Chapter 67: Dibujando un comienzo
Wyatt estuvo ausente
en vida durante unos minutos. Fue vagamente consciente de que Victoria esperaba
una respuesta, pero no se la dio. Notó que Chris se había dado cuenta de que
ella le había dicho algo importante, pero dedujo que no había llegado a
escucharles. Apenas escuchó como Peter intentaba relajar el ambiente, sin
éxito. El ambiente no se podía relajar. No ahora que sabía que su hija veía el
futuro, y que en ese futuro Peter, Vraskor, o quien cuernos fuera, hacía daño a
su familia.
- ¿Me has perdonado?
– le pregunto Victoria. Tenía la cabeza apoyada en su hombro, aunque Wyatt no
había reparado en que la tenía tan cerca. La observó con mucha dulzura. Claro
que la había perdonado. No había nada que no la pudiera perdonar. Era su
princesita…
Y lo había pasado
muy mal, ella sola, guardando el secreto de lo que sabía. Había tragado con
todo sin su ayuda, porque una parte de su hija no confiaba ya en él. Le había
visto ayudar al que haría daño a su familia. Victoria tenía que estar muy
confundida. Por eso de pronto le atacaba, luego le abrazaba, después le huía…y
en definitiva, pedía su ayuda a gritos, pero él no había sabido escucharla.
Posiblemente era ella quien tenía que perdonarle a él.
No fue capaz de
responderle, aun impactado por lo que había oído y sin haber terminado de
decidir lo que iba a hacer para impedir que las visiones se cumplieran. Tenía
un nudo en la garganta y no sabía deshacerlo, así que se limitó a mirar a su
niña sabiendo que no iba a pasarle nada mientras él siguiera con vida, porque
mataría a cualquiera que intentara hacerla daño. Así fuera Peter…
- Tío, ¿quieres un
vaso de agua?
…aunque realmente,
odiaría tener que matar a Peter. Era tan "voy a decir lo que pueda para
intentar que te sientas mejor aunque no sepa lo que te pasa". ¿Cómo podía
esa persona, ese chico, ese niño… ser un peligro para su familia?
Pero lo era.
- No, gracias Peter.
Pero a lo mejor Victoria sí.
La niña asintió. Aun
le caían lágrimas, pero ya no lloraba. Se había bajado la falda y lucía
avergonzada, probablemente pensando que su tío y su primo sabían que la habían
castigado. Wyatt no se arrepentía de haberle dado aquella azotaina, porque
realmente no podía arriesgarse a que le pasara nada, y ahora que sabía que
todos corrían peligro no iba a perderla de vista ni un segundo. Pero sí se
arrepentía de que aquella fuera su última "conversación" antes de
irse por tres días. También se arrepentía de tener que irse y estaba
considerando el decirle a Linda que se fuera sola…
En ese momento
llamaron a la puerta. Era Linda, precisamente, que traía a Alexander de la
mano. La mujer apenas esperó a que Chris la abriera. Entró corriendo y sólo se
detuvo cuando sus ojos dieron con los de Victoria. Salvó la distancia que las
separaba, y la asfixió en un abrazo, fusionando también a Wyatt en el gesto. Él
entendía perfectamente el miedo que había pasado, al ver que su hija se perdía
en la distancia, corriendo, alejándose de ellos…
- Victoria, cariño
¿estás bien? ¿¡estás bien!?
- Estoy bien, mamá.
- Menudo susto nos
has dado – suspiró Linda, y se sentó en el sofá para poder tomarla en brazos:
ella ya no podía sostener su hija en el aire, como hacía Wyatt. - ¿Por qué has
hecho eso?
Victoria no
respondió. Puede que a Wyatt no le importara que hiciera eso, lo de no
responder, pero a Linda siempre le había puesto muy nerviosa.
- Victoria ¿por qué
lo has hecho?
Más silencio. Linda
la zarandeó un poco. Wyatt vio en los ojos de su hija que no se lo iba a decir.
- ¡Respóndeme! –
ordenó Linda, y le dio una palmadita suave, como de aviso, pero Victoria cerró
los ojos y soltó un gemidito suave.
- No la pegues –
dijo Wyatt, y se dio cuenta de la ironía que suponía el que él dijera eso, y de
que además había sido demasiado brusco. Fue más suave cuando se explicó: - Ya
la he castigado, amor. Ya sabe que nunca más tiene que hacerlo ¿verdad?
Victoria asintió.
Linda la abrazó, sin apenas contener las lágrimas.
- Mi niña. Me has
dado un susto de muerte ¿sabes?
La pequeña se dejó
abrazar. Poco a poco, Alex se acercó y se quedó mirándola muy fijamente.
- No me irás a
abrazar tú también ¿eh, canijo? – preguntó Victoria, intentando romper ese
momento de incomodidad.
- ¡Qué va! ¡Eso son
cosas de niña!
- ¿Y no lo eres
acaso? – preguntó ella, y le sacó la lengua. Luego se rió, y Alexander jugando,
la empujó, haciendo que se sentara de golpe en el sofá. - ¡Ay! ¡Cuidado, que
duele!
- ¿Papá te ha
pegado? – preguntó el niño, dejando de jugar. Victoria asintió, e hizo una
mueca, mirando a Wyatt con cara de "eres una mala persona". La mirada
se fue transformando poco a poco en incertidumbre, sin saber si su padre seguía
enfadado. Pese a todo, parecía más aliviada, como si al haberle contado a Wyatt
lo que pasaba se hubiera quitado un gran peso. Alexander la contempló con
compasión, y luego miró a Wyatt, con gesto muy serio. – Qué malo eres – le
dijo.
Wyatt abrió y cerró
la boca con sorpresa e indignación a partes iguales.
- Para malo tú, que
no me has dicho ni hola – intervino Chris, que había observado la escena en
silencio, con Peter a su lado.
- ¡Hola! – dijo Alex
con entusiasmo, y le abrazó. Por lo visto abrazar a Chris y a Wyatt no eran
"cosas de niñas" pero abrazar a su hermana sí.
- Ah, eso está mucho
mejor. Hola, sobrino. ¿Todo bien?
Alex iba a asentir,
pero se lo pensó mejor e hizo un puchero.
- No, porque papá me
castigó.
- ¿A ti también? –
preguntó Chris, en un tono ligero, como si no le diera importancia. - ¿Has sido
malo?
- ¡No tanto como él!
– afirmó Alex, muy seguro, señalando a Wyatt.
- ¿De verdad? Bueno,
se me ocurre como podemos castigarle.
- ¿Sí?
- Ahá. Resulta que
tu primo Nick no ha visto nunca Star Wars, que es, "casualmente" la
película favorita de tu padre. ¿Qué te parece si la vemos esta noche? Él, por
supuesto, no está invitado.
Alex miró a su tío y
luego a su padre.
- No, ¡pobre papá! –
dijo el niño, provocando una sonrisa de ternura en Chris.
Chris cruzó una
mirada con Wyatt y se frustró al ver que no reaccionaba a la muestra de
inocencia de su hijo. Algo estaba preocupando a su hermano: algo que hacía que
no estuviera tan atento con Victoria como debería en aquél momento, y que tampoco
prestara atención a Alex.
- Mmm… Me pareces un
juez muy blando tú – comentó Chris, y cogió a Alex en brazos. - ¿Y mamá? ¿Mamá
también ha sido mala?
- No, ella, no.
- Pues entonces
corre a darle un beso, que se van a ir y no vas a poder hacerlo por tres días.
Alex no tardó ni
medio segundo en hacerlo. Chris sonrió. Su sobrino le recordaba mucho a Wyatt:
físicamente era casi un calco, y psicológicamente tenía el mismo punto de
"soy fuerte pero por dentro soy de chocolate". Wyatt pareció pensar
algo parecido, porque sonrió un poco. ¡Por fin volvía al presente!.
- Respecto a eso…no
sé si deberíamos irnos…- comenzó a decir, con la boca pequeña. Linda, sin
soltar a Alex, le miró, y dijo muchas cosas con esa mirada.
- Yo no tengo más
remedio que ir. Aunque suene melodramático, mi trabajo depende de eso. Pero tú
puedes quedarte, y tal vez debas hacerlo.
Chris pudo ver el
dilema de su hermano, que no quería separarse de sus hijos, especialmente de
Victoria, después de lo que había pasado. Pero él no sabía lo que Victoria le
había confesado, así que en su opinión Wyatt estaba siendo un exagerado.
- Aquí sólo se
quedan mis sobrinos. Os esperan 400 km de carretera y ellos estarán bien sin
vosotros. De hecho, puede que así se diviertan un rato, que seguro que sois unos
aburridos. ¿A que sí, Vic? Todo el día trabajando….seguro que conmigo es más
divertido.
- Discúlpanos por
tener un trabajo que nos tomamos en serio, sin faltar cada vez que a nuestro
hijo se le ha roto una uña. Claro, no todos tenemos una herencia millonaria. –
le espetó Wyatt, y fue tan borde, tan poco propio de él, y tan fuera de lugar
que a Chris le quedó claro que se estaba perdiendo algo. Él había hablado en
broma, intentando tranquilizarles y a cambio Wyatt había mencionado un tema
tabú, además de insinuar que no se tomaba en serio su trabajo.
- Te cambio mi
herencia por mi esposa – respondió Chris, con mucha frialdad. – Será mejor que
os vayáis ya. Os empeñasteis en no tomar un avión, y si no salís ahora
llegaréis de noche.
