Páginas Amigas

miércoles, 4 de marzo de 2015

EN CASA DE HERRERO... CUCHARA DE PALO 9.




9.
Célia estaba escondida en el despacho de su padre, había roto uno de los muñequitos de Rui y no quería que se enterara. Porque siempre estaban diciéndole que no le dejaban las cosas porque no era nada cuidadosa y las rompías. Y porque no se lo había “dejado” precisamente. Además hacía dos días Rui echó a faltar su muñeco del capitán américa y fue directo a ella a acusarla. Y ella se puso a llorar diciendo que no había sido y que Rui era malo. Y su padre había reñido a Rui por ser tan tosco con su hermanita. Así que Célia tenía muchos motivos para no querer que nadie se enterara que el muñeco estaba roto.
Celia, al igual que todos los chicos tenían prohibidísimo entrar en el despacho de su padre cuando él no estaba. Y Celia no era como Rui en que en lo prohibido veía el placer. Ella no hubiera entrado sino fuera porque su padre guardaba allí el pegamento especial ese que lo pegaba todo. Ya había intentado arreglarlo con la barra de pegamento de la escuela, pero esa  apenas pegaba el papel a la cartulina y mucho menos el escudo del capitán américa que era de plástico.
Célia de repente escuchó la puerta de casa, y a su tía saludar a su padre, no había manera de salir del despacho sin ser vista. Célia entró en pánico, así que se escondió detrás de las pesadas cortinas que daban a los ventanales de daban acceso al jardín. A los pocos segundos su padre y su tía entraban en el despacho.
-         ¿qué era eso tan urgente que no podía esperar a qué llegara a casa? (dijo Francisco)
-         Es Sergio, le han ofrecido un trabajo en el sur y ha aceptado.
-         Bufff (resopló Francisco) mal asunto. ¿Sabes que él tiene la custodia de Juan y no teien ninguna obligación contigo, no?
-         ¡No me jodas, Francisco! ¿En serio? Y yo que estaba histérica porque esta noche hay votaciones en la casa del gran hermano (dijo con rabia Carolina).
-         Carolina, no creo que podamos hacer mucho, Juan vive con su padre, la jueza, visto tus antecedentes,  pensó que era lo mejor para él (Francisco sabía que Sergio era un gran padre pero no por eso iba a dejar que se llevara a Juan a la otra punta del país. Ahora Carolina podía ver a su hijo algún fin de semana y cuando Sergio necesitaba salir de viaje, pero si se iba al Norte Carolina no podría ver a Juan más que en vacaciones)
-         ¿has hablado con Sergio?
-         Si (dijo sentándose en el sillón), no puede negarse, es una gran oportunidad y pagan realmente bien (dijo destrozada). No es justo cuando Juan nació yo ya estaba limpia, ya me había reformado. No puedo pagar de por vida por las gilipolleces que hice cuando era uan cría.
-         Lo siento, Carolina, pero si pidieras al juez una revisión del régimen, no creo que fuera a cambiar nada.
-         Tengo un trabajo fijo, no me meto en líos, soy una madre responsable!
-         El trabajo es en el bufet de tu padre (dijo levantando una ceja) y la tutela de Nico aún la tenemos (Francisco corrigió con dolor) aún la tengo yo.  Carolina te lo dije cuando os divorciasteis, nunca le darán la custodia a una madre que ya le han quitado la custodia de un hijo. Por mucho que entonces fueras una niña y ya no seas aquella cría alocada e irresponsable.
-         Tenía 15 años cuando nació Nico, no estaba preparada, cometí muchos errores, lo sé. Y entiendo que me quitaran la custodia de Nico. Pero con Juan es distinto, nadie puede decirme que he sido una mala madre para él.
