lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 23: Intenciones



 


Chapter 23: Intenciones
 


Cuando Chris se despertó al día siguiente eran las once de la mañana. Para él era tarde: era relativamente madrugador. Pero no trabajaba esos días, así que no pasaba nada por tener un poco de pereza: el día anterior había sido agotador. Pensó que sus hijos seguirían durmiendo, ya que todos se acostaron tarde por uno u otro motivo. Quería olvidar muchas cosas del día anterior….todas salvo una: el beso de Amy. Se quedó un rato en la cama, pensando en ella, pero le llamaron la atención unos pasos que escuchó por el pasillo. Alguno de sus hijos debía haberse despertado. Chris se levantó y al salir se encontró con Peter, ya vestido.
- Hola, papá – saludó el chico con una sonrisa. Peter siempre se despertaba de buen humor.
- Hola Peter. ¿Has dormido bien?
- Bueno… - respondió el chico, evasivamente. – Llevo un rato despierto. Creo que soy el único habitante de la casa al que no se le han pegado las sábanas.
- Ayer fue un día extraño.
- Sí – corroboró Peter, al pensar en la escavada de Leo. Pero luego miró a Chris con curiosidad - ¿Es que pasó algo más? He visto que Nick duerme, como un tronco por cierto, en su cuarto. Pensé que se quedaba con Wyatt.
- Pues al final no – respondió Chris sin entrar en detalles. – Creo que voy a despertar a tus hermanos. Si se hace más tarde para el desayuno, luego nadie va a querer comer.
Peter rodó los ojos. Chris parecía empeñado en cebarles a todas horas, aunque él no se quejaba: cocinaba bastante bien.
- Al final, no me contaste qué tal anoche. Me dijiste que te fue bien, pero no me puedes dejar así, en ascuas.
Chris se dio cuenta de un detalle: Peter se interesaba realmente por su vida. Él sabía, porque también había sido adolescente y por experiencia ajena, que a esa edad uno no suele hacer ese tipo de preguntas a sus padres. Que es el padre quien pregunta qué tal el día y cómo ha ido todo. Era todo un detalle por parte de Peter, y en general le gustaba que lo hiciera, pero había ciertas cosas de las que le incomodaba hablar. En concreto, no se veía capaz de decirle a Peter que había besado a Amy, aunque no tenía un motivo lógico para no querer hacerlo. Simplemente no quería hacerlo, así que se salió por la tangente.
- No hay mucho que contar. La recogí, cenamos, nos fuimos.
- Vale, eso quiere decir que pasó algo.
- No, eso quiere decir que la recogí, que cenamos, y que nos fuimos.
- ¿Sabes? Nick mentirá mal, pero tú mientes peor. Creo que soy el mejor mentiroso de la casa.
- Eso no es algo de lo que enorgullecerse, Peter. – le dijo Chris, reprobatoriamente.
- Depende de la situación. – le respondió el chico, alegre – Está bien, no me lo cuentes si no quieres: de todas formas lo averiguaré.
- Suerte jugando a los detectives – respondió Chris, y se fue a despertar a Nick y a Leo.
Leo se hizo un poco el remolón, así que Chris le hizo cosquillas, pero Nick se despertó en seguida, y con mucha hambre. Chris bajó a preparar el desayuno, y se encontró a Peter en el salón, haciendo flexiones. No sabía que le gustara el deporte. Luego pensó que los chicos eran atléticos y delgados: comiendo como comían por algo tenía que ser.
Le observó sin decir nada y llegó a la conclusión de que Peter sí que tenía que ser fuerte, pese a lo que el chico hubiera dicho en otras ocasiones. Diablos, si hacía más flexiones que él. Peter se había quitado la camiseta, y Chris hizo una mueca al ver las marcas de su espalda, pero aquello le permitió ver que tenía los músculos bastante marcados. Peter le vio, se detuvo, y se puso la camiseta, pudoroso. Chris puso los ojos en blanco ante ese gesto, pero no dijo nada. Ya había visto a Peter semidesnudo en otras ocasiones, y el chico seguía sin soportar que le vieran el torso; tal vez tenía que ver con algún complejo provocado por las cicatrices. O tal vez es que simplemente era tímido.
