Chapter 101: Reacciones
Paul fue a casa de
cada uno de los miembros de la familia Haliwell, e hizo varios viajes para
transportar a todos ellos al segundo en el que Chris y Barbas habían caído del
puente. Tanto viaje le debilitó, y cuando hizo el último de ellos, de vuelta en
casa de Wyatt, por poco se desmaya. Cayó al suelo, y así le encontró Wyatt al
entrar en el salón.
- Ey, chico ¿qué
pasa?
- Estoy cansado –
respondió Paul.
- Ven, siéntate…
- No puedo. Vine
para llevarte con los demás y para decirte que me deis media hora ¿vale? Esto
ya no es seguro. Allí arriba estaréis a salvo, por el momento. Luego tenéis que
venir a ésta dirección y…y…
Paul intentó hablar
mientras escribía la dirección de su casa en un papel, pero las piernas le
fallaron y por poco vuelve a caerse a suelo.
- Eh, chico. Para,
para. Más despacio. ¿Qué sucede?
- Nick no puede
quedarse sólo ahí arriba. Acaba de ver morir a su padre… te necesita. Explícale
que no ha muerto. Y luego, ir a ésta dirección ¿de acuerdo? Orbitando. Las
calles no son seguras.
- ¿Y tú que harás?
- Os esperaré allí –
dijo Paul, simplemente. Tenía que hablar con su familia. Ponerles sobre aviso
de lo que iba a pasar... Iba a ser raro, porque para su padre hacía minutos que
se había ido, y para él hacía años.
- No parece que
puedas dar un paso sin caerte – dijo Wyatt - Mi padre está en el piso de
arriba. Es un Anciano. ¿Estás enfermo? Tal vez él pueda ayudarte.
- La forma de
ayudarme es hacer lo que os pido…
- Chico, estás
débil. No eres más que un crío, deberías…
- Soy mayor de lo
que aparento.
- Es igual, si
fueras de mi familia…
- Eso es lo más
gracioso, Wyatt. Que somos familia. Primos lejanos.
- Eres Paul ¿verdad?
Chris me habló de ti. Paul Anderson.
- Premio para el
caballero.
- Pues con más
motivo no puedo dejar que te vayas así…
- Intenta
impedírmelo. – retó, con una sonrisa triste.
En ese momento bajó
Leo. Había estado cuidando a Chris.
- Ya estamos todos.
¿Listos para viajar cinco minutos al pasado? – dijo Paul.
Sin esperar
respuesta, les llevó al segundo exacto donde había llevado a los demás. Para
Nick había pasado sólo un segundo… para él varios minutos y muchos viajes. Paul
detuvo el tiempo y dejó allí a Wyatt y Leo. Le había dicho a Wyatt que allí
estarían a salvo de mundo yéndose a la mierda. En realidad, allí estaban a salvo
de Peter. No sería tan tonto como para atacar si estaban todos juntos.
Intentó hacer que el
tiempo avanzara de nuevo, pero no podía. Respiró hondo, y lo consiguió. Se
marchó de allí, y aterrizó bruscamente en un suelo duro. Estaba temblando.
Tenía frío. Tenía fiebre. Se había esforzado demasiado.
- ¿Paul? – preguntó
una voz, y Paul se echó a llorar, porque reconoció la voz de Patrick.
La mano de Peter
goteaba sangre. Se la miró con aire distraído. Dio dos pasos y se agachó junto
a un cadáver, para limpiarse en su camiseta. Recreó a pelea en su cabeza…
Primero orbitó la cadena, y la usó para estrangular a su portador… Después
golpeó con ella al de la navaja…Y el resto estaba borroso, en un manchurrón
rojo que nublaba su cerebro. Deberían haberlo pensando mejor, antes de meterse
con un luz blanca.
Al mirar "su
obra" no se sentía ni feliz, ni triste. No se alegraba ni se arrepentía de
haber acabado con esos tipejos. Simplemente creía que había hecho justicia.
