Chapter 81:
Encantado, Peter
REALIDAD 1
Aunque había
intentado no hacerse ilusiones, aunque había intentado no construir castillos
en el aire, Christopher había soñado una y mil veces con todo lo que haría cuando
lograse encontrar a Peter. Encontrarle había sido más fácil de lo que había
parecido, pues el chico se había presentado directamente en su puerta, pero
aquello no fue como él lo había imaginado. Peter llevaba sólo unas horas allí,
y Chris estaba desquiciado.
Después de comer,
fueron al salón. Chris buscaba la manera de preguntarle sobre aquella semana
sin que fuera traumático para él, y Peter se apoltronó en el sofá apoyando los
pies en la mesa de cristal.
- Peter, tesoro,
baja los pies – pidió Chris, con amabilidad, aunque algo de extrañeza. Peter
nunca había hecho eso.
El chico le ignoró
por completo.
- Tesoro, los pies –
repitió, siempre amable. Entonces, con un descaro tremendo, Peter se quitó las
deportivas y volvió a apoyar los pies en la mesa. Christopher parpadeó, pero no
iba a perder tiempo en aquella estupidez.
- Peter, no quiero
forzarte y sé que esto es difícil, pero necesito que me cuentes…lo que ha
pasado.
- Tu doble me
secuestró – respondió Peter secamente. En realidad no podía decir mucho más,
porque él tampoco sabía nada.
- Eso… eso ya lo sé,
tesoro. También sé en qué condiciones lo hizo…¿te curaste tú sólo,
transformándote en Vraskor? Tenemos que hablar de eso, Peter. Aun no me puedo
creer que intentaras suicidarte.
Peter se quedó en
silencio. No sabía por qué había hecho aquello su alter ego, pero él mismo
había tenido esos pensamientos alguna vez, así que le entendía.
- ¿Entiendes que eso
no puede pasar otra vez? – insistió Chris, pero sólo obtuvo más silencio. - ¿Lo
entiendes?
Más silencio. Chris
se crispó. ¿Cuánta paciencia más iba a tener que demostrar?
- Peter, esta es de
esas preguntas que requieren una respuesta.
Nada. Amy, que
estaba observando la escena, salió de la habitación para estar con Leo y
Christopher se distrajo con el movimiento. Pasaron los segundos, y Peter seguía
sin decir nada. Christopher miró a Nick, apoyado en el quicio de la puerta,
escuchándolo todo pero fingiendo que no le importaba. Le pidió ayuda con la
mirada, pero Nick sólo se encogió de hombros: "cuando Peter se pone
cabezota…" parecía decir. Christopher suspiró.
- Necesito saber que
entiendes que no puedes hacerlo de nuevo. Tienes que responderme o te tendré
que obligar y créeme que eso es algo que no quiero hacer ahora. De verdad, de
verdad que no quiero ponerme en plan sargento contigo justo hoy. Pero lo haré,
si no me respondes.
Silencio otra vez.
Chris se mordió el labio.
- Está bien: sube a
tu cuarto.
- No, no, eso no –
dijo Peter, que conocía esa señal. Su padre también decía eso justo antes de
subir y castigarle. – No, no. – pidió, con vehemencia.
- Entonces,
respóndeme. ¿Vas a hacer una tontería como esa de nuevo?
Peter miró al suelo.
- No, señor.
- No tienes que
llamarme señor, tesoro. Sólo quería que me respondieras. No hacía falta ser tan
cabezota ¿verdad?
- No, señor.
- Es papá, tesoro.
Así debes llamarme siempre, incluso cuando estés en problemas, pero además
ahora no estoy enfadado. Estamos hablando, sólo eso. Me alegra que estemos de
acuerdo en que el suicidio es un gran NO.
Nick rodó los ojos desde
su posición. Esa fue una forma muy infantil de decirlo. Pensó que Peter haría
algún comentario, pero su hermano seguía mirando al suelo. Nick frunció el
ceño. Eso no era propio de Peter. Había visto esa actitud muchas veces: su
hermano huidizo, mirando al suelo….En esos casos no solía ser desafiante como
lo estaba siendo en aquella ocasión, pero en general era la misma actitud que
tenía con los desconocidos después de su experiencia con Derek. Pero Chris no
era un desconocido…
- Ahora que tenemos
eso claro, ¿me cuentas qué pasó?
Silencio de nuevo.
Peter intentaba pensar en una buena respuesta, ya que no tenía ninguna. Y Chris
se estaba hartando de ser ignorado.
"Respira,
Chris, respira. No puedes enfadarte con él. No sabes por qué no responde. A lo
mejor pasó algo malo… algo horrible, y no quiere hablar de ello."
- Podemos dejar eso
para más tarde – cedió, con voz dulce. - Hay muchas cosas que tratar…Como…por
ejemplo…¿podrías devolverme mis poderes?
Peter se envaró.
- Tranquilo, tesoro.
Sé que no querías llevártelos. Tú no sabías que…que te iban a secuestrar. No
deberías habérmelos quitado, eso ya lo sabes, pero no estoy molesto ¿vale?
Sólo… quiero mis poderes de vuelta. Me siento incompleto y…desprotegido.
Peter se puso muy
nervioso, pero sabía que el silencio no le serviría aquella vez.
- Yo….yo… no los
tengo – dijo, con sinceridad. No había sido él quien se los había robado. Madre
mía…¿qué iba a hacer? ¿qué le iba a decir? Pensó con rapidez… - Me…me los
quitaron. Lo siento…
Se preparó para
salir corriendo. ¡Perder sus poderes! Qué gran idea. Eso era casi peor que la
verdad. Seguro que ese tipo querría matarle…Los segundos pasaron, y Peter
calculó las posibles salidas…
- No… no pasa nada –
dijo Chris, tras un rato increíblemente largo. Se le veía triste, pero no
enfadado. – Los… los poderes no son todo lo que soy…
Sin embargo, aquello
sonó como si quisiera decir justo lo contrario. Como si sin sus poderes no se
sintiera él mismo. Christopher parecía muy impactado, y no era para menos.
Treinta y tres años viviendo con sus poderes. Eran parte de lo que era. Era en
él algo tan básico como caminar. En especial su esencia de luz blanca, la
herencia de su padre…Y ahora se habían perdido, quizá para siempre. Pero no
podía enfadarse con Peter. No era su culpa….No había sido aposta… Y quería a su
hijo más de lo que quería a sus poderes…¿verdad?
"Christopher,
como se te ocurra dudarlo si quiera yo mismo te pateo" se dijo a sí mismo.
- No sabía que te
pudieran quitar los poderes que robas – comentó, necesitado decir algo.
- Pues pueden, creo
que es evidente – respondió Peter con brusquedad, para aparentar seguridad:
aquello era una trola como una casa, no podían quitárselos.
- Peter tío, encima
no le hables así porque la has cagado y bien. – intervino Nick por vez primera
– Deberías estar pidiendo disculpas y no hablando en ese tono.
- Ya he dicho que lo
sentía ¿no?
Y eso era un gran
logro. Normalmente no se hubiera disculpado, pero él también tenía poderes y su
padre también, y sabía lo importantes que eran para uno.
- No importa, Nick.
En realidad no es culpa suya. Mis poderes no me importan, tesoro. Lo importante
es que tú estás aquí, y estás bien.
Peter le miró
fijamente. ¿Qué le pasaba a ese tío? ¿Se había tragado un arcoíris o
habitualmente era así de amable tirando para gilipollas?
- ¿Has estado con…
Christopher…. todo este tiempo, Peter? – siguió preguntando Chris. Peter
entendió que el tercer grado iba a seguir, pero él necesitaba tiempo para
elaborar la historia que iba a contarle…
- Sí – respondió. –
Esto…¿me traes un vaso de agua?
