Chapter 39: Errores, malos días, y niños
NA.: Para Latin
girl, con el deseo de que se ponga buena ;)
Gracias por la
sugerencia que me hiciste. Por fin, lo hice :D
Hay días en los que
los planetas se alinean especialmente para que todo salga mal. La gente
supersticiosa dirá que ha visto un gato negro, o roto algún espejo, y la gente
espiritual podrá achacarlo al karma y al regreso de nuestras malas acciones en
forma de mala suerte. Algunas personas más pragmáticas dirán que las cosas
suceden como tienen que suceder. Sea como fuere, aquél no fue un buen día para
Chris.
Empezó mal nada más
poner un pie fuera de la cama. Pisó algo blandito, y la intuición le hizo
apartarlo rápidamente. Efectivamente, había pisado a Ariel, aunque gracias a
Dios no la había hecho nada.
- ¿Qué haces tú
aquí? – preguntó con esa manía de hablar como si la perra fuera a entenderle -
¿No estabas durmiendo con Peter?
Totalmente despierto
después de aquello, se aseguró de que no le había hecho daño al cachorro y la
acarició, sabiendo que el animalito no tenía culpa. Aunque consideró que debían
a empezar a enseñarla a dormir en SU cama, para evitar que pasaran estas cosas…
Aunque no era la
mejor forma de empezar el día, no hubiera sido "tan malo", de no
haberle sumado otros factores. Por alguna razón, la cabeza le dolía horrores, y
también la garganta. Él se ponía enfermo con muy poca frecuencia, pero no
dejaba de ser "mitad brujo", y eso le convertía en "mitad tipo
normal de 33 años, pero con poderes". Y por desgracia, eso no le libraba
de poder coger un resfriado. Sospechó que, con toda probabilidad, Amy le había
contagiado su gripe/resfriado. La cabeza le palpitaba como si alguien se
estuviese montando una fiesta dentro de su cerebro, y por eso no fue nada
agradable encontrarse con un coro de gritos en cuando salió de su habitación.
Era increíble lo aguda que era la voz de sus hijos cuando chillaban. Sintió que
no quería saber por qué discutían. Hubiera deseado que siguieran en la cama y,
tal vez, acostarse él también. Era Sábado, así que…¿por qué no dormir hasta las
14:00, o tal vez por todo el día? Se dejó soñar despierto un rato, pero en
realidad sabía que no podía hacerlo: tenía que hacer el desayuno, la colada, y
otra serie de cosas. No hubiera sido responsable por su parte dormir hasta tan
tarde, dejando que sus hijos hicieran lo mismo. Suspirando, fue hacia el
epicentro del terremoto de los gritos, que resultó ser el cuarto de Peter.
- Demasiado pronto
para gritar – murmuró, en un instante de silencio, por lo que los chicos le
oyeron. Fue lo primero que dijo. Normalmente les iba a despertar pero aquél día
habían madrugado más que él. Como ni siquiera les había saludado, rectificó –
Buenos días.
- Hola, papá – dijo
Peter, el único que tuvo a bien saludarle. – Los gritos que has oído eran míos.
Lo siento. ¿Te he despertado?
- No. ¿Por qué
gritabas?
- Por nada
Chris no quería
discutir, así que lo dejó estar. Se fue a hacer el desayuno sintiéndose
realmente indispuesto, entre mareado y muy cansado, fruto del resfriado que
estaba incubando. Pero al poco rato escuchó los gritos de nuevo. En vez de
subir las escaleras, orbitó directamente al piso de arriba, y se apoyó en la
pared del pasillo con los brazos cruzados.
- ¡Que me la des,
Leo! Ya me he cansado de jugar. – gritó Peter. Chris estaba extrañado: antes
también había sido Peter el que gritaba, y el chico no solía elevar la voz, y
menos de esa forma tan…furiosa.
- No estoy jugando.
– respondió Leo.
- Yo tampoco. Y si
no me la das ahora mismo te…
- ¿Le? – preguntó
Chris, decidiendo entrar en ese momento. Su tono de voz fue algo peligroso. No
le gustaban las amenazas, y además estaba en su instinto el defender a su hijo
pequeño. Peter se giró para mirarle, y suspiró con resignación.
- Nada. Olvídalo.
¿Sabes qué? Quédatela, Leo. Haz lo que quieras con ella. Ya te lo he pedido por
favor, ya me he enfadado contigo, y aun así no me la devuelves. Pensé que
además de hermanos éramos amigos.
Chris se dijo que
tenía que pedirle algunos consejos sobre manipulación a Peter. No obstante, Leo
no cayó esta vez. El niño parecía bastante calmado.
- Es un hombre malo
– dijo Leo, y las palabras infantiles contrastaron con el tono adulto que
empleó. – Precisamente porque eres mi hermano no te la voy a devolver.
- Lo siento, Peter,
pero estoy de acuerdo con el enano. No deberías tener esa foto. – dijo Nick,
sentado sobre la cama, recostado con las manos en la nuca. Aparentemente estaba
al margen, pero en realidad lo había escuchado todo. Chris se había perdido el
inicio de la discusión, pero empezaba a tener una idea de lo que había
sucedido.
- No es asunto tuyo.
De ninguno de los dos. Y no tenías derecho a quitármela – dijo Peter, mirando a
Leo directamente a los ojos.
- Veamos a ver qué
opina papá.
- Leo, si haces eso
no voy a perdonarte en la vida. – amenazó Peter, pero ya era tarde: Leo sacó un
papel del bolsillo de su pantalón, y se lo dio a Chris. Era una foto…Una foto
de Derek. Una foto de Derek con Peter, en actitud amistosa. A Chris le dio
tanta rabia ver aquella cara…Le dio tanta rabia pensar que Peter guardaba una
foto de…de él…No lo pensó: cogió la foto y la rompió por la mitad. Supo en el
mismo momento de hacerlo que no había obrado bien, porque Peter salió de la
habitación empujándole con cierta fuerza. Chris le oyó bajar las escaleras y
esperó oír la puerta exterior, pero Peter no llegó a salir de la casa Chris
suspiró, aliviado. Sintió el impulso de bajar a hablar con él, pero Peter no
querría escucharle en aquél momento, y con razón. Chris lamentaba haber roto la
foto. Había actuado bajo el efecto de la rabia que sentía hacia aquél hombre.
Había sido insensible y desconsiderado, y sabía que Peter iba a tardar en
perdonarle. Christopher suspiró.
- ¿He hecho mal? –
preguntó Leo, muy preocupado.
- No. Tienes razón:
Derek es un hombre malo. Pero…¿cómo sabías que el de la foto era Derek?
- No lo sabía. He
visto a Peter mirando la foto y le he preguntado quién era. Me ha hablado de
él, y no me ha gustado que lo hiciera como…como si le quisiera. Ese hombre le
hizo daño. Así que le he quitado la foto.
- No estoy seguro de
que esa haya sido la mejor forma, pero tenías buena intención. Gracias por
darme la foto, Leo. – dijo Chris, luchando contra su dolor de cabeza. No podía
decirle nada al niño sobre "reacciones erróneas" cuando él
directamente la había roto. Se hizo una idea de lo que había pasado. Leo cogió
la foto y se la guardó en el bolsillo. Peter debía de haber intentado
recuperarla, y esos eran los primeros gritos que había oído. Como el niño no se
la devolvía, había acabado por enfadarse del todo, y esos habían sido los
segundos. Chris suspiró: aquél enfado no era nada comparado con el que debía de
sentir ahora, contra él. Bajó las escaleras, dispuesto a hablar con su hijo. Le
encontró sentado en un rincón, con la espalda apoyada en la pared. A Peter
parecían gustarle los rincones y los espacios pequeños. No estaba llorando. Ni
siquiera le miró con ira, y Chris evaluó eso como algo muy positivo. Desde
luego, era más de lo que había esperado. Aunque, en realidad, Peter casi nunca
le miraba con ira, ni siquiera cuando estaba enfadado. Iba a disculparse por
haber roto la foto, pero Peter habló primero:
- Siento haberte
empujado. Por favor, dame un minuto.
