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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 88: Todo cambia, menos una cosa



 


Chapter 88: Todo cambia, menos una cosa
 


N.A.: Puede que éste cap sea un poco pesado de leer... no lo sé...Es un viaje al interior de los debates internos del Christopher ex-malo xDDD

 


REALIDAD 2
Chris intentó cruzar el portal una vez. Lo intento dos. Lo intentó tres. Y todas esas veces, el resultado fue el mismo. Salió rebotado, dio contra el suelo, y se hizo bastante daño. El portal que él mismo había abierto para cruzar, y que él mismo había cerrado, había sido bloqueado por Barbas, y al parecer sólo podía desbloquearlo si llevaba consigo a su hijo y a Peter.
"Al menos, no te pidió que te llevaras también a Leo" pensó, aunque casi hubiera preferido que se lo pidiera. Lo hubiera preferido, porque de haberle pedido eso él se habría negado sin dudarlo, mientras que con el trato real, se lo estaba planteando. En serio se estaba planteando llevarse a los dos chicos al otro lado, directos a una trampa, justo donde Barbas quería tenerles.
No es que quisiera a Nick menos que a Leo. Es que Nick se podía defender sólo, o eso quería creer Chris. Además, sabía que el chico querría ir a salvar a su hermano. De hecho, Chris se preguntaba por qué no se lo había sugerido ya. De alguna manera al llevarle con él podía asegurarse de que estaba a salvo, ya que si le dejaba atrás Barbas podía cogerle de nuevo. Chris podía convencerse de que llevarse a Nick al "otro mundo" era la mejor opción. En cuanto a Peter… adoraba a ese chico, de verdad, pero no era su Peter. Sería cruel, sería injusto o incluso sería de mala persona, pero si tenía que elegir entre un Peter y otro, elegía al suyo. La pregunta del millón era…si la condición para traer de vuelta a SU Peter era que el otro muriera, ¿estaría dispuesto a hacerlo? Supo que no. Que no dejaría que le pasara nada a ninguno de los Peters, ni de los Nicks, ni a nadie.
Y he ahí la tercera cuestión: matar a Chris. Pensó en la ironía del asunto: hacía unas semanas, esa condición no hubiera sido un problema. Pero gracias a Peter, se sentía incapaz de matar a nadie, y mucho menos al padre del chico que había puesto su vida patas arriba sólo con su bondadosa presencia.
¿Por qué tenía que tener escrúpulos justo en ese momento? ¿No podía haber abrazado la bondad en cualquier otro instante? ¿Y si lo posponía? ¿Y si dejaba lo de "ser buena gente" para otro momento, y en ese momento hacía lo mejor para su Peter sin pensar en nadie más? … Chris sabía que no podía hacer eso. Que no funcionaba así. Que uno no puede "postergar las buenas decisiones". Tenía que hacer lo correcto incluso aunque lo correcto no fuera lo que el deseara. En eso consistía la bondad. Eso es lo que Peter le había enseñado. Eso es lo que él quería ser, y no podía rendirse tan pronto. Pero tampoco quería que su hijo fuera el precio.
Chris dio un golpe contra la pared, usando toda su fuerza. Luego soltó un grito, porque el golpe fue demasiado fuerte, la pared no se iba a romper, pero su mano sí. Mierda. Abrió y cerró el puño para comprobar que seguramente se había fisurado los nudillos.
Ignoró el dolor de su mano, y trató de pensar con frialdad. Sólo podría cruzar el portal con Nick y Peter. Al fin y al cabo, el lugar de Peter estaba al otro lado, así que llevarle no era algo tan descabellado. Luego estaba el pequeño detalle de matar a Christopher. Si lo hacía estaría traicionando a Peter, y se estaría traicionando a sí mismo y a las recientes decisiones que había tomado. Supo que no lo iba a hacer, y que por tanto tendría que buscar una forma de poner fin a aquello. Una forma "correcta".
