Chapter 16: Confesiones
La semana de
expulsión de los chicos terminó antes de lo que habían pensado. El día en el
que se incorporaron les repitieron el examen, y esa misma tarde el profesor de
matemáticas llamó por teléfono, pues sabía lo impacientes que estaban por saber
la nota, y además deseaba hablar con Chris. La llamada tuvo lugar a media
tarde, y cuando colgó el teléfono Chris se vio avasallado por los dos gemelos.
- ¿Y bien? –
preguntó Peter.
- ¿Qué ha dicho? –
insistió Nick
- ¿He aprobado?
- ¿He sacado un 10?
Chris se rió.
- Caray Nick, pero
qué repelente eres. Sí, sí, has sacado un 10. Y sí, Peter, has aprobado.
Enhorabuena, hijo.
Peter no se lo podía
creer. Le dedicó la más ancha de las sonrisas y de pronto pareció mucho más
relajado, como si los hombros le pesaran menos. Nick también estaba contento.
- Tienes que llamar
al tío Wyatt, y contárselo – le dijo.
- Veo que te llevas
muy bien con el tío. – comentó Chris, complacido.
- No es sólo eso:
hicimos una apuesta. Me dijo que si sacaba un diez me llevaría a…
Pero a Nick le daba
mucha vergüenza decir a dónde le llevaría. Chris sintió curiosidad.
- ¿Te llevaría a….?
- Disney Land. No he
ido nunca – explicó. Uno no se ponía tan contento porque le llevaran a Disney
Land con 16 años, pero para Nick era un sueño sin cumplir y le hacía mucha
ilusión. Chris se alegró de verle tan contento, pero disimuló:
- ¿Y no deberías
haberme consultado primero? Para estas cosas tienes que pedirme permiso.
- Pero…
La cara de Nick
mostró tal desilusión que Chris no pudo seguir torturándole.
- Es broma. Wyatt
puede llevarte a donde quiera, para eso es tu tío. Pero le advertiré que si
quiere que su cartera no se resienta, no debería de apostar contigo con el tema
de las notas.
Nick estaba tan
impaciente que acabó por llamarle él. Chris aprovechó y fue a hablar con Peter.
- El señor Higues
quiere que te felicite. Dice que se nota que te has esforzado mucho.
El señor Higues era
el profesor de matemáticas.
- Pero… - le animó
Peter. Sabía que había un pero, por el tono que empleaba Chris y porque el
profesor no habría llamado sólo para decir sus notas.
- Pero quiere
ponerte en clases de refuerzo, dos horas a la semana.
- Está bien. Supongo
que…podrán ayudarme.
Chris no sabía cómo
iba a reaccionar Peter, pero había algo más.
- El horario
coincide con el de las clases de piano que has estado mirando.
Chris no se había
olvidado de que había prometido apuntar a Nick a Judo y a Peter a piano. Se
habían informado y los chicos estaban bastante ilusionados.
- Entiendo.
Y no dijo nada más.
Sólo "entiendo". Chris notó que aquello le entristecía mucho, pero el
chico no estaba dispuesto a reconocerlo.
- No te preocupes,
buscaremos otras clases, fuera del colegio. Habrá muchos sitios que oferten
clases de piano. Lo buscaré, de verdad.
- Gracias, Chris. –
dijo Peter, que volvió a animarse. Quizá tardarían un poco, pero encontrarían
alguna clase a la que Peter pudiera ir. Peter estuvo reflexionando un rato
sobre la cantidad de "pequeñas cosas" que Chris hacía por él. Había
cosas que ni siquiera estaba obligado a hacer como padre, como el hecho de apuntarle
a aquellas clases extracurriculares que suponían más dinero, más tiempo y más
esfuerzo. Chris no estaba obligado a hacerlo, pero lo hacía porque le quería.
Peter pensó que tenía que corresponderle de alguna forma, y creía saber cómo.
Dejó que la idea diera vueltas en su cabeza, sin atreverse a sacarla de ahí.
Nick terminó de
hablar por teléfono con una cara de triunfador total, aunque no soltó prenda
sobre lo que había dicho Wyatt. Aún era pronto, quedaban dos o tres horas para
cenar, y Chris pensó que podrían ir al cine.
-¿En Lunes?
- ¿Tienes algo mejor
que hacer esta tarde?
Los chicos no tenían
deberes, así que el plan era perfecto. Y a Leo le iba a encantar la idea.
Sin embargo, cuando
fue a buscar a Leo estaba metido en la cama. Nada más echarle un vistazo, Chris
se dio cuenta que estaba enfermo. Le puso el termómetro y tenía algo de fiebre.
Los catarros era algo que los luces blancas no podían curar. Su poder sólo
tenía efecto con las heridas, y aquello era frustrante.
- Tendréis que ir
vosotros solos. Leo está malo.
- ¿Qué le pasa?
- No es más que un
catarro, creo. Quizá mañana le lleve al médico.
- Puedo quedarme yo
con él – se ofreció Peter.
- No, ve y
diviértete. – rechazó Chris, con una sonrisa. No sería un buen padre si se
fuera al cine estando su hijo enfermo. Les dio dinero suficiente para la
película y las palomitas. Habían pensado en ver una película algo infantil por
Leo, pero como iban los dos solos podrían ver lo que quisieran.
- Pero no la de los
zombies – dijo Chris, acordándose de un anuncio – Esa es para mayores de
dieciocho. Probablemente ni os dejarán pasar a vosotros solos.
