Chapter 83: El principio ¿del fin?
REALIDAD 2
¿Cómo un estorbo?
No, Peter no se sentía como un estorbo: se sentía mucho peor. No pintaba nada
allí, en aquél recuentro padre e hijo entre Chris y Nick. Peter sabía
permanecer en un segundo plano (es lo que había hecho durante gran parte de su
vida) así que se limitó a observar mientras se ponían al día.
"Nick" era
diferente. Tenía el pelo más largo, un piercing en la oreja izquierda, tenía
pinta de no haberse cambiado de ropa en una buena temporada, y se mantenía
extrañamente alejado de Chris. Parecía tener ciertas renuncias a ser tocado,
pero no era en sí mismo "miedo". Según le explicó Chris, llevaba todo
ese asunto del contacto mejor que Peter. Lo de Nick era un rechazo; lo de Peter
casi una neurosis. El caso es que Nick tampoco se sentía cómodo con la idea de
ser tocado y al "Peter bueno" le resultaba muy extraño, porque si él
llevara meses sin ver a su padre, no podrían separarle de él ni con un
calzador.
Tras lo que
parecieron horas, Nick se dignó a mirar a Peter, y la conversación tomó un
rumbo diferente.
- Así que…¿dices que
éste no es mi hermano? – le preguntó a Chris.
- No en ésta
realidad, al menos.
- Eso explica por
qué Barbas me dijo que Peter estaba "muy lejos". Con que le ha
enviado a otro mundo…
- ¿Qué más te dijo
Barbas, Nick?
- No mucho, en
realidad. Creo que tenía prevista una conversación conmigo cuando yo…me escapé.
Chris asintió,
indicando que entendía, y Nick miró fijamente a Peter.
- Bueno, ¿y él qué
hace aquí?
- Barbas le trajo.
Me obligó a cuidar de él como parte de su chantaje. Pero, como ya no tiene a
ninguno de vosotros, no tengo por qué seguir sus órdenes. Ya no soy su esclavo.
Nick, que te hayas escapado es genial por muchas razones…Ya no tengo que ser
más la marioneta de esa serpiente.
- Aún tiene a Peter…
- Peter está muy,
muy lejos. En otro mundo, lejos del alcance de Barbas. Ya no puede hacerle
daño. Por lo que he visto, él está bien. Más o menos.
- ¿Está en mi mundo?
– intervino Peter, sintiendo que le iba a doler la cabeza con tantas ideas
complejas. - ¿Tu Peter está en mi mundo?
- Sí, así es. Eso es
lo que quería decirte cuando te hablaba de que podías ver cosas extrañas en la
bola…
- ¿Qué vas a hacer
con él? – preguntó Nick, cortando bruscamente la explicación de Christopher.
- ¿Cómo dices? –
preguntaron Chris y Peter a la vez.
- Tú mismo lo has
dicho: Barbas ya no tiene nada con lo que chantajearte. Ya no tienes que cuidar
de él.
Peter abrió mucho
los ojos, con dolor, sorpresa, y miedo. Apretó mucho los puños, dispuesto a ser
valiente fuera cual fuera la respuesta de Chris.
- Pero voy a hacerlo
igual, Nick. En realidad, no he estado cuidando de él por obligación.
- Y ¿por qué ha
sido? ¿Por la bondad de tu corazón? ¡Venga ya, si éste no es nadie!
- Nick, no me gusta
que hables así, éste chico es como de la familia…
- Porque tú lo
digas… él no es nada mío…
- Nick, basta. Esto
podemos hablarlo en privado. Es descortés hablarlo delante de él…
- ¿Descortés? ¿Y
cuándo coño te has preocupado tú por la cortesía? ¿Acaso te preocupa que
hiramos sus sentimientos?
- Pues sí,
precisamente me preocupa eso…
- Pero ¿tú te oyes?
¡Si no es más que…que…un rehén! ¡Podemos usarlo para que nos devuelvan a
nuestro Peter!
- No es tan
sencillo. Nadie ha secuestrado a nuestro Pete, Nicholas. Barbas le envió ahí
quién sabe con qué oscura intención. Y no puedo traspasar el portal.
- Bien pues entonces,
si no es útil, que se vaya…
- Nick, ya vale…-
dijo Chris, comenzando a enfadarse.
- Él tiene razón,
Christopher. – intervino Peter, agarrando fuertemente la tela de su pantalón
con los puños, tratando de ser fuerte - No pretendo ser un estorbo. Me buscaré
otro sitio…
- No digas
tonterías. Dije que cuidaría de ti, y voy a hacerlo. Además, ¿crees en serio
que me fiaría de dejarte sólo, para que te tires del primer puente que veas?
