Special
Improvement Academy
III
-
¡No me abras la puerta como si viniera al club, que sabes
perfectamente a que vengo! – de pronto escucho unos gritos afuera de la
academia - ¡Ah y no creas que por estar blindada la puerta es demasiado pesada
para mí! – escucho que sigue gritando el chico antes de azotar la puerta de la
camioneta en la que acaba de llegar.
Ring Ring
Sé perfectamente quién es el chico que acaba de
llegar, César de la Torre Villarreal, hijo de un empresario viudo que está
demasiado ocupado administrando su fortuna como para ocuparse de la educación
de su vástago, pero que cree que de vez en cuando le hace falta una mano dura.
Viene más o menos una vez al mes por orden de su papá para expiar sus culpas.
-
Hola César- le digo mientras le abro la puerta
-
¿Cómo supiste que había llegado?
-
Con el escándalo que hiciste allá afuera. Por cierto César,
no es necesario que trates mal y les grites a tus escoltas, no es su culpa que
estés aquí. – pero el chico solamente me contesta con una especie de bufido y entra.
Las primeras
veces que vino hace unos dos años, cuando todavía tenía doce, no fue nada fácil.
Nunca lo habían disciplinado físicamente, y estaba acostumbrado a hacer y tener
casi todo lo que quisiera. Pero se fue acostumbrando, y hacía unos 5 meses que
cuando venía ni siquiera tenían que bajarse sus escoltas, sino que sólito
cooperaba, recibía el castigo, yo le mandaba a su papá un email para confirmar
que la corrección se había llevado a cabo y él se iba a seguir su vida de
manera normal.
Entramos y le pido que se siente para platicar
-
No así está bien
-
No César, por favor siéntate, vamos a platicar tantito, estás
muy alterado.
-
Mghhhf. Bueno. – se sentó
refunfuñando un poco – es que estaba el otro día con unos amigos en una fiesta,
casi no habíamos tomado, y bueno, a alguien se le ocurrió hacer un juego de retos
y como perdí me tocó escaparme en el carro de un amigo y perder mis escoltas antes
de regresar. No me mires así, yo ya sé manejar carros automáticos y casi no
habíamos tomado, osea no estaba borracho. – yo solamente sacudí la cabeza en
desaprobación
-
Bueno ¿y qué pasó?
-
Pues no podía negarme porque parecería un marica, así que arranque
el Audi de mi amigo y como esperaba Robert y mis otros escoltas me siguieron
para tratar de detenerme. Me alcanzaron con la camioneta al final de la cuadra
y no se como pero me acorralaron y al final acabamos en un choque leve pero
aparatoso. Y ahí acabó mi aventura. Nunca había visto a mi papá tan enojado
conmigo. Me gritó que cómo se me ocurría correr un carro borracho, que me podía
haber muerto o matado a alguien, yo le dije que no estaba borracho y se enojo
todavía más, se sacó el cinturón que traía y le pidió a mis escoltas que me
sujetarán porque el mismo me iba a dar la paliza de mi vida ahí. Yo estaba muy
asustado y le pedí y le rogué que se esperara, que me la dieras tú. Así que lo
convencí de que no me pegara ahí después de prometerle que vendría contigo y me
darías una paliza memorable.
-
¿Una paliza memorable? ¿Con esas palabras exactas te lo dijo?
-
Sí, y no sé si me arrepiento de haber pospuesto mi castigo.
-
Bueno, es demasiado tarde para considerarlo chico. Pasemos al
castigo y ojalá te sirva para que no vuelvas a hacer una locura así.
Entramos al salón de corrección. Él solito se baja el
jeans y el bóxer negro y se coloca en posición. Yo coloco las correas y le
levanto un poco la polo naranja que me impide tener acceso total a su
retaguardia.
Me detengo un momento, lo observo mientras pienso que
debo hacer con eso de la “paliza memorable”. En esa posición su complexión
delgada se nota más, su cabeza se mantiene hacia adelante pero en posición de
expectativa preocupación, mientras que su cabello castaño, su polo naranja y su
piel bronceada en donde está expuesta al sol y muy clara en donde nunca lo está
hacen una combinación peculiar. Hasta me siento mal de verlo tan vulnerable,
pero ni modo, es mi responsabilidad corregirlo. Decido que lo ideal para lograr
un resultado más efectivo es utilizar el
Tawse (una correa corta de piel con la punta dividida en dos correas más
pequeñas), así que la sacó de un cajón especial que tengo y me dirijo al lado
de la moderna banca especial.
SWASH
AYY!-le sorprende el primer impacto
SWASH
Auuuu!- definitivamente le está doliendo más de lo
ordinario
SWASH
Ayy, para, ¡por favor!
Ayy, para, ¡por favor!
SWASH
AYYY! YA AAUAAH – En este punto comienza a cambiar su
reacción pues como que empieza a llorar un poco .
SWASH
Auuu, por favor, auah ahh – comienza a llorar de
verdad
SWASH
Auuu, por...favor…-me implora entre lágrimas y
tratando de recobrar el aliento, pero yo no puedo detenerme todavía
SWASH
UUaah, ya, por favor, buaaa
Había pensado darle un poco más, pero me detengo
porque veo que el efecto esperado del castigo ya se produjo. Realmente fue un
castigo duro, y sus lágrimas lo demuestran.
-
Ya, César, ya acabo chico.- le digo mientras desato las
correas. Pero él se queda unos segundos acostado mientras se recupera del
dolor, aunque lo primero que hace cuando lo suelto es llevarse las manos atrás
y frotarse su maltratado trasero para tratar de aliviar un poco la sensación de
escozor.
-
Vístete y lávate la cara, te espero afuera chico. – le digo
mientras guardo el Tawse en el cajón respectivo y me salgo hacia la estancia
para darle un poco de espacio.
Sirvo dos vasos de limonada mientras espero en la
estancia que salga César. Finalmente aparece.
-
Ouch, todavía me duele, ¿qué era ese látigo que es como si
mordiera?
-
No es un látigo, es un Tawse, pero aún así sí es muy
doloroso, lo tengo guardado para casos graves, espero que te sirva para no
volver a hacer una locura de nuevo.
-
Seguro que sí – me dice mientras me acepta el vaso de
limonada – no se te olvide mandarle la notificación a mi papá de que me diste
una “paliza memorable”
-
No te preocupes, no se me olvida.
-
Bueno, ya me voy.
-
Ok, chico y pórtate bien para que no vengas en un rato,
¿sale? – le digo mientras le abro la puerta
-
Sale. Y bueno, ya sabes, mi papá te paga, solo mándale el
correo. Imagínate, ¡pagarte por que me pegues! ¡Qué absurda es la vida, no?
-
Sí, sí. ¡Cuídate César!
-
Bye – se despide antes de treparse a su camioneta.
Observo cómo se alejan y no puedo evitar negar con la
cabeza y al mismo tiempo sonreír. Este chico es todo un caso.
Bueno tu relato.
ResponderBorrarGrace
Gracias Grace, que bueno que te gusto
Borraruuuff prefirió que un desconocido se lo suene...
ResponderBorrarPero me gusta la historia...
Y que loco el chico por lo que hizo mm no sé que tanto duela un azote con eso pero creo que fueron pocos jejeje
Aunque casi siempre es mejor que sea un papá y no un desconocido, en este caso el chico vio que su papá se había vuelto loco y no iba a saber medirse. Además para este chico, que no es su primera vez, el Señor de la academia es como un tutor, no un completo desconocido. Y aunque 7 parecen pocos, con el Tawse no suele ser poco.
BorrarGracias por comentar