Chapter 17: El principio de algo malo
Los sueños de Chris
siempre habían sido muy realistas. A veces orbitaba cosas dormido, cuando se
creía en peligro. Y de niños, él y Wyatt podían dormirse en la cama y amanecer
en el salón. Hacía mucho que no tenía pesadillas con demonios, ni brujos ni
nada de eso: sus pesadillas solían tener que ver con el fallecimiento de su
mujer. Sin embargo aquella noche soñó que estaba en el inframundo, de una forma
que parecía que en verdad estuviera. Hacía tiempo que no hacía eso, pero no
había necesidad: aquél mundo era bastante tranquilo, estando en él las
embrujadas, el dos veces bendito, y el hermano del dos veces bendito, que
tampoco era ningún inútil. Pocos demonios se atrevían a salir de sus
escondites.
En su sueño, él era
más joven. Quizá tendría veinte años, veintidós como mucho, y cada vez que
lanzaba una poción un demonio estallaba en llamas. No empezó siendo una
pesadilla; más bien era un sueño fruto de su añoranza por sentir la adrenalina.
Incluso le gustaba, y le daba una pequeña (y agradable) sensación de poder.
Pero luego supo, con ese conocimiento omnisciente que sólo se tiene en el mundo
onírico, que no estaba sólo. Y les oyó.
- ¡Papá!
Tres voces juntas,
que lo llamaban. Chris, el Chris del sueño, corrió por toda una cueva
subterránea buscando a sus hijos. Las bolas de fuego de los demonios contra los
que luchaba le pasaron rozando. Una le dio en el hombro, pero él no se detuvo.
Tenía que encontrar a sus hijos.
En ese momento
despertó. El hombro le dolía de verdad, pero eso era porque se había caído de
la cama. Se levantó del suelo y miró el reloj: las 10.30.
"¿Las 10.30?
¡El colegio! ¡No van a llegar!"
Entonces recordó que
era sábado, y se sintió tonto. Sábado. Sábado 16 de Noviembre. Hacía dos meses
y dos semanas que tenía a sus chicos. Y además era el día de su cumpleaños.
Cumplía treinta y tres, y se sintió viejo, pese a saber que en realidad aun se
podía considerar joven.
Se puso unos
vaqueros y una camiseta, y bajó a hacer el desayuno. Sin embargo, cuando entró
en la cocina, el desayuno le estaba esperando en la mesa.
- ¡Sorpresa! –
dijeron tres voces a una. Sus hijos salieron de debajo de la mesa. Chris aun
estaba medio dormido, pero creía estar sonriendo.
- Todo lo que sea
comestible lo ha hecho Nick. Si algo te envenena entonces es que lo he hecho
yo. – dijo Peter, con una sonrisa. – Pero la idea del regalo fue mía.
¿Regalo? ¿Qué
regalo? Chris vio entonces un paquete del tamaño de un libro en su silla, al lado
de otro paquete de forma irregular.
- ¡Y ese otro es
mío! – señaló Leo. – A mí no me han dejado cocinar.
Chris se limitaba a
parpadear. No se esperaba aquello, en absoluto. Sobre la mesa había huevos
revueltos, panceta, tortitas, cereales y fresas con nata. Además de leche,
zumo, galletas y pan. Galletas caseras, para más aclaración. ¿Aquello era el
desayuno o la comida? Tal vez era el desayuno, la comida y la cena todo junto,
porque no iban a comerse todo aquello ni aunque cada uno comiera por tres personas.
- El tío Wyatt y su
familia van a venir – explicó Nick, como si le hubiera leído el pensamiento –
Le dije que mejor viniera a la comida, que para venir a desayunar tendría que
madrugar, pero dijo que llegaría en un momento.
"Claro, como
que va a orbitar".
- Bueno, ¿no vas a
decir nada? – preguntó Peter, poniendo una mueca.
- Gracias – dijo
Chris, aun impresionado y poco hablador. Estaba realmente sorprendido.
En ese momento
llamaron al timbre. Aquello era una formalidad extraña en aquella casa, pero Wyatt
tenía instrucciones de no orbitar ahí dentro hasta que los chicos estuvieran al
tanto de su secreto. Nick fue a abrir la puerta, y saludó cortésmente a su tía
y a sus primos, con quienes aun no tenía mucha confianza. A Wyatt, en cambio,
le dio un abrazo.
- Qué bien que hayas
venido. Llegas justo a tiempo, parece que Chris sigue mentalmente en la cama.
No sé yo si éste sabe que es su cumpleaños.
Chris escuchó la
risa potente de su hermano, y poco después le vio, cuando todos entraron en la
cocina.
- Bienvenido a la
senectud, hermanito.
- Siempre serás más
viejo que yo, Wyatt.
Los dos se fundieron
en un abrazo. Hacía mucho que Chris no celebraba su cumpleaños, pero aquél día
prometía ser fantástico, rodeado de su familia.
Se sentaron a
desayunar, y la verdad es que no había nada envenenado. Todo estaba bastante
bueno, sobre todo las galletas caseras. Chris comió incluso sin tener hambre.
- Esto es…caray, no
me lo esperaba. Muchas gracias, de verdad. – dijo en un momento de silencio,
cuando sintió que había quedado como un desagradecido.
- Es tu cumpleaños –
dijo Peter con un encogimiento de hombros. Venía a significar "es lo
mínimo que podíamos hacer". De hecho, Peter y Nick lamentaban no haber
organizado nada mejor, pero estaban faltos de práctica, de dinero, y de ideas.
- ¡Que abra los
regalos! – dijo Leo. Chris había dejado a un lado los regalos mientras
desayunaban, pero parecía que eran incapaces de comer nada más.
Chris cogió primero
el paquete pequeño, el de Leo, y lo abrió con cuidado. Era una figura de
arcilla. Se notaba que su hijo lo había hecho a mano. A Chris le preocupó por
un momento no ser capaz de identificar lo que era y herir los sentimientos del
niño, pero entonces se dio cuenta de que era él. Leo había hecho una escultura
del propio Chris, y no estaba mal para ser obra de un niño de ocho años.