- ¡Peter! – gritó
una voz.
Más que su nombre,
que de pronto no le parecía suyo, como si no le perteneciera, lo que le llamó
la atención fue esa voz. Era la única voz que podía hacerle reaccionar. Era la
voz de su padre. Peter ladeó la cabeza, y le buscó. A verle, se dio cuenta de
que no era su padre, sino "el otro". De la misma forma que junto a él
había "otro Peter" y "otro Nick".
- ¿Qué has hecho? –
preguntó Christopher, con horror.
- Justicia –
respondió Peter. – Eran ladrones.
"Y tú, Chris,
también lo eres. Y un asesino" pensó, y sintió el impulso de luchar contra
él también, pero logró refrenarlo.
- ¡Eran personas! –
gritó Chris 2. No lo entendía. No podía creerse lo que estaba viendo. El dulce
muchacho que había conocido…
Peter 2 dio un paso
hacia delante, pero su padre le frenó, preocupado por lo que el otro Peter le
pudiera hacer.
- Ahora sé por qué
Paul quería que nos encargáramos nosotros, papá. – dijo Peter 2. – Todos
nosotros hemos matado a alguien y aun así intentamos ser mejores personas. Sólo
nosotros podremos entenderle.
- Pero… él no es
así… - susurró Chris, aun conmocionado.
- Él no. Su versión
de luz blanca, sí. Dale poder al que nunca lo ha tenido y éste será el
resultado. Paul ya nos lo advirtió: no va a dejar que nadie le haga daño, nunca
más. El que ves ahí no es el Peter que has conocido.
Christopher pudo ver
que su hijo tenía razón. Peter no parecía él. Le habían hecho algo, y no era el
mismo. Por su bien, tenían que volver a cambiarle.
- ¿Qué hacemos?
- Lo que nos dijo
Paul.
Nick 2, Peter 2, y
Chris 2 se miraron, como para infundirse ánimos. Asintieron con determinación.
- Peter, necesitamos
que vengas con nosotros.
- Tendréis que
esperar. Tengo mucho que hacer. Hay mucha gente de a que debo encargarme.
- ¿Cómo es eso?
- La maldad. La
percibo. La siento.
"¿Y no sientes
la tuya?" se preguntó Chris, en su mente. ¿Es que Peter se había vuelto
una especie de Ángel Vengador? ¿Acaso era el Ángel de la Muerte? ¿Se iba a
cambiar el nombre por Azrael*?
Christopher
necesitaba que Peter accediera a ir con él. No quería que se produjera una
pelea que además no estaba seguro de poder ganar, pese a ser tres contra uno.
- Peter, tú no eres
así. Tú no matas a la gente, por malvada que sea…Siempre has creído en las
segundas oportunidades….a mí me diste una.
- ¡Sí, y a Derek
también! – gritó Peter. - ¡A él le di muchas y mira lo que pasó! ¡Mira lo que
me hizo!
Sin decir nada más
Peter se sacó la camiseta, y les dio la espalda.
- ¿Qué se supone que
tenemos que ver? – susurró Peter 2, al oído de su padre.
- ¿Recuerdas tus
cicatrices? Supongo que él también tenía. Vuestras vidas han sido
mayoritariamente paralelas – respondió Chris, susurrando igual.
- Pero ya no tiene
nada. El abuelo se las quitó… - intervino Nick.
- Y supongo que a él
también.
- Entonces ¿qué
pasa? ¿Lo ha olvidado?
- No estoy… muy
seguro de que Peter esté "bien" ahora mismo. – comentó Christopher. –
Mírale los ojos. Está como …ido. No creo que haya caído en que ya no tiene esas
marcas. Ha muerto de forma violenta y su vida no ha sido de rosas. Ha resurgido
de sus cenizas como un justiciero dispuesto a cobrarse su venganza. Dispuesto a
tomarse la justicia por su mano.
Nick y Peter 2
observaron a chico que tanto se les parecía, que en ese momento estaba
volviendo a poner la camiseta.
