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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 17: El principio de algo malo



 


Chapter 17: El principio de algo malo
 


Los sueños de Chris siempre habían sido muy realistas. A veces orbitaba cosas dormido, cuando se creía en peligro. Y de niños, él y Wyatt podían dormirse en la cama y amanecer en el salón. Hacía mucho que no tenía pesadillas con demonios, ni brujos ni nada de eso: sus pesadillas solían tener que ver con el fallecimiento de su mujer. Sin embargo aquella noche soñó que estaba en el inframundo, de una forma que parecía que en verdad estuviera. Hacía tiempo que no hacía eso, pero no había necesidad: aquél mundo era bastante tranquilo, estando en él las embrujadas, el dos veces bendito, y el hermano del dos veces bendito, que tampoco era ningún inútil. Pocos demonios se atrevían a salir de sus escondites.
En su sueño, él era más joven. Quizá tendría veinte años, veintidós como mucho, y cada vez que lanzaba una poción un demonio estallaba en llamas. No empezó siendo una pesadilla; más bien era un sueño fruto de su añoranza por sentir la adrenalina. Incluso le gustaba, y le daba una pequeña (y agradable) sensación de poder. Pero luego supo, con ese conocimiento omnisciente que sólo se tiene en el mundo onírico, que no estaba sólo. Y les oyó.
- ¡Papá!
Tres voces juntas, que lo llamaban. Chris, el Chris del sueño, corrió por toda una cueva subterránea buscando a sus hijos. Las bolas de fuego de los demonios contra los que luchaba le pasaron rozando. Una le dio en el hombro, pero él no se detuvo. Tenía que encontrar a sus hijos.
En ese momento despertó. El hombro le dolía de verdad, pero eso era porque se había caído de la cama. Se levantó del suelo y miró el reloj: las 10.30.
"¿Las 10.30? ¡El colegio! ¡No van a llegar!"
Entonces recordó que era sábado, y se sintió tonto. Sábado. Sábado 16 de Noviembre. Hacía dos meses y dos semanas que tenía a sus chicos. Y además era el día de su cumpleaños. Cumplía treinta y tres, y se sintió viejo, pese a saber que en realidad aun se podía considerar joven.
Se puso unos vaqueros y una camiseta, y bajó a hacer el desayuno. Sin embargo, cuando entró en la cocina, el desayuno le estaba esperando en la mesa.
- ¡Sorpresa! – dijeron tres voces a una. Sus hijos salieron de debajo de la mesa. Chris aun estaba medio dormido, pero creía estar sonriendo.
- Todo lo que sea comestible lo ha hecho Nick. Si algo te envenena entonces es que lo he hecho yo. – dijo Peter, con una sonrisa. – Pero la idea del regalo fue mía.
¿Regalo? ¿Qué regalo? Chris vio entonces un paquete del tamaño de un libro en su silla, al lado de otro paquete de forma irregular.
- ¡Y ese otro es mío! – señaló Leo. – A mí no me han dejado cocinar.
Chris se limitaba a parpadear. No se esperaba aquello, en absoluto. Sobre la mesa había huevos revueltos, panceta, tortitas, cereales y fresas con nata. Además de leche, zumo, galletas y pan. Galletas caseras, para más aclaración. ¿Aquello era el desayuno o la comida? Tal vez era el desayuno, la comida y la cena todo junto, porque no iban a comerse todo aquello ni aunque cada uno comiera por tres personas.
- El tío Wyatt y su familia van a venir – explicó Nick, como si le hubiera leído el pensamiento – Le dije que mejor viniera a la comida, que para venir a desayunar tendría que madrugar, pero dijo que llegaría en un momento.
"Claro, como que va a orbitar".
- Bueno, ¿no vas a decir nada? – preguntó Peter, poniendo una mueca.
- Gracias – dijo Chris, aun impresionado y poco hablador. Estaba realmente sorprendido.
En ese momento llamaron al timbre. Aquello era una formalidad extraña en aquella casa, pero Wyatt tenía instrucciones de no orbitar ahí dentro hasta que los chicos estuvieran al tanto de su secreto. Nick fue a abrir la puerta, y saludó cortésmente a su tía y a sus primos, con quienes aun no tenía mucha confianza. A Wyatt, en cambio, le dio un abrazo.
- Qué bien que hayas venido. Llegas justo a tiempo, parece que Chris sigue mentalmente en la cama. No sé yo si éste sabe que es su cumpleaños.
Chris escuchó la risa potente de su hermano, y poco después le vio, cuando todos entraron en la cocina.
- Bienvenido a la senectud, hermanito.
- Siempre serás más viejo que yo, Wyatt.
Los dos se fundieron en un abrazo. Hacía mucho que Chris no celebraba su cumpleaños, pero aquél día prometía ser fantástico, rodeado de su familia.
Se sentaron a desayunar, y la verdad es que no había nada envenenado. Todo estaba bastante bueno, sobre todo las galletas caseras. Chris comió incluso sin tener hambre.
- Esto es…caray, no me lo esperaba. Muchas gracias, de verdad. – dijo en un momento de silencio, cuando sintió que había quedado como un desagradecido.
- Es tu cumpleaños – dijo Peter con un encogimiento de hombros. Venía a significar "es lo mínimo que podíamos hacer". De hecho, Peter y Nick lamentaban no haber organizado nada mejor, pero estaban faltos de práctica, de dinero, y de ideas.
- ¡Que abra los regalos! – dijo Leo. Chris había dejado a un lado los regalos mientras desayunaban, pero parecía que eran incapaces de comer nada más.
Chris cogió primero el paquete pequeño, el de Leo, y lo abrió con cuidado. Era una figura de arcilla. Se notaba que su hijo lo había hecho a mano. A Chris le preocupó por un momento no ser capaz de identificar lo que era y herir los sentimientos del niño, pero entonces se dio cuenta de que era él. Leo había hecho una escultura del propio Chris, y no estaba mal para ser obra de un niño de ocho años.