- ¿Te gusta? –
preguntó Leo, mordiéndose el labio. Él no tenía dinero, ni sabía qué podía
regalarle a su padre. Lo había hecho con su mejor intención, como todos los
años, pero no hacía falta ser un lince para saber que el dibujo con macarrones
del año pasado no había sido un gran regalo.
- Me encanta. – dijo
con sinceridad, y ahogó a su hijo en un abrazo – Me encanta. Muchas gracias,
hijo.
Leo sonrió de
aquella forma dulce y plena que a Chris tanto le gustaba, porque era la misma
sonrisa de su madre. Ella le faltaba, tendría que estar allí con él, la
necesitaba…. pero intentó no entristecerse con esos pensamientos, y cogió el
regalo de Nick y de Peter. Había creído que era un libro pero… era un álbum. Un
álbum con las fotos de los gemelos, esa que Nick había mencionado una vez. Dos
bebés idénticos haciendo monerías, dos bebés gateando, un criajo de cinco años
subiéndose a una lámpara (¡A una lámpara! Tenía que ser Nick, seguro.) Allí
había fotos de momentos que él se había perdido, y no existía en el mundo mejor
regalo que un pedazo de aquellos instantes, recogido en forma de imagen.
- Hay unas veinte
páginas en blanco – dijo Nick – Para que las llenes con la cámara que te va a
regalar el tío Wyatt.
- Eso, tú díselo ¬¬.
La cámara es de Linda. Mi regalo te lo doy luego. – dijo Wyatt, con una sonrisa
que a Chris le dio muy mala espina.
- ¡Yo quiero ver las
fotos! – dijo Leo.
Y así, durante los
siguientes cinco minutos, el álbum fue rotando y la habitación se lleno de
"Oooooohs" y "Qué mono". Hasta Wyatt, entre pulla y pulla,
admiró los rizos rubios de los gemelos a los dos años, y Peter sólo quería que
se lo tragara la tierra. Casi se arrepentía de haber sugerido aquél regalo.
Casi, porque Chris lucía una sonrisa que bien merecía que pasara un poco de
vergüenza.
Cuando la
conversación decayó un poco, Nick le dio un codazo a Peter, e intercambiaron
una mirada cómplice.
- Ahora no –
masculló Peter.
- ¿Por qué no? – le
preguntó Nick.
- Porque me muero de
vergüenza.
Aquello bastó para
que todos les miraran. Nick insistió, gestualmente.
- No, puedo, en
serio – dijo Peter, que por alguna razón se había ruborizado.
- ¿Y para qué lo
hemos hecho, entonces?
- ¿De qué se trata?
– preguntó Chris con curiosidad?
Peter suspiró,
dándose por vencido.
- Espera un segundo.
Fue a su cuarto a
por la guitarra, y cuando bajó se esforzó por no mirar a nadie, salvo a Nick.
Entonces, los dos hermanos cantaron una canción que habían compuesto para
Chris.*
Sailing down behind the sun
Waiting for the prince to come
Praying for the healing rain
To restore my soul again
Waiting for the prince to come
Praying for the healing rain
To restore my soul again
Just a toe rag on the run
How did I get here?
What have I done?
When will all my hopes arise?
How will I know him
When I look in my father's eyes?
How did I get here?
What have I done?
When will all my hopes arise?
How will I know him
When I look in my father's eyes?
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
When I looked in my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
My father's eyes
When I looked in my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
Then the light begins to shine
And I hear those ancient lullabies
And as I watch this seedling grow
Feel my heart start to overflow
And I hear those ancient lullabies
And as I watch this seedling grow
Feel my heart start to overflow
Where do I find the words to say?
How do I teach him?
What do we play?
Bit by bit, I've realized
That's when I need them
That's when I need my father's eyes
How do I teach him?
What do we play?
Bit by bit, I've realized
That's when I need them
That's when I need my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
That's when I need my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
My father's eyes
That's when I need my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
Then the jagged edge appears
Through the distant clouds of tears
Now I'm like a bridge that was washed away
My foundations were made of clay
Through the distant clouds of tears
Now I'm like a bridge that was washed away
My foundations were made of clay
As my soul slides down to die
How could I lose him?
What did I try?
Bit by bit, I've realized
That he was here with me
And I looked into my father's eyes
How could I lose him?
What did I try?
Bit by bit, I've realized
That he was here with me
And I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
My father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
I looked into my father's eyes
-Look into my father's eyes-
My father's eyes
-Look into my father's eyes-
Cuando terminaron la
canción, todo se quedó en silencio. Nick sintió la necesidad de llenar ese
vacío.
- Compusimos la
letra juntos…hace tiempo…y…queríamos….queríamos cantártela. A mí no se me dan
bien estas cosas.
Chris no estaba de
acuerdo: quizá no tuviera el mismo control de la voz que tenía Peter, pero no
era desagradable. No le pareció que cantara mal en absoluto. Y aquella canción,
aquél gesto, todo, le había encantado. Sin decir nada, se levantó y les abrazó.
- Nunca voy a
olvidar esto – les dijo. Había captado el mensaje que la canción trasmitía: el
de dos chicos que no habían conocido a su padre. El hecho de que se la cantaran
a él era la forma de decir "pero ahora le hemos encontrado" – Os
quiero.
Prolongaron el
abrazo hasta que Wyatt soltó una tosecilla, indicando que aun estaban allí.
- Me habías dicho
que Peter cantaba bien, pero pensé que exagerabas. Y te habías callado lo de
Nick.
- Eso no lo sabía –
comentó Chris, mirándole, como pidiendo una explicación.
- Yo no canto – dijo
Nick – Salvo en la ducha. – añadió, y con eso provocó que Wyatt se riera.
Wyatt y su familia
se quedaron hasta la hora de comer. Lo pasaron realmente bien, y antes de irse,
Wyatt "secuestró" a Chris, para hablar con él en privado.
- Aun no te di mi
regalo ¿recuerdas?
- No hace falta, yo…
- Shh. Toma.
Wyatt le dio una
tarjeta con un número de teléfono.
- ¿Qué es esto?
- Tu cita.
- ¿Mi qué?
- Tu regalo. Se
llama Amy, y la conocí anoche, cuando estuve en el P3.
- Haber si lo he
entendido. Me das su teléfono….¿para que la llame?
