Páginas Amigas

lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 46: Perfect



 


Chapter 46: Perfect
 


Despertar a Nick y a Leo fue casi una misión imposible. Chris ya sabía que iba a ser difícil, así que por eso fue primero al cuarto de Peter, pero el chico no estaba en la cama. Le había dejado una nota diciendo que se había despertado pronto y estaba paseando a Ariel. Así que fue al cuarto de Leo, y prácticamente tuvo que sacarle de la cama. El niño se enfadó con él, y le puso mala cara, y Chris tuvo que contenerse para no enfadarse él también y empezar el día de una forma desagradable.
- Ponte como quieras, pero si tienes sueño es sólo tu problema. Así aprenderás a irte a la cama cuando te lo digo – amonestó, con toda la suavidad de la que fue capaz. Él al menos se sonó muy suave, pero Leo se echó a llorar. Chris no lo entendía. ¿Por qué lloraba exactamente? Le limpió las lágrimas. – Ey, ¿de estar enfadado conmigo pasas a llorar? ¿Qué ocurre campeón? Sólo te he dicho que te levantes y te vistas, para ir al cole.
- Aún estás enfadado conmigo…- dijo el niño, abrazándose a él. Fue una afirmación, y no una pregunta.
- No, Leo, no lo estoy. Eres tú el que me ha mirado como si fuera un enemigo. No me gusta que me mires así, hijo.
Leo dejó de llorar y le dedicó una mirada bien diferente, entre dulce e inocente. Chris le sonrió: los ojos de Leo eran bastante expresivos, y ...eran los de Bianca. Chris la veía siempre en aquellos ojos y cuando le miraba así era como tenerla de nuevo frente a él.
- Eso está mucho mejor. Y ya si me sonríes terminas de hacerme feliz.
- ¿Te hace feliz que yo sonría?
- Más que nada, campeón.
El niño le sonrió entones, y Chris le revolvió el pelo, sonriendo también.
- Ale, ahora vístete y baja a desayunar. Si eres rápido serás el primero y te tocara cola cao, que volemos estar en las últimas. Aquí el chocolate en todas sus formas, vuela. Voy a empezar a comprar de esas cajas grandes, o algo.
Leo fue al cajón a coger la ropa, pero negó con la cabeza y le dijo:
- Le dejaré el cola cao a Peter. A él no le gusta la leche sola.
- Eso es muy amable de tu parte, campeón.
Chris le dejó vestirse y se fue a despertar a Nick, o al menos, a intentarlo. Al principio le costó mucho que abriera los ojos, porque Nick tenía el sueño muy profundo. Hasta ahí no era culpa suya. Pero luego, cuando consiguió traerle al mundo de los despiertos a base de susurros y palabras cariñosas, el chico se negó a levantarse, y se tapó la cabeza con las sábanas para ignorarle.
- Nick, arriba, que se hace tarde. ¡Ánimo, que ya es Viernes!
Que luego no dijeran que él no intentaba ser majo y conciliador.
- ¡Tengo sueñoooo!
- No me extraña, si te dedicas a jugar con el ordenador en vez de a dormir. Vamos, cuando vuelvas del cole te podrás echar un rato. Pero ahora te tienes que levantar.
Chris esperó, pero Nick no se levantaba. Le quitó las sábanas. Nick protestó y se volvió a arropar.
- Nick, ya vale. Tienes que levantarte.
- ¡No!
- Sí, hijo. Vamos.
Nick ni dijo nada ni hizo ademan de salir de la cama. La paciencia de Chris se estaba agotando.
- Ayer ya dormiste con el culo caliente. Tal vez quieras un recordatorio.
- No me hables así. No soy un niño.
- Pues nadie lo diría. Además, no te hablo como un niño, sólo constato un hecho. Levántate ya, Nick. Estás más que despierto.
Más silencio. Chris, definitivamente, odiaba los silencios. Llevaba tiempo dándole vueltas a las normas que les había puesto y había decidido hacer modificaciones. Decidió que iba a incluir lo de "no quedarse callados cuando papá habla con vosotros". Pero eso sería después. Antes tenía que levantar a Nick, y tenía que hacerlo ya porque se hacía tarde.
- Hijo, tienes que ir a clase.
- ¡Véte tú, si tantas ganas tienes!
"Será por las malas, entonces" pensó Chris, con resignación, y le dio un azote bastante fuerte. Hasta le picó la mano y todo. Nick pareció muy sorprendido.
- Au.
- Arriba. Ya.
Nick salió de las sábanas, y se frotó el trasero. Chris le miró con el ceño fruncido, y el chico fue al cajón a coger su ropa. Se le quedó mirando de una forma extraña. Chris alzó una ceja, pero Nick no dijo nada. Parecía querer decir algo, pero no terminaba de arrancar.
- ¿Qué? – preguntó Chris al final.
- Me has hecho daño.
- Creo que esa era la idea – comentó Chris, pero no le pasó desapercibido que era la segunda vez que Nick le decía aquello. Quizá porque era una obviedad, nunca le habían dicho eso después de un castigo.
- Quiero decir que…me has hecho daño de verdad.
Chris le miró con preocupación sólo un segundo, y luego le miró con extrañeza. Sólo había sido un azote de nada. ¿Cómo podía haberle hecho "daño de verdad"? Nunca se lo hacía…Nick pareció percibir su instante de estupefacción.
- Me refiero a que…déjalo, no importa.
Nick se giró para seguir con lo suyo, pero Chris le tomó del brazo con delicadeza.
- ¿Qué ibas a decir? – le animó, intentando no sonar ansioso.
- Nada papá. Olvídalo. Me da vergüenza.
- Puedes decirme lo que sea, cariño.
"Lo sabré encajar"
- Es que…yo…realmente nunca me pegas fuerte ¿verdad? Ni cuando me diste con el cinturón. Hace un momento…eso ha dolido más que otras veces y me he dado cuenta que…no usas toda tu fuerza. – concluyó Nick, y se ruborizó mucho.
- Claro que no. – dijo Chris con vehemencia, y él también se sintió incómodo. Lo que Nick pretendía decirle es que se había dado cuenta de que podía pegarle más fuerte de lo que lo hacía. – No te castigo para liberar mi ira, Nick. Ya tendrías que saberlo.
- Y lo sé. Pero aun así me extraña.
- ¿Por qué?
- No es así como funciona el mundo. Cuando la gente se enfada sí lo hace para liberar su ira. Así es como funciono yo, y la gente normal, y la justicia.
- ¿La justicia?
- Quisieron juzgarme. No tenía edad para que lo hicieran y no fue un delito mayor, pero quisieron juzgarme. Si lo hubieran hecho podría haber ido a un correccional.
- Nick nunca…nunca me has contado lo que hiciste.
- Sí lo hice: me acusaron de vandalismo.
- Sí pero…¿por qué en concreto?
- La lista es larga. Y no andamos bien de tiempo.
- Resúmemela.
- Quemé dos contenedores, destrocé un buzón, arrasé la casa de mis no-padres, hice un grafiti, bastante chulo por cierto, y aboyé un coche.
- ¿Con diez años? – preguntó Chris, con incredulidad.
- No adoptaste a ninguna joya. – respondió Nick, con un encogimiento de hombros.
- Sí, sí que lo hice – le respondió Chris, y le dio un abrazo. – Lo que hicieras no me importa. Aunque me sorprende un poco que hicieras eso siendo tan pequeño.