- Es como si
estuviera en un cuerpo que no es el suyo. – reflexionó Peter 2, en voz alta.. -
Siempre ha sido así, en realidad, porque somos demonios, pero ahora más que
nunca. Ser un demonio para nosotros funciona porque conservamos nuestro lado
humano. Pero ahora no hay humanidad en Peter…. Sólo ira y sed de venganza…
- ¿Qué murmuráis? –
inquirió Peter. No le gustaban los secretos. Le hacían desconfiar. Nadie podía
ocultarle nada a él, nadie debía hacerlo… Les dirigió una mirada que les
acojonó vivos.
- N-nada. Nos
preguntábamos qué es eso que tienes que hacer antes de venir con nosotros –
dijo Chris.
Peter esbozó una
sonrisa que dio escalofríos. No fue para nada un gesto alegre o cálido, sino
más bien todo lo contrario.
- Matar a Derek –
dijo Peter, degustando cada palabra. Segundos después, orbitó lejos de allí.
- ¿A dónde ha ido?
¡Tenemos que pararle! – exclamó Peter 2.
- ¿Por qué? –
preguntó Nick.
- ¡Ya le has oído!
¡Pretende matar a Derek! – dijo Peter, sin poder creerse la pasividad de su
hermano. Miró a su padre como buscando su apoyo, pero Chris no parecía tan horrorizado
como él.
- No es que me guste
particularmente que Peter de pronto sea a versión oscura de Batman, pero si
quiere desquitarse con Derek, por mí está bien.
- ¡Papá! ¡¿Cómo
puedes decir eso!? Ahora sé mejor que nunca que fui muy injusto con Derek, él
sólo…
- Tú Derek, tesoro,
no el de aquí. Este Derek es un cabrón.
Peter recordó ese
hecho. No eran la misma persona. No era el Derek de su mundo. Aún así…
- Peter ya se ha
ensuciado las manos. Cuando recupere el buen juicio y entienda lo que ha hecho,
jamás lo perdonará. Yo… me sentí horrible…aún me siento así…
Esas palabras
hicieron que Chris reflexionara. Peter había llorado por días al matar por
accidente a un hombre en defensa propia. ¿Cómo reaccionaría al asimilar que
había matado a otros cuatro? No podía dejar que acabara con Derek, o la
culpabilidad del muchacho duraría para siempre.
- Tenemos que
impedirlo – accedió. – Pero no sé dónde está.
- Digo yo que en
casa de Derek…
- Peter mencionó que
en ésta realidad Derek está en la cárcel. – recordó Chris.
- Pues será mejor
que empecemos a buscar.
Era el segundo vaso
que rompía. Decidió desistir de prepararse una tila, o terminaría por romper
toda la vajilla de Chris. Amy no podía aguantar los nervios. ¿Cuándo se tarda
en salvar el mundo? ¿A partir de cuánto tiempo era lícito que se preocupara?
Porque ella estaba histérica desde el segundo en el que se fueron. Y a medida
que el tiempo pasaba, ese histerismo se transformaba en un miedo horrible
porque les hubiera pasado algo. Había enviado mensajes a Wyatt y no le había
respondido. ¿Estaba con Chris? ¿Sabía algo?
¿¡Por qué nadie la
decía nada!?
No se había sentido
tan inútil en toda su vida.
Escuchó un ruido de
fricción y estuvo rápida de reflejos: corrió hacia la puerta principal para
impedir que Leo saliera. Apartó al niño de la puerta y volvió a echar el
cerrojo que el niño había corrido. Estaba muy alto para él, pero eso daba igual
porque podía moverlo con la mente.
- ¡No, Leo! ¿Tengo
que quedarme aquí como un perro guardián? ¡Deja de intentar salir! – ordenó.
Aquella era la tercera vez que Leo intentaba irse para buscar a su padre y a
sus hermanos. El niño había sentido "algo". No sabía qué era, pero
hacía un rato había soltado un grito, diciendo que había escuchado gritar a
Nick, en su cabeza. Desde entonces luchaba como un loco por reunirse con su
familia.
