Chapter 85: Mentira o verdad
REALIDAD 1
El goteo del
fregadero resultaba muy molesto. Chris se propuso arreglarlo, pero sabía que
pasaría mucho tiempo antes de que pudiera hacerlo. De todas formas, tampoco era
una avería grave. El grifo cerraba un poco mal, pero nunca habría reparado en
el molesto sonido de no ser por el exagerado silencio que se había adueñado de
la habitación.
Chris sentía la
garganta seca, y se descubrió a sí mismo mirando involuntariamente hacia donde
Leo había señalado. Tal como era de esperar, allí no había nada… ni nadie.
Chris frunció el ceño.
- Leo, no me gustan
las mentiras, ya lo sabes. Sé que tienes mucha imaginación, pero no debes
usarla para esto. Mamá no está ahí, ya lo sabes.
- Sí, sí que está.
- Sé que no tienes
mala intención, y no estoy enfadado, pero deja de decir eso ¿vale? – dijo
Chris, intentando sonar amable. El corazón le latía a cien por hora, algo le
oprimía el pecho y las palabras de su hijo le estaban haciendo mucho, mucho
daño.
- No estoy diciendo
ninguna mentira, papá. Mamá está ahí y me ha pedido que te vigile…
- Leo, ya vale.
- Pero…
- Basta, hijo. Por
favor.
Leo cerró sus
puñitos y puso mala cara.
- ¿Por qué no me
crees?
- Mamá no está ahí,
y no haces bien en decirlo. Deja el tema, y sigamos comiendo ¿quieres? -
insistió Chris, intentando no elevar la voz. Ese "¿quieres?" fue algo
totalmente retórico, por supuesto. Había sido una orden en toda regla.
- ¡No, no quiero!
Mamá está ahí. Tiene el pelo largo, como siempre. Y castaño. Y me está
sonriendo…
- Vale, Leo. Ahora
sí me estoy enfadando – dijo Chris, con una enorme espina en el centro de su
pecho. El recuerdo de su mujer le asaltaba con inconmovible exactitud. No
necesitaba la descripción de Leo para imaginársela y dolía. Mucho. Muchísimo.
¿Por qué su hijo le estaba haciendo eso? Los ojos le escocían. Sintió la mano
de Amy apretando la suya cariñosamente, y aunque agradeció el gesto, eso le
hizo sentir peor. Siempre se sentía culpable de estar con Amy cuando recordaba
a Bianca.
- ¡Pero es cierto!
¡Ella está ahí! ¿Por qué no me escuchas?
- Cielo, ya vale. –
intervino Amy. – Este juego no tiene gracia. Mejor paramos ahora, antes de que
hagas daño a tu padre.
- ¡No es un juego!
¡Es él el que me hace daño, porque no me cree! Mamá me está advirtiendo…
Chris dio un golpe
en la mesa que hizo que todos saltaran en sus asientos.
- ¡Es suficiente!
Leo, no quiero volver a oír nada de esto ¿entendido? Fin del tema.
- ¡Tú nunca quieres
hablar de mamá! – gritó Leo, con algo de rabia.
Chris parpadeó con
sorpresa. Era consciente de que su hijo tenía razón.
- ¿Por eso estás
haciendo esto?
- ¡Yo no estoy
haciendo nada! ¡Ella está aquí y si no la hubieras olvidado me creerías!
- No la he olvidado,
Leo. Pero ella no está, ni va a estarlo por mucho que lo digas.
- ¡Si está, ya te lo
he dicho!
- Y YO TE HE DICHO
QUE DEJES EL TEMA. Obedece, Leo.
- ¡No!
- ¿Cómo dices?
- No. Estás
equivocado. No voy a hacerte caso cuando estás equivocado. ¡Mamá está aquí y tú
eres idiota por no creerme!
Chris apretó los
puños repetidas veces y luego escondió las manos debajo de la mesa. Cuando
estuvo seguro de que no iba a hacer o a decir nada de lo que fuera a
arrepentirse, habló:
- Vete a tu cuarto,
Leo.
- ¿Por qué?
- Porque yo te lo
digo. Porque te he pedido que dejes el tema varias veces.
- ¡Y yo te he pedido
que me creas!
- No voy a creerte
cuando dices una mentira. Ahora, vete a tu cuarto, por favor. Yo subiré en unos
minutos, y entonces tendrás una oportunidad para decirme la verdad, y no me
enfadaré.
- ¡Sí, sí te
enfadarás, porque la verdad es que mamá está aquí pero tú no quieres creerme!