"Christopher, me parece que tú y yo vamos a estar en el mismo equipo" pensó, sintiendo que era raro el hecho de ir a aliarse con el hombre que era su versión paralela, al cual había pensado matar hasta hacía muy poco. Se dio cuenta de que Peter no era el único responsable de su "nueva adquisición de principios". Peter le había motivado para ser buena persona… pero había aprendido a serlo al observar al otro Christopher. Rezó para que él supiera lo que debían hacer, porque él no tenía ni idea.
Cuando se sintió lo suficientemente calmado, bajó las escaleras hasta llegar al salón. Observó a Nick, que sonreía en sueños, sabiendo que al día siguiente tenía que decirle algo muy doloroso: que aún no era suficiente. Que después de todo lo que había sufrido, el mundo le exigía que se sacrificara un poco más. Sabía que su hijo le iba a mandar a la mierda. Él lo haría.
Le despertó con suavidad, para que se fuera a la cama.
- Nick, te dormiste en el sofá. Vamos a la cama, hijo.
Chris le acompañó, y Nick se dejó guiar con los ojos medio cerrados. Al entrar en el cuarto de Nick, reparó por primera vez en su vida en que aquello era una pocilga. ¿Cómo es que nunca le había molestado ese desorden? ¡Si no se podía ni pasar! Hasta estaba sucio…Aquello…¡aquello no podía ser ni sano!
- Tienes que sacar un hueco para recoger esto – le dijo.
- ¿Por qué? – preguntó Nick, extrañado y adormilado.
- Porque esto es un caos.
- Me gusta el caos. Y a ti también te gustaba.
- Pues ya no. Así que mañana o cuando sea lo ordenas.
- Te has vuelto un mandón y un aburrido.
- Vete acostumbrando.
- ¿Y si no me quiero acostumbrar? ¿Y si quiero a mi padre de antes?
- Soy tu padre de antes.
- No, no lo eres – replicó Nick, ya sin pizca de sueño, y mirándole de una forma que a Chris no le gustó nada. – Mientras estaba en ese lugar, buscando la forma de volver, jamás pensé que estar en casa no fuera a ser lo mismo.
Chris le miró un poco dolido. Luego suspiró.
- ¿Qué quieres que te diga, hijo? ¿Que "todo va a ser como antes"? No puedo decirte eso, porque sería mentira.
- ¿Y desde cuándo te importa a ti que algo sea cierto o no? Mírate, papá. Te estás volviendo tan santurrón como Derek. Y yo sólo te advierto, que ya sabes cómo terminó él.
Chris abrió mucho los ojos. ¿Su hijo acababa de amenazarle? ¿Acaso le estaba diciendo que le haría lo mismo que Peter le hizo a Derek? Entrecerró los ojos y cogió a Nick de un brazo.
- Soy tu padre. No puedes amenazarme.
- Pues acabo de hacerlo – replicó Nick, y le cogió de la mano y apretó, para que le soltara.
- ¡Ah! Nick, cuidado, que me he hecho daño en la mano.
- Oh, es bueno saberlo – dijo Nick, y apretó más. Chris sintió un dolor bastante fuerte en la mano, y gimió un poco. Era incapaz de hacer fuerza para soltarse con semejante dolor. Nick le miró a los ojos y supo que no podía hacerlo. Estaba enfadado con él, era diferente a como le recordaba, pero era su padre, y no podía hacerle daño. Así que le soltó.
Chris le miró con ira durante un segundo, y Nick pensó que tal vez tendría que haberlo considerado mejor: le había soltado, así que Chris ahora era libre para matarle.
- Papá… - murmuró.
- Buenas noches, hijo – dijo con frialdad, y se fue.
Nick se quedó congelado por unos segundos y luego reaccionó.