- No soy un suicida
¿vale?
- Cuando uno intenta
REITERADAMENTE acabar con su vida, se le suele llamar suicida, pero tú dilo
como quieras. El caso es que no me fío de ti estando sólo, y menos estando tan
deprimido como estás. Y de todas formas, nunca te dejaría sólo. Ya te he dicho
que somos familia, y no voy a olvidarme de eso sólo porque haya recuperado a mi
hijo.
- Qué bonito – dijo
Nick, con sarcasmo. – Si hasta parece que os queréis y todo.
- Le quiero, Nick.
Iba en serio: somos familia. Es… como un…
- ¡No te atrevas a
decir que es como un hijo para ti! Tienes tres hijos, sólo tres, y éste no es
uno de ellos.
- ¡Nicholas!
- No…no pasa nada,
Chris. Lo entiendo. Yo no soy su hermano. No es a mí a quien quiere aquí. Os
dejaré solos. Iré…a mi habitación…quiero decir, a la de Peter…
Cuando Peter se fue,
tenía un aspecto miserable. Caminó arrastrando los pies, como si el alma le
pesara.
- Espero que estés
contento, Nicholas. Ese chico está pasando por un infierno…
- Y yo vengo de él,
papá. Yo vengo de él.
Chris suspiró.
Intentaría que esos dos se llevaran bien, pero no podía decirle nada a Nick. No
después de tres meses sin verle.
REALIDAD 1:
- A la cama – le
dijo Chris a su hijo más pequeño, un rato después de la cena.
- Pero papi, aun no
quiero ir a dormir…
- Mala suerte,
campeón, pero los menores de diez ya tienen que estar acostados.
- ¡No es justo! Si
tuviera diez seguro que me mandabas a la cama igual.
Chris se rió, y le
dio un beso.
- Si cuando suba
estás en la cama te leeré un cuento ¿vale?
- Vaaaaaaaaaale.
Pero sólo porque soy bueno.
Chris parpadeó, y
luego se rió. Su hijo lo decía como si le estuviera haciendo un favor. Rodó los
ojos.
-Caradura, eso es lo
que eres. Venga a la cama, quejica.
Leo le dio un beso y
subió las escaleras, pero en seguida las bajó, se quedó en el último escalón un
momento, y luego corrió hacia Amy, para darle un beso también. Luego
desapareció escaleras arriba como si no hubiera pasado nada. Amy sonrió.
- Qué mono.
- Es un gran niño –
dijo Chris, con orgullo. Luego, bostezó. – No creo que yo tarde mucho en
acostarme también. En cuanto deje a todos en la cama.
- Te estaré
esperando – dijo Amy, con una voz repentinamente sensual, que puso todos los
instintos de Christopher alerta. Sacudió la cabeza para concentrarse, y subió
al cuarto de Nick, donde él y Peter seguían jugando, totalmente viciados, al
ordenador.
- Es hora de ir
apagando eso, chicos.
- ¡Aún es pronto! –
protestó Peter.
- Nick tiene clase
mañana. Tú… en fin, se supone que nuestro Peter está desaparecido y tú además
no eres de éste mundo…así que…supongo que tú no tienes que ir a clase.
- ¡Genial!
Vacaciones para mí, y clases para ti – chinchó Peter, mirando a Nick con una
sonrisa burlesca. – Me pasaré el día practicando con esto y luego te daré una
paliza cuando vuelvas, que lo sepas – dijo, refiriéndose a juego.
- Por mucho que
practiques nunca podrás conmigo – replicó Nick, y cerró el ordenador.
Chris les miró sin
poder contener apenas su alegría: no quedaba ya ni rastro de las reticencias
anteriores: esos dos se llevaban bien.
Chris fue a acostar
a Leo y estuvo con él hasta que se durmió. Luego fue al cuarto de Nick y le dio
un beso. Por último fue al cuarto de Peter ocupado por otro Peter diferente.
- Qué duermas bien,
Peter. Esta primera noche puede ser un poco extraña, pero si pasa cualquier
cosa, ya sabes, estoy en la habitación del fondo…
Peter rodó los ojos.
- No soy un bebé.
- Para tu padre,
seguro que lo serás siempre.- contratacó Chris.
- No le nombres –
pidió Peter.
- ¿A tu padre?
- Sí. Llevo…tres
meses sin verle. No es fácil.
- No sabes cuánto lo
siento, tesoro. Cuando quieras hablar de ello, yo…
- No quiero hablar
de eso. Pero sí de muchas otras cosas. Tengo curiosidad: ¿a qué se refería Nick
al preguntarme sobre…un asesinato?