Linda puso una mano
en el hombro de su esposo, al ver que Wyatt iba a decir algo. De nuevo aquella
mirada, aquella dolorosa mirada de comprensión mutua que Chris también había
tenido con Bianca, y que había muerto con ella. No pudo quedarse allí, viendo
cómo se querían. No pudo quedarse allí, sin pelearse con su hermano por lo
imbécil que había sido al decirle aquello. Salió del salón, mientras su hermano
y su cuñada se despedían de sus hijos.
- Vas a estar bien,
¿verdad princesita? – preguntó Wyatt. Victoria asintió. Wyatt la dio un abrazo,
y aprovechó para hablarle al oído. – Cuando vuelva arreglaremos esto. Ahora ya
lo sé, y te prometo que no voy a dejar que le pase nada a nadie. No puedes
juzgar a la gente por cosas que aún no ha hecho, cariño. No puedes guardarme
rencor por lo que has visto que voy a hacer, porque te aseguro, princesita, que
no voy a hacerlo.
- Eh, vosotros dos.
Secretitos en reunión son de mala educación. ¿No os lo han dicho nunca? –
intervino Peter. Wyatt se envaró un poco, alerta por los augurios en contra de
su sobrino. Luego se aplicó lo mismo que le había dicho a su hija: no podía
juzgar a Peter por lo que su lado demoníaco iba a hacer en un futuro. Sobre
todo porque él no iba a dejar que hiciera nada. Peter le abrazó. – Buen viaje,
tío. Vic y Alex van a estar bien, aunque tal vez quieras hacerle algún regalo a
papá. Creo que has sido bastante imbécil con él, teniendo en cuenta que no te
ha hecho nada.
Wyatt se molestó al
principio por la acostumbrada sinceridad brutal de Peter, pero luego se dio
cuenta de que tenía razón. Suspiró. Dio otro beso a Victoria y se fue del
salón, en busca de Christopher mientras su mujer se despedía de sus hijos.
Encontró a Chris en la cocina.
- No te olvides de
orbitar las cosas de los chicos antes de irte. – dijo Chris como saludo,
mientras trasteaba por la habitación, sin estarse quieto. - ¿A qué hora salen
mañana del colegio?
- A las 14.00.
Escucha, Chris, yo…
- A las 14.00. Vale.
Iré yo a por ellos y Peter volverá con Leo. – cortó Chris, sin dejar que Wyatt
llegara a formular su disculpa.
- Como tú veas.
Chris…
- Supongo que ya
habrán comido…Nosotros aun no: Nick es un tardón y Leo también volvía tarde.
Amy llegará también dentro de un rato: sentía mucho no poder estar aquí y
saludaros.
- No pasa nada. Oye,
Chris…
- Mañana…
- Déjame hablar
¿quieres? Siento lo que te he dicho. No ha estado bien. Tú no tienes la culpa
de que mi día haya sido una mierda.
Chris dejó de
moverse por fin, y le miró.
- ¿Lo piensas de
verdad? Eso que has dicho…¿lo piensas de verdad? ¿En serio crees que no me tomo
el trabajo en serio?
- ¿Cuál de todos?
Chris: eres padre, eres luz blanca, luchas contra demonios y además co-regentas
un club. Un hombre da para lo que da, no te culpo de nada, y no debería haber
dicho eso.
- Pero piensas…cómo
era…¿piensas que falto al P3 cada vez que mis hijos se rompen una uña?
- Por lo que veo,
tus hijos te dan más problemas que los míos. Hoy casi no he podido con
Victoria. Si mis hijos hicieran…en fin, si mis hijos fueran tan cafres como tus
queridos gemelos, o incluso Leo en sus momentos de "voy a hacer magia para
empequeñecer a mis hermanos", creo que me volvería loco. Se necesita
paciencia y mucho tiempo para lidiar con ciertas cosas. Ellos son tu prioridad.
Siempre lo he entendido, y es mejor así. Chris, eres mi hermano, y eres
trabajador. Mucho más que yo, siempre lo has sido. Sé que te lo tomas en serio.
No me importa cubrirte. Tú vas a hacerlo mañana.
- Un día. Tú lo has
hecho muchas veces ya.
- Chris, en realidad
podría hacerlo yo todo. A ti se te da mejor todo eso de "mandar". A
mí me gusta más servir copas, pero para eso ya tenemos camareros. En serio,
hermano, no tengo ningún problema contigo. Eres un socio cojonudo ¿vale?
- Ahora que Amy vive
aquí tal vez…tal vez pueda hacer jornada completa, en vez de sólo media jornada.
- No digas
tonterías. ¿Por qué le estás dando tanta importancia? – preguntó Wyatt,
comenzando a exasperarse.
- Tú siempre me
estás haciendo favores y ofreciéndome tu ayuda.
- Es el trabajo del
hermano mayor.
- No, no lo es, Wy.
Tu familia también te necesita. No quiero que pienses que…que me aprovecho de
ti. Que no me tomo en serio el trabajo, que no lo valoro porque supuestamente
tengo dinero…
- ¿Supuestamente?
Joder, Chris, tu cuenta bancaria tiene tres ceros más que la mía. Pero eso no
es culpa tuya. Sé que lo cambiarías con gusto por…porque Bianca no hubiera...En
fin, que tienes dinero y ya está. No pienso nada de eso ¿de acuerdo? No actúes
como si fuera algo malo. Tener un hermano rico mola.
Wyatt le sonrió, y
Chris le devolvió la sonrisa, por contagio. No obstante, puso los ojos en
blanco.
- Wyatt, te he dicho
un millón de veces que no soy…Oye, ¿tú has visto la casa de Paul? Él sí que es
rico. Además…¿qué hacemos hablando de dinero? Vamos, vuelve con tus hijos. Y
cuando quieras me cuentas qué es lo que ha pasado con Victoria.
Wyatt se puso
rígido.
- ¿Qué hay que
contar? Se escapó…
- Sí, ya, claro. Hay
algo más. Tu cara y tu actitud me lo dicen.
- No es nada, Chris,
de verdad…
- Está bien, no voy
a presionarte.
Volvieron con los
demás, y tras varias despedidas, recomendaciones y muestras de afecto, Wyatt y
Linda se fueron.
- Bueno chicos
tenemos dos opciones – anunció Chris, alegremente – Podéis quedaros aquí con
Peter mientras voy a por vuestro primo al colegio, o podemos ir todos juntos.
- ¡Yo quiero ir
contigo! – dijo Alex.
- Yo…prefiero
quedarme aquí – musitó Vic con voz triste.
- ¿Qué pasa, cariño?
– le preguntó Chris.
- Nada tío, de
verdad. ¿Puedo quedarme con Peter?
- Sí, claro que sí
pero…¿a qué esa cara? ¿Por qué estás triste, mm? – inquirió y se agachó un poco
para ponerse a su altura. – Mamá y papá volverán en tres días, ya lo sabes. –
añadió, pensando que podía ser un repentino ataque de "mamitis".
- Ya lo sé.
- ¿Entonces?
Vic le miró a los
ojos unos segundos y luego le abrazó.
- Papá no me ha
dicho si me ha perdonado. – confesó al final, con voz preocupada.
- Estoy seguro de
que lo ha hecho. – dijo Chris, con una sonrisa, y la colocó el pelo detrás de
la oreja.
- ¿Tú crees?
- Por supuesto. Eres
su princesita. – le aseguró Chris, y Victoria sonrió. La sonrisa de la niña se
fue haciendo más grande como efecto de algún pensamiento.
- ¿Sabes? Odio que
me llame así. Pero si no lo hiciera, me sentiría rara.
Chris se rió y se
puso de pie. Al final, fueron todos a por Leo y poco después volvieron también
Nick y Amy. Aquella fue, sin duda, una buena tarde. Chris había temido que
fuera un caos, con tanto niño para él sólo, pero es que, precisamente, ya no
estaba sólo. Tenía a Amy, y ella era una gran ayuda.
Comieron, y Peter se
fue a su clase de piano. Nick se fue a la escuela de magia, y luego quería ir a
la biblioteca, así que Leo, Alex, Victoria, Amy y él vieron una película.
Cuando Peter volvió, se les unió, y Chris se dio cuenta de que él se pegaba
tanto a Victoria como Victoria se pegaba a él. Iba a ser cierto eso que le
había dicho, de que siempre había querido una hermana. Chris no entendía por
qué: Melinda había sido un fastidio la mayor parte del tiempo. Aunque la
adoraba, claro.
- ¡Vamos a ver otra!
– dijo Alex, cuando la película acabó.
- Ya basta de tele
por hoy. Seguro que tenéis que hacer deberes. – recordó Chris, y Peter, Leo y
Victoria asintieron, pero Alex negó con la cabeza.
- Qué va.
- ¿Seguro? –
preguntó Chris.
- Hoy no tengo
deberes – aseguró Alex, y Chris le creyó. Pero Amy se dio cuenta de que el niño
cruzaba los dedos tras la espalda. Casi se rió ante un gesto tan infantil de
"si cruzo los dedos mientras lo digo en realidad no estoy mintiendo".
Reprimió una sonrisa y le hizo un gesto a Chris para que lo viera. Él lo vio, y
alzó una ceja.
- Sabes que no me
gusta nada la mentira ¿verdad, Alex?
Ante una pregunta
tan directa Alex pareció dudar, como si se preguntara si Chris le había
descubierto. Chris decidió presionar un poco más.
- Estaría muy mal,
por ejemplo, si yo te pregunto si tienes deberes y tú me dices que no para
seguir viendo la tele.
Alex se mordió el
labio. Miró a su hermana como buscando su ayuda pero Victoria no podía ayudarle
en aquella situación.
- Puede que tenga
dos ejercicios…
- ¿Puede?
- Sí…
- Entonces ¿tienes deberes?
- Ajá.