- Papá, espera. Yo…
…Pero Chris ya se había ido. ¿Es que no le iba a castigar? ¿Ni a gritarle? Bueno o malo, siempre había habido una regla: no se hace daño a la familia. Nick sabía que a su padre le tenía que respetar. Las malas personas también entienden de jerarquías. Sin embargo Chris se había ido sin regañarle si quiera…
Christopher se dio cuenta de que sus hijos (Nick en concreto, dada la ocasión) eran malos. Que él también lo había sido, y por eso no había habido ningún problema. Recordó lo orgulloso que había estado de Peter por impedir que Derek le transformara en una buena persona. Y ahí estaba él, queriendo que sus hijos fueran algo que no eran. Cuando Nick le había amenazado, y le había hecho daño en la mano, su primer impulso fue enfurecerse. Aún estaba furioso, de hecho, pero se dio cuenta de algo más importante: de que tenía un problema.
Se frotó la mano, mientras pensaba. Se sitió culpable. Culpable por…¿ser bueno? Era extraño. Su cabeza era un lío. En aquél mundo la humanidad era naturalmente mala, de la misma forma que en el otro la humanidad era naturalmente buena. Él estaba luchando contra sus instintos naturales. Estaba haciendo algo que el Peter que dormía unas habitaciones más allá vería con buenos ojos. Pero era algo que estaba objetivamente mal. Estaba mal que él fuera bueno. La prueba estaba en que el equilibrio entre los diferentes planos de la realidad de estaba yendo a pique.
Agh. Le dolía la cabeza.
- Papá – llamó, en voz baja, y su padre orbitó frente a él. Llevaba una botella de licor en la mano e hizo una ligera mueca de fastidio.
- Espero que sea algo importante. Estaba a punto de provocar un accidente en la sexta avenida.
- ¿Viste la lluvia roja?
- Sí, claro. Me sentí… raro. Todos nos sentimos raros, como si nos hubiéramos tragado un saco de azúcar, o algo así. Puaj. Tu madre y tus tías intentan averiguar a qué se debió.
- Yo sé a qué se debió.
- ¿Ah sí?
- A mí.
- ¿A ti?
- A… mi transformación. El equilibrio entre nuestro universo y el universo bueno se está yendo a la porra. Mira papá, voy a ir al grano. Ese chico ha hecho algo ¿vale? Con sus sonrisas, sus escrúpulos de mierda, sus buenas intenciones…- enumeró Cris y empezó a agitar las manos. - ¡Ah! – gimió, al mover la mano lesionada. Se la llevó a los labios.
- ¿Qué ocurre?
- No es nada.
- Déjame ver – dijo Leo, y le cogió la mano. Le curó en un segundo usando su magia. Chris se lo agradeció, porque no podía curarse a sí mismo. – Continúa – instó Leo, al ver que Chris necesitaba desahogarse.
- El caso es que… cosas que antes me parecían normales, ahora ya no me lo parecen. Es también culpa del otro Chris. Es un puñetero mártir, te lo aseguro. Con sus reglas, sus buenas intenciones…Es como si… como si tratara a todo el mundo como desea que a él le traten…Como si no reservara sus buenos deseos sólo para la familia.
El rostro de Leo indicaba que no le seguía. Chris trató de explicarse mejor.
- Nosotros somos luces negras ¿no? Cazamos luces blancas, brujos buenos y hasta humanos. Es lo que debemos hacer. Es nuestra misión en el mundo. Nuestro mundo funciona porque nosotros ganamos a los buenos. Pues allí es al revés. Su mundo funciona porque los buenos ganan a los malos. Son luces blancas, que ayudan a la gente, en especial a los brujos buenos. Son héroes.
- Sí, hijo. Eso comprobé cuando les conocimos – dijo Leo, recordando lo que había sucedido 33 años atrás, cuando los Haliwell de ambos universos colaboraron. – No termino de entenderlo, pero tiene que ser así. Ellos blanco, y nosotros negro.
- Pero…¿y si tomos somos grises? Y si… ¿y si alguien de nuestro universo fuera "bueno"?
- Bueno Chris, eso ya sucede. Has conocido a varias buenas personas a lo largo de tu vida, igual que en aquél mundo hay malas personas también.
- Pero…¿y si alguien malo deja de serlo?
- Eso quiere decir que su otro yo se ha vuelto malo.
