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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 48: Confianza en tiempo de magia



 


Chapter 48: Confianza en tiempo de magia
 


Barbas estaba preparándose para acabar con su familia. A Chris no le cabía ninguna duda, tras escuchar a Wyatt. El demonio del miedo había intentado ya varias veces acabar con los Haliwell, pero Chris pensaba que ya se habría rendido…Aunque aquella vez no iba a por las Embrujadas, ni a por él, sino a por sus hijos.
- Por eso no hemos tenido noticias suyas – masculló Chris. Había llegado a relajarse, pensando que tal vez Barbas había desistido, acobardado…
- Mis fuentes aseguran que está reuniendo a un pequeño grupo…- dijo Wyatt.
- ¿Y quiénes son tus fuentes?
- Demonios de bajo nivel que resultaron muy colaboradores cuando les mostré ésta poción – respondió Wyatt y le enseñó un frasquito que serviría para acabar con los demonios menos poderosos.
- Eso es malo, Wyatt. Muy malo. Un solo demonio no supone un gran problema. Puedo orbitar en un segundo y hacerle frente. Pero si son varios…si se separan…yo no puedo dividirme – musitó Chris con angustia, y Wyatt entendió lo que quería decirle: si Barbas enviaba un demonio a por cada uno de sus hijos, Chris no podría ayudarlos a todos. – Los demonios no se alían. – protestó Chris, como si sirviera de algo. Wyatt alzó una ceja. ¿Acaso se pensaba que aquello era un juego y los demonios estaban haciendo "trampas"? Quizá si fuera un juego…pero uno mortal. Y las trampas estaban permitidas.
- Barbas les habrá ofrecido algo.
- ¿El qué?
- No lo sé, Chris. Ni siquiera sé lo que quiere ésta vez.
- No son poderes – intervino Leo – porque Peter no tiene.
Chris se dio cuenta de que no debían de hablar de aquello con sus hijos delante. Quizá lo mejor fuera que llamara a su padre, e hicieran un plan. Tenía ganas de invocar a Barbas y provocar una pelea, pero no estaba seguro de que esa fuera la mejor forma: era algo que el demonio ya tendría que tener previsto. Quería hablar con su padre, y tal vez con su madre y sus tías. Y quería mantener a sus hijos alejados de magia peligrosa, muerte, y hechizos.
- Escuchad chicos, ¿por qué no os vais a dar una vuelta con el tío? Podéis llevaros a Ariel.
Wyatt entendió lo que quería hacer, y asintió.
- Podemos ir a la heladería que hay por aquí cerca.
- ¿Qué heladería? – preguntó Nick.
- ¿Chris no os ha llevado? Oh, pues entonces mucho mejor. Quiero ver qué cara ponéis. Leo y yo tenemos un juego: si es capaz de comerse un helado de tres bolas, luego le compro otro. Pero como tengo mala experiencia apostando contigo, para ti serán cinco, Nick. Que además eres más grande.
Nick sonrió, porque ganara o perdiera lo bueno de aquello es que se pondría hasta arriba de helado. Pero luego miró a Peter y se puso serio un momento.
- Si él no va, yo tampoco.
- ¿Y él por qué no iba a venir? – preguntó Wyatt, desconcertado.
- ¿No estás enfadado conmigo? – dijo Peter muy bajito. Estaba seguro de que Wyatt creía que no se merecía precisamente un premio, y probablemente tuviera razón. Lo lógico sería que no quisiera llevarle a la heladería.
A Wyatt le enterneció esa actitud, y también esos ojos de cachorro arrepentido contra los que algún día inventaría un contraataque. ¡Si esa mirada la inventó él! ¿Cómo es que era tan efectiva?
- Pero no tanto como para dejarte aquí mientras me llevo a tus hermanos, hombre. No soy tan cruel. Además, no tengo más remedio que llevarte. ¿No ves que tu padre quiere la casa para él sólo?
Wyatt le guiñó un ojo, y Peter le dio un abrazo.
