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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 66: Controlar las emociones

 


 Chapter 66: Controlar las emociones
 


Cuando Chris orbitó de vuelta a su casa, quería romper algo. Preferiblemente la mandíbula de Patrick, pero como no le tenía ahí se conformó con cerrar y abrir los puños repetidas veces. Ese hombre era tan exasperante…y Paul tenía que sufrir sus cambios de humor y de actitud constantes. Que si ahora voy a ser tu padre. Que si ahora no. Que si me he vuelto idiota…
Chris no podía quitarse de la cabeza el aspecto desvalido de Paul, ni las marcas que empezaban a formarse en su espalda y sus piernas. No había podido curarle, porque su padre se habría dado cuenta y eso podría haber puesto al muchacho en más problemas. Lo cierto es que Chris había esperado que Paul se fuera con él. Pero en cierto modo le entendía, y pese a su enfado y su preocupación, Chris pudo ver que el chico había tomado la mejor decisión. Al menos por el momento.
Nick ya había vuelto, y como él ya estaba Peter se había ido, a por las entradas del concierto-regalo. Estuvo hablando con Nick, al que no había visto en todo el día, y preparó la cena. Mientras escuchaba a su hijo con un lado de su cerebro, reflexionaba con el otro sobre lo que le había dicho Amy aquella tarde: "Hay por ahí muchos chicos obedientes y educados que tienen el corazón podrido. O chicos que hacen caso a sus padres pero cuando ellos no están la lían bien. O chicos que tienen miedo de sus progenitores, porque son demasiado estrictos o incluso crueles. No creo que ese sea el caso de ninguno de tus hijos". Miró a Nick mientras hablaba de apuntes, de un hechizo nuevo que había aprendido, de lo cansado que estaba y lo aburridas que eran algunas de sus asignaturas. Amy tenía razón: sus chicos eran buenos por dentro. Es algo que todo padre espera de sus hijos y que se esfuerza por conseguir… por inculcarle valores positivos y todo eso. Quizás lo hubiera hecho con Leo, pero si Nick y Peter eran buenos él no tenía nada que ver. Le habían llegado ya creciditos.
"Sí, y Nick podría haber acabado en un correccional por cualquier tontería, y Peter en la sala más oscura de algún centro para enfermos mentales. O quizás Derek hubiera dado con la forma de que volviera con él. " dijo una voz cruel en su cabeza. "Tus hijos están mejor contigo".
¿De verdad? ¿De verdad estaban mejor con él? ¿Qué les había traído, en aquellos meses? Miedo. Demonios. Ira. Heridas varias hechas por locos psicópatas con ambición.
"Amor" dijo otra voz en su cabeza, esta mucho más amable y dulce. "Les has dado amor, y lo has recibido. Tú mismo has dicho muchas veces que es lo único que necesitaban."
Pudiera ser. Pero sus hijos habían vivido sin él durante 16 años, y eran buenas personas, inteligentes y con capacidad para ser independientes. Chris se había dicho muchas veces que tanto ellos como Paul necesitaban un padre. Pero había empezado a pensar que con determinados padres es mejor carecer de ellos. Si Chris pensaba en Derek no pensaba en un padre, sino en un monstruo. Si pensaba en Patrick sí le consideraba un padre, pero uno malo. Uno que tenía que aprender muchas cosas y que había cometido muchos errores. Mientras había estado encerrado en el armario de Paul, a Chris le habían dominado mayoritariamente unas ganas terribles de partirle la cara a ese hombre. Indirectamente, eso implicaba que se creía mejor que él. Mejor… padre…que él. Pero…¿lo era? ¿Era un buen padre para Nick y para Peter, cuando habían llevado una vida segura sin él, y una vida llena de riesgo en el poco tiempo que habían compartido? ¿Los gemelos le necesitaban, o era él quién les necesitaba a ellos más bien? ¿Se había empeñado en creer que podía ayudar a sus hijos porque necesitaba creer que podía darles algo?
- Tú nos lo has dado todo – dijo Nick, haciendo que Chris pusiera de nuevo los pies en la tierra. Más concretamente, en la cocina. Su hijo le miraba fijamente, y Chris supo que le había estado leyendo la mente, probablemente preguntándose por qué parecía medio ido. – Nos has dado una familia, nos has dado una casa, nos has dado una historia, nos has dado una identidad, nos has dado esperanza. Nos has dado una vida. Si tú no hubieras aparecido aquél día en el orfanato yo jamás…hubiera hecho por llevar una vida normal, porque seguiría pensando que para mí no hay una. Y de hecho no la hay: la tuya no es una vida normal, es mejor que eso. Hay magia. En todos los sentidos de la palabra, porque tiene que ser un milagro que alguien como tú sea mi padre. Estás dudando de que estemos mejor contigo pero… respóndeme una cosa… ¿qué hubiera pasado si Barbas nos encuentra cuando no sabemos nada de la magia? ¿Sabes lo fácil que hubiera sido pensar que teníamos que ir con él y ser demonios? Pensar que era lo correcto, la única opción, sin saber nada de brujos ni de luces blancas. Tú no nos pones en peligro: nos proteges de él. Me proteges de los demás, y de mí mismo. Patrick ha sido un padre ausente por propia elección. Pensó que era lo mejor que podía hacer por su hijo, y se equivocó. Eso hacen también muchos padres que dejan a sus hijos en el orfanato. El mío estaba lleno de esos: niños que habían nacido en un "mal momento" y que habían sido abandonados bajo la consigna de "se merece algo mejor". Pero no hay nada mejor ni más importante que la familia. Y yo lo sé porque siempre he querido una, y ahora la tengo, gracias a ti. Hemos vivido sin ti, cierto, pero eso no quiere decir que no te hayamos necesitado. Hay una diferencia entre "sobrevivir" y "ser feliz". ¿Podemos sobrevivir sin ti? Tal vez, aunque puede que ya no; no después de haberte conocido. Pero lo que sin duda jamás podríamos ser es… felices. Claro que eres mejor que Patrick. Si has estado ausente no ha sido porque hayas querido, sino porque no sabías que existíamos. No podrías ser un padre ausente aunque lo intentaras. Va en contra de tu naturaleza de maniático controlador obsesivo y sobreprotector.
Eso era, probablemente, lo más bonito que le habían dicho a Chris en su vida, y eso que últimamente había escuchado cosas preciosas. Fue lo más bonito porque resultó sincero, y era justo lo que Chris necesitaba oír para aliviar sus inquietudes. Era más que un "te quiero": uno puede equivocarse en los sentimientos, y querer a alguien que no lo merezca. Lo que Nick había venido a decir en aquél discurso es que él… lo merecía.
Sí. Nadie en el mundo podría dudar jamás que Nick era una buena persona.
- El milagro es que alguien como tú sea mi hijo. – dijo Chris al final, con la voz tomada, parafraseando una de las frases de Nick que más le habían llegado. En ese momento Chris se dio cuenta de lo mucho que había cambiado. De lo sentimental que se había vuelto… Probablemente tuviera que ver con el hecho de que el haber perdido a personas importantes, le había hecho probar la locura y el dolor más absoluto. Sólo se recuperó de la muerte de su mujer porque tenía que hacerlo por su hijo, y convirtió a su hijo en el centro de su vida. Nick y Peter se incluyeron en ese centro cuando llegaron, y ahora Amy se iba a incluir también. Y él no tenía miedo de admitir cuánto les quería; más bien necesitaba hacerlo, porque cualquier día podía perderles… o podía perderse él. La posibilidad de morir a causa de una profecía le pareció entonces más injusta que nunca.
 


- En dos minutos arranco el coche, tanto si estáis dentro como sino – dijo Chris, asomándose por las escaleras. Llevaba metiéndoles prisa más de quince minutos.
- Papá, pero si no es tarde – dijo Peter, vestido pero despeinado, mirando su reloj. Quedaban cuarenta minutos para que empezaran las clases, lo cual de hecho les ponía mejor de horario que muchas otras mañanas, en las que salían con veinte minutos muy justos.
- Y no hay que esperar a que lo sea – replicó Chris, pero luego decidió explicarse – Quiero asegurarme de que Paul está bien.
- Ni que él fuera tu hijo de tres años y éste su primer día de clase.- masculló Nick, bajando las escaleras con exasperante lentitud.
- No le has hablado de sus "prácticas de tirador" en las que tú eras el blanco ¿verdad? – preguntó Peter. Él si entendía la preocupación de su padre. Primero, porque él se preocupaba por todos. Y segundo, porque había pasado algo más la segunda vez que Chris fue a su casa. Algo que no le había contado, pero que debía ser malo a juzgar por la ansiedad que su padre parecía experimentar. Sólo esperaba que no hubiese sido otra pelea entre ellos….Bastante raro y vergonzoso era saber que su padre había pegado a su amigo…
- ¿Prácticas de tirador? Papá ¿qué quiere decir?
Chris no le había contado nada. Cuando Nick volvió el día anterior sólo le hizo preguntas sobre su día, sin hablar del suyo. Y luego se pusieron tiernos y Chris se olvidó de Paul, de las armas y de los padres incompetentes.
- Te lo cuento en el coche – le dijo – Ahora ve a por Leo y vámonos de una vez.
En el coche, efectivamente, le resumió lo que había pasado. Lo del Libro de la familia de Paul, lo de él contándole cómo la muerte de Jason fue su culpa, la reacción violenta y desproporcionada del chico… No le iba a dar tiempo a decir mucho más, pero de todas formas Nick le interrumpió antes de poder seguir contándole.
- ¿Qué te apuntó con una pistola? ¿Ha perdido la cabeza?
- Fue en un momento de ira…
- ¡No puedo creer que le justifiques! ¡Te pones como un basilisco cuando yo pierdo los papeles, y nunca se me ocurría apuntarte con una pistola! En primer lugar, nunca se me ocurría tocar una.
- Eso me alegra mucho, Nick, y espero que lo digas en serio. No hay armas en casa, de todas formas. – dijo Chris, sorprendido por la vehemencia en la reacción de su hijo.
- Hay cuchillos, papá – intervino Leo – Y dagas demoníacas.
- Están bien protegidas en contra de niños y adolescentes curiosos, pero como vea que alguno las mira si quiera…
- ¿Quieres no cambiar de tema? ¿Llamaste a la policía, al menos? – insistió Nick
- No, claro que no. Por Dios Nick, que es Paul. No pienso denunciarle.
- ¡Deberías hacerlo, joder! ¡Y a su padre también, por imbécil! Me da igual que la pistola tuviera clave, lo que tendría que estar es enterrada, bien lejos de allí.
- Nick odia las armas – explicó Peter – Las odia muy mucho.
- Sí, me he dado cuenta. – dijo Chris, parpadeando con asombro.
- No voy a volver a dirigirle la palabra en toda su jodida vida, y más vale que hoy no se le ocurra acercarse a mí.
- Nick, ya está todo arreglado, no tienes que ponerte así. Y haz el favor de hablar bien, anda. No pasó nada. Pudo pasar, es cierto, pero no pasó. Y me consta que Paul no tiene ningún instinto homicida contra mí. Así que relájate, que ya hemos llegado y me temo que sí que se va a acercar a ti ¿has olvidado que estáis en la misma clase?.
Nick frunció el ceño, pero no le quedaba otra que hacer lo que Chris decía. Lo dejaría estar…por el momento.
Bajaron todos del coche y se despidieron de él. Chris por su parte buscó a Paul con la mirada, y le encontró apoyado en la pared del colegio. No vio a su padre a ningún lado, así que aprovechó para acercarse a él. Todo eso de que Patrick no le dejara acercarse…era absurdo. ¡Era su luz blanca, por favor! ¿A que terminaba provocando algo peor que lo que quería evitar por no dejarle estar cerca para protegerle?
Saludó a Paul con un gesto de la mano, y él le devolvió una media sonrisa.
- Papá está hablando con el director. No creo que tarde mucho y no quiero que me vea hablando contigo…
- Me siento como el amigo alcohólico y follonero del que todos los padres quieren alejar a sus hijos –comentó Chris, y Paul se rió.
- Ese más bien sería yo.
- ¿Alcohólico? – preguntó Chris, preguntándose si seguían hablando en broma. Aunque sospechaba que no, porque Paul ni siquiera se molestó en responderle. Chris recordó ciertas menciones a la bebida en los mensajes que le había enseñado…Entrecerró los ojos. Paul aun no tenía veintiuno, así que no podía beber.
- ¿Qué es esto, un tercer grado? Revise mi mochila, agente, estoy limpio.
Pese a todo, Chris tuvo que sonreír.
- Si fueras mi hijo…
- Pero no lo soy, aunque ayer se te olvidó, por lo visto.
- No, lo tenía bien presente, pero soy tu luz blanca y tengo que cuidar de ti.
- Conclusión: no eres mi padre, pero los castigos me los llevo igual. Qué buen trato.
Chris se alegró de encontrarle de buen humor. Además, no parecía más que molesto por el hecho de que le hubiera castigado, lo que era una reacción mucho mejor de la esperable.
- También tiene su parte buena.
- Pues a mí me está costando verla. En fin, dejémoslo. Ayer te escaqueaste.
- Pensé que debía dejaros solos.
- Claro, después de escuchar todo lo realmente vergonzoso…¿Cuándo te fuiste exactamente?
- Cuando aquello se puso a lo "Casa de la Pradera" – dijo Chris, trivializando para no abochornarle más de lo necesario.
- ¿Oíste todo eso de "te quiero" y demás cursilerías? Bueno, así tengo un testigo que me asegure de que lo dijo de verdad y no me lo imaginé.
- Lo oí. Y también oí cuando te preguntó si estábamos saliendo, cosa que, por cierto, podría pensar cualquiera que nos mirara ahora mismo, hablando en esta esquina.
- Si ya has terminado de reírte de mí…No es por ser borde, en serio, pero realmente no quiero que mi padre nos vea. Se ha puesto en plan "soy tu sombra" y la verdad, me asusta que si le presiono un poco más se empeñe en acompañarme hasta al baño.
- De acuerdo, de acuerdo…Pero ¿estás bien?
- Estupendamente.
- Lo digo en serio.
- Y yo.
- Paul…
- Estoy perfectamente, Chris, de verdad.
- ¿Te duele?
- Ah no, por ahí sí que no vas a tirar. Tema vedado ¿entiendes? Ayer estaba de bajón, y me daba igual lo que supieras o dejaras de saber. Pero no pienso hablar contigo de eso…
Chris rodó los ojos, aunque en el fondo comprendía que le diera vergüenza.
- Puedo curarte ¿sabes? Si te duele, puedo curarte.
- Mi padre se daría cuenta.
Chris ya no pudo más. Había puesto buena cara por demasiado tiempo.
- No debes tenerle miedo. No puedes negarte a que te cure por miedo a su reacción…
- No le tengo miedo, Chris. Pese a lo que pienses, no tengo motivos para ello.
- Pues entonces deja que te cure.
- No.
- ¿Lo ves? Tienes miedo de que se entere.
- Que no quiera decepcionarle o que le sume días a mi castigo no quiere decir que le tenga miedo. Se supone que le tengo que obedecer. Así es como funciona esto ¿no?