Chris sonrió
triunfante.
- Pues ya sabes, a
hacerlos. Seguro que no tardas nada.
- Pero es que yo
quiero ver la tele…
- Luego la ves otro
rato. Ahora hay que hacer deberes.
- ¡No quiero! –
protestó Alex, y se cruzó de brazos. Chris se olía una rabieta.
- Los deberes hay
que hacerlos, canijo. – ayudó Victoria. – Qué son, mates ¿verdad? No le gustan
nada – explicó.
- ¡Son un rollo!
- Seguro que sí,
pero aun así tienes que hacerlos.
- ¡No!
Chris suspiró.
- La TV va a estar
apagada hasta que todos terminéis los deberes. – anunció, tajantemente.
- Pero tío…¡yo no
quiero!
- Sí, eso ya lo has
dicho, pero me temo que no tienes más remedio.
- ¡No! – volvió a
decir Alex, e hizo ademan de acercarse a la tele para encenderla. Chris se lo
impidió.
- He dicho que nada
de TV. Vamos, sube arriba y haz los deberes. Tardas más en discutir que en
hacerlo.
Alex se enfurruñó y
no hizo ningún intento de obedecerle.
- ¿Quieres unos
azotes?
- No, tito…- dijo el
niño, poniendo un puchero.
- Pues entonces haz
lo que te he dicho.
Alex asintió y subió
las escaleras con los demás. Chris se dejó caer en el sofá.
- 1-0, pero el
partido acaba de comenzar – le dijo a Amy.
- No pareces un
jugador fácil de derrotar – animó ella – Yo me habría derretido con la primera
mirada brillante.
Chris se rió.
- ¿Tan fácil se deja
vencer, señora profesora? Me parece que tú eres de esas que sobremiman a sus
alumnos.
- Tienen tres años,
están hechos exclusivamente para ser mimados – se defendió ella, con dignidad.
Chris se volvió a
reír. Estuvo los minutos siguientes con ella, y el tiempo pasó volando. Chris
la observó reír, la observó pestañear, la observó mirarse las manos…Asimiló
cada uno de sus gestos, hasta que al final debió de ser muy poco discreto,
porque ella guardó silencio y apartó la mirada, algo ruborizada.
- Creo que estoy
enamorado de ti – declaró Chris. – No lo creo: lo sé.
Las mejillas de Amy,
alcanzaron un rojo casi imposible. Eso la hacía parecer aún más hermosa. Chris
se acercó poco a poco y la dio un beso. En ese momento Nick abrió la puerta.
- ¡Puaj! ¡Por favor!
¡Que hay menores delante!
Chris soltó una
risita.
- No hace tanto tú
le hacías una especie de maniobra de reanimación a Rachel, así que ahora no te
hagas el inocente. ¿Cómo es que vuelves tan pronto? ¿No ibas a ir a la
biblioteca después de la escuela?
- Y fui. Pero no me
concentraba – dijo Nick, y a Chris le dio la sensación de que le pasaba algo.
- ¿Todo bien?
- Perfectamente.
¿Dónde está todo el mundo?
- Arriba, haciendo
deberes.
- Será mejor que
vaya yo también…
- Nick ¿seguro que
está todo bien? – preguntó Chris, ya más preocupado al ver que Nick parecía
alterado por algo y con muchas ganas de acabar la conversación.
- Seguro, papá.
Vosotros seguir… con lo vuestro. Agh, qué asco, de verdad.
Nick se fue, y Chris
miró en su dirección durante un rato, con la sensación de que algo no iba bien,
pero luego la cercanía física con Amy volvió a distraerle y lo dejó estar.
Al día siguiente
Chris descubrió que organizar las cosas con antelación no era tan mala idea.
Generalmente era un
hombre de "improvisar", pero cuando tienes a tu cargo a dos
adolescentes y tres niños, tienes que tener un horario planificado. Con
sincronización, y con la ayuda de Amy, consiguió que todo el mundo estuviera en
sus respectivos colegios y trabajos en la hora indicada. Y a la hora de
recogerles, lo mismo. Los Viernes sus hijos salían antes que sus sobrinos. Iban
a colegios diferentes, pero no estaban muy lejos. Chris se las apañó también
para recoger a todo el mundo a tiempo. Él estaba eufórico por aquél logro tan
simple y a la vez tan complicado, pero Nick seguía pareciendo preocupado por
algo, y Peter directamente parecía deprimido. Nick no quiso ir a la escuela de
magia aquél día, y él no le presionó, pero le pareció extraño. La escuela de
magia es el único "colegio" al que uno quiere ir con verdaderas
ganas. No tardó demasiado en descubrir qué le pasaba a cada uno de sus hijos.
Cuando llegaron a
casa, Peter le dio un sobre sin decirle nada. Christopher lo abrió. Era una
nota de su profesor de educación física, diciéndole que se había negado a jugar
al baseball. Chris miró el papel durante unos minutos, como decidiendo el mejor
modo de reaccionar. Tuvo una intuición.
- No sabes jugar
¿verdad? – le preguntó, y Peter negó con la cabeza. – Deberías haber dejado que
tu profesor te enseñara.
Peter pareció no
estar de acuerdo, pero no le contradijo.
- ¿Estás enfadado?
- No, aunque no has
debido negarte – respondió Chris. No le gustaba que trajeran notas a casa, pero
entendía que nadie debía de haberle enseñado a jugar nunca al baseball. Vio de
pronto la oportunidad de hacer algo típico de padres e hijos y eso le ilusionó.
Era como recuperar un pedazo dela infancia de sus hijos. Después de comer,
organizó en el jardín un partido de baseball. Sabía que la idea sería bien
recibida al menos por parte de Victoria, y de Leo, y descubrió que a Nick le
encantó también. Alex parecía verlo como algo divertido, y Amy decidió ser el
árbitro. Pero cuando hizo que Peter saliera, y les vio a todos con los guantes
y los bates….
- ¡No! – chilló, y
se quedó paralizado.
- ¿No qué? Voy a
enseñaros a jugar. No es tan difícil como parece. – dijo Chris, intentando
animarle, pero Peter no parecía escucharle.
- No, no, no.
Salió corriendo y se
metió de nuevo en la casa. Christopher se quedó muy sorprendido. Miró a Amy a
ver si ella había entendido esa reacción, pero parecía igual de sorprendida.
Incluso Nick estaba algo asombrado. Tras unos segundos, Chris entró también.
- ¿Peter? – llamó,
pero no obtuvo respuesta. Subió a su cuarto, y se le encontró aovilladlo,
temblando como una hoja. Era tan…impactante. ¿Qué ocurría?
El chico murmuraba
algo, pero Chris no le entendía. Intentó acercarse a él, pero Peter pareció
asustarse más.
- Eh, tesoro ¿qué
pasa?
Era como si no le
escuchara…como si no pudiera escucharle. Chris se acercó lo máximo que Peter
parecía tolerar, y esperó, muy quieto, sin moverse, como si estuviera ante un
animal asustado. Finalmente, tras algunos minutos, la respiración de Peter se
normalizó un poco, aunque seguía acurrucado y aterrado.
- Siento…siento lo
de la nota, de verdad, pero guarda eso – le dijo.
- ¿Qué guarde el
qué? – preguntó Chris, sin entender. Siguió la mirada de Peter, y vio el bate
de baseball, que había dejado apoyado en la pared al entrar. Y algo hizo clic
en el cerebro de Chris. Y se horrorizó. – Dios…no me digas que….Dios…
¿Le habían pegado
con un bate? ¿En serio alguien era capaz de golpear a un niño con una bate de
baseball? Eso parecía demasiado hasta para Derek. Chris, simplemente, no podía
asimilarlo. Se enfureció. Montó en cólera, a decir verdad, pero sabía que ese
era un sentimiento que en ese momento podía asustar a Peter, así que hizo lo
imposible por contenerlo.
- Sólo es un bate,
hijo. Un…un instrumento, para el deporte. Mira…- dijo Chris, y alargó la mano
para coger el palo, pero Peter soltó un grito y volvió a su estado histérico. –
Vale, vale, lo dejo. Ahí está, no se mueve. Tesoro, tranquilízate por favor.
Dios mío…¿de verdad te…? Ese animal…
Chris intentó
abrazarle, pero no pareció posible. Peter necesitaba un espacio de seguridad de
un metro y Chris se contenía a duras penas para no traspasarlo.
- Me rompió el brazo
– dijo el chico, de pronto, sin mirarle, como si Chris no estuviera allí. – El
derecho. Me dio tan fuerte que me lo rompió. Yo…tenía miedo de que me diera en
la cabeza.
Chris jadeó.
- Santa mierda…
- Siento haber
traído una nota, de verdad, de verdad…
- Peter, yo no…Sólo
quería enseñarte a jugar al baseball. Pensé que ése era el motivo de que te
hubieras negado hoy en clase: que no sabías jugar, y te daba vergüenza que tus
compañeros lo supieran. No estoy enfadado y desde luego no voy…no tienes ni que
pensarlo, hijo.
Christopher hablaba
con mucha suavidad, intentando relajarle con su voz. Poco a poco acercó su
mano, y acarició Peter. Luego tiró de la propia mano de Peter con delicadeza,
para que se soltara el pelo, que se agarraba con fuerza.
- Sólo quería
enseñarte a jugar al baseball – repitió. – Y aun quiero. No tienes que tener
miedo…
- No quiero – musitó
Peter, y sonó exactamente igual a como había sonado Alex cuando le mandó a
hacer deberes. – No quiero, no me obligues. – suplicó.
- Está bien, está
bien. Nada de baseball.
Peter pareció
relajarse un poco. Chris, muy despacio, transformó las caricias en un abrazo.