- Quería a mi hermano de vuelta – dijo Nick, como si eso lo explicara todo. – Vi un reportaje en la TV sobre chicos problemáticos, y eso me dio la idea. Al final lo conseguí ¿no? Pero podía haberme salido caro. Se empecinaron en que pagar los daños no era suficiente. Mis acciones, según decían, no eran las de un niño, así que no debía ser tratado como uno ante la ley. Me di cuenta de que esa gente sólo quería venganza. El dueño del coche que aboyé no se conformó con el dinero que pagaron mis padres, a pesar de no parecer necesitarlo, sino que quería que yo "pagara por lo que había hecho". Siempre me ha parecido un sentimiento lógico. Yo también quiero que Derek pague por lo que hizo. La venganza, queramos o no, es lo que mueve el mundo.
- Pues no debería ser así. Y no lo es, para muchas personas. Para mí, por ejemplo. Nick, nada de lo que hagas va a hacer que quiera vengarme ¿entiendes? No considero ese sentimiento válido para cualquier persona que no sea Derek, y mucho menos para mi hijo. Ningún padre sentiría eso.
- Eso no es cierto. Los de Paul sí. – dijo el chico, hablando de pronto con cierta pena.
- Bueno, Nick, yo no conozco la situación de Paul – dijo Chris, con prudencia – y tal vez no debería haber generalizado. Digamos entonces que YO nunca sentiré eso. Y ahora basta de tanta cháchara. Me voy para que puedas vestirte antes de que tengas que salir comiéndote el desayuno por el camino.
Chris salió del cuarto y bajó las escaleras aun pensando en su conversación con Nick. Sin darse cuenta el chico le había hecho pensar muy seriamente en sus motivaciones. Consideraba legítimo odiar a Barbas y a Derek, pero debía controlar sus impulsos vengativos, antes de convertirse en algo que no quería ser. En un mal ejemplo para sus hijos. Recordó cómo le había hablado a Leo hacía pocos días, cuando le había dicho que mataría a Derek. Chris se creía capaz de hacerlo, pero sabía que no debía, y que tampoco debería haberlo dicho.
Pensó también en el amigo de Nick, y en el gesto triste que había puesto su hijo al hablar de él. Chris no sabía si debía preguntar, pero esa declaración le había extrañado. Frunció el ceño, preguntándose qué había querido decir Nick exactamente, y justo en ese momento Peter entró por la puerta, con Ariel. El chico vio su expresión, y se puso tenso.
- No estoy en problemas ¿verdad? Te dejé una nota. No me escapé. Sabías dónde estaba, estaba paseando a Ariel, sólo que algo más temprano que de costumbre. Es que no podía dormir, y ella tampoco, y me lamió la cara y vi que quería salir y…
- Y, yo no te he dicho nada. – interrumpió Chris, antes de que siguiera, y luego sonrió. – Para otra vez, preferiría que me despertaras en vez de dejarme un papel, pero no has hecho nada malo. Aunque no me gusta que pasees tú sólo al perro mientras Barbas sigue por ahí…
- Me llevé el móvil. Y estaba en la calle. Dijiste que los lugares con gente eran seguros.
- Y lo son. Menos mal que al menos recuerdas algo de lo que te digo. Anda, ve a desayunar. Leo te ha guardado el cola cao.
Peter le quitó la correa a la perrita y voló a la cocina, con un hambre de mil demonios. En seguida bajó Nick, y Chris aprovechó que les tenía a todos juntos.
- Quiero dejar algunas cosas claras, respecto a las normas…
- Ahora no hemos hecho nada – dijo Nick, mirando a sus hermanos como preguntando "¿la habéis cagado vosotros?"
- Nick, realmente odio que me interrumpan, sobre todo si es para malinterpretar mis palabras.
- Lo siento.
- Como iba diciendo, va a haber ciertos…ajustes. Sobre todo ahora que la magia no es más un secreto y ha empezado a traernos…ciertas complicaciones.
Lo dijo pensando sobretodo en Leo convirtiendo en niños a sus hermanos por no ser incapaz de expresar su miedo en voz alta, y en Peter creyendo necesario exponerse ante un demonio. Chris sacó un papel y habló mientras escribía.
- En primer lugar, la regla de oro es no ponerse en peligro. Para que quede claro, escaparse de casa, algo que parece encantaros, se incluye dentro de "ponerse en peligro". En segundo lugar, nada de mentiras. Y en tercer lugar, la necesidad de que me habléis y tratéis con respeto. Aquí se incluye también lo de controlar vuestros accesos de ira. No más golpes, patadas ni agresiones. Incumplir cualquiera de estas tres normas básicas os meterá en muchos problemas. Es algo que ya sabíais, pero que era necesario repasar puesto que alguien decidió que enfrentarse a un demonio era una buena idea. No voy a ser benevolente en esto, así que espero que me hagáis caso. ¿Sí, Leo? – preguntó, sonriendo un poco, porque el niño había levantado la mano, como si estuviera en clase.
- ¿Qué significa "benevolente"?
- Significa que no seré fácil. A esas tres le siguen otras.
4) Prohibido desobedecerme. Leo, para ti eso incluye hacer todo lo que sabes que no puedes hacer con tus poderes.
5) Prohibido llamarme "Christopher" "Chris" o cualquier otra variante que no sea papá.
6) Si tenéis algún problema conmigo, con alguna situación, o con cualquier asunto que os preocupe, me lo decís. Nadie va a cargar con sus problemas sólo. Grábate esto bien grabado, Peter, por favor.
7) Quiero un nivel de orden mínimo en vuestros cuartos. Finjamos que somos personas que viven en habitaciones, y no leones que duermen en leoneras. Consideradlo una ampliación del "cada uno recoge lo que ensucie".
8) Existen los vasos, y se bebe en ellos. Esto va sobre todo por ti, Nick. Puede que Amy pase por aquí bastante a menudo, así que vamos a mantener un nivel de limpieza básico, para que no piense que somos unos marranos.
9) Cuando hable con vosotros u os pregunte algo, me respondéis.
10) Nada de alcohol ni drogas. Esto va evidentemente para los adolescentes de la casa, aunque ya sé que no hacéis nada de eso. Es sólo para asegurarme de que sigue así. Aunque sea la última, podría incluirla perfectamente en la primera, porque hacer alguna de estas dos cosas puede considerarse peligroso.
- ¡Eso son muchas normas! – protestó Nick, cuando terminó.
- Tranquilo, lo colgaré en la nevera por si sufres un ataque de amnesia. No obstante, son cosas bastante sencillas y lógicas, y si os lo recuerdo es sólo para que sepáis por qué estaréis en problemas si rompéis alguna de ellas. Nadie puede alegar desconocimiento de causa. Y espero que así evitéis también preguntarme si está bien o mal cada pequeña cosa que hacéis. No me enfadaré por nada de lo que no esté en ésta lista. Por nada, Peter. Por nada, Nick. Y por nada, Leo. ¿Estamos?
Los tres asintieron, y Chris sonrió.
- Estupendo. Pues ahora, todos al coche. Y hablando de coches, Peter, cuando quieras damos una vuelta en el vuestro, y lo empiezas a conducir y tal. Nick…tú aun no puedes.
Nick no dijo nada. Chris no estaba siendo borde con él, ni empleaba un tono seco. Se limitaba a recordarles cosas que ya sabían, y aunque Nick odiaba que le pusieran normas, le gustaba que le hablaran claro. Además, aquellas reglas tampoco eran muy asfixiantes, incluso con las nuevas "incorporaciones". Seguían siendo menos que en el orfanato, donde había también un horario para todo. Y, aunque Chris se pensaba que lo de no dejarle conducir era un castigo por…casi matarse al conducir de forma imprudente…él no tenía ninguna gana de manejar un coche de nuevo, así que no le importaba.