- ¿Te gusta? – preguntó Leo, mordiéndose el labio. Él no tenía dinero, ni sabía qué podía regalarle a su padre. Lo había hecho con su mejor intención, como todos los años, pero no hacía falta ser un lince para saber que el dibujo con macarrones del año pasado no había sido un gran regalo.
- Me encanta. – dijo con sinceridad, y ahogó a su hijo en un abrazo – Me encanta. Muchas gracias, hijo.
Leo sonrió de aquella forma dulce y plena que a Chris tanto le gustaba, porque era la misma sonrisa de su madre. Ella le faltaba, tendría que estar allí con él, la necesitaba…. pero intentó no entristecerse con esos pensamientos, y cogió el regalo de Nick y de Peter. Había creído que era un libro pero… era un álbum. Un álbum con las fotos de los gemelos, esa que Nick había mencionado una vez. Dos bebés idénticos haciendo monerías, dos bebés gateando, un criajo de cinco años subiéndose a una lámpara (¡A una lámpara! Tenía que ser Nick, seguro.) Allí había fotos de momentos que él se había perdido, y no existía en el mundo mejor regalo que un pedazo de aquellos instantes, recogido en forma de imagen.
- Hay unas veinte páginas en blanco – dijo Nick – Para que las llenes con la cámara que te va a regalar el tío Wyatt.
- Eso, tú díselo ¬¬. La cámara es de Linda. Mi regalo te lo doy luego. – dijo Wyatt, con una sonrisa que a Chris le dio muy mala espina.
- ¡Yo quiero ver las fotos! – dijo Leo.
Y así, durante los siguientes cinco minutos, el álbum fue rotando y la habitación se lleno de "Oooooohs" y "Qué mono". Hasta Wyatt, entre pulla y pulla, admiró los rizos rubios de los gemelos a los dos años, y Peter sólo quería que se lo tragara la tierra. Casi se arrepentía de haber sugerido aquél regalo. Casi, porque Chris lucía una sonrisa que bien merecía que pasara un poco de vergüenza.
Cuando la conversación decayó un poco, Nick le dio un codazo a Peter, e intercambiaron una mirada cómplice.
- Ahora no – masculló Peter.
- ¿Por qué no? – le preguntó Nick.
- Porque me muero de vergüenza.
Aquello bastó para que todos les miraran. Nick insistió, gestualmente.
- No, puedo, en serio – dijo Peter, que por alguna razón se había ruborizado.
- ¿Y para qué lo hemos hecho, entonces?
- ¿De qué se trata? – preguntó Chris con curiosidad?
Peter suspiró, dándose por vencido.
- Espera un segundo.
Fue a su cuarto a por la guitarra, y cuando bajó se esforzó por no mirar a nadie, salvo a Nick. Entonces, los dos hermanos cantaron una canción que habían compuesto para Chris.*
Sailing down behind the sun
Waiting for the prince to come
Praying for the healing rain
To restore my soul again
Just a toe rag on the run
How did I get here?
What have I done?
When will all my hopes arise?
How will I know him
When I look in my father's eyes?
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
When I looked in my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
Then the light begins to shine
And I hear those ancient lullabies
And as I watch this seedling grow
Feel my heart start to overflow
Where do I find the words to say?
How do I teach him?
What do we play?
Bit by bit, I've realized
That's when I need them
That's when I need my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
That's when I need my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
Then the jagged edge appears
Through the distant clouds of tears
Now I'm like a bridge that was washed away
My foundations were made of clay
As my soul slides down to die
How could I lose him?
What did I try?
Bit by bit, I've realized
That he was here with me
And I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
My father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
-Look into my father's eyes-
Cuando terminaron la canción, todo se quedó en silencio. Nick sintió la necesidad de llenar ese vacío.
- Compusimos la letra juntos…hace tiempo…y…queríamos….queríamos cantártela. A mí no se me dan bien estas cosas.
Chris no estaba de acuerdo: quizá no tuviera el mismo control de la voz que tenía Peter, pero no era desagradable. No le pareció que cantara mal en absoluto. Y aquella canción, aquél gesto, todo, le había encantado. Sin decir nada, se levantó y les abrazó.
- Nunca voy a olvidar esto – les dijo. Había captado el mensaje que la canción trasmitía: el de dos chicos que no habían conocido a su padre. El hecho de que se la cantaran a él era la forma de decir "pero ahora le hemos encontrado" – Os quiero.
Prolongaron el abrazo hasta que Wyatt soltó una tosecilla, indicando que aun estaban allí.
- Me habías dicho que Peter cantaba bien, pero pensé que exagerabas. Y te habías callado lo de Nick.
- Eso no lo sabía – comentó Chris, mirándole, como pidiendo una explicación.
- Yo no canto – dijo Nick – Salvo en la ducha. – añadió, y con eso provocó que Wyatt se riera.
Wyatt y su familia se quedaron hasta la hora de comer. Lo pasaron realmente bien, y antes de irse, Wyatt "secuestró" a Chris, para hablar con él en privado.
- Aun no te di mi regalo ¿recuerdas?
- No hace falta, yo…
- Shh. Toma.
Wyatt le dio una tarjeta con un número de teléfono.
- ¿Qué es esto?
- Tu cita.
- ¿Mi qué?
- Tu regalo. Se llama Amy, y la conocí anoche, cuando estuve en el P3.
- Haber si lo he entendido. Me das su teléfono….¿para que la llame?
Chris aun lo tenía que asimilar.
- Qué perspicaz. Le dije que tenía un hermano soltero…
- ….viudo.
- …disponible…Le hablé sobre ti, sobre tus hijos, y me pareció que era la mujer perfecta para que empezaras a ocuparte de tu vida sentimental.
- Wyatt – dijo Chris, con un suspiro, al ver que su hermano iba en serio. – sé que tenías buena intención pero…pero esto es…
- ¿Qué? ¿Atrevido? ¿Espontáneo?