- Paul, lo que te hizo ayer…
- Agradezco tu buena intención, Chris, pero no eres objetivo. Le tienes manía a mi padre por los mismos motivos por los que se la tengo yo y eso hace que todo lo que haga sea malo a tus ojos. Gracias por preocuparte, pero estoy bien, de verdad. Mejor que bien. ¿Sabes que papá no va a ir hoy a trabajar? Estará en casa cuando vuelva, y eso es genial. Vamos a hacer, ya sabes, cosas normales, de padres e hijos.
Chris le escudriñó en silencio. Parecía contento….demasiado contento. Un niño desesperado por un poco de atención que al fin la conseguía. Había hecho falta que disparara una pistola para que Patrick entendiera por fin que Paul necesitaba algo más que el que estuviera ahí para regañarle cuando metía la pata. Más vale tarde que nunca.
- Si te hace daño… - empezó Chris.
- Creo que iba en serio cuando dijo que no iba a volver a pegarme. Además soy tan fuerte como él, y casi igual de alto. No es por presumir, pero podría noquear a un tipo de noventa kilos. No soy precisamente un niño desvalido.
- No me refería sólo a un daño físico.
- Ya no me ignora. No me evita ni es tan frío conmigo. Creo que los dos nos estamos acostumbrando a ser padre e hijo de nuevo. Y ahora vete, por favor.
A regañadientes, Chris se fue. Iba a tener muy difícil contactar con Paul, con su padre tratando de impedirlo todo el rato. Pero aun así se las apañaría para saber que todo iba bien, y a la mínima señal de que no era así…
"¿Qué? ¿Qué harás? " pensó su subconsciente, con recochineo.
Bueno, improvisaría.
Chris se fue al P3 y contó las horas para que Amy viviera con ellos definitivamente. Ella salía de trabajar a las dos. Él pensaba irla a recoger y no podía pensar en otra cosa. Casi tenía que contenerse para no andar a dando saltos. Incluso hacer la contabilidad parecía algo mucho más entretenido con la perspectiva de Amy viviendo con él.
- ¿A qué hora te viene bien? – preguntó Wyatt, sacándole de su burbuja.
- ¿Eh?
- No has escuchado nada de lo que te he dicho en los últimos cinco minutos ¿verdad?
- Perdona Wy, es que…
- …Amy estará en tu casa en unas horas. Sí, sí, ya lo has dicho. No hablas de otra cosa.
Chris le sonrió.
- ¿Qué me decías?
- Que a qué hora te viene bien que deje mañana a Vic y a Alex.
- A la que tú quieras.- respondió Chris, con un encogimiento de hombros. Le vibró el móvil, y lo sacó a ver quién era. Número desconocido. Descolgó. Atendió la llamada, y a medida que hablaba se iba alterando más y más, hasta que se hizo evidente que estaba enfadado. Se despidió con cortesía y parecía a punto de tirar el móvil contra la pared.
- ¿Quién era? – preguntó Wyatt.
- El director del colegio.
 


La mañana había sido interesante para los chicos. Peter hablaba con Paul con relativa normalidad. Eran amigos, de hecho era el único amigo de Peter, pero Paul siempre se había llevado mejor con Nick. Pero es que Nick no le hablaba. Tras dos clases particularmente aburridas, en las que Paul intentó iniciar una conversación con Nick, que se sentaba a su lado, aquello se hizo insostenible. En el recreo, Paul le abordó:
- ¿Qué te pasa, Nick?
Nick le esquivó y siguió andando, sin responderle. Peter, a su lado, le miró como disculpándose. Paul chirrío los dientes, caminó para alcanzarles y obligó a Nick a girarse.
- Que qué te pasa – repitió.
- No…me….toques – masculló Nick, escupiendo casa palabra.
- ¿Por qué estás enfadado conmigo? Tío, hace mucho que no nos vemos. No esperaba una fiesta de bienvenida, pero joder, se han alegrado más los profesores que tú de verme de nuevo, y eso que a ellos les tengo hartos.
- A mí no es que me tengas harto, es que me das asco.
Paul soltó el brazo de Nick como si le hubiera golpeado.
- Lo he notado. ¿Por qué?
Nick se estaba conteniendo por no darle un puñetazo. Alguien debería darle un premio, porque se estaba conteniendo de verdad.
- ¡Apuntaste a mi padre con una pistola!
- Ah. Eso.
- ¡Sí, eso, jodido psicópata! – gritó Nick. ¿Cómo tenía la cara de estar allí frente a él, como si nada? ¿Cómo la tenía, en serio? Nick odiaba las armas, y a quienes las usaban. Y además Paul se había librado de cualquier posible consecuencia. En el mundo de Nick, los crímenes se pagaban y debían pagarse. Era así como tenía que ser, era lo correcto…
- No estaba del todo en mis cabales cuando hice eso. Me contó lo que había pasado con Jason, y me enfurecí.
- Pues otra vez golpeas la pared, Paul, pero las armas son peligrosas – intervino Peter, aunque él estaba calmado y no parecía tan enojado como Nick. De hecho, no parecía enojado. Si Chris decía que todo estaba arreglado, todo estaba arreglado para Peter. Después de todo él le había lanzado un rayo, una vez….No era lo mismo, pero entendía lo que era verse convertido en alguien que "no eres tú". En su caso había sido cosas de magia; en el de Paul, una ira irracional. Entendía lo que era hacer algo de lo que te arrepientes durante toda tu vida, y la necesidad de que los demás te lo perdonaran.
- Lo sé, y lo lamento…
- ¿Lo lamentas? – interrumpió Nick. – Oh, entonces todo arreglado. No pasa nada porque tú "lamentas" haber intentado matar a mi padre. – gruñó, en tono burlón, y de repente le arreó un puñetazo – Uy, Paul, "lo lamento".
Paul se llevó una mano al pómulo. Tendría cardenal, seguro. Respiró hondo para no perder él también los estribos y que aquello terminara realmente mal para uno de ellos o para ambos.
- Vale, entiendo tu punto. Sé que una disculpa no arregla nada, pero no puedo cambiar lo que hice. Dices que lees la mente ¿no? Pues entra en la mía y verás lo mucho que lo siento…
- ¡No quiero que lo sientas! – gritó Nick, y se tiró encima de él. Paul no lo había previsto y perdió el equilibrio. Se cayó al suelo, y se hizo mucho daño, porque a decir verdad aun estaba bastante adolorido.
- ¡Eh! ¡Eh, vale ya! – intentó apaciguar Peter. – Vamos Nick, cálmate.
- ¡No pienso calmarme! ¡Este idiota cree que puede salirse siempre con la suya! Es un desagradecido, papá se ha portado bien con él aun cuando no se lo merecía. ¿Y así le paga?
Empezó a hacerse un círculo en el patio, de chicos curiosos que se olían una lucha. Peter rodó los ojos ante el salvajismo morboso de la gente. Sólo les faltaba empezar a gritar "pelea, pelea". Pero Nick no necesitaba incentivos. Le dio otro puñetazo a Paul, que se cansó de ser golpeado, sobre todo teniendo en cuenta que Nick acaba de activar el dolor que sentía por el castigo de su padre. No debería haber rechazado los poderes de Chris…Paul empujó a Nick para quitársele de encima. No le costó mucho. Tenía que reconocer que Nick pegaba bien, pero pesaba por lo menos diez kilos menos que él.
- Para ser sinceros, si tu padre ha sido amable conmigo fue en buena medida porque se sentía culpable – respondió Paul, con más enfado del que pretendía. No podía reprocharle nada a Chris, sólo intentaba defenderse y además creía que estaba siendo objetivo. A Chris le había caído mal pero se compadeció de él por lo que había pasado con su hermano, y entonces empezó a caerle mejor. Estaba seguro de que había sido así y no era una crítica, sólo la constatación de un hecho.
- ¿Culpable? ¡Culpable tendrías que sentirte tú! – dijo Nick, dándole otro puñetazo. Paul se lo devolvió, y le hizo rodar por el suelo. Nick se incorporó, y le gritó con rabia. - ¡Él sólo quiso arreglar el desastre que tú habías causado! ¿Tan fácil has olvidado quién tiene la verdadera culpa de lo de tu hermano? ¿Echarle la culpa mi padre hacía que te sintieras mejor, asesino?
- ¡Nick! – gritó Peter, que se puso en medio de ambos, mirando a su hermano con acritud. Eso había sido un golpe bajo, y había estado fuera de lugar.
Paul le apartó sin mucho esfuerzo, como quien quita a una mosca molesta.
- Te has pasado. He mandado a gente al hospital por mucho menos que eso…- amenazó Paul. ¿Sabía Nick que se estaba metiendo con un tipo experto en dar palizas, o sabía mejor que casi todo era fama, y que Paul no era tan matón como todos creían? En cualquier caso, no parecía tenerle miedo, aunque tal vez hubiera hecho mejor en tenérselo.
- ¡Sí, claro que sí! ¡Mandaste allí a tu hermano!
Paul tuvo suficiente. Matón o no, era una persona violenta acostumbrada a serlo además, y Nick le había tocado mucho lo que no le tenía que tocar. Había dado en un punto débil, sensible, y doloroso, y los verdaderos amigos no hacían eso. Los amigos no mencionan a los hermanos muertos para hacerte daño. Se abalanzó sobre Nick y empezó a golpearle una y otra vez, con rabia, con desenfreno…Notó a Peter agarrándole de la espalda y para su sorpresa pudo con él. Joder ¿cómo es que Peter era tan fuerte?
- ¡Paul! Paul tío cálmate.
Fue como hablarle a una pared, así que Peter apretó un poco el agarre para llamar su atención.
- Paul, acabas de volver. ¿Quieres que te expulsen de nuevo? Han ido a llamar a un profesor. Vamos tío, cálmate.
Eso pareció tener más efecto en Paul, que procesó las palabras lentamente. Cierto. Estaban en el colegio. En el patio. La ira le había hecho olvidarlo. La gente le miraba, y Nick también, desde el suelo. Le había hecho sangre en el labio y la nariz. Nick se puso de pie y le miró con odio.
- ¡Maricona! – le gritó.
Fue curioso porque a Paul le habían llamado eso veinte mil veces, aunque pocas para atacarle. Sí, era gay. Sí, despectivamente se decía "maricón", pero a veces se usaba también de forma graciosa… Tom, por ejemplo, se refería a sí mismo como una "maricona". A Paul eso le ponía nervioso. Era homosexual, pero bastante masculino. Le gustaba el fútbol y todas esas cosas. No hacía cosas de chica, ni tenía pluma, al menos que él supiera. Últimamente se había vuelto una nenaza llorica, pero eso era otra historia. Lo que importaba en ese momento es que Nick le había llamado eso para ofenderle, como si su sexualidad fuera una razón para atacarle. Quizás había tenido suerte, pero Paul no había tenido muchos problemas con eso. La gente veía que fuera gay como algo normal. Aunque lo cierto es que no todo el mundo sabía que lo era. Muchas chicas no, por ejemplo, y por eso intentaban ligar con él. Nick había gritado eso en medio del patio, así que todo el colegio lo sabría en unas horas. Tal vez por pensar en esto, o porque realmente no se esperaba que Nick usara aquello para atacarle, Paul no disimuló lo mucho que le chocó esa expresión, y Nick debió de ver en ello una puerta para seguir provocando y desquitándose con él.
- Maldito gay de mierda…- dijo, y trató de darle otro puñetazo. Pero Peter no le dejó. Le cogió el brazo y se lo retorció para ponerlo a su espalda.
- Lo siento Nick, de verdad, pero puedo contigo mejor que con Paul y estáis llevando esto demasiado lejos. Me parece que te has pasado quince pueblos y encima no pareces consciente de que te está dando una paliza. Joder hermano, cada puñetazo suyo es como cinco de los tuyos, si tiene la mano casi tan grande como tu cabeza. Cálmate, respira hondo, y mira a tu alrededor. Sois un espectáculo para adolescentes ávidos de un poco de sangre. Os estáis peleando como animales y la verdad es que los dos tenéis razón. Él fue un imbécil, pero tú lo estás siendo ahora.
Nick forcejeó con él para soltarse y Peter apretó la constricción pero no quería hacerle daño. Una voz a sus espaldas le distrajo: un profesor gritaba lo típico de "¿qué está pasando aquí?".
"¿Ahora? ¿Llegas ahora? Un poco más y no tienes pelea que detener, porque uno de los dos ha pasado a ser un cadáver" pensó Peter.
Nick aprovechó su distracción para soltarse, y volvió a abalanzarse sobre Paul, que intentó frenarle. Forcejearon, agarrados, y acabaron en el suelo. Paul soltó un gemido de dolor y Nick le rasgó la camiseta. Peter cogió a Nick y le llevó bien lejos, mientras el profesor ayudaba a Paul a levantarse. Entonces Peter lo vio, sólo un segundo, en lo que Paul tardaba en colocarse los jirones de su camiseta: cardenales. Podrían pasar por simples golpes, pero él tenía la suficiente experiencia en llevarse golpes como para saber que esas marcas no eran fruto de una caída.
- ¿Ves eso, Nick? – susurró con ira al oído de su hermano, mientras le zarandeaba – Eso es el castigo de tu gay de mierda por haber apuntado a nuestro padre. ¿Aún crees que se sale siempre con la suya? Porque lo cierto es que más bien le vienen siempre bastante gordas. Se peleó con su hermano por no saber encajar un secreto que le habían ocultado toda su vida, y a causa de ello su familia se vio destrozada. Te pegó a ti y le expulsaron un mes. Sucumbió a la rabia porque su hermano muriera cuando Chris trataba de salvarle y le dieron dos palizas. Porque, para tu información, papá también le pegó, pero dudo mucho que él le hiciera eso. Así que dime, ¿aún crees que siempre se sale con la suya?
Nick no pudo responder, porque el profesor que había ayudado a Paul a levantarse se acercó a él y empezó a gritarle. Envió a los tres al despacho del director. Peter no estaba seguro de si se la iba a cargar de rebote, pero en ese momento le dio igual. No dejaba de mirar a su hermano y pudo ver cómo ha medida que entraba en razón se sentía más culpable. Ese empezaba a ser el Nick que él conocía. Lo cierto es que a Peter no le sorprendía su arranque de violencia, aunque quizás estaba más descontrolado que de costumbre...lo que le extrañó de verdad fue el rencor que había demostrado….Nick no era rencoroso. Había perdonado a Paul con demasiada facilidad cuando le golpeó….¿Qué le había invadido para desear una venganza con tanto ahínco? Había atacado a Paul con golpes y palabras, y Peter no estaba seguro de qué le había hecho más daño.
Una vez en el despacho del director, Peter empezó a ser más consciente de lo que había pasado. ¿Y si les expulsaban a los tres? Chris le mataría. Nick vería resentidas sus notas y su expediente…Podría interferir con su brillante futuro. No. Ni de coña. No por una tontería así ¿verdad? El colegio tenía normas bastante estrictas, así que era difícil saberlo…
Fue Peter el encargado de contar la historia. El director le ordenó que fuera objetivo, porque si trataba de defender a su hermano sería peor para todos. Peter no defendió a Nick, aunque tampoco le mandó al paredón. Omitió el motivo real de la pelea, ya que sabía que la versión oficial era que la pistola se le había disparado a Patrick y no a Paul. Paul le miró con agradecimiento cuando mintió por él.