Chris les dejó en el colegio aun pensando en lo que les había dicho. Lo había hecho por una razón básica: no tanto para asegurarse de que quedara claro lo que no podían hacer (porque no tenía a sus hijos por tontos y creía más bien que si no le hacían caso era porque no querían) sino para que quedara claro lo que sí podían hacer. Estaba harto de los "no te enfades" de Leo, los "¿estoy en problemas?" de Peter, y los "lo siento" reiterados, de todos. Había cosas, como pasear al perro y romper botones que no tenían la menor importancia para él. Leo sabía, o debería saber bastante bien a qué atenerse, pero Nick y Peter no dejaban de ser nuevos en aquello de tener un padre, sobretodo uno que estuviera involucrado en cosas mágicas. Pensó que ser claros y concisos no iba a hacer ningún mal. Nick necesitaba normas, Peter era demasiado independiente, y Leo aún era pequeño. Los tres necesitaban seguridad, estabilidad, y entender lo que se esperaba de ellos.
Se fue al P3 e intercambió algunos mensajes con Amy. No le había contado nada del ataque de Barbas, para no preocuparla, pero al hablar con ella Chris se planteó la posibilidad de que ella también corriera peligro. Lo hablaría con Wyatt. En cualquier caso quiso mantenerla al margen, porque todo eso de la magia era nuevo para ella. Se lo había tomado bastante bien, en realidad, y no quería asustarla.
Al final de la mañana, fue a recoger a sus hijos. Leo y Peter subieron al coche.
- Nick viene enseguida, papá. Está hablando con Rachel.
Chris esperó, con paciencia, y se preguntó cómo estaría llevando Peter todo aquello. Cuando quería, el chico podía ocultar muy bien sus sentimientos, y era difícil saber si estaba celoso, triste, dolido, o perfectamente bien. Pero Chris se imaginaba que no tenía que ser fácil ver a su hermano y a Rachel juntos todo el día.
Cuando Nick se acercó al coche no se subió, sino que se puso a la altura de la ventanilla de Chris para hablar con él.
- Papá, ¿pueden venir unos amigos a casa mañana?
- ¿Quieres decir que si puedes traer a tu novia? – preguntó Chris, para chincharle. Nick le echó una mirada indignada, pero el rubor le delataba.
- Sí. Rachel y su prima. Por lo visto tiene que cuidar de ella.
- Claro Nick. Sin problema. Pero cuando traemos a alguien casa hay dos cosas importantes a tener en cuenta: una, avisar a los luces blancas de la familia de que no pueden orbitar mientras haya visitas en casa, y dos, saber que se puede dar el caso en el que ocurra algo "imprevisto", como lo del otro día.
- Y en ese caso, ¿qué hacemos?
- Improvisar. – le dijo Chris. – Los demonios por lo general tampoco quieren ser descubiertos, así que tranquilo.
- Voy a decírselo a Rachel ¿vale?
Nick se fue, y volvió a los dos minutos, con una sonrisa tan grande que se contagiaba.
- Mira, papá, fíjate bien, porque esa es la misma cara que pones tú cuando acabas de estar con Amy – le dijo Peter – Para que veas lo hipnotizado que pareces.
- El día en que tengas novia voy a meterme tanto contigo que van a confundir tu cara con un tomate – le dijo Chris, haciéndose el ofendido.
- Si es que ese día llega, y alguna chica es capaz de querer salir conmigo.- replicó Peter, en tono pesimista, y Nick le dio una colleja.
- ¡Papá! – protestó Peter. - ¿No le vas a decir nada?
- Gracias, Nick – repuso Chris, conteniendo una sonrisa. – Dan ganas de hacerlo cada vez que te pones en ese plan tan negativo, Peter. Nick sólo me ahorra el trabajo.
Peter se enfurruñó, pero luego sonrió un poco.
Aquella tarde fue bastante bien. Los chicos hicieron los deberes y se portaron magníficamente. Nick y Leo ni siquiera protestaron porque no les dejara usar el ordenador en todo el fin de semana. A eso de las ocho, Peter terminó de estudiar. Sus hermanos habían acabado hacía un rato. Disfrutaron de un raro en familia haciendo magdalenas, hasta que Leo soltó su décimo bostezo, y Nick el quinto.
- Chicos, id a dormir un rato. Os despertaré para la cena. Peter, tú y yo podemos dar una vuelta en el coche. Voy a hacer de ti un gran piloto.
- Jo, papá. No quiero dormir – protestó Nick.
- Díselo a tus ojeras. No has dormido ni cuatro horas, y tú eres de esos que necesitan dormir diez.
Leo le dio un abrazo y se fue a dormir. Se apoltronó en el sofá en vez de su cuarto, y Ariel se subió y se acurrucó junto a él.
- Ale, por lento te han quitado el sofá. Vete a la cama, Nick.
El chico aun parecía querer quedarse, así que Chris le impulsó con una palmada suave. Nick le miró mal.
- Si eso te ha dolido es que estás realmente muy cansado. Que duermas bien. Te despertaré en una hora, más o menos.
Nick subió refunfuñando un poco, pero sí que tenía sueño. Peter y Chris cogieron el coche. Peter parecía muy nervioso.
- Vas a hacerlo bien, hijo. Mete las llaves en el contacto, y no pienses. Si te sacaste el carnet es que sabes hacer esto.
- O que el examinador se equivocó…De verdad, papá. ¿Seguro que es así como quieres morir?
- No va a pasar nada, Peter. Tú ve despacito y no apartes la vista de la carretera.
Peter hizo lo que le pedía. Al principio iba más despacio que los viandantes, pero poco a poco fue relajándose. Siguió los consejos de Chris, y aunque no terminó de perderle el miedo, se le vio más seguro. Se convenció de que tal vez podía hacerlo: tal vez podía empezar a conducir. Suponía que eso le daría más independencia, y todo lo que fuera poder hacer cosas por sí mismo, sin que Chris tuviera que hacerlas por él, era bueno. No quería darle trabajo a su padre, ni ser una carga, aunque evitó decir esto en voz alta porque sabía que a él no le gustaría. Chris le felicitó varias veces y luego volvieron a casa. Leo estaba despierto, jugando con Ariel. Nick aun dormía, y Chris decidió dejarle dormir hasta que la cena estuviese lista.
Cenaron todos juntos, y luego estuvieron jugando a juegos de mesa. Hacía mucho que Chris no hacía eso, pero cuando Leo lo sugirió le pareció un buen plan. De esas típicas cosas que se hacen en familia. Nick les dio una soberana paliza a todos.
- Otro día te dejo durmiendo – dijo Chris, riendo. – Al menos podrías dejarnos ganar alguna. Ya has ganado al ajedrez, a las damas, y al juego de las palabras…
- Juguemos al trivial – propuso Peter – Ahí yo tengo alguna posibilidad con las preguntas de música.
- ¡Y yo con las de TV! - dijo Leo con entusiasmo - Y papá también puede ganar, porque al ser tan mayor se sabrá más respuestas.
- ¿Tan mayor? ¬¬
Jugaron al trivial, y Nick volvió a ganar, pero luego ganó Peter, y luego Chris también. En la última ronda Peter se las apañó para que fuera Leo quien ganara. El niño tenía buen perder, pero se hubiera sentido mal por ser el único que no hubiera ganado ninguna partida. Nick pareció entender sus intenciones, y se dejó ganar. Esa clase de juegos se le daban bastante bien, aunque sus favoritos eran los de tipo puzzle. Las piezas encajaban en su cabeza en pocos segundos...Tenía cierto talento para ellos, y se dijo que llevaba mucho sin practicar.
- Hora de dormir – dijo Chris, en cuanto Peter bostezó.
