Daniel POV
El siguiente sábado,
después de despertarnos muy temprano para hacer nuestras maletas para dos días
y una noche, y de casi una hora de camino, estábamos llegando a la casa a la
que nos habían invitado para la reunión con el pastor de la iglesia. La casa estaba
en el fraccionamiento Bugambilias de Cuernavaca, yo ya lo conocía porque una
vez un amigo había hecho una fiesta ahí.
Nos estacionamos frente a
la casa, donde ya estaba la camioneta Honda Pilot que le habíamos regalado al
pastor y a su familia, y algunos otros carros.
Empezamos a bajar las
maletas de la camioneta, y mi papá vió el Risk (juego de mesa de guerra) que yo
había metido a la cajuela.
—Ni se te ocurra bajar
eso. —me dijo
—¿Por qué?
—Es una reunión con la
familia del pastor de la iglesia, ¿qué van a pensar de que hayas traído un
juego de guerra?
Yo lo dejé de mala gana y
bajé el monopoly.
En ese momento salieron
algunos chicos de la casa y nos saludaron.
—¿Le ayudamos con las
maletas?—le ofrecieron a mi papá dos adolescentes casi de la edad de Luis.
Mi papá asintió
—Gracias
Los chicos sacaron un par
de maletas de la cajuela pero cuando uno de ellos vio el Risk lo sacó y
exclamó:
—¿Trajiste un Risk? ¡Qué
padre! Me encanta este juego, haber si lo jugamos hoy.
Mi papá no se atrevió a
decirle nada, pues estos chicos eran miembros de la familia del pastor o de
alguna otra familia prominente en la iglesia. Y yo le dirigí una mirada de
reclamo a mi papá como de ¿ves que no había problema?
Al entrar a la casa nos
saludaron el pastor y su familia y demás familiares. A petición de su papá,
John nos mostró nuestra habitación, que era un cuarto suficientemente amplio
con una cama matrimonial, dos catres y un baño propio. Después de instalarnos
salimos a convivir con los demás.
Anunciaron que ya íbamos a
almorzar, porque casi nadie habíamos desayunado, y las mujeres empezaron a
preparar las mesas y a calentar comida y servir los platos. Los hombres nos
sentamos en las mesas a platicar. Las platicas eran de temas generales, aunque
no faltaban los comentarios religiosos en la conversación. Yo me senté a un
lado de mi papá y Luis se sentó a mi lado. Mi papá se envolvió rápidisimo en la
platica con el pastor y otros dos señores, y nosotros dejamos de existir para
ellos. Los dos chicos que nos habían ayudado con las maletas se sentaron en
frente de nosotros y empezaron a platicar con Luis.
—Hola yo soy Noé. —dijo
uno de los niños
—Y yo soy Elías. — dijo el
otro. —somos sobrinos del pastor Enrique.
—Nosotros somos Daniel y
Luis. Dijo mi hermano señalandome primero y luego a él.
—Sí. Los que le dieron la
camioneta a mi tío, ¿no?
—Sí —dije yo—no teniendo
con quien más platicar.
—¿Ustedes no van a la
escuela de la iglesia, verdad?
—No.
—¿Y como los tratan en su
escuela? ¿No se burlan de ustedes por ser cristianos?
—Es que no somos
cristianos. —Mi hermano respondió rápidamente, y yo casi me atraganto.
—Somos nuevos, y apenas
estamos aprendiendo, así que supongo que no notan demasiada diferencia. —Dije
yo, porque aunque no fuera devoto a la nueva fe de nuestros padres, no era el
lugar adecuado para proclamarlo.
Al aparecer mi respuesta
les bastó, porque cambiaron de tema y nos platicaron de su familia.
—Yo tengo 13 años—nos dijo
Noé—y Elías tiene 13.
—Esa que está ahí es mi
hermana Lea, tiene 13. —nos dijo Elías.
