Chapter 66:
Controlar las emociones
Cuando Chris orbitó
de vuelta a su casa, quería romper algo. Preferiblemente la mandíbula de
Patrick, pero como no le tenía ahí se conformó con cerrar y abrir los puños
repetidas veces. Ese hombre era tan exasperante…y Paul tenía que sufrir sus
cambios de humor y de actitud constantes. Que si ahora voy a ser tu padre. Que
si ahora no. Que si me he vuelto idiota…
Chris no podía
quitarse de la cabeza el aspecto desvalido de Paul, ni las marcas que empezaban
a formarse en su espalda y sus piernas. No había podido curarle, porque su
padre se habría dado cuenta y eso podría haber puesto al muchacho en más
problemas. Lo cierto es que Chris había esperado que Paul se fuera con él. Pero
en cierto modo le entendía, y pese a su enfado y su preocupación, Chris pudo
ver que el chico había tomado la mejor decisión. Al menos por el momento.
Nick ya había
vuelto, y como él ya estaba Peter se había ido, a por las entradas del
concierto-regalo. Estuvo hablando con Nick, al que no había visto en todo el
día, y preparó la cena. Mientras escuchaba a su hijo con un lado de su cerebro,
reflexionaba con el otro sobre lo que le había dicho Amy aquella tarde: "Hay
por ahí muchos chicos obedientes y educados que tienen el corazón podrido. O
chicos que hacen caso a sus padres pero cuando ellos no están la lían bien. O
chicos que tienen miedo de sus progenitores, porque son demasiado estrictos o
incluso crueles. No creo que ese sea el caso de ninguno de tus hijos".
Miró a Nick mientras hablaba de apuntes, de un hechizo nuevo que había
aprendido, de lo cansado que estaba y lo aburridas que eran algunas de sus
asignaturas. Amy tenía razón: sus chicos eran buenos por dentro. Es algo que
todo padre espera de sus hijos y que se esfuerza por conseguir… por inculcarle
valores positivos y todo eso. Quizás lo hubiera hecho con Leo, pero si Nick y
Peter eran buenos él no tenía nada que ver. Le habían llegado ya creciditos.
"Sí, y Nick
podría haber acabado en un correccional por cualquier tontería, y Peter en la
sala más oscura de algún centro para enfermos mentales. O quizás Derek hubiera
dado con la forma de que volviera con él. " dijo una voz cruel en su
cabeza. "Tus hijos están mejor contigo".
¿De verdad? ¿De
verdad estaban mejor con él? ¿Qué les había traído, en aquellos meses? Miedo.
Demonios. Ira. Heridas varias hechas por locos psicópatas con ambición.
"Amor"
dijo otra voz en su cabeza, esta mucho más amable y dulce. "Les has dado
amor, y lo has recibido. Tú mismo has dicho muchas veces que es lo único que
necesitaban."
Pudiera ser. Pero
sus hijos habían vivido sin él durante 16 años, y eran buenas personas,
inteligentes y con capacidad para ser independientes. Chris se había dicho
muchas veces que tanto ellos como Paul necesitaban un padre. Pero había
empezado a pensar que con determinados padres es mejor carecer de ellos. Si
Chris pensaba en Derek no pensaba en un padre, sino en un monstruo. Si pensaba
en Patrick sí le consideraba un padre, pero uno malo. Uno que tenía que
aprender muchas cosas y que había cometido muchos errores. Mientras había
estado encerrado en el armario de Paul, a Chris le habían dominado
mayoritariamente unas ganas terribles de partirle la cara a ese hombre.
Indirectamente, eso implicaba que se creía mejor que él. Mejor… padre…que él.
Pero…¿lo era? ¿Era un buen padre para Nick y para Peter, cuando habían llevado
una vida segura sin él, y una vida llena de riesgo en el poco tiempo que habían
compartido? ¿Los gemelos le necesitaban, o era él quién les necesitaba a ellos
más bien? ¿Se había empeñado en creer que podía ayudar a sus hijos porque
necesitaba creer que podía darles algo?
- Tú nos lo has dado
todo – dijo Nick, haciendo que Chris pusiera de nuevo los pies en la tierra.
Más concretamente, en la cocina. Su hijo le miraba fijamente, y Chris supo que
le había estado leyendo la mente, probablemente preguntándose por qué parecía
medio ido. – Nos has dado una familia, nos has dado una casa, nos has dado una
historia, nos has dado una identidad, nos has dado esperanza. Nos has dado una
vida. Si tú no hubieras aparecido aquél día en el orfanato yo jamás…hubiera
hecho por llevar una vida normal, porque seguiría pensando que para mí no hay
una. Y de hecho no la hay: la tuya no es una vida normal, es mejor que eso. Hay
magia. En todos los sentidos de la palabra, porque tiene que ser un milagro que
alguien como tú sea mi padre. Estás dudando de que estemos mejor contigo pero…
respóndeme una cosa… ¿qué hubiera pasado si Barbas nos encuentra cuando no
sabemos nada de la magia? ¿Sabes lo fácil que hubiera sido pensar que teníamos
que ir con él y ser demonios? Pensar que era lo correcto, la única opción, sin
saber nada de brujos ni de luces blancas. Tú no nos pones en peligro: nos
proteges de él. Me proteges de los demás, y de mí mismo. Patrick ha sido un
padre ausente por propia elección. Pensó que era lo mejor que podía hacer por
su hijo, y se equivocó. Eso hacen también muchos padres que dejan a sus hijos
en el orfanato. El mío estaba lleno de esos: niños que habían nacido en un
"mal momento" y que habían sido abandonados bajo la consigna de
"se merece algo mejor". Pero no hay nada mejor ni más importante que
la familia. Y yo lo sé porque siempre he querido una, y ahora la tengo, gracias
a ti. Hemos vivido sin ti, cierto, pero eso no quiere decir que no te hayamos
necesitado. Hay una diferencia entre "sobrevivir" y "ser
feliz". ¿Podemos sobrevivir sin ti? Tal vez, aunque puede que ya no; no
después de haberte conocido. Pero lo que sin duda jamás podríamos ser es…
felices. Claro que eres mejor que Patrick. Si has estado ausente no ha sido
porque hayas querido, sino porque no sabías que existíamos. No podrías ser un
padre ausente aunque lo intentaras. Va en contra de tu naturaleza de maniático
controlador obsesivo y sobreprotector.
Eso era,
probablemente, lo más bonito que le habían dicho a Chris en su vida, y eso que
últimamente había escuchado cosas preciosas. Fue lo más bonito porque resultó
sincero, y era justo lo que Chris necesitaba oír para aliviar sus inquietudes.
Era más que un "te quiero": uno puede equivocarse en los
sentimientos, y querer a alguien que no lo merezca. Lo que Nick había venido a
decir en aquél discurso es que él… lo merecía.
Sí. Nadie en el
mundo podría dudar jamás que Nick era una buena persona.
- El milagro es que
alguien como tú sea mi hijo. – dijo Chris al final, con la voz tomada,
parafraseando una de las frases de Nick que más le habían llegado. En ese
momento Chris se dio cuenta de lo mucho que había cambiado. De lo sentimental
que se había vuelto… Probablemente tuviera que ver con el hecho de que el haber
perdido a personas importantes, le había hecho probar la locura y el dolor más
absoluto. Sólo se recuperó de la muerte de su mujer porque tenía que hacerlo
por su hijo, y convirtió a su hijo en el centro de su vida. Nick y Peter se
incluyeron en ese centro cuando llegaron, y ahora Amy se iba a incluir también.
Y él no tenía miedo de admitir cuánto les quería; más bien necesitaba hacerlo,
porque cualquier día podía perderles… o podía perderse él. La posibilidad de
morir a causa de una profecía le pareció entonces más injusta que nunca.
- En dos minutos
arranco el coche, tanto si estáis dentro como sino – dijo Chris, asomándose por
las escaleras. Llevaba metiéndoles prisa más de quince minutos.
- Papá, pero si no
es tarde – dijo Peter, vestido pero despeinado, mirando su reloj. Quedaban
cuarenta minutos para que empezaran las clases, lo cual de hecho les ponía
mejor de horario que muchas otras mañanas, en las que salían con veinte minutos
muy justos.
- Y no hay que
esperar a que lo sea – replicó Chris, pero luego decidió explicarse – Quiero
asegurarme de que Paul está bien.
- Ni que él fuera tu
hijo de tres años y éste su primer día de clase.- masculló Nick, bajando las
escaleras con exasperante lentitud.
- No le has hablado
de sus "prácticas de tirador" en las que tú eras el blanco ¿verdad? –
preguntó Peter. Él si entendía la preocupación de su padre. Primero, porque él
se preocupaba por todos. Y segundo, porque había pasado algo más la segunda vez
que Chris fue a su casa. Algo que no le había contado, pero que debía ser malo
a juzgar por la ansiedad que su padre parecía experimentar. Sólo esperaba que
no hubiese sido otra pelea entre ellos….Bastante raro y vergonzoso era saber
que su padre había pegado a su amigo…
- ¿Prácticas de
tirador? Papá ¿qué quiere decir?
Chris no le había
contado nada. Cuando Nick volvió el día anterior sólo le hizo preguntas sobre
su día, sin hablar del suyo. Y luego se pusieron tiernos y Chris se olvidó de
Paul, de las armas y de los padres incompetentes.
- Te lo cuento en el
coche – le dijo – Ahora ve a por Leo y vámonos de una vez.
En el coche,
efectivamente, le resumió lo que había pasado. Lo del Libro de la familia de
Paul, lo de él contándole cómo la muerte de Jason fue su culpa, la reacción
violenta y desproporcionada del chico… No le iba a dar tiempo a decir mucho
más, pero de todas formas Nick le interrumpió antes de poder seguir contándole.
- ¿Qué te apuntó con
una pistola? ¿Ha perdido la cabeza?
- Fue en un momento
de ira…
- ¡No puedo creer
que le justifiques! ¡Te pones como un basilisco cuando yo pierdo los papeles, y
nunca se me ocurría apuntarte con una pistola! En primer lugar, nunca se me
ocurría tocar una.
- Eso me alegra
mucho, Nick, y espero que lo digas en serio. No hay armas en casa, de todas
formas. – dijo Chris, sorprendido por la vehemencia en la reacción de su hijo.
- Hay cuchillos,
papá – intervino Leo – Y dagas demoníacas.
- Están bien
protegidas en contra de niños y adolescentes curiosos, pero como vea que alguno
las mira si quiera…
- ¿Quieres no
cambiar de tema? ¿Llamaste a la policía, al menos? – insistió Nick
- No, claro que no.
Por Dios Nick, que es Paul. No pienso denunciarle.
- ¡Deberías hacerlo,
joder! ¡Y a su padre también, por imbécil! Me da igual que la pistola tuviera
clave, lo que tendría que estar es enterrada, bien lejos de allí.
- Nick odia las
armas – explicó Peter – Las odia muy mucho.
- Sí, me he dado
cuenta. – dijo Chris, parpadeando con asombro.
- No voy a volver a
dirigirle la palabra en toda su jodida vida, y más vale que hoy no se le ocurra
acercarse a mí.
- Nick, ya está todo
arreglado, no tienes que ponerte así. Y haz el favor de hablar bien, anda. No
pasó nada. Pudo pasar, es cierto, pero no pasó. Y me consta que Paul no tiene
ningún instinto homicida contra mí. Así que relájate, que ya hemos llegado y me
temo que sí que se va a acercar a ti ¿has olvidado que estáis en la misma
clase?.
Nick frunció el
ceño, pero no le quedaba otra que hacer lo que Chris decía. Lo dejaría
estar…por el momento.
Bajaron todos del
coche y se despidieron de él. Chris por su parte buscó a Paul con la mirada, y
le encontró apoyado en la pared del colegio. No vio a su padre a ningún lado,
así que aprovechó para acercarse a él. Todo eso de que Patrick no le dejara
acercarse…era absurdo. ¡Era su luz blanca, por favor! ¿A que terminaba
provocando algo peor que lo que quería evitar por no dejarle estar cerca para
protegerle?
Saludó a Paul con un
gesto de la mano, y él le devolvió una media sonrisa.
- Papá está hablando
con el director. No creo que tarde mucho y no quiero que me vea hablando
contigo…
- Me siento como el
amigo alcohólico y follonero del que todos los padres quieren alejar a sus
hijos –comentó Chris, y Paul se rió.
- Ese más bien sería
yo.
- ¿Alcohólico? –
preguntó Chris, preguntándose si seguían hablando en broma. Aunque sospechaba
que no, porque Paul ni siquiera se molestó en responderle. Chris recordó
ciertas menciones a la bebida en los mensajes que le había enseñado…Entrecerró
los ojos. Paul aun no tenía veintiuno, así que no podía beber.
- ¿Qué es esto, un
tercer grado? Revise mi mochila, agente, estoy limpio.
Pese a todo, Chris
tuvo que sonreír.
- Si fueras mi hijo…
- Pero no lo soy,
aunque ayer se te olvidó, por lo visto.
- No, lo tenía bien
presente, pero soy tu luz blanca y tengo que cuidar de ti.
- Conclusión: no
eres mi padre, pero los castigos me los llevo igual. Qué buen trato.
Chris se alegró de
encontrarle de buen humor. Además, no parecía más que molesto por el hecho de que
le hubiera castigado, lo que era una reacción mucho mejor de la esperable.
- También tiene su
parte buena.
- Pues a mí me está
costando verla. En fin, dejémoslo. Ayer te escaqueaste.
- Pensé que debía
dejaros solos.
- Claro, después de
escuchar todo lo realmente vergonzoso…¿Cuándo te fuiste exactamente?
- Cuando aquello se
puso a lo "Casa de la Pradera" – dijo Chris, trivializando para no
abochornarle más de lo necesario.
- ¿Oíste todo eso de
"te quiero" y demás cursilerías? Bueno, así tengo un testigo que me
asegure de que lo dijo de verdad y no me lo imaginé.
- Lo oí. Y también
oí cuando te preguntó si estábamos saliendo, cosa que, por cierto, podría
pensar cualquiera que nos mirara ahora mismo, hablando en esta esquina.
- Si ya has
terminado de reírte de mí…No es por ser borde, en serio, pero realmente no
quiero que mi padre nos vea. Se ha puesto en plan "soy tu sombra" y
la verdad, me asusta que si le presiono un poco más se empeñe en acompañarme
hasta al baño.
- De acuerdo, de
acuerdo…Pero ¿estás bien?
- Estupendamente.
- Lo digo en serio.
- Y yo.
- Paul…
- Estoy
perfectamente, Chris, de verdad.
- ¿Te duele?
- Ah no, por ahí sí
que no vas a tirar. Tema vedado ¿entiendes? Ayer estaba de bajón, y me daba
igual lo que supieras o dejaras de saber. Pero no pienso hablar contigo de eso…
Chris rodó los ojos,
aunque en el fondo comprendía que le diera vergüenza.
- Puedo curarte
¿sabes? Si te duele, puedo curarte.
- Mi padre se daría
cuenta.
Chris ya no pudo
más. Había puesto buena cara por demasiado tiempo.
- No debes tenerle
miedo. No puedes negarte a que te cure por miedo a su reacción…
- No le tengo miedo,
Chris. Pese a lo que pienses, no tengo motivos para ello.
- Pues entonces deja
que te cure.
- No.
- ¿Lo ves? Tienes
miedo de que se entere.
- Que no quiera
decepcionarle o que le sume días a mi castigo no quiere decir que le tenga
miedo. Se supone que le tengo que obedecer. Así es como funciona esto ¿no?