- Pero…¿si eso no sucede? ¿Si los dos contrarios….dejan de ser contrarios?
- Habla claro, hijo. ¿Qué quieres decir?
- El otro Chris y yo ya no somos opuestos. Por eso digo que esta lluvia es cosa mía.
- Entiendo – dijo Leo, y no dijo más. Sólo "entiendo".
Dio vueltas por la habitación le hizo alguna que otra pregunta, y estuvieron hablando durante varios minutos. Al final, Leo dio su "veredicto".
- La primera vez que los dos mundos entraron en contacto, hace 33 años, su mundo se hizo excesivamente bueno, y el nuestro excesivamente malo. Tienes razón al decir que todos somos grises. Gris oscuro, y gris claro. En aquella ocasión, ellos se hicieron blancos y nosotros negros. Logramos solucionarlo, cuando mi otro yo hizo una mala acción en el mundo bueno. En ésta ocasión es evidente que nuestros mundos no están cambiando… pero está esa lluvia…
- Entonces…¿la solución es la misma? ¿Ese Chris tiene que hacer algo malo y ya está?
- No, Christopher. Es más complicado. Su Peter está aquí, y el nuestro está allí. Cada cosa que hacen rompe un poquito más el equilibrio. Pero eso son sólo los daños colaterales ¿entiendes? El verdadero problema aquí es que Barbas quiere matar a tu alter ego. Y eso es algo que de ninguna forma puede ocurrir.
- ¿Por qué no?
- Porque eso significaría que tú tienes que morir también.
- Pero… la profecía vaticina su muerte, no la mía.
- Y las reglas de universo dicen que cuando alguien muere aquí, muere allí.
- El Barbas de nuestro universo murió. El del otro no.
- Se mató a sí mismo. Esa es la única forma.
- Es lo que Barbas quiere que haga.
- Debes hacerlo. Debes hacerlo, hijo. Si matas al otro Christopher la lluvia se detendrá. Salvarás su mundo, y también el nuestro, pero el suyo principalmente. Es allí donde dices que aún sigue lloviendo. Tienes que matarle.
- ¿Qué?
- Eso sería "un gran mal". Eso restauraría el equilibrio.
- Pero….¡yo no quiero hacer eso!
Nada más decirlo, Chris lo recordó. Recordó la conclusión a la que él mismo había llegado hacía un rato: Tenía que hacer lo correcto incluso aunque lo correcto no fuera lo que él deseara. En eso consistía la bondad. Aunque a veces la bondad… implicara cosas malas.
...
Media hora después, una vez se hubo despedido de su padre, Chris sentía que el corazón le pesaba más. Eso de tener conciencia era un asco. Lo mirara por donde lo mirara, tenía que hacer algo malo: matar a Chris, recuperar a su hijo, y salvar al mundo, o no matar a Chris, tal vez recuperar a su hijo, y que el mundo se fuera a la porra. Suspiró.
Fue al cuarto de Nick, para darle un beso mientras dormía, pero estaba despierto. Ni siquiera estaba metido en la cama.
- Papá.
- Ey.
- ¿Cómo de enfadado estás?
- ¿Cómo dices?
- Por lo de antes. ¿Cómo de enfadado estás?
A Chris casi se le había olvidado. Cierto: Nick le había amenazado y le había hecho daño en la mano.
- Métete en la cama, vamos. Es tarde.
- Pero… ¿no me vas a castigar?
- ¿Acaso quieres que lo haga?
- No pero… Yo… Lo siento. Es…. Es sólo que es confuso. Siempre me has dicho que no quieres que haga cosas buenas y ahora….
- Lo entiendo, Nick. Es confuso para mí también.
- Aun así, no debería haberte amenazado.
- No, no deberías haberlo hecho.
- Ni… hacerte daño.
- Estoy de acuerdo – dijo Chris, y abrió la cama para que se metiera, en vista de que Nick no se movía.
- ¿No estás enfadado?
