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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 65: Amor y odio



 


Chapter 65: Amor y odio
 


Estar con Amy aquella tarde fue extraño e intenso. Nadie se podía olvidar que en un día, o más bien en unas horas, Amy estaría viviendo allí, en casa de Chris. Demostró no ser una persona de muchas exigencias nada más llegar:
- ¿Sólo traes eso? – preguntó Chris tras abrir la puerta, viendo que la mujer portaba una única caja entre sus brazos. Le parecía poco teniendo en cuenta que iba a abandonar su vieja casa, liquidando el alquiler.
- Mañana traeré mi ropa en una maleta, pero sí. Estos son algunos objetos personales y viejos recuerdos. No tengo mucho más.
Sorprendentemente, Amy parecía avergonzada. Chris hubiera dado una moneda por sus pensamientos, pero Nick no estaba en casa ni volvería hasta casi la noche, así que no tenía forma de adivinarlos. De pronto, se dio cuenta de que estaba demasiado dispuesto a dejar que su hijo leyera la mente de Amy, cuando justo el día anterior se lo había prohibido. Pero es que era tan frustrante no saber a qué venía esa mirada tímida y apocada…Por suerte, ella le dio una pista.
- Sé que es poca cosa…No estás saliendo con la heredera de ninguna fortuna.
- Porque tú eres una fortuna en ti misma – le dijo él, y le alzó la barbilla para darle un beso. – Lo que menos me importa es lo que tengas o lo que dejes de tener. – le aseguró, y ella le miró con una enorme sonrisa que hizo que Chris se olvidara de todos sus problemas…
- Así además ocupo poquito espacio.
… bueno, quizá de todos no. Seguía estando precisamente la cuestión del espacio: ¿dónde iba a dormir Amy? ¿Querría ella dormir con él? ¿Por qué le daba vergüenza preguntárselo?
Les llegó una tos desde dentro.
- Ejem ejem. – dijo Peter – Si ya has terminado de acaparar a Amy, estoy seguro de que no ha venido para quedarse en el umbral de la puerta todo el rato.
Oh, cierto. Chris se apartó para dejarla pasar, y observó cómo sus hijos la saludaban.
- ¿Y Nick? – preguntó ella.
- En la escuela de magia, y en la biblioteca. – respondió Peter.
- ¿Y tú no vas a esa escuela?
- Estoy castigado – informó con naturalidad. Pareció que iba a decir algo más, pero Leo tiró de la manga de Amy, reclamando su atención.
- ¿No te asusta lo de la magia? – preguntó el niño. Chris se puso en guardia. Ese era un asunto muy importante para Leo. No le gustaba la gente que pensaba que la magia era peligrosa. Si creía que Amy tenía algún problema con lo que ellos eran, la odiaría para siempre. Por otra parte, seguramente tampoco le gustaría que le mintieran. Sin embargo, Amy fue bastante sincera.
- Al principio sí. Incluso cuando decidí volver y aceptar todo esto, los primeros días tenía mucho miedo. Nick y Peter eran niños de cuatro años y eso era…bueno, imposible. Pero luego estuve días enteros sin saber de vosotros, y sabía que algo iba mal. Ahí entendí que estaba total y perdidamente vinculada a esta familia, y que no soportaría que os pasase nada. Cuando tu padre me contó por fin lo que os había estado pasado me di cuenta de que habías corrido mucho peligro. Y entendí que el problema no es de la magia, sino de quien la usa. Vosotros no atacáis a la gente. Una vez se entiende eso, todo lo que puedes pensar es: wow, magia.
Leo sonrió, pero no fue nada comparado a la sonrisa de Peter, que pensaba más o menos igual que ella. Y Chris suspiró con alivio. Comprendió que realmente la había preocupado al no contarle lo que había estado pasando, y supo mejor que nunca por qué ella había querido vivir con ellos. No quería seguir al margen. Amy estaba realmente dispuesta a ser una más de la familia. Y él quería que lo fuera.
El resto de la tarde fue estupendo. Ella pretendía irse en seguida, pero le quitaron esa idea de la cabeza. Estuvieron hablando durante horas y Chris se dio cuenta de que Peter y Amy empezaban a coger confianza. Tenían muchas cosas en común: gustos musicales, libros, etc. Ella era tan joven…No sólo por su edad, al fin y al cabo Chris sólo la sacaba cuatro años, sino por…su espíritu. Chris se vio abrumado de pronto por pensamientos muy negativos. ¿Y si él se moría, después de todo? En esos momentos era más que un miedo irracional inherente a los humanos: era una posibilidad bastante probable, dado que una profecía había vaticinado su muerte. Con el tipo de vida que ellos llevaban, morir era algo que uno siempre tenía en cuenta. Había riesgos, y cada enfrentamiento con el mal podía ser el último. Pero de algún modo, al formar una familia, los hábitos cambiaban un poco. Chris dejó de ser abiertamente suicida en sus enfrentamientos y el riesgo de morir dejó de ser tan elevado. Se centró en una vida normal, con un trabajo normal, y una familia abiertamente fuera de lo normal. Y morir dejó de ser un hecho esperable. Ahora volvía a serlo, y ¿qué pasaría si llegaba a producirse? Dejaría viuda a Amy aun antes de casarse, y mucho peor que eso…dejaría solos a sus hijos. Evidentemente alguien en su familia se haría cargo de ellos, pero él les dejaría sin padre.
Por suerte, fue distraído de estos pensamientos tan negativos antes de que comenzaran realmente a afectarle. Amy llamó su atención devolviéndole al presente y a la conversación:
- Tendría que irme yendo ya. ¿En qué habitación dejo la caja?
Era una forma indirecta de preguntar "¿cuál va a ser mi habitación?" y Chris se dio cuenta de eso. La miró intentando sondear lo que ella realmente quería.
- Pues… pues… dónde tú quieras… quiero decir…hay habitaciones libres – balbuceó, y vio una ligera chispa de decepción en los ojos de ella. - …y también está mi cuarto…
El rostro de ella se iluminó. Bien, querían lo mismo. Chris esbozó una sonrisa que se fue ensanchando.
- Mi habitación es bastante grande, ya la viste – comentó él, en tono casual.
- La vi…- asintió Amy, muy cortada.
- Oh, por favor, esto es absurdo. ¿Quieres preguntárselo de una vez? – intervino Peter – Espera, que ya lo hago yo: Amy, ¿verdad que quieres dormir con él? Mi padre es tan especial que es incapaz de preguntártelo él mismo. Ahora, luego no veas como larga el hombre si tiene que hacer lo de la charla de los pájaros y las abejas. Ahí no tiene vergüenza en absoluto.
Chris fulminó a Peter con la mirada, pero antes de poder decir nada, fue distraído por un sonido maravilloso: Amy estalló en carcajadas. Chris la había oído reír antes, pero nunca así, prolongadamente. Estuvo varios segundos riéndose, hasta que tuvo que calmarse para poder respirar bien. Bebió algo de agua y aun parecía tener que contener la risa.
- Vaya, pues ese no ha sido de mis mejores golpes de humor – comentó Peter, sonriendo también, contagiado.
- Es que…es que…- empezó Amy, y se detuvo para respirar hondo – Es que no me había dado cuenta, o sí, no lo sé, de que voy a vivir con tres adolescentes.
- ¿Tres? – preguntó Chris.
- Eso he dicho. Dos adolescentes de diecisiete años, y un adolescente tardío de treinta y tres.
Chris dejó escapar el aire con indignación.
- Disculpa, pero soy mayor que tú.
- Peor me lo pones entonces: eres un adolescente senil.
Fue el turno de Peter para reírse, y Chris se dio cuenta de que el sonido de esas dos risas podría salvarle la vida. ¿Cómo podía estar triste o preocupado teniendo a sus hijos y a Amy junto a él?
- Esto es inaceptable – protestó, poniendo su mejor gesto de ofendido, y fingiendo un acento inglés. Fingir ese acento le hizo pensar en Paul y en su familia. ¿Estaría bien Paul? Hacía algunas horas que se había ido de su casa, y Chris pensó que quizá no debería haberlo hecho. Paul decía que estaba bien, pero seguramente no lo estuviera. Era un chico orgulloso e independiente, adulto y por lo general capacitado para tomar sus propias decisiones que de pronto se había visto reducido al rango de niño castigado sobre las rodillas de…ni siquiera era su padre, sino sólo su luz blanca. No, probablemente Paul no estuviera bien. Quizá sólo necesitara un tiempo a solas… Por eso le había echado de su casa…
- ¿En qué piensas? – le preguntó Amy, apretándole la mano. – Te has puesto serio de pronto. Voy a creer de verdad que eres un adolescente si cambias tan rápido de estado de ánimo.
Chris le dedicó una media sonrisa.
- Pensaba en Paul. Te mencioné que tenía un cargo…
- Si, algo recuerdo. Explícame una cosa ¿qué es un cargo exactamente?
Hubo un momento de silencio, mientras Chris reflexionaba. Peter les miró con interés. Leo, por su parte, estaba muy cansado y casi durmiéndose sobre la silla.
- Verás…técnicamente es un brujo que necesita protección y consejo. Pero lo cierto es que muchas veces se desarrolla otro tipo de relación. Casi siempre es también un amigo. Y en el caso de mi madre y mi padre, se hicieron marido y mujer. Aunque eso es raro, porque en teoría está prohibido.
