Páginas Amigas

viernes, 7 de marzo de 2014

Capítulo 3: Ben?! Qué haces?! Papá dijo que NO!! –Sí. Papá. Pero… Y mamá…?!




Capítulo 3: Ben?! Qué haces?! Papá dijo que NO!! –Sí. Papá. Pero… Y mamá…?!

NOTA: Muchísimas gracias Carlita, por tu valiosa intervención en éste capítulo!! :D Eres una GENIA de escritora, y es un privilegio contar con tu ayuda!

El acostumbrado silencio de la madrugada estaba siendo roto por los sollozos del adolescente. Ben sabía que Edú estaba en su derecho de castigarlo, pero internamente había creído que su papá lo consentiría como siempre y lo dejaría salir. No podía dejar de sentirse traicionado por la nueva actitud de su papito y el llanto se acrecentó una vez más, y como toda madre, poseyendo los sentidos sobreprotectores al máximo, Elisa se despertó y fue a ver al menor de sus hijos.
No necesitó tocar la puerta.
-Ben? Que tienes, hijo?
-Es que…snif…yo…yo…snif quiero ir a la fiesta, mamá.
-Pero tu padre ya te ha dicho que no, porque no te resignas de una vez cariño?!
-Sniiiiif… toda mi vida ha cambiado tan rápido… snif… sólo quisiera divertirme un momento… snif snif.
-Es cierto Ben, todo ha cambiado y no quisiera volver a decir te lo dije, pero tienes que entender que ahora tus responsabilidades son más grandes y reales, cielo. Ya eres padre. No puedes irte de rumba en rumba cuando te dé la gana, tienes que estar presente para tu hija y tie….
-….Yo la cuido mamá! La amo  y la cuido!! No puedes reclamarme eso, sólo… sólo se me fue el tiempo un poco y… y… papá  es muy injusto conmigo, es muy estricto; yo no bebo, no me drogo, hago el máximo esfuerzo en el cole, casi no salgo con mis amigos y a la primera que meto la pata, papá no duda en sacarse el cinturón. Estoy… estoy harto!!!! También tengo que respirar fuera de esta casa!!!- Dijo esto último con un gimoteo.
-Ay hijo, eres muy joven aún, todo lo que hace tu papá es por tu bien.
-Mamá…-Benicio tomó con su manito la mano de su madre y la acercó a su mejilla- te lo estoy pidiendo a ti, mamita, por favor. Te prometo volver pronto…por favor….
Verlo tan angustiado, desesperado, estresado y… maldición! con esa cara llena de lágrimas saliendo de sus ojos celestes, sin ninguna lógica, Elisa le dio permiso a Ben para que se fuera un par de horas, ignorando por completo la vocecilla que le decía no lo hagas, no lo hagas.
-Qué pasaría si Eduardo se entera?!!... Qué rayos!! Es mi hijo también… Pensó.
-Está bien, cariño, está bien… pero, sólo hasta las 3 de la mañana, nada más hijo; o estarás en serios problemas con tu padre y conmigo!!!- Dijo Elisa, antes de verse envuelta por los bracitos de su benjamín.
-Gracias, mamita, gracias, gracias, gracias…
Y Benicio salió de su casa por la puerta de enfrente, como un adulto que tiene la edad para salir de su casa a la hora que le canta, bien arreglado y con la cabeza en alto- si, sentirse adulto es lo máximo!!!- él pensaba y reflejaba todo en su apariencia porque sin darse cuenta Benicio adquirió un porte más maduro esas horas.
Sólo que le duraría poco porque su papá le iba a demostrar que un mocoso que manipula con lágrimas es solo eso… un mocoso.
------------------------
Elisa lentamente se giró sobre su costado para mirar -con recelo- el reloj que colgaba en la pared de su habitación. Oh, no!! Las 4 y 30 de la mañana!!!- Pensó, llevándose las manos a la cara para masajear los costados de su cabeza. Estaba cansada, con sueño y preocupada pero, más que nada, enojadísima con su hijo pequeño.
