Chapter 55: El mejor padre
Viernes por la
tarde. Su cita del día anterior con Amy se había visto truncada por la
"brillante" idea de Peter de usar sus poderes para lo que no debía.
Chris se había pasado gran parte de la mañana intentando contactar con Amy para
quedar de nuevo, pero la chica no se lo cogía. Lo primero que pensó es que ella
estaba enfadada, pero le había parecido que había medio arreglado las cosas con
ella, así que no tenía mucho sentido. Después, empezó a preocuparse, y poco le
faltó para presentarse en su casa y comprobar que todo estuviera bien, pero no
quería ser absorbente ni actuar como un paranoico. Se obligó a tranquilizarse,
aunque no sé despegó del móvil ni un segundo.
Su preocupación le
volvía irascible. El verse ignorado le frustraba. Conclusión: era mejor no
buscarle las cosquillas aquella tarde. Es algo que sus hijos parecieron
entender, porque le dejaron bastante tranquilo. Chris les había puesto algo de
merendar y les llamó para que bajaran. Peter se movía de forma extraña, y miró
la silla como si fuera un enemigo. Chris le iba a preguntar al respecto, hasta
que escuchó a Nick:
- ¿Aun te duele? –
preguntó el chico, algo preocupado.
Chris, histérico
porque acaba de dejarle a Amy su mensaje número 24 del día, estalló, mirando a
Peter algo enfadado.
- Lo que te he dado
ésta mañana ni se puede llamar castigo. Te merecías algo mucho peor así que ni
se te ocurra quejarte porque es imposible que te duela.
Los ojos de cordero
que le puso Peter le hicieron sentir mal casi de inmediato.
- Pero…si…si no me
he quejado…- dijo con mucha penita.
Chris suspiró, se
levantó, y le abrazó.
- Perdona, tesoro.
Tienes razón. Y, si quieres quejarte, hazlo. Sólo estoy un poco nervioso. ¿Te
duele?
- Sí, pero no por lo
que tú crees. Me he caído saltando el potro y prácticamente me duele todo. Creo
que nunca más voy a poder doblar las rodillas.
Chris casi sonrió
por el tono fatalista que empleó Peter. Si no sonrió del todo fue sólo porque
sintió que había sido un gran fallo de su parte el no darse cuenta que su hijo
estaba adolorido.
- ¿Te hiciste daño?
¿Por qué no me lo habías dicho? Puedo curarte en un segundo, ya lo sabes.
- Tampoco fue tan
horrible. Me caí, y ahora encima tengo agujetas. La mayoría de mis compañeros
están igual que yo.
- Pero ellos no
tienen un padre luz blanca. – replicó Chris, y con un movimiento de su mano le
alivió cualquier dolor que pudiera tener. - ¿Una clase de gimnasia intensa? –
preguntó, con cariño. Tenía a Peter por un buen atleta.
- ¡Brutal! –
intervino Nick. – Fue agotador, en serio. No me extraña que Peter no pudiera
saltar….¡yo ya no podía moverme para cuando llegamos al potro!
Chris contuvo una
sonrisa, para que no le malinterpretaran y se ofendieran. Frotó el hombro de
Nick, en un gesto reconfortante.
- ¿Tú también
quieres que "te repare"?
- Estoy bien. Sólo
tengo agujetas. Nadie se muere de eso.
- Ni yo me muero por
quitártelas – respondió Chris, e hizo exactamente lo mismo que había hecho con
Peter. Luego les sonrió, aunque no fue su sonrisa alegre y sincera de
costumbre.
- ¿Pasa algo, papá?
– preguntó Peter. - ¿Por qué decías que estabas nervioso?
- No es nada.
- Sí es algo. – dijo
Nick, frunciendo el ceño – Puedes contárnoslo. Si no quieres, no, y tampoco lo
leeré de tu mente. Pero realmente nos gustaría poder ayudarte.
Chris le miró con
agradecimiento.
- Llevo todo el día
intentando hablar con Amy, y no puedo. Estoy preocupado. Normalmente responde a
mis llamadas o mensajes de forma instantánea.
- Tal vez esté en
alguna reunión en su trabajo. O haya salido con algún amigo…O se haya dejado el
móvil en casa…Pueden ser muchas cosas, papá. – dijo Peter, con su voz
tranquilizadora.
- Lo sé, pero…
- Quieres orbitar y
presentarte ahí mismo para estar seguro ¿no? – adivinó Nick. Chris asintió,
como si confesara algo vergonzoso - ¿Qué te retiene?
- El sentido común.
El hecho de no querer quedar como un idiota…
Nick tosió, y su tos
sonó enormemente parecida a la frase "cada uno queda como lo que es".
Chris le miró alzando una ceja, y luego le dio una colleja.
- ¿Por qué te
empeñas en creer que estoy sordo?
- Sería lo
lógico…Cuando uno llega a cierta edad el organismo se deteriora, ya sabes…
Chris miró a Nick
con una creciente indignación, e iba a darle otra colleja, pero Nick le
esquivó, riendo.
- ¡Será descarado!
¡Me ha llamado viejo! – exclamó Chris, pero conteniendo una sonrisa. - ¡Debería
darte una lección, mocoso deslenguado!
- Pero si te encanta
eso de mí – replicó Nick, muy pagado de sí mismo. - Ha funcionado ¿no? Ya no
estás preocupado.
- ¡No, pero tú
deberías estarlo! – amenazó Chris, y comenzó a hacerle cosquillas.
- Jajaja, ¡no! Jaja
¡para, para!
Peter sacudió la
cabeza, y levantó las manos.
- Como críos. El
remedio peor que la enfermedad.
Las risas atrajeron
a Leo y Chris dejó tranquilo a Nick para servirle al niño su zumo y su
sándwich.
- No quiero zumo –
dijo Leo, en un tono que a Chris no le gustó demasiado. Frunció el ceño, pero
no le dio importancia.
- ¿Y qué quieres?
Solía dejarle elegir
en la merienda, dentro de un orden. El zumo podía sustituirse por fruta.
- Chocolate –
respondió el niño.
- Tienes que comer
algo sano. Tómate el zumo o una pieza de fruta, y si después de eso y el
sándwich aun tienes hambre, entonces podrás comer chocolate. – dijo Chris, y
como vio la cara que ponía Leo, prosiguió – Ya sabes que siempre es así. Voy a
ahorrarnos esto: ahora tú te enfadas, me insultas y yo te castigo. Luego nos
abrazamos, y al final te lo comes. ¿Por qué no pasamos directamente a la fase
en la que me haces caso?
Leo le miró como
echándole un pulso durante varios segundos. Al final, apartó la mirada.
- De todas formas no
quería chocolate – dijo al final, con voz resentida - Seguro que es de ese
casero que haces tú y entonces estará malísimo.
Chris dudó durante
un segundo sobre cómo reaccionar a eso. La intención de Leo había sido
molestarle, y quizás hasta "herirle". No había sido un gran insulto,
pero a Chris le molestaba particularmente la intención del niño de "voy a
decir lo que crea que va a sentarte peor". Por eso se acercó a él, le
levantó, y le dio un azote, como signo de advertencia.
- Cuidado, Leo. Eso
ha estado muy cerca de ser una falta de respeto.
- Entonces no he
debido hacerlo bien, porque quería que lo fuera claramente.
¿Quién y cómo había
metido el espíritu rebelde de Nick en el cuerpecito de su hijo? Chris pensó que
se le iba a caer la mandíbula, tras la respuesta de Leo. Su niño con formas de
adolescente. Chris suspiró, y se sentó en una silla al lado de Leo. Tiró de él
un poquito e hizo ademán de bajarle el pantalón.
- ¡No, papi, por
favor! – suplicó Leo, al ver sus intenciones.
A Chris casi le
sorprendió la vehemencia de Leo, como si le hubieran amenazado con una pistola
o algo así. Decidió entonces cambiar de estrategia.