- ¿Y en tu caso y el de Paul? – preguntó ella con delicadeza, entendiendo que aquello era importante para él. Era increíble cómo, sin saber nada de magia, Amy sabía cómo actuar. Era porque entendía de personas, y eso era algo que también hacía Peter. Otra cosa más que esos dos tenían en común.
- Pues…mi caso y el de Paul es extraño. Es amigo de mis hijos. Es muy joven comparado conmigo, y supongo que eso explica que lleve mis obligaciones casi hasta la sobreprotección… Pero además me siento obligado a cuidar de él…Por tantos otros motivos… De forma indirecta somos familia, y se supone que mi rama familiar tiene que cuidar de la suya. Además de eso, me considero responsable de la muerte de su hermano. Sé bien que ha estado sólo por mucho tiempo, cuidando de sí mismo. Supongo que todo eso hace que realmente me preocupe por él, y quiera protegerle a toda costa.
- Ese chico te importa – entendió Amy.
- Estamos unidos por la magia, el destino, los ancestros… y la empatía. También yo era muy joven, aunque no tanto como él, cuando empecé a ejercer de padre.
De pronto, se oyó un bufido y Chris recordó que no estaban solos. Se había olvidado de todo, y le había hablado a Amy con el corazón. Miró hacia Leo, que era quien había resoplado, y supo que de alguna forma, aunque no sabía bien cómo, había herido a su hijo. Leo salió corriendo y Chris no entendía nada, pero no podía escapar de la mirada de dolor que le había dedicado su hijo. ¿Qué había pasado? Se levantó y fue tras él. Le vio subir las escaleras y le siguió. Le llamó pero Leo no se dio la vuelta. Le alcanzó, y le dio un abrazo, observándole llorar sin entender el motivo.
- ¿Qué ocurre, campeón?
Leo no le respondió. Trató de soltarse, pero luego se rindió y se dejó abrazar, llorando sobre él. Chris le acarició el pelo.
- ¿Qué pasa? – preguntó, con dulzura. Intentó entenderle. Pensó en todo lo que podía haber molestado al niño y creyó encontrar algo - ¿Es porque Amy va a dormir conmigo? Cuando dos adultos se quieren a veces…
Pero Leo le interrumpió al negar con la cabeza. Así que no era eso.
- ¿Qué es, Leo? ¿Cuál es el problema?
- Has dicho que eras muy joven cuando yo nací. Yo… yo nací y te molesté, a ti y a mamá…
Chris le abrazó muy fuete.
- ¿Por qué piensas eso? No es verdad, campeón. Eres lo mejor que nos podía haber pasado a tu madre y a mí. Leo, nosotros queríamos tenerte. Queríamos tener un hijo, y tú fuiste la felicidad completa cuando llegaste. Era joven cuando naciste, pero no tanto. No lo decía por ti, campeón.
- ¿Ah no? – preguntó Leo, con mucho interés.
- No. Le saco seis años a la tía Melinda. Wyatt se fue de casa con veintiún años, a vivir en esa habitación que hay en el P3, y a mí me tocó ser el hermano mayor. Papá trabajaba mucho, aun lo hace, y yo siempre he sido un poco sobreprotector. Así que yo cuidaba de Mel. A eso me estaba refiriendo. Lamento si te he hecho creer otra cosa. No ha sido una buena comparación de todas formas, porque papá cuidaba de ella, claro que lo hacía. No es como el padre de Paul. El pobre ha tenido que criar a sus hermanos durante tres años. No pretendía decir que yo viviera su situación, sino que yo también sentía la obligación de proteger a mi hermana, por ser pequeña. Paul se preocupa mucho por ellos, como si fuera su padre, y eso me recuerda a mí ahora, y a mí con su edad queriendo a mi hermana. Eso es lo que quería decir, campeón.
Leo le miró con sus grandes ojos oscuros como intentando ver si le estaba diciendo la verdad. Debió creer que sí, porque pareció relajarse.
- ¿Estás más tranquilo? – preguntó Chris, acariciándole.
- Sí. – respondió el niño, asintiendo también con la cabeza, y levantó los brazos para que le cogiera. Chris sonrió y le cogió en brazos.
- Aprovecha mientras pueda hacer esto campeón, porque te estás haciendo muy grande para que pueda contigo.
- Pues entonces no voy a crecer nunca.
- ¿Pero tú no querías ser muy alto, e ir a la escuela de magia, y convertirte en piloto y no sé qué más?
- ¡Lo recuerdas! – dijo Leo, sonriendo como ilusionado. Chris se enterneció mucho, entendiendo que Nick y Peter no eran los únicos que necesitaban saber que eran queridos.
- Leo, eres mi hijo. Lo que es importante para ti es importante para mí. Recordaré todo lo que me cuentes, campeón.
Leo parecía de pronto el niño más feliz del planeta. Su hijo era tan normal, tan dulce, tan pequeño, que a veces olvidaba que no lo era. Que era un niño sin madre que había visto monstruos y cosas horribles. Lo que para otros niños eran pesadillas, para él era la vida real. Sentirse seguro era algo vital para él. Chris pensó de nuevo que si a él le pasaba algo les dejaría solos…Dejaría sólo a Leo, que ya había perdido una madre…
- Te quiero ¿sabes? Mucho, mucho, mucho – le dijo, porque necesitaba decírselo. Leo le sonrió y apoyó la cabeza en su hombro.
- Yo también te quiero. – le susurró.
Así, con él en brazos, Chris bajó a donde estaban Peter y Amy. Cuando iba a entrar en la cocina, sin embargo, les oyó hablar y se detuvo.
- …créeme, Amy, venir aquí es lo mejor que podías hacer – decía Peter.
- Pero Leo…
- Ya te he dicho que Leo te adora. No sé lo que le habrá pasado, pero papá lo solucionará en un segundo. A él se le dan bien las personas. No sólo se le da bien escuchar, sino que le gusta hacerlo. Creo que en eso me parezco a él.
- En eso y en muchas cosas. – respondió Amy, y suspiró – Aunque consiga hablar con Leo, ¿qué pasa con vosotros?
- ¿Nick y yo? Queremos que papá sea feliz.
- Eso es algo que tenemos en común, pero…¿vosotros queréis que yo esté aquí? Habla con sinceridad, Peter. Tu padre no está ahora.
Chris sintió una punzada de remordimiento. Quizá no debería estar escuchando aquello… Intercambió una mirada con Leo, que sentía tanta curiosidad como él. Así que siguieron escuchando, en silencio.
- Aunque le conozco como a la palma de mi mano, no puedo hablar por Nick, así que esto es sólo mi opinión. Lo cierto es que más allá de que me caigas bien, haces feliz a mi padre y le quieres. Esas son las dos únicas cosas que me importan. Sólo por eso no me opondría a que estés aquí. Pero no se trata de que no me oponga, es que además quiero que estés porque…verás yo…siempre he querido una familia. Y en las familias hay un hombre, una mujer, y hermanos. Faltaba la mujer.
Chris se quedó sin respiración. Peter no había dicho "faltaba una madre" pero era lo mismo. La misma intención. Leo había tenido una madre, Nick no quería que Amy sustituyera la que ellos no habían tenido, pero Peter, aunque hubiera aprendido a perdonar a su madre biológica…él siempre había anhelado una madre. Se lo dijo una vez, abrazando a Ariel: "yo también quiero una madre que me diga que me quiere".
El mundo de Chris se paró ante lo que acababa de escuchar, pero la conversación seguía.
- Lo entiendo perfectamente. Yo siempre he anhelado una familia, también.
- ¿Y eso por qué?
- ¿Chris no te lo ha dicho? Me crié en un orfanato.
- ¿Qué? Oh, vaya Amy, eso es…
- ¿Familiar? Peter, no hace falta que digas lo típico de "lo siento mucho". Al fin y al cabo nos ha pasado lo mismo.
- Pero yo tengo a Chris…
- Ahora. Crecer has crecido sólo…- dijo Amy, y en su voz había pena – Pero sí, tienes a Chris. Yo también le tengo. Él es….esto da miedo, pero él es mi familia ahora. Y en mi familia faltaba alguien también. No sé cómo vamos a hacer esto. Puedes considerarme una amiga, porque lo soy, pero sería feliz si algún día me ves como algo más.
Chris decidió que ya no podía escuchar nada más sin derretirse. Entró en la habitación justo a tiempo de ver como Peter y Amy se abrazaban. Al verle se separaron. Chris dejó Leo en el suelo y no dijo nada porque creía que si hablaba le temblaría la voz.
- ¿Estás bien, Leo? – preguntó Amy con calidez. El niño asintió, y se acercó a ella.
- Oye…¿vas a dormir con papá? – preguntó.
- Pues…eso parece – dijo ella con cautela. - ¿Te molesta?
Leo negó con la cabeza.
- Pero…¿quiere eso decir que voy a tener otro hermanito?
Amy abrió mucho los ojos y miró a Chris pidiendo ayuda. Chris soltó una risita.
- Haces demasiadas preguntas, campeón.
- ¿Pero voy a tenerlo o no? – insistió el niño.