Pero esa era justo
la que Nick quería ver. En la taquilla, dieron el pego como mayores de
dieciocho y les dejaron pasar. No llevaban ni quince minutos de película cuando
Peter se tuvo que salir: ese tipo de cine gore no era para él. Además, no
conseguía concentrarse en la película: tal vez porque ésta no tenía mucho
argumento, o quizá porque aun le estaba dando vueltas a lo que había estado
pensando sobre Chris, los pequeños detalles, y la forma de corresponderle. Nick
se quedó en el cine, así que Peter decidió volver a casa. Chris se sorprendió
de verle.
- Sangre, vísceras,
puaj. – esquematizó el chico. Estaba algo cansado, aunque no sabía por qué,
dado que no había hecho nada agotador.
- Habéis ido a ver
la de los zombies – acusó Chris.
- Sí. – admitió
Peter.
- Yo debo de hablar
en chino. Digo que no y automáticamente entendéis que sí.
- El hombre de las
entradas nos las vendió….
- ¿Sin pediros el
carnet? ¡Pues qué bien! Aun así, os dije que no la vierais – dijo Chris,
molesto pero no enfadado.
Había dejado a Leo
en el piso de arriba, y había bajado a hacerle un zumo y una sopa caliente. Lo
puso en una bandeja y subió las escaleras. Peter le siguió.
- Y ahora entiendo
por qué. No sé como Nick tiene estómago para ver eso.
- Nick no tiene
estómago ¿es que no ves cómo come?
Peter sonrió, pero
Chris estaba serio, pese a su propio chiste. Peter le cortó el paso, antes de
que entrara en la habitación de Leo.
- ¿Estás molesto
porque hemos visto esa película o estás preocupado por Leo?
- En realidad, un
poco de las dos cosas.
- ¿El peque está
bien? – preguntó Peter.
- Sí, sí. Pero han
llamado del P3. Parece que ha habido algún tipo de problema y yo debería ir,
como copropietario…
- Pues ve. Yo me
quedo con él.
- No sé si es buena
idea…
- Oye, no voy a
dejar que le ocurra nada. Si empeora o cualquier cosa, te llamo.
- No es eso. Es que
ese no es tu trabajo…
- No es un trabajo.
Es mi hermano pequeño, papá. No me cuesta nada cuidar de él.
"Papá"
Chris estaba tan
pensativo que tardó en asimilar lo que Peter había dicho. El chico había
encontrado por fin la forma de soltar esa palabra, que era su modo de expresar
agradecimiento. De expresar lo que Chris le hacía sentir con sus pequeños
gestos de cada día: que era su padre, y ya iba siendo hora de que empezara a
llamarle como a tal. Cuando Chris cayó en la cuenta de cómo le había llamado,
trató de abrazarle, pero casi se le cae la bandeja en el proceso.
- Cuidado – dijo
Peter, riendo. – Vamos, ve a ver a Leo. Yo voy a seguir aquí cuando salgas.
Chris entró al
cuarto del pequeño, dejó la bandeja, y le dio un beso, porque se había quedado
dormido. Cuando salió, tuvo que contenerse para no tirar a Peter al suelo de un
abrazo. Le había llamado "papá". Había costado un mes y una semana de
convivencia, pero le había llamado "papá". Wyatt tenía razón. Se
había vuelto un ñoño, porque de pronto tenía ganas de llorar.
- La verdad es que
suena bien – comentó Peter – Pero ¿crees que podrías dejarme respirar?
Chris aflojó
automáticamente, pero no llegó a soltarle del todo. Peter apoyó la cabeza en su
hombro, y supo que tenía que ir más lejos. Que con la palabra "papá"
no bastaba. Que Chris quería y siempre había querido su confianza, y tal vez aquél
fuera el momento para demostrarle que la tenía.
- Hay algo que
quiero decirte – dijo Peter. – Yo…Cuando estamos en el colegio, y tenemos que
poner nuestro nombre, no me cuesta nada poner "Peter Adam Haliwell".
Suena bien, es como si siempre hubiese sido mi nombre. Pero cuando estoy
contigo, pienso en ti como "Chris" y no como "papá". Y no
es porque no sienta que eres mi padre. Es…supongo que es porque…. Siempre he
asociado "padre" a una idea negativa ¿sabes? Primero, un tipo al que
no conozco, y que tal vez no sepa que tiene dos hijos. Después, un tipo que me
separa de mi hermano, me trata bien, pero luego me abandona. Más adelante, un
hombre al que nunca le di una oportunidad, porque me pasé toda la adopción
intentando que me devolvieran con mi hermano. Y por último…Nunca te he contado
cómo fue mi último padre ¿verdad?
Chris negó con la
cabeza, prestando mucha atención a todo lo que Peter le decía. De su último
padre sabía dos cosas: que era psicólogo, y un monstruo. ¿Qué más necesitaba
saber?
- Derek tuvo que ser
un buen tipo, en algún momento de su vida. Lo tenía todo para serlo: era
atractivo, tenía un empelo, una mujer, y era empático. Por algo era psicólogo.
Cuando le conocí…me cayó incluso mejor que tú. No te ofendas, pero es que él se
fijó en mí, y no en Nick. A él ni le miró. Me miró directamente a mí, y supo
que me quería consigo. No me preguntes por qué, pero a aquella adopción no me
opuse. Quizás estaba cansado de estar sólo; quizás había asumido que tenía que
elegir entre Nick o unos padres, o quizás pensaba que, si era un buen hijo,
podría convencerle para adoptar a Nick en un futuro. No lo sé. Pero me fui con
él, y estaba dispuesto a que saliera bien. Luego conocí a su mujer, y ella me
no me cayó tan bien. Me dio la sensación de que no me quería con ellos, y me
pregunté entonces por qué me habrían adoptado.