- Leo, ¡VALE YA! A
tu cuarto, ahora.
Leo se levantó con
brusquedad, haciendo que su servilleta se cayera al suelo, y los vasos se
tambalearan.
- ¡Idiota! – le
gritó, con ira.
Amy cerró los ojos,
porque sabía lo que iba a pasar a continuación. Nick se concentró en su plato.
Peter actuaba como si la cosa no fuera con él. Y Chris cumpliendo las
expectativas de todos los presentes, se levantó de la mesa a velocidad del rayo
y agarró a Leo por un brazo. Segundos después le dio una fuerte palmada.
¡PLAS!
- ¡Au!
- Y agradece que me
quede ahí. Se acabó eso de insultarme. Vas a subir a tu cuarto ahora y voy a
enseñarte a obedecerme cuando te digo que nada de mentiras.
Leo, con lágrimas de
rabia, le dio un pisotón y se soltó. Chris se quedó helado por unos segundos,
pero luego reaccionó y empezó a perseguirle por toda la habitación. Aquello
hubiera tenido un punto cómico, como las escenas de persecuciones de los
dibujos de no ser por el enfado que se respiraba en el ambiente. Nick se
levantó y se puso delante de Chris, frenándole.
- Vamos a calmarnos
todos – pidió, y tuvo un duelo de miradas con Chris, que finalmente asintió, y
respiró hondo. – Enano, aun no es tarde para que le pidas perdón a papá. A
veces un juego inocente se nos va de las manos. Hablar de tu madre como si
estuviera aquí puede hacer que te sientas mejor, pero a papá le ha hecho daño.
- ¿Tú también?
¡MA-MÁ ES-TÁ A-HÍ! – dijo Leo, separando las sílabas. - ¿Es que nadie lo ve?
- No, Leo. Nadie lo
ve. Y papá te ha dicho ya que dejes el tema.
- ¡Papá es imbécil,
y tú también!
- Leo, ya te han
dicho que no se insulta –regañó Amy con suavidad, y se acercó a él en actitud
cariñosa. - ¿Por qué insistes cariño? ¿Por qué sigues diciendo esa mentira tan
fea?
- ¡Que no es una
mentira! ¡NO… ES… UNA …MENTIRA! – gritó Leo, y puntualizó cada palabra con un
puñetazo en la cadera de Amy, enrabietado. La mujer se lo quitó de encima como
pudo y Chris acudió en su ayuda. Cogió a Leo con un solo brazo y se sentó en
una silla, para después ponérselo encima. De un tirón le bajó la ropa.
SWAT SWAT SWAT SWAT
- ¡No! ¡Ai!
¡Suéltame, tonto, suelta!
- ¡Basta de
rabietas!
SWAT SWAT SWAT
- Si te dicen a tu
cuarto te vas a tu cuarto. – dijo Chris, y lo puntualizó con otra palmada.
Luego le puso de pie y le colocó la ropa. – Ahora ve, vamos. Sé un buen niño y
obedece.
Leo se restregó con
ambas manos, sin poderse creer que su padre le hubiera pegado tan injustamente.
Y encima iba a castigarle más en cuanto subiera a su cuarto. Rabioso, enfadado,
frustrado, y con algo de dolor por las palmadas que se había llevado, estuvo a
punto de dar una patada a la mesa, pero Nick se agachó a su lado y se lo
impidió.
- Enano, ya te han
calentado bastante y a mí también. ¿No crees que es mejor hacer las paces con
papá y que te de un abrazo a seguir con el berrinche y ganarse otro castigo?
Nick habló con
cansancio. Estaba agotado y aún muy adolorido por la paliza que se había
llevado, y sólo quería evitarle a su hermano el mismo destino. De alguna
manera, sentía que al no estar Peter le correspondía a él el puesto del
"sensato que da buenos consejos". Estaba caro que el otro Peter no
iba a hacer nada al respecto, si casi pareciera que todo aquello le divertía.
Leo miró a los ojos
de su hermano, y de pronto empezó a llorar mucho.
- Es que…Nick…¿por
qué papá no me cree?
Nick le miró con
ternura, algo extrañado porque el niño insistiera tanto en su historia, aún
después de un castigo y la advertencia de otro. Llevado por la curiosidad, se
metió en la mente del niño.
Nunca había estado
en la mente de nadie después de que le castigaran, salvo en la suya. Resultó
algo raro. Leo estaba muy… vulnerable. Y tenía un diálogo consigo mismo que al
principio hizo que Nick se sintiera muy confundido.