- Ya estabas tardando. – dijo Wyatt, devolviéndoselo. – Bien, pues ahora, ir eligiendo sabores. Os advierto que tengo la cartera llena, y estoy dispuesto a vaciarla.
Los chicos sonrieron, y en pocos segundos se habían ido, llevándose a Ariel con ellos. Chris estuvo dos minutos en silencio, apoyado sobre la mesa de la cocina, reuniendo valor y grandes dosis de odio. Era SUS hijos, y quien quisiera tocarlos se enfrentaría a la más horrible de las torturas. Llamó a su padre, que orbitó casi instantáneamente. Exterminar demonios no era en realidad el trabajo de ninguno de los miembros de su familia. Todos tenían una profesión y aquello era algo que hacían porque estaban moralmente obligados, por tener un don. Y porque aquellas criaturas les perseguían. No obstante, Chris tuvo una época en la que luchar contra demonios era su única ocupación y por ello tenía bastante práctica. Y, aunque Leo era un luz blanca, y técnicamente no intervenía de forma directa, era una enciclopedia humana.
Estuvieron hablando cerca de una hora, hasta que les interrumpió el sonido de la puerta al abrirse. Oyeron la risa potente de Wyatt, que le precedió antes de que entrara a la cocina, donde Chris y Leo habían estado preparando más pociones de las que posiblemente llegaran a necesitar.
- ¿Ya volvéis? – preguntó Chris contagiado por su buen humor.
- Peter tiene el estómago de un pajarito – informó Wyatt. - ¡Ha comido Leo más que él!
- Eso es porque no has visto cómo ha desayunado. – dijo Chris, y saludó a sus hijos. Leo se colgó de su cuello, pero luego fue a hacer lo mismo con su abuelo, y se quedó allí. El Leo mayor cogió al Leo pequeño en brazos, y miró a Chris, como pidiendo su aprobación. Cuando Chris asintió, les dijo algunas de las cosas que habían estado hablando.
- Escuchad…Durante los días siguientes es importante que no estéis solos en ningún momento, así que me tendréis por aquí a menudo. Hoy voy a quedarme a dormir.
- ¿De verdad? – preguntó el otro Leo, entusiasmado.
- Papá, puedo quedarme yo…- empezó Wyatt.
- Tú tienes tus propios hijos, Wyatt. Piper lo entenderá. Si esto dura mucho puede que ella se venga también.
- ¿Por qué? – preguntó Peter, que no era tan inocente como sus hermanos, que parecían pensar que aquello era algo bueno. - ¿Por qué vas a quedarte tú con nosotros? ¿Y papá?
- Yo… voy a estar ocupado, Peter.
- ¿Persiguiendo demonios? ¿Vas a ir a ese sitio? ¿Al Inframundo? – siguió preguntando Peter.
- No es tan malo como parece. Ya lo he hecho antes. Iré a ver si obtengo algo de información y nos libro de algunos enemigos…
- ¿Y si te topas con Barbas? ¿Te enfrentarás a él tú sólo?
- Avisaré a mi padre, y a Wyatt.
- ¿Y tú me dices a mí que no me ponga en peligro? ¡Es un maldito suicidio! – dijo Peter, sin saber si estaba enfadado o preocupado.
- Hijo, me dedico a esto.
- No, regentas un club.
- Eso también.
- ¡No quiero que vayas! – gritó Peter.
- Yo tampoco – dijo Nick, de pronto mucho menos contento al entender que pasar más tiempo con su abuelo implicaba que su padre iba a estar poniéndose en peligro.
- No me pasará nada – dijo Chris, halagado porque sus hijos se preocuparan tanto por él – Sé lo que hago.
- Yo quiero ayudarte – dijo Leo, el más pequeño de sus hijos, el único al que no podía engañar diciéndole que aquello no entrañaba ningún peligro. Chris le miró a los ojos.
- Me ayudará saber que estás a salvo, con el abuelo.
