Chapter 69: Hay más de un San Francisco
- ¿Sí? - preguntó
Chris, a un Peter que parecía algo incómodo. El chico se le quedó mirando
fijamente, constatando el hecho de que Chris no tenía zapatos ni camiseta. Por
no llevar, no llevaba más que unos pantalones vaqueros. Peter miró al suelo,
más ruborizado de lo que Chris le había visto nunca. Cuando habló, casi
tartamudeaba.
- Y-yo…yo…N-no
quería interrumpir…
Chris se sintió un
poco incómodo también, quedándole muy claro que Peter sabía lo que acababa de
ocurrir en su habitación. Nota mental: buscar momentos en los que sus hijos no
estuvieran en casa. Aquella vez Peter había llamado, pero la próxima podría no
tener tanta suerte y eso sí que sería insoportablemente incómodo y
desaconsejable. De pronto Chris empezó a preguntarse si les habían oído. ¿Había
sido Peter el único en llegar a la conclusión de que se había acostado con Amy,
o se habían enterado todos los habitantes de la casa? Chris sintió que iba a
ponerse tan rojo como su hijo, y optó por hablar para evitarlo.
- No interrumpes.
- Nick pensó…Me
aconsejó que llamara antes de entrar.
¿Nick le había
aconsejado eso? ¿Desde cuándo era tan considerado?
"Mierda. No
estabas pendiente precisamente de bloquear tus pensamientos, Chris."
Aquél era, con toda
seguridad, el momento más extraño de toda su vida. Su hijo lector de mentes
había estado dentro de su cabeza mientras él estaba dentro de Amy de una forma
mucho menos íntima y mucho más física. Ni siquiera se le pasó por la cabeza
enfadarse: aun estaba demasiado ocupado deseando estar en cualquier otro
planeta.
- Bueno, gracias por
hacerlo. ¿Qué querías?
- Na-nada. Vengo en
otro momento…
- Peter, ¿qué
querías?
- Te quería
preguntar si has visto a Ariel. La he buscado por toda la casa y no la
encuentro. Pensé que tal vez estaba aquí contigo pero creo…creo que no.
Chris casi sentía
lástima por Peter. Se le veía que estaba pasando un mal rato. Superó su propio
bochorno para combatir el de su hijo.
- Tranquilízate,
Pete. Casi irradias calor de lo rojo que estás.
- Es que…Yo…Siento
ser tan inoportuno.
- No eres
inoportuno. No te preocupes y no te avergüences, que no hay por qué. No he
visto a Ariel, pero no puede haber desaparecido ¿verdad? ¿Has mirado en el
desván? Ahora que todos conocemos la magia aquí no controlo si se queda
abierto. Tal vez alguien haya subido, no haya cerrado, y la perrita haya ido a
investigar.
- Miraré, pero no lo
creo…
Peter se fue, aun
con signos de querer que se lo tragara la tierra. Chris volvió a abrir la
puerta de su cuarto y después de cerrarla tuvo que reírse, sin poder
remediarlo.
- ¿Cuál es el
chiste?
- Si hubieras visto
la cara de Peter… Ha sido vergonzoso para los dos, pero creo que yo me he
llevado la mejor parte.
Chris meneó la
cabeza, aún divertido, sin saber si se reía por diversión o por nerviosismo.
Pero entonces recordó su conversación inmediatamente anterior a la aparición de
Peter. Todo rastro de sonrisa se esfumó de pronto.
- ¿Qué quisiste
decir con lo de "totalmente cierto"?
Amy se sentó en la
esquina de la cama, y cruzó las piernas. Chris se dio cuenta que, con las
prisas, le había dado una camiseta suya, en vez de una de las de Amy. Le
quedaba grande, cubría todo lo que tenía que cubrir y era abrasadoramente sexy.
Sacudió la cabeza para quitarse estas ideas. No era momento de distraerse.
- ¿Qué quieres
saber, Christopher?
