Corto especial

Corto especial

Se desarrolla en Moscú

Personajes:

Sergei, el papá, funcionario del gobierno

Annitovska, la mamá, maestra de una escuela

Ignati, el hijo, de 13 años

Sergei entró a su departamento en el centro de Moscú y agradecido por el calor que proporcionaba el calefactor eléctrico se quitó los guantes.

-         Buenas tardes, querido - le saludó su esposa desde la cocina - ¿Cómo fue el día en el trabajo?

-         Pues, un poco pesado, mantener el monitoreo de la opinión global en algo tan polémico como la reciente modificación a la ley de la violencia doméstica es bastante tedioso.

-         Me imagino. ¿Me acompañas a tomar un café mientras platicamos un poco?

-         Claro Anna querida, ¿qué tienes tu qué contarme?

-         Nada especial, tuvimos un junta con el director de la escuela, nos dijo que tendremos que mencionar los cambios de la ley a los niños en algún momento adecuado, algunos todavía tienen la idea de la anterior legislación. – dijo Annitovska mientras servía dos tazas de café.

-         Claro – respondió su esposo mientras se sentaba en la mesa redonda que había en el pequeño comedor – supongo que todo esto tiene su compleji….

TOC TOC TOC

Sergei y su esposa se sobresaltaron con los repentinos golpes que aporrearon la puerta.

-         UN MOMENTO – gritó mientras se dirigía a la puerta

Abrió la puerta y se encontró de frente con un oficial de la policía de la ciudad

-         ¿Señor Sergei?

-         Es correcto oficial, a sus órdenes

-          Lamento interrumpirlos Señor, Señora, pero creo que esto les concierne – y diciendo esto jaló a su muchacho a quien tenía a un lado de la puerta perfectamente inmovilizado de los brazos. – lo detuvimos junto con otros chicos lanzando botellas vacías de vodka, que al parecer se habían tomado previamente, a un monumento nacional. Pero cuando lo arrestamos argumentó que su papá trabajaba en el gobierno y pidió que lo trajéramos con usted.

-         Sí sí, ese es mi hijo, y efectivamente soy funcionario del gobierno de nuestra Federación – dijo sacando sus credenciales para mostrarlas al oficial – una disculpa y muchas gracias por traerlo

El policía en cuanto vio las credenciales soltó de un empujón al chico que entró tambaleándose al departamento.

-         No se preocupe Sr. Sergei, solamente vigile un poco mejor a ese muchacho. Con permiso – dijo y se retiró cerrando la puerta

Sergei se quedó un momento frente a la puerta pensando mientras observaba a su hijo.

-         ¿En qué estabas pensando Ignati?

-         Ay papá, ¿ya vas a empezar a regañarme? Ni siquiera estoy borracho

-         Alto ahí muchacho, que soy tu papá no tu amigucho. Y además que aguantes bastante el alcohol no te autoriza a tomar alcohol antes de la edad permitida, pero eso es lo de menos ¿dañar un monumento nacional? ¿Cómo se te ocurre?

-         Papá estamos en Rusia, los verdaderos monumentos nacionales fueron destruidos en la revolución.

Georgi se quedó pensando por un momento.

-         Al menos en algo tienes razón. Estamos en Rusia, y creo que es momento de hacer uso de la nueva modificación legal que vuelve a autorizar a los padres disciplinar a sus hijos con uso de fuerza moderada.

Inmediatamente sus ojos azules se abrieron mucho de la sorpresa y se paró de un salto de la silla en la que se había sentado

-         ¿Estás bromeando verdad papá?

-         No, creo que un castigo no te haría más daño que bien

-         Ya tengo 13 años papá ¡no puedes estar pensando en darme una paliza como si fuera un crío!

-         Un muchacho de trece años está en una edad perfecta para recibir una zurra, sobre todo después de lo que hiciste hoy y la terrible indiferencia e inmadurez que muestras.

Para ese momento Annitovska se había retirado al dormitorio principal para dejar a su esposo lidiar con el muchacho

-          Bájate el pantalón Ignati, e inclínate en el sillón

-         ¡No, cómo crees?

-         No quiero pelear, pero si es necesario llamó a tu mamá para que me ayude a sujetarte mientras aplico el castigo

Esa amenaza de que si no cooperaba su mamá lo vería en calzones bastó para que obedeciera.

 -  También el pantalón térmico – aclaró Georgi cuando se percató de que Ignati solamente se había bajado el pantalón de nieve. Cuando su hijo le hizo caso tomó una de las correas que usaban para atar los trineos cuando salían al campo en invierno, era de cuero duro pero flexible, escogió una no muy gruesa. Calculó el impacto de la correa con al bóxer azul claro con franjas blancas de su hijo recostado en el brazo del sillón.

ZAS… MGH

Esperó unos instantes y

ZAS… MGRRH

Después de otros instantes

ZAS.. AGHHH

Unos instantes después

ZASS… OUCHH!

-         Ya está hijo – le dijo Sergei tocando su hombro para que se levantara – no vuelvas a hacer una tontería de este tipo. Estoy seguro de que no quisieras pasar una semana encerrado en una cárcel de Moscú, así que agradece que tu castigo fuera este y no el que realmente te correspondía.

Ignati se levantó y se subió rápidamente el pantalón térmico y el de nieve. Y sin decir nada se dirigió en su cuarto. Pero su papá noto que un par de lágrimas se le habían escapado y resbalaban por sus enrojecidas mejillas (Sergei no supo si era por el frío o por vergüenza).

-         ¿Cómo está? – la voz suave de su esposa lo sobresalto.

-         Bien querida, estará bien, ningún muchacho se muere por un par de correazos y a nuestro Ignati ya le hacía falta que alguien le llamara la atención.

Su esposa asintió con la cabeza y después de sonreír se sentó en la mesa señalándole que se sentara también en la otra silla para que tuvieran su acostumbrada taza de café y charla vespertina.

Nota del autor:

A veces tengo que desahogarme un poco, y la escritura es el lugar más adecuado para volcar tu propio ser. La mayoría de las veces es a través de una técnica refinada y sutil, sublimada; pero hay momentos en los que las palabras salen en su más crudo y puro estado.