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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 102: Lo que significa crecer



 


Chapter 102: Lo que significa crecer

 



La cárcel era uno de los pocos lugares que podían llamarse "seguros" en aquél momento: de piedra maciza, unos barrotes impedían salir a los presos, así que no había nadie en el exterior cuando empezó a caer la lluvia. Sin embargo, tenía un inconveniente: si venía un tío dispuesto a matarte no podías escapar.
Claro que…¿quién entraría a una cárcel dispuesto a matar a alguien? ¿Quién podía saltarse todas las medidas de seguridad?
Había alguien: un adolescente de diecisiete años con un gran poder y el juicio nublado por una resurrección malograda. Era una posibilidad tan remota que nadie la había estudiado. Y allí estaba Peter. Había aparecido en un baño, y había salido allí caminando con aplomo, con seguridad. Nadie le había detenido, porque aquél lugar era el caos. Se temía por el fin del mundo, así que los presos suplicaban por ser liberados y los escasos guardias que permanecían en su puesto de trabajo no sabían qué hacer.
- ¡Chico! ¡Eh chico! – llamó un hombre, desde el interior de una celda. – Sácame de aquí.
- Si te saco de ahí será para matarte – respondió Peter, asqueado por tanto desecho de la sociedad.
Paseó por aquellos pasillos, con una calma glacial. Sus pasos resonaron a pesar de que allí no había eco, cargado con el poder de quien tiene una misión legendaria. Caminó hasta dar con la persona a la que buscaba. Se detuvo ante una celda escasamente decorada. A él nunca le habían gustado las decoraciones.
- Hola, Derek - saludó con voz grave.
El hombre rubio que se aburría en el catre de su celda se incorporó de golpe y abrió mucho los ojos con incredulidad.
- ¿Peter?
- Qué bueno que recuerdes mi nombre. – respondió, con ironía - ¿Recuerdas también lo que me hiciste?
- ¿Qué haces aquí? ¿cómo has llegado? No estamos en San Francisco.
- Lo sé. Tienes una orden de alejamiento. Como si eso fuera a protegerte de mí.
- ¿De ti? Sabes que una orden es para lo contrario ¿verdad? - preguntó Derek, pegándose a los barrotes para verle mejor.
- Nadie tendrá que protegerme de ti nunca más – aseguró Peter.
Derek miro a chico con atención. Había algo raro en él, en sus ojos…Eran ojos de hielo.
- ¿Planeas una venganza? – le preguntó, con más diversión que preocupación.
- No es venganza. La escoria debe ser limpiada y he decidido empezar por ti.
- ¿De veras? ¿Y qué planeas hacer? – preguntó Derek, que encontraba todo aquello muy gracioso.
- Planeo orbitar esa silla y rompértela en la espalda, y mientras tú estés luchando por asimilar que la magia existe, te estamparé la cabeza contra la pared hasta asegurarme de que estás muerto – respondió Peter, con mucha calma.
- ¿Magia? Caramba, Peter, veo que por fin perdiste el juicio. ¿Sabe "tu nuevo papi" que estás aquí? ¿Ya se ha cansado de ti y por eso has perdido la cabeza?
Derek pretendía herir a Peter con esas palabras, pero provocó algo diferente.
"Papá" pensó Peter, y por un segundo se quedó paralizado. Sacudió la cabeza.
- ¿Quieres decir algunas últimas palabras?
- Que te jodan, chico. Mírate. No te reconozco. Vuelve a casa, y agradece que desde aquí dentro no pueda darte lo que te mereces.
- Pero yo sí pudo darte lo que te mereces tú – respondió Peter, y se preparó para hacer exactamente lo que había dicho, pero entonces…
- ¡Peter!
Eran Christopher, Nick, y Peter, los de mundo paralelo. Por suerte Chris era un luz negra y le podía rastrear.
- ¿Habéis venido a verlo? Tal vez debería cobrar entrada – dijo, Peter, socarrón.