"Si mi novia
vendió su cuerpo por dinero" pensó.
- Si …has hecho algo
de lo que te arrepientas – formuló, censurando sus pensamientos, por cuestión
de tacto.
- Eso es ambiguo. He
hecho muchas cosas de las que me arrepiento y si no especificas puedo contarte
cualquiera y dejarte igual, sin lo que quieres saber.
Joder. Chris tragó
saliva.
- ¿Has…has tenido relaciones
con otros hombres?
- Evidentemente, sí.
- ¿Muchos?
- Sí.
Joder al cuadrado.
Aunque eso ya lo intuía, pero seguía sin gustarle. No le agradaba pensar en
otros hombres tocándola.
- ¿Por dinero?
- No…exactamente.
- ¿¡Qué quiere decir
"no exactamente"!? Sí o no, ¡hay dos opciones!
"No grites,
Chris, no grites" se recordó. Amy le miró durante unos segundos antes de
responder. Le hizo un hueco, invitándole a sentarse a su lado, pero Chris
permaneció de pie.
- Hay más de un San
Francisco – dijo ella, y Chris se acordó de que ya antes había dicho algo
parecido. – ¿Te has preguntado alguna vez que pasa con un niño huérfano, criado
en orfanatos, cuando cumple los 18?
Chris se lo había
preguntado. Lo había hecho alguna vez como curiosidad, y recientemente por interés
personal, cuando conoció a Nick.
- Tienen un tiempo
para encontrar un trabajo. Generalmente el centro les ayuda a encontrarlo. No
es que cumplan dieciocho y se vayan así sin más, a la calle. Abandonan el lugar
cuando tienen una forma de mantenerse por sí mismos. En algunos sitios se les
ayuda incluso durante algunos años después.
- Todo muy bonito
pero, cuándo eso se acaba ¿qué?
- ¿Qué quieres
decir?
- Cuando cumplí
dieciocho años encontré trabajo de camarera. Con una beca y el sueldo de media
jornada pude mantenerme mientras estudiaba en la universidad. Durante tres
años. Al cuarto año me denegaron la beca, porque suspendí una asignatura. Una
puñetera media de 9.2, pero suspendes una asignatura y ya te quitan la beca….Yo
vivía en el campus de la universidad. Ganaba lo suficiente como para pagarme un
piso de alquiler en cualquier lado, pero no lo suficiente como para pagarme la
universidad más la estancia en el campus. Así que estaba a punto de dejar la
carrera, a un año de terminarla. Siempre he querido ser maestra. No quería
renunciar a mi sueño pero ¿qué otra opción había? Entonces le conocí a él.
Parecía un buen tipo, de verdad. Puede que me entrara por los ojos…desconfía
siempre de un hombre guapo…Salvo si se llama Chris Haliwell – añadió ella, con
una sonrisa tímida, y le guiñó un ojo. – Le conocí, creí enamorarme, y cuando
él se enteró de mi problema me ofreció vivir con él. Así sólo tendría que pagar
la universidad, y siempre podía dividir un año en dos para pagar menos cuota de
matrícula. Fui tan tonta….Tenía mis reparos, pero acabé por aceptar su oferta.
Realmente era tan inocente como para pensar que ese hombre iba a ser bueno
conmigo. Que me quería. Pero la primera noche intentó…propasarse….conmigo, y yo
no me dejé. Ten aseguro que tenía manos de pulpo…Me resistí, y el acabó por
enfadarse. Me dijo que su casa no era un hotel. Y que si quería vivir con él
tenía que estar dispuesta a acostarme con él también. Tras mucho meditarlo, me
dejé engañar por mi inocente forma de pensar. ¿Qué hay de malo en acostarte con
tu novio? Tenía derecho a pedirme aquello. Es normal que las parejas tengan
relaciones, estamos en el siglo XXI, o eso me decía a mí misma. Me engañaba,
claro. Una persona que te exija eso no te quiere. Yo en el fondo lo sabía, pero
me dio miedo romper aquella relación. No sólo por quedarme en la calle, sino
porque tenía miedo de estar sola. Suena ridículo pero…tenía miedo de no
encontrar nunca a nadie más. Él fue mi primer novio, yo era muy joven, y aun
así me dio por pensar que rechazarle a él implicaba quedarme sola para siempre.