Llamaron a Chris y a Patrick, y esperarles fue una tortura. Chris llegó antes, porque seguramente había orbitado. Les abrazó con mucha sequedad, y eso era malo. Y eso que aun no sabía ni la mitad….Debían de esperar a Patrick, así que Chris se llevó aparte a sus hijos unos momentos.
- Que alguien me diga lo que ha pasado.
Ninguno de los dos habló. Chris se apretó el puente de la nariz.
- Seré más claro. Que alguien me diga lo que ha pasado o puedo prometeros que nunca querréis pisar éste colegio de nuevo porque os castigaré aquí mismo, sin importar quién pueda veros.
Peter tragó saliva.
- Es largo de contar, papá. Lo que sabe el director es que nos hemos peleado, y no nos conviene que sepa nada más, para no meter a Paul en problemas con lo de la pistola. – explicó, intentando además ganar algo de tiempo para Nick, para que se lo contara él mismo. Chris pareció contentarse con eso, decidiendo que era mejor aplazar el interrogatorio. Quería saber sólo una cosa más:
- ¿Tú y Nick contra Paul? ¿Y por qué es Nick el único que tiene la cara magullada? Te curaré en cuanto salgamos de aquí, hijo – aclaró Chris, sonando ya más amable.
- Peter no ha hecho nada – dijo Nick – Sólo intentó detener la pelea.
Chris iba a contestar, pero en ese momento entró Paul.
- Christopher yo…- empezó, pero luego pareció pensarlo – No importa.
- ¿Qué quieres? – preguntó Chris con brusquedad.
- Sólo quería decir que….sólo quería saber cómo está Nick. Y decirte que lo siento.
- ¿Recuerdas lo que te dije de tocar a mi hijo, Paul?
- S-sí.
Entonces Peter entendió que el enfado de su padre no era del todo contra ellos. Estaba muy seco, les había amenazado y apenas les había saludado, pero cuando habló con Paul su tono reveló que era para él para quien reservaba una mayor dosis de ira. Efectivamente, Chris abrazó a Nick de forma posesiva con un solo brazo, y fulminó a Paul con la mirada, que quería desaparecer y estaba a punto de hacerlo, por la puerta.
- Papá, lo cierto es que no es culpa de Paul. Se ha hecho mucho daño así que tal vez….ya sabes, tal vez podrías ser más amable y curarle a él también.
Chris miró a Peter durante un largo rato y luego suspiró. Amable. Sí. Podía ser amable. Sólo le habían llamado del colegio de sus hijos para decirles que se habían peleado en pleno patio con Paul, que recién llegaba de su mes de expulsión. Sólo había tenido que salir del trabajo para ir a ver qué pasaba con sus dos impulsivos hijos y el idiota agresivo de su cargo, que de pronto le inspiraba protección, y de pronto instintos asesinos. Sus hijos no se tocaban. ¿Qué parte de eso no se entendía?
Pero, tras respirar hondo, pudo dejar de ver a Paul como un enemigo. La culpa no era sólo suya, sino de Nick también. Según Peter, de hecho, la culpa no era de Paul, y era raro que él no defendiera a su hermano. Miró a Paul. Parecía asustado, y estaba que daba pena, con la camiseta rota y cardenales incipientes por toda la cara.
- Te curaré después, cuando estemos lejos de miradas curiosas. – le dijo, sin rabia ya. - Ahora hay que volver a ese despacho y tenéis que tener la misma cara de perros callejeros apaleados. No sé en qué narices estabais pensando, vosotros dos, pero no podéis pelearos así. Sois amigos, sois aliados, y sois brujos. Esto no va a pasar nunca más ¿está claro?
Nick miró al suelo. Paul miró a la puerta como si siguiera deseando irse de allí.
- He preguntado si está claro.
- Sí, señor.
- Sí, papá.
- Bien, pues ahora vamos a entrar en ese despacho, vamos a hacer el paripé y luego vais a contarme a qué ha venido esta pelea.
Salieron de la pequeña habitación y volvieron al pasillo, a esperar. Patrick llegó enseguida. No abrazó a Paul, e ignoró a Chris por completo, pero empezó a examinar los cardenales en la cara de Paul.
- Papá… - intentó decir Paul.
- Ahora no. El director estará esperando. No tienes nada grave, aunque en un rato tendrás un dolor de cabeza que seguramente te merezcas.
Los cinco entraron en el despacho del director y aquello fue de veras incómodo. Al principio habló sólo el director, luego Nick intentó protestar cuando el hombre dijo algo así como que los insultos de Nick habían estado fuera de lugar pero Chris le silenció con una mirada. Por último, el director comentó que tenía un dilema. ¿Les expulsaba a los dos? ¿No expulsaba a ninguno?
- Nick, tienes unas notas realmente brillantes. Este… comportamiento… no te beneficia en absoluto. Paul, éste es tu primer día después de haberte expulsado por un mes, por pegar precisamente a Nicholas. Eso perfectamente puede costarte la expulsión definitiva. De hecho, tengo aquí mismo los papeles que confirmarían tu expulsión, pero quería esperar a hablar primero con tu padre. Creo que será mejor que hablemos a solas al respecto, porque tal vez sería una salida más diplomática para todos si anuláramos tu matrícula. Eso haría que al menos tu expediente ya de por sí bastante complicado no se viera más perjudicado.
Paul se hundió en el asiento. Expulsado del colegio, para siempre. Ir a otro colegio. Su padre se cabrearía, bueno, ya estaría cabreado seguramente, y con razón. Perdería el curso, pero quizás eso fuera lo de menos. La relación con su padre estaba al filo de una navaja y todo aquello podía hacer que se decantara por el lado erróneo. Paul ya estaba oyendo en su cabeza los reproches, o quizás el silencio, lo cual era peor. Querría decir que su padre le daba por perdido…
- Realmente creo que Paul no debería cargar con la responsabilidad de esto – intervino Chris, tras pensarlo mucho. – Una pelea es cosa de dos. Si el señor Anderson está de acuerdo, no creo que ninguno de los chicos deba ser expulsado.
Patrick le miró con desprecio, pero la lógica pudo más que la aversión que se tenían. Asintió con sequedad, mostrando su conformidad. La conversación se alargó durante varios minutos, y al final ninguno fue expulsado, aunque se les impusieron varias sanciones del tipo de limpiar las pizarras de todas las aulas, vaciar las papeleras y encargarse de que el material deportivo quedara siempre recogido. Tareas que realizarían todos los días durante una hora después de que acabaran las clases. Y Paul tendría que quedarse una hora más en la biblioteca. Chris miró al director con curiosidad. Estaba seguro de que eso último más que un castigo era una forma de intentar conseguir que Paul aprobara el curso. El hombre demostró ser inteligente y comprensivo con aquella decisión.
Cuando salieron de allí, la tensión casi podía mascarse. Aquél día no irían a más clases. Como si fuera una "jornada de reflexión" aparte del hecho de que quedaban sólo cuarenta minutos para que acabara el horario escolar.
- Chris, gracias por lo que has hecho. Gracias de verdad. Si no llegas a decir nada, me habría expulsado – dijo Paul.
- De haber querido expulsarte lo habría hecho. Yo sólo le di la excusa para fingir que se lo pensaba. Ese hombre no te tiene tanta manía como crees.
Paul iba a decir algo más, pero Patrick le silenció con una mirada muy fácil de entender "no hables con él".
- Paul, vámonos a casa. Tengo el día libre, pero tengo que terminar unos informes.
- Sí, papá.
- Señor Anderson, si espera un segundo puedo curar a su hijo.
- Eso no será necesario.
- Es absurdo dejarle molesto y con dolor cuando yo puedo quitárselo.
- Te crees muy bueno por poder hacer esos trucos de magia ¿verdad? – le espetó Patrick. Chris se dio cuenta en ese momento de que ese hombre le sacaría como unos diez años, y eso por alguna sensación contribuyó a que se sintiera regañado.
- Creo que ahora esos "trucos" pueden ser útiles. Para aliviar el dolor de su hijo. Si es que tal cosa le importa.
Chris no pudo evitar añadir eso último y sintió que se iba a llevar un puñetazo por ello, pero entonces a Patrick le sonó el busca. Lo sacó y puso cara de "¿por qué a mí?"
- Tengo que ir al trabajo. Una urgencia. Paul, date prisa. Tengo que arreglármelas para dejarte en casa.
- Puede venir con nosotros. Luego le llevaré a su casa. – dijo Chris.
- Sí, papá. Puedo ir con ellos…
Mala idea. Paul enmudeció ante la furia que destilaban los ojos de Patrick.
- Tú no vas a ir a ningún sitio durante el resto de tu vida, y te olvidas también de utilizar el ordenador, el coche, el teléfono y cualquier forma de contacto con el exterior. ¿Me he expresado con claridad?
- Sí, señor.
- Mira que has hecho varias a lo largo de tu vida, pero creo que nunca me habías avergonzado de ésta manera. Has dado todo un espectáculo, espero que estés orgulloso.
- Papá, ahora eres tú el que me está avergonzando a mí…- dijo Paul muy bajito, echando una mirada en dirección de Chris, Nick y Peter. Le abochornaba que fueran testigos de cómo su padre le regañaba.
- ¡Es lo menos que te mereces! Te has acostumbrado a hacer lo que te da la gana, pero eso se ha acabado. No puedes utilizar la fuerza para atemorizar a los demás. Le has dejado la cara llena de golpes a ese chico. ¡Ni un día puedes estar sin pelearte!
Paul agachó la cabeza. Entonces Nick, que había tenido tiempo para reflexionar sobre ….todo… dio un paso adelante.
- Señor…Yo le provoqué. Empecé a pegarle y él al principio no se defendía, pero luego le dije un par de cosas bastante crueles. No ha sido culpa suya. Por favor, deje que mi padre le cure eso en un segundo. Es lo menos que podemos hacer, y de verdad que tampoco nos importa que se venga con nosotros. Sé que vive lejos y tiene que ir al hospital. Llevarle a su casa puede demorarle mucho.
Patrick resopló. Chris sabía lo que estaba pensando: "todo muy bonito, pero hay una profecía que augura que nada bueno le pasará si pasa tiempo con vosotros".
- Le aseguró que no va a ocurrirle nada. – dijo Chris.
El busca de Patrick sonó de nuevo. La cara del doctor revelaba que se trataba de algo importante.
- Más te vale, o no habrá sitio al que puedas orbitar que te mantenga a salvo de mí. – amenazó Patrick, y esa debió de ser su despedida, porque se fue, sin decirle nada más a Paul, ni abrazarle o susurrar al menos un "hasta luego". Sí que era frío, sí. Paul parecía muy intranquilo. No parecía haberle importado el castigo ni la mínima parte de lo que le importaba el enfado de su padre. Chris decidió distraerle.
- Ya es hora de que arreglemos esas caras. Vamos detrás de ese muro y orbitemos.
Dicho y hecho. Aparecieron en casa de Chris y una vez allí les curó los golpes. Pese a la oposición de Paul, le curó todos los cardenales de su cuerpo, marcas del cinturón incluidas. Le dio una camiseta para que se la pusiera en lugar de la que Nick le había roto y luego hubo un momento de tensión bastante palpable.
- Muy bien, sentaros ahí. Los tres. – dijo Chris, señalando al sofá. – Quiero que me contéis lo que ha pasado, por qué ha pasado y cómo ha pasado. – Peter, tú no estás en problemas, y Paul, tu padre ya te ha castigado, pero quiero la versión de los tres.
Se lo contaron, sin dejarse nada entre unos y otros. A medida que iba escuchándoles, Chris fruncía más el ceño. Todo parecía culpa de Nick. Al menos, era el que había empezado. Pasó un rato hasta que se dio cuenta de que ya habían terminado de hablar. Era su turno, entonces.
- Nick, no te tenía por alguien cruel. Siempre he pensado que eras bien intencionado, y eso me hacía estar orgulloso. Pero…hablar de esa forma de lo que pasó con Jason…Eso no es de buena gente. No es de buen amigo. Eso, hijo, ha sido una bajeza. Y totalmente falso, Paul, espero que lo sepas. No fue tu culpa.
Ese discurso tan sencillo, que había dicho con voz calmada y sin gritar, bastó para que Nick se pusiera a llorar, sin importar que Paul estuviera delante. Su padre ya no estaba orgulloso de él… había hablado en pasado…y le consideraba una mala persona. Nick quiso morirse, y si no lo hizo fue porque Chris aún no había terminado.
- Meterse con su sexualidad fue otro golpe bajo por tu parte. Casi espero que lo dijeras con la intención de hacerle daño, y que no creas de verdad que sea algo que puedes utilizar como un insulto. Porque lo que él sea a ti no tiene que importarte. No voy a permitir que discrimines a nadie por su condición sexual, ni por razones de sexo, aspecto físico, raza o religión, ni por cualquier otro motivo que se te pueda ocurrir. No debiste utilizar esa palabra, ni hablarle así delante de todo el mundo. No es un gay de mierda ni tampoco un maricón, Nick, y si te oigo hablar así de nuevo te lavaré la boca con jabón cada hora durante una semana.
Nick lloró más, y solo en una pequeña parte por la vergüenza. Estaba demasiado triste para pensar en el bochorno de ser regañado en público. No podía mirar a nadie a la cara sino que se limitó a mirar sus zapatos, mientras lloraba.
- Has humillado a Paul repetidas veces, has provocado una pelea y lo has hecho injustificadamente. Nada de lo que hiciera justifica esto. Sus errores son sus errores y sus aciertos son sus aciertos. A ti no tiene por qué afectarte y además él ya fue castigado por lo que hizo mal, tal como has comprobado al romperle la camiseta, lo cual supuso una humillación más. Estoy muy decepcionado contigo, hijo.
Nick ya no pudo más. Se tapó la cara con las manos y lloró con desesperación. De pronto todo dejó de ser importante para él. Su padre se había dado cuenta por fin de que era un mal bicho, una mala hierba que había que arrancar. Se había dado cuenta y estaba decepcionado.
- Vale, Nick, no te pongas así – dijo Chris, y se acercó un poco. Nick temblaba y lloraba como pocas veces. Le levantó del sofá y le abrazó. – Discúlpate con Paul, y ve a lavarte la cara.
Intentó ser amable y firme a la vez, y era algo realmente difícil. Nick no dejó de llorar abrazado a él y al final Chris suspiró.
- ¿Es por lo que te he dicho? Lo que has hecho está mal, Nick, y lo sabes. Pero te quiero, hijo. Es precisamente porque te quiero por lo que me duele que te comportes así, haciendo daño. Siempre has sido un poco deslenguado, cielo, pero la crueldad estaba fuera de tu campo. Has culpado a Paul de la muerte de su hermano. Has usado algo que sabes sobre él, algo muy personal, para dañarle. Nick, si a mí me dijeran algo parecido sobre mi mujer, me destrozarían. Al igual que entendí que tú pegaras a Paul cuando vino aquí a casa a disculparse contigo, he entendido perfectamente que él te pegara después de lo que le has dicho. Y eso me ha costado mucho, porque no soporto que te hagan daño y aun ahora sabiendo por qué ha sido estoy molesto con Paul por lo que ha hecho. Así que sí, cariño, me siento un poco decepcionado, pero porque sé el buen corazón que tienes y esperaba de ti otro tipo de comportamiento. Pero sé que aprenderás de esto y no volverás a cometer el mismo error. No ha cambiado nada. Sigo pensando que eres bueno, pero estoy más dispuesto que nunca a evitar que hagas cualquier cosa que haga pensar lo contrario. Así que deja de llorar, porque tú y yo tenemos una conversación pendiente y es del tipo de las que no te gustan.
