-
Hogar, dulce hogar (dijo Mario la llegar al
apartamento dejando todas las maletas en el recibidor y tirándose en el sofá
exhausto).
-
¡Habéis hecho obras!
-
Mi marido es arquitecto,
siempre estamos en obras. Jajaja ¿la última vez que estuviste aquí de que color
era la cocina?
-
Los armarios rojos, las
encimeras, paredes y suelo negro y los electrodomésticos eran de acero
inoxidable.
-
Tres años. Joder, vaya memoria
¿seguro que no te quieres dedicar al diseño de interiores?
-
No, creo que paso (con cara de horror) ¿Y Camilo? ¿No debería estar en casa?
-
Tienes razón ( se levantó del sofá y fue a
la entrada, había una nota en el zapatero) a
salido a por la tarta de bienvenida (dijo gritando desde el recibidor) mira que le dije que no comprara nada (dijo
en plan cascarrabias)
-
A mi me gustan las tartas.
-
Pues estudia hostelería y te
hincharás a hacer tartas
-
Me gusta comerme las tartas (dijo aclarándole)
-
Ja jajaja
-
¿Mario?
-
¿Si?
-
¿Todas nuestras conversaciones
van a cavar con “pues podrías dedicarte a”? porqué si es así, mejor me tomo el
primer vuelo para casa.
-
Vale, ya lo dejo (Juan sonrió) por ahora (añadió finalmente Mario.
Juan puso los ojos en blanco y dio un bufido de frustración) Vamos a ver tu habitación, a ver que ha hecho
Camilo con ella.
-
¿qué no iba a quedarme en la
habitación de invitados?
-
Si, cómo si Camilo fuera a
dejar escapar esta ocasión para remodelar algo de esta casa. Seguro que ha
hecho algo, vamos a ver, quiero tener varios chistes preparado para cuando
vuelva con la tarta jajaja (Juan
corrió hacía la habitación de invitados)
-
¡Joder!
-
¡Juan, esa boquita! (dijo poniendo una mueca de
disgusto y fue también para la habitación)
¡Joder! (Juan lo miró y arqueo la ceja) perdón. Camilo se ha vuelto loco.
-
A mi me gusta.
-
¡Y toma y a mi! No me refería
a eso ¿cuánto se habrá gastado en la maldita remodelación? ¡Pero si solo ha
tenido una semana!
-
¿una semana? ¿Cómo que una
semana? Yo no lo supe hasta este viernes.
-
Sí, lo sé, yo estaba allí
¿recuerdas?
-
Viniste porque te pidieron que
te me llevaras ¿no?
-
Fui porque mi hermanito de 17
años había tenido un accidente de coche.
-
No tuve ningún accidente de
coche
-
Juan, el coche quedó siniestro
total.
-
Era una mierda de coche
-
Estoy de acuerdo que aquel
Opel era una mierda coche pero eso no quita que TÚ tuviste un accidente con ese
mierda de coche por hacer carreras ilegales a las tantas de la madrugada (Juan no llevaba ni cinco
minutos en casa y Mario ya se estaba calentando).
-
Cómo quieras (Mario no soportaba el “cómo
quieras” de Juan, cuando veía que no se salía con la suya se limitaba a decir
“cómo sea” o “como quieras” y a poner muecas o morritos)
-
Juan (estaba apunto de soltarle cuatro de
frescas cuando se escuchó la puerta de la entrada)
-
¡Chicos! ¿Dónde están? Vine
con la tarta
(gritó Camilo desde la entrada)
-
En la habitación de invitados (gritó Juan)
-
Un segundo, dejo la tarta en
el refrigerador y voy. Mario, no debiste dejarlo entrar quería verle la cara
cuando la viera por primera vez (Mario no pudo evitar sonreís como un niño travieso).
-
Hola Camilo (dijo Juan cuando al fin
entró Camilo en la habitación)
-
Hola Juanito (dándole dos besos) pero si ya estás hecho todo un hombrecito.
-
Camilo, por favor que tengo 17
años
-
Disculpa (poniendo la voz 2 octavas más
grave) es un placer tenerte en casa
(estrechándole tan fuerte la mano que a Juan se le escapó un pequeño ayyy) ¿mejor? (dijo sonriendo Camilo)
-
Si, pero no creo que pueda
usar esta mano en un par de días.
-
Ningún problema la escuela no
empieza hasta el lunes que viene.
-
Camilo, tú si que sabes cómo
animar a un chico.
-
¿Con quién has hablado? (riéndose maliciosamente)
-
Oooo (dijo Juan con cara de asco) por favor Camilo, que te acuestas con mi
hermano.
