Chapter 88: Todo cambia, menos una cosa
N.A.: Puede que éste
cap sea un poco pesado de leer... no lo sé...Es un viaje al interior de los
debates internos del Christopher ex-malo xDDD
REALIDAD 2
Chris intentó cruzar
el portal una vez. Lo intento dos. Lo intentó tres. Y todas esas veces, el
resultado fue el mismo. Salió rebotado, dio contra el suelo, y se hizo bastante
daño. El portal que él mismo había abierto para cruzar, y que él mismo había
cerrado, había sido bloqueado por Barbas, y al parecer sólo podía desbloquearlo
si llevaba consigo a su hijo y a Peter.
"Al menos, no
te pidió que te llevaras también a Leo" pensó, aunque casi hubiera
preferido que se lo pidiera. Lo hubiera preferido, porque de haberle pedido eso
él se habría negado sin dudarlo, mientras que con el trato real, se lo estaba
planteando. En serio se estaba planteando llevarse a los dos chicos al otro
lado, directos a una trampa, justo donde Barbas quería tenerles.
No es que quisiera a
Nick menos que a Leo. Es que Nick se podía defender sólo, o eso quería creer
Chris. Además, sabía que el chico querría ir a salvar a su hermano. De hecho,
Chris se preguntaba por qué no se lo había sugerido ya. De alguna manera al
llevarle con él podía asegurarse de que estaba a salvo, ya que si le dejaba
atrás Barbas podía cogerle de nuevo. Chris podía convencerse de que llevarse a
Nick al "otro mundo" era la mejor opción. En cuanto a Peter… adoraba
a ese chico, de verdad, pero no era su Peter. Sería cruel, sería injusto o
incluso sería de mala persona, pero si tenía que elegir entre un Peter y otro,
elegía al suyo. La pregunta del millón era…si la condición para traer de vuelta
a SU Peter era que el otro muriera, ¿estaría dispuesto a hacerlo? Supo que no.
Que no dejaría que le pasara nada a ninguno de los Peters, ni de los Nicks, ni
a nadie.
Y he ahí la tercera
cuestión: matar a Chris. Pensó en la ironía del asunto: hacía unas semanas, esa
condición no hubiera sido un problema. Pero gracias a Peter, se sentía incapaz
de matar a nadie, y mucho menos al padre del chico que había puesto su vida
patas arriba sólo con su bondadosa presencia.
¿Por qué tenía que
tener escrúpulos justo en ese momento? ¿No podía haber abrazado la bondad en
cualquier otro instante? ¿Y si lo posponía? ¿Y si dejaba lo de "ser buena
gente" para otro momento, y en ese momento hacía lo mejor para su Peter
sin pensar en nadie más? … Chris sabía que no podía hacer eso. Que no
funcionaba así. Que uno no puede "postergar las buenas decisiones".
Tenía que hacer lo correcto incluso aunque lo correcto no fuera lo que el
deseara. En eso consistía la bondad. Eso es lo que Peter le había enseñado. Eso
es lo que él quería ser, y no podía rendirse tan pronto. Pero tampoco quería
que su hijo fuera el precio.
Chris dio un golpe
contra la pared, usando toda su fuerza. Luego soltó un grito, porque el golpe
fue demasiado fuerte, la pared no se iba a romper, pero su mano sí. Mierda.
Abrió y cerró el puño para comprobar que seguramente se había fisurado los
nudillos.
Ignoró el dolor de
su mano, y trató de pensar con frialdad. Sólo podría cruzar el portal con Nick
y Peter. Al fin y al cabo, el lugar de Peter estaba al otro lado, así que
llevarle no era algo tan descabellado. Luego estaba el pequeño detalle de matar
a Christopher. Si lo hacía estaría traicionando a Peter, y se estaría
traicionando a sí mismo y a las recientes decisiones que había tomado. Supo que
no lo iba a hacer, y que por tanto tendría que buscar una forma de poner fin a
aquello. Una forma "correcta".
