Páginas Amigas

lunes, 29 de abril de 2019

Capítulo 8




Daniel POV
El siguiente sábado, después de despertarnos muy temprano para hacer nuestras maletas para dos días y una noche, y de casi una hora de camino, estábamos llegando a la casa a la que nos habían invitado para la reunión con el pastor de la iglesia. La casa estaba en el fraccionamiento Bugambilias de Cuernavaca, yo ya lo conocía porque una vez un amigo había hecho una fiesta ahí.
Nos estacionamos frente a la casa, donde ya estaba la camioneta Honda Pilot que le habíamos regalado al pastor y a su familia, y algunos otros carros.
Empezamos a bajar las maletas de la camioneta, y mi papá vió el Risk (juego de mesa de guerra) que yo había metido a la cajuela.
—Ni se te ocurra bajar eso. —me dijo
—¿Por qué?
—Es una reunión con la familia del pastor de la iglesia, ¿qué van a pensar de que hayas traído un juego de guerra?
Yo lo dejé de mala gana y bajé el monopoly.
En ese momento salieron algunos chicos de la casa y nos saludaron.
—¿Le ayudamos con las maletas?—le ofrecieron a mi papá dos adolescentes casi de la edad de Luis.
Mi papá asintió
—Gracias
Los chicos sacaron un par de maletas de la cajuela pero cuando uno de ellos vio el Risk lo sacó y exclamó:
—¿Trajiste un Risk? ¡Qué padre! Me encanta este juego, haber si lo jugamos hoy.
Mi papá no se atrevió a decirle nada, pues estos chicos eran miembros de la familia del pastor o de alguna otra familia prominente en la iglesia. Y yo le dirigí una mirada de reclamo a mi papá como de ¿ves que no había problema?
Al entrar a la casa nos saludaron el pastor y su familia y demás familiares. A petición de su papá, John nos mostró nuestra habitación, que era un cuarto suficientemente amplio con una cama matrimonial, dos catres y un baño propio. Después de instalarnos salimos a convivir con los demás.
Anunciaron que ya íbamos a almorzar, porque casi nadie habíamos desayunado, y las mujeres empezaron a preparar las mesas y a calentar comida y servir los platos. Los hombres nos sentamos en las mesas a platicar. Las platicas eran de temas generales, aunque no faltaban los comentarios religiosos en la conversación. Yo me senté a un lado de mi papá y Luis se sentó a mi lado. Mi papá se envolvió rápidisimo en la platica con el pastor y otros dos señores, y nosotros dejamos de existir para ellos. Los dos chicos que nos habían ayudado con las maletas se sentaron en frente de nosotros y empezaron a platicar con Luis.
—Hola yo soy Noé. —dijo uno de los niños
—Y yo soy Elías. — dijo el otro. —somos sobrinos del pastor Enrique.
—Nosotros somos Daniel y Luis. Dijo mi hermano señalandome primero y luego a él.
—Sí. Los que le dieron la camioneta a mi tío, ¿no?
—Sí —dije yo—no teniendo con quien más platicar.
—¿Ustedes no van a la escuela de la iglesia, verdad?
—No.
—¿Y como los tratan en su escuela? ¿No se burlan de ustedes por ser cristianos?
—Es que no somos cristianos. —Mi hermano respondió rápidamente, y yo casi me atraganto.
—Somos nuevos, y apenas estamos aprendiendo, así que supongo que no notan demasiada diferencia. —Dije yo, porque aunque no fuera devoto a la nueva fe de nuestros padres, no era el lugar adecuado para proclamarlo.
Al aparecer mi respuesta les bastó, porque cambiaron de tema y nos platicaron de su familia.
—Yo tengo 13 años—nos dijo Noé—y Elías tiene 13.
—Esa que está ahí es mi hermana Lea, tiene 13. —nos dijo Elías.
Nos contaron que la familia de Noé tenía una misión en Oaxaca, mientras que la familia de Elías dirigía una pequeña iglesia en Querétaro.
—Es que ahí la gente es demasiado católica, y no se quieren convertir. —Nos explico Elías.
Mi hermano y yo les contamos un par de experiencias nuestras, para no quedarnos atrás, de nuestro viaje al torneo de tenis de Medellín, y a esquiar en Canadá. Hasta les enseñamos un par de videos de cuando estábamos esquiando en Canadá, pero cuando mi hermano puso un video de la playa de Cancún, en el que naturalmente salía gente en traje de baño, incluyendo algunas mujeres en bikini, dejaron de ver el celular.
—Mejor ese no —dijo Noé —no nos vayan a regañar por andar viendo cosas indecorosas.
Luis quitó el video y después  de unos incómodos momentos de silencio, retomamos la platica respecto a los juegos de mesa que nos gustaban. Los chicos nos cayeron bien, y nosotros también a ellos. Me puse a pensar que parecía que estaban menos presionados que los demás niños de nuestra iglesia.
—Y como es ser hijo del pastor. —les pregunté
—Es padre —dijo Noé
—Es difícil —dijo Elías casi al mismo tiempo
—En realidad es bueno y no. La gente te respeta más y te tratan mejor. Los otros niños te tienen miedo o envidia. Los niños y a veces hasta los adultos te hacen más caso.
—Pero también te observan más y te critican más. Si haces algo malo, o la gente sospecha o se entera, las consecuencias son peores, porque todos están al pendiente de la familia del pastor, pues supuestamente es el modelo.
—Por lo menos los demás hermanos de la iglesia siempre te dan lo mejor que tienen, si vamos de visita a una casa normalmente nos asignan el mejor cuarto, o nos prestan su mejor carro, y nos dan de comer lo mejor que pueden.
—Además los niños te dejan jugar con sus mejores cosas, y algunas veces hasta te ofrecen de regalo sus mejores juguetes.
—Pero si algo no te gusta, de la comida por ejemplo, te lo tienes que comer. Porque no estar agradecido con lo que nos ofrecen los puede ofender, y es de pésimo testimonio. Una vez mi papá nos hizo comernos una fruta ya pasada, y a mi hermano le pusieron una paliza por no hacerlo, que no se pudo sentar a acabarsela y tuvo que terminar de comer parado.
Mientras nosotros estábamos metidos en esta interesante platica, los adultos se levantaron y nos dijeron que íbamos a jugar un partido de fútbol en el jardín de atrás, que nos fuéramos preparando. Para ese momento ya tenía rato que las mujeres se habían sentado a comer también, y las que habían terminado empezaron a levantar nuestros platos.