Chris lo pensó, y
consideró que podía hacer eso perfectamente. Tal vez él también necesitara un
minuto. Entró en la cocina, y terminó de preparar el desayuno. Estaba colocando
los vasos cuando Peter entró. Le miraba de manera fría, pero parecía estar
tranquilo. Nuevamente, su hijo fue el primero en hablar.
- Siento haberte
empujado – repitió.
- No
tiene…importancia – dijo Chris, sin saber si en realidad la tenía. ¿Por qué se
enfadaba tanto cuando le empujaba Nick, pero no cuando lo hacía Peter? Supuso
que porque eran cosas diferentes…Nick le empujaba con agresividad, tratando de
intimidarle o de imponerse físicamente sobre él, e incluso había llegado a
hacerle daño. Peter lo había hecho con desesperación, profundamente dolido por
la reacción de Christopher y necesitando salir de allí. Además, se había
disculpado.
- Voy a hablarte sin
rodeos ¿de acuerdo? – le dijo Peter, y Chris asintió, sabiendo que
probablemente eso significara que iba a ser algo brusco. Se preparó. – Hace
algunos días me prometí cuidar mi forma de hablarte. Me impuse autocontrol para
no volver a golpear nada, y me prohibí volver a decir algo como que te odio.
Casi lo hecho por tierra ahí arriba. Me da igual que seas mi padre. No tenías
derecho a romper esa foto.
- Lo sé, Peter, y lo
siento. Pero…
- Odio los peros.
Suelen significar "tienes razón, pero no la tienes".
- Es que…no la
tienes. Siento haber roto esa foto. Sé que no he debido hacerlo, pero Derek te
destrozó la vida. No puedes pretender que me entere de que guardas un recuerdo
de él sin alterarme.
- Es justo lo que
pretendo. Es mi vida. Son mis recuerdos. Sólo yo decido lo que puedo hacer con
ellos. Si decido querer a Derek, no te queda más remedio que aguantarte.
- ¡No puedes
quererle! – rabió Chris. - ¡No puedes decir eso! ¡No después de…!
- ¿De qué? ¿De que
me haya amenazado? ¿De que me haya despreciado insultado, ultrajado y
maltratado? Nunca he afirmado estar cuerdo, Christopher, pero siempre he tenido
muy claro lo que pasó. Lo que me hizo. Son mis reacciones respecto a eso lo que
va cambiando. Ya no…ya no pienso que lo que me hizo estuviera bien pero…hubo
otras muchas cosas que hacía que…sí lo estaban. Si quiero tener una foto para
recordar esos momentos, tú no eres nadie para rompérmela, Christopher.
- No soy
Christopher. Soy tu padre.
- Pues no te has
comportado como uno.
Chris no sabía hasta
qué punto se estaba dejando llevar por la culpabilidad. ¿Podía dejar que le
hablara así? Peter no estaba elevando la voz en ese momento, pero empleaba un
tono tan frío que casi cortaba.
- Sí lo he hecho. He
visto una foto del hombre que hizo daño a mi hijo, y la he roto. Y si ahora me
dices que le sigues queriendo…Bueno, pues entonces tenemos un problema.
- No le quiero. –
admitió Peter – No podría quererle. Ya no. No después de nuestro último
encuentro. Pero sí quería conservar esa foto.
- Siento haberla
roto. De verdad.
A Chris le hubiera
gustado decir que lo había hecho como efecto de la fiebre que posiblemente
estuviera empezando a tener, pero sabía que no era así: lo había hecho por la
rabia que sentía y, aunque una parte de él lo lamentara, sabía que posiblemente
volvería a hacerlo de nuevo. Quizá por eso sus disculpas no sonaron muy
sinceras.
- Está bien – dijo
Peter, pero Chris sabía que no estaba bien. No le había perdonado. Que su hijo
estuviera enfadado con él era algo que le mataba por dentro, sobretodo porque
sabía que tenía razones para estarlo. Esperó que fuera algo que se arreglara
sólo con el tiempo.
- Vamos a desayunar
¿de acuerdo?
Peter asintió, y fue
a lavarse las manos. Chris le llamó cuando ya salía por la puerta
- Y Peter...no lo
pagues con Leo. Te guste o no, ha hecho bien en enseñarme la foto.
- Sí, señor.-
respondió Peter, y fue al baño.
"Señor"
"Christopher"
Realmente, su hijo
sabía cómo hacerle daño. Verle tan dolido con él aumentó el sentimiento de
culpabilidad de Chris: no debería haber roto aquella foto. Pero una parte de él
no se arrepentía… sólo lamentaba haber hecho daño a su hijo al hacerlo…Se dijo
que él no actuaba así él les dejaba decidir, siempre, y aunque él había tenido
claro que todo lo que tuviera que ver con Derek merecía ser destruido, quemado,
defenestrado y olvidado, Peter no lo creía así. Y debería haberlo respetado. Estuvo
meditando un poco más, y fue a llamar a Nick y a Leo, para que bajaran. Cuando
Leo y Peter se encontraron, la situación se tensó un poco. Leo se acercó a
Peter y éste prácticamente lo esquivó.
- Peter…- increpó
Chris, aunque con suavidad. Peter mantuvo esa mirada fría, así que Chris
insistió con algo más de dureza. – Amabilidad, Peter – le recordó.
- Sí, señor. Gracias
por traicionar mi confianza y darle la foto a Chris, Leo. – respondió Peter con
sarcasmo infinito pero con tono irónicamente amable. Chris suspiró.
"Si quieres que
haga las cosas bien, hazlas bien tú primero" se dijo.
- Escucha. No se me
da bien esto de pedir disculpas, y parece evidente que no lo he hecho como
debiera. Lamento haber roto la foto. Lamento haber herido tus sentimientos.
Lamento haber decidido por ti en un asunto tan personal. Independientemente de
lo que opine sobre Derek, no debería haber hecho eso. Lo siento. No pretendía
hacerte daño. Me he equivocado. Acostúmbrate a que eso puede suceder. Aun
cuando me equivoque, sigo siendo tu padre y no "señor", ni
"Chris" ni "Christopher". Y que yo haya hecho las cosas mal
no justifica que tú hagas lo mismo y seas cruel con tu hermano.
Chris le había
hablado de forma suave y sincera y Peter, tras unos segundos, acabó por
suspirar, y asentir.
- Perdona, Leo.
Entiendo por qué lo has hecho. Yo hubiera hecho lo mismo. Y perdona tú también,
papá. Contigo también he sido cruel. No tienes buena cara, y ni siquiera te he
preguntado qué te pasa.
- Sólo es un
resfriado – respondió Chris, aliviado porque Peter hubiera sabido entenderle.
Terminaron de
desayunar en relativa paz, y luego recogieron entre todos. Nick y Leo
desaparecieron en seguida, pero Peter se quedó en la cocina, junto a Chris. Su
padre esperó, por si quería decirle algo, pero tras varios segundos en
silencio, preguntó:
- ¿Pasa algo?
- ¿Estoy en un lío?
- No. Soy yo el que
ha metido la pata.
- Realmente, no
debería haber tenido esa foto "escondida". Era como si me avergonzara
de tenerla. Como si supiera que estaba mal.
- No estaba mal,
Peter.- dijo Chris, y decir aquello le costó mucho – Era…fue….en fin, no tu
padre, pero si Dedé. Fue una persona importante en tu vida, y como tú dices,
tengo que aguantarme. Estás en tu derecho de querer recordarle. Además, tengo
que felicitarte. Hoy has hecho un gran esfuerzo de autocontrol.
- No quería hacer o
decir nada de lo que pudiera arrepentirme.
- Estoy muy
orgulloso de ti – dijo Chris, y Peter sonrió, con timidez. Su sonrisa se hizo
más ancha cuando dijo:
- Sí, y también
estás griposo. ¿Por qué no te acuestas un rato? No pareces capaz de tenerte en
pie por ti sólo.
- Sólo me duele un
poco la cabeza.
- A la cama –
insistió Peter, usando el mismo tono de voz que empleaba Chris cuando le
mandaba acostarse a él. – No me hagas llamar al abuelo.
Chris no pudo hacer
otra cosa que reírse, y eso provocó que el penetrante dolor en sus sienes
aumentara.
- De verdad, papá.