Sin que Chris pudiera evitarlo, la pregunta de su hijo creó imágenes en su cerebro. Imágenes de un bebé. Y supo que la idea le encantaría. Cuatro hijos…Bueno, siempre había querido una familia numerosa.
- Eso aún no lo sabemos…- respondió Amy con precaución, al ver que Chris no iba a decir nada.
- Sí, Leo, siempre puede ser una hermanita - intervino Peter – Somos demasiados chicos aquí.
Amy se ruborizó por alguna razón que Chris no pudo entender. Él también estaba algo incómodo, sobretodo porque se daba cuenta de lo claro que lo tenía: realmente quería formar una familia con ella y daba miedo sentir algo tan fuerte en tan poco tiempo. No podían hacer esa clase de planes. Todavía no.
- Habláis demasiado, vosotros dos – dijo Chris. - Dejad a Amy tranquila un rato, que aún tiene que dejar esas cosas.
Amy miró la caja como si se hubiera olvidado de ella y asintió. Chris la acompañó algo nervioso, sintiendo que ese acto simbólico de dejar espacio para otra persona en su cuarto era el paso definitivo para dejarle espacio en su corazón.
Peter y Leo se quedaron solos en el salón. Peter se dejó caer en el sofá y medio se tumbó, con una sonrisa en el rostro fruto de su conversación con Amy.
- ¿Qué ha pasado antes, peque? ¿Me lo quieres contar?
Leo negó con la cabeza.
- Bueno, no pasa nada, no es asunto mío, lo entiendo. Pero…Amy te cae bien ¿verdad? – preguntó Peter. Quería asegurarse de que no seguía oponiéndose a que ella viviera allí.
- Sí. Pero ella no va a ser mi mamá. Papá y yo os hemos oído.
- Yo…no he dicho que vaya a ser mi madre.
- Si lo has dicho. Con otras palabras, pero lo has dicho. – dijo Leo, y casi sonó a acusación.
- Bueno…Supongo que yo no he tenido una madre como tú, Leo, y tengo ganas de tener una. No sé si ya soy mayor para eso, pero también era mayor para tener un padre, y mira…
- Pero no puede ser tu madre. Entonces también será la mía, porque somos hermanos.
- Eso no es así, Leo.
- Si es así. No puede ser tu madre, porque no es la mía.
Peter suspiró. Intentó explicarlo de forma que el niño lo pudiera entender.
- En realidad, y estrictamente, somos sólo medio hermanos, peque. Y eso lo que quiere decir es que compartimos padre, pero no madre. Generalmente los padres no se eligen pero en mi caso es diferente. La persona que yo elija como mi madre no tiene por qué ser la tuya.
- ¡Eres mi hermano del todo! – casi chilló el niño.
- Claro que sí, Leo. Eres mi hermano. Del todo. Pero tenemos una madre diferente.
- Si mamá estuviera viva ella también sería tu madre.
- Bueno Leo…lo siento, pero no. Yo tengo una madre. También murió, pero era mi madre. Pero estoy seguro de que tu madre era muy buena y quizás me hubiera querido como un hijo, y entonces acabaría por ser mi madre, al igual que puede que Amy lo termine siendo.
Entonces, sin que pudiera preverlo, Leo se lanzó sobre él, y empezó a golpearle con furia.
- ¡No compares a Amy con mamá!
- Cálmate, Leo, no pretendía…- intentó razonar Peter, pero no pudo acabar porque Leo le dio una patada justo "ahí". Peter se aovilló en el sofá alrededor de sus partes nobles preguntándose como algo tan pequeño puede pegar tan fuerte. En un impulso cogió a Leo y estuvo a punto de golpearle. Algo le invadió, una ira o una sed de venganza….un espíritu de violencia. Por suerte recobró la sensatez antes de hacer algo tan estúpido como darle un puñetazo a su hermano de ocho años. Leo no tuvo tanto autodominio y siguió golpeándole, hasta que bajaron Chris y Amy, atraídos por los ruidos.
- ¡Papá, quítamelo de encima! – pidió Peter. No quería hacerle daño y lo haría si le apartaba por ejemplo de un empujón. Y lo cierto es que tenía ganas de hacerlo. Algo dentro de él le pedía que estampara a Leo contra la pared. Peter no sabía qué le asustaba más: si aquellos instintos que le eran ajenos, o el dolor insufrible que sentía en los genitales. ¿Seguirían vivos? ¿¡Cómo puede un niño de ocho años pegar tan fuerte!?
- ¡Leo, para ahora mismo! – ordenó Chris mientras intentaba, efectivamente, apartarle de Peter. Lo hizo, aunque le costó más de lo que parecía lógico para un niño de su edad y su tamaño. Le sostuvo mientras pataleaba en el aire, y le apartó de Peter.
- ¡Suéltame! – gritó Leo - ¡Se ha metido con mamá!
- Oye renacuajo, yo no he hecho nada de eso. Lamento si me has entendido mal pero no puedes meterme una patada ahí abajo cada vez que diga o creas que diga algo que te moleste.
Que Peter llamara "renacuajo" a Leo impresionó a Chris. Se dio cuenta de que el chico estaba molesto, y no era para menos, si Leo le había pegado en la entrepierna.
- ¿Qué pasa contigo? – le dijo Chris, mientras le dejaba en el suelo. No le soltó, por si el niño decidía tirarse de nuevo a por Peter.
- ¡Se ha metido con mamá! – repitió Leo, gritando.
- Él dice que no. Y aunque hubiera sido así, ¡no puedes pegarle de esa manera! ¡Es tu hermano!
- ¡Es un imbécil, y un capullo, y un mentiroso!
- Leo, ya te has ganado una buena zurra. ¿Quieres además que te lave la boca con jabón como hace el abuelo?
Eso bastó para calmar a Leo, que pasó de tener cara de enfado a poner los ojitos de perfecto niño arrepentido. Se llevó las manos a la espalda y le miró como con pena.
- Papi…
- Nada de papi. Te quiero en esa esquina. Vamos. – ordenó con sequedad. Leo se giró, y caminó muy despacio, arrastrando los pies. – Es para hoy, Leo.
Estaba siendo muy rudo con él, pero es que lo que había hecho no era para menos. Peter parecía incapaz de ponerse de pie.
- ¿Estás bien? – le preguntó al chico.
- Yo sí. Mis amiguitos de ahí abajo no tanto.
Chris medio sonrió por esa forma de decirlo.
- ¿Quieres que llame al abuelo? Es médico, o lo fue...
Peter se puso muy rojo.
- No…no importa…
- Puede ser más serio de lo que parece. – dijo Chris, y al decirlo se enfadó aún más con Leo. Aparte de algo bastante doloroso, determinados golpes en esa zona pueden tener consecuencias graves. Confió no obstante en que ese no fuera el caso. Él se había llevado varias patadas "ahí" y ahí seguía, perfectamente.
- Llama a tu padre – intervino Amy, y sólo entonces Chris recordó que la había dejado en las escaleras. Ella era tan silenciosa y discreta que casi se había olvidado. Les observaba con aprensión. – Llámale, por si acaso.
- Ya le llamo yo – aceptó Peter, con resignación. Como la notó preocupada, hizo por relajar el ambiente – Ya ves, papá: por si no bastaba con un adulto sobreprotector en la casa ahora tengo dos.
Chris le dedicó una sonrisa y observó cómo iba a por el teléfono. Después suspiró y observó a Leo, que en ese momento volteó la cabeza para mirarle.
- ¿Te he dado permiso para que te des la vuelta? Si tengo que ir hasta allí no te va a gustar, créeme.
Leo no estaba acostumbrado a que le hablara así, así que se puso a llorar mientras le seguía mirando.
- ¡Que te gires, Leo! – casi chilló Chris.
El niño se giró, y siguió llorando. Chris notó una caricia en la espalda y se giró para ver a Amy. Ella le hizo un gesto para que saliera de la habitación y él la siguió.
- No quiero meterme donde no me llaman. Son tus hijos, lo tengo muy claro, y tú decides cómo educarlos. Pero Leo ya se ha calmado. Te ha obedecido y se ha puesto donde tú le has dicho. Quizá no deberías hablarle así y gritarle de esa forma. Ha hecho lo que le has pedido: no entiende por qué le sigues gritando cuando te ha hecho caso. Es normal que se gire un poco para ver si sigues enfadado.
Chris la miró en silencio durante varios segundos. El tiempo pasaba, y la siguió mirando. Al final, Amy bajó la cabeza.
- Lo siento… no debería haber intervenido…
- No deberías sentirlo. Tienes razón. Normalmente no les hablo así, y menos a él, que es pequeño. Pero se ha pasado mucho. Quiero que entienda que no puede volver a hacerlo, y por eso le voy a castigar.
Amy asintió y le miró con cierta vacilación.
- ¿Le vas a pegar? – preguntó con cierta timidez. Había oído lo de "ya te has ganado una buena zurra" y Chris no le parecía de los que hacían amenazas vacías.
Chris se sintió incómodo. No sabía lo que pensaba ella respecto a sus métodos, y lo cierto es que no quería ser cuestionado en algo tan importante como la educación de sus hijos. No le apetecía discutir con ella por algo así, pero si iban a vivir juntos quizá debiera saber cómo funcionaban las cosas allí…
- Sí. – respondió, con calma. – Voy a darle unos azotes.