- Te echo un pulso – le dijo Chris.
- ¿Por qué?
- Por curiosidad.
- Me ganarías.
- No estoy tan seguro.
- Eres más fuerte que yo.
- No estoy tan seguro – repitió, sonriendo.
- Yo sí. Lo he comprobado. Además, es lo suyo. Pesas más que yo y eres mayor que yo. Cuando cumpla veinte años, y tú estés en la decadencia de los 36, entonces hablamos.
- ¿Decadencia? ¬¬ - dijo Chris, haciéndose el ofendido, pero le había gustado aquello: significaba que Peter veía un futuro con él. Uno de los miedos no expresados de Chris es que los chicos se fueran demasiado pronto. Que vinieran a casa con 16, y decidieran irse a los 18 …que no le dejaran ser su padre por más de dos años.
- ¿Haces esto a menudo? – le preguntó. Era la primera vez que le veía entrenarse, o ejercitarse, o lo que sea que estuviera haciendo.
- Define "a menudo"
- Nunca te había visto hacer flexiones.
- No busco público.
- ¿Y por qué no lo haces en tu cuarto, entonces?
- Sigo sin ventana. Hace frío.
- Joder. Se me olvidó por completo. ¡Lo siento! – exclamó Chris, enfadado consigo mismo.
Peter se sorprendió un poco por la vehemencia de su padre, y adoptó una expresión dulce mientras negaba con la cabeza.
- No pasa nada.
-Sí, tendría que haber ocupado ayer mismo. Fallo mío.
"Y con este ya llevo dos en doce horas" pensó, acordándose del malentendido del día anterior con Nick. "Culpo a un hijo inocente, y dejo que otro se congele. Sólo me queda meter la pata con Leo y podré colgarme oficialmente el cartel de mal padre. "
- Yo tampoco te lo recordé – dijo Peter, encogiéndose de hombros.
- Ah, sí. Y hay otra cosa que no me has recordado – dijo Chris de pronto. Peter le miró sin comprender – Ayer te dije que hoy te devolvería la guitarra. – añadió con una sonrisa. Peter respondió con otra, aunque no terminaba de entenderlo. Es cierto que Chris se lo había dicho, pero no entendía por qué le devolvía algo que le había quitado por un castigo. Según Chris era una recompensa, pero Peter no estaba acostumbrado a que le premiaran por hacer las cosas bien. Además, él aun no estaba tan seguro de haber hecho las cosas bien con Leo. Aun así, no era tonto. No iba a decirle "no, no me la devuelvas, que no me la merezco". Se aburría como una ostra y aun le quedaba semana y media de castigo: la guitarra haría que fuera más fácil de soportar.
- ¿Cuál de ellas? – preguntó, consciente de que Chris había hablado en singular.
- ¿Qué diferencia la una de la otra? – preguntó Chris, con curiosidad. – Me refiero a….¿cuál es más importante para ti?
Le había visto tocar la acústica más veces…
- La eléctrica – respondió Peter, y la incredulidad de Chris exigía una explicación – Nick la consiguió para mí, hace dos años. En un concurso de tiro con arco. La donó uno de estos famosos que de pronto deciden hacer una obra de caridad en Navidad. Esos días son bastante buenos para los niños de los hospitales y de los orfanatos – comentó Peter, con cierta ironía. Parecía querer decir: "en cambio, el resto del año…".
- Te daré la eléctrica, entonces.
- Gracias, Chris.
- Te la volveré a quitar si sigues llamándome así ¬¬
- Papá – rectificó Peter.
- Eso está mejor. Sube a mi cuarto y cógela, si quieres. Parece que tus hermanos aun van a tardar un poco en bajar.
