Chapter 38: Permanente
Una de las razones
por la que muchos padres no quieren un perro en casa es porque, al final,
acaban siendo una responsabilidad más para ellos. En ese sentido, Chris no
podía tener queja de sus hijos. Al menos de uno de ellos. Peter llevó a Ariel
al veterinario el día después de traerla a casa, e incluso quiso pagar parte
con su dinero, aunque Chris no le dejó. Cepillaba a la perrita todos los días,
y la sacaba a pasear al levantarse, al volver de clase, y antes de acostarse.
Se encargó de que el animalito tuviera todo lo que necesitaba, véase comida,
juguetes, y una cama que Ariel no llegó a estrenar, porque cada noche se
turnaba para dormir con uno de ellos, aunque su favorita era por razones
obvias, la habitación de Peter. Tras cuatro días Chris era perfectamente
consciente de quien se encargaba del cachorro, y estaba dudando si debía
intervenir, o dejar que los hermanos resolvieran aquello, como parte de su
proceso de adquisición de responsabilidades. Por otra parte Peter no se
quejaba…Decidió que intervendría si el chico llegaba a protestar al respecto.
El momento llegó antes de lo esperado, el primer jueves después de que Ariel
llegara a la familia. Chris estaba terminando de hacer la comida cuando les oyó
discutir: Peter acababa de llegar de su paseo con la perrita.
- Por favor, Nick. –
le oyó decir, en voz lo suficientemente alta como para escucharle claramente
desde la cocina. – Sólo será hoy.
- Hoy, y todos los
jueves, por lo visto.
- No te cuesta nada.
Siempre lo hago a la misma hora, y no quiero cambiarle el horario.
- Que es un perro,
no un reloj, por amor de Dios.
- No seas egoísta.
No me puedo creer que te estés negando.
- Y yo no me puedo
creer que seas tan pesado.
Chris se secó las
manos en un trapo de cocina, y fue a investigar. Peter tenía a Ariel en brazos,
y la acariciaba mientras miraba a Nick como si éste hubiera insultado a su
cantante favorito, o le hubiera ofendido de alguna otra forma.
- ¿Es que no
entiendes que yo no puedo hacerlo?
- ¿Acaso ahora eres
alérgico al pelo de los perros?
- No es eso, y lo
sabes. ¡La clase de piano es a las 16:00, así que no puedo cepillarla yo!
Peter empezaba por
fin las clases de piano. Había costado más de lo que parecía posible encontrar
el horario y la zona adecuados. Al final, Chris había descubierto una pequeña
academia de música no muy lejos de allí, y pensó que era el lugar ideal para
Peter. Le había apuntado a clase de piano por el momento, pero le había
prometido que si sacaba buenas notas le apuntaría también a cualquiera de las
otras clases que ofrecía la academia. No quería que el chico tuviera demasiadas
horas ocupadas, pero aquél horario era bastante bueno: los jueves de 16:00 a
18:00. Aquél era el primer día, y Chris sabía que Peter estaba algo nervioso y
emocionado. Sin embargo en ese momento parecía decepcionado, y Chris creía
saber por qué: solía cepillar a Ariel después de comer, pero aquél día le sería
imposible si quería llegar a la clase. Que Nick se negara a hacerlo por él le
molestaba, y con razón.
- Nick, hazle ese
favor ¿quieres?
- No soy un
samaritano para andar haciendo favores. – replicó Nick, que hubiera preferido
que su padre se mantuviera al margen.
- Tienes razón, me
he expresado mal: no es un favor que le haces, es una orden mía que cumples. El
perro es de vosotros tres. De hecho, Peter lo trajo pensando en ti. Así que se
acabó eso de que él lo paseé, él lo cepille, y él haga todo.
- Vale: me ofrezco a
pasearlo. Esta noche le saco yo. – dijo Nick con un brillo de astucia en los
ojos que le traicionó.
- No es eso lo que
te ha pedido tu hermano. Además, no creas que soy tonto: no vas a usar al perro
como excusa para salir de casa.
- ¿En qué quedamos?
¿Quieres que me ocupe de Ariel, o no?
- Sí, pero aun estás
castigado. No te hagas el listo conmigo: te quedan dos semanas, pero puedo
añadirte otras dos.
- ¿Lo ves? ¿Así cómo
quieres que le ayude? Yo la sacaría, pero como estoy enclaustrado…
- Basta, Nick. No me
gusta que me tomen por tonto. No te has ofrecido a hacerlo hasta ahora. Y hay
otras cosas que sí podrías hacer, como cepillarla, por ejemplo.
Nick le dedicó una
de esas miradas que Chris odiaba tanto. Supo en ese momento que tenía dos
caminos: enzarzarse en una discusión con su hijo hasta que Nick hablara de más
y se ganara un castigo, o intentar razonar con él y entender por qué no se
ocupaba del animalito cuando lo quería tanto. Nick había deseado tener un perro
toda su vida: algún motivo tenía que tener para no querer ocuparse de él. Chris
suspiró.
- ¿Por qué no le
haces caso? Pensé que te hacía feliz tener un perro.
- ¡Sí que le hago
caso! ¡Juego con ella todos los días!