Chris miró a su familia, y vio caras tristes por todos lados. Leo y Wyatt se fueron y las caras tristes se hicieron más pronunciadas aún, si cabe.
- Vamos, no os pongáis así. No quiere decir que no vayáis a verme. Iré de noche: tenemos todo el día para estar juntos. Estaréis durmiendo. Ni os daréis cuenta de que me voy. Venga, fuera esas caras. Hagamos algo divertido. ¿Queréis ir al Zoo? Comeremos algo tarde pero no creo que tengáis hambre después del helado.
El plan del Zoo le gustó bastante a sus hijos, sobre todo a Leo y a Peter, pero sobre ellos pesaba todo el rato la sombra del miedo...
A Leo le gustaba mucho ir al Zoo, y Chris ya lo sabía, pero quedó comprobado que Peter también era un gran amante de los animales. No sólo parecía estar disfrutando, sino que sabía muchas cosas sobre ellos, cosas que Chris desconocía. Fue una gran día. Al final, Chris decidió comprar algo y comer allí mismo y por la tarde continuaron. Nick empezó a mandar mensajes con el móvil y estuvo así un buen rato, hasta que la paciencia de Chris comenzó a agotarse.
- Nick, deja el móvil, anda. Seguro que sobrevives a una tarde sin mensajes.
- Perdona. Es que estaba hablando con…Paul. ¿Puedo ir a dormir a su casa hoy?
- ¿Quieres decir si puedes ir a dormir con Rachel? – dijo Chris, que no era tonto y había percibido la ligera vacilación de Nick al decir con quién hablaba. – Sólo por haber intentado mentirme ya te diría que no, pero es que además, hijo, hoy no es un buen día. No quiero que estés por ahí, lejos del abuelo, con Barbas suelto.
- Siento no haberte dicho que era con Rachel, papá…pero por favor, déjame ir. No sería sólo con ella. Va a invitar a más gente.
- ¿Una fiesta? Genial, Nick, cada vez me das más motivos para decirte que no.
- ¿Preferirías que fuera a dormir yo sólo a casa de mi novia?
- No preferiría nada, porque no vas a ir.
- Papá, por favor. Es la primera vez que me invitan. Por favor, por favor.
Nick le miraba muy ilusionado. Chris detestaba tanto ser el malo...Normalmente le habría dicho que sí, pero no aquella vez.
- Aunque te acribillaría a preguntas sobre la fiesta, los invitados y otros detalles importantes, en otra ocasión podríamos hablarlo, Nick, pero hoy no. No con un demonio que os ha puesto en su punto de mira.
- Estaría con gente…estaría seguro, no me hará nada si estoy rodeado de otras personas…
- Nick, voy a ir a atacar sus filas desde dentro. Si algo sale mal y decide perseguiros, sólo estaré tranquilo si sé que estáis con el abuelo, que no sólo puede defenderos sino que además supone una vía de comunicación directa con Wyatt, mi madre, mis tías, y otras personas que se aseguraran de que no os pase nada. Además, hijo, no puedes avisarme con unas horas de antelación y decirme que duermes fuera habiendo mañana colegio. Ni siquiera sé qué clase de fiesta es, ni si habrá alcohol…
- No mezcles las cosas de "padre normal" con tus cosas de brujo. Sabes que yo no bebo, papa. No me puedo creer que no te fíes de mí.
- No es cuestión de confianza, cariño. Es peligroso. No puede ser ¿vale? Ya irás otro día.
- ¡No es justo, papá! Si no me dejas iré de todas formas…
- Amenazarme no es una buena estrategia, Nick. Estamos hablando, pero la conversación puede acabar en algo que no te guste – cortó Chris de forma dura. Luego relajó la expresión, consciente de que aquella fiesta era realmente importante para su hijo, por ser la primera. Era normal que intentara convencerle por todas las vías. – Habrá más ocasiones, Nick, pero ésta vez no puede ser. Prométeme que no iras a esa fiesta, hijo.