- ¡Peter! ¿Por qué bostezas? – le reprochó Nick.
- Porque tiene sueño. Y no me extraña, es tarde. Aunque sea fin de semana, debéis acostaros. Sino mañana ya me dirás quién va a recibir a Rachel.
- Genial papá, ahora seguro que no puedo dormir. Voy a estar pensando en ella toda la noche.
Aunque lo intentó, Chris no consiguió aguantar sin reírse. No quería avergonzarle más de la cuenta, ni que creyera que no le tomaba en serio, así que cambió de tema.
- ¿Se va a quedar a comer?
- ¿Puede?
- Claro. Venía también su prima ¿no? Haré comida para dos más.
Se fueron a dormir, aunque a Chris le llevó un tiempo conciliar el sueño. Vio encenderse la luz del baño, pero oyó ningún paso: tenía que ser Peter, con sus movimientos de gacela. Luego creyó oír el chirriar de uno de los escalones, y escuchó correr el grifo del agua del piso de abajo, y la puerta de la nevera. Como no tenía ni pizca de sueño, bajó a ver, y se encontró a Peter preparándose chocolate caliente.
- Hola papá ¿te he despertado?
- Qué va, si no podrías ser más sigiloso aunque lo intentaras. ¿No puedes dormir? Pensé que tenías sueño.
- Y lo tenía. Pero…
- ¿Pero?
- Nada.
Peter se concentró en el chocolate.
- ¿Hay algo que te preocupe?
Silencio.
- ¿Vuelves a tener pesadillas?
Silencio otra vez, pero Peter negó con la cabeza. Chris probó a cambiar de táctica.
- ¿Puedes leerme la sexta norma? Y de paso también la novena.
- No se trata de ningún problema. – respondió Peter, que no necesitaba leerlas para entender lo que quería decirle: su padre no quería que volviera a guardarse cosas importantes para sí.
Chris le observó hasta convencerse de que le decía la verdad. Mientras no ocurriera nada "malo", no podía forzarle a hablar. Decidió aprovecharse del tipo de relación, de confianza, que tenía con sus hijos pero lo hizo sin presionarle, para que viera que no le estaba obligando a nada:
- Bueno, pues cuando quieras, me lo puedes contar – le dijo. – Tengo dos oídos, ya sabes. Seguramente te escucharé mejor que la taza de chocolate.
Peter sonrió un poco.
- Es por Rachel. Una cosa es verla en clase, pero mañana va a ser difícil tenerla en la misma habitación. Y como encima empiecen a besarse, va a ser muy incómodo.
- Eso también sería incómodo para mí – reconoció Chris. Esperaba que al menos fuera incómodo también para Nick, y por eso se "comportara" con él delante, sin ponerse demasiado…"cariñoso". No obstante, la incomodidad de Peter iba en otro sentido y él lo sabía. – Siento que tengas que pasar por esto.
- Al menos, Nick parece feliz. Puedo alegrarme por eso. Pero…una parte de mí desea….que les vaya mal. ¿Me convierte eso en alguien egoísta?
- Te convierte en alguien normal. Si a ellos les va mal, crees que tendrás tu oportunidad. No puedes evitar pensar eso. Tan sólo te pido que no lo exteriorices con tu hermano.
- Claro que no.
Peter sacó el chocolate del fuego y en vez de echarlo en una sola taza, lo repartió en dos, y le dio una a Chris.
- Gracias.
- El invento más grande del ser humano fue el chocolate. Y Dios les inspiró para crear el chocolate blanco – declaró Peter, llevándose la taza a los labios. Chris le sonrió, y bebió también.
- Si crees que va a ser muy…difícil para ti… no tienes por qué estar aquí. Al tío le encantará que le visites, y mis padres están deseando disfrutar más de sus nietos.
- No…me…me quedaré. Tengo que acostumbrarme.
Siguieron hablando un rato más, y luego volvieron a la cama. A la mañana siguiente, Nick era un torbellino de entusiasmo. Corría, saltaba, volvía a correr…Chris le dijo que paseara él a la perrita, a ver si así se desfogaba un poco. Cuando Ariel y él volvieron la perrita corrió a beber agua, y Chris se preguntó si Nick la había llevado corriendo todo el camino.
- Caray, hijo, cálmate un poco.
- ¡No puedo!
- Ya lo veo, ya.
Chris sacudió la cabeza, pero sonrió. Cuando Nick empezó a dar golpecitos en la encimera con los dedos, Peter ya no pudo más. Subió a su cuarto y bajó con una pelotita pequeña y semidura.
- Aprieta esto – le dijo. – Sirve para desestresar, y es más silencioso que tus dedos. Hazlo con calma o terminarás con agujetas.
Nick se puso a ello, y así, al menos, dejó de moverse tanto. Se concentró en la pelota y se sentó en el sofá, apretando y aflojando la esfera de goma.
- Qué paz – dijo Peter, resoplando.
- Nick parece muy contento – comentó Leo. – Esa chica sí que tiene que ser guapa.
- No tanto – dijo Peter.- Pero sí que es especial.
- ¿No es guapa? – preguntó Chris, con curiosidad. Lo primero que Nick le había dicho de Rachel era precisamente lo preciosa que era, pero era cierto que él no había llegado a verla.
- Tampoco es fea. Amy es más guapa. – dijo Peter, y no dio más detalles. A Chris en realidad le daba bastante igual el físico de la chica: tan sólo quería ver el tipo de "hombres" que eran sus hijos. Quería ver cómo se comportaban con las mujeres. De Peter no sabía casi nada respecto a ese tema, y de Nick tampoco demasiado, aunque creía que ninguno de los dos eran superficiales. Como persona se sentía orgulloso de que buscaran algo más que una "cara bonita", pero como padre no podía evitar preocuparse porque se implicaran demasiado emocionalmente. No quería que les hicieran daño. Peter en especial era muy sensible. Nick no lo era tanto en comparación con su hermano, pero sí en comparación con otros chicos de su edad. Además, parecía tener cierta incapacidad para expresar lo que sentía, cosa que Peter no, cuando quería.
Por fin, llegó el momento. Cuando llamaron al timbre Nick se quedó paralizado, incapaz de abrir la puerta. Chris iba a ir, pero Peter se le adelantó. Al abrir la puerta, hubo unos segundos de desconcierto. Cuando Rachel dijo que iba a llevar a su prima porque tenía que "cuidarla", todos habían pensado en una niña, tal vez de la edad de Leo. Pero la prima que había traído consigo tenía más o menos la misma edad que ellos…y síndrome de Down. Peter apartó la mirada por cortesía.
- Hola, Rachel. Pasa, mi hermano te está esperando. ¿Nos presentas? – preguntó, refiriéndose a su prima.
- Esta es Hope. – dijo Rachel, que al principio había pensado que Peter era Nick. Por eso el chico había matizado con aquél "mi hermano", para evitar confusiones embarazosas...- Él es Peter, uno de los gemelos.
"Uno de los gemelos". ¿Por qué aquella forma de decirlo le sonó tan despectiva? Peter sacudió la cabeza, para liberarse de pensamientos negativos.
- Hola, Hope. Es un nombre precioso – dijo Peter, y le dedicó su sonrisa del millón de dólares. Le dio un par de besos. – Pasad.
Nick revoloteó al lado de Rachel, y se saludaron con un abrazo. Chris les saludó también, y observó a las dos chicas. Estaba con Peter: Rachel no era fea, pero tampoco guapa. Algo regordeta, morena, con ojos oscuros bastante lindos y una nariz que delataba su raza semita. Quizá no fuera guapa, pero sí atractiva. Y tenía un aspecto dulce. Eso sí, al lado de su prima parecía una supermodelo. Hope tenía el pelo claro y los rasgos propios de su enfermedad. Llevaba gafas. Era bajita, pero sonreía de una manera tan pura que despertaba todos los instintos protectores.