Eli le había permitido a Benicio ir a la tan mentada fiestecita con la condición de que regresara a las 3 de la mañana; condición a la que el crío ese había accedido sin rechistar con tal de poder salir lo más rápido de allí! Pero ya había pasado una hora y media del horario acordado y Elisa estaba que se comía las uñas y hasta los dedos de los nervios que sentía.- Ay, Dios mío!!! Y si le pasó algo?!!... –Se atormentaba pensando si debía seguir esperándolo o si era mejor despertar a su esposo para salir a buscarlo entre los dos....- Y ahora qué hago??! En qué demonios estaba pensando cuando lo dejé salir?!!-
Y mientras ella seguía recriminándose, un pequeño sonido atrajo su atención. Era Eduardo que suspiraba en dormido. Eli se acomodó entre las sábanas. Ya me va a oír ese mocoso, se dijo así misma. Y justo cuando estaba cerrando los ojos, vencida del sueño, el teléfono resonó en la habitación.
Eduardo torpemente estiró el brazo para agarrar el teléfono -Ho-holaaa??-  Contestó, todavía con el sueño embarrado en su cara, pero apenas escuchó lo que la persona del otro lado de la línea tenía para decirle, se puso en posición de alerta, sentándose en la cama.
-Sí, soy yo!!.... Cómo dice?!!!... No, no, no, eso no puede ser!! Debe haber un error, oficial… mi hijo está durmiendo en su recámara!!!...... Sí, ese es su nombre!! Pero… cómo es posible?!!! Qué hizo?!!!...... Él está bien?!!! De acuerdo, ahí estaré!! Gracias!!
-Lo voy a matar!!!!- Dijo Edú, apenas colgó el teléfono, poniéndose rápidamente de pie, para dirigirse hacia el placar que estaba a un costado de la habitación, donde empezó a buscar algo decente que ponerse, ya que debía cambiarse para ir a buscar a su hijo de la….. COMISARÍA!!!!!
-Cariño?!! Le pasó algo a Benicio?!!!- Preguntó la dama, saliéndose a prisa de la cama.-Cómo está mi hijo?!!- Interrogó por segunda vez, pero como Edú no contestó, ella se acercó a su lado y le tomó del brazo para que la mirara a la cara- Eduardo, dime qué pasa?!!
-Pasa que Benicio está demorado en la comisaría!... -Contestó Eduardo, observando como la cara de su mujer se llenaba de asombro- …Al parecer hubo una pelea en algún lado y se llevaron a todos los involucrados a la delegación… -Iba explicando mientras se quitaba el pantalón del pijama y sacaba uno de vestir del closet.- Pero tranquilízate, cielo, que nuestro hijo está bien- Afirmó para llevar algo de calma a Elisa que parecía haber dejado de respirar-
-Lo que no termino de explicarme es qué RAYOS estaba haciendo el mocoso a ésta hora fuera de casa y en un boliche?!! Será el mismo donde se hacía la fiesta?!... Fuuuuu… _suspiró extenuado el padre- Te das cuenta, Elisa?!! Todo indica que a ese maldito crío del infierno, le valió un carajo que le haya prohibido las salidas y encima tuvo la osadía de escaparse para irse a la fiesta!! Já, pero ya verá…. Ya verá cuando hayamos vuelto!! Se acaba de ganar una buena paliza de la que se va a acordar toda su vida!!- Dijo el abogado, poniéndose rápidamente los pantalones y acomodándose el cinto en su cintura.
-No, no! Espera, cariño, Ben no se escapó, él salió con mi permiso!!-
El abogado apuntó sus ojos celestes hacia los claros luceros de su mujer- Pero qué estás diciendo?!!... Tú le diste permiso?! -Preguntó desconcertado- Aún sabiendo de sobra lo que yo pensaba de esa salida?!- Y el resentimiento se hizo presente en su voz, y Eli lo percibió claramente.
-Sí- Respondió, sin más titubeos- y lo siento… pero…
-Por qué lo hiciste entonces?!!
-No lo sé! Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando le dije que sí, pero…
-Pero nada, Elisa- Interrumpió disgustado el hombre, sintiéndose herido por la traición de su esposa- Cómo pudiste hacerlo?! Se supone que estamos juntos en esto.
-Eduardo…
-Me desautorizaste delante de mi hijo…
-Cariño, escúchame…
-Pero si eres tú la que vive diciéndome que somos un matrimonio, que debemos tomar las decisiones juntos, que cuando se trate de nuestros hijos, primero tenemos que hablar antes de decidir alguna cosa… y ahora vienes con esto?!!
-Lo siento, pero por favor, tienes escucharme…!