- Al parecer, mi
Peter ha… Nick dice que ha matado a alguien.
- Ya veo. ¿Alguien
importante para ti?
- ¿Qué? No lo sé.
¡No creo!.
- Entonces…¿por qué
habláis de ello como si lo sintierais?
- ¡Porque lo
sentimos! No culpo a Peter, seguro que no tuvo más remedio, que hay una
explicación….pero…es algo horrible. Una muerte siempre es algo que sentir.
Peter no respondió,
pero se puso de lado en la cama, incómodo.
- ¿No estás de
acuerdo? – preguntó Chris.
Durante unos
interminables segundos, Chris pensó que habían vuelto a lo de no responder.
Pero finalmente Peter habló.
- Yo he matado a
cuatro personas – respondió el chico.
Christopher no supo
qué decir. No tenía respuesta para eso. Se le quedó mirando deseando decir algo
consolador, pero no le salía, y además intuía que Peter en realidad no estaba
buscando consuelo. Que ni siquiera lo sentía. Chris salió de la habitación, y
sintió un escalofrío.
- Cuatro personas –
repitió Peter para sí, cuando estuvo sólo.
"¿Por qué me ha
mirado así? ¿Acaso él nunca ha matado a nadie? No, seguro que no…Todo en él
dice que es un santurrón…¿Cómo puede Barbas querer algo de él? ¿Qué puede
querer nadie de un tipo como éste? La gente buena como él es aburrida, pero no
suele tener enemigos…Algún defecto tendrá…." pensó Peter, y no tardó en
descubrir el primero: era un mentiroso. Le había dicho que le iba a tratar como
aun hijo y sin embargo se había ido sintiendo asco de él. A Chris le
horrorizaba lo que él había hecho. Peter se asustó. ¿Seguiría tratándole bien
después de saberlo? Seguro que no…Seguro que le odiaba….No tendría que
habérselo dicho…Seguro que le echaba….Seguro que…
- Tienes que
contármelo – exigió Chris, desde el quicio de la puerta. Había regresado. –
Mañana. Tienes que contarme lo que pasó.
- ¿No soportas tener
un asesino en tu casa?
- No soporto que un
crío de diecisiete años haya matado a cuatro personas.
- Mala suerte,
Christopher, pero esto es lo que soy.
Peter no iba a
fingir ser quien no era. Él era un ladrón, y un asesino y muchas otras cosas
que Christopher no sabía. Si Chris había creído otra cosa, el problema era
suyo. Peter no iba a fingir ser de otra forma para caerle bien. Tan sólo
lamentaba que aquello fuera todo, y que ese hombre que empezaba a caerle bien
ahora tuviera que odiarle…Pero se equivocaba.
- Mañana te enseñaré
algo – dijo Chris.
- ¿Algo como qué?
- Algo que espero
que te haga ver la vida de otra manera. De la manera correcta.
REALIDAD 2
Chris se pasó toda
la tarde malcriando a Nick, dedicándole cada segundo, e ignorando prácticamente
a Peter, que no había salido de su habitación. Era como si se hubiera olvidado
de él, y de todo el que no fuera Nick. Pero ¿quién podía culparle? Llevaba tres
largos meses sin ver a su hijo e incuso había llegado a pensar que no iba a
volverle a ver. Había hecho un trato con un demonio para recuperarle y por fin
lo había conseguido. Sí, definitivamente, el resto de aquél día fue entero para
Nick. La noche también. La pasó despierto, observando como dormía, sin poderse
creer que aquél fuera Nick, durmiendo a salvo en su cama.
Al día siguiente,
muy a su pesar se levantó y se separó de Nick, dejándole dormir un poco más
tras despedirse de él con un beso en la frente. Tenía muchas cosas que hacer:
mandar a Barbas a freír espárragos, buscar la forma de que Peter regresara el
universo paralelo al cual no tenía acceso puesto que Barbas había puesto su
propio sello, y decidir qué hacer con Leo. El peligro no había pasado. Quería
que su hijo volviera a estar con él, pero…¿y si Barbas encontraba la forma de
quitárselo? ¿Y si por alejarle de la protección de Wyatt le ponía en peligro?
Wyatt era el Dos Veces Maldito. Era muy poderoso, y Chris había llegado a la
dolorosa conclusión de que podía proteger a su hijo mejor que él mismo. ¿Y si
le hacía volver a casa y Barbas se lo quitaba también a él? Pospuso la
decisión, porque no quería pensar cosas tristes en aquél día que tenía que ser
feliz.