Así que Chris fue a hacer justo eso. Entró en la habitación de Chris, y vio la guitarra apoyada en la pared. La cogió, y estaba dispuesto a irse, pero echó un último vistazo a aquél cuarto. Había algo en lo que se había fijado las otras veces que había estado allí: nada, salvo la cama de matrimonio, indicaba que alguna vez lo hubieran ocupado dos personas. Chris no tenía muchas cosas: algunos libros, algunos Cd´s, y un jersey en la silla. Por más que miró, Peter no vio ninguna foto. ¿Acaso a Chris no le gustaban las fotos? Sin embargo, el salón tenía fotos de sus antepasados, y parecía apreciar las fotos de Nick y de él. Eran sólo las de su mujer las que no conservaba… En su registro visual, reparó en una caja que había sobre el armario. ¿Estarían allí las cosas de su mujer? Abrirla o no abrirla. Esa era la cuestión. Pese a su curiosidad, detestaba que cotillearan sus cosas, así que se contuvo antes de hacer él lo mismo. Iría, y le preguntaría a Chris de frente. Dejó la guitarra en su cuarto y fue a hablar con su padre. Le encontró en la cocina.
- Papá…
- ¿Sí?
- ¿Por qué…por qué no tienes fotos de tu mujer?
Peter pensó que quizás había sido un poco directo, pero para nada se esperaba la respuesta que recibió:
- No es asunto tuyo – dijo Chris, cerrando las manos con fuerza alrededor del plato que estaba lavando.
- Lo siento… - dijo Peter inmediatamente – No quería ofenderte. Perdona.
- No te disculpes. Simplemente no lo vuelvas a preguntar.
- Va…vale. No te enfades.
Peter se quedó helado, sin entender del todo aquella reacción. Chris debió de darse cuenta, y suspiró.
- No me enfado. Es sólo que duele. – reconoció Chris, y lo iba a dejar ahí, pero sin saber por qué continuó – Duele saber que ya no está. Duele ver su cara todos los días, en una foto. Por eso las tengo guardadas. Además, así, tengo que esforzarme por recordarla. Así me aseguro de que no me olvido de ella.
- Creo que lo entiendo. – respondió Peter. No sabía bien qué decir, así que se limitó a ser sincero – Me hubiera gustado conocerla.
- Y a ella le habría encantado conocerte a ti.
En ese momento bajaron Leo y Nick y cambiaron de tema. El desayuno contó con una charla alegre y animada, que hizo que Chris olvidara su breve momento de tristeza. Esperó a que sus hijos terminaran, y comenzó a recoger. Leo quiso ayudarle, y sin querer tiró un plato.
- Uy – dijo el niño, poniendo una carita muy graciosa.
- No pasa nada. Un plato menos que tengo que lavar.
Chris le revolvió el pelo y fue a por el recogedor. Cuando volvió, sin embargo, Peter lo estaba recogiendo con la mano. Tenía ya varios pedacitos.
- Deja eso, Peter – dijo Chris, y como el chico no había reparado en su presencia, se asustó.
- No me cuesta nada.
- Vale, pero déjalo – repitió Chris. Coger cristales con la mano no era "peligroso", pero no iba a arriesgarse a que se cortara pudiéndolo hacer con el recogedor. Peter soltó los cristales y se encogió de hombros.
- Papá, ¿por qué no usas…ya sabes, la magia….para estas cosas? – le preguntó.
- No siempre puedo usar la magia; está bien que me acostumbre a hacer cosas sin ella.
- Pero…no es que vivas mal, pero…eres mago. ¿Por qué no eres "muchimillonario"? – esta vez, quien preguntó fue Nick.
- No se puede usar la magia en beneficio propio. Mi tía Phoebe, la que tiene premociones, intentó ganar la lotería una vez y los números se borraron.
- Vaya mierda – repuso Nick.
- Esa boca – regañó Chris con suavidad, más que nada por que Leo estaba presente – No es tan malo. Yo puedo orbitar algo en cuanto me apetezca, eso me ahorra mucho trabajo.
- ¿Y el peque? ¿Cuándo crezca podrá orbitar como tú? – preguntó Peter.
- Creo que no. Me parece que no ha heredado nada de los luces blancas, aunque el hijo de Wyatt sí.