"Quiero un
abrazo. Pero no de papá. Él es tonto. ¡No me cree! ¿Por qué no me cree?"
"De tanto que
le mientes, estúpido"
"Pero…si
siempre le digo la verdad"
"¿Siempre?"
"¡Casi siempre!
Y cuando le miento él me descubre. Y me perdona"
"Pero deja de
confiar en ti. Ya lo estás viendo. Le dices la verdad y es incapaz de
creerte"
Leo empezó a llorar
más. Nick, que sabía los pensamientos que le habían llevado a ese llanto, le
abrazó.
- Leo, te he
castigado porque tú has querido. – dijo Chris, con algo de pena. Abrió los
brazos para él. – Anda, ven aquí.
- Papá, te está
diciendo la verdad. – intervino Nick, separándose un poco de Leo.
- ¿Qué?
- El enano. Te está
diciendo a verdad.
- ¿Cómo dices?
- Mira, yo no sé si
ha visto a su madre o si se ha vuelto majara, pero él está convencido de que te
dice la verdad. Lo leo en su mente. No está mintiendo.
Chris miró a sus dos
hijos sin saber cuál de los dos se había vuelto loco. Quizá ambos. ¿Bianca?
¿Leo estaba viendo a Bianca? La insistencia de su niño en que lo que decía era
cierto, y el respaldo de Nick, hicieron que Chris se sintiera capaz de aceptar
que Leo la estaba viendo. Pero…¿estaba ella allí? ¿En plan fantasma? No sería
el primero que vería, pero entonces ¿por qué no la veía? ¿Por qué sólo la veía
Leo? Un sollozo del pequeño le hizo salir de sus infructuosas cavilaciones.
- Leo… - empezó, sin
saber cómo seguir en realidad – Campeón, yo… Anda, dame un abrazo.
- ¡No! ¡Eres tonto!
¡Te he dicho la verdad y no me has creído! ¡Y me has pegado! ¡Tonto!
Leo lloriqueó y se
frotó los ojos.
- Tienes razón, Leo,
soy tonto. El mayor tonto de todos. Lo siento mucho ¿vale campeón? ¿Crees que
tal vez me puedas perdonar?
Leo se cruzó de
brazos y levantó la barbilla, en un claro gesto de "te lo voy a poner
difícil." Chris le cogió en brazos y le acarició la espalda. Leo se dejó
hacer, cediendo poco a poco.
- Eres malo –
murmuró, aún enfadado.
- Lo siento mucho,
campeón.
- Mamá dice que eres
malo también.
A Chris se le hizo
un nudo en el estómago.
- ¡Ouch! – exclamó
Leo de pronto.
- ¿Qué pasó, bebé?
- ¡Me ha pegado! – dijo
Leo, en tono de quien se siente traicionado.
- ¿Qué?
- Mami me pegó.
- ¿De verdad?
Chris casi esperaba
sentirla. Tenía que estar muy cerca. Bianca…¿Por qué no podía verla? Sólo una
vez. ¿Era tanto pedir?
- Sí. Es que te he
dicho una pequeña mentira.
- ¿Mm?
- Ella no ha dicho
que seas malo. Sólo dice que se alegra de verte.
El corazón de Chris
dio un saltito en su pecho. Amy se dio cuenta de que aquél era un momento muy
íntimo, y por eso rodeó a Nick con un brazo, y se dirigió también a Peter.
- Nosotros os
esperamos arriba.
- ¿Estás de coña? –
protestó Peter, y cogiendo un bol de cereales salió de la silla para sentarse
en la mesa como si estuviera comiendo palomitas en el cine - ¡Esto es mejor que
la televisión! ¡Radiocadáver! No quiero perdérmelo.
- Pero que cabrón
insensible. – dijo Nick.
- ¡Esa boca! –
regañó Chris – Y Peter, cállate, anda, que estás más mono.
- ¿Qué fue de la
libre expresión? – replicó Peter, masticando con la boca abierta. La mirada de
Christopher le hizo ver que haría mejor en borrar la sonrisa de su cara – Vale,
ya lo pillo: la libre expresión murió a la vez que el sentido del humor.
Chris suspiró.
- Tengo que
admitirlo, Nick: él hace que quedes como un chico correcto y educado. – dijo
Amy.
- ¡Ey, un respeto! –
protestó Nick, pero sonrió.
Chris sacudió la
cabeza, y apoyó su frente en la de Leo, al que aún tenía cogido en brazos.