Nick sólo se abrazó más a él.
- Te dije que tenía un lado malo – murmuró, y la voz se le quebró en la última palabra.
- Pues yo aún no lo he visto. Este es sólo mi hijo, hablando de más y olvidando que tiene que pensar antes de hablar, como hace siempre. Además has defendido a Paul delante de su padre y has dicho la verdad. Eso ha estado muy bien. Igual que te digo en qué te equivocas, te digo lo que me hace sentir orgulloso.
- Ya no estás orgulloso de mí…- lloriqueó.
- ¿No te acabo de decir que sí? Vamos, fuera el drama. Tú la lías, yo te castigo, nos abrazamos y todos contentos. Ya sabes cómo funciona esto.
- Pero no quiero que me pegues – protestó Nick. Chris se preguntó si era consciente de que Peter y Paul seguían allí.
- Me extrañaría que quisieras, hijo, pero si vamos a ir por ahí, yo no quiero que te portes mal, y te pegues en el colegio, e insultes a los demás.
Nick sólo sollozó.
- Ahora voy a esperar a que te calmes. No te voy a castigar hasta que estés tranquilo. Quiero que entiendas que si te he hablado así es porque le has hecho mucho daño a Paul, pero he cometido un error, un error de padres muy frecuente, que es calificar a las personas de acuerdo a sus acciones. Cuando Leo se ha portado mal, evito decirle que es "malo", porque no lo es. No debería haberte llamado cruel. Lo que has dicho es cruel, pero tú no lo eres, igual que tu comportamiento me ha decepcionado, pero de ti siempre estaré orgulloso. Si pensara de otra manera no intentaría que entendieras que lo que has hecho está mal, porque no te creería capaz de entenderlo. Como sé que eres una buena persona, y además bastante listo, sé que lo has entendido perfectamente.
Aquello pareció lograr que Nick se recompusiera un poco. Chris le sostuvo contra su pecho hasta que dejó de llorar.
- Muy bien, corazón. Ahora quiero que subas a tu cuarto y me esperes allí.
Nick gimió.
- No es justo, a Paul le han castigado sin salir…
Aunque Chris estaba de espaldas a Paul, casi notó como éste se envaraba.
- Yo soy tu padre y no el de Paul…sé que la frase es típica, pero es que hijo, me lo pones a huevo. No he sido yo quien ha decidido su castigo y no eres tú quien decide el tuyo. Pero si quieres te castigo TAMBIÉN sin salidas…
Nick negó efusivamente con la cabeza.
- Eso me parecía a mí. Ahora venga, sube a tu cuarto.
Tras echarle una última mirada triste, Nick subió como le dijo, sabiendo que él no tardaría en subir. Chris suspiró. Durante unos segundos, todo estuvo en silencio.
- Siento haber traído tantos problemas a tu familia – dijo Paul, de pronto decaído y como culpable.
- Eh eh eh. Aquí el pesimismo por turnos – se quejó Chris, en tono ligero, semibromista – No puedo rebatiros todas vuestras tonterías a la vez. No has traído ningún problema ¿estamos?
- Si hubiera dejado la pistola donde tenía que estar, no hubiera pasado esto.
Chris estuvo a punto de decir "eso no es así", pero se recordó que no estaba hablando con niños, y que ya tenían edad de entender ciertas cosas.
- Las acciones tienen consecuencias, Paul. Si me apuntas con una pistola, es lógico que tu padre se enfade y que mis hijos también. No sirve de nada lamentar las repercusiones de nuestras acciones. Lo que hay que sentir es la acción en sí misma. La culpabilidad es por lo general un sentimiento muy inútil. Lo que hay que hacer es buscar la forma de no tropezar otra vez con la misma piedra, para no desencadenar los mismos acontecimientos. Si hubieras sabido que iba a pasar todo lo que ha pasado, no lo hubieras hecho. Uno tiene que aprender a pensar antes de actuar…a imaginar las posibles consecuencias antes de que sucedan. Aun así, a veces es difícil. Salvo excepciones de personas privilegiadas como mi tía, los humanos no vemos el futuro. Y aunque lo viéramos, veríamos sólo una línea de las muchas posibles. El futuro no está escrito y por eso es variable. Hay muchos futuros en potencia y sólo uno, no sabemos cuál, llegará a ser en acto. Por eso lo que uno tiene que hacer es actuar lo mejor posible, hacer lo que llamamos "buenas acciones", para que así, ocurra lo que ocurra, al menos se tenga la conciencia tranquila. Y aun así a veces nuestras mejores intenciones terminan en algo catastrófico, creo que entenderás que estoy refiriéndome a mi intento de curar a tu hermano. Como te digo, todas las acciones, las buenas y las malas, tienen consecuencias, que son a su vez tanto buenas como malas. Sabes que te haces mayor cuando tus acciones son más importantes, y las repercusiones son realmente grandes. Cuando si obras mal te espera algo más o algo diferente a un castigo. Hace tiempo que tú estás experimentando eso. Has estado tres años pagando por un error que cometieron otros. Me atrevería decir que lo has estado pagando incluso toda la vida. Y has tenido que tomar decisiones muy importantes, con grandes repercusiones. Y tanto si te gusta como si no lo que ha sucedido a raíz de esas decisiones, no puedes cambiarlo. Así que sí, Paul, seguramente si hubieras dejado la pistola quietecita esto no habría pasado. Ya te disculpaste, ya lo has aprendido. Ahora no vuelvas a hacerlo y todo esto habrá servido para algo.
Paul parpadeó y le miró de una forma extraña. Luego intercambió una mirada con Peter.
- Sí, es siempre así de profundo y directo, por si te lo estás preguntando – dijo Peter con una sonrisa.
- Ha hecho llorar a tu hermano sólo con unas pocas palabras.
- Sí bueno, también sabe dar donde duele.
- Que estoy aquí ¿sabéis? ¬¬ - les recordó Chris.
- ¿Acaso he dicho alguna mentira? – replicó Peter, sonriendo otra vez.
Chris rodó los ojos.
- Gracias por impedir que estos dos se maten. – le dijo luego.
- No hay de qué. No he hecho gran cosa en realidad. Salvo conseguir que el director me mire mal. ¿Te lo puedes creer? Es Nick el que se lía a golpes y la bronca me la llevo yo también.
Peter sonó tan indignado que Chris se tuvo que reír.
- El mundo no es justo. – le dijo, y luego recuperó un poco la seriedad. – Oye, ¿me puedes hacer un favor?
- Sabes que sí.
- Aún no te he dicho qué es.
- La respuesta sigue siendo sí.
Chris sacudió la cabeza. Siempre tan…servicial.
- ¿Puedes ir a por Leo?
Peter puso una mueca, pero asintió. Salió del salón y se puso la chaqueta. Paul le siguió con curiosidad.
- ¿No quieres ir a por tu hermano?
- Sí, sí que quiero. No me importa y hasta me gusta. Se suponía que estaba castigado sin salir pero papá está siendo bastante bueno. Lo que pasa es que sé lo que implica ese "puedes ir a por Leo". Significa que no puede ir él, porque va a estar muy ocupado castigando a Nick. – explicó Peter, y puso otra mueca.
- ¿Es cierto que le va a pegar o lo ha dicho por decir?
- No, sé a ciencia cierta que Nick se ha ganado una paliza. ¿A qué tanta curiosidad?
- Es sólo que... bueno…- balbuceó Paul y se ruborizó – Tu padre parecía bastante tranquilo.
- Yo diría que lo está.
- Incluso… incluso le ha consolado un poco.
- Sí, eso ha hecho. ¿A dónde quieres llegar? Tengo que irme, Paul, así que ve al grano.
- Es sólo que…se ve que le quiere.
Peter asintió. Empezaba a entender lo que le quería decir.
- Y que no le da vergüenza demostrarlo - añadió Paul, más bajo. Peter sintió lástima de su amigo. – Da envidia ¿sabes?
Peter abrió los ojos. Era raro ver a Paul hablando con tanta sinceridad sobre lo que sentía o sobre sus problemas. Le dedicó una media sonrisa amistosa.
- No tanta ¿eh? Tú has visto la parte de los besos y los abrazos. Lo otro es mucho menos agradable.
Pau no dijo nada. Probablemente Peter ya supiera que Chris le había pegado, pero le daba demasiada vergüenza hablar de eso. Coincidía con Peter en que no era agradable en absoluto y lo sentía por Nick. Por eso le extrañaba que hubiera accedido a subir a su cuarto tan mansamente.
- Si tu padre estaba tranquilo, si ya no estaba enfado, ¿entonces por qué le ha hecho caso Nick? No ha tenido que gritarle para que se fuera a su cuarto. ¿Por qué?
- Porque Nick sabe lo que le conviene. Porque papá se lo ha mandado y a nosotros con eso nos vale. Y porque el mundo de Nick se rige por la regla de "quien la hace la paga". Confía en mi padre ciegamente y se sentirá más tranquilo una vez le haya castigado y todo esté bien entre ellos. Hasta la próxima vez que la líe.
- Confianza – extrajo Paul. – Sí, eso es lo que falta.
Peter le miró sin entender.
- Buscaba semejanzas y diferencias. Yo no confío en mi padre – dijo Paul. – Sólo estaba comparando. Como se lo digas a alguien…
- No desvelaré al mundo que tienes sentimientos. Dios no quiera que alguien pueda pensar que tú también tienes miedos, y sueños y deseos. – respondió Peter con sarcasmo. Paul le dio un puñetazo amistoso en el brazo, y Peter se marchó a por Leo, aunque se quedó un poco preocupado por la mirada de tristeza en los ojos de su amigo.
Paul se encontró sin saber muy bien qué hacer en ese momento. Por suerte para él, Chris iba un paso por delante.
- Será mejor que te lleve a casa, o tu padre me extirpará las amígdalas y me las pondrá de collar. Nunca cabrees a un médico.
Así que le orbitó a su casa. No se entretuvo mucho. Lo suficiente para saber que todo estaba bien. Luego volvió a su propia casa y fue a tratar con Nick. Le esperaba en su cuarto y para su sorpresa aún estaba algo lloroso.
- Nick, ya sabes todo lo que te ha llevado hasta aquí…Por cierto, hablaba en serio cuando te he dicho lo de lavarte la boca: no vuelvas a llamarle esas cosas a Paul.
- No papá – le prometió y luego soltó un sollozo ahogado – Por favor, no me castigues.
Le dio tanta pena. ¿Qué le pasaba a Nick? Estaba como mucho más…sensible…emocional. Todo. Normalmente no se ponía así por un castigo. Ni siquiera parecía haberle importado llorar delante de Paul.
- Cielo, afróntalo. – le dijo, con todo el tacto del que fue capaz. A ver cómo tranquilizas a alguien que sabe que le vas a castigar. Él, al menos, no sabía cómo.- ¿Sabías que liarte a puñetazos estaba mal, o no?
- Sí, pero…
- ¿Sabías que insultar a Paul, golpes bajos incluidos, estaba mal?
- Sí…
- Pues entonces, ya tendrías que haber sabido que te iba a castigar. Si esperabas otra cosa es que sobrevaloras tu mirada de cachorrito. Que sí, que es bastante buena, pero ahora mismo no te va a servir de nada. Así que no alargues esto y ven aquí.
Nick asintió y se acercó a él. Aun así, lo intentó una vez más.
- De verdad que no lo voy a volver a hacer.
- Ojalá sea cierto, y así no haré esto de nuevo.
- Papá, por favor, no me castigues…
Chris suspiró.
- Eso tenías que haberlo pensado antes, corazón. De eso va esto en realidad. De pensar antes de actuar. De estar ahí en ese patio, y ser capaz de cerrar los ojos, respirar hondo, morderse la lengua, y dejar tranquilo a Paul.
Nick bajó la mirada y ya no dijo nada más. Dejó que le desabrochara el pantalón y que le pusiera sobre sus rodillas. Luego Chris le bajó el calzoncillo y comenzó. Decidió no regañarle más. Ya había dejado muy claro el motivo de aquello y Nick no parecía poder soportar más reproches.
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- ¡Ah! Papá, lo siento.
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- Papá, no voy a hacerlo más, sólo para.
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Chris se detuvo. Consideraba lo que su hijo había hecho como "falta grave", y normalmente habría sido más duro, pero realmente dudaba que Nick volviera a repetir aquello. Lloraba mucho y no tenía corazón para seguir castigándole.
- Papá, para por favor.
- Nick, ya he parado. ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó Chris, y le levantó. Le colocó la ropa. - ¿Por qué lloras así? Ya está, mi vida. Sólo no vuelvas a hacerlo.
Nick se abrazó a él y lloró sobre su camisa.
- Vale, Nick. Shhh. ¿Qué pasa? ¿Es por lo que te dije antes? Te quiero ¿me oyes? Y no creo que seas malo ni estoy decepcionado de ti. – le aseguró, y le dio un beso, pero Nick no pareció calmarse ni reaccionar de ninguna otra manera ante sus palabras. Le inspiraba tanta ternura. En ese momento era "su bebé". Le habló como a uno. - ¿Le cuentas a papá qué es lo que ocurre?
- Tú….snif….tú vas a morir por él. La profecía dice que morirás por salvarle la vida, y él te apunta con una pistola. Me va a…me va a dejar sin ti y ¡no es justo! ¡No se merece que hagas eso por él! Te apunta con un arma y de premio se lleva una segunda oportunidad en la vida…Yo nunca hice nada como eso y no tuve otra oportunidad hasta conocerte a ti. No es justo ¡No es justo!. La gente como él no se merece que gente como tú de su vida por ellos…
- ¿La gente como él? Nick, hay tantas cosas que tenemos que aclarar... En primer lugar, Paul no es malo. Impulsivo, tal vez. Majadero, sin duda. Con problemas de ira, unos cuantos. Pero no es malo. Me atrevería a decir que ya lo sabes. Has estado en su cerebro. De hecho creo que hoy has evitado meterte dentro de él porque si lo hacías no podrías seguir adelante con tu enfado ¿me equivoco?
Nick negó con la cabeza. Había sido justo así.
- Lo que nos lleva al verdadero motivo de todo esto. Sé que crees que voy a morir por esa profecía, pero aún no sabemos si va a cumplirse. Me niego a vivir aterrado por lo que diga un trozo de papel. Y si se cumple, no sabemos si será mañana, el mes que viene, o dentro de muchos muchos años. A veces el miedo a una profecía, el querer evitar que se cumpla, es lo que justamente la desencadena. No pienso irme tan fácil, Nick. Mentirte a ti no tiene ningún sentido, porque en cualquier momento puedes meterte en mi cabeza: todo esto me preocupa. Claro que sí. Pero ni siquiera sé quién dijo esa profecía. No sé si es de fiar. Sólo sé que el padre de Paul la escribió, y que Patsy me avisó de ella. Tal vez nos estamos asustando sin motivo. Tal vez no. Pero enfadarse no va a solucionarlo. Y menos enfadarse con Paul, cariño. Él no tiene culpa de nada. Créeme que la vida ya le ha castigado demasiado, por lo que ha hecho y por lo que no.