- Que estoy aquí – dijo Leo, que no quería ser excluido. –Y no necesito orbitar nada.
Para demostrarlo, Leo se concentró mucho y movió uno de los cristales, sin tocarlo. Chris les había explicado que Leo podía mover cosas con la mente, aunque aún no había desarrollado su poder del todo.
- ¿Le dejas hacer eso? – preguntó Peter, anonadado.
- ¿Y por qué no?
Si no había gente delante que no supiera el secreto Leo podía hacer magia sin ningún problema. Al niño no le había costado entender eso de "dentro de casa sí, fuera de casa no".
- ¿Y si te lo clava?
- ¡Oye! ¿Tú estás tonto? ¿Cómo se lo iba a clavar? ¡Que es mi papá!
- No tiene por qué ser aposta. Los accidentes ocurren.
- ¿Qué accidente? La magia no es peligrosa, Peter. Al menos, la que yo hago no – dijo Leo, sonando más mayor de lo que era.
- No, pero el cristal sí. – insistió Peter.
- No todos somos suicidas, Peter. Deja al niño en paz. Si yo tuviera magia también movería cosas – dijo Nick.
- No bromees con eso – replicó Peter.
- ¿Con qué? – preguntó Chris, frunciendo el ceño. No le había gustado ese "no todos somos suicidas". Peter no respondió, pero Nick sí.
- Una vez, tuvo la brillante idea de intentar cortarse las venas con un cristal. Pero el pobre es tan tonto que lo hizo como en las películas, perpendicular a las venas, y así sólo consiguió cortarse un tendón y hacerse mucho daño. Hay que hacerlo paralelo a las venas, desde la muñeca al antebrazo.
Se hizo el silencio. Chris estaba horrorizado. Iba a decirle a Nick que no hacía falta ser tan descriptivo delante de Leo, pero ya era tarde. Había despertado la curiosidad del niño.
- ¿Qué quieres decir?
Suspirando, Peter cogió un cristal, y se subió la manga. Antes de que Chris pudiera hacer nada, Peter se pasó el cristal por el antebrazo, sin llegar a cortarse claro, pero demostrando cómo tendría que ser.
- Así es como hay que hacerlo. - dijo, y luego añadió – Así es como yo lo hice – y le enseñó una marquita en la muñeca.
- ¡Peter! – exclamó Chris.
- ¿Qué? – le preguntó, como diciendo "¿Qué he hecho mal?" Y Chris no sabía ni por dónde empezar.
- Nunca, jamás, en la vida, vuelvas a pensar ni por un segundo en suicidarte – le quitó el cristal de las manos, como si tuviera miedo de lo que Peter pudiera plantearse – Y no hace falta que le enseñes esas cosas a Leo.
Chris se dijo lo que se había repetido siempre: que no podía castigarles por algo que habían hecho en el pasado. Pero pensar que Peter….Peter…Sacudió la cabeza. Le miró la muñeca, como esperando que se pusiera a sangrar en cualquier momento. Nunca se había fijado en aquella marquita.
- ¿Y por qué eso iba a matarte? – siguió preguntando Leo, ignorando a su padre – No lo entiendo, es sólo un corte.
- Te desangrarías – explicó Nick. – Y además, si lo haces mal, duele mucho. Y es muy difícil hacerlo bien. Es mejor utilizar pastillas.
- Vale, se acabó. Dejamos el tema. Ahora mismo. Nadie va a cortarse, ni a tomar pastillas, ni nada. – zanjó Chris de inmediato, alarmado. Por supuesto, se daría prisa en averiguar por qué Peter había intentado alguna vez aquella tontería.
- Perdón por no ser un experto – le dijo Peter a Nick, ignorando a Chris, que iba a coger complejo de pared. – En ese momento no tenía muchas opciones. Consideré la posibilidad de ahorcarme, pero no sabía cómo hacer el nudo.
- He dicho que ya basta. – dijo Chris, que ya había tenido suficiente.
- Podías haberte tirado por la ventana. – dijo Nick. Chris no se podía creer que encima le estuviera dando ideas.