Chris aun lo tenía
que asimilar.
- Qué perspicaz. Le
dije que tenía un hermano soltero…
- ….viudo.
- …disponible…Le
hablé sobre ti, sobre tus hijos, y me pareció que era la mujer perfecta para
que empezaras a ocuparte de tu vida sentimental.
- Wyatt – dijo
Chris, con un suspiro, al ver que su hermano iba en serio. – sé que tenías
buena intención pero…pero esto es…
- ¿Qué? ¿Atrevido?
¿Espontáneo?
- ¡Absurdo! No voy a
tener una cita a ciegas. No voy a tener una cita, de ningún tipo. Yo…
- Tú eres un hombre,
Chris. Tienes sólo treinta y tres años. No es tarde para…
- Yo ya tengo una
mujer – dijo Chris, secamente.
- Tenías – corrigió
Wyatt con delicadeza, poniendo una mano en el hombro de su hermano. – Y tampoco
te pido que te cases con ella. Sólo conócela ¿vale? Me dio la impresión de que
te caería bastante bien.
Chris miró el
papelito como si allí estuvieran todas las respuestas.
- ¿Amy, dices?
- Sí. La han roto el
corazón tantas veces que lo único que quiere es un hombre que vea más allá de
su físico.
- No soy ningún
arregla corazones. Y no soy el adecuado para arreglarle la autoestima a esa
chica.
- Ni falta que hace,
si es guapísima.
- ¿Entonces? ¿Qué
querías decir con lo de "más allá de su físico"?
- Su último novio
sólo la quería para divertirse un rato. Ella no busca esa clase de hombres.
- ¿Y tú cómo sabes
todo eso?
- Se escuchan muchas
cosas sirviendo un par de copas.
Chris se dio
golpecitos con el papel en el dedo, pensativo. En ocasiones se sentía sólo. Leo
llenaba su vida, y los dos gemelos la rebosaban, pero existe otra clase de
compañía que a veces echaba en falta. Hacía mucho que había aceptado que su
mujer estaba muerta y no iba a volver, pero no estaba dispuesto a "sustituirla".
Sin embargo tal vez salir, hablar con alguien nuevo, pudiera hacerle bien. Si
él hubiese muerto en lugar de su esposa, no hubiera deseado que ella pasara
sola el resto de sus días.
- Lo pensaré ¿de
acuerdo? Sólo te prometo eso.
- Estupendo. La
recogerás a las ocho. – dijo Wyatt, y salió por la muerta.
- ¿Qué?
- ¡Por la parte de
atrás! – le gritó, despidiéndose con la mano.
Chris dio la vuelta
al papel y vio una dirección.
- ¡Wyatt! – gritó,
pero ya se había ido.
No podía creérselo.
Su hermano le había concertado una cita ¡a sus espaldas!. No estaba preparado.
No…Chris sacó el móvil, dispuesto a llamar a esa chica para anularlo. Marcó el
número, y esperó.
- ¿Diga? – respondió
una voz, una voz aguda y femenina.
- ¿Amy? – preguntó,
inseguro de lo que iba a decir. Realmente no sabía nada de aquella mujer.
- Sí, soy yo. ¿Quién
habla?
- Chris. Chris
Haliwell.
- ¡Oh! ¿El hermano
de Wyatt?
- Sí…
- Tu hermano es
bastante lanzado ¿sabes? Al principio pensé que estaba interesado en mí, o
algo, pero luego me explico que le estaba haciendo un favor a su hermano.
Aquello me habría sentado mal de no ser un tipo tan encantador. Además, sabe
como "vender" a alguien. Te puso por las nubes. Qué, ¿llamas para
cancelarlo? – preguntó la mujer, con naturalidad.
- Yo…- dijo Chris,
pillado por sorpresa ante aquella pregunta tan directa.
- Tranquilo, ni
siquiera esperaba que me llamaras. Le di el teléfono porque resultó muy
insistente, y me pareció divertido.
Chris guardó
silencio. Así que a ella también la habían "embaucado". La verdad es
que sintió curiosidad… Amy parecía dulce y simpática y Chris se dio cuenta de
que ni siquiera se había parado a pensar en cómo podía ser antes de llamarla.
- Bueno, pues
encantada de conocerte, Chris – siguió la mujer, al teléfono, a punto de
colgar.
- ¡Espera, no
cuelgues! – dijo Chris, y se asombró a sí mismo al hacerlo.
"¿Y ahora, qué
digo?"
- ¿Sí?
- ¿Tenía Wyatt algún
plan para esta….esta….
- …cita? – concluyó
Amy por él – No, que yo sepa. Me dijo que te esperara en casa a las ocho.
- Bien, pues
espérame – dijo Chris, y colgó.
Tras la llamada,
mientras mordía el móvil distraídamente, llegó a varias conclusiones.
1) Era idiota
2) Había perdido
práctica con las mujeres
3) Seguía siendo
idiota. ¿Por qué había hecho eso?
4) …tendría que buscar
algo que ponerse.
Pasó la tarde con
sus hijos, hasta eso de las seis y media. Sobre esa hora terminó la película
que estaban viendo, y él fue a arreglarse.
- ¿A dónde vas? – le
preguntó Leo, al ver que su padre se vestía de forma elegante, y hasta se peinaba.
- Sí, eso, ¿a dónde
vas? – preguntó Peter, pero en un tono mucho menos inocente.
- Yo…ehm…no estoy
seguro. Puede que a ningún sitio. Aun lo tengo que pensar.
- ¿Es una chica? –
volvió a preguntar Peter, con un asomo de sonrisa. Nick giró la cabeza en su
dirección, y se le quedó mirando fijamente, pero no dijo nada.
- Es cosa de Wyatt.
– masculló Chris entre dientes.
- ¿Tienes una cita?
– preguntó Peter, hablando ya más en serio.
- No lo llames así.
Creía que el viejo aquí era yo – respondió Chris, arreglándose las mangas de la
camisa. "Cita" sonaba demasiado formal.
- No eres viejo.
Cumples 33 años. – dijo Peter. Entendía que Chris necesitara salir con gente de
su edad. Que tuviera más vida a parte de la familiar. – Que lo pases bien. Y no
vuelvas con otro hermano – añadió bromeando.