- Paul, lo que te
hizo ayer…
- Agradezco tu buena
intención, Chris, pero no eres objetivo. Le tienes manía a mi padre por los
mismos motivos por los que se la tengo yo y eso hace que todo lo que haga sea
malo a tus ojos. Gracias por preocuparte, pero estoy bien, de verdad. Mejor que
bien. ¿Sabes que papá no va a ir hoy a trabajar? Estará en casa cuando vuelva,
y eso es genial. Vamos a hacer, ya sabes, cosas normales, de padres e hijos.
Chris le escudriñó
en silencio. Parecía contento….demasiado contento. Un niño desesperado por un
poco de atención que al fin la conseguía. Había hecho falta que disparara una
pistola para que Patrick entendiera por fin que Paul necesitaba algo más que el
que estuviera ahí para regañarle cuando metía la pata. Más vale tarde que
nunca.
- Si te hace daño… -
empezó Chris.
- Creo que iba en
serio cuando dijo que no iba a volver a pegarme. Además soy tan fuerte como él,
y casi igual de alto. No es por presumir, pero podría noquear a un tipo de
noventa kilos. No soy precisamente un niño desvalido.
- No me refería sólo
a un daño físico.
- Ya no me ignora.
No me evita ni es tan frío conmigo. Creo que los dos nos estamos acostumbrando
a ser padre e hijo de nuevo. Y ahora vete, por favor.
A regañadientes,
Chris se fue. Iba a tener muy difícil contactar con Paul, con su padre tratando
de impedirlo todo el rato. Pero aun así se las apañaría para saber que todo iba
bien, y a la mínima señal de que no era así…
"¿Qué? ¿Qué
harás? " pensó su subconsciente, con recochineo.
Bueno, improvisaría.
Chris se fue al P3 y
contó las horas para que Amy viviera con ellos definitivamente. Ella salía de
trabajar a las dos. Él pensaba irla a recoger y no podía pensar en otra cosa.
Casi tenía que contenerse para no andar a dando saltos. Incluso hacer la
contabilidad parecía algo mucho más entretenido con la perspectiva de Amy
viviendo con él.
- ¿A qué hora te
viene bien? – preguntó Wyatt, sacándole de su burbuja.
- ¿Eh?
- No has escuchado
nada de lo que te he dicho en los últimos cinco minutos ¿verdad?
- Perdona Wy, es
que…
- …Amy estará en tu
casa en unas horas. Sí, sí, ya lo has dicho. No hablas de otra cosa.
Chris le sonrió.
- ¿Qué me decías?
- Que a qué hora te
viene bien que deje mañana a Vic y a Alex.
- A la que tú
quieras.- respondió Chris, con un encogimiento de hombros. Le vibró el móvil, y
lo sacó a ver quién era. Número desconocido. Descolgó. Atendió la llamada, y a
medida que hablaba se iba alterando más y más, hasta que se hizo evidente que
estaba enfadado. Se despidió con cortesía y parecía a punto de tirar el móvil
contra la pared.
- ¿Quién era? –
preguntó Wyatt.
- El director del
colegio.
La mañana había sido
interesante para los chicos. Peter hablaba con Paul con relativa normalidad.
Eran amigos, de hecho era el único amigo de Peter, pero Paul siempre se había
llevado mejor con Nick. Pero es que Nick no le hablaba. Tras dos clases
particularmente aburridas, en las que Paul intentó iniciar una conversación con
Nick, que se sentaba a su lado, aquello se hizo insostenible. En el recreo,
Paul le abordó:
- ¿Qué te pasa,
Nick?
Nick le esquivó y
siguió andando, sin responderle. Peter, a su lado, le miró como disculpándose.
Paul chirrío los dientes, caminó para alcanzarles y obligó a Nick a girarse.
- Que qué te pasa –
repitió.
- No…me….toques –
masculló Nick, escupiendo casa palabra.
- ¿Por qué estás
enfadado conmigo? Tío, hace mucho que no nos vemos. No esperaba una fiesta de
bienvenida, pero joder, se han alegrado más los profesores que tú de verme de
nuevo, y eso que a ellos les tengo hartos.
- A mí no es que me
tengas harto, es que me das asco.
Paul soltó el brazo
de Nick como si le hubiera golpeado.
- Lo he notado. ¿Por
qué?
Nick se estaba
conteniendo por no darle un puñetazo. Alguien debería darle un premio, porque
se estaba conteniendo de verdad.
- ¡Apuntaste a mi
padre con una pistola!
- Ah. Eso.
- ¡Sí, eso, jodido
psicópata! – gritó Nick. ¿Cómo tenía la cara de estar allí frente a él, como si
nada? ¿Cómo la tenía, en serio? Nick odiaba las armas, y a quienes las usaban.
Y además Paul se había librado de cualquier posible consecuencia. En el mundo
de Nick, los crímenes se pagaban y debían pagarse. Era así como tenía que ser,
era lo correcto…
- No estaba del todo
en mis cabales cuando hice eso. Me contó lo que había pasado con Jason, y me
enfurecí.
- Pues otra vez
golpeas la pared, Paul, pero las armas son peligrosas – intervino Peter, aunque
él estaba calmado y no parecía tan enojado como Nick. De hecho, no parecía
enojado. Si Chris decía que todo estaba arreglado, todo estaba arreglado para
Peter. Después de todo él le había lanzado un rayo, una vez….No era lo mismo,
pero entendía lo que era verse convertido en alguien que "no eres
tú". En su caso había sido cosas de magia; en el de Paul, una ira
irracional. Entendía lo que era hacer algo de lo que te arrepientes durante
toda tu vida, y la necesidad de que los demás te lo perdonaran.
- Lo sé, y lo
lamento…
- ¿Lo lamentas? –
interrumpió Nick. – Oh, entonces todo arreglado. No pasa nada porque tú
"lamentas" haber intentado matar a mi padre. – gruñó, en tono burlón,
y de repente le arreó un puñetazo – Uy, Paul, "lo lamento".
Paul se llevó una
mano al pómulo. Tendría cardenal, seguro. Respiró hondo para no perder él
también los estribos y que aquello terminara realmente mal para uno de ellos o
para ambos.
- Vale, entiendo tu
punto. Sé que una disculpa no arregla nada, pero no puedo cambiar lo que hice.
Dices que lees la mente ¿no? Pues entra en la mía y verás lo mucho que lo
siento…
- ¡No quiero que lo
sientas! – gritó Nick, y se tiró encima de él. Paul no lo había previsto y
perdió el equilibrio. Se cayó al suelo, y se hizo mucho daño, porque a decir
verdad aun estaba bastante adolorido.
- ¡Eh! ¡Eh, vale ya!
– intentó apaciguar Peter. – Vamos Nick, cálmate.
- ¡No pienso
calmarme! ¡Este idiota cree que puede salirse siempre con la suya! Es un
desagradecido, papá se ha portado bien con él aun cuando no se lo merecía. ¿Y
así le paga?
Empezó a hacerse un
círculo en el patio, de chicos curiosos que se olían una lucha. Peter rodó los
ojos ante el salvajismo morboso de la gente. Sólo les faltaba empezar a gritar
"pelea, pelea". Pero Nick no necesitaba incentivos. Le dio otro
puñetazo a Paul, que se cansó de ser golpeado, sobre todo teniendo en cuenta
que Nick acaba de activar el dolor que sentía por el castigo de su padre. No
debería haber rechazado los poderes de Chris…Paul empujó a Nick para quitársele
de encima. No le costó mucho. Tenía que reconocer que Nick pegaba bien, pero
pesaba por lo menos diez kilos menos que él.
- Para ser sinceros,
si tu padre ha sido amable conmigo fue en buena medida porque se sentía
culpable – respondió Paul, con más enfado del que pretendía. No podía
reprocharle nada a Chris, sólo intentaba defenderse y además creía que estaba
siendo objetivo. A Chris le había caído mal pero se compadeció de él por lo que
había pasado con su hermano, y entonces empezó a caerle mejor. Estaba seguro de
que había sido así y no era una crítica, sólo la constatación de un hecho.
- ¿Culpable?
¡Culpable tendrías que sentirte tú! – dijo Nick, dándole otro puñetazo. Paul se
lo devolvió, y le hizo rodar por el suelo. Nick se incorporó, y le gritó con
rabia. - ¡Él sólo quiso arreglar el desastre que tú habías causado! ¿Tan fácil
has olvidado quién tiene la verdadera culpa de lo de tu hermano? ¿Echarle la
culpa mi padre hacía que te sintieras mejor, asesino?
- ¡Nick! – gritó
Peter, que se puso en medio de ambos, mirando a su hermano con acritud. Eso
había sido un golpe bajo, y había estado fuera de lugar.
Paul le apartó sin
mucho esfuerzo, como quien quita a una mosca molesta.
- Te has pasado. He
mandado a gente al hospital por mucho menos que eso…- amenazó Paul. ¿Sabía Nick
que se estaba metiendo con un tipo experto en dar palizas, o sabía mejor que
casi todo era fama, y que Paul no era tan matón como todos creían? En cualquier
caso, no parecía tenerle miedo, aunque tal vez hubiera hecho mejor en
tenérselo.
- ¡Sí, claro que sí!
¡Mandaste allí a tu hermano!
Paul tuvo
suficiente. Matón o no, era una persona violenta acostumbrada a serlo además, y
Nick le había tocado mucho lo que no le tenía que tocar. Había dado en un punto
débil, sensible, y doloroso, y los verdaderos amigos no hacían eso. Los amigos
no mencionan a los hermanos muertos para hacerte daño. Se abalanzó sobre Nick y
empezó a golpearle una y otra vez, con rabia, con desenfreno…Notó a Peter
agarrándole de la espalda y para su sorpresa pudo con él. Joder ¿cómo es que
Peter era tan fuerte?
- ¡Paul! Paul tío
cálmate.
Fue como hablarle a
una pared, así que Peter apretó un poco el agarre para llamar su atención.
- Paul, acabas de
volver. ¿Quieres que te expulsen de nuevo? Han ido a llamar a un profesor.
Vamos tío, cálmate.
Eso pareció tener
más efecto en Paul, que procesó las palabras lentamente. Cierto. Estaban en el
colegio. En el patio. La ira le había hecho olvidarlo. La gente le miraba, y
Nick también, desde el suelo. Le había hecho sangre en el labio y la nariz. Nick
se puso de pie y le miró con odio.
- ¡Maricona! – le
gritó.
Fue curioso porque a
Paul le habían llamado eso veinte mil veces, aunque pocas para atacarle. Sí,
era gay. Sí, despectivamente se decía "maricón", pero a veces se
usaba también de forma graciosa… Tom, por ejemplo, se refería a sí mismo como
una "maricona". A Paul eso le ponía nervioso. Era homosexual, pero
bastante masculino. Le gustaba el fútbol y todas esas cosas. No hacía cosas de
chica, ni tenía pluma, al menos que él supiera. Últimamente se había vuelto una
nenaza llorica, pero eso era otra historia. Lo que importaba en ese momento es
que Nick le había llamado eso para ofenderle, como si su sexualidad fuera una
razón para atacarle. Quizás había tenido suerte, pero Paul no había tenido muchos
problemas con eso. La gente veía que fuera gay como algo normal. Aunque lo
cierto es que no todo el mundo sabía que lo era. Muchas chicas no, por ejemplo,
y por eso intentaban ligar con él. Nick había gritado eso en medio del patio,
así que todo el colegio lo sabría en unas horas. Tal vez por pensar en esto, o
porque realmente no se esperaba que Nick usara aquello para atacarle, Paul no
disimuló lo mucho que le chocó esa expresión, y Nick debió de ver en ello una
puerta para seguir provocando y desquitándose con él.
- Maldito gay de
mierda…- dijo, y trató de darle otro puñetazo. Pero Peter no le dejó. Le cogió
el brazo y se lo retorció para ponerlo a su espalda.
- Lo siento Nick, de
verdad, pero puedo contigo mejor que con Paul y estáis llevando esto demasiado
lejos. Me parece que te has pasado quince pueblos y encima no pareces
consciente de que te está dando una paliza. Joder hermano, cada puñetazo suyo
es como cinco de los tuyos, si tiene la mano casi tan grande como tu cabeza.
Cálmate, respira hondo, y mira a tu alrededor. Sois un espectáculo para
adolescentes ávidos de un poco de sangre. Os estáis peleando como animales y la
verdad es que los dos tenéis razón. Él fue un imbécil, pero tú lo estás siendo
ahora.
Nick forcejeó con él
para soltarse y Peter apretó la constricción pero no quería hacerle daño. Una
voz a sus espaldas le distrajo: un profesor gritaba lo típico de "¿qué
está pasando aquí?".
"¿Ahora?
¿Llegas ahora? Un poco más y no tienes pelea que detener, porque uno de los dos
ha pasado a ser un cadáver" pensó Peter.
Nick aprovechó su
distracción para soltarse, y volvió a abalanzarse sobre Paul, que intentó
frenarle. Forcejearon, agarrados, y acabaron en el suelo. Paul soltó un gemido
de dolor y Nick le rasgó la camiseta. Peter cogió a Nick y le llevó bien lejos,
mientras el profesor ayudaba a Paul a levantarse. Entonces Peter lo vio, sólo
un segundo, en lo que Paul tardaba en colocarse los jirones de su camiseta:
cardenales. Podrían pasar por simples golpes, pero él tenía la suficiente
experiencia en llevarse golpes como para saber que esas marcas no eran fruto de
una caída.
- ¿Ves eso, Nick? –
susurró con ira al oído de su hermano, mientras le zarandeaba – Eso es el
castigo de tu gay de mierda por haber apuntado a nuestro padre. ¿Aún crees que
se sale siempre con la suya? Porque lo cierto es que más bien le vienen siempre
bastante gordas. Se peleó con su hermano por no saber encajar un secreto que le
habían ocultado toda su vida, y a causa de ello su familia se vio destrozada.
Te pegó a ti y le expulsaron un mes. Sucumbió a la rabia porque su hermano
muriera cuando Chris trataba de salvarle y le dieron dos palizas. Porque, para
tu información, papá también le pegó, pero dudo mucho que él le hiciera eso.
Así que dime, ¿aún crees que siempre se sale con la suya?
Nick no pudo
responder, porque el profesor que había ayudado a Paul a levantarse se acercó a
él y empezó a gritarle. Envió a los tres al despacho del director. Peter no
estaba seguro de si se la iba a cargar de rebote, pero en ese momento le dio igual.
No dejaba de mirar a su hermano y pudo ver cómo ha medida que entraba en razón
se sentía más culpable. Ese empezaba a ser el Nick que él conocía. Lo cierto es
que a Peter no le sorprendía su arranque de violencia, aunque quizás estaba más
descontrolado que de costumbre...lo que le extrañó de verdad fue el rencor que
había demostrado….Nick no era rencoroso. Había perdonado a Paul con demasiada
facilidad cuando le golpeó….¿Qué le había invadido para desear una venganza con
tanto ahínco? Había atacado a Paul con golpes y palabras, y Peter no estaba
seguro de qué le había hecho más daño.
Una vez en el
despacho del director, Peter empezó a ser más consciente de lo que había
pasado. ¿Y si les expulsaban a los tres? Chris le mataría. Nick vería
resentidas sus notas y su expediente…Podría interferir con su brillante futuro.
No. Ni de coña. No por una tontería así ¿verdad? El colegio tenía normas
bastante estrictas, así que era difícil saberlo…
Fue Peter el
encargado de contar la historia. El director le ordenó que fuera objetivo,
porque si trataba de defender a su hermano sería peor para todos. Peter no
defendió a Nick, aunque tampoco le mandó al paredón. Omitió el motivo real de
la pelea, ya que sabía que la versión oficial era que la pistola se le había
disparado a Patrick y no a Paul. Paul le miró con agradecimiento cuando mintió
por él.
Llamaron a Chris y a
Patrick, y esperarles fue una tortura. Chris llegó antes, porque seguramente
había orbitado. Les abrazó con mucha sequedad, y eso era malo. Y eso que aun no
sabía ni la mitad….Debían de esperar a Patrick, así que Chris se llevó aparte a
sus hijos unos momentos.