"Christopher,
me parece que tú y yo vamos a estar en el mismo equipo" pensó, sintiendo
que era raro el hecho de ir a aliarse con el hombre que era su versión
paralela, al cual había pensado matar hasta hacía muy poco. Se dio cuenta de
que Peter no era el único responsable de su "nueva adquisición de
principios". Peter le había motivado para ser buena persona… pero había
aprendido a serlo al observar al otro Christopher. Rezó para que él supiera lo
que debían hacer, porque él no tenía ni idea.
Cuando se sintió lo
suficientemente calmado, bajó las escaleras hasta llegar al salón. Observó a
Nick, que sonreía en sueños, sabiendo que al día siguiente tenía que decirle
algo muy doloroso: que aún no era suficiente. Que después de todo lo que había
sufrido, el mundo le exigía que se sacrificara un poco más. Sabía que su hijo
le iba a mandar a la mierda. Él lo haría.
Le despertó con
suavidad, para que se fuera a la cama.
- Nick, te dormiste
en el sofá. Vamos a la cama, hijo.
Chris le acompañó, y
Nick se dejó guiar con los ojos medio cerrados. Al entrar en el cuarto de Nick,
reparó por primera vez en su vida en que aquello era una pocilga. ¿Cómo es que
nunca le había molestado ese desorden? ¡Si no se podía ni pasar! Hasta estaba
sucio…Aquello…¡aquello no podía ser ni sano!
- Tienes que sacar
un hueco para recoger esto – le dijo.
- ¿Por qué? –
preguntó Nick, extrañado y adormilado.
- Porque esto es un
caos.
- Me gusta el caos.
Y a ti también te gustaba.
- Pues ya no. Así
que mañana o cuando sea lo ordenas.
- Te has vuelto un
mandón y un aburrido.
- Vete
acostumbrando.
- ¿Y si no me quiero
acostumbrar? ¿Y si quiero a mi padre de antes?
- Soy tu padre de
antes.
- No, no lo eres –
replicó Nick, ya sin pizca de sueño, y mirándole de una forma que a Chris no le
gustó nada. – Mientras estaba en ese lugar, buscando la forma de volver, jamás
pensé que estar en casa no fuera a ser lo mismo.
Chris le miró un
poco dolido. Luego suspiró.
- ¿Qué quieres que
te diga, hijo? ¿Que "todo va a ser como antes"? No puedo decirte eso,
porque sería mentira.
- ¿Y desde cuándo te
importa a ti que algo sea cierto o no? Mírate, papá. Te estás volviendo tan
santurrón como Derek. Y yo sólo te advierto, que ya sabes cómo terminó él.
Chris abrió mucho
los ojos. ¿Su hijo acababa de amenazarle? ¿Acaso le estaba diciendo que le
haría lo mismo que Peter le hizo a Derek? Entrecerró los ojos y cogió a Nick de
un brazo.
- Soy tu padre. No
puedes amenazarme.
- Pues acabo de
hacerlo – replicó Nick, y le cogió de la mano y apretó, para que le soltara.
- ¡Ah! Nick,
cuidado, que me he hecho daño en la mano.
- Oh, es bueno
saberlo – dijo Nick, y apretó más. Chris sintió un dolor bastante fuerte en la
mano, y gimió un poco. Era incapaz de hacer fuerza para soltarse con semejante
dolor. Nick le miró a los ojos y supo que no podía hacerlo. Estaba enfadado con
él, era diferente a como le recordaba, pero era su padre, y no podía hacerle
daño. Así que le soltó.
Chris le miró con
ira durante un segundo, y Nick pensó que tal vez tendría que haberlo
considerado mejor: le había soltado, así que Chris ahora era libre para
matarle.
- Papá… - murmuró.
- Buenas noches,
hijo – dijo con frialdad, y se fue.
Nick se quedó
congelado por unos segundos y luego reaccionó.