Nos contaron que la
familia de Noé tenía una misión en Oaxaca, mientras que la familia de Elías
dirigía una pequeña iglesia en Querétaro.
—Es que ahí la gente es
demasiado católica, y no se quieren convertir. —Nos explico Elías.
Mi hermano y yo les
contamos un par de experiencias nuestras, para no quedarnos atrás, de nuestro
viaje al torneo de tenis de Medellín, y a esquiar en Canadá. Hasta les
enseñamos un par de videos de cuando estábamos esquiando en Canadá, pero cuando
mi hermano puso un video de la playa de Cancún, en el que naturalmente salía
gente en traje de baño, incluyendo algunas mujeres en bikini, dejaron de ver el
celular.
—Mejor ese no —dijo Noé
—no nos vayan a regañar por andar viendo cosas indecorosas.
Luis quitó el video y
después de unos incómodos momentos de silencio, retomamos la platica
respecto a los juegos de mesa que nos gustaban. Los chicos nos cayeron bien, y
nosotros también a ellos. Me puse a pensar que parecía que estaban menos
presionados que los demás niños de nuestra iglesia.
—Y como es ser hijo del
pastor. —les pregunté
—Es padre —dijo Noé
—Es difícil —dijo Elías
casi al mismo tiempo
—En realidad es bueno y
no. La gente te respeta más y te tratan mejor. Los otros niños te tienen miedo
o envidia. Los niños y a veces hasta los adultos te hacen más caso.
—Pero también te observan
más y te critican más. Si haces algo malo, o la gente sospecha o se entera, las
consecuencias son peores, porque todos están al pendiente de la familia del
pastor, pues supuestamente es el modelo.
—Por lo menos los demás
hermanos de la iglesia siempre te dan lo mejor que tienen, si vamos de visita a
una casa normalmente nos asignan el mejor cuarto, o nos prestan su mejor carro,
y nos dan de comer lo mejor que pueden.
—Además los niños te dejan
jugar con sus mejores cosas, y algunas veces hasta te ofrecen de regalo sus
mejores juguetes.
—Pero si algo no te gusta,
de la comida por ejemplo, te lo tienes que comer. Porque no estar agradecido
con lo que nos ofrecen los puede ofender, y es de pésimo testimonio. Una vez mi
papá nos hizo comernos una fruta ya pasada, y a mi hermano le pusieron una
paliza por no hacerlo, que no se pudo sentar a acabarsela y tuvo que terminar
de comer parado.
Mientras nosotros
estábamos metidos en esta interesante platica, los adultos se levantaron y nos
dijeron que íbamos a jugar un partido de fútbol en el jardín de atrás, que nos
fuéramos preparando. Para ese momento ya tenía rato que las mujeres se habían
sentado a comer también, y las que habían terminado empezaron a levantar
nuestros platos.
Luis POV
Algunos ya se habían ido
al jardín trasero para jugar fútbol, incluyendo Noé y Elías, cuando sucedió el
incidente.
Una de las hermanas de
Elías (como de 9 años) tiró una jarra de agua cuando estaban recogiendo. La
niña se quedó pálida y musitó una disculpa. Su mamá se acerco y le dio dos
nalgadas sobre la falda.
—Ten más cuidado niña.
Pide disculpas y limpia esto.
—Perdón, repitió.
—Fue un accidente mamá.
—Dijo Lea defendiendo a su hermanita.
—Pues tiene que ser más
cuidadosa.
Lea se dirigió a la cocina
y trajó el trapeador.
—Déjala que lo limpie
ella. —Dijo su mamá.
—No mamá, fue un accidente
y yo le quiero ayudar. —Insistió Lea y se puso a trapear.
Yo noté inmediatamente la
tensión que se había formado en el ambiente.
Su mamá jaló del brazo a
Lea y le arrebató el trapeador.