-
Si, cada noche
-
Noooooooooooo, no quiero
saberlo. Es mi hermano sabes y yo tengo una imaginación muy visual.
-
Pues imagínatelo con
barriguita, porque ha ganado barriguita.
-
No, no es cierto.
-
Si, si lo es, al menos 4 o 5
kilos de más.
-
Es esta ropa que es muy ancha
y
-
Claro la ropa, y yo no soy
pelirrojo, es está luz que me da tonos cobrizos
-
Jajajajaja (Juan no podía parar de
reírse) es verdad Mario, estos días has
zampado como un cerdo.
-
Eyyyy que eres mi hermano, se
supone que tienes que estar de mi lado y no aliarte con este hijo secreto de
Jane Fonda.
-
Búrlate, todo lo que quieras,
pero para ti no hay tarta.
-
Jajaja (casi llorando) Mario creo que te acaban de castigar sin
postre.
-
Dejémonos de tonterías (Camilo se puso serio) ¿Qué te parece la habitación? Si hay algo
que no te gusta se puede cambiar, sin ningún tipo de reparo.
-
¿estás de broma? Es le mejor
habitación que jamás he visto. Cuando Mario me dijo que habías remodelado la
habitación de invitados para mí, he de confesar que durante unos segundos
estuve un poco asustado.
-
¿Por qué? ¿pensaste que sería
rosa? (Dijo
Mario riéndose un poquito a costa de su hermano. Juan se puso todo rojo al
darse cuenta que había caído en un cliché muy sobado y tonto)
-
Juanito, puede que sea
arquitecto y paisajista, gay, vegetariano, excéntrico, y hasta puede que sea un
poco budista. Pero, que quede claro, aquí y ahora, soy un profesional como la
copa de un pino, e hice esta habitación pensando en ti y no en Hello Kitty llena
de LSD hasta las cejas
(lo cierto es que Camilo era un arquitecto de mucho renombre).
-
Lo siento (dijo Juan bajando la cabeza
pero más para que no se le viera que se estaba meando de risa que por
vergüenza).
-
Mientras que no lo olvides no
pasará nada jajaja
-
(Mario le dijo a la oreja a su hermano) aunque se ría, habla en serio.
-
Déjate de secretitos Mario y
recoge las maletas de la entrada. Antes casi me caigo con la tarta.
-
¿las he dejado en la entrada? (preguntó inocentemente)
-
No, debió de ser el botones,
mañana mismo pido que lo despidan.
-
Jajaja (juan no podía para de reír)
-
¡Ey, tú no te rías tanto! Sé
que maletas son de mi marido, lo sé porque se llevó las mías, y algunas de esas
maletas no son mías. Así que ya te estás instalando en tu habitación.
-
Si, señor (haciendo el saludo militar)
-
Juanito, Juanito (dijo señalándole con el dedo
como haría una profesora de primaria)
-
Camilo, por favor, no me
llames Juanito, ¿anda?
-
Lo siento, pero me niego a
llamarte monito.
-
Juanito está bien, pero por
favor, no en público.
-
¿quién ha dicho que YO quiera
que me vean contigo en público? Tengo un nombre ¿recuerdas?
-
Camilo alcázar
-
Jajaja (fingiendo reírse), ya veo que todos los de la familia tenéis
la misma poca gracia. Venga a recoger esas maletas (y le dio una nalgadita
hacia el recibidor)
-
Ey, que a mi no me va ese
rollo (dijo
Juan llevándose la mano al trasero)
-
Pues si no te va ese rollo…ya
sabes…calla y obedece, ¡las maletas!
-
¿Es siempre así de mandón? (le preguntó flojito a Mario)
-
Siempre (dijo aun más flojito y
poniendo cara de terror) jajaja
Camilo,
Mario y Juan se pasaron el día haciendo un poco de turismo. Al día siguiente
Mario debía regresar a trabajar así que hasta el fin de semana no podría
acompañar a Juan a conocer la ciudad. Juan ya había estado varias veces en la
ciudad por lo que no parecía muy interesado en la historia, ni para desilusión
de Camilo, la arquitectura, pero fue un día entretenido. Al llegar la tarde los
tres llegaron rendidos a casa. Se ducharon y se prepararon para la cena. Iban a
ir a un restaurante tailandés muy bueno del centro, pero todos estaban muy
cansados y decidieron quedarse en casa. Mario se metió en la cocina y se puso a
preparar una buena ensalada y unas pechugas de pollo a la pimienta. Mientras
cenaban los tres, Mario creyó oportuno tener una charla con Juan sobre como iba
a ser la convivencia.