- Pues peor me lo
pones: la tratas como un juguete, para pasar el rato, pero dejas que tu hermano
sea el que hace todo. Entiendo que Leo aun es pequeño, pero tú lo que eres es
un caradura que dejas que se ocupe Peter…
- Papá, no le hables
así. – dijo Peter, y Chris se quedó a cuadros. No pensó que Peter fuera a
defenderle, después del egoísmo que había demostrado su hermano. Estaba
regañando a Nick básicamente por él, para que le ayudara un poco. Peter pareció
percibir su desconcierto porque decidió explicarse – A Nick le dan miedo las
cosas pequeñas y delicadas, como los bebés o los cachorros. Piensa que les va a
dejar caer, o a hacerles daño, o algo. Cree que si la cepilla la hará daño. Y
seguro que piensa que si la saca a la calle la pillará un coche. Le resulta más
fácil hacer que te enfades con él que decirte la verdad.
Chris miró a Nick,
como para ver si era cierto. Se dio cuenta de que sí, sólo con ver cómo miraba
a su hermano, resentido porque se lo hubiera contado. Se preguntó de dónde
podían venir esas inquietudes. Nick le había contado un par de cosas que había
hecho en el orfanato, lo del gato y lo del bebé, que podían tener alguna relación.
Pero… ¿aún se culpaba por eso? ¿En serio se consideraba incapaz de cuidar a un
perrito por algo que hizo con once años?
- Nick…
- Soy un bruto
¿vale? Las cosas pequeñas están bien lejos de mí.
No era la primera
vez que Nick decía algo como eso. Chris se dio cuenta que sus hijos llevaban a
la última expresión aquello de "si te repiten algo muchas veces, acabas
por creértelo". Nick pensaba que era un bruto al igual que Peter se creía
a ratos una basura miserable, y Leo sentía la necesidad de repetir que no era
tonto. Para acabar con esos complejos se requería comprensión y paciencia.
Chris había desarrollado bastante lo primero, pero aun perdía demasiado
fácilmente lo segundo. Se ponía nervioso cada vez que les escuchaba hablar así.
Lo peor es que pensaba que con los complejos de Nick él también podía tener
algo de culpa, por haber bromeado con la agresividad del chico en alguna
ocasión.
- Eso no es cierto.
De hecho, eres bastante delicado. Ni siquiera eres torpe: tienes unas manos muy
habilidosas.
- No compares esto
con cocinar o con arreglar algo…
- No, es cierto: eso
es más complicado que esto. – dijo Chris, y se agachó. – Ariel – llamó. Peter
había dejado a la perrita en el suelo, y esta, que había aprendido cuál era su
nombre, se acercó a él moviendo el rabo alegremente. Chris la cogió con una
sonrisa y caminó hasta Nick. – Cógela. – le dijo.
- Eso ya lo he
hecho, sé que no…- empezó Nick, pero no pudo terminar, porque Chris se la puso
en brazos, interrumpiéndole.
- Ahora, acaríciala.
Nick lo hizo, sin saber
qué es lo que pretendía su padre. Ya la había cogido en brazos con
anterioridad, y también la había acariciado.
- Ahora déjala caer.
- ¿Estás loco? ¡No
voy a hacerlo!
- Exacto. – dijo
Chris, poniendo cara de "ahí lo tienes". Nick entendió, pero no se dejó
convencer tan fácil.
- Muy bien, ya has
demostrado que no quiero hacerla daño. ¿Con eso qué? ¡Claro que no quiero que
la pase nada! ¡Por eso no me atrevo a cepillarla!
Chris orbitó el
"furminator". Era un tipo de cepillo que les había recomendado el veterinario.
La broma les había salido por treinta dólares pero por lo visto era lo mejor
para cepillar al perro. Se lo dio a Nick. El chico se mostró reacio a cogerlo,
pero al final estiró la mano con timidez, mientras sujetaba a Ariel con el otro
brazo, que le lamió la cara, como para recordarle que estaba ahí, y que quería
que le hiciera caso. Chris puso su mano sobre la de Nick y se la movió a lo
largo del cuerpo de la cachorro. Hizo que pasara el cepillo por todo el lomo.
- Más suave – le
dijo – Relaja la mano.
Nick lo hizo, y
continuaron. Poco a poco, la mano del chico dejó de estar tensa, Chris lo notó,
y se la soltó, dejándole continuar él sólo.
- Enhorabuena Nick,
acabas de cepillar a Ariel – le dijo. – Yo no la veo malherida ¿y tú?
Nick le sacó la lengua,
pero luego sonrió. Hundió la carita en el pelaje de la perrita de forma tierna,
y Chris sonrió también, contento de haberle demostrado a Nick que era
perfectamente capaz de hacer cosas como esa.
- Solucionado
entonces – dijo Peter, mucho más relajado al ver sonreír a su hermano. – Eres
un psicólogo estupendo, papá. Deberías a empezar a cobrar por tus servicios.
- No me des ideas.
Ahora vamos a poner la mesa, que la comida está casi lista. No Ariel, tú te
quedas aquí, en el salón. Peter, dile que se quede.
La perrita obedecía
a Peter, pero lo que es a Chris no le hacía ni caso.
- Ariel, a dormir. –
le dijo Peter. "A dormir" era la única orden que el cachorrito
parecía reconocer por el momento, y la traducía por "ir al cuarto de
Peter". El cachorro, obediente, se dirigió a las escaleras, pero aulló
cuando llegó a los escalones. Nick se dispuso a subirla él en brazos, pero
Peter le detuvo – Puede subir perfectamente. Ayer la vi hacerlo.
El chico permaneció
impasible y al final la perrita pareció resignarse, y subió las escaleras. Nick
le miró, y se rió, divertido.
- ¿Qué pasa?
- Pareces papá. Has
puesto su misma cara. ¿Acaso Ariel va a empezar a llamarme "tío"?
- No me extrañaría –
dijo Peter, sin bromear del todo – Es muy lista.
