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lunes, 6 de abril de 2015

Chapter 7: Abriendo corazones

 


Chapter 7: Abriendo corazones
 


- Nick ¿qué quieres decir? – preguntó Chris con histeria. Le daba igual llegar tarde, tenía que asimilar aquello. ¿Cómo que las fotos y los videos de sus maltratos? ¿Es que guardaba aquello? ¿Es que tenía VIDEOS de aquello?
- Quiero decir lo que he dicho, Chris. Siempre he sabido que él los robó, pero nunca me los ha enseñado.
- ¿Qué los robó?
Chris no entendía nada.
- Los tipos que le destrozaron la vida, y el cuerpo, lo grabaron. La policía incautó los videos y las fotos como prueba para el juicio, pero Peter insistía en que quería tener una copia. Nadie le hizo caso, por supuesto, porque no creían que fuera buena idea. Semanas después la policía nos informó de que alguien había manipulado aquellos videos. No los habían borrado, pero los habían descolocado. Nadie lo dijo abiertamente, pero yo sabía que de algún modo Peter se coló en la comisaría, hizo una copia, y la guarda desde entonces.
No podía ser cierto. Chris no podía creerlo. Peter robando, Peter escondiendo aquello en una caja, su hijo pequeño abriendo aquella caja…Lo que aquella caja escondía.
- ¿Quieres decir que…que…que Peter guarda videos y fotos de lo que le hicieron? ¿Qué se sienta a verlo tranquilamente como si no le hubiera pasado a él?
- Sinceramente, dudo que los haya visto alguna vez. Creo que es más bien una forma de pasar página. Peter guarda esas cosas bajo llave, porque es más fácil que guardar sus recuerdos y cicatrices.
- ¿Cicatrices?
- Mírale la espalda alguna vez.
Chris necesitó sentarse. ¿Qué…qué demonios le habían hecho a SU hijo?
Entendió perfectamente la reacción de Peter al ver su intimidad violada de aquella manera. Incluso le pareció demasiado moderada. Podía entender que no quisiera ni pudiera compartir aquella experiencia. Lo que no entendía es cómo el chico conservaba la cabeza, porque él se sentía a punto de perderla.
- Espera aquí, por favor – le dijo a Nick, y fue al coche a buscar a Leo. El niño estaba terminándose la mandarina.
- Leo. Necesito que me digas lo que has visto en el cuarto de Peter.
Había…¿había visto su pequeño aquellas cosas tan horribles? Intentó buscar signos en su rostro…
- No he podido ver mucho, papá. Había discos, y un pen-drive, y un sobre. Creo que en el sobre había fotos, porque se trasparentaba un poco, pero no he podido abrirlo, no me ha dado tiempo. Lo siento mucho, no quería que Peter se enfadara así…
Chris le dio un beso en la cabeza.
- Lo sé, Leo. Ya lo sé. Escúchame. Tengo algo muy importante que hacer. Vamos a orbitar, y hoy vas a ir al colegio con el tío Wyatt, Alexander y Victoria ¿de acuerdo?
- ¡Sí!
Chris se entretuvo lo menos posible. De hecho, no le dio explicaciones a Wyatt, que se quedó muy preocupado por su hermano. Regresó a su casa y volvió junto a Nick, que estaba confundido. Si tenía que dejar a Leo en el colegio, ¿cómo había tardado tan poco?
- Me he encontrado con unos amigos que llevan a sus hijos al mismo colegio. Leo se ha ido con ellos. – mintió, sabiendo que aquél tampoco era el momento de explicar lo de sus poderes. – Nick, tengo que preguntarte algo. Esto no viene en ningún manual, y no creo que ésta vez pueda fiarme de mi instinto. ¿Crees que debo hablar con Peter sobre lo que me has contado?
Nick pareció pensarlo muy en serio, y Chris se lo agradeció.
- Alguien tiene que hacerlo, y puesto que eres el único que ha demostrado tener interés por nosotros, creo que te has ganado ese derecho.
Chris le dio un abrazo, y subió a hablar con Peter. Llamó a la puerta antes de entrar, pero no esperó respuesta y tampoco la recibió.
Peter estaba tumbado en la cama, pero no estaba llorando. Estaba boca arriba, mirando al techo con la mirada perdida. Parecía no haberse percatado de su presencia.
- Peter – dijo, y el chico le miró. Chris vio como volvía a éste mundo desde lo más profundo de su mente. – Peter, tengo que hablar contigo, y necesito que ésta vez confíes en mí.
- ¿Debo confiar también en que ya sabes lo que hay ahí dentro?
Peter señaló la caja, la cual no parecía haber tocado en aquél tiempo.
- Sí – admitió Chris.
- No quería que Leo viera las fotos. No son adecuadas para que las vea un niño. Por eso me he enfadado tanto.
Chris dejó escapar algunas lágrimas. ¿Por Leo? ¿Era por Leo por quien Peter estaba preocupado? ¿Por qué no hubiera visto nada traumático…para él? Peter era, realmente, una buena persona.
- Leo no ha llegado a ver nada. Ahora mismo no es él quien me preocupa.
- ¿Estás enfadado? – preguntó Peter, aun sin levantarse de la cama.
- ¿Enfadado? – de todas las emociones que sentía o que podía llegar a sentir, aquella era la más absurda. Sentía compasión, tristeza, angustia, dolor, un amor profundo. Pero no enfado. Y mucho menos con Peter.
- Por habértelo ocultado. Por haberte mentido. Por haber expuesto a tu hijo a que vea algo así. Por… - Peter lo pensó antes de echar piedras contra su propio tejado, pero decidió que no importaba - …por haber robado las pruebas de un delito.