- Papá, espera. Yo…
…Pero Chris ya se
había ido. ¿Es que no le iba a castigar? ¿Ni a gritarle? Bueno o malo, siempre
había habido una regla: no se hace daño a la familia. Nick sabía que a su padre
le tenía que respetar. Las malas personas también entienden de jerarquías. Sin
embargo Chris se había ido sin regañarle si quiera…
Christopher se dio
cuenta de que sus hijos (Nick en concreto, dada la ocasión) eran malos. Que él
también lo había sido, y por eso no había habido ningún problema. Recordó lo
orgulloso que había estado de Peter por impedir que Derek le transformara en
una buena persona. Y ahí estaba él, queriendo que sus hijos fueran algo que no
eran. Cuando Nick le había amenazado, y le había hecho daño en la mano, su
primer impulso fue enfurecerse. Aún estaba furioso, de hecho, pero se dio
cuenta de algo más importante: de que tenía un problema.
Se frotó la mano,
mientras pensaba. Se sitió culpable. Culpable por…¿ser bueno? Era extraño. Su
cabeza era un lío. En aquél mundo la humanidad era naturalmente mala, de la
misma forma que en el otro la humanidad era naturalmente buena. Él estaba
luchando contra sus instintos naturales. Estaba haciendo algo que el Peter que
dormía unas habitaciones más allá vería con buenos ojos. Pero era algo que
estaba objetivamente mal. Estaba mal que él fuera bueno. La prueba estaba en
que el equilibrio entre los diferentes planos de la realidad de estaba yendo a
pique.
Agh. Le dolía la
cabeza.
- Papá – llamó, en
voz baja, y su padre orbitó frente a él. Llevaba una botella de licor en la
mano e hizo una ligera mueca de fastidio.
- Espero que sea
algo importante. Estaba a punto de provocar un accidente en la sexta avenida.
- ¿Viste la lluvia
roja?
- Sí, claro. Me
sentí… raro. Todos nos sentimos raros, como si nos hubiéramos tragado un saco
de azúcar, o algo así. Puaj. Tu madre y tus tías intentan averiguar a qué se
debió.
- Yo sé a qué se
debió.
- ¿Ah sí?
- A mí.
- ¿A ti?
- A… mi
transformación. El equilibrio entre nuestro universo y el universo bueno se
está yendo a la porra. Mira papá, voy a ir al grano. Ese chico ha hecho algo
¿vale? Con sus sonrisas, sus escrúpulos de mierda, sus buenas intenciones…-
enumeró Cris y empezó a agitar las manos. - ¡Ah! – gimió, al mover la mano
lesionada. Se la llevó a los labios.
- ¿Qué ocurre?
- No es nada.
- Déjame ver – dijo
Leo, y le cogió la mano. Le curó en un segundo usando su magia. Chris se lo
agradeció, porque no podía curarse a sí mismo. – Continúa – instó Leo, al ver
que Chris necesitaba desahogarse.
- El caso es que…
cosas que antes me parecían normales, ahora ya no me lo parecen. Es también
culpa del otro Chris. Es un puñetero mártir, te lo aseguro. Con sus reglas, sus
buenas intenciones…Es como si… como si tratara a todo el mundo como desea que a
él le traten…Como si no reservara sus buenos deseos sólo para la familia.
El rostro de Leo
indicaba que no le seguía. Chris trató de explicarse mejor.
- Nosotros somos
luces negras ¿no? Cazamos luces blancas, brujos buenos y hasta humanos. Es lo
que debemos hacer. Es nuestra misión en el mundo. Nuestro mundo funciona porque
nosotros ganamos a los buenos. Pues allí es al revés. Su mundo funciona porque
los buenos ganan a los malos. Son luces blancas, que ayudan a la gente, en
especial a los brujos buenos. Son héroes.
- Sí, hijo. Eso
comprobé cuando les conocimos – dijo Leo, recordando lo que había sucedido 33
años atrás, cuando los Haliwell de ambos universos colaboraron. – No termino de
entenderlo, pero tiene que ser así. Ellos blanco, y nosotros negro.
- Pero…¿y si tomos
somos grises? Y si… ¿y si alguien de nuestro universo fuera "bueno"?
- Bueno Chris, eso
ya sucede. Has conocido a varias buenas personas a lo largo de tu vida, igual
que en aquél mundo hay malas personas también.
- Pero…¿y si alguien
malo deja de serlo?
- Eso quiere decir
que su otro yo se ha vuelto malo.