-
¿te gusta la cena? (dijo Mario)
-
Si, está muy rica (contestó con la boca llena)
-
Juan, deberíamos dejar unas
cosas claras ya ahora.
-
Mmmmm (mirándolo pero sin dejar de comer)
-
Estás viviendo en nuestra casa
y tenemos unas normas.
-
Mmmm (arqueó una ceja)
-
Si, ya te lo comenté. Mientras
que esté es nuestra casa no toleraremos faltas de respeto alguna, embustes,
drogas, alcohol o carreras ilegales.
-
Mario yo no tomo drogas (dijo con un tonito cansado).
-
Lo sé, pero quería dejarlo
claro. Además si Camilo o yo te pedimos que hagas algo o que no lo hagas,
espero que nos hagas caso.
-
Si, eso me suena, tranquilo me
portaré bien.
-
Ah! Y quiero que no tan solo
nos respetas a nosotros, también a nuestras cosas, nuestra habitación y el
despacho de Camilo están totalmente prohibidos para ti. Camilo y yo somos muy
especiales con nuestras cosas y no nos gusta que vayan toqueteando en nuestras
cosas. Ambos somos muy maniáticos con nuestra intimidad ¿entendido?
-
Tranquilo no hurgaré en
vuestros juguetitos jijiji
(Camilo no pudo reprimir la risotada)
-
Juan, (en tono de advertencia, Mario no lo
encontraba tan gracioso) hablo en serio.
-
De acuerdo (diciéndole solo para que se
callara)
-
Juan, cualquier tontería o
impertinencia y acabarás en el mismo sitio donde acabaste el viernes pasado (refiriéndose sobre sus
rodillas. Juan tragó saliva)
-
No habrá problemas (dijo sintiendo como sus
mejillas se ponían coloradas)
-
Eso es lo quería oír.
-
¿Y qué planes tienes para
mañana? (preguntó
Camilo viendo que el chico estaba rojo como un tomate)
-
No sé (encogiéndose de hombros)
-
¿Qué es lo que te gusta? (Juan se volvió a encoger de
hombros) Mario me dijo que te gustaban los animales marinos ¿no?
-
Bueno (sin mucha alegría)
-
El aquarium que hay en la
parte alta es realmente extraordinario.
-
Ya, lo vimos hace tres años
cuando vine la última vez.
-
¿quizás hayan traído nuevos
peces? (Camilo
dijo intentando ser de ayuda)
-
Puede
-
El 23 te lleva al estadio (dijo Mario sin ningún tipo
de emoción)
-
¿hay partido esta semana?
-
No lo sé, puedo mirarlo ¿si
estás interesado?
-
Sería fantástico, hace un
montón que no vamos a ver un buen partido (dijo Camilo). Podríamos pedirles los pases a la secretaria de tu jefe. ¿sigue de
vacaciones, no? (Juan ya se había desconectado de la conversación)
-
Si, hasta finales de mes. ¿qué
te parece Juan?
(llamando la atención de su hermano) ¿te
apetece que vayamos a ver un partido?
-
Vale (dijo no con mucho entusiasmo y
volviendo a encogerse de hombros) estoy
muerto, creo que me voy a acostar (dijo dando un bostezo)
-
De acuerno, pon tus cacharros
en el lavavajillas y acuéstate.
-
¿quieres que te despierte
mañana antes de marcharme?
(le pregunto Mario sin dejar de sonreírle).
-
No es necesario, gracias (y se levantó de la mesa y
recogió la mesa y finalmente se acostó)
Después
de que el chico se fuera a la cama Camilo y Mario se quedaron en el sofá viendo
una película.
- No parece muy contento de
estar aquí.
- está contento de estar aquí,
Camilo. Solo que no es muy activo.
- ¿pero que dices? Hace dos
años cuando fuimos a casa de tu hermano por Navidades ese niño casi me envía
directo a la tumba. Y yo no soy como tu, voy 2 horas diarias al gimnasio.
- Bueno, ha cambiado un poco
en estos dos años
(dijo sonando preocupado).
- ¿por lo que me comentaste?
¿Por lo de Cristina, no?
- espero que solo sea por eso,
y que en un par de meses vuelva a tener ganas de hacer cosas nuevas.
- Ya verás como si. Esto le va
a encantar. Por cierto ¿tenías que ser tan duro el primer día?
- Fernando me dijo que con
Juan más valía dejar las cosas claras desde el principio.
- Pero seguro que tu hermano
ya lo habrá castigado suficiente por lo del accidente, deberías de ser menos
gruñón con él.
- no te lo he contado todo,
estando en casa de Fernando tuve que arrearle una buena zurra.
- ¿Qué? ¡Por dios, Mario! Si
es casi un hombre.