/El primer mes en su
casa no fue muy diferente a lo que ha sido éste mes contigo. No te sorprendas:
si me hubieran tratado mal desde el principio quizás yo me hubiera escapado o
no hubiera durado tanto tiempo junto a ellos. Pero a Derek…a Derek nunca le
dije papá. Eso te lo he dicho sólo a ti. Para él inventé una nueva palabra.
Como no le gustaba que le llamara Derek, y yo no era capaz de llamarle papá, le
llamé Dedé. A él le hacía mucha gracia.
/Con Morla, su
mujer, era diferente. Ella no era mamá, pero tampoco era Momó ni nada parecido.
Ella era simplemente la mujer de Dedé. Nos tolerábamos mutuamente. Ella me
preparaba el desayuno y lavaba mi ropa, pero ahí se acaban sus funciones de
"madre". Entonces, empecé el colegio, después del verano. Suspendí…ya
no me acuerdo lo que suspendí, pero creo que fue francés, o algo de eso. Yo no
le di importancia. Tenía trece años y la vida me acaba de regalar unos padres.
Sentía que nada tenía importancia, ni el colegio, ni las notas, ni nada. ¿Qué
había de malo en que me fuera mal en la escuela, si tenía a Dedé para
protegerme? Sin embargo, a Dedé no le gustó nada que suspendiera.
Aquella….aquella fue la primera vez que me pegó, y puedo asegurarte que tú no
podrías hacerme tanto daño aunque quisieras. No te estoy llamando débil, es
sólo que…Dedé era algo así como el doble de grande que Wyatt, o eso me parece a
mí desde mi difuso recuerdo, y no tenía reparos en utilizar cualquier cosa que
tuviera a su alrededor.
/Estuve en la cama,
sin poder moverme, cerca de tres días. Aquello me bajó de mi burbuja, y pude
entender que los estudios eran importantes, pero aun así no creía merecerme
aquello. Hubiera sido normal que me castigaran, pero ¿así? Tenía heridas por todo
el cuerpo. Una persona normal me habría llevado al hospital. Sin embargo, el
único tratamiento que tuve fueron las visitas de Morla. Al principio, la eché
la culpa a ella. Yo nunca le había caído bien: seguro que había sido ella la
que le había dicho a Dedé que me hiciera aquello. Pero luego comprobé que Morla
me compadecía. En una de aquellas visitas, cuando terminó de curarme unas
heridas, me dedicó las primeras palabras amables desde que llegué a su casa:
/" Eres un
chico muy valiente" me dijo. Y se fue. Cuando volvió, vi que estaba
llorando. Yo no había visto a Morla llorar. A decir verdad, nunca había visto
llorar a una mujer, salvo a alguna niña del orfanato. La pregunté qué la
pasaba, pero no me respondió. Se puso a curarme, como hacía cada seis horas,
pero pude ver que tenía cardenales en el brazo. Entonces entendí que Morla no
era el problema. No me quería allí porque quería mantenerme a salvo de Dedé.
/Aun así, y aunque
nunca me he considerado tonto, yo seguía pensando que podía arreglar las cosas
con Dedé. Sólo tendría que ser bueno y no provocar que volviera a enfadarse.
Durante un tiempo me funcionó. Pero yo era un niño….soy un niño…. Y a veces me
equivoco. Y cuando me equivocaba, Derek se ensañaba conmigo. Sólo me pegaba
cuando yo hacía algo mal ¿entiendes? Por eso llegué a pensar que me merecía
aquél trato. Pero el miedo me hizo aprender, y dejé de hacer cosas mal. Y él me
seguía pegando. En una ocasión, Morla intentó defenderme, pero Dedé la pegó
delante de mí. Desde entonces no me defendió nunca más. Era ella la que me
ataba a la cama o me hacía dormir en la alfombra. A veces aun pienso que hacía
eso para que Dedé no me pegara. Debía de pensar que era mejor atarme a la cama
que enfrentarme a una paliza. Pero a veces me enfrentaba a las dos cosas. Y
aquello, cada vez iba a más….
Peter dejó de
hablar, fijándose en algún punto de la pared con la mirada perdida. Chris no
sabía qué decir. Intentaba….trataba de asimilar todo lo que había escuchado,
porque en ese momento no había estado preparado para oírlo. No se podía
imaginar que iban a hablar de aquello. Buscó las palabras que su cerebro era
incapaz de ordenar , pero antes de poder decir nada, Peter continuó hablando.
- Lo que pone en mi
expediente médico es que soy una persona violenta, o más bien, que puede sufrir
ataques de ira cercanos a la locura. – confesó Peter. Una vez que abrió la
puerta, no la pudo cerrar. No podía seguir callándoselo. – Intenté matar a
Derek, una vez. Intenté tirarle por las escaleras, pero él ni siquiera
trastabilló por mi empujón, y me tiró él a mí. Tuve suerte en la caída; podía
haberme roto el cuello. Volví a intentar matarle en una ocasión, pero lo único
que hice fue dejarle unos pocos cardenales. Intenté matarle de verdad.
Quería...quería que él se muriera, cuando no quería morirme yo. No quería que
lo supieras y te arrepintieras de haberme adoptado.
Más silencio. Chris
no le contempló con miedo, ni con asco, sino con un profundo interés, como si
quisiera sondear su alma. Entendió que Peter consideraba que aquella confesión
iba a provocar en él algún rechazo, como si tuviera miedo de que volviera a
intentar matar a alguien. Chris supo en ese momento que Peter era capaz de
hacerlo. Que si volvía a verse en una situación semejante, intentaría matar a
su agresor. Y que ya no tenía trece años, así que probablemente lo conseguiría.