- Era un segundo piso. Podría haber sobrevivido, y haberme hecho mucho daño.
Harto de que le ignoraran, enfadado porque Leo aprendiera esas cosas, y preocupado por lo que estaba escuchando, se acercó a Peter y le dio cinco azotes, y luego hizo lo mismo con Nick.
- Dije que ya basta – repitió. Los chicos le miraron con rencor, y Nick se llevó la mano al trasero, frotándoselo. Peter estaba más bien avergonzado, porque le había pegado delante de Leo, su hermano pequeño. – Hay más de donde han venido esas, así que se acabó el tema. Para los dos.
- Sí, papá – dijo Nick en un tono de "Jo, no hacía falta ponerse así".
- ¿Peter? – preguntó Chris, indicando que quería oír lo mismo de sus labios. Peter estaba enfadado porque le hubiera avergonzado así, y además no consideraba haber hecho nada malo, así que le respondió con algo de ira:
- No hablaré de eso cuando estés tú delante.
Chris se acercó, y le dio dos palmadas más.
- Ni cuando esté delante, ni cuando no esté. No hablarás de ello ni pensaras esas cosas.
- No puedes decirme cómo pensar – escupió Peter, mirándole con furia.
Enfadado por la respuesta más que por el tono, Chris decidió acabar con eso. Normalmente le hubiera dicho a Peter que tenía razón, que no podía decirle como pensar, pero el tema del suicidio estaba fuera de discusión, y Peter no había llegado a darle la razón en eso, aparte de hablarle de una forma que no era del todo correcta. Se sentó en una silla y con un movimiento rápido puso a Peter encima suyo. Ahí mismo, delante de sus hermanos, le bajó los pantalones y los calzoncillos.
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Chris lo dejó ahí, esperando que Peter hubiera entendido que esa clase de respuestas estaban fuera de discusión. No pensaba castigarle más. Sin embargo, lejos de conseguir que Peter entrara en razón, hizo que el enfado del chico aumentara.
- ¿Por qué me has pegado, por decir la verdad?
Chris decidió continuar, sorprendido por la testarudez del chico.
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- No, por respondón, y por bromear con un tema tan serio.
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- ¿Quién dijo que bromeara? Dije la verdad. No puedes evitar que piense en eso. Pienso lo que me viene en gana.
Ese "pienso lo que me viene en gana", le hizo creer a Chris que aquello estaba siendo un capricho, más que la expresión de un sentimiento verdadero. Aunque eso le calmaba visiblemente, porque significaba que Peter no seguía pensando en suicidarse de verdad, le enfadó esa actitud, y dejó claro du enfado en el trasero del muchacho.
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- Discúlpate por hablarme de esa manera, y responde como ha hecho tu hermano. ¿Vas a volver a hablar de eso?
- Sí – respondió Peter con desafío. Chris suspiró: no se lo iba a poner fácil. Él había pensado darle sólo unos pocos azotes, no esperaba que Peter se pusiera insolente.
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- Te repito la pregunta, y te vuelvo a exigir la disculpa. ¿Vas a volver a hablar de eso?
- Nosotros mejor nos vamos… – intervino Nick, consciente de que su hermano estaba siendo tan testarudo en parte por tener público.
- No. – dijo Chris – Se pasa de listo con vosotros delante, le castigo con vosotros delante. Así aprende de paso una lección de humildad.
Chris estaba realmente cabreado: no tanto por las respuestas de Peter como por el hecho de que su niño hubiera querido suicidarse, y ahora hablara de eso como si nada, evaluando las mejores maneras de hacerlo. Que Peter no entendiera por qué eso estaba mal le molestaba mucho.
- ¿Qué va a ser, Peter? ¿Piensas responderme?
Rojo de vergüenza, y no tan adolorido como para entrar en razón, Peter se quedó mudo.
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- ¡Ya deja de pegarme! – bufó Peter en un tono irrespetuoso. Chris sabía que hablaba así porque estaba intentando no llorar.