—Mira Lea. Está bien que
estés en la adolescencia y te entre un poco de rebeldía, pero no voy a permitir
que me desobedezcas descaradamente y mucho menos en frente de todos. Se acabó,
"la necedad está ligada al corazón del muchacho, más la vara de la corrección
le librará de ella" dijo citando un versículo.
—Javier, castígala por
favor.—Le pidió a su esposo que era de los pocos que todavía no se habían ido a
jugar fútbol.
La cara de Lea estaba roja
de vergüenza, y su hermanita comenzó a limpiar dócilmente con el trapeador. Su
papá se dirigió a la cocina, y de después de agarrar de arriba del refrigerador
una vara de poco más de 30cm, le preguntó a su hermana con la vara en la mano.
—¿Me la prestas?
La tía de Lea solamente
asintió y su papá agarró a una avergonzada y con cara de estar a punto de
llorar Lea y se la llevó jalándola hasta uno de los cuartos vacíos de la planta
baja.
Yo me salí al jardín para
llegar a donde estaban Daniel, mi papá y los demás empezando a jugar fútbol.
Pero de repente me pareció ver un movimiento en la cortina de uno de los
cuartos y escuchar un lamento. Así que me acerqué, y vi que una de las ventanas
chicas estaba abierta, y que la cortina dejaba un pequeño espacio por el que
podía asomarme. Me fije que no hubiera nadie alrededor, y como no había nadie y
el jardín era bastante grande para que me cacharan, decidí asomarme.
La imagen que vi me dejó
pasmado. No alcanzaba a ver las caras desde el hueco que la cortina había
dejado a la vista, pero era clarísimo que eran Lea y su papá. En un momento,
Lea se recostó sobre la cama y me pareció escuchar un sollozo. Yo sabía que ni
debía quedarme, pero me era imposible desviar la mirada.
Su papá de pronto le
recogió el vestido y se lo subió dejando a la vista su pálido trasero cubierto
únicamente con unas braguitas blancas con florecitas rosas.
Swish sonó el primer azote
y la vara pegó en su trasero, haciendo rebotar sus nalgas.
Swish. Sonó el segundo,
que hizo que la niña se estreneciera y noté como endurecía los músculos, pues
era visible en los músculos de las piernas.
Swish. "Auch!"
Exclamó de dolor
Swish
A partir de ese momento se
comenzaron a formar unas líneas rojizas en el extremo de las nalgas que quedaba
descubierto por las braguitas y donde alcanzaba a pegar la vara.
Yo no podía despegarme de
ahí, aunque era lo que debía.
Swish. "Auch!
Papito" Lea comenzó a moverse sobre la cama, pero no se levantó.
Swish. "YA! Ya por
favor. Ya fue suficiente."
Swish "Perdóname, ya
no voy a desobedecer a mamá."
Cuando el papá de Lea
detuvo el castigo ella estaba llorando. Ví cómo le ajustaba el vestido otra vez
y la levantaba para darle un abrazo. En ese momento voltee y sentí la
adrenalina subirme a la cabeza cuando vi a mi papá y a otros de la reunión,
mirándome con incredulidad y desaprobación.
—¿Qué estabas haciendo?—Me
cuestionó mi papá mientras se asomaba por la rendija, pero no tuve que
decírselo, porque se dio cuenta inmediatamente cuando vió a lea, su papá y la
vara sobre la cama.
—No lo puedo creer,
Luis.—me dijo en el tono más enojado que yo había escuchado nunca.
Yo estaba literalmente
paralizado y no sabía que hacer mientras mi papá me tomó fuertemente del brazo
y me jaló hacia un lado del jardín donde había un arbusto de truenos. Me soltó
un momento y con un solo jalón arrancó una rama del arbusto, más o menos de 43
centímetros y de un solo movimiento le pasó la mano a la rama desde la punta
hasta la base, arrancando las hojas y ahogando una maldición porque se astilló
al hacerlo.