- Ya no tengo
secretos, Chr…papá. Te lo he contado todo – le aseguró Peter, con lágrimas en
los ojos, pero eran de alivio. – Desde que me conoces dices que soy una buena
persona. Y Dios, no sabes cuánto quiero creerlo, porque te juro que si hubiera
tenido dieciséis años por aquél entonces, si hubiera tenido la fuerza que tengo
ahora, le habría matado, aquél día en el que vi cómo pegaba a Morla.
Esa era la primera
vez que Peter hablaba con verdadera ira, como si las propias palabras fueran
espadas. Y Chris entendió aquello que Nick quiso decir una vez, al decir que
Peter enfadado era peor que él. Se preguntó si Nick sabría lo que Peter le
acaba de contar, pero no tuvo que preguntarlo en voz alta.
- No sé lo que Nick
cree que pone en ese expediente, pero yo nunca le he contado nada. Supongo que
pensará que hay informes de los…ataques…que sufrí, lo cual también es cierto.
Chris por fin
recuperó la capacidad de movimiento, y abrazó a Peter.
- Te quiero – fue lo
primero que pudo decir. – Te quiero. – repitió. – Y te entiendo. Gracias por
contarme …esto. No ha cambiado ni un ápice lo que pienso de ti, salvo que ahora
te admiro más. Claro que no eres una mala persona, Peter. Sólo eres humano. No
me arrepiento de haberte adoptado. No te considero peligroso, y aunque así
fuera, trataría de ayudarte, no de echarte de mi lado. Te prometo que a partir
de ahora "padre" va a ser una buena palabra. Te quiero.
Chris odió su
dificultad para encontrar la manera de expresarse, pero en realidad dijo lo que
tenía que decir. Dijo lo que Peter necesitaba oír. El chico supo que había
hecho lo correcto al contárselo. Ya no era un secreto. Ya no tenía que llevar
eso en el corazón, tratando de no pensar en ello.
Durante mucho, mucho
tiempo, Peter había tenido un dilema interno. Si lo que le habían hecho era por
su culpa, entonces él era una mala persona. Si lo que le habían hecho no era
por su culpa, Derek merecía morir, y entonces también era una mala persona, por
desear aquello.
- Peter, no hay nada
de lo que seas culpable. Lo que hicieras…lo que pensaras….Sólo querías
defenderte. En estas cosas no puedo decirte lo que tienes que hacer, Peter.
Sólo puedo hablarte como lo haría con un adulto. La ira que sentiste, no es
sólo normal, es sana. Es el instinto de preservación, es la reacción natural.
Pero si realmente hace que te sientas mal, quizá….quizá deberías encontrar la
forma de….de perdonarle – A Chris le costó horrores decir aquello. – Ni por un
segundo pienses que le estoy defendiendo. No es por él por quien le tienes que
perdonar, sino por ti. No dejes que te siga haciendo daño, aun desde la
distancia. No le concedas el poder de destruirte, porque te veas envenenado por
el rencor. Peter, si le hubieras matado el mundo no hubiera perdido a Derek, te
hubiera perdido a ti. Con tu inocencia, tu bondad, y tus buenas intenciones. No
eres un asesino, Peter. Y no creo que tengas ningún problema con la ira, ponga
lo que ponga en ese papel.
Peter respiró hondo
mientras dejaba que las palabras de su padre calaran en él. Intentó hacer lo
que le pedía. Buscó la forma de perdonar a Derek, y de perdonarse a sí mismo. Y
creyó encontrarla, en los buenos momentos que, aunque escasos, había pasado
junto a él. Dedé y Derek eran dos personas distintas. El enfermo era él, y no
Peter. Y a los enfermos no hay que guardarles rencor, hay que tenerles
compasión. Aun no estaba preparado, y no lo estaría nunca, para compadecer a
Dedé. Pero se creyó capaz de dejar de odiarle, sin tener para ello que odiarse
a sí mismo.
Se apoyó en Chris
deseando no crecer nunca, porque esa era la altura justa para poner la cabeza
en su hombro. No supo cuánto tiempo pasó así, pero cuando se separó, sentía que
acaba de atarse a Chris de una forma irrompible. Chris era su padre, y él le
había admitido como tal. No había vuelta atrás para aquello, porque además le
había hecho partícipe de su secreto. Había confiado en Chris, y él no había
fallado a esa confianza. Todo lo demás dejó de tener importancia.
- Tienes que ir al
P3 – le recordó.
- No voy a irme
ahora.
- Vete, no pasa
nada. En realidad, me hará bien estar sólo. Acabo de abrirte mi alma. Déjame
algo de tiempo para cerrarla.
Chris insistió en
quedarse, y Peter insistió en que se fuera. Al final, una nueva llamada de uno
de los camareros del P3 puso a Chris en una verdadera encrucijada. Él también
necesitaba tiempo para asimilar todo lo que había oído, pero no le parecía
propio irse después de una confesión semejante. Se hubiera llevado a Peter
consigo, pero Leo seguía enfermo y alguien tenía que quedarse con él.
Finalmente, accedió a irse, pero prometió no estar fuera más de treinta
minutos. Aunque aquello parecía imposible, Chris podía orbitar, y no dudó en
hacerlo cuando cerró la puerta de su casa, por lo que no tenía que preocuparse
por el viaje de ida ni el de vuelta.