- Tienes piernas
¿no? – replicó Nick, antes de que Chris dijera nada.
- Nick, no me
importa. Te lo traigo ahora mismo, tesoro.
Chris se fue a la
cocina y Nick y Peter se quedaron a solas en el salón. Nick le escudriñó. Había
algo que no le encajaba. Su hermano era la persona a la que mejor conocía en el
mundo, y algo le chirriaba. Esa actitud con su padre, con Amy, con él mismo,
con todos…Peter normalmente estaría abrazándose a alguien, preferentemente
Chris, con claros síntomas de esa enfermedad tan conocida para ellos que se
traducía en la expresión "necesito mimos". Y en lugar de eso mantenía
una distancia prudencial para que nadie le tocara.
Nick normalmente
nunca leía la mente de Peter. Sabía que ahí había cosas que uno no quería ver.
Sabía que no era un lugar agradable. Pero pensó que la situación lo merecía, y
se armó de valor. Captó un pensamiento muy nítido, sin necesidad de profundizar
mucho.
"Tienes que
hacerlo mejor, Peter. No puede saber la verdad"
- ¿Qué verdad? -
preguntó Nick, haciendo que Peter se sobresaltara. Había olvidado que estaba
allí.
- Nin… ninguna…
Nick siguió
investigando en aquél cerebro…
- Tú no eres Peter –
entendió de pronto. – Pero… sí lo eres. Eres… diferente.
- Todo el mundo
cambia, Nick.
- No en una semana.
Hay algo raro en ti…¿Y qué es todo eso de que mataste a una persona? Papá no te
lo ha preguntado, pero yo no me voy a callar.
- He matado a más de
una persona, Nick. Y tú también. ¿O ya no recuerdas aquél bebé del orfanato?
- ¡Yo no le maté! –
gritó Nick, pero muy cerca del llanto. - ¡Al bebé no le pasó nada!
- Ya lo creo que le
pasó, si tú mismo le enterraste…
- ¡No! ¿Por qué
dices eso? ¡Mentiroso! – bramó Nick, que no sabía si correr escaleras arriba o
salir por la puerta. Decidió abalanzarse sobre Peter, que entendió que en aquél
mundo las cosas habían sucedido de forma diferente. - ¡Eso ha sido un golpe
bajo! ¿Por qué me haces esto?
Nick intentó
golpearle, muy dolido y con lágrimas en los ojos, pero Peter le esquivó. Y
entonces fue su turno. Le dio un puñetazo, pero no se detuvo allí y le siguió
golpeando cuando Nick ya estaba en el suelo. Fue la situación inversa a otras
ocasiones: aquella vez era Peter el que estaba fuera de control, y empezó a
golpear una y otra vez a Nicholas.
Chis entró en la habitación,
alarmado por el ruido, y lo primero que pensó es que Nick había vuelto a
tomarla con Peter… pero fijándose un poco mejor distinguió ambos gemelos y
entendió que era Peter el que machacaba a Nick…
- ¡Peter! ¡Peter
detente!
Era mucho pedir que
le hiciera caso.
- ¡Peter, para!
Chris hizo mucha
fuerza para quitárselo a Nick de encima. Le costó horrores, pero lo consiguió.
Entonces él mismo se llevó un golpe en las costillas.
- ¡Ah! Peter ¿qué
pasa contigo?
- Papá…ha dicho… ha
dicho… - empezó Nick, que no parecía capaz de acabar la frase. Tenía sangre en
la nariz y el labio, y tenía los ojos acuosos. – Papá, me ha hecho mucho daño.
- ¿Te duele mucho,
cariño? – preguntó Chris, preocupado, observándole con atención sin soltar a
Chris.
- Sí, pero no los
golpes – respondió Nick, en un tono lastimoso que le partió el alma a
Christopher. Zarandeó a Peter aun intentando revolverse.
- ¡Estate quieto,
demonios! ¿Qué narices estás haciendo? ¡Siéntate ahí, vamos!. – ordenó,
llevándole al sofá. Una vez ahí, respiró hondo y observó que Peter hacía lo
mismo. Parecía más controlado. Le dio la espalda y abrazó a Nick, que se sintió
mejor en el acto. Luego volvió a centrarse en Peter.
Christopher no sabía
qué hacer. Joder, el chico se estaba pasando… Sabía lo que hubiera hecho de
haber sido Nick… pero… acababa de volver de un secuestro… acababa de volver de
la muerte…
- Peter estás muy
muy cerca de colmar mi paciencia. Quiero que te disculpes con tu hermano ahora
mismo y le preguntes qué puedes hacer para compensarle.
- Estás de coña.
- No, estoy hablando
muy en serio y de ser tú obedecería.
- No voy a hacer
nada de eso – replicó Peter, y se levantó, dispuesto a irse. Su cuarto estaría
en el mismo sitio ¿no?
- ¡Peter Adam
Haliwell, siéntate en ese sofá ahora mismo, discúlpate con tu hermano y deja de
comportarte como si tuvieras cinco años!
Gritos. El primer
impulso de Peter fue asustarse. El segundo, tratar de ignorar ese miedo. Siguió
caminando, pero en vez de al cuarto de arriba hacia la cocina: allí estaban Leo
y Amy y se sentía más protegido con gente, como si Chris no pudiera hacerle
daño delante de ellos. Aparentando una seguridad que no tenía, fue hacia la
nevera, la abrió y se puso a mirar fingiendo interés.
- ¡Peter! – llamó
Chris, que empezaba a sentir enfado además de desesperación. Por muy mal que lo
hubiera pasado, Peter no podía simplemente hacer lo que se le antojara…
- Peter ¿qué ha
pasado? – preguntó Amy.
- Ese imbécil se ha
puesto pesado – respondió él, sin mirarla.
Amy alucinó. Alucinó
más cuando vio que Peter sacaba …¿una cerveza? Se acercó a él y se la quitó.
- Eh, eh eh. Nada de
alcohol, jovencito.
- Bromeas ¿no? –
respondió Peter con una risa irónica, y se la quitó a su vez. Forcejeó con ella
por el botellín y justo en ese momento entró Christopher.
- Peter, no puedes
irte cuando estoy hablando contigo …¿se puede saber qué estás haciendo?
- Intento beber,
pero esta puta no me deja…
Todos se quedaron
congelados. Peter había insultado antes a alguien así, pero había sido a su
madre, y Christopher entendía que eso nacía del dolor. Nunca le había dado
importancia, porque no creía que el siempre correcto Peter fuera capaz de
insultar así a una mujer…y menos a Amy…
Se suponía que se
llevaban muy bien. Chris lo había visto. Se entendían, se comprendían, y hasta
se querían…¡Si Peter había dicho que podía llegar a verla como una madre! ¿Cómo
podía aquél ser el mismo chico que había dicho eso?
Nick había insultado
a Amy de esa forma en una ocasión y Chris se había enfadado mucho. Esa vez no
fue menos. Y encima estaba lo de la bebida, lo de pasar de él, lo de su falta
de educación, de tacto y de…de todo. Peter se había pasado 500 pueblos. Nunca
lo habría esperado de él, pero lo había oído muy claramente.
- Se acabó. Peter,
vete a tu cuarto ahora mismo, pero antes ve a por el cepillo y a por una
pastilla de jabón.
- Chris… - musitó Ay
muy bajito, pero Chris la entendió: "que acaba de llegar…"
- Siento mucho tener
que hacer esto, Peter, pero aún no se ha dado el día en el que yo te permita
hablarse así a mi novia en mi casa…
- Eso tiene fácil
solución. Me voy de tu casa y punto – replicó Peter, y salió corriendo. Oyeron
cerrarse la puerta principal antes de poder reaccionar.
Peter estaba
asustado. Chris parecía muy enfadado, así que él no lo dudó. Huyó de allí,
dispuesto a no mirar atrás.