- tú no estabas allí, si
hubieras estado no hubieras hecho algo muy diferente.
- ¿Qué pasó?
- nos insultó, y no insultitos
de niño en plena pataleta, a Cristina la llamó puta y a mi maricón. Y eso fue
la guindita del pastel, antes me tiró un despertador, estuche y una zapatilla a
la cara. El estuche me dio en plena cara, te juro que vi las estrellas. Y
Cristina me confesó que Juan le había levantado la mano.
- ¡Qué!
- Eso mismo, no soy gruñón
porque si. Hay algo malo en mi hermanito y no quiero que sea lo que sea estallé
en nuestra casa. Así que más vale prevenir que curar.
- Lo tendré en cuenta, le diré
a mi entrenador personal que trabajemos los reflejos.
- tú tómatelo todo en broma,
pero después no me vengas con “mira lo que ha hecho tu hermanito o lo que me ha
dicho tu hermanito”.
- es tu hermanito. Yo no
pienso hacer de perro policía con él.
- Como quieras pero tampoco
socaves mi autoridad, por favor (dijo Mario poniéndole morritos a la vez que le susurraba
un par de cosillas más intimas a la oreja).
- No tienes que sufrir por
eso, te apoyaré al 100x100 en todo, aunque piense que estás siendo un poco
gruñón.
- bueno, estará bien para
variar. Tú dejarás de ser le gruñón y yo dejaré de ser el bonachón.
- Ey, ¿desde cuando soy yo el
gruñón? (dijo
Camilo fingiendo estar enfadado)
- Desde el día que naciste,
jajaja (dijo
huyendo a su habitación)
- así con que con esas
tenemos, eh (corriendo
tras de él)
Juan
se despertó sobre las nueve de la mañana, había dormido de tirón. Hacía mucho
tiempo que no dormía tan bien. No sabía si era por que realmente estaba muy
cansado, porque aquel colchón era una pasada o porque estaba lejos de casa. Después
de cotillear por la cocina en busca de algo para desayunar, encontró en el
salón una bandejita con un típico desayuno continental. Podía acostumbrarse a
eso de vivir con Mario y Camilo. Tras desayunar, se tiró en el sofá y estuvo
viendo la tele, series y el canal de música. Al cabo de un rato, le entró ganas
de ir al lavabo, así que se levantó del sofá y se fue para el baño, pero de
camino al baño estaba el despacho de Camilo. Y no hay nada más apetitoso que la
fruta prohibida. Así que decidió entrar en el despacho. Era el típico despacho
de arquitecto. Demasiado minimalista para Camilo pensó Juan. Fotografías en
blanco y negro de edificios y puentes en las paredes. Y todo de un blanco
nuclear que hasta hacía daño a los ojos. Juan pensó que Camilo tendría que
hacer sus planos con gafas de sol. La mesa de dibujo era enorme y tenía una de
esas impresoras enormes, que parecen sacadas de la revolución industrial. Juan
se apoyó en una de las paredes y al separarse el plafón cedió, no eran paredes
todo eran muebles empotrados, donde Camilo guardaba revistas y libros. Juan
como si fuera un niño pequeño, empezó a apretar todos los plafones. Era
divertido. Pero pronto recordó lo que le había hecho levantarse del sofá y
salió del despacho de Camilo.
Al
salir del lavabo, recordó que había otro sitio donde tampoco había entrado aun.
La habitación de su hermano y Camilo. Se sentía como ricitos de oro en la casa
de los ositos. Lo cierto, es que esperaba encontrar algo bochornoso con lo que
martirizar a su hermano durante días. En casa de Fernando no había ninguna
habitación que estuviera prohibida. Aquello era, en opinión de Juan, aquello
era ridículo. Su hermano se había vuelto un tocapelotas desde que vivía en la
gran ciudad. Se le habían subido los humos.
La
entrar en la habitación de Mario y Camilo, Juan se quedó maravillado, parecía
una habitación de hotel de lujo. Todo estaba cuidado hasta al más mínimo
detalle, para hacerte sentir arropado y relajado. Juan no pudo evitar,
estirarse en la cama y cerrar los ojos e imaginarse que estaba en una lujosa
suite en las Bahamas, sin darse cuenta se quedó profundamente dormido. Pero el
sonido de la puerta lo despertó.
- ¿Juan? (era Mario. Juan entró en
pánico, se levantó corriendo de la cama y estiró como pudo las sabanas)
- ¿Juanito? (Camilo dijo mientras dejaba
unas bolsas en la cocina. Juan, estaba atrapado, si salía se encontraría de
frente a Camilo y a Mario)
- Debe haber salido a dar una
vuelta (dijo
Mario).