Mientras Chris se
ocupaba de aquellos asuntos laborales, Peter se quedó con Leo, haciendo de
enfermero. El niño se despertó, así que le leyó un cuento y le dio de comer la
sopa, como si fuera un bebé que no pudiera hacerlo sólo.
- Me parece que a ti
lo que te pasa es que estás mimoso – le dijo, bromeando en tono cariñoso – Yo
te veo muy sano, vamos a ver.
No lo decía en
serio, el niño no tenía nada importante, pero sí que estaba malo. De hecho,
justo después de que dijera aquello tuvo que ir al baño a vomitar, y Peter le
acompañó. Leo se puso a llorar: siempre lloraba cuando vomitaba, no lo podía
evitar. Peter le cogió en brazos y le acunó, para llevarle de vuelta a la cama.
En el camino Leo volvió a vomitar, ésta vez encima de la camiseta de Peter, que
no pudo contener una mueca de asco. Le dejó en su cama, y le dio un poco de
agua. Después fue al baño a intentar limpiarse. Así le encontró Nick cuando
regresó del cine.
- Te has perdido la
mejor parte – le dijo - ¿Por qué te has ido?
- No me estaba
gustando.
- ¿Qué tienes en la
camiseta?
- Leo ha empezado a
devolver.
- Ah. ¿Dónde está
Chris?
- Ha tenido que irse
al P3. Estoy cuidando del peque.
- ¿Niñera?
- Hermano.
A Peter le molestó
un poco que Nick mostrara tanto desinterés, aunque se recordó que después de
todo no tenía la culpa de haber estado en el cine mientras él cuidaba del niño.
- ¿Puedes ir a ver
si necesita algo? Yo voy a cambiarme de camiseta. Y tal vez a darme un baño.
- Eh…en realidad iba
a ver la tele.
- Pues ahora vas a
cuidar de Leo. Además, creo recordar que Chris aun no te deja ver la
televisión. Te aumentó el castigo ¿recuerdas?
- Sí, pero Chris no
está por aquí ¿verdad?
- Pero estoy yo.
- ¿Ahora eres mi
padre?
- No, pero Chris sí.
Y Leo es tu hermano. Vamos Nick, que no te estoy pidiendo gran cosa.
- Tú eres mi
hermano. Leo es el hijo de Chris.
Escucharon unos
pasitos corriendo, y el inconfundible sonido del llanto.
- Genial, Nick, creo
que te ha oído.
Peter fue a buscarle
y llegó a tiempo de impedir que Leo se cayera por las escaleras. Tenía fiebre,
estaba algo mareado, y al bajar corriendo se había tropezado. Peter le sujetó,
con el corazón a mil por hora.
- ¿Estás bien? –
trató de abrazarle, pero Leo no se dejó.
- ¡Soy tu hermano! –
gritó el niño - ¡Y el de Nick! ¡Yo no os quería en casa y tuve que compartir a
papá!
- Lo siento, enano –
intervino Nick, que les había seguido con más calma – No lo decía en serio
¿vale?
Leo le miró con ojos
llorosos.
- Pues no vuelvas a
decirlo. Nunca.
- Nunca. – Nick le
abrazó. – Ahora vamos a la cama, que Peter tiene que ducharse.
- No, a la cama no.
Es muy aburrido.
- Yo me quedaré
contigo – le dijo Nick. – Pero si tienes fiebre, estás en la cama. Son las
reglas.
- ¿Qué reglas?
- Las que me acabo
de inventar.
- Eso no es justo.
- Soy mayor que tú,
y te aguantas – respondió Nick, pero lo hizo con una sonrisa. Se echó al
pequeño al hombro al estilo "saco de patatas", y le subió a la
habitación.
Peter se metió en la
ducha, y Nick se quedó con Leo en su habitación, hablando de tonterías porque
el niño no se dormía. En esto regresó Chris, y cuando subió al cuarto de Leo,
como no tenía noticia de que Nick hubiera regresado, le confundió con Peter.
- Hola, hijos.
- Hola, papá –
saludó Leo.
- ¿Qué tal está?
- Ha vomitado un
poco, pero está bien. Está cansado de estar en la cama.
- Eso es buena
señal. Oye Peter…de lo que hemos hablado antes…
Nick se puso en
guardia. Él no era Peter, pero por alguna razón no sacó a Chris de su error.
Sentía curiosidad por lo que fuera a decirle.
- …hay algo que
quiero decirte. ¿Vienes conmigo un momento?
Nick se levantó, y
se fue con él. Chris se apoyó en la barandilla de la escalera, sin llegar a
bajar. Nick le imitó.
- Me equivoqué
contigo, Peter. Desde el principio. Siempre he pensado que Nick es….tan
peculiar…por todo lo que habéis vivido. Que él reaccionó a vuestras
separaciones con rabia y rencor. Me parecía que tú en cambio estabas sólo lleno
de tristeza. Pero me he dado cuenta de que tú también estás enfadado con el
mundo. Sé….sé que me vas a decir que esto no es necesario, pero quiero que
sepas que yo no soy como Derek. Esto no es como el primer mes que pasaste con
él. Hijo, mi único objetivo en la vida va a ser hacerte feliz.
- Yo… no sé qué
decir – respondió Nick, que en verdad no lo sabía porque no terminaba de
entender de qué estaban hablando.
- Creo que…creo que
realmente necesitas pasar página en esto. Nunca vas a poder olvidarlo sí al
levantarte o al desnudarte ves las marcas de lo que te hicieron. Pero no voy a
volver a tomar ninguna decisión por ti, Peter. Creo que sobre este tema tú eres
el único que tiene derecho a opinar, así que te lo pregunto. ¿Quieres que
vayamos al médico, por si es posible quitarte las cicatrices de la espalda?