Chris le miró a los ojos y Nick le sostuvo la mirada. Luego suspiró, y le respondió.
- Te lo prometo. – dijo con voz triste, y Chris le creyó. Le dio un beso en la cabeza.
- Gracias por entenderlo, hijo.
Estuvieron en el Zoo un rato más, y luego volvieron a casa. En el camino, Chris notó que Peter estaba algo triste.
- Peter, no te preocupes porque a ti no te hayan invitado a esa fiesta…
- No es eso lo que me preocupa, papá. Además, si me han invitado, aunque yo no quería ir de todos modos.
- Entonces, ¿a qué esa cara?
- A que mi padre se va a enfrentar a un grupo de demonios.
- No me va a pasar nada, tesoro. Es muy amable de tu parte…
- Al cuerno la amabilidad, papá. Si te pasa algo te curaré y luego te mataré yo mismo.
Chris se sorprendió al oírle hablar con tanta vehemencia. Tras el impacto inicial, le sonrió.
- Pues más me vale tener cuidado entonces ¿no? Todo estará bien, Peter.
Ya en casa, Chris jugó con Leo, Nick se puso a hacer un puzzle, y Peter a leer un libro. En seguida vino Leo I, cenaron todos juntos, y Chris les dijo que tenían que irse a la cama. Todos tradujeron ese "a la cama" por "ahora es cuando me voy" y eso les dejó muy inquietos, pero obedecieron.
En poco tiempo la casa se quedó en silencio. Su abuelo les deseó buenas noches, y se quedó con el otro Leo, leyéndole un cuento. Luego él mismo se fue a descansar, aunque dudaba ser capaz de hacerlo. Era su hijo el que estaba por ahí en el mismo infierno, preguntando por uno de los demonios más poderosos.
Ninguno de los chicos durmió bien tampoco. Leo se fue a la cama de Peter, y éste le hizo un hueco. Nick, por su parte, daba vueltas en la cama. Oyó vibrar su móvil. Leyó varios mensajes que le insistían para que fuera a la fiesta en casa de Rachel. Le parecía un método estupendo para dejar de pensar en el idiota suicida de su padre. Acababa de dejar de ser huérfano. No quería serlo de nuevo. ¿En qué estaba pensando Chris?
"¿Qué pasa Haliwell? ¿Por qué no vienes? Tu hermano y tú sois unos aburridos" le escribió Paul. Nick se mordió el labio. ¿Qué se hacía en una fiesta? Tenía que estar bastante bien.
Tras varios minutos de indecisión, decidió que dado que de todas formas no iba a poder dormir, no pasaba nada si iba a esa fiesta. Chris no se enteraría. Volvería a casa antes que él, y su abuelo estaba durmiendo. La fiesta estaba llena de gente: no corría ningún peligro con "lo sobrenatural" y no quería perderse aquello...Se vistió, se puso unos zapatos, y se fue.
Lo cierto es que no lo pasó del todo bien. Tal y como le había dicho a su padre, él no bebía. Y aunque tuvo ocasión y ganas de hacerlo, había en él un reducto de conciencia que se lo impedía. Pero el resto del mundo sí que bebió. Había música, demasiado alta para su gusto, y Rachel estaba muy ocupada con un montón de amigas como para hacerle caso. Él tampoco hizo mucho por integrarse, porque su maldita conciencia no le dejaba. Ahí estaba él, de fiesta, mientras su padre se jugaba el pellejo. Le había prometido que no iría. Le había mirado a los ojos y se lo había dicho. Al final, se volvió a su casa a eso de las cuatro de la mañana…
Lamentablemente para él, no había sido el único en pasarse la noche en vela. Su abuelo estuvo dando vueltas en la habitación de invitados, conteniendo los impulsos de orbitar junto a su hijo. Si pasaba algo le avisaría, se dijo. Sabía cuidarse. Fue a ver a sus nietos, y se asustó al ver la habitación de Leo vacía, pero luego le encontró en la cama de Peter, y sonrió. Los dos dormían, y tuvo cuidado de no despertarles. Luego fue a ver a Nick, pero a él no le encontró por ningún sitio. Entró en pánico.