Como siguió un silencio aún más incómodo que el anterior, Chris siguió hablando.
- Quizá no estés de acuerdo. Quizá te parezca que no es el castigo adecuado. Pero así es como me educaron a mí y…
- Chris – interrumpió ella, muy seria. Quizás más de lo que la había visto nunca. – Yo no tuve padres. Esa sería mi única referencia sobre cómo educar a alguien, y ni siquiera la tengo. No soy madre, no crecí en una familia…Sólo soy maestra, y eso es diferente. Los niños a los que enseño son muy pequeños, y si alguno tiene un día rebelde basta con sentarle sin jugar con los demás para que se lo tomen como un castigo. Tú tienes años de experiencia como padre, y los recuerdos de cómo lo hicieron los tuyos. No me parece que lo hayan hecho mal contigo, y tus hijos, más allá de todo, son buenas personas. Podrán ser impulsivos, como cuando Nick se fue de casa y se estrelló con el coche, pero son buenos por dentro. Hay por ahí muchos chicos obedientes y educados que tienen el corazón podrido. O chicos que hacen caso a sus padres pero cuando ellos no están la lían bien. O chicos que tienen miedo de sus progenitores, porque son demasiado estrictos o incluso crueles. No creo que ese sea el caso de ninguno de tus hijos. Así que no creo que tú tampoco lo estés haciendo mal. Ellos te adoran, y tú les quieres por encima de cualquier cosa. No voy a fingir que no me choca ese tipo de castigo, pero confío en ti, en que sabes lo que haces, y en que jamás harías daño a Leo. No un daño real.
Chris la miró con fascinación. Quería decir tantas cosas…pero se había quedado sin palabras, así que sólo pudo musitar un débil:
- Gracias.
Ella ladeó la cabeza.
- Respóndeme una cosa…Cuando tus hijos se convirtieron en niños pequeños y Leo vino a por mí quejándose de que habías sido injusto, le habías pegado ¿verdad?
Chris asintió.
- ¿Qué debo hacer en ese caso? Si viene a mí después que le castigues, ¿qué es lo que esperas que haga?
- No espero nada, Amy, pero en ese momento lo que él necesita es que le mimen y le consuelen un poco. Generalmente lo hago yo, pero a veces se enfada conmigo y busca a otro, o se siente mimoso y quiere asegurarse de que todos le quieren. Su refugio favorito es Peter.
- Mimos y consuelo. Lo tengo.
Chris la sonrió, y le acarició la mejilla.
- Eres maravillosa ¿lo sabías?
- Eso dice mi novio – respondió ella, sonriente, y le empujó un poquito – Vamos, no le hagas esperar.
Chris asintió, y regresó al salón. Leo estaba mirando hacia la puerta, pero al verle se volvió a girar rápidamente y pareció encogerse, como esperando otro grito. Chris meneó la cabeza. No debería haberle gritado.
- Leo, ven aquí, por favor – le llamó, y Leo se acercó de nuevo a pasitos cortos, pero esta vez no le metió prisa. Cuando le tuvo junto a él se agachó para estar a su altura. Le observó bien. Ya no lloraba, pero parecía a punto de hacerlo. – Sabes que no debes pegar a los demás aunque digan algo que te moleste. A tu hermano mucho menos, y menos de esa manera. Le has hecho mucho daño ¿entiendes? Tú sabes que ahí abajo duele mucho.
Leo no dijo nada.
- Lo que has hecho está mal y por eso voy a castigarte. Quiero que demuestres ser un niño mayor y que vayas a por el cepillo.
Era la primera vez que le pedía a él que fuera. Se trataba de una forma de conseguir que aquél castigo le impactara sin tener por ello que ser muy duro con él. Leo se le quedó mirando un rato, pero Chris tuvo paciencia. El niño estaría pensando muchas cosas, y probablemente estaría decidiendo si obedecerle o no. Finalmente decidió hacerle caso y subió las escaleras. Las bajó un poco después, con el cepillo. Estaba llorando cuando se lo dio.
- Gracias. No llores, Leo, lo estás haciendo muy bien. Eres un chico valiente. – dijo Chris, y le cogió de la mano para ir con él al sofá. Se sentó y le puso frente a él, de pie. Le desabrochó el pantalón y se lo quitó. Luego le bajó un poco el calzoncillo y le puso sobre sus rodillas. Leo soltó un sollozo y Chris le acarició la espalda. Luego suspiró, y dejó el cepillo a un lado. Empezaría con la mano.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Peter es tu hermano, y no puedes hacerle daño.
Chris tomó el cepillo e hizo lo posible por ignorar el llanto de su hijo.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- Tampoco puedes insultarle y eso te lo he dicho muchas veces ya. Si vuelves a hacerlo te lavaré la boca.
Leo pataleó y quiso bajarse, pero no podía. Como precaución Chris le sujetó las manos, para que no las moviera y le golpease ahí por accidente.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
- L-o siento, pap-á – barbotó Leo entre sollozos.
CRACK CRACK CRACK CRACK CRACK
Chris dejó el cepillo, y empezó a acariciarle. Leo lloraba con fuerza y descontrol, así que Chris le levantó y se fundió en un abrazo con él.
- Ya está. Ya está, bebé, ya está. Siento haber tenido que hacerlo. Por favor, recuérdalo siempre y así no tengo que volver a hacerlo de nuevo. Vamos, no llores. Ya pasó, campeón.
Leo no respondió al principio, pero luego se hundió aún más dentro de él y le preguntó, muy bajito:
- ¿Estás muy enfadado?
- No, Leo, ya no estoy enfadado. Pero sí que estoy un poco sorprendido. ¿Por qué te has peleado con Peter así?
Como respuesta, Leo soltó otro sollozo.
- Vale, no me respondas ahora. Shh, respira, eso es. Respira hondo para calmarte ¿vale? Este es mi campeón.
- Papi – lloriqueó el niño, poniendo los brazos alrededor del cuello de Chris. – Me duele, papi.
Chris le dio un beso en la frente y decidió hablar de otra cosa para distraerle. Enredó los dedos en el pelo de Leo.
- Ya tienes el pelo muy largo, campeón. ¿Es que quieres dejarte melena, como el tío Wyatt?
- ¿Puedo?
- Si quieres…
- Pero a ti te gusta más mi pelo corto.
- Tu pelo, tus gustos, campeón. – dijo Chris, y le sonrió. Su sonrisa se ensanchó cuando vio que Leo también sonreía débilmente. Le subió la ropa interior y Leo protestó un poco. Le dio otro beso y se estiró para coger sus pantalones.
- Mmm. ¿Cómo vamos a meter a un niño tan grande en una ropa tan pequeña? – bromeó Chris, poniendo los pantalones delante de Leo y haciendo como que los medía.
- No es pequeña, papá.
- ¿Seguro? Mira que has crecido mucho. Ya eres muy alto…
- Qué va…
- ¿Qué no? – dijo Chris, y le levantó. Se puso de pie con él, alzándole sobre su cabeza como cuando era más pequeño. Leo se rió. Le encantaba estar alto. Chris le bajó un poco y le atrajo sobre su pecho. – Eso está mucho mejor. Así es como me gusta verte: riendo, y no enfadado. ¿Me cuentas por qué te has puesto así?
- Qué más da…
- Es importante, Leo. Quiero saber por qué te has enfado y además quiero saber si Peter ha hecho algo malo. Si es así también tengo que castigarle a él.
Peter no había vuelto a hacer nada mínimamente malo desde que le castigó tan duramente por sus viajes al inframundo, pero tal vez ya se hubiera olvidado del castigo lo suficiente como para volver a liarla un poco.
- ¡Se metió con mamá! La comparó con Amy. Dijo que si mamá viviera a lo mejor llegaba a ser su madre también, igual que puede que Amy llegue a serlo.
¿Peter había dicho eso? ¿De verdad estaba dispuesto a ver a Amy como una madre? El corazón de Chris quiso salirse de su pecho. Eso era genial…Aunque claro, Leo no podía verlo igual.
- Eso no fue meterse con mamá, Leo. Ni siquiera fue en realidad una comparación… Peter sólo estaba diciendo que podría llegar a ver a Amy como una madre…
- ¡Pero ella no es su madre!
- Leo, antes de saber que soy su padre biológico, tampoco "eran mis hijos". Y sin embargo yo les veía así, y ellos me veían como su padre y a ti como su hermano. Aunque suele ser y debería ser así, la familia no siempre es quien lleva nuestros genes.
- Pero yo ya tengo una madre…No quiero que Amy sea mi madre…¡no lo es!
- Nadie ha dicho lo contrario, Leo. Tú has tenido una madre. Peter no conoció a la suya. Si él es capaz, en algún momento, de ver a Amy como su madre tienes que alegrarte por él, porque habrá encontrado una mamá, pero nadie dice que tenga que ser tu madre también. Amy es mi novia. Es mi pareja, y voy en serio con ella. Ella os ha cogido cariño y se preocupa por vosotros. Para vosotros es una amiga que os puede dar buenos consejos y que os tratará como si fuerais sus hijos. En vez de enfadarte por lo que Peter o los demás puedan pensar, aprovéchate de la oportunidad de tener a alguien que te quiera. ¿Acaso no es eso algo bueno?
- ¿Amy me quiere?