- De verdad que
siento mucho no haberte creído, campeón. ¿Cuánto hace que puedes verla?
- Poco rato.
- ¿Y qué dice?
- Que nos quiere.
Que cuide de ti. Que cuides de Amy. Que no seas tan duro con Nick…
- ¡Ya me cae bien
esta mujer! – dijo Nick con una sonrisa, pero tres pares de ojos furibundos le
silenciaron.
- …que encuentres a
Peter. Y que te vigile.
- ¿Por qué?
- Porque no quiere
que te mueras, ni que te vuelvas malo.
- ¿Y por qué iba a
volverme malo?
- Porque el otro
Chris se ha vuelto bueno.
- ¿Qué? ¿Qué quieres
decir?
- Yo soy sólo el
mensajero.
- Pero…¿qué quiere
decir? ¿El otro Chris se ha vuelto bueno? ¿Cómo? ¿Y eso quiere decir que yo me
volveré malo? – empezó a preguntar Chris, pero se dio cuenta de que Leo no le
escuchaba. El niño parecía atender a otra conversación…
- Dice que no
confíes en Peter.
Se hizo el silencio.
Todas las miradas se volvieron hacia el "otro Peter", presente en la
habitación. En ese momento estaba intentando desempaquetar un bollo, y al notar
todas las miradas sobre sí se detuvo y tragó saliva, cohibido.
- Él no – aclaró
Leo. – Dice que aprendas a leer entre líneas. Que tienes muchas pistas, pero
has hecho todo el puzzle al revés.
Chris no entendía
nada, pero daba igual. Había algo más urgente que todo eso. Más urgente que el
fin del mundo, la lluvia roja y todo lo demás.
- ¿Por qué está
aquí? ¿Cómo es que tú puedes verla y los demás no?
- El velo entre los
dos mundos paralelos no es lo único que se ha roto – dijo Leo, y su voz sonaba
como si estuviera repitiendo según iba escuchando – Está en…en una especie de
limbo. Sólo puede mostrarse a una persona, y me ha elegido a mí. – concluyó
Leo, y su voz denotaba orgullo, emoción y alegría. Cayeron lágrimas silenciosas
por sus ojos. – Yo también te quiero, mamá.
Chris se mordió el
labio. Una parte de él deseaba haber sido elegido, pero venció el egoísmo al
ver la cara de…paz…de su hijo. De pronto, Leo empezó a llorar de otra forma.
- ¡No, no!
- ¿Qué pasa, Leo?
- ¡No!
- ¿Campeón?
- ¡Se ha ido! ¡Se ha
ido! ¡No!
- Tranquilo, Leo.
- ¡Mamá! ¡MAMÁ!
Leo empezó a gritar
eso una y otra vez y no parecía atender a nadie más. Chris le sujetó mientras
lloraba y se debatía como queriendo correr sin saber a dónde. Al final, tal vez
por cansancio, tal vez por entender que no servía de nada, se fue calmando poco
a poco.
- Mamá – dijo al
final, y apoyó la cabeza en el hombro de Chris, y de pronto, en un gesto que
hacía un par de años que no hacía, se llevó el dedo pulgar a la boca, como si
fuera un bebé.
REALIDAD 2
- No vas a salir te
pongas como te pongas ¿me oyes? – gritaba Christopher.
- Por última vez,
papá, YA NO LLUEVE - insistió Nick.
- ¡No sabemos si va
a empezar a llover otra vez! ¡Esa lluvia quema! Y vuelve loca a la gente. ¿Has
visto lo que ha pasado ahí fuera? ¿Todo el mundo sonriendo, dándose la mano,
haciéndose regalos?
- ¡Llevaré paraguas!
- ¡NO VAS A SALIR!
- ¿Por qué?
- Porque yo te digo
que no.
- Nunca te ha
importado que salga cuando se me antoje.
- Bueno, pues las
cosas van a cambiar. ¡Acabas de volver, por el amor de Dios! ¿De verdad crees
que voy a dejarte salir SÓLO alguna vez en el resto de tu vida?
- ¡No puedes tenerme
en una jaula de cristal!
- ¡Puedo, y lo haré!
- ¡En tus sueños! –
gritó Nick, e hizo por abrir la puerta, pero Chris se lo impidió, agarrándole
la mano. Nick se tensó un poco ante el contacto físico. Lo llevaba mejor que su
hermano, pero aun así le ponía algo nervioso. Además, a diferencia de Peter,
Nick era incapaz de sobreponerse a ese temor. Se alejó instintivamente de
Chris, que rodó los ojos.