Al principio, todo fue algo tenso. Chris decidió dejarles intimidad, y se fue con Leo a la cocina. Nick y Rachel entablaron una conversación fluida, y Peter se dio cuenta de que dependía de él el evitar que Hope se aburriera. La tomó de la mano de forma dulce, y la dijo:
- ¿Quieres que te enseñe la casa?
La chica no le respondió.
- No habla mucho – aclaró Rachel. - No es que no pueda, es que le da vergüenza hablar con extraños.
- A mí también me gusta el silencio – dijo Peter, sin dejar de sonreír, y tiró un poquito de ella para que le siguiera. El primer sitio al que le llevó fue a la cocina. – Éste es mi hermano Leo – le dijo, y el niño levantó la mano y saludó. Peter suspiró con cierto alivio. Había temido que Leo hiciera algún comentario sobre la enfermedad de la chica, pero como el niño decía a menudo "no era tonto", y entendía que no era algo que debiera decirse en voz alta, por educación. – Papá pasa aquí la mayor parte del día: la cocina es su santuario. ¿A ti te gusta cocinar?
Hope asintió.
- Luego si quieres venimos a ayudarle a hacer la comida. Normalmente eso lo hace Nick, pero creo que hoy sólo tiene ojos para tu prima ¿verdad? – dijo Peter, con esa sonrisa tan dulce que estaba manteniendo todo el rato, y Hope se rió. Sus ojos se rieron con ella, y aunque fue un sonido fuerte y estridente, a Peter se le antojó precioso. Era contagiosa.
- Vamos Hope. Te enseñaré mi cuarto.
- Enséñale la guitarra – sugirió Chris, que estaba fascinado por el comportamiento extrovertido y dulce que estaba demostrando Peter. - ¿Te ha dicho que es cantante?
- Aún no he tenido tiempo. – dijo Peter, ligeramente ruborizado. Hope soltó entonces otra risa, ésta un poco más pícara. Peter la miró con interés. - ¿Te gusta la música?
Hope asintió con entusiasmo. Peter la llevó a su cuarto y le enseñó su guitarra. La dejó tocarla y luego cantó para ella. En un determinado momento, Hope se unió a él. Peter no dijo nada, para que no le diera vergüenza, pero escuchó, dado que ni siquiera había tenido ocasión de oírla hablar hasta el momento. No se podía decir que cantara bien. Se atragantaba con las palabras y le temblaba la voz pero…tenía un timbre bonito y sabía llevar el ritmo. De pronto se puso a bailar, y Peter se quedó alucinado, porque lo hacía bastante bien.
"¿Qué esperabas? Lo que te faltaba ya, Peter, tener prejuicios"
Cantó con ella, y la hizo reír cambiando las letras, o cantando tonterías.
- Cantas bien – dijo Hope de pronto, y Peter se sorprendió de oírle hablar.
- Y tú tienes una voz muy linda. Deberías dejar que se oiga más a menudo.
Hope se mordió una uña con timidez. En ese momento vinieron Nick y Rachel. Rachel traía a Ariel en los brazos y cuando la dejó en el suelo, el perrito se puso en las piernas de Hope, como si aquél siempre hubiera sido su lugar. La chica la acarició con naturalidad, como si ella también pensara que era ahí donde tenía que estar.
- ¿Concierto privado? – preguntó Nick. – Una ventaja de tener un hermano cantante es que puedes fardar de él.
- ¿Eres cantante? – preguntó Rachel.
- Aficionado – dijo Peter, sin darle importancia.
- Tocó en un club – insistió Nick.
- Sí, en el de mi padre.
- Quiero oírte – dijo Rachel.
"Nicholas, voy a matarte." pensó Peter. No se sentía capaz de cantar delante de ella. De pronto, Hope le apretó la mano, y sin saber por qué eso le dio ánimos. Peter suspiró y empezó a tocar.
Made a wrong turn once or twice
Dug my way out, blood and fire
Bad decisions, that's alright
Welcome to my silly life
Mistreated, misplaced, misunderstood
Miss 'No way, it's all good'
It didn't slow me down.
Mistaken, always second guessing
Underestimated, look I'm still around
Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than less than perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel
Like you're nothing, you are perfect to me
You're so mean (you're so mean)
When you talk (when you talk)
About yourself. You were wrong.
Change the voices (change the voices)
In your head (in your head)
Make them like you instead.
So complicated,
Look happy, You'll make it
Filled with so much hatred
Such a tired game
It's enough, I've done all I could think of
Chased down all my demons
I've seen you do the same
(Ohh ohhhhhhh)
Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than less than perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel
Like you're nothing, you are perfect
The whole world's scared, so I swallow the fear
The only thing I should be drinking is an ice cold beer
So cool in line and we try try try but we try too hard
And it's a waste of my time.
Done looking for the critics, cause they're everywhere
They don't like my jeans, they don't get my hair
Exchange ourselves and we do it all the time
Why do we do that, why do I do that (why do I do that)?
(Yeah! Ooooh!)
I'm pretty, pretty, pretty
Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than less than perfect
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel
Like you're nothing, you are perfect to me
(Pretty, pretty please, don't you ever, ever feel
Like you're less than less than perfect)
You're perfect, you're perfect to me
Pretty, pretty please, if you ever, ever feel
Like you're nothing, you are perfect to me.*
Cuando terminó de tocar, Peter se dio cuenta de que estaba mirando directamente a los ojos de Hope. Ni siquiera oyó los aplausos de Nick y de Rachel, sólo la miraba a ella.
- ¡L-la has ce-censurado! – acusó Hope. – E-es una canción de P-pink. – añadió, con cierto tartamudeo afásico. Rachel pareció sorprendida de oírla hablar. Peter sonrió.
- ¿Te has dado cuenta, eh? Eres muy lista. Sí, le he cambiado un poco la letra. ¿Te ha gustado?
- ¡Sí! ¡Canta otra!
- Hope, déjale tranquilo – dijo Rachel con suavidad.
- ¿Por qué no vamos mejor a la cocina? – dijo Peter – Os vais a quedar a comer: luego podemos seguir cantando si quieres.
Hope se mostró conforme, y Peter dejó la guitarra, contento de no tener que estar en la misma habitación que Rachel por más tiempo. Aunque mientras cantaba no le había importado. Se había sentido muy a gusto con Hope. ¿Por qué? No pudo pensar más en eso, porque de pronto Hope tiró de su mano. Peter la siguió, riendo.
Bajaron a la cocina, y ahí vieron a Leo amasando hojaldre, mientras hablaba con Chris.
- Ey, eso parece divertido. – dijo Peter. - ¿Podemos unirnos?
Chris les sonrió, y asintió. Se lavaron las manos y se pusieron junto a Leo.
- ¿Lo estáis pasando bien? – preguntó Chris.
Hope asintió, y Peter que iba a responder que sí, asintió como ella. Si ella hablaba por gestos él también. Se encogió de hombros, y sonrió a su padre.
- ¿Debo preocuparme porque Nick y Rachel estén solos en una habitación?
- Debe p-preocuparse por Nick y s-sus hormonas. – dijo Hope. Peter se dio cuenta demasiado tarde de que estaba bromeando pero Leo lo captó al vuelo y se rió.
- Por si acaso no les dejes cerrar la puerta – sugirió Leo, con una mirada pícara. – Por lo que pueda pasar.