Luis POV

Algunos ya se habían ido al jardín trasero para jugar fútbol, incluyendo Noé y Elías, cuando sucedió el incidente.
Una de las hermanas de Elías (como de 9 años) tiró una jarra de agua cuando estaban recogiendo. La niña se quedó pálida y musitó una disculpa. Su mamá se acerco y le dio dos nalgadas sobre la falda.
—Ten más cuidado niña. Pide disculpas y limpia esto.
—Perdón, repitió.
—Fue un accidente mamá. —Dijo Lea defendiendo a su hermanita.
—Pues tiene que ser más cuidadosa.
Lea se dirigió a la cocina y trajó el trapeador.
—Déjala que lo limpie ella. —Dijo su mamá.
—No mamá, fue un accidente y yo le quiero ayudar. —Insistió Lea y se puso a trapear.
Yo noté inmediatamente la tensión que se había formado en el ambiente.
Su mamá jaló del brazo a Lea y le arrebató el trapeador.
—Mira Lea. Está bien que estés en la adolescencia y te entre un poco de rebeldía, pero no voy a permitir que me desobedezcas descaradamente y mucho menos en frente de todos. Se acabó, "la necedad está ligada al corazón del muchacho, más la vara de la corrección le librará de ella" dijo citando un versículo.
—Javier, castígala por favor.—Le pidió a su esposo que era de los pocos que todavía no se habían ido a jugar fútbol.
La cara de Lea estaba roja de vergüenza, y su hermanita comenzó a limpiar dócilmente con el trapeador. Su papá se dirigió a la cocina, y de después de agarrar de arriba del refrigerador una vara de poco más de 30cm, le preguntó a su hermana con la vara en la mano.
—¿Me la prestas?
La tía de Lea solamente asintió y su papá agarró a una avergonzada y con cara de estar a punto de llorar Lea y se la llevó jalándola hasta uno de los cuartos vacíos de la planta baja.
Yo me salí al jardín para llegar a donde estaban Daniel, mi papá y los demás empezando a jugar fútbol. Pero de repente me pareció ver un movimiento en la cortina de uno de los cuartos y escuchar un lamento. Así que me acerqué, y vi que una de las ventanas chicas estaba abierta, y que la cortina dejaba un pequeño espacio por el que podía asomarme. Me fije que no hubiera nadie alrededor, y como no había nadie y el jardín era bastante grande para que me cacharan, decidí asomarme.
La imagen que vi me dejó pasmado. No alcanzaba a ver las caras desde el hueco que la cortina había dejado a la vista, pero era clarísimo que eran Lea y su papá. En un momento, Lea se recostó sobre la cama y me pareció escuchar un sollozo. Yo sabía que ni debía quedarme, pero me era imposible desviar la mirada.
Su papá de pronto le recogió el vestido y se lo subió dejando a la vista su pálido trasero cubierto únicamente con unas braguitas blancas con florecitas rosas.
Swish sonó el primer azote y la vara pegó en su trasero, haciendo rebotar sus nalgas.
Swish. Sonó el segundo, que hizo que la niña se estreneciera y noté como endurecía los músculos, pues era visible en los músculos de las piernas.
Swish. "Auch!" Exclamó de dolor
Swish
A partir de ese momento se comenzaron a formar unas líneas rojizas en el extremo de las nalgas que quedaba descubierto por las braguitas y donde alcanzaba a pegar la vara.
Yo no podía despegarme de ahí, aunque era lo que debía.
Swish. "Auch! Papito" Lea comenzó a moverse sobre la cama, pero no se levantó.
Swish. "YA! Ya por favor. Ya fue suficiente."
Swish "Perdóname, ya no voy a desobedecer a mamá."
Cuando el papá de Lea detuvo el castigo ella estaba llorando. Ví cómo le ajustaba el vestido otra vez y la levantaba para darle un abrazo. En ese momento voltee y sentí la adrenalina subirme a la cabeza cuando vi a mi papá y a otros de la reunión, mirándome con incredulidad y desaprobación.
—¿Qué estabas haciendo?—Me cuestionó mi papá mientras se asomaba por la rendija, pero no tuve que decírselo, porque se dio cuenta inmediatamente cuando vió a lea, su papá y la vara sobre la cama.
—No lo puedo creer, Luis.—me dijo en el tono más enojado que yo había escuchado nunca.