- No necesitas huir.
No voy a hacerte nada… todavía. Pero más te vale obedecerme.
Nick se alejó un
poco más.
- Nick, que era
broma, joder. No te asustes de mí. Antes me has dejado abrazarte.
- Y ese es todo el
contacto físico que vas a tener. Así que no vuelvas a tocarme.
- No lo haré, si no
intentas irte de nuevo.
- No voy a
intentarlo: voy a conseguirlo. Adiós, papá. – dijo Nick, y abrió la puerta.
Chris le cogió de la camiseta, tiró e él hacia dentro, y la cerró. Luego cogió
la mano de Nick y le dio un golpecito. Y no le soltó la mano durante unos
segundos. Y tal como sabía que iba a pasar Nick empezó a llorar.
- ¿Ya has terminado
de ponerme a prueba? – le preguntó. – Durante tres meses te he perdido. Aún no
he recuperado a tu hermano. Del cielo cae una lluvia que quema. Así que no,
Nick, no voy a dejarte salir. Aunque lleves meses sin ver la calle. Me da
igual.
Nick no dijo nada y
se limitó a seguir llorando. Chris suspiró.
- Voy a abrazarte
¿de acuerdo?
Siempre les tenía
que avisar primero. Cuando Nick asintió, Chris le dio un gran, gran abrazo. Y
Nick se calmó enseguida, claro. Si era más bien un berrinche lo que tenía. Un
berrinche y ese algo de "oh Dios mío, este tío me toca aunque yo le haya
dicho que no".
- Ahora sube a tu
cuarto, vamos.
- No, papá, ya
entendí. No voy a irme, de verdad – lloriqueó Nick.
- No es eso, cariño.
Es que le prometí a Peter que le subiría al desván, a…ver a su familia.
- ¿Y puedo ir yo?
- ¿Vas a ser bueno
con él?
- ¿Con quién?
- Con Peter. El que
está aquí.
- ¿Con ese?
- Sí.
"Ese." Pero no quiero que te refieras a él de esa forma.
- Papá ¿qué es lo
que te ha pasado? Es… como si no fueras tú.
- Es largo de
contar. ¿Vas a comportarte o no?
- No prometo nada.
- Nicholas…
- Oh, por el amor
de… ¡Papá, me das asco!
- ¡Nicholas, esas
cosas no se le dicen a un padre!
- ¡Pero si te he
dicho cosas peores!
- Bueno, eso también
va a cambiar a partir de ahora.
- Vaya mierda.
- ¡Nicholas!
- ¿¡Qué!?
- ¡El tonito! ¡Y el
vocabulario!
- Que te den.
Chris le cogió la
mano y le volvió a dar un golpecito.
- ¡Ay! ¡Pero si tú
dices eso todo el tiempo!
- Ya no. Y tú
tampoco.
Nick empezó a llorar
otra vez.
- ¡Eres malo! – dijo
Nick, y a Chris esa expresión le sonó diferente a otras veces. Sonó a "me
estás poniendo una norma, así que estás siendo un buen padre pero a mí no me
gusta". Y le hizo sentir bien. Sin embargo, sintió que le debía a su hijo
una explicación.
- ¿Tú confías en mí?
Nick asintió,
mientras se frotaba los ojos. Chris le dio un beso en la frente.
- Pues entonces
créeme cuando te digo que estoy haciendo lo mejor para nosotros. La vida tiene
un sentido diferente al que nosotros le damos. Hay algo más que destrucción.
Nosotros no somos mejores que el resto.
- ¡Sí lo somos!
- No, hijo, no lo
somos. Me lo ha enseñado el chico más humilde del planeta.
Nick observó a su
padre con atención.
- Por eso te cae
bien ¿verdad? Porque no se cree mejor que tú.
- No me juzga. No
deja de criticarme, pero en realidad no me juzga. Viendo lo destrozado que está
ahora mismo por una tontería, cada cosa de las que he hecho delante de él ha
tenido que parecerle un crimen horrible. Sé que no lo entiende y que hasta le
parecemos monstruos…. Pero no me trata por ello como si él fuera mejor que
yo…Como si para él todo el mundo mereciera otra oportunidad….
- Nuestro Peter es
rencoroso.
- Oh, y él también.
Creo que aún sigue enfadado conmigo porque le castigué. Lo que me recuerda… Tú
espera viendo la tele ¿de acuerdo? Te avisaré para subir al desván.