Chris regresó más pronto de lo que creía. Su noche había sido muy infructuosa y agotadora. Le había emboscado un grupo de demonios y gastó con ellos todas sus pociones. Y de Barbas nadie parecía saber nada. Cuando llegó a su casa sólo quería dormir…pero se encontró a su padre medio histérico. En cuanto le dijo que Nick no estaba, supo exactamente a dónde había ido. Eran las cuatro de la mañana, y su hijo estaba en una fiesta a la que le había prohibido ir. Chris estaba cansado, frustrado, y de pronto muy, muy cabreado. Media hora después Nick entraba por la puerta. Chris no le asesinó únicamente porque había llegado a preocuparse.
- Papá…- dijo Nick, sorprendido de verle tan pronto (o tan tarde, según se mire) en casa.
- No digas ni una palabra. Te vas a la cama ahora.
- Pero…
- Nick, estoy muy enfadado contigo ahora mismo. Es muy tarde, y estoy muy cansado. Vete a dormir.
Nick se fue, sin atreverse a darle un abrazo. Lo único que había querido era preguntarle qué tal había todo, pero efectivamente su padre no parecía de humor para hablar con él, así que cuando subió arriba y vio a su abuelo, le abrazó a él.
- Abu, ¿papá está bien?
- Está bien, pero muy enojado. Lo de "abu" no va a servirte muchachito. Estás en muchos problemas. Anda, vete a dormir.
Nick lo hizo, aunque no concilió el sueño. Por su parte, Leo I y Chris estuvieron hablando un rato. Chris le contó su noche, dado que su preocupación por Nick le había impedido hacerlo antes. Luego hablaron también del mismo Nick y, casi cuando amanecía, se despidieron y Chris se fue a la cama. No durmió ni una maldita hora.
Cuando ya no aguantaba más en la cama, se levantó. Al no poder dormir había estado pensando en Nick, en lo que le podía haber pasado, en que el chico le había mentido, en que le había hecho una promesa, en a saber qué había hecho en aquella fiesta…Su enfado no había hecho sino aumentar. Lo primero que hizo fue ir al cuarto de Nick.
- Estás despierto. Bien. Baja a desayunar. Luego tú y yo hablaremos.
- No tengo hambre…
- He dicho que bajes. Ahora.
Chris no gritó. No hacía falta. Daba miedo de todas formas.
- S-sí, papá.
Leo y Peter bajaron también. El reloj biológico madrugador de Peter hizo que ambos se despertaran temprano. Al ver a Chris le abrazaron y le asaltaron a preguntas. Chris fue amable con sus hijos, que no tenían culpa de nada, pero se le notaba que estaba de mal humor. Peter y Leo decidieron no preguntar.
- ¿Y el abuelo?
- Se fue, campeón. Yo volví temprano.
El desayuno fue silencioso. Nick más que comer mareó su vaso, y no levantó la mirada en ningún momento.
- Si no vas a comer nada más, sube a tu cuarto, Nick. – le dijo Chris, y el chico obedeció, subiendo como un rayo.
Chris tardó mucho en subir. Pudo tardar perfectamente diez minutos, y Nick apenas pudo soportarlo. Pero cuando Chris entró al fin, estaba sentado sobre la cama intentando estar tranquilo. Aunque parezca mentira, para Nick la peor parte era cuando le regañaba. Chris solía tener razón en todo lo que decía y Nick solía sentirse fatal. Esa vez, sin embargo, se sentía mal ya desde el principio. No sabía si iba a poder soportar los reproches…pero estos no vinieron. Chris no dijo nada. Se le quedó mirando durante un rato, le levantó, se sentó, y le puso sobre sus rodillas sin intercambiar una sola palabra. Le bajó la ropa y comenzó el castigo.