-Ya puedes estar contenta, mira dónde terminó Benicio por tu culpa…- Dijo, aludiendo a la reciente llamada de la policía. Y eso era todo lo que Elisa estaba dispuesta a soportar.
-Por Dios! Quieres escucharme de una buena, vez?!!-
El abogado tomó aire en sus pulmones y fue soltándolo pausadamente.- Está bien! A ver. Qué tienes que decirme?!!
-En primer lugar, que Benicio también es MI hijo- Dijo, golpeándose el pecho con la mano, para dar firmeza a sus palabras- y que por esa misma razón, YO también puedo darle permiso cuantas veces se me dé la gana!!! En segundo lugar, que yo también tengo tanto, incluso más derecho que tú, sobre mi hijo! Porque fui YO la que lo llevé 9 largos meses en mi vientre, porque YO lo parí y porque YO también lo cuido y lo amo…
Eduardo se quedó callado por unos momentos, digiriendo las palabras que le había dicho su linda mujercita. Inclinando su cabeza, para ganar algo de control sobre su rostro rojo, meditó lo que la dama le acababa de decir. Elisa tenía razón, pensaba. Después de todo el castigo sólo lo había impuesto él. Qué rayos hacía reclamándole a Elisa, cuando él mismo había actuado mil veces de igual forma?!!
Edú volvió a suspirar. Esta vez, el cansancio invadió su mirada.- Tienes razón, cariño. Siento haberte hablado así…. –Dijo suavemente el hombre, acercándose a su esposa para tomarle una mano. –Es que no te imaginas el… el miedo que sentí cuando ese oficial me dijo que mi bebé estaba en la delegación. Sé que no es excusa, cielo, pero… me perdonas?!!- Y le besó la mano.
Eli sonrió dulcemente, pensando que su maridito lucía igual de adorable que sus niños cuando mamá los regañaba. Con la mano que tenía libre, corrió un mechón del cabello rubio de Eduardo, y le dio un beso en la mejilla.
-Te perdono con una condición…- Pronunció la encantadora señora, una vez que recuperó la seriedad.
-Qué condición?!!- Preguntó angustiado el pobre hombre, intentando imaginarse cómo su mujercita bella lo iría a torturar.
Y la sonrisa pícara iluminó su exquisito rostro. -Mañana me llevarás a cenar al nuevo restaurante que abrieron al frente del Parque Guillermina… Iremos solos los dos!! Y luego, tú y yo iremos a…- Le dijo algo secretamente en el oído y selló sus labios con un apasionado beso, olvidándose incluso el por qué estaban discutiendo.
-Tengo que ir por Benicio!!- Dijo Eduardo, unos momentos después.
-Dame unos minutos, cariño. Yo también quiero ir.-
En cuestión de segundos, Elisa estaba vestida y lista para salir por la puerta en busca de su angelito arrestado. Eduardo por su lado, se quedó pensativo, observando la velocidad con que Eli se alistó, y tardó unos instantes en darse cuenta que Elisa ya lo tenía bajando por las escaleras, camino al garaje.
De camino a la estación de policías, la mente de Eduardo empezó a divagar en las posibles circunstancias por las que su niño pudo haber terminado en la delegación, y más que nada en las consecuentes reprimendas que él aplicaría y que se había ganado de buena ley su mocoso. Sentía que las manos le picaban por acomodarle unas buenas nalgadas donde lo encontrara a su retoño. Sin embargo, había algo que debía hacer antes.
-Elisa- La mujer quitó la mirada del camino para enfocar por la fracción de un segundo sus ojos celestes en los de su marido, con expectación.- Necesito decirte algo, y es muy importante…
-Dime, cariño. Qué sucede?!!
-Sea lo que sea que haya pasado con Benicio ésta noche, quiero que sepas que esto no lo voy a dejar así… lo voy a castigar!! Y te pido por favor que no intervengas…
-Pero Eduardo…
-Lo lamento, mi vida, pero esto no es negociable!! Benicio sabía que tenía prohibido salir de casa… y si lo hizo, fue sólo para llevarme la contra. Me desobedeció porque quiso, y eso no se lo voy a tolerar!! Él debe saber que en casa hay reglas y que si se las impongo no es porque sea malo, ni mucho menos por hacerlo sufrir!!