- Que alguien me
diga lo que ha pasado.
Ninguno de los dos
habló. Chris se apretó el puente de la nariz.
- Seré más claro.
Que alguien me diga lo que ha pasado o puedo prometeros que nunca querréis
pisar éste colegio de nuevo porque os castigaré aquí mismo, sin importar quién
pueda veros.
Peter tragó saliva.
- Es largo de
contar, papá. Lo que sabe el director es que nos hemos peleado, y no nos conviene
que sepa nada más, para no meter a Paul en problemas con lo de la pistola. –
explicó, intentando además ganar algo de tiempo para Nick, para que se lo
contara él mismo. Chris pareció contentarse con eso, decidiendo que era mejor
aplazar el interrogatorio. Quería saber sólo una cosa más:
- ¿Tú y Nick contra
Paul? ¿Y por qué es Nick el único que tiene la cara magullada? Te curaré en
cuanto salgamos de aquí, hijo – aclaró Chris, sonando ya más amable.
- Peter no ha hecho
nada – dijo Nick – Sólo intentó detener la pelea.
Chris iba a
contestar, pero en ese momento entró Paul.
- Christopher yo…-
empezó, pero luego pareció pensarlo – No importa.
- ¿Qué quieres? –
preguntó Chris con brusquedad.
- Sólo quería decir
que….sólo quería saber cómo está Nick. Y decirte que lo siento.
- ¿Recuerdas lo que
te dije de tocar a mi hijo, Paul?
- S-sí.
Entonces Peter
entendió que el enfado de su padre no era del todo contra ellos. Estaba muy
seco, les había amenazado y apenas les había saludado, pero cuando habló con
Paul su tono reveló que era para él para quien reservaba una mayor dosis de
ira. Efectivamente, Chris abrazó a Nick de forma posesiva con un solo brazo, y
fulminó a Paul con la mirada, que quería desaparecer y estaba a punto de
hacerlo, por la puerta.
- Papá, lo cierto es
que no es culpa de Paul. Se ha hecho mucho daño así que tal vez….ya sabes, tal
vez podrías ser más amable y curarle a él también.
Chris miró a Peter
durante un largo rato y luego suspiró. Amable. Sí. Podía ser amable. Sólo le
habían llamado del colegio de sus hijos para decirles que se habían peleado en
pleno patio con Paul, que recién llegaba de su mes de expulsión. Sólo había
tenido que salir del trabajo para ir a ver qué pasaba con sus dos impulsivos
hijos y el idiota agresivo de su cargo, que de pronto le inspiraba protección,
y de pronto instintos asesinos. Sus hijos no se tocaban. ¿Qué parte de eso no
se entendía?
Pero, tras respirar
hondo, pudo dejar de ver a Paul como un enemigo. La culpa no era sólo suya,
sino de Nick también. Según Peter, de hecho, la culpa no era de Paul, y era
raro que él no defendiera a su hermano. Miró a Paul. Parecía asustado, y estaba
que daba pena, con la camiseta rota y cardenales incipientes por toda la cara.
- Te curaré después,
cuando estemos lejos de miradas curiosas. – le dijo, sin rabia ya. - Ahora hay
que volver a ese despacho y tenéis que tener la misma cara de perros callejeros
apaleados. No sé en qué narices estabais pensando, vosotros dos, pero no podéis
pelearos así. Sois amigos, sois aliados, y sois brujos. Esto no va a pasar
nunca más ¿está claro?
Nick miró al suelo.
Paul miró a la puerta como si siguiera deseando irse de allí.
- He preguntado si
está claro.
- Sí, señor.
- Sí, papá.
- Bien, pues ahora
vamos a entrar en ese despacho, vamos a hacer el paripé y luego vais a contarme
a qué ha venido esta pelea.
Salieron de la
pequeña habitación y volvieron al pasillo, a esperar. Patrick llegó enseguida.
No abrazó a Paul, e ignoró a Chris por completo, pero empezó a examinar los
cardenales en la cara de Paul.
- Papá… - intentó
decir Paul.
- Ahora no. El
director estará esperando. No tienes nada grave, aunque en un rato tendrás un
dolor de cabeza que seguramente te merezcas.
Los cinco entraron
en el despacho del director y aquello fue de veras incómodo. Al principio habló
sólo el director, luego Nick intentó protestar cuando el hombre dijo algo así
como que los insultos de Nick habían estado fuera de lugar pero Chris le
silenció con una mirada. Por último, el director comentó que tenía un dilema.
¿Les expulsaba a los dos? ¿No expulsaba a ninguno?
- Nick, tienes unas
notas realmente brillantes. Este… comportamiento… no te beneficia en absoluto.
Paul, éste es tu primer día después de haberte expulsado por un mes, por pegar
precisamente a Nicholas. Eso perfectamente puede costarte la expulsión
definitiva. De hecho, tengo aquí mismo los papeles que confirmarían tu
expulsión, pero quería esperar a hablar primero con tu padre. Creo que será
mejor que hablemos a solas al respecto, porque tal vez sería una salida más
diplomática para todos si anuláramos tu matrícula. Eso haría que al menos tu
expediente ya de por sí bastante complicado no se viera más perjudicado.
Paul se hundió en el
asiento. Expulsado del colegio, para siempre. Ir a otro colegio. Su padre se
cabrearía, bueno, ya estaría cabreado seguramente, y con razón. Perdería el
curso, pero quizás eso fuera lo de menos. La relación con su padre estaba al
filo de una navaja y todo aquello podía hacer que se decantara por el lado
erróneo. Paul ya estaba oyendo en su cabeza los reproches, o quizás el
silencio, lo cual era peor. Querría decir que su padre le daba por perdido…
- Realmente creo que
Paul no debería cargar con la responsabilidad de esto – intervino Chris, tras
pensarlo mucho. – Una pelea es cosa de dos. Si el señor Anderson está de
acuerdo, no creo que ninguno de los chicos deba ser expulsado.
Patrick le miró con
desprecio, pero la lógica pudo más que la aversión que se tenían. Asintió con
sequedad, mostrando su conformidad. La conversación se alargó durante varios
minutos, y al final ninguno fue expulsado, aunque se les impusieron varias
sanciones del tipo de limpiar las pizarras de todas las aulas, vaciar las
papeleras y encargarse de que el material deportivo quedara siempre recogido.
Tareas que realizarían todos los días durante una hora después de que acabaran
las clases. Y Paul tendría que quedarse una hora más en la biblioteca. Chris
miró al director con curiosidad. Estaba seguro de que eso último más que un
castigo era una forma de intentar conseguir que Paul aprobara el curso. El
hombre demostró ser inteligente y comprensivo con aquella decisión.
Cuando salieron de
allí, la tensión casi podía mascarse. Aquél día no irían a más clases. Como si
fuera una "jornada de reflexión" aparte del hecho de que quedaban sólo
cuarenta minutos para que acabara el horario escolar.
- Chris, gracias por
lo que has hecho. Gracias de verdad. Si no llegas a decir nada, me habría
expulsado – dijo Paul.
- De haber querido
expulsarte lo habría hecho. Yo sólo le di la excusa para fingir que se lo
pensaba. Ese hombre no te tiene tanta manía como crees.
Paul iba a decir
algo más, pero Patrick le silenció con una mirada muy fácil de entender
"no hables con él".
- Paul, vámonos a
casa. Tengo el día libre, pero tengo que terminar unos informes.
- Sí, papá.
- Señor Anderson, si
espera un segundo puedo curar a su hijo.
- Eso no será
necesario.
- Es absurdo dejarle
molesto y con dolor cuando yo puedo quitárselo.
- Te crees muy bueno
por poder hacer esos trucos de magia ¿verdad? – le espetó Patrick. Chris se dio
cuenta en ese momento de que ese hombre le sacaría como unos diez años, y eso
por alguna sensación contribuyó a que se sintiera regañado.
- Creo que ahora
esos "trucos" pueden ser útiles. Para aliviar el dolor de su hijo. Si
es que tal cosa le importa.
Chris no pudo evitar
añadir eso último y sintió que se iba a llevar un puñetazo por ello, pero
entonces a Patrick le sonó el busca. Lo sacó y puso cara de "¿por qué a
mí?"
- Tengo que ir al
trabajo. Una urgencia. Paul, date prisa. Tengo que arreglármelas para dejarte
en casa.
- Puede venir con
nosotros. Luego le llevaré a su casa. – dijo Chris.
- Sí, papá. Puedo ir
con ellos…
Mala idea. Paul
enmudeció ante la furia que destilaban los ojos de Patrick.
- Tú no vas a ir a
ningún sitio durante el resto de tu vida, y te olvidas también de utilizar el
ordenador, el coche, el teléfono y cualquier forma de contacto con el exterior.
¿Me he expresado con claridad?
- Sí, señor.
- Mira que has hecho
varias a lo largo de tu vida, pero creo que nunca me habías avergonzado de ésta
manera. Has dado todo un espectáculo, espero que estés orgulloso.
- Papá, ahora eres
tú el que me está avergonzando a mí…- dijo Paul muy bajito, echando una mirada
en dirección de Chris, Nick y Peter. Le abochornaba que fueran testigos de cómo
su padre le regañaba.
- ¡Es lo menos que
te mereces! Te has acostumbrado a hacer lo que te da la gana, pero eso se ha
acabado. No puedes utilizar la fuerza para atemorizar a los demás. Le has
dejado la cara llena de golpes a ese chico. ¡Ni un día puedes estar sin
pelearte!
Paul agachó la
cabeza. Entonces Nick, que había tenido tiempo para reflexionar sobre ….todo…
dio un paso adelante.
- Señor…Yo le
provoqué. Empecé a pegarle y él al principio no se defendía, pero luego le dije
un par de cosas bastante crueles. No ha sido culpa suya. Por favor, deje que mi
padre le cure eso en un segundo. Es lo menos que podemos hacer, y de verdad que
tampoco nos importa que se venga con nosotros. Sé que vive lejos y tiene que ir
al hospital. Llevarle a su casa puede demorarle mucho.
Patrick resopló.
Chris sabía lo que estaba pensando: "todo muy bonito, pero hay una
profecía que augura que nada bueno le pasará si pasa tiempo con vosotros".
- Le aseguró que no
va a ocurrirle nada. – dijo Chris.
El busca de Patrick sonó
de nuevo. La cara del doctor revelaba que se trataba de algo importante.
- Más te vale, o no
habrá sitio al que puedas orbitar que te mantenga a salvo de mí. – amenazó
Patrick, y esa debió de ser su despedida, porque se fue, sin decirle nada más a
Paul, ni abrazarle o susurrar al menos un "hasta luego". Sí que era
frío, sí. Paul parecía muy intranquilo. No parecía haberle importado el castigo
ni la mínima parte de lo que le importaba el enfado de su padre. Chris decidió
distraerle.
- Ya es hora de que arreglemos
esas caras. Vamos detrás de ese muro y orbitemos.
Dicho y hecho.
Aparecieron en casa de Chris y una vez allí les curó los golpes. Pese a la
oposición de Paul, le curó todos los cardenales de su cuerpo, marcas del
cinturón incluidas. Le dio una camiseta para que se la pusiera en lugar de la
que Nick le había roto y luego hubo un momento de tensión bastante palpable.
- Muy bien, sentaros
ahí. Los tres. – dijo Chris, señalando al sofá. – Quiero que me contéis lo que
ha pasado, por qué ha pasado y cómo ha pasado. – Peter, tú no estás en
problemas, y Paul, tu padre ya te ha castigado, pero quiero la versión de los
tres.
Se lo contaron, sin
dejarse nada entre unos y otros. A medida que iba escuchándoles, Chris fruncía
más el ceño. Todo parecía culpa de Nick. Al menos, era el que había empezado.
Pasó un rato hasta que se dio cuenta de que ya habían terminado de hablar. Era
su turno, entonces.
- Nick, no te tenía
por alguien cruel. Siempre he pensado que eras bien intencionado, y eso me
hacía estar orgulloso. Pero…hablar de esa forma de lo que pasó con Jason…Eso no
es de buena gente. No es de buen amigo. Eso, hijo, ha sido una bajeza. Y
totalmente falso, Paul, espero que lo sepas. No fue tu culpa.
Ese discurso tan
sencillo, que había dicho con voz calmada y sin gritar, bastó para que Nick se
pusiera a llorar, sin importar que Paul estuviera delante. Su padre ya no
estaba orgulloso de él… había hablado en pasado…y le consideraba una mala
persona. Nick quiso morirse, y si no lo hizo fue porque Chris aún no había
terminado.
- Meterse con su
sexualidad fue otro golpe bajo por tu parte. Casi espero que lo dijeras con la
intención de hacerle daño, y que no creas de verdad que sea algo que puedes
utilizar como un insulto. Porque lo que él sea a ti no tiene que importarte. No
voy a permitir que discrimines a nadie por su condición sexual, ni por razones
de sexo, aspecto físico, raza o religión, ni por cualquier otro motivo que se
te pueda ocurrir. No debiste utilizar esa palabra, ni hablarle así delante de
todo el mundo. No es un gay de mierda ni tampoco un maricón, Nick, y si te oigo
hablar así de nuevo te lavaré la boca con jabón cada hora durante una semana.
Nick lloró más, y
solo en una pequeña parte por la vergüenza. Estaba demasiado triste para pensar
en el bochorno de ser regañado en público. No podía mirar a nadie a la cara
sino que se limitó a mirar sus zapatos, mientras lloraba.
- Has humillado a
Paul repetidas veces, has provocado una pelea y lo has hecho
injustificadamente. Nada de lo que hiciera justifica esto. Sus errores son sus
errores y sus aciertos son sus aciertos. A ti no tiene por qué afectarte y
además él ya fue castigado por lo que hizo mal, tal como has comprobado al
romperle la camiseta, lo cual supuso una humillación más. Estoy muy decepcionado
contigo, hijo.
Nick ya no pudo más.
Se tapó la cara con las manos y lloró con desesperación. De pronto todo dejó de
ser importante para él. Su padre se había dado cuenta por fin de que era un mal
bicho, una mala hierba que había que arrancar. Se había dado cuenta y estaba
decepcionado.
- Vale, Nick, no te
pongas así – dijo Chris, y se acercó un poco. Nick temblaba y lloraba como
pocas veces. Le levantó del sofá y le abrazó. – Discúlpate con Paul, y ve a
lavarte la cara.
Intentó ser amable y
firme a la vez, y era algo realmente difícil. Nick no dejó de llorar abrazado a
él y al final Chris suspiró.
- ¿Es por lo que te
he dicho? Lo que has hecho está mal, Nick, y lo sabes. Pero te quiero, hijo. Es
precisamente porque te quiero por lo que me duele que te comportes así,
haciendo daño. Siempre has sido un poco deslenguado, cielo, pero la crueldad
estaba fuera de tu campo. Has culpado a Paul de la muerte de su hermano. Has
usado algo que sabes sobre él, algo muy personal, para dañarle. Nick, si a mí
me dijeran algo parecido sobre mi mujer, me destrozarían. Al igual que entendí
que tú pegaras a Paul cuando vino aquí a casa a disculparse contigo, he
entendido perfectamente que él te pegara después de lo que le has dicho. Y eso
me ha costado mucho, porque no soporto que te hagan daño y aun ahora sabiendo
por qué ha sido estoy molesto con Paul por lo que ha hecho. Así que sí, cariño,
me siento un poco decepcionado, pero porque sé el buen corazón que tienes y
esperaba de ti otro tipo de comportamiento. Pero sé que aprenderás de esto y no
volverás a cometer el mismo error. No ha cambiado nada. Sigo pensando que eres
bueno, pero estoy más dispuesto que nunca a evitar que hagas cualquier cosa que
haga pensar lo contrario. Así que deja de llorar, porque tú y yo tenemos una conversación
pendiente y es del tipo de las que no te gustan.
