Páginas Amigas

lunes, 8 de agosto de 2016

CAPÍTULO 18:



CAPÍTULO 18:

Intenté hacerme una idea de qué estaba haciendo Borja. No estaba destrozando el cuarto porque sí, parecía ansioso por encontrar algo. Pero entonces ¿por qué no buscaba entre sus cosas en vez de entre las de los demás?

-         Borja – le llamé, porque aún no me había visto. -  ¿No tendrías que estar en clase?

Borja se sobresaltó y se giró rápidamente para mirarme.

-         S-sí… pero…es que…

-         ¿Es que, qué? ¿Por qué estás revolviendo todo? – le pregunté, serio, pero no enfadado.

No me molestaba el desorden, pero no quería ni pensar qué podía estar haciendo allí, en lugar de estar en el aula como le correspondía. ¿Y si estaba buscando entre las cosas de sus compañeros para coger algo que no era suyo? Después de lo que había ocurrido esa mañana con Lucas, no estaba preparado para que acusaran a uno de mis chicos de robo…

-         No encuentro mi libro de mates… La siguiente clase es esa y si no lo encuentro antes estoy muerto…

Se le agudizó la voz y pude ver que realmente estaba nervioso. Yo en cambio me relajé al ver que solo se trataba de eso.

-         ¿No crees que exageras un poco? Puedes compartirlo con algún compañero.

-         Que no, que “Gremlin” me mata…

-         ¿Gremlim? –  repetí, confundido. ¿Qué clase de nombre era ese? Enseguida deduje que era un apodo, y su expresión asustada me lo confirmó. Recordé que su profesor de matemáticas era Iván. - ¿Te refieres al señor López?

-         No le digas que le llamé eso…por favor… Así le llaman los mayores, es un mote porque… bueno, porque es bastante feo y da miedo…- me explicó.

-         ¿Crees que está bien meterse con la gente por su aspecto físico? – le regañé con suavidad.

-         Con la “gente” no…. Pero él no se porta bien con nosotros…- murmuró, como justificándose.

-         Entonces, llamadle Sargento, o Gruñón, o cualquier otro apodo coloquial que le queráis poner que aluda a lo que hace y no a las cosas de las que no tiene la culpa. Y mejor tener cuidado de no llamarle nada delante de un profesor – le recomendé, y le guiñé un ojo, para que viera que no tenía que preocuparse de que yo le hubiera escuchado. Borja me sonrió al ver que no me había enfadado. - ¿Y qué mote me pondríais a mí?

-         ¿A….a ti? Ninguno…

-         Ya, claro. Seguro que tenéis uno para cada profesor. Y no es que la idea me agrade, pero es bastante inevitable cuando juntas a un montón de niños.

-         ¡No somos niños! – se quejó Borja. Rodé los ojos y me senté en la cama, cerca de él, cansado de estar de pie.

-         Poner motes a la gente a veces es inofensivo. Pueden denotar afecto, o confianza, y a veces parece más “guay” llamar a alguien por su apodo que por su nombre real. Pero es un arma de doble filo, y pueden hacer daño. Que es justo lo que pretendéis al llamar así al señor López, porque no os cae bien. Pero, como digo, si entre vosotros queréis usar una jerga, llamadle algo que fuerais capaces de decirle a la cara.

-         ¿Gruñón y sargento? – preguntó, repitiendo mis sugerencias.

-         Es indiscutible que es tanto una cosa como la otra – me reí. Borja se rió conmigo.

-         Ayer me pareciste más… normal – me confesó. – Eras simpático, pero seguías pareciendo un profe…

-         Ah ¿y ahora no?

-         No… Todos comentan que vas…como a contracorriente… Nunca había oído a un profesor criticar a otro… - me dijo.

-         Ni yo acostumbro a hacerlo… cuando soy solo profesor. Pero aquí soy guardián, y si alguien se mete con mis chicos estará en mi lista negra, así sea el profesor, el director o el emperador de Marte. – le dije, y le revolví el pelo. – Venga, volando a clase. ¿Qué tenías ahora?

-         Música.

-         Mmm. Eso es con…Patricia ¿no? ¿Ella cómo es? ¿Te regañará por llegar tarde?