- ¿Qué ocurre? – le
preguntó a Leo con su voz más inocente.
- Ibas a…ibas a
darme unos azotes – dijo el niño, con voz triste.
- Entonces no he
debido hacerlo bien, porque aún tengo pensado hacerlo. – dijo, parafraseando a
Leo. El niño pareció entender, porque agachó la cabeza. – Te dije que podíamos
pasar directamente al momento en el que me haces caso, pero por lo visto te
apetecía más desobedecerme un rato y que te castigara. Y si tú quieres eso,
pues yo te complazco encantado.
- Yo no quiero eso…
- ¿No? Entonces, he
debido escuchar mal ¿verdad? No es posible que me hayas dado una respuesta
maleducada. Sólo me estabas diciendo que estarás encantado de tomarte el zumo.
Leo no estaba seguro
de cómo debía responder a eso. Le parecía que su padre le estaba dando la
oportunidad de hacer las cosas bien y librarse de un castigo, pero no entendía
cómo debía responderle. ¿Tenía que "seguirle el juego" y decir que
sí, que eso era lo que había querido decir, o que no, y disculparse? ¿La
pregunta tenía trampa? Finalmente, encontró una manera de responder que le
parecía más o menos acertada.
- Me tomaré el zumo
– dijo, con un hilo de voz. – Lo siento.
- Eso era lo que
quería oír – dijo Chris, y para confusión de Leo le dio un beso en la frente, y
un azote suave. – Es más fácil hacerme caso que discutir conmigo. – le recordó,
y luego cambio el tono y la expresión para hablarle de forma mucho más
distendida – Te irá mejor si seleccionas las cosas de Nick que vas a repetir. A
él nunca le va muy bien con eso de pasarse de listo.
- ¡Eh, que estoy
aquí! – protestó Nick, indignado. Él y Peter habían observado en silencio. -
¿Ahora qué se supone que he hecho?
- Nada, pero Leo se
parece cada vez más a ti. Me ocuparé que se quede sólo con la parte buena –
chinchó Chris. Estaba de broma, pero el comentario pareció realmente ofender a
su hijo.
- No sabía que
tuviera un lado malo. – musitó Nick. – Bueno, sí lo sabía, pero confiaba en que
tú no.
- Nick, sólo era una
broma. No tienes en absoluto un lado malo. Sólo un lado respondón con cierta
facilidad para meterse en líos. Pero eso sigue siendo parte de tu lado bueno,
corazón.
Jesús. ¡Que el
hipersensible era Peter!
- ¿Y el bicho rojo
que es primo lejano de Hulk? – preguntó Nick - ¿"Eso" también es mi
lado bueno?
"Está hablando
de Adramelech" entendió Chris. "Siguen odiando su esencia de
demonio"
Chris se puso de
pie, respiró hondo, y no habló hasta asegurarse de que pensaba realmente que lo
que iba a decir era verdad. No quería mentirles, y además Nick podría
descubrirlo con cierta facilidad, en alguna de sus intrusiones a su mente.
- "Eso" es
parte de lo que eres. Y si es parte de lo que eres, entonces es algo bueno.
Esto va también por ti, Peter: no debéis rechazar esa parte de vosotros. Lo
importante no es lo que uno es, sino las decisiones que toma. Es…el legado que
os dejó vuestra madre, y le costó la vida.
- No quiero nada que
venga de ella – replicó Peter con frialdad.
- ¿Cómo puedes decir
eso? – acusó Nick. Desde que se enteró que su madre no era una drogadicta, sino
algo así como una heroína que les había protegido de otros demonios se había
convertido en su mayor fan. Y tampoco es que antes de eso la odiara mucho. Pero
Peter siempre había tenido ideas diferentes al respecto.
- Era un demonio,
Nick. La palabra no es decorativa. Significa que era un ser repugnante venido
del mismísimo infierno y que…
Nick le silenció con
un puñetazo.
- No hables así de
"ella" – ladró Nick, e hizo que ese "ella" sonara casi como
un poema….Lo dijo con veneración.
- Bah! – respondió
Peter tras frotarse el mentón. Rodó los ojos como si estuviera hablando con
alguien estúpido con quien no se pudiera razonar. Se fue de la cocina.
Todo quedó en
silencio por unos segundos. Leo decidió fijar la mirada en su plato, como si
fuera lo más interesante del mundo.
- Nick…- empezó
Christopher.
- Siento haberle
pegado – soltó el chico, rápidamente. – Lo siento. – repitió, y salió
corriendo.
Chris suspiró. Iba a
seguirle, pero entonces sonó su móvil. Era Amy. El corazón le dejó de latir, y
toda la preocupación que había sentido durante la mañana volvió a él,
multiplicada por mil. Descolgó el teléfono y se lo llevó a la oreja.
- ¿Amy? – preguntó,
con un nudo en la garganta. - ¿Amy estás bien? Por Dios, dime que estás bien.
- Suenas adorable
cuando te preocupas. Estoy bien, Chris, pero necesito tu ayuda.
- Claro dime donde
estás y aparezco ahí ya mismo. ¿Qué ha pasado? ¿Cuál es el problema? ¿Alguien
te ha hecho daño?
- ¡Chris! No es esa
clase de problema. Ya te he dicho que estoy bien. Es la clase de problema
normal que un novio normal puede resolver para su novia normal sin necesidad de
orbitar ni de usar la magia.
- Ah. – dijo Chris
mucho más tranquilo. Claro, la ayudaría en lo que fuera. Pero antes…- ¿por qué
no cogías mis llamadas? ¡Casi me da algo!
- He sido
secuestrada por mi familia. Verás, hoy es…lo que viene siendo mi cumpleaños.
Chris iba a decir
algo, pero las palabras no le salían.
"Idiota,
idiota, idiota. Es tu novia y no sabes su cumpleaños. ¡Idiota!".
Poco a poco, su
cerebro volvió a funcionar.
- Pero, y no te
ofendas, creí…que no tenías familia.
- De sangre no, pero
tengo buenos amigos que son como mis hermanos.
Una vez más,
constató lo poco que sabía sobre ella.
- Amanda, no sé qué
decirte. Ni siquiera te he comprado un regalo.
- Para empezar, NO
ME DIGAS AMANDA. Y, menos mal que no me lo has comprado, porque no quiero nada.
- Me siento
tan…estúpido. Yo…feliz cumpleaños. – dijo, y suspiró. - ¿Para qué querías mi
ayuda?
Amy soltó una
risita.
- ¿Puedes sacarme de
aquí?
- ¿Eh?
- Ven a casa,
estamos aquí. Di que me necesitas para algo…no sé, lo que se te ocurra…pero
libérame.
- Creí que estabas
con amigos…
- Y lo estoy. Pero
hay una razón por la que no sabías que hoy era mi cumpleaños, y es que yo no lo
celebro. Las fiestas trampas no me gustan nada.
Fue curioso, porque
Chris no podía verla pero habría jurado que puso un puchero. Contuvo una
risita.
- Lamento no poder
complacerla, señorita Evinson, pero no estaría bien privarla de su fiesta de
cumpleaños. – dijo Chris, con voz formal, pero a la vez divertida.
- ¡Chris!
- ¿Algo más? No
quiero entretenerte y privar a tus invitados del placer de tu compañía.
- ¡Chris ni se te
ocurra colgarme o sí que voy a privarte a ti pero no quieras saber de qué!
Sin aguantarse más,
Chris soltó una carcajada.
- Chris…- la voz de
Amy sonaba suplicante esta vez.
- ¿De verdad lo
estás pasando mal o es sólo que te molesta ser el centro de atención?
- Lo estoy pasando
fatal – aseguró ella, y a Chris no le cupo ninguna duda de que no era cierto.
- Es una fiesta, no
una tortura.
- ¡Para mí es lo
mismo!
Chris volvió a reír.