- ¡Absurdo! No voy a tener una cita a ciegas. No voy a tener una cita, de ningún tipo. Yo…
- Tú eres un hombre, Chris. Tienes sólo treinta y tres años. No es tarde para…
- Yo ya tengo una mujer – dijo Chris, secamente.
- Tenías – corrigió Wyatt con delicadeza, poniendo una mano en el hombro de su hermano. – Y tampoco te pido que te cases con ella. Sólo conócela ¿vale? Me dio la impresión de que te caería bastante bien.
Chris miró el papelito como si allí estuvieran todas las respuestas.
- ¿Amy, dices?
- Sí. La han roto el corazón tantas veces que lo único que quiere es un hombre que vea más allá de su físico.
- No soy ningún arregla corazones. Y no soy el adecuado para arreglarle la autoestima a esa chica.
- Ni falta que hace, si es guapísima.
- ¿Entonces? ¿Qué querías decir con lo de "más allá de su físico"?
- Su último novio sólo la quería para divertirse un rato. Ella no busca esa clase de hombres.
- ¿Y tú cómo sabes todo eso?
- Se escuchan muchas cosas sirviendo un par de copas.
Chris se dio golpecitos con el papel en el dedo, pensativo. En ocasiones se sentía sólo. Leo llenaba su vida, y los dos gemelos la rebosaban, pero existe otra clase de compañía que a veces echaba en falta. Hacía mucho que había aceptado que su mujer estaba muerta y no iba a volver, pero no estaba dispuesto a "sustituirla". Sin embargo tal vez salir, hablar con alguien nuevo, pudiera hacerle bien. Si él hubiese muerto en lugar de su esposa, no hubiera deseado que ella pasara sola el resto de sus días.
- Lo pensaré ¿de acuerdo? Sólo te prometo eso.
- Estupendo. La recogerás a las ocho. – dijo Wyatt, y salió por la muerta.
- ¿Qué?
- ¡Por la parte de atrás! – le gritó, despidiéndose con la mano.
Chris dio la vuelta al papel y vio una dirección.
- ¡Wyatt! – gritó, pero ya se había ido.
No podía creérselo. Su hermano le había concertado una cita ¡a sus espaldas!. No estaba preparado. No…Chris sacó el móvil, dispuesto a llamar a esa chica para anularlo. Marcó el número, y esperó.
- ¿Diga? – respondió una voz, una voz aguda y femenina.
- ¿Amy? – preguntó, inseguro de lo que iba a decir. Realmente no sabía nada de aquella mujer.
- Sí, soy yo. ¿Quién habla?
- Chris. Chris Haliwell.
- ¡Oh! ¿El hermano de Wyatt?
- Sí…
- Tu hermano es bastante lanzado ¿sabes? Al principio pensé que estaba interesado en mí, o algo, pero luego me explico que le estaba haciendo un favor a su hermano. Aquello me habría sentado mal de no ser un tipo tan encantador. Además, sabe como "vender" a alguien. Te puso por las nubes. Qué, ¿llamas para cancelarlo? – preguntó la mujer, con naturalidad.
- Yo…- dijo Chris, pillado por sorpresa ante aquella pregunta tan directa.
- Tranquilo, ni siquiera esperaba que me llamaras. Le di el teléfono porque resultó muy insistente, y me pareció divertido.
Chris guardó silencio. Así que a ella también la habían "embaucado". La verdad es que sintió curiosidad… Amy parecía dulce y simpática y Chris se dio cuenta de que ni siquiera se había parado a pensar en cómo podía ser antes de llamarla.
- Bueno, pues encantada de conocerte, Chris – siguió la mujer, al teléfono, a punto de colgar.
- ¡Espera, no cuelgues! – dijo Chris, y se asombró a sí mismo al hacerlo.
"¿Y ahora, qué digo?"
- ¿Sí?
- ¿Tenía Wyatt algún plan para esta….esta….
- …cita? – concluyó Amy por él – No, que yo sepa. Me dijo que te esperara en casa a las ocho.
- Bien, pues espérame – dijo Chris, y colgó.
Tras la llamada, mientras mordía el móvil distraídamente, llegó a varias conclusiones.
1) Era idiota
2) Había perdido práctica con las mujeres
3) Seguía siendo idiota. ¿Por qué había hecho eso?
4) …tendría que buscar algo que ponerse.
Pasó la tarde con sus hijos, hasta eso de las seis y media. Sobre esa hora terminó la película que estaban viendo, y él fue a arreglarse.
- ¿A dónde vas? – le preguntó Leo, al ver que su padre se vestía de forma elegante, y hasta se peinaba.
- Sí, eso, ¿a dónde vas? – preguntó Peter, pero en un tono mucho menos inocente.
- Yo…ehm…no estoy seguro. Puede que a ningún sitio. Aun lo tengo que pensar.
- ¿Es una chica? – volvió a preguntar Peter, con un asomo de sonrisa. Nick giró la cabeza en su dirección, y se le quedó mirando fijamente, pero no dijo nada.
- Es cosa de Wyatt. – masculló Chris entre dientes.
- ¿Tienes una cita? – preguntó Peter, hablando ya más en serio.
- No lo llames así. Creía que el viejo aquí era yo – respondió Chris, arreglándose las mangas de la camisa. "Cita" sonaba demasiado formal.
- No eres viejo. Cumples 33 años. – dijo Peter. Entendía que Chris necesitara salir con gente de su edad. Que tuviera más vida a parte de la familiar. – Que lo pases bien. Y no vuelvas con otro hermano – añadió bromeando.
- ¡Peter! – exclamó Chris, sorprendido. Ya en alguna ocasión el chico había hecho bromas del estilo, pero Chris seguía sin acostumbrarse. Además, no era adecuado delante de Leo. Con su niño de ocho años no bromeaba sobre sexo, ni siquiera de aquella forma tan "suave".