- Sabes que nunca te
haría daño ¿verdad?
Peter le rodeó con
sus brazos con mucha fuerza. Permanecieron así durante un rato, y luego Chris
le dio un beso en la cabeza.
- Te quiero. –
murmuró.
Por primera vez,
Chris pudo formular un pensamiento que hacía tiempo rondaba por su cabeza, sin
cobrar fuerza del todo:
"Jamás podré
entender por todo lo que ha pasado. Por mucho que lo intente, no podré."
- Gracias –
respondió Peter.
- ¿Por qué?
- Por quererme.
Chris casi gimió.
Peter sonaba tan….desvalido y necesitado.
- Eso no me lo
tienes que agradecer, tesoro.
Peter le miró a los
ojos.
- Había olvidado
que…olvidé lo del bate. No es que "no pensara en ello". Es que simple
y llanamente lo olvidé. Cuando hoy el profesor ha venido con ellos a clase yo
sentí la necesidad de salir corriendo, pero no sabía por qué. No ha sido hasta
verte a ti cuando lo he recordado. Como si mi mente hubiera bloqueado ese
recuerdo para mí…
- Mi niño…
Chris le sostuvo
cerca de su pecho durante más minutos de los que parecían posibles, hasta que
fue el propio Peter el que decidió separarse, algo más recuperado. Chris,
realmente, no sabía qué decir.
- No quería
estropearos el juego…
- No has estropeado
nada. Estarán jugando ahora mismo, y terminarán llenitos de tierra. Tú y yo
podemos hacer algo divertido y menos sucio…como…no sé ¿qué te apetece?
- Tú vuelve con
ellos…- dijo Peter, en un típico ataque de "no quiero molestar". – Yo
puedo esperar a que acabéis haciendo cualquier cosa.
- Eso no es una
opción, tesoro. Voy a quedarme contigo.
- Pero…
- Pero nada, Peter.
- No tienes por qué
hacerlo…
- No quiero hacer
otra cosa. Así que venga: estoy esperando un plan divertido. Si me dejas elegir
a mí acabaremos viendo una peli…
- Bueno, eso no
estaría mal. Pero…
- ¿Sí? – preguntó
Chris, con curiosidad. La expresión de Peter había cambiado. Se mostraba algo
inseguro y hasta un poco pícaro. Era todo un alivio verle así, teniendo en
cuenta su estado anterior.
- Se supone que yo
estaba castigado. Y aunque no voy a quejarme, estás dejándome hacer todo lo que
me habías prohibido.
Chris sonrió, y le
revolvió el pelo.
- Si el carcelero no
mira, no es culpa del preso por escaparse. Y ahora vamos, chico con suerte.
Vete eligiendo qué película quieres ver y yo voy a decirles a los demás que
estás bien.
Así que Chris bajó
las escaleras pensando que haría cualquier cosa por no volver a ver esa mirada
de terror en los ojos de Peter. Una mirada que iba conociendo demasiado bien.
Pensó que eso sería lo peor que podía pasarle aquél día, pero se equivocaba.
Salió al jardín para tranquilizar al resto y casi mientras salía escucho el
sonido de cristales rotos. La cara de susto de Nick le permitió adivinar que
una ventana acababa de ser asesinada por la pelota de baseball.
- iMierda! ¡Perdón!
– masculló Nick y soltó el bate – Joder, lo siento. No era mi intención...Ni
siquiera pensé que fuera a darle…Vic me estaba enseñando un poco y yo…
- Vale, Nick. – dijo
Chris, suspirando – Ha sido un accidente. Ahora lo recojo y ya está. Me parece
que ha sido tu ventana ¿verdad? Haré que la reparen.
Así que Chris subió
un momento a recoger la pelota y los cristales. Aunque era un inconveniente, no
estaba enfadado con Nick. Como había dicho, había sido un accidente. Esas cosas
pasan. Pero cuando entró al cuarto de Nick, la pelota estaba en el escritorio del
chico. Chris se acercó a cogerla y vio la esquina de un papel muy fino, rosado,
que le llamó la atención, sobresaliendo en una montaña de apuntes. Lo cogió, y
leyó. Era una multa. De trescientos dólares. A nombre de Nick.
- NICHOLAS ARIEL
HALIWELL – gritó, sabiendo que Nick le oiría desde el jardín. Nick y los
vecinos que estuvieran cincuenta metros a la redonda. Efectivamente, cerca de
un minuto después escuchó unos pasitos vacilantes, que precedieron la entrada
de un Nick apocado en la habitación.
- Has dicho mi
nombre completo…- murmuró Nick – Eso es malo.
- Es peor que malo.
¿Puedes explicare qué diablos significa esto? – exigió Chris, levantando el
papel. Nick pareció horrorizarse, aunque a la vez parecía preparado para ese
momento, como si el que Chris lo descubriera hubiera sido una posibilidad ya
contemplada.
- Es una multa.
- ¡YA SÉ QUE ES UNA
MULTA! ¡Lo que quiero saber es porque tienes una!
- Eventualmente, uno
tiene una multa porque se la entrega un policía – respondió Nick con una calma
que rayaba la insolencia. Chris apretó los puños y contó hasta cien en diez
segundos.
- Este no es un buen
momento para hacerte el gracioso, Nicholas. ¿Por qué tienes esto?
- Si te hubieras
tomado la molestia de leerlo, lo sabrías sin tener que jugar a los interrogatorios.
- ¡SI HUBIERAS
TENIDO LA DECENDIA DE DECÍRMELO, NO TENDRÍA QUE JUGAR A NADA! ¿Quieres decirme
de una vez qué mierda es esto? ¿Qué coño hace mi hijo con una multa? ¿Por qué
te la han puesto? No es de tráfico, y además no has vuelto a tocar el coche.
Oír a su padre decir
tacos le hizo ver a Nick que estaba muy pero que muy cabreado, así que pensó
que le iría mejor si le decía de una vez lo que quería saber.
- Es por hacer un
grafiti.
- ¿Qué?
- Un grafiti. Ya
sabes, esos dibujos en las paredes, hechos con spray…
- ¡SÉ LO QUE ES UN
GRAFITI!
- ¡Bueno pues si lo
sabes no me grites! – chilló Nick a su vez.
- ¡Te grito porque
te han puesto una multa de trescientos dólares por hacer un grafiti! ¡Y me lo
estabas ocultando! ¿Cómo pensabas pagarlo?
- Aun no lo había
pensado…
- No, no creo que lo
hicieras. La verdad, no creo que pienses mucho: ¿cómo narices se te ocurre?
Explícate.
Chris estaba
realmente enfadado, y además no hacía nada por ocultarlo. Era peor de lo que
Nick se había imaginado. Tragó saliva.
- No hay… no hay
mucho que explicar, en realidad. Ayer no fui a la biblioteca, sino que….en fin,
ya te lo imaginas…pero me vio un policía y me puso la multa. Por eso llegué
antes a casa.
- Y por eso parecías
preocupado. ¡Y yo que pensé que te pasaba algo! Nick esto es…esto es…¿pero es
que tú no piensas?
- No es tan malo
¿vale? – protestó Nick, alzando demasiado la voz – Sólo es un maldito dibujo en
la pared de un edificio viejo. Ese policía entrometido podía haberse enrollado
y haber pasado de largo…
- ¿Qué no es tan
malo? ¿Sólo un maldito dibujo? – repitió Chris, con incredulidad – Aparte de
que en CUALQUIER circunstancia los actos vandálicos son, sin duda, algo MALO,
¿tengo que recordarte, a ti, entre toda la gente del mundo, que esta clase de
cosas pueden hacerte terminar en un juzgado? ¿Es eso lo que quieres? Porque ya
no tienes diez años, Nick, y aunque seas menor pueden exigirte
responsabilidades legales del tipo de las que te llevan a un centro de menores.
Que le recordara esa
parte funesta de su pasado le pareció un golpe bajo a Nick, que reaccionó con
furia.
- ¡No seas
histérico! ¡Nadie va a la cárcel ni a un correccional por un dibujo en una
pared!
- Para tu
información, si pintaste la propiedad de un particular puede demandarte. Y si
te demanda, vas a un juicio civil. Y no, Nick, no irías a ningún correccional,
simplemente me harían pagar más dinero, pero quedaría registrado, y…
- ¡Si ese es el
problema quédate tu maldito dinero, no te he pedido que me lo pagues! – espetó
Nick, rabioso porque lo que en verdad le dolía era haber puesto a su padre en
la situación de tener que perder dinero por sus errores.
- ¡ESE NO ES EL
PUÑETERO PROBLEMA! ¡NO PUEDO CREER QUE ENCIMA VAYAS DE VÍCTIMA! Claro que voy a
pagarlo. Tengo que hacerlo, y aunque no tuviera lo haría igual. Y no, no me
hace ninguna gracia desembolsar 300 dólares para subvencionar tus idioteces,
pero eso es lo de menos. ¡NO DEBERÍAS ESTAR DISCUTIENDO CONMIGO, DEBERÍAS ESTAR
PIDIENDO PERDON!
Nick iba a
responder, pero en ese momento entró Amy, seguramente atraída por el escándalo.
- Chicos…¿qué es lo
que ocurre? Se os oye por toda la casa…
- Métete en tus
asuntos – espetó Nick, desahogándose, como quien dice, en alguien inocente.
Chris estaba a punto de gritarle de nuevo, pero Amy lo intuyó y decidió tratar
de apaciguar las cosas.
- Eso estoy
haciendo, Nick. Meterme en mis asuntos, y mis "asuntos" sois
vosotros. ¿Qué ha pasado?