Así llegó al otro
asunto el que se debía ocupar, que además permitía una resolución inmediata y
no como los otros, más complicados. El asunto del "otro Peter". Sólo
después de pasar toda la noche junto a Nick, Chris fue consciente de la poca atención
que le había prestado a Peter, que no estaba en su mejor momento. Fue a su
habitación, pensando que lo iba a encontrar dormido, pero no. Cuando entró en
el cuarto lo vio en la cama, tumbado de lado. Vio también la ventana rota, pero
pasó de ese detalle al ver los ojos tristes con los que el chico le miró.
- No quiero ser una
molestia – dijo Peter en primer lugar – Tan sólo me gustaría que me dejaras ver
a mi padre una vez en tu bola mágica, y después me iré.
- Te prometí que te
dejaría verle, y voy a cumplirlo, pero no vas a ir a ningún lado.
- Has recuperado a
tu hijo…
- Y hoy hace sol.
¿Qué tendrá eso que ver?
- Ahora le tienes a
él. No me necesitas. Tú mismo lo dijiste: mi padre no tiene a tu hijo
secuestrado, así que no valgo para intercambiarle. Barbas ya no tiene a Nick.
No soy útil. Ya no tienes que ocuparte de mí.
- Mira Peter, a
veces no sé si darte un abrazo o una colleja. Pensé que estaba claro que eres
importante para mí más allá de que seas o no útil para recuperar a mis chicos.
- No necesitas ser
amable. No tienes que fingir.
- Soy muchas cosas
menos amable, Peter, ya deberías haberte dado cuenta…¿Quieres dejar de decir
tonterías? Eres como mi hijo…
- No. Nick ha dejado
claro que no lo soy. Y que no me quiere aquí. Y que sólo soy un rehén molesto
que ya no tiene utilidad.
- Definitivamente,
una colleja. Eso es lo que te voy a dar si sigues hablando así. Nick no te
conoce, siempre ha sido muy bocazas, y en cualquier caso, él no habla por mí.
Ninguna de esas cosas que has dicho es cierta y no debes pensarlo ni por un
momento.
- Si tú lo dices….-
dijo Peter, en un tono que estaba muy lejos de ser sincero, sino que sonaba más
bien a un "no quiero discutir".
- Grrr – gruñó
Chris. Qué chico más obstinadamente cabezota. Verle tan deprimido le partía el
alma. Peter aún no había superado el incidente el asesinato y las palabras
crueles de Nick sólo le habían dado más motivos para hundirse. Decidió cambiar
de tema, mientras buscaba la forma de animarle un poco - ¿Qué le ha pasado al
cristal?
- Siento haberlo
roto. Te lo pagaré.
- ¿Lo has roto tú?
¿Aposta?
- Sí. ¿Estás
enfadado?
- ¿Bromeas? Es la
primera cosa "mala" que te veo hacer. Hasta ahora te habías puesto en
peligro y demostrado muy poco aprecio por tu integridad física, pero por todo
lo demás eras un santurrón, y ver que también puedes hacer cosas como esta es
genial y…Espera un momento. – dijo Chris, uniendo piezas. – Lo has roto para
coger un trozo de cristal y hacer una de tus tonterías ¿verdad?
Había sido genial
pensar que Peter también tenía un "lado malo" y hacía cosas como
romper cristales. Lo que Christopher no podía saber es que eso era algo que
Peter podía hacer perfectamente en otras circunstancias, que también tenía sus
fallos. En cualquier caso, había tenido razón: aquella vez había roto el
cristal para coger uno de los pedazos. Peter abrió un mano poco a poco y le
enseñó un trocito, con el que efectivamente había pensado hacer "una de
sus tonterías" como decía Chris. Había pensado en cortarse…
- Pero no lo hice –
dijo Peter rápidamente – Te prometí que no lo haría, y no lo hice. Rompí el
cristal ayer por la noche. Han pasado horas y no he hecho nada.
- Tampoco has
soltado el cristal – replicó Chris, aunque mucho más tranquilo al ver que era
cierto. Que Peter había tenido ocasión de suicidarse y no lo había hecho.
- Te estaba…
esperando. – reconoció el chico.
- ¿Cómo es eso?
- Esperé a que
vinieras y me dijeras algo así como lo que has dicho…Que soy importante para
ti….Esperaba que me convencieras para no hacerlo…
Christopher sintió
un nudo en la garganta.
- Peter…Tú tienes
que desear la vida más allá de lo que yo te diga…No puedes depender de nadie
para querer seguir viviendo…Tienes muchos motivos. Eres muy joven…
- …Eso sólo
significa que tengo muchos más años para seguir pasándolo mal.