- ¡Tengo que ir!
- ¡No vas a hacerlo!
Y si lo vuelves a intentar me enfadaré.
- ¡Enfádate, no me
importa! ¡Tú tienes que quedarte aquí porque no tienes poderes, pero yo soy
fuerte y puedo ayudar.
- Tú no vas a ir a
ningún lado, y más te vale que me obedezcas porque no estoy bromeando. Si
intentas salir de nuevo te castigaré ¿entendido?
Leo la miró con
odio, y se fue pisoteando, pero se alejó de la puerta, que es lo que Amy
quería. Suspiró. No es que no le entendiera. Ella quería hacer lo mismo, pero
sabía que Chris jamás la perdonaría si dejaba a Leo sólo, y mucho menos si
dejaba que el niño se pusiera en peligro. Ella tampoco se perdonaría.
Intentó por enésima
vez contactar con Wyatt, pero no tuve suerte. Se dijo que cuando todo eso
acabara se ocuparía de tener más contactos en la familia de Chris. Estaba
metiéndose el móvil en el bolsillo cuando un reflejo la hizo ver algo extraño.
Se giró a tiempo para ver cómo una figurita de adorno volaba hacia ella. Sus
buenos reflejos hicieron que se agachara justo a tiempo. El adorno se hizo
añicos en el suelo. Respiró con agitación, y entonces reparó en Leo, en la
esquina del cuarto. Se fijó en la expresión del niño.
- ¿Has sido tú? –
preguntó con incredulidad. ¿Leo había intentado golpearla con eso? No necesitó
escuchar respuesta, porque la rabia del niño por haber fallado fue suficiente
para entender que sí.
Leo apretaba los
puños, muy pegados a su cuerpo. En realidad se alegraba de haber fallado, pero
estaba desesperado.
- ¡Déjame salir!
- ¡No! Vete ahora
mismo a tu cuarto, Leo. Estoy muy decepcionada contigo. Lo que has hecho… No me
lo esperaba de ti. ¿Te das cuenta de que podías haberme matado?
Leo apretó aún más
las manos y sacudió la cabeza. Echó a correr en dirección a la puerta, pero Amy
le agarró, y le impidió seguir avanzando.
- PLAS A… PLAS TU …
PLAS CUARTO – repitió alzando un poco la voz y puntualizando con tres duras
palmadas. Fueron realmente fuertes y Leo se llevó las manos inmediatamente a la
zona castigada, con lágrimas traicioneras que le saltaban de los ojos.
Fueron esas
lágrimas, esos ojos llorosos, los que hicieron que Amy respirara hondo para
deshacerse de todo atisbo de ira. Lo que había hecho Leo no podía dejarlo
pasar. Sabía que debía castigarle, pero también que el niño necesitaba en ese
momento sentirse seguro y protegido. Así que le cogió en brazos y le frotó a
espalda. Leo se agarró a ella con brazos y piernas, llorando un poco.
Amy subió las
escaleras con él, y le llevó a su cuarto. Al contrario de lo que Leo esperaba,
no fue nada brusca en sus movimientos. Se sentó con él en la cama.
- Vamos, no llores –
le dijo, mimándole el pelo.
- Me pegaste –
protestó él, haciendo un puchero.
- Y voy a pegarte
más, porque me has desobedecido. Te dije que no intentaras salir de nuevo.
Además, me lanzaste un objeto a la cabeza y utilizaste tus poderes para ello.
Estoy seguro de que a tu padre esto último no le hubiera gustado, pero yo no
voy a castigarte por usar mal tus poderes, sino por agredirme y desobedecerme.
Leo hizo aún más
grande su puchero. Amy siguió haciendo caricias reconfortantes en la espalda
del niño. Durante un rato siguieron así, sin decir nada, pero luego Leo empezó
a sentirse raro. Se preguntaba cuándo iba a empezar su castigo, y alucinaba un
poco porque Amy estuviera siendo tan amable con él. Creció en él un fuerte
sentimiento de culpabilidad.