- Le han multado por
hacer un grafiti.
- ¿De verdad? –
preguntó Amy, con incredulidad. Venía dispuesta a "interceder" por el
chico, pero lo cierto es que no sabía cómo. Era una gran metedura de pata. –
Nick, eso… caray. Creo que te has pasado un poco…¿no? Además…¿cómo han podido
ponerte una multa si eres menor? ¿No tendrían que haber llamado a Chris?
Sin darse cuenta,
Amy acaba de desvelar algo en lo que Chris no había reparado. Efectivamente,
ella tenía razón: era menor, pero a ese policía le había dicho que tenía 18.
Había puesto la excusa de que no llevaba el carnet de identidad encima, y por
suerte aquél hombre lo dejó pasar, sin añadir a su cagada la falta del
documento de identidad. Le enseñó en su lugar el carnet de la biblioteca, donde
no ponía su edad. El policía pareció creer la excusa del olvido como posible, y
no hizo averiguaciones…
- Nick…¿le dijiste
al policía que eres menor? – preguntó Chris, pero no obtuvo respuesta. –
Nicholas…¿le mentiste a un policía?
"Mierda. Ahora
sí que estoy muerto." pensó. "Y todo porque esa estúpida no ha sabido
mantener la boca cerrada"
- Nick, mentirle a
un policía es… - empezó Amy, mucho más tranquila que Chris. Pero entonces…
- Cierra el pico,
zorra.
El tiempo se detuvo.
Nick no sabía por qué lo había dicho. Bueno, sí lo sabía: porque le habían
descubierto, y eso le molestaba. Porque estaba furioso consigo mismo. Porque
hubiera deseado que su padre no se enterase, y haber resuelto aquello él sólo.
Porque le había salido de lo más hondo, como una necesidad imperiosa e
incontrolable. Porque sabía que estaba en un lío de narices. Y porque había
sido Amy la que le había hecho darse cuenta a su padre de que había ocultado
ser un menor, y eso hacía que fuera más fácil volcar su furia contra ella, como
si de verdad hubiese otro culpable aparte de él.
Pero decir eso fue,
desde luego, lo peor que podía hacer en aquél momento. Intuía que su padre era
de los de "mi novia es intocable", y él la había llamado zorra. Puede
que Chris fuera a matarle de verdad y no sólo metafóricamente…Efectivamente, a
los ojos de Nick, el gesto de Chris en ese momento era el de un asesino en
serie. Sin embargo, en vez de a gritos, cuando habló lo hizo en voz normal,
peligrosamente tranquilo. Dañinamente bajo control. Nick casi tenía más miedo
cuando Chris no le gritaba. Solía significar: "me estoy controlando para
no asesinarte."
- Veo que tenemos
que tratar primero un problema de actitud. Estás muy equivocado si piensas que
puedes llamarle eso a una mujer, pero TIENES QUE ESTAR DIRECTAMENTE LOCO SI
PIENSAS QUE PUEDES LLAMÁRSELO A MI NOVIA.
Bueno, ahí estaban
los gritos. De verdad, Chris tenía una capacidad para modular su voz que
acojonaba. En otro momento Nick le hubiera sugerido que se hiciera actor de
doblaje. Pero en aquél instante lo que hizo fue retroceder un paso, algo
asustado. Amy puso una mano sobre el brazo de Chris, como para serenarle.
- Cálmate, Chris…-
le dijo con voz suave, y ojos tristes.
- ¿Qué me calme?
¿Has oído lo que te ha llamado? ¡Estoy demasiado calmado! Este mocoso tiene un
claro problema con la forma en la que debe dirigirse a mí, pero pensé que hasta
él tendría sus límites, y nunca creí que pudiera faltarte al respeto de esa
manera. ¡Vas a disculparte ahora mismo, Nicholas, y ya estás buscando una forma
para compensarla!
Nick quería agachar
la cabeza, asentir, y entornar un "mea culpa" que hubiera sido
totalmente sincero, pero en lugar de eso, hablando la furia por él, respondió:
- Que me compense
ella a mí: es ella la que se ha acoplado a esta casa y a nuestras vidas y…¡ah!
El impacto sonó más
fuerte de lo que en realidad fue. Nick se llevó la mano a la mejilla,
asimilando que Chris le había dado una bofetada. Chris por su parte, intentó
calmarse. Por alguna razón, le enfurecía que se metiera con Amy más de lo que
le enfurecía que le insultara a él. Era su novia, y no se merecía ese trato.
- Esta vez no voy a
pedirte disculpas – declaró Chris, apuntándole con el dedo – Te lo has ganado a
pulso y sólo estás complicándote las cosas. Ya te la has cargado bastante, así
que discúlpate, deja de hacer el idiota, y ve a por el cepillo.
Nick aún seguía con
la mano en la mejilla. La bajó lentamente, mientras intentaba contener las
lágrimas. Le había dolido, pero probablemente no tenía ganas de llorar por eso.
Era más lógico que quisiera llorar por el hecho de que todo indicaba que iba a
castigarle delante de Amy. Y eso era algo que sucedería únicamente por encima
de su cadáver.
- ¿Qué pasa papá, no
te gusta escuchar la verdad? Mira como ella no dice nada: sabe que tengo razón.
Al decir esto, Nick
miró a Amy y entonces lo vio: ella estaba llorando, en silencio. Había hecho
llorar a Amy. Eso le hizo sentir tan…mal. Chris lo vio también, y él se sintió
furioso. Más aún de lo que ya lo estaba, si es que era posible.
- Se acabó – dijo, y
agarró a Nick de un brazo con movimientos rápidos y algo bruscos. Orbitó el
cepillo, se sentó, y se le puso encima. De un tirón le bajó los pantalones. –
Te has pasado tanto que no sé si vas a lamentarlo más cuando entres en razón y
te des cuenta o cuando intentes sentarte.
Dicho esto, comenzó
el castigo. No le pegó fuerte, pero sí más rápido que otras veces, por lo que
Nick tuvo la sensación de que le ardía casi desde que empezó.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris fue subiendo
de intensidad, y Nick se encontró con que el no llorar le costaba horrores. Las
lágrimas le mordían los ojos mientras él no las dejaba salir.
Sentía tanta
rabia…¿Por qué? ¿Por lo idiota que estaba siendo? No, no podía ser por eso…Por
Chris...Sentía rabia por Chris, por como defendía a su amorcito. Eso es, todo
era culpa de Chris. Era un estúpido, controlador, maniático y abusivo. Era un
imbécil que no tenía por qué haber descubierto el maldito papel y haber gritado
como un animal alertando a esa entrometida. Él no quería hacerla llorar. Si se
hubiera estado calladita…
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Quiero una
disculpa, Nicholas. Esto es por tu falta de respeto. Luego trataremos tu
afición por destruir el mobiliario urbano.
Eso a Nick le dolió
en lo más hondo de su orgullo. Él no destrozaba el mobiliario urbano: hacía
obras de arte gratuitas. Era el tercer grafiti que hacía en su vida, y lo
cierto es que, modestia aparte, no le había quedado nada mal. Le veía un montón
de defectos, pero también se sentía orgulloso de su dibujo…y Chris lo veía como
un mero acto vandálico. Eso le molestó, y por eso no dijo nada, a pesar de que
ya estaba llorando y soltado quejidos audibles.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
"Deja de
llorar, Nick, joder. Dejar de llorar" se dijo, pero no podía. Más le valía
asumir que era un débil llorica. Sobre todo cuando Chris parecía empeñado en
que no volviera a sentarse en la vida.
- Una disculpa,
Nick. Aún ni siquiera he empezado a castigarte, así que sé inteligente y
discúlpate, porque no me creo que te parezca bien la forma en la que la has
hablado.
Chris esperó unos
segundos, a ver si Nick respondía, pero nada.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Tienes razón, no
debería haberle hablado así – dijo Nick, y Chris suspiró, pensando que su hijo
había recuperado el juicio. Pero cantó victoria demasiado pronto, porque Nick
no había terminado. – Tendría que haber sido más descriptivo. No es una zorra,
es una ramera que en vez de por dinero trabaja por una casa.
CRACK
- Aaau.
Chris le dio tan
fuerte que se arrepintió de haberlo hecho. Pero es que apenas podía creer lo
que había escuchado. Se obligó a mantener la calma y a contener su furia, pero
se dio cuenta de que no podía hacerlo. De que si seguía castigando a Nick en
ese momento le haría daño.
- Ponte en esa
esquina – le ordenó. Nick no parecía dispuesto a hacerle caso, pero Chris no
entró al trapo, y se limitó a ponerle de pie, a colocarle la ropa con cierta
brusquedad, y a dirigirle hacia donde se encontraban las dos paredes. Luego se
volvió a sentar, y dejó escapar el aire. Su hijo. Era su hijo. A cualquier otro
que osara hablarse así a Amy le partiría cada uno de sus huesos, pero a Nick
no, porque era su hijo. Se repitió eso una y otra vez, y luego poco a poco fue
siendo consciente de los demás sonidos de aquella habitación, además de su
respiración furiosa.
Estaba Amy, de pie,
pegada a la puerta, aparentemente impactada y sin poder moverse. Lloraba en
considerable silencio, pero de vez en cuando se la oía. Hace unos años, Chris
no había sabido qué hacer cuando una mujer lloraba. Bianca acabó por irse a casa
de una amiga porque él no supo entenderla. Y había muerto. La experiencia le
había hecho aprender y ahora era todo un experto en sentimientos. Por eso supo
que Amy no lloraba por las palabras de Nick. Evidentemente, las palabras del
chico la habían hecho daño, pero lloraba más bien por nerviosismo, por
susto…por presenciar una situación tan incómoda y violenta como aquella.