- Te apuesto lo que quieras a que sí.
"Al menos, se preocupa por ti" pensó Chris "Realmente espero que te quiera, porque algún día pienso casarme con esa mujer, pero no lo haré si no es buena para vosotros."
Chris se sorprendió de pensar así, pero se dio cuenta de que lo había pensado en serio. Quería a Amy. La amaba. Y al mismo tiempo no haría nada que pudiera perjudicar a sus hijos.
- Yo no quiero hacer daño a Peter. Estaba enfadado y quería pegarle pero no quiero hacerle daño…
- Enfadarse no es malo, campeón, pero hay que saber expresar el enfado. ¿Entiendes?
Leo asintió, dejó que Chris le vistiera y luego se frotó el trasero.
- Odio el cepillo – dijo, haciendo un puchero.
- Yo también – le dijo Chris, y le acarició la cara. – Pero si te portas mal te castigo, ya lo sabes.
- Sí, y no sé por qué siempre lo paga mi culito, cuando el pobre no hace nada.
Chris le miró durante un segundo y luego estalló en carcajadas. Entendió perfectamente esa frase de "qué salaos son los niños".
- Pero no te rías – protestó Leo, que sin embargo sonreía.
- Qué cosas tienes, hijo. – dijo Chris, y dejó de reír poco a poco mientras le acariciaba el pelo con ternura. – Si te pego ahí es porque sé que no te voy a hacer daño. – explicó Chris, aunque suponía que Leo en realidad estaba bromeando. Su hijo le miró con los ojos entrecerrados – Bueno, no mucho daño, al menos. – rectificó, ante aquella mirada – El suficiente para que me hagas caso y recuerdes lo que no debes hacer.
- Pero me duele mucho – protestó Leo, y Chris se dio cuenta que no lo decía en serio. Le puso un puchero y sobreactuó de una forma adorable. Aun así, el corazón de Chris se encogió un poquito. Le dio un beso.
- ¿A que ahora te duele menos? – le preguntó, y Leo fingió pensárselo antes de asentir. Chris le dio otro beso, y otro más, y siguió así durante un rato, mientras Leo se reía.
- Vale vale. Jo, papá, qué pesado.
- ¡Encima! Anda campeón, ve a lavarte la cara, que yo voy a ver cómo está tu hermano.
Chris fue a buscar a Peter que estaba sentado al teléfono aun, hablando con su abuelo. Tenía a Ariel encima, y la estaba acariciando.
- …vale, abuelo. Ya hablamos otro día. Te quiero. Adiós.
Peter colgó y le sonrió.
- Pensé que le ibas a pedir que viniera para ver que no tienes nada.
- Sólo ha sido una patada, papá. Estoy bien.
Chris decidió no discutir. Peter y su manía de no pedir ayuda para nada.
- Leo me ha contado lo que pasó.
Peter acarició a la perrita, muy concentrado en esta tarea.
- Sí quieres me disculpo, pero no sería sincero. Creo que no he hecho nada malo.
- No he venido a pedirte que te disculpes. Yo tampoco creo que hayas hecho nada malo. De hecho…creo que has hecho algo muy bueno. Me alegra que…te lleves tan bien con Amy.
Peter le sonrió.
- Es imposible no llevarse bien con ella. He pensado que podríamos hacerle un regalo de bienvenida.
- Eso sería estupendo. ¿Has pensado en algo?
- La verdad es que sí, pero necesito tu permiso.
- Te escucho.
- Hace tiempo grabé un disco…
- ¿¡Qué!?
- Con un ordenador y un micro. Cogí la guitarra, y me grabé.
- Caray Peter, eso es genial. Algún día tienes que enseñármelo.
Peter sonrió.
- Algún día – concedió – Pero el caso es que lo presenté a un concurso, y he ganado. Son tres entradas para un concierto de Jessie J.
- ¿De Jessie J? – preguntó Chris, alucinando.
- ¿Sabes quién es?
- Claro. Aparte de que estás hablando de ella todo el día, yo tengo mis propios gustos musicales ¿sabes?
Peter sonrió.
- Guay. Pues eso. Que tengo tres entradas.
- Pero, ¡son casi imposibles de conseguir! Caray, es increíble. Aunque no entiendo…¿por qué necesitas mi permiso para eso?
- Porque tendría que ir a recoger las entradas esta tarde, para dárselas mañana como regalo.
- ¿Y? – insistió Chris, sin entender.
- No puedo salir, papá. ¿Recuerdas?
- Oh. Bueno, supongo que puedes ir.
Peter pareció muy aliviado.
- Son pases también para el backstage. Leo va a alucinar.
- ¿Leo?
- Bueno, son tres entradas. Creo que lo mejor es que vayáis Amy, Leo y tú.
- ¿Tú no quieres venir? – preguntó Chris, suspicaz. Era una de las cantantes favoritas de Peter, eran entradas que había ganado él, y tenían pases para el backstage. Era como un sueño por cumplir para Peter, así que no entendía aquello de que se excluyera del plan.
Peter le miró de pronto como un cachorro mira una galleta.
- Oh, papá, ¡me encantaría! – dijo, mordiéndose el labio.
- ¿Pues entonces?
- ¿Puedo?
Chris le contempló con una mezcla de ternura y diversión. Era cierto que le había dicho que la respuesta a todas sus peticiones sería "no", pero Peter se lo había tomado demasiado en serio.
- Mira Peter, sé que soy bastante estricto a veces, pero si crees que soy tan cruel como para no dejarte ir al concierto que es básicamente el sueño de tu vida adolescente es que debes de pensar que soy un monstruo o algo así.
De pronto Peter dejó a Ariel en el suelo con movimientos muy lentos, y al segundo siguiente estaba sobre él, casi tirándole al suelo de un abrazo.
- Un regalo para Amy. Sí, claro. Como que yo soy tonto – murmuró, y le revolvió el pelo. - ¿Así que ganaste un concurso?
- No debió presentarse mucha gente porque las canciones son una tontería…
- Mira que eres tonto. Mi chico tonto y con talento. Será mejor que quites esa sonrisa de felicidad plena o Amy sospechará. ¿Podrás aguantar hasta mañana? – le chinchó, y Peter se rió en respuesta.
Fueron al salón, y Chris puso el brazo delante de Peter para frenarle en cuanto vio que Leo estaba con Amy. Quiso dejarles solos. Le interesaba ver cómo Amy se relacionaba con sus hijos.
- Odio que papá se enfade conmigo – dijo el niño, de pie en frente de Amy que estaba sentada.
- Él te quiere mucho, Leo.
- Ya lo sé, por eso no quiero que se enfade.
- ¿Te ha castigado?
Leo puso un puchero.
- Sí. Me ha pegado.
Amy le acarició el brazo, como para reconfortarle.
- ¿Te duele?
- No, porque me ha dado un beso.
- Más de uno creo recordar – intervino Chris, entrando en ese momento. – Qué, ¿quejándote de lo malo que soy? No estarás ganando aliados ¿eh? – bromeó Chris, acercándose a él y cogiéndole por detrás, para sentarse luego en el sofá con él encima. Leo sonrió y se dejó levantar, pero no dejó de mirar a Peter, de pie algo alejado de ellos. Peter no dijo nada.
- Lo siento – dijo Leo. Peter inclinó la cabeza, como asintiendo, pero eso no debió ser suficiente para Leo, que hizo por bajarse de las piernas de Chris. –Lo siento, Peter, de verdad.
- Vale peque, no pasa nada. Pero quiero que entiendas que yo no me estaba metiendo con tu madre.
- Lo sé. Amy puede ser tu mamá, si quieres.
Peter se ruborizó, y Amy también. Los dos miraron para otro lado.
Tras unos minutos más, Amy se despidió porque al final se le estaba haciendo tarde. Chris cerró la puerta y miró el reloj. Quedaba media hora para que volviera Nick. No sabía nada de Paul desde su "encuentro" aquella mañana, y no quería dejar pasar el tiempo antes de hablar con él. Tenían que hablar de lo que había pasado, y de Jason y de la profecía, y de tantas y tantas cosas...Quizás el chico estuviera de mejor humor y no volviera a echarle...
- Escuchad chicos, creo que voy a ir a Paul mientras viene vuestro hermano. Peter, luego vas a por "eso" – dijo Chris enigmáticamente para no desvelarle a Leo lo del regalo de Amy aun – pero ahora quédate con Leo, por favor.
- Claro.
Chris se despidió de ellos momentáneamente, y se dispuso a orbitar. Decidió aparecer en el cuarto de Paul, por parecerle el lugar más seguro para no ser visto por otros miembros de la familia Anderson.
Paul estaba tumbado boca abajo sobre su cama. Chris se quedó helado al ver que estaba llorando. En ese momento parecía calmado, pero tenía que haber llorado mucho porque su almohada tenía un manchurrón oscuro de humedad.
- ¿Paul? – preguntó tímidamente. El chico ni se giró. Chris no supo si le estaba ignorando, o si no le había oído. Se acercó a él muy despacio.
"Esto no puede ser por lo de esta mañana ¿verdad?"
- Paul, ¿qué ocurre?
De nuevo sin respuesta. Chris se agachó junto a su cama y le miró directamente a los ojos. El chico estaba tan…deprimido…
Cuando Chris ya pensaba que Paul no iba a decir nada, le oyó decir:
- El disparo se escuchó en la casa de al lado. Hay un jardín en medio, pero se escuchó.