Nick asintió, y
Chris subió las escaleras, para ir a la habitación de Peter. Iba a entrar, pero
en el último momento se acordó de llamar primero. Sonrió. Eso era otra cosa que
Peter le había enseñado.
- Qué ¿hacemos esa
visita a "Paralelolandia"? – bromeó Chris, al entrar. Peter no estaba
para bromas, porque seguía como un ovillo en la cama. Habían puesto un trozo de
cartón en la ventana, por si empezaba a llover de nuevo, y eso hacía que la
habitación estuviera a oscuras. A Peter le brillaron los ojos y Chris sintió un
escalofrío. Era siniestro. Encendió la luz. – Vamos, arriba. ¿No querías ver a
tu padre?
- Sí. – dijo Peter,
e hizo por levantarse.
- Eh, primero, una
pequeña revisión. Enseña manos y muñecas.
- ¿Qué?
- Quiero ver si
tienes cortes.
- ¿En serio?
- Cuando dejes de
ser un alma en pena con instintos suicidas volverás a ganarte mi confianza.
Hasta entonces, sí, en serio. Y vacíate también los bolsillos.
Peter suspiró e hizo
lo que le pedía. Estaba limpio.
- Buen chico. Sólo
por eso aplazaremos nuestra conversación diaria hasta esta noche, para que
veas.
- ¿Me pegarás con el
cinturón? – le preguntó con los ojos más manipuladores de la historia.
- Ya veremos. Si
comes y cenas como es debido, y no haces más tonterías, me lo pensaré.
Peter asintió, pero
no le dedicó ni media sonrisa. Chris sentía que en vez de mejorar, el estado de
ánimo del chico empeoraba por horas. Él no sabía cómo manejar una
depresión…pero esperaba que ver a su padre le alegrara un poco.
- Ale, al desván.
- Chris…
- ¿Sí?
- Vas a…¿piensas
devolverme mis poderes, algún día?
- Tal vez.
- ¿Tal vez?
- No estoy seguro de
que no vayas a salir orbitando por ahí, a hacer más tonterías.
Peter bufó.
- Al menos aún tengo
mis poderes de demonio. Esos no me los puedes quitar.
- Pero está castigado
sin usarlos.
Volvió a bufar.
- Vale.
- Y más te vale que
no te vea usándolos – le advirtió.
- Porque si no soy
hombre muerto. Sí, sí, lo pillo. Papá ya se ocupó de enseñarme que es mejor no
saltarse un castigo.
- Bien. Pues
entonces vamos.
Subieron al desván.
Chris avisó a Nick y fueron los tres juntos. Pero, cuando estaban por traspasar
la puerta…
- Voy yo primero –
dijo Nick, y le empujó.
- Como quieras –
respondió Peter, con docilidad, sin ánimos para discutir. Nick, que lo que
quería era un poco de gresca con aquél "intruso", al ver que aquello
no le importaba, cambió de idea.
- Mejor voy detrás –
rectificó, y le volvió a empujar.
- Está bien – dijo
Peter, y se apartó.
Chris frunció el
ceño al ver esto.
- Nick, ¿recuerdas
lo que estuvimos hablando?
- Pero si no hice
nada.
- Se trata bien a la
familia, Nick. Eso siempre ha sido así.
- Este no es mi
familia – dijo Nick, dándole a Peter un empujón despectivo. Y llevaba tres.
- Basta, Nick.
Discúlpate.
- ¿Qué?
- Lo que has oído.
- Papá, tú nunca quieres
que nos disculpemos.
- A veces sí. Ya te
lo he dicho: a la familia se la trata bien. Esa norma siempre ha sido así.
- ¡ÉL NO ES MI
FAMILIA!
- ¡Nick, vale ya!
- Chris, no pasa
nada. No le caigo bien. Lo he entendido – dijo Peter, con los hombros hundidos
y se dispuso a pasar, ya que se habían quedado en la puerta. Nick le siguió con
pasos furiosos, enfadado porque Chris se pusiera del lado de aquél usurpador.
- ¡No vas a quitarme
a mi padre! – casi le gritó.
- No es lo que
pretendo. Yo también tengo un padre. Uno al que hace más de una semana que no
veo.
- Uy, qué pena. ¡YO
ESTUVE TRES MESES SIN VER AL MÍO!
- Lo siento mucho,
pero eso no fue culpa mía.
- Sí, sí lo fue.