Primero había visto como se gritaban, y luego cómo castigaba a Nick. Y las dos
cosas parecían haberle afectado bastante.
Chris la hubiera
dicho algo, o la hubiera intentado consolar, de no ser por el otro sonido que
se escuchaba en la habitación: el llanto de Nick. Era evidente que Nick
intentaba que no se le oyera, pero no era capaz de esconderlo del todo. Debía
de dolerle bastante. Chris se maldijo por aquél último golpe tan intenso. Se
acercó a él, dispuesto a reconducir todo aquello. Nick la había cagado, y
quería que lo entendiera y que no volviera a repetirlo, pero no conseguiría
nada mientras Nick se empeñara en responder a todo con gritos, incultos, y
desplantes. Primero tenía que romper esa barrera de furia, de orgullo, o de lo
que fuera, y quería intentar hacerlo por las buenas. Además, pese a lo que le
había dicho, sí se arrepentía de haberle pegado en la cara.
- Nick, lamento
haberte golpeado en la cara, y no sé si entiendes por qué me he enfadado tanto.
Tal vez si te lo explico puedas entrar en razón. Ningún hombre que se precie
debe decir ciertas cosas sobre una mujer. Eso que la has llamado es ofensivo,
barriobajero, maleducado, dañino, injustificado y fuera de lugar. Ella no te ha
hecho nada, y aunque hubiera sido así no podrías llamarle eso. Además la has
hecho daño. No es ninguna acoplada. Ni siquiera es una invitada. Es mi novia.
La mujer a la que amo. Y por eso la debes un respeto. No va a ser nada que no
queráis que sea, pero siempre tendréis que respetarla, como a mí, e incluso
más. En serio, Nick, hay cosas que no se le dicen nunca a una muer. Imagínate
que alguien se lo hubiera llamado a tu madre.
Eso fue un golpe bajo
para Nick, porque dio justo en la diana, como solían hacer las palabras de
Chris. Amy no era su madre, pero era una mujer, y más allá de eso, la mujer de
Chris. La mujer de su padre. Había estado pensando, y sabía que había sido
injusto con Amy. Que ella no le había hecho nada. Y que más allá de eso, no
tendría que haberla llamado ciertas cosas. Él no había tenido madre y por eso
era una idea que casi veneraba en su cabeza, como si una madre fuera algo
celestial, algo divino que debía tenerse en un pedestal. Se había acostumbrado
a que Peter insultara a su madre, y aun así no lo permitía desde que sabía la
verdad sobre ella. Si a alguien se le ocurría…si alguien llamaba
"zorra" o "ramera" a su madre, sería lo último que haría
antes de que él le matara. Le pareció desleal por parte de Chris decirle
aquello. Le provocó muchos remordimientos. Y nuevamente no reaccionó a ellos de
la forma correcta.
- Chúpame el culo.
Chris chirrió los
dientes. Nick realmente hacía que la gente perdiera las ganas de ser amable con
él.
- Oh, voy a hacer
algo muy diferente con tu culo. Y yo que pensaba que ya había sido lo
suficientemente elocuente.
Le arrastró de nuevo
hacia la cama, y le volvió a bajar la ropa. Se fijó en el tono ligeramente
rosado de la zona castigada, maldiciendo la actitud de su hijo.
- Puedo hacer esto
todas las veces que tú quieras, Nick, pero sería más fácil para todos si
simplemente dejaras de hacer el estúpido.
CRACK CRACK
- Au – se quejó
Nick, en voz alta, y se mordió la lengua para no volver a hacerlo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Has hecho un
grafiti, me lo has ocultado, y has mentido a un policía. Tendría que estar
castigándote por eso y no por tus groserías porque NO TENDRIAS QUE ESTAR SIENDO
GROSERO. No es un buen momento para serlo.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK
-Auch. Para ya,
gilipollas.
Chris imprimió más
fuerza en los azotes.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- ¿Es que no
entiendes el principio básico de auto preservación? Si no lo haces ya por
obediencia hazlo al menos por inteligencia. ¿Qué pretendes? Yo no voy a
cansarme, Nick.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Entonces, Nick le
mordió en la pierna. Fue inesperado y algo doloroso, y Chris se detuvo de
inmediato, llevándose la mano a la pierna. Comprendió que no iba a conseguir
nada si seguían así. Le hizo levantarse y le subió la ropa. Nick protestó, pero
él le ignoró.
- Al rincón – le
dijo, y le envió con una palmada. – En vista de que te portas como un niño
pequeño voy a tratarte como a uno. Voy a traer una pastilla de jabón. Más te
vale no moverte. – advirtió, y salió de la habitación. Amy le siguió. Chris iba
a meterse en el baño, pero entonces ella le agarró del brazo.
- ¿Cómo has podido
hacerle eso? – preguntó ella, a todas luces enfadada. Pilló a Chris con la
guardia baja.
- ¿Hacerle qué?
- ¡Pegarle así! –
dijo con indignación.
Amy había asistido a
toda la escena con espanto. Cuando se enteró de la forma en la que Chris
corregía a Leo, una parte de ella se preguntó si hacía lo mismo con Nick y
Peter. Le pareció que eran demasiado mayores para eso, pero había decidido no
entrometerse y había estado dispuesta a mantenerlo. Hasta que presenció esa
horrible pelea, llena de gritos, insultos, llantos y finalmente un Nick
humillado y ultrajado en las rodillas de su padre. Amy había asistido a todo
como hipnotizada, sin poder apartar la mirada.
- Amy, se ha pasado
de la raya. Lo que te ha llamado…
- ¡Me lo ha llamado
a mí! Además, él tiene razón, sólo estaba siendo sincero…
- ¡Y una mierda! –
gritó Chris – Eso no es cierto. No eres nada de eso ¿me oyes? Yo quiero que
estés aquí, y por supuesto no eres…no…ni siquiera entiendo por qué te lo ha
llamado.
- Pues no iba muy desencaminado
– murmuró ella, como para sí misma. Antes de que Chris pudiera decir nada, ella
continuó – Pero ese no es el punto. ¡No puedo creer lo que acabo de ver!
- Amy, ahora no
quiero discutir contigo – zanjó Chris, de mal humor. Cogió la pastilla de jabón,
y se giró para mirarla. – Si no quieres no vuelvas a entrar, nadie te obliga.
Aparentando más
seguridad de la que sentía, Chris la esquivó y entró en el cuarto de Nick. Tras
unos segundos vio como ella entraba también. Eso le dio fuerzas, no supo por
qué. Quizás porque necesitaba algo de apoyo, y el hecho de que estuviera ahí le
hacía pensar que lo tenía. O tal vez ella sólo estuviera ahí para reunir más
argumentos para discutir con él después. Luego se ocuparía de eso. En ese
momento caminó hacia Nick y empezó a desenvolver la pastilla de jabón.
- Siento haberte
mordido – dijo Nick, muy bajito. Había llorado, pero ahora estaba calmado,
después de estar un par de minutos a solas en aquella esquina, pensando.
- Bueno, es un
comienzo. Ahora abre la boca. Esta vez no te la voy a sacar. Si la dejas caer
te pondré otra. Tengo tres, y por tu bien te digo que no hagas el tonto porque
si las escupes todas va a ser realmente malo para ti.
Nick asintió.
Parecía algo más dócil. Chris suspiró, y le introdujo la pastilla. Lo hacía así
por tres razones:
Razón número uno:
Efectivamente le parecía un castigo más propio de niños que de adolescentes, y
con eso quería hacerle reflexionar un poco.
Razón número dos: Si
tenía la boca ocupada no podía decir más palabrotas y empeorar su situación.
Razón número tres:
Si Nick odiaba el sabor de esa pastilla una tercera parte de lo que lo odiaba
él, aquello sería muy efectivo. Con él lo fue, y sino que le preguntaran a su
padre.
Una vez le quedó
claro que Nick no iba a intentar escupir la pastilla, volvió a llevarle a la
cama. Aquella vez dejó el cepillo a un lado, y fue mucho más suave, consciente
de que ya le había castigado mucho. En realidad, de no haber sido recientemente
castigado, ni le habría dolido. Ni siquiera le bajó el pantalón.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
- Nada de mordiscos.
PLAS PLAS
Nick dejó caer la
pastilla de jabón. Chris se dio cuenta de que no había sido a propósito, así
que decidió no ir a por otra. Nick parecía mucho menos rebelde y era justo
darle un respiro.
PLAS PLAS PLAS
- Ai, no, papá.
Nunca más, te lo prometo.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
- Y nada de
insultos. Ni a Amy, ni a mí.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS
- No, papá, no lo
haré más.
- En eso estamos de
acuerdo – dijo Chris, y le dejó levantarse. – Ahora que has terminado de hacer
el tonto nos queda el asunto del grafiti. Ve a enjuagarte la boca y te pones en
esa esquina.
Nick lloriqueó un
poco, pero no le quedaban ganas de protestar. Chris había sido muy duro con él,
aunque sabía que era porque él mismo se lo había buscado. Se limitó a obedecer
y fue al baño. Allí dio rienda suelta al llanto, y se enjuagó, y se limpió la
cara, y luego volvió. Saber que ahora venía el verdadero castigo le hacía
sentir un estúpido por haber prolongado su agonía. Podía haberse ahorrado todo
el previo si hubiera sabido mantener la boca cerradita, para que no entraran
moscas ni salieran tonterías. Se puso en la esquina que Chris le había dicho
preguntándose una vez más de dónde había salido toda esa furia incontrolable,
que le había hecho decir todo aquello. Chris había tenido razón, lo del grafiti
era una tontería. Una tontería muy chula, pero una tontería. El policía le
había metido miedo sobre lo que podía pasarle de seguir haciendo esas cosas, y
él había estado temiendo la reacción de Chris, por eso no le había dicho nada.