- ¡Peter! – exclamó
Chris, sorprendido. Ya en alguna ocasión el chico había hecho bromas del
estilo, pero Chris seguía sin acostumbrarse. Además, no era adecuado delante de
Leo. Con su niño de ocho años no bromeaba sobre sexo, ni siquiera de aquella
forma tan "suave".
- Sólo digo que
tengas cuidado.
- Eso no va a ser
necesario.
- Pues yo creo que
sí. Teniendo en cuenta que ya tienes tres hijos, me parece que llevas un ritmo
muy…
- Basta – cortó
Chris. Aquello le hacía sentir incómodo, y no era del todo correcto. Era su
padre, no su amigo. De hecho, ya era "papá". Se llevaban poca edad, y
eso permitía que tuvieran una relación estrecha, pero de ahí a bromear sobre
eso con su hijo había un paso.
Peter se calló de
inmediato, percibiendo el estado de ánimo de Chris, pero no lo entendió.
Aprovechó que Chris iba al baño a por un poco de gel fijador para ir tras él.
- ¿He dicho algo
malo?
- No está bien que
hagamos esas bromas, sólo eso. Y menos delante de Leo.
- ¿Por qué no?
- Es pequeño para
saber…sobre esas cosas.
- ¿Eh?
Peter ponía su
expresión más inocente, y Chris pensó que a lo mejor no se estaban entendiendo.
- A ver. ¿Qué
querías decir con lo de "otro hermano" y "ten cuidado"?
- Que no te fugues a
las Vegas y te cases con una madre soltera, porque parece que los hijos te
crecen como setas. Sólo bromeaba. – dijo Peter, y de pronto añadió –
Pero…pero…a lo mejor para ti no es una broma. A lo mejor…Si te ha molestado, a
lo mejor es porque pensabas hacer justo eso. Yo…yo…si quieres otra esposa y
otro hijo es…es normal.
- No, Peter. Sólo
voy a salir a tomar algo. – dijo Chris, con paciencia. ¿De verdad era necesario
que aclarara aquello? ¿Tenía él pinta de casarse con la primera mujer que veía?
- Ah. ¿Entonces por
qué te ha molestado la broma?
- Pensaba que era
algo más… subido de tono.
Peter entendió, y se
puso rojo. "Otro hermano." "Cuidarse". Habían entendido
cosas diferentes. Chris cayó de pronto en la cuenta de que nunca había hablado
"del tema" con sus hijos. En realidad, daba por supuesto que alguien,
en algún momento de su vida, lo habría hecho. Era evidente que sabían lo
biológicamente básico, pero nunca habían tenido un padre. Chris quería dejar
claro una cosa:
- Que no quiera que
hagas bromas de eso delante de Leo no quiere decir que no puedas hablar conmigo
del tema…si quieres.
- No Chris, no hace
falta.- barbotó Peter, que quería desaparecer. A Chris no le gustó lo deprisa
que respondió, como si quisiera evitar el tema, ni que se hubiera olvidado de
que era "papá" y no Chris.
- Oye, sois mayores.
Seréis mis niños, muy dulces, y todo eso, pero sois adolescentes. Y a lo mejor
hacéis…cosas de adolescente.
Peter no dijo nada,
pero se puso más colorado.
- No sé si hay
alguna chica, o si la ha habido o si…
- Papá, papá – frenó
Peter, muerto de vergüenza – Soy virgen ¿vale? Es más: nunca he tenido novia.
- ¿No? – preguntó
Chris, que no sabía si sentirse aliviado, extrañado o incrédulo.
- No. Y que yo sepa
Nick tampoco. No había chicas en el orfanato mayores de diez años. Y no había
mucho contacto con "el mundo exterior".
- Vale – respondió
Chris, más relajado y se permitió una sonrisa. En realidad, creía que los dos
aun eran jóvenes para eso, pero no podía llegar a su vida a los dieciséis años
y recriminarles algo que hubiera sucedido cuando él no estaba. Se alegró de que
tal cosa nunca hubiera pasado. Se extendió el gel por el pelo y se lavó las
manos. – Y tranquilo, que no voy a las Vegas. Pienso llevarla al P3.
- ¿Al trabajo? Vale
que no sea un experto, pero no creo que esa sea la cita ideal.
- No trabajo en una
oficina, Peter. El P3 es un buen lugar. Aunque ella ya lo conoce…-pensó de
pronto. – Si no fuera la primera cita, la traería a casa. Es el mejor lugar
para conocer de verdad a las personas.
Peter se dio cuenta
de que, fuera en serio o no, aquella noche era importante para su padre.
- Oye
ella…sabe…¿sabe que existimos?
- Sí. Wyatt se lo
dijo. Y creo que no tiene hijos, así que no habrá otro hermano, por el momento.
- Vale, ahora soy yo
el que quiere hablar en serio. ¿Eres consciente…de que eres un hombre soltero
con tres hijos?
- Sí, ya lo había
notado – respondió Chris, sin saber qué quería decirle.
- Puede que…nuestra
existencia te lo ponga un poco difícil.
Chris le miró
fijamente.
- Nunca saldría con
una mujer a la que no le gustara mi familia. Si se da el caso, el problema lo
tendría ella, no vosotros. De todas formas, da igual. No creo que nos veamos
más veces.
- No digas eso. Sé
que todo esto ha sido idea de Wyatt, pero tal vez funcione.
- Y tal vez no. Yo
no sé si quiero que funcione. – confesó Chris – Pero no hay nada de malo por
conocer…a otras personas.
- Claro que no.
Papá…¿puedo preguntarte algo?
Chris le miró,
atento por el repentino cambio en el tono de voz del chico. Asintió. Podía
preguntarle lo que quisiera. Le pareció extraño que le pidiera permiso, pero
Peter siempre era muy prudente.
- ¿Has salido…con
otras mujeres…desde que murió tu mujer?
- No. Aunque esta no
es la primera vez que Wyatt lo intenta.
- ¿Y por qué has
dicho que sí ahora?
- No lo sé. Hablé
con ella por teléfono y me cayó bien. Pero no lo pensé. Fui impulsivo.