Christopher comenzó
a seguirle, pero entonces le sonó el teléfono. Dudó sobre si debía contestar,
pero tal vez fuera mejor dejar a Peter sólo unos segundos. No podía orbitar,
así que no iba a ir muy lejos y tal vez así pudiera pensar y despejarse.
Descolgó el teléfono.
- ¿Dígame?
- ¿Christopher
Haliwell? Le llamo desde el Departamento de policía de San Francisco.
- Soy yo.
- Usted denunció la
desaparición de un menor de diecisiete años.
- Sí.
- Según los datos
que usted nos proporcionó, creemos haberle encontrado. Un hombre afirma que el
desaparecido le agredió y le robó la ropa.
- ¿Qué? Tiene que
ser un error…
- La víctima dice
que no va a presentar cargos, pero quiere recuperar sus efectos personales.
- Yo…ahora no es un
buen momento. ¿Será posible que hablemos más tarde?
- Claro, señor
Haliwell. Por favor, avísenos en cuanto sepa algo.
- Buen día.
Christopher colgó,
mordió el teléfono con aire distraído, y luego salió a buscar a su hijo. Le vio
justo doblar la esquina y se pegó el carrerón de su vida para alcanzarle.
- ¡Peter! Ya está
bien ¿no?
- ¡Piérdete!
- ¿Qué me…? ¡Peter,
ya basta! – ordenó Chris, y en ese momento le alcanzó y le agarró el brazo.
Cómo agradecía ser joven para poder seguir corriendo de aquella forma, aunque
sentía que los pulmones se le iban a salir.
Peter agitó el brazo
para soltarse, histérico, mientras Chris trataba de recuperar el aliento.
- ¡Suéltame!
- No, no te suelto.
Vas a volver a casa, y vas a hacerlo ahora. Y vas a explicarme de quién es esa
ropa que llevas puesta. Nunca te la he visto y acaban de decirme algo muy
interesante…
- ¡Suéltame,
suéltame!
- ¡Peter! ¡Estás
dando un espectáculo!
El chico no dejaba
de gritar y la gente empezó a mirar para ver a qué clase de tortura le estaban
sometiendo.
- ¡Suéltame! – suplicó
Peter. ¿Por qué ese hombre no entendía que no quería que le tocaran?
- De acuerdo, te
suelto. – gruñó Chris – Pero vas a venir conmigo. Y respóndeme. ¿Esa ropa es
robada?
Silencio.
- ¿Lo es?
Más silencio. Peter
intuyó que a ese hombre no iba a gustarle saber que lo era, aunque su padre le
habría felicitado.
- Peter si no me
respondes ahora te juro por lo más sagrado que te doy el castigo que estás
buscando aquí, delante de todas estas personas.
Peter siguió sin
responder, pero dio un paso hacia atrás, amedrentado. Estaba haciendo un gran
esfuerzo por no mearse en los pantalones. Christopher respiró hondo y probó de
otra forma, intentando salvar una situación que parecía insalvable:
- Vacíate los
bolsillos.
Peter lo hizo.
Parecía responder mejor a las órdenes de "haz esto" o "haz lo
otro" que a una simple petición de explicaciones. Sacó un chicle, un
móvil, y una cartera.
- ¿De quién es eso,
Peter? – preguntó Chris. – No te atrevas a quedarte callado. ¿De quién es?
Pareciera que el
adolescente había hecho voto de silencio, porque no, tampoco respondió
entonces.
- ¿Quieres que me
quite el cinturón aquí mismo? ¿Es eso lo que quieres?
Christopher se odió
mucho al decir aquello, pero fue efectivo. Si había una palabra que funcionaba
con aquél Peter era "cinturón".
- No sé de quién es.
Le vi en un baño, le quité la ropa, y esto estaba en el bolsillo. – barbotó.
- ¿Y por qué cuernos
hiciste eso? – preguntó Chris, y le asaltó una duda - ¿Es de la persona…a la
que mataste? ¿Qué pasó?
La pregunta era
absurda, ya que la policía había dicho que la víctima no iba a presentar
cargos, de lo cual se deducía que estaba viva. Pero él no pensó con claridad en
ese momento, porque por primera vez se estaba planteado que algo estaba mal con
su hijo. Matar a una persona, robar, machacar a su hermano, insultar a Amy….No
eran cosas propias de Peter. ¿Qué estaba mal? ¿Qué le había pasado?
- ¿Y a ti que rayos
te importa? – respondió Peter, harto de ser interrogado.
- ¿Que qué rayos
me…? Mira, Peter, ya me has cansado. La paciencia de un hombre tiene sus
límites y tú lo has sobrepasado. Te la has cargado pero bien. Sólo espero que
después de la "charla" que vamos a tener te muestres más razonable, y
pueda por fin abrazar y consolar a mi hijo, el cual DESAPARECIÓ estando MALHERIDO
sin que yo supiera lo que le pasaba. Ahora vamos a ir a casa y tú vas a ir
derechito a tu cuarto.
Peter no se sentía
capaz de desobedecer, pero por si acaso Chris le agarró del brazo y tiró de él.
De nuevo tocándole. Peter intentó soltarse pero Chris tiró de él con más
fuerza, interpretando aquello como rebeldía. Medio a rastras, le hizo entrar en
la casa, pero Peter se resistió en la puerta.
- ¡Entra!
- ¡No, suéltame,
déjame!
- ¡Qué entres,
maldita sea! – gritó Chris y, harto de tanta tontería, le impulsó con un azote
muy fuerte.
Le hizo entrar en la
casa y cerró la puerta. Una vez dentro Peter empezó a llorar. Chris se conmovió
mucho, pero sabía que no podía demostrarlo. Tenía que ser capaz de olvidar lo
de la última semana, y tratar a Peter como lo haría normalmente, para evitar
que la cosa se desmadrara aún más.
- ¿Ahora lloras? Eso
deberías haberlo pensado antes ¿no? Sube a tu cuarto, vamos.
- No…no, no.
- Sube o te subo.
- ¡NO! – gritó
Peter, muy asustado. Lo que Chris no podía saber es que aquello era lo normal
en él. Que cuando le decían que iban a castigarle siempre montaba esas escenas,
y su padre le estaba tranquilizando durante un buen rato antes de un castigo.
El Peter de aquél mundo no solía hacer ese espectáculo, y Chris lo veía como
una pataleta sin sentido. Por eso, empezó a quitarse el cinturón, únicamente
como medio de convicción, y no porque pensara utilizarlo en ese momento.
Amy, Leo y Nick, les
rodearon, preocupados, alarmados, y nerviosos. Peter se sintió acorralado, y
entró en pánico al ver el cinturón de Chris. Él taponaba la puerta, así que no
podía huir. Amy intentó acercarse a él, lentamente, buscando calmarle, como
quien se acerca a un animal herido. Pero Peter sólo se sintió aún más atrapado
y la empujó muy fuerte. La hizo daño: era un chico musculado de unos ochenta y
cinco kilos muy cabreado y ella una mujer de unos sesenta. Nick la ayudó a
levantarse. Aún tenía el labio ensangrentado, porque Chris no tenía poderes
para haberle podido curar, y eso encendió aún más a Chris que dedicó sólo un
par de segundos a ver que Amy no se había hecho nada serio.
- Ven aquí – gruñó,
y cogió a Peter de un brazo y tiró de él para acercárselo. Entonces le golpeó
tres veces con el cinturón, delante de todos, que era algo que no solía hacer.
ZAS ZAS ZAS
- ¡NO! ¡NO! ¡NOOOO!
Esperaba que
protestara un poco, tal vez que llorara porque de hecho lo estaba haciendo
antes de que le golpeara, pero no esperaba ni quería que gritara así. Gritó
como si la vida le fuera en ello. Por la sorpresa de ese grito, Chris le soltó.