Pero sin perder tiempo
revisándose la mano, volvió a sujetarme más fuertemente y con su mano libre me
bajó el pantalón deportivo que llevaba puesto. —No Papá, qué haces! —exclamé
demasiado tarde.
Como íbamos a viajar yo
había decidió ponerme algo más cómodo que un jeans, pero ahora lo lamentaba
porque el elástico de mi pantalón facilitó la maniobra de mi papá.
Ya se había juntado un
pequeño grupo de expectadores frente a nosotros, entre los que identifique a
Elías y a Noe. La mayoría eran hombres y niños, pero en cuanto mi papá me bajó
el pantalón una mamá que estaban ahí tapó los ojos de dos niñas como de 8 y 9
años, y jalandolas hacia la casa llamó también a la prima de lea que, junto con
otra chica se voltearon para no ver y se dirigieron también a la casa. En este
momento la obsesión que tenían en esta secta por el pudor me estaba librando de
parte de la humillación, pero aún así no me agradaba la idea de que mi padre me
azotara frente a los demás niños, chicos y padres.
Swish! El estallido de la
vara y el dolor que siguió me hizo olvidar por un momento la vergüenza y no
pude evitar lanzar una exclamación de dolor
Ouuuch! La vara había
impactado con mucha fuerza sobre mi trasero cubierto por el negro bóxer, pero
también había alcanzado parte de la piel desnuda de las piernas que este no
alcanzaba a cubrir.
Yo intenté soltarme del
brazo de mi papá, mientras me movía como gusano haciendo lo posible por
esquivar los varazos, pero mi papá acertó dos veces más en mis piernas y en las
nalgas.
En ese momento mi papá se
detuvo, y sorprendido miré al pastor Enrique deteniendo el brazo con el que mi
papá sujetaba la vara.
—Particio, hermano,
cálmate por favor y escúchame. —Le dijo a mi papá y el dejó de pegarme.
—Entiendo que estés
enojado con Luis. Y por supuesto que necesita disciplina, pues lo que hizo
estuvo muy mal, pero no así hermano. No es la forma. Súbele el pantalón,
llévalo a un cuarto, cierra la puerta, y castigalo como debas hacerlo. Si
necesitas ayuda para detenerlo puedes pedirle ayuda a uno de los hermanos, pero
no aquí en el jardín, en frente de sus amigos, porque el propósito del castigo
no es avergonzarlo, además que algún vecino podría grabarte o denunciarte.
Yo mismo me subí el
pantalón sin esperar, y, aunque el pastor era parcialmente culpable de la
locura de mis padres, no pude evitar sentirme agradecido con él por haber
intervenido en detener mi humillación.
—Gracias Pastor.—le dije
mientras pasaba al lado de él, tratando de mantener el paso de mi papá que no
me había soltado del brazo y me estaba jalando hacia la casa.
—De nada hijo, es deber
del pastor cuidar a sus ovejas, no solamente a las grandes sino especialmente a
las pequeñas —me dijo dándome una palmadita cariñosa en la espalda. — y
recuerda "hijo no desprecies la corrección, porque el hijo a quien su
padre quiere, este disciplina." —me parafraseó un versículo.
Yo solamente asentí
ausentemente y entré con mi papá a la casa. Las miradas de todos se fijaban en
mi y en la vara que traía mi papá mientras pasábamos al lado de ellos, pero
nadie dijo nada.
Finalmente mi papá me
metió al cuarto que nos habían asignado y cerró la puerta.
—¿Vas a cooperar o llamó a
uno de los hermanos para que te detenga?
—No papá, voy a cooperar
dije con voz quebrada. Las lágrimas corriendome por las mejillas. Aunque si me
habían dolido los azotes que ya me había dado, habían sido pocos y creo que más
bien estaba más sensible a llorar que en otras ocasiones por la vergüenza que
había pasado.
—OK. Bájate los
pantalones. —me indicó fríamente.