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- Te digo que no, y entiendes que sí. Te lo prohibí. Fui bastante claro. No te dí lugar a confusión.
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Nick comenzó a llorar y a moverse.
- Me diste tu palabra.
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- Saliste solo, de noche, y, como si eso ya no fuera de por sí peligroso e irresponsable, lo hiciste cuando hay un demonio preparándose para haceros daño.
Nick siguió llorando, sin decir nada. Sentía algo de dolor por los azotes pero sobretodo sentía el enfado de su padre. Desde que ambos habían vuelto, no le había dicho ni una sola palabra amable.
- Ve a por el cepillo, Nick.
Nick no se movió, pero Chris le dio otro azote y le puso de pie. Le colocó la ropa, y se lo repitió.
- Ve a por el cepillo.
Nick se fue, aun llorando, y Chris suspiró. ¿De verdad el chico no entendía lo peligroso que era estar a las cuatro de la mañana en la calle, y que eso era como ponerse un cartel luminoso que dijera "Barbas, estoy sólo, por si te quedaste con ganas"? ¿No lo sabía o le daba igual? Más bien lo segundo. Lo que más le molestaba a Chris era que todo hubiera sido por una estúpida fiesta…¿Ese era el precio de su seguridad para Nick? Se dio cuenta de que Nick estaba tardando mucho, y fue a buscarle.
Nick se quedó de pie con el cepillo en la mano y las lágrimas por sus mejillas. Estaba enfadado. Chris ni siquiera le había dado la oportunidad de explicarle nada. Tampoco es que hubiera mucho que explicar, y quizás eso era lo que en verdad enfadaba a Nick: que sabía que la había cagado pero bien, y que lo había hecho con conocimiento de causa, sabiendo que al hacerlo faltaba a una promesa, desobedecía una orden, y se ponía en peligro. Porque sí, en la fiesta se había sentido seguro, pero volver caminando en plena noche no había sido una experiencia a repetir. Cada sombra se convertía en un demonio, y le recordaba lo vulnerable que era.
"Vale, sí, la he cagado. Siempre lo hago después de todo ¿no? ¡No sé por qué se sorprende tanto! "
Nick miró el cepillo una vez más. Rabioso contra sí mismo y contra Chris por haberle castigado e ir a castigarle más, abrió la ventana del baño y tiró el cepillo por ahí. La ventana daba al patio y se oyó cómo el objeto caía al suelo. Al oír el sonido Nick se dio cuenta de lo que había hecho, pero no tuvo tiempo de pensar al respecto, porque Chris entró en ese momento.
- Nick, dame el cepillo – le pidió.
Nick ni dijo nada ni se movió, así que Chris caminó hacia el armario y abrió la puerta, pero vio que el cepillo no estaba ahí.
- ¿Dónde está Nick? – preguntó, con calma. Pero no obtuvo respuesta. – Nick – dijo, en tono de advertencia. - ¿Qué has hecho con él?
A Nick le dio rabia que supusiera que había sido él.
"Bueno, es que has sido tú, idiota".
- Nick, quedarse en silencio cuando te hago una pregunta directa es incumplir otra norma. Teniendo en cuenta que me has desobedecido, me has mentido, y te has puesto en peligro, no te interesa enfadarme más.
- ¡Es imposible enfadarte más, joder!
- Oh, es posible. Hablándome así, por ejemplo. Nick, el cepillo. Ya.
Nada. Chris respiró hondo. Estaba realmente enfadado. Se llevó la mano al cinturón, pero luego la bajó. No obstante, el movimiento no pasó desapercibido para Nick.
- ¿Vas a…vas a pegarme con el cinturón?
Chris le miró a los ojos, y en los de su hijo sólo vio miedo.