Lo que tengas que hacer puedo hacerlo yo. – le aseguró Peter, mirándole con
afecto. Chris se sentía feliz por haber arreglado las cosas con él.
- Te lo agradezco,
Peter. Creo que te voy a hacer caso.
- Así me gusta, que
seas obediente. – bromeó Peter.
Chris intentó
descansar un poco, pero no hubiera sido DE VERDAD un mal día si hubiera podido
disfrutar de unos momentos de tranquilidad. Se estaba quedando adormilado, en
parte gracias al efecto del antibiótico que se había tomado con el desayuno,
cuando volvió a escuchar gritos. Esta vez eran de Nick. Hablaba tan fuerte que
a Chris no le costó trabajo entenderle:
- Yo no soy Peter,
enano. A mí no puedes ponerme ojitos y esperar que así no haga nada.
- ¿Qué me vas a
hacer? – preguntó Leo, con algo de miedo.
- Para empezar,
llevarte a hablar con papá.
- Si lo haces me
castigará…- dijo Leo con penita, pero más tranquilo. No quería que Nick hiciera
eso, pero no era algo a lo que hubiera que tener "miedo". Era una
realidad que Leo conocía y que le hacía sentir seguro. Cuando Nick se había
enfadado con él, se había imaginado todo tipo de torturas horribles.
- Haberlo pensado
antes.
- Lo siento.
- Bueno, eso es un
paso. Ahora, a hablar con papá, vamos.
- ¡Ya te he dicho
que lo siento! – dijo Leo, volviendo a chillar.
- ¿Queréis parar los
dos? ¡Papá no se encuentra bien! – recriminó Peter, uniéndose a la discusión.
- Tu hermano me ha
roto un libro, le he regañado un poco, y me ha dedicado su mejor retahíla de
insultos.
- Bueno, nuestro
hermano lo siente ¿verdad? – preguntó Peter, y Chris sonrió, desde su cuarto,
habiendo captado el énfasis en "nuestro" y la forma dulce con la que
Peter hablaba. Era todo un contraste verle de nuevo siendo amable con su
hermanito, después de lo enojado que había estado con él. – Vamos Nick: seguro
que sabes encajarlo. No está bien que te insulte, pero podrías ser majo y no
decírselo a papá. Nosotros nos estamos insultando todo el rato y lo arreglamos
entre tú y yo, sin meterle a él.
Chris se tensó al
escuchar eso. Se propuso estar más atento, ya que no estaba dispuesto a dejar
que sus hijos se insultaran… aunque tal vez fuera bueno que fueran capaces de
resolver esas cosas ellos solos. Al fin y al cabo, eran adolescentes. Chris no
era tonto: con sus compañeros de clase debían comunicarse básicamente a base de
palabrotas y palabras malsonantes. Lo que no llevaba también es que Leo
siguiera su ejemplo. Con cierta reticencia, se mentalizó a salir de la cama,
dispuesto a intervenir, pero aun permaneció tumbado un ratito más. Sus hijos
tenían que estar muy cerca de su cuarto, para que pudiera oírles con tanta
nitidez. Iba a levantarse cuando escuchó la respuesta de Nick.
- No serías tan
amable si supieras lo que ha hecho después. Se ha puesto a saltar sobre el
sofá, y luego ha empezado a saltar de un sofá a otro…con la mesa de cristal en
medio. Se podría haber caído. A ver si puedes encajarlo tú cuando se abra la
cabeza.
Chris se irguió
inmediatamente sobre la cama, pero eso no fue buena idea porque, dada la
rapidez del movimiento, se mareó. Se tomó unos segundos para estabilizarse, y
se recordó que Leo estaba bien, para calmarse un poco.
- Leo, ¿sabes lo
peligroso que es eso? – dijo Peter, en un tono mucho más duro del que había
estado empleando. – Respóndeme – exigió el chico, ante la negativa del niño.
- Te responderé si
quiero…¡No me des órdenes! Nick y tú os pasáis el día diciéndome lo que puedo o
no puedo hacer.
- Sí, y ya he visto
el caso que me haces – replicó Nick – Te digo que te bajes del sofá, y sólo se
te ocurre saltar al otro lado. ¿Te das cuenta de que te podías haber caído?
¿Sobre la mesa de cristal?
Chris sintió que le
faltaba el aire, pero eso no tenía nada que ver con su malestar físico: las
palabras de Nick le hicieron imaginarse a Leo herido, y eso le hizo soltar un
gemido angustioso.
- Nick, ya me
encargo yo – dijo Peter, justo cuando Chris salió de su cuarto. Peter estaba
agachado junto a la puerta, dándole la espalda y mirando a Leo, así que no se
dio cuenta de que había salido. - Leo, somos algo mayores que tú, y hemos
aprendido más cosas. Si podemos evitar que te metas en problemas, lo hacemos,
porque te queremos. Te estoy muy agradecido por lo que has hecho antes, porque,
aunque me he enfadado, era algo que papá tenía que saber. Has sabido entender
que lo de la foto era algo serio, y has acudido a papá. Nick piensa que lo que
has hecho ha sido muy peligroso, y yo también, y por eso piensa decírselo a
papá. No porque sea malo, sino por tu bien. Por el mismo motivo que tú le has
dicho lo de la foto. Si se tratara de otra cosa, como lo de decir palabrotas,
te encubriría. Como hermano mayor no sólo te doy consejos, sino que también
puedo sacarte de algún lío que otro. Pero de este no.
- ¿Por qué no? –
preguntó Leo, con ojitos brillantes. La voz suave de Peter, y su manera calmada
de explicar las cosas tenía un efecto tranquilizador en él.
- Porque te has
puesto en peligro – intervino Chris, haciendo que Peter se girara y Leo alzara
la vista. Nick no estaba: debía de haberse ido antes de que Chris saliera. –
Saltar en el sofá es divertido. Sabes que no me gusta, pero no es más que una
"travesura". Pero pasar de un sofá a otro con la mesa de cristal en
medio podía haber convertido un juego en una desgracia. ¿Por qué lo has hecho?
– exigió saber.
- Porque a Nick
tampoco le gusta que lo haga – reconoció Leo – Y quería hacerle enfadar.
- ¿Por qué?
- Porque me ha dicho
que no debo decir palabrotas.
- Es que no debes
decir palabrotas.
- ¡Pero él no es mi
padre!
- No, pero yo sí, y
sabes que opino exactamente igual. Peter tiene razón: son tus hermanos mayores.
Eso no quiere decir que puedan darte órdenes, pero sí consejos. Y tú debes
escucharlos, sobre todo cuando sabes que te quieren tanto. Tienes suerte, Leo:
no todos los hermanos son así.
Leo asintió, y
suspiró. Durante un segundo Chris pensó que iba a echarse a llorar, pero en
lugar de eso le dio un abrazo a Peter.
- Gracias – le dijo.
– Y dile a Nick que me perdone por lo que le he dicho.
- Puedes decírselo
tú, peque.
- No creo, porque
papá me va a matar.
Muy a su pesar, y
lamentándolo porque sabía que no debía hacerlo mientras le regañaba, Chris tuvo
que sonreír, sin poder evitarlo. En seguida se puso serio de nuevo.
- Jamás te haría
daño, Leo, pero sí es cierto que voy a castigarte.
- Pues entonces te
contradices, porque sí que me va a doler – respondió el niño, con resignación.
A Chris le molestó ese comentario.
- Más te hubiera
dolido caerte sobre la mesa. Si haces las cosas bien, no te castigo. Tal vez
deberías de empezar a hacerlo, y así nos ahorramos un mal rato los dos.
Chris se dio cuenta
de que había sido muy brusco en el tono. Leo bajó a cabeza, y se aguantó las
lágrimas. Suspiró, y Peter le puso una mano en el hombro.
- Voy a prepararte
un vaso de leche ¿vale? Suenas como un tractor oxidado.
Era cierto: a Chris
le dolía bastante la garganta y supuso que debía sonar como si tuviera la voz
tomada. Agradeció la intervención de Peter, porque le ayudó a relajarse un
poco. Cuando el chico se fue, se agachó delante de su hijo pequeño, y le
levantó la barbilla. Leo se alejó un poco de él.