Chris se sintió como un niño. Tenía que haber pensado en eso. ¿Cómo había sido tan estúpido? No sabía qué decir, pero no hizo falta, porque Paul continuó:
- Por suerte el vecino llamó a papá antes que a la policía. Papá se presentó aquí y mintió a la poli. Dijo que la pistola se le había disparado al sacarla del cajón. Él tiene licencia, así que legalmente puede portar armas. Pero cuando la policía se fue yo tuve que contarle la verdad a papá, y no le gustó nada. Nunca le había visto tan enfadado. Puso el grito en el cielo al enterarse de que había cogido su pistola, de que había desbloqueado su caja fuerte, de que había sacado el libro, de que te lo había enseñado, de que habías estado aquí….Puso el grito en el cielo por tantas y tantas cosas que pensé que nunca iba a dejar de gritarme. Llamó a mi madre para que fuera a buscar a mis hermanos y él me siguió gritando. Durante horas.
Chris le miró con compasión. Paul debía de haberse llevado una buena bronca, y lo sentía por él…pero lo cierto es que no era para menos. Chris estaba acostumbrado a las cosas extrañas, mágicas y sobrenaturales, y un disparo no le parecía ya tan malo, pero en realidad se trataba de algo bastante grave. No quiso pensar en lo que haría si en vez de Paul hubieran sido Nick o Peter los que hubieran tocado una pistola…
Además, el padre de Paul estaba enfadado también por el hecho de que Chris hubiera estado en aquella casa, cuando se lo había prohibido, y porque le hubiera enseñado el libro con la profecía, abriendo para ello su caja de seguridad. Sí, sin duda la bronca tenía que haber sido de campeonato.
- Ya se le pasará, Paul. Seguro que ya no está enfadado, pero tienes que entender que se haya preocupado.
- Sí que está enfadado. – respondió con un hilo de voz. Chris estiró el brazo para acariciarle la espalda y Paul se giró para apartarse. Hizo una mueca de dolor al rodar sobre la cama, y Chris se alarmó.
- ¡Paul! – exclamó, y de pronto se sintió un monstruo. Le había pegado fuerte pero no había imaginado que tanto…- Paul, ¿aun te duele así? Lo siento mucho…Yo…te pegué muy fuerte…
Cielos, habían pasado diez horas desde que le pegara, y el chico aun no podía rozarse sin que le doliera. ¿Qué clase de animal era? Con lo fuerte que le había dado quizás aún pudiera dolerle un poco, pero ¿tanto?
"Cómo te has pasado, Chris." se reprochó a sí mismo, dándose asco.
Sin embargo, Paul soltó algo parecido a una risa sin humor.
- Aunque me encanta ver que te sientes culpable, esto no me lo has hecho tú.
- No me siento culpable exactamente…- empezó Chris, pero luego reparó en el cinturón que había junto a la cama de Paul. – No te lo he hecho yo. ¿Quieres decir que tu padre te ha pegado?
Paul asintió.
- ¿Con el cinturón?
Volvió a asentir. Chris no supo qué decirle.
- Es… la primera vez que me pega – murmuró Paul – Claro que es la primera vez que toco un arma sin su permiso, y que desobedezco una orden directa, y que desvelo una profecía secreta…Además, antes no podía tocarme. Pero a mis hermanos nunca les ha pegado.
Paul parecía sentirse realmente mal. Más allá del dolor físico, Chris entendió que se sentía dolido. Se sentó a su lado en la cama. Le acarició la espalda, y esta vez Paul no se apartó.
- No sé si tu padre ha hablado contigo, pero si ha hecho esto es porque le importas y no quiere que hagas algo tan peligroso como coger una pistola. Algo que además puede meterte en problemas legales. Ha dado la cara por ti. Eso es una prueba de que te quiere.
- Pero…estaba tan enfadado…- dijo Paul, y su voz se quebró en la última palabra, con renovados sollozos.
- Los padres nos enfadamos a veces. Y luego nos desenfadamos. Tú estás acostumbrado a que tu padre te ignore pero por lo que me has dicho siempre ha estado ahí cuando has hecho algo mal. Ya deberías saber que aunque te castigue lo hace sólo porque quiere lo mejor para ti.
- ¿De verdad? – preguntó con mucho sarcasmo. - ¿Era lo mejor para mí que se mantuviera alejado para que no pudiera tocarle y así enterarme de que me han ocultado algo tan importante como la magia durante toda mi vida? ¿Era lo mejor para mí que me culpara la muerte de mi hermano cuando yo ni siquiera sabía que había sido culpa mía?
- Tu padre ha cometido errores, Paul, y muchos, pero no puedes juzgarle eternamente por ellos, o jamás pasaréis página. Elegiste perdonarle. Quizás yo hubiera elegido otra cosa, pero tú le perdonaste y decidiste volver con él. Cuando se perdona a alguien no se debe seguir guardando rencor, porque eso en realidad no es perdonar, y te hará daño a ti, y le hará daño a él. Tú ya sabías cómo era...Decidiste tener un padre, aunque sea uno como él.
- No sabía que iba a hacer esto.
- Lo siento, pero quizás esto es lo único que ha hecho bien en mucho tiempo. Cogiste un arma de fuego que estaba escondida bajo una clave y se te disparó. Creo que cualquier padre te habría castigado por eso.
- Tú no estabas aquí… no lo entiendes…No fue como cuando me pegaste tú. Eso fue humillante y algo doloroso, pero pude entender que sólo pretendías…darme una lección. No me gustó que lo hicieras y algún día me vengaré de ti por eso, pero luego me abrazaste y fuiste amable conmigo. Él…él sólo estaba descargando su enfado.
Chris empezó a escuchar con más atención y a ponerse más alerta, pero se negó a alarmarse todavía.
- Fue más duro que yo, pero porque es tu padre y…
- ¡Me pego con eso! – gruño Paul, señalando el cinturón.
- Paul – dijo Chris con calma – Yo he pegado a mis hijos con un cinturón alguna vez, cuando han hecho algo muy grave o peligroso. No es algo que me guste hacer, pero en alguna ocasión he tenido que hacerlo. Creo que lo que has hecho tú puede considerarse tanto grave como peligroso.
Paul no dijo nada, pero seguía con aquella mirada triste que estaba matando a Chris. ¿Qué era? ¿Enfado por haber sido castigado? ¿Humillación por ser tratado como un niño en vez de como el hombre que se consideraba? De alguna forma, Paul parecía entender que había actuado mal, incluso entendía más o menos que Chris le hubiera castigado, pero no creía merecerse lo que su padre le había hecho. Eso a Chris le chocaba, y le hacía preguntar qué era lo que había hecho Patrick exactamente. Decidió salir de dudas.
- Eres un hombre adulto. Sé sincero, y dime sí crees que ha sido injusto contigo. Dime si crees que ha sido más duro de lo que te merecías. Te creeré, Paul.
- No ha sido más duro de lo que me merecía, pero sí más de lo que podía soportar – respondió el chico tras unos instantes. – Me ha pegado hasta cansarse y luego me ha dejado aquí, llorando, hasta que has venido tú.
Chris abrió mucho los ojos. Paul se había llevado una paliza importante, aun no sabía cuánto, y era la primera vez que su padre le castigaba así. ¿Y se había ido sin más, dejándole llorar? Eso era extremadamente frío, y hasta cruel y explicaba la enorme tristeza de Paul. Debía de pensar que su padre ya no le quería. Debía de sentirse... vacío. Chris sabía, por experiencia en ambos lados de un castigo, que lo que uno necesita después es que le demuestren que sigue siendo apreciado y querido. Uno necesita saber que ha sido perdonado, y que todo va a estar bien. Paul no había tenido eso. No le habían consolado y por eso estaba triste y llorando aun. Chris se conmovió cuando el chico comenzó a llorar más fuerte otra vez.
- Sssh. Mira, te diré lo que vamos a hacer. Vamos a esperar a que te calmes un poco, y vamos a ir a que te laves la cara. Luego vas a ir a hablar con tu padre y a hacer las paces con él. Seguro que él también lo está deseando.
- No puedo volver a mirarle a la cara. No después de lo que he hecho, y de lo que ha hecho él… mi padre apenas me había gritado hasta el día de hoy…Tampoco me había pegado…y yo he llorado como un crío…Debe de pensar que tiene por hijo a un idiota, y a un débil….y…
- Eh, Paul, no sigas por ahí. No eres nada de eso. Y no creo que tu padre lo piense. La verdad, no voy a pretender que entiendo aunque sea una mínima parte de lo que hace o dice Patrick. A veces pienso que es un buen padre y a veces creo que es un imbécil. Pero creo que realmente te quiere. Se equivocó al tenerte engañado toda tu vida, pero lo hizo porque te quería. Y no se habría enfadado porque tocaras la pistola ni habría mentido por ti si le dieras igual.
Oyeron ruidos y Paul se puso rígido.
- Es mi padre. Estará subiendo la escalera. Métete en el armario.
- ¿Qué?
- Chris, por favor. Si te ve aquí me matará.
- Vale, vale. Pero esto se está haciendo una costumbre.