Su voz denotaba
cierto orgullo, y Chris pensó que Nick no andaba muy equivocado: Peter la
trataba casi como si fuera un niño, y no un perro. Aquello le hizo mucha
gracia. Se lavaron las manos, y fueron a comer. Lamentablemente para todos en
aquella casa, la comida consistía en pisto y trucha para los no vegetarianos, y
pisto y croquetas para Peter. Nick y Leo protestaron por toda la comida, y a
Peter el pimiento del pisto le hizo poner una mueca. Al propio Chris tampoco le
hacía mucha gracia el primer plato, pero se aplicó todo eso de "dar
ejemplo" y se lo comió.
- Chicos, venga. Ya
habéis dejado claro que no os gusta. Hay que comer de todo. No podemos comer a
base de pasta y pizza.
- ¿Por qué no? A mí
me parece un buen plan. – dijo Leo.
- Te pondrías
enfermo. Y engordarías.
- No, esto sí que va
a ponerme enfermo. ¡Me da náuseas!
Chris intentó no
ofenderse. No se lo tomó como una crítica a su forma de cocinar, sino a la
comida en sí.
- Haz un esfuerzo.
Leo se le quedó
mirando como queriendo protestar, pero al final suspiró, y empezó a comer, muy
despacito. Chris suspiró. Se fijó en los gemelos y rechinó los dientes.
- Eso también va por
vosotros. Peter, el pimiento también se come.
Peter cogió el
tenedor y mareó la comida, pero al final empezó a comer también. Nick se limitó
a mirar el plato, como si la comida fuera a desaparecer sólo por mirarla.
- ¿Tengo que ir uno
por uno? Nick, tú también tienes que comértelo.
- Es que no me
gusta.
- Es que no me
importa – dijo Chris, ya cansado. – No tienes cinco años, hijo.
Nick no respondió,
pero tampoco cogió el tenedor. Chris le dio un tiempo, pero vio que el chico no
estaba dispuesto a empezar a comer.
- Nick, el tenedor.
Ya sabes, lo coges con la mano derecha…
- ….soy zurdo…
- No, no lo eres,
pero da igual. – dijo Chris, que se había fijado en esas cosas. Peter era
ambidiestro, y Nick diestro. - Lo coges con la mano la que sea, y lo metes en
el plato. Y luego te lo llevas a la boca.
- No soy idiota.
- No, pero sí
respondón, y no voy a tener mucha más paciencia contigo. Coge el tenedor, y
come.
- ¡Pero es que no me
gusta nada! ¡Ni el primer plato ni el segundo! ¡No es justo!
Chris contó hasta
diez mentalmente, consciente de por qué cosas merece la pena enfadarse y por
cuáles es mejor negociar. Era cierto que aquella era una comida que a Nick no
le gustaba nada y que no pasaba nada si cedía un poco.
- La mitad de una
cosa y la mitad de la otra.
- No…me como el
pescado y me dejo el pisto…
Chris estuvo tentado
de rebatirle eso, pero luego lo pensó bien. No tenía por qué sentir que
"ganaba". Su orgullo no necesitaba eso. No necesitaba ser el
"líder de la manada" en el sentido de "se hace esto porque yo lo
digo, aunque no sea lo más lógico". Había batallas en las que podía
dejarle ganar, y consideró que aquella era una de esas.
- De acuerdo –
accedió – Quiero el plato limpio. Y si luego te quedas con hambre, es tu culpa
¿entendido?
Nick asintió, y
empezó a comer. Sabía que se quedaría con hambre, pero daba igual: tampoco iba
a morir de inanición. Chris le dejó comer a su ritmo, y luego miró a Peter, y
suspiró. ¿Es que iba a tener que pasarse toda la comida
"persiguiéndoles"?
- Peter, pensé que
lo que no te gustaba era el pimiento crudo. ¿Quieres hacer el favor de comer?
- Sí, papá –
respondió Peter con resignación, y comió otro poco. Chris decidió dejarle en
paz: mientras no se le hiciera tarde para ir a piano, le daba igual cuanto
tardara en comérselo.
De pronto se hizo el
silencio más absoluto, cada uno concentrado en su propio plato. Chris decidió
animar aquello antes de empezar a ver aparecer plantas rodadoras del desierto.
- Leo, ¿al final vas
a ir a casa de Lucy? - le preguntó Chris. Los padres de la niña le habían
invitado a jugar y a hacer los deberes.
- ¡Sí! – respondió
el niño, y sonrió.
- Estupendo. Yo a lo
mejor voy a ver a Amy: está resfriada y aburrida en su casa. Así que cuando
vuelvas de piano a lo mejor no estoy, Peter. Ya me contarás ¿vale?
Peter asintió, pero
no dijo nada. De pronto Chris pensó que el chico no comía no sólo porque no le
gustara mucho, sino porque estaba nervioso. Empezó a hablar con él para
distraerle, y funcionó: en poco tiempo dejó el plato vacío. Leo terminó
también, y Chris le dejó irse a jugar con Ariel. Peter se fue también, y ahí se
quedó él, con Nick, que aún no terminaba.
- Nick, van a
salirme canas.
- Seguro que ya
tienes, pero te tiñes.
Chris toleraba las
bromas, más o menos, pero no estaba seguro de si el tono de aquello había sido
del todo una broma. Decidió dejarlo estar.
- Tengo el pelo más
negro que tú, mocoso ¬¬. Anda, come. Tus hermanos ya han terminado.
- Bien por ellos.
- Nick, cuida el
tono. Yo te estoy hablando bien.
Nick no respondió.
Pasaron algunos segundos más, y Chris suspiró: Nick seguía sin comer.
- Nick, que comas.