- Sólo digo que tengas cuidado.
- Eso no va a ser necesario.
- Pues yo creo que sí. Teniendo en cuenta que ya tienes tres hijos, me parece que llevas un ritmo muy…
- Basta – cortó Chris. Aquello le hacía sentir incómodo, y no era del todo correcto. Era su padre, no su amigo. De hecho, ya era "papá". Se llevaban poca edad, y eso permitía que tuvieran una relación estrecha, pero de ahí a bromear sobre eso con su hijo había un paso.
Peter se calló de inmediato, percibiendo el estado de ánimo de Chris, pero no lo entendió. Aprovechó que Chris iba al baño a por un poco de gel fijador para ir tras él.
- ¿He dicho algo malo?
- No está bien que hagamos esas bromas, sólo eso. Y menos delante de Leo.
- ¿Por qué no?
- Es pequeño para saber…sobre esas cosas.
- ¿Eh?
Peter ponía su expresión más inocente, y Chris pensó que a lo mejor no se estaban entendiendo.
- A ver. ¿Qué querías decir con lo de "otro hermano" y "ten cuidado"?
- Que no te fugues a las Vegas y te cases con una madre soltera, porque parece que los hijos te crecen como setas. Sólo bromeaba. – dijo Peter, y de pronto añadió – Pero…pero…a lo mejor para ti no es una broma. A lo mejor…Si te ha molestado, a lo mejor es porque pensabas hacer justo eso. Yo…yo…si quieres otra esposa y otro hijo es…es normal.
- No, Peter. Sólo voy a salir a tomar algo. – dijo Chris, con paciencia. ¿De verdad era necesario que aclarara aquello? ¿Tenía él pinta de casarse con la primera mujer que veía?
- Ah. ¿Entonces por qué te ha molestado la broma?
- Pensaba que era algo más… subido de tono.
Peter entendió, y se puso rojo. "Otro hermano." "Cuidarse". Habían entendido cosas diferentes. Chris cayó de pronto en la cuenta de que nunca había hablado "del tema" con sus hijos. En realidad, daba por supuesto que alguien, en algún momento de su vida, lo habría hecho. Era evidente que sabían lo biológicamente básico, pero nunca habían tenido un padre. Chris quería dejar claro una cosa:
- Que no quiera que hagas bromas de eso delante de Leo no quiere decir que no puedas hablar conmigo del tema…si quieres.
- No Chris, no hace falta.- barbotó Peter, que quería desaparecer. A Chris no le gustó lo deprisa que respondió, como si quisiera evitar el tema, ni que se hubiera olvidado de que era "papá" y no Chris.
- Oye, sois mayores. Seréis mis niños, muy dulces, y todo eso, pero sois adolescentes. Y a lo mejor hacéis…cosas de adolescente.
Peter no dijo nada, pero se puso más colorado.
- No sé si hay alguna chica, o si la ha habido o si…
- Papá, papá – frenó Peter, muerto de vergüenza – Soy virgen ¿vale? Es más: nunca he tenido novia.
- ¿No? – preguntó Chris, que no sabía si sentirse aliviado, extrañado o incrédulo.
- No. Y que yo sepa Nick tampoco. No había chicas en el orfanato mayores de diez años. Y no había mucho contacto con "el mundo exterior".
- Vale – respondió Chris, más relajado y se permitió una sonrisa. En realidad, creía que los dos aun eran jóvenes para eso, pero no podía llegar a su vida a los dieciséis años y recriminarles algo que hubiera sucedido cuando él no estaba. Se alegró de que tal cosa nunca hubiera pasado. Se extendió el gel por el pelo y se lavó las manos. – Y tranquilo, que no voy a las Vegas. Pienso llevarla al P3.
- ¿Al trabajo? Vale que no sea un experto, pero no creo que esa sea la cita ideal.
- No trabajo en una oficina, Peter. El P3 es un buen lugar. Aunque ella ya lo conoce…-pensó de pronto. – Si no fuera la primera cita, la traería a casa. Es el mejor lugar para conocer de verdad a las personas.
Peter se dio cuenta de que, fuera en serio o no, aquella noche era importante para su padre.
- Oye ella…sabe…¿sabe que existimos?
- Sí. Wyatt se lo dijo. Y creo que no tiene hijos, así que no habrá otro hermano, por el momento.
- Vale, ahora soy yo el que quiere hablar en serio. ¿Eres consciente…de que eres un hombre soltero con tres hijos?
- Sí, ya lo había notado – respondió Chris, sin saber qué quería decirle.
- Puede que…nuestra existencia te lo ponga un poco difícil.
Chris le miró fijamente.
- Nunca saldría con una mujer a la que no le gustara mi familia. Si se da el caso, el problema lo tendría ella, no vosotros. De todas formas, da igual. No creo que nos veamos más veces.
- No digas eso. Sé que todo esto ha sido idea de Wyatt, pero tal vez funcione.
- Y tal vez no. Yo no sé si quiero que funcione. – confesó Chris – Pero no hay nada de malo por conocer…a otras personas.
- Claro que no. Papá…¿puedo preguntarte algo?
Chris le miró, atento por el repentino cambio en el tono de voz del chico. Asintió. Podía preguntarle lo que quisiera. Le pareció extraño que le pidiera permiso, pero Peter siempre era muy prudente.
- ¿Has salido…con otras mujeres…desde que murió tu mujer?
- No. Aunque esta no es la primera vez que Wyatt lo intenta.
- ¿Y por qué has dicho que sí ahora?
- No lo sé. Hablé con ella por teléfono y me cayó bien. Pero no lo pensé. Fui impulsivo.
- O quizá viste la oportunidad de librarte de nosotros por una noche – dijo Peter, sonriendo.
- Respecto a eso…No sé qué hacer con Leo.
- Mmmm ¿dejarle con nosotros? – preguntó Peter como diciendo "¿estás tonto?".
