un chico? ¡Yo no soy gay!

Mi padre se ríe.

Carlos: ¿Qué pasa? Yo estoy abierto a aceptar cualquier posibilidad. Pero en cualquier caso quiero que te sientas seguro, que lo hagas porque tú quieras, no porque sientas algún tipo de presión por parte de tus amigos o de tu pareja. Y Martina, o quien sea, debe sentir exactamente lo mismo, igual que nadie debe presionarte a ti, tú tampoco debes presionar a nadie. El sexo tiene que ser una experiencia compartida por los dos, ambos debéis disfrutarlo.

Asiento con la cabeza. Me sorprende que mi padre me esté hablando tan abiertamente sobre sexo, más bien me esperaba que me dijera algo como “no puedes tener relaciones sexuales hasta que seas mayor de edad, porque lo digo yo”.

Carlos: Y cuándo lo decidas, que espero que sea dentro de mucho tiempo, podéis venir a casa, a tu habitación, lo prefiero a que estéis en cualquier otro sitio en el que no haya las condiciones higiénicas mínimas. Eso no significa que quiera pillarte, cuando ocurra sé discreto, ¿vale?

Me sonrojo ante la idea de mi padre pillándome cuando esté teniendo sexo.

Adrián: Sí, a mí tampoco me apetece que eso pase.

Carlos: Y recuerda que me prometiste ser responsable. Utiliza protección, no quiero que me hagas abuelo tan pronto y menos aún que pilles alguna enfermedad. Espera, ahora vuelvo.

Mi padre sale de mi habitación pero no tarda nada en volver, veo que trae algo en la mano y me lo da. Abro los ojos, ¿una caja de condones?

Carlos: Ábrela y coge uno.

Hago lo que me dice.

Carlos: Ahora ábrelo, ¿sabes cómo se utiliza?

Adrián: Sí, a principios del curso pasado, en el colegio, nos dieron una charla sobre sexualidad y nos enseñaron cómo se pone un condón.

Mi padre me pide que se lo ponga en el dedo, y me enseña cómo cogerlo y ponerlo bien para que no se rompa ni se salga.

Carlos: Quédate la caja. Y no estaría de más que pusieras uno en tu cartera y lo llevaras siempre encima. Esto no es una invitación a que tengas sexo, en realidad preferiría que tardaras mucho, pero sí a que lo utilices cuando decidas tenerlo.

Adrián: Gracias papá. ¿Sabes? No me esperaba que fueras tan abierto con este tema, a veces para otras cosas eres muy intransigente y anticuado.

Carlos: Yo te agradezco que hayas confiado en mí hablándome de tus dudas. Puedes hacerlo siempre que quieras.

Adrián: ¿Sabes que hace unos meses no te habría preguntado?

Carlos: Sí, y me alegra que eso haya cambiado. Sé que tarde o temprano tendrás relaciones, aunque antes de llegar al coito puedes experimentar mucho tiempo sólo con los besos, las caricias y la exploración de su cuerpo y el tuyo. Pero quiero que cuando llegue el momento tengas toda la información y seas precavido y responsable.

Adrián: Lo seré papá.

Lo abrazo. Aún no me puedo creer que hayamos tenido esta conversación y que mi padre sea tan liberal con este tema. Cuando le dije que salía con Martina ya me dio la charla pero en ese momento fue más parecida a la que nos dieron en el colegio. Hoy ha sido mucho más personal, le he preguntado, ha escuchado mis dudas, se ha preocupado por lo que siento y me ha contestado y explicado lo que él piensa.

El sábado voy con Martina, mi padre y Natalia a casa de mis tíos y primos a cenar. Hablamos mientras comemos, la cena es muy agradable. Me parece que a mis tíos Natalia les cae bien y que les gusta que salga con mi padre.

 

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