Yo me bajé los pants y me
recliné sobre la cama.
—También estos—me dijo y
sentí su fría mano en el elástico de mis bóxers —aquí adentro no vas a tener el
privilegio de tenerlos puestos—continuó mientras me los bajaba de un tirón
abajo de las rodillas.
Yo no dije nada, aunque
como siempre que mi papá me castigaba desnudo, sentí ese frío recorrerme por el
cuerpo de una mezcla de miedo porque el castigo dolería más, y vergüenza porque
a mis 14 años mi papá me viera desnudo.
Swish silbó la vara -
Auuuch! Exclamé de dolor y traté de cubrirme el trasero, pero mi papá detuvo mi
mano detrás de mi espalda y continuó azotandome con la vara.
Juas juas juas
Hice todo mi esfuerzo por
no moverme ni gritar mientras lloraba, pero el ardor era insoportable
Swish Swish
—Aaay, pa por favor, para
ya
Le rogué y el continuó.
Juas juas juas.
Llorando, yo luché por
soltarme y finalmente lo logré, levantándome de la posición.
Vuélvete a poner hijo
—No.... Snif... Pa, por
favor ya no más... snif snif... —le dije entre sollozos.
—No he terminado, hijo. ¿O
quieres que llamé a un hermano para que te detenga?
—No Pa, por favor, no, ya
voy. —le dije rompiendo a llorar otra vez.
Frotándome
desesperadamente el trasero tratando de detener el ardor de la paliza, volví a
reclinarme en la cama, y mi papá me volvió a detener las manos.
Swish Swish
Aaaaaauuu
Juas juas
Ouu... Juas... uch pa...
swish... ya.. aaa
Mi papá había incrementado
la velocidad de los varazos y a mi me estaba costando trabajo respirar entre el
llanto y el dolor.
Juas juas
Afortunadamente mi papá
terminó más pronto así.. Swish Swish... Estallaron los últimos dos azotes en
los muslos. Y yo no pude evitar lanzar una exclamación de dolor.
Me quedé llorando
desconsoladamente y después de un minuto o dos de sobarme y tratar de aliviar
un poco el dolor, me subí el bóxer con cuidado, lanzando pequeñas exclamaciones
de dolor cuando este rozaba las feas marcas que el castigo me había dejado.
Finalmente hice lo mismo con mi pantalón y, todavía sin haber recuperado al
cien por ciento mi respiración normal me dirigí al baño para sonarme y lavarme
la cara y los ojos. Pensé en echarme agua para tratar de aliviar las marcas,
pero decidí que no lo haría porque no quería que me doliera más.
Cuando salí me quedé un
momento pasmado, mi papá seguía sentado, pero con lágrimas en los ojos.
Instintivamente me acerqué
a él y le iba a preguntar que si estaba bien, cuando me acordé inmediatamente
de que el agudo dolor que sentía en mi parte posterior se la debía a él. ¿Se
sentía mal por haberme pegado? Qué bueno, ojalá se suicidara de culpa por
causarme a mi, su propio hijo y a quien se supone que debía proteger, tanto
dolor y vergüenza.
—Perdón hijo. En verdad
trato de ser un buen padre, y esto lo hago por tu bien, aunque no lo entiendas.
Yo no le concedí el placer
de una respuesta, y simplemente me le quede viendo inexpresivamente.
—Bueno hijo, creo que
algún día lo entenderás. —me dijo tratando más bien de convencerse el mismo.
—por ahora necesito que le pidas una disculpa a Lea.
Yo asentí y salí con él,
después de que el mismo se hubiera arreglado la cara en el baño.
—Perdón, Lea, por haberme
asomado mientras te castigaban. —le dije frente a mi papá, su papá y el pastor
como testigos. Ella solamente asintió.