- Escúchame – pidió
Chris, tratando de sonar amable, pero Leo se alejó más. - ¿Me tienes miedo? –
le preguntó.
- No
Chris no se esperaba
otra respuesta, pero aun así le alivió.
- ¿Crees que estoy
siendo injusto?
Leo tardó un poco en
responder pero finalmente lo hizo:
- No.
- ¿Realmente crees
que te voy a matar o a hacerte verdadero daño?
- No – aseguró Leo,
sin esperar nada de tiempo esta vez, totalmente convencido de lo que decía.
- Pues entonces, la
próxima vez que huyas de mí tú y yo vamos a tener un problema. – le dijo, sin
sonar del todo en serio, pero sin ser del todo una broma. – Ahora, dado que has
demostrado que sabes escucharme al entender lo que te decía y darle las gracias
a Peter, yo estoy dispuesto a escucharte a ti. ¿Por qué mi hijo, el mismo que
ha sido un niño mayor esta mañana, ha terminado haciendo el mono saltando en
los sofás?
- Ya he visto todos
los libros que tiene Peter – empezó Leo, con algo de timidez. Era consciente de
que a veces era muy curioso y de que eso podía exasperar a los adultos, aunque
su padre no solía enfadarse por eso. Chris asintió con la cabeza, como para
animarle a continuar. – Quise hacer lo mismo con los de Nick, pero le rompí una
hoja sin querer. Nick no se enfadó, pero me dijo que tenía que tener más
cuidado, y que debía pedirle las cosas antes de cogerlas.
Leo se interrumpió.
- Y a ti no te gustó
que te dijera cómo comportarte ¿verdad? – dijo Chris, sin emitir juicios. Le
había dicho que le dejaría hablar e iba a hacerlo
- No. – reconoció el
niño. – Le seguí durante un rato, pero él no se dio cuenta de que estaba
enfadado, o tal vez me estaba ignorando. Le insulté, y volvió a decirme lo que
tenía que hacer, o lo que no tenía que hacer, mejor dicho, pero luego me siguió
ignorando. Así que me subí al sofá y comencé a saltar, pero ni aun así me
miraba.
Chris pensó que Leo
funcionaba al revés que casi todos los niños. Normalmente cuando ignoras a un
niño con un principio de rabieta, acaba por calmarse. Pero Leo parecía ser
capaz de llevar su enfado más allá. Tal vez fuera porque lo que Leo tenía ya no
eran rabietas en sí mismas. Chris suspiró, al pensar que cuando creciera Leo
tendría el mismo carácter de Nick. ¿Cómo iba a sobrevivir a su adolescencia?
Decidió no adelantar acontecimientos y observó a su hijo, que aún no había
terminado.
- Al final, me
olvidé de que estaba enfadado con él, porque saltar era muy divertido. Y me
puse a jugar. Y salté la mesa. Y Nick me vio, y se enfadó mucho.
- No puedes
olvidarte de la seguridad aunque te estés divirtiendo, Leo – le dijo Chris,
eligiendo bien las palabras para ser claro pero no duro. – Tampoco está bien
que insultes a la gente, y me parece que eso ya lo sabes – dejó caer Chris,
mientras comenzaba a bajarle el pantalón. Se alegró de haber hablado con él
primero, porque no quería castigarle estando enfadado. No quería hacerle daño.
Recordó entonces lo que había dicho el niño respecto a eso.
- Si no te gusta que
te de unos azotes, cosa que me parece muy normal, intenta controlar tu genio.
Esto es un castigo, Leo, y sí, quizá te duela un poquito, pero no voy a hacerte
daño. En realidad no.
Para demostrarlo,
Chris le dio un beso rápido en la cabeza. Leo se quedó muy quieto, algo
extrañado porque no le hubiera enviado a su cuarto. Chris hincó una rodilla en
el suelo y dobló la otra, e hizo que Leo se apoyara sobre esta última. Dejó
caer su mano con fuerza controlada.
SWAT SWAT SWAT SWAT
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SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Chris se detuvo.
Notó que Leo estaba llorando, pero lo había hecho en silencio. Le había pegado
más que otras veces, pero no lo había hecho con el cepillo, y tampoco lo había
hecho fuerte. Chris se controlaba mejor si le daba varias palmadas con fuerza
moderada que dándole pocas con mucha fuerza. La fuerza y la rapidez incitaban a
la violencia, y él quería permanecer bajo control para no excederse. Por eso a
veces podía parecer que era muy duro con él, pero en realidad no le estaba
pegando con fuerza. No era su intención hacerle un daño real ni dejarle
moratones. Tan sólo quería que recordara las cosas que no debía hacer. Ni
siquiera usaba toda su fuerza cuando castigaba a Nick o a Peter, mucho menos
iba a hacerlo con su hijo pequeño.
Puso una mano en la
espalda de su hijo, y le acarició con movimientos lentos, y tranquilos. Chris
se movía en general con lentitud, para no asustarle y porque no era una persona
excesivamente nerviosa por naturaleza. Tuvo paciencia. Leo no tenía un patrón
de conducta en aquellos casos: a veces le abrazaba como si no hubiera un
mañana, a veces lloraba un rato y luego se calmaba, y últimamente le había dado
por alejarse de él y buscar a alguno de sus hermanos. Aquella vez no se alejó,
pero tampoco se levantó ni intentó abrazarle durante un par de minutos. Después
de ese tiempo, el niño levantó la cabeza, y Chris vio que ya no lloraba. Leo le
miró a los ojos, como tratando de ver a través de él…Chris se dio cuenta que
estaba intentando ver si estaba enfadado. Sonrió, para indicarle que no, y le
colocó la ropa. Leo se dejó hacer, aun sin decir nada.
- Así que…¿sabes por
qué te he castigado? – preguntó Chris, por fin.
- Por insultar a
Nick y saltar de un sofá a otro. No quieres que vuelva a hacerlo.
- Eso es, campeón.
¿Lo recordarás?
- Sí. – dijo Leo, y
empezó a llorar de nuevo.
- ¡Eh! ¿Por qué
lloras?
- Porque no me has
dicho que me perdonas.
- ¡No me has dado
tiempo! – se quejó Chris, en un tono infantil intencionado. Luego recuperó la
seriedad, para añadir – Claro que te perdono, Leo. Siempre. Te perdono, y te
quiero, y te adoro, y me preocupo por ti, y quiero que seas feliz, y te quiero
más, y te sigo queriendo. Eso no va a cambiar nunca, pero te lo diré si
necesitas oírlo.
- Cuando me
castigas, necesito oírlo. – dijo Leo, comenzando a jugar con los botones de la
camisa de Chris. Chris se estaba planteando regalarle unos, o algo. No veía por
qué eran tan interesantes para el niño, pero no le importaba que jugara con
ellos si quería.
- ¿Por qué? – le
preguntó con suavidad.
- Necesito saber que
me sigues queriendo y que me perdonas aunque me porte mal.
- Cuando digo que
"eso no va a cambiar nunca", me refiero a nunca, Leo. Lo siento, pero
me temo que no hay nada que puedas hacer para que deje de quererte, o para que
me enfade tanto como para no perdonarte.
Leo sonrió un
poquito.
- Lo dices como si
fuera algo malo.
- No lo es. Pero es
porque te quiero que tengo que enseñarte a hacer las cosas bien. Si no me daría
igual si te caes y te haces daño, o si no hablas como es debido. ¿Entiendes?
- Sí, papá.
Chris sonrió, y le
revolvió el pelo.
- Bueno,
entonces…¿sigues vivo? – le preguntó, en tono casual. Leo siguió jugando con
los botones, sin decir nada, y Chris le hizo cosquillas para que respondiera.
Leo se revolvió entre risas, y de pronto se quedó con un botón en la mano. Puso
una carita de susto tan grande que Chris le abrazó por automatismo.
- Te he roto el
botón…- dijo el niño, sin salir del hueco del hombro de Chris.
- Ya ves tú, qué
cosa. Ya lo coseré luego.
- Lo siento.
- No ha sido aposta,
Leo, y no tiene importancia.
- Pero tú odias
coser. – dijo el niño, y Chris sonrió, divertido y complacido porque lo
recordara.
- Vale, me has
pillado. Probablemente no lo cosa y me ponga otra ropa: es más cómodo.