Nick se quedó mudo.
Él no tendría que estar escuchando aquella conversación.
- Sé que te lo
tendría que haber preguntado antes – prosiguió Chris, ante su mutismo. – Si te
soy sincero, no caí en la cuenta. Pero ahora hay métodos para eso, y quizá te
sientas más cómodo si….No estoy diciendo que sean algo malo – se apresuró a
añadir – Yo…lo que tú prefieras.
Nick supo que tenía
que decir algo, pero aquello le superaba. ¿Por qué diantres no le había dicho
que él no era Peter? Iba a decir algo, pero no fue necesario.
- ¿Peter, qué te
pasa? Estás blanco…¡Oh! Perdóname, tú vértigo. Lo había olvidado. Ven,
apartémonos de las escaleras.
Peter salió de la
ducha y caminó, secándose el pelo con una toalla. Le había parecido escuchar
voces. Tal vez Chris habría regresado ya. Entonces pasó por las escaleras, y les
vio.
- Hola Ch…papá.
Perdona, me va a costar un tiempo acostumbrarme.
- Hola. – saludó
Chris, y al tenerles a los dos juntos se dio cuenta - ¿Peter?
- Sí, claro. ¿Quién
voy a ser si no?
Chris miró al otro
"Peter", que estaba aun más blanco.
- Yo….yo….- Nick
balbuceó.
- Tenéis que dejar
de vestiros igual – dijo Chris solamente, pero mirando a Nick de una forma
extraña. No era enfado, sino más bien tristeza. Nick se sintió fatal. Había
escuchado una conversación privada. Observó que Chris se alejaba, que volvía al
cuarto de Leo, y se quedó mirando a Peter, que no entendía nada.
- ¿Qué ha pasado? –
le preguntó.
- Me…me ha
confundido contigo. Y yo… no se lo he dicho. Creo que he escuchado algo que no
debería haber escuchado. Lo siento.
- ¿Qué te ha dicho?
– preguntó Peter, que aun no había decidido si enfadarse o no. Todo dependía de
lo que Nick hubiera escuchado.
- Algo sobre Derek,
el rencor, y hacerte feliz. Y…y…te ha preguntado…"me" ha preguntado,
si quieres operarte las cicatrices de la espalda. ¿Me he perdido algo?
- ¿Qué te ha dicho
sobre Derek? – preguntó Peter, con cierta alarma.
- No gran cosa, o
nada que tenga mucho sentido.
Peter le observó
durante unos segundos, y se dio cuenta de que su hermano no había averiguado
nada de lo que había estado hablando con Chris. Aquello le alivió.
- Oye, ¿qué me
escondéis vosotros dos? ¿A qué viene ahora lo de Derek? ¿Ha pasado algo?
- Papá tiene razón:
deberíamos dejar de vestirnos igual.
- Ah, sí. ¿Ahora es
papá? Pensé que no estabas preparado para decir esa palabra.
- Pues… ya sí.
- Qué bien – dijo
Nick, pero sonó como una palabrota, casi como si deseara decir "qué
mal".
- ¿Qué quieres decir
con eso? ¿Te supone algún problema?
- Yo le llamo papá,
y semanas después tú haces lo mismo.
- Sí bueno, verás,
creo que es lo lógico que al ser hermanos, llamemos papá al mismo hombre. Tal
vez esperabas que le llamara pipí, o algo de eso.
El sarcasmo de Peter
le escoció, porque no solía hablarle de esa forma.
- Llámale como se te
antoje, pero deja de intentar ganártelo.
- ¿Qué?
- ¡Por favor! Vas
dando pena por las esquinas. Que si "voy a ser perfecto", que si el
cuaderno, que si yo me ofrezco para hacer la compra, para cuidar a Leo y para
ser tu maldito lameculos, que si "ahora le llamo papá"….¿Quieres un
premio al hijo del año o sólo intentas dejarme mal?
A Nick le había
dolido esa mirada de Chris….esa mirada como de decepción, que nunca le dedicaba
a Peter. A Peter siempre le miraba con orgullo….¿y quién no, si el jodido lo
hacía todo bien, y más que bien? Peter parecía no tener defectos, al menos a
ojos de Nick. Incluso a veces se permitía hablarle como si no tuvieran la misma
edad, como si Nick fuera más pequeño y le pudiera regañar, tal como había hecho
momentos antes con lo de la tele.
- Oye, ¿a qué viene
esto? Yo no quiero nada. Todo lo que hago y digo… soy sincero. Lamento si no te
gusta, o si te doy la impresión de ….de todo eso que has dicho, pero no intento
dejarte mal, en absoluto. No eres el ombligo del mundo.
- No, ese puesto lo
ocupas tú. El pobre y maltratado Peter, al que todos tienen que querer y hacer
caso, porque no está bien de la cabeza.
Peter apartó a Nick
de un empujón, y bajó las escaleras. Sin pensarlo, con el pelo aun mojado, la
ropa recién puesta y la toalla aun mojada, salió de la casa. Las palabras de Nick
habían sido un golpe muy muy bajo, y además no tenían ningún sentido. Así era
como él se sentía en ocasiones, como que Nick era el centro de todas las
miradas, porque tenía el encanto que él no poseía. No sabía que Nick pensara
que toda la atención se la llevaba él.