Durante el resto del día
continuaron las actividades de entretenimiento intercaladas con las religiosas,
yo participe en algunas de las actividades que no exponían demasiado mi
trasero. Era evidente que todos se habían enterado ya de mi castigo, pero nadie
me dijo nada al respecto ni me molestó, al contrario, eran bastante
comprensivos cuando yo tomaba alguna precaución para evitar más dolor
innecesario. Seguramente estaban acostumbrados a que más de un chico o chica
estuviera en mi situación durante sus reuniones.
En algún momento fui a
revisarme en el baño, y me quedé sorprendido de algunas feas marcas moradas.
Este era sin duda el castigo más duro que mi papá me había dado, y
definitivamente había usado más fuerza esta vez. Pero afortunadamente no
había sangre, solamente algunos
moretones.
Esta vez si me eché agua,
que aunque me dolió un poco al principio, si pareció aliviar un poco el
escozor.
Durante las actividades
estuve buscando un momento para hablar a solas con Lea. Pero era difícil en
esta casa tan llena de familias.
En un momento del partido
de basquetball, el papá de Lea le pidió un vaso de agua, y yo, que no había
entrado al juego para no exponerme a una caída de sentón, vi mi oportunidad y
me dirigí también a la cocina. Afortunadamente no había nadie. Lea entró
primero, sacó un vaso desechable y intentó servir agua de la máquina, pero
solamente alcanzó a llenar 1/4 del vaso.
Yo entré en ese momento.
—Déjame ayudarte a cambiar
el garrafón, le dije casualmente.
—Gracias—me dijo en tono
neutral.
Yo destape el garrafon
nuevo, saque el viejo de la máquina, y levanté el nuevo hasta ponerlo en la
posición adecuada en la máquina.
—Lea, perdóname por favor
por lo que hice. Sé que ya te pedí disculpas, pero esas no cuentan, porque
estaban todos y si no te lo decía me iban a seguir pegando, le dije sonriendole
con un poco de vergüenza. Pero de verdad te quiero pedir disculpas. Ahora
entiendo lo humillante que debió haber sido para ti saber que estaba ahí
fisgoneando tu castigo, como seguramente ya sabes del incidente de mi castigo
en el jardín. —le dije sinceramente.
Lea mantuvo una expresión
pensativa por un segundo y luego la relajó en una sonrisa sincera.
—No te preocupes, claro
que te perdono, y como dices, estamos a mano.
—A mano— dije yo,
sonriendo también.
Los chicos no
acostumbrabamos tener mucho trato con las mujeres del grupo, pero en ese
momento noté que esta niña Lea, era bastante bonita, de cabello rubio largo y
algo acairelado, que le colgaba sobre la parte superior de su vestido. A tiempo
sacudí esos pensamientos de mi mente, porque estaba entrando su tía a la
cocina.
—¿qué hacen aquí niños?
—dijo algo supicaz
—Le estaba ayudando a Lea
a cambiar el garrafón—respondí yo rápidamente recogiendo el vacío del suelo.
—Bueno, me da gusto que se
hayan reconciliado y hasta se estén ayudando. —dijo con una aliviada sonrisa.
—Pero aunque eres algo nuevo Luis, creo que sabes que en nuestro grupo
preferimos que un chico y una chica no estén solos en un lugar.
—Si, señora, no se
preocupe, yo ya me voy— le dije y después de despedirme con una rápida sonrisa
de Lea, me dirigí hacia la bodega del jardín de atrás donde guardaban los
garrafones usados.
Bastardos perversos. Pobres niños, ni siquiera tienen la oportunidad de explorar sus deseos naturales y TOTALMENTE aceptables.
ResponderBorrarEstá historia me genera muchas cosas!!
ResponderBorrarEn primera pobre niña no hizo nada malo para que la hayan castigado tanto y con una vara!!
Y que feo que haya humillado a su hijo enfrente de todos!!
Que horrible religión es esa!!
Pero me gusta la historia porque es diferente y original..