Leo dejó de esconder
la cara y le miró con vacilación. Algo de lo que vio en el rosto de Chris debió
de gustarle, porque sonrió. Chris sonrió también, pero quería aclarar algo con
él.
- Ya deberías saber
qué esperar conmigo, campeón. Tus hermanos aún se sorprenden de vez en cuando,
pero tú ya sabes por qué puedo enfadarme y por qué no. Me extraña que te hayas
preocupado por la tontería del botón.
- Por si acaso. No
me gusta romper cosas, lo que pasa es que soy torpe.
- No lo eres,
campeón.
- Sí, si lo soy. Le
rompí el libro a Nick.
- Según dices, no se
enfadó. Así que no pasa nada.
- No, pero yo sí me
enfadé con él – dijo el niño, y suspiró - ¿Crees que me perdonará?
- Bueno, estoy
seguro de que sí, pero sólo hay una forma de comprobarlo. – le dijo y Leo
entendió y se fue al cuarto de Nick. Chris se sentó en el suelo en vez de
levantarse, estirando las piernas cuan largo era, apoyando la cabeza en la pared.
Estaba tan cansado…
- ¡Idiota! – oyó que
Leo gritaba, y suspiró. ¿Todo iban a ser gritos aquél día?
- Leo, ven aquí - le
dijo, y el niño le miró directamente, pero pasó de hacerle caso. – Ven –
repitió en tono más firme.
Leo obedeció, y
Chris le dio un azote suave, consciente de que acababa de castigarle y aun
podía dolerle un poco.
- Tal vez quieras
intentarlo de nuevo. Eso no sonó como un buen método de conseguir que te
perdone.
- ¡Pero es que me ha
echado de su cuarto!
- Bueno, eso no ha
sido amable de su parte. Pero si es malo contigo tienes que decírmelo a mí.
Acabo de decirte que no puedes insultarle y ya coges y lo haces.
- Lo siento…¿Estás
enfadado?
Chris suspiró,
exasperado.
- No, Leo, no estoy
enfadado, pero empiezo a cansarme de que hagas algo que sabes que está mal y
luego me preguntes si me enfado. ¿Te enfadarías tú si me pides una cosa y yo
hago justo lo contrario?
- Tendré más cuidado
con lo que digo – le prometió, y la manera de hacerlo sonó lo suficientemente
madura como para que Chris le dejara en paz.
- Papá – preguntó el
niño tras unos segundos - ¿por qué estás aquí sentado? Peter dice que no te
encuentras bien. ¿Estás malito?
- Creo que sí,
campeón.
- ¿Es por mi culpa?
- ¿Cómo va a ser tu
culpa que esté resfriado, Leo?
- Nunca te había
visto malo antes. Pensaba que no podías ponerte malo.
- No me resfrío
muchas veces pero…no soy invencible – le dijo, con una media sonrisa. – Estoy
bien, campeón, sólo me duele un poco la cabeza. – le tranquilizó.
Pero no estaba bien.
Cuando Peter subió con un vaso de leche caliente – había tardado mucho a
propósito, para que pudiera solucionar las cosas con Leo – le puso la mano en
la frente y le obligó a ponerse un termómetro.
- Papá, tienes mucha
fiebre. – dijo, cuando el aparato pitó, indicando que ya estaba. Chris se dejó
cuidar con algo de diversión, por ver a Peter en el papel de padre.
- No será para
tanto.
- Tienes 39,5.
Deberías estar en la cama.
- Bueno, Peter, no
creo que levantarme ahora mismo sea una buena idea. Estoy un poco mareado.
- Yo te ayudo – dijo
el chico, y le metió en su cuarto. Peter resultó ser un buen enfermero, aunque
algo pesado para el gusto de Chris, que no se lo dijo para no herir sus
sentimientos.
- ¿Seguro que estás
bien? Tienes mucha fiebre. Debería llamar al médico.
- Claro, para que me
haga un análisis de sangre y vea que no soy precisamente normal.
- No te va a hacer
un análisis por un resfriado.
- No voy a
arriesgarme. Estoy bien, Peter.
- No, no estás bien.
– dijo Peter, susurrando con exasperación – Si no puedo llamar al médico,
déjame llamar a Wyatt o al abuelo.
- Eso no será
necesario.
- No sé si debo
obedecerte esta vez. Estás siendo un cabezota, y no estás siendo razonable.
Prefiero que te enfades conmigo y llamar al tío a no hacerlo y que te ponga
peor.
- Wyatt no podrá
hacer nada para que me encuentre mejor, Peter.
- Pero tampoco hará
que estés peor. Y puede echarte una mano con…ya sabes, con nosotros. Perdón por
la mañana que te hemos dado…
Chris no respondió.
En realidad, se estaba quedando dormido.
- Lo dicho, voy a
llamar a Wyatt.
- No
- ¿Sabes? No sabía
que fueras tan orgulloso. Pensé que eso era cosa mía. Voy a llamarle igual, así
que descansa ¿vale? Nick te está haciendo la comida. Le he dicho que en la
tripa no te pasa nada, pero se ha empeñado en hacerte una sopa.
Con toda la
naturalidad del mundo, Peter salió de la habitación. Tal como había dicho,
llamó a su tío, que prometió pasarse a echar un vistazo. Cuando Peter subió al
cuarto de Chris, vio que Wyatt ya estaba ahí, y se rió.
- Eso de orbitar es
un método de transporte muy efectivo.
- No tenías que
haberle llamado ¬¬ - dijo Chris.
- Gruñe todo lo que
quieras. He hecho lo que debía.
- Agradece que tu
hijo es más sensato que tú, Chris – le dijo. – Tienes que dejarte cuidar. Hoy
sólo vas a dormir.
- Pero…
- Dormir.
- Leo…
- Yo me encargo de
Leo. Dormir.
- Nick.
- Nick y Peter me
parecen bastante creciditos como para sobrevivir a que te pases un día en la
cama. Si hasta cocinan y todo. Ale, a dormir, pesado – dijo Wyatt, y le apagó
la luz. Luego, salió de la habitación, poniendo un brazo en los hombros de
Peter para que hiciera lo mismo. - ¡Jesús! Más cabezota que mamá.
- La abuela no me
pareció cabezota…
- Eso es porque tú
eres un cabezota también, y entre vosotros no os reconocéis – le dijo Wyatt con
una sonrisa - ¿Qué tal todo, sobrino?
- Tío, tienes que
conocer a Ariel.
- ¿La perrita de la
que Nick habla en cada uno de sus mensajes? Será un placer.
- Ariel – llamó
Peter, que en realidad pensó que hacía mucho que no la veía. La perrita no
acudió, así que Peter comenzó a buscarla. Tras mirar en su cuarto y en el de
Leo, fue al de su gemelo. – Nick, ¿has visto a Ariel? – le preguntó, pero nada
más decirlo sonrió: la perrita estaba en la cama de Nick, jugando con él. –
Tráela un momento, el tío Wyatt la quiere conocer.
Se la enseñaron, y
Wyatt puso su mano en la cabeza del cachorro, dejando que después se la
lamiera.
- Así que…¿fuiste al
refugio y la trajiste sin más?
- Sí. Pensé que papá
iba a matarme, pero creo que esta cosita me salvó. Digo, ¿cómo puede enfadarse
alguien después de mirarla?
Wyatt sonrió.
- Chris es un
blando.
- Qué va. Se enojó
mucho con lo del tatuaje…- dijo Nick.
- No tanto, y lo
sabes. Tres hojas de redacción es mejor que tres horas sin sentarse.
- Espera espera…¿os
habéis hecho un tatuaje? – preguntó Wyatt, incrédulo.
- Ah, sí - dijeron
los chicos a la vez y se levantaron la manga del brazo. Wyatt miró el tatuaje,
y al leer lo que ponía pudo entender que Chris no se hubiera enfadado
demasiado.
- Tentasteis a la
suerte.
- Lo sé. Papá amenazó
con quitarse el cinturón…- dijo Peter, acariciando a la perrita.
- Ya nos dijo que no
le gustaban los tatuajes. – comentó Nick.
- Y aun así ¿os
arriesgasteis? ¿Tanto os gustan los tatuajes?