- Pero…¿si eso no
sucede? ¿Si los dos contrarios….dejan de ser contrarios?
- Habla claro, hijo.
¿Qué quieres decir?
- El otro Chris y yo
ya no somos opuestos. Por eso digo que esta lluvia es cosa mía.
- Entiendo – dijo
Leo, y no dijo más. Sólo "entiendo".
Dio vueltas por la
habitación le hizo alguna que otra pregunta, y estuvieron hablando durante
varios minutos. Al final, Leo dio su "veredicto".
- La primera vez que
los dos mundos entraron en contacto, hace 33 años, su mundo se hizo
excesivamente bueno, y el nuestro excesivamente malo. Tienes razón al decir que
todos somos grises. Gris oscuro, y gris claro. En aquella ocasión, ellos se
hicieron blancos y nosotros negros. Logramos solucionarlo, cuando mi otro yo
hizo una mala acción en el mundo bueno. En ésta ocasión es evidente que
nuestros mundos no están cambiando… pero está esa lluvia…
- Entonces…¿la
solución es la misma? ¿Ese Chris tiene que hacer algo malo y ya está?
- No, Christopher.
Es más complicado. Su Peter está aquí, y el nuestro está allí. Cada cosa que
hacen rompe un poquito más el equilibrio. Pero eso son sólo los daños
colaterales ¿entiendes? El verdadero problema aquí es que Barbas quiere matar a
tu alter ego. Y eso es algo que de ninguna forma puede ocurrir.
- ¿Por qué no?
- Porque eso
significaría que tú tienes que morir también.
- Pero… la profecía
vaticina su muerte, no la mía.
- Y las reglas de
universo dicen que cuando alguien muere aquí, muere allí.
- El Barbas de
nuestro universo murió. El del otro no.
- Se mató a sí
mismo. Esa es la única forma.
- Es lo que Barbas
quiere que haga.
- Debes hacerlo.
Debes hacerlo, hijo. Si matas al otro Christopher la lluvia se detendrá.
Salvarás su mundo, y también el nuestro, pero el suyo principalmente. Es allí
donde dices que aún sigue lloviendo. Tienes que matarle.
- ¿Qué?
- Eso sería "un
gran mal". Eso restauraría el equilibrio.
- Pero….¡yo no
quiero hacer eso!
Nada más decirlo,
Chris lo recordó. Recordó la conclusión a la que él mismo había llegado hacía
un rato: Tenía que hacer lo correcto incluso aunque lo correcto no fuera lo que
él deseara. En eso consistía la bondad. Aunque a veces la bondad… implicara
cosas malas.
...
Media hora después,
una vez se hubo despedido de su padre, Chris sentía que el corazón le pesaba
más. Eso de tener conciencia era un asco. Lo mirara por donde lo mirara, tenía
que hacer algo malo: matar a Chris, recuperar a su hijo, y salvar al mundo, o
no matar a Chris, tal vez recuperar a su hijo, y que el mundo se fuera a la
porra. Suspiró.
Fue al cuarto de
Nick, para darle un beso mientras dormía, pero estaba despierto. Ni siquiera
estaba metido en la cama.
- Papá.
- Ey.
- ¿Cómo de enfadado
estás?
- ¿Cómo dices?
- Por lo de antes.
¿Cómo de enfadado estás?
A Chris casi se le
había olvidado. Cierto: Nick le había amenazado y le había hecho daño en la
mano.
- Métete en la cama,
vamos. Es tarde.
- Pero… ¿no me vas a
castigar?
- ¿Acaso quieres que
lo haga?
- No pero… Yo… Lo
siento. Es…. Es sólo que es confuso. Siempre me has dicho que no quieres que
haga cosas buenas y ahora….
- Lo entiendo, Nick.
Es confuso para mí también.
- Aun así, no
debería haberte amenazado.
- No, no deberías
haberlo hecho.
- Ni… hacerte daño.
- Estoy de acuerdo –
dijo Chris, y abrió la cama para que se metiera, en vista de que Nick no se
movía.
- ¿No estás
enfadado?