- ¿Y tú qué estaba tan preocupado,
porque se pasará el día aquí encerrado? (Juan miró al reloj, se había quedado
dormido más de 4 horas)
- Me voy a dar una ducha
rápida y ponerme algo más cómodo.
- vale, ve tu primero, yo iré
después. No olvides que esta noche hemos quedado con los tipos esos del
ayuntamiento
(Juan decidió hacer lo único que se le pasó por la cabeza se escondió debajo de
la cama).
- ¡Bufff! que pereza (dijo con la mano en el
picaporte de la puerta de su habitación. Juan cerró mucho los ojos, como los
niños que piensan que si ellos no pueden verlos, los demás tampoco pueden
verlos a ellos)
- Recuerda que me lo
prometiste (Camilo
dejó lo que estaba haciendo en la cocina y se fue para la habitación también).
- pero está aquí mi hermano… (Tirando la americana sobre la
cama y empezando a desvestirse)
- Ni se te ocurra, esa cena es
muy importante en 60% de los encargos son del ayuntamiento (abriendo el vestidor, para
ver que se iba a poner esa noche).
- Lo sé, lo sé. Iré, te lo
prometí y cumpliré mi palabra (dándole
un beso).
- Gracias, mi amor (devolviéndole el beso).
- ¿Porque no nos duchamos
juntos? (dijo
Mario mordiéndole el lóbulo de la oreja a Camilo. Juan, debajo de la cama, solo
los oía, pero quería morirse. De repente le recorrió un sudor frío por la
espalada y si Camilo y su hermano se ponían a tener sexo ahí mismo. Por dios,
que eso no pasara, prometía no volver a entrar nunca más ahí si dios le libraba
de esa experiencia)
- mmmmm hace tiempo que no nos
duchamos juntos
(dijo Camilo quitándole la camisa a Mario) mmmm
(Juan empezó a oír gemiditos y algo que parecían besos o lametones, no estaba
muy seguro, pero estaba a punto de vomitar) ¿y si viene el niño? (Juan respiró
aliviado, eso es Camilo ¿y si viene el niño?, mejor no hagáis nada, pensó Juan,
cruzando los dedos).
- ¿Qué pasa si viene? En
nuestra habitación no puede entrar
- aaaah (Camilo dio un gritito de
placer. Juan no quería ni imaginarse que narices le había hecho gritar así a
Camilo) Mariooooooooooooooo, por favor, pórtate bien ummmmmmmmmmm.
- quiero ducharme con mi
marido ¿qué tiene eso de malo? (dijo Mario con una vocecita maliciosa) No pretenderás que nos pasemos todo este
año sin follar (dijo Mario en tono burlesco)
- ummmmnooooo (Mario desabrochó los
pantalones de Camilo y cayeron hasta los tobillos. Juan estaba apunto de
chillar de pánico) Pero no me gustaría
que el chico llegara y no nos viera
- jijiji mi hermanito no le
interesa lo más mínimo vernos, cree que somos viejos y aburridos.
- no digas eso, no somos viejos
ni aburrido, estate quieto, eres como un niño chico (le picó las manos)
- pues este niño chico quiere
darse un baño con su juguete favorito (dijo Mario poniendo vocecita de niño
pequeño).
- No sé ummmm jajaja
- mira, lo llamó y le preguntó
por donde anda y si tardará mucho en regresar. Así podremos saber como de
rápida va a ser la ducha jijiji
- ahhhhhhhhhhhhh (Camilo volvió a gemir) vale (Mario se sentó en la cama, Juan
notó como el colchón se hundía un poco)
De
repente Juan, notó como su teléfono que llevaba en el bolsillo del pantalón
empezaba a vibrar y en menos de un segundo empezó a sonar debajo de la cama.
“eye of thetiger”.
- ¡¡¡Pero qué demonios!!! (Dijo Camilo agachándose para
ver de donde venía la música) ¿Juan?
(Camilo no podía creerse que Juan estuviera ahí debajo escondido como un
maldito mocoso de tres años)
-
¡Ah! hola Camilo (dijo tímidamente
Juan con una sonrisita de circunstancias)
- ¿Juan? (dijo Mario, colgando el
teléfono y agachándose también)
- Mario (Saludó Juan con la manita.
Juan quería que le tragase la tierra en ese mismo instante. Mario tenía una
cara de perro indescriptible. Mario lo agarró del brazo y tiró de él para
sacarlo de la cama. Una vez Juan estuvo de píe frente afrente a él, se apresuró
a subirse los pantalones. Camilo hizo lo mismo)
- Espérame en tu habitación (Mario estaba furioso y
Camilo no se veía muy feliz tampoco)
¡VE! (Juan estaba ahí de píe quieto sin saber que decir para disculparse) ¡JUAN, FUERA! (dijo Mario dándole 4
nalgadas bien fuertes en el muslo izquierdo. Eso hizo a Juan volver a la realidad
y salió corriendo de la habitación).