Como si nunca fuera a haber otra persona….En ese momento yo lo creía de verdad.
Él se ocupó de alimentar esos pensamientos. Lo cierto es que yo no quería, en
el sentido estricto del verbo, acostarme con él. Pero me obligué a querer.
Tenía veintiún años y pagué mi primera casa con sexo. Ya ves que tu hijo no se
equivocaba. ¿Qué fue lo que dijo? Soy "ramera que en vez de por dinero
trabaja por una casa".
Chris se había
quedado sin palabras con el discurso de Amy, viendo que por fin se abría él,
que era toda sentimiento…Pero recuperó la voz cuando escuchó aquella última
frase.
- Eso no es verdad.
Dependías emocionalmente de él, y no sólo económicamente. No lo hiciste por
dinero. Y aunque hubiera sido así, eras joven, eras…
- ¿Qué? ¿Qué era?
¿Tonta? ¿Idiota? ¿Inocente? Llámalo como quieras, pero puedes sintetizarlo
diciendo que soy una pu…
- No digas esa
palabra – cortó él, y puso una mano en la boca de ella. La miró a los ojos, y
vio pena, rabia, ira, dolor…Apartó la mano, y sin pensarlo, la besó. Eso
pareció calmarla.
- Pensé que después
de contarte esto no querrías saber nada más conmigo…
- Si éste es tu gran
secreto, Amanda, no ha cambiado nada. Ese tipo era un cabrón que se aprovechó
de ti.
- Ese tipo, tal vez.
Pero hubo más después de él. – dijo, y de pronto empezó a llorar. Fue un llanto
histérico, que dificultó la comprensión de sus siguientes palabras. – Siempre
el mismo patrón, siempre el mismo motivo. Para ser su novia tenía que acostarme
con ellos. Ninguno quería salir conmigo si no… si no les dejaba… ¿Tan horrible
soy que sólo me querían…por mi cuerpo? Tampoco es gran cosa. No…no puedo
entender…
Chris la abrazó y la
apoyó sobre su pecho.
- Claro que es gran
cosa. Eres lo más hermoso que hay en ésta habitación ahora mismo. Eres lo más
hermoso que hay en éste planeta. Y aun así, eso es sólo una ínfima parte de las
muchas razones por las que alguien podría quererte. Eres sincera, valiente,
mordaz, divertida. Eres comprensiva, cariñosa, buena, y recientemente he descubierto
que muy, muy seductora. Lo bastante como para hacer que un hombre sucumba a tus
encantos, pero tan dulce como para que deba saber contenerlos. Si ellos no
supieron verlo es su problema. No les culpo por no poder resistirse a ti, pero
si por no valorarte por lo que eres por dentro. Debería odiarles por lo que te
hicieron, pero les estoy agradecido, porque gracias a su estupidez ahora tú
estás conmigo.
- Y si…¿y si tú
desapareces también? No sólo soy tu novia, sino que además estoy en tu casa. –
dijo ella, entre llantos. Chris la separó un poco.
- Amy…¿por qué te
has acostado conmigo? – la preguntó, pero no obtuvo respuesta. - ¿Por qué fue?
– insistió, pero ella sólo lloraba. – Jamás pienses que tienes que hacer nada
para compensarme porque, aparte de que no hay nada que compensar, no es eso lo
que quiero. No quiero que hagas nada que no quieras hacer. No te lo he pedido.
Nunca te lo pediría. Yo te quiero a ti. El hecho de que estés en mi casa es un
regalo, no una molestia. No voy a desaparecer. Aun si me dices que quieres
dormir en otra cama, en otro cuarto, no voy a desaparecer. Siempre esperaré por
ti, hasta que tú quieras. Así que dime, ¿por qué te has acostado conmigo? –
preguntó con suavidad, apartándole el pelo de la cara.