- No tiene sentido
enfadarse con un león porque ruga, Nick. Tú no haces más que lo que debes
hacer. Soy yo el que actúa de forma extraña. Lo entiendo.
- Pero… siempre
dices que… a la familia no se le hace daño.
- Sí, siempre lo
digo. Y sin embargo, voy a hacer un daño tremendo a ese chico que duerme en la
habitación de al lado. Voy a matar a su padre.
- ¿Qué? ¿De verdad?
– preguntó Nick. Aparte de sorprendido se le veía ilusionado. Ilusionado porque
eso sí era propio del Chris que él conocía.
- Tengo que hacerlo.
Si no lo hago, la lluvia de su mundo no se detendrá nunca. Y Peter no volverá
con nosotros.
- Lo de Peter lo
entiendo. Pero…¿a ti qué más te da que su mundo se acabe?
- Joder, Nick. Qué
frío eres. Estamos hablando de millones de personas.
- ¿Y? – preguntó
Nick con aparente indiferencia. Una indiferencia que Chris no se creía.
- Basta, Nick. Sé
que te importa. En verdad sí te importa. No eres tan…
- ¿Tan qué, papá?
¿Tan malo?
- Sí.
- Al menos, yo lo
intento. Tú has perdido el Norte.
- O lo he encontrado.
- Te lo advierto: no
vas a volverme bueno.
- ¿De nuevo con
amenazas?
- ¡Si hace falta sí!
¡No voy a dejar que me hagas lo que te has hecho a ti mismo!
- ¿Y qué me hecho
Nick? Dímelo.
Nick le miró a los
ojos.
- Por lo pronto, has
dejado de ser mi padre.
Chris estuvo a punto
de hundirse. Esas palabras le llegaron realmente hondo y le hicieron daño.
Mucho. Pero luego se sobrepuso. Sin darse cuenta, Nick acababa de darle algo a
lo que aferrarse: él era su padre. Todo lo demás podía cambiar, pero eso no. Era
lo único que, pasara lo que pasara, iba a ser siempre así. Y no iba a dejar que
Nick lo olvidara.
- Eso no lo decides
tú – le respondió, y puesto que Nick seguía sentado, le hizo ponerse de pie.
- ¿Qué haces?
- Demostrarte que
aun soy tu padre. Que me tienes que respetar y que no puedes amenazarme – dijo,
y se le tumbó encima. En realidad, aunque tenía motivos para hacerlo, no tenía
pensado castigarle. No exactamente….
PLAS PLAS
- ¡No, papá, no!
- Ah, ¿con qué
vuelvo a ser papá? ¿Sigo siendo tu padre entonces?
PLAS PLAS
- Papá, por favor.
- ¿Por favor qué,
HIJO?
PLAS PLAS
- No me pegues…
- ¿Qué no te
castigue quieres decir? ¿Acaso ya has aprendido lo que quería enseñarte?
PLAS PLAS
- ¡Siiiiiiii!
- ¿Y qué quería
enseñarte, hijo?
- Que eres mi padre.
Y que no puedo decir que ya no lo eres sólo porque esté enfadado.
- Buen comienzo.
¿Qué más?
- Que…que no puedo
amenazarte… ni lastimarte.
- Eso es. Pues no lo
olvides, o la próxima vez hablarás con el cinturón.
- ¡No! – dijo Nick,
y se puso a llorar. Esa era la palabra mágica. Chris le levantó, y le envolvió
en sus brazos, mientras Nick lloraba. Mira que pronto había vuelto a ser
"papá", con unos brazos mágicos para resolver cualquier problema de
su "hijo".
- Muy bien. Veo que
ya lo has entendido del todo. En ese caso, puedes acostarte. – dijo, con una
voz falsamente estricta, como si acabara de perdonarle un castigo que en
realidad nunca había pensado darle. – Porque no tenemos que continuar esta
conversación ¿verdad?
- No – le aseguró
Nick, con vehemencia.
- Eso pensaba. –
dijo Chris, y le dio un beso. Sólo entonces se permitió sonreír. – Anda,
duérmete, que mañana va a ser un día… difícil.
- ¿Por qué?
- Porque vamos a
recuperar a tu hermano.
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