-         Lo sé Carolina, no tienes que convencerme, lo sé, he visto con mis propios ojos como has cambiado. Pero Sergio tiene un currículo impoluto, fue un chico de matricula, fue voluntario en una residencia para ancianos durante la adolescencia, En la facultad trabajan y estudiaba, a pesar de no necesitarlo para nada. Es responsable y un buen padre. No digo que tú no lo seas, pero tú pasado pesa demasiado. Tú has estado en la cárcel por tráfico de drogas, vale tenías 18 años, ha llovido mucho des de entonces, pero (como decirle a Carolina que ningún juez en el mundo le daría jamás la custodia a una ex drogadicta que había pasado 2 años en la cárcel por hacer de mula, y solo fueron 2 porque llegó a un acuerdo con el fiscal), ¿Sabes? Estoy seguro que en el bufet  nadie te pondrá inconvenientes porque te tomes algún viernes libre para bajar a ver a Juan y pasar más tiempo con él (sobretodo porque el bufet fue fundado por su abuelo y su padre y él mismo eran socios) . Y Sergio es un tío razonable, te lo ha demostrado muchas veces. Seguro que no pondrá problemas porque vayas a verlo, peque (dijo acercándose a su cuñadita y pasándole el brazo por encima para darle un chaconcito de cariño).
-         No es lo mismo Francisco (dijo con lágrimas en los ojos).
-         Lo siento, peque, de verdad. No te mereces esto, te has esforzado tanto (dijo quitándole las lágrimas con la yema del dedo gordo como si fuera una niñita).
Francisco estuvieron aún rato más hablando hasta que sonó el teléfono de Carolina y salió para hablar en privado. Francisco dejó un par de dosieres encima de su mesa para consultarlos después y se fue a poner algo más cómodo. En cuanto su padre salió del despacho, Célia salió de su escondite, estaba alucinada, por lo que había oído, y no precisamente por la parte en que Sergio se iba a llevar a su primo Juan muy lejos. En casa no era un secreto que Carolina había sido una bala perdida de adolescente, ¡Tuvo un hijo con 15 años y sus padres la echaron de casa! Pero lo de las drogas y la cárcel era la bomba, ahora entendía Célia porque su padre seguía enfadado con Armando por que lo arrestaran.
Celia, salió del despacho y corrió a la habitación de Rui y Nico, para contarles lo que acababa de escuchar. Ser interesante siendo la pequeña y la única niña en una cas llena de chicos era difícil y Célia no iba a malgastar la oportunidad.
-         Sé una cosa que vosotros no (entró presumiendo en la habitación que compartían Rui y Nico)..
-         Ceeeeeeeeeeeeeeelia, te he dicho que llames antes de entrar (se enfadó Rui).
-         Pero es que sé una cosa muy fuerte (dijo abriendo mucho los ojos).
-         ¿Qué el ratoncito Pérez no existe? (dijo Nico riéndose de su prima)
-         ¡Eso lo sé des de los ocho, idiota! No es algo superfuerte sobre la tía Carolina.
-         ¿Sobre mamá? (preguntó Nico extrañado).
-         Sí, la tía Carolina estuvo en la cárcel (soltó como una bomba).
-         Sí, claro, y huyó haciendo un túnel con una cucharilla. Anda lárgate a jugar con tus barbies, renacuaja (Rui empezó a empujar a su hermana hacia la puerta, mientras se reía de ella. Pero Nico no reía, él sabía que lo que decía su prima era cierto. Pero su tío le había dicho que era un secreto y que por ninguna circunstancias debía contárselo a nadie).
-         Nooooo! (dijo dándose la vuelta y empujando a su hermano) es verdad! No miento, se lo oí decir a papá y a la tía en el despacho.
-         ¿Y qué hacías tú en el despacho de papá? (Y entonces Rui se percató de lo que le asomaba por el bolsillo del pantalón a su hermanita, era su capitán américa. Rui se enfadó muchísimo, llevaba días buscándolo. Y el enfado pasó a ser un cabreo de magnitudes astronómicas cuando al quitárselo se dio cuenta que el escudo estaba roto) eres niña muerta, Célia (y fue agarrarla pero Célia le mordió haciendo que Rui aullara y no era para menos Celia le había hecho sangre y todo) aaaaaaaaaaaaaau (Célia aprovechó para salir corriendo. Rui la empezó a perseguir por toda la casa agrito de yo te matoooooó).