Y todo lo demás que
había dicho… simplemente dolía. Peter odiaba que le tuvieran lástima, y Nick lo
sabía. No era esa la impresión que quería dar, y menos a Chris. En cuanto a la
insinuación de que estaba loco…no es como si nunca se lo hubiera planteado.
Peter caminó, necesitaba alejarse de allí. Necesitaba pensar en su pasado, en
su futuro, en Derek, en Chris, en Nick. Nick era el nexo que unía sus dos
vidas. El infierno y el cielo. Pero, si Nick pensaba eso de él, ¿cómo
reaccionaría si un día se enteraba de lo que era capaz de hacer? Nick tenía un
sentido de la justicia bastante desarrollado, y para él nada justificaba el
asesinato. Peter no quería que su hermano le juzgara por lo que había tratado
de hacerle a Derek. Si Nick pensaba que era perfecto, se equivocaba. Tenía
muchos, muchos fallos. Y tal vez fuera cierto que no estaba bien de la cabeza.
Mientras tanto, en
la casa, Nick tardó un poco en asimilar que su hermano se había ido, dolido por
sus palabras. Fue a buscar a Chris, y entró sin llamar al cuarto de Leo. Chris
estaba poniéndole el pijama a su hijo.
- Nick, ¿qué ocurre?
– preguntó Chris, con voz cansada. Estaba molesto con el chico pero se esforzó
por ser amable.
- Peter se ha ido.
- ¿Qué?
- Nos hemos peleado,
y se ha ido.
Chris se alarmó,
pero se obligó a tranquilizarse.
- Tiene dieciséis
años. Habrá salido a despejarse, y cuando se calme volverá. ¿Qué ha pasado?
- No estoy tan
seguro de que vuelva.
Era la culpabilidad
lo que hacía que Nick se sintiera tan preocupado.
- ¿Qué ha pasado? –
volvió a preguntar Chris, negándose todavía a asustarse. Peter se había
escapado en una ocasión, pero dejó una nota, y sus motivos, aunque erróneos,
eran comprensibles. Su hijo no se iría por una simple pelea. Uno se marcha en
caliente, y vuelve en frío, cuando se ha calmado.
- Le he hecho daño –
confesó Nick, y le contó todo lo que se habían dicho. – En el pasado le he
dicho cosas peores, pero nunca había aludido a….ya sabes.
No dijo
"maltrato", porque Leo estaba delante.
- Sé que el anterior
papá de Peter le hacía daño – dijo Leo. - No soy tonto. Pero tú sí, porque papá
te quiere lo mismo que a Peter, así que no tienes que pelearte con él porque
tengas celos.
- No ha sido por
celos – replicó Nick. Lo que Leo sugería era muy infantil. "Papá te hace
más caso a ti, ahora me enfado y no respiro".
- Sí, si son celos –
replicó Leo – Y lo sé porque a mí me pasa todo el rato. Antes éramos dos
¿sabes? Y ahora somos cuatro. Uno piensa cosas muy malas cuando tiene celos.
Pero no lo piensa en serio.
Chris se sorprendió
de la madurez de su pequeño, y se dio cuenta de que tenía razón. Aquella pelea
había sido una discusión de hermanos celosos, pero llevada a un nivel superior.
- Leo dice la
verdad, Nick. Os quiero lo mismo a los dos. A los tres. Así que no hay por qué
estar celoso.
- Pero Peter es…
- ¿Qué? ¿Más
obediente? ¿Más comprensivo? ¿Más agradable? Pues tú eres más confiado, más
sincero, y más valiente. Cada uno tiene sus virtudes y sus defectos, Nick. Y a
mí me da igual cómo seáis. Como si tenéis antenas, o cinco ojos. Sois mis
hijos, y os quiero. A todos.
Nick no dijo nada.
Se sentía ridículo, porque quizá, en el fondo fondo, sí que fueran celos lo que
tenía.
- Peter ha pasado
por cosas muy difíciles que le han hecho mucho daño. Habrá momentos en que le
dedique más atención, porque lo necesite, igual que estaré más contigo, si
algún día me necesitas.
- Todo eso ya lo sé,
pero…
- Pero aun así te
gustaría tenerle para ti sólo – terminó Leo por él, con una risa cómplice que
terminó por convertirse en una tos.
- Vamos Leo, métete
en la cama. – dijo Chris, y le arropó – Esa tos no me gusta nada. Mañana iremos
al médico, a que te vea.
Le dio un beso, y
salió de la habitación, indicando a Nick que hiciera lo mismo. Apagó la luz,
pero no cerró la puerta: a Leo le daba miedo dormir con la puerta cerrada, y a
Chris también, en realidad. Hay una especie de instinto básico en contra de
cerrar la puerta cuando estás dormido, o al menos ellos lo tenían.
- Siento haberme
hecho pasar por Peter. – le dijo Nick, ya en el pasillo. – Me confundiste con
él, y pensé en decírtelo, pero sentí curiosidad por ver qué le decías a él, que
tuviera que ser en privado.
- Todo el mundo
tiene derecho a su intimidad. Si quieres le cuento a Peter alguna de tus
inseguridades, como esa tontería de que creías que te iba a devolver al
orfanato.
- Peter ya lo sabe.
Peter lo sabe todo sobre mí, y ese es parte del problema. Yo no soy
interesante. Yo no tengo secretos ni misterios.
- Para mí sí eres
interesante, Nick. No tiene sentido que os peleéis por…por mí. Aunque me
gustaría que no hubiera sido así, antes de estar yo, estabais vosotros. El uno
para el otro. ¿Por qué en vez de estar más unidos, ahora que somos una familia,
cogéis y os peleáis por ver quién recibe más atención?