- Peter, no lo hagas.
- ¿Qué es esto? ¿ahora sois tres? – preguntó Derek, fijándose en los tres gemelos.
- Peter, no sabes lo que estás haciendo – insistió Chris, ignorando a Derek.
- Oh, lo sé muy bien.
- ¡Te culparás eternamente por esto!
- ¡Viviré eternamente feliz por esto! – contratacó Peter, y abrió la celda de Derek usando la telepatía que le había robado a Chris. Al verlo, Derek alucinó.
- ¿Cómo hiciste eso?
Peter orbitó la silla, y Chris le miró desesperado.
- ¿Es esto lo que querría tu padre? – intervino Peter 2, que se conocía lo bastante como para saber qué palabras utilizar. - ¿Es este el hombre en el que quiere que te conviertas? ¿Un vulgar asesino?
- No voy a matar personas inocentes. Sólo ajusticio a los criminales.
- ¡Tú no eres quién para decir eso! – siguió Peter 2. - ¡No puedes tomarte la justicia por tu mano! ¡No es eso lo que Chris te ha enseñado!
- ¡NO HABLES DE ÉL!
- ¡TENGO QUE HACERLO! ¿Qué pensaría él de estar aquí?
- ¿Por qué no se lo preguntas a tu padre? ¡Ah, no, que a él esto le gusta! ¡Él es un asesino!
- ¡TU MISMO ESTÁS RECONOCIENDO QUE ESTO LE GUSTARÍA A MI PADRE Y NO AL TUYO! ¡ESTE NO ERES TÚ PETER!
Peter contra Peter. Nick se sentía mareado.
- ¿¡Pero de qué coño habláis!? – preguntó Derek.
- ¡Tú cállate! – dijeron los dos Peters a la vez.
- Peter, no puedes hacer esto – prosiguió Peter 2. – No quieres hacerlo.
- Sí que quiero.
- Pero sabes que no debes. Nadie te culpa por desear la muerte de éste hombre, pero no debes matarle. El mundo no le perdería a él, sino a ti.
Peter abrió mucho los ojos. Esa frase se la había dicho su padre, una vez. Le parecía algo muy lejano en el tiempo, como si formara parte de otra vida y no de la suya, pero lo recordaba. Y recordaba haber estado de acuerdo con aquella frase, en su momento. ¿Por qué era incapaz de estar de acuerdo aquella vez? Empezó a darse cuenta de que algo estaba mal dentro suyo. Se sintió confundido por un instante. ¿Eso significaba crecer? ¿Cambiar tanto que ya no te reconocías, ni te reconocía el que había sido tu padre por un año?
...¿O el cambio se debía a algo superior a él? ¿A algo que no podía controlar?
- Pero tengo que hacerlo – insistió.
- No necesito que me creas ahora – dijo Peter 2 – Solo que confíes en mí, y vengas con nosotros. Te ayudaremos. Dejarás de desear que se muera…
- No. Eso no dejaré de desearlo nunca.
- Dejarás de querer matarlo tú.
Todos vieron como Peter estaba a punto de decir que sí. Realmente estuvo a punto. Pero…
- ¡No! ¡Es un criminal! – dijo Peter emitiendo su sentencia. Y se abalanzó contra él
Peter 2 suspiró.
- Mira que lo siento – musitó Peter 2, y levantó la mano. Entonces, Peter se quedó congelado en el sitio, sin poder moverse. Empezó a convertirse en piedra.
- ¡Qué coño…! – excamó Derek, y saltó al otro extremo de la habitación, acojonado.
- ¿Qué hiciste? – preguntó Chris.
- Está bien. Puedo devolverle a la normalidad. Es un truquito que le robé a un brujo al que me enfrenté hace poco. Tengo unas cuantos poderes más bajo la manga – comentó Peter 2.
- ¿Nos oye? – preguntó Chris.
- No lo sé. Pero mi recomendación es que salgamos de aquí antes de que nos vea alguien más aparte de Derek. Con un poco de suerte le creerán loco y le ingresarán en algún sanatorio mental. Y sino ya nos ocuparemos de eso después. Paul está esperando.
Christopher asintió, y puso su mano en el hombro de piedra de Peter. Agarró a sus dos hijos, y orbitó con ellos lejos de allí, dejando a un Derek que por primera vez experimentó lo que era orinarse de miedo…algo que Peter había hecho muchas veces en su presencia…
 