- Y ¿qué hago con vosotros?
- Chris, ya nos has dejado antes a los tres solos.
- Sí, pero nunca por irme por ahí, a divertirme. No me parece propio.
- No es que sepa de familias, aunque de hecho he tenido más que mucha gente, pero no creo que sea imprescindible que el padre esté condenado al aburrimiento eterno. No nos uses de escusa, Chris. Si quieres irte, vete.
Chris tardó en responder. Quizá Peter había dado en el clavo, y sólo buscaba excusas. Decidió cambiar de tema, antes de arrepentirse de salir aquella noche.
- Pensaba que era "papá".
- Eres papá. Es que aun no me acostumbro. Ya te dije que muchas veces pienso en ti como "Chris".
- ¿A qué pienso yo en ti como "bebé"? ¬¬
- Ya piensas en mi de esa forma – dijo Peter, riendo. Chris a veces les trataba de forma demasiado infantil, pero como no habían tenido un padre, no les importaba.
- ¿Vais a tardar mucho más? – preguntó Nick, entrando en el baño. Llevaban allí un buen rato. Chris miró el reloj.
- No, porque de hecho, se me hace tarde.
- Diviértete – le dijo Peter. Nick no dijo nada.
- ¿Vas a tardar mucho? – preguntó Leo, que había seguido a Nick, con vocecita de niño abandonado.
- ¿Quieres que me quede? – preguntó Chris, sintiéndose culpable de nuevo. Leo pareció pensarlo.
- No. Pero vuelve pronto.
- Te lo prometo – dijo Chris, alzando la mano derecha y poniendo cara de "promesa solemne".
Se despidió de los chicos, y se fue. Mientras metía las llaves en el coche, y volvía a mirar la dirección para no equivocarse, pensó que si aquello saldría bien, tendría que asegurarse de que Leo lo entendiera, pues no sabía qué idea podría haberse hecho el niño. Con lo listo que era, tal vez supiera perfectamente en qué podía acabar aquello.
"¿Pero qué estás pensando? Despierta Chris, no va a acabar en nada. ¿Es que te han afectado las tonterías de Peter? Sólo eres un hombre adulto que va a tomar algo con una mujer adulta. Hablaréis, serás amable y eso será todo. Probablemente no vuelvas a verla".
Pero la noche fue un éxito. Chris no tuvo que esforzarse por ser amable, como pensó que tendría que hacer, ni tuvo que fingir ser lo que no era. De hecho se sintió extraño por llevar camisa y fijador, como si se hubiera arreglado tanto para nada: ella se había presentado con una camiseta sencilla y unos vaqueros. Aquella naturalidad agradó a Chris desde el primer momento. Y además, así, sin maquillaje ni nada, se dio cuenta de que Wyatt tenía razón: era bastante guapa.
Después de lo que debía ser la décima carcajada de la noche, Amy se puso seria:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
Aquello le recordó a Peter esa misma tarde. Sólo que con ella sí tenía un poco más de reparos.
- Claro. – dijo, sin tenerlo tan claro, en verdad. Si era algo sobre su difunta mujer, no respondería.
- ¿Cómo es ser padre soltero?
Chris se relajó. No le importaba responder a eso.
- Una locura. Creo que ser padre es una locura en general, sobre todo con tres hijos. Pero cuando estás sólo, tienes que hacerlo todo. Tienes que ser la madre y el padre a la vez. Con Leo no hay ningún problema pero, cuando son adolescentes, cuesta un poco ocuparse de algunas cosas. Parece que nunca aciertas.
- Háblame de ellos – pidió Amy.
Chris se removió en su asiento. Estaban en un bar, tomando una copa en una mesa para dos. Finalmente no la había llevado al P3, aunque se sentía tonto yendo a la competencia. Entre sorbo y sorbo, le contó su historia. Le habló de Leo, le habló de que decidió adoptar, y le habló del 2pequeño cambio" en sus planes.
- Entonces, ¿los gemelos son adoptados? – preguntó ella, con interés. No parecía aburrida, a pesar de que estaba hablando él casi todo el rato.
- Sí. ¿Wyatt no te lo había dicho? Sí. Pensé que no me iban a dejar, por el tema de la edad y eso, pero por lo visto la ley establece que has de ser sólo diez años mayor. Hoy cumplo treinta y tres, así que….
- ¿Cumples años? ¡Felicidades! Caramba, y yo vengo sin un regalo.
- Ni falta que hace.
- Mmm. Yo soy el regalo de tu hermano ¿verdad? Por eso me dijo éste día. Soy tu regalo de cumpleaños.
- Sí…supongo que sí…- dijo Chris, sin saber si eso era bueno o malo, para ella.
- He sido muchas cosas, pero nunca había sido un regalo – comentó ella, sonriendo.
- ¿Y qué has sido? Quiero decir…¿en qué trabajas?
Era su turno de saber cosas de ella.
- Soy maestra en un jardín de infancia.
- ¿Con niños?
- No, con ositos de peluche. Sí, con niños, claro. – dijo Amy, y rió. Tenía una risa muy sonora, quizás no muy femenina, pero a Chris le gustaba.
- Tiene que ser agotador.
- No más que ser padre, y es sólo a media jornada.
Y así, estuvieron un rato más hablando de niños, trabajo, tonterías…y sobre la próxima vez que se verían. Porque se verían de nuevo. Chris casi no se dio cuenta de eso hasta que se despidieron. ¡Se verían de nuevo! Aquello no había ido mal. De hecho, había ido bastante bien. Se había sentido cómodo, y eso no se lo esperaba. Cuando llegó a casa su expresión debió delatarle, porque Peter, que le esperaba viendo la TV, le sonrió.
- ¿Qué tal te ha ido, Romeo?
- No he tenido que escalar ningún balcón.
- Eso está bien. No es tan romántico como piensan. Generalmente hay rosas, y se te clavan. Lo digo por experiencia.