- Mi niño… ¿De
verdad lo ves así?
- Ya estoy cansado
de fingir, papá – dijo Peter, olvidándose de que aquél no era su padre, o tal
vez sin olvidarlo, pero decidiendo regalarle a ese hombre aquella mágica
palabra que tanto le había costado pronunciar una vez – Estoy cansado de seguir
adelante… simplemente ya no quiero…Cada vez que parece que voy a estar bien
ocurre algo que lo tuerce todo…Y esta vez hasta yo mismo me he torcido, y me he
vuelto un asesino…
- Tienes que dejar
de utilizar esa palabra. No eres un asesino. Si te doy un cuchillo y te digo
que mates al ser más despreciable del planeta, serías incapaz de hacerlo.
- He matado a un
hombre.
- No querías
hacerlo.
- Lo hice. Yo…yo no
sabía que tenía éste poder. Pero ahora lo sé, y no sólo eso….sé también que mi
hermano tiene el poder de dar la vida…Tendría que ser al revés. Este poder
debería tenerlo alguien incapaz de matar. Este poder debería tenerlo Nick.
- Bienvenido a la
realidad, Peter todo el mundo es capaz de matar. Sólo necesita los motivos
adecuados, y que la situación le sea propicia. Si para matar a alguien bastara
con desear su muerte, como te sucede a ti, todo el mundo sería un asesino.
- Aunque eso fuera
verdad, no me consuela. Que mucha gente robe no significa que robar esté bien.
- No te consuela
porque eres un chico listo y decente. Peter…has hecho algo conmigo. Has
cambiado mi forma de ver la vida, y eso sólo puede conseguirlo una buena
persona. Sólo el que es bueno puede enseñar bondad.
- Dices que soy una
buena persona porque no has visto demasiadas en tu vida y porque piensas que es
lo que necesito oír. No te molestes, Chris. No tienes que consolarme. No es tu
trabajo, no me lo merezco y en realidad no hay nada que puedas decir que me
haga sentir mejor. Pero tranquilo: no voy a suicidarme. Como te he dicho te lo
prometí, y a mi padre también. Tal vez deba seguir con vida. Tal vez seguir
vivo sea peor que la muerte. Tal vez sea mi castigo. Morir pondría fin a todo…
Chris se sintió tan
miserable al ver el alcance del sufrimiento de Peter, que sufrió una
transformación aún más llamativa que las anteriores. Ver cómo Peter se
revolcaba en culpabilidad por algo que había sido un accidente más que un
asesinato le hizo replantearse todas las vidas que había quitado. Ver la
facilidad con la que Peter estaba dispuesto a matarse le hizo reconsiderar el
valor de la vida. ¿Quién era él para quitársela a nadie? La vida era un regalo,
y había que usarla bien, y no malgastarla. Pete la malgastaba al hablar así de
ella, pero él también, al usarla para causar daño, en vez de para construir más
vida. Si existe un umbral para pasar de la maldad a la bondad, Christopher
acababa de pasarlo.
Y entonces,
sobrevino el caos. Christopher lo había intuido, pero no había llegado a
comprenderlo. El equilibrio. La importancia de que los mundos paralelos sigan
siendo paralelos. La necesidad de que no haya dos Christophers buenos a la vez.
Victoria lo había visto en su visión. En el exterior, comenzó a llover sangre.
- ¿Qué ocurre? –
preguntó Peter, cuando unas gotas de líquido rojo traspasaron el hueco del
cristal roto. Chris vio que las sábanas se quemaban, y se apresuró a apartar a
Peter de la ventana. Sangre ácida.
- El fin del mundo –
dijo Chris, en tono catatónico. – Peter, si quieres morir, creo que éste es tu
día de suerte, porque en unas horas puede que todos estemos muertos.
REALIDAD 1
- Vamos, dormilón,
levántate. – dijo Christopher, por enésima vez. Peter estaba despierto de
sobra, estaba seguro, pero pasaba de levantarse. – Tengo que enseñarte algo
¿recuerdas? Y luego tengo que llevar a Leo al médico. Anda, levanta.
Peter no respondió.
Se dio la vuelta en la cama, para esquivar la luz que Chris había encendido, y
se puso la almohada en la cabeza.
- Peter, quítate la
almohada, que tienes que respirar.
Como no le hizo
caso, Chris se la sacó. Respiró hondo. Llevaba cinco minutos de reloj para
sacarle de la cama.
- Vamos, Peter –
insistió, y probó a hacerle cosquillas.
- ¡Déjame en paz,
gilipollas!
- ¡Eh! Cuidado con
esa boca si no quieres que te la lave. Levántate, venga.