Leo parpadeó varias veces. ¿Se había equivocado al leer el hechizo? ¿Por qué estaba en casa de su tío? ¿y por qué su padre estaba en la cama? ¿Y qué hacía Nick junto a él? ¿Se había equivocado y Peter no estaba en ningún peligro? Tal vez, todo había pasado ya, y su padre estaba sólo descansando y él se había preocupado por nada. Pero la cara de Nick no apoyaba ésta idea. Su hermano mayor había llorado, y sostenía la mano de su padre como quien se agarra a un salvavidas en medio del océano.
Al reparar en su presencia, Nick le miró casi tan confundido como el propio Leo, sin entender qué hacía su hermano allí.
- ¿Papá está bien? – preguntó Leo, poniéndose de pronto en lo peor. Si las cosas no se habían arreglado, y Nick estaba allí en vez de con Peter, eso sólo podía significar que a su padre le había pasado algo malo. Tal vez…tal vez se hubiera…
- El tío Wyatt dice que sí, que sólo necesita dormir.
Leo suspiró, aliviado.
- Me había asustado.
- ¿Y tú qué haces aquí? ¿No te dijo papá que te quedaras con Amy?
- Pero tardabais mucho en venir, y yo sentí algo muy raro. Sentí…sentí que tú tenías mucho miedo…
Nick miró a su hermano, sin saber si decirle el motivo de eso que había percibido. Chris ya estaba bien, así que podía permitirse decirle la verdad al niño.
- Creí que papá… Yo… le vi caer, y fue…lo peor que he sentido en mi vida. – dijo Nick y los ojos se le volvieron a llenar de lágrimas. – Primero vi caer a Peter, luego me enteré de que volvió a la vida, pero… pero algo estaba mal. Y peleé con Barbas…y…y papá… papá…- balbuceó Nick, y se impuso autocontrol. No podía dejarse llevar por la desesperación que sentía o asustaría a su hermanito pequeño. Respiró hondo. – Tú no deberías estar aquí.
- Estoy cansado de que me dejen al margen. No son tonto, y tampoco un inútil.
- Es peligroso, Leo. ¿Sabe Amy que estás aquí?
- No.
- ¿Cómo has venido?
- Leí un conjuro.
- A papá le encantará saberlo.
- No le digas.
- ¿Que no le diga? ¿Sabes que podías haber terminado en cualquier lugar? Tienes suerte de que te haya salido bien.
- En realidad quería ir dónde está Peter, pero acabé aquí, no sé cómo…
Nick le miró como diciendo "¿Lo ves?"
- Amy tiene que estar medio desquiciada. Lo que has hecho no está bien, enano.
- No es sólo tu padre y no es sólo tu hermano – respondió Leo – No eres el único con derecho a estar con ellos.
- Esto no es una competición, Leo…
- Si yo hubiera estado, a papá no le habría pasado nada.
En ese punto Nick se picó.
- ¿En serio? ¿Y qué habrías hecho exactamente? ¿Lloriquear?
- ¡Tenemos que estar juntos! ¡Ese es el poder de nuestra familia! ¡El poder de las Embrujadas!
- ¡Pero tú míranos, Leo! Papá está k.o, Peter ha desaparecido, tú eres un niño, y yo un inútil. ¿De qué poder me estás hablando?
- ¡Del que sólo podrás sacar si no te rindes! Del mismo que hace que a papá no le importe no tener poderes para enfrentarse a un demonio. El poder de la familia.
- El poder del amor. Qué bonito, Leo, en serio, pero eso son tonterías. Cuando crezcas, lo entenderás.
- Si crecer significa perder la esperanza entonces no quiero hacerlo.
Nick miró a su hermanito dándose cuenta de que tenía razón. Peter y él siempre habían tenido un claro problema de fe y positivismo, pero era el momento de dejarlo atrás. Ellos habían vuelto de la muerte. Habían superado muchos riesgos, y siempre volvían a encontrarse. Aquella vez pasaría igual.

Miró a Leo sin saber bien qué decirle, y en ese momento sintió que su padre despertaba.

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