- ¿No era que no habías tenido novia?
- Y no he tenido, pero sí he escalado un balcón. Es una historia interesante… Te la contaré algún día, cuando mi abogado esté presente y lo que diga no pueda ser utilizado en mi contra.
Christopher sacudió la cabeza. A veces Peter podía ser más descarado que Nick…que por cierto, no estaba.
- ¿Y Leo y Nick?
- Durmiendo.
- ¿Nick también?
- Me dijo textualmente "ya que sigo condenado a aburrirme sin televisión, voy a aburrirme en mi cuarto".
- Ya no está castigado.
- Pues deberías decírselo, porque él no lo sabe.
- Lo haré. De todas formas, quiero subir a darle las buenas noches. – comentó Chris, ya con un pie en las escaleras.
- Yo que tú no lo haría.
- ¿Por qué no?
- Creo que está enfadado por algo.
- ¿Conmigo?
- No lo sé, pero por si acaso, mantente lejos de su alcance.
- No será para tanto.
Chris ya había visto a Nick enfadado. Tenía genio, pero no era mal chico.
- Yo te lo he advertido – dijo Peter, pero lo que alarmó a Chris fue ver que no bromeaba. Decidió no darle importancia y subió primero a ver a Leo. El niño estaba dormido, así que le dio un beso intentando no despertarle, y casi lo consiguió.
- No has venido pronto – reprochó el niño, entre sueños.
- Sólo son las diez. Eso para los adultos es pronto.
Demasiado pronto, en realidad. Apenas había estado hora y media con Amy.
- Prefiero que me acuestes tú a que lo haga Peter – le confesó el niño.
- ¿Por qué?
- Porque es mi hermano: es raro que él me dé un beso, y sin beso no me duermo.
Chris sonrió, y le dio otro beso, ésta vez estando el niño despierto. Le revolvió el pelo y le dejó dormir.
Fue al cuarto de Nick y entró con discreción, pero no hizo falta, porque el chico estaba despierto. Estaba en la mesa, con el ordenador que les habían regalado. Cerró una página cuando Chris entró. Chris se dio cuenta, pero no dijo nada. No estaba seguro de querer saber lo que era, y además, no era especialmente cotilla en esas cosas. A él le ponía muy nervioso que vieran lo que estaba haciendo en el ordenador, se sentía espiado.
- Hola – saludó – Ya he vuelto.
- Ya lo veo.
Vale, Peter tenía razón: estaba enfadado. La cuestión era ¿por qué?
- Oye, Pete me ha dicho que no has bajado a ver la tele. Ya no estás castigado, Nick. El tiempo pasó hace dos días. De hecho, hoy has visto la tele conmigo.
- No me acordaba.- dijo en un tono bastante seco.
- ¿Te pasa algo, hijo?
- ¿Te pasa algo a ti?
Aquello bordeaba el límite de lo que Chris le iba a permitir, pero había tenido un buen día, era su cumpleaños, y no iba a enfadarse tan pronto.
- No, estoy perfectamente. Lo he pasado muy bien, en realidad.
- Cuéntaselo a quien le interese. No quiero los detalles morbosos.
- ¿Detalles morbosos? Nick, relájate. Si estás cansado, lo entiendo, te dejaré tranquilo, pero no hay necesidad de ser tan antipático.
- Bueno, pues así es como soy, sino te gusta, ahí tienes la puerta.
- Aclaremos un par de puntos: esta es mi casa, así que no puedes hablarme así.
- Pues lo estoy haciendo.
- Sí, y puede que te arrepientas.
- Qué miedo.
- Nick, basta ya. Vamos, se acabó el ordenador por hoy. Vete a la cama.
- Aun son las diez.
- A la cama – dijo Chris, con firmeza, pero sin gritar.
- ¿Eso es un castigo? Porque nadie lo diría.
- ¿Prefieres unos azotes? – dijo Chris, harto de tanta incomprensible insolencia. No le había hecho nada, que él supiera.
- Prefiero que me dejes en paz.
- Lamentablemente – dijo Chris, acercándose y cerrando la rapa del portátil, ya que Nick no lo hacía. – eso no está entre tus opciones.
Le levantó y le dio dos azotes algo fuertes, dejando claro que no estaba dispuesto a consentir esa clase de respuestas. Eso era un aviso. Contra todo pronóstico, Nick reaccionó empujándole, y aquello pilló a Chris tan de sorpresa que llegó a darse contra la pared. No se hizo mucho daño, pero intentó asimilar el hecho de que Nick le había empujado.
- Métete tus opciones donde te quepan, gilipollas.
Nick alzó la mano, como si fuera a darle un puñetazo, pero la bajó y se dio la vuelta.
Chris tardó unos instantes en reaccionar. No sólo no le había pedido perdón por empujarle, sino que le insultaba y le seguía desafiando. Nick, con toda la tranquilidad del mundo, había vuelto a sentarse y a abrir la tapa del ordenador.
- Nicholas, ve a por el cepillo. Ahora.
- Si lo quieres, ve tú a por él.
- Si voy yo a por él, será peor para ti.
- O para ti, si te lo tiro a la cabeza.
Sin decir nada, Chris se dirigió a él, volvió a cerrar el ordenador, y lo sacó de la mesa. No recordaba haber estado tan enfadado en su vida. Nick le había agredido. Verbal y físicamente. Y sin ningún motivo que él comprendiera. Aquella última amenaza sobre tirarle el cepillo había sido la última.
- Ponte de pie – le dijo a Nick. Mientras decía esto, Chris se quitó el cinturón. Nick pareció asustarse, pero en seguida volvió de nuevo a su actitud insolente. Para empezar, no le obedeció. Chris, con voz de hielo, se lo repitió – Ponte de pie.
- Que te den.