Y entonces Peter corrió…y se agazapó en una esquina, hecho un ovillo. ¿Pero
qué…?
Christopher abrió la
boca, sorprendido por esa reacción. Soltó el cinturón y se quedó sin saber qué
hacer. Oyó que Peter empezó a respirar mal, y pensó que era un ataque de asma.
Iba a ir a por el inhalador, pero entonces…
- Papá, no es asma.
Es un ataque de pánico – dijo Nick.
- ¿Qué?
- Se está mareado.
Está…Dios, tiene tanto miedo…
Chris intentó
registrar el hecho de que su hijo tenía miedo de él. Tenía que haber pensado
que eso podía pasar algún día, en un chico con la situación de Peter. Chris
estaba como en shock, pero ese era el tipo de situaciones que él sabía manejar.
Sólo requería empatía, y amor hacia su hijo, que era algo de lo que tenía de
sobra. Así que respiró hondo.
- Vale. Amy, por
favor, llévate a Nick y a Leo al piso de arriba.
Leo se había
abrazado a Amy, llorando por lo extraño y negativo de la situación que estaba
presenciando. Ella asintió, y subió escaleras arriba, llevándose a Leo con
ella. Nick la siguió, pero se giró un momento.
- Papá, hay algo
raro en él. Es…como si no fuera él – dijo, muy confundido. No estaba seguro de
lo que leía en su mente. En esos momentos no podía leer nada claro. Sólo miedo,
mucho miedo, y unos recuerdos que no eran los de Peter…veía imágenes de cosas
malas….en el orfanato… cosas que no habían pasado. Nick no entendía nada.
Sacudió la cabeza y siguió a Amy.
Chris se quedó a
solas con Peter y se acercó a pasitos muy cortos. Cuando Peter se dio cuenta,
se encogió más.
- Tesoro, tranquilo.
Peter intentó
hablar, pero no pudo.
- Ya dejé el
cinturón. Mira ¿ves? Ahora sólo quiero hablar contigo, y ayudarte a respirar
bien. Túmbate, Peter. Túmbate y apoya la espalda en el suelo. Cierra los ojos e
intenta respirar despacio ¿vale?
Peter, poco a poco,
se tumbó en el suelo, como le decía.
- Respira muy, muy
despacio. Eso es, tesoro. Sigue respirando así. Papá va a traerte un cojín
¿vale? No te levantes hasta que te sientas mejor.
Chris se acercó al
sofá, y cogió un cojín. Era extraño como de su enfado no quedaba ya ni una
miguita. Puso el cojín bajo la cabeza de Peter y luego se arrodilló junto a él.
Le habló en susurros, como si su voz fuera una nana sedante.
- Inspira
despacito…y suelta el aire. Eso es. ¿Te encuentras mejor? ¿Se fue el mareo?
- Sí – musitó Peter
y lo acompañó de un sollozo.
- Ssshh. No hay por
qué llorar ¿de acuerdo? ¿Te has asustado?
Peter asintió.
- ¿De mí?
Peter no respondió,
pero no hacía falta, porque Chris sabía que la respuesta era afirmativa.
- ¿Y por no poder
respirar? ¿Te has asustado también por eso?
Peter asintió esa
vez.
- A mí me pasó una
vez. Se te duermen las manos, y te mareas, pero se pasa en cuanto uno se calma
un poco. ¿Se te ha pasado ya?
- Casi – respondió
Peter, e intentó mirarle. No sabía por qué le estaba haciendo caso. No sabía
por qué estaba ahí en vez de salir corriendo. Sólo sabía que se había tumbado
como le había dicho y se sentía mejor, y que se sentía inclinado a confiar en
aquél hombre, porque se parecía a la persona en la que más confiaba en todo el
mundo.
- No abras los ojos,
mi amor, tú descansa. Ahora sólo escúchame ¿vale? Tú eres bueno. Puedes ser
impulsivo, cabezota, o se te pueden ir los cables cuando te enfadas, pero eres
bueno. Aunque tengas impulsos violentos, has vivido cosas que te hacen incapaz
de golpear a una persona, y hoy empujaste a Amy dos veces, y a mí otra. Y
destrozaste a tu hermano. Tengo que examinarle bien, porque por cómo se tocaba
el costado puede que le hayas dañado una costilla. Tú no haces eso. Tampoco
robas. Ni eres cruel. Ni hablas como lo has hecho. Ni… ni matas a nadie. Son
cosas que han activado las alarmas, y por eso me he enfado tanto. Sólo
intentaba ser paciente y entenderte, pero la forma en la que has actuado…Iba a
castigarte, Peter, porque creo que te lo merecías, pero sólo eso. No hay razón
para asustarse. Sé que estaba enfadado, pero por más enfadado que esté nunca
tienes que tener miedo de mí. Yo no soy como Derek, tesoro. Yo no quiero
hacerte daño, y nunca te lo haré. Y puede que esto te suene raro después de
haberte pegado con el cinturón, pero confío en que entiendas lo que quiero
decir. Puedo asegurarte que castigarte no me hace feliz, ni regañarte tampoco.
Cualquier cosa que no sea abrazarte no me gusta, pero es mi deber enseñarte lo
que puedes y lo que no puedes hacer y eso a veces significa enfadarme un poco.
Esto suena a chantaje cariño, pero si no quieres que me enfade, ya sabes lo que
no tienes que hacer. Aun así, por mucho que me enfade siempre, siempre, siempre
te voy a querer. No necesitas huir de mí como lo has hecho. Es chocante que
primero muestres esa actitud desafiante y violenta y luego actúes como si me
tuvieras miedo. Peter, lo único que yo quería hacer hoy era abrazarte, llenarte
de besos y pegarte a mí con superglue para que nada nunca vuelva a separarnos.
Pero primero rechazas mis abrazos y dices que estás enfadado. Puedo entenderlo.
Me echas la culpa por no haberte rescatado. Yo también me la hecho. Pero aunque
estés enfadado conmigo me tienes que obedecer, y eso lo sabes, y en cambio te
has limitado a quedarte callado y desafiarme. Has tratado muy mal a Amy y a tus
hermanos. Ellos te quieren y te aseguro que lo han pasado horrible estos días.
Has colmado mi paciencia y aun cuando quería hablar contigo me desafiabas…Me
enteré que robaste, quise saber por qué y a quién, y me seguiste desafiando.
Tú… no sueles desafiarme, cariño. Todo eso es lo que ha hecho que sea duro
contigo y siento mucho si te he asustado. No es lo que pretendía. Para otra
vez, tesoro, habla conmigo y el cinturón se queda fuera. Le compramos un
billete de ida sin vuelta ¿si?
Durante el discurso
de Chris, Peter había dejado de llorar y había abierto los ojos, observándole
con curiosidad. Le miraba entonces como un niño lloroso, y daba mucha ternura.
No respondió, ni dijo nada, a pesar de que era evidente que Chris esperaba
alguna clase de respuesta, pero Christopher estaba dispuesto a no enfadarse.
- ¿Sí, grandullón?
No me obligues a hacerte cosquillas. - dijo Chris, como con voz amenazante y
estiró la mano.
- ¡No, cosquillas
no!
- Anda, si habla y
todo. Entonces, ¿vamos a ser razonables ahora?
Peter le miró aun en
silencio durante unos segundos más. Ese hombre le había regañado, diciendo
básicamente que lo que había hecho estaba fatal (cosa con la que él no coincidía)
pero lo había hecho hablándole muy dulcemente. ¿Cómo se podía hacer eso? ¿Cómo
se puede decir "has colmado mi paciencia" y que suene como "eres
la cosa a la que más quiero"? Peter estaba intrigado, y fue eso lo que le
llevó a contestar por fin, decidiendo que era mejor tener a ese hombre de
buenas.
- Sí.