Yo estaba literalmente paralizado y no sabía que hacer mientras mi papá me tomó fuertemente del brazo y me jaló hacia un lado del jardín donde había un arbusto de truenos. Me soltó un momento y con un solo jalón arrancó una rama del arbusto, más o menos de 43 centímetros y de un solo movimiento le pasó la mano a la rama desde la punta hasta la base, arrancando las hojas y ahogando una maldición porque se astilló al hacerlo.
Pero sin perder tiempo revisándose la mano, volvió a sujetarme más fuertemente y con su mano libre me bajó el pantalón deportivo que llevaba puesto. —No Papá, qué haces! —exclamé demasiado tarde.
Como íbamos a viajar yo había decidió ponerme algo más cómodo que un jeans, pero ahora lo lamentaba porque el elástico de mi pantalón facilitó la maniobra de mi papá.
Ya se había juntado un pequeño grupo de expectadores frente a nosotros, entre los que identifique a Elías y a Noe. La mayoría eran hombres y niños, pero en cuanto mi papá me bajó el pantalón una mamá que estaban ahí tapó los ojos de dos niñas como de 8 y 9 años, y jalandolas hacia la casa llamó también a la prima de lea que, junto con otra chica se voltearon para no ver y se dirigieron también a la casa. En este momento la obsesión que tenían en esta secta por el pudor me estaba librando de parte de la humillación, pero aún así no me agradaba la idea de que mi padre me azotara frente a los demás niños, chicos y padres.
Swish! El estallido de la vara y el dolor que siguió me hizo olvidar por un momento la vergüenza y no pude evitar lanzar una exclamación de dolor
Ouuuch! La vara había impactado con mucha fuerza sobre mi trasero cubierto por el negro bóxer, pero también había alcanzado parte de la piel desnuda de las piernas que este no alcanzaba a cubrir.
Yo intenté soltarme del brazo de mi papá, mientras me movía como gusano haciendo lo posible por esquivar los varazos, pero mi papá acertó dos veces más en mis piernas y en las nalgas.
En ese momento mi papá se detuvo, y sorprendido miré al pastor Enrique deteniendo el brazo con el que mi papá sujetaba la vara.
—Particio, hermano, cálmate por favor y escúchame. —Le dijo a mi papá y el dejó de pegarme.
—Entiendo que estés enojado con Luis. Y por supuesto que necesita disciplina, pues lo que hizo estuvo muy mal, pero no así hermano. No es la forma. Súbele el pantalón, llévalo a un cuarto, cierra la puerta, y castigalo como debas hacerlo. Si necesitas ayuda para detenerlo puedes pedirle ayuda a uno de los hermanos, pero no aquí en el jardín, en frente de sus amigos, porque el propósito del castigo no es avergonzarlo, además que algún vecino podría grabarte o denunciarte.
Yo mismo me subí el pantalón sin esperar, y, aunque el pastor era parcialmente culpable de la locura de mis padres, no pude evitar sentirme agradecido con él por haber intervenido en detener mi humillación.
—Gracias Pastor.—le dije mientras pasaba al lado de él, tratando de mantener el paso de mi papá que no me había soltado del brazo y me estaba jalando hacia la casa.
—De nada hijo, es deber del pastor cuidar a sus ovejas, no solamente a las grandes sino especialmente a las pequeñas —me dijo dándome una palmadita cariñosa en la espalda. — y recuerda "hijo no desprecies la corrección, porque el hijo a quien su padre quiere, este disciplina." —me parafraseó un versículo.
Yo solamente asentí ausentemente y entré con mi papá a la casa. Las miradas de todos se fijaban en mi y en la vara que traía mi papá mientras pasábamos al lado de ellos, pero nadie dijo nada.
Finalmente mi papá me metió al cuarto que nos habían asignado y cerró la puerta.
—¿Vas a cooperar o llamó a uno de los hermanos para que te detenga?
—No papá, voy a cooperar dije con voz quebrada. Las lágrimas corriendome por las mejillas. Aunque si me habían dolido los azotes que ya me había dado, habían sido pocos y creo que más bien estaba más sensible a llorar que en otras ocasiones por la vergüenza que había pasado.
—OK. Bájate los pantalones. —me indicó fríamente.
Yo me bajé los pants y me recliné sobre la cama.
—También estos—me dijo y sentí su fría mano en el elástico de mis bóxers —aquí adentro no vas a tener el privilegio de tenerlos puestos—continuó mientras me los bajaba de un tirón abajo de las rodillas.