Chris no lo pensó, su mano se movió sola y le cruzó la cara a Nick de un bofetón. Se había prometido mil veces que nunca les pegaría en la cara, pero lo había hecho, del mismo modo que se había prometido mil veces que nunca utilizaría el cinturón, pero se lo había quitado. Se llamó de todo internamente por haber perdido los nervios, pero sabía que no le había dado muy fuerte. Y al menos consiguió que Nick, por fin, se pusiera de pie.
- Apóyate sobre la mesa – le dijo, pero aun se sentía mal por haberse dejado llevar por su furia y la voz no le salió tan firme como debería. Esto fue un error, porque Nick interpretó aquello como debilidad, y le sirvió para recuperar la valentía perdida.
- En tus sueños.
Esta vez Chris se controló. Se puso tras él y le obligó a apoyarse en la mesa, cogiéndole del cuello. Hizo fuerza para que Nick no se levantara, pero no para hacerle daño. Cogió el cinturón, asegurándose de coger la hebilla para no hacerle verdadero daño, y le dio el primer cinturonazo, directo en la parte alta del muslo, aun con el pantalón puesto. Pero la tela no sirvió de mucha protección, porque Nick aulló, pese a sus propósitos de no hacer ningún ruido.
ZAS
Auuuu
ZAS Aaah ZAS Auuu ZAS Aii ZAS Nick se mordió los labios, y dejó escapar el aire entre los dientes. Trató de llevar las manos a la espalda, pero Chris no le dejó. ZAS ZAS
- Nick, las manos.
Nada.
- Nick, puedo hacerte daño si pones las manos. Quítalas, por favor.
Se dio cuenta en ese momento de que Nick estaba llorando. Le quedó claro que no iba a tener ninguna colaboración por su parte, así que le retiró las manos y se las puso a la espalda, donde se las pudo sujetar.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
Nick se dejó caer sobre le mesa, llorando.
- Ahora, ¿vas a ir a por el cepillo, o tengo que bajarte la ropa y continuar?
Nick sollozó, pero emitió algo que se parecía a una afirmación, y corrió al baño. Chris tiró el cinturón sobre la cama, y suspiró. Nick tardó algo más de lo necesario para coger el cepillo, pero Chris no dijo nada. Tomó el cepillo cuando Nick se lo dio, y se sentó en un lado de la cama. Colocó a Nick sobre sus rodillas, que no ofreció ninguna resistencia. Le bajó el pantalón y los calzoncillos, y pudo ver las marcas de unas franjas rojas, por el cinturón. Sólo eran rojeces, pero Chris estaba seguro de que le dolía mucho. El chico sólo lloraba, y Chris tuvo que reunir mucha fuerza de voluntad para ignorar aquél llanto.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Cuál es la segunda norma, Nick?
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Nick, igual que lo he dejado puedo volver a coger el cinturón. Ya llevas aquí un tiempo, me conoces, y sabes qué cosas no voy a permitir: no voy a tener tanta paciencia como al prinicpio ni voy a ser tan suave. ¿Cuál es la segunda norma?
- No…sniff….no se grita….snifff ni se insulta a otros miembros de la familia.
- Exacto. Y tú me has gritado, me has insultado, y me has hablado de una forma que no es admisible.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Cuál es la tercera norma?
- Sí….sí papá dice algo hay que obedecerle.
- Exacto. Si te digo que dejes el ordenador, dejas el ordenador.
CRACK CRACK CRACK
- Si te digo que vayas a por el cepillo, vas a por el cepillo.
CRACK CRACK CRACK
- Si te digo que te pongas de pie, te pones de pie
CRACK CRACK CRACK
- Y si te digo que apoyes sobre la mesa, te apoyas sobre la mesa
CRACK CRACK CRACK
- Nick, esto no está escrito en las normas, pero es un gran NO y voy a asegurarme de que lo aprendas: no debes empujarme ni agredirme de ninguna otra manera. Tampoco puedes amenazarme.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- No lo haré más, papa, por favor.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- No sé qué es lo que te ha pasado, Nick, pero yo no soy consciente de haber hecho nada. Si te he molestado de alguna forma, lo hablas conmigo. No consentiré más desplantes, insolencias y groserías. ¿Entendido?
- Siiiiiiiii
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris dejó el cepillo y esperó a que Nick se levantara, pero este no parecía consciente de que el castigo ya había terminado. Lloraba con fuertes convulsiones. Chris sabía que le había dado cincuenta y dos azotes con el cepillo, y doce con el cinturón. Había pegado a Peter más duramente en una ocasión, pero Peter tenía más tolerancia al dolor, y con él no había utilizado el cinturón. Chris sabía que Nick tardaría mucho tiempo en olvidar aquello, y aquella había sido su intención, pero eso no evitó que lamentara profundamente haber tenido que hacerlo. Con cuidado, le ayudó a incorporarse un poco, y le sostuvo contra su pecho, al principio sin decir nada, escuchándole llorar porque creía que era justo que escuchara el fruto del dolor que él mismo había provocado. No quería hacerse insensible al llanto de su hijo.
Después, comenzó a acariciarle el pelo y la espalda. Le frotó la espalda haciendo círculos con la palma de su mano, y enredó los dedos en el cabello rizado y despeinado de su hijo. Comenzó a sisear con dulzura, como se hace con los bebés para que se calmen y se duerman. Sólo cuando el llanto de Nick comenzó a ser más tranquilo, empezó a hablar.
- Ya está. Ya pasó. Cálmate, cielo. Ya está.
Nick se abrazó a él, como si sólo entonces fuera consciente de que estaba en los brazos de Chris. Chris siguió con aquellos mantras dulces un rato más, y antes de poder decir nada con más sentido, Nick se le adelantó.
- ¿Por qué me abrazas? – le preguntó. Aquella pregunta era extraña, y no se la esperaba. - ¿Y por qué lloras?
Chris se dio cuenta de que él también tenía lágrimas en la cara, aunque no era consciente de haberlas derramado.