- ¡Estupendo!
Entonces, sugiero que nos sentemos en el sofá ¿no te parece? Creo que ya no
estás mareado, y el suelo no es el lugar más cómodo para estar.
Peter asintió y
Chris ofreció su mano para ayudarle a levantarse. Peter miró esa mano como
quien mira un objeto que pincha. Poco a poco, muy lentamente, estiró la suya.
Vaciló antes de tocarle. Se estremeció al hacerlo… pero lo hizo. Le tocó, y no
se quemó por ello. Antes de poder arrepentirse por el contacto, Chris tiró de
él y le puso de pie. Fueron hacia el sofá. Chris se sentó y Peter vaciló antes
de hacerlo. Se quedó de pie a distancia prudencial.
- ¿Te duele? –
preguntó Chris, ladeando la cabeza. Estaba bastante seguro de que le había
pegado muy poco como para que no se quisiera sentar por eso, pero aun así sabía
que cuando una persona "está en crisis" lo peor que puedes hacer es
llamarle "exagerado".
Peter volvió a su
fase de no responder, pero Chris ya había decidido que no iba a enfadarse por eso.
Iba a establecer prioridades, y aunque consideraba eso una falta de educación y
le ponía bastante nervioso, se iba a centrar en "lo importante".
Tenía una sospecha, y era necesario confirmarla. Así que le siguió hablando con
amabilidad.
- Sólo han sido tres
golpecitos de nada.
Peter le miró mal, y
Chris rió un poco.
- Veo que tenemos
opiniones diferentes respecto a eso. Pero aun así sé que te puedes sentar
perfectamente.
Peter dio un pasito
hacia delante. Y luego otro. Pero aún no se sentó.
- ¿Por qué tanto
reparo, tesoro? El sofá no muerde, te lo puedo asegurar.
- Pero tú sí. – dijo
por fin. - ¿Me vas a pegar?
Christopher ladeó la
cabeza.
- Me lo tengo que
pensar. Pero te garantizo que ahora no. Ahora sólo quiero hablar contigo.
Peter, por fin, se
sentó, aunque aún desconfiaba un poco. Se miraron a los ojos, durante mucho,
mucho rato. Peter notó que se iba relajando. Se había asustado mucho pero los
ojos de aquél hombre estaban tranquilos. No eran los ojos de un hombre que está
a punto de hacerte daño, y él sabía mucho de eso.
- Tú no eres mi
hijo, ¿verdad? – dijo Chris al final, y Peter se quedó a cuadros. Abrió la
mandíbula, sin saber qué decir. – Perdóname, qué falta de tacto…Claro, claro
que eres mi hijo pero…no el de ésta realidad ¿cierto?
Peter dudó sobre si
debía negarlo. Pero ¿qué sentido tenía? Parpadeó.
- ¿Cómo lo has
sabido?
- Al darte la mano
he visto que no tenías ninguna marca. Mi Peter se intentó suicidar hace años, y
tiene una marca en la muñeca. Hablas muy poco, y aunque Peter también se queda
callado a veces, él habla mucho. Sobre todo en…estos casos. Me cuenta qué es lo
que le asusta y busca mi protección. Y, perdóname, pero mi Peter no es tan
grosero, maleducado, irascible y desconsiderado con su familia, ni lo sería
nunca después de una semana sin vernos. Nada de esto es objetivo, salvo lo de
la cicatriz, pero teniendo en cuenta que tu padre nos "visitó" hace
poco, uno está abierto a pensar en la posible presencia de dobles idénticos.
Peter alucinó. Ese
tipo sí era observador ¿verdad? Se miró la muñeca. Luego, se levantó la manga
de la otra, y se la enseñó a Chris.
- Mi marca está en
éste brazo – dijo simplemente, y volvió a bajar la mano.
- Ya veo. Así que es
cierto. Eres él… el otro Peter. Por eso Nick decía que había algo raro en ti.
Peter se mordió el
labio, y no dijo nada. Chris sonrió un poco, porque ese gesto también lo hacia
su Peter. Le miró tiernamente, intentando ocultar la decepción de descubrir que
en realidad no había encontrado a su niño.
- Por eso te has
asustado tanto – siguió Chris – Tiene que ser horrible encontrarte con un
desconocido y ver qué te quiere pegar…Pero, seas el Peter que seas, lo he dicho
en serio. Sólo… sólo iba a… aunque no seas "mi" Peter eso que has
hecho no está bien. Pero jamás te haría daño. Sé que apenas me conoces, que
sólo soy alguien parecido a tu padre, pero no tienes que tener miedo de mí.
Ante el reiterado
mutismo del chico, Chris soltó un gemido. Estaba haciendo lo imposible por
manejar aquello, pero un poco de colaboración no vendría mal.
- Lo sabes, ¿verdad?
Sabes que no te haré daño.
- Pregúntaselo a eso
– acusó Peter, señalando el cinturón, que seguía en el suelo, a varios metros
lejos de ellos. Sonó muy infantil en el tono, y Chris tuvo que contener una
sonrisa.
- Seguro que tu
padre también te castiga.
Peter vaciló unos
segundos antes de responder.
-...Pero no así.
- ¿No? – preguntó
Chris, algo sorprendido. ¿No que eran mundos paralelos? Pues él estaba viendo
más diferencias que similitudes. – Bueno, entonces entiendo mejor que nunca que
te hayas asustado. Yo… cuando mis hijos hacen algo mal….Jobar, qué difícil es
decir esto…Ya sabes, yo…mmm … les doy unos azotes.
Christopher se veía
realmente incómodo, y fue el turno de Peter de sonreír un poco.
- Papá también. No
me refería a eso.
- ¿Y a qué te
referías? – quiso saber Chris, cada vez con más curiosidad.
- Él no… él nunca…
Déjalo, no importa.
- Sí importa – dijo
Chris, y volvió a mirarle a los ojos. – Entiende esto. No eres mi Peter, pero
de alguna forma tú también eres mi hijo. Voy a cuidar de ti, y luego voy a
llevarte con tu padre. Voy a tratarte como a cualquiera de mis hijos. Así que
todo lo que te importe a ti, me importa a mí. ¿A qué te referías?
- Yo… Nick y yo… Nos
hicieron cosas y…
-
¿"Cosas"?
- En…en el orfanato.
Tú…. Cuando creías que era tu Peter has hablado de Derek. A mí…a mí Derek no me
hizo nada…Pero…en el orfanato…Yo…
Peter no pudo acabar
la frase, así que cambió de tema.
- Nick y yo no
soportamos que nos toquen. Papá sabe eso, y lo tiene en cuenta. Tú has violado
mi espacio vital.
La mandíbula de
Christopher se desencajó. De pronto entendía muchas de las reacciones de aquél
Peter. Aquella explicación hizo que se sintiera un pervertido, o algo con eso
de "violar su espacio vital".
- Cuando… papá nos
castiga… las cosas son diferentes. Antes y después, está con nosotros. Mucho
rato. Y de alguna forma hace que yo… no tenga miedo.
Eso Chris podía
entenderlo. Entendía que su alter ego tenía otro proceder, y por eso Peter se
había asustado tanto. Estaba buscando la forma adecuada de responder cuando
Peter habló de nuevo, porque no había terminado:
- Además, ¡él nunca
me castigaría por tonterías!
- ¿Tonterías? ¡Has
empujado a Amy, la has insultado, pretendías beber, te peleaste con tu hermano,
has sido cruel, grosero y desconsiderado, has pasado de obedecerme, te has ido
de casa y has robado! No veo que nada de eso sean tonterías.
- Papá se hubiera
enfadado por pelearme con Nick – reconoció Peter. – Pero sólo por eso.
- ¿Y lo de Amy?
- ¿Ella es
importante para ti?
- ¡Es mi novia!
- Entiendo.
