Capítulo 16 Parte 1: ALBA
Miguel Ángel POV
Ya íbamos a llegar al hotel cuando sonó una llamada de Santiago, misma que conteste inmediatamente.
-Bue…
-¿Qué pasó Santiago, dónde están? ¿Por qué no me contestaron? ¿Están bien? – no pude evitar interrumpirlo
-Sí, tranquilo, estamos bien. Bueno más o menos. Necesitamos que vengas con nosotros a lado de la embajada de Italia.
-¿Entonces no están secuestrados?
-No, no estamos secuestrados, pero necesitamos que vengas urgentemente, es justo en la esquina a dos cuadras de la embajada en el sentido de la calle, estamos con el abuelo y hay algunas cosas que tienes que saber.
-¿Otra vez se van a poner a jugar sus jueguitos, Santiago? ¡Te recuerdo que tienen un castigo pendiente y no creo que quieran una segunda paliza! – le dije bastante molesto por que me estuviera diciendo una mentira tan evidente.
- Miguel Ángel ¿Cómo estás, hijo? Santiago está diciendo la verdad. – dijo una voz grave después de una breve pausa. Definitivamente que yo conocía esa voz. Pero era imposible, el abuelo estaba muerto.
Entonces escuché a Bruno que tomó el teléfono y me dijo llorando
-Miguel por favor vente ya.
-Los veo ahí. – dije y colgué.
- Nos vamos para la embajada de Italia, Fernando.
- ¿Para qué? ¿Están ahí mis hermanos? Si ni siquiera necesitamos visa para entrar a Italia.
-Solo hazme caso, vamos a una casa a lado de la embajada. Parece que tenían razón con lo del video del abuelo, pero hasta no ver no creer.
Un rato después:
Llegamos a la casa y cuando estaba sacando el teléfono para llamarles se abrió la puerta metálica. Nos estaban esperando. Metí la camioneta para estacionarla y me di cuenta que había muchos guardias armados, también alcance a ver a Gabriel (el abogado estafador) sentado al fondo, ya estaba cambiando a reversa cuando vi que salió Bruno, Santiago y detrás ¡era imposible! Mi abuelo vivo y caminando. Pare la camioneta a lado de las demás y le dije a Fernando que se quedara un momento en la camioneta con los niños.
Cuando me baje Bruno corrió a abrazarme y noté que había llorado.
-¿Estás bien, Bruno? ¿Qué pasó? Ya estoy aquí, tranquilo- traté de consolarlo mientras lo abrazaba.
-Miguel Ángel, tenemos que hablar, me gustaría que también vengan Román y Fernando, los demás están muy chicos para entender. – Escuché que me decía mi abuelo.
-¿Por qué están todos esos hombres armados ahí? – le dije mientras lo saludaba con un abrazo - ¿Cómo puede ser que estés vivo?
-Medidas de seguridad. Tengo que contarte muchas cosas.
-¿Hay algún lugar sin tantas armas en donde se puedan quedar los pequeños?
-Sí, en el jardín de atrás.
Llevé a los pequeños allá mientras trataba de entender de qué se trataba.
Nos sentamos en la mesa y observé a mis primos. Bruno tenía cara de haber visto un fantasma, y de hecho eso estábamos presenciando, pero ver a mi abuelo debía de ponerlos felices y no tristes. Santiago también se veía preocupado y Jonathan tenía una cara sin expresión.
Nos sentamos en la mesa y mi abuelo nos contó todo, lo de ALBA, de que mis papás y mis tíos se habían negado a seguir en la organización y a introducirnos a nosotros, y de que los habían matado.
Era demasiada información y aunque lo que más quería hacer era salir corriendo y llorar tuve que contenerme por mis primos, en este momento me necesitaban más que nunca. Vi que Bruno volvía a llorar y que a Fernando y a Román se les escapaban unas cuantas lágrimas mientras sollozaban.
- Sería bueno que lo abraces – me dijo mi abuelo señalando con su cabeza a Bruno que lloraba desconsolado, pero él lo miró con una mirada llena de odio.
- Ojalá no nos hubieran dicho nunca esto. – Dijo Fernando
En ese momento se levantó Román y se dirigió hacia afuera donde estaban los chicos jugando. Alcance a ver como se sentaba a observarlos mientras nosotros permanecímos un rato en silencio. Fue como si el aire de la habitación se espesara.
- Por lo menos ya van a poder tener un vida normal y recuperar una parte importante de la herencia, mucho más que suficiente para.. . – Dijo mi abuelo tratando de romper un poco la tensión. Pero las miradas que le lanzaron mis primos hicieron que se callara.
No estoy seguro de cuanto tiempo pasó pero en un momento entró Román y todos lo seguimos con la mirada. Se detuvo cerca de la mesa y pasó la vista a cada uno de nosotros antes de dirigirse al abuelo y decir:
- Quiero formar parte de ALBA.
Todos nos quedamos mudos y fue cuando note que comenzaba a formarse una sonrisa en los labios del abuelo que entendí realmente las palabras de Román… y sus implicaciones. Pero no tuve tiempo para reaccionar.