- No tiene sentido enfadarse con un león porque ruga, Nick. Tú no haces más que lo que debes hacer. Soy yo el que actúa de forma extraña. Lo entiendo.
- Pero… siempre dices que… a la familia no se le hace daño.
- Sí, siempre lo digo. Y sin embargo, voy a hacer un daño tremendo a ese chico que duerme en la habitación de al lado. Voy a matar a su padre.
- ¿Qué? ¿De verdad? – preguntó Nick. Aparte de sorprendido se le veía ilusionado. Ilusionado porque eso sí era propio del Chris que él conocía.
- Tengo que hacerlo. Si no lo hago, la lluvia de su mundo no se detendrá nunca. Y Peter no volverá con nosotros.
- Lo de Peter lo entiendo. Pero…¿a ti qué más te da que su mundo se acabe?
- Joder, Nick. Qué frío eres. Estamos hablando de millones de personas.
- ¿Y? – preguntó Nick con aparente indiferencia. Una indiferencia que Chris no se creía.
- Basta, Nick. Sé que te importa. En verdad sí te importa. No eres tan…
- ¿Tan qué, papá? ¿Tan malo?
- Sí.
- Al menos, yo lo intento. Tú has perdido el Norte.
- O lo he encontrado.
- Te lo advierto: no vas a volverme bueno.
- ¿De nuevo con amenazas?
- ¡Si hace falta sí! ¡No voy a dejar que me hagas lo que te has hecho a ti mismo!
- ¿Y qué me hecho Nick? Dímelo.
Nick le miró a los ojos.
- Por lo pronto, has dejado de ser mi padre.
Chris estuvo a punto de hundirse. Esas palabras le llegaron realmente hondo y le hicieron daño. Mucho. Pero luego se sobrepuso. Sin darse cuenta, Nick acababa de darle algo a lo que aferrarse: él era su padre. Todo lo demás podía cambiar, pero eso no. Era lo único que, pasara lo que pasara, iba a ser siempre así. Y no iba a dejar que Nick lo olvidara.
- Eso no lo decides tú – le respondió, y puesto que Nick seguía sentado, le hizo ponerse de pie.
- ¿Qué haces?
- Demostrarte que aun soy tu padre. Que me tienes que respetar y que no puedes amenazarme – dijo, y se le tumbó encima. En realidad, aunque tenía motivos para hacerlo, no tenía pensado castigarle. No exactamente….
PLAS PLAS
- ¡No, papá, no!
- Ah, ¿con qué vuelvo a ser papá? ¿Sigo siendo tu padre entonces?
PLAS PLAS
- Papá, por favor.
- ¿Por favor qué, HIJO?
PLAS PLAS
- No me pegues…
- ¿Qué no te castigue quieres decir? ¿Acaso ya has aprendido lo que quería enseñarte?
PLAS PLAS
- ¡Siiiiiiii!
- ¿Y qué quería enseñarte, hijo?
- Que eres mi padre. Y que no puedo decir que ya no lo eres sólo porque esté enfadado.
- Buen comienzo. ¿Qué más?
- Que…que no puedo amenazarte… ni lastimarte.
- Eso es. Pues no lo olvides, o la próxima vez hablarás con el cinturón.
- ¡No! – dijo Nick, y se puso a llorar. Esa era la palabra mágica. Chris le levantó, y le envolvió en sus brazos, mientras Nick lloraba. Mira que pronto había vuelto a ser "papá", con unos brazos mágicos para resolver cualquier problema de su "hijo".
- Muy bien. Veo que ya lo has entendido del todo. En ese caso, puedes acostarte. – dijo, con una voz falsamente estricta, como si acabara de perdonarle un castigo que en realidad nunca había pensado darle. – Porque no tenemos que continuar esta conversación ¿verdad?
- No – le aseguró Nick, con vehemencia.
- Eso pensaba. – dijo Chris, y le dio un beso. Sólo entonces se permitió sonreír. – Anda, duérmete, que mañana va a ser un día… difícil.
- ¿Por qué?

- Porque vamos a recuperar a tu hermano.

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