Además, quería buscar la forma de pagar la multa por sí mismo. Pero todo eso ya
no importaba. Nick lloriqueó, y dándole igual quién pudiera estar mirando, se
frotó el culo. Chris había tenido razón: no sabía si iba a lamentarlo más al
sentarse o en aquél momento, sintiéndose un idiota y un miserable por la forma
en que se había comportado. No entendía cómo es que Chris no le había matado.
Se giró para ver si seguía enfadado, pero le sorprendió comprobar que no había
nadie en la habitación. Amy y Chris debían de haberle dejado sólo.
Efectivamente, Chris
había salido y Amy le había seguido.
- ¿Por qué le dejas
en esa esquina? ¿Para hacerle sufrir más? – preguntó ella, con demasiada
agresividad para el gusto de Chris.
- No. Para que se
calme él, para calmarme yo, y para darle un poco de tiempo para que le deje de
doler.
- ¡No va a dejarle
de doler en la vida!
- No duele tanto
como parece, Amy. No digo que sea agradable, pero por eso es un castigo.
Además, eso que has visto ahí no es lo normal. Habitualmente es mucho más
razonable y no tengo que ser tan duro.
- ¿Cómo esperas que
sea razonable si le has dado una paliza? ¡Y encima le dejas ahí, muriéndose de
impaciencia!
- Eso es parte del
castigo. Y ya has visto que se muestra mucho más tranquilo después de estar un
rato a solas, pensando. Es listo, y si quiere entiende perfectamente lo que
puede hacer y lo que no. Cuando lo olvida, yo se lo recuerdo. ¿Podemos dejar de
hablar ya de esto, por favor?
- ¡No, claro que no!
¡No sé de qué esperas que hablemos después de…!
- Pues, para
empezar, espero que me expliques lo que querías decir con eso de "no está
tan desencaminado" – interrumpió Chris, cada vez menos dispuesto a ser
paciente. Primero, un hijo aterrorizado. Luego, un hijo rabioso. Y después, una
novia cabreada.
- ¿Me estás
preguntando si soy una prostituta? – preguntó ella, sin miramientos.
Joder, qué directa.
- No, pero algo
tiene que significar. Mi hijo te insulta, y en lugar de enfadarte dices que
"no está tan desencaminado". ¿Qué querías decir?
- ¡Ahora te quedas
con las ganas! No pienso calmar tu curiosidad después de lo que has hecho.
- ¡Pero si no he
hecho nada! – respondió Chris, comenzando a enfadarse de verdad.
- ¡Le has pegado! Y
aun quieres pegarle más.
- Le he castigado
por faltarte al respeto, y ahora voy a hacerlo por hacer un grafiti y ocultarme
la multa.
- Tú lo llamas
castigo. Yo lo llamo maltrato.
Christopher dio un
golpe en la pared, con la mano abierta. Se hizo daño, pero no le importó. Amy
se asustó, y Chris se obligó a controlarse. Se dio cuenta una vez más de lo
pequeña y frágil que parecía ella.
- No vuelvas a decir
eso – la advirtió.
- ¿O sino qué? ¿Me
pegarás a mí también?
- No. Te pediré las
llaves de mi casa y serás libre de encontrar a alguien que sea más de tu
agrado. Alguien que sepa ser mejor padre que yo, o tal vez un hombre más joven
y sin hijos.
Amy abrió mucho los
ojos, porque Chris había hablado completamente en serio y con una voz calmada
que contrastaba mucho con su furia anterior.
- Ya sabías lo que
había – continuó él – Yo no te he engañado. Sabías que tenía tres hijos, y lo
siento si pensaste que nos pasábamos el día en armonía y sin discutir. Tengo
dos adolescentes y un niño de ocho años. Prácticamente todos los días es una
batalla campal. Y aun así no lo cambiaría por nada del mundo, porque les adoro.
Precisamente porque les adoro quiero lo mejor para ellos, y es mi trabajo
protegerles del peligro y de sí mismos, y enseñarles lo que está bien y lo que
está mal. Siento que no te gusten mis métodos, pero no vuelvas a insinuar que
les maltrato porque no tienes ni idea. A grandes rasgos sabes la historia de
Peter. Que me compares con ese…con ese cerdo hijo de puta que ha hecho que mi
hijo casi se mee encima cuando sólo intentaba enseñares a jugar al baseball, es
algo con lo que no voy a tragar.
Durante un momento
incómodo, sólo hubo silencio. Luego, Amy pareció recuperarse.
- Así que eso es lo
que ha pasado con Peter…
- Sí. Eso es lo que
ha pasado con Peter. – respondió Chris, muy seco. Se dio la vuelta para irse,
pero la conversación no había terminado para Amy.
- Ahora no te
enfades, porque no. Porque no tienes derecho. Porque no puedes esperar que vea
lo que he visto y no diga nada.
- ¡Sí, eso es justo
lo que espero! ¡Que no digas nada o que me apoyes! Porque si piensas que ha
sido fácil para mí, estás muy equivocada. ¡Odio verle llorar y odio castigarle,
pero odiaría más todavía que le metan en la cárcel o que se convierta en una
mala persona! Prefiero que se enfade conmigo y le duela un poco a que vaya por
ahí haciendo lo que le apetezca sin medir las consecuencias hasta tener que
sufrirlas.
Amy iba a responder,
pero en ese momento vieron a Nick, que venía hacia ellos llorando y se abrazó a
Chris antes de que él pudiera decir nada.
- No os peléis –
pidió. – No os peléis por mi culpa. Os he oído gritar.
Nick sollozó con
fuerza y Chris le acarició el pelo.
- Eh, sshhh, calma
mi vida. No es así, no nos peleamos por tu culpa, no pienses eso.
- Sí que es así, es
por mi culpa, y por lo que he hecho y…y…snif…l-lo s-siento, papá – dijo Nick, y
se rompió en la última palabra. Chris le dio un beso en la frente.
- Corazón, eso no es
cierto. No es culpa tuya que Amy y yo no estemos de acuerdo en algo.
- Pero estabais
hablando de mí…
- Lo que te
convierte en el asunto de la discusión, no en el motivo. No es culpa tuya.
Nick lloró un ratito
más abrazado a él, mientras Amy observaba en silencio. Chris le dio otro beso
en la frente cuando vio que Nick se calmaba casi del todo, pero entonces el
chico empezó a llorar otra vez.
- ¿Qué pasa, Nick?
Sólo recibió más
sollozos.
- Ey, ¿por qué
lloras?
- S-siento lo que he
d-dicho y haberte mordido y…y…haberte ocultado la multa y que me la pusieran, y
el grafiti y…y….
Nick rompió a llorar
aún más intensamente, sobre la camiseta de Chris.
- Sé que lo sientes.
Sólo quería que te dieras cuenta de que lo sentías. A veces, cuando hacemos
algo mal y nos enfadamos con nosotros mismos, lo pagamos con los demás. Eso no
está bien, porque nos hace decir cosas que en realidad no sentimos. Es cuestión
de aprender autocontrol. Y hablando de autocontrol, yo no debería haberte
gritado así. Eso no ha ayudado a que tú te controles: es difícil hablar bien
cuando te están gritando. Tampoco debería haberte pegado en la cara. Quiero que
entiendas que el hecho de que tú cometas errores no me da derecho a cometerlos
yo, y viceversa. Sé que he dicho un par de cosas que te han molestado, pero eso
no justifica que reacciones como lo has hecho.
Nick asintió, y se
abrazó aún más a él.
- Me…me molestó que
dijeras que "destrocé el mobiliario urbano". Es mi dibujo. Es…arte. –
musitó Nick, muy bajito.
Chris guardó
silencio un momento, pensativo.
- Sí, Nick, estoy
seguro de que es arte. ¿Sabes que hay sitios donde es legal hacer grafitis?
Fachadas cuyos dueños quieren que las pinten. Hay una vía legal para hacer
pinturas en la calle, Nick, y estaré muy orgulloso si decides hacer eso. Admiro
tu talento, ya te lo dije.
Nick suspiró.
Tendría que haber imaginado que Chris tendría una respuesta. Tenía una
respuesta para todo, y casi siempre tenía razón. Lo de hacer "grafitis
legales" no sonaba nada mal.
- T-también me dolió
que…que nombraras a mi madre.
Eso sorprendió un
poco a Chris.
- Bueno, lo siento,
pero tenía razón. Si te dolió es porque sabes que es cierto. Esa palabra no
debe usarse con una madre, ni con una mujer, ni con nadie.
Nick asintió.
Disminuyó entonces la intensidad de sus sollozos.
- Y….si…si te oculté
la multa y le hice creer al poli que era mayor de edad era porque….porque no
quería que lo supieras y tuvieras que pagarla tú. Quería…quería hacerme cargo
yo…Asumir mi error…
- Nick, eso te
honra, pero tú no tienes dinero. Yo soy tu padre, y respondo por ti mientas
seas menor, y te respaldaré aun cuando no lo seas, porque eres mi hijo, y
porque te quiero. Mi dinero es tu dinero, aunque preferiría no tener que usarlo
para pagar multas. Está bien que quieras asumir tus responsabilidades, pero de
momento eso significa decírmelo a mí. Esa es la forma en la que debes hacerte
cargo de tus errores: siendo valiente y diciéndome a mí la verdad, y yo ya veré
cómo se soluciona.