- Dejaré de castigarte en cuanto me digas algo tan sencillo como que no vas a volver a hablar de suicidio.
- Lo que diga bajo tortura no tendrá ninguna validez – espetó Peter con insolencia. Suspirando, y deseando no haber tenido que llegar a eso, Chris orbitó el cepillo.
- No es tortura. Es un castigo. Y te voy a enseñar a no hacerte el gracioso cuando te estoy castigando.
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- Ahora, ¿vas a ser razonable?
- Vete a la mierda.
Peter, el dulce Peter, hablándole así. Chris se sobrepuso a la sorpresa, e hizo lo mismo que habría hecho de tratarse de Nick.
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Peter comenzó a llorar, irremediablemente. Chris puso una mano en su espalda.
- ¿No crees que lo estás agravando todo innecesariamente? – le preguntó con ternura. Ese tono llegó al corazón de Peter, que se esforzó por seguir manteniendo su ira, pero aun así sonó algo más suave que antes.
- Déjame en paz.
- Peter, estás llorando. Ya has llevado esto demasiado lejos.
- Lloro de rabia. – mintió Peter, mascullando entre dientes.
- No, hijo, lloras de dolor, y todo porque te ha dado por ponerte insolente. Te he pedido algo muy sencillo. Vamos, deja la ira a un lado, que éste no eres tú. ¿Vas a volver a hablarme así y a mencionar el tema el suicidio?
Peter no respondió. Esperó a que Chris le pegara de nuevo, pero éste sólo le incorporó.
- Ponte en esa esquina. En un rato te volveré a preguntar, y espero que respondas, porque hijo, ya te he pegado demasiado.
Peter ni se movió, pero Chris le levantó sin mucho esfuerzo y le puso en la esquina, con los pantalones bajados. Le dio un azote más con el cepillo.
- Si te digo que te pongas en la esquina, te pones en la esquina.
Peter no dijo nada, pero estaba llorando. Chris resistió el impulso de abrazarle. Cuando el chico entrara en razón le asfixiaría a abrazos. Hasta entonces, tenía que ser firme. Salió de la habitación y le indicó a Leo y Nick que hicieran lo mismo. Su hijo más pequeño parecía impactado y Chris se planteó si había hecho bien dejando que lo presenciaran. Como haciéndose eco de sus pensamientos, Nick se enfrentó a él:
- ¿Por qué nos has obligado a verlo? Es mi hermano. No quiero ver cómo le hacen daño.
- Se ha puesto demasiado insolente – se defendió Chris, al sentirse atacado – No pensaba ser tan duro.
- Pero lo has sido. Siempre lo eres, y siempre con Peter. Ni siquiera le has preguntado por qué intentó suicidarse.
- Pensaba preguntarle cuando esté un poco más…razonable.
- Peter siempre es razonable. Lo que pasa es que está enfadado porque le has pegado delante de Leo. Sé por qué no quieres que hablemos de ese tema, pero él no. Él no sabe que lo que de verdad te enfada es que haya querido suicidarse.
- Sí que lo sabe – dijo Chris, sin saber por qué estaba dejando que Nick fuera tan lejos. Leo permanecía muy callado, junto a ellos. – No es tonto.
- No, no lo sabe. Porque a su último padre lo que le enfadó es que fallara en el intento.
Chris se giró a Nick para mirarle directamente.
- ¿Me estás diciendo que le castigaron por intentar suicidarse….y no conseguirlo?
- Te estoy diciendo que le dejaron los trozos de cristal y una cuerda al alcance de la mano. Fue como decirle: "aquí los tienes, suicídate si tienes huevos". Y los tuvo, pero no tuvo la inteligencia suficiente para hacerlo bien.
- Leo, vete arriba. Esto son conversaciones de mayores.
Leo se fue, obediente y silencioso. Chris miró a Nick como pidiendo más información.