- ¡DIOS MIO! Ha estado todo el
rato ahí, dios. Nos ha oído, cómo…dios, no voy a poder mirarlo a los ojos en mi
vida, que vergüenza dios. ¡Ay! madre, si es solo un niño. Tu hermano me mata.
- Camilo, cálmate, no hemos
hecho nada, bueno íbamos pero no hemos llegado a nada…
- ¡Dios! Que vergüenza (dejándose caer derrotado en
la cama). Imagínate, que no llegas a llamarlo, imagínate que tú y yo hubiéramos
continuado
- ya, vale, Camilo, ya… ¡Yo lo
mato! (a
Camilo se le pasó la vergüenza y empezó a sentirse cada vez más y más enfadado
con Juan y aquella fragante violación de su intimidad) ¡Pero cómo se atreve a entrar en nuestra habitación, sin permiso! Y
justo después que ayer noche le dijeras que estaba prohibido entrar en mi
despa… (Y Camilo salió de la habitación corriendo. Mario que creía que iba
a matar a Juan, salió detrás de él. Pero Camilo no fue a la habitación de Juan
sino a su despacho. De repente vio como uno de los plafones de la pared estaba
mal cerrado y su cara se transformó por completo) ¡NO TIENE 3 AÑOS, TIENE 17 AÑOS, MARIO! (dijo gritando, Camilo
estaba muy furioso. No soportaba que la gente hurgase en sus cosas. No le
gustaba ni que Mario lo hiciera, es más Mario, jamás entraba en el despacho de
Camilo si él no estaba) ¡PERO QUE
MIERDAS TIENE TU HERMANO EN LA CABEZA! LE PEGA A SU MADRE. TE LANZA UN ESTUCHE
A LA CARA. TE INSULTA. ¡Y AHORA LE ABRIMOS LAS PUERTAS DE NUESTRA CASA Y NO
TARDA NI 24 HORAS EN METERSE EN NUESTRA HABITACIÓN Y EN HURGAR EN NUESTRAS COSAS!
¡ME SIENTO VIOLADO! ¡ME SIENTO VIOLADO EN MI PROPIA CASA, MARIO!
- Camilo, por favor, no te
alteres, ve, tomate esa ducha, cámbiate y bájate al gimnasio a hacerte unos
largos a la piscina. Eso siempre te tranquiliza mucho. Mientras yo hablaré con
mi hermano.
- ¡Hablar! ¿Hablar? Mario no
quiero que hables con él, solo quiero… (Camilo se tuvo que morder la lengua,
sabía cuanto significaba para Mario su familia. Pero realmente se sentía
ultrajado. Para Camilo era muy importante que la gente respetara su espacio y
sus cosas. Había crecido en el seno de una familia numerosa y aquel apartamento
era su primer hogar propio, era su oasis de paz y orden. Al principio le costó
incluso que Mario se fuera a vivir con él y tener que compartirlo todo con
Mario. Pero Mario era su marido, su amor, su vida y ahora no solo no le costaba
compartir sus cosas con Mario sino que no entendía la casa sin compartirla y
disfrutarla con él. Pero con el resto de la humanidad Camilo seguía poniendo
mucha distancia)… tienes razón, estoy muy alterado ahora mismo. Me voy a tomar
esa ducha y bajaré al gimnasio.
- Camilo… (Mario lo miró con gratitud y
amor), gracias.
- (respiró hondo) Si vuelve a toquetear en mis cosas…grrrr (estaba tan furioso que
ni podía hablar con coherencia) ¡No tiene
3 putos años, Mario!
- Lo sé, no sé que decir, lo
siento (dijo
acercándose tiernamente y acariciándole la cara para que notara algo de calidez
y amor que le ayudarán a sentirse mejor).
Cariño, hablaré con él, y te prometo que no volverá a entrar ni en nuestra
habitación ni en tu despacho sin nuestro permiso nunca más.