Todo éste plan de Barbas es por ti y por tu padre. ¡Mi hermano está en tu mundo
justo ahora!
- ¿Y qué quieres que
yo le haga?
- ¡Morirte!
- Dame tiempo –
respondió Peter, sin emoción ninguna, y le dio la espalda. Mala decisión. Nick,
cansado de tanta pasividad se lanzó sobre él, y le tiró al suelo. Chris estuvo
rápido a la hora de separarlos.
- ¡Ya vale! Nick, a
tu cuarto, vamos.
- No, papá.
- Sí, papá. ¡Ve!
- ¡No! – dijo Nick,
y empezó a llorar.
- Te advertí. ¿Te
advertí o no te advertí? ¡Este chico lo ha pasado muy mal y no necesita que tú
le eches mierda encima!
- Papi, por favor,
no me castigues.
- Eso se piensa
antes. A tu cuarto.
- ¡No! – dijo Nick,
y echó a correr. Chris maldijo en voz baja.
- ¡Siempre igual! –
protestó, y orbitó para cerrarle el paso. Casi se había acostumbrado a la
mansedumbre y obediencia de Peter. Pero sus hijos nunca se lo ponían tan fácil.
- Derechito para tu
cuarto. ¡Vamos! – le instó, cruzándose de brazos en la puerta.
- No, papá.
- ¿Tengo que
llevarte yo?
Nick sorbió por la
nariz, y negó con la cabeza.
- Bien. Pues ve.
- Por favor, no me
pegues. – suplicó.
- No lo digas como
si fuera a torturarte. Es un castigo, por testarudo, desobediente, y por hacer
daño a la familia.
- ¡ÉL NO ES MI
FAMILIA!
- ¡Nicholas! –
advirtió Chris, en tono de "no estoy para juegos". – Si tengo que
contar hasta tres las cosas se van a poner muy mal para ti.
Y Nick desapareció,
rumbo a su cuarto. Chris suspiró.
- No le castigues
por mi culpa – dijo Peter, algo impactado por lo que acababa de ver. Conocía a
ese Chris lo suficiente como para asombrarse de la paciencia que acababa de
demostrar. Nick quizá no se hubiera dado cuenta, pero aunque Chris había
hablado con firmeza, sus ojos eran dulces todo el rato.
- Hecho: le
castigaré por SU culpa entonces porque él se lo buscó.
- Pero... se le ve
muy asustado.
- Pues ésta vez ha
sido muy fácil – le aseguró Chris, y Peter abrió mucho los ojos. – Luego
vuelvo. Quédate aquí si quieres.
Dicho esto se fue, y
Peter se quedó sólo en el desván. Tamborileó con los dedos sobre una mesa. Se
mordió el labio. Se fijó en la bola de cristal. ¿Tenía permiso para ojearla
estando sólo? Chris no se lo había dicho. Siguió tamborileando. Recordó que ese
sonido ponía nervioso a su hermano, y sonrió un poquito. Luego se entristeció.
¿Cómo estaría Nick? ¿Cómo estarían todos? ¿Había llovido también allí?
¿Estarían todos bien? Sin aguantar más, Peter caminó hacia la bola de cristal,
y la tocó. Y, como si fuera una pantalla, se encendió. Y empezó a ver a su
familia. Leo lloraba por algo. Peter no sabía por qué era, pero parecía
desolado. Se le encogió el corazón, al ver el sufrimiento de su hermanito. Su
padre le abrazaba con mucho afecto. ¿Ese era el rostro torturado que mostraba
cuando le consolaba a él? Peter extendió la mano y tocó el cristal.
- Papá – susurró.
Peter se quedó como
adherido a esa bola de cristal durante mucho rato. Mientras tanto, en el piso
de abajo, Nick se había ido directamente a llorar a su cama. Chris entró y se
colocó junto a él, y empezó a acariciarle. Le recorrió las venas de los brazos,
haciéndole cosquillitas con los dedos. Siguió haciendo eso durante un buen
rato, antes de decir nada.
- ¿Qué ocurre cuando
te digo algo y me desobedeces deliberadamente?
- Que me castigas.
- ¿Qué ocurre cuando
haces daño a una persona a la que te he dicho que no puedes hacerle daño?
- Que me castigas.
- ¿Y qué va a
ocurrir ahora?
- Que me vas a
castigar – respondió Nick, lloriqueando. Chris se inclinó para darle un beso en
la frente.
- Y ya sabemos cómo
es ¿verdad? Duele un poquito…
- …duele MUCHO….