- ¡Que ya voy! –
respondió el chico, gritando un poco.
- No estoy sordo.
- Pero si tonto –
susurró Nick, y al segundo siguiente se encontró en las rodillas de Chris.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS
- Al contrario de lo
que parecéis creer, tengo un oído bastante fino, así que ten cuidado con lo que
dices, aunque sea susurrando. Ahora termina con la tontería, y come.
Le dejó levantarse,
y Nick cogió el tenedor y le miró resentido. Chris le miró a él de forma algo
dura. Aquella era la primera vez que le castigaba en días y esperaba que le
bastara con eso y se pusiera a comer sin más protestas. Nick se llevó un trozo
a la boca y luego otro. La expresión de Chris se fue dulcificando a medida que
Nick comía, y al final le sonrió.
- ¿Contento? –
preguntó el chico, con enfado.
- Mucho. – respondió
Chris y le revolvió el pelo.
Recogieron la mesa y
luego Nick se fue, aún enfadado con él. Chris vio la tele un rato, con Ariel,
que se había adueñado del sofá.
- ¿No te había dicho
tu "padre" que te quedaras arriba? – le preguntó al cachorro mientras
le acariciaba. Entendía que Peter no se hubiera podido resistir: era realmente
adorable. Estuvo acariciando a la perrita mientras veía la TV, y al final se
quedó dormido, y Ariel también. Le despertó Peter, una hora después, con
delicadeza.
- Papá, que me voy –
le dijo, con una sonrisa. – Nick te ha hecho una foto.
- ¡Pero no se lo
digas! – protestó éste.
Chris se incorporó
con algo de sueño todavía. Ariel estaba aún encima suyo, pero totalmente
despierta.
- Creo que eres más
cómodo que el sofá – comentó Peter y le dio un abrazo a él, y otro a la
perrita. – Ale, abajo. Papá no es una cama.
Peter se fue a la
clase de piano, y poco después Chris fue a dejar a Leo a casa de Lucy. Y desde
allí se fue a visitar a Amy. No podía saber que mientras él dormía, sus hijos
mayores habían planeado algo…
Peter regresó de su
clase muy contento. Se lo había pasado realmente bien, y su profesor resultó
ser muy simpático…siempre le daba un poco de vergüenza conocer gente nueva,
pero su profesor le había caído bien desde el primer momento. Entró en casa con
una sonrisa que se hizo más grande cuando Ariel salió a recibirle.
- Hola, chica. –
dijo, y la acarició. - ¡Nick! ¡Ya estoy en casa!
Su gemelo bajó a los
pocos segundos. Con una mirada se entendieron: no, su padre no estaba en casa.
Peter le puso la correa a Ariel, y esperó a que Nick se pusiera una chaqueta.
Después, los tres salieron de casa. Por suerte o por desgracia, Amy no se
encontraba demasiado bien, así que después de cuidarla un rato Chris se fue
para dejarla dormir, y pilló a sus hijos en la calle. No hizo falta ni que les
dijera nada: fue verles y que se dieran la vuelta inmediatamente. Chris entró
en casa y cerró de un portazo.
- ¿A dónde ibais?
Nick: tú no puedes salir.
Silencio absoluto.
Chris hubiera dejado que Peter se fuera de no ser por la mirada culpable del
chico, que le decía que algo tramaban. De momento lo único que sabía es que
Nick había salido estando castigado.
- Nick, cuento hasta
tres para que me respondas…Uno…Dos…
- Íbamos a ….a
hacernos un tatuaje – respondió Peter por él, auxiliando a su hermano. Chris se
le quedó mirando.
- Y lo dices así,
tan tranquilo. ¿En qué rayos estabais pensando?
- ¿No te gustan los
tatuajes? Tú tienes uno, en la espalda, que te lo vi el otro día.
Chris resopló.
- Acostumbraros a
preguntarme las cosas ¿estamos? Sí, yo tengo un tatuaje, pero eso no quiere
decir que os deje haceros uno. Mirad…si os teñís el pelo…pues en fin, prefiero
vuestro color natural, os queda bien, pero supongo que no pasaría nada. Si
queréis haceros un piercing…podemos discutirlo, y a lo mejor…pero un
tatuaje…definitivamente no.
- ¿Por qué no? –
preguntó Nick, con más agresividad de la que a Chris le hubiera gustado.
- En primer lugar
porque os lo digo yo, y con eso tendría que bastaros. Pero además, hay muchas
razones. Para empezar, un tatuaje es para toda la vida, y más adelante os
podéis arrepentir. Incluso aunque se saquen con láser, a veces queda una
marquita. Por supuesto, hay sitios donde hacérselo es hasta peligroso: si es un
sitio sucio o con falta de higiene podéis infectaros o algo. Además, aunque sea
un sitio seguro es doloroso, y no quiero que os gastéis dinero, aunque sea el
tuyo Peter, en eso. Y en un año no podrías donar sangre, a veces durante más
tiempo. Esto es lo de menos, pero todo son detalles.
- Es muy hipócrita
que nos lo prohíbas teniendo tú uno – dijo Peter.
- Pues sí, eso te lo
reconozco. La diferencia es que yo éste me lo hice con 22 años y no con 17, y
aun así no creas que a mis padres les hizo gracia. Mira, esto es algo que hay
que pensar, no puede ser así, impulsivo ¿estamos?
Peter suspiró, pero
no siguió discutiendo. Nick aun no las tenía todas consigo.
- No creas que nos
lo íbamos a hacer en la cara ni nada de eso. Iba a ser como el tuyo, en plan
discreto, que ni se ve.