- No me da la gana.
- Peter… - advirtió
Chris. Podía tener paciencia con la pereza, pero no con la insolencia.
- ¡Que me dejes!
- Bien dejado te
tengo. Levanta. Ayer te dije que quería enseñarte algo.
- Y yo te dije que
te lo metieras por donde te quepa.
- No, no me lo
dijiste. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque de haberlo hecho yo te habría dado una
zurra. ¿Es así como quieres empezar el día?
- ¿Por qué no te
mueres y me dejas tranquilo?
- Te dejaré
tranquilo, en cuanto hayamos aclarado un par de cosas. Tienes dos minutos para
levantarte y decidir si te disculpas o si quieres tener una conversación que
termine en lágrimas. Y te aseguro que estoy siendo más paciente de lo que soy
con mis hijos que por háblame así ya se hubieran ganado una paliza.
Christopher salió de
la habitación repitiéndose que ese chico no estaba acostumbrado a los buenos
modales, y que además podía tener mal genio al despertar. Decidió darle un poco
de manga ancha y fue a despertar a Leo. El niño tampoco quería despertarse,
pero Chris intentó no pagar con él la vaguería de Peter y fue aceptablemente
paciente con Leo.
- Arriba, campeón.
Que no tenga que repetírtelo ¿eh? – dijo, tras insistir varias veces y haberle
despertado con besos y palabras dulces.
- ¡Déjame dormir!
- Ya has dormido
mucho, Leo. Casi diez horas. Tenemos que ir al médico ¿recuerdas?
- ¡No quiero!
- Pero tenemos que
ir igual.
- Ve tú.
- Yo voy a ir, pero
contigo.
- ¡No!
- Leo…- dijo Chris,
en un tono de advertencia. Leo suspiró y salió de las sábanas.
- Ya me levanto. Lo
siento.
- No pasa nada,
cariño. Buenos días. – dijo Chris, y le dio un beso en la frente. – Si te
portas bien en el médico luego podemos ir al planetario, pero si quieres
venimos aquí para que duermas más.
- ¡No! ¡Al
planetario, al planetario! – dijo Leo, entusiasmado.
- A donde tú quieras
– prometió Chris, y sonrió. Salió del cuarto para dejar que se vistiera.
Para darle un poco
más de tiempo a Peter, antes de regresar a su cuarto fue al de Nick. Se acercó
a su cama y le dio un beso. Nick abrió los ojos y le sonrió. Por fin, alguien
que despertaba de buen humor…
- Buenos días,
cariño. ¿Has dormido bien?
- La verdad es que
no. Tenía mucho calor.
- Claro, te
envuelves en las sábanas como una momia… - dijo Chris, y le revolvió el pelo. –
Tienes el desayuno en la mesa ¿vale? Hoy vas a ir sólo a clase: Leo tiene
médico.
- ¿Yo sólo? –
preguntó Nick con timidez. Luego se dio cuenta de que había sonado como u crío
pequeño y desvalido y rectificó. – Vale, guay.
- Creo que a Amy le
apetecía acompañarte… - dijo Chris, adornando un poquito la verdad, al darse
cuenta de que a Nick no quería ir sólo. Pero si hubiera dicho "¿quieres
que te acompañe?" Nick se hubiera avergonzado, así que tuvo algo de tacto.
Pensó que le vería
sonreír, pero el rostro de Nick se ensombreció.
- Prefiero ir sólo.
- ¿Y eso?
- Ir sólo es
aburrido, pero no quiero ir con ella.
- ¿Por qué?
- Porque me da
vergüenza.
- ¿Vergüenza?
- Ayer me pegó.
- Perdón por lo que
voy a decir, cariño, pero yo te pego casi todos los días o al menos casi todas
las semanas, y luego no te da vergüenza estar conmigo. No entiendo lo que
quieres decir.
- Pero tú eres mi
padre y debes de ser tonto porque me sigues queriendo. Ella no tiene por qué
aguantar mis estupideces.
- ¿Ese es el
problema? Te aseguro que Amy también te quiere, Nick.
- Sí, ya, seguro –
dijo Nick con sarcasmo.
- De verdad. ¿Sabes
por qué lo sé? Precisamente porque te castigó. Porque eso demuestra que quiere
lo mejor para ti. Y porque lloró después de hacerlo. – le confesó.
- ¿La hice llorar?
¿Y aún quieres que vaya con ella? ¡No voy a poder mirarla a la cara!
- Nick, no debes
sentirte culpable de algo por lo que ya te has disculpado. Pedir perdón no
sirve sólo para reparar un error, sino también para desprenderse de la culpa.