Ella se fue calmando
poco a poco, se abrazó y se dejó mecer sobre su pecho, y sólo le respondió
cuando dejó de llorar.
- Porque te amo –
respondió, con total sinceridad, y Chris suspiró, aliviado.
- Yo también te amo.
– respondió, y la besó en la frente.
- ¿Cómo? ¿Cómo
puedes sabiendo lo que hice?
- No hiciste nada.
- Sí lo hice. Seis.
Seis hombres se han acostado conmigo antes que tú.
"Hombre, no
hacía falta decirlo de esa manera…" pensó Chris, con fastidio. Pero luego
suspiró. Seis tampoco eran tantos. Podía convencerse de que no lo eran. Y más
sabiendo que eran capullos gilipollas contra los que no tenía que competir,
porque no estaban interesados en Amy, sino sólo en su cuerpo.
- Eso no es un
motivo para que nadie deje de querer a nadie. Sería idiota si te dijera que no
te amo porque has tenido otros novios.
- No he tenido otros
novios, he tenido otros compradores…
- Deja de hablar
así, o vas a conseguir que me enfade. No eres una mercancía. No eres comprable.
Eres una persona, y no cualquiera. Eres Amy, y eres mía.
- ¿Entonces soy
posible? – preguntó ella, pero sin indignación ninguna, sino con una sonrisa.
- Una posesión muy
valiosa. – respondió él, parafraseando lo que ella había dicho hacía un rato, a
la inversa.
La sonrisa de ella
se hizo más grande entonces, y Chris se contagió. Ella volvió a apoyarse sobre
él, suspirando.
- ¿Por qué eres tan
bueno?
¿Por qué todo el
mundo decía eso de él? Él no era bueno. Tampoco era malo, o no se consideraba
así….Sólo era un tipo normal ¿no? Por lo visto, se rodeaba de gente que pensaba
que era bueno por el hecho de quererles. No respondió, no sabía qué decir ante
esa pregunta, pero ella no se dio por vencida.
- ¿Por qué eres así
conmigo? Tan gentil y tan…no sé, tan tú. Deberías estar molesto por lo menos.
Deberías pensar que soy eso que no quieres que diga.
Chris supo que tenía
que darle una razón. Que ella necesitaba una razón. Trató de buscarla. La habló
con el corazón.
- Como tú has dicho,
hay más de un San Francisco. Cada persona es un mundo. He aprendido a no juzgar
a nadie por un aspecto de su vida. Lo aprendí con mis hijos; lo reafirmé con
Paul. Parece que sin que yo haga nada la vida me va preparando poco a poco para
la siguiente etapa. Tuve hijos cuando no estaba preparado para ellos. Desearía
haber sido su padre siempre, pero ¿había sido bueno para ellos? Era sólo un
adolescente enganchado a la tecnología. Hubiera hecho mi mejor intento, pero
quizás mi mejor intento no hubiera sido suficiente. Quizás el Destino me negó
el conocer la existencia de mis hijos, porque de haberlo sabido me habría
empeñado en ser su padre, y tal vez les habría hecho más mal que bien. O tal
vez no. Tal vez el destino no tenga nada que ver y todo sea cosa de Xandra,
aquella demonio que me apartó de ellos, y que jugó conmigo…Y eso tan sólo fue
otra forma de prepararme que tuvo la vida. ¿Hubiera admitido mis sentimientos
por Bianca si no me hubieran roto el corazón? ¿Hubiera aprendido a diferenciar
amor de deseo? Si no hubiera aprendido esa diferencia, tal vez no estaría
teniendo ésta conversación contigo. Tampoco hubiera tenido la historia que tuve
con mi mujer. Desde luego, si ella no hubiese muerto jamás habría salido
contigo pero ese es un tema en el que no quiero entrar. Es algo doloroso, y
confuso, y no quiero pensar en eso. Y…si ella…si ella no hubiese muerto, tal
vez jamás habría ido a aquél orfanato, por mucho que los Ancianos lo hubieran