- No, de hecho a mí
no me gustan en absoluto, y a Nick le dan miedo las agujas. Pero esto no es un
tatuaje. Es…es un recuerdo de papá.
- Un día le mataréis
de un infarto – les reprochó Wyatt, pero con la voz cargada de cariño. Le
parecía un buen detalle, y no tenía nada en contra de los tatuajes….salvo si
alguno de sus hijos decidía hacerse uno algún día. Entonces empezaría a
tenerlos, y sus hijos también.
Se quedó con ellos
durante la comida, y luego le subieron un plato a Chris. Wyatt pasó la tarde
yendo y viniendo, hasta el punto de que Nick y Peter dejaron de sorprenderse al
verle aparecer de pronto, orbitando. Estuvo jugando con Leo, y atendiendo a
Chris, y así transcurrió gran parte de la tarde.
Cuando Chris se
levantó de la cama, a eso de las ocho y media de la tarde, se sentía mucho
mejor. Se había tomado un analgésico y había descansado bastante bien. Se puso
el termómetro y vio que la fiebre le había bajado considerablemente, apenas
rozando los 38 grados. Decidió salir al "mundo exterior" sorprendido
del silencio que reinaba en la casa. Aquél silencio no le daba buena espina.
Bajó a la planta baja pues no había nadie en la de arriba, y al llegar a la
cocina vio el desastre: platos rotos por todos lados. Peter los estaba
recogiendo.
- Hola papá – le
dijo el chico, algo deprimido. - ¿Estás mejor? El tío Wyatt se ha ido con Leo a
pasear a Ariel. Nick se está dando una ducha.
- ¿Y tú? – preguntó,
con más dureza de la que quería expresar.- ¿La has tomado con los platos?
A Peter la pregunta
le dolió. Había estado todo el día haciendo tareas, preocupado por su padre, e
intentando hacer las cosas bien. Las palabras de su padre le sonaron a
acusación, y le pareció muy injusto. Los platos se le habían caído cuando
llevaba una pila de ellos al armario, después de fregarlos. No había sido a
propósito, y se había sentido muy mal por dejarlo caer, pensando que era un
torpe. Chris no contribuyó a que se sintiera mejor.
- Ya lo estoy
recogiendo – le dijo, a la defensiva. – No quería que lo vieras.
Peter lo dijo en el
sentido de "No quería que nada más levantarte te encuentres con esto, y
pienses que soy un inútil", pero Chris lo entendió en el de "No
quería que te enteraras de que me he cargado los platos". La actitud
culpable de Peter le hizo pensar que había sido algo intencionado: no sería la
primera vez que Peter rompía algo por perder los estribos.
- Pues lo he visto.
Y no me puedo creer que hayas hecho esto justo hoy. ¿Es que no puedo tener ni
un día en paz?
- Ya te he dicho que
lo estoy recogiendo. Lo siento, jo.
- ¡Es que no
tendrías que haberlos roto en primer lugar! Pensé que habíamos quedado en que
no se rompían las cosas.
- Y yo pensé que tu
ibas a preguntar primero antes de suponer que lo he hecho a propósito – le
espetó Peter, y salió de la cocina. Chris le siguió, confundido.
- ¿Eso quiere decir
que ha sido sin querer?
- Sí, claro que sí,
joder. Estoy cansado, tengo sueño, y me tropecé cuando estaba llevando los
platos.
- ¡Oh! Siento haber…
- No, tú no sientes
nada. Déjame en paz – le dijo Peter, demasiado enfadado para querer hablar con
él. Aquél había sido un día duro. Romper los platos le había frustrado mucho, y
Chris encima le acusaba. No creía merecérselo, y menos aquél día. Peter había
sido un ejemplo de buen comportamiento, llamando a Wyatt, ayudando en
todo…incluso había ayudado a que Nick y Leo hicieran las paces, lo cual tampoco
había costado mucho, porque ninguno de los dos era muy rencoroso. Pero Peter
sí. Peter si era rencoroso y Chris recién estaba descubriendo cuánto. Persiguió
a su hijo y observó cómo se ponía la chaqueta, para irse.
- Ey, Peter ¡espera!
Lo siento ¿vale? No debí haber supuesto…
- No, ¡no debiste! -
cortó, sacándose la mano de Chris de encima, que la había puesto en su hombro
como para calmarle. Se giró de nuevo para irse. Puso la mano en la puerta.
- Peter, no puedes
irte – dijo Chris, en tono amable, pero tajante.
- Impídemelo.
- Como quieras.
Chris usó su
habilidad para mover objetos con la mente para echar la llave desde fuera. Le
había encerrado en casa, pero se trataba de algo temporal, hasta que Peter se
calmara para poder hablar con él. El chico escuchó un "click" y vio
que no podía abrir la puerta.
- ¿Qué has hecho?
- Impedírtelo.
- Ábreme.
- Después de que
hablemos.
- No tengo nada que
hablar contigo.
- Pues yo creo que
sí. Lamento…
- ¡Me da igual que
lo lamentes! ¡Ábreme la puerta ahora!
Chris tendría que
haber sabido que encerrar a Peter no era una buena idea. Tenía malas
experiencias con eso. Derek echaba la llave por fuera siempre que se iba, para
que no se escapara. Sabía que esa vez no era lo mismo, pero no le gustó
sentirse encerrado. No contribuyó precisamente a calmarle.
- Aún no. Hijo,
gracias por todo lo que has hecho hoy, yo…
- ¡Que me abras!
- Deja de gritar,
por favor.
- ¡Pues ábreme la
puerta!
- No te voy a abrir
porque me grites. No te voy a dejar salir. No hasta que te calmes, y me
escuches.
- ¡No quiero
escucharte!
En ese momento
llegaban Leo y Wyatt de pasear a Ariel. Wyatt había cogido las llaves de Peter,
así que abrió la puerta…y se cruzó con Peter, que salió despavorido,
aprovechando la oportunidad de ver la puerta abierta.
- Peter, ¡vuelve
aquí ahora mismo! – llamó Chris con un tono al que nadie en su sano juicio se
hubiera enfrentado. Leo casi tuvo la tentación de correr hacia su padre, pese a
saber que no le estaba llamando a él. - ¡Peter! – volvió a llamar.
- ¿Qué pasa, ahora
no usas tus poderes? – gritó el chico, alejándose - ¡Orbita y ven a por mí!
Chris no se pudo
creer que hubiera gritado aquello. ¿Y si alguien le había oído? Miró a todos
lados con paranoia. Echó a correr tras Peter, lamentando no haber cogido él
también una chaqueta.
"Correr con
fiebre, y sin abrigo. Gran idea, Chris".
- Quédate con Leo –
le dijo a Wyatt, sin llegar a girarse. Peter era muy rápido, y de momento
estaba sólo andando deprisa. Si se ponía a correr tal vez no pudiera alcanzarle.
– Peter, no necesito poderes para alcanzarte. ¿Quieres parar y hablar conmigo?
- ¡No!
- Tendrás que hablar
conmigo en algún momento.
- ¡No pienso
hacerlo!
- Entonces que, ¿no
vas a volver a dirigirme la palabra? Pues va a ser una convivencia muy difícil.
- No pienso volver a
casa, así que no tienes que preocuparte por eso.
- Peter, sé
razonable…Estás llevando todo esto demasiado lejos.
Chris le alcanzó y
le agarró del brazo, pero Peter volvió a soltarse y le miró con frialdad.
- Me voy de casa,
Christopher. – le espetó - Ahora mismo y para siempre así que…
Chris no lo pensó.
Andaba corto de paciencia y ya llevaban recorrida una calle. Frustrado consigo
mismo, y también por la poca colaboración de Peter, y enfadado porque le
hubiera llamado Christopher otra vez, le dio un bofetón.
- ¿Vas a abandonar a
tus hermanos sólo porque te has enfadado conmigo? ¿Te vas a ir así por un
malentendido en vez de sentarte y hablarlo? ¡No seas crío! ¡Vuelve a casa ahora
mismo!
Peter se llevó la
mano a la mejilla. Nunca nadie le había pegado en la cara, al menos no así.