Nick sólo sollozó. Chris tuvo la intuición de que lloraría durante bastante rato, con la fuerte necesidad de desahogarse. Le acarició y le dijo cosas bonitas y se preguntó por qué tenía que ser tan adorablemente vulnerable.
Sintió que algo tiraba de él. Paul debía de estar llamándole. Joder, en qué mal momento. Pero ¿y si pasaba algo? ¿Y si necesitaba su ayuda? Chris suspiró.
- Nick, tengo que irme un momentito, cielo.
- No – protestó él, y le abrazó con más fuerza.
- Paul me está llamando. No puedo ignorar la llamada de mi cargo…- explicó Chris, y sintió otro tirón.
"Que ya voy, pesado".
- Pues voy contigo.
- No creo que eso sea buena idea…
- Voy contigo – insistió Nick, lloriqueando. Chris sintió otro tirón, y supo que no podía perder más tiempo. Como Nick no le soltaba, al final orbitó con él. Apareció en el salón de la casa de Paul, con Nick llorando con la cabeza escondida en su pecho. Chris miró a todos lados y no vio ningún peligro: sólo a Paul sentado al lado de su padre, que debía de acabar de llegar del hospital.
- Ahora no es un buen momento – masculló. Empezaba a entender la molestia que sentía su padre alguna vez, cuando le llamaban sin que pasara nada. No era un teléfono de línea rápida, sino una vía de emergencia.
Paul y su padre les miraron asombrados. A Nick parecía darle igual que hubiera testigos. Seguía llorando y realmente parecía que nunca iba a parar de llorar. Chris y él parecían fusionados.
- Es que… mi padre quería hablar contigo – dijo Paul.
- Pues tu padre podría usar el teléfono. – protestó Chris, y luego suspiró. - ¿Qué quiere, señor Anderson?
- Cuando he llegado hace cinco minutos mi hijo estaba llorando. – dijo Patrick, secamente, acusatoriamente. Chris miró a Paul y luego volvió a mirar a Patrick.
- ¿Insinúa que por mi culpa?
- Evidentemente, dado que estaba con usted. Parece algo claro ahora, viendo como ha hecho llorar a su hijo. No sé qué clase de monstruo es usted, pero…
Chris llegó a su límite. Podía tener paciencia con sus hijos, porque eran sus hijos. Con Paul, porque era Paul, y más un crío que un adulto. Oh, pero su grado de paciencia para Patrick era muy muy bajo, y ese hombre lo había sobrepasado con creces.
- ¿Yo soy el monstruo? Yo no he abandonado a mi hijo durante toda su vida, condenándole a creer que su padre le odia tanto que no quiere ni tocarle. Yo no le he culpado por un ACCIDENTE dejándole tirado al cargo de ocho hermanos pequeños. Yo no le he mentido durante toda su vida. Y yo no le he dado una paliza de tal magnitud que no podía ni darse la vuelta en la cama. ¿Yo soy el monstruo? – volvió a preguntar – Pues entonces dígame porque está aquí hablando conmigo en vez de preguntarle a su hijo por qué lloraba. Es de él de quien obtendrá información, y es de él de quien debe buscarla. Sea amable con él, escúchele por una vez en la vida y tal vez su hijo tenga ganas de confiar en usted. Aunque si fuera yo no las tendría.
Que a gusto se había quedado, madre. Aún tenía ganas de partirle la cara, pero esas ganas se quedarían ahí, porque no podía hacer tal cosa, y menos delante de su hijo y de Paul.
Patrick reaccionó como si en verdad le hubieran golpeado. Entrecerró los ojos, y parecía que iba a decir algo, pero Paul intervino.
- Basta, no os peléis ahora vosotros. Chris, no es necesario ser tan brusco. Y papá, él no me ha hecho nada. – dijo Paul, que efectivamente tenía los ojos algo rojos.
- Estabas llorando.
- No sabía que ibas a volver tan pronto.
- El problema no es que te haya visto llorar, es que has llorado, porque éste imbécil…
- ¡No es culpa suya, papá! – exclamó Paul, alzando un poco la voz.
- ¿Pues entonces de quién es? No debería haber dejado que te fueras con él. – insistió Patrick.
- No, ¡no deberías! ¡Porque así he podido comprobar lo que es tener una relación padre hijo de verdad, y no ésta cosa intermitente que tenemos nosotros! ¿Cuánto va a durar esto? ¿Cuánto tiempo vas a seguir siendo mi padre? ¿Si la fastidio volverás a esquivarme? Tal vez si alguno de los niños se cae mientras le cuido. ¿Volverás entonces a tratarme mal o retrocederemos a la época de la indiferencia? ¿Quieres saber de quién es la culpa? ¡Es tuya! No puedo confiar en ti. No como Nick confía en su padre. Darme cuenta de eso ha sido lo que me ha hecho llorar.
Todo quedo en un frío y tenso silencio. Ni siquiera se oía llorar a Nick, que de hecho parecía más calmado. Menos mal. Aun no estaba dispuesto a soltarse de la camisa de Chris, pero eso tal vez fuera por la vergüenza. Tal vez se hubiera dado cuenta de que llevaba un rato abrazado a él y llorando delante de Paul y de su padre y de pronto tener la cara escondida le parecía una muy buen idea. Chris le acarició la espalda con movimientos distraídos.
- Bien, ahí lo tiene – le dijo a Patrick – Por eso lloraba su hijo. Le sugiero que deje de buscar culpables y haga lo que tiene que hacer, que es consolarle y aliviar sus inquietudes. Y ahora, si me disculpa…
- Papá, ¿puedo hablar con el señor Anderson? – preguntó Nick, al ver que iban a irse.
- No tienes que pedirme permiso para eso, Nick – respondió Chris, aliviado pero un tanto sorprendido de que Nick se hubiera calmado por fin, y de que fueran esas sus primeras palabras.
Nick asintió, se separó de él, y se pasó la manga por la cara. Miró a Patrick, que se había quedado mudo por la declaración de Paul.
- Yo no sé nada de paternidad, señor, y a decir verdad tampoco tengo mucha experiencia en lo de ser hijo. He pasado casi toda mi vida en un orfanato y lo cierto es que usted me recuerda mucho a ese lugar. – dijo Nick, y Chris le miró con asombro y curiosidad a partes iguales – Es evidente que se preocupa por Paul y de que quiere lo mejor para él. Yo también tenía gente que se preocupaba por mí, pero no eran mis padres. De niño a veces me arropaban por la noche, pero no eran mi familia. Créame: Chris también es sobreprotector, pero creo que ser padre es algo más que intentar que a tu hijo no le pase nada. Es estar ahí cuando le pasa. Es hacer que sepa que vas a estar ahí cuando le pase. Paul no sabe si usted va a estar o no. Creo que en realidad apenas se conocen. Ninguno sabe lo que va a hacer o cómo va a reaccionar el otro. A mí me pasaba al principio con Chris, cuando me trajo del orfanato. Pero ahora a veces parece que me adivina y yo… bueno, yo literalmente puedo leerle la mente. Confío plenamente en él y quiero que confíe en mí… puede que lo haga, no estoy seguro…Creo que usted tiene que intentar conseguir eso mismo. Paul es bastante parecido a mí, y por eso sé que lo único que necesita es a su padre.
Patrick miró a Nick durante varios segundos, y luego asintió. Hombre frío y de pocas palabras, pero Chris se dio cuenta de que había entendido a Nick y estaba de acuerdo con él.
- Ya podemos irnos – dijo Nick, y luego añadió en voz muy baja – Ya he pasado demasiada vergüenza aquí.
Chris le dedicó una media sonrisa, y puso una mano en su hombro para orbitar. Cuando lo hizo Peter y Leo ya estaban en casa, aunque no podían llevar mucho porque Leo aún tenía la mochila.
- ¡Me habéis asustado! – reprochó Peter – ¿Dónde estabais?
- Paul me llamó.
- Pues otra vez deja una nota. – protestó Leo, casi como si le estuviera regañando. Chris le sonrió y le dio un abrazo.
- ¿Qué tal en el cole, campeón?
- ¡Bien! Dos chicos mayores se han peleado en el patio. Peter acaba de decirme que eran Nick y Paul.
- Lo eran. Y ha estado muy mal. No hagas lo mismo ¿eh?
- ¿Pelearme con Paul? ¡Ni loco! ¿Has visto qué grande es?
Chris sonrió.
- Me refiero a pelearte con quien sea.
- Ah. No, no lo haré, promesa de meñique.
- ¿Promesa de meñique? – preguntó Chris, sin poder contener su diversión.
- Es cuando prometes algo muy en serio. Se hace así, mira – dijo Leo, con mucha concentración, y cogió la mano de Chris doblándole el dedo meñique, para después enlazar su propio dedo con él. Lo sacudió un par de veces – Me lo ha enseñado Lucy.
Chris agitó la cabeza, embobado con las niñerías de su hijo.
- Ale, sube a cambiarte que en media hora voy a ir a por Amy, y luego vamos a comer.
Peter sonrió recordando que aquél era el "día 0 en la Era Amy", y Leo pareció contento también. Nick estaba inexpresivo y Chris recordó que quería hablar con él. Peter y Leo se fueron escaleras arriba, y él se giró para mirar a Nick.
- ¿"Quiero que confíe en mí?" ¿"Puede que lo haga"? – dijo, imitando la voz de Nick minutos antes, en casa de Paul. Su tono exigía una explicación.
- ¿Te ha molestado que le haya dicho todo eso al padre de Paul? – preguntó el chico. Parecía preocupado.
- Nada de eso, Nick. En realidad, me ha hecho sentir muy orgulloso. Creo que tienes mucha razón, y sé que te ha costado decir algo para ayudar a Paul ahora que estás molesto con él. Pero, ¿qué es todo eso de que no estás seguro de que confíe en ti? Confío en ti, corazón.
- ¿Sí?
- Nick, confió en ti en todos los aspectos del verbo. Confío en tu palabra, en que lo que me digas es verdad…
- …Pero si ha habido veces que te he mentido…
- Y sé que sabes que no debes volver a hacerlo. Además mientes bastante mal. – respondió Chris con un encogimiento de hombros, y continuó – Confío en tus capacidades para el colegio, para la escuela de magia, para cuidar de tu hermano y para todo lo que te propongas, porque eres bastante talentoso. Confío en ti para contarte cosas difíciles, como la profecía. Y sobre todo, hijo, te confiaría mi vida. Ya te la he confiado en cierta forma, si recuerdas ese trato relativo a tu poder de "resucitar" y el de tu hermano. De hecho, Nick, tendrías que pensar que hay cosas que sabes tú y que en cambio no sabe Peter, porque sé que tú puedes encajarlo, y que harás lo que te he pedido. Tu hermano tiene la manía de desobedecerme cuando cree que "tiene" que hacer algo, y estoy seguro de que se negaría a intercambiar mi vida por la de Leo. En cambio, confío en que tú, por mucho que protestes, acabarás haciendo lo que te he pedido.
Nick tuvo sentimientos ambivalentes. Por un lado le gustó saber que su padre confiaba tanto en él. Por otro lado, Chris estaba equivocado si creía que Peter era el único que se negaría a hacer lo que le había pedido. Nick había jurado por su vida, pero le daba igual. Jamás intercambiaría la vida de Christopher. Por la de nadie. Su padre se equivocaba al creer que iba a hacerlo. Le daba rabia que Chris ofreciera su vida así…De pronto, Nick quería romper algo y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no emprenderla a golpes con algún objeto de la habitación. Se frustró.
- No sé qué me pasa…Es…como si no controlara mis emociones. La rabia, la tristeza…Me siento…dominado. – murmuró.
Chris ladeó la cabeza y le miró como tratando de sondearle.
- Creo que tiene que ver con Adramelech. Peter también ha experimentado algunos cambios.
- Pues no pienso dejar que me domine así.
- Me parece bien, cariño. Encontraremos el equilibrio, ya lo verás.
Nick le miró con mucho afecto.
- Siento haberme peleado con Paul. Y haberle dicho esas cosas tan horribles. Nombrar a su hermano así ha sido, con toda seguridad, una de las peores cosas que he hecho nunca. Yo estuve en su cabeza. Sé lo importante que era Jason para él…Lo que hice fue…fue mezquino.
- Bueno, ya está. No le des más vueltas. Lo has compensado hace unos momentos en su casa. Y sé que no vas a volver a hacerlo.
- ¿Y si lo hago? ¿Y…si me enfado de nuevo y le suelto otra crueldad? – preguntó Nick, sin mirarle. Pero de pronto alzó la vista y le miró directamente a los ojos. - ¿Me odiarías? ¿Me odiarías si dejas de creer que soy "bueno"?
Chris intuyó que Nick se metería en su cabeza para comprobar que le daba una respuesta sincera, así que no se molestó en hablar en voz alta y se limitó a poner mucha intensidad en sus pensamientos. "Jamás". Una sola palabra, con mucha fuerza. Por primera vez en aquella larga mañana, Nick sonrió plenamente.
- Te daría unos azotes y te quitaría la tontería – dijo luego. – Que es lo que haré ahora mismo si no dejas de sentirte culpable y de pensar estupideces como que voy a dejarte de querer. Así que fuera la autocompasión, jovencito, o me verás realmente enfadado – dijo, señalándole con el dedo y poniendo una voz falsamente autoritaria, para hacerle reír. Y lo consiguió.
- Suena muy raro eso de "jovencito".
- Dímelo a mí. Mamá me lo llamaba cuando estaba en problemas. Cuando oía eso o mi nombre completo, me podía dar por muerto.
- Pues yo te veo muy vivo.
- La mirada de cachorrito ha funcionado durante generaciones. Y ahora, si me disculpas, tengo que ir a recoger a una hermosa…
- Agh, papá, no hace falta que me des detalles - le interrumpió Nick. Chris le miró entre divertido y sorprendido.
- Si eso te incomoda te aconsejo que te tapes los oídos durante los próximos días. Sólo la estaba llamando guapa…
- Sí, y estabas babeando con la mente…Cada vez que piensas en Amy la mente se te llena de flores y corazones.
- Flores y corazones, ¿eh? – preguntó Chris, distraído. – Tal vez debería llevarle flores…
Nick rodó los ojos, y le dejó sólo con sus románticos pensamientos. Chris caviló un poco más, y decidió que podrían ir a comer todos fuera. Luego acompañaría a Amy a por el resto de sus cosas, y la ayudaría a instalarse. Contento por lo que había planeado, gritó un "chicos, vuelvo en un rato" y se fue.
Cuando llegó al colegio donde trabajaba Amy, Chris vio como se despedía de un hombre demasiado cariñosamente. Se activaron sus alarmas de autodefensa, porque consideraba a ese hombre una amenaza: era más alto que él, más fuerte que él, y posiblemente mejor que él en muchas cosas, dado que debía tener una carrera, puesto que trabajaba de profesor. Tuvo ganas de bajarse del coche y gritar "es mía", pero se contentó con apretar el volante como si quisiera romperlo. Luego respiró hondo, esperó a que el desconocido se fuera, y puso su mejor sonrisa para saludar a Amy.
Estuvieron hablando un rato y Chris la propuso lo de comer fuera, ellos y los chicos, en donde ella quisiera. Amy dijo un restaurante, pero Chris negó con la cabeza.