Al
cabo de media hora Camilo salió de casa con la bolsa del gimnasio en la mano,
aun un poco enfadado pero con los nervios más bajo control. La verdad es que
tenía que salir de casa, porque si se cruzaba con Juan, lo más probable es que
le diera un buen puñetazo. Y eso no estaría bien, porque Juan era el hermano de
su marido y porque tan solo era un niño. Mario decidió que aun estaba demasiado
furioso con su hermano como para hablar con él. Así que se puso a ver un poco
la tele. Pero llevaba más de 20 minutos de ver la tele y no se estaba enterando
en nada, en su cabeza solo había una cosa, la cara de dolor de Camilo, al
entrar en su despacho y descubrir que alguien había entrado en él sin su
premiso y que había estado abriéndole los armarios y quien sabe que más. Mario
preparó un poco de té de naranja, canela y jengibre y sirvió dos tazas, respiró
hondo y picó en la puerta de Juan
- ¿Se puede? (preguntó Mario desde fuera)
- Si (dijo Juan. Cuando Mario entró en la
habitación de Juan, no esperó ver lo que vio. Juan estaba hecho un ovillo en un
rincón y la habitación estaba toda patas arriba, estaba claro que el chico le
había dado una pataleta monumental y la había emprendido con los muebles)
- ¡Juan! Pero que… (Pero el chico no se movía de
su rincón) Juan (Mario se sentó en
el suelo al lado de su hermano)
- Mario, por favor, no me
hagas regresar, yo no puedo, no puedo, lo juro…por favor (Juan estaba llorando
desconsoladamente, casi no podía respirar)
no me eches, no tengo donde ir, no puedo volver allí
- Shhhhhh nadie te va echar.
Shhhhh ya está, respira (dijo
pasándole el brazo por encima y abrazándolo)
shhhh ya está, ya está, Tú no vas a ninguna parte.
- Pero yo oí a Camilo
- tú y todo el vecindario
jajaja, lograste enfadarlo de verdad. Ya sabes que Camilo es un poquito
especial con sus cosas.
- No, lo hice adrede, lo juro (dijo entre sollozos)
- Mira Juan, te quiero mucho,
pero no soy idiota, tienes 17 años no dos. No sé porque entraste en la
habitación y en el despacho, pero sé perfectamente que sabía que no debías
entrar (poniéndose
más serio pero con un tono de voz aun muy cálido).
- yo no quería que él se
enfadara.
- Conoces A Camilo, me conoces
a mí ¿Cómo pensaste que reaccionaríamos cuando llegáramos a casa y nos diéramos
cuenta que habías estado en nuestra habitación y en su despacho?
- me quedé dormido y…no pensé
que os fuerais a dar cuenta…yo no…
- Juan, ¿Me estás diciendo que
no importa lo que Camilo o yo te digamos, que tu vas a hacer lo que te venga en
gana a nuestras espaldas? Porque si es eso tú y yo vamos a tener serios
problemas.
- Pero no lo entiendo, en casa
no habían habitaciones prohibidas.
- Eso es porque ni papá ni Fer
trabajan en casa. Además creo que no es necesario que se te prohibiera, como se
te prohibió, que entraras en nuestra habitación, para saber que entrar en al
habitación de otra persona sin su permiso es violar su intimidad.
- ¡Pero eres mi hermano!
- Exacto, soy tu hermano y
tengo una intimidad, y deberías de mostrar más respeto por ella.
- lo sientooo (ocultando la cabeza bajo sus
brazos y volviendo a llorar).
- Para ya, ya te he dicho que
no te voy a echar y si aquí hay alguien que debería estar llorando dolido ese
es Camilo o yo ¿no crees?
- ¿Crees que me perdonará?
- Hoy no y puede que mañana
tampoco, pero para el fin de semana ya serás de nuevo su cuñado favorito.
- ¿Soy su cuñado favorito? (dijo sorprendido)
- ¿No conoces a la familia de
Camilo, verdad? Ja jajaja
- jajaja
- bueno ahora que ya estás un
poco más clamado ¿puedes decirme cuando ha empezado la tercera guerra mundial?
¿Y porque tenía que empezar en mi casa? (refiriéndose a la habitación)
- quizás la haya tomando un
poco con los mueble, cuando me enfado me sirve para aliviar tensiones.
- la próxima vez que quieras
aliviar tensiones, avísame y te enseñaré unos ejercicios de relajación. Venga,
levántate, vamos a ver si podemos arreglar todo esto antes que venga Camilo. Si
ve lo que has hecho con la habitación con lo que le costó tenerlo todo apunto para
tu llegada, entonces no importa lo que yo le diga o haga, eres hombre muerto (le dijo sonriéndole y los
dos se pusieron a arreglar la habitación).
- ¿Crees que deberías de
pedirle perdón?
(dijo Juan colocando la silla del escritorio en píe)
-Hoy mejor no salgas de la
habitación. Mañana en el desayuno, lo primero antes de nada, le pides perdón y
le darás tu palabra que no volverá a repetirse. Y Juan, tu palabra de verdad,
no solo para acallarlo.