- O quizá viste la
oportunidad de librarte de nosotros por una noche – dijo Peter, sonriendo.
- Respecto a eso…No
sé qué hacer con Leo.
- Mmmm ¿dejarle con
nosotros? – preguntó Peter como diciendo "¿estás tonto?".
- Y ¿qué hago con
vosotros?
- Chris, ya nos has
dejado antes a los tres solos.
- Sí, pero nunca por
irme por ahí, a divertirme. No me parece propio.
- No es que sepa de
familias, aunque de hecho he tenido más que mucha gente, pero no creo que sea
imprescindible que el padre esté condenado al aburrimiento eterno. No nos uses
de escusa, Chris. Si quieres irte, vete.
Chris tardó en
responder. Quizá Peter había dado en el clavo, y sólo buscaba excusas. Decidió
cambiar de tema, antes de arrepentirse de salir aquella noche.
- Pensaba que era
"papá".
- Eres papá. Es que
aun no me acostumbro. Ya te dije que muchas veces pienso en ti como
"Chris".
- ¿A qué pienso yo
en ti como "bebé"? ¬¬
- Ya piensas en mi
de esa forma – dijo Peter, riendo. Chris a veces les trataba de forma demasiado
infantil, pero como no habían tenido un padre, no les importaba.
- ¿Vais a tardar
mucho más? – preguntó Nick, entrando en el baño. Llevaban allí un buen rato.
Chris miró el reloj.
- No, porque de
hecho, se me hace tarde.
- Diviértete – le
dijo Peter. Nick no dijo nada.
- ¿Vas a tardar
mucho? – preguntó Leo, que había seguido a Nick, con vocecita de niño
abandonado.
- ¿Quieres que me
quede? – preguntó Chris, sintiéndose culpable de nuevo. Leo pareció pensarlo.
- No. Pero vuelve
pronto.
- Te lo prometo –
dijo Chris, alzando la mano derecha y poniendo cara de "promesa
solemne".
Se despidió de los
chicos, y se fue. Mientras metía las llaves en el coche, y volvía a mirar la
dirección para no equivocarse, pensó que si aquello saldría bien, tendría que
asegurarse de que Leo lo entendiera, pues no sabía qué idea podría haberse
hecho el niño. Con lo listo que era, tal vez supiera perfectamente en qué podía
acabar aquello.
"¿Pero qué
estás pensando? Despierta Chris, no va a acabar en nada. ¿Es que te han
afectado las tonterías de Peter? Sólo eres un hombre adulto que va a tomar algo
con una mujer adulta. Hablaréis, serás amable y eso será todo. Probablemente no
vuelvas a verla".
Pero la noche fue un
éxito. Chris no tuvo que esforzarse por ser amable, como pensó que tendría que
hacer, ni tuvo que fingir ser lo que no era. De hecho se sintió extraño por
llevar camisa y fijador, como si se hubiera arreglado tanto para nada: ella se
había presentado con una camiseta sencilla y unos vaqueros. Aquella naturalidad
agradó a Chris desde el primer momento. Y además, así, sin maquillaje ni nada,
se dio cuenta de que Wyatt tenía razón: era bastante guapa.
Después de lo que
debía ser la décima carcajada de la noche, Amy se puso seria:
- ¿Puedo hacerte una
pregunta?
Aquello le recordó a
Peter esa misma tarde. Sólo que con ella sí tenía un poco más de reparos.
- Claro. – dijo, sin
tenerlo tan claro, en verdad. Si era algo sobre su difunta mujer, no
respondería.
- ¿Cómo es ser padre
soltero?
Chris se relajó. No
le importaba responder a eso.
- Una locura. Creo
que ser padre es una locura en general, sobre todo con tres hijos. Pero cuando
estás sólo, tienes que hacerlo todo. Tienes que ser la madre y el padre a la
vez. Con Leo no hay ningún problema pero, cuando son adolescentes, cuesta un
poco ocuparse de algunas cosas. Parece que nunca aciertas.
- Háblame de ellos –
pidió Amy.
Chris se removió en
su asiento. Estaban en un bar, tomando una copa en una mesa para dos.
Finalmente no la había llevado al P3, aunque se sentía tonto yendo a la
competencia. Entre sorbo y sorbo, le contó su historia. Le habló de Leo, le
habló de que decidió adoptar, y le habló del 2pequeño cambio" en sus
planes.
- Entonces, ¿los
gemelos son adoptados? – preguntó ella, con interés. No parecía aburrida, a
pesar de que estaba hablando él casi todo el rato.
- Sí. ¿Wyatt no te
lo había dicho? Sí. Pensé que no me iban a dejar, por el tema de la edad y eso,
pero por lo visto la ley establece que has de ser sólo diez años mayor. Hoy cumplo
treinta y tres, así que….
- ¿Cumples años?
¡Felicidades! Caramba, y yo vengo sin un regalo.
- Ni falta que hace.
- Mmm. Yo soy el
regalo de tu hermano ¿verdad? Por eso me dijo éste día. Soy tu regalo de
cumpleaños.
- Sí…supongo que
sí…- dijo Chris, sin saber si eso era bueno o malo, para ella.
- He sido muchas
cosas, pero nunca había sido un regalo – comentó ella, sonriendo.
- ¿Y qué has sido?
Quiero decir…¿en qué trabajas?
Era su turno de
saber cosas de ella.
- Soy maestra en un
jardín de infancia.
- ¿Con niños?
- No, con ositos de
peluche. Sí, con niños, claro. – dijo Amy, y rió. Tenía una risa muy sonora,
quizás no muy femenina, pero a Chris le gustaba.
- Tiene que ser
agotador.
- No más que ser
padre, y es sólo a media jornada.
Y así, estuvieron un
rato más hablando de niños, trabajo, tonterías…y sobre la próxima vez que se
verían. Porque se verían de nuevo. Chris casi no se dio cuenta de eso hasta que
se despidieron. ¡Se verían de nuevo! Aquello no había ido mal. De hecho, había
ido bastante bien. Se había sentido cómodo, y eso no se lo esperaba. Cuando
llegó a casa su expresión debió delatarle, porque Peter, que le esperaba viendo
la TV, le sonrió.