- Me da igual. No es
no, Nick. Olvidaros de los tatuajes.
- Vale – refunfuñó
Peter, y se fue.
- Pero…- siguió
Nick.
- Nick, deja el
tema. Tenéis suerte de que os haya interceptado antes de que fuerais…¡Estas
cosas tenéis que preguntarlas! – dijo Chris, algo molesto. Los chicos no tenían
por qué suponer que no iba a dejarles, pero…de hecho tal vez sí. Diablos, al
menos preguntar. ¡Que era su padre! – Y eso me recuerda…- dijo, acercándose a
Nick – que tú no puedes salir de casa. Y menos sin permiso - añadió en tono
serio, y le dio dos azotes algo fuertes. – A tu cuarto, vamos.
- Au, me has hecho
daño.
- Esa era la idea. –
dijo Chris, aunque no estaba acostumbrado a esa clase de comentarios, y hasta
se sintió culpable y todo. - Vamos, sube, y no vuelvas a desobedecerme
¿entendido? ¿O tengo que dejarte un vigilante cada vez que me vaya?
Nick no respondió,
pero se fue a su cuarto: volvía a estar enfadado. Chris suspiró.
- ¡Adolescentes! –
refunfuñó, y se estaba dando la vuelta cuando Nick asomó la cabeza.
- ¿Qué pasa? – le
preguntó. Nick no dijo nada, pero Chris le notó avergonzado.
- Tengo que saberlo.
Vas a…vas…
- ¿Voy a? – preguntó
Chris, sin entender tanta timidez repentina.
- Bueno…me has
mandado a mi cuarto…
Chris entendió. Le
estaba preguntando si le iba a castigar.
- Sólo a tu cuarto,
Nick. Hasta la hora de la cena. Pero si vuelves a intentar saltarte un castigo
te daré la versión completa.
Nick musitó un
"gracias" muy bajito y se fue.
"¿Gracias?
Bueno, eso es una mejoría. Hace unas semanas más bien me habría insultado, o
habría dicho que ya no es un niño para que le mande a su habitación" pensó
Chris, sacudiendo la cabeza.
El resto del día
transcurrió con "normalidad". Chris le insistió un poco más en que ni
pensaran en hacerse un tatuaje, para asegurarse de que quedaba claro. Luego fue
a buscar a Leo, que se lo había pasado muy bien, y cenaron. Chris se dio cuenta
que no le había preguntado a Peter por su clase. Lo hizo, pero el chico no
estaba muy comunicativo. Tal vez estuviera enfadado porque no les dejaba
hacerse un tatuaje, o tal vez era parte de su carácter reservado. En cualquier
caso, a Peter no parecía pasarle nada cuando le preguntó:
- ¿Cómo está Amy?
- Sólo tiene gripe,
pero está algo fastidiada. Mañana iré otra vez, a ver cómo está.
- ¿Yo puedo ir
contigo, papá? – preguntó Leo.
- Pues…no sé,
campeón. Necesita descansar.
- Será sólo un
ratito…Seguro que se aburre mucho…¡Y quiero verla!
- Bueno...le
preguntaré ¿vale?
Después de cenar,
sus tres hijos se fueron a la cama en seguida. A Chris le sorprendió no tener
que decirlo, pero se alegró. Cuando terminó de fregar los platos, subió a
darles las buenas noches. Se encontró con que Peter ya estaba dormido, con un
brazo sobre Ariel. Pensó si debía hacer que la perra se bajara, pero sabía que
al poco rato volvería a subirse. Además, Peter parecía dormir mejor con ella,
como si sentir a la perrita hiciera que no tuviera pesadillas. Le dio un beso
en la frente y fue al cuarto de Leo. Leo estaba medio dormido, pero le sonrió
cuando le vio entrar. Chris le dio un beso también, y le deseó buenas noches.
Por último fue a ver a Nick. El chico estaba despierto, pero metido en la cama.
Ni le sonrió ni le dijo nada cuando le vio entrar. Chris trató de darle un
beso, pero el chico apartó la cara.
- ¿No me das un
beso? – le preguntó, dramatizando con la voz. Nick negó con la cabeza, y Chris
no pudo evitar pensar que eso le hacía parecer más pequeño. Se dio cuenta de
que no estaba enfadado de verdad. Le hizo cosquillas hasta que a Nick no le
quedó más remedio que sonreír, y entonces le dio un beso. – Buenas noches,
hijo.
- Buenas noches,
papá. Que duermas bien, y que tengas una visión en sueño que haga que me dejes
hacerme un tatuaje.
- Si eso ocurre,
serás el primero en saberlo.
Chris se fue a
dormir él también, y al desvestirse se miró el tatuaje de la espalda en el
espejo. Era pequeñito, y era el símbolo de su familia, él mismo que había en el
Libro de las Sombras. No se "arrepentía" de tenerlo, pero sí de que
sus hijos lo hubiesen visto. Si querían hacerlo cuando fueran más mayores, no
podría impedírselo, igual que sus padres no pudieron impedírselo a él, pero
mientras fueran menores de edad estaba en su derecho. No era algo que hubiera
que decidir impulsivamente. No podía ser por moda…era algo que era para
siempre. Y dado lo impulsivos que podían llegar a ser sus hijos, se temía que
no era algo muy meditado. Además, que aunque fuera hipócrita, simplemente no
quería que tuvieran un tatuaje. Y ya está.