- Pero…no es justo
que tengas que pagar tú, por algo que he hecho yo…
- Oh, bueno, mi
cartera pone unos cuantos billetes, pero si tú la pifias ya sabes que hay
consecuencias. Esa es tu "multa". No tienes que preocuparte más que
de mí y del castigo que decida. Esa es la ventaja de tener un padre que cuide
de ti: que tienes la seguridad de que no va a pasarte nada.
Chris le acarició el
pelo, y se fijó en que Nick aumentaba su llanto otra vez.
- ¿Qué pasa, cielo?
Ya no llores. Ya está. Ya se ha pasado.
- N-no – gimoteó
Nick – porque ahora….snif….ahora me vas a pegar por lo del grafiti.
Chris entendió
entonces la preocupación de Nick, y decidió acabar ya con eso. Le giró un poco
y le dio tres azotes.
PLAS
- Nada de grafitis
PLAS
- Ni de mentir a
policías.
PLAS
- Ni de ocultarme la
verdad.
Nick lloriqueó un
poco, pero pareció sorprendido de que eso fuera todo. Lo cierto es que aún le
dolía bastante, así que agradeció infinitamente que no hubiera más.
- ¿Puedo irme? –
preguntó, mirando al suelo.
- Puedes
irte…después de que te de un abrazo – respondió Chris, y le atrajo hacia sí con
fuerza. – Mi niño cabezota y con carácter.
Nick soltó un
sollozo, pero fue algo más bien histérico, como de emociones contenidas que
necesitaban salir.
- ¿Dejaré de ser un
llorica algún día? – se preguntó en voz alta.
- Espero que no –
contestó Chris, con cariño, dándole un golpecito en la nariz – Te pones muy
tierno cuando lloras. Lo que sí espero es que dejes de provocar que yo sea el
malo, y el que te haga llorar.
Nick se restregó
sobre el hombro de Chris. Siempre se había sentido mal por ser más bien bajito,
pero en esos momentos le encantaba, porque le hacía sentir seguro cuando Chris
le abrazaba. Le gustaba ser más pequeño que él, y esperaba serlo siempre,
aunque sabía que probablemente le quedaba aun crecer un poco más y entonces
inevitablemente, superaría la altura de Chris como todos los chicos de su
generación superaban las de sus padres.
De vez en cuando
soltaba algún sollozo que otro, pero ya lloraba muy poquito. Aun así, Chris no
le soltó, aunque acabó por llevarle a su cuarto de nuevo para poder sentarse.
Le acarició la espalda mientras decía palabras suaves como "no es
nada" y "ya pasó". En un determinado momento Amy se les acercó,
y les miró con curiosidad. Chris le devolvió una mirada fría.
- Nick, ¿por qué
lloras? – preguntó ella con dulzura - ¿Te duele mucho?
- No. – respondió
con él, y escondió la cara en el pecho de Chris, muerto de vergüenza.
- ¿No? ¿Seguro,
cariño? Entonces…¿por qué lloras?
- Porque he sido un
idiota y…y odio que papá se enfade conmigo.
Amy se quedó
pensativa. Nick lloraba por el supuesto enfado de Chris. Enfado del que ya no
había ni rastro. No lloraba porque le hubiera pegado, ya no.
- Bueno – dijo
Chris, al cabo de unos minutos. – Aunque eres una manta estupenda lo cierto es
que ya no hace tanto frío como para que necesite tus servicios – bromeó – Estoy
seguro de que aún no es tarde para jugar otro partido. Uno en el que la pelota
no termine en alguna ventana, a ser posible.
Nick sonrió un
poquito, y se limpió la cara.
- ¿Tú vas a jugar? –
le preguntó.
- Mmm. Yo voy a
quedarme con tu hermano, viendo una película…
- ¿Y yo puedo
quedarme con vosotros? – preguntó Nick, esperanzado.
- Debería decirte
que no – respondió Chris – Debería decirte que no para que aprendas a ir a la
biblioteca cuando me dices que te vas a la biblioteca. Pero por suerte para ti
me gusta demasiado estar tranquilamente en el sofá con vosotros, viendo la
tele.
Nick ensanchó su
sonrisa. Le gustaba saber que todo volvía a estar bien, y que seguía teniendo
esa habilidad para conseguir cualquier cosa de su padre.
Bajaron las
escaleras, pero Amy retuvo a Chris un momento.
- Chris…
- No quiero seguir
discutiendo – respondió él, algo duramente.
- No…yo…en realidad,
quería disculparme. Te he visto con Nick…Parece que sabes lo que haces…No es…No
es como si le hubieras pegado y ya está. Lo has hecho por un motivo, te has
ocupado de que lo entienda y has…has sido amable con él, cuando ha empezado a
comportarse. Me ha… me ha impactado ver… Pero ahora parece que era justo lo que
tenías que hacer. Y tenías razón: no debe ser tan doloroso…No cuando le
entristece más tu enfado que el castigo…
- Te aseguro que
cosquillas tampoco le hace, pero yo no busco causarle ningún daño.
- Lo sé…y siento
haber insinuado….No soy nadie para decirte nada.
- Eso no es cierto.
Eres mi pareja. Vivimos juntos. Lo que ocurra en esta casa es totalmente de tu
incumbencia. Pero quiero que entiendas que yo sólo quiero lo mejor para ellos.
Ser padre implica a veces ser el malo. Tú deberías saberlo, eres maestra…
- Mis niños son
mucho más pequeños. Además, la función de un maestro es enseñar, no educar.
Educados se supone (y digo se supone porque me encuentro de todo) que vienen de
casa. Como te dije, no tengo ni idea de esto. Tú en cambio tienes experiencia,
y he comprobado que no te va nada mal. Nick te adora, y tú eres tan
"malo" como cariñoso. Es como si supieras cuando tienes que hacer de
ogro y cuando de oso amoroso… Y además te...te has disculpado con él...Eso me
ha impresionado.
- ¿Por qué?
- Podrías haber
dicho "te merecías que te gritara y te diera un tortazo". Mucha gente
en tu lugar lo hubiera hecho.
- Intento comerme el
orgullo cuando estoy con ellos. Yo también cometo errores, y muchos. ¿Cómo
puedo pedirles que enfrente los suyos si yo no asumo los míos? No les pego en
la cara, puedo hacerles daño. Gritar sí que grito pero no así...No sé cómo
explicarlo, pero no es forma de hablar las cosas. Lo que él hizo no estuvo
bien, pero no voy a conseguir que me cuente la verdad si le grito. Es como el
padre que espera a su hijo con un cinturón el día de las notas...¿cómo rayos
espera que el chico le entregue las calificaciones? Hay que tener tacto, y yo
antes no lo he tenido. Él no tenía por qué decir lo que ha dicho, pero yo de
alguna manera, lo he provocado. Perdí los nervios, al menos en parte, y es por
eso por lo que me he disculpado.
Amy le miró como
impresionada durante unos momentos.
- No volveré a dudar
de ti. Realmente entiendes a tus hijos... Sólo te pido un favor…
- ¿Cuál?
- La próxima vez
avísame. No estaba preparada para ver a tu hijo desnudo, ni creo que él lo
estuviera.
- Pero si no has
llegado a verle "nada", estabas justo al otro lado…
- Chris, tiene
diecisiete años. De verdad que es algo que tanto él como yo te agradeceremos
eternamente.
- Te confieso que en
parte lo hice porque fue a ti a quién insultó. Estoy seguro de que se cuidará
dos veces antes de hacerlo de nuevo. – dijo Chris, sin poder evitar una risita.
- Es usted un hombre
cruel, señor Haliwell – respondió Amy, pero ya no parecía enfadada. Bajaron
juntos a reunirse con los demás. Resultó que Peter había estado con los
pequeños mientras se desataba la guerra en el piso de arriba. Le miró a los
ojos cuando bajó, como buscando que todo estuviera bien. Seguramente había
escuchado los gritos. Chris le sonrió, para tranquilizarle. Peter le devolvió
el gesto, y levantó la mano, donde tenía el DVD de "El Rey León".
- Nuestro plan se ha
visto perversamente frustrado. La peli gana frente al baseball, y tras
someterlo a votación, mi película ha sido cruelmente desechada. Así que nos
toca ver esta…Si quieres te reproduzco los diálogos: me los sé de memoria. Y no
digamos ya las canciones…
Pese al tono de
"ay que ver, lo que hay que hacer por los enanos", Chris se dio
cuenta de que Peter estaba encantado. Sonrió, y mientras él estaba ahí como un
tonto contemplando su familia feliz, Nick pasó como una exhalación a su lado,
corriendo.
- ¡Me pido el sofá!
– exclamó, y se tumbó en él cuan largo era. Peter se sentó encima suyo, y los
dos se rieron.
Al final, Peter,
Chris y Amy se sentaron en el sofá, con Victoria, Alex y Leo en las piernas de
cada uno de ellos. Nick se sentó en el suelo, con un cojín, apoyando la espalda
en los bajos del sofá. Se sentía observado por Amy, como si ella quisiera
comprobar que estaba bien. Durante la película, sintió que alguien enredaba los
dedos en su pelo, mimosamente. Se dio cuenta de que era Amy, que lo hacía sin
darse cuenta, distraída. No dijo nada, porque le gustó. Ella también le
gustaba.
YO LE DIGO MADRASTRA TE vi REVOLCANDOTE CON ÉSE TIPO NO SOY ERES MÁS QUE UNA PUTA BARATA MALDITA ZORRA TE ODIÓ MUERETE MÍ MADRASTRA ME PONE D RODILLAS Y CON SUS MANOS ENGUANTADAS ME AGARRA A CACHETADAS Q ME PONE LOS CACHETES BIEN MARCADOS Y ROJOS
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