Amy no está enfadada contigo.
- ¿No?
- Para nada. Es más,
si explotas un poco esos ojos azules que has sacado de tu padre creo que hoy te
llenará de mimos y satisfará cada uno de tus caprichos.
Nick sonrió un poco.
- Nunca más voy a
hacer que se enfade – aseguró, como si hiciera una promesa.
- Me parece bien,
cariño. ¿Y a mí? ¿A mí tampoco vas a hacerme enfadar?
- Eso ya no puedo
prometerlo. Tú te enfadas por todo.
- ¡Tendrás morro!
Ale, a vestirse y a desayunar.
Dejó a Nick con una
enorme sonrisa y, entonces sí, volvió al cuarto de Peter. Se llevó una
desagradable sorpresa al ver que seguía en la cama.
- Peter, ya está
bien. Levántate.
- Cuando las ranas
críen pelo.
- ¿Quieres unos
azotes?
- No.
- Pues entones
levántate. De verdad…¿todo tiene que ser así contigo? ¿Sólo vas a hacerme caso
si te castigo primero?
- No voy a hacerte
caso me castigues o no lo hagas.
- ¿Qué pasó con
todas tus buenas intenciones de ayer?
- Se fueron a la
mierda.
- Peter, me estoy
cansando de esa actitud. Quiero empezar bien el día, pero si tengo que zurrarte
lo voy a hacer. Aun no me he olvidado de que te pedí que te disculparas, y no
lo has hecho.
- Ni lo voy a hacer,
anormal.
Christopher suspiró.
- Luego no digas que
no te avisé. – dijo Chris, y se acercó a la cama. Sacó las sábanas, y levantó a
Peter lo suficiente para ponérsele encima. Para evitar que se asustara,
recordando sus temores, intentó hacer que comprendiera. – Te dije que había
tres reglas principales que eran no ponerse en peligro, no mentir, y no
desobedecer. Y tú me has desobedecido, y has sido irrespetuoso. Son cosas que
ya sabes que no puedes hacer, y por eso voy a castigarte. ¿Lo entiendes?
No obtuvo respuesta.
- Ya te dije que
debes responder a una pregunta directa. ¿Entiendes por qué voy a castigarte?
- Chúpame el cipote.
Chris suspiró, y le bajó
el pantalón.
- La respuesta
correcta era sí o no – le dijo, y comenzó un castigo que intuía que iba a ser
largo.
SWAT SWAT
- Aiii. No, por
favor.
- ¿Por fin
reaccionas? ¿Acaso pensabas que estaba de broma al advertirte? ¿Cómo va esto?
¿Me porto mal y luego digo "no me castigues que me da miedo"? Eso no
va a funcionarte. Te dije que iba a ser como tu padre e iba en serio. Voy a
estar ahí para lo que necesites, aunque lo que necesites sea una zurra.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Peter lloraba
bastante y Chris no pensaba prolongarlo mucho más, pensando que el chico por
fin había entendido, pero entonces Peter le mordió. Chris le levantó bruscamente
por acto reflejo, y luego intentó calmarse para no estrangularle ahí mismo.
- Ve a por una
pastilla de jabón.
Y Peter voló para
hacerlo. Chris se sorprendió de la repentina buena disposición hasta que se dio
cuenta de que Peter no había ido al baño. Pasaron los segundos y no volvía, y
Chris empezó a buscarle. Peter parecía haberse escondido. Por suerte para él,
no había muchos sitios donde un chico de metro ochenta y ocho se pudiera
esconder dentro de una casa, y Chris descorrió la cortina de la bañera para
encontrarle ahí.
- Tienes que dejar
de hacer esto – le dijo – Ponerte a ti mismo en esta situación. Si tanto miedo
me tienes, no entiendo por qué me buscas tanto las cosquillas. Aun así, sabes
que no tienes que tenerme miedo. Pensé que estaba entre las cosas que te había
dejado claras ayer.
En vez de una
respuesta coherente, recibió una serie de sorbidos y sollozos contenidos que
hicieron muy difícil la comprensión de las palabras de Peter.
- M-me
…snif…me….snif….du-duele
- Lo sé, Peter, y no
creas que me alegro pero en realidad fui muy blando y aun no terminé de hablar
contigo. Te mandé a por la pastilla de jabón, no a esconderte en la bañera.
Peter levantó el
brazo y le entregó un paquetito con el jabón. Chris lo desenvolvió y alargó la
mano para ayudarle a salir de la bañera. Peter lo hizo restregándose los ojos,
y Chris mojó la pastilla antes de metérsela en la boca. Se la sacó tras unos
segundos, pero no le dejó enjuagarse. Luego le cogió del brazo y le giró un
poco.