- Dije "donde quieras" no "en el primer sitio de comida rápida en el que pienses". Restaurante de verdad, Amy. Voy a tratarte como una princesa.
Ella le sonrió tímidamente.
- Es que…Chris, no me puedo permitir otro tipo de restaurante.
- ¿Y quién te ha dicho que voy a dejarte pagar, boba? Vamos. Elige el sitio de tus sueños.
Así que cuarenta minutos después Chris, Amy, Nick, Peter, y Leo estaban en uno de los sitios más elitistas de la ciudad. Cuando iban a entrar, Peter le cogió del brazo, como para decirle algo. Chris se le adelantó:
- Luego le damos el regalo.
- No es eso. Es que éste sitio es…wow… ¿Aquí habrá veinte tenedores diferentes y todo eso? No sé cómo comportarme en un sitio como éste.
- Ni yo tampoco, pero usaré el tenedor de la carne para el pescado sólo por ver la cara de horror que ponen los camareros – dijo Chris, y eso tranquilizó enormemente a Peter, que le dedicó una sonrisa. Tendría que haber imaginado que a su padre le daba igual que no encajara en los sitios de "etiqueta".
La comida marchó genial al principio. Era divertido estar en un sitio así, y ver la clase de "fauna urbana" que habitaba esos lugares. Había un par de tipos normales, que debían de estar allí como ellos, para celebrar una ocasión especial. Pero luego había gente trajeada y engalanada, que se sentaban con la espalda totalmente recta y que debían de estar ahí por una comida de negocios.
- Papá, ¿cuánto dinero tienes? – preguntó Leo, de pronto.
Chris parpadeó.
- ¿A qué te refieres?
- ¿Cómo de rico eres?
- Bueno, seguramente no tenga tanto dinero como esta gente de aquí. Tengo más del que tenían mis padres y más del que tienen mis hermanos. Y lo tengo invertido, para que sea rentable. Aun así, si dejara de trabajar en el P3 podríamos vernos apurados, así que no somos "ricos" exactamente. Tu madre sí era rica, campeón, y nos dejó casi todo su dinero. Te he dicho alguna vez que tienes una cuenta en el banco, esperándote para cuando seas mayor.
- Sí, aunque no sé bien lo que quiere decir eso. – comentó Leo, y siguió comiendo.
- Ya lo entenderás.
Chris se fijó en que aquella conversación tan sencilla había entristecido a Amy. A ella parecía importarle mucho lo de tener menos dinero que él. No quería que aquello llegara a ser un problema. Estaba buscando la forma de hacerla ver que eso no importaba, cuando se fijó en que tenía el móvil en la mano, y se estaba enviando mensajes con alguien. Mensajes que la hacían sonreír. Automáticamente Chris pensó en el tipo de la puerta del colegio y se puso celoso. No quería que Amy sonriera así por nadie que no fuera él, pero sabía que eso no era del todo lógico ni justo. Tenía que mantener a raya su afán posesivo, pero le costaba. Y mucho…Agarró el mantel con fuerza. ¿Quién era ese tipo? ¿Se estaba escribiendo con él? ¿Qué se decían para que ella sonriera así? Frunció el ceño.
La comida que pidieron era de esa con nombres raros y cantidades desproporcionadamente pequeñas de algo desproporcionadamente caro. Había que pedir muchas cosas, porque era una especie de menú degustación. Chris tomó conciencia por primera vez de lo difícil que era comer en un restaurante con Peter: si no era uno específico para gente vegetariana, era difícil encontrar un menú enteramente sin carne. En sitios más sencillos se pedía una ensalada, pero en "Snobilandia" uno no podía saber si el "Goulash en salsa de queso azul" era totalmente vegetariano, y como a Peter parecía darle vergüenza preguntar y demostrar así su ignorancia, Chris preguntaba por él.
Fue divertido. En general estaba bastante bueno y eran cosas que no habían probado nunca. Peter hacía bromas de vez en cuando y todos se reían, pero Chris no dejaba de pensar en Amy y en el desconocido que la hablaba por el móvil, y eso le ponía de mal humor. De muy mal humor, a decir verdad…
- Papá, esto no me gusta… - dijo Leo, mirando una cosa verde en su plato de aspecto en verdad no muy apetecible.
- Me da igual. Eso te pasa por pedir cosas únicamente porque su nombre es gracioso. Ahora te lo comes y sin protestar. – respondió Chris, sin apartar la vista de Amy y del dichoso aparatito que ella tenía en las manos.
Leo le miró con los ojos abiertos, algo sorprendido. Habían estado pidiendo bajo ese criterio durante toda la comida. Era parte del juego. Además, su padre rara vez le hablaba así. Sólo cuando ya le había cansado mucho, y era la primera vez que se quejaba en aquella comida. Muy triste, se centró en su plato e intentó comérselo, pero de verdad estaba asqueroso y acabó por escupirlo.
- ¡Leo! No hagas guarradas. – le dijo Chris con brusquedad, y una mirada que a Leo no le gustó nada. Se le inundaron los ojos de lágrimas. – Nada de lloros o me voy a enfadar – le advirtió – No montes un espectáculo.
A partir de ese momento, Leo enmudeció. Tenía que haber hecho algo realmente malo para que su padre estuviera tan enfadado que no le dejara ni llorar. Fue todo un ejemplo de buen comportamiento durante el resto de la comida, pero estaba bastante triste. Peter se dio cuenta y le susurró en el oído:
- Papá no pretendía hablarte así. No se lo tengas en cuenta. Ten, cómete mi plato, yo ya no tengo hambre.
Leo asintió, y cuando salieron del restaurante le dio la mano a Peter, dispuesto a no separarse de él. Cuando estaban llegando al coche, Chris se fijo en que Leo no cogía su mano sino la de Peter, y entonces se dio cuenta de que había sido muy borde con él. Se sintió fatal. Leo no había hecho nada malo. No era su culpa si no le gustaba, y de todas formas aquél no era un restaurante del tipo "para niños". Leo había estado sentado toda la comida, sin levantarse ni armar revuelo, y él, en vez de felicitarle, le había regañado con mucha brusquedad. Todo porque estaba enfadado por otra cosa.
Iba a llamarle para hablar con él, pero entonces Leo se acercó y se sacó algo del bolsillo. Era un caramelo.
- Toma papá. Para que no estés enfadado conmigo.
Chris quiso darse de golpes. Se agachó junto a Leo y le dio un abrazo.
- No estoy enfadado, y no debería haberte hablado así. Nos lo estábamos pasando bien, y yo lo estropeé porque fui muy malo contigo. ¿Me perdonas?
Leo le sonrió, muy contento porque su papá volviera a ser dulce con él.
- Claro que sí, papá.
Chris le devolvió la sonrisa, y observó cómo se metía en el coche, pero seguía sintiéndose culpable. Peter puso una mano en su hombro.
- ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que ha hecho que la tomes con el peque? ¿Sucede algo malo?
Chris sacudió la cabeza, sin estar dispuesto a compartir sus inquietudes celosas, pero agradeció la preocupación de su hijo. Despejó su mente y se metió en el coche. Sus tres hijos iban en los asientos de atrás, él al volante, y Amy a su lado. Chris volvió a verla con el móvil, pero no estaba dispuesto a dejar que le afectara de nuevo.
- Peter, al final no se lo has dado – le dijo.
- Oh ¡es verdad!
- ¿Dar qué a quién? – preguntó Amy con curiosidad, apartando el móvil.
- Tu regalo de bienvenida – dijo Peter, y sacó las entradas del concierto.
A Amy le encantaron, aunque Chris estaba seguro de que cualquier cosa la habría hecho ilusión. Le gustó que ella sonriera, y que esa sonrisa sí fuera para él y para sus hijo, y no para el idiota del teléfono.
Cuando llegaron a casa, los chicos casi saltaron del coche. Chris echó el freno de mano y sacó las llaves del contacto.
- Ahora iremos a por tus cosas, si quieres. Nick se va a la escuela de magia en media hora, y Peter puede quedarse con Leo.
- ¿Por qué a él no le dejas ir?
- Es una larga historia.- repuso Chris, y se sorprendió al ver que esa respuesta molestaba a la mujer.
- Todo son largas historias contigo, Chris, pero si no me cuentas nada no sé cómo se supone que esto va a funcionar.
- ¿Yo no te cuento nada? ¡Te lo he contado todo! – bufó Chris, aunque eso no era del todo cierto. No le había hablado de la profecía. - ¡Eres tú la que parece tener secretos!
- ¿Secretos? ¿Yo?
- Te vi abrazarte con ese tipo, y te has pasado la comida entera distraída mensajeándote con él.
Amy le miró con furia, pero luego su expresión se dulcificó, y le miró como diciendo "pero qué cosas tienes".
- Chris, ese chico es un compañero de trabajo, y para tu tranquilidad está felizmente casado, y con hijos. Sólo somos amigos. Y no me estaba mensajeando con él, sino con tu hermano.
- ¿Con mi hermano? – preguntó, sorprendido.
- Sí. Es muy gracioso. Intentó hablar contigo, pero dice que debes de tener el móvil de pisapapeles y que sólo atiendes las llamadas cuando son mías, o de tus hijos. Sólo quería saber qué tal todo, si ya estaba en tu casa, si ya me arrepentía de vivir con un obseso del control como tú, y si me habías dicho ya que ibas a cuidar de tus sobrinos. Y la de verdad es que un poquito obseso del control sí que eres, y que decirme lo de tus sobrinos hubiera sido un buen detalle. No porque me suponga ningún problema, más bien me encantará conocerles, sino porque estoy cansada de que nunca me digas nada.
Chris aun tardó en asimilar que Amy había estado hablando con su hermano. ¡Y él había sido tan idiota de ponerse celoso!
- Vale. Más comunicación, menos control. Entendido. Perdona.
Ella le sonrió.
- Siento haber estado con el móvil. Sé que no es de buena educación, pero Wyatt puede ser realmente absorbente. Es… parece mucho más joven que tú.
- Pues es el hermano mayor. Lo que pasa es que es un inmaduro. Y la mejor persona del planeta, eso también.
 


- ¡Wyatt Mathew Haliwell, eres la peor persona del mundo! – le gritó Linda. Ver gritar a Linda era tan extraño como ver a un elefante haciendo paracaidismo. Wyatt se asombró por eso, y por lo que le había dicho. Ella parecía realmente enfadada, y él no era consciente de haber hecho nada. ¿Quién entendía a las mujeres? Llevaba doce años casado con una y aun pasaban cosas como esas que le hacían preguntarse si eran si quiera de la misma especie.
- ¿Por qué lo soy, si puedo saberlo, amor? – preguntó, con voz tranquila. - ¿Y por qué has usado mi nombre completo como una madre enfadada?
- Oh, porque ahora mismo SOY una madre enfadada. ¿Cómo has podido romperle a Victoria su raqueta de pin-pon? ¡Sabes que tiene un campeonato importante dentro de dos semanas!
- Porque ella me ha sugerido que me la meta por el culo, después de lanzármela a la cara con excelente puntería, por cierto. Que dé gracias a que no la he pegado con ella.
La furia de Linda se extinguió, y fue sustituida por la sorpresa. Se quedó parpadeando sin saber qué decir. Wyatt suspiró.
- Sé que no debería habérsela roto, pero estaba realmente enfadado y si le daba la azotaina que se merecía podía pasarme y hacerle mucho daño. Jamás la pegaría con una raqueta pero…de verdad que esa niña se está buscando que me quite el cinturón.
Linda se acercó a él, y puso una mano en su hombro en un gesto tranquilizador y reconfortante. Wyatt sólo había castigado a Victoria seis veces en su vida, tres de las cuales habían sido en aquella última semana, y dos de esas tres fueron con el cepillo. Aquello había sido horrible para Wyatt, que adoraba a esa niña como si fuese una extensión de su propio cuerpo. Que se estuviera planteando castigarla aún más duramente era algo chocante, sobre todo teniendo en cuenta que estaban hablando de una niña de diez años y de que el cinturón estaba fuera de discusión para Linda. En vez de enfadarse, intentó entender a su marido.
- Es muy pequeña. Es tu princesita, y apenas la has castigado en todos estos años. ¿Qué es lo que os está pasando a vosotros dos últimamente?
- No lo sé, Linda, no lo sé, pero voy a volverme loco.
Ella le sonrió con comprensión e indulgencia.
- Ve a hablar con ella. Está llorando y diciendo no sé qué cosas sobre que ya nunca podrá ganar ese campeonato. Sabes que vive exclusivamente para los deportes, esta niña.
Wyatt sonrió un poco. Vic amaba los deportes, sobretodo el pin-pon, y lo cierto es que era bastante buena. Eso le hacía sentir muy orgulloso, y sabía que era muy especial y anómalo que se pudiera sentar con su hija a ver los partidos de futbol disfrutando los dos de ello. Eso siempre les había unido más, pero en los últimos tiempos…Wyatt sacudió la cabeza. Linda tenía razón, iría a hablar con ella y arreglarían las cosas.
Fue a la habitación de su hija, y se conmovió al verla llorar. Nunca es fácil ver llorar a un hijo y menos sabiendo que esas lágrimas las has provocado tú. A Wyatt le costaba especialmente ver llorar a su "ojito derecho". Entró en la habitación, y se acercó a ella.
- No, princesita, no llores…
- Me la has roto – le acusó ella, levantando la pala que estaba partida por la mitad.
- Victoria, no puedes hablarme como lo hiciste ni tirarme una raqueta a la cabeza. No puedes hacer eso con nadie, y menos conmigo, que soy tu padre. Sólo te estaba diciendo que la fueras guardando, porque tenemos que comer y luego ir a casa del tío Chris.
La niña sorbió por la nariz y asintió con algo de pena, dejando de llorar poco a poco.
- ¿Me vas a pegar con el cepillo?
- Pues, cariño, no lo sé. ¿Me vas a volver a decir cosas groseras y a tirarme objetos a la cara?
Ella negó con la cabeza.
- Te creo. Y por esta vez, no te voy a castigar. Para que veas que no soy tan malo. Después de todo, ya te he roto la raqueta.
- Pala, papá. Las raquetas de pin-pon se llaman palas. – explicó Victoria con voz de "pero qué paciencia hay que tener". Wyatt medió sonrió, y ella también sonrió un poco, pero luego se puso triste otra vez. – Nunca te había visto tan enfadado.
- Nunca me habías faltado al respeto de esa manera. Nunca me habías faltado al respeto, en realidad. Ni me habías agredido.
Ella no dijo nada por un tiempo.
- Rompiste la pala sólo con tus manos…
- Tu padre es fuerte. – presumió Wyatt, contento de hablar "civilizadamente" y de que ella ya no pareciera tan triste. - Y esa raquetita demasiado endeble. Como su dueña.
- ¡Yo no soy endeble! – protestó Victoria. Wyatt la hizo cosquillas, buscando que se riera, pero sólo consiguió que se volviera a enfadar. Le empujó un poco para que se detuviera. - ¡Ya soy mayor para eso!
- Sí, ya lo eres. Y también para entender dónde está el límite, y hoy lo has cruzado. Escúchame bien lo que te voy a decir: nunca, bajo ningún concepto, puedes golpear a nadie con una raqueta, o con una pala, o con lo que sea. Es peligroso, doloroso, violento, maleducado, impropio de ti, e inadmisible.