Nick sólo se abrazó
más a él.
- Te dije que tenía
un lado malo – murmuró, y la voz se le quebró en la última palabra.
- Pues yo aún no lo
he visto. Este es sólo mi hijo, hablando de más y olvidando que tiene que
pensar antes de hablar, como hace siempre. Además has defendido a Paul delante
de su padre y has dicho la verdad. Eso ha estado muy bien. Igual que te digo en
qué te equivocas, te digo lo que me hace sentir orgulloso.
- Ya no estás
orgulloso de mí…- lloriqueó.
- ¿No te acabo de
decir que sí? Vamos, fuera el drama. Tú la lías, yo te castigo, nos abrazamos y
todos contentos. Ya sabes cómo funciona esto.
- Pero no quiero que
me pegues – protestó Nick. Chris se preguntó si era consciente de que Peter y
Paul seguían allí.
- Me extrañaría que
quisieras, hijo, pero si vamos a ir por ahí, yo no quiero que te portes mal, y
te pegues en el colegio, e insultes a los demás.
Nick sólo sollozó.
- Ahora voy a
esperar a que te calmes. No te voy a castigar hasta que estés tranquilo. Quiero
que entiendas que si te he hablado así es porque le has hecho mucho daño a
Paul, pero he cometido un error, un error de padres muy frecuente, que es
calificar a las personas de acuerdo a sus acciones. Cuando Leo se ha portado
mal, evito decirle que es "malo", porque no lo es. No debería haberte
llamado cruel. Lo que has dicho es cruel, pero tú no lo eres, igual que tu
comportamiento me ha decepcionado, pero de ti siempre estaré orgulloso. Si
pensara de otra manera no intentaría que entendieras que lo que has hecho está
mal, porque no te creería capaz de entenderlo. Como sé que eres una buena
persona, y además bastante listo, sé que lo has entendido perfectamente.
Aquello pareció
lograr que Nick se recompusiera un poco. Chris le sostuvo contra su pecho hasta
que dejó de llorar.
- Muy bien, corazón.
Ahora quiero que subas a tu cuarto y me esperes allí.
Nick gimió.
- No es justo, a
Paul le han castigado sin salir…
Aunque Chris estaba
de espaldas a Paul, casi notó como éste se envaraba.
- Yo soy tu padre y
no el de Paul…sé que la frase es típica, pero es que hijo, me lo pones a huevo.
No he sido yo quien ha decidido su castigo y no eres tú quien decide el tuyo.
Pero si quieres te castigo TAMBIÉN sin salidas…
Nick negó
efusivamente con la cabeza.
- Eso me parecía a
mí. Ahora venga, sube a tu cuarto.
Tras echarle una
última mirada triste, Nick subió como le dijo, sabiendo que él no tardaría en
subir. Chris suspiró. Durante unos segundos, todo estuvo en silencio.
- Siento haber
traído tantos problemas a tu familia – dijo Paul, de pronto decaído y como
culpable.
- Eh eh eh. Aquí el
pesimismo por turnos – se quejó Chris, en tono ligero, semibromista – No puedo
rebatiros todas vuestras tonterías a la vez. No has traído ningún problema
¿estamos?
- Si hubiera dejado
la pistola donde tenía que estar, no hubiera pasado esto.
Chris estuvo a punto
de decir "eso no es así", pero se recordó que no estaba hablando con
niños, y que ya tenían edad de entender ciertas cosas.
- Las acciones
tienen consecuencias, Paul. Si me apuntas con una pistola, es lógico que tu
padre se enfade y que mis hijos también. No sirve de nada lamentar las
repercusiones de nuestras acciones. Lo que hay que sentir es la acción en sí
misma. La culpabilidad es por lo general un sentimiento muy inútil. Lo que hay
que hacer es buscar la forma de no tropezar otra vez con la misma piedra, para
no desencadenar los mismos acontecimientos. Si hubieras sabido que iba a pasar
todo lo que ha pasado, no lo hubieras hecho. Uno tiene que aprender a pensar
antes de actuar…a imaginar las posibles consecuencias antes de que sucedan. Aun
así, a veces es difícil. Salvo excepciones de personas privilegiadas como mi
tía, los humanos no vemos el futuro. Y aunque lo viéramos, veríamos sólo una
línea de las muchas posibles. El futuro no está escrito y por eso es variable.
Hay muchos futuros en potencia y sólo uno, no sabemos cuál, llegará a ser en
acto. Por eso lo que uno tiene que hacer es actuar lo mejor posible, hacer lo
que llamamos "buenas acciones", para que así, ocurra lo que ocurra,
al menos se tenga la conciencia tranquila. Y aun así a veces nuestras mejores
intenciones terminan en algo catastrófico, creo que entenderás que estoy
refiriéndome a mi intento de curar a tu hermano. Como te digo, todas las
acciones, las buenas y las malas, tienen consecuencias, que son a su vez tanto
buenas como malas. Sabes que te haces mayor cuando tus acciones son más
importantes, y las repercusiones son realmente grandes. Cuando si obras mal te
espera algo más o algo diferente a un castigo. Hace tiempo que tú estás
experimentando eso. Has estado tres años pagando por un error que cometieron
otros. Me atrevería decir que lo has estado pagando incluso toda la vida. Y has
tenido que tomar decisiones muy importantes, con grandes repercusiones. Y tanto
si te gusta como si no lo que ha sucedido a raíz de esas decisiones, no puedes
cambiarlo. Así que sí, Paul, seguramente si hubieras dejado la pistola
quietecita esto no habría pasado. Ya te disculpaste, ya lo has aprendido. Ahora
no vuelvas a hacerlo y todo esto habrá servido para algo.
Paul parpadeó y le
miró de una forma extraña. Luego intercambió una mirada con Peter.
- Sí, es siempre así
de profundo y directo, por si te lo estás preguntando – dijo Peter con una
sonrisa.
- Ha hecho llorar a
tu hermano sólo con unas pocas palabras.
- Sí bueno, también
sabe dar donde duele.
- Que estoy aquí
¿sabéis? ¬¬ - les recordó Chris.
- ¿Acaso he dicho
alguna mentira? – replicó Peter, sonriendo otra vez.
Chris rodó los ojos.
- Gracias por
impedir que estos dos se maten. – le dijo luego.
- No hay de qué. No
he hecho gran cosa en realidad. Salvo conseguir que el director me mire mal.
¿Te lo puedes creer? Es Nick el que se lía a golpes y la bronca me la llevo yo
también.
Peter sonó tan
indignado que Chris se tuvo que reír.
- El mundo no es
justo. – le dijo, y luego recuperó un poco la seriedad. – Oye, ¿me puedes hacer
un favor?
- Sabes que sí.
- Aún no te he dicho
qué es.
- La respuesta sigue
siendo sí.
Chris sacudió la
cabeza. Siempre tan…servicial.
- ¿Puedes ir a por
Leo?
Peter puso una
mueca, pero asintió. Salió del salón y se puso la chaqueta. Paul le siguió con
curiosidad.
- ¿No quieres ir a
por tu hermano?
- Sí, sí que quiero.
No me importa y hasta me gusta. Se suponía que estaba castigado sin salir pero
papá está siendo bastante bueno. Lo que pasa es que sé lo que implica ese
"puedes ir a por Leo". Significa que no puede ir él, porque va a
estar muy ocupado castigando a Nick. – explicó Peter, y puso otra mueca.
- ¿Es cierto que le
va a pegar o lo ha dicho por decir?
- No, sé a ciencia
cierta que Nick se ha ganado una paliza. ¿A qué tanta curiosidad?
- Es sólo que...
bueno…- balbuceó Paul y se ruborizó – Tu padre parecía bastante tranquilo.
- Yo diría que lo
está.
- Incluso… incluso
le ha consolado un poco.
- Sí, eso ha hecho.
¿A dónde quieres llegar? Tengo que irme, Paul, así que ve al grano.
- Es sólo que…se ve
que le quiere.
Peter asintió.
Empezaba a entender lo que le quería decir.
- Y que no le da
vergüenza demostrarlo - añadió Paul, más bajo. Peter sintió lástima de su
amigo. – Da envidia ¿sabes?
Peter abrió los
ojos. Era raro ver a Paul hablando con tanta sinceridad sobre lo que sentía o
sobre sus problemas. Le dedicó una media sonrisa amistosa.
- No tanta ¿eh? Tú
has visto la parte de los besos y los abrazos. Lo otro es mucho menos
agradable.
Pau no dijo nada.
Probablemente Peter ya supiera que Chris le había pegado, pero le daba
demasiada vergüenza hablar de eso. Coincidía con Peter en que no era agradable
en absoluto y lo sentía por Nick. Por eso le extrañaba que hubiera accedido a
subir a su cuarto tan mansamente.
- Si tu padre estaba
tranquilo, si ya no estaba enfado, ¿entonces por qué le ha hecho caso Nick? No
ha tenido que gritarle para que se fuera a su cuarto. ¿Por qué?
- Porque Nick sabe
lo que le conviene. Porque papá se lo ha mandado y a nosotros con eso nos vale.
Y porque el mundo de Nick se rige por la regla de "quien la hace la
paga". Confía en mi padre ciegamente y se sentirá más tranquilo una vez le
haya castigado y todo esté bien entre ellos. Hasta la próxima vez que la líe.
- Confianza –
extrajo Paul. – Sí, eso es lo que falta.
Peter le miró sin
entender.
- Buscaba semejanzas
y diferencias. Yo no confío en mi padre – dijo Paul. – Sólo estaba comparando.
Como se lo digas a alguien…
- No desvelaré al
mundo que tienes sentimientos. Dios no quiera que alguien pueda pensar que tú
también tienes miedos, y sueños y deseos. – respondió Peter con sarcasmo. Paul
le dio un puñetazo amistoso en el brazo, y Peter se marchó a por Leo, aunque se
quedó un poco preocupado por la mirada de tristeza en los ojos de su amigo.
Paul se encontró sin
saber muy bien qué hacer en ese momento. Por suerte para él, Chris iba un paso
por delante.
- Será mejor que te
lleve a casa, o tu padre me extirpará las amígdalas y me las pondrá de collar.
Nunca cabrees a un médico.
Así que le orbitó a
su casa. No se entretuvo mucho. Lo suficiente para saber que todo estaba bien.
Luego volvió a su propia casa y fue a tratar con Nick. Le esperaba en su cuarto
y para su sorpresa aún estaba algo lloroso.
- Nick, ya sabes
todo lo que te ha llevado hasta aquí…Por cierto, hablaba en serio cuando te he
dicho lo de lavarte la boca: no vuelvas a llamarle esas cosas a Paul.
- No papá – le
prometió y luego soltó un sollozo ahogado – Por favor, no me castigues.
Le dio tanta pena.
¿Qué le pasaba a Nick? Estaba como mucho más…sensible…emocional. Todo.
Normalmente no se ponía así por un castigo. Ni siquiera parecía haberle
importado llorar delante de Paul.
- Cielo, afróntalo.
– le dijo, con todo el tacto del que fue capaz. A ver cómo tranquilizas a
alguien que sabe que le vas a castigar. Él, al menos, no sabía cómo.- ¿Sabías
que liarte a puñetazos estaba mal, o no?
- Sí, pero…
- ¿Sabías que
insultar a Paul, golpes bajos incluidos, estaba mal?
- Sí…
- Pues entonces, ya
tendrías que haber sabido que te iba a castigar. Si esperabas otra cosa es que
sobrevaloras tu mirada de cachorrito. Que sí, que es bastante buena, pero ahora
mismo no te va a servir de nada. Así que no alargues esto y ven aquí.
Nick asintió y se
acercó a él. Aun así, lo intentó una vez más.
- De verdad que no
lo voy a volver a hacer.
- Ojalá sea cierto,
y así no haré esto de nuevo.
- Papá, por favor,
no me castigues…
Chris suspiró.
- Eso tenías que
haberlo pensado antes, corazón. De eso va esto en realidad. De pensar antes de
actuar. De estar ahí en ese patio, y ser capaz de cerrar los ojos, respirar
hondo, morderse la lengua, y dejar tranquilo a Paul.
Nick bajó la mirada
y ya no dijo nada más. Dejó que le desabrochara el pantalón y que le pusiera
sobre sus rodillas. Luego Chris le bajó el calzoncillo y comenzó. Decidió no
regañarle más. Ya había dejado muy claro el motivo de aquello y Nick no parecía
poder soportar más reproches.
SWAT SWAT SWAT SWAT
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- ¡Ah! Papá, lo
siento.
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- Papá, no voy a
hacerlo más, sólo para.
SWAT SWAT SWAT SWAT
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Chris se detuvo.
Consideraba lo que su hijo había hecho como "falta grave", y
normalmente habría sido más duro, pero realmente dudaba que Nick volviera a
repetir aquello. Lloraba mucho y no tenía corazón para seguir castigándole.
- Papá, para por
favor.
- Nick, ya he
parado. ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó Chris, y le levantó. Le colocó la ropa.
- ¿Por qué lloras así? Ya está, mi vida. Sólo no vuelvas a hacerlo.
Nick se abrazó a él
y lloró sobre su camisa.
- Vale, Nick. Shhh.
¿Qué pasa? ¿Es por lo que te dije antes? Te quiero ¿me oyes? Y no creo que seas
malo ni estoy decepcionado de ti. – le aseguró, y le dio un beso, pero Nick no
pareció calmarse ni reaccionar de ninguna otra manera ante sus palabras. Le
inspiraba tanta ternura. En ese momento era "su bebé". Le habló como
a uno. - ¿Le cuentas a papá qué es lo que ocurre?
- Tú….snif….tú vas a
morir por él. La profecía dice que morirás por salvarle la vida, y él te apunta
con una pistola. Me va a…me va a dejar sin ti y ¡no es justo! ¡No se merece que
hagas eso por él! Te apunta con un arma y de premio se lleva una segunda
oportunidad en la vida…Yo nunca hice nada como eso y no tuve otra oportunidad
hasta conocerte a ti. No es justo ¡No es justo!. La gente como él no se merece
que gente como tú de su vida por ellos…
- ¿La gente como él?
Nick, hay tantas cosas que tenemos que aclarar... En primer lugar, Paul no es
malo. Impulsivo, tal vez. Majadero, sin duda. Con problemas de ira, unos
cuantos. Pero no es malo. Me atrevería a decir que ya lo sabes. Has estado en
su cerebro. De hecho creo que hoy has evitado meterte dentro de él porque si lo
hacías no podrías seguir adelante con tu enfado ¿me equivoco?
Nick negó con la
cabeza. Había sido justo así.
- Lo que nos lleva
al verdadero motivo de todo esto. Sé que crees que voy a morir por esa
profecía, pero aún no sabemos si va a cumplirse. Me niego a vivir aterrado por
lo que diga un trozo de papel. Y si se cumple, no sabemos si será mañana, el
mes que viene, o dentro de muchos muchos años. A veces el miedo a una profecía,
el querer evitar que se cumpla, es lo que justamente la desencadena. No pienso
irme tan fácil, Nick. Mentirte a ti no tiene ningún sentido, porque en
cualquier momento puedes meterte en mi cabeza: todo esto me preocupa. Claro que
sí. Pero ni siquiera sé quién dijo esa profecía. No sé si es de fiar. Sólo sé
que el padre de Paul la escribió, y que Patsy me avisó de ella. Tal vez nos
estamos asustando sin motivo. Tal vez no. Pero enfadarse no va a solucionarlo.
Y menos enfadarse con Paul, cariño. Él no tiene culpa de nada. Créeme que la
vida ya le ha castigado demasiado, por lo que ha hecho y por lo que no.