Yo no dije nada, aunque como siempre que mi papá me castigaba desnudo, sentí ese frío recorrerme por el cuerpo de una mezcla de miedo porque el castigo dolería más, y vergüenza porque a mis 14 años mi papá me viera desnudo.
Swish silbó la vara - Auuuch! Exclamé de dolor y traté de cubrirme el trasero, pero mi papá detuvo mi mano detrás de mi espalda y continuó azotandome con la vara.
Juas juas juas
Hice todo mi esfuerzo por no moverme ni gritar mientras lloraba, pero el ardor era insoportable
Swish Swish
—Aaay, pa por favor, para ya
Le rogué y el continuó.
Juas juas juas.
Llorando, yo luché por soltarme y finalmente lo logré, levantándome de la posición.
Vuélvete a poner hijo
—No.... Snif... Pa, por favor ya no más... snif snif... —le dije entre sollozos.
—No he terminado, hijo. ¿O quieres que llamé a un hermano para que te detenga?
—No Pa, por favor, no, ya voy. —le dije rompiendo a llorar otra vez.
Frotándome desesperadamente el trasero tratando de detener el ardor de la paliza, volví a reclinarme en la cama, y mi papá me volvió a detener las manos.
Swish Swish
Aaaaaauuu
Juas juas
Ouu... Juas... uch pa... swish... ya.. aaa
Mi papá había incrementado la velocidad de los varazos y a mi me estaba costando trabajo respirar entre el llanto y el dolor.
Juas juas
Afortunadamente mi papá terminó más pronto así.. Swish Swish... Estallaron los últimos dos azotes en los muslos. Y yo no pude evitar lanzar una exclamación de dolor.
Me quedé llorando desconsoladamente y después de un minuto o dos de sobarme y tratar de aliviar un poco el dolor, me subí el bóxer con cuidado, lanzando pequeñas exclamaciones de dolor cuando este rozaba las feas marcas que el castigo me había dejado. Finalmente hice lo mismo con mi pantalón y, todavía sin haber recuperado al cien por ciento mi respiración normal me dirigí al baño para sonarme y lavarme la cara y los ojos. Pensé en echarme agua para tratar de aliviar las marcas, pero decidí que no lo haría porque no quería que me doliera más.
Cuando salí me quedé un momento pasmado, mi papá seguía sentado, pero con lágrimas en los ojos.
Instintivamente me acerqué a él y le iba a preguntar que si estaba bien, cuando me acordé inmediatamente de que el agudo dolor que sentía en mi parte posterior se la debía a él. ¿Se sentía mal por haberme pegado? Qué bueno, ojalá se suicidara de culpa por causarme a mi, su propio hijo y a quien se supone que debía proteger, tanto dolor y vergüenza.
—Perdón hijo. En verdad trato de ser un buen padre, y esto lo hago por tu bien, aunque no lo entiendas.
Yo no le concedí el placer de una respuesta, y simplemente me le quede viendo inexpresivamente.
—Bueno hijo, creo que algún día lo entenderás. —me dijo tratando más bien de convencerse el mismo. —por ahora necesito que le pidas una disculpa a Lea.
Yo asentí y salí con él, después de que el mismo se hubiera arreglado la cara en el baño.
—Perdón, Lea, por haberme asomado mientras te castigaban. —le dije frente a mi papá, su papá y el pastor como testigos. Ella solamente asintió.
Durante el resto del día continuaron las actividades de entretenimiento intercaladas con las religiosas, yo participe en algunas de las actividades que no exponían demasiado mi trasero. Era evidente que todos se habían enterado ya de mi castigo, pero nadie me dijo nada al respecto ni me molestó, al contrario, eran bastante comprensivos cuando yo tomaba alguna precaución para evitar más dolor innecesario. Seguramente estaban acostumbrados a que más de un chico o chica estuviera en mi situación durante sus reuniones.
En algún momento fui a revisarme en el baño, y me quedé sorprendido de algunas feas marcas moradas. Este era sin duda el castigo más duro que mi papá me había dado, y definitivamente había usado más fuerza esta vez. Pero afortunadamente no había  sangre, solamente algunos moretones.
Esta vez si me eché agua, que aunque me dolió un poco al principio, si pareció aliviar un poco el escozor.