Chris se metió en el mueble sin poder evitar pensar cuántas veces habría estado allí Tom. Recordó cuando pensaba que Paul escondía chicas ahí dentro. Justo cuando cerró la puerta del armario, se abrió la de la habitación de Paul.
- Paul – dijo la voz aterciopelada de Patrick. No obtuvo respuesta. Chris no escuchó nada desde su escondite, pero el padre de Paul tuvo que acercarse a él, porque oyó el gemido del chico.
- No, papá, por favor…
- No voy a pegarte más, hijo. Sólo he venido a ver cómo estas.
Silencio.
- Creo que me he pasado un poco – comentó Patrick. – Déjame ver.
- ¡Papá!
- Paul, además de tu padre soy tu médico.
- Eso es mentira, mi médico es el doctor Simon…
- Vale, pero eso es porque antes no podía examinarte yo. Ahora puedo tocarte. Soy tu médico. Y tu padre. No debe darte vergüenza.
Más silencio. Chris se sentía estúpido dentro de aquél armario. Escuchó un siseó, como de dolor.
- Sí que me he pasado. No sabes cuánto lo siento. No pretendía pegarte así, es sólo que nunca…No medí mi fuerza.
Más silencio. Chris gruñó. No le gustó cómo sonó eso. Si ese hombre se había sobrepasado con Paul, entonces él…
- Entiendes por qué lo hice ¿verdad?
Paul no respondió.
- No puedes coger un arma ni apuntar a nadie con ella. Es peligroso para ti y lógicamente para la otra persona, y no es algo que te vaya a permitir. Podrías haber ido a la cárcel. Además me desobedeciste deliberadamente: te dije que no hablaras con Christopher Haliwell y le trajiste aquí…le enseñaste la profecía de la que NO podías hablar y le dejaste ver el libro que guardaba en la caja fuerte, cuya clave te di sólo para emergencias. No estoy acostumbrado a que desobedezcan mis órdenes Paul. Nunca lo has hecho y espero que no lo hagas de nuevo, pero sobretodo nada de armas. Nunca.
Paul gimió.
- Perdona. No debería regañarte ahora. Es sólo que… cuando me llamó el vecino diciendo que había oído un disparo….Dios, Paul, pensé cualquier cosa.
- ¿Te preocupaste?
- ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Me puse histérico! Paul, tenía una operación en quince minutos y lo mandé todo al carajo para venir aquí y comprobar que estabas bien. Aun no sé cómo se te ocurrió coger un arma…
- Él mató a Jason…
- Él trató de curar a Jason. Es un luz blanca. Esos imbéciles no hacen otra cosa que meterse donde no les llaman y dárselas de ángeles. Yo le habría dado algún que otro puñetazo, pero no merece que le mates…
- Pensé que le odiabas…
- No quiero que haga daño a mi familia. Esa profecía dice que matará a dos de mis hijos. Pero le he investigado, y no es una mala persona. Lo de Jason fue un accidente. No quiero que te acerques a él para que no ocurra "otro accidente" pero no le considero un asesino.
Chris se sintió extraño al oír que hablaban así de él, pero se sintió más raro todavía cuando escuchó la respuesta de Paul, en un tono afectuoso de "sé que me estás oyendo Chris así que abre los oídos".
- Yo tampoco. Es un buen tipo. Tiene la manía de tratarme como si fuera su hijo, pero es un buen tipo.
- Buen tipo o no, no puedes volver a verle, Paul, o me enfadaré.
- Pero si ya estás enfadado.
- ¿Y te extraña?
- La verdad es que sí. Estoy más acostumbrado a tu indiferencia.
- Vale, eso me lo merecía. Pero ya no va a ser así nunca más. Y ahora déjame curarte. Seguramente vas a tener marcas en los muslos. Te daré un antiinflamatorio, y voy a ponerte un poco de pomada.
- Papá, no…
- No era una pregunta, Paul.
Chris oyó cómo se cerraba la puerta y quiso salir de su escondite, pero sabía que no debía hacerlo. En menos de medio minuto escuchó que Patrick volvía, seguramente con la pomada. Pero entonces alguno de sus hijos le llamó desde el piso de abajo, y el hombre suspiró.
- Vuelvo en seguida, hijo – dijo Patrick, y se marchó de nuevo.
Chris ni lo dudó. Abrió el armario, y salió. Se sorprendió de lo que vio. Paul no estaba ni desnudo ni vestido. Se había quitado la camiseta y estaba en calzoncillos. Tenía la espalda y los muslos con franjas coloradas que empezaban a ponerse moradas, y tenía puntos rojos, como de sangre acumulada. Eran sólo tres o cuatro marcas, no más fuertes que un cardenal, pero a los ojos de Chris fueron algo horrible.
- Oh…Dios…mío – jadeó Chris.
- Te dije que me pegó hasta cansarse. – murmuró Paul, que yacía tumbado de lado, dándole la espalda a Chris.
- Paul, vámonos de aquí. Ahora mismo.
"Cabrón. Hijo de puta. Bestia mal nacida" pensaba Chris, y sentía que con cada insulto se quedaba corto.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Porque ese hombre es un animal y no voy a dejar que vivas con él un segundo más.
- Dijiste que tú también pegas a tus hijos con el cinturón…
- Jamás les he dejado marcas. Nunca les he pegado en la espalda. Si alguna vez…si alguna vez les hago esto yo mismo me encerraré en una celda y tiraré la llave. Dios…
Chris pensó en Peter, y en los maltratos a los que había sido sometido. Aun así, su mente le dijo que no era lo mismo. Primero, las heridas de Peter habían sido más graves, le habían pegado con otra cosa y por algo insignificante como vomitar en una moqueta. Paul en cambio se había pasado, y sus heridas no eran tales sino cardenales leves por golpes más fuertes de lo debido. No iba a tener ninguna clase de secuela, pero aun así, aquello era…era demasiado.
- No es para tanto. – dijo el chico.
- No lo entiendes, Paul. Una vez mi hermano se movió cuando mi padre le estaba castigando por algo realmente grave y le dio en el brazo sin querer. Se odió a sí mismo durante semanas e hizo lo imposible por compensarle, y eso que no le dejó ni una sola marquita. ESO no fue para tanto. Esto es...esto es...
Chris sabía que con el cinturón doblado era imposible hacer esas marcas. A Paul debían haberle pegado sin doblarlo…el control de esta manera disminuye enormemente porque la punta del cinturón puede llegar a enroscarse y golpear en lugares donde no se pretendía, llegando a provocar heridas de diversa consideración. Era de cajón. Pegar sin doblar el cuero era casi una flagelación, dolía cien veces más…Chris era consciente en alguna parte dentro de su mente de que estaba exagerando, pero le dio igual. Objetivamente Patrick se había pasado y se merecía todas las cosas oscuras que Chris estaba pensando.
- Cerdo descontrolado. ¡Te ha hecho daño!
- No me hagas mucho caso, pero creo que eso es lo que se pretende con esta clase de castigos.
- Te equivocas. No es eso lo que se pretende. Tenías razón. Lo que ha hecho tu padre es desahogar su enfado contigo, y eso no se debe hacer. Eso no sirve para nada. Vámonos, Paul…
- No pienso ir a ningún lado, Chris. Mi padre no es todo eso que le llamas. Nunca nos ha puesto la mano encima y si no toco una pistola dudo que lo vuelva a hacer. Lo que he hecho ha sido muy grave, tú mismo lo has dicho, y por eso me ha castigado así.
Chris iba a replicar, pero entonces escuchó pasos y supo que el padre de Paul volvía. Tras dudar unos momentos, volvió a meterse en el armario, porque de otra forma provocaría un enfrentamiento directo y no estaba seguro de poder controlarse y no partirle la cara a ese neandertal.
- Ya estoy aquí – oyó decir a Patrick. – Paris había tirado la televisión de su cuarto.
- ¿Qué? Joder con el enano. Papá, no te enfades con él, es sólo que no sabe estarse quieto…
- No me he enfadado. No mucho, pero le he dicho que la tele nueva sale de su paga. Con eso no hay ni para empezar, pero así quizás entienda lo que cuestan las cosas, y tenga más cuidado. ¿Y sabes lo que me ha dicho?
- Algo gracioso, seguro.
- No exactamente. Ha dicho que prefería cuando le castigabas tú. Dice que nunca le dejabas sin dinero.
- Hay que ver, ocho años y tan tacaño como su padre.
- ¿Yo tacaño? En tus sueños. En fin, el caso es que me ha dado curiosidad. ¿Cómo le castigabas?
- Como tú a mí, básicamente. Sin tele, sin postre...Lo que se me iba ocurriendo. Al principio te preguntaba al respecto. Luego me di cuenta de que no iba a obtener respuesta así que me guiaba por la intuición.
- Has sido un buen hermano. Has sido más que eso: un padre.
- Pues no sé cómo he sabido serlo, dado que yo no he tenido uno.
Eso fue muy frío. Chris casi sintió que la habitación se cubría de una escarcha imaginaria. Le dio un aplauso mental a Paul.
- Estábamos avanzando. Empezábamos a ser una familia. – dijo Patrick en un susurro. A Chris le costó escucharlo.
- Sí bueno, el cinturón no entraba en el trato.
- Paul, siento haberme excedido, lo siento de verdad, pero lo que has hecho merecía que te castigara.