Nick sólo sollozó.
Chris tuvo la intuición de que lloraría durante bastante rato, con la fuerte
necesidad de desahogarse. Le acarició y le dijo cosas bonitas y se preguntó por
qué tenía que ser tan adorablemente vulnerable.
Sintió que algo tiraba
de él. Paul debía de estar llamándole. Joder, en qué mal momento. Pero ¿y si
pasaba algo? ¿Y si necesitaba su ayuda? Chris suspiró.
- Nick, tengo que
irme un momentito, cielo.
- No – protestó él,
y le abrazó con más fuerza.
- Paul me está
llamando. No puedo ignorar la llamada de mi cargo…- explicó Chris, y sintió
otro tirón.
"Que ya voy,
pesado".
- Pues voy contigo.
- No creo que eso
sea buena idea…
- Voy contigo –
insistió Nick, lloriqueando. Chris sintió otro tirón, y supo que no podía
perder más tiempo. Como Nick no le soltaba, al final orbitó con él. Apareció en
el salón de la casa de Paul, con Nick llorando con la cabeza escondida en su
pecho. Chris miró a todos lados y no vio ningún peligro: sólo a Paul sentado al
lado de su padre, que debía de acabar de llegar del hospital.
- Ahora no es un
buen momento – masculló. Empezaba a entender la molestia que sentía su padre
alguna vez, cuando le llamaban sin que pasara nada. No era un teléfono de línea
rápida, sino una vía de emergencia.
Paul y su padre les
miraron asombrados. A Nick parecía darle igual que hubiera testigos. Seguía
llorando y realmente parecía que nunca iba a parar de llorar. Chris y él
parecían fusionados.
- Es que… mi padre
quería hablar contigo – dijo Paul.
- Pues tu padre
podría usar el teléfono. – protestó Chris, y luego suspiró. - ¿Qué quiere,
señor Anderson?
- Cuando he llegado
hace cinco minutos mi hijo estaba llorando. – dijo Patrick, secamente,
acusatoriamente. Chris miró a Paul y luego volvió a mirar a Patrick.
- ¿Insinúa que por
mi culpa?
- Evidentemente,
dado que estaba con usted. Parece algo claro ahora, viendo como ha hecho llorar
a su hijo. No sé qué clase de monstruo es usted, pero…
Chris llegó a su
límite. Podía tener paciencia con sus hijos, porque eran sus hijos. Con Paul,
porque era Paul, y más un crío que un adulto. Oh, pero su grado de paciencia
para Patrick era muy muy bajo, y ese hombre lo había sobrepasado con creces.
- ¿Yo soy el
monstruo? Yo no he abandonado a mi hijo durante toda su vida, condenándole a
creer que su padre le odia tanto que no quiere ni tocarle. Yo no le he culpado
por un ACCIDENTE dejándole tirado al cargo de ocho hermanos pequeños. Yo no le
he mentido durante toda su vida. Y yo no le he dado una paliza de tal magnitud
que no podía ni darse la vuelta en la cama. ¿Yo soy el monstruo? – volvió a
preguntar – Pues entonces dígame porque está aquí hablando conmigo en vez de
preguntarle a su hijo por qué lloraba. Es de él de quien obtendrá información,
y es de él de quien debe buscarla. Sea amable con él, escúchele por una vez en
la vida y tal vez su hijo tenga ganas de confiar en usted. Aunque si fuera yo
no las tendría.
Que a gusto se había
quedado, madre. Aún tenía ganas de partirle la cara, pero esas ganas se
quedarían ahí, porque no podía hacer tal cosa, y menos delante de su hijo y de
Paul.
Patrick reaccionó
como si en verdad le hubieran golpeado. Entrecerró los ojos, y parecía que iba
a decir algo, pero Paul intervino.
- Basta, no os
peléis ahora vosotros. Chris, no es necesario ser tan brusco. Y papá, él no me
ha hecho nada. – dijo Paul, que efectivamente tenía los ojos algo rojos.
- Estabas llorando.
- No sabía que ibas
a volver tan pronto.
- El problema no es
que te haya visto llorar, es que has llorado, porque éste imbécil…
- ¡No es culpa suya,
papá! – exclamó Paul, alzando un poco la voz.
- ¿Pues entonces de
quién es? No debería haber dejado que te fueras con él. – insistió Patrick.
- No, ¡no deberías!
¡Porque así he podido comprobar lo que es tener una relación padre hijo de
verdad, y no ésta cosa intermitente que tenemos nosotros! ¿Cuánto va a durar
esto? ¿Cuánto tiempo vas a seguir siendo mi padre? ¿Si la fastidio volverás a
esquivarme? Tal vez si alguno de los niños se cae mientras le cuido. ¿Volverás
entonces a tratarme mal o retrocederemos a la época de la indiferencia?
¿Quieres saber de quién es la culpa? ¡Es tuya! No puedo confiar en ti. No como
Nick confía en su padre. Darme cuenta de eso ha sido lo que me ha hecho llorar.
Todo quedo en un
frío y tenso silencio. Ni siquiera se oía llorar a Nick, que de hecho parecía
más calmado. Menos mal. Aun no estaba dispuesto a soltarse de la camisa de
Chris, pero eso tal vez fuera por la vergüenza. Tal vez se hubiera dado cuenta
de que llevaba un rato abrazado a él y llorando delante de Paul y de su padre y
de pronto tener la cara escondida le parecía una muy buen idea. Chris le
acarició la espalda con movimientos distraídos.
- Bien, ahí lo tiene
– le dijo a Patrick – Por eso lloraba su hijo. Le sugiero que deje de buscar
culpables y haga lo que tiene que hacer, que es consolarle y aliviar sus
inquietudes. Y ahora, si me disculpa…
- Papá, ¿puedo
hablar con el señor Anderson? – preguntó Nick, al ver que iban a irse.
- No tienes que
pedirme permiso para eso, Nick – respondió Chris, aliviado pero un tanto sorprendido
de que Nick se hubiera calmado por fin, y de que fueran esas sus primeras
palabras.
Nick asintió, se
separó de él, y se pasó la manga por la cara. Miró a Patrick, que se había
quedado mudo por la declaración de Paul.
- Yo no sé nada de
paternidad, señor, y a decir verdad tampoco tengo mucha experiencia en lo de
ser hijo. He pasado casi toda mi vida en un orfanato y lo cierto es que usted
me recuerda mucho a ese lugar. – dijo Nick, y Chris le miró con asombro y
curiosidad a partes iguales – Es evidente que se preocupa por Paul y de que
quiere lo mejor para él. Yo también tenía gente que se preocupaba por mí, pero
no eran mis padres. De niño a veces me arropaban por la noche, pero no eran mi
familia. Créame: Chris también es sobreprotector, pero creo que ser padre es
algo más que intentar que a tu hijo no le pase nada. Es estar ahí cuando le
pasa. Es hacer que sepa que vas a estar ahí cuando le pase. Paul no sabe si
usted va a estar o no. Creo que en realidad apenas se conocen. Ninguno sabe lo
que va a hacer o cómo va a reaccionar el otro. A mí me pasaba al principio con
Chris, cuando me trajo del orfanato. Pero ahora a veces parece que me adivina y
yo… bueno, yo literalmente puedo leerle la mente. Confío plenamente en él y
quiero que confíe en mí… puede que lo haga, no estoy seguro…Creo que usted
tiene que intentar conseguir eso mismo. Paul es bastante parecido a mí, y por
eso sé que lo único que necesita es a su padre.
Patrick miró a Nick
durante varios segundos, y luego asintió. Hombre frío y de pocas palabras, pero
Chris se dio cuenta de que había entendido a Nick y estaba de acuerdo con él.
- Ya podemos irnos –
dijo Nick, y luego añadió en voz muy baja – Ya he pasado demasiada vergüenza
aquí.
Chris le dedicó una
media sonrisa, y puso una mano en su hombro para orbitar. Cuando lo hizo Peter
y Leo ya estaban en casa, aunque no podían llevar mucho porque Leo aún tenía la
mochila.
- ¡Me habéis
asustado! – reprochó Peter – ¿Dónde estabais?
- Paul me llamó.
- Pues otra vez deja
una nota. – protestó Leo, casi como si le estuviera regañando. Chris le sonrió
y le dio un abrazo.
- ¿Qué tal en el
cole, campeón?
- ¡Bien! Dos chicos
mayores se han peleado en el patio. Peter acaba de decirme que eran Nick y
Paul.
- Lo eran. Y ha
estado muy mal. No hagas lo mismo ¿eh?
- ¿Pelearme con
Paul? ¡Ni loco! ¿Has visto qué grande es?
Chris sonrió.
- Me refiero a
pelearte con quien sea.
- Ah. No, no lo
haré, promesa de meñique.
- ¿Promesa de
meñique? – preguntó Chris, sin poder contener su diversión.
- Es cuando prometes
algo muy en serio. Se hace así, mira – dijo Leo, con mucha concentración, y
cogió la mano de Chris doblándole el dedo meñique, para después enlazar su
propio dedo con él. Lo sacudió un par de veces – Me lo ha enseñado Lucy.
Chris agitó la
cabeza, embobado con las niñerías de su hijo.
- Ale, sube a
cambiarte que en media hora voy a ir a por Amy, y luego vamos a comer.
Peter sonrió
recordando que aquél era el "día 0 en la Era Amy", y Leo pareció
contento también. Nick estaba inexpresivo y Chris recordó que quería hablar con
él. Peter y Leo se fueron escaleras arriba, y él se giró para mirar a Nick.
- ¿"Quiero que
confíe en mí?" ¿"Puede que lo haga"? – dijo, imitando la voz de
Nick minutos antes, en casa de Paul. Su tono exigía una explicación.
- ¿Te ha molestado que
le haya dicho todo eso al padre de Paul? – preguntó el chico. Parecía
preocupado.
- Nada de eso, Nick.
En realidad, me ha hecho sentir muy orgulloso. Creo que tienes mucha razón, y
sé que te ha costado decir algo para ayudar a Paul ahora que estás molesto con
él. Pero, ¿qué es todo eso de que no estás seguro de que confíe en ti? Confío
en ti, corazón.
- ¿Sí?
- Nick, confió en ti
en todos los aspectos del verbo. Confío en tu palabra, en que lo que me digas
es verdad…
- …Pero si ha habido
veces que te he mentido…
- Y sé que sabes que
no debes volver a hacerlo. Además mientes bastante mal. – respondió Chris con
un encogimiento de hombros, y continuó – Confío en tus capacidades para el
colegio, para la escuela de magia, para cuidar de tu hermano y para todo lo que
te propongas, porque eres bastante talentoso. Confío en ti para contarte cosas
difíciles, como la profecía. Y sobre todo, hijo, te confiaría mi vida. Ya te la
he confiado en cierta forma, si recuerdas ese trato relativo a tu poder de
"resucitar" y el de tu hermano. De hecho, Nick, tendrías que pensar
que hay cosas que sabes tú y que en cambio no sabe Peter, porque sé que tú
puedes encajarlo, y que harás lo que te he pedido. Tu hermano tiene la manía de
desobedecerme cuando cree que "tiene" que hacer algo, y estoy seguro
de que se negaría a intercambiar mi vida por la de Leo. En cambio, confío en
que tú, por mucho que protestes, acabarás haciendo lo que te he pedido.
Nick tuvo
sentimientos ambivalentes. Por un lado le gustó saber que su padre confiaba tanto
en él. Por otro lado, Chris estaba equivocado si creía que Peter era el único
que se negaría a hacer lo que le había pedido. Nick había jurado por su vida,
pero le daba igual. Jamás intercambiaría la vida de Christopher. Por la de
nadie. Su padre se equivocaba al creer que iba a hacerlo. Le daba rabia que
Chris ofreciera su vida así…De pronto, Nick quería romper algo y tuvo que hacer
un gran esfuerzo para no emprenderla a golpes con algún objeto de la
habitación. Se frustró.
- No sé qué me
pasa…Es…como si no controlara mis emociones. La rabia, la tristeza…Me
siento…dominado. – murmuró.
Chris ladeó la
cabeza y le miró como tratando de sondearle.
- Creo que tiene que
ver con Adramelech. Peter también ha experimentado algunos cambios.
- Pues no pienso
dejar que me domine así.
- Me parece bien,
cariño. Encontraremos el equilibrio, ya lo verás.
Nick le miró con
mucho afecto.
- Siento haberme
peleado con Paul. Y haberle dicho esas cosas tan horribles. Nombrar a su
hermano así ha sido, con toda seguridad, una de las peores cosas que he hecho
nunca. Yo estuve en su cabeza. Sé lo importante que era Jason para él…Lo que
hice fue…fue mezquino.
- Bueno, ya está. No
le des más vueltas. Lo has compensado hace unos momentos en su casa. Y sé que
no vas a volver a hacerlo.
- ¿Y si lo hago?
¿Y…si me enfado de nuevo y le suelto otra crueldad? – preguntó Nick, sin
mirarle. Pero de pronto alzó la vista y le miró directamente a los ojos. - ¿Me
odiarías? ¿Me odiarías si dejas de creer que soy "bueno"?
Chris intuyó que
Nick se metería en su cabeza para comprobar que le daba una respuesta sincera,
así que no se molestó en hablar en voz alta y se limitó a poner mucha
intensidad en sus pensamientos. "Jamás". Una sola palabra, con mucha
fuerza. Por primera vez en aquella larga mañana, Nick sonrió plenamente.
- Te daría unos
azotes y te quitaría la tontería – dijo luego. – Que es lo que haré ahora mismo
si no dejas de sentirte culpable y de pensar estupideces como que voy a dejarte
de querer. Así que fuera la autocompasión, jovencito, o me verás realmente
enfadado – dijo, señalándole con el dedo y poniendo una voz falsamente
autoritaria, para hacerle reír. Y lo consiguió.
- Suena muy raro eso
de "jovencito".
- Dímelo a mí. Mamá
me lo llamaba cuando estaba en problemas. Cuando oía eso o mi nombre completo,
me podía dar por muerto.
- Pues yo te veo muy
vivo.
- La mirada de
cachorrito ha funcionado durante generaciones. Y ahora, si me disculpas, tengo
que ir a recoger a una hermosa…
- Agh, papá, no hace
falta que me des detalles - le interrumpió Nick. Chris le miró entre divertido
y sorprendido.
- Si eso te incomoda
te aconsejo que te tapes los oídos durante los próximos días. Sólo la estaba
llamando guapa…
- Sí, y estabas
babeando con la mente…Cada vez que piensas en Amy la mente se te llena de
flores y corazones.
- Flores y
corazones, ¿eh? – preguntó Chris, distraído. – Tal vez debería llevarle flores…
Nick rodó los ojos,
y le dejó sólo con sus románticos pensamientos. Chris caviló un poco más, y
decidió que podrían ir a comer todos fuera. Luego acompañaría a Amy a por el
resto de sus cosas, y la ayudaría a instalarse. Contento por lo que había
planeado, gritó un "chicos, vuelvo en un rato" y se fue.
Cuando llegó al
colegio donde trabajaba Amy, Chris vio como se despedía de un hombre demasiado
cariñosamente. Se activaron sus alarmas de autodefensa, porque consideraba a
ese hombre una amenaza: era más alto que él, más fuerte que él, y posiblemente
mejor que él en muchas cosas, dado que debía tener una carrera, puesto que
trabajaba de profesor. Tuvo ganas de bajarse del coche y gritar "es
mía", pero se contentó con apretar el volante como si quisiera romperlo.
Luego respiró hondo, esperó a que el desconocido se fuera, y puso su mejor
sonrisa para saludar a Amy.
Estuvieron hablando
un rato y Chris la propuso lo de comer fuera, ellos y los chicos, en donde ella
quisiera. Amy dijo un restaurante, pero Chris negó con la cabeza.