Vic le frunció el ceño y se apartó de él. Se fue de la habitación con pasos furiosos.
- VictoriaJohannaHaliwell ven aquí ahora mismo. Aún no he terminado de hablar contigo.
- ¡Pero yo sí! Y Johanna es un nombre estúpido! – le gritó desde el umbral de la puerta.
- Te lo puso tu madre, en honor de la suya.
- ¡Ellas también son estúpidas!
Wyatt chirrió los dientes y recorrió la distancia que les separaba con dos zancadas imperiosas y enfurecidas. La cogió del brazo y la arrastró hacia la cama. Se sentó y se la puso sobre las rodillas, mientras ella gritaba y pataleaba.
- ¡No, papá, suéltame, suéltame! ¡No!
Él la ignoró, y la dio un fuerte azote sobre la falda.
PLAS PLAS PLAS No puedes PLAS faltar al respeto PLAS a tu madre PLAS de esa manera PLAS ¿Entendido? PLAS PLAS PLAS
- ¡Ay! PAPÁ, PARA, DÉJAME.¡Au!
Victoria siempre gritaba como si la estuvieran desollando. Era algo que Wyatt había descubierto recientemente, porque nunca había tenido que ser tan duro con ella. Generalmente bastaba con regañarla un poco. Hasta hacía unos días, sólo la había castigado por desobedecerle en cosas importantes como colgarse de las lámparas, y aun así había sido muy pocas veces.
Wyatt le levantó la falda y le bajó las braguitas.
- Tu madre no es estúpida y si se lo vuelves a llamar esto te parecerá un juego.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Ayyy, papi, para, para, por favor. Au, lo siento.
- ¡Tendrías que ser un ángel después de lo que has hecho hace un rato! No sé qué pasa contigo, pero la tontería se acaba ahora. No vas a volver a agredirme ni a faltarnos al respecto a tu madre o a mí!
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Ah, papa, ya por favor, no lo haré nunca más. ¡Ouch!
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Victoria dejó de gritar y se limitó a llorar únicamente. Wyatt era consciente de que sólo tenía diez años, así que se detuvo. Ella se levantó, se alejó de él, se colocó la ropa, y salió corriendo. Con la sabiduría que da la experiencia, Wyatt contó hasta diez sin moverse de la cama, y efectivamente antes de que pudiera pensar "once", una maraña de lágrimas y pelo caoba entró corriendo otra vez y se tiró sobre él, llorando desconsolada.
- Papi, lo siento, papi perdona.
Wyatt la atrajo hacia sí, y no dijo nada. La dio un beso y la abrazó hasta que dejó de llorar. Cuando se calmó un poco Vic hizo por separarse, y se frotó allí donde la había pegado. Wyatt contabilizó: iban siete. Siete veces en las que había dado una azotaina a su hija, en sus diez años, e intuía que el número iba a subir como la espuma si las cosas seguían así. La puso delante de él y la miró a los ojos.
- ¿Qué te pasa, princesita? ¿Qué tienes? Por qué te portas así ¿eh?
Ella no le respondió. Vic hacía mucho eso, lo de no responder. De hecho tenía rachas en las que apenas hablaba, pero Wyatt y ella siempre se habían entendido, sin necesidad de las palabras. Ella le miraba con enfado y con acusación.
- ¿Crees que a mí me gusta ponerte sobre mis rodillas? Lo detesto hija, pero no puedes portarte así.
Vic siguió muda. Y es todo lo que iba a conseguir de ella: enfado y mutismo. Wyatt se sentía frustrado. Sentía que estaba perdiendo a su bebé. La dio un beso en la frente y suspiró.
- Ve a ayudar a mamá a poner la mesa – dijo, y la envió con una palmadita – Y pórtate bien. No voy a verte por tres días. No quiero despedirme de ti así.
Wyatt observó cómo se iba y se pasó una mano por la cabeza. Cuando Alex hacía algo mal sabía lo que tenía que hacer. Su hijo no era malo, pero era incapaz de estarse quieto y se metía en bastantes problemas. Wyatt sabía cómo era y aunque le castigara en realidad casi nunca se enfadaba con él. Era muy difícil enfadar a Wyatt. Los hijos de Chris, por ejemplo, nunca le habían enfadado. Cuando les había castigado se había limitado a hacer una buena actuación. Bueno, salvo cuando Peter se ponía en peligro deliberadamente. Ahí sí se enfadaba de verdad, porque no podía creerse que fuera tan imbécil.
Chris en cambio, se enfadaba más a menudo que él. Tenía bastante carácter, aunque tan pronto se enfadaba como dejaba de estarlo. Y se sabía controlar bastante bien. Wyatt no. Cuando Wyatt se enfadaba, cuando se enfadaba de verdad, no se controlaba. Por eso había roto esa raqueta delante de su hija. Sabía que la había asustado y que no había estado bien. Había perdido los estribos, y podía haber hecho algo de lo que se habría arrepentido. Fue así como entendió que Victoria, su princesita, había logrado sacarle de sus casillas de verdad. Algo que hasta entonces sólo habían hecho un par de demonios, y Chris en sus peores tiempos de hermano menor plasta.
De alguna manera, esperaba que el problemático fuera Alex. Estaba acostumbrado a tener que regañarle a él, pero no a tener enfrentamientos con su niña. Quizás fuera eso lo que más le enfadaba. Quizá si Victoria siempre hubiera sido rebelde, no se lo estaría tomando así. Pero es que, ese era precisamente el asunto: ¿qué le estaba pasando a su hija? ¿cómo la cosita más dulce del mundo había pasado a gritarle y tirarle objetos?
Mientras comían, mientras preparaba su viaje de fin de semana, mientras ultimaba detalles con Linda, Wyatt no dejó de pensar en esto. Vic no le dirigía la palabra, pero eso era hasta cierto punto normal. Ella tardaba en querer hablarle después de un castigo. Wyatt recordó que Melinda también hacía eso con sus padres cuando eran niños. Tal vez era cosa del sexo femenino. Alex desde luego reaccionaba justo al revés: pegándose a él como una lapa para asegurarse de que estaba perdonado.
- Todos al coche – dijo Linda, cuando llegó la hora.
- Pero mamáaaa ¿por qué no orbitamos? – protestó Alexander.
- Porque cierto jovencito está castigado sin orbitar – dijo Linda – y porque después de ir donde el tío Chris papá y yo nos vamos, y nos vamos en coche.
- Pero podéis venir aquí otra vez a por el coche – insistió Alex.
- Déjalo, enano. No vamos a orbitar mientras vengas con nosotros y estés castigado. Aunque siempre podemos dejarte aquí tirado. – dijo Victoria.
- ¡No! – gritó Alex, muy asustado. Era un niño muy inocente. Más inocente que otros niños de ocho años. Más inocente que sus primos, por ejemplo. Victoria siempre se estaba aprovechando de eso.
- Claro que no, cachorrito – le tranquilizó Linda.
- Nadie va a dejarte aquí, Alex – intervino Wyatt – Pero tampoco vamos a orbitar.
Alex puso morros.
- ¡Malo!
Wyatt soltó una risita y se le subió a hombros.
- Deberíais dejarle aquí. – dijo Victoria, picada con un poco de envidia. Ella solía estar en los hombros de Wyatt, cuando no estaban enfadados. Él aun podía con ella, porque efectivamente su padre era muy fuerte. Sintió rabia porque Alex estaba donde quería estar ella. – Sólo va a ser una molestia el renacuajo este. Deberíais dejarle aquí o en el fondo de alguna cuneta.
Alex no estaba acostumbrado a que su hermana le tratara mal así que se puso a llorar. Wyatt le bajó de sus hombros y le abrazó para consolarle.
- Victoria, eso ha estado fuera de lugar. Pídele perdón. – ordenó Linda.
- Ni en sueños.
Entonces recibió dos fuertes palmadas de su madre. No eran tan fuertes como las de Wyatt, pero le dolieron igual.
- Tal vez quieras intentarlo de nuevo. Eso no me sonó como una disculpa.
- Lo siento, canijo. – dijo Vic, haciendo esfuerzos por no llorar ella también. Wyatt estiró el brazo y la abrazó, complacido porque le dejara hacerlo. Estrechó a sus dos hijos a la vez.
- Os voy a echar mucho de menos ¿sabéis? Y no quiero acordarme de vosotros estando tristes. ¿Qué tal si paramos a por helado en el camino?
- ¿En el coche? – preguntó Alex, muy interesado de repente. Comer en el coche era un gran tabú para su padre.
- Sólo por ésta vez – dijo Wyatt, y le sonrió.
- Tú siempre quieres arreglarlo todo con helado – le dijo Victoria, duramente. – Como si fuera la solución a todos los problemas.
- A todos los problemas no, pero sí a la mayoría – se defendió Wyatt, tomándose a broma la acusación que Victoria había hecho totalmente en serio. Pero no quería discutir más con ella.
Se fueron al coche, y tal como había dicho Wyatt paró a comprar helado. Le gustó ver a sus hijos sonreír, y por eso le dio igual que a Alex se le cayera un poco, manchando la tapicería. Faltaba poco para llegar a casa de Chris, cuando hubo una curva algo pronunciada, y en el asiento trasero, pese a la sujeción del cinturón, Alex se ladeó sobre Victoria, provocando sin querer que a ella se le cayera el helado.
- ¡Alex! – le gritó, enojada, y le empujó un poco. - ¡Eres tonto!
- Ha sido sin querer…
- Sí claro, eso dices ahora, pero la que se ha quedado sin helado soy yo.
Le dio un golpe y él se lo devolvió, y así empezaron a pelearse.
- Chicos, ya basta – dijo Wyatt, atento a la carretera, pero no le hicieron caso. – Como tenga que parar y bajarme…
Era como si hablara con una pared. Frenó el coche y lo aparcó a una lateral, y contó hasta diez. Miró a Linda, que suspiró. Era lo mismo que quería hacer él: suspirar. Desbloqueó los seguros, se bajó del coche, y abrió la puerta trasera. Le quitó el cinturón a Alex y le apartó de Victoria. La tenía agarrada por los pelos, y le costó que la soltara.
- ¡Idiota! – le gritó el niño a su hermana.
Wyatt le puso en el suelo y le giró un poco.
PLAS PLAS PLAS
- No quiero más peleas.
PLAS PLAS PLAS
- Ni insultos.
- Lo siento, papi – lloriqueó Alex y se abrazó a él. No estaba llorando exactamente, pero le abrazaba con mucha fuerza.
- Está bien. Ya está, canijo, no pasa nada.
"Canijo" era la forma en que él le llamaba, y Vic le había copiado. Vic siempre copiaba todo lo que Wyatt hacía, por eso él no entendía de dónde había sacado lo de empezar a ser difícil con su hermano. Siempre se habían llevado muy bien.
Le dio un beso a Alex y le volvió a sentar en el coche. Luego sacó a Victoria.
- Tu hermano no te tiró el helado aposta.
PLAS PLAS PLAS
- Au, papáaaa
- Será mejor que no empieces a tratarle mal. Hoy hay sido muy injusta con él, varias veces ya.
PLAS PLAS PLAS
- Ay
Iba a abrazarla, porque además ella sí que estaba llorando, y bastante, pero no tuvo ocasión, porque salió corriendo.
- ¡Victoria! – la llamó, pero nada. Al principio pensó que era su forma habitual de reaccionar, después de que él la pegara: correr y luego acercarse. Pero no volvía, y Wyatt corrió tras ella. - ¡Vic!
No le oía, o no quería oírle. Entonces hubo un cruce, y ella cruzó sin mirar, con el semáforo en rojo. Wyatt creyó que se moría, pero por suerte no pasó ningún coche. Él quiso seguirla, pero cuando él iba a cruzar sí pasaron coches, y motos, y de pronto medio San Francisco parecía estar ahí con sus transportes, impidiéndole alcanzar a su niña. Wyatt la perdió de vista, y se asustó mucho. Hacía mucho que no se asustaba tanto. Empezó a buscarla con desesperación, sabiendo que Alex estaba con Linda y que al menos a él no podía pasarle nada.
Victoria corría a la desesperada. Conocía la zona: no estaban muy lejos de la casa de su tío y, aunque se equivocó un par de veces, finalmente llegó a la calle de Chris y luego a su casa. Llena de lágrimas, llamó al timbre, pero fue su primo el que le abrió la puerta. Peter había vivido con ellos una semana, así que Vic le conocía bastante bien, y le valió: se tiró a su cuello y se abrazó a él, llorando.
 


Amy llevaba sólo una noche allí, y todos se habían acostumbrado a su presencia. Chris amaneció muy feliz a su lado, y la observó dormir como quien adora a una estatua particularmente bella. La acarició y vio cómo sonreía en sueños, y la despertó con un beso. Tenían que ir a trabajar.
Fiel a lo que dijera, Nick bajó a desayunar tan tranquilo en calzoncillos. Peter en cambio, más arreglado que nunca. Leo lo hizo con la misma carita de sueño de todas las mañanas, pero como Chris había olvidado poner otra silla y él fue el último, no tenía donde sentarse, así que escogió las piernas de Amy, que le acogió sonriente aunque algo sorprendida.
- Leo, campeón, espera que voy por una silla. Déjala desayunar tranquila, que pesas demasiado.
- Tonterías, Chris, no pesa nada. Puede estar aquí perfectamente. Son las ventajas del pequeño de la casa ¿verdad?
Leo asintió, muy convencido. Chris sacudió la cabeza, y sonrió, encantado con que ya tuviera ese nivel de confianza con ella. Se apuntó en la cabeza lo de la silla, y tuvo en cuenta otros detalles de logística: Amy entraba a trabajar un poco antes de que los chicos empezaran el colegio, así que estaba el problema de cómo iban a llegar todos a tiempo a sus diversos sitios de estudio/trabajo. Ella le había dicho que tenía el coche en el taller, y cuando él había sugerido lo de orbitar, ella no se había sentido muy cómoda, porque además no estaba segura de cuándo iba a salir aquél día, y no quería hacer que Chris estuviera pendiente de ir a recogerla.
- Peter, Nick, ¿podrías dejarle hoy el coche a Amy? Tiene el suyo en el taller…
- Claro papá. – asintió Peter – Sin problema.
- De todas formas nosotros no podemos usarlo…- dijo Nick, con cierto resentimiento.
- De eso ya hablaremos luego. Gracias, chicos.
- ¡Pero que no lo raye! – añadió Nick.
- Te apuesto lo que quieras a que conduzco mejor que tú – replicó ella.
Peter se rió.
- Eso seguro, conducimos que da pena. De todas formas, te recomiendo que no apuestes con él. La Fortuna siempre le ha favorecido.
Así, entre risas y camaradería, casa uno fue a cumplir con sus obligaciones. Aquél era el primer día de castigo de Nick en el colegio, así que por primera vez…en la vida…Peter volvió sólo a casa. Se sentía raro, pero Chris iría más tarde a recoger a Leo, que tenía aquél día una clase más que él. Se había acostumbrado a volver andando con Nick, o en coche con toda su familia.
Cuando llegó a casa, Chris estaba sólo en ella. Le dio un abrazo y se quejó de que tuvieran que esperar para comer.
- ¡Podría comerme un rinoceronte, y eso que no como animales y que dudo que eso sea comestible!