Nick guardó
silencio, sabiendo que Chris tenía razón. Chris le dio un abrazo corto y un
beso en la cabeza.
- Peter es demasiado
sensible – le dijo Chris – pero él también lo entenderá. Ya lo sabe, en
realidad, igual que lo sabes tú. En cuanto se le pase el enfado, volverá.
Dos minutos después,
Peter volvió. Llamó al timbre, porque se había dejado las llaves. Tenía frío,
porque tenía el pelo mojado y no se había llevado abrigo. Sin aludir a la
pelea, Chris le envolvió en una manta. Peter estornudó.
- Ah, no. Con un
enfermo ya tengo bastante. Aquí os enfermáis por turnos. Ponte a la cola – le
dijo, y le dio un abrazo.
- Siento haberme ido
así. Es que…
- Nick ya me ha
contado. No lo decía en serio, ya lo sabes. Tu hermano es un poco bocazas.
- ¿Dónde está?
- Arriba, en su
cuarto. Esperando a que vuelvas.
- Pues…volví. – dijo
Peter con una sonrisa algo triste. – No sé qué decirle.
- ¿Qué tal
"eres tonto"? Yo no puedo decírselo, no estaría bien, pero creo que
no le haría mal oírlo de vez en cuando – comentó Chris, bromeando, para que Peter
no estuviera tan nervioso.
- Yo también soy
tonto – respondió el chico.
- Oh, pero estoy
seguro de que Nick ya te lo llama. Y si no te lo dice él, te lo dirá Leo. La
verdad es que ha estado sembrado antes, lidiando con los celos de tu hermano.
- ¿Celos?
- Casi tan grandes
como los tuyos. Anda, ven aquí – dijo Chris, y le dio otro abrazo.
No hizo falta que
Peter subiera, porque Nick bajó. Pero se quedó de pie, sin decir nada, frente a
ellos. Chris les observó, frente a frente, evitando mirarse. Les acercó
dándoles un golpe en el trasero a cada uno, que fue más una palmada cariñosa
que un azote.
- ¿Tengo que
recordaros cómo se hace esto? Ahora viene cuando os dais un abrazo.
Y los chicos lo
hicieron, con algo de torpeza.
- Siento lo que te
he dicho
- Siento haberte
empujado
Hablaron casi a la
vez, y sonrieron. Chris les dejó solos, y fue a preparar tres sándwiches que
hicieran las veces de cena para ellos. Estaba aumentando su repertorio de
sándwiches vegetales gracias a Peter. Cuando los chicos entraron en la cocina,
no parecía que hubiera habido ningún problema entre ellos. Venían bromeando.
- ¿Ves como tendrías
que haberte quedado viendo la película? Te habrías evitado el
"regalito" de Leo en la camiseta. – dijo Nick.
- Ninguno de los dos
tendría que haber ido a ver esa película – les dijo Chris. – Esas normas están
ahí para algo – dijo señalando la nevera, y el papel que pendía de un imán.
- ¿Y ahí pone algo
de películas de zombies? – preguntó Nick con descaro.
Peter le dio una
colleja, ahorrándole el trabajo a Chris.
- No, pero sí pone
que cuando digo algo…
- ….tenemos que
obedecerte – terminó Nick, por él. Eran pocas normas, y las veía todos los
días, así que ya se las sabía de memoria.
- Pues si tan bien
lo recuerdas, ahora sólo queda que lo cumplas. Como tengas pesadillas no pienso
ir a tranquilizarte.
- Ni yo pienso
pedírtelo – respondió Nick, indignado. Ni que fuera un bebé.
Sin embargo, cuando
esa noche soñó con zombies que le arrancaban el cerebro, se levantó de la cama
y paseó por toda la casa. Primero al baño, luego a por un vaso de agua….
- ¡Nick! – gritó
Chris, medio adormilado, desde su cama - ¡Duérmete!
- ¿Cómo sabes que….?
- ¡Pasos de
elefante! – respondieron Chris y Peter a la vez. Peter tampoco podía dormir.
Nick se dijo que
aprendería a ser más sigiloso. Iba a volver a su cama, pero cambió de idea y se
fue a la de Peter. Alguna vez lo había hecho, aunque cuando eran más pequeños.
Sin decir nada, se hizo un hueco y se tapó con la sábana. Peter le miró
aguantándose la risa sin mucho éxito.
- ¿Por qué no….?
- Ni soñarlo. No voy
a dormir en la "cama de papá" con dieciséis años.
- Pero si en la de
tu hermano.
- Eso es diferente.
Lo hago para vigilar que duermas, por una noche.
- Claro. Qué
generoso de tu parte. Pues yo me voy a dormir con Chris. – anunció, y cogió la
almohada.
- ¿Y eso?
Después de todo lo
que le había contado, Peter veía absurdo el tener vergüenza por irse a la cama
de su padre. Además, nunca había hecho eso, y quería saber qué se sentía. Y
sabía que si él se iba, Nick se iría con él, así que no respondió y salió de su
cuarto.
Chris tenía la
lucecita de la mesa encendida, y casi parecía estar esperándoles. Leo se les
había adelantado, y dormía pegado a Chris, usando su brazo de almohada. Algo
ruborizados, pero tomando consciencia de lo natural que les salía aquello en el
fondo, los dos gemelos se tumbaron al otro lado de la cama de Chris, que se
quedó pequeña para tantos pues era una cama de matrimonio sencilla.
- Te lo…
- ¡No digas te lo
dije! – amenazó Nick, y Chris se rió. Peter y Nick rieron también, contagiados.
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