Entonces, me disculpo.
Christopher le miró
extrañado.
- ¿Cómo va esto? ¿Si
es mi novia no puedes empujarla ni insultarla y sino sí?
- Básicamente. Papá
dice que hay que tratar bien a la familia.
- ¿Y a los demás?
- Los demás son
débiles. Y nosotros fuertes.
Chris alucinó, pero
luego sacudió la cabeza.
- ¿Qué hay de lo de
robar?
- Papá me hubiera
felicitado por ello.
Vale. Peter sonaba
sincero. Christopher flipó de mil formas diferentes. Se hizo el silencio
durante cerca de un minuto, mientras él reflexionaba. Ese Peter venía del
universo malo, así que iba a haber ciertas cosas en las que no iban a estar de
acuerdo.
- Mientras estés
aquí, hay algunas cosas que no puedes hacer. Robar es una de ellas. Beber es
otra. Insultar a Amy, o a mí, o a cualquiera, otra más. Quedarte callado cuando
hablo contigo o te regaño tampoco es una opción. No puedes pegar a la gente, y
no sólo a la familia, aunque a ellos menos que a nadie. No puedes huir de casa.
Y no puedes desobedecerme.
- ¿Algo más? –
preguntó Peter con sarcasmo.
- En realidad sí.
Hay un largo etcétera de cosas que seguramente hagas en tu mundo, y que aquí no
puedes hacer.
Christopher pensó
que Peter se rebelaría, y le diría que no iba a obedecer. Es algo que su propio
Peter podía llegar a hacer en algún momento, aunque era más propio de Nick, así
que consideraba a aquél otro Peter perfectamente capaz, dado su reciente
historial. Pero le sorprendió:
- ¿Cómo voy a estar
seguro de lo que puedo y no puedo hacer? Cosas que para mí están bien para ti
no lo están – dijo Peter, que realmente creía en eso de "donde fueres, haz
lo que vieres". Ya había notado que aquél mundo no era como el suyo, y él
tenía órdenes muy claras: encajar allí. Se suponía que tenía que hacerse pasar
por el otro Peter y eso ya se había ido al traste, porque Chris se había dado
cuenta. Esperaba que aquello no tuviera repercusiones, pero por si acaso, se
iba a ajustar al plan lo máximo posible. Así que iba a hacer todo lo que Chris
le dijera, no ya por obediencia, sino con la intención de pasar desapercibido
en aquél lugar cursi de piruletas y arcoíris. Además eso seguramente le
facilitaría las cosas con Christopher "voy-a-ser-como-tu-pare"
Haliwell, que ya había dejado claro que no tenía ningún problema en castigarle
si hacía o decía algo inadecuado. Peter hizo un mohín - Voy a estar todo el día
metido en líos.
Christopher se
alegró de que ese punto de infantilismo que tenían sus hijos estuviera presente
también en aquél Peter.
- Nunca te castigaré
por nada que no te haya dicho previamente – dijo Chris. – Pero lo básico es no
mentir, no desobedecer y no ponerse en peligro. Si no haces ninguna de esas
tres cosas, difícilmente podrás hacer algo malo.
¿No mentir? ¿A
nadie? Peter se mordió el labio.
- Pero voy a tener
que mentir. Hay cosas que... no puedo decirte.
- ¿Cómo qué?
- Como… por qué
estoy aquí. No creo que tenga permitido decirte eso. Es más, no tenía permitido
que tú descubrieras quién soy, pero eso ya ha pasado.
- ¿Quién no te lo
permite? ¿Tu padre? ¿Te ha enviado él aquí?
- No, señor. Llevo
tres meses sin ver a mi padre.
Christopher se
asombró mucho, y se conmovió por el tono triste que empleó el muchacho. Tres
meses. Él llevaba una semana sin Peter y ya quería morirse.
- No me llames
señor.
- ¿Entonces cómo?
¡No pienso llamarte papá!
- Pues llámame
Chris. Siento mucho… siento mucho lo de tu padre. ¿Por qué…por qué hace tanto
que no lo ves?
- No estoy seguro de
que pueda decirte eso. Yo…en realidad…tú no deberías saber quién soy yo…no
deberías saberlo…
¿Y si Barbas se
enteraba? ¿Y si decidía matar a su familia?
- Tranquilízate,
Peter. ¿Por qué no me lo cuentas desde el principio?
- ¡No puedo contarte
nada!
- ¿Me estás diciendo
que tenga en casa al alter ego de mi hijo, proveniente de otra dimensión, sin
preguntarle si quiera el motivo?
- ¡Puedes preguntar
lo que quieras, pero yo no voy a decirte nada! – dijo Peter, casi gritando.
- No es necesario
hablar tan alto.
- Hablo como me da
la gana ¿vale? Déjame en paz.
- No, chico. Si vas
a quedarte aquí vas a respetar unas normas.
Peter se sintió muy
dolido. No sabía por qué había pensado que ese hombre iba a recibirle
bien…¿Acaso creía que iba a estar contento de tenerle ahí? Era por lo menos tan
sensible como el otro Peter, así que tuvo que hacer esfuerzos porque no se le
llenaran los ojos de lágrimas. Para ocultarlo, y como era habitual en él, optó
por la ira:
- Haz un tubo con
tus normas y métetelas por el culo – le espetó, y se levantó, dispuesto a irse.
Sin embargo, antes de poder dar un sólo paso y ates incluso de poder
reaccionar, se encontró en las rodillas de aquél tipo.
- Ya te he dicho que
no me desafíes y que no puedes hablar de esa forma. Eso es algo que ya te he
dicho, y que ya sabías. Y no sé por qué la intuición me dice que tu padre
tampoco te deja que le hables en ese tono, por más que sus normas sean
diferentes a las mías. No pagues tu mal humor conmigo – dijo Chris, y le dio un
azote. Y luego varios más.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
Aquello era una
advertencia más que otra cosa, para dejar claro el punto de "habrá unas
consecuencias si no me haces caso". Su Peter ni siquiera hubiera llorado,
pero aquél Peter sí que lloró, y mucho. Chris intentó abrazarle, pero resultó
imposible. Peter tampoco le dejó acariciare la espalda, y se limitó a llorar.
Chris esperó con paciencia pensando que se le pasaría en seguida, pero después
de cuatro minutos de llanto continuo empezó a preocuparse.
- Vamos, Peter.
Shhh, ya está.
Trató de tocarle de
nuevo, pero Peter se apartó, como si el contacto quemara.
- ¿Quieres que me
vaya? – preguntó, y Peter asintió, así que Chris, con el corazón en un puño, le
dejó en el sofá. Subió al piso de arriba y aun le escuchaba llorar muy
ruidosamente.
- Papá, ¿qué diablos
le has hecho para que llore así? – le abordó Nick, nada más verle. - ¿Y por qué
no estás ahí con él diciéndole lo tonto que es y lo mucho que le quieres?
- Ni siquiera he
llegado a castigarle por todo lo que ha hecho, ha sido él el que me ha echado,
y te juro que no sé por qué llora así. Peter no lloraría tanto…
- ¿Qué Peter no lloraría
tanto? ¡Pero si ese es Peter! – intervino Leo.
- Ah cierto, que aún
no lo sabéis: ese no es Peter. Es su "otro yo". Es del mundo del
Christopher que se llevó a Peter.
- ¿¡Qué!?
- Lo que oyes – dijo
Chris, y les contó lo poco que sabía. Para cuando acabó, y le llevó un rato,
aun se oía a Peter llorar. Amy ya no lo aguantó más.
- Por mí como si es
el primo tercero de Peter. Ese chico está llorando y yo voy a consolarle.
- Procura no tocarle
– dijo Chris, que quería ser él el que le consolara, pero sabía que no sería
bien recibido. – Le pone nervioso.