-Pero cariño… creo que te estás equivocando con el niño. Si le hubieras visto cómo lloraba, seguro lo hubieras dejado ir tú también…
-Lo ves?!! Tú mismo lo reconoces… Benicio te manipuló…
-Ay Eduardo, por favor!! Me parece que estás exagerando!! Además, todo esto me preocupa y mucho…. Sabes?! Ben cree que eres muy estricto con él… y creo que tiene razón!!
-Qué?!!! Eso no es cierto!!- Se defendió papá. -Trato a mis dos hijos por igual…
-Ay Eduardo, eso no te lo crees ni tú mismo… Siempre has sido tan sobreprotector con él… incluso mucho más que con Leandro, y tú sabes que eso es cierto.  
Edú suspiró ruidosamente… ¡¡¿Por qué Eli debía tener siempre la razón?!! Pero Beni era su bebé, no importaba cuántos años tuviera. Para él sus hijos serían siempre sus niños, pero Ben… Ben era especial…
-Ben… Ben es mi bebé… es mi niño… no puedo evitarlo, Eli. Amo a mis hijos con todo mi ser, pero Benicio…UFFFF….- Exhaló pesadamente-  Cuando nos tocó vivir aquella pesadilla el día en que Ben nació…- La voz de Eduardo era apenas un murmullo. Recordar aquél día era una mezcla de alegría teñida con la tristeza y el terror de casi perder a ese niño que hoy era la luz de sus ojos, el motivo porque el sol saliera para ellos cada mañana. De sólo recordar el panorama aquél, con su pequeño bebito lleno de tubos y cables por todos lados, le hacía estremecer el corazón. Todo había ocurrido tan rápido y desesperante. La fecha del parto se había adelantado varios días de la prevista, pero eso no fue lo grave del asunto, sino que cuando iba a nacer, a último momento, el cordón umbilical se enrolló en el cuellito del pequeño, haciendo presión cuando su madre pujaba, impidiendo que le llegara el oxigeno por un tiempo considerablemente peligroso. Cuando al fin el bebé estuvo fuera, un equipo de médicos y pediatras se apresuraron a llevarlo a una de las camillas para revisarlo ante la mirada miserable de sus padres; era indispensable hacer que respire. Pero el bebito no daba señales de ello. Pasaron segundos angustiosos sin que se oyera de ese cuerpecito pequeñito ni un solo sonido… hasta que el llanto más hermoso inundó la habitación, endulzando los oídos de todos en esa sala, haciendo que los corazones de aquél par de padres volvieran a latir. -me… me juré a mi mismo que siempre lo protegería, de todo, Eli. De todo. Incluso de sus malas decisiones… aún cuando eso implique hacerle afrontar las consecuencias!!
Elisa lo miró largo rato en silencio. Sus propios sentimientos navegaban en la misma dirección que la de su esposo. Eli no podía estar más orgullosa del hombre que eligió para ser el padre de sus hijos. Benicio era su niño especial, el tesoro que casi les fue arrebatado segundos después de nacer y ellos harían lo que esté a su alcance con tal de protegerlo. Ella misma había jurado y perjurado proteger a su hijo con todas sus fuerzas, con todas sus ganas y con todo su ser. Y si hablamos de padres sobreprotectores, Eli y Edú no eran nada ajenos al adjetivo. Por lo que, tomando su mano entre las suyas, Elisa dio un beso en apoyo absoluto a su marido.
&&&&&&&&&&&&
Una vez en la comisaría, el abogado se dirigió rápidamente a la mesa de entradas para preguntar por su niño.
-Buenas noches… o buenos, días!!!-Dijo con una media sonrisa, teniendo en cuenta que ya eran casi las cinco de la mañana- Soy el doctor Eduardo Robles, vengo por mi hijo... me dijeron que lo trajeron aquí. Puede decirme dónde está?!!
-Cuál es el nombre de su hijo, doctor?!!
-Benicio Robles.
-Uhmmm…. Benicio Robles… Sí, señor. El muchacho está aquí… Al parecer su hijo estuvo envuelto en una trifulca callejera, por eso lo trajeron. El oficial Contreras lo va a acompañar hasta donde él está.- Le dijo, señalando al policía de cabellos grises que estaba a la par del mostrador- Y podrá decirle más del asunto.
-Gracias!!- Así, Robles y Contreras caminaron en dirección al ala de junto pero en el mayor de los silencios.