Durante las actividades estuve buscando un momento para hablar a solas con Lea. Pero era difícil en esta casa tan llena de familias.
En un momento del partido de basquetball, el papá de Lea le pidió un vaso de agua, y yo, que no había entrado al juego para no exponerme a una caída de sentón, vi mi oportunidad y me dirigí también a la cocina. Afortunadamente no había nadie. Lea entró primero, sacó un vaso desechable y intentó servir agua de la máquina, pero solamente alcanzó a llenar 1/4 del vaso.
Yo entré en ese momento.
—Déjame ayudarte a cambiar el garrafón, le dije casualmente.
—Gracias—me dijo en tono neutral.
Yo destape el garrafon nuevo, saque el viejo de la máquina, y levanté el nuevo hasta ponerlo en la posición adecuada en la máquina.
—Lea, perdóname por favor por lo que hice. Sé que ya te pedí disculpas, pero esas no cuentan, porque estaban todos y si no te lo decía me iban a seguir pegando, le dije sonriendole con un poco de vergüenza. Pero de verdad te quiero pedir disculpas. Ahora entiendo lo humillante que debió haber sido para ti saber que estaba ahí fisgoneando tu castigo, como seguramente ya sabes del incidente de mi castigo en el jardín. —le dije sinceramente.
Lea mantuvo una expresión pensativa por un segundo y luego la relajó en una sonrisa sincera.
—No te preocupes, claro que te perdono, y como dices, estamos a mano.
—A mano— dije yo, sonriendo también.
Los chicos no acostumbrabamos tener mucho trato con las mujeres del grupo, pero en ese momento noté que esta niña Lea, era bastante bonita, de cabello rubio largo y algo acairelado, que le colgaba sobre la parte superior de su vestido. A tiempo sacudí esos pensamientos de mi mente, porque estaba entrando su tía a la cocina.
—¿qué hacen aquí niños? —dijo algo supicaz
—Le estaba ayudando a Lea a cambiar el garrafón—respondí yo rápidamente recogiendo el vacío del suelo.
—Bueno, me da gusto que se hayan reconciliado y hasta se estén ayudando. —dijo con una aliviada sonrisa. —Pero aunque eres algo nuevo Luis, creo que sabes que en nuestro grupo preferimos que un chico y una chica no estén solos en un lugar.
—Si, señora, no se preocupe, yo ya me voy— le dije y después de despedirme con una rápida sonrisa de Lea, me dirigí hacia la bodega del jardín de atrás donde guardaban los garrafones usados.


2 comentarios:

  1. Bastardos perversos. Pobres niños, ni siquiera tienen la oportunidad de explorar sus deseos naturales y TOTALMENTE aceptables.

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  2. Está historia me genera muchas cosas!!
    En primera pobre niña no hizo nada malo para que la hayan castigado tanto y con una vara!!
    Y que feo que haya humillado a su hijo enfrente de todos!!
    Que horrible religión es esa!!
    Pero me gusta la historia porque es diferente y original..

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