Francisco salió de inmediato de su cuarto al oír el escandalo, Celia y Rui estaban corriendo por toda la casa, mientras se gritaban todo tipo de amenazas y de insultos. Armando había intentado detener a Rui pero el mocoso era escurridizo como una anguila. Célia viendo que iba acabar por alcanzarla en algún momento, se escondió tras su padre a grito de “papi ayuda, me quiere matar”. Rui se detuvo, no era idiota, no iba enfrentarse a su padre, pero le echó una mirada a su hermana de espera a que papá se vaya de casa y nos quedemos a solas.
-         Rui, no quiero que os persigáis de esa manera ni esos insultos ¿Qué ha pasado ahora? (dijo molesto, entre esos dos siempre pasaba algo) ¡Rui! Estás sangrando (dijo al ver la mano ensangrentada de su hijo)
-         Esa perra rabiosa me mordió (y fue decir eso y llevarse 4 palmadas durísimas en el trasero. Rui sabía perfectamente que a una chica no se le podía llamar perra, pero no lo había dicho en ese sentido, lo había dicho porque le había mordido como hacen los perros) PLASS PLASS PLASS PLASS
-         AAAAAAAAAU no quería decir eso (dijo llevándose la mano buena al trasero).
-         Vamos a poner algo en esa herida para que deje de sangrar y no se infecte (dijo aún enfadado. Y se giró hacía su hija) Y tú, señorita, te quiero con la nariz plantada en esa esquina (señalando una de las esquinas del pasillo) hasta que te diga otra cosa.
-         De verdad que no quise decir eso (dijo Rui con lágrimas en los ojos porque pensaba que su padre le estaba llevando al baño para lavarle la boca con jabón. Y Rui odiaba el jabón con todas sus fuerzas). Bueno sí, pero no, en ese sentido.
-         Rui, quieto, sé que no lo dijiste en ese sentido (dijo más sereno Francisco y haciéndolo sentar en el borde de la bañera y colocando la mano bajo el grifo) ¿te has lelvado un buen mordisco, eh?
-         Si. Esa no se lava los dientes se los afila ayyyyyy (se quejó al sentir el escozor del antiséptico sobre la herida) sopla papá sopla (dijo sin darse cuenta de que podía sonar muy infantil para un chico de 12 años. Francisco sopló sobre la herida, sabía que no hacía nada, pero los niños siempre habían sentido una especie de alivio cuando él o su madre les soplaban).
-         Vamos a poner una venda en esa mano ¿vale?
-         Moooola (dijo feliz Rui).
-         Si, mola mucho (repitió Francisco rodando los ojos. ¿Que tenían los niños con las vendas y las tiritas que les fascinaban tanto?) A ver, Rui, ¿A qué venía todo ese alboroto?
-         ¿Te acuerdas que el otro día no encontraba a mi capitán américa? (Francisco asintió con la cabeza mientras buscaba las vendas en el botiquín ¿cómo olvidarlo? el niño estuvo de lo más pesadito con lo de si alguien lo había visto, hasta ofreció una recompensa) Pues lo tenía ella, todo el rato, y no solo eso, sino que lo ha roto.
-         Lo siento, hijo. El sábado te llevaré al centro comercial y compraremos otro
-         Noooo (dijo enfadado pero enseguida se dio cuenta que le había gritado a su padre)
-         ¿no? (preguntó sorprendido y Rui bajaba la cabeza)
-         ¿Qué pasa hijo? (dijo levantándole la barbilla para que le mirara a los ojos) a ti te encanta comprar juguetes nuevos.
-         Papá tengo 12 años, ya no juego con…con juguetes (dijo pero triste)
-         ¿Entonces a que viene tanto revuelo¿
-         Es que…(Rui no sabía si hablar, porque no sabía como reaccionaría su padre) es que, ese fue el último regalo de mamá (Francisco se quedó blanco. Por eso el niño se había pasado los últimos días buscando por toda la casa y dando la paliza con el muñeco, a pesar que cómo había dicho Rui hacía tiempo que no jugaba con muñecos).
-         ¿está muy roto?
-         El escudo (dijo flojito y poniendo morros)
-         Seguro que lo podemos arreglar (dijo con una sonrisa tierna).
-         Pero estará roto (dijo con una mueca de pena).
-         No creo que Celia lo hiciera a propósito. Sabes que ella solo quiere todo lo que tienes porque piensa que su hermano Rui es el más guay del mundo ¿verdad?
-         Papá, eso ya no cuela, no tengo 5 años. Siempre está entrando en nuestra habitación y agarrando mis cosas sin permiso. Por ser la peque siempre hace lo que le viene en gana y no pasa nada. Ha roto el capitán américa y no pasa nada, “se puede pegar y ya esta” (dijo imitando a su padre).
-         Hablaré con ella.
-         Yaaaa (dijo sin creerle. Su padre siempre hablaba con Célia pero Célia siempre hacía lo que le salía de las narices, porque su padre le reía todas las gracias. Y entonces recordó lo que le había dicho antes su hermana, y para vengarse por lo de su Capitán América, decidió algo que todos sus hermanos dirían que es de sabandijas, se chivó de ella)
-         Tienes mi palabra que tendré una charla muy seria con tu hermana y que no entrará más en vuestro  cuarto, si vuestro permiso.  A mi me hará caso, soy el papá aquí jajaja (dijo para animarle)