- Los médicos no trataron a Peter como suicida, porque no lo es. Yo no debí bromear con eso en primer lugar. No se intentó suicidar porque quisiera hacerlo. Al menos, no del todo. Quería morir, es cierto, y quién no en su situación, pero no había intentado suicidarse….hasta que un día lo dijo en voz alta, dijo que quería morir, y ese hijo de puta le dijo cómo hacerlo. Y no me digas que no hable así, porque no hay otra forma de llamarle. Le dijo a un niño de 13 años cómo podía matarse. Era uno de sus juegos psicológicos para ver si lo hacía. Le hizo varios. Igual que, de alguna forma, consiguió que se creyera que se merecía aquello. Se lo creyó durante mucho tiempo, hasta llegar aquí, contigo.
Esa última parte Chris la conocía, más o menos.
- Así que….¿eligió…cortarse las venas?
- Le pareció lo menos indoloro. Es cierto que lo de la ventana podría no haber funcionado, y por lo visto no sabía hacer el nudo para ahorcarse. No se atrevía a clavarse el cuchillo en la yugular, probablemente porque en realidad lo que quería no era morir, sino salir de allí. Finalmente debió de decidir que no merecía la pena, y se cortó las venas, y por suerte para todos lo hizo mal. Derek le encontró y le curó la muñeca, y le hizo pensar que aún le importaba que no deseaba su muerte…pero luego le castigó por no haberlo hecho bien. Le dijo "las cosas o se hacen bien o no se hacen". Eso fue lo único que le dijo. Así que no, no creo que entienda bien por qué está mal suicidarse, o mejor dicho, por qué estuvo mal que aquella vez pensara en hacerlo. Dices que le has castigado delante nuestro para darle una lección de humildad. Creo que lo que necesita es una lección de cariño. Porque será orgulloso, pero el orgullo es lo único que le protege así que no se lo quites.
Chris guardó silencio. Entendía dónde estaba el punto de Nick. Se acercó a él, y el chico se apartó algo temeroso de haber hablado de más, pero Chris se limitó a darle un beso en la cabeza.
- Tercera cagada – dijo en voz alta – Pero ésta tiene solución.
- ¿Qué? – preguntó Nick, sin entender.
- Nada. Gracias por contármelo, hijo. Necesitaba saberlo. Ahora sube con Leo: voy a hablar con tu hermano.
Entró en la cocina, y se sentó en una silla. Peter seguía en la esquina, con los hombros hundidos.
- Peter, ven aquí – dijo, y el chico emitió un sollozo porque pensó que iba a volver a castigarle. Pero Chris añadió – Y súbete la ropa.
Peter obedeció y cuando le tuvo frente a él, Chris le miró a los ojos.
- Normalmente sabéis por qué os castigo. Suele ser algo bastante obvio y suelo afanarme en repetíroslo. Pero creo que hoy no me has entendido.
- Sí te he entendido, papá – dijo Peter, que había tenido tiempo para pensar y calmarse, y se sentía culpable – Te he hablado fatal y no te he obedecido. Si no quieres que hable de eso no volveré a hacerlo.
- Es cierto que te he castigado por eso. Pero lo que más me ha molestado es que intentaras suicidarte….y que hables de ello abiertamente con tu hermano, como buscando la mejor forma de hacerlo. Es el hecho de que pusieras tu vida en peligro, y fueras incapaz de ver por qué eso estaba mal, y por qué no podías volver a pensar en hacerlo. Sé que te avergonzado por castigarte delante de tus hermanos. Pero si lo he hecho es porque creía que el orgullo te impedía darme la razón. Ahora sé que no era el orgullo, sino algunas ideas confusas que alojaron en tu cabeza. Tú no querías suicidarte, o sí querías pero no lo hubieras hecho de no ser por Derek. Y te enseñaron que el error estaba en haber fallado, y no en haberlo intentado. Pero hijo, nunca, sea cual sea la circunstancia, pienses que vale la pena morir. Tu vida es lo más valiosos que tienes tú, pero también es lo más valioso que tengo yo. No puedes quitártela. No tienes ese derecho. Eso es lo que quería que entendieras. Me enfadaba que te lo tomaras a broma. No te estoy pidiendo perdón por haberte castigado, porque tienes razón: te he pedido algo y me has desobedecido, y luego me has hablado de una forma que no es admisible. Pero sí te pido perdón por no haberte explicado dónde estaba el problema con el asunto del suicidio, y por haber sido tan duro contigo. A veces me olvido de que has pasado por cosas que yo no puedo entender.