- Dije "donde
quieras" no "en el primer sitio de comida rápida en el que
pienses". Restaurante de verdad, Amy. Voy a tratarte como una princesa.
Ella le sonrió
tímidamente.
- Es que…Chris, no
me puedo permitir otro tipo de restaurante.
- ¿Y quién te ha
dicho que voy a dejarte pagar, boba? Vamos. Elige el sitio de tus sueños.
Así que cuarenta
minutos después Chris, Amy, Nick, Peter, y Leo estaban en uno de los sitios más
elitistas de la ciudad. Cuando iban a entrar, Peter le cogió del brazo, como
para decirle algo. Chris se le adelantó:
- Luego le damos el
regalo.
- No es eso. Es que
éste sitio es…wow… ¿Aquí habrá veinte tenedores diferentes y todo eso? No sé
cómo comportarme en un sitio como éste.
- Ni yo tampoco,
pero usaré el tenedor de la carne para el pescado sólo por ver la cara de
horror que ponen los camareros – dijo Chris, y eso tranquilizó enormemente a
Peter, que le dedicó una sonrisa. Tendría que haber imaginado que a su padre le
daba igual que no encajara en los sitios de "etiqueta".
La comida marchó
genial al principio. Era divertido estar en un sitio así, y ver la clase de
"fauna urbana" que habitaba esos lugares. Había un par de tipos
normales, que debían de estar allí como ellos, para celebrar una ocasión
especial. Pero luego había gente trajeada y engalanada, que se sentaban con la
espalda totalmente recta y que debían de estar ahí por una comida de negocios.
- Papá, ¿cuánto
dinero tienes? – preguntó Leo, de pronto.
Chris parpadeó.
- ¿A qué te
refieres?
- ¿Cómo de rico
eres?
- Bueno, seguramente
no tenga tanto dinero como esta gente de aquí. Tengo más del que tenían mis
padres y más del que tienen mis hermanos. Y lo tengo invertido, para que sea
rentable. Aun así, si dejara de trabajar en el P3 podríamos vernos apurados,
así que no somos "ricos" exactamente. Tu madre sí era rica, campeón,
y nos dejó casi todo su dinero. Te he dicho alguna vez que tienes una cuenta en
el banco, esperándote para cuando seas mayor.
- Sí, aunque no sé
bien lo que quiere decir eso. – comentó Leo, y siguió comiendo.
- Ya lo entenderás.
Chris se fijó en que
aquella conversación tan sencilla había entristecido a Amy. A ella parecía
importarle mucho lo de tener menos dinero que él. No quería que aquello llegara
a ser un problema. Estaba buscando la forma de hacerla ver que eso no
importaba, cuando se fijó en que tenía el móvil en la mano, y se estaba
enviando mensajes con alguien. Mensajes que la hacían sonreír. Automáticamente
Chris pensó en el tipo de la puerta del colegio y se puso celoso. No quería que
Amy sonriera así por nadie que no fuera él, pero sabía que eso no era del todo
lógico ni justo. Tenía que mantener a raya su afán posesivo, pero le costaba. Y
mucho…Agarró el mantel con fuerza. ¿Quién era ese tipo? ¿Se estaba escribiendo
con él? ¿Qué se decían para que ella sonriera así? Frunció el ceño.
La comida que
pidieron era de esa con nombres raros y cantidades desproporcionadamente pequeñas
de algo desproporcionadamente caro. Había que pedir muchas cosas, porque era
una especie de menú degustación. Chris tomó conciencia por primera vez de lo
difícil que era comer en un restaurante con Peter: si no era uno específico
para gente vegetariana, era difícil encontrar un menú enteramente sin carne. En
sitios más sencillos se pedía una ensalada, pero en "Snobilandia" uno
no podía saber si el "Goulash en salsa de queso azul" era totalmente
vegetariano, y como a Peter parecía darle vergüenza preguntar y demostrar así
su ignorancia, Chris preguntaba por él.
Fue divertido. En
general estaba bastante bueno y eran cosas que no habían probado nunca. Peter
hacía bromas de vez en cuando y todos se reían, pero Chris no dejaba de pensar
en Amy y en el desconocido que la hablaba por el móvil, y eso le ponía de mal
humor. De muy mal humor, a decir verdad…
- Papá, esto no me
gusta… - dijo Leo, mirando una cosa verde en su plato de aspecto en verdad no
muy apetecible.
- Me da igual. Eso
te pasa por pedir cosas únicamente porque su nombre es gracioso. Ahora te lo
comes y sin protestar. – respondió Chris, sin apartar la vista de Amy y del
dichoso aparatito que ella tenía en las manos.
Leo le miró con los
ojos abiertos, algo sorprendido. Habían estado pidiendo bajo ese criterio
durante toda la comida. Era parte del juego. Además, su padre rara vez le
hablaba así. Sólo cuando ya le había cansado mucho, y era la primera vez que se
quejaba en aquella comida. Muy triste, se centró en su plato e intentó
comérselo, pero de verdad estaba asqueroso y acabó por escupirlo.
- ¡Leo! No hagas
guarradas. – le dijo Chris con brusquedad, y una mirada que a Leo no le gustó
nada. Se le inundaron los ojos de lágrimas. – Nada de lloros o me voy a enfadar
– le advirtió – No montes un espectáculo.
A partir de ese
momento, Leo enmudeció. Tenía que haber hecho algo realmente malo para que su
padre estuviera tan enfadado que no le dejara ni llorar. Fue todo un ejemplo de
buen comportamiento durante el resto de la comida, pero estaba bastante triste.
Peter se dio cuenta y le susurró en el oído:
- Papá no pretendía
hablarte así. No se lo tengas en cuenta. Ten, cómete mi plato, yo ya no tengo
hambre.
Leo asintió, y
cuando salieron del restaurante le dio la mano a Peter, dispuesto a no
separarse de él. Cuando estaban llegando al coche, Chris se fijo en que Leo no
cogía su mano sino la de Peter, y entonces se dio cuenta de que había sido muy
borde con él. Se sintió fatal. Leo no había hecho nada malo. No era su culpa si
no le gustaba, y de todas formas aquél no era un restaurante del tipo
"para niños". Leo había estado sentado toda la comida, sin levantarse
ni armar revuelo, y él, en vez de felicitarle, le había regañado con mucha
brusquedad. Todo porque estaba enfadado por otra cosa.
Iba a llamarle para
hablar con él, pero entonces Leo se acercó y se sacó algo del bolsillo. Era un
caramelo.
- Toma papá. Para
que no estés enfadado conmigo.
Chris quiso darse de
golpes. Se agachó junto a Leo y le dio un abrazo.
- No estoy enfadado,
y no debería haberte hablado así. Nos lo estábamos pasando bien, y yo lo
estropeé porque fui muy malo contigo. ¿Me perdonas?
Leo le sonrió, muy
contento porque su papá volviera a ser dulce con él.
- Claro que sí,
papá.
Chris le devolvió la
sonrisa, y observó cómo se metía en el coche, pero seguía sintiéndose culpable.
Peter puso una mano en su hombro.
- ¿Qué te pasa? ¿Qué
es lo que ha hecho que la tomes con el peque? ¿Sucede algo malo?
Chris sacudió la
cabeza, sin estar dispuesto a compartir sus inquietudes celosas, pero agradeció
la preocupación de su hijo. Despejó su mente y se metió en el coche. Sus tres
hijos iban en los asientos de atrás, él al volante, y Amy a su lado. Chris
volvió a verla con el móvil, pero no estaba dispuesto a dejar que le afectara
de nuevo.
- Peter, al final no
se lo has dado – le dijo.
- Oh ¡es verdad!
- ¿Dar qué a quién?
– preguntó Amy con curiosidad, apartando el móvil.
- Tu regalo de
bienvenida – dijo Peter, y sacó las entradas del concierto.
A Amy le encantaron,
aunque Chris estaba seguro de que cualquier cosa la habría hecho ilusión. Le
gustó que ella sonriera, y que esa sonrisa sí fuera para él y para sus hijo, y
no para el idiota del teléfono.
Cuando llegaron a
casa, los chicos casi saltaron del coche. Chris echó el freno de mano y sacó
las llaves del contacto.
- Ahora iremos a por
tus cosas, si quieres. Nick se va a la escuela de magia en media hora, y Peter
puede quedarse con Leo.
- ¿Por qué a él no
le dejas ir?
- Es una larga
historia.- repuso Chris, y se sorprendió al ver que esa respuesta molestaba a
la mujer.
- Todo son largas
historias contigo, Chris, pero si no me cuentas nada no sé cómo se supone que
esto va a funcionar.
- ¿Yo no te cuento
nada? ¡Te lo he contado todo! – bufó Chris, aunque eso no era del todo cierto.
No le había hablado de la profecía. - ¡Eres tú la que parece tener secretos!
- ¿Secretos? ¿Yo?
- Te vi abrazarte
con ese tipo, y te has pasado la comida entera distraída mensajeándote con él.
Amy le miró con
furia, pero luego su expresión se dulcificó, y le miró como diciendo "pero
qué cosas tienes".
- Chris, ese chico
es un compañero de trabajo, y para tu tranquilidad está felizmente casado, y
con hijos. Sólo somos amigos. Y no me estaba mensajeando con él, sino con tu
hermano.
- ¿Con mi hermano? –
preguntó, sorprendido.
- Sí. Es muy
gracioso. Intentó hablar contigo, pero dice que debes de tener el móvil de
pisapapeles y que sólo atiendes las llamadas cuando son mías, o de tus hijos.
Sólo quería saber qué tal todo, si ya estaba en tu casa, si ya me arrepentía de
vivir con un obseso del control como tú, y si me habías dicho ya que ibas a
cuidar de tus sobrinos. Y la de verdad es que un poquito obseso del control sí
que eres, y que decirme lo de tus sobrinos hubiera sido un buen detalle. No
porque me suponga ningún problema, más bien me encantará conocerles, sino
porque estoy cansada de que nunca me digas nada.
Chris aun tardó en
asimilar que Amy había estado hablando con su hermano. ¡Y él había sido tan
idiota de ponerse celoso!
- Vale. Más
comunicación, menos control. Entendido. Perdona.
Ella le sonrió.
- Siento haber
estado con el móvil. Sé que no es de buena educación, pero Wyatt puede ser
realmente absorbente. Es… parece mucho más joven que tú.
- Pues es el hermano
mayor. Lo que pasa es que es un inmaduro. Y la mejor persona del planeta, eso
también.
- ¡Wyatt Mathew
Haliwell, eres la peor persona del mundo! – le gritó Linda. Ver gritar a Linda
era tan extraño como ver a un elefante haciendo paracaidismo. Wyatt se asombró
por eso, y por lo que le había dicho. Ella parecía realmente enfadada, y él no
era consciente de haber hecho nada. ¿Quién entendía a las mujeres? Llevaba doce
años casado con una y aun pasaban cosas como esas que le hacían preguntarse si
eran si quiera de la misma especie.
- ¿Por qué lo soy,
si puedo saberlo, amor? – preguntó, con voz tranquila. - ¿Y por qué has usado
mi nombre completo como una madre enfadada?
- Oh, porque ahora
mismo SOY una madre enfadada. ¿Cómo has podido romperle a Victoria su raqueta
de pin-pon? ¡Sabes que tiene un campeonato importante dentro de dos semanas!
- Porque ella me ha
sugerido que me la meta por el culo, después de lanzármela a la cara con
excelente puntería, por cierto. Que dé gracias a que no la he pegado con ella.
La furia de Linda se
extinguió, y fue sustituida por la sorpresa. Se quedó parpadeando sin saber qué
decir. Wyatt suspiró.
- Sé que no debería
habérsela roto, pero estaba realmente enfadado y si le daba la azotaina que se
merecía podía pasarme y hacerle mucho daño. Jamás la pegaría con una raqueta
pero…de verdad que esa niña se está buscando que me quite el cinturón.
Linda se acercó a
él, y puso una mano en su hombro en un gesto tranquilizador y reconfortante.
Wyatt sólo había castigado a Victoria seis veces en su vida, tres de las cuales
habían sido en aquella última semana, y dos de esas tres fueron con el cepillo.
Aquello había sido horrible para Wyatt, que adoraba a esa niña como si fuese
una extensión de su propio cuerpo. Que se estuviera planteando castigarla aún
más duramente era algo chocante, sobre todo teniendo en cuenta que estaban
hablando de una niña de diez años y de que el cinturón estaba fuera de
discusión para Linda. En vez de enfadarse, intentó entender a su marido.
- Es muy pequeña. Es
tu princesita, y apenas la has castigado en todos estos años. ¿Qué es lo que os
está pasando a vosotros dos últimamente?
- No lo sé, Linda,
no lo sé, pero voy a volverme loco.
Ella le sonrió con
comprensión e indulgencia.
- Ve a hablar con
ella. Está llorando y diciendo no sé qué cosas sobre que ya nunca podrá ganar
ese campeonato. Sabes que vive exclusivamente para los deportes, esta niña.
Wyatt sonrió un
poco. Vic amaba los deportes, sobretodo el pin-pon, y lo cierto es que era
bastante buena. Eso le hacía sentir muy orgulloso, y sabía que era muy especial
y anómalo que se pudiera sentar con su hija a ver los partidos de futbol
disfrutando los dos de ello. Eso siempre les había unido más, pero en los
últimos tiempos…Wyatt sacudió la cabeza. Linda tenía razón, iría a hablar con
ella y arreglarían las cosas.
Fue a la habitación
de su hija, y se conmovió al verla llorar. Nunca es fácil ver llorar a un hijo
y menos sabiendo que esas lágrimas las has provocado tú. A Wyatt le costaba
especialmente ver llorar a su "ojito derecho". Entró en la
habitación, y se acercó a ella.
- No, princesita, no
llores…
- Me la has roto –
le acusó ella, levantando la pala que estaba partida por la mitad.
- Victoria, no
puedes hablarme como lo hiciste ni tirarme una raqueta a la cabeza. No puedes
hacer eso con nadie, y menos conmigo, que soy tu padre. Sólo te estaba diciendo
que la fueras guardando, porque tenemos que comer y luego ir a casa del tío
Chris.
La niña sorbió por
la nariz y asintió con algo de pena, dejando de llorar poco a poco.
- ¿Me vas a pegar
con el cepillo?
- Pues, cariño, no
lo sé. ¿Me vas a volver a decir cosas groseras y a tirarme objetos a la cara?
Ella negó con la
cabeza.
- Te creo. Y por
esta vez, no te voy a castigar. Para que veas que no soy tan malo. Después de
todo, ya te he roto la raqueta.
- Pala, papá. Las
raquetas de pin-pon se llaman palas. – explicó Victoria con voz de "pero
qué paciencia hay que tener". Wyatt medió sonrió, y ella también sonrió un
poco, pero luego se puso triste otra vez. – Nunca te había visto tan enfadado.
- Nunca me habías
faltado al respeto de esa manera. Nunca me habías faltado al respeto, en
realidad. Ni me habías agredido.
Ella no dijo nada
por un tiempo.
- Rompiste la pala
sólo con tus manos…
- Tu padre es
fuerte. – presumió Wyatt, contento de hablar "civilizadamente" y de
que ella ya no pareciera tan triste. - Y esa raquetita demasiado endeble. Como
su dueña.
- ¡Yo no soy
endeble! – protestó Victoria. Wyatt la hizo cosquillas, buscando que se riera,
pero sólo consiguió que se volviera a enfadar. Le empujó un poco para que se
detuviera. - ¡Ya soy mayor para eso!
- Sí, ya lo eres. Y
también para entender dónde está el límite, y hoy lo has cruzado. Escúchame
bien lo que te voy a decir: nunca, bajo ningún concepto, puedes golpear a nadie
con una raqueta, o con una pala, o con lo que sea. Es peligroso, doloroso,
violento, maleducado, impropio de ti, e inadmisible.