- Que me castigaras, tal vez. Que me dieras esta paliza, lo dudo. Sé que he hecho muchas tonterías pero tú no me has pegado por eso. Me has pegado porque estabas enfadado, y frustrado y querías desahogarte.
- ¡Claro que estaba frustrado! Más que eso, estaba desesperado, enloquecido, aterrorizado…Preocupado. ¡Mi hijo ha usado un arma para intentar matar a su luz blanca! Medio luz blanca, si no estoy mal informado, y por tanto no es inmune a los disparos. ¡No eres un asesino!
- ¡SI LO SOY! Por si ya lo has olvidado, YO MATÉ A JASON.
Después de ese grito ninguno de los dos dijo nada en lo que a Chris le pareció una eternidad.
- Eso no es cierto, Paul. Fue un accidente. Sé que querías a tu hermano, y que lamentas su muerte más que nadie. No eres un asesino.
- ¿Y NO PUDISTE DECIRME ESO ANTES? ¿HACE TRES AÑOS, QUIZÁ? ¿TIENES QUE ESPERAR SIEMPRE A QUE YA NO PUEDA MÁS PARA MOLESTARTE EN HABLAR CONMIGO Y SER UN PADRE?
Era el turno de Paul de desahogarse, y el chico tenía mucha mierda dentro. Chris le oyó dar un golpe en la mesa, y eso más que alarmarle le alivio: tanto no debía dolerle; tan mal no se debía encontrar físicamente si podía hacer eso. Se había dejado asustar por las marcas, pero Paul se movía y no tenía lesiones. Darse cuenta de esto fue un alivio para Chris.
- Sé que gran parte de esto es culpa mía. Por eso nunca voy a castigarte o a regañarte si quiera si decides desquitarte conmigo. Pero contra ti no hagas nada. No te pongas en peligro ni te conviertas en algo que no eres, porque no podría soportarlo.
- Palabras vacías, papá. Todo lo que puedo pensar es que son palabras vacías.
- Pero aún me llamas papá.
- A falta de una palabra mejor. Se me ocurren muchas otras, pero no parecen adecuadas para decirlas delante de los niños.
- Piensa lo que quieras, pero te aseguro que no son palabras vacías. Hacía tiempo que no tenía tanto miedo como cuando me han dicho que había habido un disparo en mi casa, donde se suponía que estabas sólo tú.
- Cuando has venido parecías asustado, eso te lo concedo.
- No soportaría que te pasara nada.
- Tienes una forma curiosa de demostrarlo…
- Yo me he llevado palizas peores. Pero sí, tienes razón, me he pasado. Por eso tengo que curarte. Acércate, cariño.
- No me llames así.
- Sólo era un apodo afectuoso…
- No tienes derecho a llamármelo.
- Me odias ¿no es así? – preguntó Patrick.
- Ahora mismo, sí.
- No me extraña. Puede que me odie hasta yo. Ahora necesito que estés quieto y dejes que te cure.
Hubo un minuto, más o menos, de completo silencio, y luego Chris escuchó un siseo y un gemido.
- Puedes quejarte, Paul, o llorar... Sé que escuece mucho.
- Llorar no es de hombres.
- Aquí sólo estamos tú y yo. Si quieres llorar, hazlo.
- No voy a darte esa satisfacción.
- No estoy haciendo esto para que llores. Lo hago para que te baje la inflamación. ¿Notas que te alivie?
- Bastante.
- Bien.
Más silencio.
- Has dicho que te llevaste palizas peores…- dijo Paul al cabo de un rato, la curiosidad en su voz.
- El abuelo odiaba que entrara en su despacho. Esa fue la vez que peor me fue. En su momento no entendí por qué. Luego descubrí lo de la magia, y supe que no me dejaba entrar porque allí escondía cosas que me hubieran revelado la verdad. Pero aun así no creo que le diera motivos para darme la paliza que me dio...Juré que nunca castigaría así a mis hijos y aquí me tienes.
- Si tocas a mis hermanos, te mataré. - advirtió Paul, y Chris consideró que iba totalmente en serio.
- Si tus hermanos no tocan una pistola, yo no les tocaré a ellos. – replicó Patrick. – Prefiero que me odies y estés un poco adolorido a tener que enterrar a otro hijo.
Había tanto dolor en la voz de Patrick que Chris pudo entenderle. Pudo entender que se hubiera excedido…El miedo a sufrir la pérdida de otro hijo debería ser muy intenso. Chris no había perdido un hijo, pero sí una mujer y por eso entendía de sobreprotección. Patrick había sido un bestia, pero no parecía un hombre muy delicado por lo general y además era inexperto en esa clase de castigos. Tal vez y sólo tal vez, no fuera un maltratador.
- Ya he terminado. Mañana tendrías que estar bien, o casi.
- Eso espero, porque tengo clase.
- Si no es mucho pedir, no te pelees. Los exámenes están muy cerca y lo que menos necesitas es otra expulsión.
- Da igual, papá. Voy a perder éste año, seguramente. Y no sólo por la expulsión, sino ya de antes…
- No te rindas tan fácil. Eres listo, y trabajador. Sé que puedes hacerlo. Has estado cargando con mucho tú sólo. Ahora sólo tienes que preocuparte por estudiar y yo te ayudaré en todo lo que necesites. Y si aun así no superas el curso no pasa nada. El año que viene podrás comenzar de cero, sin presiones.
- ¿Sabes? No va a ser tan malo que me pegues si luego vas a estar tan amable y comprensivo.
- No voy a volver a pegarte, Paul. No si no tocas una pistola.
- No te preocupes por eso. Entre Chris y tú lo habéis dejado muy claro.
- ¿Entre Chris y yo?
- Él también me pegó ¿sabes?
- ¿Qué? ¡Será mamón!
- ¡Papá!
- ¿Qué?
- ¡Nunca te he oído decir un taco!
- Bueno, pues ya lo has hecho. Y oirás más seguramente. Que hijo de su madre. ¿Te hizo daño?
Chris estaba alucinando. ¿Patrick se estaba quejando de lo que él le había hecho a Paul? ¡Pero si había sido mucho más suave que Don-sólo-voy-a-pegarte-si-tocas-una-pistola!
- Dolió un poco, pero intenté estrangularle, le di de puñetazos, y le apunté con un arma. Creo que salí demasiado bien parado. Ah, y le insulté.
- ¡Y te quedaste corto! ¡Maldito cabronazo!
- Papá, me estás asustando. No fue para tanto, de verdad. Lo cierto es que… después de nuestra "conversación" lo suyo parecen caricias…
- Pues no te cuento lo que le va a parecer a él cuando le ponga las manos encima…
- Basta, papá. Chris se ha portado muy bien conmigo. Yo no he hecho más que darle problemas a él y a su familia y él ha sido un amigo, casi un hermano.
- ¿No estarás saliendo con él?
- ¡Papá! ¡Me saca catorce años!
- ¿Y eso qué importa? ¿Sales con él?
- ¡No! Claro que no. Por Dios. Casi te prefería cuando no te interesabas por mi vida.
- ¿Casi?
- Sí. Antes no podía hacer esto.
Y, aunque no les vio, Chris supo que se estaban abrazando.
- Te quiero, Paul. Sé que no te lo digo mucho, y que tal vez te cueste creerlo, pero te quiero.
- Y yo también a ti, papá. Odiarte cansa demasiado.
- ¿Me quieres?
- Me has oído perfectamente.
- Pero quiero oírlo otra vez.
- Te quiero. – repitió Paul, y se rió.
De nuevo silencio. A Chris le mataba la impaciencia.
- Lamento romper el momento, porque sé que el buen humor no va a durarte mucho… - empezó Paul – …pero tengo algo que decirte.
- ¿El qué?
- Es posible que haya vuelto a ver a Chris. De hecho, es posible que haya estado en esta habitación, después de que me castigaras.
- ¿Es posible?
- Vale, más que posible. Ha estado. Pero no te enfades. Hoy ya me has gritado mucho…
- No voy a gritarte, Paul. No me gusta, pero no voy a gritarte. Tienes que entender que no es un capricho. Estar cerca de él puede ser peligroso para ti. Puede suponer tu muerte ¿es que no lo entiendes? Lo siento, PJ, pero estás castigado. No puedes salir más que para ir a clase. Y de clase aquí, y de aquí a clase. Hasta que acabe el curso.
- ¡Pero eso son más de dos meses!
- Lo sé.
- Tengo 19 años…
- No me vengas con esas. No me importa la edad que tengas.
- Sí, me estoy dando cuenta.
- No te enfurruñes. En realidad no es un castigo. Es la forma de asegurarme de que no le vuelves a ver.
- Puede orbitar...
- Tendré un ojo encima de ti.
- Genial, adiós a mi libertad.
- Mala suerte. Me gusta que me lo hayas dicho. Significa que empiezas a confiar en mí otra vez.
- Me has demostrado que te importo.
- Siempre me has importado.

Chris decidió que era el momento de irse y dejarlos solos. Pero supo que jamás podría dejar de odiar a Patrick Anderson. Y le dio rabia que Paul no le odiara también, porque eso le obligaba a dejarle en paz. No podía hacer nada si el chico le quería. Y había escuchado con sus propios oídos que era así.

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