- Pero…¿qué haces tú pensando en esas cosas? – dijo Chris, algo escandalizado, pero luego se relajó. No era "malo". Simplemente indicaba que su niño ya no era tan inocente. Suspiró. – No sé si quiero subir al piso de arriba. – comentó, pero lo hizo. Mientras subía las escaleras, lamentaba no haber tenido una conversación con Nick y sus hormonas antes de que llegara Rachel. Encontró la puerta de Nick cerrada, y empezó a sudar.
"Ay, madre"
Llamó a la puerta y luego entró. Nick y Rachel se estaban besando, pero no parecían ir más allá de eso. Chris carraspeó, porque no parecían haberle visto. Nick se separó de Rachel inmediatamente.
- ¡Papá! Pero llama, hombre.
- Lo he hecho. ¿Podemos hablar un segundo?
Nick salió, y Chris caminó un poco para alejarse de su cuarto, y de Rachel. Antes de poder decirle nada, su hijo habló:
- No iba a pasar nada, de verdad. Rachel no quiere. Y yo…yo en realidad tampoco. Sólo nos besábamos pero ni siquiera con lengua...
Chris levantó la mano, para que parara.
- Demasiada información. Nick, hijo, ya no eres un niño. No puedo pedirte que no hagas lo que yo ya hacía a tu edad. Pero…en casa no ¿vale? Es…incómodo ….y…en fin, que "eso" se hace cuando no hay nadie, y tal. Y…me gustaría hablar contigo primero sobre algunas cosas…
- Papá, la charla de las abejas no – dijo Nick, con voz suplicante. Parecía tan desesperado que Chris, a pesar de sentirse incómodo, sonrió.
- Es más bien la charla de la protección.
- Pero no estábamos haciendo nada…
- Igualmente, no cierres la puerta ¿vale?
Nick asintió, con cara de niño traumatizado. Iba a irse, pero se giró justo antes de hacerlo:
- ¿Cómo que "no puedes pedirme que no haga lo que tú ya hacías a mi edad"?
- Dieciséis años – dijo Chris solamente. No pensaba darle más información. Pero precisamente por su experiencia no quería que Nick empezara tan pronto. Tampoco se creía con el derecho de obligarle a que no lo hiciera. Y si lo hacía al menos quería hablar con él primero. Aquello era tan incómodo…¿Por qué no podían simplemente ser niños para siempre?
Volvió abajo y vio a Leo, Peter y Hope en plena batalla de harina. Al verle se quedaron quietos de pronto.
- ¿Por qué os paráis? Peter aún tiene el pelo limpio. Pero eso tiene fácil solución. – dijo Chris, y cogió un puñado de harina y se la tiró a Peter, el más alto después de él y por tanto más aventajado, por toda la cabeza.
- Gracias, papá – dijo Peter con sarcasmo, pero luego sonrió. Se alegraba de que su padre tuviera sentido del humor, y de que no le diera importancia a una cocina sucia. Chris solía decir "si se puede limpiar, no pasa nada".
Cuando todos bajaron a comer hubo un pequeño segundo en el que dudaron como sentarse en aquella mesa circular. Nick al lado de Rachel, por supuesto. Peter quería sentarse cerca de Rachel por un lado, y lo más lejos posible por otro. Al final Hope se sentó al lado de su prima, Peter al lado de Hope, Chris al lado de Peter, y Leo entre Nick y su padre. Chris fue el que evitó que la comida transcurriera en un silencio incómodo. Estuvo haciéndole preguntas a Rachel. Por lo visto la chica adoraba cantar. Chris echó una mirada furtiva a Peter, y su expresión le dijo que él ya lo sabía. También habló con Hope, aunque la chica pareció trabarse en varias respuestas. Esperaron con paciencia.
- V-v-voy al c-c-urso de Ra-Ra-Ra…
Hope se frustró.
- Al curso de Rachel – ayudó Peter, apretándole la mano, para indicarle que no pasaba nada.
- S-sí. P-pero en otra es-escuela.
- Entonces también vas a mi curso – dijo Peter, con una sonrisa, obviando que la chica debía de referirse a una escuela especial. Hope le sonrió, y luego se concentró en su plato. Probablemente ya no hablaría más. Era consciente de que hablaba despacio, de forma diferente a como hablaban los demás, pero no podía hacer nada para evitarlo.
Después de comer, Hope se fue al baño.
- Siento todo esto, Peter. Hope parece haberse encariñado contigo. Lamento que sea tan pesada. – dijo Rachel.
- No es pesada – dijo Peter, quizá más airadamente de lo que era necesario. – Es muy dulce.
- Y tú muy amable. Pero sé que te incomoda. Les dije a mis padres que se quedaran ellos con ella…que nos iba a molestar…
- Lo que me incomoda es que hables así de ella, como si fuera un mueble o una mascota. No, ni siquiera eso. A mí jamás se me ocurriría decir que Ariel "molesta".
Fue todo un contraste el tono de voz que empeló Peter, después de lo dulce que había estado con Hope.
- Peter, basta. No es necesario que le hables así. – dijo Chris.
- Sí, si es necesario. Hope es muy buena, y ella es su prima. No puede hablar así de ella.
- No pretendía molestarte – dijo Rachel, que no estaba acostumbrada a que Peter hablara de esa forma. El chico era tierno, y reservado. Cuando le había pedido salir ella no le había dado una respuesta, porque no quería hacerle daño. Era a Nick a quien quería. Hubiera entendido que entonces Peter se hubiera enfadado con ella, pero había seguido tratándola bien. Rachel ya pensaba que Peter era incapaz de enfadarse, pero en ese momento se le veía bastante molesto. – Has sido muy bueno con ella y te lo agradezco, pero …ya sabes…es especial.
- No hagas que esa palabra suene mal – dijo Peter, enfadándose más – Es especial, sí, pero eso no es algo malo.
- Claro que no, pero estar con ella no es el plan perfecto para un sábado.
- ¡Sí que lo es! – estalló Peter, levantándose bruscamente.
- Basta, Peter. Discúlpate. – le dijo Chris, con una mirada de advertencia.
- ¡Que se disculpe ella! – replicó Peter, sin poderse creer que su padre le estuviera diciendo aquello.
- Si no sabes comportarte, vete a tu cuarto.
Tras dudarlo unos segundos, Peter se fue, pero estaba enfadado, rabioso, y avergonzado porque le hubiera regañado en público. Y más cuando sabía que tenía razón. Le dio una patada a la puerta cuando salió. Chris suspiró, y se disculpó con Rachel, que parecía bastante desconcertada.
- No pretendía…yo…Es mi prima, señor. Yo la quiero mucho. Pero soy consciente de…lo que le pasa. La gente no suele ser tan amable con ella. Sólo quería decirle a Peter que le agradezco que la trate tan bien…No pretendía molestar a su hijo.
- Mi hijo tiene mucho carácter, Rachel. Y no me llames de usted. Soy Chris.
Chris se levantó de la mesa y fue a hablar con Peter. Llamó a su cuarto antes de entrar. Peter le miró con rabia.
- Esa no es forma de hablar con una invitada.
- ¡Una idiota, eso es lo que es! "Nos iba a molestar". ¿Pero tú la has oído?
- Sí, Peter, la he oído. Y no ha estado muy acertada en sus palabras, pero realmente no creo que tuviera mala intención. Aunque la hubiera tenido, hay momentos en los que uno se muerde la lengua.
- ¡No podía dejar que hablara así! ¡Odio a ese tipo de gente…prejuiciosa!
- Y yo no puedo dejar que tú hables así, te niegues a disculparte, y des patadas a las puertas. Dime una cosa. ¿En todo el día no habido un solo momento en el que hayas pensado que Hope no podía hacer algo o que hayas tenido algún tipo de prejuicio?