- Haremos esto: me
pasaré en un rato, cuando hayas disfrutado de tus amigos. Si sigues queriendo
irte para entonces, te secuestraré. Y si no, me quedo contigo.
- Eres realmente
odioso, ojos azules. – replicó ella, cuando entendió que Chris estaba decidido
a hacerlo así.
- Es una cualidad de
nacimiento. Hasta luego, Amy. Feliz cumpleaños de nuevo.
Como toda respuesta
recibió un gruñido, y el pitido que indicaba que le había colgado. Chris se
quedó un rato de pie, sin moverse, embargado de emociones.
Diversión. Sí, Amy
le divertía mucho.
Amor. Amor profundo.
Vale, eso asustaba. Mejor apartarlo, por el momento.
Culpabilidad.
Pero…¿qué clase de novio era que no conocía el día del cumpleaños de su chica?
No tenía un regalo…Resolvió conseguir uno antes de ir a verla.
Tras dejarse inundar
un poco más por las sensaciones que había provocado aquella llamada, y sin
tener ya el peso de la preocupación porque le hubiera pasado algo a Amy, Chris
se dispuso a ir a hablar con Nick y Peter. Como solía empezar hablando con
Peter, esa vez decidió ir primero al cuarto de Nick.
Le sorprendió ver
que su hijo le esperaba con las rodillas entre los brazos, haciéndose muy
pequeño sobre la cama, con la espalda en la pared. Aquello le hacía parecer muy
vulnerable.
-Hola – dijo, por
decir algo, tras varios segundos de silenciosas miradas incómodas. Nick pareció
despertar de un letargo mental en ese momento. Parecía a punto de echarse a
llorar. Aquello rompió a Chris más de lo que lo hubiera hecho de haber estado
llorando del todo. Ese querer y no poder le hacía ver que su hijo estaba
sufriendo por algo y su único deseo en ese momento fue ayudarle. Como fuera.
Iba a decir algo, pero Nick se le adelantó.
- No lo volveré a
hacer. Te lo prometo. No lo haré nunca más pero no me pegues con eso.
"¿Eh? ¿Con
'eso'? ¿Qué quiere decir?" pensó Chris desconcertado, hasta que siguió la
mirada de Nick. Su hijo le miraba la cintura, y Chris vio lo que su hijo estaba
viendo: el cinturón.
- No, Nick. No voy a
hacerlo. – le aseguro. Nick le escudriñó con la mirada, y pareció creerle,
porque de pronto se relajó mucho. - ¿Es por eso que estás así, como un conejo
fuera de su madriguera?
Nick negó lentamente
con la cabeza.
- Mamá – dijo
solamente, y Chris jamás se había sentido tan enternecido por su hijo como en
ese momento. Nunca había escuchado a Nick o a Peter decir "mamá".
Tampoco solía hablar de ella con ellos. Y aunque había creído saber lo mucho
que ella les importaba, se dio cuenta en ese momento de que no había tenido ni
idea. Salvó la distancia que le separaba de Nick en dos pasos y le envolvió con
sus brazos. Así fue como Nick empezó a llorar. - ¿Por qué Peter dice esas cosas
de ella? ¡Nos salvó! Ocultó nuestros poderes para que creciéramos como gente
normal y estuviéramos a salvo. Dio su vida por nosotros. Tú me lo dijiste.
- Y es la verdad.
Pero…tienes que entenderle. Yo lo hago. Esto…es difícil de decir sin que suene
doloroso, cariño, pero ella os "planeó". Ella sabía que si os
concebía…conmigo….seríais muy poderosos. Realmente creo que llegó a quereros,
pero al principio erais un plan, y para ello no tuvo reparos en engañarme y
después ocultarme además que era padre. Me alejó de vosotros. Os protegió, pero
a la vez os puso en peligro. Todo por…ambición. No me malinterpretes: me alegro
de que lo hiciera, de que decidiera tener hijos conmigo, porque gracias a eso
existís. Aunque al principio su decisión no fuera por motivos maternales, gracias
a ella estáis aquí. Así que yo…os entiendo a los dos.
- Pero eso no lo
sabes – protestó Nick. – Ella…ella podía querernos desde el principio. Sé que
era un demonio, pero eso no quiere decir que fuera mala. Tal vez…tal vez se
enamoró de ti….pero sabía que lo vuestro estaba prohibido y….y por eso luego se
fue.
Chris sabía que no
era así. Es más, sabía que Nick también lo sabía. Pero decidió no
contradecirle, porque el chico realmente parecía necesitar creer aquella
pequeña mentira. Necesitaba sentirse querido por esa mujer que le llevara en su
vientre. Le apartó el pelo de la cara con cariño.
- Tal vez –
respondió tiernamente, y le dio un beso en la frente. – Peter no pretendía
hacerte daño, corazón. Él no puede verlo de la misma forma que tú, sólo eso. Desde
luego, no escogió bien sus palabras.
Le estuvo mimando
durante un buen rato, y pudo sentir como su abrazo le confortaba. Le sintió más
pequeño que nunca entre sus brazos, y no le soltó incluso después de que se
calmara.
- Gracias – dijo
Nick, e hizo algo que no había hecho nunca: le dio un beso en la mejilla.
Generalmente dejaba que él le diera besos, pero no solía salir de él.
- ¿Y ahora, con qué
fuerzas te castigo yo, después de esto?
- ¿Me vas a
castigar? – preguntó Nick y, si pretendía darle pena, lo consiguió.
- No puedes ir por
ahí pegando a tu hermano. Esta vez te has controlado. No le has tirado al suelo
ni te has ensañado con él, es por eso que te he dicho que no voy a pegarte con
el cinturón, pero no puedes darle un puñetazo cada vez que diga algo que te
moleste.
Nick asintió. Chris
suspiró.
- No quiero que
vuelvas a hacerlo. Esta semana te ocupas tú de Ariel en lugar de Peter
¿entendido? Y no verás la televisión por dos semanas.
Nick volvió a
asentir, y lentamente esbozó una sonrisa.
- ¿Quiere eso decir
que no me vas a…"ya sabes"?
- Esta vez no.
Considéralo tu recompensa por ocuparte de todo cuando yo…me vine abajo. Pero,
te lo advierto, nada de tocar a tu hermano.
- Eres el mejor
padre el mundo. – le aseguró.
- Y tú el pelota
menos sutil que conozco – dijo Chris, riendo – Y eres el mejor hijo, también.
Ahora, ¿por qué no te arreglas un poco? Creo recordar que hoy vas a ver a
Rachel ¿nop? No querrás hacerla esperar: ese es su trabajo. Cuando estés listo
baja al salón ¿vale? Quiero hablar contigo y con tu hermano.
Dejó a Nick con cara
de concentrado, y fue a hablar con Peter. Se dijo que si apenas había castigado
a uno, no podía ser más duro con el otro. Peter ni siquiera había golpeado a su
hermano. Llamó a su puerta antes de entrar.
- Hola, Peter.
¿Puedo pasar?
- Bueno, ya has
pasado.
Chris parpadeó,
sorprendido por esa respuesta antipática.
- ¿Qué quieres? – le
ladró Peter.
- Para empezar, que
seas más amable. De eso va esto, en realidad. De amabilidad y delicadeza. Has
sido muy brusco con tu hermano, al hablar de vuestra madre.
- No es mi madre. Es
la mujer que me prestó su cuerpo por nueves meses, ya te lo dije.
- Las cosas han
cambiado. Ahora sabemos la verdad. Puedes acusarla de muchas cosas, pero de
abandonarte: se murió, y no a causa de la droga.
- ¡Me dejó en un
orfanato!
- ¡Para protegerte
de quienes querían hacerte daño! Mira…Te entiendo. De verdad que sí. Nick la
idealiza. Era un demonio…Los demonios no tienen alma y actúan por ambición.