- Yo no quería
hacerte daño – dijo al final. – No me dejabas salir y estaba enfadado.
- ¿Mueves cosas sin
querer cuándo estás enfadado? – preguntó Amy
- N-no.
- Entonces sí
querías hacerme daño, Leo. – dijo, pero sin endurecer su voz. Simplemente
constataba un hecho.
- Pero no lo quería
en serio – lloriqueó él – No quiero que te pase nada malo.
- Me alegra oír eso.
Estoy seguro de que no lo harás nunca más.
- ¿Entonces no me
vas a castigar?
- Sí, Leo sí que voy
a castigarte.
- Pero no lo haré
más, y tampoco intentaré salir…
- Este castigo no va
a ser por lo que no harás en el futuro, sino por lo que ya has hecho. – dijo
ella, y le dio un beso en la frente. Leo reconoció la señal, y se puso de pie.
Amy se le acercó, y
le bajó los pantalones con suavidad, mirándole a los ojos mientras lo hacía.
Rayos, aquello era difícil. Leo dio un pasito para salir de su ropa,
quitándoselos del todo. Luego, él solito se bajó los calzoncillos. Amy le ayudó
a colocarse sobre sus rodillas, pero aún no comenzó con el castigo. Volvió a
frotarle la espalda con cariño.
Leo reparó por
primera vez en su vida que estaba cómodo en aquella posición. El peso de su
cuerpo se repartía entre Amy y la cama, y se sentía cómodo. Era peor sobre una
silla, donde dependía totalmente de que la persona sobre la que yacía le
sujetara.
Le habían castigado
así muchas veces en su vida, pero nunca había tenido ese hormigueo en el
estómago. Quizá porque su padre nunca se había demorado tanto, por no hacerle
sufrir y prolongar su espera. Pero algo le dijo que Amy no lo hacía por hacerle
sufrir.
Amy estaba
intentando reunir fuerzas, y al mismo tiempo buscaba que Leo se relajara.
Quería que el niño entendiera que no le iba a pegar estando enfadada, y que no
debía tener miedo. Tras un rato paró de acariciarle, y dejó su mano izquierda
quieta sobre la espalda de Leo. Levantó la mano derecha, y dejó caer la primera
palmada.
Le castigó en
silencio, sin detenerse para regañarle como solía hacer Chris. Aunque Amy le
estaba pegando más flojito, al no haber pausas Leo sentía que el dolor y sus
emociones iban in crescendo…Pronto entendió que Amy no planeaba tardar poco.
Como para
entretenerse y huir del silencio y de lo que estaba pasando, Leo intentó contar
los azotes, pero perdió la cuenta en algún lugar entre el treinta y el
cuarenta. Al perder la concentración, y por tanto su forma de distraerse, Leo
fue más consciente del castigo, y reparó en que le estaba doliendo muy poquito,
porque Amy en realidad no estaba usando fuerza. Aún así, empezó a ser
desagradable y Leo tuvo el infantil miedo de que aquello no fuera a acabarse
nunca. Quizá por eso empezó a lloriquear, y entonces, como si esa hubiera sido
la señal que Amy esperaba, las palmadas comenzaron a ser más intensas, y se
repartieron por todo su trasero, que en ese momento apenas estaba rosado, pero
que iba a terminar de un rojo encendido.
SWAT SWAT SWAT
- ¡AY!
Si las de antes
habían sido mucho más flojas que as de su padre, esas fueron mucho más fuertes.
Leo sollozó con ganas, y pensó que no iba a poder aguantar mucho más.
SWAT SWAT SWAT
- Aiii…sniff snif…au
Aquellos tres habían
sido en los muslos, y ahí dolía muchísimo más. Leo lloraba tan fuerte que respiraba
con dificultad. Por suerte para él, Amy no pensaba prolongarlo mucho más.