- ¿Qué tal te ha
ido, Romeo?
- No he tenido que
escalar ningún balcón.
- Eso está bien. No
es tan romántico como piensan. Generalmente hay rosas, y se te clavan. Lo digo
por experiencia.
- ¿No era que no
habías tenido novia?
- Y no he tenido,
pero sí he escalado un balcón. Es una historia interesante… Te la contaré algún
día, cuando mi abogado esté presente y lo que diga no pueda ser utilizado en mi
contra.
Christopher sacudió
la cabeza. A veces Peter podía ser más descarado que Nick…que por cierto, no
estaba.
- ¿Y Leo y Nick?
- Durmiendo.
- ¿Nick también?
- Me dijo
textualmente "ya que sigo condenado a aburrirme sin televisión, voy a
aburrirme en mi cuarto".
- Ya no está
castigado.
- Pues deberías
decírselo, porque él no lo sabe.
- Lo haré. De todas
formas, quiero subir a darle las buenas noches. – comentó Chris, ya con un pie
en las escaleras.
- Yo que tú no lo
haría.
- ¿Por qué no?
- Creo que está
enfadado por algo.
- ¿Conmigo?
- No lo sé, pero por
si acaso, mantente lejos de su alcance.
- No será para
tanto.
Chris ya había visto
a Nick enfadado. Tenía genio, pero no era mal chico.
- Yo te lo he
advertido – dijo Peter, pero lo que alarmó a Chris fue ver que no bromeaba.
Decidió no darle importancia y subió primero a ver a Leo. El niño estaba
dormido, así que le dio un beso intentando no despertarle, y casi lo consiguió.
- No has venido
pronto – reprochó el niño, entre sueños.
- Sólo son las diez.
Eso para los adultos es pronto.
Demasiado pronto, en
realidad. Apenas había estado hora y media con Amy.
- Prefiero que me
acuestes tú a que lo haga Peter – le confesó el niño.
- ¿Por qué?
- Porque es mi
hermano: es raro que él me dé un beso, y sin beso no me duermo.
Chris sonrió, y le
dio otro beso, ésta vez estando el niño despierto. Le revolvió el pelo y le
dejó dormir.
Fue al cuarto de
Nick y entró con discreción, pero no hizo falta, porque el chico estaba despierto.
Estaba en la mesa, con el ordenador que les habían regalado. Cerró una página
cuando Chris entró. Chris se dio cuenta, pero no dijo nada. No estaba seguro de
querer saber lo que era, y además, no era especialmente cotilla en esas cosas.
A él le ponía muy nervioso que vieran lo que estaba haciendo en el ordenador,
se sentía espiado.
- Hola – saludó – Ya
he vuelto.
- Ya lo veo.
Vale, Peter tenía
razón: estaba enfadado. La cuestión era ¿por qué?
- Oye, Pete me ha
dicho que no has bajado a ver la tele. Ya no estás castigado, Nick. El tiempo
pasó hace dos días. De hecho, hoy has visto la tele conmigo.
- No me acordaba.-
dijo en un tono bastante seco.
- ¿Te pasa algo,
hijo?
- ¿Te pasa algo a
ti?
Aquello bordeaba el
límite de lo que Chris le iba a permitir, pero había tenido un buen día, era su
cumpleaños, y no iba a enfadarse tan pronto.
- No, estoy
perfectamente. Lo he pasado muy bien, en realidad.
- Cuéntaselo a quien
le interese. No quiero los detalles morbosos.
- ¿Detalles
morbosos? Nick, relájate. Si estás cansado, lo entiendo, te dejaré tranquilo,
pero no hay necesidad de ser tan antipático.
- Bueno, pues así es
como soy, sino te gusta, ahí tienes la puerta.
- Aclaremos un par
de puntos: esta es mi casa, así que no puedes hablarme así.
- Pues lo estoy haciendo.
- Sí, y puede que te
arrepientas.
- Qué miedo.
- Nick, basta ya.
Vamos, se acabó el ordenador por hoy. Vete a la cama.
- Aun son las diez.
- A la cama – dijo
Chris, con firmeza, pero sin gritar.
- ¿Eso es un
castigo? Porque nadie lo diría.
- ¿Prefieres unos
azotes? – dijo Chris, harto de tanta incomprensible insolencia. No le había
hecho nada, que él supiera.
- Prefiero que me
dejes en paz.
- Lamentablemente –
dijo Chris, acercándose y cerrando la rapa del portátil, ya que Nick no lo
hacía. – eso no está entre tus opciones.
Le levantó y le dio
dos azotes algo fuertes, dejando claro que no estaba dispuesto a consentir esa
clase de respuestas. Eso era un aviso. Contra todo pronóstico, Nick reaccionó
empujándole, y aquello pilló a Chris tan de sorpresa que llegó a darse contra
la pared. No se hizo mucho daño, pero intentó asimilar el hecho de que Nick le
había empujado.
- Métete tus
opciones donde te quepan, gilipollas.
Nick alzó la mano,
como si fuera a darle un puñetazo, pero la bajó y se dio la vuelta.
Chris tardó unos
instantes en reaccionar. No sólo no le había pedido perdón por empujarle, sino
que le insultaba y le seguía desafiando. Nick, con toda la tranquilidad del
mundo, había vuelto a sentarse y a abrir la tapa del ordenador.
- Nicholas, ve a por
el cepillo. Ahora.
- Si lo quieres, ve
tú a por él.
- Si voy yo a por
él, será peor para ti.
- O para ti, si te
lo tiro a la cabeza.
Sin decir nada,
Chris se dirigió a él, volvió a cerrar el ordenador, y lo sacó de la mesa. No
recordaba haber estado tan enfadado en su vida. Nick le había agredido. Verbal
y físicamente. Y sin ningún motivo que él comprendiera. Aquella última amenaza
sobre tirarle el cepillo había sido la última.
- Ponte de pie – le
dijo a Nick. Mientras decía esto, Chris se quitó el cinturón. Nick pareció
asustarse, pero en seguida volvió de nuevo a su actitud insolente. Para
empezar, no le obedeció. Chris, con voz de hielo, se lo repitió – Ponte de pie.
- Que te den.