Derek no lo hacía, y Nick le daba puñetazos: Chris le había dado con la mano
abierta. Sintió más sorpresa que dolor. No dijo nada, se había quedado mudo.
Chris dejó escapar
todo el aire de golpe.
"Pero…¿qué has
hecho?" se dijo, y empezó a odiarse. Él no hacía eso. Se había prometido
no hacerlo. "Ahora sí que no va a querer volver" pensó, y lo cierto
es que si era así no iba a poder reprochárselo. Peter había tenido razón al
enfadarse, y cruzarle la cara no era la mejor forma de lograr que quisiera
hablar con él. Iba a decir algo, sin tener muy claro qué, cuando Peter echó a
andar de vuelta hacia la casa. Decidió no decir nada, no fuera a ser que
cambiara de opinión, y le siguió. Cuando entraron en la casa, Leo y Wyatt
esperaban en actitud expectante. Peter se quedó de pie, mirándoles, sin saber
qué decir.
- ¿Qué ha pasado? –
preguntó Leo.
- Le he dicho a papá
que me iba de casa, y me ha pegado. – resumió Peter. Eso era lo que rondaba
todo el rato en su cabeza, por eso omitió todo lo demás. – Me voy a mi cuarto.
– anunció, dejándole a todos con la palabra en la boca.
- ¿Peter acaba de
autocastigarse a su habitación? – preguntó Wyatt, sin entender nada.
- Tengo que hablar
con él – dijo Chris.
- ¿Le has pegado en
la calle? – preguntó Leo, sorprendido - ¡Tiene que estar muriéndose de
vergüenza!
- No le he dado unos
azotes, Leo. Quédate con el tío. Yo vuelvo luego.
Chris subió las
escaleras y se dirigió al cuarto de Peter. Llamó a la puerta y entró. Peter
estaba sentado en la cama, y le miró, sin hostilidad pero sí con cierta
tristeza, o eso le pareció a Chris.
- Tesoro…- empezó
Chris, sin saber bien cómo continuar.
- Siento haberme
ido. Siento haberte hablado así. Siento haberte llamado Christopher. Siento
haber roto los platos. Perdóname.
Chris se dio cuenta
de que era sincero. Le observó con ternura.
- No, Peter, yo lo
siento. Siento haberte acusado de romper los platos a posta sin siquiera
preguntarte. Debí haber supuesto que fue un accidente, y no lo contrario. Has
hecho un gran trabajo hoy y no te merecías que te regañara. Y por encima de
todo, siento haberte pegado, tesoro.
- Pero…si yo te
estaba gritando…y me estaba yendo…y te llamé Christopher. – dijo Peter, y
volvió a llevarse la mano a la mejilla inconscientemente – Yo…me lo gané a
pulso.
- Tú sólo estabas
enfadado, y con razón. He sido injusto contigo, y lo siento. Y aunque
estuvieras un poco fuera de ti, no debí haberte golpeado en la cara. Podría
haberte hecho daño.
- Creo que esa es la
idea, papá.
- Daño de verdad. No
debí hacerlo. Lo siento. – dijo Chris, y se acercó para darle un abrazo, con la
esperanza de que Peter no se apartara. Para su alivio, se dejó abrazar.
- No pensaba de
verdad irme de casa. No sé por qué dije eso.
- Lo sé, Peter –
dijo Chris, y le dio un beso en la cabeza. – De verdad, siento mucho haberte
golpeado, y haberte acusado así…
- Yo debería haber
hablado contigo. Fue un error, lo entiendo. Siento haberme puesto así, y
haberme ido…es que cerraste la puerta y me agobié…
Chris se dio cuenta de
que Peter le agarraba muy fuerte, como si quisiera llorar y no pudiera.
- Te he hecho salir
de casa estando enfermo. Soy una mala persona – murmuró, y entonces empezó a
llorar. Chris le acarició el pelo.
- No eres nada de
eso, tesoro. Vamos, no llores.
Chris le acarició y
le consoló durante un rato, sintiendo que aquél día la había cagado a base de
bien con Peter empezando por lo de la foto. Chris estaba enfadado consigo
mismo, por eso no le costaba nada entender que Peter se hubiera enfadado
también.
Mientras tanto, en
el piso de abajo, Wyatt acariciaba a la perrita y miraba a Leo, que estaba muy
serio.
- ¿Crees que papá
está castigando a Peter? – le preguntó el niño.
- No lo creo. –
respondió Wyatt con cautela, pues le faltaba información. Pero todo estaba en
relativo silencio, y si le estuviera castigando, no sería así.
Leo estaba pensando
en muchas cosas. Ver a su hermano saliendo así de casa le había impactado
mucho. Muchas de las cosas que veía respecto a sus hermanos le impactaban.
- Peter ha dicho que
se iba a ir de casa…¿Crees que lo hará?
- Ha vuelto ¿no? No
siempre pensamos en serio lo que decimos, Leo. ¿No has dicho nunca algo que no
sientes de verdad, por estar enfadado?
- Sí, hoy mismo he
insultado a Nick.
- Pues ahí lo
tienes.
- Pero esto es diferente.
Peter lleva aquí sólo unos meses. El proceso de adopción aún está en marcha. Yo
siento que Peter es mi hermano, pero en el colegio dice que es mi hermano de
acogida. Que puede dejar de ser mi hermano. ¿Y si él quiere hacerlo? ¿Y si
quiere irse y vivir con otras personas o…vivir sólo? En unos meses podrá
hacerlo ¿no? – exigió saber Leo.
- Legalmente…puede
ser. Pero no te haces mayor por cumplir 18 años, Leo. Nick y Peter no se van a
ir por hacerse mayores de edad.
- ¿Cómo lo sabes? –
inquirió Leo, en el mismo tono apremiante que exigía una respuesta. – Papá ha
impedido que Peter se vaya hoy, porque Peter es menor. Es mayor que yo, pero no
es adulto como tú o como papá. Cuando él sea adulto podrá irse. Podrá irse y no
volver más, si quiere hacerlo.
- Eso no va a pasar,
Leo. Peter y tú siempre seréis hermanos, como tu padre y yo.
Leo dejó el tema,
pero no estaba nada convencido. No se había planteado hasta el momento que
podía quedarle muy poco tiempo para disfrutar de sus hermanos. Sólo había
tenido hermanos por cinco meses…le apenaba no haber crecido junto a Nick y
Peter, pero había creído que tenía muchos años para compensarlo. Pero…¿y si no
era así? ¿Y si Peter se iba, sino ese día al siguiente, o el día de después? En
unos meses podría hacerlo legalmente. Podía irse, y acabar con aquél juego de
"vamos a ser una familia".
Pensó que no era
justo. No puedes entrar en la vida de una persona, acomodarte, y luego salir de
ella. Las personas no son aeropuertos. No puedes entrar y salir cuando quieras.
No estaba bien. Y no lo iba a permitir.
- Tío, estoy
cansado. Voy a ponerme el pijama ¿vale?
- De acuerdo, Leo.
Yo voy a quedarme un poco más, y luego me iré a casa. Estaré aquí abajo.
Leo subió las
escaleras, pero no paró en el primer piso. Subió al desván. Cogió una caja de
madera, y se subió a ella para llegar al atril donde estaba el Libro de las
Sombras. Puso las manos sobre el libro y busco mágicamente, como su padre le
había enseñado a hacer. Y lo encontró. Leyó el conjuro una vez mentalmente,
para asegurarse de no cometer errores [aun no leía bien del todo] cuando lo
dijera en voz alta. Un error podía cambiarlo todo.
Escucha mis
palabras.
Dame poder sobre el
tiempo.
Devuelve lo que ya
se ha perdido,
pero no te lleves
los recuerdos.
Leo terminó de leer
pero no sintió nada ·"sobrenatural". Se bajó de la caja, y se
preguntó si habría surtido efecto. La voz de su padre llamando a alguien le
hizo comprender que sí, aunque era incapaz de entender lo que decía.
Chris estaba
abrazado a Peter y cuando notó que el chico dejó de llorar le separó un poco.
- Todos tenemos días
malos, Peter, y está claro que el de hoy no ha sido el mejor para mí. Hoy no he
dado una contigo. Te compensaré. Pero ahora vamos a olvidarlo ¿de acuerdo?