Xandra, Ariel, o como queráis llamarla, quería poder: el poder que vosotros
ibais a darle Pero…mi familia ha visto como algunos QUIEREN conseguir un alma.
Algunos lo hacen, a un alto precio. Vuestra madre no se ganó un alma, pero
quizá si vuestro perdón, por intentar protegeros. Os quiso, Peter. Tuvo que quereros
de verdad para protegeros y renunciar a sus ambiciones al haceros creer como
gente normal
- ¡Qué sabrás tú!
¡No era más que una zorra con pretensiones!
Chris estuvo a punto
de responderle con la misma ira con la que había hablado Peter, pero luego se
dio cuenta de que esa ira era fruto del dolor.
- Puedes…puedes
pensar lo que quieras, pero has de respetar lo que piensa tu hermano y no
puedes herir sus sentimientos. Y tienes que cuidar la forma en la que hablas.
- Era una zorra.
Sólo estaba siendo sincero.
- Me refería a cómo
te referiste a ella frente a Nick. De todas formas, lo cierto es que no era eso
que la has llamado Peter, y que no quiero que te refieras así a ninguna mujer:
mucho menos a la que te concibió.
- Ella no era una
mujer. Era un demonio. Y si tanto la querías, haberte casado con ella.
A Chris le estaba
costando mucho mantenerse firme en su propósito de no castigarle. Peter estaba
echando toda su rabia contra él
- Te aseguro que no
soy su mayor fan. Esto no es sobre ti o sobre mí. Es sobre tu hermano, y el
hecho de que él la quiere. Cómete el orgullo, y acepta que no deberías haberte
expresado así.
- Quizá debería
haberme expresado a puñetazos. Ese parece un mejor medio de expresión, por lo
visto.
- No, Nick tampoco
obró bien y ya he hablado con él de eso. Pero ahora estoy hablando contigo,
sobre lo que has hecho tú. Y me estoy cansando de ser el objetivo de tu rabia y
tu sarcasmo, Peter.
- Espera que no seas
el objetivo de otra cosa…
Chris había tenido
suficiente. Se acercó a él, le levantó, y le dio cinco azotes.
- Basta ya. Quiero
que vayas a disculparte con Nick. Vamos.
- No voy a
disculparme por ser sincero.
- Guárdate tu
sinceridad. No puedes ser tan brusco y maleducado. No te pido que renuncies a
tus ideas sino que busques la forma de no herir a tu hermano al expresarlas.
Baja, y discúlpate.
- Espera sentado –
replicó Peter, y Chris se sentó, efectivamente, pero para atraerle hacia sí y
bajarle la ropa. Luego le puso sobre sus rodillas.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Eso bastó para que
Peter se echara a llorar por fin, y se abrazara a él, cuando Chris le dejó
incorporarse. Lloraba de rabia contenida, de dolor emocional, y posiblemente de
pena por ser un niño sin madre. Chris lamentaba haber tenido que castigarle para
que el chico encontrara la forma correcta de expresar esas emociones, pero se
alegraba de que por fin estuvieran en un punto en el que lo que le dijera no
fuera recibido con groserías y malas respuestas. De pronto su intuición habló
por él, expresando pensamientos que ni siquiera estaba seguro de haber tenido.
- Sé que duele,
tesoro. Ella no está aquí; no ha estado nunca y duele. Ese es el verdadero
motivo de todo esto. Te daría igual si fuera un demonio o un extraterrestre si
pudieras tenerla aquí a tu lado. Lo entiendo. Es injusto, es mezquino, y es un
error. El lugar de un hijo es con su madre. Pero ella no tiene la culpa de eso.
Nadie la tiene. Murió. La muerte es lo único que puede separar a una verdadera
madre de su hijo. Por eso choca oírte hablar así de ella, porque era tu madre.
Se ganó ese derecho al decidir que vuestro bienestar le importaba más que el
suyo propio.
Peter sollozó sobre
él y Chris supo que había dado en el clavo. Peter no odiaba a su madre. La
quería, y ese era el problema: que no estaba ahí parar quererla. Le besó en la
frente y dejó que su presencia le reconfortara.
- Me…me he pasado
toda mi vida odiándola por ser una drogadicta – dijo Peter al cabo de un rato –
Por elegir la droga antes que a nosotros. Y…ahora resulta que nos eligió a
nosotros antes que a la magia. Y en vez de hacerme sentir mejor me hace sentir
peor. ¿Por qué ya no puedo odiarla? Odiarla era sencillo. Era mala, y se lo
merecía. Pero…ahora sé que me quería. Que podía haber tenido una vida junto a
ella, y no la tuve. ¿Cuántas cosas habrían sido diferentes?
- Eso no podemos
saberlo, tesoro. Pero te quería. Es con eso con lo que tienes que quedarte.
Ella te quería, y yo te adoro.
Peter asintió y se
quedó un rato recostado contra él.
- Te quiero – le
dijo luego. – Eres el mejor padre que se puede tener.
Era la segunda vez
que le decían eso en aquél día, y Chris iba a empezar a creérselo.
- Tú eres el mejor
hijo. Ahora sé que soy el hombre más rico del mundo, porque tengo tres tesoros
y cada uno de ellos es más de lo que podría desear.
- ¡No! ¡Tú tesoro
soy sólo yo! – protestó Peter, con infantilismo y casi poniendo un puchero.
Chris se rió.
- Sólo tú – le
aseguró con cariño. - ¿Sabes por qué te llamo así?
- Nop – dijo Peter,
negando también con la cabeza y mirándole con repentino interés.
- Yo tampoco –
reconoció Chris – Me salió sólo, y creo que es porque mi alma se dio cuenta de
lo valioso que eres para mí, y de lo mucho que tú necesitas sentirte valioso.
Sé que piensas que soy yo, que te miro de forma diferente a como lo hacen los
demás, pero ahora sabes que tu madre también pensaba así. Eres valioso para
muchas personas.
Peter apretó el
abrazo con cariño. Tras unos segundos, se soltó.
- Le debo una
disculpa a Nick – le dijo.
- Está en el salón.
Hay algo que quiero hablar con los dos.
Peter asintió, y
bajó. Nick estaba sentado en el sofá, esperándoles.
- Siento lo que he
dicho – empezó Peter. – Sé que "ella" es muy importante para ti….y en
realidad para mí también.
Nick abrió mucho los
ojos al escuchar esto. Luego, miró a su hermano como si acabaran de empezar a
compartir algo importante.
- Y yo siento
haberte golpeado. En mi defensa diré que tienes una barbilla muy dura, y que
creo que yo he salido peor parado.
Peter sonrió, y Nick
le devolvió el gesto. Se sentaron los dos juntos, y luego miraron a Chris,
expectantes. Christopher había observado, fascinado y encantado, la facilidad
con la que los dos hermanos hacían las paces. Empezó a buscar las palabras
adecuadas para decir lo que quería decir…
- Los dos conocéis y
controláis bastante bien vuestras habilidades de brujo. De hecho, lo habéis
hecho con una facilidad y una rapidez poco habituales. Me alego de que…os
hayáis adaptado…tan bien. Pero brujos no es lo único que sois. Sois demonios. Y
no unos cualquiera. Vosotros podéis…podéis marcar la diferencia. Tenéis
alma…tenéis alma de nacimiento…y sé de sobra que tenéis un buen corazón. Así
que, por favor…entended de una vez que ser demonios no es algo malo. No en
vuestro caso. Me gustaría…me gustaría intentar…Quiero ver cómo podemos hacer
que cambies de forma.
- Pero…eso es
peligroso – dijo Peter. – La última vez…Yo…nosotros…Podemos hacerte daño.
- Tomaremos
precauciones. No tengo miedo de vosotros. Comprended esto, por favor. Confío en
vosotros. En los dos. Y sé que esto va a salir bien. Así que, mañana…mañana
podemos intentarlo.