-PLAS
La cachetada resonó en toda la sala amortiguada solamente por el ruido hecho por la silla de Fernando que se había caído al suelo con la inercia de la fuerza con la que se había levantado.
Noté que el único escolta que estaba contiguo a nosotros trataba de adelantarse pero se quedó parado cuando mi abuelo le hizo una seña de que no interviniera.
Bruno se levantó también y le gritó a Román
- ¡Dime que no quisiste decir lo que acabas de decir!
Vi que Román tenía la cara un poco roja de vergüenza y enojo y además la mano de Fernando había dejado un feo tatuaje en su mejilla izquierda.
- Quiero formar parte de ALBA. Siempre he sentido que éramos una familia especial, destinada a ser algo más.- dijo conteniéndose para no gritar.
En ese momento Bruno intentó darle otra cachetada pero Fernando le detuvo la mano. Y en vez de eso se quitó el cinturón de dos tirones.
-¡Haz algo Miguel Ángel! ¡Por favor, tienes que castigarlo, tienes que hacerlo entrar en razón! - me medio gritó / medio rogó. – Ayúdame a sujetarlo le dijo a Bruno.
Román se había quedado paralizado y entre Bruno y Fernando lo inclinaron y lo sujetaron contra la mesa mientras Fernando me extendía su cinturón con la mano libre. Pero yo también me quedé paralizado sin saber que hacer.
-¿No lo vas a hacer? ¡Perfecto, pero yo no me voy a quedar de manos cruzadas y perder a mi hermano en manos de este abuelo asesino muerto!
-¡Eso, hazlo! ¡Pégame Fernando! No eres mejor que ellos.
Y fue en ese momento, cuando mi mirada se cruzó con la mía, y cuando vi la herida en sus ojos de la vergüenza y el dolor al que lo estaban sometiendo sus propios hermanos que pude reaccionar.
-¡Ni se te ocurra pegarle Fernando! – le grité y alcancé a ver que el guardia miraba el drama con expresión de asombro y diversión.
- Perdón, pero no puedo permitirle caer engañado. – dijo lastimosamente y soltó el primer correazo que aterrizó con un ahogado gemido de Román.
- ¡Esto muestra que ustedes no son mejor que nosotros!- gritó Román antes de emitir uno de dolor por el segundo correazo que calló cuando el apenas acababa de hablar. Pero sus palabras fueron a mis oídos como si los azotes los estuviera recibiendo yo. Sentí que estaba perdiendo a uno de mis primos y no lo iba a permitir. Me levanté.
- Tienes que hacer algo Miguel Ángel, son tu familia y no es mi intención intervenir en ella, pero no puedes dejar que esto siga. – me dijo mi abuelo pero ni siquiera lo escuche porque ya había resuelto detenerlo por mi mismo. En ese momento Fernando echaba para atrás el cinturón intentando mayor impulso mientras que Bruno casi tenía que medio acostarse encima de la espalda de Román para mantenerlo en posición porque estaba tratando de soltarse. Sin pensarlo metí la mano y el cinturonazo me dio en el brazo encima de la muñeca.
- Aay- no pude evitar exclamar de sorpresa y dolor. No cabía duda de que llevaba algún tiempo sin sentirlo ¿apoco dolía tanto? Decidí recordarlo la próxima vez que los castigara, que sin duda sería pronto. De momento tenía que resolver esto.
Fernando se había quedado mirando horrorizado el cinturón y la marca roja que había quedado en mi brazo. Bruno había soltado a Román y este se había incorporado y nos miraba con ojos llorosos.
- ¡BASTA! – Dije – Sé que todos tenemos razones para estar molestos y enojados y para perder la cabeza pero esta no es la forma de resolver las cosas. En la casa, osea en el hotel hablamos todo lo que tengamos que hablar, pero como una familia y como una bien educada. ¿ENTENDIDO?
Todos asintieron.
- Bien, nos vamos. – les dije a todos mirando a Jonathan y a Santiago que habían permanecido sentados todo este tiempo.
- Ya pueden regresar a algunas de las casas con el acuerdo de la herencia.- me interrumpió mi abuelo cuando me dirigía a llamar a los pequeños al jardín.
- Tenemos que pagar la cuenta, además supongo que esta conversación no se quedará así entonces nos vemos luego. – le dije.
- Ah, y ni una palabra de esto enfrente de los chicos ¿me entendieron? – encaré a los mayores y seguí al jardín.
Nota: Sé que es un (o más bien medio) capítulo corto pero no quería dejar pasar más tiempo sin publicar. Pido disculpas por la demora y espero que sigan disfrutando las historias a pesar de este contratiempo. Con cariño a mis lectores, Wenseslao.
Waooo que cosas con el abuelo ahora entiendo porque tienen tantos millones esa familia pues que fea forma de conseguirlo!
ResponderBorrarPero me sorprendió que Fernando fuera el que castigara a su primo y no Miguel Ángel
Espero pronto continúes!!