Peter se le quedó mirando durante un buen rato. Chris no fingía saber por lo que había pasado, pero se esforzaba por entenderle. Él sabía por qué suicidarse era un error; sabía por qué la vida merecía la pena ahora que tenía a Chris. Pero hubo un tiempo en el que no le tenía, y el hecho de que Chris supiera por lo que había pasado le aliviaba, ya que Chris reaccionaba siempre de la manera correcta. Supo que tenía que agradecerla a Nick por haberle contado...Pero antes tenía que hacer algo más. Tenía que comprobar que todo estaba bien, y que no se estaba equivocando al pensar que su vida con Chris merecía le pena.
- ¿Te puedo dar un abrazo? – le preguntó al final.
- ¿Por qué me lo preguntas? – le dijo Chris, y le abrazó. – Te quiero.
- Sí – dijo Peter, que parecía seguir su propia línea de pensamiento. – Sí, esto se siente como lo correcto. Entonces ya te lo puedo decir: perdón por haber sido un imbécil.
- No te insultes – dijo Chris, sin saber si le estaba regañando o no. Con Peter a veces hablaba sin saber lo que decía, como si las palabras le salieran del corazón.
- Lo he sido. Me ha dado vergüenza que me castigues delante de Leo, y en vez de pedirte disculpas y enseñarle a asumir los errores, me he comportado como si fuera más pequeño que él. Además, sabía perfectamente que ese no era un tema para hablar delante de él, y aun así lo he hecho.
- ¿Por qué? – preguntó Chris, con curiosidad.
- No quiero decírtelo.
- ¿Por qué no?
- Porque es mezquino.
- Sea lo que sea, no me enfadaré.
Peter suspiró.
- Porque a mí me enseñaron a matarme siendo un niño. Leo es inocente. Leo…no ha sufrido. Sé que ha perdió a su madre y …y…no estaba siendo razonable cuando pensé esto pero….quería que lo escuchara. Quería que supiera lo que yo había pasado con sólo unos años más que él. Echo de menos mi inocencia. Soy todo sonrisas, pero los dos sabemos que son falsas, casi siempre. ¿Quieres saber por qué me llevo tan bien con Leo? Porque yo era él. Calcadito. Y a mí me robaron esa inocencia. Y yo quería…quitársela a él.
Peter pensó que Chris se enfadaría con él pese a lo que había dicho, porque lo que había confesado era como para enfadarse. Él no era mezquino, y lo que había pretendido hacer con Leo iba más allá de lo que él mismo estaba dispuesto a permitirse. Sin embargo, Chris no se enfadó.
- Sigue habiendo inocencia en ti, Peter. Estás lleno de ternura. Tú no te das cuenta, pero el hecho de que estés aquí, conmigo, hablando de esto, ya te convierte en alguien especial. En alguien inocente. Ni eres un adolescente, ni eres un adulto ni eres un niño, sino que eres las tres cosas a la vez. Lo malo es cuando se juntan las tres, y tienes reacciones de niño, con insolencias de adolescente, y reflexiones de adulto. Como ahora. Es entonces cuando no sé qué hacer contigo.
- Justo lo que has hecho – le dijo Peter y le dio otro abrazo.
- ¿Ah sí? – preguntó Chris con cierto tono de humor - ¿Azotaina incluida?
- ¡Papá! – protestó, y escondió la cabeza en el cuello de Chris.
- ¿Qué?
- No lo digas así. Me da vergüenza.
Chris se rió, y le acarició la espalda.
- ¿Y cómo quieres que lo llame si no?
- No lo llames.
- No te portes mal.
- Lo intentaré.

- Entonces, yo también. Me gusta esa promesa. Es algo que puedes cumplir, y no como el "nunca lo haré más" habitual.

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