- ¿Por qué no hoy? –
preguntó Peter – Si vamos a hacerlo…si estás seguro…hagámoslo antes de que
tenga tiempo de pensar lo mala idea que es esto.
- Tú hermano tiene
que hacer de Romeo hoy – explicó Chris – Y yo tengo que rescatar a Amy de su
propia fiesta de cumpleaños.
- ¿Es su cumpleaños?
– dijo Nick.
- Por lo visto. Lo
había ocultado, porque no la gusta celebrarlo. Me ha pedido que la saque de las
fauces de sus amigos.
- Pues entonces ¿qué
haces aquí? ¡Ponte la armadura y ve a rescatarla! – le dijo Peter, y Chris
sonrió.
- En seguida.
Primero quiero ver que está todo bien.
- Perfectamente. Los
demonios son buenos, lo hemos entendido. Eres un loco idealista, pero lo hemos
entendido. Ahora vete. – dijo Nick, enfatizando con las manos, para indicar que
se fuera.
- ¿Me quieres echar?
– preguntó con diversión. – Está bien. Pásalo bien, Nick. Vuelve antes de las
diez. Y Peter, tú…
- Yo no puedo salir,
lo sé, lo sé.
- Pues ésta vez
recuérdalo, y no salgas. – dijo Chris, pero sin sonar enfadado. Subió a
despedirse de Leo y luego orbitó.
Antes de ir a casa
de Amy hizo una parada para buscar un regalo. Se encontró dudando entre dos:
uno caro y otro más normal. Sabía que Amy no era amiga de los lujos, pero él realmente
quería gastarse dinero en ella. Así que decidió comprarle los dos: una cosa
tonta y detallista y luego un regalo "de verdad". Con todo listo, se
presentó en su casa, y llamó al timbre. Le abrió un chico al que no conocía.
Chris vio que era más joven que él…
"De la edad de
Amy" entendió, y por alguna razón, se puso celoso.
- ¿Tú eres…? –
preguntó el desconocido.
- Christopher.
Christopher Haliwell.
- ¡Déjale pasar,
Glenn! ¡Es mi novio! – gritó la voz de Amy, desde dentro.
El desconocido abrió
los ojos, sorprendido. Luego los entrecerró y no se movió, impidiéndole el
paso.
- Así que eres su
novio.
- Pues eso parece –
respondió Chris, algo incómodo. ¿Ese hombre iba a ser realmente tan directo con
aquello de los celos? ¿Ni siquiera iba a intentar ser sutil? Chris no había
pensado en que podía tener competidores…Pero entonces…
- Como la hagas daño
te descuartizo ¿entiendes, rico? – dijo aquél hombre, y Chris notó algo raro en
su voz, y en su forma de moverse.
"Es gay"
supo entonces, y suspiró, aliviado. "Vale, ¿por qué te alivias? Este es
gay, pero seguro que Amy tiene más amigos. ¿Vas a tener celos de cada uno de
ellos?"
- Lo último que
quiero es hacerle daño – respondió Chris, con calma. El hombre le escrutó un
poco más, y luego sonrió, con unos dientes muy blancos. De pronto, empezó a
hablar mucho, y muy deprisa. A Chris le cayó bien casi de inmediato.
- ¿Le traes un
regalo? A Amy no la gustan, me encanta que no la hagas caso. A Amy hay que
hacerle el caso justo. ¿Qué es? Bueno, es igual, lo veremos ahora. Yo le he
regalado un bolso, pero me temo que lo usará de pisapapeles, como todos los
demás. Vamos, pasa, pasa, no te quedes ahí. Amy y yo somos amigos desde…desde
siempre. Soy su mejor amigo en el mundo, seguro. Y ¿cómo os conocisteis? ¿En
qué trabajas? Ella no quiere contar nada. Vamos, hombre, ¡dímelo!
Chris se rió. ¡Pero
si era imposible decir nada!
- Llevo un club,
junto con mi hermano. La conocí gracias a él.
Ya no hubo ocasión
de hablar más, porque Amy se tiró en ese momento a los brazos de Chris. Él se
agachó y la dio un beso.
- Cuanto has tardado
– susurró ella, en su oído. – Ahora sácame de aquí.
- ¿Tan horrible es?
– preguntó, susurrando también mientras hacía como que le olisqueaba el pelo y
depositaba un tierno beso en su cabeza.
- Como me digan
feliz cumpleaños una vez más…- dijo ella como toda respuesta.
- Ah, sí. Feliz
cumpleaños. – dijo Chris, sonriendo, y en voz más alta. Amy le dio un pisotón.
- ¡Ay! ¡Qué llevas tacones! – protestó, sin dejar de reír.
- ¡No te hagas el
gracioso conmigo! ¡Tienes suerte de que te necesite para sacarme de aquí,
porque si no…!
Chris miró, y se dio
cuenta de que Glenn les había dejado solos. Podían hablar libremente, sin
susurrar.
- ¿Quién te dice a
ti que he visto a llevarte? Yo he venido a una fiesta. No secuestro a chicas
que me andan pisoteando.
- ¡Chris! – exclamó
ella, horrorizada. - ¡No puedes hacer esto!
- ¿Hacer el qué?
¿Celebrar el cumpleaños de mi novia con ella y sus amigos? Por cierto, te he
traído regalos. Anda, ábrelos.
- No tenías que
haberme comprado nada…
- Pero lo he hecho.
Así que, abre.
Amy le dedicó una
mirada furiosa más, y luego sacó un paquete de la bolsa que llevaba Chris, a
regañadientes. Ese era el "barato". En realidad, era una cadena de
oro en la que había pedido que grabaran sus nombres. Amy lo miró boquiabierta.
Chris supo, por su expresión, que le gustaba.
- Enhorabuena. Es ya
una novia de 29 años, señorita Evinson.
Amy le miró,
intentando seguir molesta pero no parecía conseguirlo del todo.
- ¿Y esto que es,
para que la edad no me haga olvidarme del nombre de mi tremendamente odioso
novio?
- No. Es para
demostrarte que eres mía, y que yo soy tuyo. – dijo Chris, con ojos ardientes.
Amy abrió mucho los suyos, sorprendida. Chris la atrajo hacia sí, y la dio un
beso.
- No sueles hablar
así – le dijo ella.
- ¿Y cómo suelo
hablar? – preguntó, dándole besos cortos en la comisura de los labios.
- No tan…- empezó
Amy, pero Chris no le dejó terminar y la alzó con un solo brazos. Ella pesaba
tan poco…- ¡Wow!
- Hoy tengo el día
apasionado. Es el efecto que me provoca estar delante de ti. Especialmente
cuando te ves tan hermosa.
Amy se quedó sin
respiración.
- Me sorprendes,
ojos azules. – dijo, mientras le acariciaba.
- Gratamente,
espero.
Ella le sonrió.
- Me gusta mi regalo
– le dijo, y le dio la muñeca para que le pusiera la cadena. Chris lo hizo, sin
dejar de sonreír.
- Tengo otro. –
anunció, levantando la bolsa que llevaba colgado del brazo.
- ¿Otro?
- Ábrelo.
Amy lo hizo, con más
curiosidad que desagrado. Pero aun así, mientras se peleaba con el papel de
envolver, le dijo:
- No quiero que
gastes dinero en mí.
- Pero yo quiero
gastarlo.
Ella le miró mal, y
terminó de abrir el paquete. Ese era el "caro". Dentro había un de
estos paquetes de "Vive una experiencia": intercambias la caja por
una experiencia única, que varías desde spas de lujo a suntuosos cenas. Amy
pareció extrañarse, pero luego curioseó para ver qué era.
- "Bautismo de
buceo" – leyó la mujer.
- Una tarde nadando
entre delfines y ballenas – explicó él. – Tal vez…tal vez habrías preferido
algo como dos noches en un hotel pero…pero….Estas experiencias son para dos
personas y….y yo no puedo rime ahora, por mis hijos. Y no pensaba dejar que
nadie más fuera contigo. – dijo, en un tono posesivo que le sorprendió hasta
él. - A…a bucear puedes ir con quien quieras – añadió, de pronto muy nervioso,
pensando que ella no tenía por qué querer ir con él. Amy le acarició la mejilla
con el dorso de la mano.