A unos cuantos metros de ahí, en una sala contigua, Benicio aguardaba resignado por la venida de su verdugo que no tardaba en llegar. Un nudo se le hizo en el estómago de sólo imaginarse frente a su padre, afrontando las consecuencias de sus actos. Al menos esperaba que su mamita no estuviera muuuy enojada con él y que lo defendiera, pero Ben sabía que cuando su papi se enojaba, aún cuando estuviera la presidenta de mediadora entre las manos de Eduardo y su trasero, nada lo libraría de soportar unos cuantos palmetazos, y lo peor de todo es que esa madrugada Benicio le había dado tantos motivos a su padre como para ganarse una paliza diaria hasta que cumpliera los 18 años. Por un momento se le cruzó por su loca cabecita que tal vez no sería mala idea pasar unos cuantos años en la cárcel… al menos tras las rejas él estaría seguro y al resguardo de las manotas de su padre…. Pero no!! Qué pasaría entonces con su bebita?!!
Tan concentrado estaba, torturándose mentalmente, que ni prestó atención a las dos figuras que se iban acercando hacia él. Cuando se dio cuenta, Benicio tenía en frente suyo a un imponente oficial de policía escoltando a un muy agitado y colorado sujeto que se debatía entre formar una mueca de enojo en su rostro, mezclado con decepción… o una de alivio. Al final, el alivio y el amor ganaron la pelea.
Pero cuando Eduardo vio a su bebé, sintió que su corazón se quedó paralizado de la impotencia que lo invadió.
Ben tenía un moretón en la mejilla izquierda, además de unos cuantos raspones y magulladuras en su rostro y brazos. La ropa sucia y un poco de sangre salpicada en su camisa clara y los jeans rajados a la altura de sus rodillas, era el resultado de una noche llena de acción. Benicio lucía tan cansado y arrepentido y sus ojitos brillaron de vergüenza al ver la preocupación en la mirada de su padre. El hombre abrió sus bazos y un bultito de nervios se echó en ellos para llorar su mal trago.
Eduardo lo abrazó con amor infinito, sintiendo las tibias lágrimas de su hijo estrellarse contra su pecho mientras los hombros subían y bajaban con los sorbos.
-Lo sient-too, pa--páaa. Perdón, perdón, perdón….
-Shhh, mi niño. Yaaaa… estás bien, tesoro!! Estás bien y eso es lo que importa ahora!!- Susurró papá, conteniendo a su muchacho con fuerzas.
-Te amo, mi bebé!!- Decía, besando la cabecita de su niño.
Permanecieron así, ambos abrazándose con todas sus fuerzas, hasta que el policía que por el momento parecía haber quedado de adorno, empezó a develar unos cuantos detalles de la “gran salida” de Benicio que hicieron empalidecer a nuestro joven amiguito.
-Y pensar que si el auto no lograba frenar a tiempo, usted no estaría abrazando a su hijo en estos momentos…
-Qué?!!- Dijo Eduardo con una expresión espeluznada en su rostro- Qué auto?!!... -Ante el silencio de su hijo y del policía, Eduardo aflojó sus brazos para apartar a Ben del abrazo. -Benicio?!!- Llamó suavecito, levantándole la carita para poder mirarlo a los ojos. De inmediato supo que era algo grave cuando vio cómo los luceros grandes y bellos de su niño se llenaban de terror.
-Quieres explicarme de qué está hablando el oficial?!!- Preguntó calmadamente, buscando en su hijo la respuesta pero él sólo bajó a cabeza y comenzó a retroceder en su paso, por lo que a Edú no le quedó más que escuchar la versión de aquél policía. Tomando aire en sus pulmones y liberándolo lentamente, preguntó –Puede decirme usted qué pasó?! De qué auto me está hablando?!!
-Del auto que casi arrolla a su hijo. –Contestó el hombre, haciendo una pausa tras ver el semblante paliducho de ambos Robles- Según los testigos, cuando el otro muchacho arrojó a su hijo a la calle, lo hizo en el momento en que pasaban dos vehículos a gran velocidad. Uno llegó a esquivarlo y el otro, frenó a 10 centímetros de su cabeza.- Esto hizo que el corazón de Eduardo quisiera salirse por su garganta.- Por eso le digo que usted y su hijo tuvieron mucha suerte. Otra podría haber sido la historia y en vez de estar abrazando aquí a su hijo, quizás usted estaría haciendo los arreglos para su sepelio…
-Dónde… dónde pasó todo esto?!!- Interrogó Eduardo, una vez que halló su voz.