Vic le frunció el
ceño y se apartó de él. Se fue de la habitación con pasos furiosos.
-
VictoriaJohannaHaliwell ven aquí ahora mismo. Aún no he terminado de hablar
contigo.
- ¡Pero yo sí! Y
Johanna es un nombre estúpido! – le gritó desde el umbral de la puerta.
- Te lo puso tu
madre, en honor de la suya.
- ¡Ellas también son
estúpidas!
Wyatt chirrió los
dientes y recorrió la distancia que les separaba con dos zancadas imperiosas y
enfurecidas. La cogió del brazo y la arrastró hacia la cama. Se sentó y se la
puso sobre las rodillas, mientras ella gritaba y pataleaba.
- ¡No, papá,
suéltame, suéltame! ¡No!
Él la ignoró, y la
dio un fuerte azote sobre la falda.
PLAS PLAS PLAS No
puedes PLAS faltar al respeto PLAS a tu madre PLAS de esa manera PLAS
¿Entendido? PLAS PLAS PLAS
- ¡Ay! PAPÁ, PARA,
DÉJAME.¡Au!
Victoria siempre
gritaba como si la estuvieran desollando. Era algo que Wyatt había descubierto
recientemente, porque nunca había tenido que ser tan duro con ella.
Generalmente bastaba con regañarla un poco. Hasta hacía unos días, sólo la
había castigado por desobedecerle en cosas importantes como colgarse de las
lámparas, y aun así había sido muy pocas veces.
Wyatt le levantó la
falda y le bajó las braguitas.
- Tu madre no es
estúpida y si se lo vuelves a llamar esto te parecerá un juego.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Ayyy, papi, para,
para, por favor. Au, lo siento.
- ¡Tendrías que ser
un ángel después de lo que has hecho hace un rato! No sé qué pasa contigo, pero
la tontería se acaba ahora. No vas a volver a agredirme ni a faltarnos al
respecto a tu madre o a mí!
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Ah, papa, ya por favor,
no lo haré nunca más. ¡Ouch!
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Victoria dejó de
gritar y se limitó a llorar únicamente. Wyatt era consciente de que sólo tenía
diez años, así que se detuvo. Ella se levantó, se alejó de él, se colocó la
ropa, y salió corriendo. Con la sabiduría que da la experiencia, Wyatt contó
hasta diez sin moverse de la cama, y efectivamente antes de que pudiera pensar
"once", una maraña de lágrimas y pelo caoba entró corriendo otra vez
y se tiró sobre él, llorando desconsolada.
- Papi, lo siento,
papi perdona.
Wyatt la atrajo
hacia sí, y no dijo nada. La dio un beso y la abrazó hasta que dejó de llorar.
Cuando se calmó un poco Vic hizo por separarse, y se frotó allí donde la había
pegado. Wyatt contabilizó: iban siete. Siete veces en las que había dado una
azotaina a su hija, en sus diez años, e intuía que el número iba a subir como
la espuma si las cosas seguían así. La puso delante de él y la miró a los ojos.
- ¿Qué te pasa,
princesita? ¿Qué tienes? Por qué te portas así ¿eh?
Ella no le
respondió. Vic hacía mucho eso, lo de no responder. De hecho tenía rachas en
las que apenas hablaba, pero Wyatt y ella siempre se habían entendido, sin
necesidad de las palabras. Ella le miraba con enfado y con acusación.
- ¿Crees que a mí me
gusta ponerte sobre mis rodillas? Lo detesto hija, pero no puedes portarte así.
Vic siguió muda. Y
es todo lo que iba a conseguir de ella: enfado y mutismo. Wyatt se sentía
frustrado. Sentía que estaba perdiendo a su bebé. La dio un beso en la frente y
suspiró.
- Ve a ayudar a mamá
a poner la mesa – dijo, y la envió con una palmadita – Y pórtate bien. No voy a
verte por tres días. No quiero despedirme de ti así.
Wyatt observó cómo
se iba y se pasó una mano por la cabeza. Cuando Alex hacía algo mal sabía lo
que tenía que hacer. Su hijo no era malo, pero era incapaz de estarse quieto y
se metía en bastantes problemas. Wyatt sabía cómo era y aunque le castigara en
realidad casi nunca se enfadaba con él. Era muy difícil enfadar a Wyatt. Los
hijos de Chris, por ejemplo, nunca le habían enfadado. Cuando les había
castigado se había limitado a hacer una buena actuación. Bueno, salvo cuando
Peter se ponía en peligro deliberadamente. Ahí sí se enfadaba de verdad, porque
no podía creerse que fuera tan imbécil.
Chris en cambio, se
enfadaba más a menudo que él. Tenía bastante carácter, aunque tan pronto se
enfadaba como dejaba de estarlo. Y se sabía controlar bastante bien. Wyatt no.
Cuando Wyatt se enfadaba, cuando se enfadaba de verdad, no se controlaba. Por eso
había roto esa raqueta delante de su hija. Sabía que la había asustado y que no
había estado bien. Había perdido los estribos, y podía haber hecho algo de lo
que se habría arrepentido. Fue así como entendió que Victoria, su princesita,
había logrado sacarle de sus casillas de verdad. Algo que hasta entonces sólo
habían hecho un par de demonios, y Chris en sus peores tiempos de hermano menor
plasta.
De alguna manera,
esperaba que el problemático fuera Alex. Estaba acostumbrado a tener que
regañarle a él, pero no a tener enfrentamientos con su niña. Quizás fuera eso
lo que más le enfadaba. Quizá si Victoria siempre hubiera sido rebelde, no se
lo estaría tomando así. Pero es que, ese era precisamente el asunto: ¿qué le
estaba pasando a su hija? ¿cómo la cosita más dulce del mundo había pasado a
gritarle y tirarle objetos?
Mientras comían,
mientras preparaba su viaje de fin de semana, mientras ultimaba detalles con
Linda, Wyatt no dejó de pensar en esto. Vic no le dirigía la palabra, pero eso
era hasta cierto punto normal. Ella tardaba en querer hablarle después de un
castigo. Wyatt recordó que Melinda también hacía eso con sus padres cuando eran
niños. Tal vez era cosa del sexo femenino. Alex desde luego reaccionaba justo
al revés: pegándose a él como una lapa para asegurarse de que estaba perdonado.
- Todos al coche –
dijo Linda, cuando llegó la hora.
- Pero mamáaaa ¿por
qué no orbitamos? – protestó Alexander.
- Porque cierto
jovencito está castigado sin orbitar – dijo Linda – y porque después de ir
donde el tío Chris papá y yo nos vamos, y nos vamos en coche.
- Pero podéis venir
aquí otra vez a por el coche – insistió Alex.
- Déjalo, enano. No
vamos a orbitar mientras vengas con nosotros y estés castigado. Aunque siempre
podemos dejarte aquí tirado. – dijo Victoria.
- ¡No! – gritó Alex,
muy asustado. Era un niño muy inocente. Más inocente que otros niños de ocho
años. Más inocente que sus primos, por ejemplo. Victoria siempre se estaba
aprovechando de eso.
- Claro que no,
cachorrito – le tranquilizó Linda.
- Nadie va a dejarte
aquí, Alex – intervino Wyatt – Pero tampoco vamos a orbitar.
Alex puso morros.
- ¡Malo!
Wyatt soltó una
risita y se le subió a hombros.
- Deberíais dejarle
aquí. – dijo Victoria, picada con un poco de envidia. Ella solía estar en los
hombros de Wyatt, cuando no estaban enfadados. Él aun podía con ella, porque
efectivamente su padre era muy fuerte. Sintió rabia porque Alex estaba donde
quería estar ella. – Sólo va a ser una molestia el renacuajo este. Deberíais
dejarle aquí o en el fondo de alguna cuneta.
Alex no estaba
acostumbrado a que su hermana le tratara mal así que se puso a llorar. Wyatt le
bajó de sus hombros y le abrazó para consolarle.
- Victoria, eso ha
estado fuera de lugar. Pídele perdón. – ordenó Linda.
- Ni en sueños.
Entonces recibió dos
fuertes palmadas de su madre. No eran tan fuertes como las de Wyatt, pero le
dolieron igual.
- Tal vez quieras
intentarlo de nuevo. Eso no me sonó como una disculpa.
- Lo siento, canijo.
– dijo Vic, haciendo esfuerzos por no llorar ella también. Wyatt estiró el
brazo y la abrazó, complacido porque le dejara hacerlo. Estrechó a sus dos
hijos a la vez.
- Os voy a echar
mucho de menos ¿sabéis? Y no quiero acordarme de vosotros estando tristes. ¿Qué
tal si paramos a por helado en el camino?
- ¿En el coche? –
preguntó Alex, muy interesado de repente. Comer en el coche era un gran tabú
para su padre.
- Sólo por ésta vez
– dijo Wyatt, y le sonrió.
- Tú siempre quieres
arreglarlo todo con helado – le dijo Victoria, duramente. – Como si fuera la
solución a todos los problemas.
- A todos los
problemas no, pero sí a la mayoría – se defendió Wyatt, tomándose a broma la
acusación que Victoria había hecho totalmente en serio. Pero no quería discutir
más con ella.
Se fueron al coche,
y tal como había dicho Wyatt paró a comprar helado. Le gustó ver a sus hijos
sonreír, y por eso le dio igual que a Alex se le cayera un poco, manchando la
tapicería. Faltaba poco para llegar a casa de Chris, cuando hubo una curva algo
pronunciada, y en el asiento trasero, pese a la sujeción del cinturón, Alex se
ladeó sobre Victoria, provocando sin querer que a ella se le cayera el helado.
- ¡Alex! – le gritó,
enojada, y le empujó un poco. - ¡Eres tonto!
- Ha sido sin
querer…
- Sí claro, eso
dices ahora, pero la que se ha quedado sin helado soy yo.
Le dio un golpe y él
se lo devolvió, y así empezaron a pelearse.
- Chicos, ya basta –
dijo Wyatt, atento a la carretera, pero no le hicieron caso. – Como tenga que
parar y bajarme…
Era como si hablara
con una pared. Frenó el coche y lo aparcó a una lateral, y contó hasta diez.
Miró a Linda, que suspiró. Era lo mismo que quería hacer él: suspirar.
Desbloqueó los seguros, se bajó del coche, y abrió la puerta trasera. Le quitó
el cinturón a Alex y le apartó de Victoria. La tenía agarrada por los pelos, y
le costó que la soltara.
- ¡Idiota! – le
gritó el niño a su hermana.
Wyatt le puso en el
suelo y le giró un poco.
PLAS PLAS PLAS
- No quiero más
peleas.
PLAS PLAS PLAS
- Ni insultos.
- Lo siento, papi –
lloriqueó Alex y se abrazó a él. No estaba llorando exactamente, pero le
abrazaba con mucha fuerza.
- Está bien. Ya
está, canijo, no pasa nada.
"Canijo"
era la forma en que él le llamaba, y Vic le había copiado. Vic siempre copiaba
todo lo que Wyatt hacía, por eso él no entendía de dónde había sacado lo de
empezar a ser difícil con su hermano. Siempre se habían llevado muy bien.
Le dio un beso a
Alex y le volvió a sentar en el coche. Luego sacó a Victoria.
- Tu hermano no te
tiró el helado aposta.
PLAS PLAS PLAS
- Au, papáaaa
- Será mejor que no
empieces a tratarle mal. Hoy hay sido muy injusta con él, varias veces ya.
PLAS PLAS PLAS
- Ay
Iba a abrazarla,
porque además ella sí que estaba llorando, y bastante, pero no tuvo ocasión,
porque salió corriendo.
- ¡Victoria! – la
llamó, pero nada. Al principio pensó que era su forma habitual de reaccionar,
después de que él la pegara: correr y luego acercarse. Pero no volvía, y Wyatt
corrió tras ella. - ¡Vic!
No le oía, o no
quería oírle. Entonces hubo un cruce, y ella cruzó sin mirar, con el semáforo
en rojo. Wyatt creyó que se moría, pero por suerte no pasó ningún coche. Él
quiso seguirla, pero cuando él iba a cruzar sí pasaron coches, y motos, y de
pronto medio San Francisco parecía estar ahí con sus transportes, impidiéndole
alcanzar a su niña. Wyatt la perdió de vista, y se asustó mucho. Hacía mucho
que no se asustaba tanto. Empezó a buscarla con desesperación, sabiendo que
Alex estaba con Linda y que al menos a él no podía pasarle nada.
Victoria corría a la
desesperada. Conocía la zona: no estaban muy lejos de la casa de su tío y,
aunque se equivocó un par de veces, finalmente llegó a la calle de Chris y
luego a su casa. Llena de lágrimas, llamó al timbre, pero fue su primo el que
le abrió la puerta. Peter había vivido con ellos una semana, así que Vic le
conocía bastante bien, y le valió: se tiró a su cuello y se abrazó a él,
llorando.
Amy llevaba sólo una
noche allí, y todos se habían acostumbrado a su presencia. Chris amaneció muy
feliz a su lado, y la observó dormir como quien adora a una estatua particularmente
bella. La acarició y vio cómo sonreía en sueños, y la despertó con un beso.
Tenían que ir a trabajar.
Fiel a lo que
dijera, Nick bajó a desayunar tan tranquilo en calzoncillos. Peter en cambio,
más arreglado que nunca. Leo lo hizo con la misma carita de sueño de todas las
mañanas, pero como Chris había olvidado poner otra silla y él fue el último, no
tenía donde sentarse, así que escogió las piernas de Amy, que le acogió
sonriente aunque algo sorprendida.
- Leo, campeón,
espera que voy por una silla. Déjala desayunar tranquila, que pesas demasiado.
- Tonterías, Chris,
no pesa nada. Puede estar aquí perfectamente. Son las ventajas del pequeño de
la casa ¿verdad?
Leo asintió, muy
convencido. Chris sacudió la cabeza, y sonrió, encantado con que ya tuviera ese
nivel de confianza con ella. Se apuntó en la cabeza lo de la silla, y tuvo en
cuenta otros detalles de logística: Amy entraba a trabajar un poco antes de que
los chicos empezaran el colegio, así que estaba el problema de cómo iban a
llegar todos a tiempo a sus diversos sitios de estudio/trabajo. Ella le había
dicho que tenía el coche en el taller, y cuando él había sugerido lo de
orbitar, ella no se había sentido muy cómoda, porque además no estaba segura de
cuándo iba a salir aquél día, y no quería hacer que Chris estuviera pendiente
de ir a recogerla.
- Peter, Nick,
¿podrías dejarle hoy el coche a Amy? Tiene el suyo en el taller…
- Claro papá. –
asintió Peter – Sin problema.
- De todas formas
nosotros no podemos usarlo…- dijo Nick, con cierto resentimiento.
- De eso ya
hablaremos luego. Gracias, chicos.
- ¡Pero que no lo
raye! – añadió Nick.
- Te apuesto lo que
quieras a que conduzco mejor que tú – replicó ella.
Peter se rió.
- Eso seguro,
conducimos que da pena. De todas formas, te recomiendo que no apuestes con él.
La Fortuna siempre le ha favorecido.
Así, entre risas y
camaradería, casa uno fue a cumplir con sus obligaciones. Aquél era el primer
día de castigo de Nick en el colegio, así que por primera vez…en la vida…Peter
volvió sólo a casa. Se sentía raro, pero Chris iría más tarde a recoger a Leo,
que tenía aquél día una clase más que él. Se había acostumbrado a volver
andando con Nick, o en coche con toda su familia.
Cuando llegó a casa,
Chris estaba sólo en ella. Le dio un abrazo y se quejó de que tuvieran que
esperar para comer.
- ¡Podría comerme un
rinoceronte, y eso que no como animales y que dudo que eso sea comestible!