-         Ya, como “no” entra en tu despacho sin tu permiso.
-         ¿Qué? (dijo parando lo que estaba haciendo) ¿Qué quieres decir, Rui? Habla (le ordenó muy serio. Francisco les tenía prohibidísimos entrar en su despacho sin su permiso y era una de esas cosas que Francisco no transigía, ese era su lugar de trabajo y los niños no tenían nada que hacer allí dentro)
-         Pregúntaselo tú mismo, a la señorita embustes  (dijo con rabia) Yo NO soy un chivato (dijo haciéndose el buen hermano pero era muy consciente que ya había lanzado la bomba).
-         Te lo estoy preguntando a tí, Rui. ¿Cuándo ha entrado tu hermana en mi despacho? (dijo muy serio, Rui no estaba dispuesto a que su padre se cabreara más con él por culpa de la mocosa destructora de capitanes américa)
-         Antes
-         ¿antes? Cuando?
-         No sé, cuando llegaste y tú y la tía estuvisteis hablando (dijo encogiéndose de brazos). En cuanto te metiste en tu habitación nos vino con una trola sobe la tía, esa mocosa tiene mucha fantasía, debería escribir novelas policiacas (dijo con sarcasmo Rui).
-         ¿Y qué es lo que ha dicho tu hermana?
-         Pues que la tía es una ex presidaria, la tía Carolina, jajajaja ¿Te la imaginas con mono naranja? Jajajaja (Rui se ría como si fuera la idea más ridícula del mundo).
-         Tu hermana escuchó una conversación privada entre tu tía y yo, no debió estar allí y mucho menos después ir con chismes por ahí (dijo blanco Francisco)
-         ¿es verdad? (dijo alucinando Rui).
-         Sí, fue hace mucho tiempo, cuando tú tía aún era una cría. .
-         Wooooooala mooooola ¿lo sabe Nico? Quiero decir ¿Sabe que es verdad?
-         Si, se enteró durante el divorcio (dijo con una meuca de disgusto. vuestra tía jamás ha querido ocultárselo. Fue cosa mía). Vosotros eráis muy pequeños, os dijimos que la tía estaba en el extranjero haciendo posgrado.
-         Sí, ahora que lo dices, no se puede hacer un posgrado si no tienes una carrera ¿no? (se sintió muy idiota)
-         No. Como he dicho erais pequeños y no entendíais. Fue cuando tu madre y yo obtuvimos la custodia de tu primo Nico.
-         ¡y porque la metieron?
-         Eso no importa ahora, lo que importa es que tu tía cambió y ahora es la mejor tía que jamás podríais tener y que os quiere mucho.
-         Lo sé, papáaaaa (dijo rodando los ojos) ¿pero qué hizo? (Francisco lo pensó y decidió que ya era lo suficiente mayor para saberlo. Y quizás así aprendiera que las drogas no traían nada bueno)
-         Tuvo problemas con las drogas y acabó en la cárcel.
-         ¿La Tía Carolina? (abriendo mucho los ojos, no se lo podía creer) ¡Pero si ni toma aspirinas!
-         Bueno ahora que sabes la verdad, confío que seas discreto, no es algo para ir diciendo a bombo y platillo.
-         ¿Cómo hizo Célia? (dijo con malicia y Francisco se hundió de hombros y asintió) ¿se la va a cargar está vez, verdad?
-         No deberías alégrate que tus hermanos estén en problemas, Rui (le riñó).
-         Ella se alegra cuando soy yo. Además siempre soy yo, por una vez que no lo soy, déjame disfrutarlo (Francisco le habría dado la razón pero últimamente Armando estaba haciendo números para quitarle el puesto).
-         Ruiiiiii (le advirtió en un tono muy intimidante).
-         Ok ¿Estoy en líos yo? (dijo tímidamente)
-         ¿por intentar pegar a tu hermana y insultarla)
-         ¡Ella me mordió! (enseñándole la mano ya completamente vendada).
-         Y por eso esta vez te libras con esto (y lo levantó y le dio 15 palmadas no muy fuerte pero ni de lejos eran caricias eso se lo podía asegurar Rui)  PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS PLASS.
-         AUUUUUUUUUUUUUUUU QUE ESTOY HERIDO (se quejó Rui pero ni siquiera lloró, si que habían dolido pero ni de lejos había sido la peor zurra que había recibido por pelearse con su hermana)
-         Anda mi pequeño tullidito, para la cocina que ya va siendo hora de la merienda. Llama a tu primo ya Armando, que ese sino le pones la comida en la boca no merienda (dijo removiéndole el pelo. Y lo echó del baño de una palmada, esta vez, de las fuertes para que no rechistara más).


3 comentarios:

  1. Definitivamente me encanta esta familia.

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  2. Creo que por lo que dijiste de Armando es de los mios jajajaja yo tampoco como si no es quebo tengo la comida enfrente!!!!!
    Pero que hisoria la de la tía Carolina!!!!!

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  3. MI PADRASTRO ME DICE COMO TE ATREVES AGREDIR A TU HERMANASTRA MENOR ME PONE DE RODILLAS YO LE DIGO NO PADRASTRO NO ME PEGUES EL ME AGARRA A BOFETADAS CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFPLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF

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