- No PLAS se PLAS
muerde PLAS. La próxima vez que hagas una escenita como la de antes hablarás
largo y tendido con el cepillo, ¿estamos?
Peter asintió. El
tigre se había ido, y había vuelto el gatito mimoso. Chris suspiró y le dio un
abrazo de oso. Esta vez Peter no pareció ni inmutarse porque le tocara. Lloró
con fuerza mientras Chris le sostenía.
- Estoy cansado –
confesó Peter, tras varios minutos.
- ¿Cansado de qué?
- De secuestros. De
estar lejos de mi padre. De mundos que no entiendo. De huir de la gente. De que
me toquen. De que no lo hagan.
- Ya pasará mi niño,
ya pasará. Sé que es muy complicado. Lo estás haciendo bien, Peter, poquito a
poco.
- También estoy
harto de que me castiguen. – añadió, haciendo el puchero perfecto. Así se
parecía más que nunca al "verdadero Peter".
- Cuida lo que hace
y dice tu insolente boquita, y yo no castigaré tu traserito.
- No me hables así.
- ¿Por qué? -
preguntó Chris con falsa inocencia, que había escogido muy a propósito sus
palabras.
- Porque no soy un
niño.
- Alguien que tiene
rabietas porque le dicen que se levante no parece muy adulto ¿no crees?
Peter entendió su
punto, pero en vez de reconocerlo le sacó la lengua. Chris le revolvió el pelo
y le sonrió.
- Corre a desayunar
– instó, impulsándole con una palmadita suave. Peter bajó y Chris suspiró. ¿De
verdad que ese chico era malo? Y si lo era…¿debía ser más duro con él? Se sentó
unos momento a descansar. Acababa de levantarse y ya estaba cansado. A ese
ritmo iban a salirle canas prematuras.
Se dispuso a bajar a
desayunar él también cuando vio un reflejo extraño por la ventana. Se acercó y
vio que estaba lloviendo...lloviendo sangre. Se alarmó. Bajó corriendo las
escaleras pero se detuvo en seco al ver lo que había en la cocina…Eso era una
batalla campal. Chris no daba crédito a lo que veían sus ojos. Amy, Nick, Peter
y Leo se estaban peleando, con gritos, golpes, puñetazos, y patadas.
- ¿Qué ocurre?
Intentó meterse en
medio, pero eso era imposible.
- ¡Amy! – gritó
Chris, apelando al otro adulto de la instancia, pero Amy no parecía escucharle,
sino que estaba concentrada en estrangular a Peter. Chris no entendía nada,
hasta que de pronto dejó de llover a fuera, y las cosas se calmaron dentro. De
alguna forma la lluvia parecía haber tenido un extraño efecto sobre su familia.
Todos jadearon y se separaron, sin entender lo que les había pasado. Amy se
tocó la mejilla, donde Peter había asestado un puñetazo.
- ¿Estáis todos
bien? – preguntó Chris.
- ¡Me has dado una
patada en los huevos, enano! – gritó Nick, como respuesta.
- Lo… lo siento.
–balbuceó Leo – No sé… no sé qué me paso…yo…
Sin dejarle acabar,
Nick le golpeó con fuerza y rabia en la espalda, como para vengarse. Pero era
mucho más fuerte que su hermano pequeño y le tiró al suelo. Leo empezó a llorar
en el acto.
- ¡Nicholas! – gritó
Chris, mientras salvaba de un paso la distancia que le separaba de Leo. Le
ayudó a levantarse y Leo se abrazó a él muy fuerte, pidiendo su protección.
Chris le levantó la camiseta y vio que la mano de Nick se había quedado marcada
en la espalda de su niño. – Nick, eres una mala bestia. No tenías ningún motivo
para hacer eso. Está claro que algo raro os ha pasado a todos hace unos
momentos y tu hermano no era dueño de sus actos. Pero tú si lo eras y esto que
has hecho es lo peor que has hecho nunca. ¿Te sientes bien al golpear a alguien
más débil? ¡Eres un animal! Es tu hermano, y como le hayas causado alguna
lesión te juro que el país se te queda corto para correr. SUBE A TU CUARTO
AHORA MISMO. No quiero ni verte. ¡Desaparece!.
Y Nick desapareció,
casi por arte de magia. Chris ni siquiera se molestó en mirar cómo se iba.
Estaba demasiado enfadado. Probablemente nunca lo había estado tanto. Leo se
había hecho daño, daño de verdad, y además estaba muy preocupado, porque aun no
sabía que había sido todo eso de la lluvia de sangre.
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