SWAT SWAT SWAT
Cuando terminó, Amy
unió su mano derecha a su izquierda, en la espalda de Leo, y comenzó a
acariciarle otra vez mientras el niño lloraba.
- Tu padre y tus hermanos
volverán sanos y salvos – le dijo sabiendo que Leo necesitaba oírlo. Ella
también lo necesitaba.
Le incorporó, le
subió los calzoncillos, y le puso de pie en la cama, delante de él. Leo quedaba
más alto que ella en esa posición, así que le miró desde abajo sin dejar de
acariciarle la espalda, las piernas… Amy subió la mano hasta justo llegar al
borde de los calzoncillos y acarició los muslos que había castigado. Los notó
calientes. Se ladeó un poco sólo para comprobar que no había dejado cardenales.
Luego abrazó a Leo, que seguía llorando.
- ¿Por qué te he
castigado? – le preguntó, sin dejar de mimarle. Leo intentó responder, pero
físicamente no podía, así que Amy esperó con paciencia.
- Por….snif…snif…
intentar salir de casa y snif tratar de golpearte. Lo sientooo.- gimoteó, y
empezó a llorar otra vez.
- Sssh. Ya está
perdonado y olvidado, corazón.
Amy le acarició el
pelo y poco a poco fue variando la postura, hasta que los dos quedaron
abrazados, tumbados sobre la cama. De vez en cuando le daba un beso en la
frente, y le limpiaba las lágrimas con una caricia. Cuando Leo dejó de llorar
del todo, Amy empezó a levantarse.
- Voy a traerte un
poco de agua – le dijo. Seguramente, después de haber llorado el niño tendría
sed.
Leo miró como se iba
pensando que esa mujer era muy rara. Era cálida y calmada en todos sus
movimientos, y aun así había logrado que ese castigo le doliera mucho más que
alguno de los que su padre le había dado con el cepillo. Leo pensó que se lo
merecía. Se hubiera sentido muy mal si hubiera llegado a hacerle daño a la
novia de su padre…que era "algo" para él, aunque aún no sabía bien
qué. No era "mamá" pero al mismo tiempo, sí que parecía quererle como
a un hijo. Pensar esto hizo que se sintiera aún más culpable, sobre todo
teniendo en cuenta lo que estaba planeando.
"Lo siento,
Amy" pensó "pero ese demonio está con Peter y yo no voy a dejar que
le pase nada a mi hermano".
Leo se levantó de la
cama y caminó hacia su escritorio. Abrió un cajón, de donde sacó unos cuantos
conjuros que había copiado a lo largo de los años, por si alguna vez no podía
acudir al Libro de las Sombras. Buscó uno en especial, uno al que su padre no
prestaba mucha atención porque podía orbitar, pero que él, privado de ese don,
había mirado muchas veces con interés.
Leo miró el papel
con algo de miedo. ¿Estaría preparado para intentar un hechizo de
teletransporte? Pocos brujos conseguían realizarlo con éxito, y él era sólo un
niño….
"Peter era sólo
un niño cuando ese hombre le hizo daño. Y tenía mi edad la primera vez que le
adoptaron y no fue bien. Si él pudo, yo puedo" pensó, para darse ánimos, y
leyó el conjuro:
"Éste no es mi
lugar,
llévame a dónde debo
estar"
Es curioso cómo
funcionan los hechizos. Es una mezcla de intenciones y palabras. Leo quería
estar donde estuviera Peter, y sin embargo había dicho "llévame a dónde
debo estar". Es por eso que se apareció en un cuarto que conocía de vista,
en la casa de su tío. En un cuarto donde Chris dormía, y Nick estaba sentado
junto a él.
N.A.: Azrael es el
arcángel de la Muerte, igual que Gabriel es el arcángel Mensajero, Rafael el
arcángel de los médicos, y Miguel el Arcángel Guerrero. Sí, se me va la pinza.
xD
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