planeado para mí. Tal vez no habría conocido a mis hijos. Y si no hubiera sido
padre ya, tal vez no hubiera estado preparado para hacerme cargo de ellos. La
vida me ha ido enseñando cómo comprender a los demás, y eso me ha sido muy útil
con mis hijos. He aprendido de mis propios errores, y de los ajenos. He visto
como las buenas intenciones pueden acabar en algo malo y he visto como alguien
pacífico puede dejarse llevar por la agresividad si se presionan demasiado
ciertas teclas. Las personas somos algo más que palabras y acciones. Somos un
conjunto de formas de actuar. Somos intenciones. Somos sentimientos. Aunque
pensara que hiciste algo penalizable, y no es el caso, creería que es sólo el
resultado de las cartas que te han tocado jugar. ¿Cómo podría estar molesto
contigo, si jamás he pasado por lo que tú has tenido que pasar? Decir que te
entiendo sería injusto para ti, igual que sería injusto decir que entiendo a Peter.
Porque no os entiendo, y nunca podré. Yo no he pasado por lo mismo. Vosotros
tampoco habéis llevado mi vida, y habrá cosas que no podáis entender. Pero,
para aquello que uno no conoce de primera mano, existe la empatía. Ese deseo de
querer entenderte…Ese querer ponerme en tu lugar, que me hace ver que no eres,
ni parecido, todo eso que piensas de ti misma, y que mi hijo tan
desafortunadamente te llamó.
De pronto Chris
pensó en la posibilidad de que Nick supiera todo lo que él sabía ahora. Que le
hubiera leído la mente a Amy, y por eso le había llamado aquellas cosas. De ser
así, hubiera sido cruel. Chris no quería creer que fuera cierto, pero una
vocecita en su cabeza le recordó que no sería la primera vez que Nick usa
información que conoce para hacer daño, aunque eso era algo más propio de
Peter. Lo apuntó en la lista de las muchas cosas que tenía que hablar con él.
Tuvo que apartar a
su hijo de su mente por un momento, porque Amy le dio tal abrazo que casi le
tira.
- Eres la persona
más especial que he conocido, Christopher – declaró ella, y por primera vez
sonó como una niña para él. Por lo visto, a juzgar por lo que le dijo una vez,
él le sonaba como un adolescente, así que estaban en paz. Se rió.
- ¿Qué puedo decir?
Soy único en mi especie.
- Casi literalmente
– dijo ella, riendo también.
- ¿Qué quieres
decir?
- Medio brujo y
medio luz blanca.
- Oh, bueno. Hay más
de los que crees, aunque casi todos están en mi familia. Mi hermano, mi
hermana, mi tía Paige…
- Frente a siete mil
millones de humanos corrientitos. Eso te hace bastante único.
- Un porcentaje de
esos humanos corrientitos son brujos, o demonios, o…
- Que eres único y
punto – cortó ella, y se rió. – Frente a siete mil millones de humanos o frente
a veinte, da igual. Sólo hay un Christopher Haliwell en el mundo.
…
- Por favor, que voy
a vomitar – dijo Christopher, apartándose de la esfera de cristal. – "Sólo
hay un Christopher Haliwelll en el mundo". – repitió, imitando la voz de
la mujer que aparecía en su esfera - ¿Tú les has oído?
- Bueno, hermano, en
eso no se equivoca. – respondió Wyatt.- Muy pronto sólo habrá un Christopher
Haliwell.
Christopher sonrió,
enseñando todos los dientes. Lo que la novia de su querido alter ego no sabía
es que entonces aún había dos. Cogió sus flechas y su bayesta y fue con su
hermano a practicar puntería. Tenían un corazón que atravesar.
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