- No. Al contrario de ti, yo sí cumplo mis promesas. Te dije que no lo usaría si no volvías a perder el control con Peter. Pero no pienses que esto termina aquí. – le aseguró, y se sentó en la taza del baño. Tiró de él y le puso en sus rodillas con facilidad. Le bajó la ropa, y reanudó la azotaina. Nick había pensado que aquello no era tan malo. Que le dolería, pero si le pegaba sólo con la mano no sería tan horrible. Sin embargo, desde el primer azote se dio cuenta de lo equivocado que estaba. Chris le estaba pegando más fuerte que de costumbre. Nick no pudo evitar soltar un gemido.
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Tras las primeras palmadas Nick consiguió controlar sus gritos y permanecer en silencio, pero empezó a llorar intensamente.
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- Papá, lo siento.
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Nick no entendía cómo aquello podía doler tanto si sólo le estaba pegando con la mano. Dolía mucho más que el cepillo, y mucho más que otras veces. Lloró bastante e intentó protegerse, pero su padre le sujetó las manos de forma suave pero efectiva. Chris se dio cuenta de que se estaba haciendo daño en la mano y de que el culo y la parte alta de los muslos de Nick empezaban a estar bastante rojos, así que disminuyó la intensidad.
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- Tal vez te he dado la impresión equivocada, Nicholas, pero cuando te doy una orden, quiero que la cumplas. Es muy fácil. Si te digo ve a por el cepillo, vas a por el cepillo y me lo traes. Si te digo no vayas a la fiesta, no vas a la fiesta y te quedas en la cama.
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- Papá, ya no más.
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- No volveré a hacerlo, te lo prometo.
- ¿Al igual que me prometiste que no irías a la fiesta? SMACK SMACK
- Lo dije en serio. No iba a ir pero…¡lo siento!
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Chris paró, consciente de que ya había dejado más que claro el mensaje. Nick lloraba tanto y tan fuerte, respirando tan agitadamente, que le preocupó que se pusiera a vomitar por un corte de digestión, así que le incorporó, y le observó por si acaso. Tras unos segundos se convenció de que Nick no iba a devolver, pero la forma en la que lloraba daba penita. Chris le abrazó y le hizo mimos en el pelo y en la espalda. Miró a ver que no le hubiera hecho un gran daño: estaba seguro que en ese momento a Nick le dolía bastante, pero no creía que fuera a tener cardenales. Al menos, eso deseó, con todas sus fueras. Y también que el chico hubiera entendido.
- No más decisiones irresponsables. No más ponerse en peligro.
- No…snif… papá.
- Si te digo algo, tienes que hacerme caso.
- S-sí, papá.
- Y no me mentirás. Tengo que poder confiar en ti. Mentir no es únicamente decir algo cuando sabes que no es cierto, sino decir algo y luego incumplirlo deliberadamente. La palabra es una de las cosas más importante que tiene un hombre. No la des si no piensas ser fiel a ella.
Nick soltó un sollozo.
- No lo haré, papá.
- Vale. Te creo. Ya está. Shhh. Anda, no llores.
- Sí, papá.
- No, Nick. Eso no era una orden, cariño. Llora cuanto necesites, que yo no te voy a soltar ¿de acuerdo? Ya está, mi niño.
Nick se abrazó a él con fuerza, y siguió sollozando. Chris se llegó a preocupar porque no veía que sus caricias, o su voz lograran calmarle. Le subió la ropa despacito y le dio un beso.
- Vamos, corazón. Shhhh. Nick, cielo, ya ha pasado. Ya está.
- N-no. Porque a-ahora buscarás el cepillo y…y me pegarás más.
- ¿Eso es lo que te preocupa? No voy a castigarte más, cielo. Y tú no vas a volver a hacer algo como esto ¿verdad que no?
Nick negó con la cabeza.
- Eso es. Éste es mi chico. Entonces ya no hay nada por lo que llorar, hijo.
- S-sí. Porque tú estás enfadado.
- Ni una pizquita. Ya no, mi vida. En realidad, estaba más preocupado que enfadado. Podía haberte pasado cualquier cosa, no sólo con la magia sino…en esa fiesta. O volviendo de ella.