Al día siguiente,
Viernes por fin, cuando los chicos regresaron del colegio le dijo a Leo que
podía ir con él si quería a ver a Amy, que parecía encontrarse algo mejor. El
niño la hizo un dibujo con sus mejores deseos, y Chris y él se fueron después
de comer. Les dejó instrucciones a Peter y a Nick. Al primero le dijo que
hiciera lo que quisiera, pero que si salía no volviera tarde. Y a Nick
básicamente le repitió hasta la saciedad que no podía salir de casa, para
asegurarse de que le quedaba claro…
…Muy claro no debió
de quedar, porque cuando Chris regresó, con Leo, a eso de las ocho de la tarde,
en casa no había nadie. Ariel le lloriqueó un rato, y Chris la acarició,
mientras esperaba junto a la puerta. Probó a llamar a Nick, pero no tenía el
móvil encendido.
"¿Para qué
narices lo tiene?"
Se obligó a
tranquilizarse. Cuando Peter volviera le preguntaría si sabía dónde estaba: tal
vez incluso estuviera con él. Si a una hora prudencial no había vuelto,
entonces ya se preocuparía. Por el momento estaba enfadado. Estaba en el salón
cuando oyó la puerta. En vez de ir a abrir, esperó a que el recién llegado, o
recién llegados, entraran.
- ¿Seguro que estás
mejor? Estás blanco
Ese era Peter.
- Sí, pero odio las
agujas.
- Ya sabías de qué
iba esto.
En ese momento
llegaron al salón, y vieron a Chris. Su mirada debía decirlo todo, porque Nick
aparentó hacerse pequeñito. Incluso se escondió detrás de Peter. Chris suspiró.
- Ven aquí. Lo
primero es saludarme. Ya te mataré luego. – le dijo, y fue a darles un abrazo.
Sin embargo, en cuanto les rozó el brazo, ambos dieron un respingo. - ¿Qué
ocurre?
Chris reunió datos.
"El dolor en el brazo" "Agujas" "Marearse"
"La mirada culpable de Peter que supuestamente no ha hecho nada"
Chris se llevó la mano al puente de la nariz, y se lo apretó con fuerza.
- Os habéis hecho el
tatuaje ¿verdad?
Sus hijos
asintieron. Chris trató de permanecer calmado. Lo intentó de verdad. Pero le
habían desobedecido directamente…una vez más. Quería gritar, y lo hizo.
- ¿Acaso hablo en
otro idioma?
- No, papá, pero…
- ¡Pero nada, Peter!
Mira, esto no es sólo ser desobediente, es además tener muy poco juicio. ¿Pensabais
que no iba a enterarme?
- Se suponía que
íbamos a llegar antes, pero Nick se mareó…
Chris dejó el enfado
a raya sólo un momento.
- ¿Estás bien?
Nick asintió, y
Chris volvió a fulminarle con la mirada.
- Como iba diciendo,
esto ha sido estúpido, y demuestra orgullo, soberbia, y ¡que lo que yo diga os
importa un carajo!
Chris gritaba cada
vez más.
- No te pongas así…-
le dijo Nick.
- ¿Que no me ponga
así? ¿¡Que no me ponga así!? No me quito el cinturón sólo porque habéis tenido
la sensatez de no intentar mentirme ni poner excusas. Cada uno en una esquina.
Ahora mismo. Peter, tú en esa. Nick, tú en aquella.
Los chicos
obedecieron, y Chris salió de allí, para calmarse un poco. ¡Les había dicho que
no! ¡Se lo había repetido! ¡Incluso les había dado algún motivo, aunque no
tenía por qué haberles dado explicaciones! Y ni aun así habían obedecido. Bebió
algo de agua, y respiró hondo. En el salón no se oía ni una mosca: sus hijos no
se habían movido ni un milímetro, aunque Chris vio que Peter se llevaba la mano
al brazo, frotándoselo. Ahí debía tener el tatuaje y debía dolerle. Chris
suspiró. Debía cerciorarse de que al menos se lo hubieran hecho bien, en un
sitio medio decente, y de que no tenían una herida demasiado grande.
- Enseñadme el
tatuaje – exigió, y sus hijos caminaron hacia él y se levantaron la manga del
brazo derecho, con un gesto de molestia porque aún les dolía, debido a lo
reciente del asunto. A Chris se le cayó el alma a los pies.
-Mi nombre…Os habéis
tatuado mi nombre…
Los chicos
asintieron. En lo alto del brazo derecho de Nick, y lo mismo en el de Peter,
podía leerse, en letras negras y bonitas "Christopher". Las letras
estaban rodeadas de piel enrojecida. Chris sabía que dolía un poco. Nada
insoportable, pero si molesto, y más si la ropa te rozaba. Chris se quedó sin
respiración por unos segundos. Luego, suspiró.
- ¿Por qué habéis
tenido que hacer algo tan estúpidamente bonito e irresponsable?
- Llevábamos
pensándolo un tiempo, pero no fue hasta que yo tuve dinero y vi la tienda de
tatuajes cuando la idea cobró forma de verdad – dijo Peter, mirando al suelo.
Chris le miró. Tenía
un dilema muy grande. Le habían desobedecido deliberadamente pero…¡se habían
tatuado su nombre! No podía, simplemente no podía castigarles, pese a lo
enfadado que había estado hacía sólo unos momentos. Tampoco podía dejarlo así:
le habían ignorado por completo…¡Agh, pero con una buena intención! ¡De nuevo
las malas acciones y las buenas intenciones! Esos chicos iban a matarle, o bien
de amor, o bien de furia. O de las dos cosas.
Durante algunos
segundos nadie dijo nada. Chris les miraba fijamente, y sus hijos miraban al
suelo.