Chris se rió.
- Tú siempre tienes hambres.
- ¡Eso es mentira! Pregúntele a mi padre, Señoría, y se quejará de lo mal que como. - bromeó Peter.
- Bueno, es verdad, pero cuando te da por comer, comes mucho. Puedes picar algo de la nevera, si quieres, aunque está medio vacía. – dijo Chris, consciente de que a esa hora, otros días, estaban comiendo. Que Leo tuviera una hora más era algo excepcional, porque iban a hablarles de seguridad vial o algo así. Pero lo de Nick quedándose una hora todos los días podía llegar a ser un problema, porque reducía su tiempo de comer a una hora escasa si luego tenía que ir a la escuela de magia. En fin, se apañarían. Al fin y al cabo Amy también volvía tarde.
Cuando Chris fue a la cocina para ver si Peter "había dejado algo", se encontró con que estaba fregando los cacharros del desayuno, que aun estaban en la pila.
- Ey, no tienes que hacer eso, tesoro.
- No me cuesta nada.
- Muchas gracias.
Peter se encogió de hombros, como diciendo "no hay por qué", y Chris se dio cuenta de que se aburría mucho. Seguía castigado, básicamente sin poder hacer nada, y debía de estarse quedando sin ideas para pasar el tiempo. Tras dudarlo un poco, le dijo:
- Después del fin de semana puedes volver a la escuela de magia, si quieres. Así evitas que tu hermano se meta en líos.
Recibió una sonrisa tan grande en respuesta que lamentó no habérselo dicho antes.
- Papá…¿por qué los hijos del tío aun no van a la escuela?
- Porque, aunque no hay "edad" no suelen ir menores de doce años. Además, tampoco es obligatorio ir, ya lo sabes, y no sé yo si Vic por ejemplo va a querer hacerlo. Lo único que la gusta de la magia son las pociones. Por lo demás no muestra ningún interés.
- Me gusta Vic. Me alegra que vayan a estar aquí en el fin de semana.
- Es cierto, conviviste con ellos…- dijo Chris. No quería recordar mucho de aquella fatídica semana en la que Peter no quería ni verle así que a veces lo olvidaba. - ¿También te encandiló a ti esa ratona?
- Siempre quise una hermana. Aunque Nick tuvo una época en la que llevaba coleta, no era lo mismo…
- Retrocede, retrocede…¿¡Nick con coleta!? ¿CÓMO? ¿Cuándo? ¿Y por qué no tengo fotos?
Peter se rió.
- A los doce años, los dos teníamos el pelo muy largo. Al tenerlo tan rizado era muy incómodo, porque los tirabuzones se te ponían en la cara y no veías nada. Yo intenté domarlo con gomina, y Nick se hacía una coleta, como algunos hombres de las películas. Pero le quedaba muy raro. Al final nos cansamos y nos lo cortamos.
Chris sonrió al imaginárselo. Empezó otra de sus sesiones de preguntas sobre su "vida anterior" y Peter respondía con mayor o menor elocuencia. Chris notó que empezaba a gustarle más hablar de sí mismo.
En eso estaban, cuando llamaron a la puerta. Peter fue a abrir, pensando que quizás era Wyatt que ya había llegado. Pero en la puerta sólo estaba Vic, sin rastro de sus padres, y lloraba. Se lanzó sobre él y le abrazó, y Peter la sostuvo en sus brazos muy confundido.
- Eh, hola primita. ¿Qué ocurre? ¿Dónde están tus padres, um?
Como única respuesta ella sollozó más. Peter entró en la casa con ella en brazos y no hizo falta que llamara a Chris, porque éste ya se había acercado a ver quién era.
- ¡Vic! Cariño, ¿qué te ocurre? ¿Le ha pasado algo a tus padres? ¿Por qué estás aquí sola?
No parecía posible conseguir una respuesta, así que Chris dejó que Peter la consolara, y sacó el móvil para llamar a Wyatt. Le dijo que Victoria estaba allí y notó que Wyatt se aliviaba como si le hubieran salvado la vida. Antes de que Chris pudiera colgar, Wyatt ya había orbitado. Si la repentina llegada de Victoria había impactado a Christopher, no fue nada comparado con lo que sintió al ver que su hermano tenía lágrimas en los ojos. Wyatt llorando. Quizás había visto llorar a su hermano diez veces en su vida, y sólo dos, sin contar aquella, en su vida adulta. Por no llorar, Wyatt no había llorado ni cuando le castigaban.
El tercer impacto de la tarde se lo llevó cuando Wyatt le abrazó, con una fuerza y una vehemencia que dejaron claro que era un abrazo de consuelo…Chris, consolando a Wyatt, y no al revés. Raro. Muy raro.
- Wy, tranquilo. Ella está bien, está aquí, no le ha pasado nada.
Su hermano asintió y se serenó. Peter entró en ese momento en la habitación, aun con Victoria en brazos, y Wyatt prácticamente se la arrebató. En ese momento para él no existía nadie más, y no había en el mundo nadie más que su hija.
- Mi vida – la dijo, y empezó a llenarla de besos. - ¿Por qué te has ido, eh? ¿Sabes el susto que me has dado?
La volvió a abrazar, y la sintió contra su pecho. Era tan pequeña en sus brazos…Tras varios minutos de convencerse de que estaba bien, se separó de ella.
- No me puedo creer que me hayas hecho esto. ¡Te podías haber perdido! ¡Podías no haber sabido llegar! ¡Y casi te atropella un coche! – le dijo, muy enfadado, y se acercó a con ella al sofá de Chris. Victoria, intuyendo que la iba a pegar, retomó el llanto que casi había extinguido. Wyatt la dio un azote y Vic se revolvió.
- No, papi, hoy ya me has castigado mucho…
Eso rompió a Wyatt en mil pedacitos. La levantó y volvió a abrazarla.
- ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Cómo voy a hacer que entiendas lo mucho que me estás preocupando? ¿Cómo voy a hacer que hables conmigo y me digas lo que te pasa? No puedo perderte. – dijo, y fue casi una súplica. - No voy a perderte – rectificó, en un tono que sonó mucho más como un gruñido, como un desafío…como algo seguro. Levantó entonces la falda de Victoria y la puso de nuevo sobre sus rodillas. No podía ser blando con ella. No aquella vez. No si no quería perderla.
- Esto seguramente va a dolerte a ti más que a mí, pero no va a gustarnos a ninguno de los dos – la aseguró, y comenzó la azotaina más dura que le hubiera dado hasta el momento a alguno de sus hijos, aún pequeños.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
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A diferencia de otras veces, Victoria no gritaba, o intentaba no hacerlo. Soltaba quejidos involuntarios y se revolvía, pero menos que de costumbre.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
En ese punto, sin poder contenerse más, Victoria hizo audibles sus quejidos.
- Ah, papá, perdón, lo siento mucho, ay, no más, no más.
Esa fue la señal de Wyatt para orbitar el cepillo.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Después de cada caída del cepillo, Victoria soltaba un "Ay" muy sonoro, y hubiera interpuesto la mano de no haber estado bien sujeta por su padre.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Oww. Papito, me haces daño. ¡Au! Ya no más, papito, por favor.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
En ese momento, y sin que Wyatt supiera de dónde había salido, Chris le cogió de la mano, impidiéndole continuar. Los ojos de Chris eran muy claros. "Ya basta" le decía. "Te estás pasando".
Cuando Wyatt y Victoria se habían abrazado, Chris se había ido para dejarles solos, llevándose a Peter. Empezó a escuchar entones como él la castigaba y se estremeció cuando empezó a oírla gritar. Finalmente decidió intervenir, no del todo seguro de que su hermano supiera lo que estaba haciendo. Victoria tenía sólo diez años, y Wyatt tenía en cambio mucha fuerza.
Tras unos instantes de tensión, Wyatt se rindió ante la mirada de su hermano, y soltó el cepillo, que cayó al suelo con un "CLOC" muy dramático. Soltó también a Victoria, que se levantó de encima suyo y se llevó las manos a la espalda. Aquella vez, sin embargo, no salió corriendo, sino que se tiró a su cuello como minutos antes se había tirado al de Peter. Lloró sobre él, y Wyatt la abrazó por automatismo. Le llevó unos segundos darse cuenta de que él también estaba llorando. Acarició la espalda de Victoria, que estaba de rodillas sobre el sofá, cada pierna a un lado de Wyatt, porque probablemente sentarse la doliera demasiado. Wyatt la examinó con cuidado y vio que tenía un color mucho más intenso que en otras ocasiones. Debía ser doloroso, pero no insoportable. Sabía bien lo que hacía: no le había causado ningún daño a su hija. Ninguno que no se fuera en un rato.
- ¿Te duele? – la preguntó, y ella asintió.- Pues más me ha dolido a mí pensar que te había pasado algo, así que espero que no se te olvide nunca ¿me oyes? – preguntó, y la zarandeó un poco. Ella volvió a asentir. – Chris, llama a mi mujer, por favor. Dile que todo está bien y que estamos aquí. Tengo que hablar con mi hija.
Chris dudó unos segundos sobre si debía dejarle sólo, pero la mirada de Wyatt le disuadió de poner pegas. Se fue a hacer lo que le pedía.
- Escúchame bien, princesita. Siempre serás mi niña consentida, siempre estaré dispuesto a todo por ti, y cuando digo a todo es a todo. Pero si haces algo malo, tengo que castigarte. Es mi deber como padre enseñarte la forma en la que te debes comportar. Entiendo que tengas el impulso de salir corriendo, y me alegro mucho cuando vuelves y te abrazas a mí, porque siempre, siempre querré abrazarte después de un castigo. Ese también es en cierto modo mi deber de padre. Si alguna vez no quieres abrazarme, lo entenderé, aunque confío en que algún día entiendas que lo hago por tu bien. Si te enfadas conmigo y no me hablas como sueles hacer, seré paciente. No hablarme es una forma correcta de enfadarte: no es gritar, ni insultar, ni portarse mal. Me duele, pero mientras me sigas obedeciendo tienes derecho a enfadarte conmigo. Pero lo que nunca, nunca, puedes hacer, es alejarte de nosotros, de tu madre y de mí, y correr sola por la calle, sin siquiera parar en los semáforos. Eso no sólo nos pone tristes, nos preocupaba y nos enfurece, sino que además te pone a ti en peligro. Las ciudades grandes son peligrosas para una niña sola, por más motivos que porque te puedas perder o porque te pueda atropellar un coche. Hay gente mala, que hace cosas muy malas, y yo no quiero que te las hagan a ti. Llevas días sin obedecerme, tratándome mal y demostrándome que por alguna razón ya no te gusta tanto estar conmigo. Has hecho cosas malas, y yo me he enfado contigo, pero lo que has hecho hoy…lo que has hecho ahora…El acto físico de correr huyendo de mí no ha sido nada comparado con el acto simbólico de que ya no quieres estar conmigo. No sé por qué es, y tienes que decírmelo. Tienes que decírmelo ahora, porque esto no puede volver a pasar.
Vic continuó llorando durante un rato, y cuando fue capaz de hablar, lo hizo, en lo que fuera probablemente el parlamento más largo de toda su vida hasta el momento.
- Empezó hace dos semanas. Me levanté de la cama para ir al baño y al tocar la bañera vi cómo Alexander se caía en ella después de un baño. Pensé que todavía estaba medio dormida, y no le di importancia. Entonces, al día siguiente, Alexander se cayó. No le pasó nada, salvo que se hizo un poco de daño, pero se cayó exactamente igual que en mi visión. Dos días después toqué una pared de tu cuarto, y vi un demonio rojo. Era un ser horrible, con ojos grandes y sin pupila, rojos también. Desde entonces le veía en cuanto tocaba cualquier cosa tuya, y empecé a odiar tus cosas por traerme esas cosas tan feas. Tenía pesadillas con eso…Y luego te abracé a ti una vez, y vi morir al tío Chris. Vi como esa cosa roja ponía una mano en su corazón, y hacía que se detuviera, para que luego, otra cosa roja, pero con ojos amarillos, me tocara a mí, tumbada en el suelo, y me hiciera levantar. Creo que a mí me pasaba algo y la cosa de ojos amarillos me curó, mientras que la de ojos rojos le…le mató. Al tío. Y siguió matando más, y más gente. Unos se morían, y otros se levantaban. En cada visión moría alguien diferente, aunque la que más se repetía era aquella en la que moría el tío Chris, cada vez de una forma diferente, como si el futuro no estuviera muy claro. Como si todo el mundo estuviera en peligro de muerte. Y la única persona a la que no le pasaba nada era a ti. Porque tú acompañabas a esa cosa roja, y la protegías. Cuidabas de ella, y no dejabas que nadie la hiciera nada. Tú protegías al asesino de nuestra familia. Así que dime, ¿por qué debería obedecerte? ¿por qué debería seguir siendo tu princesa, si tú te has convertido en el lobo feroz?
Uno espera muchas cosas de una niña de diez años. "Es que no me entiendes, ya soy mayor y no una niña." …"Es que hay un chico que me gusta y no me hace caso"…"Es que quiero llamar tu atención y por eso me porto así"….Uno espera muchas cosas, pero no "He estado tratándote mal y enfadándome contigo porque he visto como ayudas a la cosa que mata a toda mi familia, empezando por tu hermano".
Wyatt, mientras abrazaba a su hija, entendió que había desarrollado un nuevo poder, y tenía premoniciones, como Phoebe. Entendió que tenía visiones del futuro, o de muchos futuros diferentes, todos ellos horribles. Y entendió que en todos ellos, la cosa roja y asesina era Peter. Y que él, por alguna razón, le ayudaba a matar a todas las personas que le importaban. Entendió todo esto y lo reflejó en su mirada, cuando Chris volvió a entrar con el teléfono en la mano, y seguido de Peter. Miró a su sobrino como esperando alguna clase de metamorfosis, sangrienta y oscura.
De entre las muchas preguntas e ideas que se estaban formando en la cabeza de Wyatt, sólo una cobró sentido en su cabeza: Victoria siempre le imitaba. Hacía lo que hacía él. Tendría que haberse dado cuenta de que si había empezado a ser "mala", era porque Wyatt había pasado a ser malo para ella. Y si era malo para su niña, Wyatt no tuvo ninguna duda de que lo era también para el resto del mundo. Sería el ser más malvado del planeta si permitía que Peter acabara con chris, o con cualquier otra persona.
Pero, ¿qué se suponía que tenía que hacer? ¿Tenía, acaso, que matar a su sobrino? ¿Un sobrino al que quería y al que se sentía inclinado a proteger? ….Un sobrino que tenía un lado demoníaco que Chris, equivocadamente, se había empeñado en ver como algo inofensivo y hasta "bueno". Evidentemente, y por si quedaba alguna duda, Vraskor no era bueno en absoluto.

Y ahí estaba Peter, mirándole, sonriéndole con simpatía, ajeno a todo lo que Victoria había dicho sobre él. Victoria tampoco sabía que había estado hablando sobre Peter. No sabía que "la cosa roja" era él. Wyatt se preguntó si debía hacer que lo supiera. Si debía alertarla a ella, y a Chris, y a todos los demás, del peligro que la presencia de Peter suponía para ellos. Y supo que no lo iba a hacer, porque en la visión de su hija él no frenaba a Peter. Le ayudaba.

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