- Yo no puedo
olvidar la forma en que me he ido, haciéndote venir detrás de mí…
- Bueno, pues para
otra vez, intenta no hacerlo. Salir a buscarte no es un problema, tesoro, pero
pensar que huyes de mí, o de casa, sí. Es mejor sentarse y hablar ¿no te
parece?
Peter asintió. Chris
le estaba hablando despacio, como si tuviera la edad de Leo, pero eso no le
desagradaba en aquél momento. Estaba mimoso, y le gustaba.
- Y, por favor, no
vuelvas a hablar de mis poderes en la calle, gritando, para que pueda oírlo
cualquiera…
- Lo siento.
- Ya sé. Lo digo
para el futuro ¿está bien?
Peter volvió a
asentir.
- ¿Hay algo que tú
me quieras decir a mí? – continuó Chris. – Éste es el momento.
- No vuelvas a
cerrar con llave, por favor. Yo prometo no salir corriendo pero…no cierres por
fuera con…ya sabes…la magia.
- De acuerdo. Si tú
mantienes tu promesa, yo mantengo la mía.
Peter iba a decir
algo más, pero entonces ocurrió algo extraño. Todo su cuerpo empezó a brillar.
- ¿Peter? – preguntó
Chris, alarmado. Su hijo también parecía sorprendido. Entonces, el brillo se
hizo más intenso, y de pronto donde había estado Peter había un niño pequeño,
de unos cuatro años. Chris parpadeó, perplejo. El niño en cuestión tenía el
pelo castaño y no negro, pero por lo demás era calcadito a Peter. Chris había
visto fotos de los gemelos, y por eso reconocía ese aspecto. El niño levantó
los brazos para que le cogiera, y él lo hizo por automatismo.
- ¿Peter? – volvió a
preguntar.
- Papi – respondió
el niño alegremente.
"Sabe quién
soy. Pero…¿él quién es? ¿Ha…ha rejuvenecido? ¿Cómo? ¿Por qué?"
Si Chris no hubiera
estado tan acostumbrado a la magia, aquello hubiera sido demasiado para él.
Pero lo estaba, así que respiró hondo, y, con el niño-Peter en brazos, salió de
la habitación con celeridad.
- ¿Wyatt? –
preguntó, mientras bajaba las escaleras.
- ¿Sí? ¿Y ese quién
es? – preguntó su hermano, asomando la cabeza.
- Peter – respondió
Chris. – Es Peter.
- ¿Qué?
- Lo que oyes.
¿Dónde está Nick?
- En la ducha. ¿Cómo
que Peter?
- Peter, Wy, Peter.
- Tito – dijo el
niño, mirándole, y sonriendo.
- Voy a…voy a ver…si
Nick también a….tú sólo ten a Peter ¿vale? – pidió Chris, y dejó al niño en el
suelo. Se dirigió al baño, llamó, y al no obtener respuesta orbitó dentro.
Sentado en la bañera vio a un niño, llorando. Era una copia del Peter-niño, salvo
que desnudo. Era Nick.
- ¡Papi! – dijo el
niño, cuando le vio – Papi, no puedo salir yo sólo.
Chris tardó unos
segundos en reaccionar, pero luego tomó al niño en brazos y lo sacó de la
bañera. Cogió una toalla y le envolvió con ella. El niño dejó de llorar en
seguida, e incluso sonrió mientras le secaba.
- ¿Por qué estás tan
serio, papi? – preguntó Nick.
"¿Qué
sabe?" se dijo Chris. "¿Qué recuerda? Sabe quién soy, pero no parece
extrañarle ser un niño"
- Vamos a vestirte,
Nick – dijo, su boca hablando de forma independiente, sin contar con su
cerebro. Al decirlo, se dio cuenta de que eso era lo que tenía que hacer. Debía
empezar por las cosas sencillas, y luego ya intentaría entender lo que había
pasado.
"Ropa. Sí. Ropa
para un niño de cuatro años"
La ropa de Peter
había encogido con él. Nick estaba desnudo cuando se transformó, así que su
ropa seguía siendo del tamaño del Nick de 17. En ese momento, Chris agradeció
más que nunca la manía que Bianca había tenido de guardarlo todo. Había
guardado ropa de Leo de cuando era pequeño, y él nunca se había atrevido a
tirarla. Con Nick en brazos, fue a buscar algo que pudiera valerle. Aquella
ropa era de cuando Leo tenía tres años, pero Leo siempre había sido alto para
su edad, y Nick, y Peter, por lo que estaba viendo, eran niños más bien
pequeños. Aquella ropa le valdría. Sentó a Nick en la cama, y le vistió.
- El brazo – pidió,
poco a poco recordando cómo iba aquello. Era más fácil recordar cómo tratar a
un niño pequeño de lo que había sido averiguar cómo tratar a un adolescente.
Nick balanceó las
piernas y fue haciendo lo que le pedía. Mientras le vestía, Chris se permitió
observarle bien por primera vez. Nick le sonreía, y se llevaba la mano a la
boca de manera muy tierna.
"Qué
mono."
Cuando le hubo
vestido, le cogió de la mano, y bajaron. Wyatt estaba en el sofá, con Peter
sentado en sus piernas. Ariel estaba junto a ellos, al parecer sin tener ningún
problema con el hecho de que Peter fuera de pronto mucho más pequeño. Chris
sentó a Nick en el sofá, y suspiró. Cuando habló, miró directamente a Wyatt.
- Vale. ¿Cómo es
posible que mis hijos sean 13 años más pequeños?
- ¿Qué estabas
haciendo cuando sucedió?
- Hablar con Peter.
- No ha sido algo
que tú hicieras, entonces. Tampoco ha sido algo que hiciera yo.
Guardaron silencio,
pensativos. Chris empezaba a asimilar todo lo que implicaba lo que había
pasado. Sus hijos casi adultos eran poco más que bebés. ¿Por qué? ¿Quién?
¿Cómo? Y…¿cómo iba a explicárselo a la gente? A la gente no mágica, aunque a su
familia tampoco le iba a resultar fácil de entender.
- ¿Dónde está Leo? –
preguntó entonces Chris.
"Ay Dios. ¿Y si
él ha empequeñecido también?"
- Me dijo que se iba
a poner el pijama.
Chris fue a
buscarle, pero no estaba en su cuarto. Al pasar cerca de las escaleras, vio que
el desván estaba entreabierto. Chris subió, pero allí no había nadie. Ya iba a
cerrar, cuando tuvo una corazonada. Entró, y decidió mirar en el Libro de las
Sombras, para ver si aquello era obra de algún demonio. Al acercarse al libro,
vio la página en la que estaba, y leyó. Y relacionó el conjuro señalado con lo
que había sucedido. Pero Chris había aprendido ese mismo día a no emitir
juicios precipitados, así que decidió calmarse.
- ¡Leo! – llamó y
salió del desván.
Su hijo se dejó ver
en el piso de abajo, a prudente distancia de él.
- Leo. ¿Has estado
en el desván?
Leo sólo lo pensó un
segundo, pero ya había decidido no mentir, porque de todas formas su padre
acabaría por averiguar la verdad.
- Sí.
- ¿Has tocado el
Libro de las Sombras?
- Sí.
- ¿Has hecho algún
conjuro?
- Sí.
- ¿Podrías responder
con algo más que con monosílabos, antes de que termine de perder la paciencia?
- Sí…he leído un
conjuro, y deduzco que ya sabes por qué.
Chris suspiró. La
cabeza le dolía, pero ya no estaba seguro de que fuera por el resfriado. Lo que
había pasado era un buen motivo para provocar una jaqueca a cualquiera.
- Sé para qué era el
conjuro, pero no por qué lo has hecho. ¿Te das cuenta de lo que significa el
haber hecho que tus hermanos vuelvan a tener cuatro años?
Leo le miró a los
ojos y Chris sólo vio a un niño asustado, pero que a la vez estaba contento. Y
así era justamente como se sentía Leo: contento de que su plan hubiera
funcionado; asustado porque se temía que su padre no iba a verlo con tan buenos
ojos como él. Se había puesto el objetivo de ser sincero, y siguió fiel a él.
- Sí. Significa que
no se irán de casa, al menos en otros catorce.
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