ANGEL DEL HOMBRO
DERECHO DE CHRIS "A ver, Chris, no es tan grave. Un tatuaje, tú también
tienes uno. En estos tiempos, es normal"
ÁNGEL DEL HOMBRO IZQUIERDO
DE CHRIS: "Sí, pero lo han hecho a tus espaldas, después de que se lo
prohibieras claramente"
ANGEL DEL HOMBRO
DERECHO DE CHRIS "¿Acaso tú lo hiciste con la aprobación de tus
padres?"
ÁNGEL DEL HOMBRO
IZQUIERDO DE CHRIS: "Pero tenías 22 años, no diecisiete…"
ÁNGEL DEL HOMBRO
DERECHO DE CHRIS: "¿22 o 21? ¿Hay tanta diferencia? Son niños, pero tú a
su edad ya sabías que querías uno…Y no parece un capricho tonto, o cosa del
momento. Es tu nombre lo que se han tatuado. Una prueba de que te
quieren."
ÁNGEL DEL HOMBRO
IZQUIERDO DE CHRIS: "Una prueba PERMANENTE de que te quieren"
ÁNGEL DEL HOMBRO
DERECHO DE CHRIS: "¿Acaso el amor no es para siempre? ¿No has pensado tú
mismo en tatuarte el nombre de tus hijos? ¡Vamos, Chris, que no tienes
cincuenta años!
Chris deliberó
durante unos segundos más, y cuando Peter y Nick creían que iban a morir de
impaciencia, su padre por fin habló:
- Quiero que subáis
a vuestro cuarto, y busquéis en internet los riesgos que puede traer hacerse un
tatuaje. Luego quiero que con eso y con vuestra propia imaginación cada uno
escriba una redacción de tres hojas sobre por qué no quería que os lo hicierais
y por qué no debéis desobedecerme nunca más. Y quiero que lo hagáis ahora
mismo.
- ¿Tres hojas? ¡Eso
es mucho! – protestó Nick.
- Está bien,
entonces ve por el cepillo - respondió Chris, encogiéndose de hombros.
- ¡Me encanta hacer
redacciones! – dijo Nick y salió corriendo hacia su cuarto. Peter subió tras
él.
Durante una hora y
media la casa estuvo en bastante silencio. Chris estuvo jugando con Leo, y
luego vino Ariel, con aire juguetón como buen cachorro que era, y se les unió.
Chris aprovechó para, sin dejar de jugar, enseñarle a Leo a ocuparse de Ariel.
Decidió que el niño se encargaría desde entonces de ponerle la comida: era una misión
sencilla, pero que al mismo tiempo requería responsabilidad. Y a Leo pareció
gustarle la idea.
Chris estaba yendo
hacia su cuarto, cuando le interceptó Peter.
- Ya he terminado –
dijo el chico, y le dio tres papeles. Chris le echó un vistazo a las hojas. Se
dio cuenta de que era lo primero que leía realmente de Peter, notas de escape
aparte. Reconoció su letra clara y limpia y no le costó ningún trabajo leer lo
que ponía. Por respeto hacia él, y para ver si había cumplido con lo que le
había pedido, se lo leyó enteró. Peter redactaba bien, o eso le pareció, y le
gustó especialmente una de las razones que dio para no volver a desobedecerle,
aunque le pareció extraño que lo pusiera en tercera persona:
"Porque papá
confía en nosotros, y parte de esa confianza reside en que cuenta con nuestro
respeto y supone que vamos a obedecerle. Él nos respeta a nosotros, así que
debemos hacer lo mismo."
Había más perlas
como aquella.
"Porque le
quiero, y no se desobedece a las personas a las que se quiere"
"Porque nunca
pide nada que nos cueste un gran esfuerzo, y es de suponer que lo pide por un
buen motivo"
"Porque me
quiere, y quiero que se sienta orgulloso de mí".
Para cuando terminó
de leer, Chris tenía un nudo en la garganta. Le dio un beso en la cabeza, y le
abrazó.
- ¿Eso quiere decir
que me perdonas?
- Sí, Peter. Por
supuesto.
- ¿Te he hecho
llorar? ¡Lo siento!
- No lo sientas.
Eres…muy dulce, hijo. Lo del tatuaje también ha sido dulce, pero os dije
claramente que no lo hicierais. Da igual lo que os tatuarais. Si digo que no es
no…
- Lo sé. Lo siento.
- Está bien. No
puedo decirte nada después de leer esto. No sé si eres un zalamero, un
manipulador, o simplemente bueno y sincero, pero ha sido muy bonito.
Peter sonrió, y le
abrazó con ternura.
- Soy un poquito de
las tres cosas – dijo, con un brillo de picardía en los ojos.
Chris rió, y le
revolvió el pelo.
- Anda, ve a pasear
a Ariel antes de que sea más tarde.
Peter se fue, y
Chris fue a su cuarto, convencido una vez más de que su hijo tenía una
sensibilidad especial. Poco después vino Nick. Sorprendentemente se mostró más
tímido que su hermano. Le tendió los papeles sin decir nada, y casi parecía
querer irse de allí. Al igual que con Peter, Chris se lo leyó entero. Era
increíble cómo podían llegar a decir lo mismo, pero de diferentes formas. Y en
la última parte, las razones de Nick eran un poco diferentes. En cierta forma
más infantiles, pero quizá por ello más tiernas. Más inocentes. Además, Nick no
usaba la tercera persona.
"Porque no
quiero que te enfades conmigo"
"No quiero
decepcionarte"
"Y tampoco
quiero que me castigues"
En ese punto Chris
sonrió un poquito.
"Porque eres la
única persona que me ha aguantado tal y como soy y que se esfuerza por
conseguir de mí algo bueno. Y quiero demostrarte que no te equivocas."