Chris se rió.
- Tú siempre tienes
hambres.
- ¡Eso es mentira!
Pregúntele a mi padre, Señoría, y se quejará de lo mal que como. - bromeó
Peter.
- Bueno, es verdad,
pero cuando te da por comer, comes mucho. Puedes picar algo de la nevera, si
quieres, aunque está medio vacía. – dijo Chris, consciente de que a esa hora,
otros días, estaban comiendo. Que Leo tuviera una hora más era algo
excepcional, porque iban a hablarles de seguridad vial o algo así. Pero lo de
Nick quedándose una hora todos los días podía llegar a ser un problema, porque
reducía su tiempo de comer a una hora escasa si luego tenía que ir a la escuela
de magia. En fin, se apañarían. Al fin y al cabo Amy también volvía tarde.
Cuando Chris fue a
la cocina para ver si Peter "había dejado algo", se encontró con que
estaba fregando los cacharros del desayuno, que aun estaban en la pila.
- Ey, no tienes que
hacer eso, tesoro.
- No me cuesta nada.
- Muchas gracias.
Peter se encogió de
hombros, como diciendo "no hay por qué", y Chris se dio cuenta de que
se aburría mucho. Seguía castigado, básicamente sin poder hacer nada, y debía
de estarse quedando sin ideas para pasar el tiempo. Tras dudarlo un poco, le
dijo:
- Después del fin de
semana puedes volver a la escuela de magia, si quieres. Así evitas que tu
hermano se meta en líos.
Recibió una sonrisa
tan grande en respuesta que lamentó no habérselo dicho antes.
- Papá…¿por qué los
hijos del tío aun no van a la escuela?
- Porque, aunque no
hay "edad" no suelen ir menores de doce años. Además, tampoco es
obligatorio ir, ya lo sabes, y no sé yo si Vic por ejemplo va a querer hacerlo.
Lo único que la gusta de la magia son las pociones. Por lo demás no muestra
ningún interés.
- Me gusta Vic. Me
alegra que vayan a estar aquí en el fin de semana.
- Es cierto,
conviviste con ellos…- dijo Chris. No quería recordar mucho de aquella fatídica
semana en la que Peter no quería ni verle así que a veces lo olvidaba. -
¿También te encandiló a ti esa ratona?
- Siempre quise una
hermana. Aunque Nick tuvo una época en la que llevaba coleta, no era lo mismo…
- Retrocede,
retrocede…¿¡Nick con coleta!? ¿CÓMO? ¿Cuándo? ¿Y por qué no tengo fotos?
Peter se rió.
- A los doce años,
los dos teníamos el pelo muy largo. Al tenerlo tan rizado era muy incómodo,
porque los tirabuzones se te ponían en la cara y no veías nada. Yo intenté
domarlo con gomina, y Nick se hacía una coleta, como algunos hombres de las
películas. Pero le quedaba muy raro. Al final nos cansamos y nos lo cortamos.
Chris sonrió al
imaginárselo. Empezó otra de sus sesiones de preguntas sobre su "vida
anterior" y Peter respondía con mayor o menor elocuencia. Chris notó que
empezaba a gustarle más hablar de sí mismo.
En eso estaban,
cuando llamaron a la puerta. Peter fue a abrir, pensando que quizás era Wyatt
que ya había llegado. Pero en la puerta sólo estaba Vic, sin rastro de sus
padres, y lloraba. Se lanzó sobre él y le abrazó, y Peter la sostuvo en sus
brazos muy confundido.
- Eh, hola primita.
¿Qué ocurre? ¿Dónde están tus padres, um?
Como única respuesta
ella sollozó más. Peter entró en la casa con ella en brazos y no hizo falta que
llamara a Chris, porque éste ya se había acercado a ver quién era.
- ¡Vic! Cariño, ¿qué
te ocurre? ¿Le ha pasado algo a tus padres? ¿Por qué estás aquí sola?
No parecía posible
conseguir una respuesta, así que Chris dejó que Peter la consolara, y sacó el
móvil para llamar a Wyatt. Le dijo que Victoria estaba allí y notó que Wyatt se
aliviaba como si le hubieran salvado la vida. Antes de que Chris pudiera
colgar, Wyatt ya había orbitado. Si la repentina llegada de Victoria había
impactado a Christopher, no fue nada comparado con lo que sintió al ver que su
hermano tenía lágrimas en los ojos. Wyatt llorando. Quizás había visto llorar a
su hermano diez veces en su vida, y sólo dos, sin contar aquella, en su vida
adulta. Por no llorar, Wyatt no había llorado ni cuando le castigaban.
El tercer impacto de
la tarde se lo llevó cuando Wyatt le abrazó, con una fuerza y una vehemencia
que dejaron claro que era un abrazo de consuelo…Chris, consolando a Wyatt, y no
al revés. Raro. Muy raro.
- Wy, tranquilo.
Ella está bien, está aquí, no le ha pasado nada.
Su hermano asintió y
se serenó. Peter entró en ese momento en la habitación, aun con Victoria en
brazos, y Wyatt prácticamente se la arrebató. En ese momento para él no existía
nadie más, y no había en el mundo nadie más que su hija.
- Mi vida – la dijo,
y empezó a llenarla de besos. - ¿Por qué te has ido, eh? ¿Sabes el susto que me
has dado?
La volvió a abrazar,
y la sintió contra su pecho. Era tan pequeña en sus brazos…Tras varios minutos
de convencerse de que estaba bien, se separó de ella.
- No me puedo creer
que me hayas hecho esto. ¡Te podías haber perdido! ¡Podías no haber sabido
llegar! ¡Y casi te atropella un coche! – le dijo, muy enfadado, y se acercó a
con ella al sofá de Chris. Victoria, intuyendo que la iba a pegar, retomó el
llanto que casi había extinguido. Wyatt la dio un azote y Vic se revolvió.
- No, papi, hoy ya
me has castigado mucho…
Eso rompió a Wyatt
en mil pedacitos. La levantó y volvió a abrazarla.
- ¿Qué voy a hacer
contigo? ¿Cómo voy a hacer que entiendas lo mucho que me estás preocupando?
¿Cómo voy a hacer que hables conmigo y me digas lo que te pasa? No puedo
perderte. – dijo, y fue casi una súplica. - No voy a perderte – rectificó, en
un tono que sonó mucho más como un gruñido, como un desafío…como algo seguro.
Levantó entonces la falda de Victoria y la puso de nuevo sobre sus rodillas. No
podía ser blando con ella. No aquella vez. No si no quería perderla.
- Esto seguramente
va a dolerte a ti más que a mí, pero no va a gustarnos a ninguno de los dos –
la aseguró, y comenzó la azotaina más dura que le hubiera dado hasta el momento
a alguno de sus hijos, aún pequeños.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
A diferencia de
otras veces, Victoria no gritaba, o intentaba no hacerlo. Soltaba quejidos
involuntarios y se revolvía, pero menos que de costumbre.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
En ese punto, sin
poder contenerse más, Victoria hizo audibles sus quejidos.
- Ah, papá, perdón,
lo siento mucho, ay, no más, no más.
Esa fue la señal de
Wyatt para orbitar el cepillo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Después de cada
caída del cepillo, Victoria soltaba un "Ay" muy sonoro, y hubiera
interpuesto la mano de no haber estado bien sujeta por su padre.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Oww. Papito, me
haces daño. ¡Au! Ya no más, papito, por favor.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
En ese momento, y
sin que Wyatt supiera de dónde había salido, Chris le cogió de la mano,
impidiéndole continuar. Los ojos de Chris eran muy claros. "Ya basta"
le decía. "Te estás pasando".
Cuando Wyatt y
Victoria se habían abrazado, Chris se había ido para dejarles solos, llevándose
a Peter. Empezó a escuchar entones como él la castigaba y se estremeció cuando
empezó a oírla gritar. Finalmente decidió intervenir, no del todo seguro de que
su hermano supiera lo que estaba haciendo. Victoria tenía sólo diez años, y
Wyatt tenía en cambio mucha fuerza.
Tras unos instantes
de tensión, Wyatt se rindió ante la mirada de su hermano, y soltó el cepillo,
que cayó al suelo con un "CLOC" muy dramático. Soltó también a
Victoria, que se levantó de encima suyo y se llevó las manos a la espalda.
Aquella vez, sin embargo, no salió corriendo, sino que se tiró a su cuello como
minutos antes se había tirado al de Peter. Lloró sobre él, y Wyatt la abrazó
por automatismo. Le llevó unos segundos darse cuenta de que él también estaba
llorando. Acarició la espalda de Victoria, que estaba de rodillas sobre el
sofá, cada pierna a un lado de Wyatt, porque probablemente sentarse la doliera
demasiado. Wyatt la examinó con cuidado y vio que tenía un color mucho más
intenso que en otras ocasiones. Debía ser doloroso, pero no insoportable. Sabía
bien lo que hacía: no le había causado ningún daño a su hija. Ninguno que no se
fuera en un rato.
- ¿Te duele? – la preguntó,
y ella asintió.- Pues más me ha dolido a mí pensar que te había pasado algo,
así que espero que no se te olvide nunca ¿me oyes? – preguntó, y la zarandeó un
poco. Ella volvió a asentir. – Chris, llama a mi mujer, por favor. Dile que
todo está bien y que estamos aquí. Tengo que hablar con mi hija.
Chris dudó unos
segundos sobre si debía dejarle sólo, pero la mirada de Wyatt le disuadió de
poner pegas. Se fue a hacer lo que le pedía.
- Escúchame bien,
princesita. Siempre serás mi niña consentida, siempre estaré dispuesto a todo
por ti, y cuando digo a todo es a todo. Pero si haces algo malo, tengo que
castigarte. Es mi deber como padre enseñarte la forma en la que te debes
comportar. Entiendo que tengas el impulso de salir corriendo, y me alegro mucho
cuando vuelves y te abrazas a mí, porque siempre, siempre querré abrazarte
después de un castigo. Ese también es en cierto modo mi deber de padre. Si
alguna vez no quieres abrazarme, lo entenderé, aunque confío en que algún día
entiendas que lo hago por tu bien. Si te enfadas conmigo y no me hablas como
sueles hacer, seré paciente. No hablarme es una forma correcta de enfadarte: no
es gritar, ni insultar, ni portarse mal. Me duele, pero mientras me sigas
obedeciendo tienes derecho a enfadarte conmigo. Pero lo que nunca, nunca,
puedes hacer, es alejarte de nosotros, de tu madre y de mí, y correr sola por
la calle, sin siquiera parar en los semáforos. Eso no sólo nos pone tristes,
nos preocupaba y nos enfurece, sino que además te pone a ti en peligro. Las ciudades
grandes son peligrosas para una niña sola, por más motivos que porque te puedas
perder o porque te pueda atropellar un coche. Hay gente mala, que hace cosas
muy malas, y yo no quiero que te las hagan a ti. Llevas días sin obedecerme,
tratándome mal y demostrándome que por alguna razón ya no te gusta tanto estar
conmigo. Has hecho cosas malas, y yo me he enfado contigo, pero lo que has
hecho hoy…lo que has hecho ahora…El acto físico de correr huyendo de mí no ha
sido nada comparado con el acto simbólico de que ya no quieres estar conmigo.
No sé por qué es, y tienes que decírmelo. Tienes que decírmelo ahora, porque
esto no puede volver a pasar.
Vic continuó
llorando durante un rato, y cuando fue capaz de hablar, lo hizo, en lo que
fuera probablemente el parlamento más largo de toda su vida hasta el momento.
- Empezó hace dos
semanas. Me levanté de la cama para ir al baño y al tocar la bañera vi cómo
Alexander se caía en ella después de un baño. Pensé que todavía estaba medio
dormida, y no le di importancia. Entonces, al día siguiente, Alexander se cayó.
No le pasó nada, salvo que se hizo un poco de daño, pero se cayó exactamente
igual que en mi visión. Dos días después toqué una pared de tu cuarto, y vi un
demonio rojo. Era un ser horrible, con ojos grandes y sin pupila, rojos
también. Desde entonces le veía en cuanto tocaba cualquier cosa tuya, y empecé
a odiar tus cosas por traerme esas cosas tan feas. Tenía pesadillas con eso…Y
luego te abracé a ti una vez, y vi morir al tío Chris. Vi como esa cosa roja ponía
una mano en su corazón, y hacía que se detuviera, para que luego, otra cosa
roja, pero con ojos amarillos, me tocara a mí, tumbada en el suelo, y me
hiciera levantar. Creo que a mí me pasaba algo y la cosa de ojos amarillos me
curó, mientras que la de ojos rojos le…le mató. Al tío. Y siguió matando más, y
más gente. Unos se morían, y otros se levantaban. En cada visión moría alguien
diferente, aunque la que más se repetía era aquella en la que moría el tío
Chris, cada vez de una forma diferente, como si el futuro no estuviera muy
claro. Como si todo el mundo estuviera en peligro de muerte. Y la única persona
a la que no le pasaba nada era a ti. Porque tú acompañabas a esa cosa roja, y
la protegías. Cuidabas de ella, y no dejabas que nadie la hiciera nada. Tú
protegías al asesino de nuestra familia. Así que dime, ¿por qué debería
obedecerte? ¿por qué debería seguir siendo tu princesa, si tú te has convertido
en el lobo feroz?
Uno espera muchas
cosas de una niña de diez años. "Es que no me entiendes, ya soy mayor y no
una niña." …"Es que hay un chico que me gusta y no me hace
caso"…"Es que quiero llamar tu atención y por eso me porto
así"….Uno espera muchas cosas, pero no "He estado tratándote mal y
enfadándome contigo porque he visto como ayudas a la cosa que mata a toda mi
familia, empezando por tu hermano".
Wyatt, mientras
abrazaba a su hija, entendió que había desarrollado un nuevo poder, y tenía
premoniciones, como Phoebe. Entendió que tenía visiones del futuro, o de muchos
futuros diferentes, todos ellos horribles. Y entendió que en todos ellos, la
cosa roja y asesina era Peter. Y que él, por alguna razón, le ayudaba a matar a
todas las personas que le importaban. Entendió todo esto y lo reflejó en su
mirada, cuando Chris volvió a entrar con el teléfono en la mano, y seguido de
Peter. Miró a su sobrino como esperando alguna clase de metamorfosis,
sangrienta y oscura.
De entre las muchas
preguntas e ideas que se estaban formando en la cabeza de Wyatt, sólo una cobró
sentido en su cabeza: Victoria siempre le imitaba. Hacía lo que hacía él.
Tendría que haberse dado cuenta de que si había empezado a ser
"mala", era porque Wyatt había pasado a ser malo para ella. Y si era
malo para su niña, Wyatt no tuvo ninguna duda de que lo era también para el resto
del mundo. Sería el ser más malvado del planeta si permitía que Peter acabara
con chris, o con cualquier otra persona.
Pero, ¿qué se
suponía que tenía que hacer? ¿Tenía, acaso, que matar a su sobrino? ¿Un sobrino
al que quería y al que se sentía inclinado a proteger? ….Un sobrino que tenía
un lado demoníaco que Chris, equivocadamente, se había empeñado en ver como
algo inofensivo y hasta "bueno". Evidentemente, y por si quedaba
alguna duda, Vraskor no era bueno en absoluto.
Y ahí estaba Peter,
mirándole, sonriéndole con simpatía, ajeno a todo lo que Victoria había dicho
sobre él. Victoria tampoco sabía que había estado hablando sobre Peter. No
sabía que "la cosa roja" era él. Wyatt se preguntó si debía hacer que
lo supiera. Si debía alertarla a ella, y a Chris, y a todos los demás, del
peligro que la presencia de Peter suponía para ellos. Y supo que no lo iba a
hacer, porque en la visión de su hija él no frenaba a Peter. Le ayudaba.
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