Amy lo tuvo en
cuenta, y bajó las escaleras muy despacio, poniendo en orden sus pensamientos.
Le sorprendía su propia capacidad para sobreponerse a lo sobrenatural, como si
ya se hubiese acostumbrado. Entró en el salón y se acercó a Peter.
- ¿Me puedo sentar?
– pregunto como si no estuviera sollozando.
- Es…snif….es un
país libre.
Amy se sentó en el
sillón, al lado del sofá, y le observó llorar.
- Así que, vienes de
otro mundo. Tiene que ser raro, estar en un sitio que no conoces.- comentó
ella. No obtuvo respuesta, pero tampoco parecía esperarla. - ¿Sabes? Puede que
te entienda. En cierta forma yo también estoy en un mundo que no es el mío.
Hace unos meses lo más extraño que había en mi vida era una luz que parpadeaba
siniestramente en el trastero.
Peter hizo como si
no la oyera, y siguió a lo suyo, sollozando. ¿Acaso esa estúpida pensaba que
lloraba por eso?
- Sin embargo, tú lo
tienes más fácil. Sabes que tanto aquí como allí hay gente que te quiere.
Peter bufó, y Amy
interpretó el sonido correctamente.
- Cómo, ¿dudas de
que aquí te quieran? ¿Por qué? ¿Por qué Chris te ha regañado un poco? Bueno,
pues ahí tienes la prueba de que te quiere, entonces. No le da igual lo que
hagas. Además, entre tú y yo, me ha sorprendido un poco que no haya querido
estrangularte con sus propias manos. Has hecho y dicho un par de cosas que no
se admiten por aquí. Pero no te ha matado, así que eso hace pensar que te
quiere ¿no?
- Me da igual a
quién quiera o deje de querer ese imbécil – aseguró Peter con desprecio.
- Ya veo. Tienes
mucha ira dentro ¿verdad?
- Aún no has visto
nada.
- No, seguro que no.
Yo sé que tú no eres Peter. Creo que Chris se piensa que no eres tan malo, pero
yo sé que sí lo eres. Porque el Peter de éste mundo es muy bueno, así que el
del otro tiene que ser muy malo. Pero ¿sabes una cosa? Los dos sois sólo un par
de críos asustados a los que el mundo ha dado una patada. Y los críos asustados
a los que el mundo ha dado una patada sólo necesitan que alguien les quiera.
Así que no importa cómo seas. Yo sé que éste no es tu mundo y estas no son tus
reglas. Sólo juguemos un tiempo bajo las reglas de éste universo, y así será
más fácil para todos.
Peter siguió
lloriqueando, pero Amy sabía que le había escuchado.
- Cuando te canses
de estar ahí llorando, estoy segura de que Chris querrá mimarte un rato.
- Chris es un niña
llorica y sensible.
- Es un poco irónico
que digas eso justo ahora que estás llorando como si alguien fuera a morirse
¿no crees?
Peter no replicó.
Iba a decir "lloró porque me ha pegado", pero eso iba a sonar más
infantil todavía, así que se quedó callado. Amy se acercó a él y le dio un beso
en la frente. Sintió el impulso de acariciarle, pero se contuvo, sabiendo que
eso le alteraría.
Contra su voluntad,
cuando Amy se fue Peter estaba llorando menos. Al cabo de quince minutos más ya
no lloraba nada. Como si hubiese estado esperando a que dejara de llorar, Chris
bajó en ese momento. Peter se incorporó, quedando sentado, e intentó recuperar
algo la compostura.
- Será mejor que me
vaya – dijo.
- ¿Disculpa? –
preguntó Chris, extrañado.
- Has dicho "Si
vas a quedarte aquí vas a respetar unas normas." Yo no voy a obligarte a
tenerme aquí contigo, no quiero estar, y no voy a respetar tus estúpidas
normas.
- Oh, ya lo creo que
las vas a respetar, y ¿quién te ha preguntado al respecto de quedarte? Yo he
dicho que te quedas, no si tú quieres hacerlo.
Peter abrió y cerró
la poca, cortado por ese tono tan tajante. Pero era un tono que llevaba mejor.
Una forma de hablar brusca parecida a la de su padre. Era un tono que conocía.
- Entonces ¿quieres
que me quede?
- Nunca me he
planteado lo contrario.
Peter no dijo nada.
Quería sonreír, pero no iba a hacerlo, porque estaba enfadado y quería
demostrarlo. Se puso de pie de forma brusca y pateó la mesa de cristal.
- Déjame adivinar.
¿Estás enfadado?
Como toda respuesta,
Peter le levantó el dedo corazón, en un gesto obsceno. Chris lo tomó como un
"sí".
- ¿Porque te he
castigado?
Peter bufó, lo que
Chris interpretó como una nueva afirmación.
- Perfecto entonces:
quiere decir que está funcionando. Tener rabietas es algo que tampoco puedes
hacer, por cierto, así que ahora tienes que colocar esa mesa que has movido
amablemente de una patada. Ah, y aun le debes una disculpa a tu her… a Nick.
Peter le miró mal.
Chris no iba a entrar al trapo. De hecho, ahora que había dejado claro lo que
quería que hiciera sólo quería consolarle. El chico le daba algo de lástima.
- Sería más fácil si
me dejaras abrazarte – protestó. - ¿A tu padre tampoco le dejas que te toque?
Peter negó con la
cabeza.
- Pero él lo hace
igual.
- Oh, pues
entonces…- dijo Chris, y avanzó hacia él y le envolvió en un abrazo. Al
principio Peter se horrorizó, pero como no tenía escapatoria se quedó quieto, y
poco a poco se fue relajando. Eso no estaba tan mal. Chris empezó acariciarle
la espalda. Y, sin previo aviso, Peter rompió a llorar otra vez. – Ssssh. Ya
está, ya está. No más lágrimas, grandullón. Vamos ¿por qué lloras ahora?
- Porque…porque…¡me
has pegado!
¿Ese era Peter o era
Leo?
- Sí, eso he hecho,
porque tú no me has hecho caso. Y si lo haces de nuevo, te volveré a castigar.
Pero ahora te estoy abrazando.
- Pero…pero…Ellos
también me pegaban…
- ¿Ellos? – preguntó
Chris, pero Peter no respondió. Chris le dio un beso en la frente. - ¿En qué
mundo se supone que tú eres malo? Sólo eres un niño con un pasado duro, como
mis chicos. No conozco tu historia, Pete, y no sé hasta qué punto lo has pasado
mal pero puedo hacerme una idea. No sé lo que te hicieron "ellos",
pero yo nunca voy a hacerte daño ¿vale? Sé que no te gusta que te pegue, por
eso es un castigo, pero también sé que tú sabes que esto es diferente. Que yo
te castigo cuando te portas mal, y te mimo cuando te portas bien, como hace tu
padre. Que cuando te castigo yo no busco hacerte daño.
Peter sólo sorbió
por la nariz, sobre la camiseta de Chris, haciendo que sonriera.
- Oye, ¿no querrás
un pañuelo? – preguntó, y Peter se ruborizó un poco.
Chris no pudo evitar
pensar que acaba de domar a un tigre. Ahora Peter había escondido las uñas y
parecía un gatito indefenso y mimoso. Se separó un poco de él y extendió la
mano. Carraspeó en tono formal.
- Hola. Yo soy
Christopher. Christopher Haliwell.
Le miró con una
invitación, como diciendo "¿comenzamos de nuevo?". Peter vaciló unos
segundos y luego apretó su mano sólo un segundo y luego le soltó, como si
temiera quemarse.
- Yo soy Peter.
- Encantado, Peter.
– dijo Chris, y le dedicó una gran sonrisa.
Peter ladeó la
cabeza y pensó que tal vez (tal vez) estar con ese hombre no iba a ser tan
malo. Sólo le quedaba saber qué quería Barbas de él, aunque algo le decía que
no tararía en saberlo.