-         Si le digo que estaba buscando el libro de mates, no…

-         Vale, pues ve. Yo lo buscaré por ti, y te lo llevaré antes de mates. Anda, ve. Y si no aparece ya pensaré algo. – le tranquilicé.

-         ¿De verdad?

-         Claro.

-         ¿Por qué? – preguntó, incrédulo – No tienes que hacerlo…

-         Claro que tengo. Se supone que tengo que cuidar de vosotros.

Borja me miró durante unos segundos con una expresión extraña en los ojos. Luego me sonrió, y se fue a clase. Yo sacudí la cabeza, y me puse a ordenar un poco ese estercolero mientras buscaba el libro perdido. El chico había hecho un buen estropicio. Algunas camas estaban totalmente desechas. Las volví a hacer con paciencia, pero entonces, en una de ellas, encontré algo inesperado: al levantar uno de los colchones para entremeter las sábanas, una navaja se cayó al suelo. ¿Uno de los chicos escondía un arma? Me horroricé, y rápidamente intenté recordar quién dormía ahí. 

Bosco. Era Bosco. El chico me había parecido un muchacho dulce y pacífico, no le hubiera creído capaz de tener algo así escondido en su colchón… Claro que tampoco lo creía de ninguno de los otros chicos, y estaba claro que esa navaja pertenecía a alguien y que esa cama era de él…

Durante unos segundos, preso del enfado, estuve tentado de ir a buscarle al aula para hablar con él. Pero si hacía eso llamaría la atención, y si alguien se enteraba lo podían expulsar. Y, aunque lo dudé unos instantes, no quería que lo expulsaran. Así no se arreglaba nada…

Medité cómo proceder mientras no podía evitar pensar que me había equivocado por completo con esos chicos. Tal vez ya no eran niños, sino adolescentes en vías de convertirse en delincuentes…

“No generalices” me dije “Solo ha sido Bosco… Pero parece tan buen chico…No, seguro que hay alguna explicación”.

Convencido de que tenía que haber alguna clase de justificación para la existencia de aquella navaja, terminé de ordenar el cuarto y encontré el libro debajo de uno de los armarios. Seguramente se cayó al suelo y alguien le dio una patada sin querer, metiéndolo en ese rincón tan remoto.

Me dije que ya que tenía que darle el libro a Borja, podía aprovechar para interrogar a Bosco. Los treinta minutos que faltaban para que sonara el timbre que anunciaba la siguiente clase se me hicieron eternos.




7 comentarios:

  1. ¿Bosco? No me lo creo. También comparto la postura con Víctor, tiene que haber alguna explicación. Pero no nos dejes así Dream, que nos mata la ansiedad.

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  2. Que costumbre dejar en suspenso, debe haber una leí en contra del maltrato psicológico al lector jaja muy buen capi

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  3. Noooo es uqe no puedes dejarlo como esta!!!Tienes uqe actualizar porfa!!!!

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  4. Victor es un amorts :3 Me encanta que sea tan buen profesor y siento que esos niños y el se van a encariñar mucho, lo cual me tiene preocupada para cuando el deje de ser su guardian, pero bueno, tampoco me voy a estar amargando la historia pensando en cosas que todavia ni pasan xD
    Y¡o creo que alguien le puso esa navaja al chico! Pero en fin, espero el siguiente capitulo, no nos dejes mucho tiempo así Dream :P

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  5. Bello, bello, bello! Hablo de Víctor, jajaja... y el capítulo también. A ver qué pasará!!

    Me encanta Víctor... ya lo dije antes?!! Pues me encanta!

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  6. Jajaja eso de los sobrenombres es genial!! Y yo soy buena para eso!! ...
    Grr Dream no me aclaras una duda y ya me pones otra!!... Buen capítulo!!
    Espero seguir encontrando más capis!!

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  7. Jaja. General, me has hecho acordar de mis travesuras en la escuela, recuerdo que a el profesor de educacion fisica, en mi curso le deciamos el general malfollao, *claramente sin que escuchara*, el ultimo dia, fuimos a el garage de la escuela, y en el coche le escribimos con plumon de tinta que no borra, "Aqui conduce el General malfollao", jajaja, que recuerdos, Increeibke tu historia, la ame!!!! <3

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