- Me encanta cuando
te pones nervioso, y autoritario y en plan "eres mía y yo soy tuyo".
No me habías enseñado ese lado tuyo antes. No quiero ir con nadie más que
contigo, Chris. Gracias por esto. Es…es de veras un gran regalo – le dijo, y le
sonrió, pero aquella sonrisa no le llegó a los ojos.
- ¿Qué ocurre? –
preguntó Chris, preocupado.
- No quiero pensar
cuánto te ha costado todo esto. Pero puedo hacerme una idea. Es… mucho dinero.
Demasiado.
- No es nada que no
te merezcas – le dijo él con dulzura.
- No me conoces
tanto. Soy sólo… una chica que quizá te agrade. No puedes coger y gastarte una
fortuna en mí…
- No vuelvas a decir
eso – dijo Chris, casi enfadándose – Eres mucho más que una chica que me
agrada. Eres la mujer a la que amo.
Y Chris se
sorprendió de decirlo tanto como Amy de escucharlo. Se miraron a los ojos y se
besaron. De pronto, el beso se fue transformando en otra cosa. Más…fuerte.
Más…intenso. Ella le sorprendió al morder el lóbulo de su oreja.
- ¿Aún quieres que
nos vayamos? – la preguntó.
- Me temo que si me
secuestra ahora, señor Haliwell, sus intenciones no serían del todo puras.-
respondió Amy, con un brillo de picardía en los ojos. - Además, aun no te he
presentado a nadie. No me lo perdonarían si te dejo salir de aquí sin que te
interroguen.
Chris sonrió, y se
dejó llevar hasta el salón donde estaba todo el mundo. Y ahí fue presentado, y
vuelto a presentar, y se sintió una atracción de feria. En verdad, Amy tenía
muchos amigos. El casi no tenía ninguno…su mejor amigo era su hermano, y no
sabía hasta qué punto era no era un poco triste. Pero el hecho de tener que
guardar un secreto como el que el guardaba dificultaba un poco tener verdaderas
amistades. Había gente con la que se llevaba bien. Algún amigo del instituto
con el que aun hablaba…pero todos se acababan cansando tarde o temprano de que
cancelara los planes a última hora sin poder dar una verdadera explicación.
Lo pasó bien. Era un
plan muy…normal. Dos novios celebrando un cumpleaños con amigos, tranquilamente
en casa hablando, riendo y con música. En ese momento al mundo no le importaba
su magia, o que tuviera tres hijos de los que ocuparse. Se sintió normal y
joven.
Cuando volvió a su
casa eran las diez y media. Sonreía como un idiota, estaba seguro. Orbitó en el
salón, y al primero al que vio fue a Peter, viendo la TV con Leo encima. El
niño estaba dormido, por lo que Peter se llevó un dedo a los labios. Se levantó
con cuidado de no despertarle, y fue a abrazar a Chris.
- Se te ve feliz –
le dijo el chico.
- Ha sido…divertido.
- Me alegro. ¿Qué
tal estaba Amy?
- Menos molesta de
lo que quería hacerme creer. Tiene amigos que se preocupan por ella. Es bueno
saberlo.
Peter le sonrió. Se
le veía cansado: tal vez él se hubiera dormido también.
- ¿Y Nick? ¿Qué tal
se lo ha pasado? – preguntó Chris.
Peter se puso serio
de pronto, y le miró con cautela.
- Aún no ha vuelto –
le dijo.
La burbuja de
felicidad de Chris se reventó.
- Le dije a las
diez. – musitó, mirando el reloj. 22.35. Más de media hora tarde. Chris había
llegado después precisamente para no ver si Nick llegaba unos minutos tarde, y
así hacerse el sueco, dándole un poco de manga ancha.
Peter vio que su
padre comenzaba a enfadarse e intentó calmarle.
- Se le habrá pasado
la hora. No te enfades con él, vendrá en seguida.
- Más le vale.
Recordó la regla
cuando él era adolescente. En su casa era clara: media hora es un castigo; una
hora es una paliza; más de una hora…en fin, nadie había llegado más de una hora
tarde, ni él ni sus hermanos.
Chris sacó el móvil
y llamó a Nick. Y ese sería el ritual que repitiera durante los minutos
siguientes, sin resultados. Nick no se lo cogía. Chris paseaba por el salón
inquieto. Peter entraba y salía, sin saber si era mejor hablar con él o no.
- Llévate a Leo a su
cama, por favor – le dijo Chris en un determinado momento.
Peter asintió, y
cogió al niño en brazos. Bajó unos minutos después. Chris estaba aun más
nervioso si cabe, y soltó un improperio tras colgar el teléfono por vez número
quinientos.
- Son las once.
¿Dónde narices está? – preguntó Chris. - ¿Y si le ha pasado algo?
- ¿No te lo coge?
- Apagado o fuera de
cobertura. ¿Para qué se lleva el móvil si no va a usarlo?
- Algo le habrá
retrasado…
- ¿Y tanto le cuesta
llamar para avisar?
Media hora después,
Chris estaba considerando seriamente salir a buscarle.
- Lleva una hora y
media de retraso. Ya puede haberle pasado algo, porque si no le haré desear que
le haya pasado – dijo, y luego fue consciente de la burrada que había soltado.
Si a Nick le pasaba algo de verdad él se moría. Miró a Peter, y vio que él
sabía, como él, que no lo había dicho en serio. La presencia del chico le tranquilizaba.
Era como un talismán para la paz y le agradecía que estuviera allí con él,
esperando. – Por Dios, ¿es así cuando se sentían mis padres cuando les hacía
esto?
- ¿Llegabas tarde a
menudo? – preguntó Peter para distraerle.
- Bueno, lo cierto
es que me pasé gran parte de mi adolescencia castigado sin salir. – confesó
Chris, y Peter le miró para que continuara. – Yo no solía meterme en líos muy
gordos, así que me castigaban sobretodo sin salir, sin Tv o sin teléfono. Si te
digo la verdad a mí no me importaba. El único lugar al que yo quería salir era
al inframundo a…bueno, ya sabes a qué. Sólo empecé a ser "un chico
normal" cuando conocí a Bianca, y para entonces era un poco mayor que tú
ahora. Pero sí, cuando salía volvía más tarde de mi hora. Y como consecuencia
eventualmente, además de una paliza, solía estar castigado sin salir los días
siguientes. Así que era un ciclo.
A Peter le fascinaba
la facilidad con la que su padre le hablaba de un tema del que hasta entonces
son había hablado con él. Tal vez eran los nervios, que le volvían más
comunicativo, pero decidió aprovecharse. El tema era demasiado
"jugoso" como para dejarlo. Su padre en líos…
- ¿No te metías en
líos gordos? – preguntó, basándose en lo que él había dicho.
- Generalmente no.
Ese era Wyatt. Yo estaba entre medias de Wyatt, que la armaba casi todas las
semanas, y Melinda, que no rompía nunca un plato y los pocos que rompía los
escondía yo.*
- Así que tú eras el
bueno.
- En mi opinión sí,
pero seguro que papá no opina lo mismo – opinó Chris, casi riendo. Casi. –
Gracias por intentar distraerme, Peter, pero no funciona. Algo tiene que
haberle pasado a tu hermano. Está tardando demasiado.
Peter también se
estaba preocupando, y le estaba costando mucho no exteriorizarlo. No quería
poner a su padre más nervioso. Chris intentó llamar una vez más, pero nada.
- Es de noche. Las
ciudades de noche son peligrosas. Ha podido atropellar un coche, o atracarle o
cualquier cosa. Y eso sin contar los "peligros mágicos". Es
improbable, pero quien sabe. Tal vez el rumor de vuestra existencia haya
corrido por el inframundo. Tal vez más demonios os codicien, y no sólo Barbas.