REALIDAD 2
Su hijo. Su bebé.
Hacía tres meses que no le veía. Chris puso la mano en la bola de cristal
maldiciendo el no poder atravesarla. Observó lo que pasaba en aquella esfera
con mucha impotencia. No supo cuánto tiempo estuvo así. Pudieron ser minutos, o
tal vez horas. Pero lo vio todo.
Quiso cortarle las
manos a Christopher cuando las puso encima de su hijo…Pero también quiso estar
ahí para "recordarle" a Peter un par de cosas que ya habían tratado,
como el asunto de las peleas y lo de no tratar a la familia como si fuera una
mierda. A él también le ponía muy nervioso cuando Peter se quedaba callado, y
tuvo que reconocer que el otro Chris había demostrado tener la paciencia de un
santo.
Ver sufrir a su hijo
le mataba por dentro. Peter estaba tan asustado… Le pareció muy interesante lo
que dijo Amy…Que sólo eran niños asustados…Sí, tal vez, los dos Peters fueran
sólo eso. En ese punto a Chris la bondad y la maldad ya le parecían algo
relativo. Creía que el mundo se dividía en "gente que ha sufrido" y
"gente que no", y que la bondad o la maldad residía en la forma en la
que uno reacciona a ese sufrimiento. Después de todo, Chris era sólo el
resultado del conjunto de decisiones que el otro Chris no había tomado, y
viceversa. Era como si los dos fueran sólo alternativas de una misma persona.
"Este es el Chris que besó aquella chica en primero" y "este es
el Chris que no lo hizo" …. "Este es el Chris que decidió llorar
cuando le hicieron daño" y "este es el Chris que decidió emprenderla
a golpes"
Se sorprendió cuando
su chico se dejó tocar, pero también se sintió muy orgulloso de que se hubiera
sobrepuesto un poquito a su miedo. Y, durante todo el rato, le rondó la
pregunta del millón: ¿qué narices hacía su hijo allí?
"A la
mierda" pensó Chris. "Ahora mismo desbloqueo el portal y le traigo de
vuelta"
Caminó hacia el
Libro de las Sombras para buscar el hechizo, pero entonces pasó por una página
que llamó su atención. Hablaba de cómo invocar a Barbas y Chris empezó a reunir
los utensilios necesarios para hacerlo. Cogió los ingredientes los metió en un
cuenco, luego encendió un pequeño fuego y por último dijo las palabras
indicadas. Y ante él tenía al demonio. No dudó un segundo antes de acorralarlo
contra la pared de un empujón.
- Trae a mi hijo de
vuelta – exigió.
El demonio
desapareció de entre sus manos y volvió a aparecer justo detrás de él, con una
risa.
- Deberías estar
contento. Allí está mejor que en el inframundo, créeme. Ese lugar no le gusta a
nadie. No hay…nadie. Y más en éste mundo vuestro. ¿Sabes lo difícil que me ha
sido encontrar demonios malvados? Prácticamente los he tenido que fabricar.
- ¿QUÉ QUIERES DE
ÉL? ¿POR QUÉ LE HAS LLEVADO ALLÍ?
- Tengo planes para
él. Puede que me sea útil, después de todo.
- ¿CUÁLES?
- Vaya, no estás de
buen humor ¿eh? En fin, deberías ser más cuidadoso. Tengo ojos en todas partes,
y me han dicho que te has vuelto…"cercanamente protector"… con el
Peter de mi universo.
Christopher no era
tonto, así que sólo tardó unos segundos en entenderle.
- El luz negra.
- Exacto. Debo
reconocer que tal acto de heroicidad por tu parte me llamo la atención, así que
te estuve observando sin que te dieras cuenta, y pude ver lo mucho que ese
chico te ha cambiado. Das pena, en serio, Christopher. Antes al menos me caías
bien. Tenías un punto retorcido que era por lo menos llamativo. Pero ahora sólo
eres como un perro sucio con malas pulgas y mal carácter. En fin. Si ese chico
ha logrado hacer eso contigo en una semana, imagínate lo que hará tu muchacho
con el otro Chris. Jamás me planteé poder tener a un Haliwell como aliado…Pero
quién sabe. Sólo tengo que convencerle que tú secuestraste a su querido niñito
(lo cual no me costará mucho, ya que de hecho es lo que hiciste) y con un poco
de "medicina contra la bondad", administrada por tu retoño,
conseguiré que se lance a por ti como un lobo hambriento. Y mientras tú le
mantienes entretenido Peter y yo jugaremos a un jueguecito llamado
"adivina quién va a ser el rey del inframundo". ¿A que no adivinas
quién será?
- Peter jamás se irá
contigo. Conozco a ese muchacho. Tiene más escrúpulos que un santo. Jamás te
ayudará.
- Oh, lo hará, lo
hará. Verás, tengo dos opciones: o consigo que tú le quites esos escrúpulos
(aunque cada vez veo eso más difícil) o le diré que el único modo de conseguir
que sus dos queridos papis no se maten es hacer todo lo que yo le diga…No será
muy difícil conseguir de un chico que casi se suicida para proteger a su padre
¿no crees?
Chris gruñó, porque
sabía que era cierto: Peter haría cualquier cosa por su padre, y tal vez
también por él. Dio un golpe a la pared furioso.
- ¿Qué es lo que
quieres de ese chico? Es un destructor de demonios: acabará contigo.
- O con todos mis
enemigos. Quiero que domine el inframundo. Quiero que someta a todos los
demonios. Que le odien, que le teman, que sean sus esclavos…Y después, cuando
ya no me sea útil, le quitaré de en medio. Es irónico que la persona destinada
a acabar con la guerra mágica sea la que logre que yo me haga con el poder
¿verdad?
- ¡JAMÁS TOCARÁS A
PETER! ¡EL CHICO NO ES TAN TONTO! ¡NO SE DEJARÁ CONVENCER!
- Eso ya lo veremos
– dijo Barbas con una sonrisa, y desapareció.
Christopher soltó un
grito de frustración. Se agarró el pelo. Cogió la bola de cristal y la tiró al
suelo. Luego la recogió, y bajó corriendo al piso de abajo. Peter seguía donde
le había dejado. Al verle intentó irse de la habitación, pero él no le dejó.
- Peter, lo que voy
a decirte ahora es importante.
- Déjame en paz –
respondió el chico, malhumorado.
- No te dejo nada,
escúchame.
- Lo he entendido:
nada de suicidio. Has sido muy claro. Ahora vete. O mejor: me voy yo.
Christopher no
estaba para tonterías. Le agarró, le dio la vuelta, y le dio dos azotes bien
fuertes.
PLAS PLAS
Hacía poco que le
había castigado, así que le dolió bastante. Peter le miró mal, pero a Chris le
dio igual.
- Ahora me escuchas.
Te diga lo que te diga Barbas, haga lo que haga, ocurra lo que ocurra, tú haz
justo lo contrario. ¿Estamos?
- Ay, Chris. Claro
que sí. No soy tonto ¿vale?
- ¡Tómatelo en serio
Peter! ¡Prométemelo!
- Te lo prometo,
jobar. ¿Qué rayos te pasa? No hace falta ponerse así. Si piensas que tengo la
menor gana de escuchar a ese desgraciado, es que me conoces muy poco.
Christopher se
relajó visiblemente.
- Bien. Vale.
Luego le dio un beso
en la frente pero Peter le apartó e hizo un mohín. Chris le revolvió el pelo.
- Te ves adorable
cuando te enfadas. ¿Va a durarte mucho?
Peter frunció aún
más el ceño, al ver que no le tomaba en serio.
En las sombras,
invisible bajo poderes de ocultación, Barbas sonreía.
"Eres tan
predecible, Haliwell."
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