-tranquilo, no volverá a
pasar, te lo juro. Fue una estupidez, no sé ni porque lo hice.
- Pues entonces estamos en un
problema, porque haces cosas sin saber el porqué. Quizás debamos internarte en
uno de esos manicomios tan siniestros
- jajaja muy graciosos Mario.
Supongo que ya sabes, lo de la fruta prohibida
- bueno pues está fruta no
solo está prohibida sino también condenada.
- ¿Condenada?
- siiiiii (Dijo Mario arqueando la ceja
y sentándose sobre la cama de Juan. De repente Juan se dio cuenta a que se
refería Mario)
- ¿No puedes estar hablando en
serio?
- Me temo que si. Lo podemos
hacer por las buenas o por las malas, tú decides, pero sea como sea, hermanito,
te aseguro que la próxima vez que te apetezca darle un mordisco a la fruta
prohibida te lo pensarás mucho antes.
- perooooo
- Juan ¿por las buenas o por
las malas? (dijo
mirándolo muy fríamente de arriba a bajo. Juan tragó saliva)
-
¿Cuál es la diferencia? (Mario no
esperaba esa pregunta, esperaba que Juan ya supiera la diferencia. Si su padre
no hubiera en aquel accidente de coche, una sabría muy bien esa diferencia)
- ok, por las buenas. Tu
vienes, te bajas los pantalones, te colocas sobre mis rodillas y yo te doy con
la zapatilla unas buenas nalgadas (Juan puso una mueca de dolor) Por las malas, yo voy y te agarró por la oreja, te abajo los pantalones
y calzoncillos y te doy con el cinturón unas buenas nalgadas ahora y después
antes de dormir te doy con la zapatilla las que debí darte por las buenas. ¿Y
entonces Juan, qué va a ser?
- supongo que por las buenas.
- Buena elección, créeme sé
por propia experiencia que por las buenas es la mejor opción. Venga acabemos
con esto antes que regrese Camilo y quiera ponerse a la cola (dijo medio en broma medio en
serio. Juan respiró hondo e hizo lo que Mario le había dicho, se bajó los
pantalones y se colocó sobre las rodillas de su hermano y cerró los ojos
esperando el primer zapatillazo) PLAFF (dios aquello dolía realmente, si todas
iban a ser con esa intensidad, estaba seguro que no volvería a sentarse nunca
más) PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF NO VOLVERÁS A ENTRAR
EN NUESTRA HABITACIÓN SIN PERMISO PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF (Mario se estaba concentrando en los muslos de Juan, y Juan
sabia que cuanto más se concentrar Mario en sus muslos, más iba a recrearse
después en su trasero) PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF NO VOLVERÁS A ENTRAR EN EL
DESPACHO DE CAMILO SIN SU PERMISO PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF
- AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
AY AY AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU NOOOOOOOOOOOOOOOO
- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
-
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF (al fin Mario
empezó a castigar el pobre trasero de Juan) PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF NO MÁS
DESOBEDECERNOS PLAFF PLAFF PLAFF
- ARGGGGGGGGGGGGGGGGG NO MÁS,
NO PUEDO AUUUUUUUUUUUUUUUUUU PARA PARA AUUUUUUUUUUUUU POR FAVOR
-
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF NO
SIGNIFICA NO, JUAN. PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF ESTÁ ES TAMBIÉN TU CASA PERO DEBES
DE RESPETAR A LOS QUE TAMBIÉN VIVIMOS AQUÍ PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
AUUUUUUUUUUU
NUNCA MÁS, LO JURO AUUUUUUUUUUUUUUUU NOOOOOO
LO VUELVO A HACER LO JURO AAAAAAAAAAAAAAAAAAH LO SIENTO AHHHHHHHHHHHH PERDÓN AU
AUA AUUUUU
-PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF
PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF PLAFF MÁS VALE, JUAN (dijo Mario dejando la zapatilla en el suelo de
nuevo y ayudándole a levantarse y subiéndole los pantalones) porque si vuelves a entrar en nuestra
habitación en el despacho de Camilo, esto será solo una pequeña muestra de la traca
final. Vuélvelo a repetir y estarás recibiendo una zurra de verdad cada domingo
hasta que acabe el curso.
- noooooooooo no no (en puro pánico) Te lo juro, nunca más, tienes mi palabra.
- Eso espero, porque yo si que
soy hombre de palabra. Ahora acuéstate un ratito, nosotros tenemos una cena,
pero te hemos dejado algo de comida en la cocina para la cena. No te acuestes
mi tarde, monito (dándole
un beso en la frente, apagó la luz y cerró la puerta)
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