Chris no lo pensó,
su mano se movió sola y le cruzó la cara a Nick de un bofetón. Se había
prometido mil veces que nunca les pegaría en la cara, pero lo había hecho, del
mismo modo que se había prometido mil veces que nunca utilizaría el cinturón,
pero se lo había quitado. Se llamó de todo internamente por haber perdido los nervios,
pero sabía que no le había dado muy fuerte. Y al menos consiguió que Nick, por
fin, se pusiera de pie.
- Apóyate sobre la
mesa – le dijo, pero aun se sentía mal por haberse dejado llevar por su furia y
la voz no le salió tan firme como debería. Esto fue un error, porque Nick
interpretó aquello como debilidad, y le sirvió para recuperar la valentía
perdida.
- En tus sueños.
Esta vez Chris se
controló. Se puso tras él y le obligó a apoyarse en la mesa, cogiéndole del
cuello. Hizo fuerza para que Nick no se levantara, pero no para hacerle daño.
Cogió el cinturón, asegurándose de coger la hebilla para no hacerle verdadero
daño, y le dio el primer cinturonazo, directo en la parte alta del muslo, aun
con el pantalón puesto. Pero la tela no sirvió de mucha protección, porque Nick
aulló, pese a sus propósitos de no hacer ningún ruido.
ZAS
Auuuu
ZAS Aaah ZAS Auuu
ZAS Aii ZAS Nick se mordió los labios, y dejó escapar el aire entre los
dientes. Trató de llevar las manos a la espalda, pero Chris no le dejó. ZAS ZAS
- Nick, las manos.
Nada.
- Nick, puedo
hacerte daño si pones las manos. Quítalas, por favor.
Se dio cuenta en ese
momento de que Nick estaba llorando. Le quedó claro que no iba a tener ninguna
colaboración por su parte, así que le retiró las manos y se las puso a la
espalda, donde se las pudo sujetar.
ZAS ZAS ZAS ZAS ZAS
Nick se dejó caer
sobre le mesa, llorando.
- Ahora, ¿vas a ir a
por el cepillo, o tengo que bajarte la ropa y continuar?
Nick sollozó, pero
emitió algo que se parecía a una afirmación, y corrió al baño. Chris tiró el
cinturón sobre la cama, y suspiró. Nick tardó algo más de lo necesario para
coger el cepillo, pero Chris no dijo nada. Tomó el cepillo cuando Nick se lo
dio, y se sentó en un lado de la cama. Colocó a Nick sobre sus rodillas, que no
ofreció ninguna resistencia. Le bajó el pantalón y los calzoncillos, y pudo ver
las marcas de unas franjas rojas, por el cinturón. Sólo eran rojeces, pero
Chris estaba seguro de que le dolía mucho. El chico sólo lloraba, y Chris tuvo
que reunir mucha fuerza de voluntad para ignorar aquél llanto.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- ¿Cuál es la
segunda norma, Nick?
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- Nick, igual que lo
he dejado puedo volver a coger el cinturón. Ya llevas aquí un tiempo, me
conoces, y sabes qué cosas no voy a permitir: no voy a tener tanta paciencia
como al prinicpio ni voy a ser tan suave. ¿Cuál es la segunda norma?
- No…sniff….no se
grita….snifff ni se insulta a otros miembros de la familia.
- Exacto. Y tú me
has gritado, me has insultado, y me has hablado de una forma que no es
admisible.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- ¿Cuál es la
tercera norma?
- Sí….sí papá dice
algo hay que obedecerle.
- Exacto. Si te digo
que dejes el ordenador, dejas el ordenador.
CRACK CRACK CRACK
- Si te digo que vayas
a por el cepillo, vas a por el cepillo.
CRACK CRACK CRACK
- Si te digo que te
pongas de pie, te pones de pie
CRACK CRACK CRACK
- Y si te digo que
apoyes sobre la mesa, te apoyas sobre la mesa
CRACK CRACK CRACK
- Nick, esto no está
escrito en las normas, pero es un gran NO y voy a asegurarme de que lo
aprendas: no debes empujarme ni agredirme de ninguna otra manera. Tampoco
puedes amenazarme.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- No lo haré más,
papa, por favor.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
- No sé qué es lo
que te ha pasado, Nick, pero yo no soy consciente de haber hecho nada. Si te he
molestado de alguna forma, lo hablas conmigo. No consentiré más desplantes,
insolencias y groserías. ¿Entendido?
- Siiiiiiiii
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
Chris dejó el
cepillo y esperó a que Nick se levantara, pero este no parecía consciente de
que el castigo ya había terminado. Lloraba con fuertes convulsiones. Chris
sabía que le había dado cincuenta y dos azotes con el cepillo, y doce con el
cinturón. Había pegado a Peter más duramente en una ocasión, pero Peter tenía
más tolerancia al dolor, y con él no había utilizado el cinturón. Chris sabía
que Nick tardaría mucho tiempo en olvidar aquello, y aquella había sido su
intención, pero eso no evitó que lamentara profundamente haber tenido que
hacerlo. Con cuidado, le ayudó a incorporarse un poco, y le sostuvo contra su
pecho, al principio sin decir nada, escuchándole llorar porque creía que era
justo que escuchara el fruto del dolor que él mismo había provocado. No quería
hacerse insensible al llanto de su hijo.
Después, comenzó a
acariciarle el pelo y la espalda. Le frotó la espalda haciendo círculos con la
palma de su mano, y enredó los dedos en el cabello rizado y despeinado de su
hijo. Comenzó a sisear con dulzura, como se hace con los bebés para que se
calmen y se duerman. Sólo cuando el llanto de Nick comenzó a ser más tranquilo,
empezó a hablar.
- Ya está. Ya pasó.
Cálmate, cielo. Ya está.
Nick se abrazó a él,
como si sólo entonces fuera consciente de que estaba en los brazos de Chris.
Chris siguió con aquellos mantras dulces un rato más, y antes de poder decir
nada con más sentido, Nick se le adelantó.
- ¿Por qué me
abrazas? – le preguntó. Aquella pregunta era extraña, y no se la esperaba. - ¿Y
por qué lloras?