- No me lo pasé bien. En realidad no. Yo estaba en una fiesta y tú estabas en peligro. Soy un egoísta, y un mal hijo y…
- Eres muchas cosas, Nick, pero no un mal hijo. Y tampoco eres egoísta. Más bien creo que se trataba de tu primera fiesta, en casa de tu novia, y eso era como ponerte mil dólares en la mano y decirte que no te los gastes.
- Te lo prometí. Y…y…de verdad que en ese momento te decía la verdad….Yo…yo no prometo en falso. Yo…a mí no me gusta mentir…
- Lo sé. Y por eso entre otras cosas no me gusta que lo hagas. Pero, como te dije, aprendes de tus errores y sé que a partir de ahora puedo fiarme de que cumplas lo que prometes.
Nick siguió abrazado a él un poco más, hasta que se calmó del todo.
- No te prohibí ir a esa fiesta por capricho, Nick. Pensaba principalmente en tu seguridad. Y también, no te lo voy a negar, en "lo que suele suceder" en las fiestas.
- No hice nada, casi literalmente. Te aseguro que no bebí y…y….en realidad tampoco había gran cosa que hacer.
- ¿Mereció la pena?
- ¡No! Mentirte no mereció la pena y tampoco….tampoco…bueno, ya sabes, el castigo.
- En ese orden. Eso está bien. Espero que el castigo sirva para recordártelo. Porque Nick, cuando hay magia de por medio, necesito saber que vais a obedecerme. Tengo que estar seguro. No puedo hacer mis planes pensando en que a lo mejor mis hijos han esquivado mis medidas de seguridad y están por ahí indefensos.
Nick asintió.
- Y ahora…¿vas a decirme que hiciste con el cepillo?
- No te enfades, por favor.
- No lo haré.
- Sí, si lo harás. Pero ya da igual. Lo tiré por la ventana.
Nick cerró los ojos, como esperando un grito. Pero el grito no llegó.
- Gracias por decírmelo – dijo Chris, y le dio un beso en la cabeza. Sabiendo ya dónde estaba, pudo orbitarlo y lo guardó en el armario. - Has sido muy valiente, y te lo agradezco. Aunque creo que sabes que las cosas no se tiran por la ventana.
- Lo siento. Me...me enfadé...
- ¿Porque te estaba castigando? En fin, cielo, lo siento, pero creo que sabes que después de lo que hiciste no tenía muchas más opciones...
- Lo sé. Lo sabía. Sólo quería...bueno ...evitarlo.
- Tirando el cepillo sólo retrasas las cosas, cielo. Si te he dicho que voy a castigarte voy a hacerlo, con o sin cepillo.
- Sí, ya lo he visto – dijo, haciendo un mohín, y frotándose ahí donde le habían pegado. Chris le miró con ternura, y pensó que tal vez debería haber esperado a que volviera del colegio. Todos se habían levantado más pronto que de costumbre aquella mañana, pero en media hora el chico tenía que estar en clase. Sin embargo, se tranquilizó en cuanto le vio sentarse en la cama: no debía de dolerle tanto. Pero, una vez más, se iba al colegio sin haber dormido apenas.
- Sé que has aprendido la lección y que te he pegado muy fuerte. Por eso no estás castigado, pero nada más volver de clase quiero que duermas un rato, y como se te ocurra protestar estarás un mes yéndote a dormir a las siete. ¿Entendido?
- Sí – respondió Nick, creyéndole perfectamente capaz. – Pero sólo si me mimas un poco.
- ¿Encima me pones condiciones? ¡Si llevo haciéndote mimos y carantoñas durante quince minutos!
Chris se hizo el indignado, pero le hizo cosquillas.
- ¡Dije mimos, no cosquillas! -protestó Nick, entre risas.
- Es que estoy sordo – dijo Chris, y continuó. Le escuchó reír, y le miró con dulzura. - Sabes que te quiero ¿no?
- No tanto como yo a ti - dijo Nick, con mucha intensidad.

- En eso te equivocas. Pero me alegra ser correspondido.

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