- Porque te duele. Aunque ahora no me creas, yo quiero evitarte cualquier dolor, no causártelo.
Nick no dijo nada. Siguió abrazado a él hasta que dejó de llorar. Aun tenía la voz tomada, el rostro humedecido y aquél maldito dolor perenne, pero había conseguido dejar de llorar.
- Odio esa cosa – dijo Nick, señalando el cinturón que estaba a la derecha de ellos, en la cama.
- Yo también. No pensaba utilizarlo. Te dije que fueras a por el cepillo. – le dijo Chris.
Nick no dijo nada y se quedó allí, semisentado sobre Chris. Comenzó a juguetear con los botones de la camisa de su padre. A Chris aquello le resultó curioso, porque era lo mismo que hacía a veces Leo con la cremallera, o con cualquier cosa que tuviera a mano.
- ¿No vas a gritarme? – preguntó Nick al cabo del rato, y Chris negó con la cabeza. - ¿Ni a pegarme más?
- ¿Te parece poco? Es la tunda más grande que te he dado, y espero que no me hagas volver a repetirla.
- Pero yo te he empujado. Te he insultado, y te he faltado al respeto.
- Sí – asintió Chris, sin comprender a dónde quería llegar.
- Lo siento.
- Estás perdonado, ya lo sabes.
- Pero…- insistió Nick.
- ¿Sí?
- Tú no te has defendido. No me has empujado de vuelta, ni me has insultado. Incluso me has apartado las manos para no hacerme daño. Has…has mantenido el control. Estabas enfadado pero…yo pensé que ibas a matarme.
- Nick, estaba enfadado, pero no voy a pelearme contigo, ni a insultarte, ni, por supuesto, a matarte. No es una venganza, Nick, es un castigo. Y respecto a eso… siento haberte pegado en la cara. – dijo Chris, y le acarició la mejilla con los dedos - Sí que perdí los nervios.
- Estoy intentando pedirte disculpas. No me ayudas si te disculpas tú.
- Nick, ya te has disculpado. Ya te he perdonado. Ya está.
- No lo entiendes. Tú no sabes las cosas que he pensado…
- ¿Mientras te pegaba? Es normal. Lo que importa no es lo que pensaras entonces, sino lo que pienses ahora. ¿Entiendes por qué lo he hecho?
- Porque yo no tengo autocontrol – respondió Nick. – He tenido miedo.
Chris le abrazó.
- Siento haberte asustado.
- No de ti. He tenido miedo de mí. He estado a punto de meterte un puñetazo.
- No lo has hecho.
- Pero te he empujado. He…yo…quería hacerte daño.
- Se llama rabia, Nick. La sientes a menudo. No es algo que te vaya a permitir, pero no entiendo por qué te sorprendes tanto.
Entonces Nick, comenzó a llorar de nuevo.
- Porque tú no la has sentido. Tú no la sientes nunca. Tú me tratas mejor de lo que yo te trato a ti.
Chris le levantó la cabeza.
- ¿Te sientes culpable? – le preguntó, creyendo entender. Nick asintió. Chris le dio un beso en la frente. – Este es el chico que me ha cantado una canción esta mañana. Este es el chico que me ha levantado con una sorpresa en el día de mi cumpleaños. Este es el chico que se ha convertido en el mejor regalo que me ha dado la vida. Este es el chico al que quiero con toda mi alma. No veo por ningún lado al chico que me ha empujado. ¿Lo ves tú por aquí? Yo sólo veo a mi hijo. Veo a un niño asustado que se enfada cuando las cosas no son como él quiere. Veo a un niño con fuerza de hombre, que no es consciente de cuándo la usa. Veo a un niño que como no encuentra palabras para expresar su enfado, lo hace a través de la violencia. Porque es lo que la vida le ha enseñado. Ahora mi trabajo es enseñarte algo nuevo.
Nick le miró, intentando comprenderle. Chris no parecía ni siquiera un poco enfadado, y minutos antes parecía a punto de explotar.
- ¿Por qué estabas tan enfadado? – le preguntó Chris, al cabo de un rato, pero Nick no respondió. - ¿Tiene que ver con que hoy haya salido? ¿Es por eso?
Nick guardó silencio.
- ¿No me lo quieres contar?
Nick negó con la cabeza, y Chris dudó sobre si debía insistir. Lo último que quería era tener otro enfrentamiento con su hijo. Decidió dejarlo estar, por el momento.
- Nick, ahora es tarde, estás cansado, y adolorido. Duerme un poco. Pero mañana quiero que me cuentes lo que ha pasado. Si no lo haces, lo consideraré como una mentira ¿entendido? – esperó a que asintiera. – Para que no haya dudas, si creo que me mientes, tendré que castigarte.
Nick volvió a asentir. Chris le dio un beso, y le dejó descansar.
Peter seguía en el salón cuando bajó, pero ya no veía la tele. Por su expresión, Chris dedujo que les había oído, o al menos lo suficiente para saber lo que había pasado, pero el chico no dijo más que:
- Te lo había advertido.
- Odio que me digan te lo dije, Peter.
- Bueno, pues entonces pégame a mí también.
Tanta hostilidad de tantos frentes distintos iba a acabar con Christopher.
- ¿Y a ti qué te he hecho?
- No escucharme. Te dije que no subieras. Te dije que estaba enfadado.
- Todo el mundo se enfada. Tiene que aprender a controlar su genio.
- Le dijo el tuerto al ciego.
- Oye, te estás pasando.
Chris no se podía creer aquello. Con lo bien que había ido el día hasta hacía sólo un rato…
- Lo sé. Perdona. Es sólo que odio oírle llorar.
Chris se relajó y le dio un abrazo.
- No más que yo, te lo aseguro. Buenas noches, Peter. No te acuestes tarde.
 


*N.A.: La canción en realidad es de Eric Calpton. Y por cierto, la historia de su composición es realmente triste. Y la letra me conmueve xD 

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