-Ehh… afuera de…- Dijo el oficial, agradecido de no ser él el niño que tendría que lidiar en casa con Eduardo.- …afuera del boliche que está al final de la rotonda de Los Cedros.
En cuestión de segundos, el rostro de Edú pasó de estar blanco por la sorpresa a rojo furioso por la ira, que lo colmó. -No querrá decir que mi hijo estaba afuera de, de…- Eduardo apretó con fuerza los puños, hasta que sus nudillos se pusieron blanco, intentando contener la rabia que sentía, mientras sus dientes rechinaban entre sí.
-Sí, señor. Afuera de Limache!!!-Remató el policía, acabando con las pocas esperanzas de Benicio de volverse a sentar algún día.
-Ya veo… Oficial Contreras, hay algún cargo contra mi hijo?!! Puedo llevármelo a casa?!!- El chiquillo tragó audiblemente el nudo que se estaba formando en su garganta.
-Ehh, sí. Si bien el chico fue señalado como uno de los protagonistas de la pelea, ésta vez lo vamos a dejar pasar… Pero que no se vuelva a repetir, jovencito- Regañó el guardia, agitando su dedo índice frente a la carita avergonzada de Ben, mirándolo con seriedad, para luego enfocar su atención en el padre de aquél crío. –Pero como el otro muchacho atentó contra la vida de su hijo, lo trajimos a ambos para hacer las averiguaciones y tomar declaración. Me imagino que usted va a realizar la denuncia.
-Por supuesto que la radicaremos… -Exclamó con la seguridad que lo caracterizaba- Pero eso puede esperar unas cuantas horas más… ahora lo único que quiero es llevarme a mi hijo a casa.- Dijo, clavando sus ojos celestes, en los claros luceritos de su ángel.
La intensidad con que lo vio hizo que el muchacho sintiera como si tuviera pirañas hambrientas devorándole el estómago. Benicio reconoció en aquella mirada austera que le daba su papá, toda la rabia acumulada a punto de hacer explosión y el miedo lo ató a la silla.
-Sí, claro. Vengan por aquí, por favor…- Les indicó con la mano el camino. El abogado hizo un movimiento pero el más joven de los tres no movió ni una ceja…. Menos el trasero para despegarlo de la falsa seguridad que le daba su asiento.
-Hijo, ya nos vamos!- Dijo Eduardo. Pero Ben se acurrucó más en aquella silla, sin decir ni una palabra a su padre
-Benicio, anda, camina hijo. Quiero terminar con esto pronto…- Y Ben dejó salir un sollozo de puro susto, imaginándose lo que pasaría al momento de llegar a casa.
-Vamos, Ben… no me hagas demorar por favor!! Levántate ya de ahí.- Le dijo, agarrándolo del brazo.
-Nooooo… papiiii!!- Gimoteó desesperado el niño, pensando que su papi lo iba a castigar allí mismo
-Benicio, si no te levantas de esa silla a la cuenta de tres, me vas a obligar a darte un adelanto de la paliza que ya te ganaste.
Pero Ben no hizo el menor intento de levantarse.
-Vamos, chico. No hagas enojar a tu padre, hijo.- Le dijo el oficial, poniendo una mano en el hombro del jovencito para luego inclinarse y susurrarle algo al oído.- Se ve que tu padre es un hombre bueno. Sí, está enojado… pero ya se le pasará. Se nota que te quiere y se preocupa por ti.- Concluyó, elevándose en toda su altura, diciendo esto último en voz más alta. Eduardo sonrió sutilmente sus gracias y luego dijo lo más tranquilo que pudo:
-Ben, vamos a casa, cariño. Te prometo que todo estará bien.-
El chico miro a su papá, buscando alguna pista que le asegurara que decía la verdad. Aunque Edú tenía el ceño levemente fruncido y su rostro aún mantenía una firme expresión de rabia, Ben supo ver en los ojos de su padre, la verdad de sus palabras y aunque sabía que en casa lo esperaba una soberana paliza, también estaba seguro que su papá lo perdonaría. Lentamente fue abandonándose de su falso refugio de cuatro patas.
A los pocos minutos, padre e hijo salían de la estación, rumbo al auto de la familia.
Cuando estuvieron cerca, Eli se bajó del vehículo y se acercó a su pequeño, tomándolo entre sus brazos.