- Peter, no estoy y jamás podré estar enfadado por esto. Tú no tienes la culpa de lo que Leo haya hecho o dejado de hacer, tú también eres mi hijo, y no puedo molestarme por lo que hayas hecho antes de conocerme. Aunque entiendo por qué lo hiciste, no puedo aplaudir que te colaras en una comisaría, pero no tengo ningún derecho a enfadarme contigo por eso.
Peter no dijo nada. Parecía como ausente. Chris se acercó a él, con lágrimas que le sorprendían mientras caían por su rostro.
- Hijito, cuánto siento lo que te hicieron. Yo… yo nunca podré entender…
- ¡No! ¡No me tengas lástima! – bufó Peter.
- No es lástima. Es dolor. Es….yo…
Al ver las lágrimas de Christopher, el rostro de Peter adquirió su expresión dulce habitual.
- Tú tienes que ir al P3. No quiero entretenerte.
- No pienso ir a trabajar hoy. No voy a dejarte sólo.
- Está Nick.
- Nick no es tu padre.
Peter le miró fijamente.
- Y tú sí ¿verdad? – no había sarcasmo en su pregunta – Por fin tengo un padre. Uno de verdad.
- Uno para siempre – le aseguró Chris.
Comenzó a acariciarle el pelo. Se había dado cuenta de que a los chicos les gustaba, y les calmaba. Se sintió de pronto muy cerca de Peter, en un sentido emocional. Por fin, estaba llegando a él.
- ¿Quieres hablar conmigo? – preguntó en un tono que daba a entender que la respuesta podía ser no, que él lo entendería.
- No sé si puedo hacerlo – dijo Peter. – No sé si soy capaz.
- No tienes que contarme nada que tú no quieras.
Peter intentó levantarse, y Chris se apartó, para dejarle espacio. El chico caminó hacia su caja, y la cogió. La caja era de madera sólida, y puede que tuviera hierro en su interior, como una caja fuerte. Era lo que hacía que pesara tanto. En su interior había lo que Leo había dicho: CD’s, un pen-drive, y un sobre. Esto último fue lo que Peter sacó. Con cierto temblor en las manos, sacó las fotos. Cuando habló lo hizo en un tono impersonal.
- Esta es de cuando me ataron a la cama. Estuve cinco días a oscuras, sin poder moverme. Desde entonces siempre duermo con una luz.
Peter iba a cambiar de foto, pero Chris no le dejó. Había visto algo que le llamó la atención en esa foto. Intentó obviar el hecho de que Peter salía desnudo en ella. Sus piernas…estaban llenas de golpes.
- ¿Con qué….con qué?
- ¿Con qué me hicieron eso? – le ayudó Peter. – Con el cepillo.
Chris recordó lo que Peter le había dicho, cuando había pegado a Nick con el cepillo. "Ah. Entonces vale. Me han pegado con eso. Duele, pero no es para tanto". Sin embargo, cuando lo dijo Chris le había malinterpretado. A él no le habían pegado con "eso". Le habían machacado. Aquellos cardenales… Chris ni siquiera sabía si tenía la fuerza necesaria para dejar esas marcas, porque jamás, en toda su vida, se le ocurriría intentarlo.
- No me acuerdo de esta. Creo que me drogaron, pero no estoy seguro. – decía Peter, sosteniendo una foto en la que aparecía atado a una columna.
Peter pasó foto tras foto. Parecía incapaz de parar una vez que había empezado. Chris no podía cerrar los ojos, y tampoco podía seguir mirando. Permaneció al lado de Peter, dejándole hablar, sabiendo que necesitaba decir todo aquello en voz alta. En casi todas las fotos, Peter tenía cardenales de aspecto muy serio. En varias salía desnudo. Y por fin, llegaron a la última foto. Chris ya creía que lo había visto todo. Pero entonces recordó las palabras de Nick "Mírale la espalda alguna vez"
Si le hubieran dicho que la espalda de la foto era la de un chico de trece años, no se lo habría creído. Estaba llena de sangre, y con marcas que dolían casi desde la distancia. Le habían… le habían….
- ¿Por qué? – exigió saber, sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
- Esto en concreto fue porque vomité en el salón. Debo admitir que lo hice totalmente a propósito. Me sentí muy bien al ensuciar aquella moqueta sobre la que me habían obligado a dormir. Pero no sabía cuál iba a ser el precio.
Chris le miró desconcertado. No reconocía esa voz dura, casi fría, que salía de los labios de Peter.
- Aquello casi me mata. Tuve fiebre. Si no hubiera venido aquél inspector, el único que decidió tomarse el tiempo de hablar conmigo en privado, tal vez habría muerto a la siguiente. Yo quería morir. Estaba deseando que me mataran, en realidad, así que me habrían hecho un favor.
La calma con la que Peter dijo aquello, fue todo lo que Chris podía soportar. Le abrazó posesivamente, no iba a soltarlo nunca. Estuvieron así durante casi media hora. Entonces Peter, por fin, comenzó a llorar. No es que Chris se alegrara por su llanto, pero aquello constituía la primera reacción normal a toda aquella historia.
- Si sólo lo sabía yo, sería como si no hubiera pasado. Pero pasó. Pasó, y yo no sé qué hice para merecerme aquello. Yo… no podía ser tan malo. No… no puedo serlo ¿verdad?
- Peter – dijo Chris, apartándole el pelo de los ojos – Nada de lo que un ser humano pueda hacer merece que lo maltraten. Tú no hiciste nada. No es culpa tuya ¿entiendes? No lo es.

Peter se calmó, como si esas palabras fueran justo lo que necesitaba oír. Oyeron unos pasos que se acercaban a la puerta, y vieron a Nick al otro lado. El chico llegaba casi cuarenta minutos abajo, sólo, y se lo estaba comiendo la impaciencia. Sin decir nada entró, y se sumó al abrazo.

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