- Papá, cálmate.
Vamos a pensar con la cabeza. No estoy acostumbrado a este tipo de cosas, pero
creo que lo normal en estos casos es llamar a la gente con la que él esté. ¿Has
llamado a Rachel?
- Mierda. No.
- Vale. Toma su
teléfono. – dijo Peter, y sacó su móvil para mirar en la agenda. Chris lo copió
y llamó, pero tampoco se lo cogió. Los dos resoplaron a la vez.
A las doce menos
diez, una hora y cincuenta minutos después de la hora que Chris le había dicho,
oyeron como se había la cerradura y vieron entrar a Nick. Peter se preparó para
impedir que Chris estrangulara a su hermano, pero no hizo falta porque Chris se
limitó a abrazarle, aunque casi le asfixia por la fuerza que puso en el gesto.
- ¿Estás bien?
¿Dónde has estado? ¿Por qué vienes tan tarde?
Al principio, Nick
no respondió. Se sintió abrumado por la preocupación que reflejaba la voz de su
padre. Sabiendo que estaba mal, no pudo evitarlo e hizo algo que llevaba un par
de días sin hacer: le leyó la mente. En la mente de Chris había muchas cosas en
ese momento. Estaba el eco de un miedo insoportable…algo que hizo que Nick
sintiera miedo también y de pronto se dio cuenta de que ese miedo era por él.
Su padre realmente se había asustado. Sintió algo más, y jadeó ante la
intensidad de ese sentimiento. Chris…le quería tanto…En ese momento estuvo
seguro. Nick nunca había sentido algo así. ¿Era posible querer tanto a alguien?
¿Y de verdad ese sentimiento era por él? A Nick se le saltaron las lágrimas.
- Papá, no quería
preocuparte.
- ¿Qué no querías
preocuparme? ¿¡Qué no querías preocuparme!? ¿Y qué pensabas que iba a pasar al
ver que no volvías ni respondías mis llamadas? – bramó Chris, cada vez más
alto, y gritaba también en su mente, provocándole a Nick dolor de cabeza. De
pronto percibió un sentimiento notablemente menos positivo. Era claramente
enfado, y mucho. Su padre sí que tenía carácter. Nick salió de su mente
inmediatamente, porque no era agradable. Pero escapar de los pensamientos de su
padre no iba a hacer que escapara a su enfado, y lo sabía muy bien.
- Yo…yo…
- ¿Por qué llegas
tan tarde? – exigió saber Chris. Nick miró a Peter, que observaba en la
distancia. Le pidió ayuda con la mirada, pero su hermano se mantuvo
indiferente. Nick no necesitaba leerle la mente para saber lo que pretendía
decirle: "estas sólo en esto, a mí también me has asustado, idiota".
- Se me pasó la
hora…
- ¿Se te pasó? ¡A
UNO SE LE PASAN DIEZ MINUTOS, NO DOS HORAS!
- Me lo estaba
pasando bien…- dijo Nick, muy bajito, y supo que hubiera hecho mejor en no
decirlo. En vez de gritar Chris entrecerró los ojos y habló muy, muy bajo.
Tanto que Nick casi tuvo que esforzarse para oírle.
- Eso espero. Porque
no vas a volver a salir en tres semanas. ¿Por qué no cogías el móvil?
Nick supo que más le
valía decir la verdad. Total. ¿Qué iba a cambiar ya?
- Suponía que ibas a
gritarme y a enfadarte conmigo y que me harías volver…
- ¡NO LO COGISTE
APOSTA! ¡Serán cuatro semanas! Cuatro semanas sin salir de casa y me estoy
planteando que sea todo tu maldita vida. Ve a tu cuarto, vamos.
- Papá, lo siento…
- ¡ME DA IGUAL! ¡NO
ME IMPORTA QUE LO SIENTAS! ¡NO VAS A VOLVER A HACERME ESTO! – le aseguró, y eso
bastó para que Nick subiera corriendo a su cuarto, antes de enfadarle más.
Chris respiró hondo varias veces. Peter se acercó a él, despacio, sin saber si
era mejor que él se fuera también.
Con los gritos,
habían despertado a Leo, que bajó las escaleras poco después de que Nick las
supiera. Entró al salón frotándose los ojitos.
- ¿Qué pasa, papá?
- Nada – respondió
Chris, con demasiada sequedad.
- Va-vale. Buenas
noches, papi…
Chris respiró hondo
una vez más. La culpa no era de Leo.
- Buenas noches,
campeón. Ven aquí que te de un beso. ¿Estás cansado? – preguntó mientras le
envolvía entre sus brazos y le llenaba de besos. El niño asintió.
- Peter y yo hemos
jugado al escondite, y a un juego de la play, y hemos enseñado trucos a Ariel
y….y…más cosas de las que no me acuerdo.
- Vaya, suena como
una tarde muy divertida – comentó Chris.
- He oído que no se
me consideraba una compañía muy entretenida y hecho lo posible por cambiar eso
– dijo Peter, con una sonrisa. Se acercó a Leo para darle un abrazo. – Ale, a
dormir, peque, que se te van a caer los párpados.
- ¿Habéis cenado?
- Por supuesto. A
ver si te crees que voy a matar a mi hermano de hambre. Pero lo que hemos
comido es un secreto ¿verdad? – dijo Peter, guiñándole un ojo a Leo. El niño
asintió, soltó una risita y se fue a dormir – Ha comido el pescado que me
dejaste, pero como sabía que me iba a hacer una escena lo desmenucé y lo hice
croquetas – explicó cuando se hubo ido. – La bechamel es una de las pocas cosas
que sé cocinar.
- Qué tramposo.
- Dijiste que se lo
comiera. El como ya era cosa mía.
Intercambiaron una
sonrisa.
- ¿Y tú qué has
cenado? – preguntó Chris, sabiendo que Peter y su filosofía de no comer
animales jamás cenaría pescado.
- Yo no tenía
hambre…
Chris le gruñó, casi
literalmente.
- De verdad que no
tenía hambre, papá. No estoy delgado…¿a qué tanta cosa con que coma?
- Tienes
antecedentes de dejar de comer durante largos periodos de tiempo. Y no pienso
dejar que lo hagas de nuevo.
- Pero…ha sido sólo
una noche…
- Eso te lo aseguro
yo, porque mañana vas a comer doble.
Peter rodó los ojos.
- Buenas noches,
papá. Mi estómago vacío y yo nos vamos a dormir.
Peter se escabulló
escaleras arriba antes de que pudiera haber represalias ante su descarado
comentario. Chris sacudió la cabeza. Estaba más tranquilo, su preocupación por
Nick aliviada y su enfado visiblemente disminuido por la interacción con sus
otros dos hijos. Pero cuando se quedó sólo de nuevo sintió que la ira quería
volver a salir de su interior. Nick se había retrasado ¡dos horas! Sin ningún
motivo más allá que el de la mera diversión. Era tan irresponsable, inmaduro y
tan…tan "Nick", en definitiva. Suspiró. Subió al cuarto del chico,
que le esperaba con el pijama puesto, sentado sobre la cama.
- Cuando subo aquí a
esta hora, lo que me apetece es darte las buenas noches, no castigarte. Pero
esta azotaina te la has ganado a pulso. – le dijo.
Nick no respondió.
Era consciente de que su padre tenía razón. Había leído en su mente cuánto le
había preocupado. Se obligó a no entrar en su mente en ese momento, porque posiblemente
lo que encontrara no le iba a gustar.