Peter agachó la cabeza, acordándose de lo del baile. Él había supuesto que ella no podría hacerlo bien, como si tuviera que ser torpe a la fuerza. Entendía lo que su padre quería decirle. Ante las realidades diferentes, los prejuicios a veces no vienen por una mala intención, sino que nacen de la ignorancia y el desconocimiento. Al igual que él con la magia, por ejemplo. Rachel no tenía mala intención con su prima, simplemente pensaba que su enfermedad hacía que no fuera una compañía del todo grata. Pero que pensara así enfurecía tanto a Peter…
- No has debido hablarle así, Peter. Esa chica te gustaba hasta hace nada, y has llegado a insinuar que trata peor a su prima de lo que tú tratas a la perrita. No te pega darte aires de superioridad moral, hijo.
Peter le miró profundamente dolido. Trató de encajar la acusación lo mejor que pudo.
- Te he pedido que te disculpes, y no lo has hecho. Y le has dado una patada a la puerta. Baja ahí, y discúlpate con Rachel.
- ¡No! – rugió Peter, con orgullo, pero también pensando que ella tenía que disculparse primero.
- No tiene por qué sonar sincero, aunque me gustaría. Me basta con que muestres un mínimo de educación, para que no se piense que no la tienes.
- ¡No pienso disculparme con ella, y tampoco pienso bajar hasta que se vaya! ¡Puede meterse sus prejuicios y sus buenas intenciones donde le quepan!
- De verdad que tú lo has querido, hijo – repuso Chris, y se sentó en la cama, tumbando a Peter sobre sus rodillas. Le bajó los pantalones y los calzoncillos. Pensó que el chico protestaría, pero no dijo nada. En los segundos siguientes, sólo se escuchó el sonido de los azotes.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- No hace ni un día que os recordé las normas. El respeto a los demás y la obediencia son algo básico, Peter.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
- Tampoco puedes dar patadas a las cosas, aunque te enfades.
SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT SWAT
Chris se detuvo. Tampoco quería ser muy duro con él, porque entendía que enfado venía por su buen corazón, y su necesidad de defender a la gente. En ese momento, entró Hope. Chris había dejado la puerta cerrada, pero la chica no llamó a la puerta. Tan rápido como entró, Hope se fue. Pero ya era tarde: Peter la había visto. Y se quiso morir de la vergüenza. Chris le incorporó, y vio que tenía lágrimas silenciosas y que se ponía muy rojo. Trató de abrazarle, pero Peter le apartó. El chico se tumbó en la cama, y empezó a llorar escandalosamente. Chris le frotó la espalda, pero Peter le apartó la mano.
- Tesoro, no te pongas así. Sé que te da vergüenza. No ha sido mi culpa. Ni siquiera te habría castigado si hubieras bajado a hacer las cosas bien. Y cerré la puerta.
Sólo se escuchaba a Peter llorar. El chico se tapó la cabeza con la almohada.
- No hagas eso, es peligroso, tienes que respirar – le dijo con delicadeza, y sacó la almohada. Entendía que Peter estaba en uno de los momentos más vergonzosos de su vida. Volvió a intentar acariciarle la espalda, pero Peter no le dejó.
- Tesoro, anda, di algo – presionó Chris, al ver que seguía en silencio.
- No quieres oír nada de lo que quiero decirte – le aseguró Peter.
"No, me apuesto algo a que no" tuvo que reconocer Chris, en sus pensamientos.
- Vamos, Peter. No es el fin del mundo.
- ¡Ha visto cómo me pegabas! ¡En las rodillas de mi padre, como un niño! ¡Lo ha visto, precisamente ella!
"¿Precisamente ella?"
- Te gusta – entendió Chris. – Por eso has saltado así, cuando a ti no te pega ser grosero. Hope te gusta.
- ¿Y qué si lo hace? – respondió Peter, sin llegar a mirarle. En ese momento no estaba para pensar en asuntos de corazón. Daba igual lo que sintiera o dejara de sentir por Hope, no iba a volver a mirarla a la cara nunca.
"La chica que le gusta ha visto cómo le castigas. Si Peter decide salir de su cuarto algún día puedes considerarte afortunado" se dijo Chris.
Se quedó allí sentado, junto a él. Al cabo del rato Peter dejó de llorar, y Chris probó a tratar de acariciarle de nuevo. Peter no dijo nada, pero no le apartó aquella vez. Se dejó frotar la espalda, aun sin sacar la cara de entre los brazos.
"¿Cómo voy a volver a mirarla? No, no puedo. Qué vergüenza. Qué maldita vergüenza. ¿Por qué ha tenido que hacerlo? No es justo, Rachel también tendría que disculparse. Aunque claro, él no es su padre. Es el mío. Sólo a mí puede decirme cómo comportarme. Ha dicho que no eligió bien sus palabras. En realidad papá cree que tengo razón, pero los dos sabemos que no le hablé de forma correcta. No piensa que esté equivocado, sino que equivoqué mi forma de decirlo. Y, diablos, tiene razón. Tampoco me estaba pidiendo más que una disculpa cortés. Antes hacía eso mucho. Me pasaba el día dando disculpas falsas y verdaderas. ¿Tan orgulloso me he vuelto? …Es igual. De orgullo ya no me queda nada. Después de esto no voy a salir de aquí en la vida, hasta que encuentre la forma de que me trague la tierra."
Chris le siguió acariciando, despacito y suavemente, contento de que hubiera dejado de llorar.
- Si te sirve de algo, papá una vez me pegó delante de Bianca. – dijo Chris, de pronto, acordándose.
- ¿Qué?
- Al poco de conocerla. Uno de los grandes problemas que yo tenía siempre con mi padre era sobre la hora de vuelta. Yo tenía dieciocho años, y no llevaba nada bien eso de tener "toque de queda". Tenía que estar a las tres de la mañana en casa, pero las discotecas cerraban mucho después, incluso aquellas en las que no se servía alcohol. Bianca no tenía hora de volver. Me daba vergüenza decirle que tenía que estar en casa como un niño bueno, así que me quedé con ella. Papá se presentó en la discoteca a las siete de la mañana, y me obligó a volver. Como yo no me mostré muy…colaborador...e incluso le dije un par de cosas que…no debería haberle dicho…me castigó. Delante de Bianca. Quise morirme. Aquella, que yo recuerde, fue la última vez que papá me pegó. Creo que una parte de mí pensaba que por tener 18 años ya no me podía castigar, pero si le llamas a un padre ciertas cosas después de haberle tenido una noche en jaque, sin una triste llamada, sin saber si te ha pasado algo, poco importa la edad que tengas. Pensé que ese era el fin de mi historia con Bianca, pero mira tú por dónde que luego me casé con ella.
- ¿Se supone que el que tú pasaras vergüenza tiene que hacerme sentir mejor?
- No sé. Tú eliges como sentirte. Pero el hecho cierto es que tendrás que salir de aquí en algún momento, porque no, el suelo no se va a abrir aunque lo mires fijamente, yo ya lo intenté. Así que puedes ser pragmático y entender que lo que ha sucedido ya no se puede deshacer, o quedarte aquí lamentándote y evitar a Hope hasta el resto de tus días.
Peter se sentó, y se pasó la manga por la cara, como para limpiársela.
- Lo de ser pragmático no suena mal del todo.
Chris le sonrió.
- Lamento que te haya visto, tesoro.
- No ha sido culpa tuya – respondió Peter, con un suspiro, y al decirlo terminó de convencerse de que era verdad - ¿Me das un abrazo?