Chris le dio un
abrazo muy fuerte a Nick.
- Claro que no me
equivoco, corazón. En eso no. No es que pueda conseguir algo bueno de ti, es
que eres bueno en ti mismo. Aunque muy testarudo. Y algo desobediente.
- Lo sé…
- Creo recordar que
te dije que no podías volver a saltarte un castigo. Y saliste de casa.
Nick asintió, y bajó
la mirada. Sabía que su padre le iba a castigar y estaba esperando oír el
temido "A tu cuarto", para luego verle llegar con el cepillo. Sin
embargo Chris se sentó en su propia cama y le puso encima suyo. Le bajó los
pantalones y fue muy rápido.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Te he dado treinta
azotes con la mano. Si vuelves a hacerlo serán sesenta con el cepillo.
Nick asintió, y se
incorporó.
- Vamos, no llores –
le dijo Chris, al ver que lagrimeaba. Le subió la ropa, y le dio un abrazo.
Acarició la espalda del chico haciendo circulitos. – Yo no te "aguanto tal
y como eres", Nick. Yo te quiero. Así, con esas palabras.
Nick sonrió, y le
dio unos de los abrazos que Chris había bautizado como "abrazos de
lémur". Sólo que aquella vez no quería soltarle. Chris captó su repentino
humor juguetón, y le siguió el rollo.
- ¿No me vas a
soltar?
- ¡No!
- ¿Me vas a tener
así para siempre?
- ¡Sí! ¡Y no vale
orbitar!
- Ya te cansarás.
- Nunca.
- ¿Y si te hago
cosquillas?
- Eso tampoco vale.
- Pues vaya juego
más injusto.
- No es un juego:
eres mi prisionero.
- ¿Ah sí?
- Ahá.
Chris rió, y le
acarició el pelo. Le estuvo mimando un rato, hasta que notó que su respiración
se hacía más lenta.
- Nick, ¿no te
habrás dormido?
¡Se había dormido!
Iba a ser verdad eso de que era muy cómodo, y por eso Ariel y Nick le
confundían con una cama. Le despertó con suavidad.
- Vamos, cielo,
tienes que cenar.
- No tengo hambre.
- Ayer mal comiste.
- Eso fue ayer. Y
hoy es hoy.
- Vamos, Nick. ¿Ya
se te ha olvidado que debes obedecerme?
Nick le miró a los
ojos, como queriendo darle pena.
- Es que me duele el
brazo…
- ¿Lo dices para que
te cure? Lo siento, mi amor, no puedo. Si lo hago es muy probable que se borre
también el tatuaje.
- En ese caso,
gracias por no hacerlo.
Chris no dijo nada.
No le gustaba "abusar" de sus poderes en ese sentido, y además,
aunque no le hubiera gustado, aquello había sido una decisión de sus hijos.
Quería respetarla, con sus pros y sus contras, para que aprendieran de sus
errores, o de sus aciertos. Si se hubiesen tatuado algo "malo", o
hubiesen tenido el brazo muy enrojecido, no hubiera dudado en quitárselo ahora
que aun podía, pues una vez curara sería imposible. De hecho, era una de las
cosas que había pensado hacer cuando se enteró. Pero lo que se habían tatuado
era su nombre, y el brazo no estaba más irritado de lo normal.
- Si te duele mucho,
sólo dilo, y te curo.
- No, no duele
mucho. Pero pica.
- De verdad, que
detalle más tonto y…conmovedor.
- Reconócelo: en el
fondo te ha gustado.
- Me gusta que
eligieras tatuarte eso, no que decidieras hacer un tatuaje, y más cuando te lo
prohibí. Si vuelves a hacer algo parecido te tatuaré yo otra cosa con el
cepillo ¿estamos?
- ¿Ya se ha acabado
el padre cariñoso?
- No – suspiró
Chris, y le dio un beso – Pero ahora tienes que bajar a cenar.
- Vaaaaaale.
Nick bajó, y Peter
regresó en ese momento de su paseo con Ariel.
- Papá – le dijo
Peter, mientras le quitaba la correa a la perrita – Como que no es el momento
de decirte que tengo otro tatuaje ¿verdad?
- ¿Eh? ¿Te has hecho
dos?
- No. Es que Ariel
corría tanto que se me ha quedado la marca de la correa – dijo el chico, y
levantó la mano donde efectivamente tenía una franja roja, que se iría sola, en
unos minutos. Se echó a reír, y Nick rió tras él. Chris acabó por reírse
también.
N.A.: Pensando en
quienes no seáis de España, aclararé cuando me acuerde aquellas palabras que
crea que pueden no entenderse desde el punto de vista de un sudamericano :D Yo
a veces uso palabras raras que no entendería ni un español, así que nadie se
sienta raro si no me entiende: la rara soy yo xD
Pisto: Plato de
origen español, a base de verduras picadas y fritas, acompañadas de huevo y
tomate frito. Supongo que los ingredientes varían en función de quien lo haga.
Mi mami y yo lo hacemos con berenjena, calabacín, cebolla, pimiento y a veces
patatas. ^^ En catalán se dice "sanfaina". En otros países se llama
"Ratatouille" (por ejemplo en Francia, que es de donde procede el
plato) pero creo que algunos ingredientes varían.
YO LE DIGO A MI MADRASTRA NO ME IMPORTA Q LA VIEJA DECRÉPITA DE MÍ ABUELA ME SOMETA A LATIGAZOS MÍ MADRASTRA SE PONE SUS GUANTES DE GOMA Y ME REVIENTA LAS DOS CARAS A CACHETADAS CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF
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