-Hijito de mi corazón. –Le dijo apenas lo sintió contra su pecho, y le plantó un beso en la frente. -Ay por Dios, cariño, qué te pasó?!! - Le preguntó, apartándolo un poquito para verlo mejor- Estás bien, mi amor?!!-Mamá se había dado cuenta de la carita moreteada de su niño.
-No es nada, mamita. No te preocupes, si?!! Es-estoy bien!!- Contestó muy apenado por hacerla pasar por ese mal momento a su madre. Intentó alejarse de ella y entrar al auto, pero Eli lo sostuvo firme.
–Pero contéstame, cómo fue que pasó?!! Quién te hizo éstas marcas?!!
-Cariño, en casa, si?!!- Le respondió Edú, tomando el bracito de su hijo para ayudarlo a entrar a la parte de atrás del auto. Elisa no tuvo más remedio que esperar a llegar a casa para tener la versión completa de los hechos.
El viaje de regreso al hogar, fue largo y en silencio absoluto. Cuando llegaron, Eduardo notó que Benicio se había quedado dormido en el auto, acurrucado contra la puerta. Se sintió tan aliviado de verlo así y se dispuso a abrir la puerta, incluso lo cargaría de ser necesario, hasta su habitación, pero lo más importante para él, era que su niño adorado estaba en casa y a salvo. Sólo imaginarse lo cerca que estuvo de perderlo, le provocaba arcadas y le ponía la piel de gallina. Era una sensación de impotencia tal, que no quería volver a sentir nunca, nunca más en su vida. Su bebito tenía que  saber que su desobediencia casi le cuesta la vida. Y si para eso debía calcarle unos buenos azotes a su hijo, tal vez ese era un precio que estaba dispuesto a pagar.
-Hijito?!!- Le dijo, moviéndolo por el hombro para despertarlo.- Cariño, despierta, ya estamos en casa!
-Hmmnnn… nooo… sólo quiero dormiiiiiiiir- Contestó el mocoso, entre bostezos.
Eduardo sonrió un poco y después suspiró. No había planeado tener que cargar a su bebote a su habitación, pero al parecer esto iba a ser una excepción. Con sumo cuidado, tomó al chico por los hombros, recostando su cabecita sobre su hombro y luego pasó su brazo por debajo de las piernas de Ben. Teniendo cautela de no golpearlo con los bordes de la puerta, Edú sacó a su pequeño del vehículo haciendo uso de todas sus fuerzas para poder llevarlo a la habitación del segundo piso, donde lo acostó gentilmente sobre su costado. Entre Eduardo y Eli, quitaron los zapatos y los vaqueros sucios de su hijo, pero decidieron dejarlo con la camisa y en bóxers así no lo despertaban con los movimientos. Benicio necesitaba el descanso, pensó el señor. Y yo necesito meditar bien lo que pasó ésta noche.
Cubriéndolo con una manta liviana, Eduardo contempló el rostro de su hijo dormidito. Como si se tratara de la cosa más bella y delicada del mundo, pasó cariñosamente una mano por la mejilla que estaba morada. Se sentía bien recibir el calorcito de la piel de la criatura. Soy el hombre más afortunado del universo… te tengo a ti y soy más feliz de lo que jamás me imaginé… te amo tanto, mi chiquito… Qué haría yo sin ti… sin ustedes… -Le susurraba, acariciando sus cabellos rizados.

-Te amo hijo…- Inclinándose a la altura de su cachorro, Eduardo depositó un beso en la frente apenas expuesta. –Ahora descansa, cielo. Tienes un largo día por delante, y uno muy doloroso también… Veremos si tu trasero está en condiciones de pagar por todas tus travesuras, mi muñequito.

3 comentarios:

  1. Ahí benicio :) yo que pensaba defenderlo de su papá y que lo dejara ir a la fiesta y eso y resulta que se va a otro lado jeje .
    ya extrañaba a Beni
    Te quedo genial bueno les quedo :P
    actualiza pronto plis :3

    ResponderBorrar
  2. Ouch....mejor que no despierte....porque el pobre la tiene requeté sentenciada esitoooo

    ResponderBorrar
  3. Nada que agradecer Ariane ....o mas bien sip gracias por dejarme intervenir aun pienso que Eduardo saca muy rapido su cinturon... pero sabes que me encanta mucho la historia asi que dale con mas capiiiiiis.

    ResponderBorrar