Chris le abrazó, contento de que Peter hubiera entendido. El tardó una semana en perdonar a su padre por la vergüenza que le había hecho pasar.
Tras varios segundos, Chris se separó un poco.
- ¿Estás intentando retrasar el momento de salir de aquí?
- Dile que no puedo salir. Dile que me has castigado a quedarme aquí…para toda la vida.
- Creo que eso te haría pasar aún más vergüenza, tesoro. Anda, límpiate la cara y ve.
Peter se resignó, y lo hizo. Salió de la habitación, y no tardó mucho en ver a Hope, que no estaba muy lejos, quizás esperando a que él saliera.
- Hope – dijo Peter, encontrando de pronto muy interesantes sus zapatos.
- Tu p-padre t-te estaba haciendo d-daño. – dijo ella.
- No, Hope. Me estaba castigando porque yo le hablé mal a tu prima, y di una patada a la puerta.
Al no recibir respuesta, Peter tuvo que alzar la mirada para hacerse una idea de lo que Hope estaba pensando. Ella le miraba con interés, como comprobando que efectivamente estaba todo bien.
- S-Siento h-haber entrado s-sin llamar.
- No importa. Aunque…me muero de vergüenza.
- ¿Por qué?
Peter se mordió el labio. La franca curiosidad de Hope era una manifestación más de su inocencia. Supo que no se rendiría hasta tener una respuesta.
- Porque me da vergüenza que sepas que me he portado mal y mi padre ha tenido que castigarme.
- P-pensaba que era p-porque te he visto sin p-pantalones.
Vale, quizá no tan inocente después de todo. Peter tenía que acostumbrarse a que el sentido del humor no entiende de discapacidades intelectuales. Se ruborizó mucho.
- Por eso también.
Hope se rió, pero luego se puso seria y le miró directamente a los ojos, para lo cual tuvo que ponerse de puntillas.
- A-a mí me da v-vergüenza q-que m-me veas con g-gafas y-y-y-y q-que h-hables más rá-rápido que yo, y q-que t-te des c-cuenta d-de que soy t-tonta.
- Eh, eh, eh. Tú no eres tonta. Más bien creo que eres demasiado listilla, justo ahora me has sacado los colores. Me da igual como hables. Tienes una voz preciosa y las gafas te quedan muy bien.
Fue el turno de Hope de avergonzarse. Miró al suelo y se mordió el labio. Peter reconoció ese gesto, típico de él, y le hizo cierta gracia.
- ¿P-puedes v-volver a-a cantar p-para mí?
- Claro que sí. Pero antes hay algo que tengo que hacer. Espérame, ¿vale?
Hope asintió. Peter bajó las escaleras y se encontró con Nick y Rachel, que se estaban besando en el sofá. Carraspeó.
- Peter – dijo Rachel, con algo de rubor.
- Siento haberte hablado así, y haber perdido los estribos delante de ti.
- Ella no quería ofenderte, tío – intervino Nick, con un brazo rodeando a Rachel.
- Lo sé.
- No quiero que pienses mal de mí. Hope es increíble. Pero hay que estar pendiente de ella, y tratarla con cuidado y…
- Eso no supone un problema para mí. Me alegra saber que para ti tampoco.
- No quería meterte en problemas con tu padre…
- Eso lo he hecho yo sólo. Escucha: Hope y yo vamos a estar arriba con la guitarra. Si quieres venir…Ahora me toca a mí oírte cantar.
Esa era su forma de sellar la paz. Rachel sonrió, y tiró de Nick, que no parecía muy conforme con el nuevo plan, pero que accedió. A sí, los cuatro estuvieron haciendo música en el cuarto de Peter. Luego se les unió Leo, que parecía entenderse bastante bien con Hope. Rachel cantaba realmente bien, y parecía ser consciente de eso. Denotaba seguridad en sí misma y, aunque Peter sabía que eso no era de por sí algo malo, se sintió raro. Por alguna razón había esperado que Rachel fuera tan vulnerable como parecía, y descubrir que no era así le hizo pensar que quizás no la conocía tanto. Pensó que podían llegar a ser buenos amigos, pero el hecho de saber que no podían ser pareja dejó de doler tanto. Peter no supo por qué de pronto era así, pero dejó de planteárselo y se alegró. Todo sería más fácil si podía estar junto a Rachel sin desear lo que no podía ser.
Cuando Rachel y Hope tuvieron que irse, Hope se despidió de Peter con un abrazo. Rachel y Nick, con un beso. Chris cerró la puerta. Y entones, se cayeron las máscaras.
- Peter, eres lo más estúpido que he conocido – espetó Nick, en cuanto estuvieron a solas.
- Yo también te quiero. ¿Por qué me piropeas ahora?
- ¿Por qué te has puesto así con Rachel? ¡Ha estado preocupada todo el día!
- Ya la he pedido disculpas.
- ¡Me da igual! Has sido muy borde con ella y todo por defender a esa…
- Piensa muy bien lo que vas a decir – intervino Chris. – Espero que no sea ningún insulto. Sí, Peter se pasó antes, pero tenía sus motivos. Ya lo hablé con él y ya está todo solucionado. No hay por qué volver a sacar el tema ni, por supuesto, meterse con Hope.
- Todo ha sido por su culpa – dijo Nick.
- No. Todo ha sido porque Rachel ha hablado de más. - afirmó Chris, con calma.
- ¡Le defiendes! – acusó Nick.
- Le he castigado por faltarle al respeto y patear la puerta, y le he dicho que se disculpe. No tengo nada más que decirle. Si ahora tú vas a atacarle, entonces sí, le defiendo.
Al oír que le había castigado Nick se apaciguó un poco.
- No sé qué te ha dado con esa idiota – le dijo.
Peter le echó una mirada tan venenosa que Chris se preguntó cómo es que Nick seguía de pie. Miradas como esa tenían que sentirse físicamente.
- ¿Puedo pegarle un puñetazo? – dijo Peter. Que se lo preguntara casi hizo que Chris sonriera. Casi.
- Mejor no.
- ¿Qué ocurre? ¡Ahora me dirás que no lo es! ¿Tan ciego estás como para no ver lo que la pasa? – insistió Nick.
- Mira Peter, casi que sí. – dijo Chris, y se sorprendió a sí mismo. Pero es que si Peter no le metía un puñetazo, él iba a estrangularle y no sabía qué era peor.
Pero Peter no golpeó a su hermano. Le miró como si estuviera viendo a un extraño.
- ¿Y tú tan ciego estás como para no ver que eso no importa? A veces te portas como un imbécil, pero no sabía que de verdad lo fueras. Esta es la primera vez que me da vergüenza compartir tus genes, Nicholas.
Una vez dijo eso, Peter se fue. Nick se quedó algo impactado.
- Te va a costar que te perdone ¿sabes? – dijo Chris – Te va a costar que te perdone hasta yo.
 


*N.A.: Efectivewonder, tal como alguno se habrá dado cuenta, la letra es de la canción "Perfect" de Glee, que es una versión de "Fuckin´perfect" de Pink.

1 comentario:

  1. YO TENGO 12 Años y HOY dia le DIJE a mi ABUELA MALDITA VIEJA DECRÉPITA XQ NO TE MUERES MI ABUELA ME PONE DE RODILLAS Y ME y me da TANTAS CACHETADAS con Todas sus FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFcomo TODOS MIS MAYORES las dan (osea que me ESTA REGAÑANDO y entre esi me ATA A UN POSTE SE PONE A LAVAR LA ROPA CON AGUA Y DETERGENTE y ME VUELVE A CACHETEAR CON TODAS SUS FUERZAS PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFF LA VIEJA SI Q PEGA DURO

    ResponderBorrar