- ¿Tienes algo que
decir? – preguntó Chris, y Nick negó con la cabeza. – Bien, pues entonces…
Nick se levantó de
la cama, y Chris se sentó en ella. Le bajó el pantalón, orbitó el cepillo, y
tumbó a Nick sobre sus rodillas. Una vez allí, le bajó el calzoncillo. Era ya
un ritual que Nick conocía muy bien. Cerró los ojos, esperando lo inevitable.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te doy una hora
de volver tú estás a esa hora o antes. Nunca después. Nunca.
Nick empezó a
llorar.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Nick soltó grititos
dispersos, pero intentó quedarse quieto, con más o menos éxito.
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Si te llamo al
móvil, lo coges. ¡No puedes ignorar mis llamadas!
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Nick se mordió la
lengua para no pedirle a su padre que parara. ¿Por qué rayos tenía que doler
tanto? Picar. Sobre todo picaba.
- ¡No vuelvas a
preocuparme así en tu vida!
CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris dejó el
cepillo y comenzó a acariciar la espalda de Nick, con movimientos automáticos.
Suspiró, y empezó a ser más cariñoso, consciente de que ya le había castigado.
Además, le parecía que Nick había entendido que no podía volver a hacer algo
como eso…El chico no se había rebelado ni se había mostrado desafiante. Chris
le dejó llorar sin dejar de mimarle, y luego le sentó en su regazo.
- Sh, ya está,
cariño. No vuelvas a hacerlo ¿de acuerdo? Me he asustado mucho. Podía haberte
pasado cualquier cosa…
Nick asintió, y se
abrazó a él, sollozando.
- Lo siento.
- Ya, bebé. Vamos,
deja de llorar. Estás perdonado, ya lo sabes.
- Yo no quería
asustarte…Lo siento…
- Sé que lo sientes.
Tienes que pensar en los demás aunque te estés divirtiendo, cariño, pero sé que
la próxima vez lo harás. No te pongo una hora de volver porque sí, Nick. Es un
acuerdo, para saber cuándo tengo que esperarte, y una hora que me parece
segura, cuando aún hay gente en la calle y sé que no es peligroso.
Quería hablar de eso
con él, pero no parecía posible porque Nick aun lloraba mucho.
- Papá, déjame
levantarme…- pidió.
- ¿Por qué, mi amor?
- ¡Porque me duele!
– dijo Nick con vergüenza. Chris aflojó el abrazo, Nick se levantó, y se frotó
el trasero. Chris contuvo una sonrisa. Nick se tumbó entonces boca abajo en la
cama, junto a él, y dejó que Chris le acariciara el pelo. A Chris le pareció
que lloraba un poco menos y probó entonces a decir lo que quería decirle.
- La hora de volver
es más que una norma de convivencia ¿entiendes? Es una norma de seguridad.
Tienes que obedecerme porque soy tu padre, pero también hay hora para mí. Si yo
digo que voy a volver a las once, y llego dos horas después, vosotros os asustaréis.
Pensaréis que ha podido pasarme algo. Y yo soy un adulto y "puedo"
hacer lo que quiera aunque no deba.
Nick asintió. Lo
entendía perfectamente. Aun así, y puesto que estaban hablando con libertad…
- Las diez es muy
pronto…Rachel no tiene hora de volver – dijo Nick. Chris alzó una ceja, dándose
cuenta de que mentía y le dio una palmada suave, reavivando el dolor del
reciente castigo.
- ¡Auch! Vale,
vale…sí tiene hora. Pero vuelve más tarde, y eso es verdad. No tiene que volver
hasta las once y media. ¡Y ella es chica! ¡Sus padres tienen más motivos para
tener miedo de lo que puedan hacerle!
- Eso no vale
conmigo, cielo. Seas chico o chica voy a preocuparme igual. Hablando mal y
pronto, crees que a ti no te pueden violar ¿verdad? Bueno, te equivocas, pero
además eso no es lo único que pueden hacerte. Y, aunque se supone que los
hombres "se pueden defender" y todo eso, si viene un tipo con una
navaja Rachel y tú tenéis que hacer lo mismo: alejaros de él todo lo que
podáis. Nunca te enfrentes directamente a un atracador, por lo que pueda pasar.
Eso es algo que no hace ni la policía, si no van armados, y ellos están
entrenados. Es cierto que tú tienes las ventajas de tus poderes, pero eso casi
es un motivo más para ser precavidos. Puedes asustarte y usarlos en público, y
eso te metería en muchos problemas. Aparte de que el hecho de que tengas
problemas puede hacer que tus atacantes no sean simples humanos.
- Entendido – dijo
Nick, con un suspiro. – La calle de noche no es segura para nadie.
- Sobre todo si vuelves
sólo.
- Sobre todo si
vuelvo sólo. Pero…
- ¿Pero?
- Sigue siendo
cierto que Rachel puede volver más tarde que yo.
Chris casi sonrió
por la insistencia del muchacho.
- Este es el trato.
Cuando puedas volver a salir, y aún queda mucho para eso, podrás volver a las
once sí y sólo sí volvéis en grupo. Concretamente, me tranquilizaría mucho
saber que vuelves con Paul. Es algo así como un armario con piernas, y veo poco
probable que alguien en su sano juicio intente atracarle a él. Cuando vuelvas
sólo tu hora seguirán siendo las diez. ¿Entendido?
Nick sonrió.
- Pero…¿y si vuelven
a invitarme a una fiesta?
Chris alzó una ceja.
- No sabes cuándo
parar ¿no? ¿Crees que éste es el mejor momento para que haga concesiones?
Nick se hizo
pequeñito, entendiendo que no, que acababan de castigarle. No podía estar
pidiendo favores y privilegios. Negó con la cabeza. Chris suspiró.
- A ver, ¿qué pasa
si te invitan a una fiesta? – preguntó, con voz cansina.
- Pues que…suelen
empezar justo a la hora a la que me tengo que volver.
- Sí, Nick, y
terminan al amanecer – dijo Chris y luego se dijo que no era culpa de chico:
que no estaba acostumbrado aún a ciertas costumbres de "gente de su
edad". – En esos casos lo que no puedes es volver antes de que salga el
sol. Pero vamos, eso suponiendo que alguna vez te deje ir a alguna – terminó,
intentando sonar firme. No debió de conseguir el efecto del todo, porque Nick
sonrió de nuevo y se arrastró sobre la cama para acercarse aún más a él.
- Sigues siendo el
mejor padre del mundo aunque me hayas castigado – le dijo.
- No sería buen
padre si te dejara hacer lo que quisieras. – respondió Chris, y se levantó de
la cama. Nick protestó, como una cría a la que le quitan el calor de su madre.
– Hora de dormir – explicó, y le arropó. Se inclinó para darle un beso en la
cabeza. – Que duermas bien, Nick. Mañana me cuentas qué tal te lo has pasado,
aunque ya veo que "demasiado" bien.
- Buenas noches,
papá.
- Te quiero, hijo.
- Lo sé. Lo
oí…antes.
Chris detuvo su mano
en el interruptor de la luz, movido por la curiosidad.
- ¿Lo oíste?
- En tu cabeza. Y
fue…fue muy bonito. Gracias. Yo…yo también te quiero.
Nick sonó muy
tranquilo, como si tener la certeza de que él le quería en serio hubiera sido
algo muy importante y sin confirmar hasta hacía poco. Christopher sonrió,
viendo un lado increíblemente bueno en todo aquello de la habilidad telepática
de Nick. Apagó la luz y salió del cuarto. Fue a ver y Peter y a Leo, pero los
dos estaban dormidos ya, en sus respectivas habitaciones. Le dio un beso a cada
uno, y luego se fue a su propio cuarto.
Se estaba acostando,
agotado él también por un día largo e intenso, cuando sintió que le llamaban.
Sintió que algo tiraba de él, y aunque podía ignorarlo, sabía que no debía
hacerlo. Era Paul, que como cargo suyo, le llamaba. Y aunque fueran la 1.00 de
la mañana, él tenía que acudir. Con la ropa vieja que usaba como pijama,
orbitó, deseando que no estuviera pasando nada malo.
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