Chris rodó los ojos.
- Duele UN POQUITO,
y después ya está.
- Papi, por favor…
Chris no le dejó
seguir por ahí. No debía dejar que entrara en bucle, o no lograría que se
calmara en la vida.
- Cuando te sacaron
de mi lado quise morirme ¿sabes? Vosotros tres dais sentido a mi vida. Me
hundí. Me mantuve a flote porque tenía un objetivo: matar a Christopher,
recuperaros a vosotros, y luego matar a Barbas. Hubieras encontrado sólo
algunos pedazos de tu padre de no ser por Peter. Él llegó aquí como alguien a
quien cuidar. Alguien herido por dentro y por fuera. Y yo al principio… no fui
muy amable con él. Desde luego mucho menos amable de lo que él está
acostumbrado. Observé que el chico era fuerte. Mucho más delo que aparentaba.
En realidad, no es tan diferente a tu hermano. Nuestro mundo empezó a cambiar
cuando Barbas vino aquí y mató a su otro yo. Yo empecé a cambiar cuando os
quitaron de mi lado. Pero hay algo que siempre va a ser igual, Nick, y es lo
mucho que te quiero. Lo sabes ¿verdad?
Nick asintió.
- No lo olvides ¿de
acuerdo?
Nick volvió a
asentir.
- Muy bien. Y ahora,
señor Peleón, venga usted acá. – dijo Chris, en un tono contradictoriamente
cariñoso, y sin levantarle si quiera le colocó encima suyo. – Si digo que
trates bien a Peter, le tratas bien – prosiguió, y le bajó la ropa con
suavidad. – Y desde luego, no te tiras a su cuello.
Empezó el castigo no
muy fuerte, pero dio igual. Nick siempre lloraba desde el principio.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Papi…
- Hijo – respondió
él, en el mismo tono quejumbroso.
- Papi, ya no más.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- No lo voy a hacer
más, de verdad.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT
- ¿El qué no harás,
hijo?
- Pasar de lo que me
dices.
SWAT SWAT
- Soy tu padre y
debes hacerme caso – le recordó. - ¿Qué más?
Pero Nick no
respondió, terco como él sólo, a pesar de que estaba llorando y moviéndose
mucho. Había crecido, sin duda por el estirón demoníaco que había sufrido
también "el otro Peter", pero seguía siendo su mismo niño cabezota.
SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT
- ¿Qué más?
SWAT SWAT
- Ay, papi.
- Pues respóndeme,
tonto, y terminamos.
SWAT SWAT SWAT
- Dejaré en paz a
Peter.
SWAT SWAT SWAT
- ¿Seguro?
- ¡Sí!
- Mira que si
después de prometérmelo tengo que volver a recordártelo, me voy a enfadar.
- Le trataré bien.
- Me alegro – dijo
Chris, y le levantó. Le ayudó a colocarse la ropa, y le dio un beso, pero Nick
estalló en llanto y se tiró a su cuello como quien se aferra al último chaleco
en medio de un hundimiento. – Sssh. Ya está, ya está.
Como respuesta sólo
recibió algunos sollozos y unos cuantos "snif". Chris le sostuvo con
paciencia durante cinco minutos. Durante diez. Y al ver que no dejaba de
llorar, suspiró.
- Vamos a tomar un
baño ¿de acuerdo? Las cosas siempre se ven mejor después de un baño. Además,
creo que te hace falta. ¿Es que no te bañaste en estos tres meses?
- Pues no.
- ¿En serio?
- Una vez se filtró
agua por las paredes.
- Eso no es un baño.
Vamos, te preparé uno con burbujitas. – dijo Chris, y cogió a Nick de la mano y
tiró de él, como para llevarle. Nick se resistió un poco. – Ah no, ahora no voy
a soltarte. Esta mano es mía, la he secuestrado.
Chris le dejó
bañarse tranquilo y cuando acabó estaba ahí para seguir abrazándole. Al verle
Nick pareció a punto de llorar otra vez.
- Nada de lágrimas -
dijo Chris, fingiendo una cara seria. – Nada de lágrimas o me guardo esto –
añadió y sacó de detrás de su espalda un bote con pinturas. Nick sonrió como
Bethoven cuando le enseñaban un piano. – Eso está muuuucho mejor. La pared
necesita una nueva decoración. Entre tú y yo, "el otro Peter" pinta
tan mal como el nuestro.
Con eso, consiguió
escuchar el maravilloso sonido que era la risa de Nick.
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