Chris se dio cuenta
de que él también tenía lágrimas en la cara, aunque no era consciente de
haberlas derramado.
- Porque te duele.
Aunque ahora no me creas, yo quiero evitarte cualquier dolor, no causártelo.
Nick no dijo nada.
Siguió abrazado a él hasta que dejó de llorar. Aun tenía la voz tomada, el
rostro humedecido y aquél maldito dolor perenne, pero había conseguido dejar de
llorar.
- Odio esa cosa –
dijo Nick, señalando el cinturón que estaba a la derecha de ellos, en la cama.
- Yo también. No
pensaba utilizarlo. Te dije que fueras a por el cepillo. – le dijo Chris.
Nick no dijo nada y
se quedó allí, semisentado sobre Chris. Comenzó a juguetear con los botones de
la camisa de su padre. A Chris aquello le resultó curioso, porque era lo mismo
que hacía a veces Leo con la cremallera, o con cualquier cosa que tuviera a
mano.
- ¿No vas a
gritarme? – preguntó Nick al cabo del rato, y Chris negó con la cabeza. - ¿Ni a
pegarme más?
- ¿Te parece poco?
Es la tunda más grande que te he dado, y espero que no me hagas volver a
repetirla.
- Pero yo te he
empujado. Te he insultado, y te he faltado al respeto.
- Sí – asintió
Chris, sin comprender a dónde quería llegar.
- Lo siento.
- Estás perdonado,
ya lo sabes.
- Pero…- insistió
Nick.
- ¿Sí?
- Tú no te has
defendido. No me has empujado de vuelta, ni me has insultado. Incluso me has
apartado las manos para no hacerme daño. Has…has mantenido el control. Estabas
enfadado pero…yo pensé que ibas a matarme.
- Nick, estaba enfadado,
pero no voy a pelearme contigo, ni a insultarte, ni, por supuesto, a matarte.
No es una venganza, Nick, es un castigo. Y respecto a eso… siento haberte
pegado en la cara. – dijo Chris, y le acarició la mejilla con los dedos - Sí
que perdí los nervios.
- Estoy intentando
pedirte disculpas. No me ayudas si te disculpas tú.
- Nick, ya te has
disculpado. Ya te he perdonado. Ya está.
- No lo entiendes.
Tú no sabes las cosas que he pensado…
- ¿Mientras te
pegaba? Es normal. Lo que importa no es lo que pensaras entonces, sino lo que
pienses ahora. ¿Entiendes por qué lo he hecho?
- Porque yo no tengo
autocontrol – respondió Nick. – He tenido miedo.
Chris le abrazó.
- Siento haberte
asustado.
- No de ti. He
tenido miedo de mí. He estado a punto de meterte un puñetazo.
- No lo has hecho.
- Pero te he
empujado. He…yo…quería hacerte daño.
- Se llama rabia,
Nick. La sientes a menudo. No es algo que te vaya a permitir, pero no entiendo
por qué te sorprendes tanto.
Entonces Nick,
comenzó a llorar de nuevo.
- Porque tú no la
has sentido. Tú no la sientes nunca. Tú me tratas mejor de lo que yo te trato a
ti.
Chris le levantó la
cabeza.
- ¿Te sientes
culpable? – le preguntó, creyendo entender. Nick asintió. Chris le dio un beso
en la frente. – Este es el chico que me ha cantado una canción esta mañana.
Este es el chico que me ha levantado con una sorpresa en el día de mi
cumpleaños. Este es el chico que se ha convertido en el mejor regalo que me ha
dado la vida. Este es el chico al que quiero con toda mi alma. No veo por ningún
lado al chico que me ha empujado. ¿Lo ves tú por aquí? Yo sólo veo a mi hijo.
Veo a un niño asustado que se enfada cuando las cosas no son como él quiere.
Veo a un niño con fuerza de hombre, que no es consciente de cuándo la usa. Veo
a un niño que como no encuentra palabras para expresar su enfado, lo hace a
través de la violencia. Porque es lo que la vida le ha enseñado. Ahora mi
trabajo es enseñarte algo nuevo.
Nick le miró,
intentando comprenderle. Chris no parecía ni siquiera un poco enfadado, y minutos
antes parecía a punto de explotar.
- ¿Por qué estabas
tan enfadado? – le preguntó Chris, al cabo de un rato, pero Nick no respondió.
- ¿Tiene que ver con que hoy haya salido? ¿Es por eso?
Nick guardó
silencio.
- ¿No me lo quieres
contar?
Nick negó con la
cabeza, y Chris dudó sobre si debía insistir. Lo último que quería era tener
otro enfrentamiento con su hijo. Decidió dejarlo estar, por el momento.
- Nick, ahora es
tarde, estás cansado, y adolorido. Duerme un poco. Pero mañana quiero que me
cuentes lo que ha pasado. Si no lo haces, lo consideraré como una mentira
¿entendido? – esperó a que asintiera. – Para que no haya dudas, si creo que me
mientes, tendré que castigarte.
Nick volvió a
asentir. Chris le dio un beso, y le dejó descansar.
Peter seguía en el
salón cuando bajó, pero ya no veía la tele. Por su expresión, Chris dedujo que
les había oído, o al menos lo suficiente para saber lo que había pasado, pero
el chico no dijo más que:
- Te lo había
advertido.
- Odio que me digan
te lo dije, Peter.
- Bueno, pues
entonces pégame a mí también.
Tanta hostilidad de
tantos frentes distintos iba a acabar con Christopher.
- ¿Y a ti qué te he
hecho?
- No escucharme. Te
dije que no subieras. Te dije que estaba enfadado.
- Todo el mundo se
enfada. Tiene que aprender a controlar su genio.
- Le dijo el tuerto
al ciego.
- Oye, te estás
pasando.
Chris no se podía
creer aquello. Con lo bien que había ido el día hasta hacía sólo un rato…
- Lo sé. Perdona. Es
sólo que odio oírle llorar.
Chris se relajó y le
dio un abrazo.
- No más que yo, te
lo aseguro. Buenas noches, Peter. No te acuestes tarde.
*N.A.: La canción en
realidad es de Eric Calpton. Y por cierto, la historia de su composición es
realmente triste. Y la letra me conmueve xD
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